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Lizardo Vargas-Bianchi
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Vargas, L. (2017) Modelos de memoria: una revisión de diversas propuestas (Working
Paper Nº 01/17), pp.1-9.
El interés en la memoria ha estado presente en la psicología desde las últimas décadas del
siglo XIX. La autoexperimentación original de Ebbinghaus (1885) al memorizar sílabas sin
sentido, y la publicación de su libro sobre el tema, siguen siendo primordiales en este
campo (Hothersall, 2005).
Los primeros psicólogos estadounidenses influyentes como James (1890), trataron el asunto
y propusieron un modelo elegante por su simplicidad que incluía el estímulo, así como la
memoria primaria y secundaria, es decir, el almacenamiento de corto y largo plazo.
Desde entonces, la memoria se mantuvo presente como una variable psicológica, por lo que
ganó un interés particular desde los albores del conductismo en América del Norte y el
surgimiento de la psicología cognitiva. Este punto de inflexión histórico en la historia de la
psicología se atribuye a las críticas de Chomsky (1959) sobre algunos de los argumentos de
Skinner sobre el aprendizaje que eran fundamentales para los postulados conductistas.
(Greenwood, 1999). Sin embargo, autores como Mandler (2002) presentan otras
circunstancias que fomentaron esta evolución, citando esfuerzos científicos tanto en
América como en Europa, durante la primera mitad del siglo XX.
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Un primer intento de desarrollar un modelo destinado a explicar la memoria humana fue
realizado por Feigenbaum (1959). El autor basó su tesis en una investigación previa sobre
la organización de la memoria del psicólogo Von Neumann (Goldstein y von Neumann,
1947), así como los procesos cognitivos estudiados por Simon (Newell, Shaw y Simon,
1958).
Feigenbaum (1959) no parecía ser el único en caminar esta ruta. Varios esfuerzos de
investigación realizados en el campo durante la primera mitad del siglo XX redujeron la
memoria a un proceso de almacenamiento (Jenkins y Russell, 1952, Bousfield, Berkowitz y
Whitmarsh, 1959). Los psicólogos no abordaron particularmente la memoria, incluso
después de que se descartara el conductismo (véase Mandler, 2002, para una revisión de
investigación y contexto).
Por otro lado, durante la misma época, el psicólogo británico D. E. Broadbent (1958)
presentó estudios influyentes destinados a proponer una concepción del desempeño
cognitivo humano. Otra contribución significativa fue la tesis de Hovland (1952) sobre la
formación del concepto y las actitudes (Styles, 2005; Hothersall, 2005). Estudios similares
favorecieron la reevaluación del método científico para el estudio de los fenómenos
psicológicos, incluido el de la memoria humana.
Miller –en distintas publicaciones– también facilitó los avances en el asunto a través de su
concentración en el aprendizaje, el lenguaje y la comunicación. Ayudó a sistematizar la
memoria humana, reglas de acuñación para la formación de la memoria, una estructura de
etapas y funciones de recuerdo relacionadas con el conocimiento almacenado (Selfridge y
Miller, 1950; Miller, 1958; Miller, 1960; Marks y Miller, 1964).
El trabajo de Miller y sus colegas fue una gran influencia en la elaboración de una
importante teoría de la memoria humana, la que exhibía una estructura, componentes y
dinámica: el modelo de almacenamiento múltiple (MSM), desarrollada por los psicólogos
Atkinson y Shiffrin (1971). Su modelo también abrazó la tesis de James (1890) de memoria
primaria y secundaria, y los argumentos expuestos en un artículo anterior por Waugh y
Norman (1965).
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El modelo de Atkinson y Shiffrin significó una contribución significativa al campo, ya que
capturó y organizó importantes elementos y distinciones mencionados en la literatura,
exhibiendo un modelo simple y comprensible.
Sin embargo se pueden señalar algunas debilidades del modelo. En primer lugar, se basa en
gran medida en el ensayo de la información del sujeto. Los autores argumentan que el
ensayo es el proceso de control clave para el flujo de información del Sistema de Corto
Plazo (STS) al Sistema de Largo Plazo (LTS), para recordar los procesos y evitar el
deterioro de la información. No obstante, la experiencia ordinaria muestra que las personas
en realidad no ensayan los datos que de hecho es almacenada. (Con ciertas excepciones
clínicas como con pacientes amnésicos, ver Brown, Della Sala, Foster, et. al., 2007). Por lo
tanto, el modelo no parece ser completamente ecológico (Eysenk y Keane, 2005).
