Está en la página 1de 15

San Rafael por los caminos del oro y del agua

Luz Estella Quintero Gallo y Esteban Gómez Velásquez 1


Resumen
San Rafael surge en 1863 de un asentamiento minero que fue adquiriendo vocación de poblado. Su
primer impulso productivo le alcanzó para erigirse en distrito en 1871 y se afianza con el vínculo
que los nuevos pobladores construyen con la tierra para obtener un sustento menos azaroso que el
de la mina. Es justamente un laborioso sacerdote agricultor el que se empeña en liderar el traslado
de su cabecera cuyo acto, podríamos decir, de refundación, tiene lugar el 5 de agosto de 1905. Su
desarrollo va unido a la agricultura y la minería con fluctuantes periodos de auge y declive. Desde
los años sesenta, se perfila como centro de generación hidroeléctrica causante de sustanciales
cambios en la misma configuración poblacional y, sobre todo, en la relación de los sanrafaelitas con
su territorio. No tardó luego en llegar el destructivo conflicto armado.
Palabras clave: Minería, Caserío, Caminos, Refundación, Iglesia. .

“Población que se respete debe escribir su historia propia”


( Belisario Giraldo Morales)
Conquistar y colonizar por el oro
El resplandor dorado del oro que enardecía las cabezas españolas llevó a Francisco de
Ospina a recorrer las mismas zonas de Francisco Núñez Pedroso en el año de 1560. Fundó
a orillas del río Guatapé, en el valle del Corpus Chirsti la ciudad de Remedios como centro
para la explotación del oro y sometimiento de los indígeneas. Cabe detenerse un poco sobre
esta fundación para hacerse una idea de la fragilidad y movilidad de estos hombres
aventureros. Esta ciudad de conquista que parece se dio en el territorio actual de San Rafael
fue trasladada cuatro veces, a las inmediaciones de San Carlos en 1567; a la zona del actual
Yolombó en 1569; en 1588 a Cancán, también cerca de Yolombó; y, finalmente, al valle de
San Bartolomé en 1594. “Mudanzas y desasosiegos” denominó la historiadora Yirla
Marisol Acosta Franco a la movilidad que caracterizó este tipo de comportamientos al
explorar el tema de las “Ciudades Móviles” de los años 1509 a 1611 en el Occidente del
Nuevo Reino de Granada (Acosta Franco: 2015). Al margen de ello, la búsqueda de oro de
tan temprano tiempo puede tomarse como una premonición de la historia de este pueblo
propiciado por ella, por la llamada “Fiebre del oro”.

1
Los autores del presente escrito son cultores del municipio y gestores del Proyecto Fundación Centro de
Historia de San Rafael Antioquia, “BELISARIO GIRALDO MORALES”. Para la elaboración han retomado
apartartes del texto inédito Memoria Cultural del municipio de San Rafael, elaborado en el año 2005 y
dirigido por Juan Alberto Gómez Duque mediante convenio con la administración municipal.

1
Mazamorrero en el rio Arenal. La movilidad en busca del oro y a su explotación y comercio
han contribuido por siglos a formar el carácter andariego del minero antioqueño. San
Rafael no fue la excepción y puede decirse que desde la conquista recibió la visita a veces
esporádica, otras veces constante, de personas en busca del preciado metal que se
encontraba en sus numerosos ríos y quebradas.

Uno de las razones que atrasó la presencia del deseo de adquirir el mineral precioso en los
selváticos territorios de San Rafael fue la trayectoria que siguió la minería colonial
antioqueña. Partió de la conquista y se expandió en parte occidental de territorio en torno a
Buriticá y los placeres del rio Cauca, después el auge de Zaragoza, Remedios y Guamocó
en el nordeste, luego el altiplano de Santa Rosa al norte y llegó al oriente en una etapa
posterior, cuando se inició la ruptura de su difícil acceso y establecimiento en una
naturaleza rica en ríos y quebradas promisorias, pero a su vez en medio de montañas
selváticas temibles por su condición inhóspita. En este contexto hubo una colonización
lenta en una tierra que en mucha parte de los siglos coloniales no llegó a pertenecer a la
provincia. Sucedió a mediados del siglo XVIII dentro del sitio de San José de la Marinilla y
su amplia cobertura espacial que se extendía al oriente hasta el rio Magdalena.

