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$ COLECCION Ediciones

250 Judiciales
MANUAL
PRACTICO
FALLOS
REAJUSTE
PREVISIONAL
-BADARO I
-BADARO II
-BADARO III
-SANCHEZ
-ELLIFF
-MARQUEZ
TEXTO COMPLETO
1
EDICION 2021

MANUAL PRACTICO
FALLOS PREVISIONALES

Badaro
DICTAMEN DE LA PROCURADORA FISCAL.- Considerando: I. Contra la sentencia de
los integrantes de la sala 2ª de la Cámara Federal de la Seguridad Social que
declaró la inconstitucionalidad de los arts. 7 (aps. 1 y 2), 16 , 22 y 23 ley 24463
(1), y ordenó el reajuste del haber jubilatorio del actor a partir del 1/4/1995 según
el valor MOPRE. (fijado por la resolución conjunta MTSS. 661/1997 y MEOSP.
1114/1997) la demandada -ANSeS.- interpuso recurso ordinario, que fue concedido
a fs. 213.
Se queja el recurrente por entender que el juzgador, al declarar la
inconstitucionalidad del ap. 2 del art. 7 citado, desconoció la situación de
emergencia nacional, que genera la imposibilidad fáctica de legislar a favor de una
movilidad del sector pasivo, dado que tal circunstancia no se condice con la realidad
económica imperante. Agrega que, siendo el Tesoro de la Nación quien solventa el
déficit del sistema previsional, al no haber un incremento en sus fondos, mal podría
trasladarse un aumento a las jubilaciones. Arguye, también, que en ese marco,
negar las pautas dadas por las normas aplicables, implica poner en serio riesgo la
viabilidad del sistema.
Asimismo, sostiene que los arts. 5 y 7 ap. 2 Ley de Solidaridad Previsional
respetan la imposición del art. 14 bis CN. (2) en cuanto a la movilidad de las
prestaciones estableciendo las reglas para implementarla. Dice que V.E. sostuvo
dicha postura en la causa "Heitt Rupp" (Fallos 322:2226 ) cuya aplicación por parte
del sentenciador, de acuerdo con el art. 19 ley 24463, es obligatoria.
Respecto a la declaración de inconstitucionalidad de los arts. 22 y 23 ley 24463,
aduce que esa normativa no dispone el incumplimiento de las sentencias en
materia previsional sino que las posponen en pos del resguardo y la defensa del
sistema jubilatorio. Destaca que esta forma especial de pago no se diferencia del
régimen legal que regula la ejecución de los restantes créditos que mantienen los
particulares con el Estado Nacional. Pone de resalto, además, que el a quo no fundó
adecuadamente su decisión, por cuanto la basó en afirmaciones meramente
dogmáticas, circunstancia que la descalifica como acto jurisdiccional.
Se agravia, por otro lado, por entender que la declaración de invalidez del art. 16
citado afecta los intereses de la sociedad en su conjunto, dado que el juez no
podría evaluar las cuentas presupuestarias destinadas a cumplir eventuales
condenas de reajustes dentro de los plazos legales. Asevera que esa Corte
Suprema aceptó su aplicación y sostuvo, en reiterados pronunciamientos, que las
disposiciones de esas normas no implican la extinción de las obligaciones del
organismo. Dice, además, que al momento de creación de dichos artículos, se tuvo
en cuenta la grave crisis por la que atraviesan las finanzas públicas y la necesidad
de atender con recursos genuinos la deuda del Estado Nacional.
Por último, se queja por la aplicación de la tasa pasiva promedio mensual del Banco
Central de la República Argentina y solicita su cálculo conforme a la tasa de la caja
de ahorro común que publica el mismo organismo. Entiende que el interés que se
compute debería ser lo menos gravoso posible, lo que no resulta ajeno al diseño
legislativo de la ley 24463 .
II. Considero admisible el presente recurso, en cuanto se dirige contra una
sentencia definitiva de una de las salas de la Cámara Federal de la Seguridad Social
y la vía ordinaria está expresamente prevista para este tipo de casos (ver art. 19
ley 24463 y consids. 15 y 16 del Fallo de V.E. en la causa SC. I.349; L. XXXIX
"Itzcovich, Mabel v. ANSeS. s/reajustes varios" [3], del 29/3/2006).
Respecto a la declaración de inconstitucionalidad sobre el ap. 2 del art. 7
mencionado, cabe recordar que V.E., al resolver una situación idéntica a la debatida

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aquí, reafirmó las atribuciones con las que cuenta el Congreso de la Nación para
reglamentar el art. 14 bis CN. y, en particular, para establecer el modo de hacer
efectivo ese derecho a partir de la vigencia de la ley 24463 , que remite a la ley de
presupuesto, por lo que ha rechazado dichos planteos de invalidez, por
considerarlos basados en agravios conjeturales, que no alcanzaban a demostrar el
perjuicio concreto ocasionado por dicho sistema a los interesados (ver Fallos
322:2226 , consid. 5). Por tales razones, opino, pues, que, desde este punto de
vista y si el tribunal en su nueva composición comparte este criterio,
correspondería en este aspecto revocar la sentencia.
Sin embargo, sin pretender en modo alguno desconocer el acatamiento debido a la
alta autoridad de la Corte, estimo que, a la luz de las nuevas circunstancias
económicas actuales, V.E., salvo su más elevado criterio, podría determinar cuáles
serían los porcentajes adecuados, a fin de reajustar los haberes previsionales, como
ya lo hizo en otras causas, con el objeto de nivelar tales prestaciones (ver, entre
otros, Fallos 319:3241 [4]).
Por otro lado, debo decir que le asiste razón al recurrente cuando pone de relieve el
carácter conjetural y dogmático de las consideraciones en que los magistrados
sustentaron la declaración de invalidez de los arts. 22 y 23 Ley de Solidaridad
Previsional, circunstancia que, en mi criterio, justifica revocar el fallo en recurso
también, en este aspecto.
En efecto, en autos, como lo expuso V.E. en una causa en que se debatía la lógica
de una declaración similar, no ha sido probado que la aplicación de dicha normativa
cause un perjuicio concreto y actual, por lo que no ha quedado en evidencia la
irrazonabilidad de la pauta adoptada por el legislador (Fallos 314:407 [5] y 424
[6]; 316:687 [7]; 322:2226 , y S.439, XXXV "Schiariti, Oscar N. v. ANSeS." ,
sent. del 11/7/2000). Máxime, cuando uno de los antecedentes citados por el
juzgador para dar fundamento a su decisión, fue revocado por V.E., mediante fallo
de fecha 18/12/2001, de conformidad con lo dictaminado por esta Procuración
General (ver expediente SC. F. 487; L. XXXV, "Fernández, Vicente v. ANSeS.
s/dependientes" ).
En cuanto a la declaración de inconstitucionalidad del art. 16 de la misma ley, debo
decir que un concepto legal debe ser interpretado analizando todo su contexto
normativo, su espíritu y, en especial, con relación a las demás normas de igual y
superior jerarquía que sobre la materia contenga un ordenamiento jurídico,
debiendo estarse preferentemente por su validez y sólo como última alternativa por
su inconstitucionalidad (conf. Fallos 312:296 ; 974 , entre otros).
De acuerdo con ello, aprecio que fue excesivo el actuar del juzgador que decretó su
invalidez, desde que dicho articulado sólo dispone la posibilidad de implementar
una defensa que, como tal, podrá ser evaluada por el juez, en la etapa respectiva,
para admitirla o denegarla. Debo precisar, además, que lo expuesto sobre este
tema condice con lo sentado por esa Corte Suprema referido a que las disposiciones
aludidas no importan la extinción de las obligaciones del organismo (ver Fallos
325:98 ).
Por último, en lo referido al interés aplicable, pienso que los argumentos intentados
por el recurrente no conmueven la solución alcanzada por el a quo.
Por tanto, opino que se debe declarar procedente el recurso ordinario y revocar la
sentencia con el alcance indicado.- Marta A. Beiró de Gonçalvez.
Buenos Aires, agosto 8 de 2006.- Considerando: 1) Que contra la sentencia de la
sala 3ª de la Cámara Federal de la Seguridad Social que confirmó la de la instancia
anterior respecto de la nueva determinación del haber inicial del jubilado y su
ajuste hasta el 31/3/1991, pero modificó la movilidad posterior de acuerdo con los
precedentes de la Corte publicados en Fallos 319:3241 ("Chocobar") y 322:2226
("Heit Rupp"), el actor y la ANSeS. dedujeron sendos recursos ordinarios de
apelación que fueron concedidos de conformidad con lo dispuesto por el art. 19 ley
24463.
2) Que el demandante se agravia de la movilidad reconocida afirmando que resulta
ineficaz pues no permite que su prestación alcance un nivel adecuado. Señala que
tal perjuicio se debe a que el antecedente "Chocobar", aplicado por el a quo,
atribuye erróneamente a la ley 23928 la derogación del art. 53 ley 18037 y que
ello ha producido una confiscación de sus haberes, que se ha visto agravada a
partir de la sanción de las leyes 25561 y 25565 , que iniciaron un proceso de
acomodamiento de los precios que, a su entender, tornaría procedente la revisión
del mencionado fallo "Heit Rupp" . Requiere, finalmente, una tasa de interés que le
resulte más ventajosa.
3) Que las cuestiones que plantea respecto de la vigencia del art. 53 ley 18037 y la

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movilidad correspondiente al período anterior a la ley de solidaridad previsional,
han sido examinadas por el tribunal en los votos concurrentes en la causa S.2758
XXXVIII, "Sánchez, María del C. v. ANSeS. s/reajustes varios" , sents. del 17/5 y
28/7/2005 respectivamente, a cuyas consideraciones corresponde remitir por razón
de brevedad.
4) Que con relación a las impugnaciones formuladas respecto del art. 7 inc. 2 ley
24463, la Corte ha señalado reiteradamente que el art. 14 bis CN. garantiza la
movilidad de las jubilaciones dejando librada a la prudencia legislativa la
determinación del método (Fallos 295:694 y 300:194 , entre muchos otros). Sin
embargo, ha advertido que la reglamentación debe ser razonable y no puede
desconocer el derecho de los beneficiarios a una subsistencia decorosa y acorde con
la posición que tuvieron durante su vida laboral (Fallos 279:389 ; 280:424 ;
292:447 ; 293:235 ; 300:84 , 571 ; 305:866 ).
5) Que de acuerdo con tales pautas, al dictar el precedente de Fallos 322:2226
("Heit Rupp") el tribunal reafirmó las facultades con que cuenta el Congreso de la
Nación para establecer los incrementos en las prestaciones mediante la ley de
presupuesto anual, pero dejó a salvo la posibilidad de declarar la
inconstitucionalidad de ese sistema si se demostrara el perjuicio concreto
ocasionado a los interesados (consid. 5).
6) Que de lo expuesto se sigue que la efectividad de la cláusula constitucional sobre
la movilidad jubilatoria debía resguardarse legislando sobre el punto, ya que la
norma cuestionada sólo atribuyó la competencia para fijar su cuantía y señaló el
momento en que ello debía realizarse, por lo cual su validez deberá analizarse a la
luz del concreto ejercicio que el Congreso hizo de las facultades que se reservó,
particularmente con relación al contenido que la Corte ha reconocido a dicha
garantía.
7) Que las leyes de presupuesto números 24447 , 24624 , 24764 , 24938 ,
25064 , 25237 , 25401 , 25565 , 25725 , 25827 y 25967 , no contienen
previsión alguna de incremento de las prestaciones ni han señalado la existencia de
graves razones de interés general que impidieran concederlos, aspectos que
pueden ser cuestionados por el demandante en la medida en que ese aumento
resulte necesario para mantener un adecuado nivel de su beneficio.
8) Que los agravios planteados en tal sentido se limitan al período posterior a la
crisis que ha llevado a la pesificación de la economía, pues señala que a partir de
ese momento la pérdida de estabilidad profundizó el deterioro de su jubilación. Esta
cuestión es posterior a la promoción de la demanda, pero debe ser considerada de
acuerdo con la doctrina que impone atender a las circunstancias sobrevinientes que
no es posible desechar (Fallos 308:1489 ; 311:787 ; 312:555 ; 315:123 y
325:28 , entre muchos otros).
9) Que no puede obviarse que los cambios en las condiciones de hecho producidos
desde el año 2002, trajeron aparejadas variaciones importantes en cualquiera de
los indicadores que pueden utilizarse para analizar el mantenimiento o disminución
en el nivel de vida del jubilado, y que desde el año 2003 se consolidó un proceso de
recuperación de las variables salariales, que no se reflejó en un contemporáneo
reconocimiento para la totalidad de las prestaciones jubilatorias. Lo dicho, que
surge de datos que por su carácter público no necesitan de mayor demostración, ha
llevado al Poder Ejecutivo a disponer varios incrementos en los haberes de bolsillo
de una parte del sector pasivo.
10) Que, en efecto, haciendo uso de las facultades previstas por el art. 17 ley
25565 y las atribuciones del art. 99 , inc. 1 CN., consagró por decreto 1275/2002
la suma de $ 200 como de cobro garantizado, en tanto que mediante los decretos
de necesidad y urgencia 391/2003 , 1194/2003 , 683/2004 y 748/2005 se
establecieron las prestaciones mínimas en $ 220, $ 240, $ 260, $ 280 y $ 350
respectivamente, monto elevado a $ 390 mediante el subsidio instituido por decreto
1273/2005 . También se creó, mediante el decreto 1199/2004 , un suplemento
por movilidad equivalente al 10% para los haberes inferiores a $ 1000. Sin
embargo, ninguna de estas mejoras se aplica a la prestación que cobra el titular de
autos, ya que su monto excede el último límite mencionado, por lo que tampoco se
encuentra en condiciones de percibir el subsidio de asistencia sociosanitaria que
otorga el Instituto Nacional de Servicios Sociales para Jubilados y Pensionados.
11) Que los citados decretos han tomado en consideración la grave crisis económica
y social y tienen el declarado propósito de atender en primer lugar las necesidades
más urgentes, asegurando a sus destinatarios los recursos indispensables para su
subsistencia. Los criterios expresados, cuya validez no ha sido discutida, en modo
alguno podrían llevar a convalidar una postergación indefinida de aquellos que,

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como el actor, no se encuentran en el extremo inferior de la escala de haberes, ni a
admitir graves deterioros de su jubilación ya que la amplitud de facultades que se
han reconocido para organizar el sistema debe entenderse condicionada a que se
ejerciten dentro de límites razonables, o sea, de modo que no se hieran de manera
sustancial los derechos emergentes de la seguridad social (Fallos 311:1937 ).
12) Que, por otra parte, le asiste razón al apelante cuando señala que la política de
otorgar incrementos sólo a los haberes más bajos trae como consecuencia el
achatamiento de la escala de prestaciones y provoca que quienes contribuyeron al
sistema en forma proporcional a sus mayores ingresos se acerquen cada vez más al
beneficio mínimo, poniendo en igualdad de condiciones a los que han efectuado
aportes diferentes y quitándoles el derecho a cobrar de acuerdo con su esfuerzo
contributivo.
13) Que, en consecuencia, la ausencia de aumentos en los haberes del demandante
no aparece como el fruto de un sistema válido de movilidad, pues la finalidad de la
garantía constitucional en juego es acompañar a las prestaciones en el transcurso
del tiempo para reforzarlas a medida que decaiga su valor con relación a los
salarios de actividad (Fallos 307:2366 ). Se sigue de ello que la falta de corrección
en una medida que guarde relación con el deterioro sufrido, como acontece en
autos, configura un apartamiento del mandato del art. 14 bis CN.
14) Que la movilidad de que se trata no es un reajuste por inflación, como pretende
el actor, sino que es una previsión con profundo contenido social referente a la
índole sustitutiva de la prestación jubilatoria, para la cual es menester que su
cuantía, que puede ser establecida de modo diferente según las épocas, mantenga
una proporción razonable con los ingresos de los trabajadores (Fallos 293:551 ;
295:674 ; 297:146 ; 300:616 ; 304:180 ; 305:611 , 770 , 953 ; 308:1848 y
310:2212 ). Tales principios han sido ratificados en fecha reciente por esta Corte,
que ha rechazado además toda inteligencia restrictiva de la cláusula constitucional,
señalando en particular que su contenido no se aviene con disposiciones que
establecen la inmovilidad absoluta de los beneficios por un término incierto (causa
"Sánchez" citada).
15) Que, por otra parte, el tribunal tiene dicho que el precepto constitucional de la
movilidad se dirige primordialmente al legislador, que es el que tiene la facultad de
establecer los criterios que estime adecuados a la realidad, mediante una
reglamentación que presenta indudable limitación, ya que no puede alterarla (art.
28 ) sino conferirle la extensión y comprensión previstas en el texto que la enunció
y que manda a asegurarla. Ha señalado además que los cambios en las
circunstancias pueden hacer que la solución legal, correcta en su comienzo, se
torne irrazonable, y que cuando ello sucede el cumplimiento de la garantía en juego
atañe también a los restantes poderes públicos que deberán, dentro de la órbita de
su competencia, hacer prevalecer el espíritu protector que anima a dicho precepto,
dentro del marco que exigen las diversas formas de justicia (Fallos 301:319 ,
310:2212 y causa V.967.XXXVIII, "Vizzoti, Carlos A. v. AMSA. S.A. s/despido" ,
fallo del 14/9/2004).
16) Que ello no implica que resulte apropiado que el tribunal fije sin más la
movilidad que cabe reconocer en la causa, pues la trascendencia de esa resolución
y las actuales condiciones económicas requieren de una evaluación cuidadosa y
medidas de alcance general y armónicas, debido a la complejidad de la gestión del
gasto público y las múltiples necesidades que está destinado a satisfacer.
17) Que no sólo es facultad sino también deber del legislador fijar el contenido
concreto de la garantía constitucional en juego, teniendo en cuenta la protección
especial que la Ley Suprema ha otorgado al conjunto de los derechos sociales, ya
que en su art. 75 incs. 19 y 23, impone al Congreso proveer lo conducente al
desarrollo humano y al progreso económico con justicia social, para lo cual debe
legislar y promover medidas de acción positiva que garanticen el pleno goce de los
derechos reconocidos, en particular, a los ancianos, norma que descalifica todo
accionar que en la práctica lleve a un resultado que afecte tales derechos (doctrina
causa "Sánchez" citada).
18) Que la misión más delicada de la Justicia es la de saberse mantener dentro del
ámbito de su jurisdicción, sin menoscabar las funciones que incumben a los otros
poderes ni suplir las decisiones que deben adoptar para solucionar el problema y
dar acabado cumplimiento a las disposiciones del art. 14 bis CN. Todo ello sin
perjuicio del ejercicio a posteriori del control destinado a asegurar la razonabilidad
de esos actos y a impedir que se frustren derechos cuya salvaguarda es deber
indeclinable del tribunal (Fallos 308:1848 ).
19) Que en las condiciones reseñadas y habida cuenta de las relaciones que deben

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existir entre los departamentos de Estado, corresponde llevar a conocimiento de las
autoridades que tienen asignadas las atribuciones para efectuar las correcciones
necesarias que la omisión de disponer un ajuste por movilidad en el beneficio del
actor ha llevado a privarlo de un derecho conferido por la Ley Fundamental. Por tal
causa, debe diferirse el pronunciamiento sobre el período cuestionado por un plazo
que resulte suficiente para el dictado de las disposiciones pertinentes.
20) Que los agravi os que se vinculan con la tasa de interés encuentran adecuada
respuesta en el precedente de Fallos 327:3721 ("Spitale"), cuyos fundamentos se
dan por reproducidos.
21) Que no obstante haberse notificado al organismo administrativo de la
providencia que ordenaba poner los autos en secretaría a los fines del art. 280
párr. 2º CPCCN., no presentó el memorial exigido por dicha norma, lo cual lleva a
declarar la deserción del recurso.
Por ello, oída la procuradora fiscal sobre una temática análoga en la causa G.2708
XXXVIII, "Gómez Librado, Buenaventura v. ANSeS. s/reajustes por movilidad", el
tribunal resuelve: Declarar desierto el recurso ordinario de apelación deducido por
la demandada y procedente el interpuesto por el actor. Revocar la sentencia
apelada con el alcance que surge del fallo dictado en la causa "Sánchez, María del
C." citada. Comunicar al Poder Ejecutivo Nacional y al Congreso de la Nación el
contenido de esta sentencia a fin de que, en un plazo razonable, adopten las
medidas a las que se alude en los considerandos. Notificar a la ANSeS. que deberá
dar cumplimiento a la parte consentida del fallo impugnado y a lo resuelto en la
presente e informar a esta Corte al respecto. Notifíquese, líbrense los oficios
pertinentes y resérvese en secretaría a los fines indicados.- Enrique S. Petracchi.-
Elena I. Highton de Nolasco.- Carlos S. Fayt.- Juan C. Maqueda.- E. Raúl Zaffaroni.-
Ricardo L. Lorenzetti.- Carmen M. Argibay.
NOTAS:
(1) LA 1995-A-135 - (2) LA 1995-A-26 - (3) JA 2005-II-725 - (4) JA 1997-II-557
- (5) JA 1991-III-480 - (6) JA 1991-III-392 - (7) JA 1995-III, síntesis .
SEGURIDAD SOCIAL AR_JA004 JJTextoCompleto CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE
LA NACIÓN
Badaro II
Buenos Aires, noviembre 26 de 2007.
Considerando:
1. Que en oportunidad de pronunciarse sobre los recursos ordinarios de apelación
deducidos contra la sentencia de la sala 3ª de la Cámara Federal de la Seguridad
Social que había establecido pautas para el ajuste del haber del jubilado, el tribunal
declaró desierto el interpuesto por la ANSeS y procedente el del actor, revocó
parcialmente la decisión impugnada con el alcance del precedente "Sánchez",
publicado en Fallos 328:1602 y 2833, y ordenó al organismo previsional que
efectuara los reajustes que habían quedado firmes (fs. 169/172 vta.).
2. Que al expedirse también sobre los agravios referentes a la falta de movilidad
del beneficio en el período que se inició el 31/3/1995 en adelante, la Corte
consideró que correspondía al Congreso de la Nación fijar los incrementos mediante
las leyes de presupuesto, de acuerdo con lo dispuesto por el art. 7 , inc. 2, ley
24463 , pero que hasta el año 2006 no lo había hecho y esa omisión había
producido, a partir de la crisis del año 2002, un severo deterioro en las condiciones
de vida del apelante, que juzgó particularmente evidenciado por las variaciones
registradas en los indicadores económicos.
3. Que el tribunal ponderó además que los decretos de necesidad y urgencia
dictados por el Poder Ejecutivo en la materia habían otorgado aumentos, en
especial a los haberes más bajos, pero no habían subsanado la merma sufrida en
los beneficios superiores a $ 1000, en desmedro del derecho del actor a cobrar de
acuerdo con el mayor esfuerzo contributivo realizado, por lo que concluyó que se
verificaba en el caso una lesión a la garantía prevista en el art. 14 bis , CN., ya que
la prestación no había sido acompañada en el transcurso del tiempo y reforzada a
medida que perdía la razonable relación que debía mantener con los ingresos de los
trabajadores.
4. Que después de examinar las atribuciones con que cuentan los distintos
departamentos del Estado para fijar los incrementos y evaluar las condiciones
económicas, financieras y de distribución del gasto público, el tribunal estimó
prudente diferir la decisión sobre la validez del sistema de movilidad impugnado por
el recurrente por un plazo que resultara suficiente para el dictado de las
disposiciones faltantes. A fin de hacer saber a las autoridades responsables la
necesidad observada, comunicó al Poder Ejecutivo y a las dos Cámaras del

