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ÁC

Breve reseña de La Grita (1800 – 1900) – Emilio Constantino Guerrero


IRA
Istórica

Breve reseña de los principales


sucesos verificados
en La Grita (1800 – 1900).

Emilio Constantino Guerrero


Breve reseña de La Grita (1800 – 1900) – Emilio Constantino Guerrero

Emilio Constantino Guerrero

Breve reseña de los principales


sucesos verificados
en La Grita (1800 – 1900).

Un obsequio de:

ÁC IRA
Istórica

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Breve reseña de La Grita (1800 – 1900) – Emilio Constantino Guerrero

© Autor: Emilio Constantino Guerrero


Primera Edición, Diciembre 2020

Hecho el depósito de Ley


Depósito Legal: ECG09102020

Editores
José Antonio Pulido-Zambrano
Bernardo Zinguer-Delgado

Diseño
José Antonio Pulido-Colmenares
Táchira Histórica

Ilustraciones y fotografías
Archivo revista Táchira Histórica.

Libro en versión digital.

Foto de portada
Plaza Jáuregui.
Emilio Constantino Guerrero
(Fuente: Ateneo del Táchira).

______________________
DERECHOS RESERVADOS
Queda prohibida la reproducción
total o parcial de esta publicación,
por cualquier medio,
sin la autorización por escrito
del autor
________________________

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ÍNDICE
INTRODUCCIÓN ...........................................................9
I.- LA CIUDAD A PRINCIPIOS DEL SIGLO ....................... 11
II.- TERREMOTOS ....................................................... 12
III.- CONVENTOS ........................................................ 14
IV. - PARROQUIAS ECLESIÁSTICAS............................... 16
V.- CURAS DE LA GRITA .............................................. 17
VI.- VISITAS PASTORALES............................................ 19
VII.- SEGLARES ........................................................... 28
VIII.- TEMPLOS Y CAPILLAS ......................................... 32
IX.- COLEGIOS ............................................................ 34
X.- HOSPICIOS ............................................................ 36
XI.- CEMENTERIOS...................................................... 38
XII.- ESTADO ACTUAL ................................................. 39
XIII.- ¿POR QUÉ LA GRITA Y ESTE LIBRO? .................... 46
XIV.- PALABRAS CUSTODIADAS .................................. 51

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Dr. Emilio Constantino Guerrero

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Presbítero Bachiller Felipe Santiago Vidal,


Cura Interino de la Parroquia de Nuestra Señora de
Los Ángeles.

Considerando:
1.- Que el día de hoy es memorable en los fastos
cronológicos de los pueblos cristianos, porque es
el último de ese largo período de un siglo al cual
ha presidido un mismo año secular; y
2.- Que dicho día es apropiado para dejar de él a
las generaciones del porvenir, un recuerdo que
perdure a través de la incansable movilidad de los
tiempos,

Dispone:
1.- Escribir una breve relación de todos los
principales sucesos que en el orden natural,
eclesiástico, civil y económico, se han desenvuelto
en La Grita durante el decurso del expresado siglo;
y
2.- Ordenar que dicha relación, escrita en papel
especial y suscrita con la fecha de hoy, sea
conservada cuidadosamente en el archivo

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parroquial como un documento importante para el


porvenir.
Dado, firmado y sellado en la Sala del
Despacho de la Parroquia de Nuestra Señora de los
Ángeles, en La Grita a 31 de diciembre de 1899.

Felipe Santiago Vidal

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INTRODUCCIÓN

Cada pueblo de la tierra, por insignificante


que sea, es afectado por sucesos más o menos
trascendentales que bien merecen salvarse del
olvido para recuerdo y enseñanza de las
generaciones futuras. Es así como puede
construirse con más exactitud la historia de la
humanidad, y como los pensadores del porvenir –
leyendo en el polvo de lo pasado – puede emitir
más certeros juicios sobre los hombres y los
acontecimientos.
La Grita no es una de las más importantes
ciudades de Venezuela: no se ha distinguido por
una gran populación, ni por un gran comercio: en
su seno no han tenido cuna las ideas que han
encarrilado a la Nación, ni las revoluciones
políticas y sociales que la han transformado: con
todo, su existencia de trescientos años le da títulos
para presentarse como testigo de todos los
sucesos que se han verificado en el país desde los
días de su colonización.
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Por ello nos parece muy laudable la idea


del Venerable Cura de la Parroquia de Nuestra
Señora de los Ángeles, el presbítero bachiller
Felipe Santiago Vidal, al disponer que se escriba y
conserve en el archivo de la Parroquia, una breve
reseña de todos los principales acontecimientos
verificados en la ciudad durante el decurso de este
siglo, indicando los Curas que han administrado
sus Parroquias, los Obispos que las han visitado,
los benefactores de la ciudad y los hombres más
conspicuos que se han levantado de su seno. He
aquí, pues, la causa y objeto de la presente
narración.