2
En este territorio nacieron primero los asentamientos destinados a ser nuevos poblados:
Vaos, San Carlos del Priego y Canoas. Estos lugares marcaron una trayectoria larga antes
del primer denuncio de minas en áreas de San Rafael. Este data del año de 1771, o sea algo
así como cerca de 80 años después de establecerse. Ventura de Arbeláez fue el nombre del
personaje denunciante, un influyente vecino de Rionegro. Tierra y oro fue su ambición y le
fue factible cumplir su deseo, así fuese una distante montaña aun sin abrirse.2

Al entrar el siglo XIX la conexión de economía antioqueña con el mundo exterior se


intensificó notoriamente y los caminos de Juntas y posteriormente Islitas fue cada vez
más vital. En este contexto, la circulación de mercancías importadas y pagadas a través de
la exportación del oro que proporcionó la minería se canalizó por esta vía y ella atravesó el
territorio de San Rafael. Ya en 1825 se mencionan parajes intermedios de la ruta, tales
como los de Media Cuesta, Falditas y el Alto del Páramo. Recuas de mulas, y cargadores,
viajeros hombres y mujeres con bultos a sus espaldas cruzaron por allí (Gosselman: Pero
el flujo no fue insuficiente para prontamente justificar el nacimiento de un poblado en estos
predios, más sí algún tambo en donde se pernoctara y no tenerse que dormir a campo
abierto. Sólo el trasegar del camino parece fue la utilidad esencial de este territorio y la
minería aun no estuvo presente por décadas ante estar la atención de su dinamismo
enfocada en otra dirección., por lo menos así parece transcurrieron las décadas de la
primera mitad de siglo XIX, hasta que explayara más en la segunda mitad.
Nace un caserío
El avance de la minería del siglo XIX incluyó, con marcada desigualdad en los resultados, a
todos los pueblos de Antioquia. La exploración general de ríos y quebradas fue un ir y venir
prolongado de buscadores del oro y allí donde se halló abundante en determinado lugar
despoblado fue un referente de atracción de otros mineros. A esta situación corresponde la
forma como don Belisario Giraldo Morales describió el despuntar de su pueblo: “A finales
de 1863 o principios del 64, un grupo de mineros encabezados por el señor Cemente
Escudero descubrió una mina de oro cerca d elos arroyuelos El Tachuelo y La Veta (…) he

2
Su actitud se asemeja a la de los lejanos conquistadores del siglo XVI deseosos de poseer
para sí la riqueza en potencias de los lugares vírgenes.

3
aquí la partida de nacimiento de un pueblo (…) sencillo origen en dorada cuna (Giraldo
Morales: 1980, 21).

Efectivamente primero entro en acción “el olfato minero” (expresión de Giraldo morales) y
luego el interés del otros que acudieron en busca de igual suerte que catearon en las aguas
de los ríos Guatapé, Arenal y Bizcocho y las quebradas que los alimentaban. Los primeros
llegados en 1863 venían de Santa Rosa, un norte antioqueño de activa producción aurífera
pero que, tal vez, las condiciones no les fueron propicias y aventuraron en otras tierras
vírgenes en exploración y ellas fueron las el futuro San Rafael. El lugar de su asentamiento
fue el paraje El Sueldo y los nombres de esos pioneros de los que no se sabe más que ello
fueron el que los dirigió Claudio Roldán Yepes y sus compañeros Clemente Escudero,
Bonifacio Mesa, Tomás Viana y los hermanos Jesús, Evaristo y Agustín Mira (Zapata
Cuencar: 1978, 246).

Cuando 20 años después Manuel Uribe Ángel escribió su Geografía registró el hecho
anterior con esta anotación: “Poco después del año 1864, y á consecuencia de haberse
descubierto ricas minas de oro (…) se construyó en el paraje denominado el Sueldo, una
especie de Bodega para asilar a mineros de profesión que concurrían a esa parte, de algunos
pueblos del norte del Estado (Uribe Ángel: 1985, 314).” Esa especie de bodega que
menciona insinúa que además de surgir un caserío minero, el asentamiento almacenaba
productos, tal como si asumiera un doble papel minero y comercial para los que viajaban
en la ruta procedente del Puerto de Nare hacia el centro de Antioquia.

