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“VERA, DANIEL A. C/DROGUERIA SAPORITI S.A.”, CSJN, sent. 9/08/01.

Dictamen del Procurador General de la Nación


I. Contra la sentencia de la sala VI, de la Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo, que
revocó el decisorio del juez de grado y condenó a la empleadora a abonar la indemnización
por antigüedad y demás rubros reclamados por el actor, la empresa demandada dedujo el
recurso extraordinario de fs. 159/170, cuya denegatoria de fs. 178, motiva la presente queja.
Tacha al pronunciamiento de arbitrario, alegando exceso ritual manifiesto, falta de
fundamentación suficiente, apartamiento de las constancias de la causa y defectos en la
consideración de extremos conducentes.
Critica que la Cámara haya revocado la sentencia de primera instancia, con único sustento
en que no se cumplió con lo dispuesto por el artículo 243 de la ley de contrato de trabajo,
pues, a criterio del juzgador, no se habría informado debidamente al actor sobre los motivos
de su despido. Según la recurrente, ello no fue así, ya que se trató de un despido con justa
causa, cuyos motivos, contemporáneos con el fin de la relación laboral, fueron puestos en
conocimiento del dependiente en tiempo y forma.
Reprocha, además, que se haya considerado que, por esa sola razón, el despido resultaba
injustificado, sin necesidad de evaluar si las conductas atribuidas al actor por el demandado
había o no existido.
Sostiene que su parte acreditó debidamente que el despido se produjo cuando el actor fue
descubierto prestando servicios e información acerca de su empleador, a favor de otra
empresa dedicada a la misma actividad. Agrega que el fundamento consistente en que el
empleador no cumplió con el art. 243 de la ley de contrato de trabajo, no resiste el embate
injustificado de la Cámara, toda vez que el despido de marras guardó congruencia con la
conducta del actor, al haber sido declarado contemporáneamente a aquella injuria.
II. Cabe señalar, en primer término, que el tribunal tiene establecido que, si bien, en
principio, la interpretación y aplicación de las normas de derecho común, no dan lugar a
cuestión federal que justifique la intervención de la Corte por la vía del art. 14 de la ley 48,
corresponde hacer excepción a dicho principio cuando, como en el caso, la solución a la que
arribó el tribunal de segunda instancia, no puede ser considerada aplicación razonada del
derecho vigente en relación con las circunstancias comprobadas de la causa (v. Doctrina de
Fallos: 313:1427; 316:145, entre otros).
En este contexto, se advierte que en el sub lite, la recurrente despidió al actor por medio de
una carta documento, en la que le imputó violación del principio de buena fe y del deber de
fidelidad previstos por los arts. 63, 85, 88 y concs. de la ley de contrato de trabajo,
debidamente comprobadas. Por ello -prosiguió la carta-, la empleadora se consideró
injuriada, y precisó a continuación, que el actor había sido descubierto en maniobras
dolosas contra los intereses económicos de la empresa.
Corresponde tener presente, que el juez de primera instancia tuvo por acreditado que,
vigente la relación laboral, y en ignorancia de la demandada, el actor realizó idénticas tareas
en otra empresa de actividad similar; y que, sin solución de continuidad con el despido,
quedó trabajando en dicha empresa competidora, en la que también trabajaban otras
personas que habían pertenecido a la demandada, entre ellas, la que había sido superior
jerárquica del accionante (v. fs. 107, último párrafo).
En atención a lo expuesto, procede recordar que V.E. ha sostenido que la obligación de
notificar las causas del despido y no poder modificar éstas en juicio, responde a la finalidad
de dar al dependiente la posibilidad de estructurar en forma adecuada la defensa, pues se
trata del basamento mismo para que los preceptos contenidos en el artículo 18 de la
Constitución Nacional puedan hallar plena vigencia en la solución del conflicto a
desarrollarse. Empero, el detalle de esa información sobre las causas no puede importar un
formulismo taxativo, ya que de interpretarse de tal modo la norma inferior, se arribaría al
extremo no deseado de cercenar el debate judicial, con la consiguiente lesión de los
preceptos constitucionales invocados (v. Doctrina de Fallos 316:145; y 319:636, voto de los
doctores Eduardo Moliné O'Connor, Guillermo A. F. López y Adolfo R. Vázquez).
Ello es particularmente cierto en el caso de autor, toda vez que la carta documento en
cuestión, además de mencionar las disposiciones legales que la empleadora consideró
violadas por el dependiente, indicó en su texto que el actor había sido descubierto en
maniobras dolosas en perjuicio de la empresa. El examen de estos antecedentes y
conductas, contemporáneas al despido, resulta conducente -a mi ver- para dilucidar la
cuestión en debate relativa a la validez formal de la notificación del mismo y a la indicación
de las causas que lo determinaron. Sin embargo, no fueron adecuadamente valoradas por la
Cámara en oportunidad de dictar la sentencia impugnada, pese a que -vale decirlo- fueron
concluyentes para que el juez de grado llegara a una solución opuesta.
En el orden del razonamiento que precede, estimo finalmente que el a quo no ha ponderado
debidamente que el concepto de injuria responde a un criterio objetivo que se refleja en el
incumplimiento inmotivado de las obligaciones emergentes del contrato de trabajo (Fallos:
316:145), ni ha hecho una adecuada aplicación de las normas jurídicas pertinentes en
atención a los hechos probados de la causa y no desvirtuados en las alegaciones de la
actora.
Por todo lo expuesto, opino que debe hacerse lugar a la queja, declarar procedente el
recurso extraordinario, dejar sin efecto la sentencia apelada, y disponer vuelvan los
actuados al tribunal de origen para que, por quien corresponda, se dicte nuevo
pronunciamiento con arreglo a lo expresado. Buenos Aires, 22 de septiembre de 2000. -
Nicolás E. Becerra.
