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DEUTERONOMIO 27 

– PIEDRAS DE
TESTIMONIO
A. Un altar especial.
1. (1-8) El mandato de levantar un altar especial.

Ordenó Moisés, con los ancianos de Israel, al pueblo, diciendo: Guardaréis todos los
mandamientos que yo os prescribo hoy. Y el día que pases el Jordán a la tierra que
Jehová tu Dios te da, levantarás piedras grandes, y las revocarás con cal; y escribirás en
ellas todas las palabras de esta ley, cuando hayas pasado para entrar en la tierra que
Jehová tu Dios te da, tierra que fluye leche y miel, como Jehová el Dios de tus padres te
ha dicho. Cuando, pues, hayas pasado el Jordán, levantarás estas piedras que yo os
mando hoy, en el monte Ebal, y las revocarás con cal; y edificarás allí un altar a Jehová tu
Dios, altar de piedras; no alzarás sobre ellas instrumento de hierro. De piedras enteras
edificarás el altar de Jehová tu Dios, y ofrecerás sobre él holocausto a Jehová tu Dios; y
sacrificarás ofrendas de paz, y comerás allí, y te alegrarás delante de Jehová tu Dios. Y
escribirás muy claramente en las piedras todas las palabras de esta ley.

a. Guardaréis todos los mandamientos que yo os prescribo hoy: Moisés terminó su


predicación al pueblo de Israel, así que no había nada más que decir, aparte del simple
estímulo para hacer lo que Dios ordenó. No es suficiente que Israel sea oidor de la
palabra; también deben ser hacedores de la palabra.

b. Edificarás allí un altar a Jehová tu Dios, altar: Cuando Israel llegara a la Tierra
Prometida, debían construir un altar especial. Debía estar hecho de piedra natural,
sin instrumento de hierro para tallar las piedras. Con estas piedras enteras formando
el altar, también debían escribir muy claramente en las piedras todas las palabras de
esta ley.

i. Este era un altar especial. Era evidente que debía ser usado para los sacrificios
(sacrificarás ofrendas de paz), pero también iba a ser un memorial de la ley de
Moisés, y su gran sermón a Israel en el libro de Deuteronomio.

ii. Este mandato fue obedecido por Josué en Josué 8:30-32; allí, en el Monte Ebal,
en la tierra prometida Josué escribió allí sobre las piedras una copia de la ley de
Moisés, la cual escribió delante de los hijos de Israel.

iii. Probablemente, lo escrito fue la síntesis de la ley contenida en los Diez


Mandamientos.

c. Altar de piedras; no alzarás sobre ellas instrumento de hierro: Esto fue ordenado
porque Dios no quería que la gloria del tallador de piedra fuera el centro de atención
en su altar. Dios, en su altar, no compartirá la gloria con ningún hombre: la belleza y el
atractivo se encontrarán solo en la provisión de Dios, no en ninguna exhibición carnal.

d. Las revocarás con cal: Para que las palabras pudieran verse fácilmente, tenían
que revocarlas con cal. Cualquier cosa que podamos hacer para que la palabra de Dios
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sea más accesible para los demás es algo bueno, siempre y cuando se preserve la
integridad de la palabra de Dios.

i. Cada vez que se presenta la palabra de Dios, debe presentarse muy claramente.


Todo predicador y maestro debe esforzarse por hacer clara la palabra de Dios.

2. (9-10) Hoy has venido a ser pueblo de Jehová tu Dios.

Y Moisés, con los sacerdotes levitas, habló a todo Israel, diciendo: Guarda silencio y
escucha, oh Israel; hoy has venido a ser pueblo de Jehová tu Dios. Oirás, pues, la voz de
Jehová tu Dios, y cumplirás sus mandamientos y sus estatutos, que yo te ordeno hoy.

a. Y Moisés, con los sacerdotes levitas, habló a todo Israel: Gran parte del libro de
Deuteronomio está escrito siguiendo el mismo patrón que los antiguos acuerdos entre
los reyes y sus súbditos. Aquí, la idea es clara: Dios es el rey y el pueblo de Israel son
sus súbditos. Él les ha dicho lo que espera de ellos y lo que ellos pueden esperar de él.

