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Mejoras en la Gestión y Coordinación Metropolitana

Título: Generalización como consecuencia de la urbanización


Autor: José Eduardo Lujano Noyola
Índice
• Introducción ……………………………………………………………………………….1

• Desarrollo del tema ………………………………………………………………………..3

• Conclusiones ………………………………………………………………………………8

• Fuentes consultada ……………………………………………………………………….11


Introducción
El fenómeno de las metrópolis es un hecho urbano que va más allá de las jurisdicciones político-
administrativas, que resalta por la falta de un diseño eficiente que se encargue de brindar soluciones
a las problemáticas que surgen como consecuencia de los procesos de metropolización.
Actualmente, las investigaciones académicas sobre hechos urbanos señalan múltiples
indicios patológicos que parecen indicar una nueva crisis epistemológica en el campo desde sus
orígenes. Investigadores especializados y orientados empíricamente han desarrollado actividades
extraordinarias en recolección de datos, técnicas metodológicas, y estudios precisos que confrontan
el detrimento de las bases epistemológicas.
Una tendencia problemática es el giro contextualista que se ha puesto de moda entre muchos
urbanistas marcados por la teoría del “actor-red” con un enfoque sociólogo que señala una visión
simétrica del mundo, señalando la importancia de lo tecnológico en la explicación del mundo
tratando de una manera equivalente a la manera que se trata a lo social, entendiendo la estructura
social no como sustantivo si no un verbo; ya que la estructura no es independiente de la sociedad
que sustenta, sino que a la vez genera y regenera señalando a la ciudad no como un hecho sino un
proceso.
Estos enfoques rechazan las formas abstractas o macroestructurales de argumentación en
favor de narrativas basadas en lugares específicos y descripciones densas que parecen ofrecer un
medio más directo para acceder a los contornos microsociales de un paisaje urbano que cambia
rápidamente.
El concepto de lo urbano está unido a un conjunto extraordinariamente difuso de referentes
connotaciones y condiciones, todos estos factores derivan con frecuencia de las categorías
cotidianas de la práctica que luego se convierten de manera no reflexiva en compromisos analíticos,
así la indeterminación teórica del campo se profundiza aún más, mientras que el contexto del
contexto, las mayores dimensiones geopolíticas y geoeconómicas de los procesos contemporáneos
de urbanización y las formas asociadas que muestra el sistema capitalista mundial en cuanto a la
reestructuración, el desposeimiento y el desarrollo espacial desigual, es sometido a un análisis de
caja negra.
Ante la enorme cantidad de leyes, normas, decretos y convenios internacionales que se han
formulado para la Institucionalización de las Metrópolis, su gestión en proceso de integración,
cooperación intermunicipal, coordinación para la atención de problemas metropolitanos, nos
quedamos absortos y frustrados. Los espacios que habita el ser humano son todos iguales con ese
sentido insípido urbano igual en todos los lugares, las decisiones y acuerdos se vuelven absurdos
ante la realidad.
Actualmente el crecimiento de la mancha urbana ha consolidado territorialmente a las
metrópolis, pero su esquema (si existiese alguno), tiene muchas deficiencias. Entonces la metrópoli
es una consecuencia de los males que aquejan a las ciudades que la conforman. Bajo esta premisa