Buenos Aires, agosto 9 de 2001.
Considerando: Que esta Corte Suprema comparte los fundamentos y conclusiones del
dictamen del Procurador General de la Nación, a los que cabe remitirse en razón de
brevedad.
Por ello, se hace lugar a la queja, se declara procedente el recurso extraordinario y se deja
sin efecto la sentencia apelada. Con costas. Vuelvan los autos al tribunal de origen a fin de
que, por medio de quien corresponda, se proceda a dictar un nuevo fallo. Agréguese la
queja al principal. Reintégrese el depósito de fs. 1. Notifíquese y remítase. - Julio S.
Nazareno (en disidencia). - Eduardo Moliné O'Connor. - Carlos S. Fayt. - Augusto C.
Belluscio. - Enrique S. Petracchi (en disidencia). - Antonio Boggiano (en disidencia). -
Gustavo A. Bossert. - Guillermo A. F. López. - Adolfo R. Vázquez.

Disidencia de los doctores Nazareno, Petracchi y Boggiano.


Considerando: Que el recurso extraordinario, cuya denegación motivó la presente queja, es
inadmisible (art. 280, Código Procesal).
Por ello, habiendo dictaminado el Procurador General, se desestima la queja. Declárase
perdido el depósito de fs. 1. Hágase saber y, oportunamente, archívese, previa devolución
de los autos principales. - Julio S. Nazareno. - Enrique S. Petracchi. - Antonio Boggiano.
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“B.M., M. C/CELLWAY S.R.L.”, CNAT SALA VII, 16/6/2000

Buenos Aires, junio 26 de 2000


El doctor Boutigue dijo:
I. La sentencia de primera instancia que -si bien hiciera lugar a una parte del reclamo-
rechaza la demanda en lo relativo a las indemnizaciones por despido, viene apelada por la
parte actora.
II. La apelante atribuye incongruencia a la decisión del a quo -quien juzgó probado que la
actora fue sorprendida con otro compañero de trabajo manteniendo relaciones sexuales
dentro del lugar de trabajo- porque la demandada no habría invocado en forma puntual esa
circunstancias para despedirla.
Bien cierto es que en el despacho comunicativo de la ruptura, así como en el responde (v.
fs. 15, párrafo tercero), se aprecia que la accionada invocó que la trabajadora incurrió en
una actitud "reñida con la moral y buenas costumbres".
No es del todo desacertada la observación de la recurrente en cuanto a que la imputación
de la falta no es del del todo precisa; sin embargo soy de la opinión que la regla del art. 243
de la ley de contrato de trabajo no es de una rigidez absoluta cuando, según las
circunstancias propias de cada caso, puede quedar en evidencia que el trabajador ha podido
interpretar razonablemente con certeza algún acto grave imputado bajo alguna
denominación genérica. Destaco especialmente que esto es válido en relación a algún acto
bien concreto, tal como lo sostuve aún como juez de primera instancia en un caso muy
singular (Juzgado Nº 23, sent. 283 en "T. O. c. Ivonne S.A. s/ despido", 31/8/76, sentencia
firme, entre otros similares: también en esta misma sala en "B. M. F. c. Droguería del Sud S.
A." s.d. 25.017 del 7/6/95).
En el caso de autos, no tengo dudas que la actora bien sabía cuál era el motivo de su
despido, en tanto -sin entrar a juzgar sobre si es o no criticable en sentido objetivo su
comportamiento- es inaceptable que lo hiciese dentro del lugar de trabajo: me refiero al
hecho que quedó suficientemente demostrado con el testimonio de P. J. A., quien
reconociera haber sido protagonista en un episodio que el mismo testigo calificó como que
"no tenían que hacer en el trabajo" (sic), para luego especificar que fueron sorprendidos con
la actora, semi desnudos, sobre una mesa.
En forma coincidente declaró H. H., supervisor de producción, quien sorprendiera a la actora
en "paños menores acompañada de un empleado de nombre P. ... en actitudes impropias,
ambos casi desnudos haciendo el amor sobre la mesa de trabajo..." (sic).
En tal circunstancia, las declaraciones -por otra parte, no imputadas- son coincidentes y
provienen de quienes fueran en un caso protagonista y otro testigo presencial del hecho
atribuido como causal rescisoria. Por ello, al igual como lo ha hecho el sentenciante, juzgo
que son idóneos y convincentes (ib. art. 90, ley 18.345).
III. En cierto grado es abstracto el pedido de que se modifique el fallo en relación al salario
del mes de mayo de 1996 porque la condena contempla el pago proporcional de los 29 días
trabajados de ese mes (v. fallo, fs. 76).
Y no corresponde suma alguna por integración del mes de despido porque -tal como lo
expusiera en el acápite anterior- el despido de la trabajadora tuvo suficiente justificación
(arts. 233 y 242, ley de contrato de trabajo).
IV. No veo motivos para modificar la decisión que declaró que las costas de primera
instancia se soporte en el orden en que fueron causadas, en tanto -si bien ha procedido la
demanda- sólo fue por un monto menor y por alguno de los rubros reclamados, hecho que
me lleva a concluir que el pronunciamiento es justo (arts. 68, 2ª parte y 71, Cód. Procesal).
Por lo expuesto, propongo la confirmación del fallo recurrido.
V. De tener adhesión mi voto, propongo que las costas de alzada sean soportadas por la
parte actora (art. 68, Cód. Procesal) y que se regulen los honorarios de esta instancia a
favor de la representación y patrocinio letrado de la parte actora y demandada en las sumas
de $ ... y $ ..., respectivamente (art. 14, ley 21.839).