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Congreso de la Nación el contenido del fallo (fs. 176 y 177/178).
5. Que el actor denunció posteriormente que la ANSeS no había dado cumplimiento
a lo resuelto en lo relacionado con el ajuste del nivel inicial del beneficio, el
cómputo de la movilidad hasta el 31/3/1995 y el pago de retroactividades (fs.
191/192); empero, dado que el organismo presentó una liquidación de esos
créditos (fs. 377/390) y el jubilado ha señalado que continuará la discusión de las
diferencias que indicó en la instancia de ejecución (fs. 677), no corresponde tratar
dicha cuestión ni el pedido de aplicación de sanciones (fs. 245/246).
6. Que la ley 26198 , que aprobó el presupuesto general de la administración
nacional del año 2007, convalidó las modificaciones en los valores mínimos de las
prestaciones dispuestas en los decretos 391/2003 , 1194/2003 , 683/2004 ,
1199/2004 , 748/2005 y 764/2006 , el suplemento por movilidad establecido en
el decreto 1199/2004 y el incremento general de los beneficios dispuesto por el
citado decreto 764/2006 (art. 48 ).
7. Que, por otra parte, otorgó un aumento del 13%, a ser percibido por todos los
jubilados a partir del 11/1/2007 sobre los importes correspondientes al 31/12/2006
(art. 45 ); fijó el haber mínimo en la suma total de $ 530 mensuales (art. 46 ) y
autorizó al Poder Ejecutivo a conceder en el curso del año incrementos adicionales
en las prestaciones, cuando la evolución de las finanzas públicas lo permitiera (art.
47 ), lo cual se concretó -después de que la Corte oyera a las partes sobre la ley- a
través del decreto 1346/2007 , que incrementó las prestaciones en un 12,50% a
partir del 11 de setiembre del corriente año.
8. Que el actor plantea la inconstitucionalidad de las disposiciones de la ley 26198
, pues sostiene que no cumplen con las pautas fijadas por esta Corte en lo
relacionado con la comprensión y alcance de la garantía de la movilidad (fs.
204/225). Destaca que la aplicación de los incrementos del decreto 764/2006 y de
la ley 26198 no han recompuesto su prestación sino que la han dejado en un nivel
muy inferior a los haberes de actividad acreditados, correspondientes al año 2003
(fs. 101), y con una mayor desproporción aun respecto del salario a julio de 2006
cuya constancia acompaña (fs. 209), por lo que entiende que su jubilación ha
sufrido una disminución confiscatoria al punto que ha perdido el carácter sustitutivo
del ingreso. De esas objeciones se corrió traslado a la demandada, que no las
contestó en término.
9. Que al respecto cabe señalar que el fallo dictado en la causa fue preciso al
detallar la omisión legislativa que la Corte había advertido y el daño derivado de
ella, por lo que no podían suscitarse dudas respecto del contenido de la norma cuyo
dictado se estimó necesario: debía reparar adecuadamente el menoscabo sufrido
por los beneficiarios que percibían haberes superiores a los mínimos por la falta de
una oportuna adaptación a los cambios en las condiciones económicas.
10. Que resulta igualmente claro que las prescripciones de la ley 26198 , que se
han reseñado, no son aquéllas que el tribunal reclamó en la sentencia de fecha
8/8/2006. Tal conclusión deriva del texto legal aprobado por el Congreso, que
ejerce por primera vez las facultades reservadas por la ley de solidaridad
previsional y de tal forma establece el incremento anual de las prestaciones, pero
que no contiene precepto alguno dirigido a resolver la particular situación que se ha
comprobado en autos, vinculada con años anteriores.
Así lo expresa su art. 51 , en tanto interpreta que las alzas acordadas constituyen
la movilidad mínima garantizada para el ejercicio 2007.
11. Que, por otra parte, el porcentaje de aumento otorgado para el corriente año
por la citada ley -al igual que el previsto por el decreto 1346/2007 - rige para la
totalidad de la clase pasiva, sin examinar el achatamiento en la escala de beneficios
señalado por esta Corte, además de que no se ha hecho cargo de que ese desfase
se ha venido agravando durante los últimos 5 años, por lo que no podría sostenerse
que la ley 26198 haya cumplido el deber de corregirlo, máxime cuando ha
convalidado en su art. 48 las normas que lo originaron. De estas últimas, sólo el
decreto 764/2006 introdujo una mejora en el haber del actor, pero su magnitud,
como se verá, no guarda relación con la disminución evidenciada en la causa.
12. Que desde tal perspectiva y agotado el plazo razonable a que aludía el fallo
anterior, corresponde expedirse sobre las impugnaciones al sistema instituido por el
art. 7 , inc. 2, ley 24463 , a la luz de su concreto ejercicio durante el período
comprendido entre el 11/1/2002 y el 31/12/2006. Deben desestimarse, en
consecuencia, las objeciones que el actor formula referentes a la insuficiencia del
aumento del 13% previsto en la citada ley 26198 , ya que su adecuación sólo
podrá ser examinada eventualmente, en forma conjunta con el incremento
dispuesto por el decreto 1346/2007 , recién cuando se conozca la evolución

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definitiva del estándar de vida del jubilado durante el corriente ejercicio.
13. Que la Corte ha aceptado la validez constitucional de los cambios de los
regímenes de movilidad, esto es, del reemplazo de un método de determinación de
incrementos por otro, realizado a fin de lograr una mejor administración o dar
mayor previsibilidad financiera al sistema de seguridad social (Fallos 255:262 ;
295:694; 308:199; 311:1213 ; 318:1327); empero, el reconocimiento de esa
facultad se encuentra sujeto a una indudable limitación, ya que tales modificaciones
no pueden conducir a reducciones confiscatorias en los haberes (Fallos 158:132;
170:394; 179:394 ; 234:717 ; 253:783; 258:14 ; 300:616 ; 303:1155 ).
14. Que la ley 24463 consagró un régimen de movilidad con un nivel de protección
menor que el que tenían los existentes hasta el momento de su entrada en
vigencia. La eliminación de los ajustes basados en la comparación con indicadores
salariales, mediante la derogación del art. 160 , ley 24241, que había mantenido el
art. 53 , ley 18037, justifica dicha afirmación. También contribuye a demostrar el
objetivo de la norma bajo análisis el hecho de que suprimiera los aumentos según
las variaciones en los ingresos del sistema que preveía el art. 32 , ley 24241 y la
prohibición de disponer recomposiciones sobre la base de las remuneraciones
individuales. Tales disposiciones, en suma, despojaron a los beneficios de
parámetros para su recomposición.
15. Que en el fallo dictado en la causa, esta Corte señaló que el art. 7 , inc. 2, ley
24463, que vino a sustituir los procedimientos derogados, únicamente atribuyó una
competencia, pero que no sólo era facultad sino también deber del Congreso fijar el
contenido concreto de la garantía en juego. Ello es así porque la Constitución
Nacional ha reconocido el derecho a la movilidad no como un enunciado vacío que
el legislador puede llenar de cualquier modo, sino que debe obrar con el objeto de
darle toda su plenitud, que no es otra que la de asegurar a los beneficiarios el
mantenimiento de un nivel de vida acorde con la posición que tuvieron durante sus
años de trabajo (Fallos 279:389 ; 280:424 ; 292:447 ; 293:235 ; 300:84 , 571
; 305:866 ; 328:1602).
16. Que ese mandato no fue cumplido en las oportunidades y con el alcance
exigidos por el art. 14 bis , CN. Para conferir eficacia a la finalidad protectora de la
Ley Fundamental, su reglamentación debe guardar una razonable vinculación con
los cambios que afectan al estándar de vida que se pretende resguardar, lo que no
sucede si el régimen en cuestión termina desconociendo la realidad que debe
atender (Fallos 327:3677), con correcciones en los haberes que se apartan por
completo de los indicadores económicos.
17. Que tal defecto se comprueba en el caso pues, frente a subas en el nivel de
precios del 91,26% en el período examinado y modificaciones en los salarios del
88,57%, según el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos, la prestación del
actor se encuentra alcanzada sólo por el incremento general del 11% dispuesto por
el decreto 764/2006 en ese mismo lapso, guarismos que acreditan suficientemente
la pérdida invocada por el apelante.
18. Que no se ha demostrado en la causa la existencia de muy graves
circunstancias de orden económico o financiero que impidan acatar en lo inmediato
el mandato constitucional o disponer, cuando menos, una recuperación sustancial
del deterioro sufrido por la prestación del actor, y ello tampoco surge de los
antecedentes de las normas en juego, lo cual lleva a desestimar por falta de
fundamento las invocaciones del organismo previsional referentes a la gravedad
institucional del caso y la crisis de las cuentas públicas (fs. 28/31 y 128/131),
manifestaciones que no condicen, por lo demás, con la mejora en las cifras de la
recaudación y balance fiscal que son de público conocimiento.
19. Que no puede ignorarse que en este marco normativo y mediante los decretos
de necesidad y urgencia convalidados por el art. 48 , ley 26198, se ha producido
una recuperación en las prestaciones mínimas que excede con amplitud las
variaciones registradas en los índices de precios y de salarios, ni el esfuerzo
presupuestario que ello representa. Tampoco puede soslayarse la circunstancia de
que, frente a los reparos constitucionales formulados por el tribunal en su anterior
pronunciamiento, se ha producido una suerte de ratificación de la prioridad en la
asignación de recursos que se infiere de dichas normas. Tales consideraciones,
empero, no constituyen la respuesta que la garantía conculcada requería.
20. Que por las razones expuestas, y dado que el único aumento en el beneficio
jubilatorio del actor que se ha dispuesto durante el período examinado es
insuficiente para reparar su deterioro, corresponde declarar en el caso la
inconstitucionalidad del régimen de movilidad aplicable y ordenar su sustitución y el
pago de las diferencias pertinentes, criterio compartido por el Ministerio Público

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que, al ser oído sobre una temática análoga en la causa G.2708.XXXVIII. "Gómez
Librado, Buenaventura v. ANSeS s/reajustes por movilidad", consideró que estaban
dadas las condiciones para que esta Corte determinara los porcentajes adecuados
para nivelar la prestación (ver dictamen de fecha 12/4/2005, fs. 231/232).
21. Que en los numerosos precedentes que esta Corte ha dictado en materia de
movilidad, citados en la sentencia de fecha 8/8/2006 y en la presente, se ha puesto
particular énfasis en que los beneficios jubilatorios, que desde su determinación
inicial se han vinculado con un promedio de salarios devengados, deben ajustarse
de modo de dar adecuada satisfacción a su carácter sustitutivo. Ello lleva a resolver
la cuestión planteada mediante la utilización del nivel general del índice de salarios
elaborado por el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos.
22. Que ello no obsta a la ulterior aplicación de las disposiciones del art. 45 , ley
26198 y del decreto 1346/2007 , pues aunque los aumentos fijados evidencian una
favorable relación con las correcciones salariales producidas durante el corriente
año, no pueden ser interpretados como que responden al cumplimiento del deber
impuesto por la sentencia del tribunal, que puso el acento en el deterioro de las
prestaciones jubilatorias durante los años 2002 a 2006, por lo que no obstante su
finalidad de continuar con la política de mejoramiento de los ingresos de la totalidad
de la clase pasiva, tal propósito no podría llenarse en el caso si no se mantuviera el
nivel de la prestación del actor según los términos ya establecidos.
23. Que, en cuanto a la proyección de la presente decisión sobre la numerosa
cantidad de pleitos en los que se debaten controversias similares, cabe recordar
que las consideraciones expuestas en el presente fallo en torno al ajuste de la
prestación del actor por el período reclamado se limitan únicamente al caso
concreto reseñado: ese es el acotado ámbito de debate traído en esta oportunidad
a conocimiento del tribunal.
Ello es así, en tanto no es propio del cometido fijado al Poder Judicial en el art. 116
, CN. dictar una sentencia con carácter de norma general denegatoria de las
disposiciones cuestionadas, pues ello implicaría sustituirse al Congreso en las
funciones que le son propias de mantener el equilibrio que armoniza las garantías
individuales con las conveniencias generales.
24. Que en este entendimiento, esta Corte considera que contribuiría a dar mayor
seguridad jurídica el dictado de una ley que estableciera pautas de aplicación
permanentes que aseguren el objetivo constitucional. Una reglamentación prudente
de la garantía en cuestión, además de facilitar el debate anual sobre la distribución
de recursos y evitar el uso de facultades discrecionales, permitiría reducir la
litigiosidad en esta materia, que ha redundado en menoscabo de los derechos de
los justiciables y del adecuado funcionamiento del Poder Judicial (Fallos 328:566
"Itzcovich" ), por lo que se formula una nueva exhortación a las autoridades
responsables a fin de que examinen esta problemática.
Por ello, el tribunal resuelve:
Declarar en el caso la inconstitucionalidad del art. 7 , inc. 2, ley 24463, disponer
que la prestación del actor se ajuste, a partir del 11/1/2002 y hasta el 31/12/2006,
según las variaciones anuales del índice de salarios, nivel general, elaborado por el
Instituto Nacional de Estadísticas y Censos, y ordenar a la demandada que abone el
nuevo haber y las retroactividades que surjan de la liquidación, en el plazo previsto
por el art. 2 , ley 26153, estas últimas con más los intereses a la tasa pasiva
según el precedente de Fallos 327:3721 ("Spitale"), autorizándose la deducción de
las sumas que pudieran haberse abonado en cumplimiento de las disposiciones del
decreto 764/2006 . Notifíquese y devuélvase.- Ricardo L. Lorenzetti.- Elena I.
Highton de Nolasco.- Carlos S. Fayt.- Enrique S. Petracchi.- Juan Carlos Maqueda.-
E. Raúl Zaffaroni.
SEGURIDAD SOCIAL AR_JA004 JJTextoCompleto CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE
LA NACIÓN

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S.2758.XXXVIII.Sánchez, María del Carmen c/
ANSeS s/ reajustes varios.
Fallo - Texto Completo
 

S. 2758. XXXVIII. Sánchez, María del Carmen c/


ANSeS s/ reajustes varios.
Buenos Aires, 17 de mayo de 2005
Vistos los autos: “Sánchez, María del Carmen c/ ANSeS s/ reajustes varios”.
Considerando:
1°) Que contra el pronunciamiento de la Sala II de la Cámara Federal de la Seguridad Social que
confirmó las pautas establecidas por el fallo de primera instancia para la movilidad de los haberes
y desestimó los planteos de inconstitucionalidad formulados por la actora, las partes dedujeron
sendos recursos ordinarios de apelación que fueron concedidos de conformidad con lo dispuesto
por el art. 19 de la ley 24.463.
2°) Que los planteos de la demandante que se refieren a que la entrada en vigencia de la ley
23.928 no afectó la movilidad establecida p or la ley 18.037, suscitan la consideración de
cuestiones sustancialmente análogas a las examinadas en las disidencias de los jueces Petracchi,
Belluscio, Bossert y Fayt en el precedente publicado en Fallos: 319:3241 (“Chocobar”), a cuyas
consideraciones corresponde remitirse por razón de brevedad.
3°) Que, sin perjuicio de ello, resulta pertinente agregar que esta Corte ratifica los principios
básicos de interpretación sentados acerca de la naturaleza sustitutiva que tienen las prestaciones
previsionale s y rechaza toda inteligencia restrictiva de la obligación que impone al Estado otorgar
“jubilaciones y pensiones móviles”, según el art. 14 bis de la Constitución Nacional y los fines
tuitivos que persiguen las leyes reglamentarias en esta materia. Los tratados internacionales
vigentes, lejos de limitar o condicionar dichos principios, obligan a adoptar todas las medidas
necesarias para asegurar el progreso y plena efectividad de los derechos humanos, compromiso

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que debe ser inscripto, además, dentro de la s amplias facultades legislativas otorgadas por el art.
75, inc. 23, de la Ley Fundamental, reformada en 1994, con el fin de promover mediante acciones
positivas el ejercicio y goce de los derechos fundamentales reconocidos, en particular, a los
ancianos.
4°) Que la Constitución Nacional exige que las jubilaciones y pensiones sean móviles, aunque no
establece un sistema o mecanismo especial para hacer efectiva dicha exigencia, por lo que es
atribución y deber del legislador fijar el contenido concreto de esa garantía teniendo en cuenta la
protección especial que ha otorgado la Ley Fundamental al conjunto de los derechos sociales.
Una inteligencia sistemática de sus cláusulas acorde con los grandes objetivos de justicia social
que persigue el art. 14 bis, obsta a una conclusión que, a la postre, convalide un despojo a los
pasivos privando al haber previsional de la naturaleza esencialmente sustitutiva de las
remuneraciones que percibía el trabajador durante su actividad laboral.
5°) Que la necesidad de mantener una proporción justa y razonable entre el haber de pasividad y
la situación de los activos, es consecuencia del carácter integral que reconoce la Ley Suprema a
todos los beneficios de la seguridad social y de la íntima vinculación que guardan las prestaciones
aseguradas al trabajador con aquellas de naturaleza previsional, que son financiadas
primordialmente con los aportes efectuados durante el servicio. Los derechos a una retribución
justa y a un salario mínimo vital y móvil —dirigidos a garantizar alimentación y vivienda,
educación, asistencia sanitaria y, en definitiva, una vida digna— encuentran su correlato en las
jubilaciones y pensiones móviles que deben ser garantizadas a los trabajadores cuando entran en
pasividad. 6°) Que los tratados internacionales promueven el desarrollo progresivo de los
derechos humanos y sus cláusulas no pueden ser entendidas como una modificación o restricción
de derecho alguno establecido por la primera parte de la Constitución Nacional (art. 75, inc. 22).
La consideración de los recursos disponibles de cada Estado —conf. arts. 22 de la Declaración
Universal de Derechos Humanos y 26 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos—
constituye una pauta que debe evaluar cada país al tiempo de establecer nuevos o may ores
beneficios destinados a dar satisfacción plena a los compromisos asumidos por esos documentos,
mas no importa disculpa alguna para desconocer o retacear los derechos vigentes (conf. art. 29
de la convención citada). Debe suponerse que el legislador ha sopesado los factores humanos,
sociales y económicos al establecer la extensión de las prestaciones reconocidas y no
corresponde a los jueces sustituir dicha valoración mediante razonamientos regresivos que, en la
práctica, sólo conducen a negar el goce efectivo de esos derechos en los momentos de la vida en
que su tutela es más necesaria. 7°) Que la ley 18.037 se hallaba plenamente vigente a la fecha
de la sanción de la referida ley 23.928 y sólo fue derogada por la ley 24.241, de creación del
sistema integrado de jubilaciones y pensiones, con el límite fijado en su art. 160, que mantenía las
fórmulas de movilidad de las prestaciones reguladas por leyes anteriores. No surge ni expresa ni
tácitamente del régimen de convertibilidad que haya tenido en miras modificar la reglamentación
del art. 14 bis de la Constitución Nacional, por lo que esta Corte considera que una comprensión
sistemática y dinámica del ordenamiento jurídico aplicable no admite otra solución que no sea el
cabal cumplimiento del método específico de movilidad establecido por el legislador.
8°) Que por ser ello así y dado que las remuneraciones de los activos no han sido alcanzadas por
la ley de convertibilidad y registraron, en general, variables significativas después de su sanción,
no e xiste fundamento válido que justifique retacear los ajustes que debían ser trasladados a los
haberes de los jubilados en la forma prevista por el art. 53 de la ley 18.037, que fue mantenida por
el art. 160 de la ley 24.241 para las prestaciones otorgadas o que correspondiera otorgar por
aquel régimen previsional, hasta su derogación por la ley 24.463. 9°) Que por tales razones y las
demás expresadas en las disidencias de los jueces Petracchi, Belluscio, Bossert y Fayt en la
referida causa “Chocobar, Sixto Celestino”, corresponde revocar la sentencia apelada en lo que
fue materia de agravios y mantener el ajuste por movilidad hasta el 30 de marzo de 1995 según
las variaciones registradas en el índice del nivel general de remuneraciones a que remitía el art.
53 de la ley 18.037, criterio que hace innecesario expedirse sobre la tacha de inconstitucionalidad
formulada por la recurrente contra la ley 23.928, pues no resulta de aplicación al tema debatido.
Por ello y por no haber expresado la demandada agravios en tiempo y forma, el Tribunal —por
mayoría—resuelve: Declarar desierto el recurso de la ANSeS y hacer lugar al de la actora; en
consecuencia, revocar la sentencia con el alcance que surge de lo precedentemente expresado y
disponer que se mantenga el ajus te por movilidad hasta el 30 de marzo de 1995, según las
variaciones registradas en el índice del nivel general de remuneraciones. Notifíquese y
devuélvase.

ENRIQUE SANTIAGO PETRACCHI - AUGUSTO CESAR BELLUSCIO -


CARLOS S. FAYT - ANTONIO BOGGIANO - JUAN CARLOS MAQUEDA (según su voto) - E.
RAUL ZAFFARONI (según su voto) - ELENA I. HIGHTON de NOLASCO - RICARDO LUIS
LORENZETTI - CARMEN M. ARGIBAY (según su voto).

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ES COPIA
VOTO DE LOS SEÑORES MINISTROS DOCTORES DON E. RAUL
ZAFFARONI Y DOÑA CARMEN M. ARGIBAY
Considerando:
1°) La Sra. Sánchez inició una demanda con el objeto de impugnar el reajuste de su haber de
pensión. La Sala II de la Cámara Federal de la Seguridad Social, al confirmar el fallo de primera
instancia, determinó que correspondía la aplicación al caso del criterio que dejara establecido esta
Corte en el fallo “Chocobar”, publicado en Fallos: 319:3241.
Contra esta decisión, las partes dedujeron sendos recursos ordinarios de apelación que fueron
concedidos. 2°) En su memorial, la demandante sostiene que la Ley de Convertibilidad 23.928
resulta confiscatoria y por ende inconstitucional, siempre y cuando se le otorgue la interpretación
sentada en el referido precedente “Chocobar” (fojas 221/223). En apoyo de esta pretens ión,
aduce que el efecto derogatorio de la pauta de movilidad de la ley 18.037 produjo un detrimento
superior al diez por ciento en el monto de su prestación.
La parte demandada no contestó el traslado que se le confiriera del escrito precitado.
3°) El argumento central en que se apoyó la sentencia “Chocobar” presenta falencias de tal
magnitud que hacen imposible a esta Corte mantenerlo aun cuando es perfectamente consciente
de que su abandono afecta la continuidad que deben tener las reglas afirmadas en los
precedentes del Tribunal. De todas maneras, se configura en el caso la salvedad que siempre
acompañó, en la jurisprudencia de la Corte, la formulación de la regla en favor de la autoridad de
los precedentes. En efecto, si bien se admitió que el Tribunal no puede apartarse, en principio, de
su doctrina, ello es así en cuanto no concurran causas suficientemente graves como para hacer
ineludible tal cambio de criterio (argumento de Fallos:
183:409).
4°) El fallo “Chocobar” descansa en la sola premisa de que la ley de convertibilidad 23.928 derogó
el artículo 53 de la ley 18.037. Todo el resto de la argumentación estuvo dirigido a explicar por
qué esa derogación no afectaba derechos adquiridos de los jubilados y cómo se articulaba con
leyes dictadas pos teriormente. El fundamento no puede ser aceptado por la simple razón de que
la ley 23.928, en ninguna de sus cláusulas dispuso que el art. 53 de la ley 18.037 era derogado. Si
se tiene en cuenta que el referido artículo establecía el régimen general de movilidad de las
jubilaciones, como reglamentación de la garantía establecida en el artículo 14 bis de la
Constitución Nacional, es forzado suponer que el Congreso lo derogara sin referirse de manera
expresa a él y sin sustituirlo simultáneamente por otro r égimen. La derogación de normas de
esta relevancia no puede ser un efecto lateral de la ley, que se mantiene latente hasta que es
planteado por un sujeto interesado en una causa judicial, sino que debe constituir el objeto
principal de la decisión del Congreso. Es una exigencia directamente vinculada con el
funcionamiento del sistema democrático la de que el universo de intereses afectados por las leyes
sea el tomado en cuenta en el proceso deliberativo previo y no el que pueda resultar de un
mecanismo intelectual posterior a cargo de jueces y técnicos. En particular, cuando no se trata de
cláusulas legales oscuras o aparentemente contradictorias cuyo recto alcance sea necesario
establecer para dar cumplimiento a los fines que se ha propuesto el Congreso.
5°) Tal prudencia interpretativa ha sido especialmente requerida por esta Corte cuando se trata de
aplicar leyes previsionales en perjuicio de las personas que ellas buscan proteger, siempre que
tales normas admitan un criterio amplio de interpretación ( doctrina de Fallos:
240:174; 273:297, entre otros). Con mayor razón debe extremarse la cautela cuando la ley en
cuestión, como es el caso de la ley 23.928, es de carácter general y la interpretación criticada no
es una que pueda asignarse sin esfuerzo a la voluntad legislativa.
Lo que sí derogó la ley de convertibilidad de manera expresa fueron aquellas normas legales o
reglamentarias que autorizaban la indexación de las deudas. La indexación consistía en la
aplicación de ciertos índices sobre el monto nominal de las obligaciones para contrarrestar el
efecto de la inflación ocurrida entre el momento de su nacimiento y el de su pago. Pero, el artículo
53 de la ley 18.037 no era una cláusula indexatoria, pues no estaba limitada a compensar el
efecto de la in flación sino a regular los incrementos en el haber jubilatorio cualquiera fuese la
razón que determinara el aumento de los salarios, sea o no la inflación. Y, como surge de
expresiones volcadas en la sesión parlamentaria que precedió a la sanción de la ley 23.928, la
derogación genérica contenida en el artículo 10 no implicaba un congelamiento salarial, pues,
cabe agregar, el único motivo para incrementar los salarios en una economía no es la inflación.
Por lo tanto tampoco podía serlo para aumentar las jubilaciones. Menos aún, en el marco de un
sistema como el creado por la ley 18.037 que respondía al fin de reconocer un ingreso pasivo que
representara en alguna proporción el ingreso salarial activo.

