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La misericordia de Dios

1. Hoy nos corresponde ver el pasaje de Isaías 48. Dios es un Dios de justicia; castiga el pecado
dondequiera que lo encuentra. En Is 47 leemos del juicio de Dios contra Babilonia, por su
pecado de orgullo y jactancia. En este capítulo 48, Dios habla de Su juicio contra Israel.
2. A pesar de ser el pueblo escogido por Dios, la “casa de Jacob” (v.1a) no se escapa del juicio
divino. Su pecado también tiene que ser juzgado, al igual que el pecado de Babilonia. Aunque
en el caso de Israel, ese juicio es mezclado con misericordia.
3. ¿Cuáles eran los pecados de Israel? Dios menciona los siguientes: Primero. No adoraban a
Dios “en verdad ni en justicia” (v.1b). Decían confiar en el Dios de Israel (v.2), pero en
realidad no lo hacían. ¡Eran hipócritas!
4. Segundo. Eran “duro…de cerviz” (v.4), igual que sus antepasados. Rebeldes; desobedientes.
Tercero. Eran idólatras (v.5b). Decían adorar a Dios, en Su templo (v.2a), pero tenían muchos
otros dioses. Cuarto. Eran desleales espiritualmente (v.8b); rebeldes desde el vientre.
5. Dios se reveló a este pueblo, por medio del profeta Isaías (v.3); pero lo hizo para que no
atribuyeran esas cosas a sus ídolos (v.5), y también para que no se jactaran de su propio
conocimiento (v.7). La revelación de Dios fue un acto de juicio – pero un juicio mezclado con
misericordia. Dios quería que Su pueblo se arrepintiera, y vuelva a Sus caminos.
6. REFLEXIÓN: ¿Qué diría Dios de nuestras vidas espirituales? ¿Qué pecados señalaría en
nosotros? ¿Hay elementos de hipocresía en nuestras vidas cristianas? ¿Hay elementos de
rebeldía espiritual contra Dios? ¿Somos leales al Señor, o tenemos algún ‘ídolo’ escondido en
nuestro corazón?
7. En el caso de Babilonia (Is 47), el juicio de Dios es Su palabra final. Pero en el caso de Israel,
el juicio de Dios da lugar a la misericordia de Dios. Este pasaje comienza con una hermosa
afirmación, por parte de Dios: “Por amor de mi nombre diferiré mi ira, y para alabanza mía la
reprimiré para no destruirte” (v.9). ¡Qué diferente de Babilonia (Is 47:3, 9, 11)!
8. El juicio de Dios sobre Su pueblo Israel era un juicio purificador (v.10). ¿Por qué? No porque
Israel era mejor que Babilonia, sino por el honor del nombre de Dios (v.11). Dios había
escogido y llamado a Israel, como nación (v.12). El que lo llamó era nada menos que el
Creador del cielo y la tierra (v.13).
9. ¿Cómo actúa cuando tiene que pasar por el horno purificador de Dios? ¿Se queja con
facilidad cuando su vida se vuelve complicada o difícil? ¿Por qué un Dios amoroso permitirá
que sus hijos atraviesen por toda clase de experiencias desagradables?
10. El v.10 nos muestra sencillamente que Dios nos pone a prueba "en horno de aflicción". En
lugar de quejarnos, nuestra respuesta debería ser volvernos a Dios en fe buscando fortaleza
para soportar y regocijarnos en nuestros sufrimientos.
11. Sin la prueba, nunca sabremos de qué somos capaces, ni creceríamos. Y sin la purificación,
no seríamos más puros ni más semejantes a Cristo. ¿Qué clase de adversidad enfrenta
actualmente? Ahora bien.
12. Aunque Dios amaba a Israel, Su amor se extendía hacia otros. En el v.14, Dios hace
referencia a Ciro, y declara, “Aquel a quien Jehová amó…”. Ese amor no necesariamente
indica que Ciro fue salvo; sólo indica que Ciro experimentó algo del favor de Dios. Dios lo
llamó y le encomendó una misión – la de salvar a los judíos del exilio en Babilonia (v.15).
13. Dios lo anunció, por medio de Isaías, unos 200 años antes del evento, para animar a Su
pueblo (v.16); para que sepan que Dios lo hizo. Lo que Dios anhela es que Su pueblo
aprenda a hacer caso a Su voz.
14. Él quería enseñarles provechosamente, para guiarles por el buen camino a seguir (v.17). ¡Si
tan sólo Israel hubiera hecho caso a la Palabra de Dios (v.18a)! Qué diferente habría sido su
historia, su experiencia (v.18b-19).
15. Como un padre amoroso, Dios nos enseña y dirige. Debemos escucharlo, porque recibimos
paz y justicia cuando obedecemos su Palabra. Negarnos a prestar atención a los mandatos de
Dios invita al castigo y amenaza esa paz y justicia.
16. Sin embargo, en Su misericordia Dios les concedió una nueva oportunidad de escuchar Su
Palabra, y responder a ella. La orden que Dios da es clara, “Salid de Babilonia, huid de entre
los caldeos…” (v.20).
17. Lamentablemente, cuando vino la liberación ordenaba por Ciro, no todos los exiliados estaban
dispuestos a obedecer la palabra de Dios. Muchos se quedaron en Babilonia, en vez de
volver a Jerusalén.
18. ¿Puede imaginar a los cautivos saliendo de Babilonia muchos años más tarde? No nos queda
duda del porqué dan voces de alegría, así como sus antepasados gritaron con gozo después
de cruzar el Mar Rojo, ¡al fin libres de la esclavitud de Egipto! Ahora yo le pregunto
19. ¿Qué lo tiene a usted cautivo? ¿Hay algo que lo tiene cautivo? ¡Libérese! El Señor ha
redimido a sus siervos de la esclavitud del pecado. Cuando permita que lo libere de su
cautiverio, sentirá deseos de gritar de alegría.
20. Pero, el v.21 dice que los que volvieron experimentaron la bondad de Dios (v.21). Ellos
experimentaron la paz de Dios (v.18); una paz que los malos – los desobedientes a la Palabra
de Dios, nunca conocerán (v.22).
21. Mucha gente demanda comodidades, seguridad y consuelo para tener paz. Si una persona
se encuentra alejada de Dios, viviendo en el pecado, no puede encontrar hoy paz en el
mundo.
22. Es conveniente recordar, estimado oyente, que tenemos algunos miles de años de historia
registrada, que nos dicen que todos los que han estado viviendo lejos de Dios, nunca han
llegado a tener paz.
23. Por ello hoy le invitamos a seguir a aquel que por medio de su sacrificio en la cruz hizo posible
que pudiéramos tener paz con Dios. Él dijo, en Juan 14:27, "La paz os dejo, mi paz os doy;
yo no la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón ni tenga miedo."
24. De el primer paso para tener paz quite el pecado de su vida y ábrale las puertas a Dios.
Arrepiéntase de su pecado y confíe en El que lo perdonará. Si usted desea paz verdadera,
busque primero a Dios a través de Jesucristo.
25. Pregunto ¿Estamos prestando atención a la Palabra de Dios? La Biblia no debe ser solo
leída, sino acatada, obedecida. Sólo así, traerá bendición a nuestras vidas.

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