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Carlos Cruz Diez

El artista franco-venezolano, Carlos Cruz-Diez (Caracas, 1923 - París, 2019) vivió y trabajó
en París desde 1960. Considerado uno de los protagonistas más relevantes del arte óptico
y cinético, corriente artística que reivindica "la toma de conciencia de la inestabilidad de lo
real” . Sus investigaciones lo revelan como uno de los pensadores del color del siglo XX.

El discurso plástico de Carlos Cruz-Diez gravita alrededor del fenómeno cromático


concebido como una realidad autónoma que evoluciona en el espacio y en el tiempo, sin
ayuda de la forma ni del soporte, en un presente continuo.

Las obras de Carlos Cruz-Diez se encuentran en prestigiosas colecciones permanentes


como las del Museum of Modern Art (MoMA), Nueva York, Tate Modern, Londres, Musée
d’Art Moderne de la Ville de Paris, Centre Pompidou, París, Museum of Fine Arts, Houston,
Wallraf-Richartz Museum, Colonia.

Cromosaturación

Es un ambiente artificial compuesto por tres cámaras de color, una roja, una verde y otra
azul, que sumergen al visitante en una situación monocroma absoluta. Esta experiencia
origina perturbaciones en la retina, habituada a percibir simultáneamente amplias gamas
de colores. La Chromosaturation puede actuar como detonante activando en el
espectador la noción del color en tanto que situación material, física, que sucede en el
espacio sin la ayuda de la forma e incluso sin soporte alguno, independientemente de las
convenciones culturales.
¿Qué fue el Cinetismo?

El arte cinético, conocido también como cinetismo, es una corriente artística surgida en
París a mediados del siglo XX, que integra el movimiento físico-espacial como elemento
compositivo.

¿Qué es el arte cinético y sus características?

El concepto del arte cinético se extiende a todas las obras basadas en el movimiento físico
o virtual, lo que puede incluir algunas expresiones del arte óptico. Sin embargo, no todo
arte óptico es cinético. Para que un objeto artístico sea cinético, el movimiento debe ser el
centro de interés.

Características del Arte Cinético

El arte cinético heredó del futurismo la voluntad mecanicista y del constructivismo, la


celebración tecnológica. La fusión de estos dos aspectos permitió hacer del movimiento
algo más que un principio: una realidad perceptible. De allí se desprenden las
características de esta corriente:
Movimiento como principio

A diferencia del futurismo y el constructivismo, en el cinetismo el movimiento no se


imagina, sino que se percibe sensorial y materialmente. Comprende el movimiento de tres
maneras: el movimiento físico real de la obra, el movimiento óptico y el movimiento físico
del espectador.

Transformabilidad de la obra

Si el movimiento es el principio fundamental, la obra se concibe como una realidad


transformable, ya sea inducida por un mecanismo interno, por la acción de los fenómenos
ambientales (viento, luz) o por la participación del espectador.
 
El espacio y luz como “materia” de creación plástica

El cinetismo puede concebir el espacio y la luz como “materia” plástica dentro de la


composición. La aparente inmaterialidad del espacio vacío es fundamental para crear
efectos de movimiento. Lo mismo ocurre con la luz y los reflejos, que inciden sobre la obra
al hacer que esta se modifique constantemente.

Estudio de las percepciones ópticas

 
Los cinéticos también se abocaron al estudio de los mecanismos de percepción óptica,
pero dieron un paso adelante al estudiar la agresión retiniana y la ambigüedad perceptiva
de las formas abstractas. Así, incluyeron el estudio de los ritmos visuales, la superposición
de formas geométricas ambiguas y la percepción lumínica dinámica. El cinetismo crea
secuencias repetidas (de líneas, formas simples o colores) que, en su conjunto, crean la
percepción de un ritmo visual. Cuando estos ritmos se ven alterados por un objeto, o
cuando son sometidos al movimiento (del objeto o del espectador), se crea una
percepción visual producto de la agresión retiniana. Por ello, el cinetismo es considerado
una evolución matemática de la abstracción.

Componente lúdico y participativo

La participación y el juego están implícitos en el cinetismo. La obra cinética se presenta


ante el espectador como un juego visual y, en muchas oportunidades, requiere, de hecho,
su participación activa. Tal es el caso, por ejemplo, de las esculturas inmersivas. De esa
forma, el cinetismo propone un cambio en la relación de las personas con los objetos
artísticos. La obra permanece inconclusa, a la espera del espectador.

