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Introducción:

Desde hace un siglo tenemos la oportunidad de utilizar un término no tan


usual pero muy interesante en la literatura Latinoamericana. Si bien tuvo
muchas críticas, podemos encontrar mucho éxito en diferentes novelas que se
valoran en ellas un gran sentido de esta dualidad. En resumidas cuentas,
hablamos del género “Realismo mágico”, el cual analizaremos críticamente a lo
largo de este ensayo, guiándonos con la simbología que se plantea en el
realismo mágico y con un gran acompañamiento de la simbología religiosa,
comparando a estas para llegar a una conclusión argumentada, pero no
necesariamente la única cierta.

(Este ensayo no fue realizado con la intención de ofender a los


creyentes, simplemente busca demostrar un punto de vista sobre el suscitado
género y movimiento literario)

Abstract:

For a century we have had the opportunity to use a term that is not so
usual but very interesting in Latin American literature. Although it had many
critics, we can find a lot of success in different novels that value in them a great
sense of this duality. In short, we are talking about the genre "Magical Realism",
which we will critically analyze throughout this essay, guiding us with the
symbology that arises in magical realism and with a great accompaniment of
religious symbology, comparing these to reach an argued, but not necessarily
certain, conclusion.

(This essay was not made with the intent of any offense on the part of
believers, simply to demonstrate a point of view on the new literary genre-
movement.)
Hablar de realismo mágico implica, con frecuencia, despertar cierta
confusión en la comprensión de su significado. Si bien el realismo, lo real,
parece ser lo que simplemente vemos, tan simple que se le da una noción muy
objetiva y una idea fija, termina siendo más subjetivo de lo que parece,
dependiendo del punto de vista que se le dé. En el caso de lo mágico o
fantasioso, pese a que en la obviedad cotidiana se lo considera como un
suceso sobrenatural, con lo no real, se los puede unir a estos conceptos como
el rompimiento de la realidad por un acontecer fantástico delineado de una
manera realista dentro de la narración. Si bien este método tiene como
finalidad mostrar a través de elementos cotidianos la magia de cada uno de
ellos, este tiene «una preocupación estilística y el interés de mostrar lo irreal o
extraño como algo cotidiano y común. No es una expresión literaria mágica, su
finalidad no es suscitar emociones sino, más bien, expresarlas, y es, sobre
todas las cosas, una actitud frente a la realidad» 1. De tal modo se podría decir
que este concepto tiene una fuerte similitud con la religión, o con la simbología
de la religión.

Antes de continuar con el desarrollo de este concepto, sería muy


enriquecedor si se definiera lo que es el Realismo Mágico concretamente. Si
bien su origen fue claro, muchos escritores fueron tomando esta idea, y no de
una manera tan primigenia, pero finalmente estos declararon que este
concepto inédito fue creado por el crítico artístico alemán Franz Roh, utilizando
el concepto de Magischer Realismus (Realismo Mágico) en referencia de la
obra “Neue Sachlichkeit” (Nueva Objetividad). Este movimiento literario
Latinoamericano dio comienzos del siglo XX, el cual murió y revivió gracias al
venezolano Arturo Uslar Pietri «se busca la innovación estilística, en la ruptura
de los cánones tradicionales de la novela en donde lo tradicional se presenta
de forma hiperbolizada incluyendo en la narrativa; mitos de los pueblos de
América Latina, problemas sociales y culturales.» 2. Dentro de este concepto se

1 http://www.longwood.edu
2 https://soyliterauta.com
encontrará una integración de mitos, leyendas o culturas dependientes de la
obra que se analice, y se describira alrededor de un enfoque metafísico del
tiempo y del espacio (el uso del tiempo circular, uso de la técnicas narrativas
como la retrospectiva y la introspectiva) lo que encontraremos en las obras de
Garbriel García Márquez, Julio Cortázar y Juan Rulfo, por mencionar algunas.

Además, el género presenta una naturalidad de lo irreal, utilizando


elementos cotidianos en los sobrenaturales, creando una magia en ellos. Una
obra interesante que demuestra con frialdad este podría ser “Cien años de
soledad” de Gabriel Garcia Marquez, novela que cuenta la vida de los Buendía,
una familia condenada a cien años de soledad. Muestra el ciclo de nacimiento y
muerte de una generación condenada, algo curioso y mágico es que la
matriarca de la familia vivió todas las generaciones.

Si bien comprendemos el concepto de realismo mágico, y se podría


considerar como elementos simbólicos, ya que nosotros le damos el toque
“mágico” y lo creemos como tal, entonces podemos encontrarle a esta una
relación con la religión. Las religiones pueden tener orígenes psicológicos
como sociológicos, es decir, a través de la naturaleza del sentimiento religioso,
«La hipótesis de Dios se basa en una combinación de estudios genéticos,
neurobiológicos y psicológicos de comportamiento. Los principales argumentos
de la hipótesis son:

1. La espiritualidad puede ser cuantificada por mediciones psicométricas.

2. La tendencia subyacente a la espiritualidad es parcialmente hereditaria.

3. Parte de esta heredabilidad se puede atribuir al gen VMAT2.

4. Este gen actúa mediante la alteración de los niveles de monoamina.

5. Las personas espirituales se ven favorecidas por la selección natural, ya que


están provistos de un innato sentido de optimismo, y por los efectos positivos
que produce, ya sea a nivel físico o psicológico.» 3

3 Persona que no cree en nada.


Por otro lado, la sociologia de la religión comprende los
comportamientos de estructuras sociales, evolución y roles de las religiones en
las sociedades humanas.