Otro rasgo que caracterizó de momento inicial del poblado fue la presencia de influencias
que provenían de lugares aledaños: San Carlos, El Peñol, Guatapé y Marinilla.Ya desde
1769 el cura párroco de ésta última localidad, Fabián Sebastián Jiménez, y el señor
Alejandro Velásquez tenían cuadrillas de trabajadores buscando minas por el río Bizcocho
y San Lorenzo y Existen registros de doce minas denunciadas antes de la llegada de los
expedicionarios santarrosanos. Las circunstancias se los descubrimientos en el suelo de
San Rafael no fueron tan fugases porque trascendió la fama bajo la lógica de si unos
encontraron oro por allí nosotros también podremos hallarlo en las proximidades. En estos

4
términos el gobierno no tardó en apreciar que en el caserio necesitaba una Inspección de
Policía para velar por el orden público y la creo incorporada al distrito parroquia de
Guatapé. Sí hubo in Inspector para que impusiera orden en un conjunto de mineros
contrapuestos por ejercer el predominio, una situación muy lógica en las circunstancias
del despuntar aurífero prometedor. No sólo ello hubo, “Como acto de comunidad, de
manifestación de civilidad, de expresión de sentimiento, fue, después de localizadas las
minas, levantar capilla (Giraldo Moráles, 33).”
Vida municipal
Con la ley 199 del 18 de octubre de 1871 el Estado de Antioquia reordenó su territorio y al
hacerlo creó nuevos distritos, entre ellos transformó a la “fracción” del Sueldo en nuevo y
lo llamó San Rafael. Que este tipo ascenso de categoría ocurriera se debió al
reconocimiento gubernamental de su dinamismo y fue además una especie de actualización
de las demandas locales de los poblados a la Legislatura para que admitieran sus
aspiraciones. Aun así, todo dependió de una productividad minera de cual no se conocen
sus detalles, pero al parecer no duró o tal vez las utilidades se quedaban en manos de las
sociedades de mineros Roldán y Duque y Rúa y Moreno. Un indicio de la situación fue un
decreto del 22 de junio de 1870; suprimió una escuela pública que hacía poco fue
establecida por considerar demasiado reducido el número de habitantes, “siendo además
todos pobres”. Esto ocurría un año y medio antes de ser declarado Distrito y es una
paradoja difícil de entender. 3

Como a todo poblado lo rigió el Estado y la Iglesia y sus influjos se dieron en dos niveles
el ocal y el provincial, aquel para disponer la categoría del lugar, el territorio y el
nombramiento de representantes allí y éste para intervenir directamente en la cotidianidad
local. Pues bien, en esos inicios del poblado aconteció que para efectos eclesiásticos San
Rafael siguió perteneciendo a la parroquia de Guatapé a la que se anexó en 1870, luego de
que los habitantes del caserío extendieron una solicitud expresando los inconvenientes de la

3
El logro de ser un Distrito para un nuevo lugar era un respaldo del gobierno a un proceso
de colonización próspero. Décadas atrás la gestión era ardua y costosa por sus trámites ante
la Iglesia y la gobernación. Para la década de 1870 las cosas habían variado y en San
Rafael fue suficiente la “influencia del Sr. Eduardo Espinosa” y un memorial de los
habitantes “en la Bodega” (Uribe Ángel, 315).

5
distancia y lo malo del camino para pertenecer a la lejana parroquia de Canoas,
corregimiento de San Carlos.

6
Facsímil de la ley 199, que crea el distrito de San Rafael

7
Sí la inestabilidad en los asuntos anteriores, la categoría política y eclesiástica del
poblado, afectó a San Rafael naciente, ellos no fueron los únicos. Desde el mismo 2 de
enero del año de 1872 se pensó en el traslado del caserío. Ocurrió cuando un grupo de
ciudadanos de El Peñol envió al Presidente del Estado de Antioquia una solicitud para que
ordenara el cambio de lugar porque el sitio que ocupaba presentaba “muchos y graves
inconvenientes”, tales como la falta de espacio para edificar. El gobierno rechazó la
petición y ratificó la ubicación de la cabecera, con un decreto que en su artículo único
sentenciaba: “la cabecera del distrito de San Rafael será en el que actualmente se encuentra
el caserío de El Sueldo” (Zapata Cuencar, 246).