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podemos decir que el mayor problema de una ciudad es llegar a ser parte de una metrópoli, por lo
cual resulta obvio que actualmente ya se este llevando a cabo la planeación metropolitana.
El urbanismo funcionalista ha tenido que pagar el precio de sus limitaciones y además el de
los usos perversos que se ha hecho de él. La tarea es encontrar un ángulo interesante para analizar
las nuevas dinámicas urbanas y elaborar respuestas a los desafíos que nos planteamos, es el del
espacio público y el de la relación entre su configuración y el de ejercer un conjunto de derechos y
deberes cívicos, políticos y sociales.
La importancia del espacio púbico debe interesar por dos razones, en primer lugar, porque
es donde se manifiestan muchas veces y con más fuerza la crisis de ciudad o de urbanidad, por lo
que parece que sea el punto sensible para actuar si se pretende impulsar políticas de hacer ciudad
en la ciudad, y en segundo lugar porque las nuevas realidades urbanas, especialmente las que se
dan en los márgenes de la ciudad existente plantean retos novedosos al espacio público. Por lo
tanto, se confronta con nuestra realidad ya que aún en la actualidad la lógica y el diseño de los
municipios responden a un sistema de partidos hegemónicos y son altamente centralizados y
jerarquizados.
Entonces se entiende y se debe atender a las áreas metropolitanas como unidades complejas,
ya que su escala supera los limites administrativos municipales de las ciudades que la conforman.
Urge crear redes cada vez más sofisticadas de articulación en el territorio de todo tipo; social, de
servicios, infraestructura, ordenamiento del territorio, transporte público, tratamiento de residuos,
saneamiento de cuencas, desarrollo económico coordinado, prestaciones de educación y salud,
conexión de espacios y conformar un ente institucional para la construcción de nuevas relaciones
de gobernanza urbana. Se deben manifestar acciones coordinadas e integradas al igual que buenas
practicas generando buenas tomas de decisiones.
Resulta una obviedad darse cuenta que en diversos temas se excede la competencia de
gestión de los municipios y se involucra a instancias de orden superior dándole el carácter de
metropolitano. Por lo tanto, las áreas metropolitanas sobrepasan de manera total el territorio de
diversos gobiernos locales superando los limites municipales, cada municipio con recursos
diferentes uno del otro, diferente línea administrativa, objetivos distintos y necesidades específicas,
de ahí la importancia de la gestión metropolitana que impulse un nuevo modelo de gobernanza.
Los conflictos a los que se enfrenta un nuevo modelo de gobernanza local y metropolitana
coordinadas son las múltiples jurisdicciones a su vez insuficientes en relación a los diversos niveles
de gobierno, como consecuencia urge generar consensos políticos que ejerzan directamente sobre
las áreas metropolitanas reconociendo la gestión como una figura institucional de peso con
injerencia en temas económicos, sociales y culturales, que a través de la gestión metropolitana se
impulsen políticas que permitan observar un panorama integral en la conformación de áreas
metropolitanas y se deje de ver a ciertas ciudades como ciudades metropolitanas, ya que esto
ocasiona realidades desiguales como es el caso de Guadalajara, ciudad vista como favorecida en la
escala metropolitana.

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Desarrollo del tema
El alcance de las áreas metropolitanas es tal, que se puede considerar ya, un modo de vida,
anteriormente todo se encontraba concentrado en el centro metropolitano, históricamente así se
gestionaba e inclusive en algunos aspectos lo anterior se mantiene. Con la propagación hacia
afuera, nuevas densidades urbanas, conformación de nuevas sociedades habitando espacios
convertidos en ciudades, nuevas “periferias donde anteriormente existían campos verdes o zonas
rurales”1. Se puede decir que estamos sufriendo un fenómeno de urbanización metropolitana
extendida.
Las áreas metropolitanas están influyendo en el comportamiento de la sociedad de tal
manera que están naciendo nuevas formas de lucha social. La metrópolis va más allá de su
extensión urbana territorial, “se ha convertido en un punto de movilización sociopolítica”2. Estas
grandes urbes se pueden llegar a convertir en una manifestación de confrontaciones entre diversos
actores, muestra de ello es el derecho a la ciudad, lo cual puede llegar a establecer que la ciudad
queda desplazada por la metrópoli, ya no solo es un sitio de conflictos políticos sino una disputa
por la centralización del poder, modificando en su conjunto las estructuras políticas y económicas.
En algún momento las áreas metropolitanas superarán la planeación regional, ya que las
metrópolis son áreas conectadas por corredores, aeropuertos, líneas férreas, autopistas y lugares
perfeccionando su conexión con el tiempo dejando huellas de traslados en la manera de hacer
urbanidad.
Con el proceso de extensión de las áreas metropolitanas surgen nuevas problemáticas, ya
que, en lugar de concentrarse en puntos específicos y regiones delimitadas, la misma expansión
genera desigualdad complicando el poder atender adecuadamente las problemáticas sin sobrepasar
la autonomía de las autoridades locales.
Con un buen tratamiento y gestión, las zonas metropolitanas pueden cambiar el concepto
de “ciudad – región a ciudad global/ciudad mundial”3, brindando mayor relevancia a las
metrópolis. Se crea una practica de mundialización, adaptando las áreas metropolitanas al concepto
de globalización prestando atención a los recursos económicos e informativos dando paso al
urbanismo que prioriza la gentrificación y el redesarrollo en la producción del espacio.
El Programa de las Naciones Unidas para los Asentamientos Urbanos (ONU-Hábitat)
declaró el advenimiento de una era urbana, generada por el rápido crecimiento de la población en
las ciudades y la migración de personas de campo a las grandes urbes buscando oportunidades
laborales. Junto con un gran número de investigaciones sobre las metrópolis, se coincide con las
transformaciones espaciales, reposicionamientos institucionales y movilizaciones sociales en gran
escala.4

