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SURGIMIENTO Y CONFORMACIÓN

DE LA UCR EN JUNÍN. ORIGEN


SOCIAL Y POLÍTICO DE SUS
PRIMERAS DILIGENCIAS
(1891-1930)
INDICE

Introducción…………………………………………………………………………….1

CAPITULO I: “La Unión Cívica Radical a nivel nacional (1891-1930)”…………. 3

CAPITULO II: “El radicalismo juninense (1891-1930)”…………………………..14

“Surgimiento y construcción del radicalismo juninense (1891-1916)”………….....14

“El radicalismo juninense durante las primeras presidencias radicales


(1916-1930)”…………………………………………………………………………
….18

Reflexiones finales…………………………………………………………………….21

Bibliografía y fuentes…………………………………………………………………24
INTRODUCCION

La Unión Cívica Radical es considerada el primer partido político moderno de la

historia argentina, así como también fue el primer partido de masas. Fundada en 1891, con

más de un siglo de antigüedad, es claramente una parte fundamental de la historia política

argentina. Sin dudas, su capacidad de adaptación y transformación a lo largo de los distintos

periodos de nuestra historia es la clave para entender su vigencia como espacio político hasta

hoy en día.

Desde sus orígenes con un carácter claramente revolucionario hasta convertirse en un

partido de tinte republicano, la UCR ha pasado por distintas transformaciones, pero no solo

desde el punto de vista estructural, sino también desde el punto de vista dirigencial, en

referencia a aquellos que integraban sus filas y a quiénes y qué intereses representaban. Esta

última cuestión es la que se pretende abordar en este trabajo, desde una escala de análisis

local, dialógica con el relato nacional.

El objetivo de esta investigación es, a través de un análisis prosopográfico, determinar

el origen social y político de quienes fueran los integrantes de la Unión Cívica Radical en la

ciudad de Junín durante el periodo 1891-1930. De igual manera se pretende analizar cómo

fue variando (en caso de que lo haya hecho) la composición de la UCR a lo largo de estos

años y comparar el proceso que se da a nivel local con el que se desarrolla a nivel nacional y

en la provincia de Buenos Aires.

Este trabajo estará dividido en dos capítulos. El primero servirá a modo de contexto

donde, con la ayuda de distintos autores que estudiaron este proceso, se observa al

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radicalismo a nivel nacional y provincial poniendo el foco tanto en su composición como en

las distintas transformaciones que este fue sufriendo a lo largo de los años.

En el segundo capítulo se pasará a analizar, a través de distintas fuentes escritas, las

cuestiones mencionadas en el capítulo anterior pero esta vez haciendo foco en el plano local.

A su vez, este capítulo estará dividido en dos apartados. En el primero se abordará el periodo

en que el radicalismo surge y se organiza como oposición a los gobiernos oligárquicos del

“régimen” (1891-1916), mientras que el segundo se centrará en las presidencias radicales

(1916-1930).

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CAPITULO I: LA UNION CIVICA RADICAL A NIVEL

NACIONAL (1891-1930)

El radicalismo constituyó como la primera fuerza política nacional importante en la

Argentina, y uno de los primeros movimientos populares latinoamericanos (Rock, 2010). Su

importancia derivaba esencialmente de su rol de agente de integración política, guiado por los

objetivos establecidos por los reformadores de 1912. Sin embargo, es importante remarcar

que, en sus orígenes (década de 1890), el partido estaba conformado por una minoría

escindida de la élite. No desarrolló sus rasgos populistas hasta el inicio del nuevo siglo, al

convertirse en un movimiento de coalición entre parte de la élite y sectores de la clase media

(D. Rock, 2010).

La fundación de la UCR en 1891 se dio luego de que se divida la Unión Cívica (UC),

la cual se conformó poco tiempo atrás a modo de oposición política al PAN (Partido

Autonomista Nacional) pero principalmente a quien fuese en ese momento presidente de la

nación, Miguel Juárez Celman. La UC nucleaba a un sector de la elite argentina que estaba

disconforme tanto con las políticas que Juárez Celman estaba llevando a cabo (Argentina

atravesaba una gran crisis económica) como con el reparto de cargos políticos que el

gobierno había realizado y del cual estos sectores disconformes de la élite habían quedado

excluidos (D. Rock, 2010). Con respecto a su surgimiento como partido opositor Persello

(1996) dice que “El radicalismo se constituye como partido de oposición. Sus adherentes se

aglutinan a partir de una lectura compartida en cuanto a lo que no funciona” (pp. 69).