b. Hoy has venido a ser pueblo de Jehová tu Dios: Ahora que el acuerdo se había
establecido, y se podía decir a Israel, “has venido a ser pueblo de Jehová tu Dios”. El
contrato fue firmado, e Israel voluntariamente se sometió a Jehová Dios,
reconociéndolo como su rey.

c. Oirás, pues, la voz de Jehová tu Dios, y cumplirás sus mandamientos y sus


estatutos: Si Jehová es nuestro rey, entonces conviene que le obedezcamos de esta
manera. Moisés y todo el liderazgo de Israel simplemente declararon un hecho que era
obvio para todos.

B. El mandato de anunciar las maldiciones del monte


Ebal.
1. (11-13) La división de las tribus entre los dos montes.

Y mandó Moisés al pueblo en aquel día, diciendo: Cuando hayas pasado el Jordán, éstos
estarán sobre el monte Gerizim para bendecir al pueblo: Simeón, Leví, Judá, Isacar, José
y Benjamín. Y éstos estarán sobre el monte Ebal para pronunciar la maldición: Rubén,
Gad, Aser, Zabulón, Dan y Neftalí.

a. Estos estarán sobre el monte Gerizim… Y éstos estarán sobre el monte Ebal:
Cuando Israel entrara en la Tierra Prometida, debían separar las tribus según estos
dos grupos. Un grupo se reuniría en el monte Gerizim, y ellos bendecirían al pueblo. El
otro grupo se pararía en el monte Ebal y pronunciarían la maldición sobre los que
desobedecieran la ley de Dios.

b. Para bendecir al pueblo… para pronunciar la maldición: Esta escena dramática se


cumplió en Josué 8:32-35. En los días de Josué, sucedió después de una amarga
derrota, luego de un dramático arrepentimiento y recuperación en Hai (Josué 7-8).
Después de la victoria en Hai, Josué quiso hacer todo lo posible para caminar en
obediencia, por lo que guio a la nación en obediencia a este mandato
en Deuteronomio 27.
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i. En esto, Josué se mostró a sí mismo como un hombre del Libro, e Israel como un
pueblo del Libro; ordenarían sus vidas según la Palabra de Dios. Esto se hizo
incluso con algún costo o inconveniente; la distancia de Hai a Ebal y Gerizim no era
poca distancia para que todas las tribus de Israel recorrieran (de 20 a 25 millas).

ii. El resto del capítulo declara las maldiciones; pero ¿dónde está la declaración de
bendición? “La ausencia de una lista de bendiciones puede significar simplemente
que fueron omitidas, ya que habrían correspondido con las maldiciones excepto
que denegarían a todos. Los que fueron bendecidos no ofendieron en las áreas en
las que lo hicieron los que fueron malditos”. (Thompson)

c. Estos estarán sobre el monte Gerizim… Y éstos estarán sobre el monte Ebal: Dios
ordenó este sermón “al aire libre” con la participación de la audiencia en el monte
Gerizim y en el monte Ebal por varias razones importantes.

i. Este sería un hermoso lugar para hacer esto. Toda la nación podría escuchar esta
lectura de la Ley porque la zona tiene un efecto de anfiteatro natural por el
contorno de los cerros.

ii. Debido a que Gerizim y Ebal estaban en el medio geográfico de la Tierra


Prometida, Israel tuvo que controlar el medio de Canaán y las tierras altas para
tener el lujo de tal asamblea en estas montañas.

iii. Finalmente, las montañas mismas eran imágenes de bendición y maldición: “Por
todas partes está permitido que Gerizim abunde en manantiales, jardines y
huertas, y que esté cubierto de un hermoso verdor, mientras que Ebal está
tan desnudo y estéril como una roca”. (Clarke)

2. (14-26) La declaración de las maldiciones.