El doctor Ruiz Díaz dijo:
Por compartir sus fundamentos, adhiero al voto que antecede.
Por lo que resulta del precedente acuerdo, el tribunal resuelve: 1. Confirmar el fallo
recurrido; 2. Imponer las costas de alzada a cargo de la parte actora; 3. Regular los
honorarios de la representación y patrocinio letrado de la parte actora y demandada en las
sumas de $ ... y $ ..., respectivamente. - Luis R. Boutigue. - Juan A. Ruiz Díaz.

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“RAGONE, LILIAN M. C/BANCO FRANCES, CNAT SALA V, 18/05/01

Buenos Aires, 18 de mayo de 2001.


El doctor Lescano dijo:
I. El apoderado del banco demandado apela: a) la calificación del despido impuesto como
arbitrario, b) la condena al pago de indemnización agravada por embarazo; c) la condena al
pago de la indemnización especial por matrimonio; d) la tasa de interés fijada como
accesoria del crédito y e) los honorarios regulados por altos.
La actora, por su parte, persigue el incremento de la tasa de interés fijada como accesoria
del crédito, mientras que el letrado que la representa y el experto contable peticionan la
elevación de los honorarios regulados por su labor profesional.
Corresponde, en consecuencia, el análisis particular de cada uno de los agravios vertidos, a
saber:
II. El primero formulado por el empresario destinado a reivindicar la legitimidad del despido
directo no resulta aceptable.
En el caso particular, nos encontramos ante una operaria que trabajó varios años para la
institución demandada (del 1/3/94 al 23/12/98) y que abruptamente y sin que se haya
acreditado la existencia de otras sanciones que no fuesen las observaciones verbales de
sus superiores, fue despedida alegándose pérdida de confianza, atento las "negligencias
incurridas en sus tareas diarias", "incumplimientos injustificados de las indicaciones
establecidas por el personal jerárquico" e "irregularidades reiteradas en relación a su
jornada de trabajo" (ver comunicado rupturista obrante a fs. 6).
El telegrama de despido, a tenor de lo transcripto supra, es lo suficientemente impreciso
para que pueda atribuirse a la parte empresaria la directa violación del art. 243 de la ley de
contrato de trabajo que, como se recordará, impone al empleador la obligación de comunicar
por escrito y con expresión suficientemente clara los motivos en que se funda la ruptura del
vínculo contractual que, en el caso, se habría apoyado en razones genéricas y abstractas ya
que no se explica cuál fue la negligencia en que incurrió la actora, qué indicación
desobedeció o cuál fue la irregularidad cometida que, valorada en los términos de los arts.
84 y 86 de la ley de contrato de trabajo, permita inferir que existió una justa causa para el
despido, máxime frente a una dependiente a la que no se aplicaron con anterioridad otras
sanciones disciplinarias que es el medio técnico instituido por el legislador para preservar la
relación de trabajo (ver arts. 10 y 67, ley de contrato de trabajo).
Es de destacar que la testimonial prestada por Canil y Molinos que es favorable a la postura
empresaria resulta, en el caso, enervada por las declaraciones de Zorgno, Aragones
quienes la califican como una trabajadora diligente y aplicada y no cabe olvidar que, en el
caso, la carga probatoria de acreditar la legitimidad del despido recaía en cabeza de la
empresa (arts. 242 y 243, ley de contrato de trabajo, 377, Cód. Procesal) que no ha
explicado por qué, ante las presuntas negligencias de la accionante, no aplicó alguna
sanción rigurosa -suspensión disciplinaria- y resolvió abruptamente el despido en la misma
fecha en que ésta le notificaba su embarazo (ver pieza obrante a fs. 119 y constancia de
recepción a fs. 120).
Es por ello que coincido la decisión adoptada por el juzgador.
III. El sentido de mi voto torna inaudible el segundo de los agravios vertidos ya que, en
definitiva, como la legislación asegura el beneficio de estabilidad de la trabajadora en estado
de gravidez, la demandada al conocer fehacientemente la situación de la actora, debió
abstenerse de despedirla.
Al respecto no resulta ocioso recordar que el despido con justa causa tiene un carácter
unilateral y recepticio que imposibilita pueda considerarse que, en el caso, la decisión
rescisoria haya sido adoptada antes de tomar cabal conocimiento del estado de gravidez de
Ragone.
IV. Por el contrario, el tercer agravio es viable ya que, como esta sala ha señalado en su
oportunidad, cuando concurren dos fuentes generadoras de indemnización como el
matrimonio y el embarazo ambas no deben acumularse pues responden al mismo
fundamento que es proteger bienes jurídicos íntimamente ligados en la valoración política
que plasmó el ordenamiento vigente (conf. sent. del 24/8/98, "Gutiérrez de Del Prado,
Marisa G. c. Bernardo Jark e Hijos SA", TSS 1998-1047) y ello me lleva a propiciar la
reducción del monto de condena a la suma de $ 25.743,42.
Cabe destacar que en la alternativa de no compartirse mi tesis relativa a la procedencia del
reclamo formulado por la actora con referencia a la indemnización por embarazo, procedería
la condena al pago de la indemnización extraordinaria por matrimonio al no haber sido
demostrada la justa causa del despido de la actora y haberse dispuesto dentro del período
de sospecha de seis meses posteriores al acto nupcial.
V. Con relación a la tasa de interés fijada como accesoria del crédito se la debe fijar en el 12
% anual conforme el criterio adoptado por la mayoría de las salas que integran este tribunal
en casos análogos.
Corresponde también reducir los honorarios regulados en atención a los límites establecidos
por el art. 38 de la ley orgánica.