1. E. Soja y M. Kanai: “The Urbanization of the World” en R. Burdett y D. Sudjic (eds):ob.cit


2. M. Hardt y A. Negri: Commonwealth, Harvard University Press, Cambridge, 2009.
3. Ananya Roy. Las Metrópolis del siglo XXI: Nuevas geografías de la teoría. Traducción Víctor Delgadillo. 2013.
4. ONU- Hábitat. es.unhabitat.org.

3
Las investigaciones entienden como zona metropolitana, un área con una ciudad central de
más de 200,000 habitantes, con el paso del tiempo se han modificado las limitaciones introduciendo
nuevas variables, pero siempre se establece una relación entre una ciudad central importante y un
territorio que dependa de ella.5
En los estudios inherentes al tema de áreas metropolitanas, generalmente se hace referencia
a tres enfoques de áreas metropolitanas, considerándose aisladas o conjuntas según la definición
formulada:
1. Área metropolitana, como área geográfica, refiriéndose a la contigüidad;
2. Área metropolitana, como área funcional, vista como un sistema integral de funciones
correspondiente a un determinado hábitat;
3. Área metropolitana, como zona de influencia, expansión alrededor de un centro
específico.
Anteriormente, el concepto de área metropolitana se definió empíricamente en base a las
actividades fabriles que se realizaban en las grandes ciudades. Los procesos de conurbación
alrededor de la ciudad “mayor” llevan a la formación de áreas metropolitanas conforme a las
variables que le proporcionan el carácter de urbano.6
Dentro los estudios e investigaciones sobre las metrópolis, la más sonada desde la perspectiva
de los sociólogos es la teoría del actor – red, la cual tiene un enfoque sociológico característico de
teoría social y de investigación. Iniciada por Bruno Latour, Michele Callon y otros investigadores
del Centro de sociología de la innovación de Mines Paris Tech, en Francia.
Específicamente señala la importancia de lo tecnológico en la explicación del mundo,
entendiendo de una manera equivalente a la manera en que se trata a lo social. Se remite esclarecer
que no es reductible a un simple actor ni a una red, es simultaneo, capaz de redefinir y transformar
aquello de lo que está hecha a lo que se refiere, en nuestro caso de estudios las áreas
metropolitanas.7
El actor – red se compone de conceptos como actates: utilizado para referirse a cada elemento
que infiere en la red, colectivo: entendido como el conjunto de múltiples actores interactuando
entre sí, el quehacer científico, la estructura social vista como un verbo, la ciudad observada como
un proceso, la dicotomía existente entre lo micro y lo macro.
En cuanto al paisaje urbano, su transformación es una clara representación de fenómenos
dinámicos y complejos de los últimos tiempos, la velocidad y la intensidad con la que nuevas áreas
urbanas han alcanzado a las áreas metropolitanas, esencialmente gracias a las actividades de las
inmobiliarias.

5. Alfonso de Esteban. Las Áreas metropolitanas: un análisis ecológico, Centro de Investigaciones Sociológicas, Madrid, 1981.
6. Lausen, J. R. Desarrollo regional y proceso de urbanización, O. N. U. Ministerio de la Vivienda, Madrid, 1971.
7. Latour, Bruno. La esperanza de Pandora, ensayos sobre la realidad de los estudios de la ciencia. Ed. Gedisa, Barcelona 2001.
8. Ayar Rodríguez de Castro. Territorio y Paisaje Metropolitano en la Región suroeste de Madrid. El caso de Parla. Universidad
Autónoma de Madrid.