No se sabe exactamente si para el año 1878 el auge minero había decaído pero se presentó
el riesgo de que la Legislatura despojara al lugar de su status de Distrito y San Rafael
retornara a ser una “fracción” de Guatape. Varios vecinos se movilizaron y solicitaron que
no se eliminara, pues de por medio existió una extraña solicitud de otros habitantes. Según
parece, se había ocurrido una especie de conspiración de unas pocas personas incitadas por
el Corregidoror y vecinos importantes de Guatapé. La reacción de los sanrafaelitas produjo
con enérgicas protestas, ponderando las riquezas minerales del poblado y comparando sus
importantes rentas con las del rival Guatapé. Llegaron al punto de sostener que “este pueblo
(San Rafael) en su reciente creación fue tiranizado por aquél (Guatapé). Logró su
independencia, no quiere volver a ser su esclavo Gómez Duque, 2005)”.

La rivalidad entre los dos pueblos venía desde la creación del distrito de San Rafael, pese a
que muchos guatapenses se radicaban en él, o quizá justamente por eso: consideraron a su
nuevo pueblo como su patria chica y esto puedo producir resentimientos. En este punto
cabe resaltar del documento la afirmación en el sentido de que “la mala política y gobierno
que ha habido en Guatapé ha hecho que hasta sus vecinos se estén trasladando y
avecinando aquí (Gómez Duque, 2005)”.
El sacerdote agricultor que sembró un pueblo.
El poblamiento en La Cuchilla nunca logró echar raíces firmes al mantener el aire de
ranchería transitoria para extraer oro pese a que existían algunas construcciones de tapia.
Según Zapata Cuencar estaba ubicado en una topografía inapropiada para que creciera el

8
poblado y presentaba dificultad con la obtención del agua. Su razón de ser era la minería y
no la agricultura y la primera no prosperaba, condición indispensable para que llegaran allí
más pobladores. Una carta del año 1872 solicitando el traslado demuestra que los
pobladores no estaban conformes con su ubicación. Aun así, pasó el tiempo y nada cambió,
allí continuaba residiendo los de personas, lo único que varió ocurre en el año 1887
cuando la Iglesia consideró pertinente crear la parroquia y así lo decretó, más hubo demora
para que el primer Cura Párroco se radicase; el padre José de Jesús Correa Jaramillo llegó a
La Cuchilla el 6 de noviembre de 1894.

Con su investidura sacerdotal y su tenacidad de labrador, reúne las condiciones para


emprender el traslado definitivo de la población.4 Rápidamente inicia las gestiones y el 5 de
agosto de 1897 da el primer golpe de hacha en el valle, sitio ubicado a un kilómetro de la
cabecera. Durante ocho años trabaja hombro a hombro con sus feligreses derribando monte.
Convoca a la gente en convites y se entregan a una labor colectiva y contrata ingenieros
prácticos como Isidro Cardona para trazar las calles, fija la ubicación del templo y de la
plaza en cuyo centro deja crecer un árbol que todavía es uno de los emblemas del
municipio: el Cabuyo. En esencia, movilizó al pueblo y fundó a San Rafael; porque así lo
consideran los sanrafaelitas: su fundador.

El cinco de agosto de 1905 aconteció el traslado de la población una vez terminada la


guerra de Los Mil Días. Por entonces el vecindario era poco, lo indica las elecciones para
consejeros municipales del año 1903. San Rafael registró sólo 1.156 habitantes y en ellos el
predominio de 210 votos conservadores contra 44 liberales. La filiación partidista
conservadora ha prevalecido tradicionalmente en San Rafael.

4
Se desconoce cuál fue el papel que cumplió el funcionario que estuvo al frente del gobierno de la localidad
y a los demás habitantes en el traslado del pueblo. La tradición y Heriberto Zapata Cuencar atribuyen el
protagonismo al padre Correa.

9
Construcción del Templo a principios del siglo xx
Minería y agricultura.
En la primera mitad del siglo XX en San Rafael surgieron importantes empresas de
explotación de oro de veta que movilizan personal y maquinaria pesada. Los mineros
ingleses Henry Jencks y Walter Bowen, por ejemplo, acondicionaron un molino de pisones
californiano en la vereda “Las Camelias”, donde se alcanza a formar un caserío. San Rafael
vive una relativa prosperidad minera y agrícola, evidenciado en sus numerosas
construcciones en tapia y las inversiones en obras públicas. Incubó una vida parroquial y
familiar sin mayores sobresaltos, salvo algunos brotes de violencia partidista en los años
cincuenta. El templo que construyó la población entre convite y convite hecho fuertes
raíces al igual que la autoridad civil.

