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Clases de Historia de la lengua española

Unidad 2
Clase nº 11: Constitución de los primitivos romances peninsulares

¿Cuándo comenzaron a ser hablados los diferentes romances? Las


respuestas son hipotéticas y aproximativas; pues los idiomas no
tienen inicio exacto ni término fijo; además, la conciencia
colectiva, si existiera, no posee ninguna clarividencia en cuanto al
final del latín y al principio del romance. Las únicas fuentes
seguras son los documentos escritos, los cuales constituyen
apreciaciones tardías.

Quirós, M., “Castilla y el castellano; origen de un lugar, un


idioma y un nombre”, Filología y Lingüística. 6 (1 y 2): 81-97,
1980

En las dos últimas clases pudimos observar cómo, a partir de las invasiones
germánicas (siglo V), las barreras políticas que se establecieron en la Península Ibérica
contribuyeron a que surgieran divergencias regionales en el latín vulgar (latín hablado). A
esto podemos agregarle que, con la invasión de los árabes (siglo VIII) el territorio español
queda fragmentado en los reinos cristianos del norte y Al-ándalus, la región dominada por
los musulmanes al sur. Ahora bien, con respecto a la franja norte de la Península, el
distanciamiento y la incomunicación entre los núcleos políticos genera el surgimiento de
distintas tendencias lingüísticas dentro del romance unitario peninsular que van a
evolucionar por su cuenta; mientras que en el territorio ocupado por los musulmanes se
desarrolló, tal como vimos anteriormente, el mozárabe (un latín arabizado; es decir, una
lengua romance, heredera del latín vulgar contaminada con elementos árabes).
Por lo tanto, es posible afirmar que la aparición de los romances peninsulares a
partir del latín está ligada muy estrechamente a la historia de la Península Ibérica de los
siglos VIII al XIII, a la configuración de los distintos reinos cristianos peninsulares y al
proceso de Reconquista, que comienza en el siglo XI y culmina en el siglo XV, cuando los
Reyes Católicos conquistan Granada, el último reducto árabe en territorio peninsular.

División territorial de los reinos cristianos

Al norte de la Península se fueron configurando diferentes núcleos políticos y


lingüísticos, aunque unos y otros no necesariamente coinciden. Tales reinos, con el
transcurso del tiempo van sufrir una serie de transformaciones territoriales, a tal punto que
algunos desaparecen y otros se integran en unidades políticas superiores. Por otra parte, el
territorio dominado por los árabes queda dividido en los Reinos de Taifas (tal como
explicamos en la clase anterior).
En estos reinos medievales la comunicación no era fácil; la vida se encerraba en
círculos reducidos; por lo que las divergencias que asomaban en el romance en la época
visigoda se agrandaron hasta originar dialectos distintos. Los reinos son:
1) Reino de León: en este territorio se hablaba gallego en el oeste y leonés (o
asturiano leonés) en el resto del territorio.
2) Castilla: un territorio dependiente primero de León y, posteriormente, de
Navarra. En este territorio se hablaba el castellano y el vasco, una lengua no
románica que por la proximidad espacial y por los contactos frecuentes con el
castellano tendrá influencia en el desarrollo de la lengua romance.
3) Reino de Navarra: en este reino se hablaba en un principio vasco y navarro. Así,
podemos hablar de la existencia de un temprano romance navarro (ubicable en
las zonas no vascófonas), que desapareció por la presión de los romances
vecinos y especialmente del aragonés, ya que el Reino de Navarra y el de
Aragón constituyeron durante una época la misma entidad política. Por esta
razón, se podría hablar de un romance navarro-aragonés.
4) Reino de Aragón: se hablaba el aragonés (o navarro-aragonés en la medida en
que absorbe el romance denominado navarro).
5) Condados catalanes: en este territorio se habla catalán, que recibe influencias
lingüísticas del sur (actual Francia), debido a los contactos culturales que se
mantienen (Climent de Benito, J., 2006)
En el siguiente mapa pueden observar cómo estaba configurada la Península
Ibérica durante el siglo XI:

Lenguas romances peninsulares


A principios del siglo XI, el castellano es sólo una de las múltiples variantes
vulgares del latín que se hablaban en la Península. Como hemos expuesto anteriormente, la
conquista árabe había dividido el territorio en dos zonas, una musulmana y otra cristiana,
que presentaban un aspecto común: ambas estaban divididas en reinos y condados
desunidos e incomunicados entre sí.
En relación a la lengua, esta triple división territorial (entre árabes y cristianos y la
división interna de cada parte) posibilitó la creación de seis variantes romances del latín
vulgar:
 Gallego-portugués
 Leonés
 Castellano
 Navarro-aragonés
 Catalán
 Mozárabe
Las cinco primeras habladas en los reinos del norte de la Península y el mozárabe
utilizado en el centro y en el sur.
A esto habría que añadir el vasco que, aunque no es una lengua romance, tuvo
influencia en la evolución del castellano. Por ejemplo: todas las lenguas peninsulares
conservan la f- inicial latina, que el castellano transforma en sonido aspirado antes de
desaparecer completamente.

Latín Gallego-portugués Leonés Castellano


facere facer facer hacer

Esta peculiaridad se debe al influjo que recibió del vasco, que desconocía este
sonido.
Otros caracteres del castellano son: la fácil acogida de neologismos; por la posición
geográfica adoptó innovaciones que venían de regiones vecinas dándole notas propias; el
factor mozárabe está presente en nombres personales; es un dialecto original e
independiente (se apartaba de los demás romances por el tratamiento de fonemas y grupos
consonánticos latinos); frente al uso de distintas posibilidades, era decidido en la elección
(por ejemplo, entre puorta, puerta, puarta, selecciona puerta).
En la próxima clase veremos cómo se irá modificando el mapa lingüístico de
España en los siglos XII y XIII: los dialectos mozárabes fueron desapareciendo con la
Reconquista; los dialectos del Norte invaden la parte meridional (Sur) de la Península sin
resistencia (la población mozárabe estaba disminuida); la desaparición de las hablas
mozárabes cierra un capítulo de la historia lingüística española. El castellano redujo las
áreas de los dialectos leonés y aragonés y atrajo a gallegos, catalanes y valencianos; se hizo
instrumento de comunicación y cultura válido para todos los españoles.

Los primeros textos en lengua romance


El romance primitivo se conoce por documentos notariales; aparece usado con
conciencia en las Glosas Emilianenses (Monasterio de San Millán de la Cogolla) y en las
Glosas Silenses (Monasterio de Silos), ambas son anotaciones a unos sermones y
penitencial latinos (al margen se traducían palabras y frases desconocidas; los monjes
manejaban un diccionario latino-romance).

Página 72 del Códice Emilianense 60 de San Millán de la Cogolla

Se ha considerado que las Glosas Emilianenses (códice fechado en el siglo IX, aunque
las glosas que contiene fueron escritas en el siglo XI) constituyen el primer reflejo escrito
del español; no es posible afirmar con exactitud que sea castellano, aunque sí un romance
con características de diversos romances peninsulares. Además, junto a las glosas en
romance, aparecen también las primeras palabras escritas en vasco.
En la página que se reproduce en la imagen puede apreciarse el texto de una homilía
en latín a la que el monje copista ha hecho sus propias anotaciones (glosas) en castellano
entre líneas y al margen del texto (sinónimos o paráfrasis a palabras del latín que resultan
complejas de entender o que son desconocidas con el objeto de intentar dilucidar el
contenido del texto).
En cuanto a las Glosas Silenses, al igual que las Glosas Emilianenses, son
comentarios aclaratorios a textos latinos y su importancia radica en que son una de las
primeras manifestaciones de un castellano incipiente. A diferencia de las Glosas
Emilianenses, las 368 anotaciones en latín y romance escritas en los 15 folios del
penitencial (que es a lo que se denominan las glosas) fueron escritas por la misma mano
que redactó el texto del libro.
Para conocer más acerca de la historia y el contenido de las Glosas Silenses pueden
acceder al sitio de la Biblioteca monástica de la Abadía Benedictina de Santo Domingo de
Silos, a través del siguiente link:

http://www.bibliotecadesilos.es/es/contenido/?iddoc=20
Lectura de la bibliografía obligatoria
Para ampliar los contenidos explicados en esta clase, se recomienda la lectura de los
capítulos 6 y 7 de Historia de la lengua española de R. Lapesa y las páginas 54 a 65 de El
español a través de los tiempos de R. Cano Aguilar.

Clase nº 12: La expansión del castellano

En la clase anterior vimos cómo había quedado configurada la Península Ibérica, a


raíz de la invasión de los árabes (siglos VIII a XV), en dos grandes franjas: al sur, Al-
Ándalus (bajo el dominio de los árabes) y al norte, los reinos cristianos (León, Castilla,
Navarra, Aragón y los condados catalanes).
En esta oportunidad, nos centraremos en el período que se conoce como
Reconquista, definido de acuerdo a la Real Academia Española como la “recuperación del
Territorio hispano invadido por los musulmanes en 711 d.C. que termina con la toma de
Granada en 1492”. Si bien este término ha generado controversia entre los historiadores,
emplearemos esta expresión sin detenernos en el debate que genera.
Veremos, además, las razones por las cuales el castellano se impone a los otros
romances peninsulares, las manifestaciones literarias que presenta y el surgimiento de la
prosa romance. Para finalizar, haremos un recorrido por la vida y obra de Alfonso X, por
tratarse de una figura fundamental en la historia de nuestra lengua.

Reconquista y expansión del castellano en la Edad Media

Los condados de Castilla (que dependieron de León hasta ser unificados e


independizados por el conde Fernán González en 1035) tuvieron en el siglo XI un rol
protagónico. A la cabeza de la Reconquista, se va extendiendo hacia el sur e imponiendo su
hegemonía en la lengua (con la absorción de tres formas romances: el leonés, el aragonés y
el navarro).
Castilla, cuyo nombre deriva del latín castella (“castillos”), en sus inicios fluctúa
entre el poder de los reinos de León y de Navarra hasta que obtiene su independencia. A tal
punto se torna poderosa que, en el siglo XI, se anexiona los reinos anteriormente
mencionados.
Se trataba de un territorio caracterizado por un menor apego a las tradiciones
visigodas, una menor romanización y por la llegada tardía del cristianismo. Se hablaba
castellano y vasco (que como vimos en la clase anterior, se trata de una lengua no románica
que influye en el castellano por los contactos frecuentes y la proximidad espacial).
A esto podemos agregar que:

…en el período de máxima extensión de este reino, se incluyen en su


territorio los romances del Reino de León, que perderán, poco a poco, su
papel político en la sociedad y cederán ante el mayor poder social del
castellano, sobre todo el leonés, que reduce su ámbito de uso geográfico a
causa de su proximidad espacial con el castellano, el romance de la élite de
Castilla. En cuanto al gallego, se produce, además, un hecho relevante: en el
siglo XII el Reino de Portugal se separa de Castilla y, por ello, el gallego de
este territorio (actualmente conocido como portugués) no recibe las
influencias del castellano en el mismo grado que el gallego de Castilla y
sigue un camino por independiente… (Climent de Benito, J; 2006; sin
páginas)

Para resumir, en el proceso de Reconquista y repoblación, el castellano alcanza una


gran extensión en relación al resto de los romances peninsulares, ya que su avance
geográfico no es únicamente de norte a sur de modo lineal, sino que Castilla ocupa
territorios lateralmente a medida que desciende hacia el sur; a esto se suma que el poder
político y social de este reino va a presionar intensamente a los romances vecinos (como el
leonés y el aragonés) y así amplía todavía más el área espacial de uso: reduce los límites del
leonés y castellaniza el aragonés
El triunfo de la Santa Cruz en la batalla de las Navas de Tolosa, de Marceliano Santa María
Sedano (Museo Nacional del Prado)

El español arcaico. Manifestaciones literarias y comienzo de la prosa romance

Los primeros textos que se conservan en romance español son del al- Ándalus: las
moaxajas y jarchas (cuyas características abordamos en clases anteriores). Más allá de los
arabismos que presentan, su interés radica en que recogen cancioncillas romances
preexistentes.
Por otra parte, durante el período que abarca desde el siglo XI hasta el siglo XV, se
desarrollan las literaturas romances, entre las que se destacan el Cantar de Mio Cid (poema
épico transcripto posiblemente de la tradición oral de los juglares, a fines del siglo XII o
comienzos del XIII y conservado en una única copia del siglo XIV) y el Auto de los Reyes
Magos (fragmento de una obra teatral de fines del siglo XII).
El códice único del 'Cantar de Mio Cid' Cortesía Biblioteca Nacional

La literatura en lengua castellana comienza a dividirse en dos tendencias: el mester


de juglaría y el mester de clerecía. La palabra mester, que significa oficio o arte, deriva del
latín ministerium, que quiere decir “empleo”. De ahí que, al oficio de los juglares se lo
llamó mester de juglaría y al de los clérigos, mester de clerecía:

Clerecía Juglaría
Escuela poética medieval española formada Escuela poética medieval española de
por clérigos; poesía culta. carácter popular y oral.
Preferentemente religiosa. Primeras manifestaciones en lengua
Siglo XIII romance.
Autores destacados: Berceo y el Arcipreste Siglos XII y XIII
de Hita Romancero

Con respecto al mester de clerecía, Rafael Lapesa (1980) señala que, hacia 1230
empiezan a surgir poemas narrativos, diferentes a los juglarescos. Los poetas del mester de
clerecía eran doctos, con un saber que les permitía tomar de textos latinos los asuntos para
sus composiciones; de ahí que en sus escritos se observe el conocimiento del latín en
abundantes cultismos. La variedad de temas (ya no se limitan a las hazañas guerreras)
favorecía el uso de un vocabulario más amplio que el de los juglares épicos. Estos poetas
componen sus obras para que sean recitadas o leídas ante un auditorio, por lo que no
pierden de vista la meta de esa comunicación oral; por eso emplean algunos recursos de la
juglaría épica, como el uso de epítetos y expresiones formularias.
En este período podemos señalar, además, dos características del español arcaico: la
influencia extranjera y los dialectalismos. Por un lado, se destaca la influencia de Francia,
especialmente en la adopción del gentilicio español que, con los avances de la Reconquista,
designa a la totalidad de los reinos cristianos de la Península. Y por el otro, en estos textos
primitivos, se observan las hablas locales, incluso en territorios de un mismo dialecto; no se
había alcanzado una unificación del castellano literario.
Finalmente, resta referirnos a los comienzos de la prosa romance; las primeras
manifestaciones de la prosa carecen de finalidad literaria: son fueros y documentos en que
el romance se mezcla con el latín. Pero, a comienzos del siglo XIII, aparecen en prosa
romance obras históricas o de asunto religioso (carecen de valor literario, sólo interesan por
sus aspectos históricos o dialectales). La primera obra extensa en prosa castellana es La
Fazienda de Ultramar, compuesta por Almerich por encargo del arzobispo don Raimundo;
se trata de una de las traducciones más tempranas de la Biblia (los pasajes bíblicos están
traducidos del hebreo), que data del siglo XIII, y es también un itinerario por Tierra Santa.

La labor de Alfonso el Sabio

En el siglo XII, el rey Fernando III de Castilla autoriza el castellano para el uso de
las cancillerías (textos administrativos). Pero, será su hijo Alfonso X, también llamado
Alfonso el Sabio, la figura clave para la historia de nuestra lengua, ya que su reinado
(1252-1284) es un período de gran actividad científica y literaria (reúne a juglares,
trovadores, jurisconsultos, historiadores y hombres de ciencia). Los textos en lenguas
orientales son traducidos al romance, absteniéndose de pasarlos al latín.
Como consecuencia, se crea la prosa castellana. Son numerosas las obras que se
producen en la corte alfonsí: Cantigas (cancionero dedicado a la Virgen); Las siete
partidas (obra jurídica); Primera Crónica general (historia de España); la General Estoria
(obra de historia universal), etc.
Como la producción es muy extensa e intervienen numerosos colaboradores, no hay
uniformidad en los criterios lingüísticos utilizados. Alfonso X intervino personalmente en
la corrección del lenguaje y logró la nivelación (uniformidad) lingüística del reino. Así,
queda definitivamente creada la prosa castellana, que se convierte en vehículo de cultura.
Su vasta producción en prosa favoreció la difusión del castellano, elevado al rango de
lengua oficial.
En cuanto a la herencia alfonsí, Sancho IV, heredero de Alfonso X no tiene las
ambiciones de su padre, pero durante su reinado el castellano como norma de la lengua
escrita triunfa definitivamente. Se prepara el camino a grandes escritores, moralistas.
Para finalizar, y en cuanto a los estilos personales, en el siglo XIV surgen en la
literatura castellana escritores que se destacan por su estilo: Don Juan Manuel (se preocupa
por la fiel transmisión de sus escritos; los corrige personalmente; es el primero en tener
conciencia de sus procedimientos estilísticos); Juan Ruiz, Arcipreste de Hita (Libro de
Buen Amor; gran observador de la vida y la realidad, las plasma en escenas animadas y
enumeraciones pintorescas; iniciador del uso de modismos y refranes); el rabino don Sem
Tob de Carrión (Proverbios morales) y Pero López de Ayala (cronista, poesía satírica).
Alfonso X dictando una de sus obras. Detalle de una miniatura de "Las cantigas de Santa
María". Siglo XIII. Biblioteca de El Escorial.