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Desde esta perspectiva, el artículo 53 de la ley
18.037 era neutro respecto de los mecanismos indexatorios que pudieran o no aplicarse sobre los
salarios y no incorporaba ninguna forma especial de actualización contra-inflacionaria que pudiera
entenderse alcanzada por la derogación genérica de la ley 23.928.
6°) Como se ha señalado precedentemente, bajo el régimen de la ley 18.037, las jubilaciones
respondían a la idea central de otorgar a las personas que se retiraban una prestación que les
permitiese mantener un nivel de vida semejante al que correspondía a quienes se encontraban en
actividad. Con este fin, el sistema contemplaba un haber jubilatorio que, de inicio, guardaba una
cierta proporción con el salario (artículo 49) y en lo sucesivo seguía los aumentos salariales
conforme a un determinado criterio de movilidad que era el establecido en el artículo 53 de la ley.
Por esta razón, tampoco cabe asignar a las jubilaciones que se pagaban bajo la ley 18.037 el
carácter de una deuda con monto determinado cuyo valor nominal variaba conforme a ciertos
índices al solo efecto de contrarrestar el impacto de la inflación, a los que se refiere el artículo 10
de la ley 23.928. Todo ello, sin perjuicio de la mayor o menor conveniencia u oportunidad del
esquema organizado por la ley 18.037, aspecto este que no puede servir de base a los tribunales
para darle a las leyes un sentido distinto al que surge de su texto y sus fines manifiestos.
7°) En otro orden de cosas, cabe destacar que si bien es cierto que la Convención Americana
sobre Derechos Humanos (art. 26), uno de los instrumentos mencionados en el artículo 75, inciso
22 de la Constitución Nacional, vincula beneficios sociales con recursos disponibles, ello nunca
puede entenderse como una directriz para limitar el contenido económico de la movilidad
jubilatoria. Semejante interpretación, seguida en el voto mayoritario del fallo “Chocobar”, se
encuentra expresamente vedada por la cláusula de salvaguarda contenida en el artículo 29.b) que
impide aplicar la Convención en el sentido de “limitar el goce y ejercicio de cualquier derecho o
libertad que pueda estar reconocido de acuerdo con las leyes de cualquiera de los Estados Partes
o de acuerdo con otra convención en que sea parte uno de dichos Estados”.
En tal sentido la CIDH ha manifestado que el artículo 29 de la Convención contiene normas
específicas de interpretación, pues la redacción de la mencionada disposición está hecha con el
criterio central de que no se entienda que la misma tuvo por objeto, de alguna manera, permitir
que los derechos y libertades de la p ersona humana pudieran ser suprimidos o limitados en
particular a aquellos previamente reconocidos por un estado (OC. -4/84 del 19 de enero de 1984,
serie A N° 4, párrafo 20). Por ello, y por no haber expresado la demandada agravios en tiempo y
forma, se r esuelve: declarar desierto el recurso de la ANSeS y hacer lugar al de la actora; en
consecuencia, revocar la sentencia con el alcance que surge de lo precedentemente expresado,
en cuanto confirmó la aplicación del criterio sentado en la causa “Chocobar, Sixto Celestino c/
Caja Nacional de Previsión para el Personal del Estado y Servicios Públicos sobre reajustes por
movilidad”. Notifíquese y devuélvase. E. RAUL ZAFFARONI - CARMEN M. ARGIBAY.

ES COPIA
VOTO DEL SEÑOR MINISTRO DOCTOR DON JUAN C ARLOS MAQUEDA Considerando:
1°) Que contra el pronunciamiento de la Sala II de la Cámara Federal de la Seguridad Social que
confirmó las pautas establecidas por el fallo de primera instancia para la movilidad de los haberes
y desestimó los planteos de inconstitucionalidad formulados por la actora, las partes dedujeron
sendos recursos ordinarios de apelación que fueron concedidos de conformidad con lo dispuesto
por el art. 19 de la ley 24.463. Sólo corresponde tratar el recurso de la actora, pues la deman dada
no ha expresado agravios en tiempo y forma.
2°) Que las diferencias existentes entre la solución dada por la mayoría y la minoría en la causa
“Chocobar, Sixto Celestino” (Fallos: 319:3241) conducen a esta Corte a un nuevo examen
exhaustivo de las c uestiones fundamentales allí planteadas, con el fin de reformular la relación
armónica entre la interpretación de normas y principios constitucionales y una interpretación
adecuada y razonable de las normas infraconstitucionales aplicables al caso, superando las
confrontaciones que a la fecha puedan subsistir.
3°) Que, para abordar las cuestiones sub examine es oportuno recordar que esta Corte ha
sostenido que “el principio fundamental de la hermenéutica jurídica en los Estados que, como el
nuestro, adop tan una ‘Constitución rígida’, consiste en interpretar las leyes conforme al fin que
esa superley se propone promover; y este fin establecido en el documento de la Constitución
formal por una generación del pasado, ‘como derecho recibe su fuerza y efecto de la presente
generación, por lo que debe ser interpretado a la luz de las condiciones del presente y con la mira
puesta en los problemas del presente’ (Edward S. Corwin, The Constitution and what it means
today, —
Atheneum—, New York, 1963, p. 2). Y como e sta Corte lo ha declarado, ‘el objetivo preeminente’

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de la Constitución, según expresa su preámbulo, es lograr el ‘bienestar general’ (Fallos: 278:313),
lo cual significa decir la justicia en su más alta expresión, esto es, la justicia social, cuyo contenido
actual consiste en ordenar la actividad intersubjetiva de los miembros de la comunidad y los
recursos con que ésta cuenta con vistas a lograr que todos y cada uno de sus miembros
participen de los bienes materiales y espirituales de la civilización. Por tanto, tiene categoría
constitucional el siguiente principio de hermenéutica jurídica: in dubio pro justitia socialis. Las
leyes, pues, deben ser interpretadas a favor de quienes al serles aplicadas con este sentido
consiguen o tienden a alcanzar el ‘bienestar’, esto es, las condiciones de vida mediante las cuales
es posible a la persona humana desarrollarse conforme a su excelsa dignidad” (Fallos:
289:430, pág. 436).
4°) Que, a partir de lo expuesto en el considerando anterior, corresponde transitar nu evamente el
texto constitucional, y recordar la doctrina elaborada por esta Corte en las cuestiones que integran
el análisis de la materia previsional, presupuesto que necesariamente condiciona la tarea de
interpretación y el alcance de las normas infraconstitucionales en cada caso concreto. En tal
sentido, se ha sostenido que los beneficios derivados de los regímenes previsionales no son de
naturaleza graciable y, en consecuencia, el reconocimiento de aquéllos impide que con
posterioridad a su concesión puedan dejarse sin efecto, ya que constituyen un derecho del que no
se puede ser desposeído y a partir del cual se accede al estatus de jubilado (Fallos: 158:127;
170:12; 173:5; entre otros).
Asimismo, desde la incorporación del art. 14 bis de la Constitución Nacional, el Tribunal ha
asumido una consideración particularmente cuidadosa de los derechos en materia de previsión
social a fin de que, en los hechos, no se afectaran sus caracteres de integrales e irrenunciables.
Desde esa perspectiva, asimiló los beneficios previsionales al derecho alimentario y enfatizó que
tienden a la cobertura de los riesgos de subsistencia y ancianidad, que se hacen manifiestos en
los momentos de la vida en que la ayuda es más necesaria (doctrina de Fallos: 267:336;
293:304; 294:94; 307:135; 311:1644; 319:2151, 2215 y —más recientemente— causa
I.349.XXXIX “Itzcovich, Mabel c/ ANSes s/ reajustes varios”, sentencia del 29 de marzo de 2005,
considerando 5° del voto de los jueces Maqueda y Zaffaroni).
Por tales razones, y en armonía con lo dispuesto en la norma constitucional indicada, ha sido
reconocida la naturaleza sustitutiva que cabe asignar al haber previsional concedido,
considerando que la jubilación constituye la prolongación de la remuneración, después del cese
regular y definitivo en la actividad social laboral del individuo como débito de la comunidad por el
servicio prestado, y tal concepción se inserta en el objetivo preeminente de la Constitución
Nacional de lograr el bienestar general, cuya expresión más acabada es la justicia social. De este
modo el carácter alimentario de todo beneficio previsional, ya que tiende a cubrir las primeras
necesidades de los beneficiarios y de allí su reconocida naturaleza de subsistencia, obliga a
sostener el “principio de favorabilidad” y a rechazar toda fundamentación restrictiva (Fallos:
289:430; 292:447;
293:26; entre otros).

5°) Que, la obligación estadual de garantir


“jubilaciones y pensiones móviles”, según el último párrafo del art. 14 bis, debe ser interpretada en
el contexto conceptual expuesto en el considerando anterior. En tal sentido, es indudable que el
mandato constitucional se dirige primordialmente al legislador, que es el que tiene la facultad de
establecer en la legislación infraconstitucional los criterios que se estimen adecuados a la realidad
para determinar los haberes previsionales y los respectivos sistemas de movilidad, ello sin
perjuicio de que los cambios circunstanciales puedan hacer que la solución legal, correcta en un
comienzo, se torne irrazonable (Fallos: 310:2212).
6°) Que lo afirmado tiene respaldo en el debate realizado en la Convención Constituyente de 1957
que incorporó el art. 14 bis a la Ley Fundamental, cuyo contenido ha sido ratificado por la reforma
de 1994. En efecto, en la cuestión que interesa, el convencional Martella sostuvo que “deseamos
una jubilación móvil para mantener a las personas jubiladas o pensionadas con una asignación
que les suponga siempre el mismo standard de vida...” (Convención Nacional Constituyente 1957
- Diario de Sesiones, T. II, pág. 1249). En idéntico sentido, el convencional Riva manifestó que
“hasta ahora siempre pareció una gracia lo que recibe el jubilado y pensionado. Pero no es así,
no es una gracia del Estado, sino la retribución justa y amparadora por los s ervicios de toda una
vida. El derecho a la jubilación es un verdadero derecho de propiedad que debe ser el premio a
quien dio su esfuerzo por la patria, para que viva mejor. No puede retaceársele la retribución y así
condenar a esos habitantes a vivir peor, como premio a los servicios prestados...” (Convención
Nacional Constituyente 1957 - Diario de Sesiones, T. II, pág. 1371).

14
En relación con el carácter móvil de las prestaciones previsionales, el convencional Riva
manifestó su preocupación al sostener que “El despacho de la mayoría consagra como solución:
‘jubilaciones y pensiones móviles’. Esto, en mi criterio, no puede consagrarse como solución
definitiva, pues deja su regulación en manos del poder administrador...debe establecerse, como
yo lo sostengo en mi proyecto, la equiparación de sus asignaciones a los emolumentos de los
funcionarios y/o agentes en actividad...” (Convención Nacional Constituyente 1957, T. II, pág.
1371).
7°) Que, en razón del modo como finalmente quedó redactada la norma incorporada a la Ley
Fundamental ha sido y es necesario efectuar una serie de consideraciones acerca del alcance del
término “movilidad”, con el propósito de establecer los límites de disponibilidad a los que se
encuentra vinculado el legislador y, en su caso, el intérprete constitucional.
En primer lugar, debe señalarse que el carácter alimentario del haber previsional y su condición
de prolongación de la remuneración condicionan y, de algún modo, establecen los parámetros
para la aplicación del concepto de movilidad. Tal afirmación se corresponde con lo hasta aquí
reseñado y se completa con reiterada doctrina de esta Corte según la cual el principio básico que
sustenta el sistema previsional argentino es el de la necesaria proporcionalidad que debe existir
entre el haber de pasividad y el de actividad, entendiendo dicha relación como parámetro
razonable para conjugar la naturaleza del haber previsional, los fines que persigue su
reconocimiento y el establecimiento de una razonable reglamentación de la materia (doctrina de
Fallos: 289:430 y sus citas; 292:447 y muchos otros posteriores). En relación con ello, el Tribunal
también expresó que las exigencias de una conveniente adaptación de la prestación jubilatoria
han de considerarse cumplidas, en principio, cuan do a través de su haber actualizado el jubilado
conserva una situación patrimonial proporcionada a la que le correspondería de haber continuado
en actividad (Fallos: 255:306). En otro orden de ideas, se afirmó que las jubilaciones y pensiones
acordadas c onstituyen verdaderos derechos que se incorporan al patrimonio y no pueden ser
desconocidos, suprimidos ni alterados —salvo por causas sobrevinientes previstas previamente
en la ley —, sino sólo reducido o rebajado su monto para el futuro, cuando median para ello
razones de orden público o de beneficio general y en tanto la reducción no resulte confiscatoria o
arbitrariamente desproporcionada (Fallos: 170:12; 173:5;
234:717; 235:783; 258:14; 266:279).
A la vez, la Corte reconoció la —ya mencionada—facultad legislativa para elegir el régimen
tendiente a lograr la movilidad de las prestaciones previsionales y adoptar medios idóneos a fin de
cumplir con el deber de asegurar los beneficios, mas dejó a salvo el posterior control jurisdiccional
destinado a aseg urar la fundamental razonabilidad de esos actos y a impedir que, por medio de
ellos, se frustren derechos cuya salvaguarda es deber indeclinable del Tribunal (doctrina de
Fallos: 293:551;
303:1155 y 308:1848).
Ha destacado el Tribunal, con mayor precisi ón, que el contenido de la garantía de movilidad no
se aviene con disposiciones que establecen la inmovilidad absoluta de los beneficios por un
término incierto (Fallos: 293:551;
295:674; 297:146), ni con aquellas en que el mecanismo de movilidad se traduzca en un
desequilibrio de la razonable proporcionalidad que debe existir entre la situación del trabajador
activo y el jubilado, en grado tal que pudiera calificarse de confiscatoria o de injusta desproporción
con la consecuente afectación de la naturaleza sustitutiva de la prestación (Fallos: 300:616;
304:180; 305:611, 770, 953).
8°) Que dichos precedentes marcan, por un lado, que la facultad legislativa para elegir el régimen
tendiente a lograr la movilidad de las prestaciones previsionales presenta indudable limitación. Por
otro, es claro que la relación proporcional entre el haber de pasividad y la situación de los
trabajadores activos fue reconocida como un verdadero principio que se arraigó en el régimen
previsional argentino.
9°) Que en época muy reciente el Tribunal ha afirmado, con particular referencia al art. 14 bis de
la Ley Fundamental, que esta última, en cuanto reconoce derechos, lo hace para que resulten
efectivos y no ilusorios, sobre todo cuando se encuentra en debate un derecho humano. Agregó
que los derechos constitucionales tienen, naturalmente, un contenido que, por cierto, lo
proporciona la propia Constitución. De lo contrario, debería admitirse que ella enuncia derechos
huecos, a ser llenados de cualquier modo por el legislador, o que no resulta más que un
promisorio conjunto de sabios consejos, cuyo seguimiento quedaría librado a la buena voluntad
de este último (causa V.967.XXXVIII. “Vizzoti, Carlos Alberto c/ AMSA S.A. s/ despido”, sentencia
del 14 de septiembre de 2004, considerando 8°, párrafos 3 y 4).
Todo ello explica que la determinación de dicho contenido configure, precisamente, uno de los

15
objetos de estudio centrales del intérprete constitucional. Explica también que al reglamentar un
derecho constitucional, el llamado a hacerlo no pueda obrar con otra finalidad que no sea la de
dar a aquél toda la plenitud que le reconozca la Constitución Nacional. Los derechos
constitucionales son susceptibles de reglamentación, pero esta última está destinada a no
alterarlos (art. 28), lo cual significa conferirles la extensión y comprensión previstas en el texto que
los enunció y que manda a asegurarlos. Es asunto de legislar, sí, pero para garantizar “el pleno
goce y ejercicio de los derechos reconocidos por esta Constitución y por los tratados
internacionales vigentes sobre derechos humanos” (Constitución Nacional, art. 75 inc. 23) (causa
y sentencia citados, considerando 8°, párrafo 5°).
10) Que, en tal enfoque, gravita indudablemente el renovador impulso dado al derecho de que
se trata por los tratados de derechos humanos reconocidos con jerarquía constitucional en las
disposiciones del art. 75 inc. 22 y su correlato con lo preceptuado en el inc. 23 de dicha
disposición.
En relación con lo dispuesto en el art. 75 inc.
22, cabe señalar que la Convención Americana sobre Derechos
Humanos, en el capítulo III, Derechos Económicos, Sociales
y Culturales, art. 26, dispone acerca del desarrollo
progresivo para lograr la plena efectividad de tales
derechos, propósito que tiene por destinat aria a la persona
dentro del sistema y que, en consecuencia, requerirá del
Estado el máximo esfuerzo en orden a los recursos
disponibles. El reconocimiento del principio de
progresividad en la satisfacción plena de estos derechos
destierra definitivamente interpretaciones o medidas que
puedan ser consideradas regresivas en la materia (art. 29
de la Convención Americana sobre Derechos Humanos). A su
vez, el Protocolo Adicional a la Convención Americana sobre
Derechos Humanos —“Protocolo de San Salvador”— en materia
de Derechos Económicos, Sociales y Culturales establece en
el art. 9 el derecho a la seguridad social, disponiendo que
toda persona debe gozar “de la seguridad social que la
proteja contra las consecuencias de la vejez y de la
incapacidad que la imposibilite física o mentalmente para
obtener los medios para llevar una vida digna y
decorosa...”. A tales efectos, el art. 1 de dicho protocolo
dispone la obligación de los Estados partes de adoptar
todas las medidas necesarias, hasta el máximo de los
recursos disponibles y tomando en cuenta su grado de
desarrollo, a fin de lograr progresivamente, y de
conformidad con la legislación interna, la plena
efectividad de los derechos que se reconocen en el documento. La norma indicada encuentra su
correlato en e l art. 19 del protocolo, en el cual el principio de progresividad se encuentra
protegido mediante la estipulación de informes periódicos que den cuenta de las medidas
adoptadas.
En el orden constitucional argentino, las consignas en la materia sub examine a partir de lo
dispuesto en el artículo precedentemente mencionado se profundizan con lo establecido en el art.
75 inc. 23 de la norma fundamental, ya que el constituyente reformador de 1994 ha introducido las
acciones positivas con el fin de garantizar la igualdad real de oportunidades y de trato y el pleno
goce y ejercicio de los derechos reconocidos por esta Constitución y por los tratados
internacionales y, en lo que respecta a la cuestión en debate, en particular respecto de los
ancianos. Esta norma constitucional fortalece la vigencia del principio de progresividad en la
materia previsional, descalificando todo accionar gubernamental que en la práctica dé un
resultado regresivo en el goce efectivo de los derechos.
11) Que, el encuadre constituciona l del derecho a la jubilación y su movilidad conduce
necesariamente a revisar el alcance del derecho de propiedad en tales cuestiones y los límites
de la garantía de inviolabilidad, consagrados en los arts. 14 y 17 de la Constitución Nacional. A
tales efectos, y de acuerdo con lo que se ha desarrollado en los considerandos anteriores, esta
Corte ha sostenido históricamente que los beneficios jubilatorios, una vez acordados
legítimamente, tienen el carácter de derecho adquirido. Después de dictado y firme el acto
administrativo que otorga la jubilación los ampara la garantía del art. 17 de la Constitución
Nacional (Fallos:
261:47; 284:65). A partir de tal doctrina el Tribunal sostuvo que los elementos constitutivos del
status jubilatorio, resultante de la sit uación del agente al momento del cese, deben ser

16
mantenidos para evitar que se opere en los hechos una retrogradación por obra de
modificaciones reglamentarias que alteren las condiciones existentes al conceder el beneficio
(Fallos: 311:530). Agregó que deben ser descalificados aquellos criterios de movilidad que
importen un desequilibrio en la razonable proporcionalidad que debe existir entre la situación
de jubilado y la que resultaría de seguir el beneficiario en actividad, en grado tal que pudiera
ser c onfiscatorio, violando la garantía del art. 17 de la Constitución Nacional (Fallos: 295:674).
Como consecuencia de lo expuesto, la Corte consideró en numerosos pronunciamientos en la
materia diversos porcentajes a partir de los cuales las diferencias habidas entre el haber
efectivamente percibido y aquel que correspondía recibir fueron declaradas confiscatorias e
irrazonables (Fallos: 303:1155;
305:1213; 310:991; 311:530).
12) Que, por otra parte, y en lo que respecta al
alcance de las reglamentaciones en materia de prestaciones previsionales, el mandato
constitucional merece ser apreciado a la luz del criterio que la Corte Interamericana de
Derechos Humanos tuvo oportunidad de expresar en la causa “Cinco Pensionistas vs. Perú”
(Corte IDH. Sentencia del 28 de febrero de 2003. Serie C N° 98). Allí, dicho Tribunal consideró
dos cuestiones para dirimir la controversia, por un lado “si el derecho a la pensión puede
considerarse un derecho adquirido y qué significa esto”, y por el otro, “qué parámetros deben
te nerse en cuenta para cuantificar el derecho a la pensión, y si se puede poner límites a éste”
(punto VII; párrafo 95 de la sentencia citada). Mediante el análisis del derecho interno del
Estado parte, concluyó que a partir del momento que los denunciantes se acogieron al régimen
de jubilaciones previsto en la normativa en la que se encuadra el caso, adquirieron el derecho
a que sus pensiones se rigieran en los términos y condiciones previstas en aquéllas. Los
pensionistas adquirieron un derecho de propiedad sobre los efectos patrimoniales del derecho
a la pensión, de conformidad con la legislación interna y con el art. 21 de la Convención
Americana (punto VII, párrafo 103 de la sentencia citada). En consecuencia, reconoció que las
presuntas víctimas tenían un derecho adquirido a la pensión y, más precisamente, a una
pensión cuyo valor se encontrara nivelado con la remuneración percibida por las personas que
estuvieran desempeñando las mismas o similares labores a aquéllas ejercidas por el
beneficiario de la p ensión al momento de retirarse del cargo.
Sin desconocer la facultad del Estado para poner limitaciones al goce del derecho de
propiedad por razones de utilidad pública o interés social, en el caso de los efectos
patrimoniales de las pensiones —monto de las pensiones— ratifica que los Estados sólo
pueden reducir lo que el Tribunal denomina “pensión nivelada” por la vía legal adecuada y en
la medida que no contradigan el propósito y razón de las mismas, condenando la modificación
arbitraria de los parámetr os de determinación del monto de aquélla con la consecuente
reducción del beneficio (punto VII, párrafos 112, 116 y 121, entre otros, de la sentencia citada).
En razón de lo expuesto la Corte Interamericana declaró que el Estado parte violó el derecho
de p ropiedad privada, el derecho a la protección judicial e incumplió las obligaciones
generales en los términos de los arts. 21, 25, 1.1 y 2, de la Convención Americana sobre
Derechos Humanos (punto XIII, párrafo 187, de la sentencia citada). Para ello, el Tribunal
internacional construyó algunos principios de interpretación importantes para resolver
cuestiones como las presentes. En primer término, señaló que conforme al art. 1 de la
convención “es ilícita toda forma de ejercicio del poder público que viol e los derechos
reconocidos por la Convención”. En segundo término, que el deber general del art. 2 del
tratado implica la adopción de medidas en dos vertientes. “Por una parte, la supresión de las
normas y prácticas de cualquier naturaleza que entrañen violación a las garantías previstas en
la Convención. Por la otra, la expedición de normas y el desarrollo de prácticas conducentes a
la efectiva observancia de dichas garantías”.
13) Que, efectuado el encuadre constitucional de la materia en examen, corresponde tratar
los agravios concretos planteados en el caso, vinculados a la movilidad del haber durante el
período 1991/1995 y a la eventual incidencia en aquél de las leyes 23.928 y 24.463, llamada
de “solidaridad previsional”, la que contiene modificaciones sustanciales a la ley 24.241, entre
ellas la derogación del art. 160 que reconocía derechos adquiridos al tiempo de entrar en
vigencia y mantenía a los jubilados en el goce de la movilidad fijada por leyes anteriores (art.
11, ap. 1°), con disposiciones específicas respecto a los haberes correspondientes a diversas
épocas (arts. 7° y 10).
En consecuencia, corresponde establecer la interpretación más adecuada de las normas
indicadas a los efectos de determinar la movilidad del período 1991/1995, de manera de
hacerlas compatibles con las disposiciones constitucionales.
14) Que la movilidad tal como fue reconocida por esta Corte en los precedentes ya citados,
trasciende el plano de un simple ajuste derivado de factores económicos relacionados con la