10
Aspecto del mercado en el parque principal

Hoy día aunque sigue predominando el trabajo de extracción del oro por parte de
mazamorreros, especialmente el de oro corrido en los cauces de quebradas y ríos, la
agricultura predomina en la vida de los sanrafaelitas. La producción se basa en el maíz, la
panela, el fríjol, la yuca y el plátano. Con el tiempo a cobrando fuerza el café, además de
crecer la producción de huevos. Se establece un comercio activo por medio de los caminos
hacia Caracolí, San Roque y Jordán por el oriente y el nororiente y con los pueblos del
altiplano y Medellín por el occidente.
El asunto de los límites
En cuestión de límites de San Rafael, hasta 1913 no se definió de manera más o menos
clara.
Después de la creación del municipio de Alejandría a principios del siglo XX, formado con
una tercera parte a San Rafael, los santafaeleños empeñaron en resolver, de una vez por
todas, la situación incómoda de los límites. El municipio de San Carlos llegaba hasta el otro
lado del río Guatapé, prácticamente hasta las calles de la cabecera. Mediante una carta
enviada al presidente Rafael Reyes en 1907, los habitantes de San Rafael pedían la

11
segregación de una fracción del municipio de San Carlos. La controversia se extendió
durante 5 años y llenó ciento tres folios en un espiral de argumentos y defensas.
Intervinieron peritos y hasta el ingeniero Críspulo Rojas dibujó un mapa para ayudar a
dirimir el litigio. Finalmente el 23 de abril de 1913 la asamblea expidió la ordenanza que
resolvía la disputa en favor de San Rafael sobre los siguientes términos:
“…Art único: los límites entre San Rafael y San Carlos son los siguientes: de los
encuentros de La Dorada y el río Nare; Dorada arriba, hasta su nacimiento; de aquí
línea recta al Alto de La Dorada, en la cuchilla divisoria de las aguas del río Chico y
Llanadas; por esta cuchilla sobre la derecha, a buscar el camino que viene de San
Rafael; por todo el camino, al lado de La Mulata; de aquí sobre la izquierda, siguiendo
por la cordillera que separa las aguas que van al (río) Guatapé, hasta el Alto del Cerro;
de aquí siguiendo la cuchilla llamada El Hacha, a caer al río Guatapé; este arriba hasta
donde le cae una cuchilla que separa las aguas de El Cardal y el río Guatapé, primero,
y después las de El Cardal y la quebrada Playas; por dicha cuchilla hasta la cordillera
que separa las aguas del río Coco de las que van al Guatapé; siguiendo dicha cuchilla o
cordillera, hasta enfrente de los nacimientos del riachuelo Chiquito; este abajo, hasta el
desemboque de la quebrada La Rápida; esta arriba hasta su nacimiento; de aquí a
buscar la cordillera del Páramo, límite con Granada (Giraldo Morales, 1980)”.

En el proceso de los límites jugó un papel central el señor Raimundo Hernández quien
lideró la causa de San Rafael con inteligencia y conocimiento.

Una nueva etapa: los embalses y las centrales hidroeléctricas


La irrupción de megaproyectos hidroeléctricos en el Oriente Antioqueño provocó cambios
en todos los órdenes. Para San Rafael significó una sacudida inevitable por la magnitud de
los trabajos que se desarrollaron en su territorio. Desde 1964 se intensificaron las obras de
los embalses. Compañías constructoras extranjeras así como ingenieros y obreros
nacionales desbordaron la capacidad de asimilación del pueblo ante el nuevo horizonte que
se abría. La compra por parte de Empresas Públicas de Medellín y de Interconexión
Eléctrica S.A. de, aproximadamente, seis mil hectáreas de tierra como áreas inundables y
de protección, suscitaron un movimiento de población sin precedentes. Muchos propietarios
de predios rurales vendieron y se fueron para el pueblo o para la ciudad de Medellín, otros
tantos se vincularon a las compañías. El dinero y el empleo ocasionaron el crecimiento
acelerado de la población, principalmente en el casco urbano. Se estima que la población se
duplicó entre esos primeros años de los sesenta hasta mediados de los ochenta pasando de
10 mil a 20 mil habitantes a una tasa de crecimiento en la cabecera (1964 -1985) del 8,53%
anual.

