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Títulos de crédito.- Permite al acreedor exigir un hecho del deudor, pero sólo
este deudor está personalmente obligado a satisfacer una prestación determinada.
La persona que adquiere un derecho real sobre una cosa no tiene nada que
temer, aunque se hayan constituido después otros derechos iguales sobre la
misma cosa en beneficio de otras personas.
O bien, si el propietario de la cosa llegara a hacerse insolvente, pues su derecho
siempre quedaría completo.
Sucede lo contrario con el derecho de crédito.
El deudor que se haya obligado con un acreedor, puede hacerlo también con otros
y estos derechos de crédito, nacidos sucesivamente, tienen todos ellos la misma
fuerza.
Por lo cual, si el patrimonio del deudor no basta para pagar a todos los
acreedores, el derecho de cada uno sufre y disminuye en una reducción
proporcional.
El dominio de los derechos reales es menos amplio que el de los derechos de
crédito.
En cambio, el derecho de crédito. Sólo es una relación entre dos personas, tiene
por objeto un hecho, un acto que el deudor debe cumplir en un término más o
menos lejano.
Por lo cual, si el patrimonio del deudor no basta para pagar a todos los
acreedores, el derecho de cada uno sufre y disminuye en una reducción
proporcional.
En el derecho romano se divide el patrimonio en derechos reales y derechos de
crédito.
Para esto, no es indispensable que la cosa debida al acreedor exista en el preciso
momento en que se creó el derecho, es suficiente con que exista cuando el
deudor tenga que ejecutar su obligación.
La teoría de las obligaciones en el derecho romano ha sido el más alto grado de
perfección.
Fue la razón misma de los jurisconsultos que se aplicaron a desarrollar sus
principios y reglas.
Obligación.- Citando a Marta Morineau y Román Iglesias (2000, pág. 143), la
obligación es un vínculo establecido por el derecho que nos obliga a cumplir una
determinada conducta.
Surge de tres elementos esenciales:
- Sujeto activo
- Acreedor
- Acción personal.
Sin embargo, puede darse el caso de que el deudor no cumpla o de que se retrase
en el cumplimiento; es decir, que incurra en mora.
Para el derecho romano, también el acreedor podía incurrir en mora. Esto sucedía
cuando rechazaba, sin justa causa, el pago ofrecido por el deudor.
Son todos esos hechos contrarios al derecho que traerán como consecuencia la
obligación de reparar el perjuicio ocasionado.
Clases de obligaciones.