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– LAS BATALLAS
POR DELANTE Y LOS FRACASOS
ATRÁS.
A. Tener en cuenta las batallas por delante.
1. (1-2) La dificultad de las batallas por delante.
Oye, Israel: tú vas hoy a pasar el Jordán, para entrar a desposeer a naciones más
numerosas y más poderosas que tú, ciudades grandes y amuralladas hasta el cielo; un
pueblo grande y alto, hijos de los anaceos, de los cuales tienes tú conocimiento, y has
oído decir: ¿Quién se sostendrá delante de los hijos de Anac?
a. Para entrar a desposeer a naciones más numerosas y más poderosas que tú: Dios
estaba guiando a Israel hacia algo demasiado grande para ellos. Era un desafío que
solo podrían enfrentar si confiaban en Dios.
b. Ciudades grandes y amuralladas hasta el cielo: Las ciudades contra las que
pelearían eran poderosas y las personas contra las que pelearían eran grandes. Sin
embargo, Dios los había llamado a entrar en esta batalla aparentemente imposible.
iii. De la misma manera, Jesús nunca nos llama con exageraciones o falsas
promesas que llevarían a una falsa confianza. Él dice claramente: Si alguno quiere
venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame (Mateo 16:24). Jesús
nos hizo saber desde el principio que seguirlo a Él requeriría darle todo a Dios.
2. (3) Por qué la victoria es posible con las difíciles batallas por delante.
Entiende, pues, hoy, que es Jehová tu Dios el que pasa delante de ti como fuego
consumidor, que los destruirá y humillará delante de ti; y tú los echarás, y los destruirás
en seguida, como Jehová te ha dicho.
a. Entiende, pues, hoy: Así como Israel tenía que entender la imposibilidad de la
batalla por sí mismos, también deben entender la certeza de la victoria en el Señor.
b. Jehová tu Dios el que pasa delante de ti como fuego consumidor, que los destruirá:
Era una batalla demasiado grande para Israel, pero no demasiado grande para Jehová.
Israel podía conocer ambos hechos: Que en sí mismos la obra era imposible (Sin mi
nada podéis hacer, Juan 15:5), pero que en Dios la batalla no se podía perder (Todo lo
puedo en Cristo que me fortalece, Filipenses 4:13).
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c. Los destruirá: Dios también estaba llamando a Israel a una colaboración para ganar
las batallas. Los destruirá no contradicea tú los echarás, y los destruirás en seguida.
¿Lo iba a hacer Dios o lo iba a hacer Israel? Ambos, en realidad – Dios estaba llamando
a Israel a ser colaboradores suyos (2 Corintios 6:1).
d. Los destruirás en seguida: Dios no quería que los israelitas mostraran misericordia
a los cananeos. Quería que Israel fuera un ejército único de juicio contra los cananeos
y su cultura, que era tan depravada que merecía este tipo de juicio.
No pienses en tu corazón cuando Jehová tu Dios los haya echado de delante de ti,
diciendo: Por mi justicia me ha traído Jehová a poseer esta tierra; pues por la impiedad
de estas naciones Jehová las arroja de delante de ti. No por tu justicia, ni por la rectitud
de tu corazón entras a poseer la tierra de ellos, sino por la impiedad de estas naciones
Jehová tu Dios las arroja de delante de ti, y para confirmar la palabra que Jehová juró a
tus padres Abraham, Isaac y Jacob. Por tanto, sabe que no es por tu justicia que Jehová
tu Dios te da esta buena tierra para tomarla; porque pueblo duro de cerviz eres tú.
ii. Cuando recibimos cualquier regalo de Dios, somos tentados a tomarlo y usarlo
para glorificarnos a nosotros mismos. Israel no debe hacer esto con respecto al
regalo de la Tierra Prometida, y no debemos hacerlo con respecto a ningún regalo
que el Señor nos dé.
iii. Dichos o proverbios del mundo antiguo reflejan el deseo del hombre
de ganar su propia justicia y justificación ante Dios. “No quiero el cielo a cambio
nada”, decía uno, y otro decía: “Dame el cielo, porque me lo debes”. La misma idea
se expresa en una antigua enseñanza católica romana de que los hombres
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moribundos deben orar: “Señor, une mi justicia con la justicia de Cristo”, como si
las dos juntas pudieran lograr algo. En cambio, miramos solo a la justicia de Jesús.
b. Porque pueblo duro de cerviz eres tú: La idea es que Israel, como un animal
doméstico rebelde, endurecería su cerviz contra el yugo que Dios pondría sobre él. No
se someterían a la dirección de Dios en su vida.