12
En los años 70 y 80 la incidencia de varias fuerzas políticas y armadas en el país
encontraron un escenario propicio en San Rafael. Los partidos de izquierda nacidos de la
insatisfacción por la situación del país, especialmente después de las elecciones de 1970 y
la consideración de la lucha armada como una alternativa, encontraron eco en el Oriente
Antioqueño durante tan convulsa época. Se organizaron movimientos populares que
exigían un compromiso más directo de Empresas Públicas de Medellín e ISA en las
soluciones al impacto generado por las construcciones de las hidroelécricas. Se efectuaron
movilizaciones, paros y marchas para solicitar obras públicas, discusión del tema de los
servicios públicos, indemnización y vinculación de personal de la zona a las empresas.

Con la paulatina terminación de las obras después de 1985, la situación se tornó más tensa
porque San Rafael ofrecía un panorama distinto. La fisonomía del territorio y, sobre todo,
la relación de la gente con el mismo se alteraron sustancialmente. Las luchas de intereses se
agudizaron en julio de 1987 con la inundación de un sector del área urbana provocada por
el aumento del caudal del río, que la gente atribuyó al vertimiento de aguas del embalse.

En el río Guatapé, que recorre el pueblo de occidente a oriente, los sanrafaelitas


comenzaron a simbolizar la dimensión de su cambio. Y a tratar de apropiarse de un paisaje
nuevo con todas las pérdidas y ganancias que esto les generó. La vocación agrícola y
minera de muchos, pasó a ser asalariada durante las obras. Hubo dinero y trabajo. San
Rafael vivió una especie de marea temporal que dejó sus huellas en todos los campos y que
le ofrecía otro panorama de saldos diferentes.

Después de la agitación San Rafael ha venido elaborando su duelo por lo que perdió pero
apropiándose de sus nuevas posibilidades y capitalizando sus ganancias. La nueva
generación de sus habitantes que ha crecido con las hidroelécricas no ha perdido el carácter
abierto de las anteriores y aporta su mirada fresca al paisaje. El pueblo siguió soportando
años difíciles de violencia en la década de los noventa en la misma medida en que también
los soporta un país y una región en conflicto.

13
Trascurrido el umbral del milenio, San Rafael viene recuperando su vocación agrícola y se
esfuerza por restaurar su identidad. Mantiene símbolos de su historia entre los que se
cuentan los ríos y el templo; y aprovecha los emblemas nuevos como sus embalses y su
popular título de Capital Hidroenergética de Colombia. Ha gestado, en una especie de
proceso arduo de ensayo-error, una vocación turística sobre dos de sus principales capitales
naturales: sus ríos y el carácter abierto y acogedor de sus habitantes. Estos últimos valores
constituyen una especie de metáfora de lo que fue la visión que se les presentó a los
muchos exploradores que trasegaron este territorio en busca de oro mirando desde el Alto
de Guacaica: el llamado Abra de Oriente. El Abra, un trazo geográfico al que se le define
como “la abertura despejada y ancha entre dos montañas”. De modo que esa misma
característica de acogedora expansión, podría reseñarse como la más prominente de la
querida tierra los sanrafaelitas, de aquellos como don Belisario su cronista comparten su
expresión siguiente: “Ah bueno que es saber hartas cosas del pueblito¡ (Giraldo Morales,
11).”

Su futuro ¿en el turismo?

14
Balneario la Cazuela

Hoy, después del “extraño” periplo que ha vivido esta tierra de historia y promisión, con la
certidumbre de que las mismas plantas generadoras de energía, llegaran al final de vida útil,
este territorio tiene su esperanza de desarrollo cifrada en el turismo. Sin duda alguna, en
vista de sus exuberantes paisajes, de sus aguas privilegiadas, es la fortaleza más grande que
poseemos, para continuar la marcha. Nos falta mucho para aprender a vivir de este renglón
del turismo, pero en ese camino estamos, y así como hasta ahora lo hemos hecho,
saldremos adelante.
Bibliografía
Acosta Franco (2015) Mudanzas y desasosiegos de los cristianos: Ciudades Móviles del Occidente
del Nuevo Reino de Granada, 1509-1611. Medellín: IDEA.
Giraldo Morales, B. (1980). Apuntes para la historia de San Rafael. Bogotá: MULTI-CELAM.
Gómez Duque J.A. (2005). Memoria Cultural de Municipio de San Rafael. Compendio inédito.
Gosselman, C. A. (1981) .Viaje por Colombia 1825 y 1826. Bogotá: Banco de la República.
Uribe Ángel, M. (1985). Geografía General del Estado de Antioquia en Colombia. Medellín:
Secretaría de Educación y Cultura de Antioquia.

15

También podría gustarte