Lectura de la bibliografía obligatoria

Para profundizar los contenidos trabajados en esta clase, se sugiere la lectura de los
capítulos 8 y 9 de Historia de la lengua española de Rafael Lapesa y el capítulo V de El
español a través de los tiempos de Cano Aguilar (en este caso les recomiendo centrarse en
los aspectos históricos, políticos y sociales).
Les sugiero, además, que vayan elaborando resúmenes de los capítulos leídos.
Unidad 2

Clase nº 13: La transición del español medieval al clásico

En la clase anterior, nos ocupamos del proceso de Reconquista llevado a cabo por
los reinos cristianos con el fin de recuperar el territorio de la Península Ibérica ocupado por
los moros. Nos centramos, específicamente, en el rol preponderante de Castilla y en la
consecuente expansión del castellano.
Finalmente, abordamos la labor de Alfonso X el Sabio, rey de Castilla y León
(1252-1284), decisiva para la creación de la modalidad estándar del español del siglo XIII.
En esta ocasión, los temas que trataremos se centran en tres hechos decisivos en la
historia de España y del español del siglo XV: en primer lugar, la toma de Granada en 1492
(último reducto de los moros), en segundo término, la llegada de Colón a América; y, por
último, la publicación de la Gramática de Nebrija.
En relación con lo enunciado anteriormente, veremos cuáles son las características
que posee el denominado español preclásico, las variaciones fonéticas, morfológicas y
léxicas que presenta y las influencias que recibe.

El fin de la Reconquista. Expulsión de los judíos. Formación del judeo-español

A comienzos del año 1492, el rey Fernando, conquista la ciudad de Granada, último
reducto de los moros en España. Finaliza, de este modo, el período de dominación árabe en
la Península Ibérica, que se había extendido durante ocho siglos. De esta manera, se va
consolidando la unidad política de la península, iniciada en 1479 (con la unión de las
coronas de Castilla y Aragón) cuando el matrimonio de Isabel de Castilla y Fernando de
Aragón puso bajo sus coronas a toda la España cristiana.
Con la caída de Granada concluía la Reconquista, al mismo tiempo que se produjo
la expulsión de los judíos. Forzados a elegir entre la conversión al catolicismo o la
expatriación, muchos se vieron obligados a abandonar la península y se asentaron en
diferentes lugares: en Portugal (donde también serían expulsados en 1496); en ciudades del
norte de África; en Italia, y, principalmente, en las ciudades del Imperio Otomano (que
incluía, además de Siria y Asia Menor, Grecia, Albania, Bulgaria, la federación yugoslava y
Rumania).
Los judíos españoles o sefarditas establecieron prósperas comunidades y, si bien al
inicio, se distinguían diversas variedades dialectales, producto de la procedencia de
distintas regiones de España, posteriormente se produjo una mezcla de dialectos. El judeo-
español resultante (también llamado “ladino”, “judezmo” o “espaniol”) presenta un
predominio del castellano, mezclado con particularidades de otras zonas de la península
(portuguesas y andaluzas, por ejemplo). (Penny, R., 1993)

Los Reyes Católicos, Fernando e Isabel

El español extrapeninsular

Siguiendo a Ralph Penny (1993), durante el siglo XV, España se expande


territorialmente por lo que funcionarios, soldados, colonos, sacerdotes, entre otros, son los
encargados de difundir el español más allá de la Península, en un proceso que continuará el
siglo siguiente.
De las áreas de expansión, nos interesan a propósito de esta clase, dos: las Canarias
y América. Con respecto a la primera, su conquista e incorporación a la Corona de Castilla
se llevó a cabo en el siglo XV y en dicha empresa participarán, principalmente andaluces,
por lo que el español adquirirá rasgos propios de esta región. A esto se suma que las
Canarias constituyeron la escala obligada para llegar a América, por lo que se generará un
contacto más fluido con los pueblos americanos, de ahí que lingüísticamente compartan
características con el español americano, que no estaban presentes en la Península.
En cuanto a la segunda, la llegada de Colón a América, en la unidad n° 3
estudiaremos las características que presenta el español en nuestro continente, así como las
influencias que las lenguas indígenas tuvieron en el español peninsular.

La publicación de la Gramática de Nebrija


A grandes rasgos, podemos sostener que la gramática como disciplina surgió tanto
en la Grecia helenística como en la India, para estudiar textos antiguos, cuya comprensión
resultaba difícil.
Cuando Roma conquistó a Grecia, tomó el modelo de su gramática. Así, Varrón y
Quintiliano elaboraron las reglas gramaticales del “latín clásico” de los textos literarios del
siglo I a. C. (pueden remitirse a la clase 7 para recordar las “edades del latín”, es decir, las
diferentes etapas que atraviesa).
Por otra parte, recordemos que el latín hablado en diversos territorios del Imperio
Romano fue transformándose, a tal punto que, al desmembrarse el Imperio, las hablas de
cada región fueron adquiriendo características distintivas. Durante este período, la
gramática permitía abordar el estudio del latín clásico, diferente del latín vulgar.
Con el surgimiento de las lenguas romances, la gramática permitía estudiar las
reglas del latín que, en la Edad Media y hasta el siglo XVII, era la lengua en la que se
dictaban las clases en las universidades y en la que se escribían los libros de ciencias. Se
enseñaba, entonces, la gramática latina. Así, la función de la gramática consistía en el
aprendizaje de una lengua ajena, prestigiosa.
En cuanto a la Gramática de Nebrija, se trató del primer intento de sistematizar una
lengua moderna. Nebrija advirtió la utilidad que podía tener una gramática que
contribuyese al aprendizaje de una segunda lengua, ya que, si bien ninguna lengua romance
había desarrollado una gramática propia (se consideraba que las lenguas vulgares podían
hablarse y escribirse sin necesidad de estudiar sus reglas), con la expansión territorial de
España era necesario imponer la lengua a los pueblos conquistados. De esta forma, en
1492, Nebrija publicó la primera gramática del español.
En el prólogo, podemos leer cómo el autor explicita la función que ha de cumplir
esta obra:
El tercero provecho deste mi trabajo puede ser aquel que, cuando en Salamanca
di la muestra de aquesta obra a vuestra majestad, y me preguntó que para qué podía
aprovechar, el mui reverendo Obispo de Avila me arrebató la respuesta, y respondiendo
por mi dixo que después que vuestra Alteza metiesse debaxo de su iugo muchos pueblos
bárbaros y naciones de peregrinas lenguas, y con el vencimiento aquellos tenían
necesidad de recebir las leies quel vencedor pone al vencido, y con ellas nuestra lengua,
entonces, por esta mi arte, podrían venir en el conocimiento della, como agora nos otros
deprendemos el arte de la gramática para deprender el latín. (Antonio de Nebrija,
Gramática de la lengua castellana, Salamanca, 1492)

Quienes deseen leer el prólogo completo de esta obra, pueden hacerlo en


el siguiente sitio. https://ensayistas.org/antologia/XV/nebrija/

Características del español preclásico.


En el siglo XV, en los comienzos del Humanismo (según la RAE, “movimiento
renacentista que propugna el retorno a la cultura grecolatina como medio de restaurar los
valores humanos”) se advierte un cambio cultural, que en el caso de España se observa en
el interés por la lectura de autores italianos como Dante, Petrarca y Boccacio, al mismo
tiempo que crecía el interés por el mundo grecolatino, no sólo como objeto de
conocimiento sino como ideal a imitar. Deseosos de estar a la altura del refinamiento
italiano, los escritores introducen una gran cantidad de palabras cultas (latinismos).
A esto se suma la influencia francesa, ya secular, que, si bien se mantiene por el
aumento de las costumbres cortesanas y caballerescas, compite con la influencia de la Italia
renacentista. (Lapesa, R., 2008).
En la esfera lingüística se produjeron variaciones en la fonética, en la gramática y en
el vocabulario, tal como se observa a continuación, y para lo que reproduzco un fragmento
del artículo “El siglo XV. La transición del español medieval al clásico” (Barrajón, E. y
Alvarado, B; 2006), dado que las autoras proporcionan, de manera muy clara y organizada,
ejemplos de las variaciones mencionadas y de la influencia de italianismos, galicismos y
latinismos:

Variaciones fonéticas

 Alternancia entre /ié/ e /í/ vigente, sobre todo, en los diminutivos.


 Alternancia entre /ué/ y /é/ limitada a unas pocas palabras y que tiene su origen en ciertas
condiciones morfológicas, esto es, en la confluencia de los sufijos -ero y -uero.
 Vacilación entre vocales cerradas (/i/, /u/) y medias (/o/, /e/)

Con respecto a las consonantes:

 La /f/ que seguía apareciendo en la literatura era aspiración en el habla, /h/ e, incluso,
desaparecía en Castilla: ebrero (febrero).
 Las consonantes /d/ y /t/ finales se alternaban: vezindat y vezindad.
 Los grupos cultos de consonantes se alternaban con la reducción: dubda > duda.
 En Castilla se confundían en una misma pronunciación b y v.
 En Castilla se producía el ensordecimiento de /dz/, /z/, confundiéndose con /s/, /ts/.
 La inestabilidad de los grupos consonánticos cultos se va resolviendo en el sentido de perder
la consonante implosiva o postnuclear: dino > digno.

Variaciones gramaticales

 Se siguen usando formas verbales como andude (anduve), prise (prendí), etc.
 Sigue la fluctuación de las formas verbales como tenedes junto a tenéis y tenés, entre otras.
 Se usan indistintamente los pronombres os y vos, antepuestos o pospuestos al verbo:
daros/darvos.
 En el paradigma verbal, -ades, -edes, -ides fueron sustituidos por -ais, -ás, -eis, -ís.
 El uso del artículo antepuesto al sustantivo queda reducido al habla popular.
 Se siguen utilizando oraciones de infinitivo: Ir conmigo (que venga conmigo).
 Todavía perdura el uso medieval de no utilizar la preposición a con verbos de movimiento.

Galicismos

 Pertenecientes a la vida militar: brida, gocete, corchete, pabellón, amarrar, cable, alijar,
etc.
 Pertenecientes a la vida cortesana: galán, marchán, reproche, jardín, gala, chambrana,
gaje, forjar, trinchar, etc.

Latinismos

Algunos latinismos que se reflejan en las obras literarias del momento son: ofuscar, trucidar, rubor,
ebúrneo, tálamo, belígero, clarífico, piropos, belo, colle, geno, luco, furiente, vacilar, volumen, matrona,
terrible, silvestre, belicoso, etc.

Italianismos

 Pertenecientes a la vida cultural: novela, soneto, pórfido, fontana, etc.


 Pertenecientes a la vida religiosa: camposanto, carnaval, monseñor, etc.
 Pertenecientes a la vida política y al gobierno: embajada, potestad, señoría, etc.
 Pertenecientes a la vida militar: bombarda, lombarda, pavés, escopetero, etc.
 Pertenecientes a la vida marítima: ciar, tramontana, piloto, bergantín, etc.
 Pertenecientes a la vida comercial e industrial: banco, cambio, mercante, ducado, etc.
 Pertenecientes a la vida social: cortesano, princesa, etc.
 Pertenecientes a la educación: bártulo.
 Pertenecientes a la flora y la fauna: bixa, parco, portante, sevático, etc.
 Pertenecientes a la geología: gruta, pantanoso, terramote, etc.
 Pertenecientes a la vida diaria: bernegal, atacar, filigrana, beca, malatía, fantasticado, etc.

Lectura de la bibliografía obligatoria

Para esta clase sugiero la lectura del capítulo X, “Transición del español medieval al
clásico” de Historia de la lengua española de Rafael Lapesa.
Unidad 2

Clase nº 14: El español del Siglo de Oro

En la clase anterior nos referimos a la transición del español medieval al clásico,


centrándonos en tres acontecimientos del siglo XV, fundamentales en la historia de España
y de la española: la toma de Granada, que puso fin a la Reconquista; la llegada de Colón a
América, y la publicación de la Gramática de Nebrija.
En esta clase nos vamos a ocupar del español clásico, que se desarrolla en los siglos
XVI y XVII, período en el que se produce un florecimiento de las artes y las letras sin
precedente y que se conoce como Siglo de Oro. Se trata de una etapa cultural que abarca
dos siglos y dos movimientos estéticos: el Renacimiento y el Barroco.
A partir del siglo XVI, el español se convierte en una de las grandes lenguas de
cultura del mundo moderno (Cano Aguilar, R.; 1992); por un lado, la expansión territorial
de España, conduce a que el conocimiento de la lengua española sea de suma importancia
para el resto de Europa; por otra parte, la incorporación de territorios como las Canarias,
América y las islas Filipinas, hace que otros territorios adopten el castellano como propio.
Estudiaremos, entonces, el contexto histórico del Siglo de Oro, los rasgos que
adquiere la lengua durante este período y las controversias en torno a la denominación
(español o castellano). Dejaremos para la próxima semana, el estudio del español como
lengua literaria, ya que la proliferación de autores y “escuelas” literarias de estos siglos
excede la posibilidad de ser abordados en una sola clase.
La expansión política de España

A inicios del siglo XVI, Castilla y Aragón se hallaban unidas


(confederadas), aunque, en principio, sólo se trataba de una unión dinástica, dado que
Fernando (casado con Isabel de Castilla) había heredado la corona de Aragón.
En el transcurso del siglo XVI y comienzos del XVII, España se había
convertido en una potencia europea. Con la muerte de los Reyes Católicos, a los dominios
que poseía la Corona aragonesa, se suman los territorios heredados por Carlos I. Estos
incluían Italia, Austria, los Países Bajos y los territorios recién descubiertos en América.
Por otra parte, en 1519, Carlos fue nombrado Emperador del Sacro Imperio
Romano Germánico (fue coronado como Carlos V), lo que hizo que tuviera un rol
fundamental en la política de Europa. Como consecuencia de esta política expansionista, el
español se convirtió en una lengua de gran relevancia, cuyo conocimiento era requerido por
los europeos “amigos y enemigos del Imperio hispano” (Cano Aguilar, R; 1992; p. 224).
El Imperio permanece unido hasta 1648, cuando se firma el Tratado de
Wetsfalia.

Retrato de Carlos V
El español del Siglo de Oro

Durante estos dos siglos, la lengua se afianza y adquiere una forma muy
aproximada a la que hoy conocemos. En ello colaboran dos factores: la enorme producción
literaria y los manuales de gramática, ortografía y diccionarios publicados en el transcurso
de estos doscientos años.
A continuación, se presentan algunos ejemplos de los rasgos que adquiere la
lengua en los aspectos fonético, morfológico y léxico, así como los aportes que recibe de
otros idiomas y que permiten enriquecer el vocabulario.

Ejemplos de evolución fonética


La h aspirada. Se había perdido en la Castilla septentrional durante la Edad
Media. En las demás zonas se pierde durante el Siglo de Oro.
El castellano medieval distinguía dos variedades de s. Una de ellas sorda (sin
vibración en las cuerdas vocales) que se solía escribir: <ss> cuando iba entre vocales,
“viniesse”; <s> en posición inicial, “silla”, o tras consonante “pensar”. Otra sonora, en
posición intervocálica, que se escribía siempre <s>. Esta distinción desapareció durante el
Siglo de Oro, y sólo pervivió la variación sorda (que se escribe <s>).
Desfonologización de <b> y <v>. El castellano medieval distinguía entre
estos fonemas, uno escrito con <b> y el otro con <v> o <u>. Para mediados del siglo XVI,
ambos fonemas se habían convertido en variantes de un mismo fonema <b>.
Distinción entre una c̦ sorda (plac̦a) y una z sonora (hazer). La primera se
pronunciaba como ts <platsa> y la segunda como ds <hadser>. A principios del siglo XVI
dejaron de tener una pronunciación dental y se convirtieron en interdentales, pero
conservaron su carácter sordo o sonoro.
Durante el siglo XVII, esta última diferenciación se pierde y subsiste sólo la
que conocemos hoy, la variante sorda. La grafía de este sonido es <c> cuando va antes de
<e> o <i>, “cena”, “cinco” y <z> cuando va antes de <a>, <o> y <u>, “zapato”, “zorro”,
“zumo”, por ejemplo.

Ejemplos de cambios en la morfosintaxis


Tú y vos. En latín, los pronombres de segunda persona eran tú y vos. La
forma del plural, vos, se utilizaba como forma de cortesía para una sola persona.
El castellano medieval conserva estas dos formas. Nos obstante, vos llegó
casi a equipararse con la forma tú. Ya en el siglo XIII empieza a utilizarse vosotros para la
segunda persona del plural y, en el siglo XV, usted para la segunda persona del singular de
cortesía. Vos pasó a utilizarse para dirigirse a personas de clase inferior, o con sentido
peyorativo entre iguales.