En síntesis, entiendo corresponde: 1. Modificar el fallo recurrido reduciendo el monto de
condena a la suma de $ 25.743,42 y la tasa de interés moratorios a un porcentual del 12 %
anual; 2. Confirmar lo resuelto en materia de costas de primera instancia; 3. Reducir los
honorarios regulados a los porcentuales del ... %, ... % y ... % del monto de condena en
beneficio de la representación y patrocinio de la actora, demandada y perito contador; 4.
Imponer las costas de alzada a la demandada vencida en lo sustancial de su recurso y 5.
Fijar los honorarios de representación y patrocinio de los litigantes, por las tareas de alzada,
en el ... % de la suma que resulte a su favor por las labores de la instancia anterior.
El doctor Balestrini manifestó que por análogos fundamentos adhiere al voto del juez de
Cámara preopinante.
En virtud de lo que surge del acuerdo que antecede, el tribunal resuelve: Modificar el fallo
recurrido reduciendo el monto de condena a la suma de $ 25.743,42 y la tasa de interés
moratorios a un porcentual del 12 % anual. Confirmar lo resuelto en materia de costas de
primera instancia. Reducir los honorarios regulados a los porcentuales del ... %, ... % y ... %
del monto de condena en beneficio de la representación y patrocinio de la actora,
demandada y perito contador. Imponer las costas de alzada a la demandada. Fijar los
honorarios de representación y patrocinio de los litigantes, por las tareas de alzada, en el ...
% de la suma que resulte a su favor por las labores de la instancia anterior. Conste que el
doctor Morell no vota (art. 125, ley 18.345). - Roberto J. Lescano. - Alvaro E. Ballestrini.
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“BOGNANNI, OSCAR R. C/GOPLA S.R.L.”, CNAT SALA VII, 8/3/00

2ª Instancia. - Buenos Aires, marzo 8 de 2000.


El doctor Boutigue dijo:
I. Es la parte demandada quien recurre del fallo de la primera instancia que la condenó a
pagar al actor unas diferencias salariales por el período mayo/93 a agosto/93 y la
indemnización que por despido prevé la ley de contrato de trabajo, en tanto considera que
estaría demostrada la causal de injuria que invocara para disponer el despido ("...violado
secretos... y ejecutado negocios por cuanto propia...").
A su vez, el perito calígrafo y el doctor O. -por sí- apelan los propios porque los consideran
exiguos (ver fs. 271 y 273).
II. Disiente el recurrente con la conclusión de la sentenciante que tuvo por no demostradas
las causales que invocara la demandada para despedir al actor. Aduce -entre otras cosas-
una "dogmática y errada" ponderación de las pruebas sustanciadas (ver fs. 275/282).
A mi juicio los argumentos que ensaya no logran desvirtuar lo ya resuelto en la instancia
precedente.
En efecto, cabe recordar que el actor era ingeniero químico y realizaba tareas de
investigación, desarrollo y control de calidad en el laboratorio de la demandada, hasta que
ésta decide despedirlo invocando en su telegrama disolutorio: "Habiendo violado secretos
inherentes a la empresa conocidos por su tarea profesional y habiendo ejecutado
negociaciones por cuenta propia en el mismo rubro que la actividad de la empleadora
comunícole queda despedido con causa art. 243 L.C.T. por violación artículos 85 y 88 de la
citada ley, Gopla S.R.L." (ver teleg. nro.: 391, que llega reconocido por ambas partes, ver fs.
37 vta. "in fine").
El recurrente, en su escrito de recurso, pone énfasis en que la razón del despido obedeció a
la "...comprobación 'posterior' al distracto de la apropiación efectiva del actor de carpetas
técnicas y de fórmulas de la empresa...", lo que en su opinión constituiría plena prueba de la
"justa causa del despido", y que "...en el telegrama de despido se acusó al actor de violación
de los secretos de la empresa, 'en sentido amplio'... en el intento de apropiarse de carpetas
y fórmulas que no le pertenecían....... y por la conducta del actor de considerarse dueño de
los desarrollos tecnológicos... y de las fórmulas..." (el destacado me pertenece, ver fs. 275
vta. y sigtes.).
La tesitura defensiva del apelante resulta a todas luces huérfana de sustento jurídico alguno,
por cuanto él mismo reconoce que utilizó una causal genérica para decidir el despido actor,
en contravención al legal de deber de expresar claramente en el telegrama disolutorio la
causa que determina la finalización del vínculo; lo que virtualmente veda la utilización de
fórmulas genéricas para evitar así que luego las partes puedan referirla -según su propia
conveniencia- a otros hechos (conf. arg. art. 243, ley de contrato de trabajo; en similar
sentido, esta sala VII en "Frías c. Club Ferro Carril Oeste s/despido" sent. def. nro.: 29.534
del 8/07/97, "Kadic c. A.A. Aerolíneas Argentinas S.A. s/despido", sent. def. nro.: 31.584 del
7/12/98, entre otros).
En tales términos, la comunicación enviada por la demandada al actor no cumplió con el
citado requisito, por cuanto la mera invocación de "...haber violado secretos... y ejecutado
negociaciones por cuenta propia...", no expresa de manera clara y concreta la causa que
motivó la disolución, circunstancia que la demandada considera demostrada con
posterioridad al distracto detallando que el actor habría retenido la carpeta de una empresa
cliente de la accionada ("Efka"), que habría tenido "fluidos contactos" con su competidora,
que habría tenido algún entredicho con el señor Wiesner relativo al derecho de propiedad de
la mencionada carpeta, que no prestaba "debida atención y trato" a los clientes ni que
controlara de manera adecuada la calidad de los productos que salían de la empresa;
presupuestos de hecho que no se ven mencionados en su telegrama disolutorio. Y no es
jurídicamente válido alterar la causal del despido dada (o invocada) en el proceso judicial
posterior (ver fs. 277 vta./278, y art. 243 cit.).