Desde su fundación hasta 1896 la URC estuvo conducida por Leandro N. Alem;

abogado porteño que tuvo sus inicios políticos en el Partido Autonomista de Adolfo Alsina,

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espacio que abandonó para formar el llamado Partido Republicano, desde el cual se opuso

políticamente a gran parte de sus antiguos compañeros del Autonomismo que, para este

momento, ya se habían organizado a nivel nacional conformando una alianza con el Partido

Nacional de Avellaneda, que dio origen al PAN. Luego de un breve retiro de la vida política

Alem formó una Alianza con Mitre, a quien se enfrentó políticamente durante su etapa en el

autonomismo, dando como resultado la antes mencionada Unión Cívica.

Durante el periodo de conducción de Alem la UCR tuvo un claro enfoque

revolucionario realizando varios levantamientos armados en contra del gobierno nacional con

la intención de derrocarlo y asumir el poder. El fracaso tanto de la UC como de la UCR se

debía a que, una vez consumada la renuncia de Juárez Celman, la facción del PAN más

cercana a Roca amplió su base política y se ganó la simpatía de buena parte de la elite

argentina, cuestión que los partidos opositores no pudieron contrarrestar mediante el apoyo

popular (D. Rock, 2010).

En relación a la cuestión del apoyo popular sobre todo en los inicios tanto de la UC

como de la UCR David Rock (2010) nos dice que

“El núcleo principal de la coalición estaba integrado por jóvenes universitarios. Estos

no pertenecían a la clase media urbana, sino que eran en su mayoría hijos de familias

patricias, cuya carrera política y de gobierno había sido puesta en peligro por el súbito

giro hacia Córdoba de Juárez Celman en la concesión de favores oficiales” (p. 55).

Los pocos adherentes con los que contaban entre los “sectores populares” de la capital

eran mayormente pequeños comerciantes y dueños de talleres artesanales.

Si se analiza la composición sociopolítica de la UCR en 1891 se puede decir que es

prácticamente idéntica a que poseía la UC. Con respecto a esto Rock (2010) menciona que

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“El nuevo partido se hallaba integrado básicamente por grupos escindidos del patriciado y

que por una u otra razón estaban descalificados, a causa de sus vínculos anteriores, para

unirse a Mitre, Pellegrini o Roca” (p. 58). Con respecto a esto Paula Alonso (2000) dice que:

“… la integración del Comité Nacional del partido en 1892 muestra una composición

poco homogénea. Todos sus integrantes eran profesionales, los mas eran abogados y

terratenientes o periodistas. En términos de la profesión de sus miembros, la UCR no

difería de los otros partidos.” (p. 226).

El inicio del siglo XX significó para el radicalismo el inicio de un proceso en el cual

su base electoral se amplió ya que comenzó a ganarse el apoyo de distintos sectores sociales

principalmente en las zonas urbanas. Para este momento la figura de Hipólito Yrigoyen ya

había tomado relevancia, sobre todo luego de que reemplazase a Alem como conductor del

radicalismo en 1896 después de que este se suicidara. Referido a esta cuestión Alonso (2000)

plantea que “…el apoyo electoral de la UCR pareciera haber provenido principalmente de los

sectores sociales medios y altos” (pp. 239).

Uno de los primeros grupos sociales en los cuales el radicalismo pudo conseguir un

considerable apoyo fue el de los estudiantes universitarios. Si bien históricamente este grupo

estuvo integrado por los hijos de la elite argentina para la primera década del siglo XX la

mayor parte de los estudiantes eran descendientes de inmigrantes que habían llegado al país

en las décadas pasadas. Se constituyeron como un importante grupo de presión política en el

escenario urbano cuando comenzaron a exigir la democratización de la estructura

universitaria.