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I.- LA CIUDAD A PRINCIPIOS DEL SIGLO

Para el año de 1800 La Grita gozaba de una


gran riqueza agrícola: sus páramos estaban
cubiertos de ganados vacuno y caballar, y
exportaba en mucha abundancia cueros y tabacos,
éste último bajo las formas de cura seca y de rollo,
los cuales tenían fama y alto precio en Maracaibo.
En La Fundación, hoy San Pedro de
Seboruco, y en campos cercanos a la ciudad, tenía
haciendas más ricas y productivas que cualquiera
de las que actualmente posee, y en el pueblo
había muchos hombres que no sin razón gozaban
el título de ricos.
Las guerras, que arrasaron sus crías y el
haber abandonado el cultivo de frutos
exportables, son en nuestro concepto las causas
que han determinado su progresivo
empobrecimiento.

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II.- TERREMOTOS

Con la prosperidad de que La Grita gozó en


los primeros años del siglo, la ciudad hubiera
llegado a un alto grado de embellecimiento; pero
se opusieron a ello los terremotos que en varias
ocasiones la han destruido o deteriorado en parte.
El 26 de marzo de 1812, quedó convertida
en un sepulcro, a causa del gran terremoto que en
dicho día se dejó sentir en gran extensión del suelo
venezolano. Muchas personas notables quedaron
debajo de los escombros; y a causa de las muertes,
de la destrucción y del espanto, el pueblo quedó
por mucho tiempo transformado en un lugar de
desolación y de miseria.
Apenas se había reedificado en parte,
cuando nuevamente fue destruida por otro
terremoto, verificado el 24 de junio de 1827.
Después, el 26 de febrero de 1848, el 18 de
mayo de 1875 y el 28 de abril de 1894 sufrió

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notable deterioro por consecuencia de esos tres


terremotos cuya destructora acción fue sentida
principalmente en las poblaciones de Los Andes.

Imagen del Santo Cristo (Postal Antigua).

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III.- CONVENTOS

Muy a principios del siglo pasado, se fundó


en ésta el Convento de San Francisco, cuyo edificio
existió en la plaza que hoy se llama de Nuestra
Señora de los Ángeles. Se cuenta que tuvo muchos
frailes, los cuales, además de la oración y las
prácticas piadosas, vivían consagrados a la
enseñanza de religión, artes y oficios.
En artes debió haber reputados maestros
entre ellos, pues hasta hace poco tiempo se
conservaban en nuestras Iglesias, algunos lienzos
antiguos, obra de su mano; y se les atribuye entre
otras esculturas, la hermosa imagen del Santo
Cristo de La Grita.
Las crueldades que se cometieron por aquí
en la guerra de nuestra independencia, las
amenazas que recibieron de algunos jefes
revolucionarios y algunos otros motivos
desconocidos para nosotros, los obligaron a
abandonar sus humildes celdas, y a emigrar, a

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España los unos; los otros al fondo de los bosques,


donde debieron de terminar sus días entre los
perfumes de la santidad.
Todavía para el año de 1835, se encontraba
en San José de Las Palmas, Fray Pedro de Corelia, y
en San Buenaventura, hoy San Faustino, Fray
Miguel de Cerbera, ambos emigrados del
Convento de La Grita, y el primero de los cuales
tenía fama en esas montañas, de ser un elocuente
y autentico orador.

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IV. - PARROQUIAS ECLESIÁSTICAS

La Grita constituyó una sola Parroquia


Eclesiástica hasta el 18 de abril de 1852, en el que
el Ilustrísimo Señor Doctor Juan Hilario Boset
erigió canónicamente la Parroquia de Nuestra
Señora de los Ángeles.

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V.- CURAS DE LA GRITA

Saludó el siglo diez y nueve, como Cura y


Vicario de La Grita, el presbítero Pedro Juan
Betancourt, cuyo origen no hemos podido
conocer; pero cuyo desgraciado fin, víctima de un
horrendo asesinato, nos llena de abrumadora
amargura. Le sucedieron con el mismo carácter,
los presbíteros: Fernando García, Estrella, José
María Ramones e Ignacio Ramón Duque
respectivamente. En tiempo de este último fue
cuando el Ilustrísimo Monseñor Bosset erigió la
Parroquia de Nuestra Señora de los Ángeles,
nombrando Cura de ella al presbítero José Antonio
García.
De esta fecha en adelante, los Vicarios y á
la vez Curas de la Matriz, han sido por su orden el
mismo Doctor Duque y los presbíteros: Doctor
Santiago Sánchez, Doctor Antonio Fernández, José
Cecilio Niño, Doctor Juan Bautista Armas, Doctor
Jesús Manuel Jáuregui, Bachiller Melquíades
Rosales y últimamente el mismo Doctor Jáuregui.
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En la Parroquia de los Ángeles se han


sucedido respectivamente los presbíteros Nicolás
Mateos, José de Jesús Villalobos, los mismos
Vicarios, Doctores Arias y Jáuregui y Bachiller
Rosales, y el presbítero bachiller Felipe Santiago
Vidal, que desempeña actualmente el curato por
nombramiento hecho el 24 de noviembre del
presente año.