17
inflación. En tal sentido y asumiendo la perspectiva histórica que la cuestión merece, cabe
compartir la opinión según la cual es verdad que al tiempo de incorporarse el art. 14 bis por la
reforma de 1957 la inflación ya producía la pérdida paulatina del valor adquisitivo de la
moneda, lo que hizo suponer que la pauta obligatoria de movilidad para las jubilaciones y
pensiones fue prevista para subsanar las alteraciones en el signo monetario y, de reflejo, en la
capacidad adquisitiva de los beneficiarios. No obstante, más allá de la circunstancia histórica
de la época —acentuada en mucho posteriormente —ha de entenderse ahora que la movilidad
no presupone únicamente una necesaria actualización monetaria frente al deterioro que
produce un proceso inflacionario, si no un ajuste periódico que, sin congelamiento del haber, y
aunque no haya inflación, mantenga al jubilado en una situación de permanente relación
proporcionalmente razonable entre pasividad y actividad. Por eso, toda prohibición legal de
indexación —como la que impuso en 1991 la ley 23.928 — no alcanza para impedir que, de
acuerdo con la Constitución, el haber de las prestaciones siga sometido a movilidad, porque
aunque no haya inflación, debe siempre reflejar la necesaria proporción razonable con el haber
d e actividad (Bidart Campos, Germán J., Manual de la Constitución Reformada. Tercera
reimpresión. Buenos Aires, Ediar, 2002. Tomo II, pág. 241). En conclusión, la movilidad no ha
de ser asimilada, en el contexto de las normas aplicables, a una pauta vedada por el régimen
general de la ley 23.928.
15) Que el análisis de las normas reglamentarias aplicables al régimen previsional
cuestionado en el caso permite concluir que el legislador, en cumplimiento del mandato
constituyente, mantuvo el principio de movi lidad de las prestaciones derivado de las normas
entonces vigentes. En tal sentido, la ley 24.241 (B.O. 18 de octubre de 1993), dictada vigente
la ley 23.928, estableció un criterio de movilidad para el régimen de reparto (arts. 21, 32 y 39)
y, lo que es más importante aún para la solución del caso concreto, dispuso expresamente
reconocer la movilidad otorgada por regímenes anteriores así como que los beneficios se
liquidaran según las fórmulas que regían al tiempo de su entrada en vigencia (art. 160, último
párrafo).
El principio de no aplicación retroactiva en materia de movilidad del que da cuenta el art. 160
de la ley 24.241 se mantuvo vigente hasta la sanción de la ley 24.463, que al disponer su
derogación lo hizo para el futuro, sin asignarle a la misma efecto retroactivo. En razón de ello,
la disposición del art. 7°, inc. 1, ap. b., de la ley 24.463 (que previó el ajuste de las
prestaciones correspondientes a períodos comprendidos entre el 1º de abril de 1991 y la fecha
de promulgación de esa ley “según las disposiciones oportunamente aprobadas por el
Ministerio de Trabajo y Seguridad Social de la Nación y por organismos de su dependencia”)
debe ser interpretada evitando producir una confrontación con lo reglado en los arts. 10, inc.
1°, y 11, inc. 1°, del mismo cuerpo legal y, por otro lado, con lo dispuesto en la ley 24.241. Una
inteligencia normativa que pusiera su acento en la contradicción provocaría un conflicto
constitucional, ya que del texto literal de la norma parece desprenderse la aplicación
retroactiva de un supuesto criterio de movilidad distinto de aquel dispuesto en las normas
vigentes al tiempo de su sanción. Retroactividad vedada en el mismo cuerpo legal al que
pertenece tal norma.
En consecuencia, y ante la existencia de un sistema de movilidad dispuesto en la ley 18.037
para tal período, es inviable cualquier otra solución legal porque ello importaría reconocer la
incoherencia del legislador, hecho que debe descartarse por aplicación de criterios de
interpretación normativa básic a, todo ello sin perjuicio de que lo dispuesto en el art. 7° inc. 1,
ap. b, de la ley 24.463, se refiera a otros supuestos que no impliquen modificación retroactiva
de criterios de movilidad. Desde otra perspectiva, el eventual conflicto enunciado quedaría
superado por aplicación del principio de supremacía constitucional (art. 31 de la Constitución
Nacional), según el cual deberá darse preeminencia a una interpretación infralegal que
resguarde acabadamente lo dispuesto en los arts. 14 bis, 75 incs. 22 y 23 de la norma
fundamental y que se adecue a los fines y objetivos perseguidos por dicha norma.
16) Que, por ello, teniendo en cuenta la
naturaleza de los haberes previsionales, el sentido del principio de movilidad y la doctrina
formulada acerca del carácter de derecho adquirido que tienen los beneficios jubilatorios una
vez acordados legítimamente, debe concluirse que para el período 1991/1995 el criterio de
movilidad aplicable es aquel que surge de la ley 18.037.
17) Que, la conclusión precedente no se ve
alterada por la ley 23.928. Ello por la concurrencia de diversas razones. En primer lugar, se
destaca que la norma en cuestión no contiene disposición alguna referida al específico sistema
de movilidad previsional ni a sus necesarias implicancias constitucionales.
Asimismo, al tiempo de dictarse la ley 24.241, ya se encontraba vigente la ley 23.928, no
obstante lo cual la voluntad del legislador fue mantener el principio de movilidad y, en su caso,

18
los sistemas vigentes a aquella época para los beneficios ya acordados.
En otro orden de razones, cabe señalar que no es adecuado identificar la actualización
monetaria con el principio de movilidad, ya que las variables que integran la determinación de
este último están sustentadas en la necesidad de hacer efectivos los derechos fundamentales
reconocidos en la Constitución Nacional y en los Tratados Internacionales, lo que no puede
desprenderse del principio de dignidad del haber previsional. En tal sentido, otorgar al haber de
pasividad la condición de prolongación de la remuneración y establecer su relación directa con
el reconocimiento de los servicios prestados a la sociedad, hacen del principio de movilidad
una variable de cualificación para que aquél alcance el objetivo para el que fue dispuesto. Este
concepto constitucional descalifica centrar la cuestión en un tema de actualización monetaria.
18) Que, en consecuencia, corresponde afirmar lo siguiente: a) el art. 10 de la ley 24.463
resultó coherente con las disposiciones de la ley 24.241 y con la derogación de su art. 160
para el futuro; b) el art. 53 de la ley 18.037 reconoció derechos que no pudieron resultar
válidamente frustrados por la aplicación de una disposición posterior como el art. 7, inc. 1, de
la ley 24.463; c) la pauta prevista por el mencionado art. 53 mantuvo su vigencia hasta 1995 y,
en su aplicación al período que interesa al caso, constituye una razonable reglamentación del
derecho cuestionado en términos de su correcto cumplimiento de la ley, esto es, dejando de
lado todo congelamiento que derive de lo actuado por la autoridad respectiva; d) la aplicación
de dicha pauta ha de respetar los límites de la cosa juzgada según corresponda; e) los
resultados obtenidos tras los cálculos correspondientes quedarán sujetos a los porcentajes
establecidos en las leyes de fondo; f) se deberán deducir eventuales ajustes dispuestos de
oficio; g) el régimen de movilidad por el período posterior a la vigencia de la ley 24.463, será el
que determine la ley de presupuesto, sin que quepa emitir pronunciamiento alguno en
ausencia de demostración sobre el perjuicio que ocasione su aplicación.
Las afirmaciones precedentes permiten sostener que la aplicación al caso de la doctrina sobre
la movilidad del haber previsional mediante las pautas expuestas, queda limitada por las
circunstancias fácticas y procesales traídas a conocimiento de la Corte. Ello además implica
que, más allá de tales circunstancias, no quepa conjeturar acerca de la automática aplicación
generalizada de dichas pautas, ya que este Tribunal no debe desprenderse del análisis de las
repercusiones que podría generar tal aplicación sobre las finanzas del Estado o para el
sistema económico del país.
19) Que a la vista de todo lo expuesto, resulta necesario reiterar en el sub examine que el
Tribunal ve comprometida su misión de velar por la vigencia real y efectiva de los principios
constitucionales, lo que lo lleva a ponderar cuidadosamente las circunstancias, evitando que se
vulneren derechos fundamentales de la persona y se prescinda de la preocupación por arribar
a una decisión objetivamente justa en el caso concreto, lo que iría en desmedro del propósito
de “afianzar la justicia”, enunciado en el Preámbulo de la Constitución Nacional. Dicho
propósito liminar, tal como ha sido manifestad o, se refiere a la salvaguarda del valor justicia en
los conflictos jurídicos concretos que se plantean en el seno de la comunidad. Ha dicho esta
Corte que la admisión de soluciones notoriamente disvaliosas no resultan compatibles con el
fin común tanto de la tarea legislativa como de la judicial (doctrina de Fallos: 249:37;
302:1284).
Con similar enfoque, recientemente en la causa “Itzcovich, Mabel c/ ANSeS s/ reajustes varios”
(sentencia del 29 de marzo de 2005, voto de los jueces Maqueda y Zaffaroni), se ha
considerado oportuno revisar el criterio aplicado en esta instancia a una cantidad de recursos
al margen del juicio que, en otro momento, pudo merecer el criterio legislativo adoptado al
sancionar la ley 24.463, destacando la misión de este Tribunal de proveer justicia en los casos
concretos que se someten a su conocimiento (doctrina de Fallos: 308:2268 y considerando 4°
del voto mencionado). Cabe destacar que se ponderó la influencia del transcurso del tiempo y
el cambio de circunstancias objetivas y, con cita del conocido caso “Kot”, se aludió a la
consideración de nuevas condiciones y necesidades de la comunidad para atender a una
interpretación de la ley acorde con su visión de futuro que permitiera recoger y regir hechos
posteriores a su sanción ( Fallos: 241:291, pág. 300 y considerando 7° in fine del voto de los
jueces Maqueda y Zaffaroni, antes mencionado).
20) Que, por lo indicado en los considerandos precedentes, corresponde revocar la sentencia
apelada en lo que fue materia de agravios y mantener el ajuste por movilidad hasta marzo de
1995 según las variaciones registradas en el índice del nivel general de remuneraciones a que
remitía el art. 53 de la ley 18.037, criterio que hace innecesario expedirse respecto de la tacha
de inconstitucionalidad formulada contra la ley de convertibilidad, pues ésta no resulta
aplicable al caso. Por ello, y por no haber expresado la demandada agravios en tiempo y
forma, el Tribunal —por mayoría—resuelve: declarar desierto el recurso de la ANSeS, hacer
lugar al de la actora; en consecuencia, revocar la sentencia con el alcance que surge de lo

19
precedentemente expresado y disponer que se mantenga el ajuste por movilidad hasta el 30
de marzo de 1995, según las variaciones registradas en el índice del nivel genera l de
remuneraciones. Notifíquese y devuélvase. JUAN CARLOS MAQUEDA.

ES COPIA
DISIDENCIA DEL SEÑOR MINISTRO DOCTOR DON ANTONIO BOGGIANO Considerando:
Que las cuestiones traídas a conocimiento de esta Corte guardan sustancial analogía con las
debatidas y resueltas en el precedente de Fallos: 319:3241 en la causa “Chocobar”, voto del juez
Boggiano, a cuyos fundamentos corresponde remitir en razón de brevedad.
Por ello, se resuelve: I. Declarar desierto el recurso de la demandada por no haber expresado ag
ravios en tiempo y forma; II. Se declara procedente el recurso ordinario interpuesto por la actora y
se confirma la sentencia. Notifíquese y devuélvase. ANTONIO BOGGIANO.

Fallo
"ELLIFF ALBERTO C/ANSES S/REAJUSTES VARIOS"
S.C. E. 131; L. XLIV.-
Procuración General de la Nación
-1-

SupremaCorte:

-ILa
Sala II de la Cámara Federal de la Seguridad
Social revocó, parcialmente, la sentencia de la anterior instancia
y ordenó, por un lado, que se recalcule tanto la Prestación
Complementaria como la Prestación Adicional por Permanencia
del haber jubilatorio del actor, actualizando sus salarios
(base del cálculo de los ítems mencionados) con arreglo
al índice de la Resolución A.N.Se.S 140/95 (salarios básicos
de la industria y construcción -personal no calificado-) hasta
la fecha del cese, sin el límite temporal impuesto en dicha
normativa; por otro, declaró la inconstitucionalidad del
inciso 2del artículo 7de la ley 24.463 y dispuso el
reajuste de su haber jubilatorio, desde la fecha de adquisición
del beneficio (15/01/04) hasta el 31 de diciembre de 2006
de acuerdo al índice de Salarios, Nivel General del INDEC,
según lo resuelto por el Alto Tribunal en la causa S.C. B.
675; L. XLI "Badaro Adolfo Valentín c/ A.N.Se.S s/ reajustes
varios" (v. Fallos: 330:4866) quedando subsumidos en el mismo
los aumentos que se hayan acordado al beneficio en dicho
período (v. fs. 71/73).
Contra lo así resuelto, la A.N.Se.S interpuso recurso
extraordinario que contestado, fue concedido (79/89,
91/92 y 93).
-IISe
agravia la recurrente, en cuanto a la actualización
de los salarios de actividad del actor, por entender que
sólo se puede aplicar dicho mecanismo hasta la entrada en
vigencia de la ley 23.928, que introdujo la estabilidad del
salario activo y la eliminación de toda indexación y aplica-
2-
ción de índices, incluidos los elaborados por la Secretaría de
Seguridad Social. Por tal motivo -continúa- los montos de los
sueldos deben mantenerse a valores históricos hasta el momento
del otorgamiento del beneficio. Asevera, además, que nada
justifica que se indexe un salario devengado durante el
período que va desde el año 1992 al año 1995 pues durante ese
lapso no se registró inflación.

20
Por otro lado, sostiene que el a-quo, al declarar la
inconstitucionalidad del artículo 7, inciso 2de la mencionada
norma, otorgó vigencia a regímenes derogados, como los
que dispuso el artículo 32 de la ley 24.241 (versión original)
y el artículo 53 de la ley 18.037.
Asevera que, a partir de la vigencia de la ley
24.241, la relación cuantitativa entre la evolución del salario
y la prestación previsional es remota y que, con la sanción
de la ley 24.463 se consolidó, en cabeza del Poder Legislativo
Nacional, la facultad exclusiva y excluyente de
prever, toda vez que hubiere lugar para ello, la movilidad de
los haberes previsionales en la ley de presupuesto nacional.
Por último, pone de resalto que el juzgador no tuvo
en cuenta, que la doctrina sentada por V.E. en la causa "Badaro"
referida no puede aplicarse en forma sistemática en los
litigios como el que nos ocupa, pues -asevera- su utilización
no es obligatoria; máxime -sostiene- cuando las circunstancias
fácticas del precedente y del sub-lite son diferentes.
-IIIEstimo
que el recurso extraordinario deducido es
formalmente procedente, por cuanto se encuentra en tela de
juicio la interpretación y constitucionalidad de normas federales,
y la decisión atacada ha sido contraria al derecho que
los apelantes fundan en ellas (art. 14, inc. 1 y 3, Ley N1 48 y
doctrina de fallos 322:1318; 323:1866; 324:4389, entre otros).
Cabe precisar antes de estudiar el fondo de las
cuestiones en debate que centralmente el organismo previsional
cuestionó, por una parte, las pautas temporales de actualización
de los salarios en actividad del actor con fundamento
en las previsiones de las leyes 23928 y 25561 -que vedan dicecualquier
tipo de indexación, pero no expuso agravio alguno
sobre los índices utilizados por los jueces para hacerla
efectiva. Por otra, impugnó la sentencia de la anterior
instancia pues interpretó que el mecanismo de movilidad adoptado
importó una alteración del sistema dispuesto por el artículo
7, inciso 2, de la ley 24463.
Cabe señalar, en ese contexto, primero que la Corte
Suprema de la Nación ha sostenido que el régimen normativo en
materia de convertibilidad, no ha tenido, ni expresa ni implícitamente,
en miras modificar la reglamentación del artículo
14 bis de la Constitución Nacional. Asimismo, el Tribunal
ha propiciado una interpretación sistemática del ordenamiento
jurídico aplicable en materia previsional puntualizando
que no existe fundamento válido que justifique retacear
los ajustes de los haberes de los jubilados (v. Fallos
328:1602 considerando séptimo).
En dicho marco jurisprudencial, de por sí relevante,
no resulta irrazonable la decisión de los jueces de la causa
que ordenaron al organismo previsional realizar el cálculo del
haber de inicio sin las limitaciones temporales en cuestión,
desde que el apelante no ha aportado argumentos idóneos que
permitan descalificar lo resuelto en el marco de los referidos
principios constitucionales. Y si bien en la citada causa
"Sánchez" el Máximo Tribunal resolvió una cuestión relacionada
con la movilidad jubilatoria en el marco de las disposiciones
de la ley 18037 -anterior a la ley 23928- es claro que tal
-4-
principio de equilibrio en las prestaciones también emana de
los regímenes en materia jubilatoria dictados con
posterioridad a la ley de convertibilidad -leyes 24241, 24463,
entre otras- y el organismo previsional no ha logrado
demostrar -mas allá de su insistencia genérica en la
prohibición de actualización- la inadmisibilidad de la extensión
de tales criterios al cálculo de las prestaciones básicas
ni eventuales desproporciones que dogmáticamente invoca entre

21
los haberes del personal en actividad y el haber jubilatorio.
En cuanto a la movilidad dispuesta, debo decir que,
más allá que los argumentos esbozados por la A.N.Se.S no conmueven
la conclusión arribada en la sentencia atacada, el
juzgador fundó su fallo -como se expuso- en la doctrina sentada
por V.E. en el caso "Badaro" cuyas conclusiones entiendo
plenamente aplicables a la causa. Cabe agregar, que la Cámara
subsumió, en el incremento otorgado, los aumentos que se hayan
acordado al beneficiario en el período correspondiente,
solución que ese Alto Tribunal dispuso en casos análogos como
en el expediente S.C. R. 1179; L. XXXIX "Rataus Mario c/ A.N-
.Se.S s/ reajustes varios", sentencia de fecha 8 de julio de
2008.
Finalmente carecen de virtualidad los planteos de la
apelante vinculados a lapsos en los que el actor percibió su
haber jubilatorio sin objeción alguna, desde que dicha
cuestión ya fue objeto de estudio con motivo de la excepción
de prescripción opuesta por la A.N.Se.S. y admitida en segunda
instancia.
Por lo expuesto, opino que se debe declarar formalmente
procedente el recurso interpuesto y confirmar la sentencia.
Buenos Aires, 17 de diciembre de 2008.
Dra. Marta A. Beiró de Goncalvez.
Es copia.
-6-
E. 131. XLIV.
R.O.
Elliff, Alberto José c/ ANSeS s/ reajustes
varios.
-7-
Buenos Aires, 11 de agosto de 2009
Vistos los autos: AElliff, Alberto José c/ ANSeS s/ reajustes
varios@.
Considerando:
11) Que contra la sentencia de la Sala II de la
Cámara Federal de la Seguridad Social que revocó parcialmente
la de la instancia anterior que había ordenado nuevos cálculos
del nivel inicial y de la movilidad del haber del jubilado, la
demandada dedujo recurso extraordinario que fue concedido.
21) Que el a quo ordenó que la actualización de las
remuneraciones computables a efectos de determinar las prestaciones
compensatoria y adicional por permanencia se practicara
hasta la fecha de adquisición del beneficio, sin la limitación
temporal contenida en la resolución de la ANSeS número
140/95, a la vez que dispuso una movilidad equivalente a
la variación anual del índice de salarios, nivel general,
elaborado por el Instituto Nacional de Estadística y Censos,
hasta el 31 de diciembre de 2006.
31) Que el organismo previsional se agravia de lo
resuelto sobre el cálculo del haber inicial ya que entiende
que la actualización no puede efectuarse sino hasta el 31 de
marzo de 1991, toda vez que la ley 23.928, además de prohibir
toda indexación desde esa fecha, dio estabilidad a los precios
y salarios de modo que no registraron variaciones durante el
período en cuestión.
41) Que dichos planteos no pueden prosperar. Ello es
así por cuanto el art. 24, inc. a, de la ley 24.241 dispone
que el haber mensual de la prestación compensatoria se
calculará "...sobre el promedio de las remuneraciones sujetas
a aportes y contribuciones actualizadas y percibidas durante
el período de 10 años inmediatamente anterior a la cesación
del servicio", sin efectuar distinción alguna sobre ingresos
-8-
computables a valor nominal ni sobre períodos excluidos de la
actualización, aspecto que tampoco se observa en su reglamentación

22
dada por decreto 679/95.
51) Que tal circunstancia adquiere particular relevancia
para la solución de la controversia, por tratarse de
una norma específica de la seguridad social y posterior a la
ley 23.928 invocada por la ANSeS, lo que lleva a concluir que
la actualización de las remuneraciones a fin de calcular el
valor de las prestaciones no se halla comprendida en la genérica
derogación de normas que establecían o autorizaban cláusulas
indexatorias contenida en el art. 10 de la citada ley de
convertibilidad (véase voto de la Dra. Argibay en la causa
"López", publicada en Fallos: 331:2538).
61) Que tal conclusión concuerda con lo señalado por
el Tribunal en el sentido de que el empleo de un indicador
salarial en materia previsional no tiene como finalidad
compensar el deterioro inflacionario sino mantener una razonable
proporción entre los ingresos activos y pasivos, que se
vería afectada si en el cálculo del haber jubilatorio no se
reflejaran las variaciones que se produjeron en las remuneraciones
(causas "Sánchez" y "Monzo" en Fallos: 328:1602, 2833 y
329:3211).
71) Que ello lleva a considerar que la resolución
140/95, al acotar las actualizaciones de las remuneraciones,
excedió la facultad de reglamentar "...la aplicación del índice
salarial a utilizar..." que la ley 24.241 delegó en el
organismo, debiendo señalarse además que los argumentos desarrollados
por la demandada sobre el punto resultan contradictorios
ya que hallándose aún vigente la prohibición genérica
de indexar que invoca -conforme el art. 41 de la ley 25.561-,
dictó las resoluciones 298/08 y 135/09 que introdujeron modificaciones
en los coeficientes de actualización a partir del
E. 131. XLIV.
R.O.
varios.
-9-
mes de octubre de 2004.
81) Que respecto de la movilidad ordenada por la
alzada, la recurrente sostiene que al declarar la invalidez
constitucional del art. 71, inc. 2, de la ley 24.463 el a quo
ha procurado restablecer regímenes derogados, particularmente
las disposiciones del art. 53 de la ley 18.037 y 32 de la ley
24.241 en su texto original. Dicho agravio no guarda relación
alguna con la sentencia apelada, por lo cual el recurso debe
ser parcialmente rechazado por falta de fundamento.
91) Que la demandada afirma también que la determinación
del nivel de las prestaciones es competencia exclusiva
del Congreso Nacional, que la ley 24.241 difiere de los regímenes
anteriores por la menor incidencia que tienen en el
haber inicial las retribuciones de los últimos años, y que a
partir de la ley 24.463 es remota la vinculación del beneficio
con el salario percibido al cese.
10) Que, al respecto, cabe señalar que la Corte ha
reconocido invariablemente las facultades del legislador para
organizar el sistema previsional, ejercitadas dentro de límites
razonables, es decir, de modo que no afecten de manera
sustancial los derechos garantizados por la Constitución Nacional
(Fallos: 311:1937; 329:3089).
11) Que, desde tal perspectiva, el Tribunal ha destacado
que la prestación previsional viene a sustituir el
ingreso que tenía el peticionario como consecuencia de su
labor (Fallos: 289:430; 292;447; 293:26; 294:83 entre muchos
otros), de modo que el nivel de vida asegurado por la jubilación
debe guardar una relación justa y razonable con el que le
proporcionaban al trabajador y a su núcleo familiar las
remuneraciones que venía recibiendo y que definían la cuantía
de sus aportes. Ello ha llevado a privilegiar como principio

23
el de la necesaria proporcionalidad entre los haberes de pa-
10-
sividad y de actividad (Fallos: 279:389; 300:84; 305:2126;
328:1602).
12) Que dichas consideraciones llevan a descartar
los planteos que pretenden, esgrimiendo diferencias en las
técnicas de cálculo de los haberes y genéricas alegaciones
sobre la solidaridad propia del sistema, desvincular totalmente
el monto de la jubilación de lo acontecido con las retribuciones
de los activos y tener como única referencia las
asignaciones presupuestarias, aspecto este último que ha sido
examinado por el Tribunal en el precedente "Badaro" (Fallos:
329:3089 y 330:4866), que resulta aplicable en autos en virtud
de las disposiciones del art. 5 de la ley 24.463, de contenido
análogo al art. 71, inc. 2, de dicha norma.
Por ello, y de conformidad -en lo pertinente- con lo
dictaminado por la señora Procuradora Fiscal, el Tribunal
resuelve: declarar parcialmente procedente el recurso
extraordinario deducido por la ANSeS y confirmar la sentencia
apelada. Notifíquese y devuélvase. RICARDO LUIS LORENZETTI -
ELENA I. HIGHTON de NOLASCO - CARLOS S. FAYT - ENRIQUE SANTIAGO
PETRACCHI - JUAN CARLOS MAQUEDA - E. RAUL ZAFFARONI -
CARMEN M. ARGIBAY (según su voto).
ES COPIA
VO-//-
E. 131. XLIV.
R.O.
-//-TO DE LA SEÑORA MINISTRA DOCTORA DOÑA CARMEN M. ARGIBAY
Considerando:
11) El señor Elliff se jubiló en el año 2004 según
las disposiciones de la ley 24.241. Para la obtención del
beneficio acreditó 35 años de servicios en el ámbito público,
2 años en el Poder Judicial y 33 en la AFIP. Cesó en mayo del
año 2000 por acogimiento a un retiro voluntario (ley 25.237),
tuvo un período de espera de tres años impuesto por el artículo
21, inciso f, de la decisión administrativa 5/2000, y
cumplió con la edad requerida en enero de 2004.
En la presente causa, inicia demanda en procura de
que se vuelva a calcular su haber jubilatorio inicial, se
reajuste desde el momento que fue concedido hasta la actualidad
y se fije una pauta de corrección en lo sucesivo.
Afirma, que para calcularle la prestación compensatoria
y la prestación anual por permanencia teniendo en cuenta
las remuneraciones percibidas durante los últimos 10 años de
actividad laboral, se actualizaron parcialmente las devengadas
hasta el 31 de marzo de 1991, no así las ulteriores. Ello, aún
cuando se produjo la crisis del año 2002, el quiebre de la
convertibilidad y el deterioro de la moneda.
Sostiene, que los mismos fundamentos de la mayoría
en el caso "Sánchez" sirven para sostener que la no actualización
de las remuneración por el período posterior al
31-3-91, a los efectos del cálculo que dispone el artículo 24
de la ley 24.241 importa una reducción en el haber o
prestación compensatoria que vulnera el derecho de propiedad
y a obtener una jubilación móvil (artículos 17 y 14 bis de la
Constitución Nacional).
Asimismo dice que el hecho de que el último incremento
haya sido otorgado el 11 de abril de 1994 implica un
-12-
congelamiento y destaca que las leyes de presupuestos generales,
a partir de 1995 se aprobaron sin otorgar movilidad a las
jubilaciones (fojas 7/13).
Respecto de la movilidad, invoca el caso "Badaro" en
cuanto señaló la índole sustitutiva de la prestación jubilatoria
para lo cual es menester que su cuantía mantenga una

