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Apartamento 103

De Henry Zapata

Noviembre 2016
ACTO ÚNICO
Un apartamento en el que debe haber una mesa mediana, dos sillas, un sofá
pequeño, algunos cuadros, varios elementos decorativos y una ventana. Sale
Gabriel de una de las habitaciones, lleva puesto un par de guantes y una
mascarilla quirúrgica. Se sienta en el sofá, toma una revista y se dispone a leerla.
Su teléfono celular suena. Lo saca de uno de sus bolsillos y revisa el mensaje que
ha llegado.
GABRIEL.- Muy graciosa. ¡Muy graciosa!
Gabriel continúa leyendo la revista. La cierra, se levanta del sillón y se dirige a ver
por la ventana. En ese instante suena el timbre. Va a atender la puerta. Entra Ana,
lleva consigo varias bolsas con víveres y artículos.
ANA.- ¡Compré café! ¡Del que te gusta!
GABRIEL.- (Visiblemente molesto) ¡Muy graciosa Ana!
ANA.- ¿Qué hice ahora?
GABRIEL.- Me enviaste un mensaje diciendo que estabas muerta.
ANA.- (Risas) Ah, eso. Por favor amor, es simplemente algo de humor. Me pareció
gracioso, por eso lo hice. Pensé que te alegraría el día. Que te causaría gracia, no
sé.
GABRIEL.- (Irónico) ¡A la señora la perecen graciosos nuestros acuerdos! Es por
mi tranquilidad y tu bienestar. ¿O prefieres que salga a buscarte? ¿Quieres que
vaya a la policía, como la última vez?
ANA.- (Aterrorizada) ¡No te atreverías!
GABRIEL.- Si no quieres que lo haga, no juegues con mis mensajes. Sólo quiero
saber cómo estás cuando no estás en casa. No es algo complicado de hacer.
Hace tres horas que saliste al supermercado. Un mensaje cada hora. Tres
mensajes. Es muy simple.
ANA.- Me pareció bastante tedioso enviarte tres mensajes que dijeran: “VIVA”. Sí,
envié los dos primeros. Pero para el tercero quise hacerte una pequeña broma.
Por eso escribí: “MUERTA”. No pensé que te ibas a poner así. Estaba segura que
usarías la lógica Gabriel, la lógica. Si te estoy escribiendo eso, tendrías que saber
que soy yo.
GABRIEL.- ¡Ahí está el detalle! No sé si eres tú. ¿Cómo voy a saber que eres tu?
Pudo ser alguien más. ¿Sabes cuántos mensajes son clonados en esta ciudad?
¿Sabes cuántas personas se hacen pasar constantemente por otra persona? ¡El
mundo es un caos!
ANA.- Nadie más sabe que tengo que escribirte cada hora avisando si estoy viva o
muerta.
GABRIEL.- (Notando que Ana no lleva su tapabocas y los guantes quirúrgicos) ¿Y
tus guantes? ¿Y el tapabocas?
ANA.- ¡Ah! Me los quité. Me estaba sofocando con el calor que hace afuera.
GABRIEL.- (Impactado) ¿Cómo se te ocurre hacer eso? ¿Sabes cuánta gente
muere por aspirar partículas de polvo? ¿Y si alguien te contagia gripe? La gripe,
no, muchísimos virus usan el aire como mecanismo de contagio. ¿Y las bacterias?
¡Todo está lleno de bacterias! La gente desestima la importancia del antibacterial
en sus vidas. Es como tu primo Carlos, que va al baño y nunca se lava las manos,
y vive sus días así, con las manos asquerosas.
ANA.- Está bien Gabo, está bien. Ya me pongo los guantes y el tapabocas. Por
favor. No me regañes.
GABRIEL.- (Va a la ventana) El hedor es insoportable.
ANA.- ¿Qué crees que sea?
GABRIEL.- La conserje dice que no es ningún animal, pero hace semanas que
apesta. El edificio está impoluto, según ella. De todos modos en la madrugada,
cuando todos duermen, trapeo seis veces el piso con cloro, y dos con
antibacterial.
ANA.- (Risas) ¿La conserje dijo impoluto? ¿En serio? ¡Cuánta cultura!.
(Observando que Gabriel empieza a hacer anotaciones en una libreta pequeña)
¿Qué haces?
GABRIEL.- He decidido llevar un registro. Una bitácora. (Repite en voz alta
mientras anota) Dos p.m., Viva.
ANA.- Ay Gabito, por favor.
GABRIEL.- Es muy importante. Para tu bienestar y el mío. (Observándola)
¿Saliste y fuiste incapaz de llevar un suéter?
ANA.- ¡Te dije que hace calor afuera! ¿Cómo voy a salir a la calle, con este calor,
y con un suéter?
GABRIEL.- ¡Te sorprendería ver las cifras de la Organización Mundial de la Salud
sobre personas que fallecen por falta de abrigo en el mundo! (Continúa anotando
en su libreta) Enviar mensajes de recordatorio: “Ponte un suéter”.
ANA.- (Tose).
GABRIEL.- (Con visible horror) ¿Qué fue eso?
ANA.- ¡Nada! Debe ser el vecino del 2 C, tú sabes, siempre martillando,
arreglando algo, haciendo un desastre arriba.
GABRIEL.- No. No fue eso. ¡Tosiste! ¡Ya empezaron los síntomas! ¡Vamos al
médico!
ANA.- No, te juro que estoy bien. No me pasa nada. En serio. De verdad.
GABRIEL.- Ya empezó el proceso de incubación. ¡Es cuestión de minutos! ¡Hay
que hacerte exámenes para estar seguros! Hematología completa, una medición
de C D cuatro, para ver cómo están las defensas (Va a un mueble del
apartamento, saca un envase de análisis para orina y uno de heces). Toma, para
que recolectes las muestras.
ANA.- No Gabo. No es necesario. No pierdas el tiempo. Por favor.
GABRIEL.- Tienes razón. ¡No hay que perder el tiempo! Recolecta las muestras
en el carro, mientras manejas. La gente hace eso todo el tiempo. ¡Vamos, vamos!
ANA.- ¡Basta! (Guardando todo) ¡Aquí nadie va a recolectar ninguna muestra de
nada, porque nadie tiene nada! Estoy bien, no tengo nada. No pasa nada. Acabo
de llegar de la calle, estoy cansada, algo se me atoró en la garganta, y para evitar
ahogarme tosí. ¡Si! Eso fue lo que pasó. Un reflejo involuntario del cuerpo ¿Ves?
Todo tiene explicación. No hay motivo para alarmarse.
GABRIEL.- Pero…
ANA.- ¡Pero nada! Ahora vamos a almorzar. Comer en paz. Sin que nadie se
enferme. Sin que a nadie le de algo. A nadie le va a pasar nada. Estamos aquí, en
nuestro hogar, resguardados del mundo externo y vamos a almorzar como una
familia que nunca se enferma, que nunca le pasa nada. ¡Que siempre está bien!
(Mira a Gabriel inquisitivamente) ¿Está bien?

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