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VI.- VISITAS PASTORALES

En el decurso de este siglo La Grita ha


tenido el honor de ser visitada por siete Obispos,
que han venido a regar en los corazones la semilla
de la gracia y a difundir en nuestro suelo los
perfumes de la virtud.
En la primera década estuvo entre nosotros
el Ilustrísimo Señor Doctor Santiago Hernández
Milanés, cuya palabra persuasiva encarrilaba a las
turbas por la senda de la santidad.
En el período de 1815 a 1829, estuvo varias
veces el Ilustrísimo Señor Doctor Rafael Lasso de
La Vega, pastor solícito y de una laboriosidad
infatigable.
Vino después el Ilustrísimo Doctor
Buenaventura Arias, que gobernó la Diócesis como
Vicario Apostólico, y dejó marcados los tres años
de su gobierno con una fama de santidad que aún
llega a nosotros como el grato aroma de un
pebetero cristiano.
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Luego La Grita contempló la figura


majestuosa é imponente del Ilustrísimo Señor
Unda, Prócer Ilustre por cuyas venas corría la
sangre imperial de los Aztecas, como dice el doctor
Jáuregui al consagrarle unas pinceladas en su obra
titulada El Episcopado Venezolano.
Varias visitas hizo a la ciudad el Ilustrísimo
Señor Boset, a quien el cielo concedió el más largo
período que se nota en la historia de los Obispos
de Mérida, y que coronó su santidad muriendo en
el destierro en defensa de su Dios y de su Iglesia.
Después del Señor Boset ocupó la silla
episcopal de Mérida el Ilustrísimo Señor Lovera,
cuya palabra elocuente y decidora caía en los
corazones como rocío del cielo: Obispo cuya estela
de luz aun resplandece, y cuya cruzada contra la
Francmasonería es una de las glorias que realzan
su figura.
Vino luego el Ilustrísimo Señor Doctor
Antonio Ramón Silva, quien actualmente
distribuye en la Diócesis. “Religioso despierta en
sus hijos la vocación para el servicio de Dios”. Tal
exclamación de un prelado Ilustre nos ha
recordado la larga serie de sacerdotes cuya cuna
se ha mecido en La Grita en todo el curso del siglo,
y cuyos nombres son orgullo de sus familias y
timbre de nuestra historia.

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En la alborada del siglo aparece el


presbítero Luis Montoya quien, siendo Cura de
Pregonero y Guaraque, fue a Mérida a profetizar el
terremoto del año 1812, y como no fuese oído, iba
por las calles con los cabellos desgreñados, el traje
raído y los ojos llorosos, anunciando el fatal
suceso. Se dice que antes de eso, había enviado un
memorial a su amigo el presbítero Márquez, Cura
de Lagunillas, en el cual anunciaba la terrible
catástrofe e indicaba medios para evitar
desgracias; pero que éste lo pasó al señor Milanés,

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precediéndolo de este mote burlesco: “Delirios del


que esto escribe”. A ser verdad la tradición, el
presbítero Montoya fue un inspirado del cielo y
por fuerza nos inclina a creerle un santo. Nació en
Santo Domingo, campo de esta ciudad, y su familia
asegura que en sus antecesores había habido dos
sacerdotes más.
Los presbíteros Bernardo y Fernando García
fueron hermanos, nacidos ambos en la aldea de
Guanare, de una familia cuyos restos aun existen.
El primero murió siendo Vicario de Barinas, y el
segundo, siendo Vicario de esta ciudad, el año de
1837.
Sobrino de ellos fue el presbítero José
Antonio García, a quien ya nombramos como
primer Cura de la Parroquia de Nuestra Señora de
los Ángeles en esta ciudad.
El presbítero Pablo Antonio Morales nació
en Santa Rosa, a las orillas de este pueblo. Su
familia se trasladó después a La Ramada, cerca de
El Cobre, donde aún existen numerosos deudos.
En esta ciudad nació un sacerdote que
murió con fama de santidad, y cuyo nombre se
recuerda con respeto y con cariño: el presbítero
Pedro Nolasco Sánchez. Murió siendo Cura de
Táriba.

