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A. Derrota en Hai.
1. (Josué 7:1) No todo Israel obedeció la ley en cuanto al anatema.
Después Josué envió hombres desde Jericó a Hai, que estaba junto a Bet-avén
hacia el oriente de Bet-el; y les habló diciendo: “Subid y reconoced la tierra.” Y
ellos subieron y reconocieron a Hai. Y volviendo a Josué, le dijeron: “No suba
todo el pueblo, sino suban como dos mil o tres mil hombres, y tomarán a Hai;
no fatigues a todo el pueblo yendo allí, porque son pocos.”
a. La recomendación de enviar a solo dos mil o tres mil hombres era o una
respuesta de fe o confianza en sí mismo. Al final eso no importó; en su
desobediencia, ellos pudieron enviar 100,000 tropas y no hubiera habido
diferencia.
b. El éxito de Israel dependía de su estado de estar siendo conquistados
por Dios; la rebelión de Acán mostró que con respecto a eso, ellos no
fueron conquistados por Él–y por lo tanto listos para la derrota.
3. (Josué 7:4-5) Israel es derrotado en Hai.
Y subieron allá del pueblo como tres mil hombres, los cuales huyeron delante
de los de Hai. Y los de Hai mataron de ellos a unos treinta y seis hombres, y
los siguieron desde la puerta hasta Sebarim, y los derrotaron en la bajada; por
lo cual el corazón del pueblo desfalleció y vino a ser como agua.
a. Y subieron allá del pueblo como tres mil hombres: Josué, un sabio líder
militar, ordena que se mande el número más grande recomendado por su
inteligencia militar–pero no hace diferencia. Los cuales huyeron delante de los
de Hai.
b. Y los de Hai mataron de ellos a unos treinta y seis hombres: Los treinta y
seis hombres asesinados fueron treinta y seis más que los que murieron en
Jericó, la cual se pensaba que era una ciudad más difícil de conquistar.
Aunque este número era pequeño desde un punto de vista militar, lo que
significaba era insólito para Israel. Significaba que Israel podía ser derrotado
en la tierra prometida.
i. La derrota en Hai mostró que lo que importaba no era la fuerza del
oponente, sino la ayuda de Dios. Sin la ayuda de Dios, todo estaría
perdido.
c. Por lo cual el corazón del pueblo desfalleció y vino a ser como agua: El
pueblo de Israel tenía una Buena razón para tener miedo. Su pánico era
completamente lógico, porque si Dios no peleaba por ellos, ellos no podían
esperar más que una derrota.
B. Josué va delante del Señor en tiempo de crisis.
1. (Josué 7:6-9) Josué teme que fuera infidelidad de parte de Dios lo que causó
la derrota.
“Por esto los hijos de Israel no podrán hacer frente a sus enemigos, sino que
delante de sus enemigos volverán la espalda, por cuanto han venido a ser
anatema; ni estaré más con vosotros, si no destruyereis el anatema de en
medio de vosotros. Levántate, santifica al pueblo, y di: Santificaos para
mañana; porque Jehová el Dios de Israel dice así: “Anatema hay en medio de
ti, Israel; no podrás hacer frente a tus enemigos, hasta que hayáis quitado el
anatema de en medio de vosotros.”
a. Por esto los hijos de Israel no podrán hacer frente a sus enemigos: Israel no
podía pelear con el poder y la presencia de Dios a menos que caminaran en
obediencia a Dios. Israel estaba bajo un pacto con Dios que prometió
bendición a su obediencia, y también prometió maldiciones sobre su
desobediencia.
i. Nosotros no estamos bajo ese tipo de pacto. Nuestra posición con
Dios está en la obra de Jesús por nosotros, no por nuestras obras.
Aunque si queremos el poder y la presencia de Dios en nuestras
batallas, debemos andar en comunión con Él, y esta comunión se ve
obstaculizada por nuestro propio pecado y rebelión.
ii. Nuestra posición ante Dios está segura en Jesús; pero nuestra comunión
con Él es obstaculizada por nuestro pecado (1 Juan 1:6). La comunión con Dios
es nuestra fuente de poder para vivir en el Espíritu.
b. Sino que delante de sus enemigos volverán la espalda: El darnos cuenta que
un cuerpo en pecado no tiene poder delante de sus enemigos nos ayuda a
reflexionar. Es asombroso darse cuenta que una vez que se lidia con el pecado,
el poder de Dios puede fluir de nuevo en nuestra vida cristiana.
c. No podrás hacer frente a tus enemigos, hasta que hayáis quitado el anatema
de en medio de vosotros: Cuando Dios trata con un área en particular de
pecado, y cuando resistimos Su obra, Su misericordia nos hace que fallemos
en batalla. Somos más peligrosos cuando creemos que estamos “ganando”
batallas por nuestra autosuficiencia.