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En el contexto urbano, el paisaje, se concibe como una herramienta que sintetiza el conjunto
de configuraciones físicas y hechos sociales, históricos, culturales y ambientales, fungiendo como
instrumento para la comprensión del territorio, gracias a esto se puede comprender el ver a la ciudad
como paisaje dentro de una línea establecida en la geografía urbana.
En e l ámbito geopolítico, tratado como un estudio interdisciplinario observan a las áreas
metropolitanas como un espacio vital, en el cual, se interrelacionan aspectos como “la economía
con la noción de riqueza y recursos, historia y la concepción de evolución”9 urbana. En base a los
aspectos geopolíticos, se entiende a las metrópolis como una consecuencia de la formación del
Estado – Nación, gracias a la construcción de caminos y ferrovías que conectan zonas agrícolas o
mineras con puertos y ciudades tercearizadas.
En contraste con los aspectos geoeconómicos, se puede observar a los países desarrollados
como en los vías de desarrollo una correlación formando una conurbación entendida como
metrópoli, pero como consecuencia estas nuevas formaciones urbanas se ven afectadas por el
desarrollo de la economía internacional, cada vez más influidas por la competencia entre ciudades.
En este sentido, se puede observar a la metrópoli como una ciudad mundial de carácter
cosmopolita, lo que sigue es impulsar políticas que impulsen “el capital global como base”10, ya
que las grandes metrópolis se perciben como destino de una inmensidad de migrantes.
En cuestiones administrativas, la metrópolis se percibe como un fenómeno urbano más allá
de las jurisdicciones político- administrativas municipales, se deben impulsar programas con peso
de ley, que promuevan la cooperación y coordinación intermunicipal y multisectorial en la atención
de los problemas metropolitanos. Aún en nuestros días existe una escasez de organismo que actúen
directamente en la atención de problemáticas, se ha planeado en base de solucionar problemas y
no de preverlos, cayendo en un bucle infinito de planeación de parche tras parche.
Algo novedoso y que a su vez está comprobado que funciona, es la implementación de
consejos metropolitanos, los cuales están basados en la cooperación intermunicipal sin recurrir a
una reforma constitucional, ni de invadir la autonomía de los gobiernos municipales sobre su
territorio.
Para lograr éxito en la gestión y administración de las metrópolis, es necesaria la existencia
de una multiplicidad de jurisdicciones en el espacio metropolitano, sumada a una coordinación de
autoridades estatales de diversas direcciones. Una opción de gestión es hacerla por “regionalización
autónoma”11, constituida como un ente territorial, con capacidad de gobernarse con una autoridad
colectiva propia, la cual administre sus recursos y establezca lo necesario para el cumplimiento de
sus responsabilidades.

9. Luis Dallanegra Pedroza. Teoría y metodología. Hacia una geopolítica de la “construcción de poder”.
10. Heinz Heineber. Las metrópolis en el proceso de globalización. Revista bibliográfica de geografía y ciencias sociales. Barcelona.
2005.
11. Tella, Gillermo y Robledo, Laila. Áreas Metropolitanas. La necesidad de coordinar políticas. Fortalezas y debilidades de
diferentes políticas. Revista Mercado y Empresas para Servicios Públicos Nro 63. 2011.