Ejemplos de léxico proveniente de otros idiomas


El vocabulario español del Siglo de Oro se vio enriquecido con gran número
de términos tomados de otros idiomas. Por ejemplo:
 Latín: el lenguaje poético latinizado (como en el caso de Góngora) se
llenó de cultismos como “adolescente”, “advocar” y “crepúsculo”.
 Francés: los aportes son menos significativos que en la Edad Media:
se reconocen términos como “ujier”, “moda”, “billete” y “bagaje”.
 Portugués: tras la anexión de Portugal al Imperio español en 1580, el
portugués se erigió durante un tiempo en el idioma de moda en la
corte española. A través del portugués ingresaron orientalismos como
como “té” (proveniente del chino).
 Italiano: es el que más influencia ejerció, proporcionando términos
como “coronel”, “centinela”, “atacar”, “comedia”, “diseño”, “violín”,
etc.

Aportes de las lenguas amerindias


Si bien en la unidad 3, nos centraremos en el estudio del español en
América, en esta ocasión anticiparemos algunos aportes provenientes del continente
americano.
La llegada de los españoles a América y los contactos con las nuevas
culturas y sus lenguas, aportaron al español el vocabulario necesario para comunicarse
con las nuevas realidades culturales.
En América, los españoles se encuentran con una flora, una fauna, una
cultura y unas instituciones políticas y religiosas nuevas, y el vocabulario de la Península
no es suficiente para nombrarlas. La práctica los obligó a adoptar una serie de palabras
que, durante los siglos XVI y XVII, irán ingresando al español peninsular y de este a las
demás lenguas europeas. Por ejemplo: cacao, caimán, bejuco, huracán, tabaco, chocolate,
tiburón, batatas, vicuñas, piraguas, entre otros.

El problema de la denominación: castellano o español

Si bien en la actualidad utilizamos indistintamente la denominación


español o castellano para referirnos a la lengua que empleamos los hispanohablantes, esto
no fue siempre así.
Vimos que, durante la Edad Media, a la denominación romance se le añade
la especificación de romance castellano, para distinguirlo de otras variedades como el
aragonés, el gallego, el leonés, entre otros, en el plano oral y escrito, y del latín en la
escritura. Ya a finales del siglo XIII, se emplea el término castellano para designar
específicamente la lengua hablada en el Reino de Castilla
Su uso persistió hasta el siglo XVI, cuando la palabra español comenzó a
aplicarse a la lengua y la cultura de España (Penny, R.; 1998), ya que resultaba más
adecuada para abarcar el concepto de nación y, en este sentido, se tornó equivalente a
castellano.

Actividad

Para esta clase, se sugiere la lectura del capítulo VII: “El español clásico
(siglos XVI y XVII)”, páginas 221 a 255 de Cano Aguilar.
Luego, les propongo que realicen la siguiente actividad y la publiquen en el
foro correspondiente a esta clase:
1) ¿Por qué el español se destaca como lengua de cultura en este período?
2) Expliquen cuál fue el lugar del español en cada uno de los siguientes contextos (escriban
un párrafo para cada punto):
 En relación a los reinos de Castilla, Aragón, Navarra, Granada y Portugal
 En relación al resto de Europa
 En relación al Nuevo Mundo
3) Distingan los dos tipos de normas (cortesana-toledana y literaria) que configuran el ideal
de lengua española.
4) Sinteticen qué características presentan las gramáticas y diccionarios compuestos en este
período y mencionen cuáles son los más destacados.

Unidad 2

Clase nº 15: El español del Siglo de Oro (continuación)

En la clase anterior comenzamos a trabajar con el contexto histórico y la situación


de nuestra lengua en el llamado Siglo de Oro español (siglos XVI y XVII). Vimos, además,
el asunto de la denominación “español” o “castellano”, algunas características que
presentaba la lengua durante este período y la importancia que tuvo la Gramática de
Nebrija.
En esta oportunidad, nos centraremos en la lengua literaria de estos siglos y
veremos cuáles son los aportes al castellano de los escritores y las obras más destacadas. En
lo que respecta al Renacimiento (siglo XVI), comenzaremos con Garcilaso y Valdés, con
quienes comenzaba a forjarse el español clásico; a continuación, haremos referencia al
Lazarillo de Tormes, obra en la que se hallaba un lenguaje conveniente a la narración
realista (Lapesa,2008); y, por último, revisaremos los aportes de los místicos, Santa Teresa
y San Juan de la Cruz.
En lo que concierne al Barroco (siglo XVII), haremos un breve recorrido por las
contribuciones a la lengua literaria que realizaron Cervantes, Góngora y Quevedo.

Los aportes a la lengua española de los escritores del Renacimiento


De acuerdo a Rafael Lapesa (2008), la obra de Garcilaso, la de los humanistas (entre
los que se encuentra Juan de Valdés) y el Lazarillo de Tormes, representan las distintas
corrientes del pleno Renacimiento; mientras que, las últimas cuatro décadas del siglo XVI,
se caracterizan por el esplendor que alcanza la literatura religiosa.
Juan de Valdés (1501?-1542)
Fue un humanista español, autor de Diálogos de la lengua, obra escrita en Nápoles
hacia el año 1535. Este libro no fue publicado hasta el año 1736 por Gregorio Mayans y
Siscar y su autoría fue reconocida recién en el siglo XX.
Esta obra resulta crucial, ya que, a partir de un diálogo entre dos italianos y un
español que conversan sobre el idioma, Valdés crea el primer tratado sobre el español en
español. La innovación que presenta es la de situar a la lengua española al nivel de otras
lenguas prestigiosas, especialmente el latín.
En consonancia con el clasicismo renacentista, el autor realiza una defensa del
estudio de los textos en las lenguas originales, dándole entidad a las lenguas romances,
particularmente al español, que es la que él emplea.
En este sentido, realiza una crítica a Antonio de Nebrija, por haberse jactado de
hacer una gramática a la manera latina.
Imagen
de Juan
de Valdés

Finalmente, hace referencia al estilo y aconseja naturalidad y sencillez en la manera


de escribir, tal como se puede observar en el siguiente pasaje:

Para deziros la verdad, muy pocas cosas observo, porque el estilo que tengo
me es natural, y sin afetación ninguna escrivo como hablo; solamente tengo
cuidado de usar de vocablos que sinifiquen bien lo que quiero dezir, y
dígolo quanto más llanamente me es possible, porque a mi parecer en
ninguna lengua sta bien el afetación; quanto al hazer diferencia en el alçar o
abaxar el estilo según lo que scrivo o a quién escrivo, guardo lo mesmo que
guardáis vosotros en el latín. (Diálogo de la lengua)

Garcilaso de la Vega (1501-1536)

El poeta toledano Garcilaso resulta una figura fundamental en las letras españolas,
ya que emprendió una auténtica revolución de la poesía española al adecuarla a los
principios del humanismo, que propiciaban un acercamiento entre la lengua poética y la
coloquial.
Si la poesía que lo precedió resulta dura y áspera (en parte debido a la inclusión de
numerosas palabras latinas que no estaban incorporadas a la lengua española), la suya, en
cambio, resulta libre y fluida por no presentar demasiadas diferencias con el lenguaje
coloquial, del que se distingue por el empleo de algunas figuras de repetición (heredadas de
la literatura medieval) y de algunos cultismos semánticos, poco reconocibles para un lector
medio.
El objetivo de este poeta fue poner a la poesía al alcance de una gran mayoría, que
podía oírla con naturalidad, sin la extrañeza que podría producirles el sonido de los versos
de sus antepasados. (Morros, B.; 2003).

Imagen de Garcilaso de la Vega

Vida de Lazarillo de Tormes (1554)

Aparecida en 1554, el Lazarillo de Tormes es una obra proto-picaresca, anónima


(aunque una hipótesis bastante aceptada, atribuye su autoría a un escritor culto, Diego
García Hurtado de Mendoza) y hacemos referencia a ella, en la medida en que presenta un
estilo “hábil aun en sus incorrecciones” (De Riquer, M. y Valverde, J; 1968), que mantiene
el tono popular sin producir afectación, pese a las sutilezas y juegos ingeniosos.
Los místicos

Hacia la segunda mitad del siglo XVI, la literatura religiosa alcanza su máximo
esplendor en España. Las órdenes monásticas producen importantes autores, entre los que
se destacan Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz.

Santa Teresa de Jesús (1515-1582)


Siguiendo a Martín de Riquer y a José María Valverde (1968), en la prosa de Santa
Teresa se observa un tono popular, directo y suelto, que sirve a la expresión de conceptos
profundos. Desconoce el latín y dispone de libertad en el manejo del estilo: sigue el dictado
de la lengua oral, acentúa la naturalidad e incurre en la incorrección para estar a la altura de
las destinatarias de sus escritos, las monjas. En este sentido, los aspectos más complejos de
la vida ascética y la experiencia mística resultan accesibles.
El siguiente ejemplo corresponde al Modo de visitar los conventos; en las
instrucciones que da a una superiora, se observa cómo escribe de forma equivocada la
palabra “religión” y cómo presenta dudas respecto a la palabra “melindres”, aunque se sabe
que no fue una monja inculta (en su juventud leía libros de caballería y poesía y, ya en el
convento, era asidua lectora de libros ascéticos y místicos):

…La manera del hablar que vaya con simplicidad y llaneza y relisión;
que lleve más estilo de ermitaños y gente retirada que no ir tomando vocablos de
novedades y melindres, creo los llaman…préciense más de groseras que de
curiosas en estos casos.

San Juan de la Cruz (1542-1591)


La obra fundamental de San Juan de la Cruz está conformada por poemas y
comentarios en prosa. Constituye un prototipo de escritor místico, que experimenta unas
vivencias religiosas intensas y procura comunicarlas a un círculo con inquietudes similares.
En su afán creativo asume las corrientes espirituales, estéticas y literarias del
Renacimiento y lleva al extremo los recursos del lenguaje poético, especialmente el empleo
de los símbolos.
En su poesía, los rastros de la Biblia, de la poesía tradicional o de Garcilaso se
convierten en “versos de amor divino, de impresionante belleza.” (Cano Aguilar, R., 1992):

Tras de un amoroso lance,


y no de esperanza falto,
volé tan alto, tan alto,
que le di a la caza alcance.
Para que yo alcance diese
a aqueste lance divino,
tanto volar me convino
que de vista me perdiese;
y con todo, en este trance,
en el vuelo quedé falto;
mas el amor fue tan alto,
que le di a la caza alcance.
(“Tras de un amoroso lance”, fragmento)

La literatura del Barroco


En este apartado, nos ocuparemos de tres figuras: Cervantes, Góngora y Quevedo.
En el primer caso, por tratarse del autor del Quijote, considerada la obra cumbre de la
literatura española. En cuanto a los dos autores restantes, por ser los principales exponentes
de dos corrientes literarias del barroco: el conceptismo y el culteranismo.

Miguel de Cervantes Saavedra (1547-1616)


En este caso, nos centraremos sólo en dos aspectos que conciernen a los aportes de
este autor a nuestra lengua: la reflexión sobre el uso de la lengua y el uso de las variedades
lingüísticas.
Con respecto al primer punto, la máxima aportación de la primera parte del Quijote,
más que a la lengua, es a la necesidad que ésta tiene de reflexionar sobre sí misma. Don
Quijote, no sólo piensa en los libros de caballería, sino que confronta el español medieval
con el moderno, y la forma de hablar vulgar de su escudero Sancho con el lenguaje
exquisito del siglo XVI. En los siguientes fragmentos, extraídos del Quijote, se observan
algunas reflexiones que realiza el personaje acerca del lenguaje.

–dijo don Quijote-, que parece que te vuelves al sicut erat: habla a lo llano,
a lo liso, a lo no intricado, como muchas veces te he dicho, y verás como te
vale un pan por ciento.
Todos los poetas antiguos escribieron en la lengua que mamaron en la
leche, y no fueron a buscar las extranjeras para declarar la alteza de sus
conceptos, y siendo esto así, razón sería se extendiese esta costumbre por
todas las naciones…

A la llana, con palabras significantes, honestas y bien colocadas, salga


vuestra oración y período sonoro y festivo, pintando en todo lo que
alcanzáredes y fuere posible vuestra intención, dando a entender vuestros
conceptos sin intricarlos y escurecerlos.

Llaneza, muchacho, no te encumbres, que toda afectación es mala.

Pareceme, Sancho, que no hay refrán que no sea verdadero, porque todos
son sentencias sacadas de la misma experiencia, madre de las ciencias
todas…

Por otra parte, la mímesis de la realidad que observaba, lo conduce a imitar el habla
de los personajes de distintos lugares y épocas, tanto la jerga de los maleantes (lengua de
germanía) como el habla anticuada y rebuscada de los caballeros andantes. En síntesis,
emplea las variedades lingüísticas con gran habilidad, como no se había hecho hasta
entonces.
Conceptismo y culteranismo

En el siglo XVII encontramos en la literatura barroca española, dos corrientes


literarias que se interrelacionan: el conceptismo y el culteranismo. El primero, cuyo mayor
exponente fue Francisco de Quevedo, vinculado con el plano del pensamiento
(condensación del contenido o significado) se basaba en la búsqueda de la agudeza y el arte
de ingenio. En este sentido se emplean metáforas que exaltan la correspondencia entre
objetos, alegorías; antítesis; paralelismos como técnica para establecer la relación entre
objetos.
A continuación, se presenta como ejemplo el poema “A una nariz” de Francisco de
Quevedo (1580-1645):

Erase un hombre a una nariz pegado,


érase una nariz superlativa,
érase una alquitara medio viva,
érase un peje espada mal barbado;

era un reloj de sol mal encarado,


érase un elefante boca arriba,
érase una nariz sayón y escriba,
un Ovidio Nasón mal narigado.

Erase el espolón de una galera,


érase una pirámide de Egito,
las doce tribus de narices era;

érase un naricísimo infinito


frisón archinariz, caratulera,
sabañón garrafal, morado y frito.

En cuanto al culteranismo, este movimiento basaba su búsqueda de la belleza en el


empleo intensivo de metáforas e imágenes sensoriales, así como en las citas mitológicas. Se
trataba de una poesía de gran artificiosidad, que valoraba los aspectos sensoriales. Algunas
características que se pueden mencionar son: la erudición; la complejidad gramatical; la
latinización; el empleo de cultismos y neologismos; el artificio y la ornamentación. El
máximo representante de esta corriente es Luis de Góngora (1561-1627). El siguiente
fragmento corresponde a Soledades, una de las obras más complejas de este autor.
Era de mayo la estación florida

en que el mentido robador de Europa


—media luna las armas en la frente
y el sol todos los rayos de su pelo—,
luciente honor del cielo,
en campos de zafiro pace estrellas.

Aquí finalizamos este breve recorrido por algunos de los principales exponentes de
la literatura del Siglo de Oro; quedaron fuera de la exposición figuras como Fray Luis de
León o Lope de Vega, que serán abordados en la bibliografía correspondiente a esta clase.

Lectura de la bibliografía obligatoria


Para esta clase se sugiere la lectura de los capítulos XI y XII de Historia de la lengua
española de Rafael Lapesa

Unidad 2
Clase nº 16: El español moderno (siglo XVIII)

En las dos últimas clases trazamos un panorama sobre la situación del español y de
la literatura española en el período de mayor esplendor de las letras y las humanidades en
España, es decir el Siglo de Oro.
En la clase de hoy, nos centraremos en el siglo XVIII, que políticamente se
caracteriza por el reinado de la dinastía francesa de los Borbones, que suceden a los
Austria. En cuanto a la lengua, se enfatiza la preocupación por establecer normas para fijar
la ortografía. En este sentido, en 1713, se funda la Real Academia Española (RAE), cuyos
diccionarios y gramáticas, continuamente revisados constituyen un cuerpo de legislación
lingüística.
Al mismo tiempo que se da esta preocupación académica por las normas, nuestra
lengua recibe el aporte de extranjerismos, especialmente galicismos, debido a que Francia
constituía el modelo del que se tomaban modas, comidas, literatura, etc., y tal influencia se
reflejaba en el lenguaje.
En el plano intelectual y filosófico, este siglo se define por el movimiento conocido
como Ilustración (o Iluminismo), caracterizado por la confianza en la capacidad de la razón
para resolver los problemas de la vida humana. En cuanto a la literatura, el movimiento
literario predominante es el Neoclasicismo, que se distingue por buscar su inspiración y
modelos en la Antigüedad clásica.
En síntesis, los temas que trataremos son: una breve descripción del contexto
político en España; las contribuciones de los principales exponentes del Neoclasicismo
español; la fundación de la Real Academia Española y las características de los primeros
diccionarios y ortografías elaborados por esta institución.

Contexto histórico
Al morir Felipe IV en 1665, su heredero Carlos II contaba con cinco años de edad.
Débil y enfermizo, gobernó hasta su muerte acaecida en 1700. Su reinado coincide con el
ocaso de la gloria mundial de España. Mientras tanto, Francia se erigía como potencia en el
panorama político europeo, bajo la dirección de Luis XIV, conocido como el Rey Sol.
Al no tener sucesión, Carlos II, había designado como heredero (por presión de Luis
XIV) a Felipe V, nieto del monarca francés, quien ocupó el trono en 1701. Sin embargo,
como había varios aspirantes al trono de España, se inició la llamada Guerra de sucesión,
que culminó en 1715 (con el Tratado de Utrech) y que confirmó a Felipe V en el trono.