Volviendo a lo anterior, la magia tiene una fuerte relación con el símbolo,


ya que la creencia en la magia implica vincular ideas, abstracciones y ritos con
hechos que suceden en la realidad, pese a no poder demostrarse una relación
verdadera entre ambas partes. La biblia, por ejemplo, puede interpretarse como
una obra perteneciente al realismo mágico; la biblia es realismo mágico. Los
considerados agnósticos4 tendrían argumentos suficientes para sostener que
todo aquello no es más que magia o simbología descartando la conexión con la
realidad. Sin embargo, pueden asimilar la verosimilitud de un comportamiento
mágico o sobrenatural de un simple material, un animal, una costumbre, si son
llevados al terreno de la ficción, sin importar el porqué, e incluso sentir
emociones al respecto. «Todas las religiones del hombre poseen esa
característica sobrenatural. Las creencias de los fieles comprenden milagros
(curaciones en su mayoría), sucesos paranormales, hechos que vistos por los
no creyentes son mera literatura, realismo mágico llevado a sus máximos
extremos.»5

¿La simbología del Realismo Mágico desmitifica u opaca la simbología


cristiana?

La simbología de la religión se asemeja o se podría definir como realismo


mágico?

El origen de las creencias religiosas es incierto. No obstante, podemos


observar el resultado y evolución de las mismas a lo largo de la historia y
encontrar ciertos puntos en común entre todas (o quizás, la mayoría) de sus
variantes.

4 http://catrecillo.blogspot.com

5 https://www.diosuniversal.com
Uno de ellos es la intención de responder preguntas que el conocimiento
disponible en el momento no podía resolver. Los fenómenos naturales, la
creación del mundo y la vida después de la muerte, por ejemplo, eran enigmas
que se encontraban a la deriva. Ante la carencia de un fundamento
contrastable, era necesario construir un relato que saciara el vacío existencial
provocado por ese tipo de interrogantes. Fue así que, probablemente,
surgieron dioses, seres divinos, cataclismos y hazañas que justificaban la razón
de ser de lo pasado, lo presente y lo futuro. Es decir, son relatos, narraciones
provenientes de la imaginación humana ante una infinidad de porqués
imposibles de responder de forma lógica.

Tomando un caso particular, la mitología griega, por su parte, constituye


una serie de historias o mitos transmitidos oralmente por cientos de años y
luego trasladados al papel. En la Antigua Grecia, representaban la explicación
más fehaciente y creíble del todo, era el sustento popular de todo lo que
ocurría. Hoy, por el contrario, supone una invaluable colección de relatos
mitológicos considerados por todo el mundo como ficticios y que forman parte
de la literatura universal.

¿Por qué entonces no podríamos considerar a la biblia y el conjunto de relatos


cristianos como una sección más de la literatura universal? ¿Acaso se requiere
que transcurra una determinada cantidad de tiempo para asumir esa
clasificación? ¿O es la ausencia de creyentes lo que lo dictamina?

Ahora bien, suponiendo que efectivamente se considerase a la biblia y


las creencias cristianas como elementos literarios, ¿dentro de qué género se
ubicarían?

Prestando atención a los relatos cristianos circundantes a la figura de


Jesús, se enuncian los milagros que realiza como parte de un quehacer
cotidiano, como si fuera algo real, lógico y esperable de un ser como él. Sin
embargo, la realización de milagros no se limitaría únicamente a su persona
(considerada extraordinaria): los cristianos se jactan y relatan decenas y
cientos de milagros realizados por santos antes de ser considerados como
tales, en situaciones y contextos completamente ordinarios.
Entonces, si tomamos lo anterior en su forma narrada y lo comparamos
con la alquimia practicada en Cien años de soledad o los hechizos en Sofía de
los presagios es evidente que el grado de verosimilitud es prácticamente el
mismo, y el nivel de contraste empírico que se puede efectuar sobre el accionar
de la alquimia, la brujería y los milagros cristianos es, en todos los casos,
directamente o muy próximo a nulos.

(posible conclusión)

Por lo tanto, queda expuesta la lógica conclusión de que la biblia y los relatos
cristianos deberían ser considerados parte del realismo mágico como género
literario, ya que presentan recursos narrativos pertenecientes al género y, dada
su ambigua y escasa congruencia con la realidad tangible, es coherente
considerarlos y analizarlos como piezas literarias sin necesidad de seguir
profundizando en la veracidad de lo que se narra.

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