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Otra manera efectiva de gestión metropolitana puede ser “la gestión por acuerdos
programáticos”9, por la complejidad de las áreas metropolitanas, se pueden pactar acciones
comunes que sobrepasen los limites municipales para ciertas problemáticas que afectan a dos o
más municipios, como incentivo a los municipios se puede repartir de forma equitativa el recurso
destinado a la metrópolis, compartiendo costos y por ende beneficios.
Para gestionar de forma atinada un área metropolitana, es necesaria su consolidación, se
puede lograr mediante acciones de dominio económico en base a la colaboración política con la
sociedad organizada, fomentando un modelo de consolidación metropolitana, actuando bajo ejes
que comulguen de manera precisa entre sí, teniendo en cuenta a la ciudad compacta, la ciudad en
expansión, una nueva metrópoli en formación un área ya consolidada y una repercusión positiva
para una región metropolitana.
Por la complejidad de las áreas metropolitanas, es difícil encontrar una manera efectiva de
gestionar y coordinar exitosamente acciones intermunicipales que atiendan las problemáticas
metropolitanas, el concepto de gobernanza urbana parece ser una buena opción que debería ponerse
en práctica, es necesario impulsar políticas que actúen como herramientas que faciliten la
participación ciudadana, acuerdos políticos entre municipios, constante capacitación a los atores
inmediatos en la toma de decisiones y obviamente organizaciones plurimunicipales.
La gobernanza urbana en las áreas metropolitanas es necesaria para lograr un enfoque de
gestión y planificación relativa a los nuevos retos cada vez más complejos a los que nos
enfrentamos, los enfoques multisectoriales ya no son suficientes, suelen ser alternativas costosas
que al fin de cuentas todo queda en el discurso.
Las grandes áreas metropolitanas compiten a escala mundial, establecen la utilización de
tecnologías y alternativas innovadoras de hacer ciudad, gracias a la expansión urbana los límites y
las periferias están perdiendo su significado, ya no es posible hablar de ciudades sin mencionar a
las metrópolis, sus ventajas y la facilidad en invertir para lograr su consolidación territorial y social,
destinar los esfuerzos en formular iniciativas coherentes dejando de lado intereses de particulares
evitando que lo privado permee lo público.
Será necesaria la coordinación entre los distintos departamentos y secretarias especializadas
de las autoridades municipales, coordinar los niveles de gobierno, coincidir en objetivos políticos
en favor del territorio, inclusión de la sociedad civil. Es necesario establecer los mecanismos para
la asignación de fondos, esclarecimiento de prioridades y líneas de acción, establecer parámetros
por parte de un organismo interinstitucional que defina las obligaciones de los actores involucrados
y lo más importante lograr un gobierno metropolitano con una sola voz, la cual evite problemas
entre municipios por la sensación de favorecimiento por la importancia territorial, fines políticos,
fines partidistas e intereses privados.
Primordialmente es necesario tomar decisiones próximas a los ciudadanos como principio
cívico, abordar de manera directa las problemáticas involucrando la participación pública
habilitando y capacitando a los grupos de interés.

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Como propuesta personal para mejorar la gestión y coordinación metropolitana, señalo la
sociología de asentamiento, ya que resulta un ángulo interesante para analizar las nuevas dinámicas
urbanas y elaborar respuestas a los desafíos que nos planteamos desde el campo del espacio público
y el d e la relación entre su configuración y el ejercicio de la ciudadanía, entendida como el estatuto
que permite ejercer un conjunto de derechos y deberes cívicos, políticos y sociales.
La importancia del espacio público debe interesar por dos razones, en primer lugar porque
es donde se manifiestan muchas veces y con más fuerza las crisis de los municipios, por ende
resulta un parámetro interesante para actuar si se pretende impulsar políticas de hacer ciudad en la
ciudad consolidando la figura de área metropolitana, y en segundo lugar porque las nuevas
realidades urbanas, especialmente las que se dan en los márgenes de las ciudad, planteando retos
novedosos al espacio público que actúe como un ente colector y articulador de la metrópolis.
La movilidad individual generalizada, la multiplicación y la especialización de las nuevas
centralidades y la fuerza de las distancias que parecen imponerse a los intentos de dar continuidad
formal y simbólica a los espacios públicos. Estamos convencidos que la dialéctica movilidades –
centralidades es una cuestión clave del urbanismo moderno, y que la concepción de los espacios
públicos es a su vez un factor crucial, aunque no sea el único, en el tipo de respuesta que se da a la
cuestión anterior.
Desde un punto de vista novedosos, tal vez sea e tiempo de hablar del campo, anteriormente
conocido como estudios urbanos, considerando que el trabajo en este ámbito de investigación
corresponde a una fase de la modernidad capitalista cuyas precondiciones socioespaciales ya se
están sustituyendo.
Suena interesante reemplazar la problemática heredada de los estudios urbanos por otra
vinculándola a la sociología de los asentamientos, basada en tipologías reinventadas de la
organización espacial humana y en una comprensión menos rígida de los límites entre lugares.
El concepto de áreas metropolitanas requiere una reinvención sistemática, debemos
entender nuestro gran entorno inmediato como un todo, para que funcione es necesario crear redes
de todo tipo que funcionen una apoyada de la otra, ya no se pueden tomar decisiones sin afectar de
manera inmediata el territorio compartido, por cuestiones constitucionales se debe respetar la
autonomía de los municipios, pero si se logra observar como responsabilidad prioritaria de las
autoridades locales el quehacer urbano a escala metropolitana y regional tenemos la mitad de la
batalla ganada.
Si logramos lo anterior, lo urbano ya no podrá ser entendido como un lugar particular, bajo
esta premisa ya no podremos observar a los municipios como lugares particulares, distintivos y
relativamente delimitados donde aún prevalecen formas especificas de relaciones humanas y
gestión de sus problemáticas.
Se dará nacimiento a un nuevo léxico y proceso de operación de diferenciación
socioespacial, las geografías económicas son más variadas que nunca, por consecuencia una
desigualdad territorial.

