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La ciudad en

Colombia
contradicciones de clase, crisis
y perspectiva socialista
La ciudad en
Colombia
contradicciones de clase, crisis
y perspectiva socialista
Centro de Estudios e Investigaciones Sociales CEIS, 2022
Bogotá, Colombia

Diagramación y diseño de cubierta: Yuldor Lizarazo


CONTENIDO

PRESENTACIÓN 5

ELABORADO POR 7

INTRODUCCIÓN 9

1. LA CIUDAD COLOMBIANA: MANIFESTACIÓN


HISTÓRICA DE LAS CONTRADICCIONES DE CLASE 20

1.1. Tradición urbana rebelde y planificación 45


popular

2. DESARROLLO SOCIAL Y URBANO-


TERRITORIAL CONTEMPORÁNEO: LA
CONTRADICCIÓN ECONÓMICA Y TRIBUTARIA 54

2.1. Las ciudades como centro del desarrollo


capitalista colombiano: riqueza acumulada en
pocas manos 54

2.2. Absorción de riqueza a través de los impuestos


y reinversión en la construcción de las ciudades: los 63
ricos no pierden

3. CRISIS EN EL MODELO CAPITALISTA NEOLIBERAL 77


DE DESARROLLO URBANO-TERRITORIAL
4. RESPUESTA INSTITUCIONAL DE CLASE: LA
PROPUESTA OFICIAL Y SUS DESARROLLOS 90

4.1. Algunas de las políticas públicas sectoriales 95

4.1.1. Transporte urbano y masivo 95

4.1.2. Calidad del aire 98

4.1.3. Espacio Público 99

4.2. Ley Orgánica de Ordenamiento Territorial y


Sistema de Ciudades 102

5. ELEMENTOS PARA LA CONSTRUCCIÓN DE UNA


ALTERNATIVA SOCIALISTA 112

5.1. Táctica: por un mayor recaudo público de


plusvalía y por una democratización radical del 115
Estado

5.2. Estrategia: debates, ciudad y territorios para 122


el socialismo

REFERENCIAS 128
5

PRESENTACIÓN

Este trabajo es el resultado de un proceso de estudio, dis-


cusión y elaboración desarrollado en 2019, ligado a la inicia-
tiva del Centro de Estudios e Investigaciones Sociales (CEIS)
de realizar ejercicios de análisis marxista de la formación so-
cioeconómica colombiana, ocupándose de problemáticas de
primer orden, con tal de dar insumos y una base objetiva al
proceso de actualización del Programa del Partido Comunis-
ta Colombiano (PCC), el cual culminará en su XXIII Congreso
próximo a realizarse. Así, este es el documento que trabajó el
problema urbano, texto que fue revisado y ajustado para la
presente edición, conservando su temporalidad y alcances. La
intensión con esta versión, editada y publicada, es que pueda
servir como una herramienta para la educación partidaria y
en general, y como un aporte a la discusión en el pensamiento
crítico y las fuerzas populares sobre cómo entendemos la rea-
lidad nacional que vivimos, sus conflictos, y cómo la podemos
transformar desde un punto de vista alternativo, democrático
y revolucionario.

Diciembre 2021
7

ELABORADO POR

Daisy Alejandra Rodríguez Prieto licenciada en psico-


logía y pedagogía y Magíster en Educación de la Universidad
Pedagógica Nacional. Edil de la localidad de Ciudad Bolívar
de Bogotá.

Felipe Esteban León Moreno abogado, antropólogo y


candidato a Magíster en Estudios Culturales de la Universi-
dad Javeriana.

Juan Sebastian Cristancho Rojas sociólogo e historiador


de la Universidad Javeriana, Magíster en Planificación Urbana
y Regional del CIDER de la Universidad de los Andes. Director
del Centro de Estudios e Investigaciones Sociales – CEIS.

Juan Felipe Valbuena Acuña abogado de la Universidad


Javeriana, candidato a Magíster en Derecho del Estado con
énfasis en Derecho Público de la Universidad Externado.
9

INTRODUCCIÓN

La ciudad y lo urbano-territorial son fenómenos sociales


y espaciales sin los cuales no se puede entender el desenvol-
vimiento del mundo contemporáneo. Aunque su existencia se
remonta a miles de años atrás, estas realidades han adquirido
un papel particular y definitivo en el desarrollo del capitalis-
mo y las sociedades modernas, incluido en esto nuestro en-
torno nacional. En ese sentido, para entender la Colombia de
hoy es necesario adentrarse en la comprensión de su configu-
ración urbano-territorial. De allí reside la importancia de pre-
guntarse en la actualidad ¿qué significado adquiere la ciudad
y lo urbano-territorial en la realidad histórico-social del país?
Al tratar de responder a este cuestionamiento, desde la
visión oficial y estatal se puede encontrar un primer plantea-
miento donde se expone lo siguiente:
A nivel internacional existen numerosas definiciones
de “ciudad”. En Colombia, la Política Urbana “Ciudades y
Ciudadanía” (Ministerio de Desarrollo Económico, 1995) la
definió como unidad socio espacial básica de soporte de la
producción cultural, de la innovación social y de la actividad
económica en el mundo contemporáneo. (DNP, 2014, p. 11)
Es decir, la ciudad es un espacio básico delimitado que so-
porta la producción cultural, social y económica del mundo
contemporáneo. Definición lo suficientemente general para
no aclarar el interrogante específico sobre la ciudad y donde
además se deja el contenido significativo fuerte en lo que se
entienda por mundo contemporáneo.
En conexidad con lo anterior, desde el mismo punto de
10 LA CIUDAD EN COLOMBIA: CONTRADICCIONES DE CLASE, CRISIS Y
PERSPECTIVA SOCIALISTA

vista oficial-estatal, se puede encontrar una segunda defi-


nición más específica. Esta es la ofrecida por el Sistema de
Ciudades (DNP, 2014), el cual parte de la hipótesis de que las
nuevas ciudades en Colombia están siendo conformadas por
grupos de municipios que establecen relaciones funcionales
muy fuertes alrededor de una ciudad núcleo. De esta forma,
para caracterizar el Sistema de Ciudades se toman en cuenta
cuatro criterios: 1. Las relaciones funcionales entre munici-
pios; 2. El tamaño poblacional; 3. La función político-adminis-
trativa de los municipios; y 4. La importancia estratégica mu-
nicipal en las regiones. Así, se definen dos tipos de ciudades:
1. Las funcionales, las cuales están concentradas en torno a
una ciudad principal; y 2. Las ciudades uninodales cuya área
funcional se mantiene dentro de los límites político-adminis-
trativos municipales.
Dentro de esta caracterización, si bien se tienen en cuen-
ta variables cualitativas de lo que puede implicar el entorno
urbano, la variable cuantitativa poblacional es la determinan-
te, como lo ha sido históricamente para definir la ciudad co-
lombiana desde el punto de vista oficial y dominante. Es así
como variables cualitativas como la conmutación laboral, la
importancia político-administrativa (ej. capitales de depar-
tamento), la oferta de servicios y actividades económicas en
ciertos territorios se utilizan para significar las ciudades y el
Sistema de Ciudades. Sin embargo, el peso de lo cuantitativo
poblacional sigue siendo definitivo, al punto que, además, por
medio de ello se identifica lo que se entiende por ciudades
pequeñas (100.000 a 500.000 habitantes), ciudades interme-
dias (500.000 a 1.000.000 de habitantes) y ciudades grandes
(más de 1.000.000 de habitantes).
Esta determinación de la ciudad y lo urbano-territorial a
partir del cambio ascendente cuantitativo poblacional (y de
extensión espacial) ha sido fundacional y fundamental para
INTRODUCCIÓN 11

la definición y administración desde el Estado. En síntesis, y


simplificando un poco el argumento, para la oficialidad una
ciudad es una aglomeración de cierto número de personas en
un espacio determinado en el que se sostienen los más im-
portantes eventos de la vida social.
Empero, ya desde los años setenta, en pleno boom de la
urbanización del país, este tipo de entendimiento fue criti-
cado fuertemente por urbanistas destacados como Jacques
Aprile, en la medida en que es una visión muy superficial de
la realidad que estaba surgiendo para ese entonces, y que, por
lo tanto, escondía el trasfondo del asunto: su esencia.
En palabras de Aprile, esta clasificación era limitada
Pues en la vida real no es un determinado número de
individuos o una cierta dimensión física los que permiten
diferenciar -y mucho menos oponer- un pueblo a una ciu-
dad. Se distinguen en base a la sociedad que alberguen, a
sus fuerzas y a sus motores, a la naturaleza de los víncu-
los que ligan o dividen los seres, al tipo y calidad de las
relaciones que se establecen entre ellos. (Urbano Campo1,
1975c, p. 19)
En consecuencia, para este autor va a ser igual de impor-
tante el conjunto de relaciones sociales que se despliegan
(configuración cualitativa) a partir del cambio cuantitativo
ascendente poblacional y espacial, para, por medio de am-
bos factores: cuantitativo y cualitativo, y su relación dialéc-
tica, definir la ciudad como aquel entorno urbano que fun-
ciona a manera de centro de un determinado territorio. Por
eso afirmaba:
La ciudad no es un elemento suelto y aislado, sino
componente solidario de un organismo más amplio. Se

1
Para esta referencia como para las que siguen, cabe aclarar que Urbano Campo
fue el seudónimo que utilizó Jacques Aprile para escribir en la revista Documentos
Políticos.
12 LA CIUDAD EN COLOMBIA: CONTRADICCIONES DE CLASE, CRISIS Y
PERSPECTIVA SOCIALISTA

relaciona con el espacio regional, centraliza atracciones,


asume funciones múltiples, concentra en forma siempre
más dictatorial su hegemonía y su capacidad para someter
un territorio externo. Por eso es ciudad y no por el hecho
mecánico de pasar de uno a diez (…) Se vuelve ciudad por
la progresiva complejidad que nace dialécticamente de
tal incremento y por la consiguiente aparición de nuevos
antagonismos internos que desembocan sobre luchas pro-
fundas, que van a engendrar cambios básicos en la esencia
misma del cuerpo urbano, reflejándose posteriormente en
su extensión o en su aspecto como objeto visible. (Urbano
Campo, 1975c, pp. 19 y 20)
Este es el trasfondo del asunto, la esencia, las relaciones
sociales que se entrelazan a través del crecimiento y la con-
centración poblacional en el espacio que profundizan lo urba-
no y expanden las ciudades, las cuales juegan un rol dominan-
te dentro de los territorios: municipales, departamentales,
regionales y nacionales. Por eso, al referirse al fenómeno ur-
bano nacional, Aprile insistía:
Su fuente esencial no reside en números demográficos
o en hectáreas de terreno, sino más bien en el vigor y la
intensidad que caracterizan los conflictos de la sociedad,
en los antagonismos que la sacuden a medida que se mul-
tiplican los choques entre los seres en sus relaciones para
producir y sobrevivir, lo mismo que en el combate por el
control o la apropiación del propio espacio urbano. (Urba-
no Campo, 1975c, pp. 21 y 22)
Dicha crítica al modelo oficial de caracterización de la ciu-
dad se mantiene vigente, a pesar de que, como ya se señaló,
las últimas propuestas incluyan variables cualitativas. De to-
das formas, los elementos que involucran siguen siendo as-
pectos superficiales, fenoménicos, que no demuestran el tras-
fondo del asunto, el conjunto de relaciones sociales que, por
INTRODUCCIÓN 13

ejemplo, hacen que determinada ciudad o entorno urbano-te-


rritorial genere conmutación laboral, tenga determinada im-
portancia político-administrativa o haya conseguido producir
una alta oferta de servicios y actividades económicas, trayen-
do a colación los criterios cualitativos postulados por el Sis-
tema de Ciudades en su definición. Tampoco explican por sí
mismos por qué una ciudad es o se convierte en mediana, en
grande o pequeña. Es decir, si tenemos en cuenta la primera
definición que se expuso, con estos factores no se revela cuál
es el mundo contemporáneo, cuáles son las relaciones socia-
les que lo definen, y de allí proviene su limitación.
En contraste, como lo afirma Aprile, es necesario tener
claro que las relaciones sociales que se constituyen en la ciu-
dad moderna son las relaciones sociales capitalistas de pro-
ducción mediadas por los conflictos de clase que estas impli-
can. En sus palabras: “la característica principal de la ciudad
moderna es que se erige en sede del sistema capitalista de
producción y refleja su dominación” (Urbano Campo, 1975c,
p. 22).
Por lo tanto, para dar cuenta de lo urbano-territorial en
la actualidad y en Colombia, es necesario comprender cómo
se constituyen y se desenvuelven dichas relaciones sociales
de producción capitalistas en conexidad con la concentración
y el crecimiento cuantitativo poblacional y espacial, con tal
de poder entender y explicar por qué se forma una ciudad, si
esta es pequeña, mediana o grande y cuál es su desarrollo en
términos de las actividades económicas que realiza y la pres-
tación de servicios que ofrece (incluidos los administrativos),
ya sea hacia su interior y/o en función de un territorio exte-
rior. Por lo mismo, desde allí se podrá entender por qué hoy la
ciudad es una unidad básica que soporta la producción cultu-
ral, social y económica del mundo capitalista. Es así como esta
opción teórica, que parte del punto de vista marxista, puede
14 LA CIUDAD EN COLOMBIA: CONTRADICCIONES DE CLASE, CRISIS Y
PERSPECTIVA SOCIALISTA

ayudar a superar las limitaciones intencionadas de las defi-


niciones que se han dado desde la orilla oficial, dominante,
administrativa y estatal para dar cuenta del fenómeno urba-
no-territorial en Colombia.
En profundización de esto, una definición de ciudad más
abarcadora, con altas pretensiones históricas, es la ofrecida
por Harvey. Así, según este autor, se debe tener en cuenta que:
Desde siempre, las ciudades han brotado de la con-
centración geográfica y social de un excedente en la pro-
ducción. La urbanización ha sido siempre, por tanto, un
fenómeno relacionado con la división en clases, ya que
ese excedente se extraía de algún sitio y de alguien, mien-
tras que el control sobre su uso solía corresponder a unos
pocos (ya fuera una oligarquía religiosa o un poeta gue-
rrero con ambiciones imperiales). Esta situación general
persiste bajo el capitalismo (…) el capitalismo descansa
(…) sobre la búsqueda perpetua de plusvalor (beneficio),
cuyo logro exige a los capitalistas producir un excedente,
lo que significa que el capitalismo produce continuamente
el excedente requerido por la urbanización. Pero también
se cumple la relación inversa: el capitalismo necesita la
urbanización para absorber el sobreproducto que genera
continuamente. (Harvey, 2013, pp. 21 y 22)
Desde esta óptica se puede afirmar que la ciudad históri-
camente ha sido el resultado de un excedente de producción
y su concentración geográfica y social, intermediado por la
división y la lucha de clases. En el capitalismo esto adquiere
una dimensión particular y se expande al punto en que llega
a transformar la distinción y la relación antigua, incluso anta-
gónica, entre campo y ciudad, y lo urbano se esparce dibujan-
do, de manera cada vez más clara, una rejilla gris y verde que
refuerza la dimensión territorial urbano-rural de la realidad
actual, donde la ciudad ocupa una posición de centralidad
INTRODUCCIÓN 15

dentro de los distintos territorios. Al respecto, retomando las


reflexiones de Lefebvre, Harvey (2013) afirma:
La población rural de los alrededores de las grandes
ciudades se ve desplazada sin mucha ceremonia al expan-
dirse estas, como ya había vaticinado Lefebvre en los años
sesenta presintiendo que la clara distinción de otro tiempo
entre la ciudad y el campo parecía irse difuminando gra-
dualmente dando lugar a espacios porosos con un desa-
rrollo geográfico desigual bajo el dominio del capital y del
estado. (p. 41)
Todo este proceso ha tenido un desenvolvimiento particu-
lar en Colombia y es allí donde adquiere relevancia el presen-
te escrito. Así, la intención con este texto es abonar elementos
para el entendimiento del fenómeno urbano-territorial en Co-
lombia desde un punto de vista marxista, con tal de avanzar
en su crítica y en la construcción de una alternativa desde una
perspectiva popular, revolucionaria y comunista.
Para cumplir con lo anterior se hará una exposición del
argumento en cinco apartes. El primer aparte, en el cual se
realizará un breve análisis histórico de la ciudad en Colombia,
que abarca desde las sociedades precolombinas2 hasta la ac-
tualidad, con tal de demostrar su proceso objetivo de edifica-
ción, los diferentes tipos de ciudad que han existido, la confi-
guración de grupos sociales que expresan y la espacialización
que representan de las contradicciones entre élites-clases

2
Cabe aclarar que, actualmente, no se tiene conocimiento de la construcción
de una gran ciudad indígena en el territorio colombiano, motivo por el que se pue-
de afirmar que, en sentido estricto, la ciudad en Colombia tiene un origen colo-
nial, pues no inició su edificación teniendo o tomando como base un antecedente
directo precolombino. No obstante, en el primer aparte, en función del recuento
histórico, se parte tomando como referencia América Latina y se va puntualizando
en Colombia en la medida en que la época a la que se hace referencia, y las fuentes
consultadas, lo permiten.
16 LA CIUDAD EN COLOMBIA: CONTRADICCIONES DE CLASE, CRISIS Y
PERSPECTIVA SOCIALISTA

dominantes y los grupos-clases trabajadoras, para terminar


significando lo que se puede considerar en la cuestión urbana
nacional como una tradición rebelde de resistencia, alternati-
va y lucha por parte de las clases populares.
El segundo aparte en el que se analizará, por un lado,
cómo en la actualidad las ciudades expresan una gran con-
centración en pocas manos de la riqueza creada por el país
siendo los trabajadores y las clases populares golpeadas por
una alta desigualdad, el desempleo, la informalidad y la po-
breza, y, por otro lado, cómo el sector financiero, inmobilia-
rio, de construcción y de servicios, en conjunto con los terra-
tenientes, son los que se apropian de manera significativa y
sistemática del buen rendimiento económico de las ciudades.
Asimismo, a través de la lógica tributaria nacional y territorial
dominante, se demostrará cómo el desarrollo social y urba-
no-territorial viene siendo financiado por los trabajadores y
las clases populares, mientras que los ricos del país, que son
los que se apropian en mayor medida de la riqueza producida,
no aportan significativamente a ello. Dinámica que redunda
en inversiones productivas del Estado que no apuntan a sa-
tisfacer las necesidades del conjunto de los habitantes, sino a
beneficiar la acumulación de capital del bloque de clases do-
minante urbano.
En el tercer aparte se expondrá cómo el actual modelo ca-
pitalista neoliberal de desarrollo territorial, que antepone el
lucro a la satisfacción de las necesidades de la población, ha
creado un entorno nacional urbano-rural en crisis. Asimismo,
se evidenciará cómo, a grandes rasgos, dicha crisis se obje-
tiva a través de ciudades y territorios desordenados con di-
ferentes tipos de carencias y desigualdades, profundamente
mercantilizados y segregados, con un alto costo de vida, que
además son insostenibles ambientalmente al ser extremada-
mente predadores de los bienes comunes naturales. El cuarto
INTRODUCCIÓN 17

aparte analizará cómo la política oficial dominante de clase


no resuelve ni parcial ni estructuralmente las contradicciones
y problemáticas que provoca el modelo capitalista neoliberal
de desarrollo territorial y, por el contrario, profundiza la cri-
sis haciendo más urgente el planteamiento de una alternativa
desde el campo popular y revolucionario.
Y, por último, el quinto aparte, en donde se esbozarán al-
gunos puntos y debates que se consideran prioritarios para
avanzar táctica y estratégicamente en la formulación y cons-
trucción de una alternativa desde una visión comunista y des-
de el campo popular, lo cual puede ayudar a solucionar en el
mediano y largo plazo la crisis provocada por la iniciativa de
las clases dominantes, lo que implica la profundización de la
democracia en función de facilitar el manejo y el disfrute po-
pular y directo de la riqueza producida, todo sintetizado en el
horizonte de construir ciudades verdaderamente democráti-
cas.
Lo anterior bajo el entendido de que la estrategia revolu-
cionaria socialista consiste en terminar con las relaciones so-
ciales que han permitido (y permiten) la apropiación privada
de la riqueza producida por parte del trabajo colectivo. Desde
el punto de vista urbano, esto significa acabar con las condi-
ciones sociales que han posibilitado al bloque de clases domi-
nante apropiarse de la riqueza producida colectivamente en
las ciudades, lo que, además, por medio del control del Esta-
do, les ha dado el poder de orientar el desarrollo urbano-te-
rritorial nacional en función de la acumulación de capital y
en perjuicio de los trabajadores. Ya que, como lo demuestra
Harvey (2013):
La urbanización capitalista tiende perpetuamente a
destruir la ciudad como bien común social, político vital
(…) -es decir que esta- no es sino la producción continua
de un bien común urbano (o su sombra de espacios y bie-
18 LA CIUDAD EN COLOMBIA: CONTRADICCIONES DE CLASE, CRISIS Y
PERSPECTIVA SOCIALISTA

nes públicos) y su perpetua apropiación y destrucción por


intereses privados. (p. 125)
Esto de manera más exacerbada en la actualidad por me-
dio del modelo neoliberal vigente, pues este tiende a eliminar
y mercantilizar todo compromiso social saldado a través del
Estado (por ejemplo, proveyendo algunos bienes y servicios
básicos a la población) y propende por la apropiación y con-
trol absoluto y privado del excedente producido socialmente.
Como lo explica Harvey (2014):
Parte del programa y comportamiento político neo-
liberal más reciente ha consistido en externalizar en la
medida de lo posible los costes de reproducción social,
haciendo que los asumiera la población en general, a fin
de elevar la tasa de beneficio para el capital reduciendo su
carga impositiva. (p. 188)
Así las cosas, de lo que se trata entonces desde la praxis
revolucionaria urbana es de devolver táctica y estratégica-
mente el derecho que tiene todo trabajador de definir, admi-
nistrar y disfrutar de lo que produce, dentro de ello, el entor-
no urbano-territorial.
La conclusión central es que el trabajo colectivo que pro-
duce valor debe dar lugar a derechos de propiedad colectiva,
no individual. El valor –el tiempo de trabajo socialmente ne-
cesario para la producción de cualquier artículo o servicio-
es ahora el bien común de los capitalistas representado por
el dinero, el equivalente universal en el que se mide la rique-
za común. Los bienes comunes no son, por tanto, algo que
existió en otro tiempo y que se perdió, sino algo que se sigue
produciendo continuamente, como los bienes comunes ur-
banos. El problema es que también siguen siendo continua-
mente expropiados por el capital en su forma mercantilizada
y monetizada, aunque sigan siendo producidos continua-
mente por el trabajo colectivo. (Harvey, 2013, p.122)
INTRODUCCIÓN 19

Es allí donde se debe apuntar cuando se habla de una al-


ternativa desde el punto de vista popular, revolucionario y co-
munista, y es allí donde se fijarán las propuestas que se reali-
zarán por medio de este quinto y último acápite.
20

1. LA CIUDAD COLOMBIANA: MANIFESTACIÓN


HISTÓRICA DE LAS CONTRADICCIONES DE CLASE

La importancia de la disponibilidad de recursos naturales


como el agua para la concentración demográfica y el desarro-
llo de la producción, inicialmente agrícola, así como la poste-
rior aparición de la actividad comercial, en conjunto llevaron
a que, en América Latina, desde las sociedades indígenas, des-
pués en el periodo de conquista y colonización y luego en la
etapa independiente y republicana hasta nuestros días, se po-
sibilitara la creación de ciudades, las cuales han fungido como
centros de dominación, producción, absorción, concentración
y acumulación de riqueza y sus excedentes. Dicho proceso
histórico se caracteriza por la expulsión hacia la periferia de
los trabajadores que edifican directamente las urbes, mien-
tras la élite o las clases dominantes se acomodan en el centro,
como espacialización de la división y las contradicciones de
clase existentes, apropiándose las clases dominantes de los
excedentes de la riqueza producida por el trabajo colectivo y
de la planificación y organización de las ciudades.
De esta forma, retomando los aportes de Hardoy (1978)
al respecto, se puede explicar cómo, en el periodo comprendi-
do entre el 3.000 a.C. y el 1.000 d.C., se llevó a cabo el proceso
de formación de lo que fueron las civilizaciones indígenas. En
este lapso, los pobladores basaron su economía en la agri-
cultura, la cual fueron mejorando por medio de técnicas de
cultivo y acumulación de experiencia en botánica, topografía,
astronomía, climatología y zoología, dando lugar al aumento
LA CIUDAD COLOMBIANA: MANIFESTACIÓN HISTÓRICA DE LAS 21
CONTRADICCIONES DE CLASE

en la producción y rendimiento de las cosechas. A la par, la or-


ganización colectiva del trabajo permitió emprender obras de
gran magnitud como la canalización de ríos, el control de las
inundaciones, la construcción de terrazas, de grandes obras
de irrigación, entre otras.
De la mano de estos cambios en la producción agrícola se
desarrollaron algunas herramientas y la cerámica, se aumentó
la población, la producción manufacturera y el comercio. Estas
trasformaciones propiciaron la consolidación de una organiza-
ción social basada en la centralización de las decisiones polí-
ticas y económicas. A partir de la acumulación de recursos y
funciones fue posible ir creando una primacía territorial y fun-
cional que, en muchos lugares, perduró durante siglos.
De este modo, es claro que los sitios de establecimiento
de las ciudades en América Latina no fueron producto del
azar. Antes bien, se encuentran relacionados con las ventajas
ecológicas, comerciales y estratégicas de los amplios valles
donde se ubicaron. Por ejemplo, la disponibilidad de recursos
naturales que permitieron la consolidación de la producción
agrícola para la manutención y concentración de una mano de
obra que, con el desarrollo de ciertas industrias de transfor-
mación, construyó la ciudad y aprovechó aún más los recur-
sos de la tierra, lo que, al tiempo, permitió el mantenimiento
de una burocracia estatal y de especialistas.
Lo anterior, a su vez, generó instituciones diseñadas para
el ordenamiento y ejercicio del poder. Es el caso de la elabora-
da vida religiosa y la presencia de sacerdotes y jefes. Sin duda
esto marcó el paso de la tribu al cacicazgo, de una sociedad
igualitaria e integrada horizontalmente a un sistema vertical
y jerarquizado. Esta transformación signa el surgimiento de
las ciudades en América Latina.
En consecuencia, el progreso en la agricultura acompa-
ñado de la centralización política y de la planificación econó-
22 LA CIUDAD EN COLOMBIA: CONTRADICCIONES DE CLASE, CRISIS Y
PERSPECTIVA SOCIALISTA

mica, abrieron la posibilidad a la construcción de obras de


gran magnitud, entre ellas la ciudad, así como propiciaron
el aumento de la población y de la producción manufacture-
ra para el comercio entre comunidades de diferentes áreas
ecológicas. Todo ello fue determinante para impulsar el paso
de la aldea a la ciudad. Al principio, sin un profundo plan o
modelo urbano previo, y, posteriormente, con lineamientos
más claros para ubicar y ordenar las ciudades en función de
determinadas razones religiosas y de factores ecológicos que
facilitaran la producción y el comercio.
Por lo tanto, la formación de las ciudades en las civiliza-
ciones indígenas no fue consecuencia únicamente de cambios
económicos. Estas también fueron producto de transforma-
ciones en las concepciones políticas y culturales con relación
a la naturaleza y a la organización del espacio. Es de esta for-
ma como se llegaron a elaborar unos lineamientos básicos
para el crecimiento físico de las ciudades y para el remode-
lamiento urbano. Lineamientos que, en un contexto de explo-
tación y dominación, claramente representaron los intereses
de las élites y propiciaron la espacialización de la división y
contradicciones de clase, tanto en la composición física de las
ciudades como en la iniciativa para edificarlas.
Como resultado se tiene que las ciudades precolombi-
nas hayan sido construidas por mandato de algún miembro
de la teocracia o élite gobernante. El pueblo seguía órdenes,
no opinaba. Cuando fue necesario ampliarlas, remodelarlas
o reconstruirlas, invariablemente debió haber sido un sumo
sacerdote o un jefe que encarnaba la cabeza de un Estado re-
gional, por mandato de una autoridad superior o por decisión
propia, el que definió e hizo ejecutar la definición. Por consi-
guiente, estas urbes fueron el medio ambiente artificial cons-
truido por una élite para concentrar a la población y ejercer el
control político y las funciones de administración, producción
LA CIUDAD COLOMBIANA: MANIFESTACIÓN HISTÓRICA DE LAS 23
CONTRADICCIONES DE CLASE

y comercio. Lo anterior se refleja en la forma en que estaban


construidas, en la utilización de su espacio como reflejo de la
voluntad de la élite gobernante:
La construcción de acueductos para el abastecimiento
de agua para la población; el trazado de accesos directos
hasta el centro de la ciudad donde estaban localizadas las
plazas, los templos y otros edificios que atraían multitudes
diaria o periódicamente; facilitar las comunicaciones entre
los puntos de mayor actividad dentro de la ciudad; ordenar
los usos del suelo, por lo menos en Tenochtitlan y en otras
ciudades similares en la periferia del lago Texcoco, debido
al alto costo de construcción de un suelo artificial; facilitar
el proyecto de obras de ingeniería necesarias para corregir
los efectos de las inundaciones de algún río que cruzase
un área urbana central -como fue la canalización del río
Huatanay en el Cuzco- o que afectasen a la ciudad entera
-como en Tenochtitlán- donde los diques, las compuertas
y los canales cumplían funciones de contención y desagüe.
Sin duda fue también importante el efecto monumental
con que deseaba dotarse el acceso y la aproximación a los
principales conjuntos ceremoniales. (Hardoy, 1978, p. 93)
De esta forma, de manera más explícita en grandes ciuda-
des como Teotihuacán o Tiahuanaco, la planificación urbana
vigente se concentró en garantizar la calidad del medio am-
biente del centro de las ciudades y de los barrios ubicados
allí, en los cuales vivía la élite dominante y sus colaborado-
res inmediatos: artesanos, artistas, burócratas, jefes milita-
res menores, comerciantes y sirvientes. Por lo mismo, dicha
planificación no llegó a la periferia de las ciudades, a los su-
burbios pobres y dispersos, sin servicios y conformados por
viviendas autoconstruidas con materiales perecederos, posi-
blemente por medio de la solidaridad entre vecinos, similares
a las viviendas existentes en las áreas rurales.
24 LA CIUDAD EN COLOMBIA: CONTRADICCIONES DE CLASE, CRISIS Y
PERSPECTIVA SOCIALISTA