Este proceso de lucha estudiantil se verá culminado con la introducción de la reforma

universitaria de 1918. (Rock, 2010)

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Un punto importante que permitió la expansión de la masa electoral del radicalismo

fue la consolidación de su estructura partidaria a nivel nacional asegurando su presencia en

las distintas provincias. Pese a esto Buenos Aires seguía siendo el centro de su poder.

Respecto a esto Rock (2010) plantea que “En estos años quedó constituido un conjunto de

dirigentes locales intermedios, en su mayoría hijos de inmigrantes. El grueso de los líderes de

clase media del partido se afilió entre 1906 y 1912” (p. 62).

Otra cuestión que favoreció el crecimiento del radicalismo a comienzos del siglo fue

el proceso de estratificación social que se dio en las zonas urbanas en el cual los grupos

dirigentes de alta jerarquía se concentraron en las clases medias urbanas dedicadas a las

actividades terciarias (D. Rock, 2010).

A diferencia de Alem, el cual pretendía buscar apoyo en los grupos criollos de Buenos

Aires, Yrigoyen se enfocó en los argentinos de primera generación, es decir, hijos de

inmigrantes, los cuales cuestionaban a la elite criolla por sus dificultades para ascender en la

escala social. Sin embargo, los inmigrantes mismos se vieron prácticamente ignorados por el

radicalismo.

Una buena forma de entender quienes conformaban a la UCR a principio de siglo,

tanto desde lo dirigencial como desde lo representativo, es observar cuales eran las banderas

políticas por las que luchaban. En esta cuestión Rock (2010) plantea que el discurso radical

era muy escueto, simplemente se limitaba a criticar a la oligarquía gobernante reclamando la

instauración de un gobierno representativo y un sistema electoral transparente. En ningún

momento se hace una crítica al modelo económico y social, al contrario, se pretendía

fortalecerlo. En este sentido podemos decir que los objetivos políticos del radicalismo no

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diferían demasiado de la facción reformista que se venía organizando dentro del PAN, los

cuales también promovían la reforma del sistema electoral.

La sanción de la ley Sáenz Peña en 1912 que establecía el voto masculino secreto y

obligatorio forzó a los distintos partidos políticos a replantearse la forma de aproximarse al

electorado para obtener su voto. El radicalismo fue quien mejor supo adaptarse a la nueva

situación. Mediante una gran estructura partidaria que conectaba los planos locales,

provinciales y nacional supo “acercar” a los jerarcas hacendados que integraban el partido

con el medio urbano. Según Rock (2010) “Hasta 1916 la pauta más corriente era que el

comité nacional y los provinciales estuviesen dominados por los terratenientes, y los comités

locales, por la clase media” (p.71). Esta distribución social de los distintos lugares de poder

que se realizaba hacia el interior del partido es importante, ya que, el hecho de que los

comités locales estuviesen a cargo de dirigentes de clase media provenientes de los sectores

urbanos permitió establecer, sobre todo en las grandes ciudades, un sistema de “caudillos

locales”. Se generó un sistema de patronazgo en el cual, a cambio del voto, los “caudillos”

realizaban pequeños servicios para sus vecindarios (D. Rock, 2010).

Es notable la evolución del radicalismo en apenas dos décadas de vida en las cuales

pasó de ser un espacio revolucionario conformado por una escisión de la oligarquía a un

partido popular de carácter nacional. Sin embargo, para 1912, las riendas del partido seguían

en las mismas manos que hacía 20 años atrás. “Era un movimiento de masas manejado por

grupos de alta posición social más que un movimiento de origen popular que operara

impulsado por las presiones de las bases” (D. Rock, 2010, p. 72). Esta confluencia de factores

le permitió al radicalismo constituirse de manera muy similar a algo que los sectores

conservadores de la política argentina en general venían buscando hace años: una alianza

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entre la elite y los profesionales de la clase media urbana. Los primeros buscaban medidas

conservadoras y estabilidad políticas y estaban dispuestos a permitir el acceso de algunos

sectores de la clase media a los cargos burocráticos a cambio de su apoyo.