24
proporción razonable con los ingresos de los trabajadores.
En síntesis, lo que pretende el actor es el reajuste
del haber inicial desde marzo de 1991 al 31/3/95 por el índice
del nivel general de remuneraciones. Desde el 1/4/95 al 1/3/98
por la variación anual del AMPO (6,23%) y de ahí en adelante,
hasta el 15 de enero de 2004 (fecha de asignación del
beneficio) por el Promedio de las Remuneraciones declaradas al
sistema Integrado de Jubilaciones y Pensiones.
Desde el 14 de enero de 2004, ya fijado el haber
jubilatorio, hasta la actualidad por dicho índice (ver fojas
11 vta.).
21) La juez de primera instancia dicta sentencia a
fojas 44/47. En lo atinente al haber inicial, la magistrada
interviniente ponderó que conforme el artículo 24 de la ley
24.241 y su decreto 679/95 se establece el modo de efectuar la
determinación de la prestación compensatoria y, a tal fin,
resalta que la actualización prevista será a través de la
aplicación del índice salarial que fijará la ANSeS (art. 24
inciso a tercer párrafo). Añadió, que a ese efecto el organismo
oficial dictó la Resolución N1 918/94 en la que dispuso
en su artículo 11 que las remuneraciones Y serán actualizadas
según los coeficientes aprobados por resolución D.E.A.N.SeS.
63/94.
Expresó la juez también, que si bien en numerosas
causas había aplicado la doctrina de los fallos "Chocobar" y
E. 131. XLIV.
R.O.
-13-
"Baudou", dada la jerarquía que se reconoce a los pronunciamientos
de la Corte Suprema como máximo tribunal de alzada,
adhería al nuevo precedente "Sánchez".
En cuanto al cuestionamiento por la inamovilidad de
la prestación, estuvo a lo dispuesto en "Badaro", sentencia
del 8 de junio de 2006, por lo que entendió que no correspondía
emitir un pronunciamiento en relación con este aspecto.
Respecto del planteo de la prestación Básica Universal,
afirmó que no se cuestionó en forma concreta el método
utilizado por el organismo previsional para la determinación
del haber y no se probó el perjuicio que dicho cómputo le
ocasionó.
31) La Sala II de la Cámara Federal de la Seguridad
Social ordenó corregir dos aspectos que afectaban el haber: en
primer lugar consideró que la actualización de las remuneraciones
computables a efectos de determinar las prestaciones
compensatoria y adicional por permanencia se practicara hasta
la fecha de adquisición del beneficio, sin la limitación temporal
contenida en la resolución de la ANSeS número 140/95
(salarios básicos de la industria y construcción -personal no
calificado-) hasta la fecha del cese, a la vez que ratificó la
inconstitucionalidad del artículo 71 de la ley 24.463 y dispuso
una movilidad equivalente a la variación anual del índice de
salarios, nivel general elaborado por el INDEC, desde la fecha
de adquisición del beneficio (15/4/04) hasta el 31 de
diciembre de 2006. ("Badaro" sentencias del 8 de agosto de
2006 y del 26 de noviembre de 2007) (fojas 71/73 vta.).
En punto a la determinación del haber inicial, el a
quo recordó que para establecer los importes de la prestación
compensatoria y en su caso, la prestación adicional por
permanencia, se deben considerar las remuneraciones sujetas a
-14-
aportes y contribuciones correspondientes a los últimos diez
años de servicios debidamente actualizadas. En ese orden, el
art. 24 en el ap. a) último párrafo expresamente señala que
"a los efectos de practicar la actualización Y ANSeS reglamentará
la aplicación del índice salarial a utilizar. Este

25
índice será de carácter oficial".
Destacó luego, que el procedimiento fue implementado
en la Res. ANSeS 140/1995, según la cual la actualización de
las remuneraciones anteriores al 31/3/1991 se practica
mediante el índice de Salarios Básicos del Convenio de la
Industria y la Construcción, de modo concordante con lo establecido
en la Res. ANSeS 63/1994 para la determinación de
coeficientes de ajuste anual.
Agregó, que el anexo I de la resolución contiene
una tabla que permite tomar, mes a mes, las remuneraciones
percibidas desde enero de 1945 hasta febrero de 1991, y obtener
su valor al 31 de marzo de 1991, con fundamento en la Ley
de Convertibilidad desde esa fecha. De tal modo, quedan sin
ningún tipo de ajuste las remuneraciones posteriores y hasta
el cese.
A renglón seguido, recordó que luego del fallo
"Sánchez" de esta Corte, reivindicó el ajuste de los haberes
previsionales por el índice del Nivel General de las Remuneraciones
que prevé el art. 53 de la ley 18.037 al evaluarse
que no surgía ni expresa ni tácitamente del régimen de convertibilidad,
que hubiese tenido en miras modificar la reglamentación
del artículo 14 bis de la Constitución Nacional.
El a quo dijo que en la práctica tal solución conducía
a la existencia de un desajuste entre aquellos que,
cesados con posterioridad al 1/4/91 con arreglo a la ley
18.037 obtenían un haber inicial computando salarios debidamente
ajustados, y aquellos que, encontrándose en la órbita de
E. 131. XLIV.
la ley 24.241, sólo veían actualizadas sus remuneraciones
hasta el 1/4/91.
A su entender, la finalidad del artículo 24 de la
ley 24.241 no albergaba duda alguna en cuanto a que los haberes
debían actualizarse, pues dice "las remuneraciones sujetas
a aportes y contribuciones percibidas durante los últimos diez
años, deberán ser actualizadas". Concluye entonces, que el
acotamiento del período de ajuste que realiza el ANSeS a
través de sus resoluciones deja vacío de contenido ese imperativo
legal y provoca una inequitativa desigualdad.
En función de lo expuesto, ordenó al organismo previsional
el ajuste de las remuneraciones tenidas en mira para
el otorgamiento de la PC y PAP en caso de corresponder, con
arreglo al índice que señala la resolución de ANSeS 140/95,
sin la limitación temporal referida hasta la fecha de adquisición
del beneficio (fojas 71/73).
41) Contra esta decisión, el organismo previsional
interpone un recurso extraordinario (fojas 79/89 vta.), fue
contestado (fojas 91/92) y concedido a fojas 93, con sustento
en que se encuentran en juego la interpretación y alcance de
normas a las que se ha atribuido carácter federal, así como
derechos expresamente protegidos por la Constitución Nacional
(arts. 14 y 17).
En primer lugar, ANSeS objeta la actualización de
los salarios de actividad del actor, por entender que sólo se
puede aplicar dicho mecanismo hasta la entrada en vigencia de
la ley 23.928, que introdujo la estabilidad del salario activo
y la eliminación de toda indexación y aplicación de índices,
incluidos los elaborados por la Secretaria de Seguridad
Social.
Por tal motivo, afirma que los montos de los sueldos
deben mantenerse a valores históricos hasta el momento del
otorgamiento del beneficio. Siguiendo ese orden de ideas,
asevera que no se justifica la indexación de un salario devengado
durante el período que va desde el año 1992 al año
1995 pues durante ese lapso no se registró inflación.
En otro orden de cosas, sostiene que la relación

26
cuantitativa entre evolución de salario y prestación previsional
es remota y que con la sanción de la ley 24.463 se
consolidó, en cabeza del Poder Legislativo Nacional, la facultad
exclusiva y excluyente de prever, toda vez que hubiere
lugar para ello, la movilidad de los haberes previsionales en
la ley de presupuesto nacional.
Por último, entiende que la doctrina del precedente
"Badaro" no puede aplicarse en forma automática en los litigios
como el que nos ocupa aquí, pues su utilización no es
obligatoria y difieren las circunstancias fácticas.
51) Estimo que el recurso extraordinario deducido es
formalmente procedente, pues se encuentra en tela de juicio la
interpretación y constitucionalidad de normas federales, y la
decisión atacada ha sido contraria al derecho que los
apelantes fundan en ellas.
61) Cabe recordar que en la causa "López" (voto de la
Dra. Argibay en Fallos: 331:2540), se ha precisado cual era la
interpretación que correspondía efectuar respecto del
mecanismo del artículo 49 de ley 18.037 luego del dictado de
la ley 23.928, oportunidad en la que también se hizo referencia
al método que lo sustituyó (artículo 24 de la ley 24.241).
A saber, que la decisión del legislador había sido
E. 131. XLIV.
R.O.
Elliff, Alberto José c/ ANSeS s/ reajustes
varios.
-17-
mantener la vigencia de la regla de que las operaciones para
la determinación del haber mensual de la prestación compensatoria
no se realizara a valores históricos, lo que ponía en
evidencia que se trataba de una cláusula de actualización que
el Congreso había sustraído a la derogación general contenida
en el artículo 10 de la ley 23.928.
Ello así, primero porque la ley 24.241 no sólo era
más específica que la ley 23.928, sino que además había sido
dictada con posterioridad y tanto uno como otro aspecto resultaba
por sí fuente de precedencia en caso de conflicto.
Segundo porque se trataba del mismo texto que anteriormente
contenía el artículo 49 de la ley 18.037, sobre cuya base
tanto la administración como los tribunales admitían la actualización
hasta el momento del cese de actividad. Tercero,
porque fue la misma ley 24.241 (artículo 168) y no la ley
23.928 la que expresamente derogó la ley 18.037, de lo cual se
desprendía que hasta ese momento la segunda había estado
vigente y hubo una continuidad normativa. Y cuarto, porque,
aun si no se aceptasen estas razones, la indeterminación de
una ley previsional no debía ser salvada por los tribunales
mediante la interpretación que más perjudica a las personas
que ese tipo de leyes busca proteger (doctrina de Fallos:
240:774; 273:297, entre otros).
71) Respecto de la movilidad ordenada por la alzada,
la recurrente sostiene que al declarar la invalidez constitucional
del art. 71, inc. 2 de la ley 24.463 el a quo ha
procurado restablecer regímenes derogados, particularmente
las disposiciones del artículo 53 de la ley 18.037 y 32 de la
ley 24.241 en su texto original. Dicho agravio no guarda relación
alguna con la sentencia apelada, por lo cual el recurso
debe ser parcialmente rechazado por falta de fundamento.
81) La demandada afirma también que la determinación
-18-
del nivel de las prestaciones es competencia exclusiva del
Congreso Nacional, que la ley 24.241 difiere de los regímenes
anteriores por la menor incidencia que tienen en el haber
inicial las retribuciones de los últimos años, y que a partir
de la ley 24.463 es remota la vinculación del beneficio con el

27
salario percibido al cese.
91) Al respecto, cabe señalar que la Corte ha reconocido
invariablemente las facultades del legislador para
organizar el sistema previsional, ejercitadas dentro de los
límites razonables, es decir, de modo que no afecten de manera
sustancial los derechos garantizados por la Constitución
Nacional. Asimismo, que el artículo 71, inciso 2 de la ley
24.463 únicamente atribuyó una competencia, pero que no sólo
era facultad sino también deber del Congreso fijar el contenido
concreto de la garantía en juego Y mandato que no había
sido cumplido en las oportunidades y con el alcance exigido
por el artículo 14 de la Constitución Nacional (Fallos:
329:3089 y 330:4866).
10) Las consideraciones efectuadas en el fallo "Badaro"
resultan aplicables al sub-lite dado que la situación
de los que obtuvieron su beneficio previsional al amparo de la
ley 24.241 no difiere de los que lo han hecho por el sistema
anterior de la ley 18.037 ya que a partir de la ley 24.463 y
hasta la entrada en vigencia de la ley 26.147 ambos
tuvieron la movilidad que debía contemplar el presupuesto
general.
Por ello, y de conformidad en lo pertinente, con lo dicE.
131. XLIV.
taminado por la señora Procuradora Fiscal, el Tribunal resuelve:
declarar parcialmente procedente el recurso extraordinario
deducido por la ANSeS y confirmar la sentencia apelada.
Notifíquese y devuélvase. CARMEN M. ARGIBAY.
ES COPIA
Recurso extraordinario interpuesto por la ANSeS, demandada en autos, representada
por el Dr. Diego Hernán Ruiz González, en calidad de apoderado.
Traslado contestado por Alberto José Elliff, actor en autos, por derecho propio.
Tribunal de origen: Sala II de la Cámara Federal de la Seguridad Social.
Tribunales que intervinieron con anterioridad: Juzgado Federal de la Seguridad
Social N1 6.

SENTENCIA INTERLOCUTORIA N° 74680 CAUSA N° 43648/2008 SALA II

En la ciudad de Buenos Aires, a los 4/08/2010 reunida la Sala Segunda de la Cámara


Federal de la Seguridad Social para dictar sentencia en estos autos: "MARQUEZ, ALFREDO
JORGE C/ ANSES S/INCIDENTE"; se procede a votar en el siguiente orden:

EL DOCTOR LUIS RENÉ HERRERO DIJO:

“La tutela cautelar que se confiere en


autos procura torcer la pertinaz negativa
del organismo previsional de cumplir en
su propio ámbito sentencias de marcada
trascendencia jurídica y social
pronunciadas por la Corte Suprema de
Justicia de la Nación que lo tuvieron como
única parte demandada.” (Párrafo 35° de
este voto)
“No se remedia el agravio actual a la
garantía de movilidad del art. 14 bis de la
Constitución Nacional. sustituyendo el
“salario de actividad” por el “salario
mínimo, vital y móvil” con miras a
establecer el 82% de la jubilación
mínima…” (Párrafo 47 de este voto)
Art. 8 de la ley 26425: “La totalidad de los
recursos [“id est”: Fondo de Garantía de
Sustentabilidad del Régimen Previsional
Público] únicamente podrán ser utilizados
para pagos de los beneficios del Sistema
Integrado Previsional Argentino.”

28
Art. 27 de la ley 24946: “Quedan
excluidas de las funciones del Ministerio
Público: la representación del Estado y/o
del Fisco en Juicio, así como el
asesoramiento permanente al Poder
Ejecutivo y el ejercicio de funciones
jurisdiccionales.”

Llegan las presentes actuaciones a conocimiento de este Tribunal en virtud del


recurso de apelación deducido por el actor a fs. 25/38 contra la resolución de fs. 21.
El recurrente –de 82 años de edad- inicia la presente acción a fin de que se
reconozca el derecho al reajuste de su haber previsional. Asimismo, con carácter previo
peticiona se le conceda una medida cautelar innovativa por la cual se ordene a la
demandada abonarle sus futuros haberes previsionales actualizados desde el 1° de enero
de 2002 por aplicación del Indice de Salarios, Nivel General, publicado por el Indec, hasta
tanto se dicte sentencia definitiva en la causa o bien se dicte una norma que recomponga
los haberes en la medida de tales parámetros en sintonía con lo resuelto por la Corte
Suprema de Justicia de la Nación en la causa “Badaro, Adolfo Valentín”.
La magistrada actuante – Dra. Adriana C. Cammarata- rechazó lo peticionado por
el accionante, por considerar que: “…la medida cautelar cuyo dictado se pretende,
implicaría la satisfacción de la pretensión deducida en autos” y rechazó la misma (v. fs.
21).
Agrega la sentenciante que: “…la jurisprudencia ha sostenido que no corresponde
dictar a título precautorio decisiones, cuyo objeto coincide total o parcialmente con el de
la demanda, excediendo lo previsto por el art. 230 del Código Procesal Civil, cuya
finalidad es meramente conservativa y tiende a asegurar la eficacia de la sentencia” (v.
fs. 21).
El actor en su memorial de expresión de agravios cuestiona el razonamiento de la
a-quo, pues sin analizar los presupuestos de la petición incoada, postula sin más su
rechazo con el simple argumento que existe identidad entre el objeto pretendido en la
demanda y el peticionado en la medida cautelar.
Sostiene que con fecha 6 de febrero de 2008 promovió un segundo reclamo de
reajustes de haberes ante el A.N.Se.S. el cual fue rechazado mediante resolución N°
0360/08, pese a que el derecho que invocaba en esa ocasión – afirma el actor- no sólo
era verosímil, sino también “certero” dado que el Máximo Tribunal de la Nación así lo
había declarado en la sentencia “Badaro, Adolfo Valentín”.
En cuanto al presupuesto del peligro en la demora para la procedencia de la
medida cautelar (“periculum in mora”), el recurrente alega que en la actualidad tiene 82
años de edad, por lo que “biológicamente no puede esperar la conclusión de otro juicio
ordinario por reajustes de haberes, si se tiene en cuenta que el proceso anterior que
promovió por la misma causa (aunque por un período diferente), tuvo una duración de
dieciséis años.”.
Según las constancias de autos, el actor obtuvo su beneficio jubilatorio N° 09-0-
9284363-0 al amparo de la Ley 18.037, luego de cumplir los requisitos de edad, años de
servicios y aportes que dicha normativa exigía.
Posteriormente interpuso un amparo por mora de la administración (Ley 19549,
art. 28), y frente a la negativa del organismo previsional se vio obligado a iniciar en la
justicia un reajuste de haberes con fecha 22 de Abril de 1993, dada la enorme
depreciación que había sufrido su haber jubilatorio con relación a los salarios de actividad,
el cual culminó mediante sentencia de la Corte Suprema de Justicia de la Nación de fecha
15 de Julio de 1997, que le aplicó por el período 1991 a 1995 la escueta movilidad
reconocida en el injusto fallo “Chocobar, Sixto Celestino.”
Frente al incumplimiento de la sentencia condenatoria por parte del ANSeS, el
señor Márquez se vio forzado a promover la ejecución pertinente, la cual aún se
encuentra en trámite (transcurridos más de diez años de la sentencia de la Corte
Suprema).
Ahora bien, esta segunda demanda por reajuste de haberes que el anciano actor
debió promover como consecuencia de una nueva depreciación de su haber jubilatorio
con relación a los salarios de actividad, constituye una clara y dramática evidencia del
inicuo y perverso sistema administrativo y judicial que los jubilados argentinos se ven
obligados a transitar si pretenden gozar -al menos por un breve período y hasta una
próxima y previsible devaluación de sus ingresos- de la garantía de movilidad que
consagra en forma expresa y permanente el artículo 14 bis de la Constitución Nacional.
Esta grave violación a los derechos humanos de los jubilados (y a las garantías del
debido proceso y defensa en juicio), motivó el eficaz remedio adoptado por esta Sala en

29
el precedente “Cirillo, Rafael c/ANSeS s/Reajustes varios” (Resolución de fecha 18 de abril
de 2008), consistente en prorrogar la pauta de movilidad fijada por el Alto Tribunal en el
fallo “Badaro, Adolfo Valentín”, más allá del mes de diciembre de 2006 –como éste lo
había dispuesto- hasta que el Congreso de la Nación sancionara la norma reglamentaria
requerida por el Tribunal Cimero (actual Ley 26417). En aquella ocasión, los tres jueces
de la Sala II señalaron al respecto lo siguiente: “Este criterio –por lo demás- compatibiliza
con el fin propugnado por la Corte Suprema de Justicia de reducir la litigiosidad –
especialmente en el fallo “Itzcovich, Mabel”- en una materia de hondo contenido social
(C.N. art. 75 inc. 23), pues impedirá que la parte actora promueva un nuevo y farragoso
juicio ordinario por reajuste de haberes cada vez que su haber provisional pierda poder
adquisitivo con relación a los salarios de los trabajadores activos.” (Esta sentencia –como
es sabido- fue revocada por motivos meramente procesales. Uno de estos motivos, por
ejemplo, fue que el actor había consentido la sentencia de primera instancia que le había
dispensado un grado de protección menor a sus derechos irrenunciables, que la tutela
que meses después la propia Corte Suprema confirió en la causa “Badaro, Adolfo
Valentín”, y que esta Sala aplicó sin más en la citada causa “Cirillo”).
Ahora bien, entrando al fondo de la cuestión aquí planteada, en un precedente
análogo al de autos (otorgamiento “provisorio” del “goce del derecho” alimentario por vía
cautelar, mientras continúa el proceso principal), esta Sala señaló con relación al falaz
argumento desestimatorio de la confusión de objetos entre la demanda y la petición
cautelar, lo siguiente: “De consuno con esta línea argumental –y fiel al axioma que
predica que el procedimiento debe operar en función del derecho y no el derecho en
función del procedimiento- va de suyo que no constituye un argumento serio para
rechazar la medida cautelar, que su despacho importa ´entrar de lleno en la cuestión de
fondo´, no sólo porque –como es sabido- en las medidas cautelares sólo se requiere para
su procedencia la ´verosimilitud´ y no la ´certeza´ del derecho, sino porque los
argumentos que esgrimen los actores al respecto son tan convincentes, la ley es tan clara
y la jurisprudencia tan pacífica, que se convierte en un ineludible imperativo de justicia
restituirle –bien que en forma precaria dada la etapa temprana en que se halla el
proceso- el goce y ejercicio provisorio del derecho disputado, hasta tanto se dicte la
sentencia definitiva sobre la cuestión de fondo (cf. C.P.C.C.N. art. 230), trasladando de
este modo sobre el Estado incumplidor los efectos perjudiciales de la demora del proceso
–normalmente a cargo del actor- dada la fuerte verosimilitud del obrar arbitrario de
aquel, y, básicamente, la naturaleza alimentaria que revisten las pretensiones esgrimidas
por los accionantes” -cf. C.N. art. 14 bis, 75 inc. 23; idem, “Camacho Acosta Máximo v.
Grafi Graf S.R.L. y otro”, La Ley 1995-E-652, E.D. 176-72, con nota de Augusto Mario
Morello: “La tutela anticipada en la Corte Suprema”- (v. C.F.S.S., Sala II: “Anchorena,
Tomás Joaquín y otros c/ANSeS s/recomposición de haber –Medida cautelar-“, resolución
de fecha 19 de abril de 1999; “Lound Angélica Raquel c/Instituto de Servicios Sociales
Para Jubilados y Pensionados s/Amparos y sumarísimos”, Sentencia del 03/12/2007;
“Lodato María Rosa c/ANSeS s/incidente”, Sentencia del 09/04/2008; “Peter, Adolfo
c/A.N.S.e.S. s/Medidas Cautelares, Sentencia del 08/02/2001; “Fernández, José Leónidas
c/A.N.S.e.S. s/Incidente”, Sentencia del 06/12/2001; “De La Cruz, Antonio Ramón
c/A.N.S.e.S. s/Jub. y Ret. por Invalidez”, Sentencia del 24/09/2003); Sala I: “Rodríguez,
Raúl Enrique c/A.N.S.e.S. s/Inc. de Medida Cautelar”, Sentencia del 11/02/1998, entre
otros).
En el leading case “Anchorena” los actores habían impugnado mediante una acción
de amparo la arbitraria conducta estatal consistente en omitir el restablecimiento íntegro
del porcentaje de movilidad contemplado en el régimen especial que los cobijaba, pese a
que el plazo de cinco años previsto en el art. 2 de la ley 24.019 que lo redujo
transitoriamente y “por excepción”, había vencido con creces.
El objeto de la pretensión de amparo en la citada causa, por lo mismo, consistía en
desbaratar la abusiva “vía de hecho” de la administración con miras a restablecer el pleno
goce y ejercicio de la garantía constitucional conculcada. Como se puntualizó más arriba,
no había dudas que el plazo legal se hallaba vencido, por lo que la restricción “sine die”
de los derechos alimentarios de los actores devenía a todas luces ilegal y arbitraria,
entrañando, por lo mismo, tal conducta: “… una flagrante y grosera violación al orden
jurídico establecido.” (v. Miguel Marienhoff, Tratado de derecho administrativo, Ed.
Abeledo-Perrot, 3ra. ed. actualizada, T. II, pág. 213).
La medida cautelar peticionada en “Anchorena”, en cambio, sólo procuraba
“asegurar” el goce y ejercicio efectivo y “provisorio” del derecho alimentario de los
accionantes hasta el dictado del pronunciamiento definitivo, no una declaración fondal de
certeza sobre el mismo (cometido exclusivo y excluyente de la sentencia que pone fin al
proceso), por lo que sin riesgo de incurrir en una evidente falacia y en un grave error
jurídico, jamás podría predicarse que existiera identidad de objetos entre una petición