No veo que el extenso memorial de agravios de la demandada logre soslayar esta exigencia
legal, lo que torna innecesario volver sobre el análisis del resto de las pruebas tal como se
hace en el fallo en recurso.
No obstante, y en aras de atender al empeño puesto en el alegato que incluye la apelante
(ya casi en exceso de lo que es propiamente la estricta crítica a la sentencia), no dejo de
advertir que el informe dado por Kristof y Asociados S.A. ("Estampería Textil", fs. 104) perfila
datos de una actitud del actor que, de haber sido cierta, pudo sí haber sido grave: demeritar
la calidad de productos provistos por su empleadora y -en correlación con ello- ofrecer
servicios en forma "privada" para remediarlo.
Sin embargo, tal informe, como bien lo advierte la doctora G., no es prueba idónea en el
marco instituido por los arts. 396 y 397 del Cód. Procesal, y más bien a través de él se
pretende substituir prueba testimonial sin control y asistencia letrada en audiencia ante el
propio tribunal (art. 386 del mismo Código).
Pero aún puestos en tal hipótesis, desde que en el mismo informe se reconoce que la
demandada compensó costos (a la sociedad informante) por esa causa, si hubo
responsabilidad del ingeniero Bognanni en ello, no le fue reprochado ni se le pidió aclaración
alguna en su oportunidad; lo que reitero desmerece la idoneidad de una prueba "de
informes" de la que pretende valerse la demandada en orden a intentar demostrar un
supuesto que, además, se ubica varios meses o casi un año antes del despido (dicho
informe dice "A parir de julio de 1992 comenzamos a tener problemas de calidad...", al
referirse a productos de la demandada). Lo apuntado lo considero suficiente y me exime de
más comentarios.
Propongo en definitiva, la confirmatoria del fallo atacado en el sentido de que el despido
dispuesto por la demandada resultó incausado (arg. arts. 242 y 243, ley de contrato de
trabajo. ver considerandos del fallo a fs. 261/262).
III. No le veo mejor suerte a lo que dice en torno de la remuneración que considerara la juez
a los fines del cálculo indemnizatorio ($1153,14).
Para ello el recurrente aduce que ninguno de los testigos valorados en el fallo probaría que,
a pesar del blanqueo que efectuara la demandada a partir de junio/92 el actor seguía
percibiendo remuneraciones sin documentar formalmente o que no se hubiera registrado los
datos correctos en torno al monto de la remuneración que percibía. En efecto luego de
analizar parcialmente los dichos de los testigos no logra refutar un dato que llega firme, cual
lo es la irregularidad con que la demandada efectuaba el pago de las remuneraciones,
circunstancia que coincide con el relato hecho en el escrito de inicio, sin que lo desvirtúe los
asientos contables que informa la perita a fojas 134 pto. 14, y que la recurrente intenta valer
a su favor, por cuanto, además de ser anotaciones unilaterales del empleador sin posibilidad
de control por parte del trabajador, la misma perita informa la ausencia de los comprobantes
del sueldo que se le pagaba al actor, y basa su información sólo en el libro de sueldos y
jornales que se le exhibiera; máxime cuando el salario que pretende validar de $727,03
difiere del que denunciara en su escrito de conteste (ver fs. 22 vta., fs. 282 vta./283, conf.
arg. arts. 55, ley de contrato de trabajo y 34 inc. 4º, 277 y 477, Cód. Procesal).
Por otro lado, no luce desacertado con la profesión del actor (ingeniero químico) el salario
de $1500 que fijara lajuez en uso de las atribuciones que le confiere el art. 56 de la ley de
contrato de trabajo (ver considerandos a fs. 267), por lo que sugiero la confirmatoria del fallo
también en este punto.
IV. La cuantía de los honorarios regulados al perito calígrafo los veo equitativos con relación
al mérito y extensión de su labor, no así los asignados al doctor O. los que sugiero elevarlos
-con base en los mismos parámetros- a la suma de $... (art. 38 L.O. y demás normas
arancelarias vigentes).
V. De tener adhesión este voto, corresponde imponer las costas de alzada a cargo de la
parte demandada (art. 68, Cód. Procesal), y regular los honorarios de alzada para la
representación y patrocinio letrado del actor en la suma de $... y los de la parte demandada
en la suma de $... (art. 14, ley del arancel).
El doctor Ruiz Díaz dijo:
Por compartir los fundamentos, adhiero al voto que antecede.
Por lo que resulta del precedente acuerdo, el tribunal resuelve: 1) Confirmar la sentencia
apelada en lo substancial que decide. 2) Elevar los honorarios de primer instancia asignados
al doctor O. a la suma de $.... 3) Confirmar los honorarios del perito calígrafo. 4) Costas de
alzada a cargo de la parte demandada. 5) Regular los honorarios de alzada para la
representación y patrocinio letrado de la parte actora en la suma de $... y los de la parte
demandada en la suma de $.... - Luis R. Boutigue. - Juan A. Ruíz Díaz.
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“VERGARA, CARLOS R. C/TRANSPORTES SANTA FE S.A.”, CNAT SALA X, 14/02/01

Buenos Aires, febrero 14 de 2001.


El doctor Scotti dijo:
I. Vienen estos autos a la alzada con motivo del recurso que contra la sentencia de fs.
214/219 interpone el actor a fs. 221/229 con réplica de su contraria a fs. 235/250. Asimismo
a fs. 220 la perito contadora cuestiona por bajos los emolumentos que le fueron asignados.