4. (Josué 7:14-15) Instrucciones para el juicio del pecado.
“Os acercaréis, pues, mañana por vuestras tribus; y la tribu que Jehová
tomare, se acercará por sus familias; y la familia que Jehová tomare, se
acercará por sus casas; y la casa que Jehová tomare, se acercará por los
varones; y el que fuere sorprendido en el anatema, será quemado, él y todo lo
que tiene, por cuanto ha quebrantado el pacto de Jehová, y ha cometido
maldad en Israel.”
a. La tribu que Jehová tomare: A pesar de que la identidad de la familia
pecadora era desconocida para Josué, Dios la conocía. Pecado secreto en
esta tierra es un escándalo abierto delante Dios. Por tanto, debemos vivir
nuestras vidas con “un juego de libros,” con un tipo de vida que puede ser
visto por quien sea, donde sea.
b. Y el que fuere sorprendido en el anatema, será quemado, él y todo lo que
tiene: Una vez que Dios trató con aquel pecador individual, la bendición podría
venia de nuevo sobre la nación completa.
C. El pecado de Acán es juzgado públicamente.
1. (Josué 7:16-18) Dios expone la identidad de la cabeza de la familia que había
pecado.
Josué, pues, levantándose de mañana, hizo acercar a Israel por sus tribus; y
fue tomada la tribu de Judá. Y haciendo acercar a la tribu de Judá, fue tomada
la familia de los de Zera; y haciendo luego acercar a la familia de los de Zera
por los varones, fue tomado Zabdi. Hizo acercar su casa por los varones, y fue
tomado Acán hijo de Carmi, hijo de Zabdi, hijo de Zera, de la tribu de Judá.
a. Y fue tomado Acán hijo de Carmi, hijo de Zabdi, hijo de Zera, de la tribu de
Judá: Esto debió haber sido una experiencia terrible para Acán. ¡Cuánto mejor
es simplemente caminar en obediencia a Dios!
b. Todo este tiempo, Acán ciertamente recordó exactamente lo que había
tomado, y como había deseado no haberlo tomado. Pero él – y nosotros –
deberíamos recordar el arrepentimiento del pecado antes de pecar, no
después.
i. El pecado tiene sus placeres. El tomar aquellas cosas le dio a Acán
un buen sentimiento. Pero la penalización del pecado, tanto dentro y
sobre nosotros, supera cualquier de los placeres temporales del
pecado.
2. (Josué 7:19-21) Josué confronta a Acán, y él confiesa.
Entonces Josué dijo a Acán: “Hijo mío, da gloria a Jehová el Dios de Israel, y
dale alabanza, y declárame ahora lo que has hecho; no me lo encubras.” Y
Acán respondió a Josué diciendo: “Verdaderamente yo he pecado contra
Jehová el Dios de Israel, y así y así he hecho. Pues vi entre los despojos un
manto babilónico muy bueno, y doscientos siclos de plata, y un lingote de oro
de peso de cincuenta siclos, lo cual codicié y tomé; y he aquí que está
escondido bajo tierra en medio de mi tienda, y el dinero debajo de ello.”
a. Hijo mío, da gloria a Jehová el Dios de Israel, y dale alabanza: Aun cuando
nosotros pecamos e intentamos cubrir nuestro pecado, nosotros podemos dar
gloria a Jehová al abiertamente y honestamente confesar nuestro pecado. El
pecado oculto siempre tiene un poder especial sobre nosotros.
b. Un manto babilónico muy bueno, y doscientos siclos de plata, y un lingote
de oro de peso de cincuenta siclos: Comparado contra las vidas de treinta y
seis hombres y el bienestar de la nación, lo que Acán ganó era insignificante.
Ciertamente, porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual
codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos
dolores(1 Timoteo 6:10).
c. Piensa en cuanto podía Acán haber razonado su pecado: “Nadie lo
sabrá.” “Nadie extrañará estas cosas.” “Piensa cuan admirado seré con
este manto babilónico.” “No le estoy haciendo daño a nadie.” “Me lo
merezco.” Las excusas pueden seguir y seguir, pero se quedan cortas.
d. Cuando estamos en el terrible lugar en que está Acán, nos sentimos terrible
por nuestro pecado, deseando nunca haberlo hecho – ¡Dios nos ayude a
sentirnos terrible por nuestro pecado antesde hacerlo!
2. (Josué 7:22-26) La confesión confirmada y el juicio ejecutado.