Y hablarán los levitas, y dirán a todo varón de Israel en alta voz: Maldito el hombre que
hiciere escultura o imagen de fundición, abominación a Jehová, obra de mano de
artífice, y la pusiere en oculto. Y todo el pueblo responderá y dirá: Amén. Maldito el que
deshonrare a su padre o a su madre. Y dirá todo el pueblo: Amén. Maldito el que
redujere el límite de su prójimo. Y dirá todo el pueblo: Amén. Maldito el que hiciere
errar al ciego en el camino. Y dirá todo el pueblo: Amén. Maldito el que pervirtiere el
derecho del extranjero, del huérfano y de la viuda. Y dirá todo el pueblo: Amén. Maldito
el que se acostare con la mujer de su padre, por cuanto descubrió el regazo de su padre.
Y dirá todo el pueblo: Amén. Maldito el que se ayuntare con cualquier bestia. Y dirá todo
el pueblo: Amén. Maldito el que se acostare con su hermana, hija de su padre, o hija de
su madre. Y dirá todo el pueblo: Amén. Maldito el que se acostare con su suegra. Y dirá
todo el pueblo: Amén. Maldito el que hiriere a su prójimo ocultamente. Y dirá todo el
pueblo: Amén. Maldito el que recibiere soborno para quitar la vida al inocente. Y dirá
todo el pueblo: Amén. Maldito el que no confirmare las palabras de esta ley para
hacerlas. Y dirá todo el pueblo: Amén.

a. Y hablarán los levitas, y dirán a todo varón de Israel en alta voz: Esto haría una
impresión notable. Los levitas pronunciarían maldiciones sobre los que rompieran el
pacto, y el pueblo respondería Amén a cada declaración.
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i. Es bueno recordarnos que la palabra Amén significa algo. Significa “así sea.”
Cada Amén significaba que estaban conscientemente de acuerdo con la
declaración de la maldición.

b. Maldito el hombre que: Los levitas declararían, y el pueblo estaría de acuerdo,


maldiciones sobre aquellos que quebrantan la ley de Dios.

i. Maldiciones sobre los idólatras (hiciere escultura o imagen de fundición).

ii. Maldiciones sobre los que deshonren a sus padres (deshonrare a su padre o a su
madre).

iii. Maldiciones sobre los que hurten (el que redujere el límite de su prójimo).

iv. Maldiciones sobre aquellos que sean simplemente crueles (el que hiciere errar
al ciego en el camino).

v. Maldiciones sobre el que pervirtiere el derecho del extranjero, del huérfano y


de la viuda.

vi. Maldiciones sobre aquellos que desobedecen las normas sexuales de Dios (con
respecto al incesto y la bestialidad).

vii. Maldiciones sobre el violento (el que hiriere a su prójimo ocultamente).

viii. Maldiciones sobre aquellos que engañen en los tribunales (el que recibiere
soborno para quitar la vida al inocente).

c. Maldito el que no confirmare las palabras de esta ley: Finalmente – si uno cree que
ha escapado de estas maldiciones – había una maldición sobre el que no confirmare
las palabras de esta ley. Incluso si de alguna manera hemos escapado a todas las
maldiciones anteriores, nadie puede confirmar todas las palabras de esta ley.

i. Cuando todos sean declarados culpables ante la ley, y esté claro que no podemos
confirmar las palabras de esta ley, todavía hay esperanza. Una clave de esta
esperanza se encuentra al comienzo del capítulo, donde Dios declaró que se
edificaría un altar – no sobre el monte Gerizim, el monte de la bendición, sino
sobre el monte Ebal, el monte de la maldición. Necesitamos el sacrificio de
cobertura y expiación exactamente en el momento en que se revelan nuestro
pecado y nuestros fracasos y se pronuncia la maldición de Dios sobre nuestro
pecado.

ii. Es importante reconocer que nosotros, en Jesucristo, no tenemos una relación


del Antiguo Pacto con Dios. Esperamos ser bendecidos, no por nuestra obediencia,
sino por nuestra posición en Jesús. La maldición que merecíamos fue puesta sobre
Él (Gálatas 3:10-14). Aunque puede haber una maldición inherente de
consecuencias en nuestra desobediencia, o incluso la mano correctora de Dios,
bajo el Nuevo Pacto, Él no nos castiga ni nos maldice, porque todo lo que
merecíamos, pasado, presente y futuro, fue derramado sobre Jesús.

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©2022 The Enduring Word Comentario bíblico en español de David Guzik –
 ewm@enduringword.com 

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