Acuérdate, no olvides que has provocado la ira de Jehová tu Dios en el desierto; desde el
día que saliste de la tierra de Egipto, hasta que entrasteis en este lugar, habéis sido
rebeldes a Jehová.
En Horeb provocasteis a ira a Jehová, y se enojó Jehová contra vosotros para destruiros.
Cuando yo subí al monte para recibir las tablas de piedra, las tablas del pacto que Jehová
hizo con vosotros, estuve entonces en el monte cuarenta días y cuarenta noches, sin
comer pan ni beber agua; y me dio Jehová las dos tablas de piedra escritas con el dedo
de Dios; y en ellas estaba escrito según todas las palabras que os habló Jehová en el
monte, de en medio del fuego, el día de la asamblea. Sucedió al fin de los cuarenta días y
cuarenta noches, que Jehová me dio las dos tablas de piedra, las tablas del pacto. Y me
dijo Jehová: Levántate, desciende pronto de aquí, porque tu pueblo que sacaste de
Egipto se ha corrompido; pronto se han apartado del camino que yo les mandé; se han
hecho una imagen de fundición. Y me habló Jehová, diciendo: He observado a ese
pueblo, y he aquí que es pueblo duro de cerviz. Déjame que los destruya, y borre su
nombre de debajo del cielo, y yo te pondré sobre una nación fuerte y mucho más
numerosa que ellos. Y volví y descendí del monte, el cual ardía en fuego, con las tablas
del pacto en mis dos manos. Y miré, y he aquí habíais pecado contra Jehová vuestro
Dios; os habíais hecho un becerro de fundición, apartándoos pronto del camino que
Jehová os había mandado. Entonces tomé las dos tablas y las arrojé de mis dos manos, y
las quebré delante de vuestros ojos. Y me postré delante de Jehová como antes,
cuarenta días y cuarenta noches; no comí pan ni bebí agua, a causa de todo vuestro
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pecado que habíais cometido haciendo el mal ante los ojos de Jehová para enojarlo.
Porque temí a causa del furor y de la ira con que Jehová estaba enojado contra vosotros
para destruiros. Pero Jehová me escuchó aun esta vez. Contra Aarón también se enojó
Jehová en gran manera para destruirlo; y también oré por Aarón en aquel entonces. Y
tomé el objeto de vuestro pecado, el becerro que habíais hecho, y lo quemé en el fuego,
y lo desmenucé moliéndolo muy bien, hasta que fue reducido a polvo; y eché el polvo de
él en el arroyo que descendía del monte.
a. En Horeb provocasteis a ira a Jehová: Esto recuerda los eventos en el Monte Sinaí,
donde Israel adoró un becerro de oro cuando Moisés estuvo fuera por mucho tiempo
en el Monte Sinaí, recibiendo la ley de Jehová (Éxodo 19-32).
b. Escritas con el dedo de Dios: Las tablas originales de la ley que Moisés recibió en el
monte Sinaí en realidad fueron escritas por Dios mismo y contenían los Diez
Mandamientos (y en ellas estaba escrito según todas las palabras que os habló
Jehová en el monte, de en medio del fuego, el día de la asamblea, que se encuentran
en Éxodo 20).
c. Yo te pondré sobre una nación fuerte y mucho más numerosa que ellos: Dios le dijo
a Moisés de su deseo de acabar con Israel en el juicio, y comenzar de nuevo con una
nueva nación, descendiente del mismo Moisés.
d. Descendí del monte, el cual ardía en fuego: Los fuegos ardientes en el Monte Sinaí
eran representaciones físicas de la gloria de Dios y su santa presencia. La montaña
comenzó a arder cuando Israel llegó por primera vez al Monte Sinaí (Éxodo 19:18).