II. No se discute en autos que el actor fue despedido por la accionada por carta documento
del 2/1/98 imputándosele haber sido sorprendido durmiendo en la sala de estar y vestuario
del personal el 10/12/97 a las 21 hs. (debiendo tomar servicio a las 3,40 hs. del día
siguiente) pese a haber sido sancionado en dos oportunidades anteriores por haber
incurrido en el mismo incumplimiento (el 3/4/96 y el 26/4/96).
El a quo consideró que toda vez que la comunicación referida no fue impugnada por el
trabajador dentro del plazo de treinta días establecido en el art. 67 de la ley de contrato de
trabajo la misma fue consentida y, consecuentemente, el mismo no puede cuestionarla en el
futuro. Con base en lo expuesto, rechazó en todas sus partes el reclamo del actor.
Contra tal solución se alza el demandante quien sostiene la inexistencia de normativa que
fije un plazo para rechazar el despido y observa la comunicación rupturista por incumplir -a
su juicio- lo establecido en el art. 243 de la ley de contrato de trabajo. Asimismo denuncia la
falta de contemporaneidad entre los hechos y el despido y cuestiona la entidad de la
inconducta cometida
III. Adelanto que, a mi juicio, debe modificarse lo resuelto en el decisorio anterior.
En primer término considero necesario destacar que, a mi juicio, no cabe sino calificar como
insólito el criterio adoptado en la especie por el magistrado que me precediera. En efecto, no
existe norma alguna en nuestro derecho que establezca la necesidad de impugnar un
despido dentro de los treinta días, que obligue al trabajador a rechazar el despido o que
acuerde valor a su silencio. Además, el art. 259 claramente dispone que no existen otros
modos de caducidad que los que resultan de la ley y por el contrario el art. 919 del Cód. Civil
quita valor al silencio del trabajador. Por otra parte el art. 57 de la ley de contrato de trabajo
sólo acuerda valor presuncional al silencio del empleador pero no existe ninguna disposición
que ponga al dependiente frente a la carga de rechazar el despido, en especial si se tiene
en cuenta que una vez despedido ya ha dejado de ser trabajador dependiente de quien lo
despidió (arg. esta sala X, SD 5427 del 28/12/98 y CNTrab., sala IV, 20/9/91 in re
"Fernández, Carlos c. Asign S.R.L.).
Sentado lo que antecede y tratándose en el caso de autos de un despido donde la
accionada adujo una causa específica considero necesario señalar que todo despido
directo, como regla general, debe ser considerado indemnizable incumbiendo a quien alega
lo contrario otorgar al sentenciante los elementos necesarios que le permitan primero
comprobar y luego valorar la existencia de una causa que exima total o parcialmente el pago
de una indemnización.
En el caso de autos la conducta del demandante (permanecer en la sala de estar y vestuario
del personal fuera de su horario de servicio) no reviste per se -a mi juicio- suficiente entidad
como para justificar una cesantía y si bien es cierto que se comprobó con la documental
agregada por la accionada que el actor había sido sancionado con anterioridad por incurrir
en tal comportamiento lo cierto es que los antecedentes individualizados por la empleadora
ocurrieron casi un año y medio antes de que Vergara protagonizara los hechos que
motivaran su distracto, por lo que carecen de la contemporaneidad necesaria para adjudicar
mayor valor injuriante a lo acontecido el 10/12/97 lo cual, a mi ver, no revistió tal gravedad
como para impedir la prosecución de una relación laboral de casi 18 años de antigüedad
pudiendo a mi juicio la accionada aplicar en todo caso una sanción menor adecuada a la
inconducta de su dependiente.
En suma, considero que el despido dispuesto por el principal resultó carente del requisito de
proporcionalidad, unánimemente exigido por la doctrina y la jurisprudencia imperantes para
validar una cesantía que libere al empleador de toda responsabilidad indemnizatoria, toda
vez que la inconducta del trabajador no tornaba imposible la prosecución del contrato de
trabajo. Por ello, estimo injustificada en los términos del art. 242 de la ley de contrato de
trabajo la denuncia del vínculo por lo que, revocándose lo dispuesto en origen, corresponde
admitir la demanda en lo que respecta a las indemnizaciones por despido, omisión de
preaviso e integración (arts. 231, 232 y 245, ley de contrato de trabajo).
IV. En base a la última ($ 1.020,30) y mejor remuneración ($ 1.070,81) informadas por el
perito contador -no observadas por las partes- la indemnización por antigüedad debe
ascender a $ 19.274,58, la correspondiente al preaviso a $ 2.040,60, la integración mes de
despido a $ 869,52 ($ 1.020,30 menos $ 150,78) y la incidencia del sueldo anual
complementario sobre los últimos rubros a $ 242,51, lo cual hace un total de $ 22.427,21,
suma que deberá abonar la accionada con más los intereses calculados a una tasa del 12%
anual.
V. En atención al nuevo resultado del juicio corresponde dejar sin efecto la imposición de
costas y las regulaciones de honorarios dispuestas en la sentencia de grado (art. 279, Cód.
Procesal), lo que torna abstracto examinar el recurso que versa sobre este último aspecto.
Sugiero imponer las costas en ambas instancias a cargo de la demandada vencida (art. 68,
Cód. Procesal).
Por las tareas cumplidas en primera instancia propicio regular los honorarios de la
representación letrada de la actora en un ... % de la accionada en un ... % y los del perito
contador en un ... % en todos los casos del monto de condena que incluye intereses. En
cuanto a los de alzada, sugiero fijar la cuantía de los estipendios de los firmantes de los
respectivos memoriales en el ...% de lo que les corresponda a la representación letrada de
cada una de sus partes por las tareas cumplidas en la etapa anterior (art. 38, ley orgánica).