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Conclusiones
Hablar de las problemáticas que sufren las grandes urbes es hablar de la falta de planeación y visión
de crecimiento territorial y desarrollo en materia de infraestructuras, servicios, equipamiento,
movilidad y el gran problema llamado corrupción, todo lo anterior cobijado bajo un régimen
capitalista.
Las prácticas sociales parecen indicar que la salida es hacerse un refugio, protegerse del
aire urbano no sólo porque está contaminado sino porque el espacio abierto a los vientos es
peligroso.
En las grandes ciudades se imponen los shopping centers con reservado el derecho de
admisión y los ghettos residenciales cuyas calles de acceso han perdido su carácter público en
manos de policías privados.
En estas Metrópolis tal parece hay un temor al espacio público, no es un espacio protector
ni protegido, en estas grandes extensiones territoriales el espacio público en unos casos no ha sido
pensado para dar seguridad sino para ciertas funciones como circular o estacionar, o un simple
espacio residual que a futuro resguardara un edificio de departamentos u oficinas.
En otros casos el espacio público ha sido ocupado por las clases peligrosas de la sociedad:
inmigrantes, pobres o marginado y actualmente no se ha hecho nada significativo y de raíz al
respecto.
Todas las hasta ahora problemáticas mencionadas parecieran señalar a una sola y no se trata
la nula planeación, porque, aunque precaria, con intereses de privados de por medio esta existe no
funciona, pero existe, por lo cual pareciese nuevamente, como en todos los momentos históricos
de cambios sociales y culturales acelerados, se diagnostica la “muerte de la ciudad”, es un tópico
concurrente que no está rebasando como sociedad y también a las autoridades.
Algunos más optimistas prefieren pensar que el tipo de ciudad moderna es otra, por ejemplo,
la que se puede observar en los límites de la ciudad actual, en sus periferias suburbanas, en sus
entradas como en su caos día a día.
El auge de las teorías del caos urbano, expresan esta modificación de la ciudad
desurbanizada o de la urbanización sin ciudad. Entendiendo por ciudad este producto físico,
político y cultural complejo europeo y mediterráneo, pero también americano y asiático, que hemos
caracterizado en nuestra ideología y en nuestros valores como concentración de población y de
actividad, mixtura social y funcional, capacidad de autogobierno y ámbito de identificación
simbólica y de participación cívica. Ciudad como encuentro, intercambio, ciudad igual a cultura y
comercio, ciudad de lugares y no simple espacio de flujos.
Entonces la Metrópoli es consecuencia de los males que aquejan a las ciudades que la
conforman. Bajo esta premisa podemos decir que el mayor problema de una ciudad es llegar a ser
parte de una metrópoli, por lo cual resulta obvio que actualmente ya se esté llevando a cabo la
planeación metropolitana, ya que históricamente la planeación bajo el sistema capitalista neoliberal