30
cautelar “asegurativa” y una pretensión sustancial “declarativa” de derechos (C.P.C.C.N.
art. 163 apartado 6°).
En idéntico sentido ha puntualizado Jorge A. Kielmanovich lo siguiente: “Para
nosotros, la pretensión cautelar es también autónoma en el sentido de que ésta no se
confunde con la que constituye la pretensión objeto del proceso contencioso o con la
petición que constituye el objeto del proceso extracontencioso, tal como lo demuestra,
precisamente, su procedencia en o para causas extracontenciosas, en las que, como en el
proceso sucesorio, no media un conflicto intersubjetivo, sino que dichas medidas se
adoptan para individualizar y asegurar la conservación […] de todos los bienes que
componen el patrimonio del causante…” […] “… no concebimos a la pretensión o acción
cautelar como la misma acción o pretensión de fondo deducida en el proceso …” […]
“…desde que, una y otra pretensión no son jurídicamente idénticas, ya que difieren en la
causa y, cuanto menos, en la extensión de su objeto mediato…” […] “…En resumidas
cuentas – concluye este jurista- para nosotros la pretensión cautelar es distinta de la
pretensión o petición que se actúa en el proceso.” (Jorge L.Kielmanovich, J. A. 1999-IV-
1033 y sigs.).
Los juristas peruanos Juan Monroy Gálvez y Juan Monroy Palacios desbaratan la
remanida falacia de la confusión de objetos entre la medida cautelar y la demanda –con
estas convincentes palabras: “En nuestra opinión, los cuestionamientos que recibe la
forma de tutela cautelar coincidente se deben fundamentalmente a la percepción
equivocada de que ésta anticipa los efectos de la sentencia. Tal concepción es errada, en
tanto no debe olvidarse que toda medida cautelar es contingente, es decir, que si el
proceso concluye de manera desfavorable al peticionante de la medida cautelar, ésta lo
que produce es un perjuicio a quien la soportó y, por su lado, quien la obtuvo debe
retornar la situación jurídica o fáctica al estado anterior a la ejecución de la medida, e
inclusive reparar los daños que su pedido produjo si fuera el caso. La identidad que
pudiera existir entre los efectos de la medida cautelar coincidente y la sentencia del
proceso principal, no es de carácter jurídico. Lo que en realidad hace la cautelar
coincidente es establecer una coincidencia práctica entre lo que se ejecuta y los efectos
de lo pedido.” ( v.Juan Monroy Gálvez y Juan Monroy Palacios, Del mito del proceso
ordinario a la tutela diferenciada. Apuntes iniciales, publicado en el libro Sentencia
Anticipada, Director: Jorge W. Peyrano, Coordinador: Carlos A. Carbone, Ed. Rubinzal –
Culzoni, pág. 201).
En virtud de lo hasta aquí expuesto, no encuentro óbice alguno para acoger, al
menos en lo que al ajuste mensual inmediato de su haber se refiere por el período
pretendido, la petición cautelar formulada por el actor, en tanto en cuanto la misma
satisface con holgura los presupuestos procesales exigidos para su procedencia.
En efecto, con relación al presupuesto del “peligro en la demora” (“periculum in
mora”), es público y notorio el irrazonable tiempo que insume el proceso previsional y el
grave daño que esta demora le propina al derecho de naturaleza alimentario del actor que
por mandato constitucional debería preservar durante todo su transcurso. El Tribunal
Europeo de Derechos Humanos – en idéntico sentido - ha dictado una serie de
pronunciamientos sancionando a varios países signatarios del Convenio de Roma por no
emitir sus sentencias en un plazo razonable (p. ej., caso “Milasi”, del 25/06/1987; B.J.C.,
Tribunal Europeo de Derechos Humanos, 1988-90 pág. 1361; Boletín de Jurisprudencia
Constitucional).
También la Corte Suprema de Justicia de la Nación ha destacado que: “La defensa
en juicio incluye el derecho a obtener un pronunciamiento rápido, dentro de un plazo
razonable, pues la dilación injustificada podría implicar que los derechos pudiesen quedar
indefinidamente sin su debida aplicación en grave perjuicio de quienes lo invocan”
(C.S.J.N., “Enderle, José C. c/ANSeS”, sentencia del 14 de junio de 2001, publ. en J.A.
2002-II-4).
Ahora bien, si la irrazonable demora en el dictado de la sentencia definitiva
representa un agravio irreparable al derecho de defensa en juicio en general, no existe
duda que dicho menoscabo se magnifica y alcanza su máxima expresión, cuando afecta
pretensiones de naturaleza alimentaria, en cuyo supuesto el “periculum in mora” se
presume en virtud del principio “venter non patitur dilationem” que autoriza al juez a
despachar sin más trámite la providencia cautelar asegurativa del derecho sustancial
alimentario en riesgo de sufrir un daño irreparable (C.P.C.C.N. art. 195, 2do. Párrafo; cf.
Piero Calamandrei, Introducción al Estudio Sistemático de las Providencias Cautelares,
Prólogo de Eduardo J. Couture, Editorial Bibliográfica Argentina, Buenos Aires, 1945, pág.
45).
Piero Calamandrei –indiscutido pionero y artífice de la tutela anticipatoria por vía
cautelar- ha vaticinado hace más de sesenta años lo que de hogaño representa una
tangible realidad a través de las providencias anticipatorias y autosatisfactivas, a saber:

31
“Se puede, ante todo, imaginar que, mientras pende o está por iniciarse el juicio ordinario
de cognición sobre una acción de condena dirigida al pago de una suma de dinero todavía
no liquidada, el estado de necesidad urgente en que se encuentra el acreedor (porque se
trata, supongamos de un crédito de naturaleza alimentaria, frente al cual tiene aplicación
el principio “venter non patitur dilationem”), aconseje al juez a reservar de decidir
definitivamente, mediante cognición a fondo, la existencia y el monto del crédito (“an
debeatur” y “quantum debeatur”), ordenar mientras tanto al demandado, para evitar el
peligro de que el actor sucumba en la demora del juicio, el pago inmediato y provisorio de
un anticipo, establecido en la medida que, mediante el cálculo de verosimilitud, se pueda
prever inferior a la mayor suma que probablemente resultará debida en el juicio
definitivo. En tal caso –continúa el eminente jurista florentino- la “previsional” asume
indudablemente todos los caracteres de una verdadera providencia cautelar: se pronuncia
en vía de urgencia, para evitar los daños que derivarían del retardo de la providencia
principal, y en la hipótesis, basada sobre cognición sumaria, de que esta providencia se
pronunciará en sentido favorable al actor.” (cf. Piero Calamandrei, ob. cit. pág. 105).
La impecable lógica que exhibe el siguiente razonamiento del célebre procesalista
peninsular, por lo demás, disipa cualquier halo de duda que pudiera empañar la
procedencia de la decisión jurisdiccional anticipatoria en estos supuestos de excepción, y
echa suficiente luz sobre sus irrebatibles fundamentos jurídicos, a saber:
“Indudablemente puede haber casos en los cuales, entre el daño que podría sufrir el
titulado acreedor constreñido a no obtener la satisfacción del crédito hasta el
pronunciamiento de la providencia definitiva, y el que podría sufrir el pretendido deudor
constreñido a pagar antes de que exista contra él la declaración de certeza de la
subsistencia del crédito, el primero se presente a priori como de mayor consideración que
el segundo, hasta el extremo de aconsejar una medida cautelar que dé inmediata
satisfacción a una parte de la demanda del actor, cuando todavía pende la cognición
ordinaria sobre la totalidad de la demanda, y, por lo tanto, sobre la parte de la misma
que provisoriamente acoge la medida previsional.” (op. cit. pág. 106).
En total sintonía con lo arriba expresado, el ministro Ricardo L. Lorenzetti señaló
en la sentencia “Itzcovich, Mabel c/ANSeS” (Sentencia del 29 de marzo de 2005), lo
siguiente: “La calificación constitucional de los ancianos como un grupo particularmente
vulnerable, incorpora una regla hermenéutica que no se compadece con la introducción
de diferencias que, lejos de protegerlos, desmejoran su posición jurídica.” (Considerando
11°) […] “Que en particular, el procedimiento previsional se vincula con personas que,
por lo general, han concluido su vida laboral y, en la mayoría de los casos han supeditado
su sustento a la efectiva percepción de los haberes que les corresponden por mandato
constitucional. En consecuencia, el fin protector de las prestaciones debe ser coherente
con una tutela procesal adecuada encaminada a la protección efectiva que todo derecho
merece, atenuada en este supuesto en razón de las particularidades de la edad
avanzada.” (Considerando 12°) […] “Estos principios son recibidos en la Constitución
Nacional, al establecer la regla de la igualdad (art. 16) y justificar la distribución
diferenciada a través de medidas de acción positiva destinadas a garantizar la igualdad
real de oportunidades y el pleno goce de los derechos reconocidos por la Carta Magna y
los tratados internacionales vigentes sobre derechos humanos, en particular respecto de
los niños, las mujeres, los ancianos y las personas con discapacidad (art. 75 inc. 23,
párrafo 1)” (Considerando 11°).
Con relación al segundo presupuesto que es menester acreditar para la
procedencia de la medida cautelar impetrada por el actor –“verosimilitud del derecho” o
“fumu boni iuris”- no existe duda que el mismo se halla plenamente satisfecho en autos a
través de las sentencias pronunciadas por la Corte Suprema de Justicia de la Nación en la
causa “Badaro, Adolfo Valentín c/ANSeS”, con fecha 8 de agosto de 2006 y 26 de
noviembre de 2007, respectivamente, en las que funda la demanda el accionante.
En la primer sentencia referida, el Alto Tribunal señaló lo siguiente: “… la ausencia
de aumentos en los haberes del demandante no aparece como el fruto de un sistema
válido de movilidad, pues la finalidad de la garantía constitucional en juego es acompañar
a las prestaciones en el transcurso del tiempo para reforzarlas a medida que decaiga su
valor con relación a los salarios de actividad (Fallos: 307:2366). Se sigue de ello que la
falta de corrección en una medida que guarde relación con el deterioro sufrido, como
acontece en autos, configura un apartamiento del mandato del art. 14 bis de la
Constitución Nacional.” (Considerando 13º).
Y seguidamente aclaró que: “… la movilidad no es un reajuste por inflación, como
pretende el actor, sino que es una previsión con profundo contenido social referente a la
índole sustitutiva de la prestación jubilatoria, para la cual es menester que su cuantía,
que puede ser establecida de modo diferente según las épocas, mantenga una proporción
razonable con los ingresos de los trabajadores (Fallos: 293:551; 295:674; 297:146;

32
300:616; 304:180; 305:611, 770, 953; 308:1848 y 310:2212).” (Considerando 14º). A
tales efectos exhortó al Poder Ejecutivo Nacional y al Congreso de la Nación a que en un
“plazo razonable” adopten las medidas a las que se alude en los considerandos
precedentes.
Como las respuestas de los poderes exhortados no satisficieron al Alto Tribunal de
la Nación (Decreto 1346/07 y Ley 26.198, art. 45) [La Corte señaló al respecto que:
“…aunque los aumentos fijados evidencian una favorable relación con las correcciones
salariales producidas durante el corriente año, no pueden ser interpretados como que
responden al cumplimiento del deber impuesto por la sentencia del Tribunal, que puso el
acento en el deterioro de las prestaciones jubilatorias durante los años 2002 a 2006…”: v.
Considerando 22º], declaró sin más la inconstitucionalidad del art. 7 inc. 2 de la ley
24.463, dispuso que la prestación del actor se ajuste, a partir del 1º de enero de 2002 y
hasta el 31 de diciembre de 2006, según las variaciones anuales del índice de salarios,
nivel general, elaborado por el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos y ordenó a la
ANSeS que abone el nuevo haber y las retroactividades que surjan de la liquidación, en el
plazo previsto por el art. 2 de la ley 26.153, con más los intereses a la tasa pasiva según
el precedente Fallos: 327:3721 (“Spitale”).
Esta concluyente doctrina del Tribunal Cimero sobrepuja con holgura la exigua
exigencia de “verosimilitud” para el despacho favorable de la medida cautelar solicitada,
si, como bien señala Lino E. Palacio, sólo resulta suficiente para ello: “… la comprobación
de la apariencia o verosimilitud del derecho invocado por el actor, en forma tal que, de
conformidad con un cálculo de probabilidades, sea factible prever que en el proceso
principal se declarará la certeza de ese derecho.” (v. Derecho Procesal, Ed. Abeledo
Perrot, T. VIII pág. 32).
Qué duda puede caber sobre el resultado probable del juicio por reajuste de
haberes iniciado por el demandante –a estar al aludido “cálculo de probabilidades” del
que hablan Lino E. Palacio y Piero Calamandrei- cuando la propia Corte Suprema de
Justicia de la Nación ha puntualizado lo siguiente en torno a los efectos jurídicos e
institucionales de sus sentencias:“Este Tribunal ha señalado reiteradamente el deber que
tienen las instancias ordinarias de conformar sus decisiones a las sentencias de la Corte
dictadas en casos similares (Fallos: 307:1094; 312:2007; 316:221; 318:2060; 319:699;
321:2294), que se sustenta tanto en su carácter de intérprete supremo de la Constitución
Nacional y de las leyes dictadas en su consecuencia, como en razones de economía
procesal que hacen conveniente evitar todo dispendio de actividad jurisdiccional (Fallos:
25:364; 212:51 y 160; 256:208; 303:1769; 311:1644 y 2004; 318: 2103; 320: 1660;
321:3201 y sus citas)”. Y también que : “La interpretación de la Constitución Nacional por
parte de la Corte Suprema, tiene autoridad definitiva para toda la República. Ello impone
el reconocimiento de la superior autoridad de que está institucionalmente investida.”
(Fallos 212:51; 245:28)
El despacho favorable de la medida cautelar solicitada por el actor, por lo demás,
no sólo se funda –como quedó dicho recién- en el estricto cumplimiento de los
presupuestos procesales aludidos, sino que también entraña una respuesta lógica y
honesta de la justicia comprometida con la “ética de los vulnerables” –según la
significativa expresión del ministro Ricardo L. Lorenzetti- a la grave situación de colapso
que aflige al fuero federal de la seguridad social en todas sus instancias, como derivación
del pertinaz incumplimiento por parte de la Administración Nacional de la Seguridad
Social (A.N.S.E.S.), de la actualización de los haberes de los jubilados por el período 2002
a 2006, ordenada por el Alto Tribunal de la Nación en la causa “Badaro, Adolfo Valentín
c/A.N.S.E.S. (sentencia del 26 de noviembre de 2007; v. C.N. art. 75 inc. 23), que este
organismo no puede desconocer –sin incurrir en las graves inconductas que reprocha el
art. 45 del C.P.C.C.N.- en su calidad de única parte demandada en todos los juicios
previsionales (v. Claudio D. Gómez, “Las medidas cautelares innovativas y la tutela
judicial efectiva: a propósito del fallo “Capa”, La Ley del 18 de noviembre de 2009, pág.
9; “idem”: Adolfo A. Rivas, “El caso “Capa” y las nuevas fronteras del derecho procesal”,
suplemento Doctrina Judicial, Ed. La Ley, 16 de diciembre de 2009, pág. 3548; Graciela
E. Cipolletta, “La batalla entre la norma jurídica, la realidad y la justicia”, La Ley del 17 de
mayo de 2010, pág. 8).
Ahora bien, según las constancias de autos, el actor percibió a diciembre de 2006
un haber de $4.888,72 (v. fs. 84), con lo cual queda comprendido en la doctrina “Badaro,
Adolfo Valentín”, tanto por la cuantía del monto percibido, como también por el período
devengado que el Alto Tribunal de la Nación estableció en esta sentencia (v. fs. 45). El
monto de su jubilación no debe incidir para privarlo del goce efectivo –aunque provisorio,
dada la naturaleza cautelar de la protección- de una garantía constitucional que la Ley
Suprema consagra para todos los beneficiarios por igual, sin discriminación alguna, y que
la Corte Suprema cuantificó con meridiana claridad por el período reclamado en la

33
demanda.
La justicia a la que aspira el mandato preambular de la Constitución Nacional, por
lo demás, no debe desamparar a quienes con su esfuerzo personal alcanzaron un
estándar de vida superior al común, efectuaron mayores aportes al sistema previsional y
de esta forma también han contribuido al desarrollo de la economía nacional. La Corte
Suprema de Justicia de la Nación ha señalado en este sentido lo siguiente: “La política de
otorgar incrementos sólo a los haberes más bajos trae como consecuencia el
achatamiento de la escala de prestaciones y provoca que quienes contribuyan al sistema
en forma proporcional a sus mayores ingresos se acerquen cada vez más al beneficio
mínimo, poniendo en igualdad de condiciones a los que han efectuado aportes diferentes
y quitándoles el derecho a cobrar de acuerdo con su esfuerzo contributivo.” (C.S.J.N.,
“Badaro, Adolfo Valentín c/ANSeS s/Reajustes varios”, sentencia del 8 de agosto de 2006,
considerando 12°).
La tutela cautelar que se confiere en autos procura torcer la pertinaz negativa del
organismo previsional de cumplir en su propio ámbito sentencias de marcada
trascendencia jurídica y social pronunciadas por la Corte Suprema de Justicia de la
Nación, que lo tuvieron como única parte demandada –como se señaló más arriba- y que
si bien dichas sentencias se referían a litigantes concretos y determinados, la cuestión
que resolvían alcanzaba a un sector numeroso de beneficiarios del sistema previsional
público, potenciales demandantes contra el organismo de gestión por la misma causa (v.
entre otras, CSJN: “Gemelli, Esther Noemí c/ANSeS s/reajuste por movilidad”, Fallos:
328:2829; “idem”: “Massani de Sese, Zulema Micaela c/ANSeS s/reajustes varios”,
Fallos: 328:4044; “Siri, Ricardo Juan c/ANSeS s/reajustes varios”, Fallos: 328:3045;
“Blanco de Mazzina, Blanca Lidia c/ANSeS s/inconstitucionalidades varias”, Fallos:
331:232; “Sánchez, María del Carmen c/ANSeS s/reajustes varios”, Fallos: 328:2833,
etc.).
El sentido común, la buena fe procesal y la preservación del gasto público frente a
una litigiosidad artificial, onerosa para el Estado y socialmente nociva, exigían en todos
estos supuestos una conducta asaz diferente por parte del organismo previsional, a la luz
de los principios republicanos y del respeto “a outrence” del dogma de la división de
poderes, a los que debería subordinarse plenamente en el cumplimiento de la
trascendente función administrativa que desarrolla como policía de la seguridad social.
Si el órgano previsional, mediante la Circular interna N° 25/08, de fecha 7 de
mayo de 2008, dispuso aplicar en su propio ámbito la sentencia “Arrúes, Abraham David
Segismundo c/ANSeS s/acción declarativa –medida cautelar-“ (Fallos 329:2146) –se
presume que esto se debió al carácter limitativo que entrañaba esta doctrina de la Corte
Suprema para las pretensiones previsionales de los beneficiarios alcanzados por ellacon
estas elocuentes y sensatas palabras: “… se estima que corresponde aplicar
administrativamente dicho precedente …. a fin de evitar innecesaria litigiosidad, atento el
criterio expuesto por la Corte en el caso “Arrúes”…”, no tiene explicación posible –sino
más bien todo lo contrario- que el ente de gestión no haya procedido del mismo modo
con la sentencia “Badaro, Adolfo Valentín”, y otras de análoga trascendencia social,
porque –a diferencia del caso “Arrúes”- se trataban de fallos beneficiosos para los
jubilados y pensionados argentinos.
Hay dos cuestiones que por su trascendencia institucional no pueden soslayarse
por la directa incidencia que ejercen sobre la irrazonable litigiosidad actual, y cuya
tratamiento –aunque sucinto - nos permitirá descubrir el profundo abismo que existe
entre la garantía de movilidad que consagra la Constitución Nacional y las actuales
jubilaciones que percibe la inmensa mayoría de los jubilados y pensionados argentinos.
En efecto, una de estas cuestiones es que los jubilados se ven obligados a litigar
por dos razones fundamentales: la primera de ellas –como se acaba de señalar reciéntiene
que ver con la pertinaz negativa de ANSeS de aplicar en su propio ámbito la
doctrina del Alto Tribunal de la Nación, sentada en importantes sentencias de incidencia
colectiva que la tuvieron como única parte demandada (y condenada). La segunda de
estas razones, a su vez, provienen de algunas desacertadas decisiones judiciales que en
lugar de desalentar la litigiosidad la estimulan enormemente, como sería el caso –según
mi punto de vista- de los fallos del Alto Tribunal “Sánchez, María del Carmen” y “Badaro,
Adolfo Valentín”, que establecieron límites temporales en el goce efectivo de la garantía
constitucional de movilidad, obligando a los jubilados que obtuvieron sentencia favorable
en estos supuestos, a promover un nuevo juicio cada vez que su haber sufriera otro
deterioro en su poder adquisitivo (el fallo “Sanchez”, por ejemplo, sólo reconoció la
movilidad del haber del actor hasta el 30 de marzo de 1995 [pese a que se pronunció el
17 de mayo de 2005, es decir, cuando ya había pasado la enorme crisis económica de los
años 2001y 2002], en tanto que la sentencia “Badaro” sólo admitió la movilidad de la
prestación del accionante desde el 1° de enero de 2002 hasta el 31 de diciembre de

34
2006). Cabría preguntarse en estos casos: ¿Una sentencia puede imponer plazos o topes
al goce efectivo de una garantía constitucional, cualquiera fuera el motivo que se invocara
para ello?
La misma objeción cabría oponer al fallo de la Sala III de esta Cámara, que revocó
la sentencia del juez Alberto Ize en el proceso de amparo que promovió el Defensor del
Pueblo de la Nación (C.N. arts. 86 y 43), en procura de que ANSeS aplicara la doctrina
“Badaro” a todos los jubilados y pensionados alcanzados por ella (Sentencia N° 104.322
del 4 de febrero de 2009). También sería razonable colegir que cada jubilado que
integraba el colectivo representado por el Defensor del Pueblo se convertiría –como
derivación de este fallo revocatorio- en un potencial demandante contra el organismo
previsional, inundando de expedientes por reajuste de haberes el atestado fuero de la
seguridad social.
En la sentencia de la Sala II de la Cámara Federal de la Seguridad Social citada
por el juez Nestor Fasciolo en su voto, se reconoció por mayoría la legitimación procesal
de este órgano extrapoder (Sentencia del 10/09/2002), se declaró la inconstitucionalidad
del art. 10 de la ley 25.453, y se dispuso el cese inmediato del descuento del 13 % a los
jubilados y su devolución en efectivo. El Poder Ejecutivo Nacional cumplió de inmediato –
aunque parcialmente- dicha sentencia mediante el decreto 1819/2002 (B.O. 13/09/2002),
es decir, ordenó cancelar la quita del 13 % y la devolución de lo descontado en títulos de
deuda pública.
Corresponde en este lugar formular una breve digresión impuesta por el deber de
probidad que me cabe en este voto con respecto a la disidencia del colega Emilio L.
Fernández en aquella sentencia. Destaco, en primer término, la erudición y profundidad –
que no es dable percibir en los precedentes citados- con que abordó la espinosa “vexata
quaestio” de la legitimación del Defensor del Pueblo de la Nación (a la luz de la doctrina
del Alto Tribunal vigente en ese momento), atributos que luego reprodujo en un artículo
de doctrina de no menor enjundia y extensión (v. “El Defensor del Pueblo de la Nación
está impedido de plantear la inconstitucionalidad de una ley”, publicado en Lexis Nexis –
Jurisprudencia Argentina- del 2 de junio de 2004). En segundo lugar, subrayo que la
postura crítica que mantuvo en ambas ocasiones el doctor Fernández fue anterior al
cambio de doctrina de la Corte Suprema de Justicia –en su actual integración- con
relación al precedente “Frías Molina”, y específicamente al alcance de la legitimación del
Defensor del Pueblo de la Nación y al concepto de “derechos de incidencia colectiva en
general” (v. “Defensor del Pueblo de la Nación c/E.N. –P.E.N.- M.E.- dto. 1738/92 y otro
s/proceso de conocimiento” -Sentencia de fecha 24 de mayo de 2005-, y “Halabi, Ernesto
c/P.E.N. –Ley 25.873 – dto 1563/04 s/amparo Ley 16.986” -sentencia de fecha 24 de
febrero de 2009-). Y por último, enfatizo también que al tiempo de pronunciarse la
sentencia de la Sala II, el fuero de la seguridad social no se hallaba colapsado y los
índices de litigiosidad eran sustancialmente inferiores a los de estos últimos dos años.
Pues bien, y retomando el hilo del discurso, considero oportuno señalar que pese
a que este decisorio fue cumplido por el Estado a los tres días de pununciado mediante el
aludido decreto, la Corte Suprema de Justicia la revocó con fecha 11 de noviembre de
2003 con fundamento en la cuestionable doctrina “Frias Molina, Nélida Nieves”, sentada
durante la anterior integración del Tribunal Cimero (sentencia del 21 de marzo de 1995).
Dado que el Poder Ejecutivo canceló la deuda en títulos públicos y no en efectivo –
como quedó dicho recién- el Defensor del Pueblo promovió un segundo amparo contra el
decreto 1819/2002 en la parte que así lo disponía. La Sala II –por la misma mayoría que
en la sentencia anterior- lo declaró procedente, hizo lugar a la inconstitucionalidad parcial
del reglamento aludido y ratificó el desembolso íntegro de la condena en moneda de
curso legal. La Corte Suprema de Justica –a diferencia de lo que había decidido en el
precedente anterior- declaró abstracto el recurso ordinario interpuesto por el Estado
mediante sentencia de fecha 30 de setiembre de 2008, toda vez que la administración
había cumplido in totum el fallo impugnado (restitución en efectivo de lo adeudado), a
través de las decisiones administrativas 8/03, 521/04 y Resolución de la ANSeS N°201/05
(Considerando 3°).
La segunda cuestión que alimenta la irrazonable litigiosidad actual (a la primera la
veíamos encarnada recién en el incumplimiento del organismo de importantes sentencias
de la Corte Suprema y en algunos desacertados criterios de la justicia), lo constituye el
inicuo achatamiento de la escala de prestaciones que denunció al Alto Tribunal de la
Nación en la sentencia “Badaro, Adolfo Valentín”, de fecha 8 de agosto de 2006 (v.
Considerando N° 12), el cual trajo aparejado que el 73,3 % de los jubilados y
pensionados argentinos perciban en la actualidad la jubilación mínima (que en marzo de
2010 será de $895: 3,8 millones de personas). No hay duda que esta patente inequidad
en la escala prestacional de los jubilados representa un poderoso estímulo para la
litigiosidad previsional.