Imagen de Felipe V

Comenzaba, así, en España el reinado de la dinastía francesa de Borbón, cuyos


reyes fueron, sucesivamente: Felipe V, Fernando VI, Carlos III y Carlos IV.
Con el predominio de Francia, como nación rectora en la diplomacia internacional,
en Europa se observa el predominio de la cultura, las formas y el gusto franceses. A la
hegemonía política se suma, entonces, la influencia en el plano intelectual, a raíz de la
prominencia de las figuras que forman lo que se ha denominado Ilustración; se trata de una
época en la que: predomina la razón sobre el sentimiento; triunfan las leyes racionales para
el dominio científico de la naturaleza; se da un interés por el hombre en tanto sujeto de
razón y de derechos; y predomina la fe en el progreso y en las posibilidades humanas de
transformar el mundo. Los intelectuales más destacados son Diderot, Voltaire,
Montesquieu, Rousseau y la Enciclopedia, la obra más cabal de este siglo.
La literatura neoclásica

El Neoclasicismo es un movimiento artístico y literario que se extendió durante el


siglo XVIII y produjo una literatura regida por principios como el orden, la lógica, el buen
gusto y el control de las emociones. Su finalidad era, principalmente, pedagógica, por lo
que los géneros más cultivados fueron el ensayo, la preceptiva literaria, la poesía didáctico-
moral, el teatro y las fábulas.
El mundo cultural español, se regía por los cánones del neoclasicismo francés, que
subordinaba la obra artística a la razón, como consecuencia del racionalismo imperante. Se
trató de una etapa de escasa notoriedad artística, especialmente literaria. Los escritores más
destacados de este período son: Leandro Fernández de Moratín, Juan Meléndez Valdés,
Manuel José Quintana, Tomás de Iriarte, Félix María de Samaniego, José Cadalso, R. de la
Cruz, Benito Jerónimo Feijoo, De Luzán, J. Francisco de Isla y Gaspar Melchor de
Jovellanos, entre otros.
Siguiendo a De Riquer, M. y Valverde, J. (1968), se trata de una fase en la que los
principales méritos de la literatura residen en sus valores morales o intelectuales, en la
finalidad didáctica, en el afán de orden y simetría, entre otros caracteres, por lo que el
género que resulta menos interesante es la poesía.
En cambio, más relevantes resultan la prosa y el teatro. Con respecto a las fábulas
(composiciones, generalmente en verso, en la que animales o seres inanimados son
protagonistas de una historia de la que se desprende una enseñanza moral), las figuras más
destacadas son Félix María de Samaniego (1745-1801) y Tomás de Iriarte (1750-1791).
En cuanto a la prosa, la obra más similar a una novela es la Vida de Fray Gerundio
de Campazas, alias Zotes del padre José Francisco de Islas (1703-1781), una sátira de los
predicadores barrocos y de la educación eclesiástica; se trata de una obra sin argumento y
centrada en asuntos internos clericales, pero con algunas partes que despiertan la risa de los
lectores.
Otro autor de la época es Diego de Torres Villarroel (1693-1770), quien escribe una
autobiografía, que es una continuación anacrónica de la picaresca del siglo anterior. Otro
prosista es José Cadalso (1741-1782), quien en sus Cartas marruecas (una imitación de las
Cartas persas de Montesquieu) ilustra con dureza la vida española, criticando el
extranjerismo en las costumbres.
Yendo a la prosa didáctica, podemos señalar: al benedictino Jerónimo Feijoo (1676-
1764), con sus Cartas eruditas y su Teatro crítico, obras en las que propone vivir la
religión de manera ilustrada, tendiendo al cientificismo y en contra de las supersticiones; y,
principalmente a Gaspar Melchor de Jovellanos (1744-1811), con su Informe en el
expediente de Ley Agraria, en el que se destacan las virtudes que se proponía la literatura
de este período, la claridad y la limpieza expositiva, pese a que su prosa posee un énfasis
oratorio arcaizante.
Por último, y en relación al teatro, éste es el género más acorde al gusto común, por
lo que el autor más popular de la segunda mitad del siglo es Ramón de la Cruz (1731-
1794), con sus sainetes de costumbres, piezas breves de prosaica versificación que dan la
impresión a la gente de estar presenciando su propia vida. Sin embargo, la figura más
destacada es Leandro Fernández de Moratín (1760-1828).

Imagen de Leandro Fernández de Moratín

Sus obras de teatro tienen la virtud de estar escritas en prosa (el verso resultaba
absurdo en un siglo prosaico), y reflejan la realidad sin especial acentuación, más allá de la
lección burguesa y antipoética. En El sí de las niñas, su obra más perdurable, además del
argumento resulta interesante la crítica de tipos humanos y ambientes que ya comenzaban a
resultar intolerables.

La lengua y la Real Academia Española

El español ha tenido distintos momentos de configuración formal: el primero, con


Alfonso X y la Escuela de Traductores de Toledo en el siglo XIII; el segundo, con la
Gramática de Nebrija en el siglo XV; y, el tercero, con la fundación de la Real Academia
Española en 1713.

Su creación tiene un doble objetivo: por una parte, cuidar la lengua, en el sentido de
protegerla contra los barroquismos exagerados o contra los extranjerismos; y, por otra
parte, crear una normativa, es decir, un modelo de lengua nacional acorde con las ideas
lingüísticas del siglo XVIII. Para esto, se establecen medidas en torno a la lengua que la
definen internamente (en el léxico, la ortografía y la gramática) y en su entorno social
(desde el comienzo del gobierno de los borbones, se establece que el español fuera la única
lengua de la enseñanza en España).
Una de las primeras tareas de la Academia fue la creación de un diccionario, ya que
había neologismos y extranjerismos, heredados del Barroco, que debían ser integrados o
eliminados de la norma léxica del español.
Entre 1726 y 1739, se publicó el Diccionario de Autoridades en el que, junto a las
definiciones de los términos, se incluyen ejemplos de obras de autores clásicos. Esta obra se
construye considerando que una lengua necesita contar con una norma culta, basada en el
uso de los mejores escritores. En 1770, esta obra tuvo una segunda edición y en el año
2013, con motivo de la celebración del tricentenario de la fundación de la RAE, se presentó
una edición facsimilar del diccionario. En el siguiente video, José Manuel Blecua, entonces
director de la Academia, explica la importancia de esta obra:

https://www.youtube.com/watch?v=d7MTAqGtKFM

Otro proyecto que lleva a cabo la RAE es la publicación de la primera Ortografía,


en 1741, ya que la cuestión ortográfica ocupaba la atención de los académicos. Esta obra
tuvo sucesivas ediciones, en las que se fueron simplificando las normas hasta llegar a la de
1815, que presenta ya la ortografía actual.
Algunos ejemplos de las modificaciones que se implementan son:
 Se abandona <ss> y se generaliza <s>.
 Las grafías cultas <ph>, “ortographía”, <th>, “rethórica”, <qu>, “quanto”,
<ch>, “chimera”, ceden su lugar a las modernas “ortografía”, “retórica”,
“cuanto” y “quimera”.
 Se suprime la cedilla.
 Para el fonema <k> va <qu> ante “e”, “i” y <c> ante “a”, “o”, “u”.
 La <u> se reserva para la vocal “u” y la <v> para el fonema consonántico
“b”.
 Se le otorga estatuto de letras a los bígrafos <ll> y <ch>.

Finalmente, el tercer logro de la RAE es la publicación de la Gramática de la


lengua castellana, en 1771, cuyo objetivo era la creación de una norma que sirviese de
modelo a los hispanohablantes. En 1780 fue declarada por Carlos III libro de texto oficial
para la enseñanza del español en las escuelas.

Lectura de la bibliografía obligatoria


Para esta clase, se sugiere la lectura del capítulo XIV, “El español moderno” de
Historia de la lengua española de Rafael Lapesa (sólo los apartados dedicados al siglo
XVIII).

Unidad 2

Clase nº 17: El español moderno (siglo XIX)

En la clase anterior, trazamos un panorama del español moderno del siglo XVIII,
una lengua estabilizada y con características semejantes a las que presenta en la actualidad.
Vimos, además, el rol que cumplió la Real Academia Española en este proceso de
normativización de la lengua, a través de la elaboración de diccionarios y gramáticas.
En la clase de hoy, continuaremos exponiendo las características de este proceso en
la historia de la lengua y, para ello, describiremos brevemente los principales
acontecimientos políticos y sociales del siglo XIX en España, para detenernos, luego, en: la
relación del español con otras lenguas; los cambios vinculados con el léxico durante este
período; la labor de la Academia y el trabajo lexicográfico extra-académico, y, para
finalizar, los aportes literarios a nuestra lengua que realizan los autores del Romanticismo y
del Realismo.

Marco político, económico y social de España en el siglo XIX


Durante las primeras décadas del siglo XIX, se produjeron dos acontecimientos
fundamentales en España: la Guerra de la Independencia contra Napoleón Bonaparte y la
promulgación de la primera Constitución española.

En 1808, Napoleón invadió la Península y designó a su hermano José para que


gobernara. No obstante, esto generó el rechazo de buena parte de la población, por lo que se
produjo un levantamiento del que España resultó victoriosa.
En 1812 se estableció la primera Constitución Española, lo que supuso una
modernización del Estado; pese a que las prácticas absolutistas de Fernando VII, afectaron
ese proceso.
A mediados del siglo XIX, ingresaron al poder partidos liberales y progresistas,
estos se enfrentaron a Isabel II, quien fue destronada tras la Revolución Democrática de
1868. Se promulgó una nueva constitución, que reconocía la monarquía parlamentaria y la
libertad de cultos.
Tras una serie de enfrentamientos civiles entre absolutistas y liberales, a fines de
siglo se promulgó una nueva constitución, en la que se restablecía la monarquía
parlamentaria.
En la faz económica, el siglo XIX se caracteriza por la consolidación del
capitalismo industrial. Sin embargo, la industrialización en España no se desarrolló como
en otros estados de Europa, por lo que la agricultura continuó siendo la actividad
económica preponderante.
Ya en la segunda mitad del siglo XIX, se produce una expansión económica.
Avanza la industrialización, especialmente en las áreas textil y siderúrgica, así como las
comunicaciones ferroviarias, lo que favorecerá el crecimiento demográfico y el desarrollo
urbano.
En el plano social, la sociedad estamental se convirtió en una sociedad de clases,
debido a la revolución liberal-burguesa.
Finalmente, en lo que concierne a las ideas y las artes, se produce en la primera
mitad del siglo XIX una reacción contra el racionalismo del siglo anterior, lo que da lugar
al surgimiento del Romanticismo; en tanto en la segunda mitad del siglo, asistimos al
surgimiento del Realismo, tendencias que expondremos en el siguiente apartado.

El Romanticismo y el Realismo
De acuerdo a la Real Academia Española, el Romanticismo puede ser definido
como un “movimiento cultural que se desarrolla en Europa desde fines del siglo XVIII y
durante la primera mitad del XIX y que, en oposición al Neoclasicismo, exalta la libertad
creativa, la fantasía y los sentimientos”.
Sus principales características son: el individualismo (expresión del “yo” en el arte
y la literatura); el irracionalismo (manifestación de los sueños, las fantasías y las
emociones); el idealismo (la búsqueda de ideales inalcanzables); el particularismo
(valoración de lo distintivo, no sólo del individuo sino de cada región); y el exotismo (huida
de la realidad a Oriente y a América y en lo temporal a la Edad Media).
En España, los principales exponentes en la literatura son: Espronceda, Bécquer,
Rosalía de Castro, José Zorrilla, el Duque de Rivas y Mariano José de Larra, entre otros.
Sintetizando los aportes que realizan los escritores románticos españoles (De la
Torre Moral; 2012), en relación a la lengua, podemos decir que se alejan del gusto por la
claridad y elegancia propios del Neoclasicismo y se inclinan por el apasionamiento y la
vehemencia, para lo cual se recurre a las posibilidades connotativas que ofrecen
determinados grupos de términos, relacionados con los siguientes campos semánticos: el
dolor, la insatisfacción, la muerte, el miedo, etc. (por ejemplo, sustantivos como frenesí,
arrebato, ilusión, melancolía…o adjetivos como sombrío, misterioso, lánguido, etc.).
En cuanto a los recursos, se emplean: aliteraciones (figura retórica que consiste en
la repetición de uno o varios sonidos dentro de una frase), por ejemplo: “El ruido con que
rueda la ronca tempestad” (La tempestad, de José Zorrilla); arcaísmos (como acullá, a la
sazón); y vulgarismos (como mollera o jorobar).
En cuanto al Realismo, se trata de un movimiento literario surgido en Europa
en la segunda mitad del siglo XIX, que supuso una ruptura con los principios estéticos
e ideológicos del Romanticismo:
Los teóricos de este movimiento, en su deseo de ruptura con las normas
clásicas, recomendaban la introducción de lo concreto en el arte; la poesía lírica
debía aludir a objetos familiares y llamar las cosas por su nombre; el teatro debía
representar la vida real y no dar de ella una idea esquematizada tras el disfraz
clásico; la historia y la novela no podían dejar de evocar las condiciones materiales
de la vida de épocas remotas o del tiempo presente.
(Lissorgues, Iván; El realismo. Arte y literatura, propuestas técnicas y estímulos
ideológicos; 2008

En España, la literatura llega a tener un carácter “fotográfico”, acentuando el


regionalismo, la descripción de las costumbres y el lenguaje de algunas
regiones. Su estilo procura la claridad y la sencillez. Sus principales
exponentes son: Fernán Caballero, Benito Pérez Galdós, Pedro Antonio
Alarcón, Juan Valera, Emilia Pardo Bazán y Clarín.

El español y las otras lenguas del Estado


Con respecto a las dimensiones política y sociocultural, en el siglo XIX
se extiende el proceso de centralización y unificación económica, fiscal y
monetaria del Estado y, especialmente, lingüística (debido a la necesidad de
regular el uso de la lengua en todo el ámbito de habla castellana). Continuando con
la política iniciada por los Borbones en el siglo precedente, el castellano se
convirtió en la lengua de la enseñanza y la administración en todo el territorio
español.
No se considera la diversidad lingüística, ya que se piensa que esta
constituye un obstáculo para la transmisión del conocimiento y el progreso. En este
contexto, las sucesivas constituciones no tienen en cuenta el multilingüismo que
caracteriza a la Península.
Durante la segunda mitad del siglo XIX, a raíz del surgimiento de los
nacionalismos y el afán de los pueblos de reivindicar sus particularidades históricas,
culturales y lingüísticas, se producirá un “resurgimiento” del gallego, el catalán y el
vasco. Este proceso de reconocimiento de las diferencias lingüísticas se consolidará
en el siglo XX, cuando se crean instituciones cuya misión será la de codificar y
velar por las lenguas no castellanas, por ejemplo, la Real Academia de la lengua
vasca creada en 1919. (Martínez Linares, M. y Santamaría Pérez, M.; 2006).
El léxico y la labor lexicográfica
Como ya señalamos en la clase anterior, el español ya se había consolidado
como lengua en los siglos anteriores. Por lo tanto, los cambios más relevantes que
se producen durante el siglo XIX están vinculados con el léxico; específicamente
con la incorporación de voces cultas (de origen griego o latino), de neologismos y
de voces especializadas.
Dado los cambios políticos y sociales que se registran en la sociedad
española (y que ya fueron expuestos en el primer apartado de esta clase), se crea un
vocabulario que permite dar cuenta de la nueva realidad y que va a ser difundido a
través de la prensa, principalmente. Algunos ejemplos de términos nuevos, o que
son utilizados con nuevas acepciones son: patriota, patriotismo, civilizar,
civilización, patriótico, cosmopolita, liberales, revolución, ciudadano, constitución,
libertad, progreso, reforma, entre otros.
Por otra parte, la renovación en el léxico también puede apreciarse en las
voces científicas y técnicas que dan cuenta de los avances en esos ámbitos. En este
caso, los términos que se incorporan son voces cultas que provienen del griego y
del latín. Y, muy especialmente, ingresan a través de las traducciones de obras
científicas del francés y del inglés. Así, ejemplos de galicismos son: menú, cognac,
champagne, bombón, baca, consola, etc., y de anglicismos: bol, tanque, túnel,
mitin, líder, esnob, etc.
En cuanto a la labor lexicográfica, fundamental dado que los diccionarios
recogen el vocabulario propio de una época histórica determinada, podemos señalar
que, si en el siglo XVIII aparecen los diccionarios de lenguas, en el siglo XIX se
destacan los diccionarios enciclopédicos. Estos cuentan con antecedentes en los
siglos anteriores, como por ejemplo el Diccionario castellano con las voces de
ciencias y artes (1786-1793) de Esteban de Terreros y Pando. Sin embargo, es en el
siglo XIX cuando se produce un gran desarrollo de la lexicografía española, tanto a
nivel académico como extra-académico.
En la próxima clase, completaremos el recorrido por la historia de la lengua
española, exponiendo la situación del español actual.
Lectura de la bibliografía obligatoria
Para esta clase, se sugiere completar la lectura del capítulo XIV, “El español
moderno” de Historia de la lengua española de Rafael Lapesa.