Así, se puede concluir que, para el periodo precolombino,


la diferencia entre el centro y la periferia en las ciudades, la
variación en los materiales de construcción, en la estética, en
la calidad de vida y en el rol social, político y económico de las
construcciones, fue la expresión espacial y física de la división
y contradicciones de clase que atravesaban a las sociedades
indígenas. En consecuencia, mientras las élites teocráticas
planificaban las urbes, disfrutaban de sus centralidades y se
apropiaban de la riqueza producida al tiempo que encarna-
ban y ejercían el poder político, los trabajadores edificaban
las ciudades y eran excluidos de ellas, condenados a habitar la
periferia donde sobrevivían por medio de esfuerzos propios
y, tal vez, a través de formas de vida comunitaria.
Más adelante, en el periodo de la conquista, de acuerdo
con Hardoy (1978), los colonizadores europeos (principal-
mente españoles y portugueses) en el ejercicio de objetivar
su empresa de dominación militar, religiosa y económica,
encontraron en la ciudad precolombina una guía ya edifica-
da para el establecimiento de nuevos centros de poder desde
los cuales llevaron a cabo la ocupación territorial, la evalua-
ción de los recursos humanos y naturales y la organización
administrativa. Partiendo de ello, buscaron posicionarse por
encima de la experiencia de las civilizaciones precolombinas,
acabando con esta e imponiendo un nuevo esquema de orga-
nización social y de urbanización.
Los europeos invasores edificaron en América Latina una
red de ciudades con signo propio formalmente desde el año
1520. Dichas urbes encontraron su inspiración en el mercan-
tilismo renacentista y en la experiencia relacionada recogida
durante los siglos XVI y XVII. Este acervo se adaptó mediante
el proceso de conquista y colonización, mientras resignificaba
y reemplazaba las estructuras políticas, ideológicas y urbanas
de los primeros pobladores.
LA CIUDAD COLOMBIANA: MANIFESTACIÓN HISTÓRICA DE LAS 25
CONTRADICCIONES DE CLASE

Entre los colonizadores europeos, los españoles produje-


ron en América Latina un modelo tipo de ciudad:
España produjo en América un modelo de ciudad fácil-
mente reconocible por la sencillez del trazado -un damero
con planta central- por la ubicación de los elementos jerár-
quicos -la catedral, la casa del Cabildo y la casa de la gober-
nación alrededor de la plaza- por el simple perfil chato de
la ciudad, apenas quebrado por las torres y cúpulas de las
iglesias, y por la escasa variedad de otros elementos arqui-
tectónicos que las arcadas que rodeaban la plaza de Armas.
En conjunto conformaron un modelo que poseía la practi-
cabilidad de poder ser trazado con rapidez y sin recurrir
a técnicos especializados y la simple belleza que otorgan
a una ciudad la unidad de los materiales utilizados, de los
colores empleados en las fachadas de las viviendas y de
los sencillos espacios abiertos. Nada más distinto, enton-
ces, en su planta física y en su concepción urbanística y
arquitectónica, que una ciudad colonial hispanoamericana
de una ciudad azteca o incaica. (Hardoy, 1978, p. 98)
En ese tipo de ciudad, basado en el trazado de un damero,
los grupos con dinero o con cargos importantes dentro de la
administración colonial como los encomenderos, comercian-
tes, mineros y latifundistas, vivían, junto con el personal que
les servía, en casas amplias de alrededor de tres patios en las
manzanas aledañas a la plaza de Armas. Es decir, en la parte
céntrica. Más hacia las afueras de la ciudad, al pie de este pri-
mer grupo, se ubicaban en casas más modestas los pequeños
comerciantes, algunos artesanos con sus talleres y trabaja-
dores independientes. Un poco más allá, hacia la periferia, se
encontraban las viviendas de los sectores de bajos ingresos,
sin empleos fijos, las cuales eran habitadas casi siempre por
mestizos e indígenas. Finalmente, fuera de la ciudad, donde
la cuadrícula perdía su rigidez y donde las viviendas se agru-
26 LA CIUDAD EN COLOMBIA: CONTRADICCIONES DE CLASE, CRISIS Y
PERSPECTIVA SOCIALISTA

paban sin mayor orden, en área suburbana, se asentaban los


servidores libres, generalmente indígenas, de apoyo a la so-
ciedad colonial (Hardoy, 1978, p. 105).
Lo anterior permite identificar cómo estas ciudades pla-
nificadas por los conquistadores europeos, al igual que las
precolombinas, se encontraban fundamentadas en la segre-
gación y la expresión espacial de la división y las contradic-
ciones de clase, específicamente en la época colonial, conju-
gadas por medio de las distinciones raciales. En este caso,
ubicando en el centro a los blancos españoles conquistado-
res y colonizadores, y hacia las periferias a los mestizos, in-
dígenas y libres. Por lo tanto, fue un modelo de urbanización
igualmente jerarquizado y localizador organizado del centro
hacia la periferia, de lo planificado a lo poco planificado o sin
planificación y autoconstruido, con una clara diferenciación
en los materiales, en la estética y en el rol social, político y
económico de los espacios y las construcciones, donde el as-
pecto racial desempeñó un papel definitorio.
Como lo expone Herrera (2014), estas distinciones racia-
les también se expresaron en las relaciones productivas, en la
organización del trabajo. De este modo, el Estado estableció
relaciones laborales según los sectores étnico-raciales. La es-
clavitud fue para las personas provenientes de África y sus
descendientes, la labor agraria, la mita minera y urbana para
los indígenas y el trabajo libre y asalariado para los libres de
todos los colores. Es decir, la organización productiva, espa-
cial y social reflejó y reforzó el control que tenía el Estado Co-
lonial sobre la población.
Siguiendo con los aportes de Herrera (2014) al respecto,
se puede explicar cómo esta relación jerárquica y de domi-
nación racial también se manifestó en la organización admi-
nistrativa del territorio, en la funcionalidad y la calidad de
los asentamientos que lo componían, donde la unión entre
LA CIUDAD COLOMBIANA: MANIFESTACIÓN HISTÓRICA DE LAS 27
CONTRADICCIONES DE CLASE

Iglesia y Estado fue fundamental para ejercer el poder den-


tro del orden imperante. Así, las ciudades y villas estuvieron
conformadas exclusivamente por los españoles y quienes les
servían. De manera similar, los sitios y parroquias se desti-
naron y fueron poblados por blancos y por libres de todos
los colores, quienes en estos ocupaban un caserío y debían
asumir los gastos de la iglesia. Por otro lado, debido a que los
negros en su calidad de esclavos no tuvieron asignado un te-
rritorio específico, vivieron donde laboraban, generalmente
en haciendas o minas. Finalmente, las zonas rurales fueron
habitadas principalmente por indígenas.
En el caso de los indígenas existieron específicamente los
pueblos de misión y pueblos de indios. Los primeros tuvie-
ron un grado de incorporación más incipiente al sistema co-
lonial pues se trató de un estado de transición para la entrada
plena en el orden colonial. Por su parte, los segundos eran
nucleados, al tiempo que se estructuraron alrededor de una
iglesia. Su jurisdicción se organizaba de la siguiente manera:
resguardos (tierras para cultivos y cría de ganados), caseríos
(asentamientos nucleados de los indígenas) y terrenos ocu-
pados por vecinos (vecinos de todos los colores que se encon-
traban regidos espiritualmente por el cura de la jurisdicción).
Ligado a la disminución de la población indígena, existió
una práctica recurrente de los españoles para quedarse con
sus tierras, sobre todo en los Andes centrales, notablemente
ejecutada a partir de 1770. Esta fue la de transformar los pue-
blos de indios en parroquias de blancos, desplazando, tras-
ladando y agregando la población indígena a otros pueblos,
con tal de proceder al remate de sus tierras. Práctica que tuvo
como respuesta muchas veces la rebelión indígena.
Retomando, en relación con la organización administrati-
va de la colonia en la Nueva Granada, los pueblos, las parro-
quias y sitios dependieron de las ciudades y villas a las que
28 LA CIUDAD EN COLOMBIA: CONTRADICCIONES DE CLASE, CRISIS Y
PERSPECTIVA SOCIALISTA

estaban adscritos acorde a la división jurisdiccional. Estas úl-


timas (ciudades y villas), desde el punto de vista administrati-
vo, fueron creadas para la población española con el objeto de
controlar desde allí un territorio jurisdiccional. Igualmente,
contaron con su respectivo cabildo, por lo que poseyeron una
autonomía relativa que no tenían otro tipo de asentamientos.
En síntesis, la ciudad fue el centro de control político y admi-
nistrativo del orden colonial.
Sin embargo, el esquema de organización administrativa
variaba de provincia a provincia, generalmente organizadas
estas alrededor de una ciudad. Así, se dividían en corregi-
mientos con varios pueblos de indios a su interior. En los
Andes centrales, por ejemplo, predominaron pocas y muy
compactas ciudades y villas por encima de otros asenta-
mientos. En contraposición, en las llanuras del Caribe hubo
más ciudades y villas en comparación con la proporción de
otro tipo de asentamientos. Allí las ciudades controlaban
menos asentamientos diferentes. Esto se explica debido a
que en el Caribe no intermedió en el relacionamiento la fi-
gura del corregimiento.
En conclusión, para este periodo de conquista y coloniza-
ción, la organización espacial y administrativa de los asenta-
mientos y el territorio evidenció la contradicción y relación
de explotación y dominación que se impuso principalmente
entre la república de indios y la república de españoles, la
primera en función de la segunda. En esto las ciudades des-
empeñaron un papel central para garantizar la imposición y
funcionamiento del orden colonial, todo bajo una mezcla de
factores raciales y religiosos que caracterizaron esta etapa de
desenvolvimiento histórico.
Ahora bien, la ruptura política que representó la indepen-
dencia de España no significó un gran cambio inmediato para
la organización de las ciudades en América Latina y puntual-
LA CIUDAD COLOMBIANA: MANIFESTACIÓN HISTÓRICA DE LAS 29
CONTRADICCIONES DE CLASE

mente en Colombia, pues se mantuvo durante un buen tiem-


po, en el periodo republicano, la segregación espacial, racial
y de clase que predominó en la etapa histórica anterior. Sin
embargo, se produjeron transformaciones importantes, de
manera más profunda en la segunda mitad del siglo XIX y
principios del siglo XX, que se materializaron como cambios
en los procesos de urbanización.
Acorde a lo expuesto por Hardoy (1978), el rol de los paí-
ses de América Latina en la economía mundial los especializó
como productores de alimentos y de materias primas para
Estados Unidos y los países europeos. Así, los principales
cambios que sufrieron estuvieron relacionados con la cons-
trucción de redes ferroviarias, con el crecimiento demográfi-
co alrededor de los puertos, el desarrollo de la navegación flu-
vial en los ríos interiores, con el nuevo poblamiento interior
circunscrito a la minería y otras fuentes extractivas, así como
con la sustitución de importaciones en ciudades grandes o ca-
pitales que impulsó un renovado incremento poblacional que
exigió alimentos y crecimiento de nuevas ciudades. De este
modo, grandes capitales europeos fueron invertidos para ma-
terializar los procesos señalados, así como para la comercia-
lización de los grandes flujos de mercancías importadas que
demandaron.
Producto de lo anterior, en las ciudades se presentaron
modificaciones en relación con la tasa de mortalidad, la cual
incrementó por el aumento de enfermedades. Para atender
esta situación se realizaron los primeros remodelamientos
basados en el estilo haussmanniano (primeros años del siglo
XX). Consistió en la transformación del tradicional perfil de
la ciudad colonial para mejorar el hacinamiento de personas
y las condiciones sanitarias del espacio urbano. Este modelo
de urbanización no prestó atención a la economía de dichas
ciudades ni tuvo en cuenta las condiciones de la población
30 LA CIUDAD EN COLOMBIA: CONTRADICCIONES DE CLASE, CRISIS Y
PERSPECTIVA SOCIALISTA

de más bajos ingresos, puesto que se basó en la segregación


social desde un enfoque clasista y clasicista. Inspirado en la
experiencia europea, fueron profesionales de estos países los
que diseñaron los primeros planes y dirigieron varias de las
obras edificadas, así como el entrenamiento de los profesio-
nales locales para su construcción, todo lo que en su conjunto
volvió a ubicar espacialmente a los trabajadores en la perife-
ria y a las clases, razas y élite dominantes en el centro de las
ciudades (Hardoy, 1978).
En el caso colombiano, retomando los aportes hechos por
Escobar (2007), Medellín se puede entender como un ejem-
plo importante de la aplicación del modelo haussmanniano
sobre el modelo de damero indiano colonial prexistente. Su
historia evidencia la paulatina consolidación de las ciuda-
des durante la época republicana. Fundada en 1675, empe-
zó a centralizar la dinámica política y económica regional de
la provincia de Antioquia hasta convertirse en su capital en
1826. Sus principales actividades económicas fueron la ex-
plotación aurífera y, posteriormente, desde 1840 con la ri-
queza generada, se empezaron a desarrollar fuertemente el
comercio de bienes y productos traídos de Jamaica y después
directamente de Europa. Este proceso permitió la acumula-
ción de capital suficiente para iniciar la actividad cafetera (de
1880 a 1930 el café se constituyó en el principal producto de
exportación y sostén de la economía nacional) y la incipiente
industrialización de finales del siglo XIX y principios del siglo
XX. Adicionalmente, se dio un proceso de vinculación de nue-
vos territorios3 y fundación de nuevos centros urbanos que
fue denominado “la colonización antioqueña”, en el marco del
cual se construyeron vías que conectaron una red de centros
urbanos.

3
Expansión de la frontera agrícola.
LA CIUDAD COLOMBIANA: MANIFESTACIÓN HISTÓRICA DE LAS 31
CONTRADICCIONES DE CLASE

En 1870, las élites que gobernaban el país desde la pro-


clamación de la independencia -principalmente terratenien-
tes agrarios y una burguesía comercial en consolidación- se
propusieron buscar el progreso y la civilización, en pro de
la realización del planteamiento de los ilustrados de finales
del siglo XVIII. Para las ciudades esto implicó la búsqueda del
progreso urbanístico y arquitectónico. Medellín, tomándolo
como modelo de desarrollo de las ciudades colombianas, lo
tradujo en la importación de modelos higienistas4 de cons-
trucción de las ciudades.
La aparición de las primeras ideas higienistas -entre 1870
y 1890- tuvo como consecuencia la creación de las primeras
Sociedades de Fomento al “Primer Plano de Medellín Futuro”.
Médicos e ingenieros intentaron organizar y sanear la ciudad
siguiendo los preceptos de los higienistas ingleses y france-
ses. Así, coadyuvaron a los estudiantes de ingeniería de las
universidades locales para elaborar las primeras representa-
ciones científicas de la ciudad, en las que el elemento primor-
dial fue el agua y su domesticación (desecación de pantanos,
canalización de ríos, entre otras). Al tiempo se empezaron a
regular algunos aspectos del crecimiento de la ciudad. Es el
caso del Código de Policía que hasta 1888 ejerció el control
urbano (heredad española), en adelante el Concejo asumió un
mayor protagonismo al respecto. A la par, se determinó el an-
cho de las calles (16 metros de ancho) para que la luz y el aire
pudieran circular en abundancia (Escobar, 2007).

4
Se incluye dentro del higienismo una serie de intervenciones llevadas a cabo
en ciudades latinoamericanas en las últimas décadas del siglo XIX y principios del
siglo XX. Tal como lo retrata Sánchez Ruiz (2020), estas “intervenciones en un pri-
mer momento surgieron para atender cuestiones de insalubridad, hacinamiento,
disfuncionalidad, y mala imagen, entre otros; en un segundo, al incrementarse acti-
vidades y población, se sucedieron como materialización de los deseos de progreso
entre grupos dominantes ante una nueva modernidad que con nuevas culturas se
desplegaba” (p. 32).
32 LA CIUDAD EN COLOMBIA: CONTRADICCIONES DE CLASE, CRISIS Y
PERSPECTIVA SOCIALISTA

Las clases dominantes en Colombia, siempre a la cola de


los desarrollos implementados en otras latitudes, transitaron,
como había sucedido en otros países capitalistas de Occiden-
te, del higienismo al taylorismo5. En Antioquia se reflejó en la
transformación de los proyectos del “Plano para el Ensancha-
miento Futuro de la Ciudad” (1890) y el “Plano del Medellín
Futuro” (1913), desde la oficialización de la mirada higienis-
ta, hacia una concepción más económica (ciudad-empresa),
taylorista. Motivado por el crecimiento y desarrollo de la ciu-
dad, esta nueva tendencia propuso tres principios orientado-
res del urbanismo moderno: circulación, belleza e higiene.
La racionalidad y ortogonalidad de los modelos de ciudad
del higienismo primero y del taylorismo después, tuvieron
distintas críticas por la monotonía urbana que producían. Di-
chas críticas dieron paso a que se abriera las puertas a pro-
puestas inspiradas en la ciudad jardín y los suburbios londi-
nenses. Ideas que estimularon las discusiones presentes en la
época sobre la planificación urbana bajo el objetivo de con-
seguir una ciudad moderna que satisficiera las necesidades
del progreso y la higiene, lo que inspiró el diseño de nuevos
planos desde la mitad de la segunda década del siglo XX en
Medellín.
En esta dinámica, igualmente se establecieron planos re-
guladores en varias ciudades como Cali, Bogotá, Neiva, entre

5
“La gestión científica, también llamada taylorismo, es una escuela de pensa-
miento iniciada por el ingeniero mecánico Frederick Winslow Taylor (1856-1915).
Taylor se especializó en maximizar la eficiencia de los trabajadores optimizando los
diseños de las fábricas y rediseñando la relación entre los trabajadores y la geren-
cia. La gestión científica aumentó la eficiencia y el rendimiento de los trabajadores
de la fábrica al dividir las tareas complejas en partes más pequeñas. También pro-
puso que los trabajadores sean compensados en función de su productividad. Sin
embargo, la gestión científica no siempre fue bien recibida. Muchos trabajadores
calificados protestaron contra el movimiento, alegando que otorgaba a la dirección
un poder injusto sobre los trabajadores” (Biscontini, 2020).
LA CIUDAD COLOMBIANA: MANIFESTACIÓN HISTÓRICA DE LAS 33
CONTRADICCIONES DE CLASE

otras. Sin perder de vista las relaciones sociales capitalistas


de producción vigentes, en estos planos se puede evidenciar
cómo no fueron más que el trazado de nuevas vías con la in-
tención de producir fachadas o una estética urbana. En últi-
mas, una imagen de prestigio de la ciudad. Aprile resumió los
contenidos y las pretensiones de dichos planes de la siguiente
manera:
“Plan de embellecimiento urbano” se llaman a veces,
y son generalmente elaborados por ingenieros civiles, es
decir por especialistas en vías y obras públicas. Otros son
el transporte fiel de doctrinas foráneas pues llegaron los
ideólogos de la felicidad en la “ciudad radiante”, Le Corbu-
sier, J. L. Sert, P. L. Wiener. Son los apóstoles y teóricos de la
ciudad apacible, concebida como una sola comunidad sin
conflictos, bañada de sol y de luz, los ciudadanos felices
paseándose sobre el césped verde o entre los árboles que
bordean las avenidas rectas de un futuro luminoso (…) los
árboles se secan sobre el papel mantequilla, lo mismo que
los maravillosos parques. Solamente se realizará lo que
decide la oligarquía, lo que conviene al capital y a su apa-
rato estatal. Pues ellos consideran la planificación como
inversión, fuente de ganancias; el plan urbanístico puede
propiciar plusvalía. Además se revela un eficaz instrumen-
to de dominación ideológico-político y religioso. (Urbano
Campo, 1976b, p. 30)
Entonces, se puede abstraer que la planificación y los pla-
nes, inspirados, dirigidos y funcionales a los intereses de las
clases dominantes, se propusieron imprimir y reproducir en
su ejecución la drástica segregación socioespacial en las ur-
bes que había existido históricamente en perjuicio de los tra-
bajadores y las clases populares. En este marco, cabe exaltar
la tesis de Escobar según la cual “si en un principio la burgue-
sía se planteó el lujo y el refinamiento, esto se trastocó por
34 LA CIUDAD EN COLOMBIA: CONTRADICCIONES DE CLASE, CRISIS Y
PERSPECTIVA SOCIALISTA

una racionalidad y la eficiencia que lindó con la especulación,


el lucro y la monotonía urbana” (Escobar, 2007, p. 159). Es de
esta forma como, a finales de la primera mitad del siglo XX, se
desembocó en el proceso social que aceleró la urbanización
en Colombia. Esto fue la ofensiva latifundista contra el campe-
sinado en las zonas rurales que signó la época, lo cual creó un
crecimiento sin precedentes de las ciudades del país.
Durante las primeras décadas del siglo XX, grandes canti-
dades de tierra baldía, no ocupada ni titulada, fueron paulati-
namente invadidas por colonizadores en búsqueda de garan-
tizar su subsistencia. De esta manera, emergieron, sobre todo
en los Andes, centenares de pequeñas y medianas fincas cuyo
producto principal era el café. Ahora bien, con el advenimien-
to de la denominada violencia bipartidista, el modelo de ocu-
pación de tierra por el trabajo colono sufrió grandes trans-
formaciones. Las nuevas zonas productivas rurales llamaron
la atención de especuladores y terratenientes violentos, quie-
nes, amparados en supuestas razones políticas, empezaron a
presionar a los ocupantes populares. Las compañías capitalis-
tas, en asocio con los hacendados, desplazaron a las familias
campesinas de las parcelas ocupadas buscando legalizarlas a
su favor una vez producido el despojo (Naranjo, 2014).
Según Aprile, es así como se puede entender el proceso de
urbanización acelerado de los años cuarenta hasta los seten-
ta, y es de este modo como se explica el fenómeno denomina-
do como la “violencia” en Colombia. Esto es, como la violencia
económica ejercida por los latifundistas contra los campe-
sinos, como la guerra civil por medio de la cual se materia-
lizó una gigantesca operación de apropiación de las capas
poseedoras contra el pueblo y sus tierras, fungiendo como
fachada el conflicto bipartidista y donde la economía cafetera
desempeñó un papel determinante. A todo esto hay que aña-
dir, como factores que contribuyeron al desplazamiento de
LA CIUDAD COLOMBIANA: MANIFESTACIÓN HISTÓRICA DE LAS 35
CONTRADICCIONES DE CLASE

grandes masas rurales hacia las zonas urbanas, la consolida-


ción de la economía ganadera, las concesiones petrolíferas y
la situación internacional de guerra fría, entre otros (Urbano
Campo, 1975b, pp. 44 y 50).
Es así como, principalmente a finales de los años cuarenta
y en la década del cincuenta, la violencia y desplazamiento
que se dio en las zonas rurales tuvo como una causa defini-
toria la gran producción cafetera, años en los que, además, el
café alcanzó una máxima demanda y altos precios en el mer-
cado mundial. El fenómeno del café evidenció una articula-
ción entre el poder político y económico, pues no de manera
casual los grandes terratenientes que manejaban el Estado
eran también los miembros del Banco Cafetero y de la Fede-
ración Nacional de Cafeteros. Dichos empresarios fueron los
que capitalizaron el desplazamiento masivo hacia las urbes e
impulsaron su crecimiento e industrialización. Aprile explicó
esta situación de la siguiente forma:
En el campo se extendieron los latifundios, se reduje-
ron los costos de producción y esta última se racionalizó,
se modernizó y se incrementó. Resultado insólito: el éxodo
del campo ha llevado a las ciudades masas numéricamente
muy superiores a las esperadas por los terratenientes-em-
presarios. Pero no importa, será de todos modos más fácil
controlarlos en el recinto urbano que en el inmenso espa-
cio abierto del campo (…)
En cada ciudad una clase de terratenientes urbanos y
hacendados, además de ser políticos locales y altos funcio-
narios, lleva a los refugiados hacia los sectores que le per-
tenecen, después de haberlos despojado de sus parcelas en
el monte. Y les venden las llamadas “urbanizaciones” cuan-
do la operación es rentable, transgrediendo sin vacilar sus
propias leyes para crear numerosos barrios ilegales, si con
eso se logra la máxima plusvalía. Así nacen cantidades de
36 LA CIUDAD EN COLOMBIA: CONTRADICCIONES DE CLASE, CRISIS Y
PERSPECTIVA SOCIALISTA

barrios (…) luego perfeccionan dicho sistema de especu-


lación y explotación, se vuelven honorables empresarios
e industriales benefactores de la ciudad, utilizando a sus
propias víctimas como mano de obra especialmente dócil
(…) por un tiempo!. (Urbano Campo, 1975b, p. 48)
En síntesis, el campesinado que luchó, colonizó y se apro-
pió de tierras baldías durante varias décadas con tal de ga-
rantizar su subsistencia, en los años cuarenta y cincuenta
del siglo XX, en relación fundamentalmente con el auge de la
economía del café, sufrió una expulsión violenta con la cual
el terrateniente elimina a su paso al pequeño y mediano pro-
ductor, apropiándose de su tierra y desplazándolo del campo
a la ciudad en busca de protección. El terrateniente consiguió
acumular capital por medio de su situación favorable en la
economía rural e invirtió sus ganancias en la industrializa-
ción que, aunque precaria, fue motor y pieza clave en todo
este proceso de urbanización del país. Fue así como, durante
este éxodo rural masivo, la mayoría de las familias migrantes
campesinas se desplazaron hacia diferentes centros urbanos,
no necesariamente principales, haciéndolos crecer de mane-
ra inédita. Allí estos nuevos pobladores sobrevivieron como
pudieron, realizando oficios varios, de construcción, ventas
ambulantes, artesanías o como toderos. En todo caso, no bajo
relaciones asalariadas ya que estas eran la excepción.
Por todo lo anterior, se puede afirmar que el crecimiento
urbano del siglo XX en Colombia no se dio por causa de una
planificación económica, de una política poblacional o de or-
denamiento territorial, sino que fue producto principalmen-
te de una estructura latifundista violenta que, por un lado,
despojó y desplazó, y, por otro lado, industrializó y urbanizó.
Ello trajo como efecto que tres cuartas partes de la población
colombiana se concentrase en los núcleos urbanos desde los
años sesenta.
LA CIUDAD COLOMBIANA: MANIFESTACIÓN HISTÓRICA DE LAS 37
CONTRADICCIONES DE CLASE