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En El Valle y Caricuena, campos de ésta


nacieron dos sacerdotes que gozaron de una vejez
tranquila y sosegada: los presbíteros José Antonio
Zambrano y Valentín Pernía.
Contemporáneo de éstos fue el presbítero
Doctor Ignacio Ramón Duque, hombre de gran
carácter de saber profundo, de caridad extrema;
inquebrantable en la línea de su conducta y de una
conducta aquilatada y digna. Su nombre es honra

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de su familia y orgullo de nuestro pueblo.


Miembro de una familia candorosa y buena
es el presbítero Diego Rangel, cuyo ascenso al
presbiterado se debe al impulso de su vocación y a
la constancia de su propio esfuerzo. Actualmente
sirve en la Diócesis de Pamplona.
También al interés propio debe su
instrucción el presbítero bachiller Zacarías
Guerrero, nacido en Sabana Grande de esta
ciudad, y Cura actualmente de Sucre. Es de regular
ilustración, de trato afable y dulce, y muy querido
de los pueblos donde ha sido Cura de almas.
Después que el Doctor Jáuregui fundó su
gran Colegio-Seminario en esta ciudad, La Grita ha
dado a la Iglesia Venezolana una multitud de
sacerdotes jóvenes de mayor ó menor ilustración;
pero todos de aquilatada virtud, de infatigable
laboriosidad, de reconocido celo; aptos para el
desempeño de las labores ministeriales, y amigos
del progreso moral y material de los pueblos, y de
la pompa y solemnidad en las manifestaciones del
culto externo.
Estos son los presbíteros bachilleres:
Melecio García E., Rafael Mora, José Amable
Escalante, Ovidio E. Olivieri H., Ramón de la C.
Mora, Felipe Santiago Vidal, y Esteban Sánchez. Y

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no terminaré con ellos la serie de sacerdotes


gritenses, pues en la carrera van notables jóvenes
de marcada vocación, y el Instituto tiene sus
puertas abiertas de un modo generoso y abnegado
para todos los jóvenes que, sintiendo el impulso
interno, quieran destinarse al servicio divino.

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Daguerrotipo de don José María Duque (año 1890).

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VII.- SEGLARES

Hay una gran dificultad para calificar los


hombres notables de La Grita. En el decurso del
siglo, mucho se han hecho acreedores a tal
calificativo, a pesar de no haber ostentado los
arreos de la instrucción, ni el boato de la etiqueta
social. Hombres de corazón noble y bueno, que
han realizado empresas de utilidad pública, han
introducido mejoras agrícolas y comerciales, ó se
han realzado por su marcada protección a las
clases pobres y menesterosas. En tal dificultad
para calificarlos, hablaremos tan sólo de los que
han adquirido justo renombre aun fuera de La
Grita, y de los que han aureolado su frente con los
arreos de algún lauro académico.
En los principios del siglo aparece la figura
esplendorosa del Doctor Antonio Bernabé
Noguera, que hizo sus estudios en España, fue
comisionado de la ciudad ante el Capitan General
de Venezuela en 1807, y fundó en ésta un Instituto

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de Instrucción Secundaria, favorecido por el


gobierno nacional, en 1831.
Hijos suyos son Eusebio Noguera, graduado
de Bachiller en Filosofía en Mérida, y cuyo estudio
de Derecho Canónico hubo de abandonar cuando
iba ya a coronarlo con el grado de Licenciado; y
Francisco A. Noguera, que estudió varios años de
Medicina, y vivió en ésta consagrado al comercio y
al ejercicio gratis de la profesión médica.
Don Juan Entrena llegó a ser Presidente del
Estado Táchira y Jefe del Partido Liberal. Personas
sobrado influyentes y que desempeñaron altos
destinos en el país, fueron sus hermanos José de
Jesús y Andrés.
El doctor Francisco Antonio Guerrero hizo
sus estudios en la Universidad de Los Andes, y
vivió en ésta consagrado a la instrucción de la
juventud y a la práctica generosa y gratuita de su
profesión de abogado. No hay obra útil a la cual no
hubiese cooperado, ni empresa importante que no
le deba su ilustrada colaboración. En ello fue
consecuente con las ideas que recibió de su padre,
don Nicolás de Tolentino Guerrero, hombre recto y
justo, que después de haber desempeñado altos
puestos públicos en la Provincia de Mérida, se
radicó en este pueblo de su cuna para consagrarse
a la ilustración de la juventud y al bien general.