En las elecciones presidenciales de 1916, las primeras de este tipo en realizarse bajo el

marco electoral de la ley Sáenz Peña, la formula radical Yrigoyen-Luna resultó ganadora por

una amplia mayoría inaugurando así la primer presidencia radical. Sin embargo, el cambio de

gobierno no generó una modificación en la estructura de poder argentina y, sobre todo, en los

sectores sociales que la componían. El primer gabinete de Yrigoyen estaba integrado casi en

su totalidad (5 de 8 ministros) por personas muy ligadas al sector exportador, principalmente

ganaderos de la provincia de Buenos Aires. Sumado a esto, quienes habían sido desplazados

de sus cargos gubernamentales por el cambio de gobierno siguieron manteniendo sus puestos

en otros lugares de poder (como la Sociedad Rural) lo cual les permitía seguir siendo parte

del círculo en el cual se decidía el rumbo del país. Con respecto a esto Rock nos dice que:

“Los grupos influyentes de la elite se vieron alentados a pensar que no habían hecho

sino delegar en la nueva administración el poder directo que antes tenían. Los radicales

parecían estar guiados por los mismos objetivos generales que ellos y ser merecedores

de continuar el proceso que había sido iniciado por Sáenz Peña” (D. Rock, 2010, p.

111).

La primera presidencia de Yrigoyen que va de 1916 a 1922 puede resumirse como una

constante lucha por parte del gobierno por mantener el equilibrio entre los intereses de los

dos sectores que integraban el partido: la elite ligada al sector exportador y la clase media

urbana. En el plano económico había un consenso general en seguir manteniendo y expandir

el modelo primario-exportador ya que la UCR era, a grandes rasgos, “…una coalición de

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terratenientes y de grupos de clase media no vinculados a la industria” (D. Rock, 2010, p.

113). Durante estos años la política económica argentina, ya sea desde lo productivo o desde

la relación con el capital extranjero, mantuvo el rumbo que tenía hasta el momento.

El verdadero conflicto que debió dirimirse era el reparto de los cargos públicos. La

clase media urbana había apoyado al radicalismo con la esperanza de que, una vez este

llegase al poder, se genere una “democratización” de los cargos públicos permitiéndoles

acceder a estos. El gobierno concedió, como se mencionó anteriormente, algunos cargos

burocráticos a estos sectores, aunque la mayoría seguían en manos de la elite. Sin embargo, a

lo largo de su primer mandato, el gobierno de Yrigoyen paulatinamente se inclinó en favor de

los sectores urbanos, cuestión que le traerá problemas más adelante. Tal como plantea Ana

Persello (1996) “…la posesión de recursos para distribuir abre una intensa puja por su

obtención, agudizando las tenciones de origen” (pp. 68).

Otro sector importante que todavía no se ha mencionado, pero que posee una

interesante relación con el gobierno radical, es la clase obrera urbana. Si bien el radicalismo

no pretendió integrar a los obreros al sistema político (como hizo con la clase media) sí buscó

establecer una nueva relación entre ellos y el Estado. Esto marcó un cambio en la política

radical, ya que antes de 1916 no había intención alguna de entablar contacto con este sector.

Dicha transformación en el accionar político resultó más entendible al considerar que la UCR

estaba profundamente contrariada con el concepto de clase, el cual estaba presente en el

discurso de varios sectores obreros. El radicalismo planteaba que dicho sentimiento clasista

era fruto de la desatención que los reclamos de la clase obrera habían sufrido por parte de la

oligarquía gobernante hasta ese momento. Esta idea, según ellos, no solo generaba divisiones

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innecesarias hacia el interior de la sociedad, sino que además estaba fuertemente relacionado

con el socialismo (frente al cual tenía una postura sumamente reaccionaria) (D. Rock, 2010).

A partir de esta cuestión el acercamiento al sector obrero tuvo una doble intención. En

primer lugar, se quería evitar que el descontento obrero lleve a la organización política de

estos bajo un partido socialista fuerte. Según Rock (2010) el temor por esta cuestión fue

mucho más grande que las posibilidades de que realmente ocurra. En segundo lugar, buscaba

aumentar la base electoral del radicalismo y así consolidar definitivamente su dominio

político sobre todo en la ciudad de Buenos Aires, donde el PS (partido socialista) venia

teniendo buenos resultados en las elecciones.