Es de esta manera como se originó y perfiló el modelo de


desarrollo urbano-territorial vigente hasta hoy en el país y la
alianza fundamental que lo ha implantado de terratenientes,
capital financiero e inmobiliario como bloque de clases que
ejerce el poder en las ciudades. Del mismo modo, fue así como
se consolidó su novedosa forma de dominación y acumula-
ción de capital: la especulación con el valor del suelo urbano y
la vivienda, dando nacimiento al modelo de ciudad que se ha
desarrollado en Colombia hasta la actualidad. Aprile resumió
este proceso, sus contradicciones y resultado, así:
Pero en la década del cincuenta y sesenta muchas de las
aldeas o pueblos alcanzan categoría de ciudades y durante
tal proceso se vuelven lo contrario de lo que eran anterior-
mente. Es fácil verificar que, hoy en día, la heterogeneidad,
la desintegración física, el caos sociológico y la típica anar-
quía que engendra el capital, son las características sobre-
salientes de la ciudad que parió tal pueblo. Ella presenta un
cuerpo descuartizado e incoherente, atomizado en el espa-
cio, sin ninguna unidad, no construida ni social. Hacia afue-
ra, entre el antiguo pueblo y el espacio agrario, se extienden
zonas híbridas que conforman inmensos suburbios donde
los habitantes oscilan entre el mundo rural que los expulsó
y el mundo urbano que los rechaza. Al margen de los dos
viven sobre una frontera agro-urbana. Por otra parte, la ciu-
dad, hecho colectivo y social por excelencia, entra en contra-
dicción con la propiedad, la cual sigue siendo latifundista y
privada. El suelo, un bien vital de todos, pertenece a pocos.
Lógicamente se vuelve objeto de una lucha, se transforma en
campo de batalla. El capital -bien sea financiero y banque-
ro, industrial o comercial-, tiene que destruir el pueblo para
construir “su ciudad” y lo aniquila sin la menor piedad. Las
leyes de la plusvalía lo llevan a pisotear sus propios valores
morales y culturales y a destruir sistemáticamente el espa-
38 LA CIUDAD EN COLOMBIA: CONTRADICCIONES DE CLASE, CRISIS Y
PERSPECTIVA SOCIALISTA

cio, tanto natural como construido. No respeta ni las que-


bradas, ni los árboles, ni tampoco su herencia y su propia
historia, acabando con las piedras viejas y con la dignidad
de los seres. Pero no hizo más que transformar un pueblo
auténtico en una falsa ciudad y al fin y al cabo nos entregó
una especie de vestido de arlequín que oculta abcesos puru-
lentos. (Urbano Campo, 1975d, pp. 43 y 44)
Según Hardoy (1978), en América Latina para los años se-
tenta, el desplazamiento de población de lo rural a lo urbano
marcó notablemente el crecimiento de las ciudades pequeñas
fundadas en la época colonial. La economía de los países de este
continente se caracterizó por el monocultivo agroexportador
y la importación de alimentos. De hecho, para solucionar esta
situación, desde 1950 se impulsaron leyes de reforma agraria
con alcances limitados. El contexto fue el de una urbanización
crecientemente descapitalizada, en una elevada proporción
autoconstruida, con problemas macroambientales, sin planes
efectivos y sin normas realistas. Más bien una mala copia de
los modelos europeos que profundizaron la dependencia tec-
nológica y de materiales para la construcción en lo local. Dicha
dependencia sustentada en la decisión de los gobiernos nacio-
nales, con el aliento de organismos internacionales, de formu-
lar planes urbanos que respondieron a objetivos de minorías y
no reflejaron la opinión ni las necesidades de las mayorías. Así,
no buscaron superar las contradicciones existentes reorgani-
zando el espacio urbano de esta manera.
Consecuencia de lo anterior fueron los métodos de cons-
trucción y de adquisición de vivienda que primaron durante
la segunda mitad del siglo XX. La construcción de asentamien-
tos populares en las periferias urbanas, a los que llegaban los
desplazados de zonas rurales de múltiples regiones, se dio
fundamentalmente mediante la autoconstrucción, es decir,
mediante dinámicas de solidaridad vecinal que, en un princi-
LA CIUDAD COLOMBIANA: MANIFESTACIÓN HISTÓRICA DE LAS 39
CONTRADICCIONES DE CLASE

pio desorganizadamente y a partir de las experiencias popu-


lares preexistentes, iban levantando viviendas en los lugares
en los que se hallara un espacio libre, bien sea mediante pro-
cesos de toma de tierras, o mediante la apropiación y poste-
rior venta de terrenos, al margen de la ley, por parte de acto-
res ilegales y terratenientes urbanos, proceso conocido como
“loteo” o urbanización “pirata”.
Así, este proceso tuvo un efecto contradictorio que se ex-
presa hasta nuestros días. Si bien posibilitó la especulación
con el uso del suelo por parte de una fracción de la clase do-
minante en las ciudades, también creó un acervo de experien-
cia popular asentado en la lucha contra el Estado por la toma
de tierras, y en fuertes lazos de solidaridad vecinal surgidos
de la necesidad de construir entre todos nuevos barrios.
Desde la década de 1930 hasta 1990, la autoconstrucción
fue la principal forma de producción de vivienda en el país.
Alrededor del 50% en cada década individualmente conside-
rada, esto por encima de la producción de vivienda capitalis-
ta (entre 16% y 30%), estatal subsidiada (entre 5% y 20%)
y por encargo (entre 12% y 18%). Este proceso ha sido una
tendencia histórica en Colombia, lo que hace de la autocons-
trucción la principal fuente de vivienda para gran parte de la
población urbana (Naranjo, 2014).
La ausencia inicial de un sistema financiero adaptado
a la compra de vivienda, la estrechez del mercado, dificul-
tades de promoción de insumos, y otros factores llevaron a
que incluso en el sector de demanda solvente emergiera y
se consolidara una forma de producción que a pesar de ser
legal, no es propiamente capitalista. Se trata de la “cons-
trucción por encargo” en la que el mismo usuario consigue
un terreno y contrata un constructor o un arquitecto para
que le haga su vivienda de manera individual. (Jaramillo,
2008, p. 24)
40 LA CIUDAD EN COLOMBIA: CONTRADICCIONES DE CLASE, CRISIS Y
PERSPECTIVA SOCIALISTA

La “construcción por encargo” tiene en esta época una


buena porción del mercado debido a la escasez o ausencia
de oferta de vivienda capitalista, pero también por la posibi-
lidad de dividir en el tiempo los pagos: en este esquema no
hay propiamente acumulación ni producción en escala, por lo
que se convierte en un competidor temible de la producción
capitalista (sobre todo en los inicios de esta) en la captación
de la demanda solvente -la de las clases dominantes-, así, se
promueve la vivienda como bien cultural excepcional, lo cual
es otra diferencia sustancial con la producción capitalista en
la que la vivienda es un bien repetitivo buscando economías
de escala. Por lo anterior, la promoción capitalista de los años
cincuenta, sesenta y setenta se concentra en los sectores me-
dios de la población (Jaramillo 2008).
La producción de vivienda organizada desde una visión
capitalista fue avanzando lentamente desde la producción de
viviendas estandarizadas para las capas medias de la pobla-
ción hacia un modelo de bancarización y especulación que
abarca cada vez más capas de la población.
Desde los años setenta del siglo XX, la política de vivienda
en Colombia se centró casi que exclusivamente en el fomento a
la producción de unidades nuevas por parte de operadores pri-
vados (incentivar el negocio de la construcción). En paralelo,
se fomentó la adquisición de esta por parte de los ciudadanos
en el mercado mediante mecanismos de subsidio a la deman-
da, en particular, el Subsidio Familiar de Vivienda -SFV- (Fique,
2008). Estos incentivos se concretaron en formas de financia-
ción, tanto para la producción de vivienda como para su ad-
quisición -crédito y subsidio- mediante dos instrumentos de
cuantificación que se sucedieron en el tiempo6: la Unidad de
6
Este cambio en los instrumentos de financiación tuvo que ver con una crisis
del sector inmobiliario, caracterizada por la imposibilidad de los usuarios de pagar
las deudas hipotecarias que habían contraído para la adquisición de vivienda.
LA CIUDAD COLOMBIANA: MANIFESTACIÓN HISTÓRICA DE LAS 41
CONTRADICCIONES DE CLASE

Poder Adquisitivo Constante (UPAC) y la Unidad de Valor Real


(UVR). Un claro impulso a la actividad de construcción privada
-con la correspondiente reducción de la actividad estatal en el
sector- que se usó, además, como instrumento de política ma-
croeconómica y de legitimación política del Estado colombia-
no, con el cual se resolvieron en gran parte las pretensiones de
acumulación capitalista en el país (Fique, 2008).
En la actualidad, el modelo de ciudad esbozado por las
clases dominantes viene por cuenta de la pretensión de cons-
tituir un Sistema de Ciudades que, sin cambiar el modelo es-
peculativo y bancarizado de producción y adquisición de vi-
vienda, organice a nivel nacional la política de construcción
urbana en función del modelo neoliberal de acumulación
capitalista. Se busca concretar las relaciones entre ciudades
funcionales en términos de actividades económicas y la ofer-
ta de servicios de diferente tipo. Aquellas son el conjunto de
ciudades generalmente concentradas en torno a una ciudad
principal o núcleo, por ejemplo, Bogotá, Medellín o Cali. Apa-
recen también las ciudades uninodales, centros urbanos cuya
área funcional se mantiene dentro del límite político adminis-
trativo de su municipio, como Ibagué o Popayán (DNP, 2014).
Entretanto, la principal herramienta usada por las clases do-
minantes en la contemporaneidad para buscar la imposición
de su modelo de ciudad en función de sus intereses es la de
los Planes de Ordenamiento Territorial (que dialogan con los
Planes de Desarrollo), controlados por la iniciativa guberna-
mental-estatal con reducida o nula participación de la pobla-
ción y cooptada por la mano del capital, que poco a poco viene
apuntalándose en los centros urbanos del país.
El elemento común en estos ejercicios de planificación
coetáneos se encuentra relacionado con la segregación e im-
posición de un sector de la población sobre otro, basado en
la acumulación de excedentes de producción, la mercantiliza-
42 LA CIUDAD EN COLOMBIA: CONTRADICCIONES DE CLASE, CRISIS Y
PERSPECTIVA SOCIALISTA

ción de todos los aspectos de desarrollo de la vida, la especu-


lación con el suelo y la vivienda y la dominación del espacio
reproduciendo lógicas de centro-periferia. Como antes, pero
ahora de manera sofisticada, son el instrumento por medio
del cual:
Grupos, castas e individuos imponen la división del
espacio. Clanes dictan una zonificación elitista, actúan en
la selección de las zonas de residencia con criterios de
clase. La plusvalía vigente o esperada determina de ante-
mano los futuros “usos del suelo”, término seudo-técnico
que encubre los conceptos de posesión y apropiación. Se
ubica la zona industrial lejos de los barrios del grupo do-
minante, dejando la polución del aire para los pobres. El
plan vial no enfrenta a las necesidades reales sino más
bien se dirige hacia las futuras ganancias, y lo definen los
terratenientes y hacendados suburbanos que componen
“la Junta”.
Los transportes colectivos son sometidos a la dicta-
dura de empresarios-concejales. Los servicios públicos
dependen del capricho de los prestamistas extranjeros y
el poder de Siemens o de Ericson puede ser tal que apa-
rece primero el teléfono, antes que el agua o el alcantari-
llado. Salud y educación permanecen en manos de nego-
ciantes, bien sean laicos o religiosos. El comercio, la plaza
de mercado o la ubicación de la Galería resultan de en-
frentamientos y rivalidades entre grupos de negociantes
antagónicos. Los equipos se programan en beneficio de
los contratistas y las firmas especializadas. La “renova-
ción urbana” no mira sino a la “renovación” de la propie-
dad y a la renta máxima. Además el plan crea barreras,
las acentúa y garantiza su persistencia. En definitiva el
urbanismo expresa con claridad el contenido de clase
que el sector dirigente asigna a la ciudad, ocultando sus
LA CIUDAD COLOMBIANA: MANIFESTACIÓN HISTÓRICA DE LAS 43
CONTRADICCIONES DE CLASE

intereses de casta detrás de supuestas doctrinas y técni-


cas urbanísticas o del llamado “interés de la comunidad”.
(Urbano Campo, 1976b, pp. 31 y 32)
En suma, este recorrido histórico permite evidenciar la
forma en la que las condiciones y relaciones materiales de
producción han incidido de manera fundamental en la cons-
trucción de las ciudades y los grandes centros urbanos en Co-
lombia. En la etapa precolombina, la conquista y la colonia,
fue principalmente por medio de la producción agrícola y su
desarrollo que comenzaron a constituirse los primeros pobla-
dos urbanos, lo que se acompañó de un ejercicio de centraliza-
ción y concentración del poder político-cultural y económico
así como de la planificación de la ciudad y de la administra-
ción en esta, por medio de lo cual se propició el crecimiento
de la producción y su acumulación generando dinámicas de
explotación, exclusión, segregación y empobrecimiento físico
y social en relación con gran parte de la población trabajado-
ra y en beneficio de las élites, clases y razas dominantes. Fue
de este modo como las ciudades se configuraron como cen-
tros de poder. En todo este proceso desempeñaron un papel
igualmente fundamental la explotación minera y las activida-
des manufacturera y comercial.
Una vez ganada la independencia e iniciado el periodo
republicano, con la inserción del país a la economía capita-
lista mundial como productor de materias primas y alimen-
tos, el estilo haussmanniano, el higienismo, el taylorismo y
los planes urbanos fueron la nueva forma de organización
del espacio a través de la cual se respondió a las renovadas
demandas del momento vivido, materializándose por medio
de ello las aspiraciones de las clases dominantes. La actividad
comercial importadora, la inversión de capitales extranjeros
y la consolidación de los hacendados forjaron las clases que
dirigieron el proceso urbano, nuevamente asegurando para
44 LA CIUDAD EN COLOMBIA: CONTRADICCIONES DE CLASE, CRISIS Y
PERSPECTIVA SOCIALISTA

ellas las centralidades y enviando a los trabajadores a la peri-


feria. Para este tiempo se destacó la influencia de los modelos
y planificadores foráneos en la configuración del espacio local
buscando la supuesta edificación de una ciudad moderna.
El boom de la urbanización nacional de mitades del siglo
XX fue producto del desplazamiento masivo de poblaciones
rurales hacia las ciudades, donde la violencia y la consolida-
ción de la economía cafetera por parte de los hacendados des-
empeñaron un papel fundamental. Esto configuró una ciudad
variopinta, autoconstruida en gran parte por los nuevos po-
bladores, con procesos de industrialización y producción ca-
pitalista de vivienda precarios dirigidos por los terratenien-
tes-empresarios. La llegada masiva de población a los centros
urbanos estimuló, por un lado, la autoconstrucción popular
dirigida por el movimiento social y, por otro, la especulación
y venta de lotes por parte de actores ilegales y terratenien-
tes urbanos. Ello sin duda, impulsó la construcción de barrios
informales, debido, además, a la ausencia e incapacidad del
Estado -y del mercado capitalista formal en esta fase- para
proveer vivienda.
Por medio de la especulación con el suelo urbano y la
construcción y venta de vivienda como renovadas formas de
poder y acumulación de capital, el bloque de clases dominan-
te, compuesto particularmente por terratenientes y capita-
listas financieros e inmobiliarios, fue el que asumió hasta la
actualidad la conducción del proceso urbano en Colombia. El
Sistema de Ciudades y los Planes de Ordenamiento Territo-
rial (y los Planes de Desarrollo) vienen fungiendo como sus
herramientas de dominación para materializar sus intereses,
reproduciendo lógicas de mercantilización, explotación, ex-
clusión, segregación y empobrecimiento físico y social de los
trabajadores bajo lógicas de centro-periferia en la configura-
ción de las ciudades y los territorios.
LA CIUDAD COLOMBIANA: MANIFESTACIÓN HISTÓRICA DE LAS 45
CONTRADICCIONES DE CLASE

Por todo lo anterior se puede concluir que el proceso de


urbanización en Colombia, desde las sociedades indígenas
hasta la actualidad, se plasmó como el desarrollo de las fuer-
zas productivas, la creación de excedente y el acaparamiento
de este por parte de las élites y clases dominantes. Es decir, la
edificación de las ciudades no ha sido un proceso distinto a la
manifestación de todo ese cúmulo de contradicciones histó-
ricas, que ha conllevado a la espacialización de la división y
las contradicciones de clase. En todo ello, la planificación ha
sido la versión de la forma impuesta del desarrollo urbano,
lo cual ha estado en función de ratificar y fortalecer el poder
político, cultural y económico de las clases dominantes. Em-
pero, toda esta dinámica ha recibido notables respuestas a
nivel histórico por parte de las clases populares, ya sea por
medio de la informalidad y la autoconstrucción solidaria para
satisfacer sus necesidades, o como revueltas directas contra
el orden imperante. Dicha respuesta es la que se estudiará en
el siguiente acápite.

1.1. Tradición urbana rebelde y planificación


popular

Las iniciativas de las clases dominantes para configurar las


ciudades en función de su proyecto de sociedad no han sido
pacíficamente implementadas, ni son la única explicación de
la formación de las ciudades en América Latina y en Colombia.
Como toda praxis social, se ha enfrentado con la dialéctica de
las clases que, para el caso de las ciudades, se ha traducido en lo
que se puede evidenciar como una forma de resistencia y tradi-
ción popular urbana. Dentro de este conflicto, la iniciativa sub-
alterna se ha plasmado históricamente como paisaje alternati-
vo, informal, autoconstruido y muchas veces solidario que dio
su acento al aspecto variopinto de las ciudades colombianas.
46 LA CIUDAD EN COLOMBIA: CONTRADICCIONES DE CLASE, CRISIS Y
PERSPECTIVA SOCIALISTA

Como ya se expuso, en el caso del periodo precolombino,


retomando a Hardoy (1978), la planificación urbana no alcan-
zó a las periferias de las ciudades. En estas se edificaron su-
burbios dispersos, con baja densidad y con una pobre calidad.
Estos suburbios carecieron de servicios y fueron formados
por viviendas autoconstruidas con materiales perecederos,
posiblemente similares a las viviendas rurales. Los trabaja-
dores directos, los pobladores populares, habitaron en ellos,
probablemente apoyándose en formas de vida comunitaria
para superar las adversidades.
En ese sentido, la planificación urbana estuvo subordi-
nada y en función de satisfacer los intereses de la élite go-
bernante. Los criterios de regulación urbana y la adopción
espontánea e implícita de niveles mínimos de vivienda nor-
mativizaron las ciudades y fueron obtenidos solo por una
parte de la población. Así fue como se impulsó la construcción
de servicios públicos urbanos en sectores importantes para
la subsistencia humana y el desenvolvimiento de la sociedad
como lo fueron el abastecimiento de agua y el establecimien-
to de mercados, con un acceso más abierto para el conjunto
de la población. Por el contrario, servicios como la educación,
la salud y la recreación seguramente se posicionaron como
privilegios de las élites. No existió ni la necesidad ni la posibi-
lidad del transporte urbano.
La inversión pública no se realizó para satisfacer las ne-
cesidades directas de la población sino para mantener la pro-
ducción en relación con una demanda que crecía lentamente,
así como para consolidar la defensa y aumentar el control. En
otras palabras, para minimizar los riesgos de una debacle en
el orden establecido. Las clases populares solo se beneficia-
ron de manera indirecta. Por lo mismo, no existió representa-
tividad ni representación popular.
En relación con lo anterior, la resistencia urbana durante
LA CIUDAD COLOMBIANA: MANIFESTACIÓN HISTÓRICA DE LAS 47
CONTRADICCIONES DE CLASE

esta época probablemente se trató de movimientos de tipo


reivindicativo desencadenados por el hambre, la peste y los
malos tratos y no tanto por contradicciones locales con res-
pecto al acceso a ciertos servicios. Los periodos de ofensiva
popular debieron ser cortos, mal liderados y no parecen ha-
ber modificado la gestión de los organismos del Estado, ni
modificado sustancialmente el sistema productivo o provoca-
do la creación de nuevas instituciones. Es decir, no consiguie-
ron grandes victorias. Muchas veces, la respuesta por parte
de las élites fue la mayor centralización y encarnación del po-
der en una persona.
Para el periodo colonial, siguiendo con Hardoy (1978),
como se expuso, predominó la configuración de las ciuda-
des por medio de lógicas económicas, raciales y espaciales
que organizaron las urbes del centro a la periferia. A la pe-
riferia suburbana y el espacio rural no llegó la planifica-
ción y allí fue donde se ubicaron los servidores libres, el
personal de apoyo a la economía y a la sociedad colonial,
que por lo general eran indígenas. Al igual que la ciudad
precolombina, la ciudad colonial fue en gran parte auto-
construida. Lo que se puede reconocer como industria de
la construcción para la época, trabajó exclusivamente para
los sectores del interior. Todo estaba organizado diferen-
cialmente, en sus accesos, a partir de la raza. Dicho proceso
de autoconstrucción puede tomarse como una muestra de
la existencia de posibles formas de vida comunitaria por
parte de los sectores populares con tal de ayudarse entre
sí para superar las adversidades.
Otra forma de resistencia subalterna en esta época se
puede encontrar, retomando a Herrera (2014), en la res-
puesta a la práctica ejercida por los españoles a través de la
que los pueblos de indios eran transformados en parroquias
de blancos para expropiar y rematar las antiguas tierras co-
48 LA CIUDAD EN COLOMBIA: CONTRADICCIONES DE CLASE, CRISIS Y
PERSPECTIVA SOCIALISTA

munales. Fue así como se produjeron revueltas indígenas,


resalta la participación de estos en la de los Comuneros
(1771), donde se exigió la restitución de sus pueblos, aspec-
to que se incluyó en las capitulaciones con un relativo éxito
en su materialización.
Del mismo modo, aprovechando los vacíos dentro de la
organización de la jurisdicción territorial en las llanuras del
Caribe, en las partes que no reportaban asentamientos oficia-
les, las cuales eran extensas y no significaban mayores difi-
cultades para asegurar la subsistencia, indios habitaron allí y
representaron un peligro constante para los viajeros. En este
lugar también se ubicaron los Palenques.
Por su lado, cancheras, rochelas y rancherías hicieron
presencia en Cartagena y Antioquia. Estas fueron formadas
por vagos que se ocultaban en los montes y guaridas, y desde
allí planificaban robos o actos para perturbar el orden públi-
co. El Estado trataba de recuperar su control al respecto. En
los Andes centrales este problema fue secundario.
Ya en Santa Marta y la Guajira hicieron presencia los in-
dios bravos. Estos impulsaron varias disputas territoriales. El
peligro que representaron fue que algunos de estos indígenas
establecieron alianzas con franceses e ingleses, lo que cons-
tituyó un peligro recurrente para el imperio español. Estos
fenómenos causaron confusiones y conflictos en los espacios
limítrofes, por ejemplo, entre Cartagena y Santa Marta. No
obstante, dicho problema no se presentó en los Andes centra-
les. Todas estas representaron formas de asociación y reac-
ción popular contra el orden establecido que, a pesar de que
en su totalidad no tuvieron un carácter urbano, fueron res-
puesta rebelde en contra del poder de la Corona la cual tuvo a
las ciudades como centro predilecto para la dominación.
Posteriormente, durante el periodo republicano, bajo el
haussmannianismo, el higienismo, el taylorismo y los pri-
LA CIUDAD COLOMBIANA: MANIFESTACIÓN HISTÓRICA DE LAS 49
CONTRADICCIONES DE CLASE

meros planos urbanos, cabe resaltar los levantamientos por


parte de los artesanos y el naciente proletariado a finales del
siglo XIX y principios del siglo XX. Particularmente, el levan-
tamiento de los artesanos: la revolución artesana en 1854 al
mando de José María Melo; las protestas impulsadas por la
naciente clase obrera asalariada asociada al comercio y a la
incipiente industrialización y los levantamientos populares
del 9 de abril de 1948, todas estas manifestaciones subalter-
nas con importantes dimensiones urbanas.
Subsiguió la época denominada como la “violencia”, hacia
mitades del siglo XX en adelante, caracterizada por el despojo
rural y el poblamiento y desarrollo urbano. En este tiempo,
como se expuso, el desplazamiento masivo de campesinos
hacia las ciudades generó una importante tendencia de con-
centración de la población en centros urbanos, no necesaria-
mente principales. De acuerdo con Aprile, la confrontación de
clases sufrió un viraje importante.
El grupo dirigente, después del éxito de su operación
de expulsión y de reconquista en el campo se va a enfren-
tar a un problema mayor. Y la guerra que perdió el campe-
sino, aislado en sus tierras, la va a llevar consigo a la ciu-
dad, pero con magnitud desconocida, en forma solidaria,
pues en la urbe cambian las modalidades de la lucha (…) es
sencillamente una de las nuevas formas que toma la lucha
de clases (…) la conversión de la guerra por las tierras en
combate por el lote. (Urbano Campo, 1976a, pp. 69 y 70)
Esta situación creó dos fenómenos inéditos que caracteri-
zaron la problemática urbana de la época, a saber:
En primer lugar el loteo clandestino y la construcción
ilegal en forma masiva, ya sea con fines especulativos o por
necesidad y la ausencia de perspectivas legales. En segundo
lugar, la expropiación popular y la ocupación colectiva, orga-
nizada y solidaria de predios urbanos ociosos, bien sea de te-
50 LA CIUDAD EN COLOMBIA: CONTRADICCIONES DE CLASE, CRISIS Y
PERSPECTIVA SOCIALISTA

rrenos particulares “congelados” con miras a la especulación


posterior, o de propietarios desconocidos o ausentes, bien
sea de propiedad del clero, de terrenos baldíos del Estado o
de ejidos comunales. (Urbano Campo, 1976a, pp. 73 y 74)
La guerra urbana se desató y las clases dominantes res-
pondieron con operaciones militares a la exigencia del pueblo
de su derecho a la ciudad (Urbano Campo, 1976a, p. 76). Así,
mientras los poderosos plantearon una ciudad para la acumu-
lación de capital, las clases populares desarrollaron su propio
ejercicio de planificación para ubicar soluciones de vivienda
y hábitat no proveídas por el Estado o el mercado. En todo
este camino se constituyó un patrimonio cultural del pueblo
desde su respuesta popular de autoconstrucción informal de
lo urbano para la satisfacción solidaria de sus necesidades
(Aprile lo denomina urbanismo espontáneo), muchas veces
despreciado por los urbanistas oficiales sin ver sus adelantos.
De este modo fue que las masas campesinas desposeídas
y desplazadas a las urbes adaptaron a su nueva situación en la
ciudad el saber y las técnicas desarrolladas y aprendidas en el
monte. Luchadores agrarios con trayectoria emprendieron el
desarrollo de una nueva experiencia bajo esta inédita condi-
ción de confrontación de clases. Así fue como lograron satis-
facer su necesidad de vivienda y hábitat en la urbe, y con ello
impulsaron, por ejemplo, el urbanismo de laderas como parte
de la autoconstrucción de vivienda en los cerros orientales
de Bogotá. Igualmente promovieron desarrollos como la casa
en altura, el urbanismo anfibio, la casa evolutiva, entre otros.
Aprile sistematizó esta experiencia de la siguiente forma:
Surge la casa en altura, hasta cinco pisos, con la cual el
pueblo se adelanta en veinte años a las actuales teorías ofi-
ciales sobre la necesaria densificación residencial. Mientras
tanto, en 1975 muchos arquitectos, políticos y funcionarios,
tratando de salvar la sagrada casa familiar se refieren a la
LA CIUDAD COLOMBIANA: MANIFESTACIÓN HISTÓRICA DE LAS 51
CONTRADICCIONES DE CLASE