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Viajando por Colombia en busca de un profesor


hábil para fundar en ésta una escuela de
enseñanza superior, fue donde contrajo la terrible
enfermedad que lo llevó a la tumba.
Hijo de esta ciudad es el doctor Pablo
Romero, quien hizo sus estudios jurídicos en
Bogotá, y después de haberse distinguido allí como
abogado y de haber desempeñado notables
destinos públicos, se trasladó de nuevo a
Venezuela, donde reside actualmente en ejercicio
de su profesión.
Nacido es también en La Grita, el doctor
Fernando Mora, abogado de la República, y
distinguido en el país por su competencia
científica, la independencia de su carácter y la
rectitud de sus procedimientos. Hermano suyo era
Epifanio Mora, joven poeta y escritor, muerto
alevosamente cuando ya se atraía las miradas del
público por sus altas dotes intelectuales. Cursó
Filosofía en el Colegio del Corazón de Jesús, y se
recibió de Bachiller en Mérida.
Alumnos del mismo plantel son varios
jóvenes bachilleres distinguidos por sus talentos y
cultura social, y que – cual más cual menos – son
esperanza de La Grita y ornato de su juventud.
Algunos de ellos nombraremos en la sección
última de esta reseña.

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Placa por las Bodas de Plata de Monseñor Jáuregui que la


ciudad obsequio al prelado (Foto Juan Alberto Sánchez).

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VIII.- TEMPLOS Y CAPILLAS

La Iglesia Matriz de esta ciudad fue


construida en el siglo pasado, en un lugar que
había servido de cementerio. El edificio fue
destruido por los terremotos de 1812 y 1827.
Después de este último, el pueblo lo reedificó,
habiéndose terminado los trabajos para el año de
1836. Tenía una sola nave y era de construcción
muy imperfecta.
Este templo fue derribado para
reconstruirlo en 1890. Hoy está casi concluido:
tiene tres naves, cápsula de mampostería, es más
grande que el antiguo y sobremodo elegante. Los
planos arquitectónicos seguidos en la construcción
son obra del maestro Ramón Pino Farias, y la
ejecución del trabajo, como principal arquitecto,
se debe al maestro Esteban Rangel, hombre
práctico en el arte; perito sin estudios teóricos;
pero dotado de un instinto artístico singular, al
cual debe la elegancia y seguridad en sus trabajos.

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La Iglesia de Nuestra Señora de Los Ángeles


fue construida también después del año de 1827;
se cayó en 1878. Su reedificación costó varios años
de labor, habiendo quedado concluida en 1881.
La Capilla de la Meseta, edificada en
tiempo del Señor Unda, fue reedificada con
mayores dimensiones en 1896, y dedicada a
Nuestra Señora de Lourdes.
Hoy existen además las capillas de La
Espinosa, Omuquena, El Tesoro, Tadea y Alto de
Duques, y las iglesias filiales de El Llano, La
Quebrada de San José, Sabana Grande y Pueblo
Hondo.

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IX.- COLEGIOS

El primer colegio de Varones lo fundó en


esta ciudad el presbítero doctor Jesús Manuel
Jáuregui, el primero de enero de 1884. Se llama
del Sagrado Corazón de Jesús. Tiene edificio
propio, de dos pisos, facultad para estudiar el
trienio filosófico y conferir el grado de Bachiller en
dicha materia y facultades del Seminario.
De sus claustros han salido más de treinta
sacerdotes, y ha estudiado Filosofía en él,
innumerables jóvenes, que hoy son médicos
abogados, periodistas, escritores públicos. Ha
tenido hasta ciento ochenta alumnos.
El primer Colegio de Niñas se fundó a
iniciativa del mismo Doctor Jáuregui, el14 de
septiembre de 1895. Son sus directoras las
señoritas Beatriz Camargo y Sara María Guerrero,
Profesoras Normales graduadas en esta ciudad.

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Tiene facultad para conferir el grado


expresado, y ha tenido hasta ochenta alumnas, de
diferentes pueblos del Estado.

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X.- HOSPICIOS

El primer Hospital de Caridad fue fundado


en ésta, a iniciativa del mismo Doctor Jáuregui, el
año de 1884. Tiene edificio propio y ha dado
cabida hasta a setenta enfermos. Está puesto bajo
la protección del Sagrado Corazón de María.
El primer Orfelinato lo fundaron aquí, el
mismo Doctor Jáuregui y el presbítero bachiller
Melquiades Rosales. Está consagrado a San Miguel
Árcangel y actualmente tiene veinticinco niños. La
Quinta en que funciona es propia.
Ambos Institutos están servidos por
Hermanas de Caridad de la Sacra Familia,
asociación fundada en esta ciudad el 17 de febrero
de 1895 por el Doctor Jáuregui con el fin de servir
en los hospicios católicos.

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XI.- CEMENTERIOS

El primer cementerio de La Grita existió en


el punto donde actualmente están la Iglesia
Matriz, la Cárcel y el local del Concejo Municipal.
En las excavaciones que con diferentes motivos ha
habido necesidad de practicar, se han encontrado
los cadáveres.
Después se fundó el cementerio de El
Llano, que existió hasta 1878, época en la cual el
Ilustre Concejo Municipal lo selló, y declaró en
servicio el Cementerio nuevo, situado en El Llano
de Los García que es el que actualmente está
destinado al público.