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sigue ese hilo que les permite proteger y anteponer sus intereses sobre el beneficio común, lo
público y la habitabilidad en las ciudades.
Entonces bajo este sistema de planeación y al encontrase el mayor número de personas en
el mundo en áreas urbanas, podemos referirnos al planeta como un espacio urbano generalizado.
Por lo anterior surgen varios cuestionamientos, que de resolverlos se podría dar una
solución a los problemas de las ciudades; la Metropolización.
¿Hay algún futuro para las teorías urbanas en un mundo donde la urbanización que se ha
generalizado? ¿Qué deben hacer los urbanistas? ¿Ha muerto la ciudad? ¿Está en crisis? ¿La ciudad
de la calle y de la plaza, del espacio público y cívico, la ciudad abierta, de mezclas y contactos es
un residuo del pasado objeto de melancolía de urbanistas maduros? ¿son reversibles y reutilizables
estos procesos? ¿Se debe afirmar el carácter aparentemente amorfo del terreno elegido para su
investigación y resignarse a la tarea de rastrear la vida social y la forma espacial de lugares
definidos genéricamente? ¿O acaso deben emprender hoy sus estudios utilizando el controvertido
marco no espacial propuesto por Peter Saunders en los años 80, que ponía énfasis en los procesos
sociales constitutivos antes que en su materialización en formas espaciales?
Es común argumentar que la historia de las ciudades ha sufrido cambios por lo menos tan
aparatosos como los actuales, o más. Por ejemplo, el tránsito de la ciudad amurallada a los
ensanches modernos. O la ciudad metropolitana, con sus suburbios y su estructura política
plurimunicipal, estimulada por el desarrollo del transporte masivo y del uso del automóvil. Incluso
puede decirse que estamos simplemente presenciando una nueva fase del crecimiento
metropolitano.
Es inevitable dar la razón a los historiadores cuando critican el simplismo de reducir la
historia urbana a tres grandes etapas o edades, la primera siendo la ciudad concentrada, separada
de su entorno, la segunda la ciudad metropolitana (ciudad más periferia) y la tercera, la actual la
ciudad a repensar en la globalización.
El urbanismo funcionalista ha tenido que pagar el precio de sus limitaciones y además el de
los usos perversos que se ha hecho de él. La combinación del mono funcionalismo de los programas
de sectorialización de las políticas públicas con las dinámicas del mercado en ciudades clasistas,
agravadas por las rentas de posición de los instalados respecto a los allegados (inmigrantes), ha
dado lugar a unas situaciones urbanas insoportables. Grupos residenciales que se degradaban
rápidamente por su mala calidad, por la falta de inserción urbana, por su anomia sociocultural, por
la pobreza de los equipamientos, por el círculo vicioso de la marginación física y social.
Áreas centrales congestionadas y especializadas que pierden su rol integrador en beneficio
de funciones administrativas. Barrios históricos despedazados y desarticulados por actuaciones
viarias, poco respetuosas con los entornos y con la calidad de la vida cotidiana de los residentes.
Diseminación en el territorio metropolitano de centros comerciales, campus universitarios e
industrias que ordenan la vida de los activos según la triada sarcástica del 1968: metro, trabajo,
dormida).