Unidad 2

Clase nº 18: El español actual (siglos XX y XXI)

En esta clase nos proponemos dar un cierre a la periodización en la historia de la


lengua española, que comenzamos en la clase n° 6 cuando presentamos una breve
descripción de la Hispania prerromana (antes del siglo III a. C.). Para ello, vamos a realizar
una caracterización del español actual y, luego, nos centraremos en algunos aspectos que
resultan de interés para el español del siglo XX y, especialmente, del siglo XXI. Por una
parte, haremos referencia a la cantidad de hablantes nativos que posee nuestra lengua, así
como al número de usuarios que presenta y la incidencia que tiene en diferentes ámbitos,
tales como: la ciencia y la tecnología, la presencia en las redes sociales y la industria
editorial y cinematográfica. Por otra parte, trazaremos un panorama de su distribución
geográfica.
Finalmente, veremos cuál ha sido la labor de las Academias a lo largo del siglo XX
y en la actualidad, especialmente, la función que desempeña la Real Academia Española
(RAE), el Instituto Cervantes y la Asociación de Academias de la lengua española
(ASALE).

Características del español actual


Siguiendo a Moreno Fernández, F y Otero Roth, J., (2008), la lengua española tiene
en la actualidad una gran importancia a nivel mundial, por dos razones fundamentales: por
una parte, porque la población de los países hispanohablantes hace de la comunidad
hispánica una de las culturas con mayor densidad demográfica del mundo; y, por otro lado,
porque se trata de una lengua con un alto grado de homogeneidad, que conduce a que las
diferencias internas que posee, no lleguen al punto de imposibilitar la comunicación.
Además, tal homogeneidad está dada por la simplicidad de su sistema vocálico (cuenta con
sólo cinco vocales); por un sistema de consonantes compartido por todo el mundo
hispánico; por un léxico fundamental (patrimonial) y una sintaxis compartidos y, además,
por ser una lengua de cultura universal, con gran influencia en la literatura (piensen, por
ejemplo, en los Premios Nobel obtenidos por escritores en nuestra lengua) y porque es
lengua oficial en 21 países del mundo.
Aunque el territorio que comprende el mundo hispánico incluye zonas bilingües o
plurilingües, el idioma español proporciona un índice de comunicatividad muy elevado (es
decir, en sociedades plurilingües, se erige en la lengua que sirve como medio de
comunicación para toda la comunidad) y un índice de diversidad bajo.
Con respecto a las variedades que presenta, los autores mencionados distinguen dos.
Una más conservadora (por ejemplo, en Castilla o en México) y una más innovadora (por
ejemplo, en Andalucía o en el Río de la Plata).

Distribución geográfica del español y cantidad de hablantes


De acuerdo al informe El español: una lengua viva, presentado por el Instituto
Cervantes en el año 2019, la cantidad de hablantes nativos del español está estimada en 483
millones, lo que la convierte en la segunda lengua materna del mundo (detrás del chino
mandarín); a su vez, los usuarios del español superan los 580 millones, lo que la posiciona
en un tercer lugar (después del inglés y del chino mandarín).
Cuando decimos “hablantes nativos”, nos referimos al Grupo de Dominio Nativo
(GDN), es decir, al conjunto de personas que utilizan una lengua que adquieren desde su
niñez, en la familia, en interacción con otros integrantes de la comunidad o a través de la
escuela.
En tanto, cuando aludimos a los “usuarios del español”, esta categoría comprende al
Grupo de Dominio Nativo, al Grupo de Competencia Limitada (GCL) y al Grupo de
Aprendices de Lengua Extranjera (GALE). Con respecto al GCL, está conformado por
aquellos individuos que poseen un dominio limitado de la lengua por razones lingüísticas,
sociolingüísticas o estilísticas; en cuanto al GALE, abarca al conjunto de individuos que
han aprendido o están en proceso de hacerlo mediante un instituto o academia.
Distribución geográfica
El español está distribuido en cuatro continentes: Europa, América, Asia y África,
tal como se puede observar en el siguiente mapa:

Cabe distinguir aquellos territorios en los que el español es lengua oficial, nacional
o general y aquellos en los que su presencia es minoritaria. Con respecto al primer grupo,
los países que lo integran en orden de importancia (por la cantidad de hablantes) son:
México, Colombia, España, Argentina, Perú, Venezuela, Chile, Guatemala, Ecuador,
Bolivia, Cuba, República Dominicana, Honduras, Paraguay, El Salvador, Nicaragua, Costa
Rica, Panamá, Uruguay, Puerto Rico y Guinea Ecuatorial.
En cuanto al segundo grupo, podemos mencionar: el Norte de África o el Magreb,
Estados Unidos y Filipinas.
En el siguiente cuadro, extraído del mencionado Anuario 2019 del Instituto
Cervantes, se puede observar la lista de países hispanohablantes ordenados según la
población que presentan:
Importancia del español en diferentes ámbitos
El informe presentado por el Instituto Cervantes, también se ocupa de presentar
datos relativos a algunos ámbitos de uso de la lengua española. Con respecto a Internet, el
español es la tercera lengua más utilizada y la segunda en las redes sociales (Facebook,
Linkedln y Twitter), siempre detrás del inglés y del chino mandarín. También en Wikipedia,
ocupa ese puesto en relación a la consulta de artículos, no así en la redacción de los mismos
en la que alcanza el octavo lugar.
En lo que hace a la ciencia y la tecnología, el español tiene una presencia limitada,
relegada a un segundo plano en relación al inglés, que constituye el idioma más utilizado
por la comunidad científica.
Mejor es la situación en el plano editorial, ya que España es el tercer país
exportador de libros del mundo, mientras que Argentina y México también ocupan un lugar
destacado (se encuentran entre los quince principales productores mundiales de libros).
Finalmente, en la industria cinematográfica también se destacan estos tres países
hispanohablantes entre los quince productores mundiales de películas.

La labor de las academias


Como ya señalamos, el español constituye una lengua supranacional, con normas
diversas cuya base común la proporciona la norma culta, es decir, el español estándar. Por
esta razón, las diferentes Academias de la Lengua Española (22 en total), unidas desde el
año 1951 en la Asociación de Academias, se ocupan de trabajar en pos de la unidad, la
integridad y el crecimiento de la lengua común.
En la siguiente cronología, extraída de la página oficial de la RAE, podemos
visualizar la fecha de creación de las diferentes academias y la labor realizada en conjunto
(congresos, diccionarios y gramáticas):

1923. Se crea la Academia Costarricense de la Lengua, primera de las fundadas en el siglo xx.
 1924. Se establece en Manila la Academia Filipina de la Lengua Española.
 1926. La Academia Panameña de la Lengua se funda en la ciudad de Panamá.
 1926. La Academia Cubana de la Lengua se establece en La Habana.
 1927. La Academia Paraguaya de la Lengua se crea en Asunción.
 1927. La Academia Boliviana de la Lengua se constituye el 25 de agosto de 1927.
 1927. Fundación de la Academia Dominicana de la Lengua en Santo Domingo.
 1928. La Academia Nicaragüense de la Lengua se crea en Managua.
 1931. La Academia Argentina de Letras se funda, el 13 de agosto de 1931, en Buenos Aires.
 1943. Fundación, en Montevideo, de la Academia Nacional de Letras de Uruguay.
 1948. Creada la Academia Hondureña de la Lengua en Tegucigalpa.
 1951. Del 23 de abril al 6 de mayo se desarrolla en México, por iniciativa del entonces presidente
Miguel Alemán, el I Congreso de Academias de la Lengua Española. Se acuerda la constitución de
la Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE).
 1955. Fundación de la Academia Puertorriqueña de la Lengua Española.
 1956. En el II Congreso de la ASALE, celebrado en Madrid del 22 de abril al 2 de mayo, se plantea
la necesidad de impulsar la unidad de la lengua común, ante el riesgo de una posible fragmentación.
 1960. En el III Congreso, celebrado en Colombia entre el 27 de julio y el 6 de agosto, se firma el
Convenio Multilateral de Bogotá, en el que los Gobiernos firmantes reconocen oficialmente el
carácter internacional de la ASALE.
 1964. Se celebra en Buenos Aires el IV Congreso de la Asociación, del 30 de noviembre al 10 de
diciembre.
 1967. Entre los homenajes tributados en memoria de Rubén Darío, con motivo del centenario de su
nacimiento, tiene lugar en Managua, del 16 al 18 de enero, el I Congreso Regional de Academias de
la Lengua de Centroamérica y Panamá, organizado por la Academia Nicaragüense.
 1968. Del 24 de julio al 19 de agosto se celebra en Quito el V Congreso de la ASALE. 
 1972. Se celebra el VI Congreso de la Asociación en Caracas, del 20 al 29 de noviembre.
 1973. Tomás Navarro Tomás, miembro de la Real Academia Española exiliado en Nueva York,
impulsa con diversos colaboradores la fundación de la Academia Norteamericana de la Lengua
Española.
 1976. El VII Congreso se celebra en Santiago de Chile del 13 al 23 de noviembre.
 1980. El VIII Congreso tiene lugar en Lima, del 20 al 27 de abril. La Academia Norteamericana de
la Lengua Española se incorpora como miembro de la ASALE.
 1983. Para conmemorar el I Centenario de la Academia Venezolana, esta corporación convoca, del
26 al 29 de julio, un Congreso Extraordinario de la ASALE.
 1985. Entre los días 7 y 11 de octubre, la RAE reúne en Madrid al resto de academias para celebrar
unas jornadas de trabajo sobre «El lenguaje y los medios de comunicación».
 1989. Del 8 al 15 de octubre se celebra en San José de Costa Rica el IX Congreso de la Asociación.
 1992. Como parte de las conmemoraciones del V Centenario del Descubrimiento de América, y de
la publicación de la primera edición de la Gramática de Nebrija, se organiza en Salamanca un
encuentro extraordinario de academias con el fin de sumarse a la efeméride.
 1994. Del 24 al 29 de abril se celebra en Madrid el X Congreso de la Asociación. Durante la
celebración del congreso, Humberto López Morales, académico puertorriqueño, es elegido
secretario general de la ASALE.
 1996. La Comisión Permanente de la ASALE reitera la necesidad de elaborar un diccionario
académico de americanismos. 
 1997. Entre el 7 y el 11 de abril se celebra en Zacatecas (México) el I Congreso Internacional de la
Lengua Española.
 1998. Organización en Guatemala el II Congreso Regional de Academias de la Lengua de
Centroamérica y Panamá.
1998. Del 15 al 19 de noviembre se celebra en Puebla de los Ángeles, México, el XI Congreso de la
Asociación. Por iniciativa de la Academia Chilena, la RAE recibe el encargo formal de abordar la
nueva edición de la Gramática, con la indicación de que debe ser consensuada por las veintidós
academias.
 1999. Se publica la Ortografía de la lengua española, en la que aparecen por primera vez como
coautoras las veintidós academias.

Entre las tareas de la RAE y del conjunto de Academias, se destacan obras


lexicográficas como el Diccionario de la lengua española, el Diccionario panhispánico de
dudas o el inicio de las tareas relacionadas con el Diccionario histórico. Asimismo, la Real
Academia Española trabaja desde 1993 en un banco de datos del español que se distribuye
en el Corpus diacrónico del español (CORDE) y en el Corpus de referencia del español
actual (CREA).
En cuanto al Instituto Cervantes, ya mencionado, consiste en una institución creada en
1991 con el fin de promover la enseñanza de la lengua española y difundir su cultura, para
lo cual se dedica a la organización de cursos, a la participación en proyectos tendientes a
difundir la lengua y la cultura españolas y a la elaboración de materiales didácticos para la
enseñanza del español como lengua extranjera. Cuenta con 56 sedes distribuidas en 37
países.
(Ruiz Gurillo, L. y Timofeeva, L., 2006)

Lectura de la bibliografía obligatoria


Para esta clase deberán leer: el capítulo XV de Historia de la lengua española de
Rafael Lapesa y el artículo “La lengua española y sus tres formas de estar en el mundo” de
Ángel López García
Unidad 2

Clase nº 19: Revisión de la segunda unidad

“El origen de la lengua se pierde en la nebulosa de los tiempos, confundiéndose con las
incertidumbres del origen de nuestra especie”
Moreno Fernández, Francisco
En la clase de hoy haremos un cierre del recorrido que iniciamos en la clase n° 6,
cuando comenzamos a trazar un panorama de los sucesos histórico-sociales, literarios y
lingüísticos más relevantes de los distintos períodos que abarca la historia de la lengua
española.
Vimos que no es posible fijar con precisión la fecha de nacimiento de una lengua,
describir el momento inicial de su surgimiento como podríamos hacerlo en el caso de un
Estado, una institución, etc. Como señala Cano Aguilar1, toda lengua nace de otra (que en
el caso que nos ocupa es el latín), pero establecer cuándo lo que se habla corresponde a la
lengua nueva y cuándo ya no se trata de la lengua vieja no suele resultar nada fácil.
Entonces, las preguntas ¿cuándo desapareció el latín? y ¿cuándo surgieron las
lenguas romances? resultan muy difíciles de responder. Por lo tanto, a lo largo de esta
segunda unidad del programa, hemos intentado realizar una aproximación al origen y
evolución del idioma español, considerando (dado que se trata de un estudio externo a la
lengua misma, lo que no significa que no se consideren cambios lingüísticos internos)
aspectos históricos (relativos a la historia de la Península Ibérica), literarios (en relación a
movimientos, autores y obras literarios destacados) y acontecimientos histórico-culturales
y sociales (como la llegada de los españoles al continente americano), que resultan
fundamentales en la historia que estamos abordando.
En el cuadro que se presenta a continuación, podrán observar una línea de tiempo en
la que se mencionan los momentos más significativos en la historia de la lengua española,
en relación con lo enunciado en el párrafo anterior:

1 1
Las ideas principales desarrolladas en esta clase están basadas en el siguiente texto: Cano Aguilar, R
(1992), “La historia del español”, Boletín informativo de la fundación Juan March,3-18.
Los antecedentes de la lengua española: la prehistoria y el proceso de
latinización de la Península Ibérica
Todo estudio de la historia de una lengua debe remitirse a la prehistoria, entendida
no sólo como un período que carece de documentos escritos, sino como el conjunto de
antecedentes sobre los que la lengua que hablamos se asentó. Dado que el latín no es una
lengua nativa de la Península Ibérica, cabe preguntarnos qué lenguas se hablaban antes de
la llegada de los romanos y cómo estos impusieron el latín.
Respecto al primer punto, como ya señalamos en clases anteriores, antes del siglo
III a. C., la Península estaba ocupada por pueblos de distinto origen (celtas, íberos, fenicios,
cartagineses, griegos, tartesios, vascos, ligures, celtíberos) que hablaban diferentes lenguas
y que no lograron imponer una por encima de la otra.
Con respecto al segundo punto, sabemos que los romanos invadieron Hispania en el
siglo III a. C. y que, con la implantación del latín como lengua oficial (latinización)
comienza el proceso histórico que culminará en el español. La romanización cultural y la
latinización fue un proceso lento, pero total, que comenzó en el sur de la Península y se
extendió paulatinamente hacia el norte. Los romanos no impusieron su lengua, sin
embargo, los nativos pronto comprendieron las ventajas de hablar latín, por lo que todos lo
fueron aprendiendo y éste se convirtió en la lengua para comunicarse con los nuevos
señores, en la lengua de la política, el comercio y la cultura y, finalmente, en la lengua
empleada en la vida cotidiana y en las tareas diarias.

La Edad Media
Con la declinación cultural y política del Imperio Romano, a raíz de las invasiones
de los pueblos bárbaros (siglo V), la división en reinos germanos provocó la ruptura de la
unidad lingüística, ya que el latín hablado sufrió la interferencia de los nuevos modos de
expresión. De ahí que puede decirse que, a partir del siglo V, ya están en germen las nuevas
lenguas romances, en el sentido de que pueden observarse algunas diferencias dialectales,
aunque habrá que esperar algunos siglos para que esas lenguas se consoliden.
De fundamental importancia en la historia de nuestra lengua, resulta la dominación
de la Península por parte de los árabes, desde el siglo VIII hasta el siglo XV, cuando
finaliza la Reconquista del territorio español por parte de los Reyes Católicos. En este caso,
si bien el latín sigue siendo la norma de prestigio, convive con el empleo del árabe; y se
crea, además, el mozárabe, dialecto en el que confluyen elementos del árabe y del latín
arromanzado (es decir, el latín en sus variedades dialectales) y que ha llegado hasta
nosotros a través de las composiciones poéticas llamadas jarchas. Recordemos, además, que
la influencia directa del árabe se dio principalmente en el léxico, pero resulta aún más
decisiva por la forma en que los árabes condicionaron la evolución de las lenguas
romances: el territorio quedó fragmentado en dos partes, al-Ándalus (de dominio
musulmán) al Sur y al Norte los reinos cristianos, de estos últimos surgieron los condados y
reinos de la España del medioevo y en ellos se fueron desarrollando y consolidando las
variedades dialectales que derivaron en el gallego-portugués, el leonés, el castellano, el
navarro-aragonés y el catalán.
Los reinos del Norte lucharon, paralelamente, contra los musulmanes y entre sí. El
reino de Castilla tuvo una gran expansión, por lo que logró someter a los demás y
encabezar el proceso de Reconquista contra los árabes. A partir de esta supremacía política,
el castellano se impuso como lengua de la Península por sobre los otros dialectos.
El español se va desarrollando hasta que en el siglo XIII se convierte en lengua de
cultura. Y gracias a la labor de Alfonso X, el Sabio, se estabiliza como lengua escrita.

