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PREFACIO
Los editores.
INTRODUCCIÓN
Definición de la Mixteca-Puebla
Las técnicas de estilización, tanto para las representaciones antropomórficas como para
las zoomórficas, a menudo se asemejan a las de la caricatura moderna. La exageración
imaginativa de los rasgos prominentes, los fuertes contornos negros y los colores
brillantes y planos, daban como resultado imágenes de sorprendente audacia e impacto
visual.
En su libro de 1959 sobre los estilos de manuscritos pictóricos del centro de México
del periodo colonial temprano, el historiador del arte Donald Robertson especificó los
rasgos diagnósticos de lo que él prefería llamar el estilo "mixteco" (y, más tarde, en 1970,
también el "estilo internacional del posclásico tardío"). Señaló que compartía varios
rasgos con otras tradiciones estéticas prehispánicas mesoamericanas: una naturaleza
"conceptual" -en contraposición a la "visual"-; el énfasis en la claridad de los contornos,
las líneas del marco que encierran áreas de color plano que carecen de sombreado o
modelado, sin intentar transmitir el espacio tridimensional de manera ilusionista; la falta
de integración en las formas figuradas, con partes del cuerpo representadas como
componentes básicamente separables mostradas en sus aspectos más típicos y en
posiciones estereotipadas; y la ausencia de una verdadera perspectiva en las escenas de
"paisaje" que, en cambio, suelen presentar combinaciones de signos estandarizados para
transmitir información geográfica.
En 1961 Nicholson publicó una nota en la que criticaba el uso por parte de Robertson
y otros del término "mixteco" en lugar de ''mixteca-puebla'' para la tradición
estilística/iconográfica que él había intentado definir con mayor precisión en su artículo
de 1956. Argumentó que el primer término vinculaba demasiado estrechamente el estilo
con los hablantes de los dialectos de la lengua mixteca, causando problemas innecesarios
a la hora de explicar la distribución del estilo y de entender los mecanismos de su difusión.
Nicholson reiteró su opinión de que Cholula de habla nahua y el área del sur de Pueblan
pueden haber jugado el papel clave en su desarrollo, señalando que el papel del oeste de
Oaxaca, la Mixteca, en su génesis era bastante oscuro, debido a una brecha en el registro
arqueológico aquí entre el final del Clásico y las fases finales del Posclásico Tardío.
Aunque reconoció que era algo incómodo, sugirió que se siguiera empleando la etiqueta
geográfica híbrida de Vaillant, "Mixteca-Puebla", en lugar del término étnico/lingüístico,
"mixteco". "
Ramsey también recopiló una extensa lista de los principales motivos y grupos de
motivos que muestran las piezas de su catálogo. Además, emprendió un estudio de la zona
central del estilo en Tlaxcala/Puebla/Oaxaca, intentando definir varios subestilos
regionales. Aunque discrepamos con algunas de sus premisas y conclusiones, el estudio
de Ramsey sigue siendo el tratamiento más completo de lo que preferimos designar como
la tradición estilística/iconográfica de la Mixteca-Puebla tal como se manifestó en su zona
central.
En 1977 Nicholson presentó otra ponencia sobre el concepto en el simposio de
Dumbarton Oaks, "The Art and Iconography of Late Post-Classic Central Mexico"
(publicado en 1982).
Discutió varios otros temas, incluyendo el problema del tiempo y el lugar de la génesis
de la Mixteca-Puebla, y subrayó la necesidad de un trabajo de campo arqueológico
adicional en áreas clave para tratar de resolver las numerosas cuestiones cronológicas
relacionadas con el surgimiento y la difusión de la tradición. También destacó la
conveniencia de contar con definiciones más precisas del estilo básico y sus variantes
regionales. Una vez más, concluyó que, a pesar de los muchos problemas que aún la
rodeaban, la Mixteca-Puebla seguía teniendo suficiente valor como herramienta de
análisis arqueológico para ser conservada por los mesoamericanistas.
Además, afirmaron que "no separar estos fenómenos conduce a modelos inadecuados
e interpretaciones erróneas de la dinámica cultural mesoamericana del Postclásico. En
reacción a la perspectiva prevaleciente de 'olas de influencia', proponemos que un modelo
espacial no nuclear de redes de intercambio y comunicación interdependientes
proporciona una mejor explicación de la distribución temporal y espacial del Estilo
Religioso Postclásico en Mesoamérica. "
Después de una breve revisión de la historia del concepto, los Smiths emprendieron
una discusión de cada uno de sus tres "fenómenos", entrando en definiciones más
detalladas y abordando distribuciones de área, aspectos cronológicos y mecanismos de
difusión. En una sección final recomendaron que se abandonara el término "Mixteca-
Puebla", argumentando que su uso contribuía a "la propagación del 'modelo de olas de
influencia'" que deploraban. Concluyeron: "En lugar de invocar vagas 'influencias' de un
centro nebuloso para explicar la distribución del estilo, la nueva perspectiva relaciona el
desarrollo del estilo con los procesos continuos de comercio, comunicación e
interpretación religiosa que caracterizaron a gran parte de Mesoamérica durante el
período posclásico. "
Este artículo constituye la crítica más seria al concepto de la Mixteca-Puebla que se ha
publicado hasta ahora, y merece una crítica en profundidad. Aquí sólo es posible hacer
algunas observaciones. Dado que la crítica en particular se dirigió a su artículo de 1956,
las respuestas de Nicholson a éste están en primera persona.