Este acercamiento del gobierno radical a los sectores obreros se materializó en la

postura que adoptó frente a los conflictos entre los trabajadores y la patronal. A partir de

ahora el estado tomara el rol de mediador en los conflictos laborales intentando generar un

acuerdo entre ambas partes para resolverlos. En referencia a esta cuestión David Rock plantea

que “…no se puso indiscriminadamente del lado de los obreros, sino que tendió a hacerlo

cuando dicha acción prometía acarrearle beneficios políticos” (D. Rock, 2010, p. 141).

En 1922 el radicalismo resulto nuevamente vencedor en las elecciones presidenciales

dando comienzo así a la presidencia de Marcelo T. de Alvear. Este era un integrante del

patriciado porteño que supo formar parte de la fundación de la UCR en la década de 1890. Su

designación como sucesor de Yrigoyen marca la intención de conservar el apoyo de los

principales grupos de la elite. En cuanto a su visión política David Rock (2010) la describe de

la siguiente manera:

“…Alvear abogaba por un programa del tipo que defendió Sáenz Peña en 1912: poner

fin a las sucias elecciones fraguadas e iniciar una nueva era de democracia “orgánica”;

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como Sáenz Peña, buscaba la forma de promover una alianza eficaz entre la

aristocracia y el pueblo, pero parecía rechazar los aspectos más aventurados y

progresistas que presentaba la política de Yrigoyen” (p. 229).

Los grupos de la aristocracia exigieron principalmente dos cuestiones a cambio de su

cooperación con el gobierno de Alvear. En primer lugar, pedían que se termine con las

intervenciones provinciales por mero decreto del ejecutivo, que esta potestad vuelva al

congreso. En segundo lugar, que el legislativo sea quien se ocupe de gestionar el gasto

público, el cual venia aprobándose por decreto presidencial desde hacía unos años.

Estas cuestiones no apuntaban meramente a mejorar el funcionamiento institucional.

Tanto las intervenciones como el manejo discrecional del gasto público eran los dos pilares

del sistema de patronazgo que se había establecido durante el gobierno de Yrigoyen y desde

el cual se manejaba el partido. El control de estas cuestiones por parte del congreso

significaba una amenaza para los grupos y funcionarios de la clase media en los que se

basaba el partido radical. Cuando se supo que Alvear estaba de acuerdo con estas medidas

comenzó a generarse una división hacia el interior del partido entre los “alvearistas” y los

“yrigoyenistas”. Los primeros eran principalmente los opositores de Yrigoyen en la elite

partidaria, los segundos eran los más cercanos a los comités, ligados a la clase media (D.

Rock, 2010).

Estos conflictos internos llevaron a que, en 1924, se generase una división hacia el

interior del partido. La facción alvearista ligada a los sectores más altos paso a conformar la

Unión Cívica Radical Antipersonalista, haciendo referencia a su contraposición con el

sistema de patronazgo Yrigoyenista. Sin embargo, el antipersonalismo nunca pudo

consolidarse políticamente, lo cual derivo en su fracaso.

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En 1928 Hipólito Yrigoyen vuelve a consagrarse vencedor en las elecciones

presidenciales basando su poder político en el apoyo de las clases medias urbanas, gracias al

control de los comités barriales que había mantenido durante el periodo alvearista, y de los

sectores obreros con el apoyo de los sindicatos. Este giro hacia los sectores de la clase media

principalmente puede observarse en el cambio de ciertas concepciones que se dan hacia el

interior del yrigoyenismo. A raíz de la toma de conciencia de la imposibilidad de seguir

aumentando de manera indiscriminada el gasto público en razón de garantizar los cargos

burocráticos para los sectores medios comienzan a evaluarse la posibilidad de generar vías

alternativas para garantizar estos puestos de poder. Aquí es cuando aparecen los primeros

planteos serios para dejar de lado (en cierta medida) los preceptos de economía de libre

mercado que el radicalismo venia defendiendo hasta el momento para pasar a un

nacionalismo económico que permitiese la incorporación de los sectores medios a al sistema

económico mediante el desarrollo de otros sectores del sistema económico que no fuese el

primario-exportador. Sin embargo, esto nunca llego a concretarse de tal manera. David Rock