Del castellano al español


Con el inicio de la modernidad, el castellano pasa a denominarse español y se
expande más allá de la Península Ibérica: se transforma en la lengua de la diplomacia
europea y, con la llegada de Colón a América; se implanta en el continente americano (al
mismo tiempo que comienza a recibir influencias de las lenguas amerindias). A esto se
suma que Nebrija publica su Gramática.
Durante el período que abarca los siglos XVI y XVII se produce, además, la etapa
de mayor esplendor de las artes y las letras españolas, conocida como Siglo de Oro, en la
que la lengua literaria se va a constituir en norma del idioma.

El español moderno y el actual


En el siglo XVIII, el español ya está constituido definitivamente como lengua
moderna, con las características que presenta en la actualidad. A partir de la creación de la
Real Academia Española es homogeneizado en una forma de lengua culta, unitaria,
compartida por todos sus hablantes, rasgos que se profundizan con la instrucción escolar.
Y así llegamos al siglo XIX, en el que la lengua española se erige en la lengua de la
enseñanza y la administración en todo el territorio español.
Y, para concluir, podemos señalar que, con más de 580 millones de usuarios y con
su presencia en cuatro continentes (Europa, América, Asia y África) el español ocupa los
primeros puestos, en relación con otras lenguas, y es uno de los idiomas más utilizados en
ámbitos como Internet y las redes sociales, la industria editorial y cinematográfica.
A partir de la próxima clase, comenzaremos a desarrollar los temas
correspondientes a la tercera unidad del programa: el español en América.

Actividad
Para esta clase, les propongo que realicen un cuadro en el que sinteticen todo lo
trabajado en los distintos períodos abordados en la unidad dos. Luego, deberán subirlo al
foro correspondiente a esta clase. Pueden resolver la actividad de a dos.
No se agregarán nuevas lecturas para que puedan releer la bibliografía dada hasta el
momento.

Períodos Contexto Manifestaciones Aspectos


histórico literarias lingüísticos
Por ej.:
La Hispania
prerromana

Unidad 3

Clase nº 20: El español en América

Cuando hablamos del español americano, estamos aludiendo a una entidad que
puede definirse histórica y geográficamente. Es decir, hacemos referencia a las variedades
dialectales del español habladas en América, que comparten una historia común, dado que
se trata de una lengua trasplantada a partir de la llegada de los españoles. (Palanco López,
N., 2009).
Por lo tanto, en esta unidad del programa, con la que damos cierre a esta materia,
nos dedicaremos a estudiar la historia de la lengua en nuestro continente. En esta clase,
trazaremos un panorama de la distribución del español en América; luego, explicitaremos
cuál es la periodización utilizada para abordar su estudio histórico; y, finalmente, nos
centraremos en el primer período en la historia del español americano, desde la llegada de
los españoles a América hasta mediados del siglo XVI.

Distribución geográfica del español


Sobre un total de 21 países en los que el español es lengua oficial, 19
corresponden al continente americano: Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Costa Rica,
Cuba, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá,
Paraguay, Perú, Puerto Rico, República Dominicana, Uruguay y Venezuela.
De esta nómina, México, Colombia, Argentina y Perú ocupan los cinco primeros
lugares en la lista de países con mayor cantidad de hablantes del español. Este idioma
tiene, además, reconocimiento como lengua oficial en las Constituciones de la mayoría de
los Estados americanos, excepto en Argentina, Chile, México, República Dominicana y
Uruguay, donde no se menciona como lengua oficial, aunque de hecho lo es.
En el siguiente mapa, pueden observar los países del continente americano en los
que se habla español:

La periodización en
la historia del
español americano
Para el
estudio de la historia
de la lengua
española en el
continente
americano,
seguiremos la
periodización establecida por el profesor Guillermo Guitarte (Buenos Aires-1923) en el
ensayo “Para una periodización de la historia del español de América”, incluido en el libro
Siete estudios sobre el español de América del año 1983.
En este texto, el autor propone una división de tal historia en colonial e
independiente. A partir de esto, señala que el período colonial puede subdividirse en: 1)
orígenes o formación del español americano, que abarcaría desde el arribo de los españoles
al continente en 1492 hasta 1550, aproximadamente; 2) corresponde al español de la
sociedad colonial unido a la metrópoli (España), en el que se produciría el florecimiento de
las variedades americanas del español; 3) un período de transición a la etapa independiente,
que comprendería las últimas décadas del siglo XVIII y comienzos del XIX.
Y en cuanto a la etapa independiente, ésta puede dividirse, a su vez, en dos etapas:
1) el siglo XIX, una época de transición en la que conviven los ideales de la época colonial
con los impulsos surgidos a raíz de la independencia, convivencia no exenta de conflictos;
2) el siglo XX, cuando se consolidan y se asumen las consecuencias lingüísticas de la
independencia.
En síntesis, en más de 500 años de historia americana de la lengua española, los tres
primeros siglos se caracterizan por la estrecha vinculación con España, y los siglos
restantes por la evolución de la lengua en contextos sociopolíticos independientes. (Moreno
Fernández, F., 2016)

Período colonial 1) Orígenes del español americano


2) Español como lengua de la
sociedad colonial unida a España
3) Transición hacia la independencia
Período independiente 1) Conflictos idiomáticos (siglo XIX)
2) Etapa de equilibrio, se asumen las
consecuencias políticas de la
independencia (siglo XX)

Primer período en la historia del español en América


Cuando los españoles llegaron a América en 1492, se maravillaron tanto por la
naturaleza exuberante como por la diversidad de lenguas que hablaban los nativos. Aunque,
inicialmente Colón creyó que se hablaba un único idioma, extraño a los oídos de los recién
llegados, tal como lo deja de manifiesto en la primera carta de 1493, en la que anuncia el
descubrimiento a los reyes de España:

En todas estas islas no vi mucha diversidad de la hechura de la gente, ni


en las costumbres ni en la lengua; salvo que todos se entienden, que es cosa muy
singular para lo que espero que determinaran Sus Altezas para la conversión de
ellos a nuestra santa fe, a la cual son muy dispuestos.

Sin embargo, al conocer con mayor profundidad el territorio, Colón se percata de su


error y lo da a conocer en la Relación a los reyes con motivo de su segundo viaje. La
diversidad lingüística era impresionante, incluso en lugares próximos entre sí se hablaban
lenguas distintas. Se estima que había más de 1500 lenguas diferentes que pertenecían a
170 grandes familias lingüísticas, aunque algunas lenguas como el náhuatl, el maya, el
quechua y el guaraní fueron las que más se utilizaron como lenguas francas, a través de las
cuales podían comprenderse otras de la misma familia o vecinas. En este sentido, se puede
decir que la gran atomización lingüística que presentaba el continente propició la difusión
de lenguas generales de intercambio y que fueron utilizadas por los europeos para la
evangelización.
Por otra parte, en los comienzos, los españoles sólo pudieron comunicarse mediante
gestos o a través de objetos y dibujos, hasta que algunos individuos (tanto indios como
españoles) pudieron aprender algunos rudimentos de las lenguas en contacto y pudieron
oficiar como intérpretes. (Muñoz Machado, S.; 2019).
No sólo estuvo presente el problema de la comunicación durante los primeros meses
de la estancia de los españoles en el continente, sino que, además, se les presentaba la
dificultad de encontrar palabras en el castellano que permitieran nombrar objetos, plantas y
animales que veían por primera vez, por lo tanto, debieron recurrir al léxico amerindio o a
la adaptación de vocablos que permitieran dar cuenta de esa nueva realidad. Un recurso que
utilizaron, tal como puede observarse en las cartas de Colón y en la obra de los cronistas,
era la de comparar lo que observaban con situaciones o cosas similares a las conocidas en
Europa.
De hecho, la primera palabra amerindia que se incorporó al castellano fue canoa y
fue utilizada por Colón en su Diario del 26 de octubre de 1492.
Otro problema que se originó a causa de la colonización del Nuevo Mundo, estuvo
vinculado con las decisiones que debieron tomar los reyes españoles acerca de si debían
mantener las lenguas y las culturas indígenas o desplazarlas mediante la fuerza. Así, surgió
una legislación en la que se establecía que se debía enseñar castellano a los indios, junto a
la sugerencia de que se respetaran sus usos y costumbres, siempre que fueran compatibles
con su evangelización.
Sin embargo, estas políticas lingüísticas moderadas, se fueron desvaneciendo
porque la evangelización ocupó un lugar prominente y porque los indios fueron
considerados una fuerza de trabajo para los encomenderos, hacendados, colonos y dueños
de explotaciones mineras, al punto de sufrir una aculturación forzosa.

Los intérpretes
La forma más segura para entenderse fue gracias a la labor de los intérpretes (los
lenguas). Colón seleccionó a un grupo de indios para que aprendieran castellano, pero el
problema era que, debido a la diversidad lingüística, los nativos no lograban entenderse con
los pobladores de lugares que se apartaban de las zonas en las que ellos vivían. La
dificultad de la comunicación directa entre españoles e indios fue permanente hasta el fin
de la época colonial.
Sin embargo, algunos personajes resultan decisivos en la conquista de los que más
tarde serían los dos virreinatos más importantes de América: el de Nueva España y el de
Perú. En el primer caso, Hernán Cortés contó con la ayuda de Malinalli Tenépal, una joven
mexica, hablante de náhuatl y de maya, que le fue obsequiada por un cacique de Tabasco.
Fue amante de Cortés y tuvieron un hijo, Martín, uno de los primeros mestizos mexicanos.
Malinalli fue bautizada como Marina, pero fue conocida como Malinche. Por sus
habilidades lingüísticas se convirtió en la intérprete personal de Cortés: además de los
idiomas mencionados, aprendió español. Gozó de gran prestigio tanto entre los indígenas
como los españoles, a tal punto que estos últimos usaban la forma honorífica “doña” para
referirse a ella como “doña Marina”. De hecho, en la entrevista que mantuvieron Cortés y
Moctezuma, ella fue la encargada de traducirlos a ambos.
Personaje polémico, ha sido reivindicada por algunos como un símbolo del
mestizaje mexicano, mientras que el discurso posrevolucionario mexicano la considera un
símbolo de la traición a un pueblo.
Otra figura que se destaca como intérprete es la de Jerónimo de Aguilar, un fraile
español que había sido hecho prisionero por los mayas entre 1511 y 1519, año en que fue
rescatado por Cortés, a quien sirvió de intérprete en la lengua maya.
Imagen de Malinche

Otro intérprete, ligado en este caso al conquistador Francisco Pizarro frente a los
jefes del imperio inca, fue Felipillo, hablante de quechua y español. También fue un
personaje controvertido, y en 1536 fue ejecutado acusado de traición.
Estos personajes fueron los primeros hablantes bilingües del continente americano,
de gran importancia, puesto que la mayoría de la población española asentada en América
en esta etapa no conoció ninguna lengua nativa, así como los indios tampoco pudieron
valerse del castellano.

A modo de cierre
Como ya mencionamos, la palabra canoa constituye el primer americanismo de la
lengua española; se trata de un término que procede del arahuaco y que fue recogido por
Colón en el diario del 26 de octubre de 1492. Son raras las ocasiones en que es posible
fechar con exactitud la llegada de un préstamo lingüístico a una lengua.
En este caso, esta palabra designaba una embarcación desconocida para los
españoles, por lo que también se la denominaba almadía (una balsa cuya plataforma estaba
hecha con maderos unidos y constituían lo más semejante que conocían).
En 1495, Nebrija incluyó este término en su Vocabulario español-latino, quedando
así registrada en un diccionario. Luego, desde el español, ha pasado a otras lenguas
occidentales, como en italiano canotto; en francés canot; o en inglés canoe.(Moreno
Fernández, F.; 2016)
En junio de este año, se puso en marcha la primera red panhispánica para la
internacionalización de la cultura en español, creada por el Instituto Cervantes (España), el
Centro Cultural Inca Garcilaso (Perú), el Instituto Caro y Cuervo (Colombia) y la
Universidad Autónoma de México (UNAM); la plataforma recibió el nombre Canoa, por
ser la primera palabra de los pueblos originarios de América adoptada por la lengua
española.

Para esta clase no se agregarán lecturas obligatorias.


Unidad 3

Clase nº 21: El español en América en los siglos XVI y XVII

En la clase anterior comenzamos a desarrollar algunos aspectos vinculados al


español en América y establecimos la periodización trazada por el filólogo argentino
Guillermo Guitarte, centrándonos en la primera etapa establecida por el autor: los orígenes
de la lengua española en nuestro continente, desde la llegada de los españoles hasta la
primera mitad del siglo XVI.
En la clase de hoy, abordaremos el segundo período en la historia del español
americano que abarca la segunda mitad del siglo XVI y el siglo XVII, en el que se produce
el proceso de aculturación de los pueblos amerindios. En este sentido, veremos cómo se
produjo la transmisión del español a los nativos, la hispanización de la vida social, la
importancia de la educación en este proceso, la influencia de los elementos indígenas y
africanos y las primeras figuras literarias de las colonias.
El proceso de aculturación de los pueblos amerindios
De acuerdo a la definición de la RAE, la aculturación consiste en la “recepción y
asimilación de elementos culturales de un grupo humano por parte de otro.”
Centrándonos en la introducción del castellano en las colonias americanas y en la
formación de sus rasgos lingüísticos, éstos fueron consecuencia de la vida colonial y de los
vínculos que se establecieron entre los grupos etno-raciales (blancos, indios y negros) y las
distintas clases en el interior de las comunidades coloniales. De acuerdo a Moreno
Fernández (2016), para entender este proceso es necesario centrarse en tres aspectos
concretos: 1) la transmisión del español a los nativos, 2) la hispanización de la vida social;
y 3) la formación del español americano en las diferentes áreas geográficas. Por otra parte,
este autor señala que esos tres aspectos se desarrollaron sobre unas bases peculiares (que
permiten distinguir la colonización hispánica frente a otras como la inglesa y la
portuguesa), tales como: la adaptación al territorio, la diversidad de las poblaciones
indígenas, la finalidad evangelizadora y la intensidad del proceso urbanizador.

Transmisión de la lengua
En la transmisión de la lengua española a los pueblos amerindios, influyó tanto el
modelo de explotación económico impuesto, como el objetivo evangelizador de los
conquistadores, a lo que puede agregarse el modelo urbano implantado. En los tres casos,
se parte de la posición de fuerza y prestigio que poseían los españoles.
Pese a que los españoles constituían un porcentaje muy bajo de la población
americana (entre 1% y 5 %), concentraban el poder social y económico: por un lado, por la
instauración de la encomienda, una institución en la que un español (encomendero) tenía a
su disposición un grupo de indios que debían servirlo o pagarles un tributo; a cambio de
que los indios trabajaran en la tierra, las minas u otras industrias o haciendas, los
encomenderos debían enseñarles la religión católica y los rudimentos de la lengua española.
(Muñoz Machado, S.; 2019). Este servicio personal de trabajo forzoso entró en decadencia
en el siglo XVII y se abolió en el siglo XVIII.
La encomienda: la explotación de los indios

Este sistema permitió, entonces, la transmisión de la lengua española, por la vía de


la catequización, y colocaba al idioma español en una posición más elevada mientras que
las lenguas indígenas ocupaban una posición más baja, aunque entre ellas también existía
una jerarquía.
En esta situación de superioridad social y económica de los españoles, las ciudades
coloniales se construyeron en torno al poder de éstos y al uso público y elevado de la
lengua española. Este proceso de hispanización se completó con los criollos, es decir, los
descendientes de españoles.
El mestizaje se dio tempranamente ya que, recién en el siglo XVII, arribó un
mayor número de mujeres y niños españoles a América. Para esta época, la población
mestiza era un número muy relevante. Los mestizos hablaban español, ya que esta lengua
era la que posibilitaba la integración social, lo que da cuenta de la situación de diglosia
entre el español y las lenguas indígenas.
Por otra parte, una vez implantado el español, la organización administrativa
impuesta por España, dará como resultado la diferenciación lingüística en las distintas
regiones del continente. Desde un punto de vista geográfico, el territorio fue dividido en
virreinatos de los cuales los más importantes fueron el de Nueva España, que comprendía
México, Estados Unidos y Centroamérica, y el de Perú, que en el siglo XVIII se dividiría
en el de Nueva Granada (Colombia y Venezuela) y el del Río de la Plata. A su vez, por
debajo de los virreinatos estaban las audiencias, que posteriormente darían lugar a las
naciones independientes y que sirvieron para configurar la aludida diferenciación
lingüística: estas áreas (la caribeña, la mexicano-centroamericana, la andina, la chilena y la
austral) presentan diferencias fonéticas, léxicas o gramaticales, tema que desarrollaremos
en la penúltima clase.
En los siguientes mapas pueden observar la organización territorial de los
virreinatos. En la primera imagen, los virreinatos creados en el siglo XVII durante la
dinastía de los Habsburgo; en el segundo mapa, los creados en el siglo XVIII durante el
reinado de los Borbones.