“idiosincrasia de nuestro pueblo” para poner en duda la po-


sibilidad de hacer aceptar un aumento de densidad con la
construcción en altura, la cual permite reducir altamente,
entre otros, los costos de servicios públicos (…)
En Tumaco, Buenaventura, Quibdó, lo mismo que en el
barrio Chambacú de Cartagena, nace del agua un urbanis-
mo anfibio, con sus caminos sobre pilotes, su transporte
interno en lanchas, su alcantarillado natural, todo ello muy
bien adaptado al doble ritmo terrestre y acuático (…)
La “casa evolutiva” que preconizan ahora los especia-
listas, la inventaron sin discursos pedantes, con la construc-
ción progresiva, cuarto por cuarto, piso por piso. Clavaron
sus paredes de madera con tapas de cerveza y para com-
batir el viento las adornaron con afiches y con “La Voz” (…)
Aportaron un soplo nuevo en la concepción de los patios, en
las formas y en los volúmenes, en el uso de los desniveles
con la arquitectura “escalonada”, en el papel del techo-terra-
za con huertas o lavadero, en el uso múltiple de los espacios
internos de vida, en la transformación de muros de con-
tención, en antejardines sembrados de flores. Adaptaron
nuevos materiales sin desdeñar los ladrillos quebrados o la
guadua, como se puede observar en las ciudades de la zona
cafetera central. (Urbano Campo, 1975d, pp. 62-64)
Se debe añadir a todo esto el hecho de que, la edificación
de estos barrios populares espontáneos, en muchas ocasio-
nes provocaron caídas en los precios de sus alrededores, fre-
nando en varias ciudades la especulación sobre el suelo. Lo
anterior en beneficio de los pobladores populares y en con-
travía de los intereses de los terratenientes urbanos.
Los resultados más importantes fueron la construcción de
una forma de organización popular para la autoconstrucción
de la ciudad, cuyo mejor exponente fue la Central Nacional
Provivienda en tanto que protagonizó de manera destacada
52 LA CIUDAD EN COLOMBIA: CONTRADICCIONES DE CLASE, CRISIS Y
PERSPECTIVA SOCIALISTA

la colonización popular en Colombia. Con su historia ilustra


cómo sectores sociales víctimas del despojo y del desplaza-
miento forzado adelantaron estrategias de sobrevivencia ini-
cialmente exitosas, contribuyendo al proceso de urbanización
con 500 barrios fundados en 120 municipios a partir de la
década del sesenta del siglo XX. Estos son barrios populares
denominados de “nuevo tipo”, porque intentaron o intentan
tener una dinámica organizativa y cotidiana basada en la so-
lidaridad y el apoyo mutuo bajo la orientación del Partido Co-
munista (Naranjo, 2014, p. 112).
En la década de los ochenta del siglo XX las luchas se com-
plejizaron en consonancia con la entrada del modelo neolibe-
ral y su correspondiente propuesta de desarrollo urbano-te-
rritorial. La mercantilización de servicios públicos se agudizó
y las acciones de resistencia contra esta situación se sumaron
a las luchas que se venían realizando por la dignificación de
los barrios que se habían ocupado anteriormente de manera
popular o ilegal. La batalla por la legalización de los barrios
vino acompañada por la entrada formal del cobro de servicios
domiciliarios y sociales.
El exterminio de las fuerzas alternativas y el fortaleci-
miento de los mecanismos legales de opresión disgregaron
los grados de cohesión y fuerza que habían conquistado las
resistencias y que se expresaron en episodios de confronta-
ción importantes como el paro cívico de 1977. De este modo,
como expresión de la rebeldía urbana en este nuevo contexto,
se pueden destacar a finales de los ochenta y los años noventa
tres luchas importantes ejecutadas en Bogotá, dos de ellas en
sectores populares específicos (PCC, 1995).
La primera a destacar es la desarrollada por las moviliza-
ciones y paros realizados en Usme ligados a carencias de agua
potable, energía eléctrica, alcantarillado, educación y vías de
acceso, en exigencia de su provisión por parte del Estado o
en rechazo al cobro injusto de estos servicios. Varias de las
LA CIUDAD COLOMBIANA: MANIFESTACIÓN HISTÓRICA DE LAS 53
CONTRADICCIONES DE CLASE

iniciativas contaron con éxito, consiguiendo ganancias para la


población a finales de los ochenta y principios de los noventa.
Otra manifestación importante de resistencia fue la rea-
lizada por la alianza entre las Juntas de Acción Comunal y
el movimiento sindical en rechazo al autoavalúo en Bogotá
(Acuerdo 19 de 1993 aprobado por el Concejo). Sin embargo,
la movilización y el paro cívico realizado el 19 de mayo del 93
no tuvo mayor éxito.
Finalmente se encuentra la movilización y el paro cívico
realizado en Ciudad Bolívar (Bogotá) en octubre de 1993, que,
si bien fue brutalmente reprimido, arrancó la negociación con
las autoridades estatales locales y la conquista de varias de
las reivindicaciones para el mejoramiento de las condiciones
de vida en dicha localidad, plasmadas en el pliego presentado.
Cabe destacar que en las movilizaciones el protagonis-
mo de las Juntas de Acción Comunal, de ediles elegidos por
la comunidad, y la presencia del movimiento sindical, signi-
fican una importante experiencia de unidad de la resistencia
y alternativa del movimiento popular urbano. Esta confluen-
cia de actores y la utilización de paros cívicos para conseguir
conquistas en negociación con actores estatales centrales son
parte de la tradición rebelde y popular urbana desarrollada
desde las sociedades precolombinas hasta la actualidad, la
cual debe ayudar a nutrir y cualificar las luchas que se tienen
que dar hoy en respuesta a las contradicciones ligadas al mo-
delo económico y tributario de las ciudades, así como contra
las profundas desigualdades socioespaciales que se expresan
producto de la crisis urbano-territorial nacional provocada
por la forma de desarrollo capitalista neoliberal impuesta.
54

2. DESARROLLO SOCIAL Y URBANO-


TERRITORIAL CONTEMPORÁNEO: LA
CONTRADICCIÓN ECONÓMICA Y TRIBUTARIA

Como resultado de este proceso histórico se tiene en la


actualidad un modelo de desarrollo social y urbano-territo-
rial capitalista neoliberal cimentado sobre un sistema econó-
mico y tributario que, lejos de garantizar la satisfacción de ne-
cesidades y la mejora de las condiciones de vida de la mayoría
de la población, está diseñado para asegurar la acumulación
de capital y de riqueza en pocas manos, generando una gran
desigualdad social, desempleo, informalidad y pobreza.

2.1. Las ciudades como centro del desarrollo


capitalista colombiano: riqueza acumulada en
pocas manos

Tal como se reseñó líneas arriba, y siguiendo a Harvey


(2013, p. 21), las ciudades brotan de una “concentración
geográfica y social de un excedente en la producción”, de
lo que se colige que son puntos de concentración del creci-
miento económico de un país. Colombia no se escapa a esta
lógica, en los últimos 40 años las ciudades colombianas han
aportado en promedio más del 50% del crecimiento del PIB
nacional y, hoy en día, el 85% del PIB nacional se genera en
las ciudades (DNP, 2014, pp. 8 y 9), dentro de las cuales re-
salta Bogotá como el principal punto de concentración de la
economía colombiana.
DESARROLLO SOCIAL Y URBANO-TERRITORIAL CONTEMPORÁNEO: 55
LA CONTRADICCIÓN ECONÓMICA Y TRIBUTARIA

Bogotá Cómo Vamos, 2019, p. 284

Bogotá es el motor de la economía nacional y la región


que más aporta a la economía nacional, genera el 26% del
PIB del país. El PIB de la ciudad de US$74.529 millones es
superior al de países como Costa Rica, Uruguay, Panamá
o Bolivia. Además, el ingreso per cápita anual (US$9.108)
es mayor al promedio nacional (US$5.400). También, es la
mayor plataforma empresarial: en Bogotá se encuentra el
29% de las empresas registradas en el país. (Bogotá cómo
vamos, 2019, p. 281)
Estos elevados índices de crecimiento se dan prioritaria-
mente en los sectores inmobiliario, financiero y de servicios
(incluido el comercio), frente a la caída general de la industria
colombiana (DNP, 2004, p. 2). En el caso de Bogotá (según los
reportes 2016, 2017 y 2018), que es el centro urbano más re-
56 LA CIUDAD EN COLOMBIA: CONTRADICCIONES DE CLASE, CRISIS Y
PERSPECTIVA SOCIALISTA

presentativo, su economía está concentrada principalmente


en el sector servicios y de comercio, mientras que la actividad
industrial manufacturera no tiene mayor proyección, y donde
las actividades financieras, inmobiliarias y de construcción
reportan un crecimiento significativo.

Bogotá cómo vamos, 2018, p. 28

Así, para evitar el panorama de una economía estancada


o no muy rentable, producto de la aplicación de recetas neo-
liberales que destruyen la industria nacional y mantienen al
campo en la improductividad y el atraso tecnológico, las cla-
ses dominantes en Colombia recurren a la construcción de las
ciudades como mecanismo para mantener dinámica la eco-
nomía, así como para legalizar e invertir dineros derivados
de actividades ilegales como el narcotráfico. En ese sentido,
el crecimiento aparejado de los sectores inmobiliario, cons-
trucción, financiero y de servicios (incluido el comercio) es la
táctica del capital que Harvey (2013) caricaturiza en la frase
DESARROLLO SOCIAL Y URBANO-TERRITORIAL CONTEMPORÁNEO: 57
LA CONTRADICCIÓN ECONÓMICA Y TRIBUTARIA

´construir casas y llenarlas de cosas´, por supuesto, endeu-


dando a las clases trabajadoras en el proceso.

Elaboración propia con datos de Bogotá Cómo Vamos, 2019

Esta elevada tasa de producción de riqueza aumenta un


poco la tasa de ocupación de la población bogotana, sin em-
bargo, esta ocupación no es, en su mayoría, formal. Por un
lado, los mercados laborales predominantes abusan de figu-
ras de tercerización y flexibilización laboral, principalmente
de los contratos de prestación de servicios y, por el otro, el
mercado en todo caso no es lo suficientemente amplio y po-
tente como para absorber toda (o buena parte de) la mano de
obra existente, por lo que las clases subalternas escapan del
desempleo acudiendo a la economía informal como medio de
subsistencia, constituyéndose así este sector de la ocupación
en una respuesta popular al modelo económico y de desarro-
llo urbano-territorial implementado. Sin embargo, esta últi-
ma dinámica también agudiza los grados de explotación de la
fuerza de trabajo, potencia las tasas de plusvalía percibidas
por las clases dominantes y hace aún más precaria la vida de
las clases trabajadoras.
58 LA CIUDAD EN COLOMBIA: CONTRADICCIONES DE CLASE, CRISIS Y
PERSPECTIVA SOCIALISTA

Bogotá cómo vamos, 2019, p. 300

Bogotá cómo vamos, 2019, p. 301


DESARROLLO SOCIAL Y URBANO-TERRITORIAL CONTEMPORÁNEO: 59
LA CONTRADICCIÓN ECONÓMICA Y TRIBUTARIA

Bogotá cómo vamos, 2019, p. 301

Asimismo, y como consecuencia de la ley fundamental


capitalista de producción de plusvalía, el alto crecimiento
económico en general, así como el de los sectores específicos
señalados, ha llevado aparejado una alta tasa de acumulación
de ganancia, lo que tiene como necesaria contraparte el detri-
mento de las condiciones de vida de los trabajadores. Es decir,
el alto porcentaje de apropiación de plusvalía implica nece-
sariamente una desigual distribución de la riqueza produci-
da, que, por ejemplo, se puede evidenciar en el coeficiente de
Gini de Bogotá el cual ronda los 0,500.
60 LA CIUDAD EN COLOMBIA: CONTRADICCIONES DE CLASE, CRISIS Y
PERSPECTIVA SOCIALISTA

Bogotá cómo vamos, 2019, p. 36


DESARROLLO SOCIAL Y URBANO-TERRITORIAL CONTEMPORÁNEO: 61
LA CONTRADICCIÓN ECONÓMICA Y TRIBUTARIA

De acuerdo con ONU Hábitat & CAF (2014), existen


seis niveles intermedios de desigualdad asociados al co-
eficiente de Gini: 1) Baja desigualdad (0,299 o menos); 2)
Desigualdad moderada (0,300 – 0,399); Relativa desigual-
dad (0,400 – 0,449); 4) Alta desigualdad (0,450 - 0,499);
5) Muy alta desigualdad (0,500-0,599) y 6) Extrema des-
igualdad (0,600 o más). (Bogotá cómo vamos, 2019, p. 35)
Es decir que Bogotá tiene un índice que está entre alta des-
igualdad y muy alta desigualdad. Lo anterior es una muestra
de que, a pesar de que la economía crece, y que las ciudades
y principales áreas urbanas contribuyen a eso determinante-
mente, la riqueza producida por el trabajo colectivo (en este
caso medido por el ingreso) es acumulada en pocas manos
debido a las relaciones capitalistas de producción existentes.
Evidente en el caso bogotano, pero la misma conclusión pue-
de extraerse del coeficiente de Gini de Cali AM7 o Medellín
AM, que entran en la categoría de alta desigualdad.
Aunado a lo anterior, los índices de pobreza, medidos a
partir del Índice de Pobreza Multidimensional (IPM)8, son
altos. De esta forma, a nivel nacional se incrementa en los
últimos años el porcentaje de personas en situación de po-
breza multidimensional pasando de 17,8% en 2016 a 19,6%
en 2018, es decir, un aumento de 1,8 puntos porcentuales
que se traducen en 890.173 nuevos pobres en la sociedad
colombiana.

7
Área metropolitana.
8
“En Colombia el indicador utilizado bajo esta aproximación es el Índice de
Pobreza Multidimensional -IPM- el cual está compuesto por cinco dimensiones: (i)
condiciones educativas del hogar; (ii) condiciones de la niñes y la juventud; (iii)
trabajo; (iv) salud y acceso a servicios públicos domiciliarios y (v) condiciones de la
vivienda. El IPM involucra quince indicadores en donde cada uno expresa una pri-
vación o carencia que limita el desarrollo de capacidades. El método indica que las
personas que alcanzan o superan un umbral de privaciones mínimas establecidas
son consideradas pobres” (Bogotá cómo vamos, 2019, p. 30).
62 LA CIUDAD EN COLOMBIA: CONTRADICCIONES DE CLASE, CRISIS Y
PERSPECTIVA SOCIALISTA

Bogotá cómo vamos, 2019, p. 31

Es evidente entonces que, como ruta de escape a la crisis,


a la baja rentabilidad o estancamiento, para mantener acti-
va la economía, la construcción de ciudades en los entornos
urbano-territoriales ayuda a generar ingentes montos de ri-
queza colectivamente creada que son apropiados mayorita-
riamente por una porción muy pequeña de la población (los
verdaderos propietarios). Esa es la esencia del modelo de
desarrollo urbano-territorial capitalista neoliberal colombia-
no que entraña una contradicción de clase que se expresa de
manera específica en que, aunque crece la riqueza producida,
como se ve en el aporte de las ciudades al PIB, en las mismas
la desigualdad es alta o muy alta, al tiempo que se elevan los
índices de pobreza multidimensional a nivel nacional (al me-
nos en los últimos años).
DESARROLLO SOCIAL Y URBANO-TERRITORIAL CONTEMPORÁNEO: 63
LA CONTRADICCIÓN ECONÓMICA Y TRIBUTARIA

2.2. Absorción de riqueza a través de los im-


puestos y reinversión en la construcción de las
ciudades: los ricos no pierden

Las ciudades se producen, aunque de manera más com-


pleja, como se producen la mayoría de las mercancías (Harvey,
2013). Así, se está hablando de la inversión de una determi-
nada combinación de medios de producción cuyo valor se in-
crementa por la aplicación de trabajo vivo, lo que permite -por
medio de la enajenación producto del trabajo asalariado- la
generación de plusvalía para el capitalista, una vez la mercan-
cía se realiza en el mercado. Este mismo proceso se replica,
con más complejidades, para la producción de ciudades.
Habiendo demostrado que los réditos de la construcción
de las ciudades, en términos monetarios, van a parar a los
bolsillos de los capitalistas, creciendo prioritariamente la ac-
tividad y rentabilidad de los sectores financiero, construcción,
inmobiliario y de servicios (incluido el comercio), generando
altas tasas de pobreza y desigualdad -lo que significa que la
plusvalía es la que captura mayoritariamente la riqueza pro-
ducida-; en este aparte se demostrará que la construcción de
las ciudades, en lo que compete al Estado, se hace redirigiendo
los recursos que se recaudan, principalmente de la mayoría
del pueblo trabajador por medio de los impuestos, para inver-
tirlos en proyectos de construcción o de servicios sociales que
están diseñados para multiplicar el lucro y no para satisfacer
las más sentidas necesidades de la población.
En primera instancia, y sin profundizar en ello, cabe men-
cionar que algunas de las principales debilidades del sistema
tributario colombiano son: su bajo nivel de recaudo9, sus al-
9
En Colombia se recauda el 20,1% del PIB, lo que se ubica por debajo del resto de
América Latina en la que en promedio se recauda el 21,3% y de los países de la OCDE
en los que en promedio se recauda el 34,1% (Comisión de expertos, 2015, pp. 27 y 28).
64 LA CIUDAD EN COLOMBIA: CONTRADICCIONES DE CLASE, CRISIS Y
PERSPECTIVA SOCIALISTA

tos índices de evasión10 y la poca capacidad operativa de la


autoridad tributaria11.
Sin embargo, lo que determina la proveniencia de los re-
cursos que se invierten en la construcción, sostenimiento y
desarrollo social de los centros urbanos y los territorios es la
alta regresividad del sistema, lo cual constituye la principal
debilidad del modelo tributario colombiano.
El sistema tributario no contribuye a la equidad hori-
zontal, en la medida en que dos personas naturales o em-
presas con niveles de ingresos y activos similares, e inclusi-
ve desempeñándose en actividades que compiten entre sí,
pagan montos de impuestos diferentes, debido a la multipli-
cidad de regímenes, excepciones y deducciones especiales
y también, al alto grado de evasión (…) El sistema tampoco
es progresivo, o equitativo verticalmente, en la medida en
que aquellos que tienen mayor capacidad de pagar impues-
tos no aportan relativamente más al fisco que aquellos con
menores posibilidades. En parte, ello obedece a que históri-
camente los impuestos que podrían dotar al régimen tribu-
tario de mayor progresividad, como es el caso del impuesto
de renta y a la propiedad de las personas, han recaudado
poco en Colombia. (Comisión de expertos, 2015, pp. 26-27)
Los sistemas tributarios progresivos son aquellos en los
que los impuestos directos tienen más peso que los indirec-

10
“Colombia tiene altos índices de evasión tributaria. Cálculos más recientes
del Fondo Monetario Internacional sugieren que la tasa de evasión del IVA estaría
alrededor de 40% (OECD, 2015). En el caso del impuesto de renta de las personas
jurídicas para el periodo 2007 – 2012 se ubicó en un nivel de 39% (Cruz, 2015).
Las estimaciones del gobierno y de la DIAN muestran que el contrabando anual se
encuentra entre los US$6 mil y los US$7 mil millones, lo que equivale a cerca de 2%
del PIB y 10% de las importaciones” (Comisión de expertos, 2015, p. 42).
11
La DIAN cuenta con una reducida autonomía, con un personal mayor (en su
mayoría mayor a 50 años), una escasa planta de personal poco especializada, y una
precaria implementación de avances tecnológicos para el desarrollo de sus funcio-
nes (Comisión de expertos, 2015, p. 42).
DESARROLLO SOCIAL Y URBANO-TERRITORIAL CONTEMPORÁNEO: 65
LA CONTRADICCIÓN ECONÓMICA Y TRIBUTARIA

tos: el impuesto directo grava el tener un patrimonio o un in-


greso, lo que implica que recae directamente sobre la perso-
na o empresa poseedora de recursos procurando que quienes
más tienen paguen más. Los impuestos indirectos no recaen
sobre la persona sino sobre el consumo de bienes y servicios
o sobre transacciones estableciendo la responsabilidad del
recaudo en un intermediario, normalmente, quien provee el
bien o servicio en cuestión. Así, los impuestos indirectos se
les cobran a todos los ciudadanos por igual, independiente-
mente de su capacidad adquisitiva y patrimonio, mientras
que los directos llevan implícito el principio de que paga más
impuestos quien más tiene.
En un sistema capitalista en el que la riqueza colectivamente
generada es apropiada de manera individual y en mayor medida
por minorías propietarias, gravar la riqueza es, en parte, redis-
tribuir, por ejemplo, porción de la plusvalía que fue extraída de
la explotación del trabajo. Por oposición, grabar el consumo es
impactar a quienes menos recursos tienen, pues representa un
mayor porcentaje de sus ingresos. De este modo, siendo el IVA
un impuesto indirecto, en Colombia se tiene que: “mientras los
hogares más pobres destinan el 4.4% de su ingreso al pago de
IVA, los más ricos sólo destinan el 2.8%” (Comisión de expertos,
2015, p. 34). Dicho modelo de recaudo desigual e injusto se re-
plica en todo el sistema tributario nacional así:
El impacto redistributivo de la política tributaria es
bajo en parte porque los impuestos que podrían generar un
mayor efecto redistributivo, como son el impuesto sobre la
renta y sobre la propiedad, recaudan poco (…) La exención
que tienen los dividendos en cabeza de las personas y otros
beneficios sobre los ingresos de capital, favorecen a quienes
tienen más capacidad de tributar. Estimativos de Alvaredo
y Londoño (2012) sugieren que en Colombia el 1% de la
población concentra el 20% del ingreso total, un porcentaje
66 LA CIUDAD EN COLOMBIA: CONTRADICCIONES DE CLASE, CRISIS Y
PERSPECTIVA SOCIALISTA

elevado comparado con la proporción que este mismo seg-


mento de la población concentra en países como España,
Francia, Alemania, Reino Unido, Argentina y varios países
de Asia. Además, a diferencia de estos países, el gravamen
promedio sobre el ingreso que recibe este 1% de la pobla-
ción es relativamente bajo, equivalente apenas al 11%. Este
gravamen promedio se reduce aún más, al 4%, para el 0,1%
de la población que recibe los ingresos más altos. Estos re-
sultados están vinculados al hecho de que, en estos segmen-
tos de la población, los dividendos –exentos de impuesto a
la renta- constituyen entre el 30% y el 70% de los ingresos.
(Comisión de expertos, 2015, pp. 33 y 34)
Es decir que en Colombia los impuestos indirectos (fun-
damentalmente el IVA) financian el tesoro público casi al mis-
mo nivel que los impuestos directos, lo cual representa una
contradicción de clase en la estructura tributaria: los que me-
nos recursos tienen resultan aportando más al fisco que los
ricos. Esta situación, compartida con los países de América
Latina, dista incluso de la que se presenta en el resto de los
países capitalistas más desarrollados, lo que la hace aún más
injusta e inequitativa.