En cuanto a la metáfora de las "olas de influencia" que suscitó una reacción tan
negativa por su parte, sólo pretendía expresar de manera general descriptiva -no
explicativa- la innegable y amplia difusión de la tradición estilística/iconográfica
mixteca-puebla durante el Posclásico. Nuestro reto pendiente es tratar de averiguar los
mecanismos específicos que operaron en este proceso de difusión (ver más adelante).
Varios mecanismos bastante obvios han sido sugeridos por los estudiosos, incluyendo a
los Smith y a mí, pero sólo el trabajo de campo arqueológico adicional puede determinar
con mayor precisión el papel que éstos y otros pudieron haber jugado en la difusión de la
tradición.
Ahora creo que la Mixteca-Puebla puede servir como una herramienta más eficaz de
análisis arqueológico si se define de forma algo más estricta. Aunque muestra algunos
elementos de anticipación, ahora excluiría a los toltecas y sus manifestaciones
relacionadas, especialmente la de Chichén Itzá, de la Mixteca-Puebla definida de manera
más estricta. También sugerí en 1956 que, en su núcleo, el estilo podría haber
evolucionado durante el Posclásico Temprano (o Tolteca). Evidencia arqueológica
reciente (ver los artículos de Lind y McCafferty, en este volumen) parece favorecer el
surgimiento antes del final de este período de lo que puede considerarse como una etapa
temprana en el desarrollo de la tradición estilística/iconográfica de la Mixteca-Puebla. Y,
como sugerí en mi artículo de 1977 (cf. Lind, este volumen, observaciones finales), la
Costa del Golfo podría haber jugado un papel más significativo en esta etapa emergente
más temprana de la Mixteca-Puebla de lo que generalmente se ha reconocido.
Hay otros aspectos del artículo de los Smith sobre los que también tengo reservas -
como su apoyo a la opinión, ahora aparentemente insostenible (véase McCafferty, este
volumen), de que la población de Cholula sufrió un descenso sustancial durante el
Posclásico Temprano-, pero terminaré esta respuesta preliminar con sólo unos pocos
comentarios adicionales.
Aunque reconozco que su artículo incluía una visión general útil del concepto de la
Mixteca-Puebla, claramente fracasó en su objetivo declarado de aclarar las distorsiones y
malentendidos que los Smiths alegaban que habían resultado de confundir "tres
fenómenos distintos" y agruparlos como Mixteca-Puebla. Aparte de lo que yo
consideraría su vaguedad e imprecisión en la definición de estos fenómenos,
particularmente "El estilo religioso posclásico", no creo que adoptarlos a favor de la
tradición estilística/iconográfica de la Mixteca-Puebla, como 1 y otros la han definido,
contribuya a una mejor comprensión de los procesos culturales del Posclásico
mesoamericano.
A pesar de los muchos problemas que siempre han rodeado el concepto de Mixteca-
Puebla, en mi opinión todavía puede cumplir una función útil en la arqueología
mesoamericana. La evidencia material demuestra que un estilo básicamente similar de
imaginería pictórica policromada que transmitía varios conceptos religiosos/rituales
ampliamente difundidos floreció a lo largo de una gran área del Posclásico Tardío de
Mesoamérica. Los repertorios icónicos de sus diversas expresiones regionales
frecuentemente compartían numerosos símbolos individuales. La génesis de la Mixteca-
Puebla puede o no haber estado en las regiones cuyo nombre lleva -sólo más trabajo de
campo arqueológico puede aclarar esta cuestión-, pero la innegable intensidad de su
concentración allí parecería justificar su empleo continuo.
Los siguientes tres artículos forman un grupo centrado en la cerámica policroma del
Posclásico de Cholula. Sergio Suárez Cruz, quien ha participado activamente en las
excavaciones de rescate realizadas por el Centro Regional Puebla (INAH) en Cholula,
presenta una discusión general sobre los problemas cronológicos, tipológicos y de
procedencia de la cerámica relacionada con los policromos del Posclásico característicos
del sitio, particularmente el tipo "policroma laca" definido por primera vez por Eduardo
Noguera.
Otro aspecto importante del trabajo de Lind, basado en su tesis de maestría de 1967,
es su detallada especificación, basada en tabulaciones estadísticas de motivos y categorías
de formas de vasijas, de las diferencias y similitudes entre la policromía Catalina del
Posclásico terminal de Cholula y la contemporánea policromía Pilitas de la Mixteca
Alta/Valle de Oaxaca. Ambos tipos presentan motivos de "tipo códice" y a menudo se
han confundido; Lind los distingue claramente. Sugiere que sus diferencias se relacionan
con las funciones contrastantes de las vasijas decoradas de las dos tradiciones:
esencialmente ritual/sacrificial para las de Cholula vs. dinástica/política para las de la
Mixteca.