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Breve reseña de La Grita (1800 – 1900) – Emilio Constantino Guerrero

XII.- ESTADO ACTUAL

La Grita es hoy una ciudad importante por


muchos aspectos. Tiene más de mil casas, edificios
muy buenos, dos establecimientos mercantiles
que venden por mayor, y muchas tiendas de ropa,
bodegas y pulperías.
A causa de los Colegios se ha convertido en
un centro de educación e instrucción para la
juventud de ambos sexos.
La agricultura ha aumentado mucho en los
últimos años, a punto que actualmente satisface
las necesidades de la población y exporta gran
cantidad de frutos menores que semanalmente se
llevan a los mercados de Táriba y San Cristóbal.
La ciudad tiene muchas familias honorables
y una sociedad bastante culta, en la cual brillan,
junto con los sentimientos de piedad y religión, los
hábitos que constituyen la mejor elegancia de la
época.

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Breve reseña de La Grita (1800 – 1900) – Emilio Constantino Guerrero

El principal benefactor e impulsor de su


progreso en este siglo, ha sido el presbítero doctor
Jesús Manuel Jáuregui. Nació en Niquitao en 1848;
hizo sus estudios en Mérida, se graduó de Doctor
en Derecho Canónico, es Miembro de varias
Sociedades Científicas y Literarias, nacionales y
extranjeras, y en los últimos años fue muy
simpática en el Occidente de Venezuela, su
candidatura para el Obispado del Zulia.
Goza de aprecio y admiración en todo el
país y generalmente se le define en dos frases: “Es
un sabio y un gran corazón”.
La Grita está enorgullecida de tenerlo en su
seno, donde se le venera y se le ama como a un
enviado del Altísimo. En 1896, el pueblo celebró
con gran pompa sus Bodas de Plata, en el vigésimo
quinto aniversario de su ordenación sacerdotal, y
recuerdo de esa fiesta hermosísima, es el
monumento erigido en El Calvario de esta ciudad.
Actualmente es Vicario de La Grita y Cura de la
Iglesia Matriz.
Entre las personas que colaboran con él, en
las tareas del Colegio, figuran el autor de estas
líneas y el señor bachiller José Gilberto Guerrero,

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Breve reseña de La Grita (1800 – 1900) – Emilio Constantino Guerrero

José Luis Romero Contreras, un eterno enamorado de la


historia de La Grita, a él la edición digital de este libro.

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hermanos e hijos ambos de esta ciudad. El primero


desempeña el cargo de Vicerrector-Secretario, y el
segundo el de Vicerrector encargado del Internado
del plantel.
Colabora también como catedrático de
varias clases, el bachiller Ramón Vera G., nacido en
Pamplona y domiciliado en esta ciudad hace
muchos años. Es un distinguido caballero que goza
de alto concepto como hombre ilustrado, como
ciudadano integérrimo y como padre de familia
honorable y bueno. Fundó en este hogar, que es
un nido de virtudes y vive consagrado a la
formación de su familia y al bien general. Es
notable profesor de música y ejecuta con habilidad
varios instrumentos.
Catedráticos son también los señores
bachilleres Antonio Quintero Rojas y Eliseo de la C.
Mancilla.
El primero es un joven de bastante
ilustración, a quien favorece una inteligencia clara
y perspicaz. Sus escritos se distinguen por el alto
vuelo de la idea y la corrección de la frase. Regenta
cátedras en ambos Colegios y goza de alto
concepto y de general estimación.
El segundo es también un joven inteligente
e ilustrado, a quien la musa de la poesía dispensa

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Breve reseña de La Grita (1800 – 1900) – Emilio Constantino Guerrero

el beneficio de sus dones. Escribe inspirados


versos y se produce en la tribuna con facilidad, y
con esa unción que despierta las simpatías del
auditorio. Es también catedrático en el Colegio de
Señoritas.

El señor Ramón Pino Farias es también


colaborador en el gran Colegio del Doctor
Jáuregui. Nació en Mérida, se educó en
Barquisimeto bajo la dirección de su honorable
padre, y últimamente se ha radicado en esta

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Breve reseña de La Grita (1800 – 1900) – Emilio Constantino Guerrero

ciudad. Es uno de aquellos hombres que vienen al


mundo favorecidos por un talento universal. Es
escultor aventajado, pintor, grabador, litógrafo,
fotógrafo, arquitecto y hombre de regular
ilustración. Es de aquilatadas costumbres, de
refinada cultura y de exquisita bondad. La Grita se
complace de tenerle en su seno.
Es también catedrático el bachiller Román
Chavez, educado en el mismo plantel.
Y por último, durante varios años regentó
la cátedra de latinidad en el Instituto el señor
presbítero bachiller Felipe Santiago Vidal, actual
cura de la parroquia de Nuestra Señora de Los
Ángeles.
Es un joven en quien se aúnan en
admirable consorcio, el talento y la virtud. Estando
aun en la edad de las ilusiones de rosa y los
ensueños de oro, ha sorprendido por la gravedad
de su persona, la definición de su carácter y la
rectitud de sus acciones.
En la tribuna sagrada es elocuente y
persuasivo; su palabra seduce, porque está llena
de unción y porque brota de sus labios sencilla y
llanamente, sin atavíos que desdoran ni
fingimientos que repugnan.