Comisión de expertos, 2015, p. 35


DESARROLLO SOCIAL Y URBANO-TERRITORIAL CONTEMPORÁNEO: 67
LA CONTRADICCIÓN ECONÓMICA Y TRIBUTARIA

Hay que aclarar, además, que la mayoría de los impues-


tos directos son recaudados en Colombia -como en el resto
de América Latina- mediante el impuesto a la renta (a nivel
nacional) que se cobra fundamentalmente a las personas ju-
rídicas y no a las naturales: “mientras en la OCDE el 72% del
recaudo por concepto de impuestos directos (renta más pro-
piedad) proviene de las personas naturales, en Colombia el
83% proviene de las empresas. Este último porcentaje es ma-
yor al observado en promedio en América Latina (64%)” (Co-
misión de expertos, 2015, p. 91). Esto implica que se escapa
una gran cantidad de recursos que salen del patrimonio de las
empresas como dividendos -que están exentos del impuesto
de renta- y entran a hacer parte de la riqueza personal de una
minoría sin que sean gravados en este proceso.

Comisión de expertos, 2015, p. 58


68 LA CIUDAD EN COLOMBIA: CONTRADICCIONES DE CLASE, CRISIS Y
PERSPECTIVA SOCIALISTA

Aunque el recaudo total del impuesto de renta no es tan


bajo en Colombia en comparación con otros países, el que
aportan las personas naturales sí lo es. Incluyendo aquellas
personas naturales a quienes se les practica retención y no
son declarantes del impuesto de renta, el número de con-
tribuyentes es un poco mayor a los 1.8 millones. El recaudo
del impuesto de renta personal es menos del 1% del PIB y
representa solamente 15% del impuesto total sobre la ren-
ta. (Comisión de expertos, 2015, p. 52)
Se puede concluir entonces que los impuestos directos
son sumamente laxos con la gran riqueza, que se concentra en
las personas naturales, a las que se les garantizan tratamien-
tos privilegiados, como la exención de los dividendos en el
pago del impuesto de renta, lo que hace del sistema tributario
general colombiano un sistema profundamente inequitativo.

Cubillos, 2012, p. 10

Ahora, en la escala municipal (en los recursos propios),


analizando la información de la tabla precedente se tiene que
son los impuestos directos los que más aportan al fisco. Sin
embargo, es necesario anotar que el recaudo asociado a uso
DESARROLLO SOCIAL Y URBANO-TERRITORIAL CONTEMPORÁNEO: 69
LA CONTRADICCIÓN ECONÓMICA Y TRIBUTARIA

del suelo no es realmente representativo en los ingresos mu-


nicipales, ya que solo el 12% de los municipios capturan va-
lor a través de los instrumentos económicos de ordenamiento
(DNP, 2016, p. 3). Un fenómeno opuesto ocurre a nivel nacio-
nal en el que la suma del IVA12, el impuesto a la gasolina y a las
transacciones financieras (el llamado 4 x mil), todos impues-
tos indirectos, supera lo recaudado por concepto de impuesto
de renta.
Además, es preciso tener en cuenta que en el total nacio-
nal de ingresos tributarios municipales, este recaudo pro-
viene mayoritariamente de las ciudades, y que el 40% de los
mismos se genera en Bogotá, porcentaje que aumenta al 57%
si a la capital se le suman las ciudades principales (Cali, Me-
dellín y Barranquilla); y si ese análisis se extiende a los nodos
regionales con más de 100.000 habitantes (57 ciudades) se
encuentra el 85% del recaudo tributario municipal del país13
(Cubillos, 2012, p. 14). Esto significa que la gran mayoría de
municipios del país no tiene fortaleza fiscal como para sos-
tener su desarrollo con recursos propios, lo que los hace de-
pendientes de los recursos provenientes de las regalías y las
transferencias nacionales (Sistema General de Participacio-
nes), situación que es peor para los departamentos:
De otra parte, hay que tener en cuenta que a diferencia
de los municipios, los departamentos no tienen autonomía
fiscal para crear nuevos impuestos o modificar los que ya
cobran; por tanto están limitados para mejorar su desem-

12
Si bien el IVA externo, en principio, lo pagan los importadores, terminan pa-
gándolo los consumidores al ser transmitido a estos últimos por medio del precio
de los productos.
13
Es decir que la mayoría de los municipios depende de las transferencias na-
cionales (Sistema General de Participaciones) para poder desenvolverse. Similar
situación a los departamentos, que subsisten en alto grado también gracias a las
regalías. Esto cercena su autonomía territorial pues funcionan como simples ejecu-
tores de los programas o definiciones nacionales.
70 LA CIUDAD EN COLOMBIA: CONTRADICCIONES DE CLASE, CRISIS Y
PERSPECTIVA SOCIALISTA

peño fiscal por sí mismos (…) Así mismo, hay que tener pre-
sente que tradicionalmente las finanzas de los departamen-
tos dependían en gran medida del monopolio de licores y
de las loterías y que estas fuentes vienen en franco deterio-
ro desde hace varios años (…) De otra parte, se conoce que
de las 22 licoreras departamentales que existían en el país
hace menos de dos décadas, funcionan actualmente seis y
solo 4 de ellas son rentables. (Zapata, pp. 20-22)

Comisión de expertos, 2015, p. 36

Así, se puede evidenciar cómo en últimas son las clases


trabajadoras las que más aportan a las finanzas públicas por
vía de los impuestos (indirectos), particularmente a las finan-
zas nacionales a través del IVA, tesoro público que, a su vez, se
reinvierte en la construcción y sostenimiento de las ciudades
y los territorios de la forma que se expone a continuación.
Por un lado, está el Sistema General de Participaciones
que son los recursos que el nivel central -nacional- del gobier-
DESARROLLO SOCIAL Y URBANO-TERRITORIAL CONTEMPORÁNEO: 71
LA CONTRADICCIÓN ECONÓMICA Y TRIBUTARIA

no aporta a los departamentos y municipios para financiar


servicios sociales y domiciliarios (fundamentalmente salud,
educación, acueducto, agua potable y saneamiento básico).
No obstante, cabe resaltar que, aunque son recursos que han
crecido en términos reales a través de los años, estos resultan
insuficientes para atender las demandas de la población más
necesitada.
Cuando se realiza un segundo ejercicio, que considera
únicamente la población pobre, la relación positiva desapa-
rece. Al graficar el SGP por habitante pobre con el IPM se
nota que la relación no solo se desvanece entre las dos va-
riables, especialmente en el caso de los departamentos, sino
que tiende a ser negativa (…) Lo que esto significa es que
cuando en el cálculo del monto del SGP que reciben los mu-
nicipios se tiene en cuenta únicamente a la población pobre,
los mayores montos no los reciben aquellos con mayor po-
breza multidimensional. Lo que está indicando que la pro-
gresividad del sistema es bastante limitada. (Bonet, Pérez &
Ayala, 2014, p. 24)
Por otro lado, está el Sistema General de Regalías, que es
el mecanismo de distribución de los recursos que se obtie-
nen del pago que hacen las compañías petroleras y mineras
al Estado colombiano por explotar yacimientos de un recurso
natural no renovable. Estos recursos se usan principalmen-
te para inversión en infraestructura, en últimas, como gastos
productivos del Estado que generalmente son enfocados a fa-
vorecer la acumulación de capital.
72 LA CIUDAD EN COLOMBIA: CONTRADICCIONES DE CLASE, CRISIS Y
PERSPECTIVA SOCIALISTA

Guzmán-Finol & Estrada-Jabela, 2016, p. 19

Tómese como ejemplo el transporte que, como se eviden-


cia en la gráfica precedente, es el mayor rubro de inversión
de recursos provenientes de las regalías. En este sector ha
primado el modelo jurídico de la concesión mediante el cual
el Estado otorga a un privado la posibilidad de que explote
económicamente una infraestructura, por ejemplo, cobrando
peajes en las carreteras, a cambio de que este la construya y
le haga mantenimiento. Este tipo de contratos tienen garan-
tías de rentabilidad mínima ofrecidas por el Estado a los ope-
radores con lo que el principal énfasis de este proceso es la
obtención de lucro y que la infraestructura -si resulta ser de
buena calidad, lo cual no siempre pasa- solo pueda ser dis-
frutada por aquellos que pueden pagar por ella, con lo que la
satisfacción general de necesidades de la población pasa a un
segundo plano. Este modelo no se circunscribe al transpor-
te, sino que es la regla general en la prestación de servicios y
construcción de obras por parte del Estado.
DESARROLLO SOCIAL Y URBANO-TERRITORIAL CONTEMPORÁNEO: 73
LA CONTRADICCIÓN ECONÓMICA Y TRIBUTARIA

En todo caso, la mayoría de estos recursos no se ejecutan,


según las explicaciones oficiales, debido a la gran cantidad de
trámites y trabas burocráticas insertas en la normatividad
para poder materializar proyectos a través de estos. Lo ante-
rior se refleja en un déficit en la ejecución de los recursos que
el Estado dispone para dicho ejercicio. Así, en cuanto a rega-
lías es importante distinguir entre los ingresos apropiados y
las asignaciones, por ejemplo, “en 2012 se asignaron a los de-
partamentos $7,5 billones, pero de acuerdo con las ejecucio-
nes ellos apropiaron $2,5 billones. El mismo análisis es válido
para los municipios: en 2012 les asignaron $2,3 billones, pero
apropiaron $1,4 billones” (Guzmán-Finol & Estrada-Jabela,
2016, p. 11).
Aunque las justificaciones gubernamentales se centran
en lo intrincado de los procedimientos para apropiar recur-
sos provenientes de las regalías, el hecho de que los recursos
que no se ejecutan se depositan en cuentas bancarias y van
produciendo rentabilidad para el Estado (Guzmán-Finol &
Estrada-Jabela, 2016) es un hecho indicativo del criterio que
se usa para tomar las decisiones de inversión: entre adjudi-
carlas para aumentar la generación de plusvalía por vía de
la construcción y favorecer otros negocios privados a través
de dichas construcciones, o mantenerlas como colchón de li-
quidez para el sistema financiero, que a su vez es parte de la
cadena de producción de las ciudades y lo urbano en el terri-
torio.
Así, en términos generales se puede evidenciar cómo
estos recursos captados por vía de impuestos (nacionales
o recursos propios a nivel territorial) o regalías se destinan
a la construcción de infraestructura y a financiar los gastos
sociales y domiciliarios que demanda el desenvolvimiento
urbano-territorial en el país a escala nacional, departamen-
tal y municipal. Sin embargo, debido al modelo económico
74 LA CIUDAD EN COLOMBIA: CONTRADICCIONES DE CLASE, CRISIS Y
PERSPECTIVA SOCIALISTA

capitalista neoliberal imperante, debe ser claro que el crite-


rio para la asignación de estos recursos no es el bienestar de
la mayoría de la población, sino la garantía de obtención de
plusvalía: los funcionarios estatales cooptados por el capital
(desde la financiación de sus campañas o siendo ellos mismos
miembros de la alta tecnocracia empresarial) garantizan que
la asignación de los contratos públicos se dirija a los empre-
sarios de los sectores inmobiliario, construcción, financiero y
de servicios14, y son ellos quienes, por un lado, determinan la
destinación de los recursos mediante su participación deciso-
ria en los entes del Estado y en los procesos de planificación
territorial, y por el otro, se ven favorecidos por la adjudica-
ción directa de contratos estatales o por la rentabilidad de sus
negocios derivada indirectamente de la ejecución del fisco.
Es decir, todas las inversiones públicas se realizan bajo el
criterio de lo que Harvey (2013, p. 116) denomina gastos pro-
ductivos del Estado, que no es más que enfocar la inversión
estatal con el fin de que sirva y haga rentable los procesos de
acumulación de capital en contravía de la satisfacción de las
necesidades del conjunto de la población.
Tomando solo en cuenta los proyectos sobre infraestruc-
tura vial intermunicipal se evidencia que la gran mayoría se
concentra en cinco grandes contratistas15. Esto representa
una altísima tasa de recaptura de plusvalía teniendo en cuen-
ta que el Estado colombiano adjudica alrededor de 100 billo-

14
No de otra manera se puede entender el constante y abultado crecimiento de
estos sectores en las ciudades colombianas.
15
Luis Carlos Sarmiento Angulo, que actúa a través de cuatro compañías: PISA
(Proyectos de Infraestructura), Episol (Estudios y Proyectos de los Andes), Conce-
col (Colombiana de Concesiones y Licitaciones) y Epiandes (Estudios y Proyectos
de los Andes); José Jairo Correa, propietario de Construcciones El Cóndor; Mario
Huertas propietario de MHC; Carlos Alberto Solarte, que actúa a través de dos
compañías: Consorcio Solarte Solarte – CSS Constructores, Carlos Alberto Solarte y
CASS Constructores; y la familia Aristizábal (Arcila, 2017).
DESARROLLO SOCIAL Y URBANO-TERRITORIAL CONTEMPORÁNEO: 75
LA CONTRADICCIÓN ECONÓMICA Y TRIBUTARIA

nes de pesos anuales en contratos al sector privado (Monte-


rrosa, 2018) con recursos que, como se ha visto, provienen
mayoritariamente de las clases trabajadoras.
En el caso de servicios sociales dichos gastos productivos
del Estado se pueden evidenciar, por ejemplo, en el modelo
de colegios en concesión o en los sistemas de transporte ba-
sados en Buses de Tránsito Rápido (BRT) operados por par-
ticulares. Estos casos posibilitan el usufructo de privados de
infraestructura construida y mantenida por medio de recur-
sos público-estatales.
Partiendo del análisis realizado, a manera de conclusión
de todo este acápite se puede afirmar de manera específica
como contradicción de clase en lo económico y tributario lo
siguiente: las ciudades como centros urbano-territoriales son
motores del crecimiento económico nacional. Sin embargo, la
alta riqueza producida por el trabajo colectivo es apropiada
mayoritariamente por pocas manos y en sectores económicos
específicos debido al modelo capitalista neoliberal imperante,
lo que a su vez provoca altos índices de desigualdad, pobreza,
desempleo e informalidad. A la par, el sistema tributario y las
finanzas públicas nacionales y territoriales son nutridas prin-
cipalmente por el recaudo hecho a las clases trabajadoras,
donde los ricos, que son los que se llevan mayor porción de la
riqueza producida, son los que menos ponen. Estos recursos
que componen el tesoro público son convertidos por medio
de la acción del Estado, cooptado por las clases dominantes,
en gastos productivos que favorecen los procesos de acumu-
lación de capital en perjuicio de la mayoría de la población.
Por ello, es evidente que la construcción del desenvolvi-
miento social y urbano-territorial en Colombia se ha hecho
sobre la base de un modelo enfocado a favorecer la acumu-
lación de capital y los métodos rentistas y especulativos para
la obtención de ganancia monetaria, redirigiendo además los
76 LA CIUDAD EN COLOMBIA: CONTRADICCIONES DE CLASE, CRISIS Y
PERSPECTIVA SOCIALISTA

recursos que se recaudan principalmente a las clases traba-


jadoras, para invertirlos en proyectos de construcción o de
servicios sociales y domiciliarios que están diseñados para
multiplicar el lucro y no para satisfacer las más sentidas nece-
sidades de la población. Este modelo capitalista neoliberal de
construcción de ciudades tiene una contradicción en su seno:
ha sido profundamente segregador, ha profundizado la des-
igualdad social, la pobreza, el desempleo y la informalidad, es
ambientalmente insostenible y tiende a mercantilizar todos
los aspectos de la vida en el territorio. Lo anterior ha provo-
cado una crisis urbano-territorial en el país la cual se pasará
a revisar en detalle en el siguiente aparte.
77

3. CRISIS EN EL MODELO CAPITALISTA NEOLIBERAL


DE DESARROLLO URBANO-TERRITORIAL

En Colombia se ha impuesto por parte, principalmente,


del capital inmobiliario y financiero nacional y trasnacional,
terratenientes urbanos y rurales, y a través de su poder po-
lítico, una configuración de lo urbano y lo territorial de tal
manera que favorezca la acumulación de capital, en especial
los métodos rentistas y especulativos para la obtención de
ganancia monetaria. Este modelo capitalista neoliberal de de-
sarrollo de las ciudades y el territorio ha sido profundamente
segregador, ha ahondado la desigualdad social y la pobreza,
vincula mediocremente la fuerza de trabajo disponible, es
ambientalmente insostenible y tiende a mercantilizar todos
los aspectos de la vida social.
A grandes rasgos, dicho modelo de desarrollo urbano-te-
rritorial se puede caracterizar a partir de su expansión en el
tiempo y las carencias que ha producido, lo cual revela la cri-
sis por la que atraviesa Colombia en esta materia.
Para comprender mejor esto, en primera instancia es ne-
cesario señalar que, según el DNP (2014 y 2016), de 1951 a
2010 el porcentaje de población en las ciudades casi que se
duplicó transitando de 34% a 70%. Así, el país pasó de tener
6 ciudades con más de cien mil habitantes y ninguna con más
de un millón en 1951, a tener 41 ciudades con más de cien
mil habitantes y 4 ciudades con más de un millón en 2010.
Para el 2050 se proyecta que el porcentaje de población en
las ciudades llegará a ser de 86% consiguiendo un total de
78 LA CIUDAD EN COLOMBIA: CONTRADICCIONES DE CLASE, CRISIS Y
PERSPECTIVA SOCIALISTA

52,6 millones de habitantes. De este modo, Colombia tendrá


69 ciudades con más de 100.000 habitantes y 7 con más de un
millón de habitantes.
Sin embargo, en relación con el comportamiento de-
mográfico del país, la misión sistema de ciudades del DNP
(2014) señala que está sucediendo y se proyecta a futuro
una reducción permanente en la tasa de crecimiento pobla-
cional. Así, la tasa nacional de crecimiento disminuirá de
1,2% en 2005 a 0,2% en el 2050, y, al tiempo, la tasa de cre-
cimiento anual de las principales ciudades continuará ba-
jando del pico de 7,72% (entre 1951-1973) a un 0,61% para
el periodo 2035-2050. A la vez, habrá un cambio en la es-
tructura por edades donde la estructura de la población de
las principales ciudades tiende al envejecimiento, sumado a
una importante disminución en el tamaño de los hogares. Lo
anterior impacta colocando un reto al mantenimiento de los
sistemas de seguridad social, y, del mismo modo, provoca
un condicionamiento a la fuerza de trabajo y a la economía,
así como genera una nueva composición de la demanda de
vivienda y de servicios.
A pesar de esto, el histórico crecimiento urbano poblacio-
nal reseñado ha tenido como resultado el incremento en las
demandas de vivienda, transporte, espacio público y de ser-
vicios públicos y sociales, necesidades a las cuales el modelo
de desarrollo territorial capitalista neoliberal imperante no
ha sabido ni ha querido darle una respuesta adecuada, priori-
zando la acumulación de capital en perjuicio de la calidad de
vida de la gran mayoría de los habitantes. En consecuencia,
lo anterior ha redundado en el aumento de las precarieda-
des en las ciudades y en un crecimiento urbano desordenado
y no planificado, en donde la informalidad y la ilegalidad de
asentamientos ha sido una respuesta por parte de las clases
populares para satisfacer sus necesidades.
CRISIS EN EL MODELO CAPITALISTA NEOLIBERAL DE DESARROLLO 79
URBANO-TERRITORIAL

Ya para el 2004 el DNP señalaba que:


El crecimiento de las ciudades colombianas ha segui-
do un patrón desequilibrado, con una visión de pequeña
escala más que de modelo territorial amplio. Entre los fe-
nómenos espaciales resultantes se encuentra el predomi-
nio de los asentamientos precarios en las periferias, la ex-
pansión irracional y el deterioro y despoblamiento de las
zonas interiores de las ciudades. En términos sectoriales,
sobresalen el déficit cuantitativo y cualitativo de vivienda,
la escasez de suelo urbanizable en la mayoría de las ciuda-
des, la sostenibilidad de los incrementos de cobertura en
agua y saneamiento, así como el desorden del transporte
público. (DNP, 2004, p. 3)
En conexidad con esta resultante histórica, uno de los
aspectos a resaltar y que golpea actualmente de manera ne-
gativa a los hogares en las ciudades es el alto costo de vida.
Según el DNP (2014), al descomponer el gasto de los hogares
por rubros se puede evidenciar que el realizado en alimentos
es más o menos la tercera parte del gasto total (promedio de
28,7%). Seguido se encuentran el gasto en vivienda con un
porcentaje de 26,1% en promedio, y el gasto en transporte
con un porcentaje de 9,2% en promedio. En algunas ciudades
el gasto familiar en transporte es superior al gasto agregado
en servicios de educación, salud y servicios públicos domici-
liarios. Es decir, casi más del 60% del gasto de los hogares se
destina a la satisfacción de demandas tan básicas como co-
mer, dormir y transportarse.
Sumado, según el DANE (2005), el porcentaje de hogares
con déficit de vivienda cuantitativo en el país es de 12,37%
y el porcentaje de hogares con déficit cualitativo de vivienda
es de 23,84%. Para dar solución a estas necesidades en el en-
torno urbano (y en especial en las grandes ciudades), el régi-
men capitalista neoliberal de desenvolvimiento territorial ha
80 LA CIUDAD EN COLOMBIA: CONTRADICCIONES DE CLASE, CRISIS Y
PERSPECTIVA SOCIALISTA

priorizado el desarrollo de un tipo de ciudad mercancía que


se fundamenta prioritariamente en la expansión de la urbe
hacia las zonas rurales o de reserva natural mediante el ne-
gocio de la extracción de renta privada del suelo y de la cons-
trucción de vivienda e infraestructura principalmente para la
demanda solvente o los estratos de altos ingresos, favorecien-
do a grandes firmas de constructores, operadores y empresas
inmobiliarias, capital financiero y terratenientes urbanos y
rurales.
En consecuencia, esta forma de desarrollo de la ciudad se
ha manifestado como un crecimiento concentrador, excluyen-
te y segregador, con una alta tasa de desigualdad social. Por
lo mismo, ha expulsado a los pobres a periferias o ciudades
dormitorio condenándolos a una baja calidad de vida y reser-
vando la riqueza urbana para los estratos altos quienes son
los que cuentan con los recursos para adquirirla y disfrutarla.
Además, este ha sido prioritariamente un tipo de crecimien-
to expansivo, y en menor medida de renovación urbana, que
actúa en contra del poblador histórico y los bienes comunes
naturales, acaba con la posibilidad de producir alimentos en
la ruralidad que tiene vocación para esto y genera mayorita-
riamente conurbaciones desordenadas con todo tipo de pre-
cariedades.
En ese sentido, dicho crecimiento nacional del fenómeno
de aglomeración espacial urbana se puede asociar con otras
problemáticas presentes en el territorio nacional y sus ciuda-
des como por ejemplo las deficiencias en movilidad y conec-
tividad o los desequilibrios de desarrollo urbano-regionales.
En relación con estas otras precariedades, a nivel general se
puede señalar como diagnóstico que:
El espacio público efectivo en las ciudades es inferior
en un 77% a los estándares internacionales sugeridos,
la subutilización del suelo con vocación agrícola alcanza
CRISIS EN EL MODELO CAPITALISTA NEOLIBERAL DE DESARROLLO 81
URBANO-TERRITORIAL

50% del total y la sobreutilización del suelo con vocación


ganadera supera en más de 3 veces el área adecuada (DNP,
2015). Así mismo, 52,5% de la población está localizada en
áreas con escasez de recurso hídrico (DNP, 2014), 33% en
zonas en riesgo de deslizamiento y 48% en áreas sujetas a
inundaciones (Misión Instituto de Hidrología, Meteorolo-
gía y Estudios Ambientales, 2014). (DNP, 2016, p.3)
De hecho, en relación con el espacio público, el DNP
(2012) indica que en Colombia existe una imprecisión en los
conceptos y normas asociadas y una carencia de información
sobre su desarrollo. Sin embargo, según el Decreto 1504 de
1998 y la OMS, el mínimo de espacio público efectivo por ha-
bitante establecido es de 15 m2. Por lo tanto, en Colombia
existe un alto déficit de espacio público en la medida en que
en 2006 se señaló que existía un índice de 4m2/hab, lo que se
consideró posteriormente sobreestimado y, por consiguiente,
el indicador ajustado para 2010 definió que habían solamen-
te 3,3m2/hab. En referencia al déficit cualitativo, este no se ha
podido determinar ya que en el país no se ha desarrollado un
estudio diagnóstico que permita valorar rigurosamente esta
variable.
En materia de sostenibilidad ambiental, teniendo en
cuenta el índice de aridez, se puede evidenciar que cerca del
80% de la población se encuentra localizada en cuencas con
déficit natural de agua (DNP, 2014). En ese sentido, el 52% de
la población urbana enfrenta un problema de escasez de la
oferta hídrica. Por otro lado, un 33% del total de la población
enfrenta riesgos por deslizamientos y un 48% está expuesto
a riesgos por inundaciones (DNP, 2016).
A lo anterior hay que añadir los problemas de erosión re-
lacionados al proceso de ocupación del suelo:
De los 114 millones de hectáreas, aproximadamente
el 50% presenta algún grado de degradación del suelo por
82 LA CIUDAD EN COLOMBIA: CONTRADICCIONES DE CLASE, CRISIS Y
PERSPECTIVA SOCIALISTA

efectos de la erosión, 24% por condiciones de desertifica-


ción y el 5% por salinización (Ideam, 2012). Estas carac-
terísticas pueden afectar la seguridad alimentaria, la bio-
diversidad, la fertilidad de los suelos, la regulación de los
ciclos hidrológicos y aumentar las áreas con amenaza por
inundación, avalanchas, deslizamientos e incendios fores-
tales. (DNP, 2016, p 22)
Por parte del sector rural, este presenta un rezago ma-
yor al urbano en relación con el ordenamiento del suelo. Del
total de 114 millones de hectáreas de extensión, 22 millones
(19%) poseen vocación agrícola, 15 millones (13%) se pue-
den utilizar para ganadería y 48 millones (42%) se pueden
destinar a plantaciones forestales. Empero, solamente 5,3
millones están dedicadas a cultivos agrícolas, únicamente 5
millones poseen pastos mejorados y 0,4 millones son aprove-
chadas en plantaciones forestales. En consecuencia, el suelo
con vocación agrícola alcanza una subutilización del 50% en
relación con el total y el suelo con vocación ganadera genera
sobreutilización al superar en más de 3 veces el área adecua-
da (DNP, 2016).
Por el lado de la cobertura en servicios públicos domici-
liarios el panorama aparentemente demuestra un avance. Así,
de 1964 a 2005 “las coberturas en zonas urbanas pasaron del
66% al 98% en energía, del 64% al 94% en acueducto, y del
59% al 90% en alcantarillado. En cuanto a las coberturas de
recolección de basuras, estas pasaron entre 1993 y 2005, del
83% al 94%, respectivamente” (DNP, 2014, p. 9). No obstante,
es necesario señalar el proceso asociado de privatización y
mercantilización de la oferta de dichos servicios, que ha pro-
vocado un aumento en las tarifas y una priorización del lucro
y la corrupción de privados en contraste a su prestación con
calidad. Como muestra de esto se puede mencionar el caso de
Electricaribe ampliamente conocido en el país.
CRISIS EN EL MODELO CAPITALISTA NEOLIBERAL DE DESARROLLO 83
URBANO-TERRITORIAL