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La globalización económica y la revolución informacional tienen efectos contradictorios
sobre los espacios urbanos. La ciudad se convierte en un elemento nodal de sistemas de intercambio
regional y mundial, pero se conecta por partes, se divide en áreas y grupos in y out. Es decir, el
tejido urbano se fragmenta, se especializa funcionalmente y la segregación social consolida la
desigualdad en las regiones metropolitanas. La no-correspondencia entre el espacio urbano de los
flujos y los territorios político-administrativos, así como el debilitamiento de los lugares, o
simplemente su inexistencia, estimulan las dinámicas anómicas o tribales, fracturan la cohesión
social y dificultan la gobernabilidad impidiendo la generación de gobernanza.
Se producen tendencias de signo contrario, de revalorización de la ciudad frente a la
urbanización con disolución ciudadana. El espacio urbano tiende a nuevos procesos de
concentración y complejificación de actividades y usos para optimizar las sinergias. Las políticas
Públicas necesitan consolidar territorios gobernables mediante actuaciones positivas a favor de la
cohesión social por medio de la regeneración de centros y de áreas degradadas, las nuevas
centralidades, la mejora de la movilidad y de la visibilidad de cada zona de la región metropolitana,
la promoción de nuevos productos urbanos que diversifiquen y reactiven el tejido económico y
social y creen empleo y autoestima.
La competitividad de las ciudades requiere dejar atrás la GOBERNABILIDAD y comenzar
a poner en práctica un GOBERNANZA METROPOLITANA. Si realmente la planeación a nivel
metrópoli fuese efectiva, ¿Por qué no se deja a tras la municipalidad y se construyen Gobiernos
Urbanos integrales? Se requiere un buen funcionamiento del sistema urbano, que a su vez depende
de la eficiencia de los servicios, de la seguridad ambiental, de la calidad de los recursos humanos
y de la integración cultural de los que viven y usan la ciudad.
El dilema del urbanismo actual es si entrarle a los procesos des urbanizadores o disolutorios
de la ciudad mediante respuestas puntuales, monofuncionales o especializadas, que se expresen por
medio de políticas sectoriales, sometidas al mercado y ejecutadas por la iniciativa privada, de no
ser así comenzar a impulsar políticas de ordenación urbana y de definición de grandes proyectos
que contrarresten las dinámicas perversas y que se plantean el hacer ciudad favoreciendo la
densidad de las relaciones sociales en el territorio, la heterogeneidad funcional de cada zona urbana,
la multiplicación de centralidades polivalentes y los tiempos y lugares de integración cultural.
Ante la enorme cantidad de leyes, normas, decretos y convenios internacionales que
formulamos para la implementación de gobernanza nos quedamos absortos y frustrados. Los
espacios que habita el ser humano son todos iguales con ese sentido insípido urbano igual en todos
lados, de que han servido tan prolíferas normativas, tantas y costosas encuestas internacionales.
Las decisiones y acuerdos se vuelven absurdos ante la realidad metropolitana prevaleciente por lo
menos en el país.
Estas posiciones pueden sortear algunos de los puntos ciegos estructuralistas
correspondientes a las anteriores posturas meta teóricas.

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Fuentes consultadas

• E. Soja y M. Kanai: “The Urbanization of the World” en R. Burdett y D. Sudjic


(eds):ob.cit
• M. Hardt y A. Negri: Commonwealth, Harvard University Press, Cambridge, 2009.
• Ananya Roy. Las Metrópolis del siglo XXI: Nuevas geografías de la teoría. Traducción
Víctor Delgadillo. 2013.
• ONU- Hábitat. es.unhabitat.org.
• Alfonso de Esteban. Las Áreas metropolitanas: un análisis ecológico, Centro de
Investigaciones Sociológicas, Madrid, 1981.
• Lausen, J. R. Desarrollo regional y proceso de urbanización, O. N. U. Ministerio de la
Vivienda, Madrid, 1971.
• Latour, Bruno. La esperanza de Pandora, ensayos sobre la realidad de los estudios de la
ciencia. Ed. Gedisa, Barcelona 2001.
• Ayar Rodríguez de Castro. Territorio y Paisaje Metropolitano en la Región suroeste de
Madrid. El caso de Parla. Universidad Autónoma de Madrid.
• Luis Dallanegra Pedroza. Teoría y metodología. Hacia una geopolítica de la “construcción
de poder”.
• Heinz Heineber. Las metrópolis en el proceso de globalización. Revista bibliográfica de
geografía y ciencias sociales. Barcelona. 2005.
• Tella, Gillermo y Robledo, Laila. Áreas Metropolitanas. La necesidad de coordinar
políticas. Fortalezas y debilidades de diferentes políticas. Revista Mercado y Empresas
para Servicios Públicos Nro 63. 2011.
• BORJA, Jordi, CASTELLS, Manuel, Local y Global. La gestión de las ciudades en la era
de la información. Taurus, Madrid 1997.
• ASCHER, Francois, La Metapolis, Paris 1995.
• Turn up the Lights, The Economist (julio 1995), Londres.
• VENTURI, Marco y otros, La festivalizzione della politica urbana, Roma 1995.
• P. Saunders: Social Theory and Urban Question (1981), Routledge, 1986.
• Universidad Nacional Autónoma de México-El Colegio de Jalisco. La Gestión
Metropolitana en Guadalajara. Capitulo 5. 2013.
Imágenes
• La imagen de portada es de elaboración propia.

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