(2010) nos dice que:

“En vez de cristalizar en la exigencia de cambios estructurales totales en la economía,

el nuevo nacionalismo tendió a coexistir con el liberalismo de vicio cuño antes

sostenido por la UCR. Lo que se hizo fue poner nuevo énfasis en un desarrollo

industrial limitado, con el fin de beneficiar a los grupos dependientes dentro de las

clases medias y aprestarse en mayor medida a dejar de lado los moldes estrictos de la

economía primario-exportadora, aunque sin constituirse en una amenaza directa para

ella” (p.243).

La crisis económica de 1930 que se origina con el hundimiento de la bolsa de Wall

Street fue una de las grandes causas (sino la principal) de la caída del gobierno de Yrigoyen

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en manos del golpe militar que tuvo lugar ese mismo año. Es clave poner el ojo en cómo, a

causa de los problemas económicos el gobierno radical pierde totalmente el apoyo de los dos

sectores que históricamente habían constituido el partido.

La relación con los sectores más conservadores ya venía muy debilitada

principalmente por la cuestión relacionada al gasto público y el sistema de patronazgo que ya

se ha mencionado. La crisis económica repercutió fuertemente en este sector ya que era el

que extraía directamente los beneficios de las exportaciones agrícolas, las cuales se vieron

reducidas en gran medida. La ruptura definitiva de los terratenientes con el gobierno se

produce cuando este comienza a absorber los créditos del mercado para intentar sostener el

enorme déficit fiscal que se había generado para sostener el sistema de patronazgo, cuestión

que perjudicaba enormemente al sector agrícola ya que era su principal herramienta para

hacer frente a la crisis. A esto se le suma la incapacidad del gobierno para hacer frente a los

pagos de créditos que había tomado en el exterior, lo cual significaba una amenaza para la

relación del sector exportador con los mercados e inversionistas extranjeros (D. Rock, 2010).

Las clases medias y obreras también se vieron enormemente afectadas por la crisis

económica. La caída de las exportaciones ocasiono una ola de despidos y por ende un

aumento de la desocupación, esto sumado al aumento del costo de vida debido a la creciente

ola inflacionaria que se había disparado durante este periodo llevo a que estos sectores sean

más dependientes que nunca de la protección social que el gobierno radical pudiese ofrecer

mediante el sistema de patronazgo. Si bien dicho sistema fue mantenido por el gobierno a

costo del incremento en el déficit fiscal (como hemos mencionado anteriormente), llegó un

momento en que se le hizo imposible arropar a todos aquellos que lo demandaban. Esto

ocasionó que dicha estructura comience a resquebrajarse y se debiliten fuertemente los lazos

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entre el gobierno y los comités barriales. El desenlace de este proceso fue la rápida ruptura de

los sectores medios urbanos con el yrigoyenismo, el cual quedó prácticamente sin ningún

respaldo de los distintos sectores de la sociedad, lo cual dejó el escenario preparado para el

golpe de Estado que aconteció ese mismo año (D. Rock, 2010).

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CAPITULO II: EL RADICALISMO JUNINENSE (1891-1930)

Sin lugar a dudas el radicalismo ha desempeñado un papel sumamente relevante en la

historia política de la ciudad de Junín y esto puede observarse en cuestiones concretas como

la presencia de distintos gobiernos municipales de extracción radical a lo largo del siglo XX y

simbólicas como los nombres de las distintas calles de la ciudad o algunas plazas, siendo la

más destacada la que lleva el nombre de Leandro N. Alem, la cual contiene una estatua del

mismo inaugurada tempranamente, en 1918. En este capítulo se analizará, de igual manera

que en el capítulo anterior, cómo se conformó el partido radical en Junín, quiénes integraban

su dirigencia, de qué sectores políticos y sociales procedían, cuáles fueron sus bases de apoyo

y como dicha composición fue variando (en caso que haya ocurrido) a lo largo del tiempo.