Por otro lado, la red de carreteras en el territorio nacional


se encuentra incompleta incluyendo altos niveles de conges-
tión y altos costos de transporte (de carga y de pasajeros) en-
tre las ciudades principales. La planeación de la red nacional
de carreteras a largo plazo está desarticulada en relación con
las redes regionales y locales, y en su objetivo no se puede
identificar claramente un criterio de planificación territorial
que beneficie a las regiones de forma equilibrada. En esta
materia, las aglomeraciones y ejes urbanos carecen de un es-
quema operacional e institucional adecuado lo que redunda
en un sistema de transporte ineficiente en los territorios. Lo
que rige actualmente es el resultado de la superposición e in-
cremento de las rutas de transporte entre los municipios que
eran aislados, configurándose un esquema que no está orga-
nizado ni estructurado y que posee bajos niveles de servicio
(DNP, 2014).
A lo anterior se añade que, al interior del entorno urba-
no, la cantidad de vehículos por habitante ha aumentado,
creciendo los vehículos privados en desmedro del trans-
porte público. La velocidad de ingreso de automóviles nue-
vos es mayor a la construcción de malla vial, sumado a la
escasez y uso ineficiente de los recursos públicos disponi-
bles y a la reducción del espacio físico para el crecimiento
ampliado de las ciudades. La baja calidad del transporte
público masivo desincentiva su uso y promueve el uso de
medios particulares, motorizados y privados de transpor-
te, lo que al tiempo redunda en un aumento de las tarifas.
Así, la mala calidad del servicio de transporte público se
puede asociar a grandes rasgos con: elevadas edades pro-
medio de los vehículos (o a equipo automotor obsoleto),
velocidades medias bajas con altos tiempos de viaje, so-
breoferta y superposición de rutas, alta accidentalidad y la
denominada “guerra del centavo” (DNP, 2003).
84 LA CIUDAD EN COLOMBIA: CONTRADICCIONES DE CLASE, CRISIS Y
PERSPECTIVA SOCIALISTA

Esta deficiencia ha venido siendo superada prioritaria-


mente de manera no estructural a través de la implemen-
tación de sistemas BRT en las principales ciudades del país
operados por monopolios privados. Sistemas ineficientes en
el servicio y contaminantes en ruido que se tienen que rees-
tructurar infraestructuralmente de manera sistemática con
tal de aumentar su capacidad de carga frente al crecimiento
constante de la demanda. Dichos costos de reestructuración,
y el mantenimiento del sistema en general, son cubiertos con
recursos públicos mientras que las ganancias del servicio son
acaparadas casi que en su totalidad por los agentes privados
involucrados.
La mayoría o totalidad de las flotas de estos sistemas BRT
son de motor diésel, tecnologías prohibidas en otras latitudes
por su carácter contaminante del aire y el ambiente, y debido
al impacto que generan en la salud. Además, las flotas tienen
una duración aproximada de 10 años y su remplazo se vuelve
un negocio altamente rentable para empresas de capital ex-
tranjero como Volvo. Muestra de todo esto es el caso del siste-
ma Transmilenio en Bogotá, el cual es ampliamente conocido
a nivel nacional.
En materia de conectividad digital,
Mientras en 2010 200 municipios contaban con co-
bertura de fibra óptica, en 2013 este número subió a 777
municipios y se espera que en 2014 sean 1.078 munici-
pios. Esta sería una cobertura del 96% del territorio nacio-
nal (…) en términos de hogares, en 2010 el 17% contaba
con acceso a internet, en 2013 fue del 43% y en 2014 será
del 50%. (DNP, 2014, p. 21)
Además del bajo acceso por parte de los hogares a inter-
net, acá también hay que resaltar el proceso asociado de pri-
vatización y mercantilización en la oferta del servicio, donde
las empresas controlan las tarifas y cometen cualquier tipo
CRISIS EN EL MODELO CAPITALISTA NEOLIBERAL DE DESARROLLO 85
URBANO-TERRITORIAL

de abusos en los términos de contratación con una precaria


respuesta institucional para su regulación en beneficio de
los usuarios. En relación con esto, los hogares que habitan
cabeceras municipales y zonas rurales que no acceden a in-
ternet no consideran que esto sea necesario (50%), “el 40 %
lo encuentra muy costoso, el 30% no tiene acceso suficiente
desde un lugar sin costo, y un poco más de 30% en zonas
rurales y 5% en zonas urbanas dice no saber usarlo” (DNP,
2014, p. 22). Esto lo convierte en un factor de desigualdad
social y cultural determinante en el entorno urbano-territo-
rial vigente en el país.
Como ya se expuso, el aumento de población y de la aglo-
meración espacial urbana ha implicado un crecimiento en la
demanda de prestación de servicios (como el transporte) y la
producción de bienes. Esto ha impulsado el desarrollo de ac-
tividades productivas que generan emisiones contaminantes
las cuales afectan negativamente la calidad del aire en el país
y perjudican la salud y el ambiente.
Según la OMS, en la medición de calidad del aire, el ob-
jetivo intermedio III anual de PM10 debe ser 30μg/m3 (mi-
crogramo/metro cúbico) y el recomendado 20μg/m3. Para
PM2.5 el objetivo intermedio III debe ser 15μg/m3 y el reco-
mendado 10μg/m3. Acorde con las mediciones en Colombia,
la concentración de PM10 y PM2.5 sobrepasa el valor reco-
mendado especialmente en ciudades como Bogotá, Medellín
y Cali, y en municipios con desarrollo de actividades indus-
triales. “El 17 % de los municipios con estaciones de SVCA -
Sistemas de Vigilancia de la Calidad del Aire- alcanzan niveles
que superan la norma anual nacional establecida en 25μg/
m3 para PM2,5 y el 78 % supera el valor recomendado por la
OMS como objetivo intermedio III” (DNP, 2018, p. 31).
86 LA CIUDAD EN COLOMBIA: CONTRADICCIONES DE CLASE, CRISIS Y
PERSPECTIVA SOCIALISTA

DNP, 2018, p. 32

Para 2012, según los inventarios de emisiones, en ciuda-


des como Bogotá y Medellín las emisiones de PM2.5 provenían
de fuentes móviles (78%) y en Bogotá de fuentes fijas (22%).
“En el Área Metropolitana del Valle de Aburrá, en 2013, el 82
% de las emisiones correspondía al sector transporte y el 18
% al sector industrial” (DNP, 2018. p. 32). Dentro de las cau-
sas que originan las emisiones contaminantes del aire, y, por
CRISIS EN EL MODELO CAPITALISTA NEOLIBERAL DE DESARROLLO 87
URBANO-TERRITORIAL

lo tanto, la baja calidad de este recurso en el país, se pueden


destacar: “la edad y tecnología del parque automotor, el con-
tenido de azufre en el combustible empleado, la movilidad, la
evasión de los requerimientos ambientales y de tránsito, y la
baja implementación de mejores técnicas y prácticas ambien-
tales en los procesos productivos” (DNP, 2018, p. 33).

DNP, 2018, p.33

Como resultado, acorde al DNP (2018), en 2015


Se asociaron con la baja calidad del aire más de 8.000
muertes por cáncer de pulmón y enfermedad cardiovascu-
lar en mayores de 44 años, y 22 muertes por todas las cau-
sas en menores de 5 años, así como 67 millones de enfer-
medades y síntomas respiratorios, además de restricción
en el desarrollo de actividades y atenciones en los servicios
de urgencias y hospitalización por causas respiratorias. Los
costos estimados por estas causas ascendieron a 12,3 billo-
nes de pesos, equivalentes al 1,5 % del PIB de 2015. (p. 9)
88 LA CIUDAD EN COLOMBIA: CONTRADICCIONES DE CLASE, CRISIS Y
PERSPECTIVA SOCIALISTA

Además, es necesario resaltar que la información sobre


emisiones y calidad del aire que recogen las instituciones en-
cargadas en el país, no integra la información de los inventa-
rios de fuentes fijas y móviles, los resultados de los planes de
prevención, reducción y control que elaboran las autoridades
ambientales, ni los avances en la implementación de otras po-
líticas oficiales. Lo anterior debido a su baja capacidad para
almacenar los datos sobre calidad del aire (que van en au-
mento), a su falta de interoperabilidad con otros sistemas y
a la ausencia de información sobre inventarios de emisiones,
a lo que hay que añadir la poca investigación académica exis-
tente de diagnóstico y alternativas en esta temática.
En síntesis, se puede concluir que el modelo capitalista
neoliberal de desenvolvimiento territorial ha configurado un
entorno nacional urbano-rural en crisis cuya pauta orienta-
dora de desarrollo es el lucro y el mercado, en beneficio de
las clases que se enriquecen con ello, y no la satisfacción de
las necesidades de toda la población. En función de satisfacer
estas necesidades, y el consumismo inducido por el sistema
económico cultural, la gran mayoría de sus habitantes ad-
quieren niveles de endeudamiento financiero crecientes que
pueden llegar a amenazar con el colapso mismo del modelo
urbano de acumulación de capital. Dinámica conflictiva que
se materializa como ciudades y territorios desordenados con
diferentes tipos de carencias y desigualdades, profundamen-
te mercantilizados y con un alto costo de vida, que además
son insostenibles ambientalmente al ser extremadamente
predadores de los bienes comunes naturales.
Por lo anterior, ante dicho modelo de desarrollo comple-
tamente inviable, es necesario pasar a revisar de forma pun-
tual cómo la política institucional de clase no resuelve parcial
ni estructuralmente las contradicciones y problemáticas que
provoca. Al contrario, insiste en su profundización resultando
CRISIS EN EL MODELO CAPITALISTA NEOLIBERAL DE DESARROLLO 89
URBANO-TERRITORIAL

cada vez más perverso para el conjunto de la población y la


naturaleza, lo que hace vigente, urgente y necesario el plan-
teamiento de una alternativa desde el campo popular.
90

4. RESPUESTA INSTITUCIONAL DE CLASE:


LA PROPUESTA OFICIAL Y SUS DESARROLLOS

Partiendo del diagnóstico construido desde diferentes


instituciones e instancias que componen el Estado, la inicia-
tiva dominante progresivamente ha configurado un modelo
de realidad urbana orientado a solventar la crisis descrita de
manera funcional al sistema productivo capitalista neoliberal.
Por supuesto, este modelo se caracteriza por incorporar ele-
mentos contradictorios. Por ejemplo, la tensión permanente
entre el favorecimiento al capital privado frente a los intentos
de consolidación de lo público o de hacer prevalecer el interés
colectivo, tan solo por mencionar una de las múltiples para-
dojas.
La propuesta oficial, podría señalarse, está construida
sobre la base de tres características transversales. Primero,
tránsito hacia un proyecto de modernidad urbana cosmopo-
lita, en consonancia con modelos internacionales, propios de
las instancias de gobernanza global. Derivado de lo anterior,
segundo, cualificación del ejercicio de gobierno a partir de
técnica y tecnocracia, buscando su prevalencia con el subse-
cuente efecto de “despolitización” en la toma de decisiones,
pese a que, al menos en términos formales, se han incorpo-
rado instancias de participación. Tercero, la consolidación de
ciudades modernas ha sido un proceso de disputa, concreción
y aplicación de los preceptos incorporados en la Constitución
Política de 1991, tanto de la parte dogmática, de principios y
derechos, como de la orgánica, el modelo territorial adminis-
RESPUESTA INSTITUCIONAL DE CLASE: 91
LA PROPUESTA OFICIAL Y SUS DESARROLLOS

trativo de competencias. Sobre la base de estas tres caracte-


rísticas se analizará el modelo oficial.
Para comenzar, tras la transformación política e institu-
cional que propició el constituyente primario de 1991, la pri-
mera gran apuesta normativa del establecimiento fue la Ley
388 (1997), la cual incorporó los Planes de Ordenamiento
Territorial (POT). La ley tuvo por objetivo modificar normas
previamente existentes en materia de organización del es-
pacio, vivienda y temas afines, particularmente la Ley 9 de
198916. Sin embargo, su pretensión política fue mayor. Buscó
incorporar los principios de la función social y ecológica de la
propiedad, la prevalencia del interés general sobre el particu-
lar y la distribución equitativa de cargas y beneficios, todos,
contenidos en la Constitución Política. Asimismo, desarrolló
el régimen de competencias y ordenamiento territorial muni-
cipal, a partir del uso racional del suelo y la planificación de
acciones urbanísticas eficientes (DNP, 2016, p. 13).
La Ley 388, sin ser orgánica, constituyó un punto de in-
flexión en materia de planeación y ordenamiento del suelo.
Dio cabida a una nueva reglamentación en la materia, más
técnica y propicia para el desarrollo urbano del nuevo mile-
nio. En últimas, un marco jurídico funcional a la visión de ciu-
dad del bloque dominante de poder en lo urbano.
El instrumento básico llamado a materializar la norma fue
el POT, principal innovación presentada. Se definió como “el
conjunto de objetivos, directrices, políticas, estrategias, me-
tas, programas, actuaciones y normas adoptadas para orien-
tar y administrar el desarrollo físico del territorio y la utiliza-
ción del suelo” (art. 9, Ley 388). De acuerdo con la población
del ente territorial varía su denominación y complejidad: POT

16
“Por la cual se dictan normas sobre planes de desarrollo municipal, compra-
venta y expropiación de bienes y se dictan otras disposiciones”.
92 LA CIUDAD EN COLOMBIA: CONTRADICCIONES DE CLASE, CRISIS Y
PERSPECTIVA SOCIALISTA

propiamente dicho (>100.000 habitantes), Plan Básico de Or-


denamiento (100.000 – 30.000) o Esquema de Ordenamiento
(<30.000).
Los POT, como máximos instrumentos de planificación
local que clasifican los suelos y sus usos, al tiempo que regla-
mentan las actuaciones urbanísticas, deben estar integrados
por tres componentes. Uno general, que contempla objeti-
vos y estrategias a largo plazo, uno urbano y uno rural, cada
cual con una propuesta más o menos detallada de acciones y
programas a corto y mediano plazo. Cada Plan es autónomo
para plantear su alcance temporal y condiciones de revisión.
Sin perjuicio de ello, el contenido estructural tendrá vigencia
de al menos 3 periodos constitucionales de gobierno, mien-
tras que los componentes urbano y rural de 2 los contenidos
de mediano plazo y de 1 los de corto plazo. Si se cumple el
tiempo de vigencia y no se ha renovado, seguirá vigente el ya
adoptado.
Sobre lo anterior, cabe anotar que el planteamiento ins-
titucional de la Ley 388 no superó de fondo la visión de pla-
neación urbanística que venía funcionando con anterioridad,
con una de planeación integral del territorio. Por lo mismo,
mantuvo una proyección “municipalista”, centrada mayorita-
riamente en el medio urbano, que no contempló la relación
con el entorno rural, metropolitano, departamental, regional
y nacional. En opinión de Massiris (2014):
Infortunadamente, en la operacionalización de las ac-
ciones y controles del ordenamiento, los espacios suburba-
nos, rurales y los vínculos funcionales no fueron desarro-
llados suficientes en la ley, lo que llevó a serias dificultades
en la aplicación realizada por los municipios, en cuanto a
la comprensión integral y multidimensional de su territo-
rio, a la instrumentación de los planes de OT en los espacios
suburbanos y rurales y a la comprensión del espacio mu-
RESPUESTA INSTITUCIONAL DE CLASE: 93
LA PROPUESTA OFICIAL Y SUS DESARROLLOS

nicipal en el ámbito regional, que permitiera, por ejemplo,


establecer planes de actuación rurales, articular los planes
de los municipios vecinos, integrar los planes de vida de co-
munidades indígenas, así como con los planes sectoriales de
los mismos municipios y de instituciones públicas departa-
mentales y nacionales y con los planes de ordenación de
cuencas. (p. 17)
Por otro lado, es importante mencionar que la Ley 388 de
1997 introdujo diversas formas específicas de participación
ciudadana como consecuencia de la idea democrática de la
Constitución. Primero, espacios comunitarios en los que re-
presentantes de los grupos constituidos transmiten propues-
tas y opiniones respecto a los suelos urbano y rural. Segundo,
el Consejo Territorial de Planeación, instancia consultiva para
la formulación de los POT. Tercero, veedurías ciudadanas y
propuestas de planes parciales y normas por parte de comu-
nidades organizadas. Cuarto, etapa de información pública a
vecinos y propietarios en casos de trámite de planes parciales
(Niño, 2015).
A pesar de ello, como norma, la participación ciudadana
es mínima y no incidente. Por lo general, los espacios de par-
ticipación se limitan a ejercicios de socialización de las pro-
puestas oficiales, en los que los funcionarios se dedican a des-
calificar las iniciativas de las comunidades por “insuficiencia
técnica”. En el fondo, la ciudadanía no puede cuestionar el
modelo de ciudad bajo la figura del POT, ni en su formulación
ni en su ejecución, debido a que su participación es de tipo
consultivo según todas las disposiciones legales, lo que revela
el carácter limitado de la democracia vigente en materia de
planificación territorial.
Ahora bien, a nivel general, sobre la apuesta moderniza-
dora y tecnocrática basada en la planificación introducida por
los POT, hay que decir que su implementación fue un estre-
94 LA CIUDAD EN COLOMBIA: CONTRADICCIONES DE CLASE, CRISIS Y
PERSPECTIVA SOCIALISTA

pitoso fracaso. De acuerdo con el DNP (2016), para el 2016,


81% de los municipios del país (886) contaba con instrumen-
tos que habían superado su vigencia. Es decir, habían excedi-
do los 12 años de pretendida vigencia de cada Plan (Massiris,
2014). Además,
Según las evaluaciones disponibles, varias fueron las
deficiencias de estos POT. Por ejemplo, en la evaluación he-
cha por el Ministerio de Vivienda, Ciudad y Territorio (2015)
el 60% de los POT presentó un deficiente planteamiento en
materia de visión, política y estrategias generales. Ningún
POT reguló usos en el suelo suburbano y tan solo el 3%
planteó una visión o modelo territorial, la cual fue calificada
como deficiente. Únicamente el 1% consideró determinan-
tes regionales, lo que impide la articulación con municipios
vecinos. Por otro lado, el 32% de los POT definió el períme-
tro de suelo urbano sin considerar la provisión de servicios
públicos. El 34% definió suelos de expansión sin establecer
restricciones de uso, densidad y garantía de servicios pú-
blicos. El 29% identificaron y categorizaron amenazas y un
52% determinó deficientemente los suelos de protección,
incluso el 14% no los consideró. (DNP, 2016, pp. 22 y 23)
Desde la misma institucionalidad se han clasificado las
deficiencias en dos ejes problemáticos. Primero, débil articu-
lación entre las entidades con competencias o incidencia en
los procesos de ordenamiento territorial. Segundo, limitacio-
nes para el acceso a equipos técnicos calificados e insumos
suficientes y actualizados (mapas, por ejemplo) para la elabo-
ración y seguimiento de los planes. En resumen, el fracaso de
la burocracia y la tecnocracia.
A ello debe añadirse que la llamada primera generación
de POT tampoco contribuyó como se esperaba al fortaleci-
miento de las finanzas territoriales, no aportando para dismi-
nuir la dependencia a las transferencias nacionales. Inclusive,
RESPUESTA INSTITUCIONAL DE CLASE: 95
LA PROPUESTA OFICIAL Y SUS DESARROLLOS

como se mencionó, apenas el 12% de los municipios incluyó


captación de recursos a través de plusvalías o valorizaciones
(DNP, 2016, p. 23), lo que de antemano desdibuja el princi-
pio constitucional de distribución equitativa de cargas y be-
neficios. Los POT mantuvieron inalterada la apropiación de
riqueza por generación de valor en las entidades territoriales
producto de acciones urbanísticas, en otros términos, perpe-
tuaron y ensancharon los privilegios y la dominación de las
burguesías y terratenientes ligados al negocio de la construc-
ción en perjuicio del interés común.
Producto de los horizontes bosquejados, así como de
nuevos debates político-administrativos alrededor del orde-
namiento territorial, en particular en materia de temáticas
sobrevinientes, el gobierno posicionó la necesidad de renovar
(desarrollar) su base normativa sobre su pretendida iniciativa
técnica y modernizadora. Es así como surgieron las políticas
públicas sectoriales de transporte público, calidad del aire,
espacio público, entre otras. A la par que las dos principales
apuestas programáticas vigentes del modelo de ciudad y te-
rritorio, a saber: la Ley Orgánica de Ordenamiento Territorial
(LOOT) (Ley 1454, 2011), encausada a aclarar competencias
y desarrollar la institucionalidad, y el Sistema de Ciudades
(DNP, 2014).

4.1. Algunas de las políticas públicas sectoriales

4.1.1. Transporte urbano y masivo


De acuerdo con el DNP (2003), se puede deducir que
la propuesta del bloque dominante se enfocó en el forta-
lecimiento del transporte público en dos escenarios. En las
grandes ciudades, a través de la implementación de Sistemas
Integrados de Transporte Masivo (SITM). En las demás, por
medio de procesos de gestión del tráfico y transporte. Am-
96 LA CIUDAD EN COLOMBIA: CONTRADICCIONES DE CLASE, CRISIS Y
PERSPECTIVA SOCIALISTA

bas soluciones, según la versión oficial, encaminadas a incre-


mentar la calidad de vida, la productividad e impulsar proce-
sos integrales de desarrollo urbano. La novedad estribó (en
el año 2003) en la profundización del capital privado como
base de la operación (y construcción) de los Sistemas para
la prestación del servicio, esto vigilado a través de empresas
gestoras que fortaleciesen la libre competencia.
Desde el aspecto técnico, se resaltó la necesidad de: i)
eliminar la “guerra del centavo”, ii) construir y adecuar la in-
fraestructura, iii) reordenar y coordinar las rutas y eliminar
la sobreoferta, iv) operar con vehículos de alta capacidad con
tecnologías de baja contaminación (principalmente buses),
v) aumentar la velocidad en corredores troncales, vi) aplicar
esquemas de mercadeo de tiquetes y recaudo, y vii) integrar
física, tarifaria y operacionalmente el transporte de la ciu-
dad. Sobre el último punto, de su interpretación se abrió una
ventana a la creación de sistemas multimodales, aspecto en
el que no se profundizó pues la propuesta oficial priorizó el
impulso de sistemas BRT.
Subsiguientemente, la política pública enfatizó en la con-
currencia pública y privada, a partir de la asignación eficiente
de riesgos y el aseguramiento de la sostenibilidad financiera
y operativa, bajo esquemas de cofinanciación entre las enti-
dades territoriales y la nación y por medio del endeudamien-
to con organismos multilaterales y la banca. Así, las ciudades
aportan la infraestructura, mientras que la vinculación del
capital privado sustenta el suministro, operación y mante-
nimiento de buses, cuya recompensa es lo recaudado por el
cobro del servicio.
Debido a que el CONPES fue emitido en 2003, a hoy es po-
sible hacer una evaluación crítica de la implementación de los
SITM, en particular de los modelos “exitosos” de BRT como
Transmilenio o MIO (Cali). En primera medida cabe señalar
RESPUESTA INSTITUCIONAL DE CLASE: 97
LA PROPUESTA OFICIAL Y SUS DESARROLLOS

que, desde entonces, se actuó en contravía de la construcción


de metros (elevados, a nivel o subterráneos), trenes, cables o
cualquier otra modalidad de movilidad con mayor eficiencia
ambiental y de carga, asegurando un lucrativo negocio a todos
los empresarios relacionados con los buses y los combustibles
fósiles. Bajo la salvedad del impulso de la bicicleta en Bogotá y
el metro de Medellín, experiencias locales no generalizadas, los
BRT fueron hegemónicos en las ciudades del país.
Tampoco se puede pasar por alto la preminencia que se
otorgó a las formas de financiación y esquemas de operación
privada de los Sistemas. Como consecuencia, por un lado, se
provocó el desangramiento de las finanzas públicas para cubrir
principalmente las altas ganancias de los operadores privados
pues las tarifas de usuario nunca fueron suficientes para cu-
brir los costos de operación (tarifa técnica), y, por otro lado,
los sistemas BRT garantizaron este lucro frente a bajas (e hipo-
téticas) tasas de reinversión respecto a lo público. En definiti-
va, se dio paso a un negocio que involucra la estatalidad para
hacer sostenible su operación en función de agentes privados,
asegurando además las ciudades la infraestructura que es el
mayor costo del Sistema. En otras palabras, estamos frente a
la capitalización privada absoluta de bienes públicos, estrate-
gia que cierra cualquier apropiación común del espacio social
construido, prevaleciendo el interés particular sobre el común.
Finalmente, más allá del aumento de velocidad media en
los viajes, la política pública se remitió poco a las condiciones
de calidad para los usuarios en la prestación del servicio. En
la actualidad este es un tema central, por cuanto la realidad
demuestra paupérrimas condiciones de transporte para la
ciudadanía, rayanas con la vulneración a la dignidad. Basta
mencionar: hacinamiento, inseguridad, acoso sexual, retra-
sos constantes, degradación del entorno y elevados costos
por pasaje. Esto último además relevante en cuanto a que, a
98 LA CIUDAD EN COLOMBIA: CONTRADICCIONES DE CLASE, CRISIS Y
PERSPECTIVA SOCIALISTA

través del cobro, se permite una apropiación privada de plus-


valor por parte de los operadores del servicio no solo sobre
los conductores, sino también extraordinariamente sobre los
usuarios, bloqueando definitivamente para los trabajadores
el derecho a la ciudad, en este caso, a movilizarse gratuita y
dignamente. Todo ello evidencia el triunfo del modelo capita-
lista neoliberal mercantilizador en los sistemas de transporte
masivo de las ciudades del país.