Incluso si las personas lo consiguieron, el buffer para ensayo de datos es limitado por
naturaleza. Es comúnmente aceptado que la información se procesa más fácilmente por
fragmentos, pero aún la capacidad de codificación de cualquier individuo finalmente es
limitada (Miller, 1956). Además, varios estudios apuntan a una práctica de simplificación
cognitiva al tomar una decisión entre un rango limitado de opciones. Este fenómeno se
observa en la construcción que realizan los consumidores de conjuntos de consideración de
marca antes de efectuar una compra (Alba y Hutchinson, 1987; Hauser y Wernerfelt, 1990;
Shocker, Ben-Akiva, et. al., 1991).
Por lo tanto, una responsabilidad reportada común reside en suponer que tanto STS como
LTS son compartimentos unitarios que no operan en paralelo. No solo la evidencia
neurológica de compra teórica respalda esta suposición (ver Smith y Jonides, 1999 para un
ejemplo)
Otra evidencia que apoya el SMS se centra en algunos tipos de amnesia, como la amnesia
anterógrada y el síndrome de Korsakoff, donde los sujetos informaron funciones normales
de STM, mientras que las deficiencias de LTM (Willingham, Nissen y Bullemer, 1989).
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Por otro lado, pocos años después de que Baddeley desarrollara el modelo de Memoria de
Trabajo (WM), con el objetivo de contrarrestar la tesis de SMS (Nairne, 2003). El modelo
se convirtió en una referencia significativa para futuras investigaciones. Un elemento clave
en el modelo de Baddeley es el 'Ejecutivo Central' (CE), que básicamente actúa como un
controlador atencional (Eysenk y Keane, 2005; Baddeley, 1986). EL CE modera los
componentes de otros modelos implicados en diversos grados de codificación, retención y
procesamiento de la información: el bucle fonológico, el bloc de notas visuo-espacial y el
búfer episódico añadido más tarde (Baddeley, 2000), que sirve como almacenamiento
general (Eysenk y Keane, 2005).
El modelo WM fue diseñado como una explicación más versátil y abierta de la memoria
humana, por lo tanto, es más complejo que su predecesor. La estructura no es unitaria, ya
que está compuesta por tres elementos distintos, que a su vez se fraccionan y se pueden
dividir en elementos más pequeños. Pero lo más importante es que el modelo superó la
limitación de tareas únicas de Atkinson y Shiffrin, al incluir la capacidad de los sujetos para
llevar a cabo más de una tarea al mismo tiempo, incluso cuando ambas tareas requerían
funciones STM (Estilos, 2005).
Como observan Surprenant y Neath (2009), no hay informes experimentales que prueben la
existencia de un módulo de memoria de trabajo general. Una explicación podría ser la
complejidad de WM y cierta vaguedad en sus conceptos. Por ejemplo, Parkin (1998)
exhibió informes de actividad cerebral argumentados para estar vinculados a las funciones
de CE, pero que eran muy diferentes entre ellos y ocurrían diferentes áreas neuronales. El
autor sugirió la falta de evidencia de una región neuropsicológica para CE.
Del mismo modo, los autores Han y Kim (2009) afirman que se necesita más investigación
para aclarar la forma en que CE manipula los datos almacenados y controla la atención
entre los insumos visuales que compiten. Los investigadores Jones, Macken y Nicholls
(2004) criticaron la tienda fonológica de CE, observando experimentalmente que no
explicaba el efecto irrelevante del habla y la similitud fonológica, aunque el modelo
argumenta que su variable fonológica suprimiría y, por lo tanto, no procesaría ni
almacenaría ese tipo de datos defectuosos.
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un fenómeno multivariable, señalando que las variables comprometidas durante el proceso
pueden generar interacciones complejas que restringen el desarrollo de un modelo
integrado de memoria humana aplicable a la mayoría de los escenarios.
El enfoque de procesamiento, iniciado por Craik y Lockhart (1972) (ver también Craik y
Lockhart, 1990), enfatiza la actividad de codificación y recuperación, descartando los
sistemas de almacenamiento unitario. (Eysenk y Keane, 2005; Surprenant y Neath, 2009).
Esta teoría no está exenta de críticas y límites que requieren mayor elucidación (Styles,
2005). Aún así, algunos investigadores señalan que las investigaciones en este campo
recurren cada vez más a una actitud que respalde una comprensión procedimental de la
memoria (Crowder, 1993; Kolers y Roedinger, 1984; Brown, Neath y Chater, 2007).
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