VI. En definitiva, y por las razones expuestas, sugiero: l. Revocar la sentencia apelada en lo
que fuera materia de recurso y, hacer lugar a la demanda entablada por "Vergara, Carlos R.
contra Transportes Santa Fe S.A.C.I." y condenar a esta última a abonar al actor dentro del
quinto día y mediante depósito en autos la suma de $ 22.427,21 con más los intereses
calculados a una tasa del 12% anual; 2. Dejar sin efecto la imposición de costas y las
regulaciones de honorarios practicadas en el fallo de origen e imponer aquéllas en ambas
instancias a la demandada; 3. Regular los honorarios por los trabajos en primera instancia a
la representación y patrocinio letrado de la actora en un ...%, los de la accionada en un ...%
y los del perito contador en un ...% en todos los casos del monto de condena que incluye
intereses; 4. Fijar la cuantía de los estipendios de los firmantes de los respectivos
memoriales en el ...% de lo que le corresponda a la representación letrada de cada una de
las partes por las tareas cumplidas en la etapa anterior.
El doctor Simon dijo:
Por compartir los fundamentos del voto precedente, adhiero al mismo.
El doctor Corach no vota (art. 125, ley orgánica).
Por lo que resulta del acuerdo precedente, el tribunal resuelve: l. Revocar la sentencia
apelada en lo que fuera materia de recurso y, hacer lugar a la demanda entablada por
"Vergara, Carlos R. contra Transportes Santa Fe S.A.C.I." y condenar a esta última a abonar
al actor dentro del quinto día y mediante depósito en autos la suma de $ 22.427,21 con más
los intereses calculados a una tasa del 12 % anual; 2. Dejar sin efecto la imposición de
costas y las regulaciones de honorarios practicadas en el fallo de origen e imponer aquéllas
en ambas instancias a la demandada; 3. Regular los honorarios por los trabajos en primera
instancia a la representación y patrocinio letrado de la actora en un ... %, los de la accionada
en un ... % y los del perito contador en un ... % en todos los casos del monto de condena
que incluye intereses; 4. Fijar la cuantía de los estipendios de los firmantes de los
respectivos memoriales en el ... % de lo que le corresponda a la representación letrada de
cada una de las partes por las tareas cumplidas en la etapa anterior. - Héctor J. Scotti. -
Julio C. Simon.
© La Ley S.A. 2005
La Ley Informe de entrega
Para: jnagata4
© La Ley S.A. 2005
Voces: CONTRATO DE TRABAJO ~ DEFENSA EN JUICIO ~ DESPIDO ~ DESPIDO POR
JUSTA CAUSA ~ NOTIFICACION
Tribunal: Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo, sala VI(CNTrab)(SalaVI)
Fecha: 04/12/1998
Partes: Vera, Daniel A. c. Droguería Saporiti S. A.
Publicado en: DT 1999-A, 1119, con nota de Gonzalo Cuartango.
SUMARIOS:
1. Si al rechazar el telegrama de despido el trabajador niega la causal invocada, sin
manifestar que no sabía qué falta o hecho se le estaba atribuyendo, cabe concluir que tenía
pleno conocimiento de la falta que se le atribuía (Del voto en disidencia del doctor De la
Fuente).
2. Para asegurar el derecho de defensa, la comunicación del despido debe expresar los
motivos en que se funda (régimen de contrato de trabajo -DT, 1976-238-, art. 243).
3. El propósito del art. 243 de la ley de contrato de trabajo (DT, 1976-238) es que las partes
conozcan desde el principio del pleito y aún antes de la traba de la litis la causa del despido,
como una forma de salvaguardar el principio constitucional de la defensa en juicio (Del voto
en disidencia del doctor De la Fuente).
4. Si no se comunican los motivos del despido y solamente se informan las normas
vulneradas, quien emite el despido no logra su objetivo porque, al no describir dato real
alguno, la decisión es inmotivada y el despido es injustificado, sin que sea necesario valorar
si las conductas atribuidas por el demandado al contestar demanda han o no existido.
5. Los "motivos" a los que alude el art. 243 de la ley de contrato de trabajo (DT, 1976-238),
son las conductas atribuidas a la otra parte de la relación que, como datos reales, se
receptan en el concepto jurídico de "justa causa" del despido, sea directo o indirecto.
TEXTO COMPLETO:
Buenos Aires, diciembre 4 de 1998.
El doctor Capón Filas dijo:
I. La apelación del actor debe resolverse:
A) Datos.
1. La sentencia ha rechazado la pretensión deducida por la parte actora porque quedó
acreditado que el actor solicitó una licencia horaria durante la cual prestó servicios para otra
empresa con actividades similares, lo que autorizó a la demandada a disponer el despido
del actor con justa causa. Agrega que el art. 85 de la ley de contrato de trabajo (DT, 1976-
238) establece que el trabajador debe observar deberes de fidelidad que derivan de sus
tareas, guardando reserva de las informaciones a que tenga acceso, lo que el accionante
vulneró al revelar conocimientos sobre comercialización y distribución de los productos de la
demandada.
2. Los agravios indican que la mencionada licencia horaria no existió y que el actor cambió
su horario ante la negativa de pagarle horas extras. Indica que los testimonios sobre los que
la sentencia asienta su conclusión fueron prestados por quienes mantienen interés en el
resultado del pleito y que los testigos Gómez Gode y Tonelli indican que comenzó a trabajar
para Orofarma el 1/1/96 por lo que no se desempeñó en ella mientras laboraba para la
demandada. Por otro lado indica que las tareas cumplidas en Orofarma diferían de las
cumplidas en Saporiti por lo que mal pudo revelar conocimientos de esta última. Por último
señala que debe considerarse que en el despido no se describe concretamente la injuria
laboral, lo que impidió un adecuado ejercicio de su defensa. Pide se revoque la sentencia y
se haga lugar a la demanda con costas.
B) Valoración.