35
Este altísimo porcentaje de beneficiarios excluidos de la citada garantía
constitucional –aunque hayan obtenido incrementos superiores al 300% durante la última
década- no goza de la garantía de movilidad que consagra el art. 14 bis de la Constitución
Nacional, si tenemos en cuenta que “… la finalidad de la garantía constitucional en juego
es acompañar a las prestaciones en el transcurso del tiempo para reforzarla a medida que
decaiga su valor con relación a los salarios de actividad (CSJN, “Badaro, Adolfo Valentín”,
sentencia del 8 de agosto de 2006, considerando N° 13; “ibidem”: Fallos 307:2366) [de
suerte que] … la falta de corrección en una medida que guarde relación con el deterioro
sufrido, como acontece en autos, configura un apartamiento del mandato del art. 14 bis
de la Constitución Nacional.” (v. Considerando N° 13).
Ahora bien, no se remedia el agravio actual a la garantía de movilidad del art. 14
bis de la Constitución Nacional sustituyendo el “salario de actividad” por el “salario
mínimo, vital y móvil” con miras a establecer el 82% de la jubilación mínima (como se
propone en algunos proyectos de ley que cuentan con estado parlamentario), pues este
proceder –más allá de representar una mejora para un amplio sector de la sociedad- no
sólo entraña soslayar el principio cardinal en el cual se asienta la mentada garantía (a la
luz de la hermenéutica del Alto Tribunal de la Nación), sino también implica desplazar o
sustituir el meollo de la más grave cuestión previsional (cual es la vigencia irrestricta del
aludido principio de proporcionalidad), hacia otra cuestión problemática menor, cuya
eventual solución (como lo sería la determinación de la jubilación mínima en la proporción
aludida), no corregiría –empero- el grave daño que genera a los destinatarios de la citada
garantía la dispendiosa utilización de los fondos del sistema previsional ni, tanto menos,
impondría la necesidad perentoria de su reforma estructural, que la sociedad argentina
está reclamando desde hace décadas (exigencia que sí se plantearía si las miras
estuvieran puestas en el goce universal y efectivo de la garantía de movilidad,
interpretada al cobijo del axiomático principio).
Repárese que el actual haber previsional mínimo al tiempo de la redacción de este
voto; ($895) representa apenas el 59% del salario mínimo vital y móvil (que es de
$1500; suma que –por otra parte- ningún trabajador activo percibe en la actualidad, pues
según informa el Ministerio de Economía de la Nación, el promedio de las remuneraciones
declaradas al sistema correspondiente al tercer trimestre de 2009 fue de $3233, y de
$1774 el promedio más bajo de la escala -trabajadores agrícolas, ganaderos, de caza y
silvicultura-), y dicho haber mínimo, por lo demás, también se halla muy alejado de los
salarios de actividad (según estudios privados [informe de SEL Consultores] el haber
medio previsional representó en 2003 el 37,8 % del promedio de la remuneración en
blanco, mientras que en 2009 esa proporción cayó al 30%). A esta correlación entre los
salarios de los trabajadores activos y los haberes previsionales – como lo hemos
señalado- la Corte Suprema siempre siempre la tuvo en cuenta a la hora de aquilatar en
cada caso la vigencia del susodicho principio constitucional de proporcionalidad (v.
Considerando N° 14 del fallo “Badaro” recién citado).
Sólo esta ecuación -y no la primera- sería la que debiera importar a los jueces a la
hora de ejercer el control de constitucionalidad sobre el cuantum de un haber previsional,
a la luz de lo señalado por el Tribunal Cimero en la causa “Sánchez, María del Carmen
c/ANSeS s/reajustes varios”, con estas palabras: “Los derechos a una retribución justa y
a un salario mínimo vital y móvil –dirigidos a garantizar alimentación y vivienda,
educación, asistencia sanitaria y, en definitiva, una vida digna- encuentran su correlato
en las jubilaciones y pensiones móviles que deben ser garantizadas a los trabajadores
cuando entran en pasividad.” (v. considerando 5°).
Consectario, el pago provisorio que se ordena a través de la presente medida
cautelar se aviene no sólo con la citada hermenéutica constitucional, sino también –y muy
especialmente- con lo prescripto en el art. 8 de la ley 26425, que reza: “La totalidad de
los recursos únicamente podrán ser utilizados para pagos de los beneficios del Sistema
Integrado Previsional Público.”, eminente directiva que el Código Procesal Civil y
Comercial de la Nación también tiene muy en cuenta cuando en su art. 195 dispone que
“los jueces no podrán decretar ninguna medida cautelar que distraiga de su destino los
recursos propios del Estado”, (Norma de orden público que la providencia cautelar que se
ordena en autos procura cumplir escrupulosamente, a diferencia de las resoluciones
infundadas que la deniegan. Ver: Ada Pellegrini Grinover, “El control de políticas públicas
por el Poder Judicial”, publicado en Revista de Derecho Procesal -Número extraordinario
conmemorativo del Bicentenario- El Derecho Procesal en vísperas del Bicentenario, Ed.
Rubinzal - Culzoni, página 319/347).
Tampoco debe perderse de vista –a mayor abundamiento- que mediante esta
medida cautelar se pretende restablecer en su integridad –aunque de modo provisorio,
dada la naturaleza cautelar de la tutela que se dispensa- el goce efectivo de la garantía
constitucional de movilidad que consagra el art.14 bis de la Constitución Nacional por el

36
período 2002 a 2006 , en orden a lo cual el Alto Tribunal de la Nación estableció la
siguiente doctrina en su eminente rol de tribunal de garantías y último intérprete de la
Constitución Nacional: “Basta la comprobación inmediata de que una garantía
constitucional se halla restringida sin orden de autoridad competente y sin expresión de
causa que justifique la restricción, para que aquélla sea restablecida por los jueces en su
integridad, aún en ausencia de ley que la reglamente. Las garantías individuales existen
y protegen a los individuos por el sólo hecho de estar consagradas en la constitución, e
independientemente de las leyes reglamentarias” (v.”Siri, Ángel”, Fallos 239:459).
Sentado lo anterior, el último extremo que resta analizar es el vinculado al
presupuesto de la contracautela, también requerido por la ley ritual para la procedencia
de la medida solicitada.
En torno a este requisito, el actor ofrece caución juratoria en los términos del art.
199 del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación.
Si bien el Alto Tribunal de la Nación ha expresado que la contracautela “debe ser,
en principio, y salvo supuestos excepcionales, de carácter real o personal y no
simplemente juratoria, con la finalidad de garantizar debidamente los eventuales
derechos de aquél contra quien se traba la medida” (cfr. C.S.J.N., “Distribuidora Química
S.A. c/Subsecretaría de Puertos y Vías Navegables, sentencia del 19 de mayo de 1997),
lo cierto es que en el sub examine no encuentro óbice para admitir la procedencia de la
caución ofrecida por la actora, en función de la fuerte verosimilitud del derecho invocado
en la demanda (cf. Lino E. Palacio, Derecho Procesal Civil, T. VIII, Procesos cautelares y
voluntarios, Ed. Abeledo Perrot, imp. 1985, pág. 39 y abundante jurisprudencia citada en
la nota nº 56).
Por otra parte, esta Sala ha señalado en un precedente análogo al de autos lo
siguiente: “La naturaleza alimentaria de la pretensión objeto del proceso constituye el
ápice sobre el cual confluyen los componentes de la reflexión jurídica en el presente caso,
como también el criterio hermenéutico que debe aplicarse, en orden al cual –y a partir de
la señalada prosapia alimentaria de la materia en disputa- deviene razonable y oportuno
sustentar la solución en el principio tutelar contenido en el art. 376 del Código Civil sobre
el crédito por alimentos (exención de contracautela, fianza o caución y efecto devolutivo
del recurso de apelación interpuesto contra la resolución que ordenara el pago de los
alimentos provisorios), con sujeción al cual la doctrina ha coincidido en que las sumas
efectivamente percibidas en concepto de alimentos provisorios serán irrepetibles, salvo en
supuestos de dolo comprobado.” (v. Jorge Joaquín Llambías, Código Civil Anotado,
Doctrina-Jurisprudencia, Ed. Abeledo Perrot, T. I, pág. 1.112, parágrafo 3º) (v. C.F.S.S.,
Sala II, “Peter Adolfo c/ANSeS s/medidas cautelares”, resolución interlocutoria del 8 de
febrero de 2001, entre otras).
La señora jueza a-quo deberá continuar con el trámite de las presentes
actuaciones por separado, en los términos del art. 197, último párrafo, del Código
Procesal Civil y Comercial de la Nación, y ordenar la expedición de copias certificadas del
expediente administrativo y agregarlas al principal, en procura de que el expediente
administrativo original sea utilizado para el cumplimiento de la medida cautelar en el
plazo judicial establecido en esta resolución.
La trascendencia Jurídica y Social que reviste el presente caso, por lo demás,
impone la necesidad de garantizar su cumplimiento efectivo (que es sencillo y rápido con
el auxilio de programas informáticos específicos a disposición de todo el mundo, y por
tratarse de una simple operación matemática consistente en aplicar el porcentaje de
incremento establecido por la Corte Suprema en “Badaro” sobre el actual haber
previsional del actor), no sólo mediante la imposición de astreintes, en los términos de los
arts. 666 bis del Código Civil y 37 del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación, sino
también encomendando a la señora jueza a cargo del Juzgado Federal de la Seguridad
Social N° 8, Dra. Adriana Cammarata, la notificación y traba de la presente medida
cautelar en la persona del señor Director Ejecutivo de la Administración Nacional de la
Seguridad Social –por intermedio del secretario de juzgado que corresponda- bajo
apercibimiento de dar intervención a la justicia penal para que investigue la eventual
comisión de un delito de acción pública , en el supuesto que no se la cumpliera en el
plazo judicial establecido (“ibidem” C.S.J.N., in re “Sosa, Eduardo Emilio c/Provincia de
Santa Cruz”, sentencia del 20 de octubre de 2009).
En cuanto a la eventual sanción en concepto de astreintes en caso de
incumplimiento, la misma deberá ser impuesta al señor Director Ejecutivo de ANSeS (y
no al organismo previsional demandado), como responsable de la decisión administrativa
que se procura a través de esta medida cautelar, y en orden a que innumerables
condenas pecuniarias, compulsivas y progresivas aplicadas en este fuero al organismo
con anterioridad, a la postre sólo generaron deudas enormes que la sociedad debió
solventar como consecuencia de la irresponsabilidad y total pasividad de los funcionarios

37
encargados de cumplir en término con el mandato judicial respectivo.
Se estima irremplazable este modo de compulsión personal si se procura evitar la
proliferación de incidentes, impugnaciones y/o apelaciones (lo que probablemente
agravaría el colapso de este fuero, como lo vaticina la Sala III en el reciente fallo
“Bolaño, Armando c/ANSeS s/reajustes varios”, resolución de fecha 17 de marzo de
2010), que es previsible que suceda si el sancionado en concepto de astreintes fuera el
organismo previsional y no su Director Ejecutivo.
El jurista Marcelo J. López Mesa reflexiona sobre el particular de la siguiente
manera: “En caso de poder el juez o tribunal individualizar al responsable directo del
cumplimiento de la obligación contenida en una sentencia, y cuando de su sola voluntad o
de la de subalternos suyos dependiere la ejecución de los actos materiales o jurídicos de
cumplimiento, nos parece ponderable éste último criterio [esto es, imposición de
astreintes en cabeza de un funcionario y no de un organismo estatal, en línea con lo
postulado –según este autor- por la profesora Aída Kemelmajer de Carlucci] en el
entendimiento de que la mejor conminación es la que se ejerce subjetivamente sobre la
voluntad de un sujeto individual, afectando lo que éste siente como valioso. La
generalización de la carga de las astreintes, cargándolas sobre el Estado, hace que se
desdibuje la compulsión al cumplimiento, sirviendo las astreintes antes que para forzar
esté último, para generar lucros a favor de los particulares, que de este modo hasta
llegan a veces a perder el interés en el cumplimiento “in natura” de la prestación que le
es debida, prefiriendo continuar percibiendo astreintes “ad infinitum”. Ello constituye –
concluye Marcelo J. López Mesa- un abuso que no puede tolerarse, pues perjudica en
definitiva al pueblo en su conjunto.” (v. “La ejecución de sentencias contra el Estado y las
astreintes -¿Son realmente efectivas las astreintes para compeler al Estado a cumplir las
sentencias dictadas en su contra?”, La Ley 1999-III pág. 1126; “ibidem”: Juzgado Federal
de Quilmes, in re: “Mendoza, Beatriz Silvia y ots. c/Estado Nacional y ots.”, resolución de
fecha 27 de octubre de 2009, publicado en La Ley 2009-F, 411, con nota de Alejandro
Drucaroff Aguiar).
Debe pararse mientes –por lo demás- que la Corte Suprema de Justicia de la
Nación ha señalado desde antiguo que “la jurisdicción para conocer en el pleito, importa
lo conducente a hacer cumplir las decisiones que en él recaigan” (Fallos 147: 149; 180:
197; 264: 443; id. CSJN, en: “Asociación de Bancos Públicos y Privados de la República
Argentina y otros c/San Luis, Provincia de s/acción de inconstitucionalidad”, Sentencia del
16 de noviembre de 2004; “ibidem”: Agustín Gordillo, “Hay jueces en la Argentina: La
inconstitucionalidad de la prohibición de imponer astreintes a los funcionarios públicos”,
publicado en La Ley 2004-C-152), a lo cual debe agregarse –a mayor abundamiento- que
la ley 26.153 (B.O. del 2 de noviembre de 2006), ha derogado la prohibición por parte de
los jueces de este fuero de “aplicar sanciones pecuniarias, compulsivas y connminatorias
a los funcionarios competentes”, contenida en el art. 23 de la ley 24.463 (declarado
inconstitucional por esta Sala en la causa “Fernández, Vicente c/ANSeS s/dependientes:
otras prestaciones”, sentencia del 26 de febrero de 1999), por lo que ha quedado
expedita en la actualidad la facultad de imponer astreintes en cabeza de los funcionarios
responsables.
Por las razones expuestas, propongo: I) Revocar la resolución interlocutoria de fs.
21 en todo cuanto fue materia de agravios; II) Acoger la medida cautelar innovativa
peticionada por el actor en cuanto pretende el ajuste de su haber mensual y rechazarla
respecto del pago anticipado del importe retroactivo que eventualmente le
correspondiera; III) Ordenar a la Administración Nacional de la Seguridad Social a que
dentro del mes siguiente a la recepción de los presentes actuados por parte del juez de
grado, adecue el haber jubilatorio del actor hasta alcanzar el incremento establecido por
la Corte Suprema de Justicia de la Nación en la causa “Badaro, Adolfo Valentín c/ANSeS
s/Reajustes varios”, (Sentencia del 26 de noviembre de 2007), hasta tanto la sentencia
definitiva que oportunamente se dictará, pase en autoridad de cosa juzgada y sin
perjuicio de los incrementos que oportunamente se reconozcan en función del resultado
que arroje la movilidad dispuesta por la ley 26417; IV) Encomendar a la señora jueza a
cargo del Juzgado Federal de Seguridad Social N° 8, Dra. Adriana Cammarata –por
intermedio del secretario que corresponda- la notificación y traba de la presente medida
cautelar en la persona del Sr. Director Ejecutivo de la A.N.Se.S. quién será responsable
del cumplimiento de la misma. De existir una causal que impida el acatamiento de la
manda judicial en tiempo oportuno, el citado funcionario, deberá comunicar, de
inmediato, en forma circunstanciada y con las constancias fehacientes que lo acrediten, el
motivo de la demora y que ha agotado todos los medios a su alcance para cumplir el
decisorio. Todo ello bajo apercibimiento de dar intervención a la justicia penal para que
investigue la eventual comisión de un delito de acción pública. A más de imponerle
astreintes de mantenerse el incumplimiento sin la debida justificación; V) Disponer que el

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juez a-quo forme incidente separado del expediente principal en procura de que no se
obstaculice su trámite normal, en los términos del art. 197, último párrafo, del Código
Procesal Civil y Comercial de la Nación, y ordene la expedición de copias certificadas del
expediente administrativo y su agregación al principal, a los fines de que el expediente
administrativo original sea utilizado por el organismo para el cumplimiento de la presente
medida cautelar; VI) Disponer que previo a la efectivización de la medida, el actor deberá
prestar caución juratoria ante el juzgado de origen; VII) Notifíquese a la parte actora esta
resolución con expresa habilitación de día y hora (C.P.C.C.N., art. 152 y Reglamento para
la Justicia Nacional, art. 63; VIII) Sin costas de alzada.

EL DOCTOR EMILIO LISANDRO FERNANDEZ DIJO:

Sobre la cuestión sometida a consideración de la Alzada, ya me he expedido en los


autos : ““CAPA, NESTOR FERNANDO C/ ANSES Y OTRO S/ REAJUSTES VARIOS”, Sent.
Interl. N° 72714, del 16/10/2009. Sin perjuicio de ello, estimo oportuno reiterar los
fundamentos que avalan mi voto en el sentido favorable a la petición impetrada.
La viabilidad de las medidas precautorias se encuentra supeditada a que se
demuestre tanto la verosimilitud del derecho invocado como el peligro en la demora (art.
230 del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación). Por consiguiente, aquellas que
tengan en mira alterar el estado de hecho o de derecho existente al tiempo de su dictado,
en la medida que configuran un anticipo de jurisdicción favorable respecto del fallo final
de la causa, ameritan máxima prudencia al apreciar los recaudos que hacen a su
admisibilidad.
La cautelar pretendida se incluye en una demanda de reajuste que involucra
diversos aspectos en torno del haber previsional del titular. La procedencia o no de todos
los temas sometidos a litigio, ha de ponderarse a lo largo del proceso, por lo que he de
acotar mi decisión a determinar si el reconocimiento de la aplicación del precedente
Badaro, implica, en realidad, un adelantamiento de la decisión final, por lo menos en
parte, y de ser ello así, si se justifica tal decisión.
Como es sabido, y lo manifiesta reiteradamente el Tribunal Cimero “La finalidad
del proceso cautelar consiste en asegurar la eficacia práctica de la sentencia que debe
recaer en un proceso y la fundabilidad de la pretensión que constituye su objeto no
depende de un conocimiento exhaustivo y profundo de la materia controvertida en el
proceso principal, sino de un análisis de mera probabilidad acerca de la existencia del
derecho discutido. Ello es lo que permite que el juzgador se expida sin necesidad de
efectuar un estudio acabado de las distintas circunstancias que rodean toda relación
jurídica, pues si estuviese obligado a extenderse en consideraciones al respecto,
peligraría la carga que pesa sobre él de no prejuzgar” (CSJN, “Municipalidad de San Luis
c/San Luis, Provincia de s/acción declarativa de certeza”, sent. del 11/07/2007; Fallos
330:3126).
La pretensión, como se ha dicho, consiste en la aplicación de un precedente del
Superior Tribunal de la Nación, cuya imperatividad ha sido ampliamente receptada en las
causas en que se debaten reajustes previsionales, e incluso ANSES es consciente en la
futilidad de su resistencia, en no pocas ocasiones, dado que no apela o directamente
desiste del recurso, en causas en las que ese precedente es aplicado. Es importante
destacar en este sentido, lo dispuesto por la Resolución N° 955/2008, cuyo artículo 7°
dispone expresamente: “Autorízase a la Administración Nacional de la Seguridad Social
(ANSES) a consentir las movilidades dispuestas por las sentencias, con ajuste a la
doctrina sentada por el Superior Tribunal en el precedente B. 675 XLI” Badaro, Adolfo
Valentín c/ Anses S/ reajustes varios”.
Es indiscutida, pues, la autoridad de este fallo, y la consistencia de los argumentos
que lo fundamentan en cuanto a la situación económica social y los beneficios
previsionales.
No es ocioso reiterar lo manifestado por la Corte Suprema de Justicia de la Nación,
en torno de la operatividad de dicho precedente.
“La Constitución Nacional ha reconocido el derecho a la movilidad no como un
enunciado vacío que el legislador puede llenar de cualquier modo, sino que debe obrar
con el objeto de darle toda su plenitud, que no es otra que la de asegurar a los
beneficiarios el mantenimiento de un nivel de vida acorde con la posición que tuvieron
durante sus años de trabajo -Del precedente "Badaro", al que remitió la Corte Suprema-”
(CSJN XLIII; RHE “Rey, Juan c/Administración Nacional de la Seguridad Social” sent. del
28/05/2008).
“Las objeciones respecto a la omisión del Congreso de dictar normas que fijen un
método de movilidad suscitan cuestión federal ya que el propio Tribunal, a la luz de los
cambios económicos que se fueron operando en el país desde el año 2002, revisó la

39
doctrina elaborada en al causa "Heit Rupp" y se pronunció sobre el fondo de asunto en la
causa "Badaro”(CSJN C. 1318. XLIII; RHE “Carutti, Myriam Guadalupe s/Administración
Nacional de la Seguridad Social” 19/02/2008).
Un argumento a contrario, que conlleve a la no aplicación del caso Badaro, como
pauta de reajuste en el acotado período de tiempo que involucra, no parece probable, a
priori, sobre todo si una visión general de las actuaciones pone en evidencia la existencia
de los elementos indispensable para su concesión, beneficio previsional y su
devengamiento durante el lapso que señala el precedente. Tanto más si, la propia Corte,
ha destacado que el reconocimiento de este ajuste, queda subordinado a los descuentos
de los incrementos que pudieran haberse otorgado.
“Corresponde declarar admisible el recurso extraordinario y disponer que la
movilidad por el lapso indicado en el fallo "Badaro" se practique de conformidad con el
índice allí fijado, salvo que los incrementos dispuestos por los decretos del Poder
Ejecutivo durante igual período arrojasen una prestación superior, en cuyo caso deberá
estarse a su resultado” ( CSJN R. 1179. XXXIX; ROR “Rataus, Mario c/ANSeS s/reajustes
varios”, sent. del 08/07/2008, Fallos: 331:1620; en igual sentido, V. 108. XLIII; RHE
“Velázquez, José María c/Administración Nacional de la Seguridad Social”, sent. del
22/07/2008, Fallos: 331:1672).
Ello así, no cabe duda, a mi ver, de la verosimilitud del derecho invocado.
Resta determinar si, para otorgar ese ajuste, es necesario aguardar el dictado de
la sentencia definitiva, o bien es factible su adelantamiento mediante la cautelar
solicitada.
En concreto, cuál es el peligro en la demora, que habilitaría junto con aquel, a
dicho reconocimiento de la cautelar peticionada.
El peligro en la demora ha sido definido por nuestro Tribunal Cimero en numerosos
fallos: “El examen de la concurrencia del peligro irreparable en la demora exige una
apreciación atenta de la realidad comprometida, con el objeto de establecer cabalmente si
las secuelas que pudieran llegar a producir los hechos que se pretende evitar pueden
restar eficacia al ulterior reconocimiento del derecho en juego, originado por la sentencia
dictada como acto final y extintivo del proceso” (CSJN N. 308. XLI; ORI “Neuquén,
Provincia del c/Estado Nacional (Ministerio del Interior) s/medida cautelar —incidente
sobre medida cautelar— IN1”, sent. del 26/09/2006, Fallos: 329:4161).