La influencia indígena
Como señalamos en la clase anterior, América puede definirse como un espacio
multilingüe y multicultural. En ese contexto, la lengua española traída por los conquistadores tuvo
que adecuarse a las necesidades comunicativas. Y en ese proceso de americanización del español
fue fundamental la función que desempeñaron los traductores (los lenguas), tanto indígenas que
supieran español como españoles (principalmente los frailes) que conocieran las lenguas nativas.
La influencia indígena sobre el español no es demasiado relevante en el plano de los
sonidos (la pronunciación) y la gramática. Se destaca, eso sí, en el plano del vocabulario:

Si bien es cierto que los españoles que llegaban a América poseían sus
referencias espacio-temporales y las denominaciones de la fauna y flora que les eran
próximas, hemos de constatar que la realidad visualizada en América, sin contar con el
enorme caudal léxico suministrado por las lenguas indígenas: hamaca, barbacoa,
piragua, alpaca, cancha, piraña, mandioca, etc., debió imponérseles para encontrar el
léxico apropiado que marcara un poco sus referencias, al ser tan diferente el paisaje, la
fauna, la flora y las relaciones humanas a las dejadas en su rincón de origen peninsular.
(Lobato, J. S., 1994; pp. 563-564))

Por otra parte, podemos señalar que en el proceso de recepción de voces


americanas en el español, se reconocen tres fenómenos: 1) la adaptación léxica: frente a las
nuevas realidades con que se iban encontrando los españoles, adaptaron formas de su
propia lengua para denominarlas; por ejemplo, en un principio llamaron “lagartos” a los
caimanes o “leones” a los pumas; 2) la adopción léxica: cuando no contaban con
determinadas palabras para denominar una realidad, recurrieron a los préstamos léxicos, es
decir, prestaban atención a la denominación que utilizaban los nativos y la adaptaban a la
pronunciación española; por ejemplo, del arahuaco tomaron “ají” e “iguana” o del guaraní,
“mandioca” y “tucán”; y 3) la creación de nuevos términos: en ocasiones recurrieron a
compuestos y derivados para denominar realidades en las que la adaptación y la adopción
de nuevo vocabulario no era suficiente, por ejemplo, “fruta de la pasión” (maracuyá) o
“chichipato” (en Colombia, persona que realiza pequeños negocios).

La influencia del elemento africano


Además de los europeos y los indígenas, durante la época colonial tuvieron gran
importancia los africanos, cuya llegada al continente estuvo vinculada con la necesidad de
mano de obra para los diferentes trabajos y explotaciones que allí tenían lugar. Pese a su
importancia (se estima que, entre los siglos XVI y XIX, más de nueve millones de esclavos
arribaron a América; de los cuales el 16 % se asentaron en las colonias españolas) su
impronta en la lengua es limitada.
Estos esclavos procedían de etnias diferentes (fulani, mandinga, yoruba, kongo,
etc.), por lo que, al no compartir una lengua común, esto favoreció la adopción de las
lenguas europeas. Al mismo tiempo se desarrollaron variedades criollas que incorporaban
elementos africanos (por ejemplo, el créole en Haití o el palenquero en Colombia).
Por último, del contacto entre las lenguas africanas y el español se han incorporado
términos, tales como: marimba, conga, pachanga, merengue, mambo, vudú, timba,
mondongo, etc. (Moreno Fernández, F.; 2016)

La educación y las figuras literarias de las colonias


La influencia de los modelos culturales de España y la creación de una estructura
educativa, que abarcaba los diferentes niveles de enseñanza, en las colonias fue
fundamental para la definitiva implantación del español como lengua en el continente
americano.
En un inicio, las escuelas se crearon para que se educaran los criollos y se
enfocaban en la tarea de evangelización, ya que la dirección y organización estaba a cargo
de las órdenes religiosas. Sin embargo, más adelante, también se prestó atención a la
educación de los indígenas, principalmente a través de las escuelas de oficios. También
hubo instituciones dedicadas a la formación de la nobleza india y sus descendientes.
De estas escuelas surgieron maestros, intérpretes, jueces y gobernadores. Y, en
muchos casos, la educación se llevó a cabo a través de las lenguas nativas más importantes,
hasta 1559, año en que una ordenanza real exigía la enseñanza del castellano.
Por otra parte, también se crearon universidades, lo que generó que se instalaran
imprentas y se conocieran en América los conocimientos y la literatura de la época. A esto,
cabe agregar que en la educación se fomentaba la enseñanza de tres lenguas: el latín (la más
prestigiosa), el español (hablado y escrito) y, en tercer lugar, en cuanto al prestigio, las
versiones romanizadas de las lenguas indígenas más importantes.
Junto al crecimiento de la población alfabetizada, surgieron en las colonias las
primeras figuras literarias, de los cuales podemos destacar al escritor Garcilaso de la Vega,
llamado El Inca (Cuzco, actual Perú, 1539-Córdoba, España, 1616) y a Juana Inés de
Asbaje y Ramírez, mejor conocida como Sor Juana Inés de la Cruz (San Miguel de
Nepantla, actual México, 1651-Ciudad de México, 1695). Para conocer acerca de la vida y
obra de estos autores, pueden leer las biografías en los sitios cuyos enlaces dejo a
continuación:

http://www.cervantesvirtual.com/portales/inca_garcilaso_de_la_vega/autor_apunte/

https://www.biografiasyvidas.com/biografia/j/juana_ines.htm
Con estos autores, cerramos esta clase. En la próxima, nos dedicaremos al tercer y
al cuarto períodos en la historia del español en América.

Actividad
Lean el capítulo XVII “El español de América” de Historia de la lengua española de
Rafael Lapesa y expliquen brevemente:
 Cuál fue la política lingüística llevada a cabo por la Iglesia para evangelizar a los
indios.
 La relación del español con las lenguas indígenas
Compartan la actividad en el foro correspondiente a esta clase.
Unidad 3

Clase nº 22: El español en América en los siglos XVIII y XIX

En la última clase, abordamos las principales características que presentaba la


lengua española en nuestro continente durante los siglos XVI y XVII. Vimos cómo se llevó
a cabo la aculturación de los nativos; cuál fue el rol de la educación y de las misiones
evangelizadoras; y las influencias que recibió la lengua, tanto de las lenguas amerindias
como de las africanas.
En la clase de hoy nos centraremos en los períodos correspondientes a los siglos
XVIII y XIX. En el primer caso, sintetizaremos la situación en que se encontraba la lengua
en América en la etapa de transición hacia la independencia; y con respecto al siglo XIX,
veremos cómo se pusieron en marcha los procesos de independencia de los territorios
americanos respecto de España. En este contexto se plantean tres cuestiones vinculadas a la
lengua española en América: el problema del nombre; la reforma de la ortografía; y la
unidad (o no) de la lengua a ambos lados del Atlántico. En suma, se puede decir que a raíz
de la emancipación de las colonias se suscita una reflexión sobre la construcción lingüística
de la identidad americana.
El español americano a fines del siglo XVIII
A lo largo del siglo XVIII, cuando comienza en España el reinado de los Borbones,
éstos se esforzaron en modificar las formas de administrar las colonias americanas,
fortaleciendo la centralización y el control. Estas modificaciones en las políticas de
administración influyeron en el castellano, cuyo aprendizaje se hizo obligatorio. Sin
embargo, al inicio de los procesos independentistas, sólo hablaban español tres millones de
habitantes. Por lo tanto, serán las nuevas naciones americanas las que concluirán las
políticas de expansión del castellano, en base a dos líneas de acción: por una parte,
forzando la incorporación de las poblaciones indias a la “civilización criolla” o
desplazándolas definitivamente; y, por otro lado, estableciendo programas de enseñanza
que incluían la implantación del castellano como lengua general. (Muñoz Machado,
S.;2019).
Siguiendo a Bravo García (2010) podemos señalar las principales características que
presenta la lengua española al inicio de los movimientos independentistas:
 Es el medio de comunicación más amplio y difundido en las colonias
americanas, debido al prestigio que posee, vinculado a los centros urbanos.
 Posee una forma propia en América, que permite caracterizar usos
dialectales diferentes.
 Las diferencias regionales, si bien no son tan profundas (al punto de reforzar
los localismos) sirven de apoyo a algunos pensadores preindependentistas
para intentar hallar en ellas lo americano.
 Comienza a surgir el interés por el estudio de la modalidad americana en sí
misma, en tanto objeto de identidad nacional, que no necesita de la
comparación constante con el castellano de la metrópoli.
 Durante los procesos de independencia, la lengua española es concebida
como un medio de unidad supranacional, como un elemento de
identificación de las nuevas sociedades, por encima de las lenguas
autóctonas.

La independencia de las colonias americanas


A partir de 1808, se inició una etapa en la que España seguiría un nuevo rumbo
político y los virreinatos americanos iniciarían los procesos de independencia de sus
repúblicas. Más allá de que el proceso, en cada territorio, se inició por diferentes causas, se
terminó dando por la irrupción de Napoleón Bonaparte en el panorama político europeo,
español y americano.
España, que había cerrado las fronteras con Francia por temor a las ideas
revolucionarias que provenían de aquel país, se alió con Napoleón, quien ocupó
militarmente el territorio español en 1807, aduciendo que la intención era llegar a Portugal,
entonces aliado de Inglaterra. Carlos IV, monarca depuesto por su hijo Fernando VII (en el
Motín de Aranjuez) fue el responsable de la ocupación de Napoleón, ya que éste había
acudido a su pedido de auxilio. Por lo tanto, cuando Carlos IV fue restituido en el trono,
abdicó en favor de Napoleón, quien, a su vez, nombró rey de España a su hermano José.
Este hecho condujo, por un lado, a un afrancesamiento de la corte; y, por otro, originó un
rechazo popular contra los franceses y originó la Guerra de la Independencia entre 1808 y
1814.

Imagen de Carlos IV
Imagen de José Napoleón

En este contexto de guerra y caos en el gobierno de España, los territorios


americanos conducidos por las élites criollas, hallaron el momento propicio para manifestar
su malestar con la metrópoli, especialmente en materia socioeconómica. Entre 1740 y 1807
se produjeron las primeras revueltas (en Caracas, México, Quito, Santiago de Chile y
Charcas), que finalizaron con las declaraciones de independencia a partir de 1810. Este
proceso independentista fue extenso y desigual en el continente: en 1810 se eligió la
Primera Junta de Gobierno para las provincias del Río de la Plata, se inició la guerra en
México y se creó la Primera Junta de Gobierno de Chile. Las rebeliones y batallas se fueron
sucediendo sin freno a lo largo del continente y, “hacia mediados del siglo XIX, el mapa
político y lingüístico del español de América ya había quedado dibujado” (Moreno
Fernández, F; 2016, p. 84)
En el siguiente mapa, pueden observar las fechas de los procesos de independencia
en los diferentes territorios americanos dependientes de España:
La lengua y la independencia
En la independencia de las colonias americanas, la lengua en principio no supone un
conflicto. Una vez realizada la independencia política, se busca una independencia
intelectual, pero no una lengua nueva, ya que el español permite enlazar a distintos grupos
sociales (indios, negros, criollos y españoles) y resulta apropiada para la consolidación de
una identidad nacional. El debate se originará más tarde, cuando se discuta si la
emancipación puede ser completa mientras se use una lengua que tiene por nombre y como
modelo a España, el país con el que se quiere romper.
De ahí que se origine una tensión entre la realidad idiomática y el afán de
diferenciación, lo que tendrá como consecuencias: 1) el afán por dirigir los propios destinos
de la lengua hablada en América (a nivel nacional o supranacional); y 2) la necesidad de
definir una lengua propia que se distinga de la heredada.
A lo largo del siglo XIX, pueden establecerse dos etapas, de acuerdo a Eva Bravo
García (2010):

Primera etapa (1810-1860)


Se centra en la conflictividad entre la metrópoli y sus ex colonias; se caracteriza por
la incomunicación. Las tensiones políticas se trasladan al idioma: la confrontación se vive
en torno al conservadurismo (se pretende mantener el control sobre la lengua, en base a los
usos castizos metropolitanos) o a la innovación (defienden una identidad propia y rechazan
las posturas de la metrópoli). Esta dialéctica marcará a la primera generación de
intelectuales, tal como desarrollaremos a continuación.

La Generación del 37
Se conoce como Generación del 37 al primer movimiento intelectual surgido en
Argentina, conformado por escritores del siglo XIX, tales como: Esteban Echeverría (1805-
1851), Juan Bautista Alberdi (1810-1884), Juan María Gutiérrez (1809-1878), Domingo
Faustino Sarmiento (1811-1888), Vicente Fidel López (1815-1904), Bartolomé Mitre
(1821-1906), José Mármol (1807-1882), Félix Frías (1816-1881).

En Argentina, la conformación de una unidad política independiente fue anterior a


la constitución cultural de la nación. Esta tarea intentó llevarla a cabo la Generación del 37,
centrándose en dos aspectos: la lengua y la literatura. Para estos intelectuales, España era
sinónimo de atraso en todos los órdenes, especialmente en el de la cultura; por lo tanto, la
ruptura con la metrópoli se complementaba con la adhesión a modelos culturales
prestigiosos, que proveyeran las pautas necesarias para la modernización. El ideal a seguir,
en este sentido, era Francia.
Les preocupaba que la lengua española se proyectaba como un vacío a llenar, ya
que no contaba con las palabras necesarias para designar las nuevas realidades políticas e
ideológicas. A partir de la idea de que a cada nación le corresponde una lengua que refleje
su espíritu, se derivaba (a nivel teórico, no empírico) la necesidad de un producto
lingüístico propio.
Cuestionaron, además, la legitimidad de mantener intacto el idioma heredado, ya
que la literatura de la república en ciernes requería una adecuación del lenguaje a esa nueva
realidad. Se trató de un proyecto utópico, ya que, en el contexto del gobierno de Rosas, está
élite no tenía la posibilidad de modificar la realidad, ya que no contaba con el apoyo
popular (Di Tullio, A.; 2010)

Domingo Faustino Sarmiento


Por el lugar destacado que ocupa en la historia intelectual de nuestro país, le
dedicamos un apartado a este pensador, en cuya obra aparece de manera recurrente la
preocupación por la problemática de la lengua: 1) desde su rol de periodista observa la
necesidad de un medio de expresión claro, ágil, dotado de un léxico intelectual que no era
posible hallar en la prosa española; 2) como educador, la necesidad de llevar a cabo la
alfabetización inicial, lo conduce a proponer una reforma de la ortografía; 3) como político,
propicia la democratización de la expresión y rechaza la manipulación de la que se sirven
los déspotas; y 4) desde su lugar de escritor, es consciente del poder que tienen las palabras,
por lo que las ajusta a las ideas que se propone transmitir. (Di Tullio, A.; 2010)
Durante su exilio en Chile, se ocupa de la cuestión del idioma y mantiene una
polémica con Andrés Bello, rector de la Universidad de Chile, que aparece en El Mercurio
en 1842.
Andrés Bello defiende una concepción purista, castiza, estática e inmovilista del
idioma; se trata de una visión aristocrática y arcaizante, que toma como modelos literarios a
los autores del Siglo de Oro español. En tanto Sarmiento, cuestionaba el derecho de las
élites que, ligadas al pasado colonial, se arrogaban la pretensión de legislar sobre la lengua
y propugnaba la soberanía del pueblo en el desarrollo del lenguaje (entendiendo por pueblo
a la “gente decente”, a los “americanos cultos”, grupo al cual él pertenecía).
Imagen de Andrés Bello

Segunda etapa (a partir de 1860)


Se inicia una nueva etapa en las relaciones políticas y culturales entre España y
América, por lo que, un grupo de intelectuales mantendrá ciertos acuerdos con la metrópoli,
reivindicando la lengua como elemento de cohesión americano.

