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UN PARTO EN EL SAN FRANCISCO DE ASÍS

los planes cambiaron, ya no sería modelo o reina sino la madre de un varón.


Nancy Puerta, es una mujer chocoana, nacida y criada en Quibdó, hoy cuenta con
27 años de edad, abogada especialista en penal y estudiante del cuarto semestre
de contaduría pública en la Universidad Tecnológica del Chocó “Diego Luis
Córdoba”.

El cuarto es pequeño, sin embargo, han podido acomodar más de ocho camas en
las que ubican a las mujeres que están listas para dar a luz a sus retoños. Hay
monitores, un solo baño y constantemente ingresa una enfermera para realizar el
tacto a quienes tienen mucho dolor y su estado físico muestra luces de estar cerca
del umbral. Se convierte en un momento desesperante, hay mucha bulla, médicos
hablando, mujeres quejándose, pujando, gritando, lo que resulta más agotador
que saber que estas a horas de entrar al quirófano.

Amanece la capital chocoana con una mañana esplendida, el clima perfecto para
dar a luz en el Hospital San Francisco de Asís. Nancy se levanta de acuerdo a lo
planeado con la doctora que monitoreo su gestación de principio a fin, se baña, se
coloca un vestido de tiras largo hasta los tobillos, de color rosado con estampado
de flores, se aplica perfume, envía un par de mensajes a sus familiares mientras
su esposo termina de organizar el cuarto, por último, toma la pañalera azul del
niño y se suben al taxi para tener la mejor cita de sus vidas.

El Hospital san Francisco de Asís se encuentra en el centro de la ciudad de


Quibdó, a tan solo 20 minutos del barrio las Américas, en donde vive Puertas; el
trayecto se hace mucho más corto debido a las calles vacías, al parecer
preparadas para dejar transitar el vehículo sin ningún tipo de contratiempos. Para
ingresar se debe especificar el motivo, así que dije que iba a dar a luz, el celador
me dejo ingresar y de nuevo me hacen la misma pregunta, pero esta vez un
enfermero, el cual manifestó que debía esperar una semana más para ingresar y
poder inducir el parto, a lo que le conteste de inmediato que no, que tanto la
ginecóloga como la médica que trataron todos mis controles de gestación me
pidieron no pasarme de la semana 40 debido a que el feto era muy grande. De
inmediato procedió a realizar un tacto, y al introducir los dedos se quedó
asombrado y salió corriendo por el cirujano de turno; cuando aparece el cirujano,
el doctor ______________ me repite el tacto y dice, ¡toca hoy y ya! porque usted
no pare este niño sola, expresa Nancy.

Sigue su camino en compañía de su esposo, quien desde hace días estaba


preparado para la llegada de su hijo, nervioso, ansioso, asustado, pero siempre
con la Fe en Jesucristo que todo saldría bien. En el caso de su hijo mayor tuvo
que pasar por un mal momento, quien, por descuido del personal de salud cuenta
con una condición especial, parálisis cerebral. Esta vez, no quería errores, no
quería demoras y mucho menos sufrimiento.
La introducen a un cuarto pequeño en donde están todas las mujeres listas para
traer al mundo un nuevo ser; se encuentra con más de ocho camas, monitores y
muchas mujeres esperando ser atendidas por las enfermeras que realizan su
turno constante para vigilar el estado de cada gestante. Le toca una camilla cerca
al pasillo, en el que se escucha el grito y los pujos de otras madres, tanto, que
resulta ser agotador.

En esta pequeña sala de espera está prohibido el ingreso de celulares, pero


Nancy se la ideo para poder entrar con él. Avisó a todas las personas que creyó
conveniente y los mantuvo informados de como avanzaba todo el proceso. Tuvo
que esperar doce horas para poder ser ingresada al quirófano, ya que, contaban
con un gran volumen de legrados en lista; por fortuna supo que era romper fuente.

Cuenta Nancy que estaba acostada en la camilla sólo esperando, viendo pasar las
horas, observaba cómo las otras mujeres se paseaban con sus dolores, otras
abriendo sus piernas para que el medico pudiera revisarlas y todo pasaba en ese
cuarto, donde me sentía enlatada, sin intimida, revuelta y expuesta a tener que ver
y escuchar todo de todas. En un momento me sentí tan mal que llamé a mi
esposo sólo para llorar. Después de unas horas, empecé a sentir que un líquido
salía de mi vagina, no me explicaba cómo ni por qué y creí estarme orinando
hasta que decidí preguntarle a una enfermera a lo que contesto que ya había roto
fuente. El líquido no paro de salir y en minutos paso el cirujano diciéndome que ya
me pasaría a sala. No supe que sentir, solo recordé el celular y envié un mensaje
en el que decía: ya me van a entrar.

El proceso fue rápido, más de lo que ella pensó, dice que tomo más tiempo aplicar
la anestesia que el procedimiento en sí; al ingresar al quirófano le presentaron al
anestesiólogo y la asistente del cirujano, no se percató en que momento ya estaba
tumbada en la camilla en donde su cuerpo estaba recibiendo unos cortes en su
parte pélvica que darían el espacio para poder sacar a su bebé, y así fue, un niño
sano, el más grande de la noche, midió 38 centímetros y peso 4.800 gramos.

Mientras tanto, afuera se encontraba el padre, la abuela materna, tías heredadas y


de sangre, esperando la gran noticia, deseando ver al gigante como lo apodaron
esa noche. Pero antes debían ponerle ropa y dejarlo en observación mientras
acomodaban el cuarto en el que pasarían su primera noche juntos como madre e
hijo, en un lazo irrompible lleno de pensamientos y momentos desde día uno de su
descubrimiento.

Llega el momento de ser presentado ante el padre, quien lo recibe con los brazos
abiertos, asombrado de lo idéntico que resulto siendo Joel Mathías, era ver su
rostro en miniatura. Me salen con ese hombronsuo con la misma cara mía, dije
Dios míooo es grandísimo, y sentí una emoción enorme porque se parecía a mí,
todos los rasgos míos, impresionante, fue una emoción inmensa, verlo sano y
grande, en ese momento se me salieron las lágrimas, expreso Eliecer Santos
esposo de Nancy Puertas y padre del bebé.

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