Arte público e integrado al ambiente

Justamente por su carácter dinámico, lúdico y participativo, el arte cinético se


comprometió también con la integración en el espacio público. Buena parte de estas
propuestas integraban la participación del transeúnte. Otra parte, no menos importante,
se integró con los elementos ambientales, como el viento y el agua. Así, el arte salió de los
museos al encuentro de la vida ciudadana y de la naturaleza .
¿Qué es el Fauvismo?

El fauvismo o fovismo fue un movimiento pictórico de vanguardia que tuvo su origen en


1905 en París, Francia. La máxima plástica del fauvismo fue la exaltación del color,
sustentada en la idea de que la creación surgía del instinto más que del intelecto o de los
sentimientos.

Características de la pintura fauvista o fovista

Henri Matisse, La raya verde (Amélie Parayre), 1905, óleo sobre lienzo, 40 cm x 32 cm, Galería Nacional de Dinamarca, Copenhague .

Exaltación del color

Aunque el fauvismo aún está atado a la representación de la naturaleza, es decir, de los


objetos reconocibles, no busca la representación naturalista, sino exaltar el valor del color
en sí mismo, al que prefieren usar en su estado puro y de manera directa.

Por ende, la obra fauvista hace gala de una coloración atrevida. Usa colores de manera
brutal y con relativa arbitrariedad, procurando deliberadamente una sensación de
disonancia que rompa la asociación del color con la representación de la realidad tal como
ella es concebida.

Instinto e impulsividad

Más que indagar sobre los sentimientos o pensamientos del artista, el fauvismo exhibe el
flujo del instinto creativo. En consecuencia, las líneas y los colores resultan de gestos
impulsivos, pretendiendo con ello alcanzar la genuinidad atribuida a los niños o a lo
“salvaje”, es decir, a aquello que no ha sido “tocado” por el orden civilizatorio dominante.
Desinterés por la perspectiva y el modelado

Otro rasgo del arte fauvista fue el desinterés por la profundidad espacial, la perspectiva y
el modelado y, con ello, por el claroscuro. Las figuras del plano fauvista suelen ser planas,
y algunas veces aparecen delimitadas por gruesos contornos. Se desvanece, pues, la
pretensión de construir imágenes que imiten el mundo visible.

Trazos espontáneos y sueltos

En coherencia con el sentido del instinto, en la pintura fauvista dominan los trazos
espontáneos. Desde el punto de vista de la composición, estos trazos aparecen sueltos y
suelen ser definitivos, esto es, no sujetos a perfeccionamiento y al acabado, ya que ello
iría en contra de la “intuición”. Así, muchas veces estos trazos derivaban en manchas que
creaban efectos particulares.

Ausencia del trabajo al aire libre

Mientras que movimientos como el impresionismo se habían permitido trabajar al aire


libre, el fauvismo, al igual que otras corrientes, vuelve al trabajo en el estudio, ya que no
le interesa la observación de la naturaleza sino el lenguaje plástico, con énfasis en el color
y su capacidad expresiva.

Temas del fauvismo

Los temas del fauvismo podían abarcar el espectro de los retratos, los paisajes, los objetos
cotidianos, la relación idílica del ser humano con la naturaleza y las escenas de interiores.
Contexto histórico y origen del fauvismo

Hacia finales del siglo XIX, el arte comenzaba una importante transformación, fruto de
muchos procesos que convergieron. Por ejemplo, la influencia del romanticismo había
animado a las generaciones siguientes a buscar un lenguaje personal y original. Por otro
lado, la aparición de las tecnologías de la imagen, como la cámara fotográfica, incidió en el
modo en que era concebida la función del arte occidental.

Así, para el último tercio del siglo XIX, ya se veían propuestas arriesgadas como el
impresionismo, el postimpresionismo, el simbolismo, el arte naif y otras corrientes. El
fauvismo, de hecho, fue contemporáneo con el expresionismo alemán y, al igual que este,
defendía la libertad expresiva.

El fauvismo logró abrirse espacio en el Salón de Otoño de París en 1905, que dedicó la sala
número ocho a los artistas Henry Matisse, Maurice Vlaminck y André Derain. Pero las
características de sus obras escandalizaron a la audiencia y, especialmente, a algunos
críticos más conservadores. Los cuadros mostraban colores estridentes e incoherentes con
la “realidad”.

Aquello fue un espectáculo impactante y desafiante, de modo que el crítico Louis


Vauxcelles se expresó de este modo: “Donatello chez les fauves”, que en francés quiere
decir: “¡Vaya! Donatello entre fieras”. Así, lo que comenzó como una descalificación, fue
asumido por los artistas como el nombre del nuevo estilo: “fauvismo”, el movimiento de
“las fieras”.