Se dividirá este capítulo en dos apartados. El primero estará centrado en el periodo

que va de 1891 a 1916 mientas que en el segundo se abordará desde 1916 a 1930. Mediante

esta división analizaremos por separado la composición del radicalismo juninense en su

primer etapa formativa en la que se configura como oposición y luego en su etapa oficialista.

Surgimiento y construcción del radicalismo juninense (1891-1916):

Si bien el comité de la UCR en la ciudad de Junín es fundado en 1905 se

pueden encontrar simpatizantes de la causa radical en la ciudad a pocos años de la fundación

del partido. De hecho, dos juninenses participaron en la revolución radical de julio/agosto de

1893: Esteban Cichero y Ricardo Solari (P. Petraglia, 2016). En primer lugar, cabe aclarar

que esta revolución, liderada por Yrigoyen y Aristóbulo del Valle, debe diferenciarse de la

ocurrida en septiembre del mismo año, la cual estaba organizada por Alem. La principal

diferencia entre ambos levantamientos era su objetivo. El primer levantamiento nucleaba a

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los radicales que pretendían derrocar al gobierno de Luis Saenz Peña para que se convoque a

elecciones mientras que el segundo pretendía tomar el gobierno por la vía revolucionaria.

Esta cuestión es importante aclarar ya que permite ver con que facción del radicalismo se

alineaban los juninenses mencionados anteriormente.

Analizar la procedencia política de los primeros integrantes del radicalismo juninense

es una cuestión compleja debido a la escasez de información, sobre todo de la primera mitad

de la década de 1890. De hecho, no es hasta 1896 que en las actas del Concejo Deliberante

comienza a figurar la pertenencia partidaria de los firmantes. Uno de los pocos datos que se

ha podido recabar sobre esta cuestión es la constancia de que en las elecciones municipales

de 1896 Vicente Gandini, quien ocupara cargos municipales en representación de la UCR,

figura como representante del Partido Nacional (P. Petraglia, 2016). Es necesario aclarar que

el llamado Partido Nacional, originalmente fundado por Avellaneda en 1874, dejó de existir

como tal al fusionarse con el autonomismo para crear el Partido Autonomista Nacional, por

lo cual al momento de dicha elección no existía como tal. En esta situación se podría

interpretar que en el acta la denominación Partido Nacional es utilizada como sinónimo del

PAN. Desde este punto de vista el hecho de que alguien que haya iniciado su militancia en el

PAN pase a militar en el radicalismo no desentona de lo ocurrido a nivel nacional, sobre todo

en la última década del siglo XIX donde, como ya se ha mencionado en el capítulo anterior,

el radicalismo captó la simpatía de aquellos disidentes de los gobiernos de Juárez Celman y

Pellegrini principalmente.

Un hecho que permite entender un poco mejor el posicionamiento político de algunos

radicales juninenses a principio del siglo XX ocurre cuando en 1903 el comité nacional de la

UCR declara la abstención electoral del partido debido a la falta de transparencia en los

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comicios. Pese a esta cuestión varios integrantes radicalismo juninense, entre los que

encontramos a Esteban Cichero, José Ortega, Samuel Segovia, decidieron seguir participando

en las elecciones municipales pasando a integrar junto con otros dirigentes del

conservadurismo (Ramon Hernández, Mayor P. López) el llamado Partido Popular primero y

en años posteriores la agrupación denominada Partidos Unidos. Con respecto a este hecho

Pablo Petraglia (2016) en su libro dice que la UCR juninense “…no siguió la tónica de lo que

pasaba a nivel provincial ni nacional, funcionando con una lógica que solo puede explicarse

desde lo local” (p. 25). Sin embargo, esta alianza entre parte del radicalismo y conservadores

sí puede ser explicada mediante el contexto político que rodeaba a Junín ya que

paralelamente se estaba generando una alianza de similares características entre el PAN, que

gobernaba la provincia de Bs As desde 1902 cuando Marcelino Ugarte sucedió a Bernardo de

Irigoyen, y sectores disidentes del radicalismo que estaban en contra de la posición

abstencionista planteada por Yrigoyen anteriormente (Tato, 2011). A nivel local se puede

decir que el resultado de este reordenamiento de la política provincial se observa en la

creación del Partido Conservador en 1908, el cual estaba construido sobre las bases de esa

alianza que dio lugar al partido popular de 1903 sumado a la nueva generación de dirigentes

conservadores (Benito de Miguel, Borchex) y otros miembros del radicalismo (Daniel

Schultz) que, por lo visto, sufrió un proceso de desgranamiento durante estos años (Petraglia,

2016).