La Generación del 80
Para este grupo de intelectuales de fines del siglo XIX, la lengua ya no resultaba un
problema; no sólo se reconocen las divergencias respecto del español peninsular, sino que
se valoran como legítimos los rasgos de la modalidad dialectal.
A raíz de las consecuencias de la política inmigratoria, que ellos mismos
propiciaron (inmigración no deseada, crecimiento desmesurado de Buenos Aires, nuevos
“valores sociales”, etc.) su evolución ideológica, se modificó a comienzos del siglo XX. En
relación a la lengua, ante la amenaza de caos cultural y lingüístico, esta élite manifiesta
actitudes de defensa y protección frente a la amenaza de la inmigración: ante el peligro que
supone la “degradación del español”, el hispanismo supuso la respuesta más pertinente para
contrarrestar esos efectos disolventes y el castellano castizo, la norma a la que debían
ceñirse todas las prácticas lingüísticas.
En la próxima clase daremos cierre a esta unidad, trazando un panorama de la
situación del español americano durante el siglo XX y en la actualidad.
En esta ocasión no agregaremos lecturas obligatorias.
Unidad 3

Clase nº 23: El español en América en los siglos XX y XXI


En la clase anterior, desarrollamos el tercer y cuarto períodos correspondientes a la
historia del español en el continente americano. En el primer caso, presentamos las
principales características que mostraba nuestra lengua a fines del siglo XVIII; en tanto en
lo que respecta al cuarto período, nos centramos en el proceso de independencia de las
colonias americanas y el impacto que tuvo en relación a la lengua española. En una primera
etapa (1810-1860) observamos que las tensiones políticas se trasladaron al ámbito
lingüístico, dando lugar a una tensión entre los partidarios del conservadurismo y aquellos
que estaban a favor de la innovación; mientras que, en la segunda etapa (a partir de 1860),
se producirá una reivindicación de la lengua como elemento de cohesión americano.
En esta clase nos ocuparemos del quinto período presentado por Guillermo Guitarte,
el del siglo XX. Para ello, explicaremos cómo las polémicas en torno a la lengua se
mantienen durante los primeros años de este siglo; luego, reseñaremos la política
panhispánica de las academias de la lengua en nuestro continente. Finalmente, trazaremos
un panorama de las variedades dialectales que, en la actualidad, se pueden observar en
América.

Polémicas en torno a la lengua


A comienzos del siglo XX, a partir del surgimiento del nacionalismo cultural, las
élites comienzan a preocuparse por la conformación de la nación desde una perspectiva
cultural. En el caso de nuestro país, el Estado va a hacer hincapié en el rol de la escuela
como instrumento de aculturación de los inmigrantes y sus hijos. En este contexto, una de
las problemáticas a discutir es qué es la lengua nacional o si existe tal lengua. En este
sentido, un grupo de intelectuales serán los protagonistas de esta discusión. Por ejemplo,
Luciano Abeille (1859-1949), médico y filólogo argentino, se manifestaba en contra de la
fijeza del idioma, priorizando el uso por encima de la norma; mientras que, Ernesto
Quesada (1858-1934), abogado e historiador, se mostraba a favor de la unidad de la lengua
española y contrario a cualquier fragmentación dialectal.
Si bien esta polémica se desarrolla en los primeros años del siglo XX, la cuestión de
la lengua estuvo presente durante mucho tiempo, especialmente en los momentos en que
recrudeció el nacionalismo.
Las academias de la lengua en América. Política panhispánica
Casi un siglo y medio después de que se fundara la Real Academia Española, se
creó en 1871 la Academia Colombiana de la Lengua (la más antigua en América) fundada
por un grupo de lingüistas y escritores, entre los que se destacan Rufino José Cuervo y
Miguel Antonio Caro.
A partir de este momento, y a lo largo del siglo XX, se irán fundando diferentes
academias de la lengua (llegarán a veintitrés en total) y, a partir del año 1951 conformarán
la Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE). Esta asociación nuclea,
además, a las academias de España, Filipinas y Guinea Ecuatorial y tiene como finalidad
“trabajar a favor de la unidad, integridad y crecimiento de la lengua española, que
constituye el más rico patrimonio común de la comunidad hispanohablante.”
Desde el año 1999, en que se publica la Ortografía suscrita por todas las academias,
todas las instituciones trabajan conjuntamente en sus obras y proyectos. A partir del estudio
y el debate sobre las diferentes propuestas, intentan alcanzar un consenso que les permita
establecer normas comunes para los hispanohablantes, en lo que respecta al léxico, la
gramática y la ortografía. Se destaca, entonces, el trabajo al servicio de la unidad del
español sin menoscabo de su variedad.

Variedades dialectales en América


Siguiendo a Moreno Fernández (2016), la dicotomía fragmentación/unidad de la
lengua española en nuestro continente parece haber evolucionado hacia el entendimiento y
la intercomunicación entre los hablantes del español de diversos lugares. Resulta
especialmente llamativo el elevado nivel de intercomprensión entre las diferentes
variedades del español, sobre todo en la lengua culta; y más asombroso todavía, es el hecho
de que cualquier hablante medio puede comprender textos escritos en esta lengua hace
varios siglos.
El español americano posee algunos rasgos compartidos y generalizados en casi
todo el continente, como:
 el seseo (que consiste en pronunciar las letras c (ante e, i) y z con el sonido
que corresponde a la letra s; así, un hablante seseante dirá <serésa> por
cereza o <sapáto> por zapato)
 el empleo de ustedes para expresar cercanía en la segunda persona del plural
 el uso de se los (se los dije) o de luego de, “después de”
 empleo de numerosas formas léxicas comunes: amarrar (atar), botar (tirar),
bravo (enojado), cachetes (mejillas), egresar (graduarse), entre otras.
Sin embargo, más allá de los rasgos compartidos, pueden identificarse cinco
grandes zonas dialectales que presentan características diferenciadas. En el siguiente mapa,
pueden observar esa regionalización:

1) En color celeste: México y parte norte de América Central (Guatemala, El


Salvador, Honduras y Nicaragua).
2) En rojo: parte sur de América Central (Costa Rica y Panamá), más parte norte
de América del Sur (regiones interiores de Colombia y Venezuela).
3) En naranja: el Caribe insular, más Panamá, y las costas de Colombia y
Venezuela.
4) En verde: la Región Andina.
5) En amarillo: el Cono Sur.

A continuación, trazaremos un panorama de las características lingüísticas de


esos cinco grupos:

El español mexicano y centroamericano


Entre las características más sobresalientes de este grupo, se pueden enumerar
algunas en relación a la pronunciación, a la gramática y al léxico. En el primer aspecto, se
observa una tendencia a pronunciar de forma plenas las consonantes, aun en posición final
de sílaba y de palabra; las vocales que no llevan acento se hacen débiles (por ejemplo,
cafsito, “cafecito”). También suelen crearse diptongos cuando e y o aparecen ante otra
vocal (como en tiatro, “teatro”). En el plano gramatical, se emplea le con valor
intensificador (ándele, sígale) y se usan expresiones como no más, “solamente” o ni
modo, “de ninguna forma”. En lo que atañe al léxico, más allá de los particularismos de
cada país, podemos hallar numerosas voces indígenas, por ejemplo: chapulín, “langosta”;
cuate, “mellizo” o elote, “maíz tierno”.

El español caribeño
Las hablas caribeñas, de las Antillas y de la costa, presentan una gran diversidad
interna; no obstante, pueden reconocerse rasgos comunes. Por ejemplo, la tendencia a
aspirar, debilitar y perder consonantes en posición final de sílaba (en especial la s): mesah,
“mesas” o verdá, “verdad”. En lo que hace a aspectos gramaticales, se destacan: la
tendencia a colocar el sujeto antes que el verbo en las interrogativas y los infinitivos (¿qué
tú quieres?, “sonreí al decirme tú eso”). También, como en el caso anterior, podemos
observar el uso de indigenismos, como: guanajo, “pavo”; catire, “rubio”; y, por otra parte,
voces africanas, bemba, “labios gruesos” o gongolí, “gusano”.
En esta área se observan, además, dos casos de lenguas criollas (pueden remitirse
a la primera unidad de esta materia en la que se explican los pidgin y las lenguas criollas):
el palenquero y el papiamento.

El español andino
Aquí podemos observar, respecto a la pronunciación, el mantenimiento de la ese
a final de sílaba y la tendencia a pronunciar la erre y tr- inicial como algo parecido a
carso, “carro” y tses, “tres”. En el plano gramatical, se destaca el uso de muy delante de
superlativos: esta comida está muy riquísima. Y en lo que hace al léxico, podemos hallar
palabras generales en América del Sur (andinismo, “alpinismo”; saber, “soler),
particulares de la zona andina (combazo, “puñetazo”, chongo, “escándalo”) o tomadas de
las lenguas indígenas, especialmente del quechua (china, “india”; guagua, “niño de
pecho”).

El español de la zona austral


Entre los usos generalizados en la pronunciación, se destacan: la tendencia a
pronunciar el sonido ye (escrito y o ll): sisha, “silla”, sho, “yo”; la tendencia a perder o
debilitar la s final (mihmo, “mismo”) y a acentuar el pronombre en palabras como
tomandolá, “tomándola”. En el plano gramatical, es significativo el uso del pronombre
vos como tratamiento de cercanía.
Y en cuanto a los usos léxicos de Argentina, Uruguay y Paraguay se destacan por
la confluencia de voces provenientes de indigenismos, italianismos y lunfardismos. Así,
son ejemplos de voces generalizadas, expresiones como: al pedo, “inútil”; bancarse,
“soportar”, colectivo, “autobús”. Son italianismos: feta, “loncha de fiambre” o laburo,
“trabajo”. Provienen del lunfardo, cana, “policía” o fiaca, “pereza”. Y, por último, del
guaraní, matete, “confusión” o mitaí, “niño”

El español chileno
En este caso, la s se debilita y se pierde en la pronunciación (loh toro, “los
toros”) y las consonantes velares (c, q, j, g) se hacen algo palatales (quieso, “queso”;
gieneral, “general”). En cuanto al aspecto gramatical, se observa un rasgo particular,
aunque no exclusivo: el uso de se me le (se me le quiso arrepentir). Y, para concluir, en el
léxico, se observan palabras propias de Chile (cototudo, “difícil”, huevón, “estúpido”) y
quechuismos como pololo, “novio”.
Con esta breve caracterización de las diferentes áreas dialectales, concluimos con
la tercera unidad de esta materia.

Lectura de bibliografía obligatoria

MARIMÓN LLORCA, Carmen, “El español en América: de la conquista a la época


colonial”, Biblioteca Virtual Cervantes, Alicante, 2006.

Unidad 3

Clase nº 24: Revisión de la unidad 3. Consideraciones finales

En la última clase trazamos un panorama de la situación del español actual y


establecimos una regionalización lingüística del continente. En la clase de hoy, haremos
una breve revisión de los distintos períodos en la historia del español americano, que
estudiamos en la tercera unidad de esta materia. A continuación, y a modo de cierre de la
cursada, presentaremos algunos lineamientos para rendir el examen final.

Revisión de la unidad 3
En el siguiente cuadro, se encuentran sistematizadas las principales características
de las diferentes etapas de la lengua española en nuestro continente:

Periodización de Período colonial Orígenes del Llegada de los españoles


la historia del español americano a América.
(siglos XV a fines
español de (desde 1492 hasta Problemas en la
América del siglo XVIII) 1550 comunicación entre
(Guillermo aproximadamente) españoles e indígenas
Guitarte;1983). Se Diversidad de lenguas
establecen dos nativas
grandes períodos Se destaca la labor de los
que, a su vez, se intérpretes (los lenguas):
subdividen en Malinche, Jerónimo de
cinco etapas Aguilar y Felipillo.
La palabra canoa
constituye el primer
americanismo de la
lengua española.

Español como Continúa el proceso de


lengua de la aculturación de los
sociedad colonial nativos. Transmisión de
unida a España la lengua española a
(segunda mitad del través de la encomienda
siglo XVI y el siglo y la catequización.
XVII) División del territorio en
virreinatos (tendrá
incidencia en la
regionalización
lingüística)
Influencia indígena:
proceso de recepción de
voces americanas en el
español (adaptación
léxica; adopción léxica y
creación de nuevos
términos).
Influencia del elemento
africano.
Creación de escuelas y
universidades en
América.
Surgimiento de las
primeras figuras literarias
de la colonia: el Inca
Garcilaso de la Vega y
Sor Juana Inés de la Cruz
Transición hacia la Implantación del
independencia castellano como lengua
(comprende las obligatoria.
últimas décadas del El español es el medio de
siglo XVIII y comunicación más
comienzos del difundido en las colonias
XIX) americanas, debido a su
prestigio.
Se empiezan a reconocer
variedades regionales del
español americano.
La lengua española es
concebida como un
medio de unidad
supranacional durante los
procesos
independentistas.
Período Conflictos En el siglo XIX
independiente idiomáticos (siglo comienzan a
(desde el siglo XIX) independizarse las
XIX hasta la colonias americanas de la
actualidad) metrópoli.
Se pueden establecer dos
etapas en relación a la
lengua durante este
proceso:
1) 1810-1860: se
centra en la
conflictividad
entre la metrópoli
y sus ex colonias;
se caracteriza por
la
incomunicación.
Polémica entre el
conservadurismo
y la innovación.
Generación del
37. Polémica
Sarmiento/Andrés
Bello.
2) A partir de 1860:
nueva etapa en
las relaciones
políticas y
culturales entre
España y
América;
reivindicación de
la lengua como
elemento de
cohesión
americano.
Generación del
80.
El siglo XX (se Polémicas en torno a la
consolidan y se lengua: surgimiento del
asumen las nacionalismo cultural a
consecuencias comienzos del siglo XX.
lingüísticas de la Creación de las
independencia) y el academias americanas de
español actual la lengua.
A partir del año 1951
conformación de la
Asociación de
Academias de la Lengua
Española (ASALE).
Política panhispánica (a
favor de la unidad
lingüística).
Variedades dialectales: el
español mexicano y
centroamericano; el
español caribeño; el
español andino; el
español de la zona
austral; y el español de
Chile.
Rasgos lingüísticos
comunes en el
continente: el seseo; el
uso de ustedes; el empleo
de se los y de luego de;
uso de formas léxicas
comunes.

Consideraciones finales
Para finalizar, en esta clase se presentan algunas sugerencias y pautas para rendir el
examen final de esta materia.
Cuando decidan presentarse a rendir Historia de la lengua española, se recomienda
que planifiquen el estudio con anticipación (no es recomendable estudiar todo a último
momento), ya que apropiarse de la terminología y los conceptos fundamentales de una
disciplina requiere tiempo y dedicación.
Se sugiere, además, que al estudiar cuenten con el programa de la materia, ya que
ahí encontrarán todos los contenidos que deben saber al momento de rendir el examen. Por
otra parte, también se hallan los objetivos que se espera que alcancen y que reproduzco a
continuación:
 Conocimiento de algunos conceptos teóricos y metodológicos claves y
complementarios de la disciplina.
 Adquisición de los conocimientos básicos conceptuales, terminológicos y
metodológicos que permitan entender los procesos de formación y desarrollo de la
historia de la lengua española.
 Aproximación a los problemas propios de la conformación del español, en el marco
de la evolución de la lengua latina, de la partición de la Romania en general y del
territorio hispánico en particular, anticipando su proyección americana.
 Conocimiento de la periodización del español americano, desde los orígenes hasta
la actualidad.
En el programa, además, encontrarán el listado de la bibliografía que trabajamos
durante el año ordenada por unidad. Es fundamental que reconozcan los autores leídos y
que puedan dar cuenta de los temas que aborda cada uno. Para ello cuentan con algunas
actividades realizadas en los foros en las que sintetizaron diferentes textos. En todos los
casos, se recomienda hacer resúmenes. Recuerden que los ejemplos (que son muy
numerosos en la bibliografía que leímos) deben servir para aclarar conceptos. Por lo tanto,
pueden seleccionar aquellos que les resulten significativos.
En las clases se encuentran expuestos los principales conceptos y la periodización
en la historia del español, tanto en la Península Ibérica como en América. Es necesario
que las tengan en cuenta al momento de estudiar. Por otra parte, en cada una de las clases
se encuentra indicada la bibliografía que deben leer para ampliar o reforzar los temas
tratados.
Finalmente, les dejo las pautas para rendir el examen final.

Pautas de aprobación del examen final


La modalidad del examen final, dependerá de si se lleva a cabo en forma presencial
o través de un encuentro sincrónico virtual.
En el primer caso, el examen será de carácter escrito y los estudiantes deberán dar
cuenta del recorrido teórico de la disciplina (en base a los contenidos abordados en las
clases y a la bibliografía trabajada mediante las actividades propuestas en los foros) Su
aprobación será con un mínimo de 4 (cuatro) puntos. Los criterios de evaluación que serán
considerados son: transferencia de contenidos; pertinencia de las respuestas a las consignas;
empleo de vocabulario específico; coherencia y cohesión; redacción y ortografía.
En el segundo caso, el examen se llevará a cabo a través de la plataforma Zoom y
los estudiantes podrán comenzar exponiendo un tema a elección (duración de la exposición:
quince minutos) de las unidades 2 o 3 y, a continuación, se le realizarán preguntas sobre los
distintos contenidos que figuran en el programa. Los criterios de evaluación son: fluidez en
la exposición, claridad y precisión en el desarrollo de los temas; uso de vocabulario
específico de la materia; y ubicación espacial y temporal en relación a los períodos
estudiados.

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