No se puede decir que el fauvismo haya sido un movimiento con un manifiesto


programático, como sí lo fue el futurismo, por ejemplo. Sin embargo, sus artistas
compartían el interés por la exaltación del color y la intención de ruptura. En
consecuencia, para el año 1908 el fauvismo se diluyó. Sin embargo, su influencia fue
fundamental para la primera generación de vanguardistas.
Principales artistas y obras del fauvismo

Henri Matisse (1869-1954)

Henri Matisse, La alegría de vivir, 1906, óleo sobre tela, 175 x 241 cm, Fundación Barnes, Filadelfia.

Pintor, escultor, litógrafo y dibujante francés. Estuvo interesado en la composición más


que en las figuras en sí. Abandonó la perspectiva, la profundidad espacial, el dibujo y el
claroscuro para tratar el color como un valor en sí mismo. Recibió la influencia de Vincent
van Gogh y del arte exótico. Fue una figura de gran importancia en la obra de Pablo
Picasso y otros artistas de su generación.

André Derain (1880-1954)

André Derain, Mujer en camisa, 1906, óleo sobre lienzo, 100 x 81 cm, Galería Nacional de Dinamarca, Copenhague.

Pintor de origen francés. Trabajó con el uso de colores brillantes, trazos enérgicos y
pinceladas sin continuidad. Fue ampliamente influenciado por Cézanne, lo que despertó
su interés por el cubismo una vez que la oleada fauvista se diluyó. Años más tarde, volvió
a un tipo de pintura que ha sido calificada como de tono “neoclásico”, estilo que siguió
desarrollando de allí en adelante.
Maurice de Vlaminck (1876-1958)

Maurice de Vlaminck, El huerto, 1905, óleo sobre lienzo, colección privada.

Pintor francés, proveniente de una familia de músicos. Incursionó en diferentes corrientes


como el realismo y el expresionismo, y fue muy influenciado por la singular obra de
Vincent van Gogh. Fue muy amigo de Derain, con quien estableció un estudio desde el que
trabajaron juntos.

Raoul Dufy (1877-1953)

Raoul Dufy, Bañistas, 1908, óleo sobre lienzo, 38 x 46 cm, colección privada.

Pintor, grabador y decorador francés. En sus inicios, incursionó en el estilo impresionista


de finales del siglo XIX. Gracias a la influencia que ejerció Matisse en él, se aproximó a la
estética fauvista. Su obra estuvo caracterizada por el uso de la geometrización y el
contraste de tonalidades.
Arte Óptico y Arte Cinético

El término "op" fue usado por primera vez en 1964 en una crítica de la revista Time. Se
justifica por su acentuación deliberada en ciertos fenómenos perceptivos visuales. Se
centra en códigos perceptivos traducidos según los códigos científicos de la óptica y de la
matemática. La obra provoca una gama de ilusiones y de efectos ópticos según la
complejidad y la disposición estructural de la misma. Dichos efectos se refieren a
cualquier tipo de ilusiones y éstas remiten a toda percepción visual de las relaciones
espaciales u otros atributos que el sujeto percibe o interpreta, de manera diferente de
cómo se interpretan las relaciones físicas entre los estímulos objetivos que produce la
percepción.

El arte óptico podría definirse como derivación del arte cinético, sobre todo por la
impresión que produce movimiento mediante el recurso de la ilusión óptica, y por solicitar
una interacción perceptiva del espectador, que comúnmente está presente en las obras
que pertenecen a esta corriente. Lo que ocurre en esta interacción perceptiva es que el
espectador reconoce un movimiento que no existe concretamente en la obra. Como
espectadores tenemos la sensación de movimiento real, aun sabiendo que la obra no se
mueve. Esto determina precisamente la diferencia entre la interacción perceptiva y la
interacción espacio-temporal de una obra.

La obra óptica no se mueve realmente y la sensación de movimiento se impone por medio


de la interacción perceptiva del espectador en relación con la obra.
Algunos críticos no aceptan definir el arte óptico como arte cinético y algunos artistas,
como Vassarely, por ejemplo, se refieren a su trabajo desde 1955 como obra cinética, aun
siendo clasificada por los críticos en ese momento como parte del arte óptico.
Otros artistas, como Soto, clasifican su producción artística dentro del Op art, y expresan
claramente la diferencia entre el arte óptico y el movimiento inducido.
La mayor parte de las ilusiones ópticas que producen movimiento se producen solamente
cuando nuestro sistema de percepción oscila entre varias soluciones; algunas variaciones
del efecto Moire.
Bibliografia

http://www.cruz-diez.com/es/biografia/

https://www.culturagenial.com/es/fauvismo

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