4.1.2. Calidad del aire


En miras a solucionar los problemas de contaminación
del aire, en particular de las grandes ciudades, la política pú-
blica contenida en el CONPES 3943 propone diferenciar las
medidas en torno a fuentes móviles y fijas (DNP, 2018). En
cuanto a las primeras, las móviles, emanadas principalmente
de los vehículos de servicio público de pasajeros, de carga y
de automóviles privados, se busca modernizar el parque au-
tomotor que circula por las carreteras del país. La estrategia
aglutina varias acciones: generación de incentivos para la uti-
lización de tecnologías limpias, aumento de controles técni-
cos y mecánicos, mejoramiento de la calidad del combustible,
fortalecimiento del sistema de sanciones, desintegración de
los vehículos más antiguos (chatarrización), e incentivos fis-
cales para adquisición de otros nuevos. Pasa por la reducción
de impuestos a la compra de automotores, consagrados estos
en la Ley 488 de 1998.
En relación con las fuentes fijas de contaminación, pro-
ducidas en su mayoría por industrias y procesos productivos,
se pretende promover “mejores prácticas industriales”. De
un lado, significa incentivar instrumentos tributarios (exclu-
sión de IVA y deducción de renta) a empresarios y gremios
que introduzcan innovaciones que reduzcan emisiones. Del
otro, estimular sectores económicos con mejor desempeño
RESPUESTA INSTITUCIONAL DE CLASE: 99
LA PROPUESTA OFICIAL Y SUS DESARROLLOS

ambiental. Situación paradójica en relación con la inclinación


extractiva de la economía nacional.
En paralelo, en relación con los POT, la política pretende
incorporar reglamentación de usos industriales del suelo y
clasificación de áreas de acuerdo con los niveles de contami-
nación y fuentes de emisión. También, mejorar la generación
y acceso a fuentes de información sobre las emisiones y el es-
tado de la calidad del aire del país, al tiempo que promover in-
vestigaciones que generen insumos a las entidades y al sector
regulado para su mejoramiento progresivo.
Como se ve, es un modelo que ubica la contaminación del
aire como una externalidad negativa del mercado, de manera
que insiste en situar su solución allí. Desde la perspectiva del
CONPES, la acción del Estado se debe enfocar hacia perfec-
cionar los mercados, a través de industrias o máquinas “me-
nos” contaminantes. Una solución técnica en apariencia. Sin
embargo, desconoce que la degradación de la naturaleza no
es una problemática circunscrita a un sector productivo atra-
sado o a la modernización del aparato (por supuesto, es parte
fundamental), sino a la premisa misma del modo de produc-
ción, generación de lucro y apropiación privada sin límites,
por encima, incluso, del medio básico humano: la naturaleza.
Por ende, dentro del modelo capitalista neoliberal, una tran-
sición hacia energías limpias, tal como la plantea el DNP (2018),
es inviable desde que el costo de su implementación no genere
ganancia y acumulación y desde que quede a voluntad de los pri-
vados y no como una obligación liderada por el Estado.

4.1.3. Espacio Público


En aras de establecer un lenguaje común bajo el cual com-
prender el espacio público y sus componentes, desde muy tem-
prano en la legislación de ordenamiento territorial se trabajó el
tema. La Ley 9 de 1989 definió el espacio público como el:
100 LA CIUDAD EN COLOMBIA: CONTRADICCIONES DE CLASE, CRISIS Y
PERSPECTIVA SOCIALISTA

Conjunto de inmuebles públicos y los elementos arqui-


tectónicos y naturales de los inmuebles privados, destina-
dos por su naturaleza, por su uso o afectación a la satisfac-
ción de necesidades urbanas colectivas que trascienden,
por tanto, los límites de los intereses individuales de los
habitantes. (Art. 5)
Adicional a la anterior definición, el artículo 14 del De-
creto 1504 de 199817 estableció la categoría: “Espacio Públi-
co Efectivo”, correspondiente al espacio público de carácter
permanente. Conformado por zonas verdes, parques, plazas
y plazoletas. Para efectos de su medición, como ya se men-
cionó, se instituyó un indicador de espacio público por ha-
bitante con un índice mínimo de 15 m2. Dicho mínimo se
estableció como la meta a garantizar por medio de la pla-
neación y gestión de los POT, ejercicio que debía partir de un
diagnóstico que permitiera monitorear su déficit cuantitati-
vo y cualitativo en las ciudades. Sobre esto se profundizó en
el acápite sobre la crisis en el modelo vigente de desarrollo
urbano-territorial.
En respuesta al diagnóstico, fue desarrollada la política
nacional de espacio público (DNP, 2012). Esta enfatiza en la
necesidad de trabajar en cuatro ejes, a saber: primero, en las
dificultades institucionales presentes; segundo, en la impre-
cisión en los conceptos y normas asociadas a la temática; ter-
cero, en la debilidad por parte de las entidades territoriales y
autoridades ambientales en la aplicación de instrumentos de
planeación; y cuarto, en la falta de apropiación colectiva del
espacio público, con un acento particular en las dificultades
para conciliar intereses públicos y privados concurrentes en
su uso.

17
“Por el cual se reglamenta el manejo del espacio público en los planes de
ordenamiento territorial”.
RESPUESTA INSTITUCIONAL DE CLASE: 101
LA PROPUESTA OFICIAL Y SUS DESARROLLOS

Como puede observarse, de acuerdo con el DNP (2012),


las cuatro situaciones redundan en fallas institucionales y
tecnocráticas frente a la precisión, entendimiento y aplicación
de la norma. De manera implícita, asume que el concepto de
espacio público de la oficialidad tiene un enfoque adecuado
y no merece cuestionamientos. No obstante, cabe anotar dos
aspectos críticos. En primera instancia, la dificultad de avan-
zar en el cumplimiento del estándar cuantitativo de 15 m2,
pues los recursos del Estado (y el espacio) son limitados y la
imposición de su edificación como obligación urbanística se
enfrenta a una tenaz resistencia por parte de las constructo-
ras privadas y los grandes propietarios de la tierra pues aca-
rrear sus costos necesariamente afecta sus rentabilidades. En
consecuencia, las obligaciones urbanísticas establecidas por
los gobiernos tienden a ser nulas o mínimas en menoscabo
del interés común.
En segunda medida, en lo que tiene que ver con el aspecto
cualitativo del espacio público, conviene introducir una ob-
servación crítica sobre la relación que promueve la política
pública entre la ciudadanía y el espacio. Desde una visión al-
ternativa, no se trata de profundizar una relación mercantil
ligada al aprovechamiento económico del espacio público
que limita el acceso al que puede pagarlo mientras se enri-
quece a un particular con el espacio estatal, sino que se trata
de profundizar la apropiación común de lo que es colectivo
a los habitantes de la ciudad. Sobre ello vale la pena retomar
la reflexión que hace Harvey (2013) sobre la práctica de la
comunalización.
Existe una práctica social de comunalización, que pro-
duce o establece una relación social con determinado bien
común cuyos usos, o bien quedan restringidos a cierto gru-
po social, o están parcial o plenamente abiertos a todos. En
el núcleo de la práctica de comunalización se halla el princi-
102 LA CIUDAD EN COLOMBIA: CONTRADICCIONES DE CLASE, CRISIS Y
PERSPECTIVA SOCIALISTA

pio de que la relación entre el grupo social y el aspecto del


entorno considerado como bien común será a la vez colecti-
va y no mercantilizada, quedando fuera de los límites de la
lógica del intercambio y las valoraciones de mercado. Este
último punto es crucial, porque ayuda a distinguir entre
bienes públicos interpretados como gastos productivos del
estado, y bienes comunes creados o usados de una forma y
con un propósito totalmente diferente, aun cuando acaben
aumentando indirectamente la riqueza e ingresos del grupo
social con acceso a ellos. (p. 116)
Por supuesto, las prácticas de comunalización quiebran
el modelo de acumulación capitalista, pues demandan oferta
directa por parte del Estado, no del mercado, de programas
que incentiven el derecho a apropiarse del espacio público de
forma común. Por ejemplo, programas de formación deporti-
va en parques, muestras artísticas en las plazoletas o exhibi-
ción de artes y otras prácticas culturales fuera de sus lugares
canónicos, por medio de lo cual se incentiva la solidaridad,
la organización y las interacciones sociales productivas entre
vecinos. Significa cambiar la medición de la rentabilidad de
los espacios, calcular, no cuánto dinero le da al Estado su al-
quiler, sino cuántas interacciones enriquecedoras provoca a
los habitantes que consigue convocar. Sin duda, esto significa
profundizar en el aspecto cualitativo no mercantilizado del
espacio público, que es donde además no existe mayor diag-
nóstico, interés e iniciativa desde la institución y su versión
oficial dominante.

4.2. Ley Orgánica de Ordenamiento Territorial y


Sistema de Ciudades

La LOOT incorporó los Esquemas Asociativos Territoria-


les y dio desarrollo a las Regiones Administrativas y de Plani-
RESPUESTA INSTITUCIONAL DE CLASE: 103
LA PROPUESTA OFICIAL Y SUS DESARROLLOS

ficación, todo cuya finalidad es promover asociatividad libre


y voluntaria entre entidades territoriales, en perspectiva de
consolidar alianzas estratégicas que impulsen desarrollo au-
tosostenible. Son las principales innovaciones político-admi-
nistrativas por cuanto crean una tipología legal de posibles
formas de organización o creación de entes, con funciones y
competencias propias, la mayoría en materia de prestación
de servicios públicos. La novedad reside en que podrán ope-
rar como personas jurídicas de derecho público, con órganos
de dirección y presupuesto independientes. Eso sí, sin que
constituyan circunscripción electoral, sin mecanismos claros
de participación ciudadana y con vacíos en el control político,
en contravía de la ampliación de la democracia en el ámbito
regional y del principio de descentralización, involucrando
una perspectiva más administrativa que de gobierno. Lógica
política aún más limitada que la que orientó, años antes, la
creación de las áreas metropolitanas con la Ley Orgánica 128
de 1994, luego sustituida por la Ley 1625 de 2013.
También aclaró las competencias de la Nación y las en-
tidades territoriales en materia de ordenamiento territorial
sin abonar nitidez en los instrumentos, así como estableció
las Comisiones de Ordenamiento Territorial (COT), organis-
mos de carácter técnico y asesor, tanto a nivel nacional, como
territorial, en departamentos y municipios. Su función estri-
ba en evaluar, revisar y asesorar a los gobiernos en temas de
descentralización y ordenamiento. Incluye, proponer polí-
ticas sectoriales, promover formas de asociación territorial
y propiciar espacios de concertación y consulta con actores
relevantes.
Empero, la LOOT apunta a un modelo de tecnocracia li-
beral, carente de cualquier debate político. En perjuicio de la
oportunidad histórica para dar contenido e institucionalidad
transformativa a la región y la provincia como entidades te-
104 LA CIUDAD EN COLOMBIA: CONTRADICCIONES DE CLASE, CRISIS Y
PERSPECTIVA SOCIALISTA

rritoriales, la ley prefirió las “asociaciones”. Orientadas hacia


la gestión empresarial a partir de convenios o contratos-plan,
gestionados mediante juntas directivas y enfocadas a prestar
servicios públicos, ejecutar obras de infraestructura o cum-
plir funciones administrativas. Se plantean bajo la premisa
determinante de presencia de capital privado, a partir de la
búsqueda de proyectos estratégicos para fortalecer y garanti-
zar la acumulación de capital en los territorios. Bajo este es-
quema se refuerza la cooptación del Estado por la iniciativa
empresarial y de lucro, en la que prevalece la prestación de
servicios a una población de “clientes” y “consumidores”, por
contraposición a una aproximación basada en derechos para
la ciudadanía. En últimas, se da cuerpo legal e institucional
para que, de manera más expedita, se puedan realizar gastos
productivos del Estado a una mayor escala.
Es así como las asociaciones mantienen sin modificación
relevante, menos aún, estructural, la obsoleta división polí-
tico-administrativa esbozada por la Constitución Política.
Pese a los diagnósticos elaborados por los propios gobiernos
que dan cuenta de su incapacidad de materializar eficiente y
eficazmente sus funciones. Sin olvidar tampoco que las ins-
tituciones que crea la LOOT siguen siendo de corto alcance,
inconcretas, dependientes exclusivamente de la voluntad go-
bernante, y, sobre todo, carentes de participación de base o
popular en el desarrollo y ordenamiento territorial. Por ende,
no democratizan ni apoyan una verdadera descentralización
del territorio.
Por su parte, como eje integrador del espacio urbano na-
cional, la propuesta oficial impulsó el Sistema de Ciudades de
la mano de la idea de una nueva realidad demográfica, entre
otros criterios. Así, esta pretende ser la política de desarrollo
urbano de cara a los cambios poblacionales crecientes, pre-
vistos para el 2050 (DNP, 2014). La novedad reside en reco-
RESPUESTA INSTITUCIONAL DE CLASE: 105
LA PROPUESTA OFICIAL Y SUS DESARROLLOS

nocer que la expansión de las ciudades viene determinándose


no solo por el crecimiento demográfico, también por la locali-
zación de las principales actividades económicas, de servicios
y administrativas. Desde esta perspectiva la ciudad no es una
realidad estática, antes bien, se han generado aglomeraciones
urbanas y conurbaciones, aquí denominadas ciudades funcio-
nales. Definir cuál es funcional o no debe entenderse bajo un
criterio de flexibilidad y progresividad, por la constante evo-
lución del fenómeno.
Como se explicó en el acápite introductorio, para la cons-
trucción de las tipologías se acudió a cuatro criterios básicos,
a saber: i) relaciones funcionales entre municipios (umbral
de conmutación laboral), ii) tamaño poblacional, iii) función
político-administrativa de los municipios, y iv) importancia
estratégica en las regiones. Resultado de su aplicación se
construyeron ejes, corredores o subsistemas urbano-regio-
nales:
106 LA CIUDAD EN COLOMBIA: CONTRADICCIONES DE CLASE, CRISIS Y
PERSPECTIVA SOCIALISTA

i) ejes que se caracterizan por la asociación de ciuda-


des uninodales a una aglomeración principal (ejes Mede-
llín-Rionegro; Cali-Buenaventura-Palmira-Tuluá; Bucara-
manga-Barrancabermeja); ii) ejes que se conforman por la
sucesión de ciudades compartiendo servicios en un encade-
namiento funcional y económico (ejes: Caribe; Cafetero; Bo-
yacá; Apartadó-Turbo; Montería-Sincelejo); y iii) ejes exis-
tentes que se fortalecen (ejes: Bogotá-Fusagasugá; Cúcuta).
(DNP, 2014, pp. 16 y 17)
RESPUESTA INSTITUCIONAL DE CLASE: 107
LA PROPUESTA OFICIAL Y SUS DESARROLLOS

En este punto es importante enfatizar que las líneas de


trabajo a largo plazo del Sistema de Ciudades (DNP, 2014)
coinciden, o mejor, sintetizan el modelo de ciudad vigente del
bloque dominante. Tales son:
• Eje 1. Visión sostenible y crecimiento verde. Determi-
nar la Estructura Ecológica Principal (EEP). Orientar una ges-
tión integral y sostenible de la prestación de los servicios de
agua potable y saneamiento básico; procesos de regionaliza-
ción de los servicios públicos domiciliarios, políticas integra-
les de gestión de riesgo de desastres y de cambio climático, el
mejoramiento de la calidad del aire y la mitigación de gases
efecto invernadero, así como la planificación, ordenamiento y
gestión sostenible del suelo rural.
• Eje 2. Conectividad física y digital. Consolidación de
una red nacional multimodal de transporte, la red vial y la
malla urbana local, e impulso de la conectividad digital que
constituya ciudades inteligentes con un ecosistema digital
local (infraestructura, usuarios, servicios y aplicaciones) con
visión regional.
• Eje 3. Productividad. Creación de Agencias Regionales
de Desarrollo (ARD) como soporte institucional para la pro-
ductividad y competitividad de los clústeres que se generen.
Asimismo, se propone enfocar la formación para el trabajo en
sectores claves de la producción, dependiendo de las visio-
nes de largo plazo de las aglomeraciones urbanas, lo que debe
complementarse con un programa de flexibilización laboral
(teletrabajo o trabajo en casa) y un sistema de información
sobre movilidad laboral.
• Eje 4. Calidad de vida y equidad. Formulación de políti-
cas diferenciadas que apunten a la disminución de las brechas
sociales entre aglomeraciones urbanas. Convergencia de las
ciudades para garantizar acceso a vivienda social, movilidad
y atractivos urbanos. Subsiguientemente, se propone avanzar
108 LA CIUDAD EN COLOMBIA: CONTRADICCIONES DE CLASE, CRISIS Y
PERSPECTIVA SOCIALISTA

en acciones que promuevan generación de suelo para progra-


mas de vivienda de interés social, y el fortalecimiento de sis-
temas de información sobre el mercado de suelo y captura de
plusvalor.
• Eje 5. Financiación adecuada y eficiente. Fortaleci-
miento de instrumentos fiscales que han mostrado mayor
efectividad, como el Impuesto Predial Unificado (IPU) y el Im-
puesto de Industria, Comercio y Avisos (ICA).
• Eje 6. Coordinación y gobernanza. Fortalecimiento
de la Comisión de Ordenamiento Territorial, identificación y
estructuración de proyectos estratégicos regionales financia-
dos a través del SGR, APP o Contratos Plan, fortalecimiento
de esquemas de asociación supramunicipal, y articulación de
programas dentro de las estrategias sectoriales y territorial
del Plan Nacional de Desarrollo (del gobierno que lo propuso,
Juan Manuel Santos). Por último, asistencia técnica a la plani-
ficación territorial.
Ya se demostró lo contradictorio de gobernar para ase-
gurar la generación de rentas y la valorización del capital y,
al tiempo, pretender garantizar el interés común y el bene-
ficio colectivo. Así, es evidente que los objetivos del Sistema
de Ciudades no pasan de buenas intenciones, de formalismos
y de la promesa de realizar estudios, pues en su concreción
práctica, como se demostró en el análisis de las políticas pú-
blicas nacionales de transporte urbano y masivo, calidad del
aire y espacio público, entran en contradicción con el modo
de producción capitalista neoliberal hegemónico bajo el que
el bloque de clases dominante orienta el desarrollo y ordena-
miento urbano-territorial.
Por lo anterior, se puede afirmar que cada eje desde su
planteamiento básico es funcional a la profundización del
modelo imperante, por cuanto se orienta, directa o indirec-
tamente, a la acumulación de capital y mercantilización de la
RESPUESTA INSTITUCIONAL DE CLASE: 109
LA PROPUESTA OFICIAL Y SUS DESARROLLOS

vida. En ellos se pueden hacer explícitas las contradicciones


que impiden una coherencia en el modelo planificado. Por
ejemplo, una visión de sostenibilidad incompatible con el cre-
cimiento real ampliado o de renovación urbana del Sistema
de Ciudades hacia las reservas naturales o zonas rurales, o
que entra en choque con una realidad en donde la certeza del
riesgo o su mitigación aplica en contra del derecho al hábitat
del poblador popular, pero favorece a los grandes inversionis-
tas para materializar proyectos de vivienda o infraestructura
desafiando y yendo en contravía de los bienes comunes natu-
rales. Es en este contexto donde tienen cabida fenómenos de
ilegalidad como el denominado volteo de tierras.
En ese mismo sentido, una apuesta por “calidad de vida
y equidad”, a través de “financiación adecuada y eficiente”,
manteniendo indemne el modelo de captura estatal de rentas
y plusvalías y sin implementar una reglamentación efectiva
para el reparto de cargas y beneficios. En otros términos, sin
incidir en las formas de acumulación y sobreacumulación de
riqueza en el entorno urbano (Harvey, 2013). Sin apostarle
a la garantía de derechos por parte del Estado, a fortalecer
sus activos, a la redistribución de la riqueza, la disminución
(o terminación) de la desigualdad, el desempleo, la informa-
lidad, la pobreza y la segregación socioespacial, sin desatar el
potencial de la fuerza productiva más importante que es el ser
humano y su conocimiento, así como facilitar la apropiación
de activos por parte de la economía popular para su dinami-
zación. Por ende, desde un análisis sistémico, resulta notoria
la incapacidad de crear una sociedad equitativa, igualitaria y
justa sin afectar la estructura de apropiación y control de la
producción y el plusvalor.
Por su parte, de cara a la sociedad civil, el Sistema de Ciu-
dades concibe un modelo enfocado casi en su totalidad ha-
cia el consumo mercantil, es decir, la prevalencia del valor de
110 LA CIUDAD EN COLOMBIA: CONTRADICCIONES DE CLASE, CRISIS Y
PERSPECTIVA SOCIALISTA

cambio en la vida urbana sobre el disfrute y la satisfacción de


necesidades asociados al valor de uso. De los ejes menciona-
dos, ninguno entiende las relaciones humanas como consti-
tutivas de la dinámica de la urbe. Al contrario, las restringe a
una idea de personas a capacitar, que se desplacen a sus luga-
res de trabajo de forma rápida (o trabajen en casa o a través
de dispositivos tecnológicos), fortalezcan el sistema produc-
tivo capitalista imperante y paguen impuestos (no redistribu-
tivos).
La ciudad colombiana, así planificada, restringe los pro-
cesos de ampliación de la democracia a espacios meramente
formales o consultivos, que redundan en la ausencia de ins-
tancias para la definición por parte de las clases populares. En
consonancia, procura moldear una ciudadanía pasiva, objeto
de intervención de la política pública. Si acaso, puede opinar
sin incidencia en las audiencias públicas, por ejemplo, que se
hacen de socialización de los POT. Pero son solo constancias
para decir que hubo participación. Mientras tanto, da prota-
gonismo a la COT, crea las ARD y plantea el ordenamiento te-
rritorial desde lo establecido en la Ley 388 y la LOOT, todos
mecanismos de gobernanza y gobierno tecnocráticos y buro-
cráticos que garantizan en últimas el triunfo de la iniciativa
del capital.
Como reflexiones finales importa mencionar que, desde el
diagnóstico y propuesta oficial, se pone en evidencia una ten-
sión latente del sistema político colombiano. Esta es, el fraca-
so -al menos parcial- del ordenamiento territorial propuesto
en la Constitución Política de 1991. Tanto las entidades te-
rritoriales principales, municipios y departamentos, como
su institucionalidad administrativa, adolecen de importan-
tes carencias para materializar las aspiraciones políticas del
constituyente primario. Es decir, descentralización política,
financiera y administrativa, garantía de derechos, democracia
RESPUESTA INSTITUCIONAL DE CLASE: 111
LA PROPUESTA OFICIAL Y SUS DESARROLLOS

participativa y decisoria e igualdad. Lo anterior refuerza la


necesidad de retomar el debate alrededor del modelo, no solo
como ley orgánica, sino en su trasfondo constitucional.
A ello cabe anteponer una tesis divergente al diagnósti-
co institucional. Según los documentos oficiales, a grandes
rasgos, la crisis actual del ordenamiento territorial tiene sus
raíces en carencias técnicas, descoordinación institucional,
atraso legislativo y limitaciones presupuestales. En otros
términos, problemas de orden legislativo, burocráticos o de
eficacia y eficiencia tecnocrática. Por lo que se pretende in-
corporar lógicas de funcionamiento del capital privado (fi-
nanciación, construcción y operación), como garantía de
gobierno de la esfera pública. Ciertamente, una antítesis. Sin
embargo, tal aproximación asume como única la visión de
ciudad que se viene construyendo (o profundizando) desde
la década de 1990: excluyente, desigual, centro de servicios
y no de derechos, lugar de consumo mercantil, voraz con el
medio ambiente, funcional exclusivamente al capital y antide-
mocrática. Es la razón por la que, pese a la aspiración legal, el
interés público u común no se materializa sobre el particular.
Existe una contradicción estructural ligada al modelo de acu-
mulación capitalista y su versión neoliberal que hace incom-
patible la aspiración de bienestar y de disfrute colectivo de
la ciudad con la real lógica de gobierno y planeación a futuro
dominantes.
112

5. ELEMENTOS PARA LA CONSTRUCCIÓN DE UNA


ALTERNATIVA SOCIALISTA

El modelo de acumulación de capital, la crisis urbano-te-


rritorial que ha provocado y la política de clase inefectiva
para solucionarla, han encontrado respuesta por parte de la
lucha popular. Es allí donde se pueden ubicar distintas mani-
festaciones de indignación como lo son la quema de recibos
de valorización o predial en los municipios, las interpelacio-
nes a los funcionarios de servicios públicos domiciliarios bajo
el desespero de la gente, los bloqueos espontáneos al trans-
porte público exigiendo un mejor servicio y, como ya se men-
cionó, la solidaridad entre vecinos, el trabajo comunitario en
los barrios y la informalidad económica para autoconstruir y
satisfacer necesidades de todo tipo. Esta es la dinámica que
adquiere la lucha de clases en las ciudades.
En el trasfondo de todo esto se puede evidenciar el anhelo
popular por controlar lo que primordialmente los pobladores
edifican social y físicamente, para que ello satisfaga verdade-
ramente sus necesidades, para dignificar sus vidas y su hábi-
tat. Es decir, en la acción planificada o espontánea de protesta
de los habitantes de las ciudades se encuentra su aspiración
por conquistar el derecho a la ciudad. Es la respuesta de los
trabajadores y de los sectores populares sometidos a una vida
indigna por dictamen del capital y el Estado. Situación que
se vuelve más oprobiosa cuando se vive lo urbano desde sec-
tores poblacionales como las mujeres, adultos mayores, las
personas con discapacidad, poblaciones étnicas o disidentes
ELEMENTOS PARA LA CONSTRUCCIÓN DE UNA 113
ALTERNATIVA SOCIALISTA

sexuales y de género, entre otras.