Lo compara con imágenes relacionadas en miembros del Grupo del Códice Borgia y
algunos manuscritos pictóricos de la Cuenca de México, donde simbolizaba varias diosas
de la tierra/fertilidad. Sugiere que la similitud entre el motivo de estas vasijas cholultecas
y los motivos afines de los Códices Borgia y Cospi añade más apoyo a la procedencia
poblana/tlaxcalteca de estos biombos de estilo clásico mixteca-puebla.
Eloise Quiñones Keber examina críticamente los términos "tipo códice" y "estilo
códice" que se han aplicado frecuentemente a las vasijas policromas del Posclásico Tardío
Cholulteca y Mixteca que muestran representaciones simbólicas y figuradas que se
asemejan a las de los manuscritos pictóricos de estilo Mixteca-Puebla. Señala que la
vaguedad de estos términos ha llevado a interpretaciones y aplicaciones individuales, y
recomienda una especificación más explícita de los manuscritos pictóricos particulares
cuyas imágenes se están comparando con las de las piezas cerámicas. También sugiere
que podría ser preferible descartar el problemático término "estilo de códice" en favor de
un "estilo pictórico de la Mixteca-Puebla". "
Noemí Castillo Tejero se concentra en la región que flanquea la frontera entre Puebla
y Oaxaca, dominada en el Posclásico Tardío por los hablantes del popoloca, un miembro
del grupo otomangue que también incluye el mixteco, el zapoteco, el mazateco, el
cuicateco y otras lenguas oaxaqueñas. Castillo Tejero es la única autora del volumen que
rechaza explícitamente el término "Mixteca-Puebla", prefiriendo "Mixteca-Popoloca"
para el área de su enfoque. También propone otras denominaciones étnico-lingüísticas
para varias "provincias cerámicas" que florecieron en el Centro/Sur de México del
Posclásico Tardío.
que aparece en la cerámica policromada de engobe blanco de la Gran Nicoya, la zona que
comprende el Istmo de Rivas, Nicaragua, y el noroeste de Costa Rica. Algunos de los
motivos, especialmente los de la policromía de Vallejo, fechada entre 1200 y 1350 d.C.,
son estilística e iconográficamente bastante cercanos a la Mixteca-Puebla. Invoca las
migraciones de hablantes nahuas y chorotegas (mangues) desde México -así como la
difusión de la metalurgia del oro de sur a norte- para explicar, al menos en parte, esta
manifestación más meridional de algunos elementos de la tradición mixteca-puebla.
Observaciones finales
Los movimientos migratorios reales también podrían haber desempeñado algún papel
en la difusión de la tradición. Como se ha señalado anteriormente, este mecanismo, los
movimientos de hablantes nahuas y mangues hacia la zona de la Gran Nicoya de
Nicaragua/Costa Rica, se ha sugerido como una posible explicación de la aparición de
elementos de estilo mixteca-puebla en la imaginería de las vasijas cerámicas policromas
tardías en este lejano rincón del sureste de Mesoamérica.
Tres de nuestros autores (Pohl, Byland, Winter) sugieren que el sistema iconográfico
de la Mixteca-Puebla constituyó un vocabulario simbólico de base no lingüística que
facilitó la comunicación entre las élites gobernantes de las ciudades-estado del Posclásico
Tardío de Pueblan y Oaxaca que estaban interconectadas en una red de alianzas
dinásticas. Implican que su eficacia en el desempeño de esta función promovió su amplia
difusión, traspasando las fronteras étnicas/lingüísticas.
Por último, quisiéramos destacar que, en relación con nuestro tema, estamos
convencidos de que hay dos necesidades más evidentes. La primera sería un reexamen
exhaustivo y continuo, con la debida atención a definiciones estilísticas e iconográficas
más precisas, del "problema de la Mixteca-Puebla". "A pesar de la extensa literatura que
se ha acumulado en los últimos años sobre diversos aspectos de la tradición
estilística/iconográfica que es central para una adecuada comprensión del Posclásico
mesoamericano, nunca se ha realizado un análisis crítico y verdaderamente exhaustivo de
toda la información relevante al respecto. La segunda necesidad, ya subrayada, es la obvia
de más investigaciones arqueológicas de campo orientadas a la solución de problemas,
centradas en el Posclásico, en las áreas centrales de Tlaxcala/Centro-Sur de Puebla, Oeste
de Oaxaca y Centro/Oriente de Veracruz.
Puede que estos dos esfuerzos no den como resultado la "solución" de todos los
problemas que rodean el concepto de la Mixteca-Puebla, pero sin duda constituirían un
importante impulso en la dirección correcta. Mientras tanto, esperamos que este volumen,
que aparece 45 años después de que Vaillant introdujera por primera vez el concepto
Mixteca-Puebla, añada algo útil a nuestro conocimiento y comprensión de una de las
últimas grandes tradiciones estilísticas e iconográficas en la larga historia de la
civilización indígena más avanzada del Nuevo Mundo.