Esos fuegos habían ardido durante 40 días seguidos, y ardían en el mismo momento en
que Israel hizo un becerro de oro y comenzó a adorarlo.
e. Tomé las dos tablas y las arrojé de mis dos manos, y las quebré delante de vuestros
ojos: Moisés quebró las tablas, “No con una pasión desenfrenada, sino con celo por la
honra de Dios, y por la dirección del Espíritu de Dios, para dar significado al pueblo,
que el pacto entre Dios y ellos contenido en esas tablas fue quebrantado y anulado, y
ahora estaban completamente apartados del favor de Dios, y no podían esperar nada
de él sino una indignación ardiente y justicia severa”. (Poole)
f. Porque temí: La palabra hebrea aquí es una palabra rara, traducida en la Septuaginta
por la palabra fuerte ekphobos, que significa “muy asustado” o “lleno de terror”.
Cuando vio el pecado de Israel y habiendo conocido la santidad de Dios, Moisés tuvo
mucho temor por el pueblo de Israel.
g. También oré por Aarón: El pecado de Aarón, detallado en Éxodo 32, fue tan malo,
que seguramente habría sido destruido por el Señor – excepto que Moisés oró por él.
Esto muestra tanto el poder prevaleciente de la oración de Moisés como el gran amor
en el corazón de Moisés.
h. Lo quemé en el fuego, y lo desmenucé moliéndolo muy bien, hasta que fue
reducido a polvo: Moisés quemó el ídolo, lo trituró y lo roció en el agua que el pueblo
tomaría por tres razones.
·Mostrar que este dios no era nada y podía ser destruido fácilmente.
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·Destruir completamente este ídolo.
c. Kibrot-hataava: El nombre significa “tumbas del deseo” y era el lugar donde Israel
anheló carne en lugar de maná, y Dios les dio carne. Sin embargo, se volvió plaga en la
boca de aquellos con corazones codiciosos y descontentos (se describe en Números
11).
Me postré, pues, delante de Jehová; cuarenta días y cuarenta noches estuve postrado,
porque Jehová dijo que os había de destruir. Y oré a Jehová, diciendo: Oh Señor Jehová,
no destruyas a tu pueblo y a tu heredad que has redimido con tu grandeza, que sacaste
de Egipto con mano poderosa. Acuérdate de tus siervos Abraham, Isaac y Jacob; no
mires a la dureza de este pueblo, ni a su impiedad ni a su pecado, no sea que digan los de
la tierra de donde nos sacaste: Por cuanto no pudo Jehová introducirlos en la tierra que
les había prometido, o porque los aborrecía, los sacó para matarlos en el desierto. Y ellos
son tu pueblo y tu heredad, que sacaste con tu gran poder y con tu brazo extendido.
a. Me postré, pues, delante de Jehová: Esta gran oración de intercesión de Moisés se
describe con más detalle en Éxodo 32. Moisés pidió misericordia sobre Israel debido a
la fidelidad pasada de Dios hacia ellos (tu heredad que has redimido).
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b. Acuérdate de tus siervos Abraham, Isaac, y Jacob: Moisés pidió misericordia sobre
Israel debido a la fidelidad pasada de Dios hacia los patriarcas.
c. No sea que digan los de la tierra de donde nos sacaste: Por cuanto no pudo Jehová:
Moisés pidió misericordia sobre Israel debido a su preocupación por la gloria del
propio nombre de Dios y su reputación entre las naciones.
d. Tu heredad, que sacaste con tu gran poder y con tu brazo extendido: Moisés pidió
misericordia sobre Israel porque ellos eran el pueblo de Dios.
ii. Tener estas cosas en mente también es una forma de refinar nuestras oraciones.
Cuando oramos solo por las cosas consistentes con la gloria de Dios, tenemos
nuestros corazones puestos en las cosas correctas.
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