Ahora bien, en materia previsional, esa realidad comprometida se encuentra


definida por la propia Constitucional Nacional, y los Tratados Internacionales que han sido
a ella incorporados.
“Los tratados internacionales vigentes, lejos de limitar o condicionar los principios
básicos de interpretación acerca de la naturaleza sustitutiva que tienen las prestaciones
previsionales, obligan a adoptar todas las medidas necesarias para asegurar el progreso y
plena efectividad de los derechos humanos, compromiso que debe ser inscripto, además,
dentro de las amplias facultades legislativas otorgadas por el art. 75, inc. 23, de la Ley
Fundamental, reformada en 1994, con el fin de promover mediante acciones positivas el
ejercicio y goce de los derechos fundamentales reconocidos, en particular, a los ancianos”
(L.L. 20-05-05, nro. 108.934, con notas. L.L. 24-05-05, nro. 108.943, nota al fallo. L.L.
01-06-05, nro. 108.980, nota al fallo. E.D. 02-06-05, nro 53.383. S. 2758. XXXVIII.
“Sánchez, María del Carmen c/ ANSeS s/ reajustes varios”, sent. del 17/05/2005, Fallos:
328:1602).
La protección ineludible a la ancianidad, (C.N. art. 75 inc. 23) conlleva
necesariamente a que la misma sea oportuna. La exigencia de una justicia efectiva y
rápida, principio elemental de toda materia sometida a litigio, cobra especial relevancia
en el caso de los pasivos, donde el transcurso del tiempo es un factor trascendente y
constituye un elemento esencial de la decisión judicial. De nada sirve el ajuste de un
haber previsional, cuando ya no exista quien habrá de recibirlo.
No obstante la naturaleza alimentaria de los temas que se debaten, la magnitud de
la litigiosidad en esta materia, que por su notoriedad hace innecesaria su reiteración, la
secuencia necesaria que han de seguir los procesos incoados, sumado ello a la actitud no
pocas veces dilatoria del organismo previsional para cumplir con la manda judicial, en
casos dirimidos de larga data, llevan necesariamente a la conclusión de que, aguardar
una sentencia definitiva y su ejecución, no será trámite rápido ni fácil para el accionante.
Se ha sostenido que el peligro en la demora como aval para la concesión de la
medida cautelar debe existir en forma fehaciente, juzgado de acuerdo a un criterio
objetivo o derivar de hechos que puedan ser apreciados incluso por terceros. En el
específico marco de humanidad en que se inserta la acción judicial de naturaleza
alimentaria el peligro en la demora no es material, sino vital, es la vida misma del actor
que se apaga frente a la penuria que es sortear el laberinto procesal a que lo somete el

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Estado. No tengo duda que ante la íntima evidencia de un derecho, que se envilece en su
poder de compra, el peligro en la demora, se deriva de la propia naturaleza humana .Por
lo tanto, aun cuando pudiera objetarse la cautelar, desde una perspectiva procesal
ortodoxa enraizada en los abstractos fines de la precaución, a mi ver, existe un bien
jurídico mayor a resguardar por sobre la mera formalidad, que no es otro que un deber
moral que legitima a un orden justo en cuanto rescata a la dignidad del hombre como
objeto del derecho y también existe un deber ético del ejercicio judicial que como
magistrado no puedo desconocer, frente un requerimiento de naturaleza alimentaria.
La situación fáctica del accionante, de la que da cuenta el voto del Dr. Herrero, y
que doy por reproducida en honor a la brevedad, justifican la procedencia de la
pretensión. Con ello, ANSES sólo cumplirá, en definitiva, el compromiso ya asumido, de
acatar las decisiones judiciales, entre ellas Badaro, evitando no sólo el desgaste de una
prolongada tramitación, con detrimento del justiciable, sino de la propia accionada, al
ocasionársele, en definitiva una mayor erogación, al término del proceso, ante la
posibilidad de un resultado anunciado, cual es la efectiva aplicación de las pautas que fija
el citado precedente, reconocido y aceptado; erogación evidente pues será mayor el
retroactivo a cancelar y, lo que es más grave aún, se ha privado al titular de gozar de un
haber digno, al que tantas veces acuden sus voceros.
Ello no implica vulnerar el principio de cosa juzgada sobre cuestiones ya resultas,
pues no es la intención de este fallo retrotraer o modificar decisiones firmes o
consentidas. Tampoco conlleva a consagrar por vía judicial un incremento de los haberes
previsionales, decisión en todo caso ajena a la órbita de la justicia. Simplemente, es la
respuesta a una petición concreta y específica del actor, cuyos antecedentes, reitero,
permiten evaluar “a priori” la verosimilitud del derecho que se reclama y permitir la
pronta adecuación de su haber previsional a pautas de ajuste inobjetables y que, como se
ha dicho, no ameritan cuestionamiento alguno, en los términos que se acuerda.
En consecuencia, no observo cuál puede ser el impedimento legal de autorizar el
ajuste que propicia el precedente Badaro al actor, por la vía cautelar, en tanto la
aplicación de esta doctrina judicial no hará más que permitir una adecuación del beneficio
a parámetros equitativos y pacíficamente aceptados. Máxime que, como se ha dicho,
nada impide el descuento de los incrementos dispuestos por los decretos del Poder
Ejecutivo, durante el lapso comprendido entre el 1 de enero de 2002 y el 31 de diciembre
de 2006, si arrojasen una prestación superior, en cuyo caso deberá estarse a su
resultado.
Lo dispuesto comprende únicamente el ajuste del haber para su cobro mensual
futuro y no genera el derecho a reclamar monto retroactivo alguno, quedando las sumas
que se otorgan en razón del presente, a cuenta de lo adeudado, según la decisión final de
la causa. Esto sólo desvanece el planteo que hacer lugar a la cautelar pedida, significaría
un adelanto de la jurisdicción sobre el fondo.
Para el supuesto de que por sentencia definitiva, en lo principal se resolviera a
contrario de lo señalado, ANSES queda autorizada a efectuar los descuentos de los
importes que se hayan otorgado en más a raíz de la aplicación del caso Badaro,
En razón de lo precedentemente señalado, y el carácter alimentario de la
prestación, considero que se debe imponer como contracautela, caución juratoria, la que
deberá ser prestada ante el magistrado interviniente una vez firme la decisión de la
alzada, y dentro de los quince días de ser devueltas las actuaciones al juzgado de origen.
Así lo expuesto, y por los fundamentos reseñados, adhiero a la solución propiciada
por el voto del Dr. Herrero.

LA DOCTORA NORA CARMEN DORADO DIJO:

Llegan las presentes actuaciones a conocimiento de este Tribunal en virtud del


recurso de apelación deducido por la parte actora contra la resolución de fs. 21.
En autos la parte actora cuestiona el rechazo de la medida cautelar decidida por
el Sr. Juez “a quo” a tenor del escrito obrante a fs. 25/38.
El recurrente se agravia del resolutorio que se limita a desechar la medida con
fundamento en que el objeto de la misma coincide con el fondo de la cuestión a
resolver, sin ingresar al análisis del cumplimiento de los requisitos prescriptos por el
art. 230 del Código de Rito. Menciona como verosimil el deterioro del poder adquisitivo
de los jubilados y pensionados y relacionándolo con lo resuelto por el Alto Tribunal en la
causa “Badaro”.
Ahora bien, en nuestro derecho positivo, las medidas cautelares no son otra cosa
que una garantía jurisdiccional de la persona o los bienes para tornar eficaces los
pronunciamientos de los Magistrados, lo que explica que sean tres los presupuestos
básicos requeridos para su procedencia: a)verosimilitud del derecho invocado como

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fundamento de la pretensión perseguida, o sea la probabilidad de que el derecho exista
como cierto, lo que ha dado pie al brocárdico latino “fumus boni iuris” (humo de buen
derecho). Al decir del Dr. Falcón, la verosimilitud importa que, prima facie, en forma
manifiesta aparezca esa probabilidad de vencer, o que la misma se demuestre mediante
un procedimiento probatorio meramente informativo. Se comprobará analizando los
hechos referidos y la documentación acompañada, b) que exista peligro en la demora,
es decir, que el derecho que se va a reclamar se pierda, se deteriore, o sufra un
menoscabo durante la sustanciación del proceso –perículum in mora- y c) que el sujeto
activo de la medida otorgue contracautela, a fin de responder por los daños
patrimoniales que una medida de tal importancia pueda causar. (conf. crit. Falcón
Enrique M. “Código Procesal Civil y Comercial de la Nación” T° II p. 234 y cc;
Fenochietto, Carlos Eduardo y Arazi, Roland “Código Procesal Civil y Comercial de la
Nación T° I p.664 y cc; Palacio, Lino E. “Manual del Derecho Procesal Civil” p. 772 y
sgtes; Couture, Eduardo J. “Fundamentos del Derecho Procesal Civil” p. 320)
En el caso de autos no encuentro acreditada la verosimilitud del derecho que se
invoca.
Ello es así pues como elemento probatorio incorporado a la causa, obran
fotocopias simples de constancias de pago, a través de los Bancos Banex y
Superville, de los haberes previsionales correspondiente a los meses de diciembre de
2006 y enero de 2.010 por un total de $5.161,50 y $11.356,61 respectivamente, y a su
vez de fs. 47 surge que el haber previsional del peticionante a diciembre de 2006
alcanzaba la suma de $3100 (sin aguinaldo) obstando dicha situación a la configuración
del carácter exiguo con el que se pretende fundar la presente cautelar.
En este punto, no resulta ocioso resaltar que, conforme surge de las actuaciones
solicitadas ad “efectum videndi et probandi”, caratuladas “Márquez, Alfredo Jorge c/
ANSeS s/ Ejecución Previsional”, que tramitan por ante el Juzgado Federal nro. 3 del
fuero, los importes enunciados en el parágrafo anterior, son consecuencia de la
ejecución iniciada en virtud de la sentencia de reajuste de haberes recaída a favor del
actor que fuera oportunamente dictada por la Sala III de esta Excma. Cámara Federal
de la Seguridad Social, cuyo contenido fue parcialmente modificado por el Alto Tribunal,
aún pendiente de cumplimiento. En efecto, el organismo practicó liquidación reajustando
el haber mensual y determinó un retroactivo de $612.325,69 al 31/12/2001 y
$188.404,68 desde la fecha aludida al 31/12/2006, planilla que fue impugnada por el
accionante quedando pendiente la confección de un nuevo cálculo de conformidad al
proveído de fecha 28 de junio de 2009.
En virtud de ello, y sin perjuicio del la exigencia de los restantes recaudos, que se
analizaran, no resulta propicio establecer en esta etapa del proceso, un nuevo
parámetro de liquidación, cuando se encuentran en discusión los alcances de una
sentencia de reajuste anterior.
Con respecto al segundo de los requisitos exigidos por la doctrina para la
adopción de una medida cautelar, entiendo que tampoco habría peligro en la demora por
cuanto el peticionante goza de un beneficio previsional, es decir, no se encuentra
marginado del sistema y lo que se discute en verdad es el “quantum” ó magnitud
económica de su derecho, extremo que requerirá también de elementos probatorios,
que no obran en la causa.
Debe señalarse que la viabilidad de las medidas cautelares se halla supeditada a
que se demuestre la verosimilitud del derecho invocado y el peligro en la demora y que,
dentro de aquéllas, la innovativa –como la solicitada en autos- es una decisión de
carácter excepcional toda vez que altera el estado de hecho o de derecho existente al
tiempo de su dictado, habida cuenta de que configura un anticipo de jurisdicción
favorable respecto de la decisión final que recaiga en la causa, lo cual justifica una
mayor prudencia y exigencia en la apreciación de los recaudos que hacen a su admisión
(Confr. Fallos: 316:1833; 319:1069).-
Considero pues, que de acuerdo a lo resuelto por la Corte Suprema en Fallos
324:291, no se satisface el primer requisito de las cautelares, es decir, el “fomus bonis
iuris”, dentro de reducido marco cognoscitivo de dichas medidas.-
Por lo demás, enmarcar una solicitud de reajuste dentro de este peculiar
esquema, vulneraría – a mi juicio y salvo la existencia de prueba concluyente, lo cual no
encuentro aquí acreditado- elementales reglas del debido proceso adjetivo, que tienen
jerarquía constitucional.-
Cabe recordar que dichas reglas benefician no sólo al actor dentro del proceso
judicial, sino también al demandado, y constituyen garantías que fluyen -para ambas
partes contendientes (arg. art. 15, ley 24.463)- del art. 18 de la Constitución Nacional.-
Es apropiado recordar que la Corte Suprema de Justicia de la Nación al
pronunciarse en la causa “Itzcovich c/ANSES” sent. del 29/03/05 dejó sin sustento

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constitucional el recurso ordinario de apelación ante el Superior, en materia
previsional, simplificando los trámites referentes a este tipo de causa e intentando
conciliar los principios de seguridad y celeridad sin que resulte, a mi juicio,
conveniente innovar en la materia mediante medidas precautorias, como la
peticionada en autos.
En el caso que nos ocupa el titular persigue la implementación de un mecanismo
que permita mantener el poder adquisitivo de su haber de pasividad que, precisamente,
no es un ajuste por inflación sino, al decir del Supremo Tribunal, una previsión con
profundo contenido social referente a la índole sustitutiva de la prestación jubilatoria,
para la cual es menester que su cuantía que puede ser establecida de modo diferente
según las épocas, mantenga una proporción razonable con los ingresos de los
trabajadores. (Fallos 293:551; 295:674; 297:146; 304:616; 304:180; 305:611, 770,
953; 308:1848 y 310:2212), conforme argumentos expresados por el Superior in re
“Badaro, Adolfo Valentín c/Anses s/Reajustes Varios” sent. del 08/08/06, pero ello no
implica que resulte apropiado que el Tribunal fije sin más la movilidad que cabe
reconocer en la causa, pues la trascendencia de esa resolución y las actuales
condiciones económicas requieren de una evaluación cuidadosa y medidas de
alcance general y armónica debido a la complejidad de la gestión del gasto público y
las múltiples necesidades que está destinado a satisfacer.
En idéntica línea de pensamiento la Corte Suprema de Justicia de la Nación ha
dictado la Acordada N° 36 del 9 de septiembre del corriente año en virtud de la cual se
dispone la creación, en el ámbito de la Secretaría General de Administración, de una
“Unidad de Análisis Económico”. A lo largo de su articulado refiere que establecerá en
los casos concretos los alcances jurídicos de normas que aludan a “….jubilaciones y
pensiones….” (art. 2) . Comentando dicha disposición, el Prof. Dr. Walter Carnota
expresó: “…Las decisiones que adopta el Tribunal en estas materias tienen influencia
en el desenvolvimiento económico del país, que debe ser adecuadamente ponderado,
como también lo debe ser el estudio de los indicadores a la hora de medir la
trascendencia de una sentencia….Cuanta más información –económica,
consecuencialista, comparativa- dispongan los jueces de la Corte, estarán mejor
posicionados para poder realizar el derecho sobre bases firmes y no sobre quimeras…”
(ver citado autor “El Dial.com.ar-DC11C3).-
Correspondiéndose con esta temática el Prof. Dr. Juan Vicente Sola sostiene: “…
la Acordada 36/09 constituye una de las reformas más importantes en la decisión
judicial.- La unidad de análisis económico deberá realizar estudios positivos y
normativos, tanto micro como macro económicos, y también una adecuada valoración
de las consecuencias, como de los medios elegidos para cumplirlas. A través del análisis
de costo beneficio otorgará a los jueces la información necesaria para dar contenido al
control de razonabilidad. Interpreta el mandato constitucional de manera que las
sentencias futuras se dicten en un marco de información adecuado. El análisis
económico del derecho supone el estudio de las consecuencias de las normas jurídicas
ya sean leyes, reglamentos o sentencias. … Podría definirse en términos muy generales
el análisis económico del derecho como “tomarse las consecuencias seriamente”, según
la expresión elocuente de Robert Cooter. Esta idea coincide con la “ética de la
responsabilidad” de Max Weber. La importancia del análisis de las consecuencias de los
actos jurídicos es claramente reconocida en los considerandos de la Acordada “…no
debe prescindirse de las consecuencias que naturalmente derivan de un fallo
toda vez que constituye uno de los índices más seguros para verificar la
razonabilidad de la interpretación y su congruencia con el sistema en que está
engarzada la norma” (Fallos: 302:1284). La Corte menciona el “juicio de
ponderación que debe realizarse entre el objetivo buscado y los medios
elegidos para cumplirlo…” (LL, publicación del 25-9-09, pág. 1 a 4 inclusive).- (Lo
destacado me pertenece).-
El Juez debe ser cauto y prudente en esta materia más que en ninguna
otra, tratando de no estimular la aventura por la presión que ejerce la traba de la
medida (Confr. Roland Arazi, Derecho Procesal Civil y Comercial, Parte General y
Especial Segunda Edición Ampliada, Ed. Astrea,pág. 557, pto.429)
Es conveniente recordar que en numerosas ocasiones ha expresado el Supremo
Tribunal que los cambios en las circunstancias pueden hacer que la solución legal,
correcta en un comienzo, se torne irrazonable y cuando ello sucede el cumplimiento
de la garantía en juego atañe también a los restantes poderes públicos que deberán
hacer prevalecer el espíritu protector que anima a dicho precepto, dentro del marco que
exigen las diversas formas de justicia (Fallos 301:319; 310:2212 y causa “Vizzotti,
Carlos Alberto c/Amsa SA s/Despido” sent. del 14/09/04) .-
Corresponde agregar que el legislador dispuso un molde procesal específico,

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normado por el citado art. 15 de la ley 24.463 y normas subsiguientes, del que no cabe
prescindir por parte de los jueces salvo que medie expresa declaración de
inconstitucionalidad. Sucede que el sistema de garantías constitucionales está orientado
a proteger los derechos y no a perjudicarlos; de ahí que lo esencial es que la justicia
repose sobre la certeza y la seguridad, lo que se logra con la justicia según la ley,
respetando las limitaciones formales- sin hacer prevalecer tampoco la forma sobre el
fondo, pero sin olvidar también que en las formas se realizan las esencias.- (Fallos
315:106).-
Ensanchar el obrar jurisdiccional por medio de cautelares en materia de
adecuación de haberes, implicaría “prima facie” extender la actividad de los magistrados
judiciales más allá de lo previsto por el legislador, creando una suerte de “jurisdicción de
equidad” que vulneraría elementales pautas de seguridad jurídica.-
En esta línea, la cautelar innovativa configura así la llamada “tutela anticipada”,
cuya finalidad estriba no en asegurar el objeto del proceso o la eficacia de la sentencia,
función típicamente cautelar, sino en adelantar total o parcialmente la pretensión
contenida en la demanda cuando de la satisfacción de tal pretensión urgente deriva un
perjuicio irreparable.- (Gozaíni Osvaldo, Código Procesal Civil y Comercial de la
Nación Comentado y Anotado”, Buenos Aires, LL, T I, pág. 564).-
En la medida en que el ordenamiento jurídico ofrezca mecanismos procesales
para resolver la contienda, estimo que no se puede argumentar la existencia de un daño
sin reparación ulterior, sino de pretensiones procesales que exigen su alegación y
demostración en juicio.-
Recientemente el Alto Tribunal, tuvo ocasión de pronunciarse en dos causas de
trascendencia, como fueron los casos “Thomas, Enrique c/E.N.A. s/Amparo” (CSJN., sent.
Del 15 de junio de 2010) y “Administración General de Ingresos Públicos c/Intercop
S.R.L. s/ejecución fiscal” (CSJN., sent. 15/6/10), y en ambas desestimo la idea de la
consolidación de estados procesales de excepción, a través del dictado de medidas
cautelares, recordando en el primero, que la misión más delicada de la justicia “…es la de
saber mantenerse dentro de la órbita de su jurisdicción, sin menoscabar las funciones que
incumben a los demás poderes, reconociéndose el cúmulo de facultades que constituyen
la competencia funcional del Congreso de la Nación, como órgano investido de poder de
reglamentar los derechos y garantías reconocidos en la Constitución Nacional, con el
objeto de lograr la coordinación entre el interés privado y el interés público (Fallos
155:248; 241:291, votos de los jueces Aristóbulo D. Aráoz de Lamadrid y Julio
Oyhanarte; 272:231, 308:22668, entre otros)”, conforme considerando 7mo, 2do
párrafo; en tanto que en “Afip c/Intercop” reitéra la idea también sostenida en el caso
“Thomas” del rigor con el que debe analizarse la concesión de la medidas cautelares de
carácter precautorio. En un argumento a “contario sensu” pero que sirve de utilidad para
comprender las consecuencias de lo que implica el dictado de una cautelar como la que se
peticiona en autos, sostuvo “…no es necesario un profundo examen para advertir las
negativas consecuencias económicas que sobre el giro normal de las actividades de
cualquier comercio, empresa o particular puede tener la traba de un embargo sobre
cuentas o bienes” (consid. 13), agregando luego que “…esta Corte…, ha recalcado que los
magistrados deben examinar con particular estrictez la adopción de medidas que
pudieran afectar el erario público pues la percepción de las rentas del Tesoro –en tiempo
y modo dispuestos legalmente- es condición indispensable para el regular funcionamiento
del Estado (Fallos 327:5521; 328:3720; 330:2186, entre muchos otros)”, -consid- 18-.
Por último, y con referencia a la tercera exigencia legal que se impone para la
procedencia de una medida cautelar, salvo la juratoria, no podría exigírsele al
peticionante ningún tipo de contracautela de orden patrimonial lo que torna
inconveniente un anticipo de jurisdicción en causas como la sometida a estudio.
En igual sentido, me he expedido en in re: “CAPA, NESTOR FERNANDO C/ ANSES
Y OTRO S/ REAJUSTES VARIOS”, Sent. Interl. N° 72714, del 16/10/2009.
Por lo expuesto entiendo corresponde el rechazo de la medida cautelar
peticionada.
Así lo voto.
A mérito de lo que resulta del voto de la mayoría y oído que fuera el Señor
Representante del Ministerio Público, el tribunal RESUELVE: I) Revocar la resolución
interlocutoria de fs. 21 en todo cuanto fue materia de agravios; II) Acoger la medida
cautelar innovativa peticionada por el actor en cuanto pretende el ajuste de su haber
mensual y rechazarla respecto del pago anticipado del importe retroactivo que
eventualmente le correspondiera; III) Ordenar a la Administración Nacional de la
Seguridad Social a que dentro del mes siguiente a la recepción de los presentes actuados
por parte del juez de grado, adecue el haber jubilatorio del actor hasta alcanzar el
incremento establecido por la Corte Suprema de Justicia de la Nación en la causa

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“Badaro, Adolfo Valentín c/ANSeS s/Reajustes varios”, (Sentencia del 26 de noviembre de
2007), hasta tanto la sentencia definitiva que oportunamente se dictará, pase en
autoridad de cosa juzgada y sin perjuicio de los incrementos que oportunamente se
reconozcan en función del resultado que arroje la movilidad dispuesta por la ley 26417;
IV) Encomendar a la señora jueza a cargo del Juzgado Federal de Seguridad Social N° 8,
Dra. Adriana Cammarata –por intermedio del secretario que corresponda- la notificación y
traba de la presente medida cautelar en la persona del Sr. Director Ejecutivo de la
A.N.Se.S. quien será responsable del cumplimiento de la misma. De existir una causal
que impida el acatamiento de la manda judicial en tiempo oportuno, el citado funcionario,
deberá comunicar, de inmediato, en forma circunstanciada y con las constancias
fehacientes que lo acrediten, el motivo de la demora y que ha agotado todos los medios a
su alcance para cumplir el decisorio. Todo ello bajo apercibimiento de dar intervención a
la justicia penal para que investigue la eventual comisión de un delito de acción pública. A
más de imponerle astreintes de mantenerse el incumplimiento sin la debida justificación;
V) Disponer que el juez a-quo forme incidente separado del expediente principal en
procura de que no se obstaculice su trámite normal, en los términos del art. 197, último
párrafo, del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación, y ordene la expedición de
copias certificadas del expediente administrativo y su agregación al principal, a los fines
de que el expediente administrativo original sea utilizado por el organismo para el
cumplimiento de la presente medida cautelar; VI) Disponer que previo a la efectivización
de la medida, el actor deberá prestar caución juratoria ante el juzgado de origen; VII)
Notifíquese a la parte actora esta resolución con expresa habilitación de día y hora
(C.P.C.C.N., art. 152 y Reglamento para la Justicia Nacional, art. 63; VIII) Sin costas de
alzada.
Regístrese, y remítase sin más trámite.

EMILIO LISANDRO FERNÁNDEZ NORA CARMEN DORADO LUIS RENÉ HERRERO


JUEZ DE CÁMARA JUEZ DE CÁMARA JUEZ DE CÁMARA
Ante mí:
AMANDA LUCIA PAWLOWSKI
SECRETARIA DE CAMARA

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