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Breve reseña de La Grita (1800 – 1900) – Emilio Constantino Guerrero

Se goza en la solemnidad del culto divino:


quisiera honrar a su Dios con tanto boato y
esplendor, como lo honra la naturaleza en ese
temple sublime que se llama Universo.
Le caracterizan admirables hábitos de
orden: con ellos llegará a esas excelsitudes que
tanto deslumbran a la humanidad: a ser sabio y un
santo.
Actualmente goza de respeto y cariño, y le
distinguen como prendas invalorables, la bondad
del corazón y la cultura en los modales.
Quiera el cielo que ascienda tan alto en el
camino de la gloria y del bien, como lo desea de
corazón él que estas líneas escribe.

La Grita; Diciembre, 31 de 1899.

FIN.

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Breve reseña de La Grita (1800 – 1900) – Emilio Constantino Guerrero

XIII.- ¿POR QUÉ LA GRITA Y ESTE LIBRO?

Por: José Antonio Pulido Zambrano

Este año 2020 ha sido diferente, extraño,


controvertido, pero a la vez un año de grandes
enseñanzas, propicio para afincar los valores
familiares y entrelazar con mayor profundidad las
verdaderas amistades.

Al plantearme la edición de este libro conté


con el apoyo de mi familia, mi consecuente esposa
Consuelo y mis hijos José Antonio y Ana Eleonor,
quienes soportan mis desvelos y las consecuentes
luces encendidas de madrugada, ausencias – aún
estando juntos - por encontrarme absorto en mis
lecturas. Otro apoyo ha sido el de mi hermano
Bernardo Zinguer, acucioso y gran lector de
páginas enmohecidas por el olvido.

La Grita tiene una gran significación para mi


historia familiar, mis ancestros Miguel Pulido y su
esposa María de Contreras luego de cruzar los
páramos andinos se asientan en el Valle del
Espíritu Santo en 1720, con ellos se inicia la Saga
del apellido en el estado Táchira. Posteriormente

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Breve reseña de La Grita (1800 – 1900) – Emilio Constantino Guerrero

sus nietos se sitúan en tierras de Río Bobo


formando parte de los fundadores del pueblo de
Queniquea y en 1883 su bisnieto; Ramón de Jesús
Pulido Ramírez sería el pionero de la fundación de
San José de Bolívar.

Aún siendo protagonistas de nuevos


asentamientos, mis ancestros nunca olvidaron a La
Grita ni su devoción al Santo Cristo, apego y
devoción que se mantenido incólume de
generación en generación. Así lo demuestra la
invitación que le hiciera mi tatarabuelo a
Monseñor Jáuregui, con la finalidad de inaugurar y
bendecir el primer templo parroquial de San José
de Bolívar. Tiempo después mi bisabuelo Domingo
Pulido viajó a La Grita a entrevistarse con el
maestro Ramón Pino Farias a quien le encarga la
la imagen de San Isidro que aún hoy se encuentra
en nuestro pueblo.

También llegaron en remotos tiempos, mis


ancestros Zambrano y Parra; Precisamente ha sido
de la boca de mi tía Eufemia del Socorro Pulido
Parra que he escuchado desde mi tierna infancia
las mejores historias antañonas que pusieron a
volar mi imaginación y que atesoro con nostalgia,
esta devota incansable del Cristo del Rostro
Sereno a la que aprendimos a llamar “tía Ramona”,
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Breve reseña de La Grita (1800 – 1900) – Emilio Constantino Guerrero

pues según la abuela era el vivo retrato de la


Ramona Parra que había vivido a principios del
siglo XX en La Grita.

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Breve reseña de La Grita (1800 – 1900) – Emilio Constantino Guerrero

Nuestra tía Ramona se casaría en La Grita


con Ambrosio Guerrero, de la misma estirpe del
doctor Emilio Constantino Guerrero y se irían a
vivir en casa de la Señorita María García en la
famosa casona del Balcón de Bolívar.

Mi más reciente viaje a La Grita fue cuando


mi esposa se graduó y como una manera de
agradecerle visitamos al Cristo Sereno.