Por ende, como lo menciona Harvey (2013), se debe en-
tender a grandes rasgos que el derecho a la ciudad es
Un derecho a cambiar y reinventar la ciudad de acuerdo
con nuestros deseos. Es, además, un derecho más colectivo
que individual, ya que la reinvención de la ciudad depende
inevitablemente del ejercicio de un poder colectivo sobre el
proceso de urbanización. (p. 20)
Para comprender mejor lo anterior, de la misma forma
debe ser claro que, desde el punto de vista marxista, la explo-
tación de los trabajadores no solamente se da en su lugar de
trabajo, sino que esta se amplía por medio de formas secun-
darias de explotación que se presentan sobre todo en el cam-
po de la reproducción social, las cuales se pueden denominar
prácticas predadoras y de desposesión. Como lo explica Har-
vey (2013):
La dinámica de la explotación de clase no se limita al
lugar de trabajo (…) prácticas predadoras y de despose-
sión (…) estas formas secundarias de explotación, que son
y siempre han sido vitales para la dinámica general global
de la acumulación de capital y la perpetuación del poder de
clase, quedan principalmente a cargo de los comerciantes,
propietarios y financieros y sus efectos se dejan sentir prin-
cipalmente en el hábitat y no en la fábrica. Las concesiones
salariales a los trabajadores pueden, por ejemplo, ser recu-
peradas para el conjunto de la clase capitalista por los pro-
pietarios y comerciantes capitalistas, y en las condiciones
actuales más despiadadamente aún por los prestamistas,
banqueros y financieros. (p. 189)
Por lo tanto, de lo que se trata desde una estrategia socialis-
ta revolucionaria de transformación es de dar mayor control (o
control total) a los trabajadores para que estos puedan definir,
administrar y disfrutar lo que producen. Por ello, en lo urbano
114 LA CIUDAD EN COLOMBIA: CONTRADICCIONES DE CLASE, CRISIS Y
PERSPECTIVA SOCIALISTA

Todos aquellos cuyo trabajo está dedicado a producir y


reproducir la ciudad tienen derecho colectivo, no solo a dis-
poner de lo que producen, sino también a decidir qué tipo
de urbanismo se debe producir, dónde y cómo (…) incluye
(…) a todos aquellos que facilitan la reproducción de la vida
cotidiana (…) reúne una increíble diversidad de espacios
sociales fragmentados con innumerables divisiones del tra-
bajo, en las que caben muy diversas formas de organización.
(Harvey, 2013, pp. 201 y 202)
Es decir, en las ciudades, es necesario conseguir que los
costos de reproducción sean asumidos por el excedente de
producción, y que cada vez más la riqueza creada en gene-
ral sea dominada directa y democráticamente por aquellos
trabajadores que la crean. En síntesis, consiste en establecer
“mayor control democrático sobre la producción y uso del ex-
cedente” (Harvey, 2013, p. 46). Lo que no se puede confundir
con un simple aumento del presupuesto y la inversión social
del Estado por medio de una mayor captación pública de la
plusvalía, sino que, además, es necesario desatar una demo-
cratización radical del Estado para garantizar la participación
popular directa en la definición y ejecución de ese presupues-
to creciente.
En consecuencia, es claro que “el aumento de la propor-
ción del excedente bajo control estatal solo servirá de algo si
se reforma el propio estado poniéndolo bajo el control demo-
crático del pueblo” (Harvey, 2013, p. 47). Lo anterior con el
objetivo de arrebatar el derecho que hoy posee una reducida
élite política y económica de disponer de la riqueza colectiva
y manejarla según sus intereses configurando las ciudades y
los territorios en función de sus negocios a costa del bienes-
tar de la mayoría de la población.
Consiguientemente, los comunistas deben “hallar formas
creativas de utilizar los poderes del trabajo colectivo para el
bien común, y mantener el valor producido bajo el control de
ELEMENTOS PARA LA CONSTRUCCIÓN DE UNA 115
ALTERNATIVA SOCIALISTA

los trabajadores que lo producen” (Harvey, 2013, p. 135). Esto


solo se logra si se trabaja políticamente en dos direcciones:
Por un lado para obligar al estado a esforzarse más en
el suministro de bienes públicos para finalidades públicas,
y por otro la autoorganización de poblaciones enteras para
apropiarse, usar y complementar esos bienes de forma que
extiendan y mejoren las cualidades de los bienes comunes
reproductivos y medioambientales no mercantilizados.
(Harvey, 2013, pp. 135 y 136)
Lo cual, a su vez, demanda la consolidación de un podero-
so movimiento urbano popular organizado que, articulando
la lucha callejera por sus derechos con la lucha electoral-ins-
titucional, reúna la fuerza suficiente y obtenga las posiciones
necesarias para desarrollar reformas tácticas que consigan,
por un lado, captar plusvalía a través de medidas impositivas
(u otras) y, por otro lado, democratizar el Estado. Todo ello
con el propósito de confluir en una perspectiva estratégica
revolucionaria de abolición de la propiedad privada como la
relación social capitalista que ha propendido y permite limi-
tar al máximo la apropiación y manejo del producto de los
trabajadores, colocando lo producido en beneficio y control
casi que absoluto del bloque de clases dominante.

5.1. Táctica: por un mayor recaudo público de


plusvalía y por una democratización radical del
Estado
Tal como se ha analizado, es principalmente el trabajo y
no el capital el que financia la construcción y desarrollo de las
ciudades, desde el punto de vista del recaudo estatal, lo cual
se hace palpable en el hecho de que los impuestos indirectos
tienen un mayor peso en cuanto a aporte al tesoro público
que los impuestos directos.
Para transformar dicha situación en favor de los trabaja-
116 LA CIUDAD EN COLOMBIA: CONTRADICCIONES DE CLASE, CRISIS Y
PERSPECTIVA SOCIALISTA

dores y las clases populares, a nivel nacional se propone, des-


de un punto de vista táctico socialista, dar un salto cambiando
las históricas fuentes de tributación (Portafolio, 2019) con tal
de que adquiera un mayor peso el impuesto sobre la renta
personal, mediante un mecanismo de retención en la fuente
al momento de aprobación de la repartición de dividendos en
las sociedades. Lo anterior, no de manera exclusiva, pasa por
la revigorización del impuesto al patrimonio, lo que superaría
la primacía en este ámbito de “el impuesto sobre la renta de
las sociedades, que grava los ingresos de capital de una mane-
ra tosca, tratando por igual a los grandes y pequeños accionis-
tas” (Portafolio, 2019). Esta propuesta debe llevar aparejada
una eliminación masiva de exenciones tributarias al capital,
iniciando por la exención de los dividendos en el pago del im-
puesto de renta.
Otra propuesta encaminada a robustecer el aporte del
capital para la construcción y sostenimiento de las ciudades,
descargando al trabajo en esa tarea, es la de eliminar el IVA
para la mayor cantidad posible de productos de consumo co-
tidiano para los trabajadores. La realidad es que, pese a que
varios productos son exentos de IVA, del gasto total en estos,
el 10% más pobre de la población colombiana pone alrededor
de tres veces menos que el 10% de los colombianos más ricos
(Comisión de expertos, 2015, p. 34). Así, no basta con sustraer
la canasta familiar, sino que la lista de productos exentos de
IVA debe ampliarse bastante de manera que se grave con este
impuesto casi exclusivamente a los productos de lujo.
A nivel municipal debe operar otro tanto, el cobro del
impuesto de industria y comercio (ICA) debe robustecerse
mediante protocolos estandarizados que instruyan a las se-
cretarías de hacienda para enfatizar su carga en los grandes
empresarios, incluyendo en todo esto a las actividades finan-
cieras, con un plan de amnistías y exenciones para las mipy-
ELEMENTOS PARA LA CONSTRUCCIÓN DE UNA 117
ALTERNATIVA SOCIALISTA

me. Aumentar así el recaudo en las ciudades y municipios por


las actividades productivas que se desarrollan en sus territo-
rios, eliminando, por ejemplo, la necesidad de los descomu-
nales aumentos en los impuestos al transporte (sobretasa a la
gasolina e impuesto de rodamiento), cuyo aumento no debe
ser muy superior año a año al crecimiento del IPC.
De igual manera, es necesario dar paso a la expedición
del estatuto tributario territorial que homogenice y aumen-
te el recaudo para las ciudades en un sentido progresivo, y
se armonice el cobro de impuestos al capital bien sea por los
municipios o por los departamentos, dependiendo de la lo-
calización de la actividad productiva. Esto además implica
una reforma que le permita a los departamentos modificar
o crear impuestos y obtener, en ese sentido, mayores recur-
sos propios. Adicionalmente, los recursos por regalías deben
retornar efectivamente a los departamentos y municipios,
eliminando las exenciones a la actividad minero-energética,
facilitando su ejecución por medio de suprimir trabas buro-
cráticas y de procedimiento, y blindando estos recursos fren-
te a la corrupción con participación democrática en su desti-
nación y ejecución.
En diálogo con lo dispuesto en la Ley 388 de 1997, dentro
de dicho estatuto tributario es necesario esbozar lineamien-
tos que permitan a los municipios la implementación urgen-
te de una reglamentación adecuada y que facilite el cobro de
plusvalías, con tal de que los constructores y el favorecimien-
to a las rentas del suelo contribuyan de manera sistemática,
directa y significativa al fisco y al fortalecimiento infraestruc-
tural, público y ambiental en el desarrollo urbano-territorial.
En ese mismo sentido, se debe avanzar en una reglamenta-
ción nacional que permita desarrollar de manera adecuada y
fáctica en la planeación territorial y su ejecución, un reparto
equitativo y justo de cargas (obligaciones) y beneficios que
118 LA CIUDAD EN COLOMBIA: CONTRADICCIONES DE CLASE, CRISIS Y
PERSPECTIVA SOCIALISTA

democratice la riqueza producida en la edificación de las ciu-


dades redundando en el bienestar colectivo, con énfasis en
solucionar las carencias de los más pobres.
Todas estas medidas con tal de recaudar por vía impo-
sitiva u otras, a través del Estado, la parte mayoritaria de la
riqueza creada por el trabajo colectivo que hoy se queda en
pocas manos debido al modelo capitalista neoliberal impe-
rante. Reformas que solo se pueden conseguir por medio de
un potente movimiento urbano popular de los trabajadores
que, con movilización callejera y lucha en las instancias del
Estado, logre arrancarlo.
Así, todo debe llevar paulatinamente a un recaudo cada
vez mayor de plusvalía, mientras se descargan los bolsillos de
los trabajadores. Lo anterior, sumado a una inversión adecua-
da del tesoro público por parte del Estado, no en función exclu-
siva de la acumulación de capital sino en función de satisfacer
las necesidades del conjunto de la población, debe conducir a
dignificar y poner al centro la vida en los territorios, a reducir
(o terminar con) la desigualdad, el desempleo y la pobreza, a
desmontar la informalidad y la segregación socioespacial, así
como a dinamizar la economía popular y fortalecer los acti-
vos del Estado. No obstante, es claro que la única manera de
eliminar de raíz la desigualdad e injusticia económica y tribu-
taria, desde un punto estratégico, revolucionario y comunista,
es la abolición de las relaciones sociales que las crean, en este
caso, las relaciones sociales de producción capitalistas y neo-
liberales, para lo cual dicho movimiento urbano popular de
los trabajadores debe ir madurando bajo ese horizonte en el
desarrollo de su lucha.
En relación con la democracia, hoy los mecanismos le-
gales existentes están definidos para evitar la participación
directa de la población en la toma de determinaciones para
el desenvolvimiento social y urbano-territorial. Lo dispuesto
ELEMENTOS PARA LA CONSTRUCCIÓN DE UNA 119
ALTERNATIVA SOCIALISTA

en las leyes 152 de 1994 y 388 de 1997 establece varias limi-


taciones al respecto. En su demagogia, ubica a los Consejos
Territoriales (o Nacional) de Planeación como el principal es-
pacio de participación ciudadana para intervenir y hacer se-
guimiento a los Planes de Desarrollo y a los POT, pero, como
ya se mencionó, los condena a ser una instancia meramente
formal y consultiva.
La composición de estos, aunque abarca los grupos or-
ganizados existentes económicos, sociales, ecológicos, edu-
cativos, culturales y comunitarios, sometidos a la legalidad,
deja que la definición de los representantes esté a cargo de
la máxima autoridad ejecutiva, el presidente, el gobernador o
el alcalde según el caso, hecho que limita profundamente su
autonomía. Estos representantes ejercen durante un periodo
de ocho años bajo el supuesto de que contribuyan a dar con-
tinuidad a las políticas impulsadas desde los gobiernos en el
caso de los Planes de Desarrollo (Forero Pineda, 2000), sin te-
ner el poder para ello. Sumado, se da un plazo máximo de un
mes para la emisión de sus conceptos en el proceso de adop-
ción de los Planes de Desarrollo o POT, condición que raya la
mayoría de las veces en lo absurdo debido a la extensión y la
complejidad técnica de los documentos, no permitiendo una
discusión a profundidad de sus contenidos.
Como se ve, todo está diseñado de tal forma que la pobla-
ción no pueda incidir sobre las definiciones fundamentales
que le competen ni pueda hacerles control. Así las cosas, las
decisiones quedan en manos de la iniciativa autoritaria del
poder ejecutivo y del Congreso, Asamblea o Concejo según el
caso, cooptados la mayoría de las veces por la politiquería y
la iniciativa del capital.
Es en este campo donde se debe trabajar tácticamente
en una reforma que pueda desatar una profundización de la
democracia existente, con tal de abonar y acumular fuerzas
120 LA CIUDAD EN COLOMBIA: CONTRADICCIONES DE CLASE, CRISIS Y
PERSPECTIVA SOCIALISTA

para imponer una estrategia socialista radical. De hecho, en


el Acuerdo de paz (2016), en el punto de participación polí-
tica, la reforma a los Consejos Territoriales de Planeación se
contempla como parte de la profundización de la democracia,
cuando se formulan las medidas para el fortalecimiento de la
planeación democrática y participativa.
De este modo, una reforma18 a las leyes 152 de 1994 y
388 de 1997 debe apuntar en primera instancia a hacer de los
conceptos emitidos por los Consejos Territoriales y Nacional
de Planeación aspectos definitivos sin los cuales los Planes de
Desarrollo y los POT no pueden ser aprobados. Al tiempo, se
debe ampliar y dotar de autonomía los procesos de elección.
Por lo tanto, se debe abrir un periodo de inscripción previo de
organizaciones de la sociedad civil pertenecientes a los sec-
tores, a saber: económicos, sociales, ecológicos, educativos,
culturales, comunitarios y los que se determine según la ins-
cripción que se realice, y se les debe facilitar desde el Estado
la capacidad organizativa propia para realizar la elección de
sus representantes por medio de voto popular según el censo
presentado por las organizaciones inscritas. Si en la entidad
territorial existen comunas o localidades, estas harán el ejer-
cicio de elección de Consejos Territoriales Locales.
Dichos Consejos serán la autoridad popular para la de-
terminación del desenvolvimiento social y urbano-territorial,
y de ser el caso, trabajarán por comisiones el estudio y dis-
cusión de las políticas sectoriales, todo como una sola pieza
del Sistema Nacional de Planeación. Por ello, será el mismo
Consejo el que dé su concepto y determinación al respecto,
sin caer en la fragmentación y la creación de consejos para

18
En todo caso, este proceso demanda de una reforma constitucional, pues el
carácter consultivo y limitado del Sistema Nacional de Planeación está determina-
do desde la Constitución (artículo 340).
ELEMENTOS PARA LA CONSTRUCCIÓN DE UNA 121
ALTERNATIVA SOCIALISTA

cada sector institucional (de salud, de educación, ambiental,


etc.), cuestión que quita fuerza y cohesión y, por ende, ha per-
judicado su capacidad de incidencia en la actualidad (Forero
Pineda, 2000).
Los representantes serán elegidos por ocho años, relevan-
do a los cuatro años el suplente al principal, sin ser posible su
reelección. Para la construcción de sus conceptos en los pro-
cesos de adopción de Planes de Desarrollo y POT, los Consejos
contarán con un tiempo de tres meses. Dentro de este tiempo
realizarán cabildos abiertos donde puedan participar libre-
mente todos los ciudadanos, presentando y discutiendo los
contenidos de los documentos, de tal forma que los conceptos
que emitan recojan el conjunto de observaciones y debates
que se presenten. Para facilitar la comprensión técnica, los
Consejos recibirán el apoyo de las universidades, prioritaria-
mente públicas, para realizar los ejercicios de presentación
y discusión de los contenidos, así como para sistematizar las
conclusiones de las discusiones. Igualmente, para garantizar
el cumplimiento de sus funciones, el Estado financiará el fun-
cionamiento de los Consejos. En el caso de la elaboración de
la política nacional de ordenamiento territorial, el concepto
será emitido por un Congreso de este nuevo Sistema Nacional
de Planeación Popular.
Los Consejos serán la principal instancia de seguimiento
y control ciudadano y popular a la política y el desarrollo so-
cial y urbano-territorial. Sus ejercicios serán una advertencia
a las instituciones públicas del incumplimiento de políticas
definidas. Todos los espacios que se realicen de control deben
ser de carácter público y abierto, a manera de cabildo, de tal
forma que el conjunto de la población pueda enterarse de las
observaciones hechas y pueda participar de las discusiones.
Así, si se trabaja en esta dirección con reformas a las leyes
competentes, se podrá asegurar una profundización de la de-
122 LA CIUDAD EN COLOMBIA: CONTRADICCIONES DE CLASE, CRISIS Y
PERSPECTIVA SOCIALISTA

mocracia en el país que puede tender a radicalizarse. Es pre-


cisamente en ese sentido que se proponen estos lineamientos
como parte de una táctica y estrategia con perspectiva socia-
lista desde el campo urbano-territorial.

5.2. Estrategia: debates, ciudad y territorios para el


socialismo
Todo lo anterior -las apuestas, propuestas y perspectivas
de ciudad-, debe entenderse parte de un proceso contradicto-
rio, colmado de cuestiones irresueltas, únicamente decanta-
bles en el ejercicio de la praxis. La acción no puede pensarse
inconexa de una comprensión teórico-política capaz de tras-
tornar el modo de producción capitalista y su lógica cultural.
Incluye, por supuesto, la capacidad de anteponer un enfoque
materialista histórico frente a sentidos comunes compartidos
y acciones cotidianas. En otras palabras, un distanciamiento
reflexivo constante y dialogante con respecto a las experien-
cias individual y colectiva, situadas en un contexto histórico
concreto y cambiante, como lo es la vida urbana en Colombia
en el siglo XXI.
Así, entre muchas, la primera cuestión que importa supe-
rar en el seno de la práctica revolucionaria es el “desarrollo”
en tanto horizonte político y social de crecimiento económico
y evolutivo, desde el punto de vista positivista y capitalista.
Debido a su uso extendido desde prácticamente la totalidad
de las posturas ideológicas y formas organizativas, el concep-
to de desarrollo no ha hecho otra cosa que convertirse en un
significante vacío alrededor del que se ha construido un con-
senso político cómodo, más aún, en su versión contemporá-
nea, el sostenible. Cuestionarlo hace parte de la crítica hacia
cierta visión o expectativa de porvenir socioeconómico guia-
da por aspiraciones y logros usualmente conseguidos o tra-
zados, primero, en el seno del capitalismo (en su visión más
ELEMENTOS PARA LA CONSTRUCCIÓN DE UNA 123
ALTERNATIVA SOCIALISTA

optimista), segundo, por las instancias de gobernanza global,


y tercero, desde las experiencias vitales de la ciudadanía de
los denominados países del “primer mundo”.
A ello subyace romper, o al menos discutir, con dos tradi-
ciones políticas. De un lado, la idea liberal de ascensión lineal
progresiva perfectible alrededor de un universalismo cosmo-
polita en el que las “metas” y “objetivos” humanos vienen da-
dos por tecnocracias internacionales en conferencias de go-
bierno. Caso en el cual, el país que cuestione un programa o
se aleje de él, es aislado. Y, de otro lado, desde una perspectiva
autocrítica, permitir asumir los errores, carencias y falencias
de algunas apuestas socialistas, cuya creencia en el industria-
lismo y economicismo les llevó a promover posturas preda-
doras del ambiente, ultra-represivas y homogenizantes ante
la diversidad étnica, incapaces de reconocer la naturaleza, la
democracia y la riqueza cultural como elementos constituti-
vos de una sociedad humanamente libre.
En este orden de ideas, discutir con el concepto y práctica
del desarrollo es una labor inicial en la disputa política de una
imagen del futuro, que, más allá de ser una abstracción vaga, se
concreta en una crítica al presente: sus metas, mediciones e indi-
cadores; jerarquías de prioridad política e instancias de gobier-
no y orden; destinación de recursos y programas, entre otros
tantos temas. Al tiempo que permite volver a la centralidad de
la supervivencia humana y sus posibilidades, al humanismo, en
un contexto de crisis civilizatoria. Inclusive, en las versiones más
progresistas y camufladas del desarrollo sostenible la natura-
leza sigue siendo una mercancía para explotar ad infinitum, en
contravía del contexto inminente de crisis climática que azota
al mundo. Es el caso, por ejemplo, del ordenamiento constitu-
cional colombiano, cuyo planteamiento, a pesar de su avance en
el reconocimiento de derechos, se acompasa sin tregua con el
capitalismo y el neoliberalismo destructores de la vida.
124 LA CIUDAD EN COLOMBIA: CONTRADICCIONES DE CLASE, CRISIS Y
PERSPECTIVA SOCIALISTA

El segundo tema que vale esbozar da continuidad al


ejemplo anterior. La arquitectura actual del Estado, conden-
sada en su Carta Magna, evidencia y alarma sobre un modelo
contrahecho, gastado, obsoleto e incapaz de solventar las ne-
cesidades más apremiantes de la ciudadanía, los territorios
y regiones desde la institucionalidad pública. Tras casi tres
décadas desde la promulgación de la Constitución, la idea de
una “república unitaria, descentralizada, con autonomía de
sus entidades territoriales”, consagrada en el artículo 1°, ha
demostrado que pocos han sido los avances reales.
A la fecha, son muchas las deudas históricas alrededor de
la consolidación local, descentralización y autonomía territo-
rial. Es posible identificar retrocesos recientes en materia de
descentralización administrativa y de recursos, por ejemplo,
en la configuración y funcionamiento del Sistema General de
Participaciones. A su vez, los departamentos presentan difi-
cultades de delimitación y ejercicio de sus funciones y compe-
tencias, mientras que una porción importante de municipios
ha sido incapaz de consolidarse administrativamente. Ambas
situaciones han redundado en vacíos, errores e inmediatismo
en la planificación territorial, lo que se materializa en falta de
cobertura de servicios públicos, necesidades básicas insatis-
fechas y atraso en infraestructura. Lo anterior es corrobora-
do, por ejemplo, por el análisis alrededor del fracaso de los
POT de primera generación del DNP (2016).
Ahora bien, desde una crítica socialista, no se trata de
circunscribir las problemáticas a las falencias técnicas y bu-
rocráticas nacionales y territoriales. Tal ha sido la respuesta
del bloque dominante. En contraposición, una postura radical
debe trascender del síntoma y enfocar su análisis en la es-
tructura, permitiéndose preguntas en torno al sentido de las
entidades territoriales tal como existen y su correspondencia
con la realidad local. En otros términos, direccionar el apa-
ELEMENTOS PARA LA CONSTRUCCIÓN DE UNA 125
ALTERNATIVA SOCIALISTA

rato teórico a explicar el modo de producción del espacio y


la ciudad, en relación con el diseño constitucional mismo. Es
preciso explorar alternativas político-administrativas, capa-
ces de subvertir la lógica tecnocrática, adelantando debates
sobre la pertinencia (o no) del modelo centralista unitario, la
idea del departamento como entidad, su cantidad, la región
o provincia, los criterios de división territorial, entre tantos
otros. No con el propósito de desechar per se lo existente,
sino de desarrollar un ejercicio propositivo de contraste en-
tre las contradicciones sociales, económicas y políticas, para
rechazar y superar lo caduco y profundizar y complementar
lo positivo desde una óptica popular revolucionaria.
En esta vía, vale la pena resaltar los Programas de De-
sarrollo con Enfoque Territorial (PDET) introducidos por el
Acuerdo de paz, cuyo objetivo pretende la “transformación
estructural del campo y el ámbito rural, y un relacionamiento
equitativo entre el campo y la ciudad” (2016, p. 21). Son un
instrumento que, sin alterar la estructura administrativa es-
tatal, sí buscan introducir nuevas lógicas de planificación des-
de las particularidades contextuales de la región, de la mano
de la participación de los habitantes del territorio. Evidencia
del imperativo de diálogo entre las necesidades técnicas del
gobierno y la apropiación política comunal.
Lo dicho hasta este punto no asegura en ninguna medida
una apuesta socialista de ciudad si los debates presentados
no son promovidos en el seno del movimiento urbano popu-
lar con una perspectiva de transformación radical. Es este el
llamado a retomar y amplificar su tradición histórica rebelde,
capaz de conquistar mejoras desde su acción política táctica.
Pero que, desde su aspiración socialista, debe ir definiendo
sus fines estratégicos de manera más clara, para llevar a buen
término su praxis revolucionaria. De lo contrario, la resisten-
cia no trascenderá del barrio como unidad mínima del con-
126 LA CIUDAD EN COLOMBIA: CONTRADICCIONES DE CLASE, CRISIS Y
PERSPECTIVA SOCIALISTA

junto social urbano o de reformas progresistas que benefician


parcial y, muchas veces, contradictoriamente a los trabajado-
res.
De este modo, la apuesta socialista enfrenta una tarea
céntrica de magnitud: transformar el desenvolvimiento y or-
denamiento del territorio y su lógica de planeación tal como
existen en el presente, basadas en el mercado y el lucro, dicho
de otro modo, en función del capitalismo y su exacerbación
neoliberal, por una en la que se garanticen la vida digna, los
derechos de las personas de forma universal y la emancipa-
ción humana.
Para lo anterior, la apuesta entonces es por edificar una
ciudad en donde los ámbitos urbano y rural, asociados en
el territorio como un todo, en sus diferentes escalas, se pro-
yecten de manera complementaria y armónica. Una ciudad
compacta y sustentable, densa, que crezca verticalmente, en
afinidad con la reducción del crecimiento demográfico pro-
yectado. Que respete la naturaleza y la vida, junto con todos
los derechos asociados a ello. Profundamente democrática,
en la que la organización ciudadana y popular y los mecanis-
mos de participación sean efectivos y la base y fundamento
del desenvolvimiento urbano-territorial, y donde cada perso-
na tenga la máxima capacidad de aportar y desarrollarse sin
sufrir ningún tipo de segregación, discriminación, opresión o
explotación.
En síntesis, la ciudad socialista no puede pretender me-
nos que superar la crisis expuesta. Gestada, de un lado, por
la insuficiente, contradictoria y desatinada política oficial; del
otro, por las relaciones sociales de producción del modelo de
desarrollo urbano-territorial neoliberal y capitalista que la
han creado y la tienden a profundizar. La praxis revoluciona-
ria debe volcarse a construir un entorno urbano que propicie
una dinámica social humanista en la que los bienes y el tra-
ELEMENTOS PARA LA CONSTRUCCIÓN DE UNA 127
ALTERNATIVA SOCIALISTA

bajo se enfoquen al bien común, siendo el espacio construi-


do garantía de inclusión y libertad. En donde, finalmente, las
personas cuyo trabajo produce y reproduce la ciudad obten-
gan un derecho individual y colectivo a disfrutar de ella, y no
una lucha cotidiana por sobrevivir en ella.

Octubre 2019
128

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Ley 388. (1997). Por la cual se modifica la Ley 9 de 1989,
y la Ley 2 de 1991 y se dictan otras disposiciones. Colombia.
Ley 152. (1994). Por la cual se establece la Ley Orgánica
del Plan de Desarrollo. Colombia.
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133
134
Este trabajo es el resultado de un proceso de estudio,
discusión y elaboración desarrollado en 2019, ligado a
la iniciativa del Centro de Estudios e Investigaciones
Sociales (CEIS) de realizar ejercicios de análisis mar-
xista de la formación socioeconómica colombiana,
ocupándose de problemáticas de primer orden, con
tal de dar insumos y una base objetiva al proceso de
actualización del Programa del Partido Comunista
Colombiano (PCC), el cual culminará en su XXIII Con-
greso próximo a realizarse. Así, este es el documento
que trabajó el problema urbano, texto que fue revisa-
do y ajustado para la presente edición, conservando
su temporalidad y alcances. La intensión con esta
versión, editada y publicada, es que pueda servir
como una herramienta para la educación partidaria y
en general, y como un aporte a la discusión en el pen-
samiento crítico y las fuerzas populares sobre cómo
entendemos la realidad nacional que vivimos, sus con-
flictos, y cómo la podemos transformar desde un punto
de vista alternativo, democrático y revolucionario.

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