1. Para asegurar el derecho de defensa, la comunicación del despido debe expresar los
motivos en que se funda (régimen de contrato de trabajo -DT, 1976-238-, art. 243). "Motivos"
son las conductas atribuidas a la otra parte de la relación que, como datos reales, se
receptan en el concepto jurídico de "justa causa" del despido, sea directo o indirecto.
Si no se comunican los motivos y solamente se informan las normas vulneradas, quien
emite el despido no logra su objetivo porque, al no describir dato real alguno, la decisión es
inmotivada.
2. Este es el caso de autos en que el demandado despide al actor sin informarle los motivos
del despido.
Por tal razón, el despido es injustificado, sin necesidad de valorar si las conductas atribuidas
por el demandado al contestar la demanda han o no existido.
3. El monto de condena es $ 14.900,95, de acuerdo a la pericia contable consentida por las
partes y que prácticamente coincide con el monto reclamado. La condena comprende los
siguientes rubros: indemnización por antigüedad ($ 12.417,46), preaviso ($ 2.257,72),
integración del mes de preaviso ($ 225,77).
El capital debe ser actualizado de acuerdo a los índices de precios minoristas desde la mora
al 1/4/91, devengando un interés del 15 % anual. Desde esa fecha hasta el pago
permanecerá nominalmente idéntico, devengando un interés del 15 % anual.
Las costas de ambas instancias se imponen al demandado. Los honorarios se regulan sobre
el monto de condena (capital e intereses) en los siguientes porcentajes: ... % para el letrado
del actor, ... % para el letrado del demandado, ... % para el perito contador. Costas de
alzada al demandado. Los honorarios de segunda instancia se regulan en el ... % de los de
primera.
C) Decisión.
Corresponde: 1. Revocar la sentencia recurrida; 2. Condenar al demandado a satisfacer al
actor la suma de $ 14.900,95. El capital debe ser actualizado de acuerdo a los índices de
precios minoristas desde la mora al 1/4/91, devengando un interés del 15 % anual. Desde
esa fecha hasta el pago permanecerá nominalmente idéntico, devengando un interés del 15
% anual.
Las costas de ambas instancias se imponen al demandado. Los honorarios se regulan sobre
el monto de condena (capital e intereses) en los siguientes porcentajes: ... % para el letrado
del actor, ... % para el letrado del demandado, ... % para el perito contador. Costas de
alzada al demandado. Los honorarios de segunda instancia se regulan en el ... % de los de
primera.
II. Así voto.
El doctor De la Fuente dijo:
No comparto el voto que antecede, ya que a mi juicio, del telegrama rescisorio surge
claramente cuál era la falta que se le atribuía al actor, quien, a su vez, tenía pleno
conocimiento de la misma.
El propósito del artículo 243 de la ley de contrato de trabajo es que las partes conozcan
desde el principio del pleito y aún antes de la traba de la litis la causa del despido, como una
forma de salvaguardar el principio constitucional de la defensa en juicio. En este aspecto el
actor tenía pleno conocimiento de la falta que se le atribuía, ya que incluso cuando remite el
despacho rechazando el telegrama de despido negaba la causal invocada, sin manifestar
que no sabía qué falta o hecho se le estaba atribuyendo, lo que significa que realmente
tenía conocimiento de la imputación efectuada por el accionado.
Ahora corresponde analizar si el accionado acreditó la causal invocada para extinguir la
relación.
Conforme surge de las pruebas aportadas a la causa, a mi juicio quedó acreditada la
violación del principio de la buena fe y del deber de fidelidad en perjuicio de los intereses de
Droguería Saporiti S. A. C. I. F. I. A. invocadas en el telegrama rescisorio.
Hago esta afirmación ya que del análisis de las declaraciones testimoniales de Varni,
Molinari y Melita, que no fueron impugnadas, surge claramente que en el mes de octubre de
1995 Vera trabajó en la empresa Orofarma (que era de la competencia) y que dicha
situación se dio mientras trabajaba para Droguería Saporiti, ya que conforme surge del
intercambio telegráfico el despido del actor recién se dispuso a fines del mes de octubre.
También resulta sugerente, y en esto fueron coincidentes todos los testigos, que el actor
inmediatamente después del despido haya ingresado a trabajar en Orofarma S. A.
En base a lo expuesto y debido a la precisión y convicción de las declaraciones
testimoniales mencionadas, considero que el accionado acreditó la causal invocada para
despedir al actor, por lo que propicio se confirme lo decidido en origen.
Costas de alzada a cargo de la parte actora (art. 68, Cód. Procesal). Regúlense los
honorarios de los letrados firmantes a fs. 120 y fs. 127 en un ... % y ... % respectivamente de
lo que a cada uno le corresponde percibir por su labor en la anterior etapa.
El doctor Fernández Madrid dijo:
Que adhiere al voto del doctor Capón Filas.
En atención al resultado del presente acuerdo, el tribunal resuelve: I. Revocar la sentencia
apelada y condenar al demandado a satisfacer al actor la suma de $ 14.900,95. Dicha suma
deberá ser actualizada de acuerdo a los índices de precios minoristas desde la mora de
1/4/91 y devengará un interés del 15 % anual. Desde esa fecha hasta el pago permanecerá
nominalmente idéntico, devengando un interés del 15 % anual; II. Imponer las costas de
ambas instancias al demandado; III. Regular los honorarios sobre el monto de condena
(capital e intereses) para el letrado del actor en el ... %, para el letrado del demandado en el
... % y para el perito contador en el ... %, respectivamente; IV. Regular los honorarios de
segunda instancia en el ... % de los de primera. - Rodolfo E. Capón Filas. - Horacio H. De la
Fuente. - Juan C. Fernández Madrid.
© La Ley S.A. 2005

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