De modo que son muchas las historias y


querencias que me unen con esta hermosa ciudad
histórica, para concluir, no encuentro manera más
propicia que citar algunas frases de una hermosa
balada compuesta por un hijo de La Grita, mi
querido hermano Humberto Sánchez:

Te quiero invitar a un rincón de América


donde nací,
donde aprendí a soñar con primaveras,
aunque no existieran.
Te quiero mostrar los verdes de mi esperanza,
donde escuche hablar de hadas blancas,
aunque no existieran,
donde la tierra es de color morena,
donde dejé a una mujer buena,
donde el amor se viste sin cadenas,
así llueva, así llueva…

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Breve reseña de La Grita (1800 – 1900) – Emilio Constantino Guerrero

El historiador José Antonio Pulido-Zambrano,


su esposa Consuelo Leonor Colmenares
y su hijo José Antonio (La Grita, 2014).

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Breve reseña de La Grita (1800 – 1900) – Emilio Constantino Guerrero

XIV.- PALABRAS CUSTODIADAS

Por: Bernardo Zinguer-Delgado

Tras un año que sorprendió a una


generación que se consideraba inmune a aquellas
pestes ancestrales, el veinte-veinte marcó su signo
trayendo una plaga de misterioso origen, pero de
efectos muy tangibles y reales ¡todo pasará!

Como nos enseña la historia, sin embargo;


cada ser humano consciente debe reflexionar, y es
que sin duda, como “humanidad” podemos
hacerlo mejor, urge progresar como individuos,
como familia, como sociedad.

En Táchira Histórica, proyecto en el que


acompañamos a nuestro querido hermano José
Antonio Pulido Zambrano, en unión de una
pléyade de apasionados de nuestra historia
regional, hemos querido significar lo recursivo de
algunos hechos, ¿será que de alguna manera el
Gran Arquitecto del Universo nos “habla” y nos
pide rectificar como sociedad?

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Breve reseña de La Grita (1800 – 1900) – Emilio Constantino Guerrero

José Antonio Pulido-Zambrano, Luis Pastrán y Bernardo Zinguer-Delgado,


en la pasión de escudriñar la memoria en Viejos Archivos.
15 de julio del año 2020.-
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Breve reseña de La Grita (1800 – 1900) – Emilio Constantino Guerrero

Inferimos que en esta sintonía discurre los


pensamientos del Presbítero Felipe Santiago Vidal,
Cura Interino de la Parroquia de Nuestra Señora de
Los Ángeles de La Grita, cuando tuvo la genial idea
de disponer que al finalizar el periodo
decimonónico se dejara constancia, cual cápsula
del tiempo “de todos los principales sucesos que
en el orden natural, eclesiástico, civil y económico,
se han desenvuelto en La Grita” durante ese lapso
de tiempo.

Correspondió al gran tachirense doctor


Emilio Constantino Guerrero, personaje sobre el
que gravita esta edición de Táchira Histórica, el
honor de dejar plasmado estos hechos, trazados
en papel especial y fechado el 31 de diciembre de
1899.

Con mucho celo fue guardado este original


libro en el archivo parroquial, sin embargo al pasar
de los años “la polilla”, despiadada enemiga del
papel por más especial que este sea, apenas
permitía que se pudiera manipular este ejemplar,
por lo que el historiador grítense don Raúl Salcedo,
se dio a la tarea de hacer una copia manuscrita
que conservó por años, meses antes de morir la
obsequió para su custodia al apasionado de la
historia profesor Horacio Moreno.
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Breve reseña de La Grita (1800 – 1900) – Emilio Constantino Guerrero

El profesor Horacio reconociendo su


importancia, a su vez lo transcribió de manera
íntegra con su envejecida máquina de escribir, con
la finalidad de salvaguardar para la posteridad la
información contenida.

Cual cápsula del tiempo quedó archivada a


buen recaudo, sin embargo; por diversas razones
el Profesor Moreno no pudo divulgar la obra,
pasaron los años y presintiendo que su fin estaba
cerca, cree conveniente pasar el testigo, confía
entonces este texto a su joven colega y entrañable
amigo José Antonio Pulido Zambrano, narrando la
historia y encargándole que en el futuro lo
publicase.

Es esta la cadena de custodia que ha


permitido rescatar para la posteridad este texto
poco conocido y que sirvió de fuente de esta
edición, pues luego de unos años en su poder, José
Antonio consideró propicia esta época “especial”
para cumplir el deseo de su maestro en las lides de
la Historia Glocal, utilizando el libro digital como
herramienta y siendo el camino posible para
relatar los hechos remotos, en palabras que nos
abrazan y piden atención como lo hace esta
bendita tierra.

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Breve reseña de La Grita (1800 – 1900) – Emilio Constantino Guerrero

Este libro se edito de manera digital.

San Cristóbal, estado Táchira, Venezuela.

Diciembre 2020.

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Breve reseña de La Grita (1800 – 1900) – Emilio Constantino Guerrero

Un obsequio de:

ÁC IRA
Istórica
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