Cuando se analiza la composición social de las primeras camadas de dirigentes

radicales en Junín se puede observar que, si bien ninguno cumple las condiciones necesarias

para ser catalogado como miembro de la elite oligárquica nacional, sí se puede decir que

buena parte de estos dirigentes ocupaban las más altas esferas de la sociedad juninense. Esto

se puede observar, por ejemplo, en la cuestión laboral. La mayoría se dedicaba a profesiones

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de carácter liberal y urbano. Entre los más destacados encontramos al doctor Francisco

Cabrera, quizá la figura más relevante del radicalismo juninense, el cual es definido como un

“…medico filántropo por excelencia”1

Muchos se desarrollaron también como comerciantes, pudiéndose mencionar los casos

de Aurelio Brizuela, el cual crearía la firma “Brizuela y Cia”; José Ortega, quien se dedicaba

a la venta de hacienda y Domingo Crosetti, propietario de la firma “El Progreso”, una casa de

ramos generales, acopio de cereales. Éste formó parte importante de la colonización de

Agustín Roca, siendo uno de sus aportes más importantes la instalación de la usina eléctrica

en dicha localidad (Petraglia, 2016).

Cabe destacar también la presencia de personas ligadas a los sectores productivos

juninenses sobre todo hacia finales de la primera década del siglo XX. Ejemplo de esto son

industriales como Fortunato Tassara, presidente del molino harinero que lleva su nombre y

Daniel Schultz, propietario de una jabonería también homónima. También podemos

mencionar el caso de Francisco Saforcada, quien era uno de los principales terratenientes de

la zona (Petraglia, 2016). Como se puede observar en los ejemplos planteados, las primeras

generaciones de radicales eran personas que estaban ligadas a las mejores profesiones que

una ciudad como Junín, que por esos años estaba en proceso de constituirse como tal, podía

ofrecer.

Otra cuestión que permite afirmar la buena posición social que tenían estos dirigentes

es la referida a la pertenencia a distintas instituciones. Por ejemplo, varios radicales como

Daniel Schultz, Aurelio Brizuela y Domingo Crosetti participaron en la fundación del Banco

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Álbum centenario de la ciudad de Junín y su partido (1828-1928)

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Junín en 1927, del que eran accionistas principales. También está el caso de la Sociedad de

Comercio e Industria, la cual fue fundada en 1912 contando con la participación de Schultz y

Brizuela. Es también destacable el caso de Francisco Saforcada, el cual participó en la

fundación de la Liga Agrícola Ganadera en 1904, la cual se configura como una cooperativa

agrícola nucleando a los productores de la zona (Petraglia, 2016).

Es importante también destacar la participación en distintos espacios de reunión como

los clubes, siendo el más importante de ellos el Club Social de Junín, el cual fue fundado en

1889. Varios de los que más adelante conformaron la primera camada de radicales juninenses,

como es el caso de Vicente Gandini y Esteban Cichero, integraron la primer comisión

directiva del club. También podemos mencionar el caso de Aurelio Brizuela, el cual presidió

el club social en 1923/24 y de Samuel Segovia, quien en 1911 formó parte de la comisión

directiva del club Gimnasia y Esgrima. (Petraglia, 2016).

El radicalismo juninense durante las primeras presidencias radicales

(1916-1930)

A partir de la segunda década del siglo XX, la UCR consigue organizar una gran

estructura política a nivel nacional mediante los distintos comités la cual sirvió, entre otras

cosas, para poder formar nuevas camadas de dirigentes desde el propio radicalismo (Rock,

2010). Esto puede verse reflejado durante el periodo 1916-1930 en Junín ya que no se ha

encontrado algún dirigente que, durante esos años, haya ocupado un cargo municipal

representando al radicalismo y que previamente lo haya hecho en representación de otro

partido. Es más, tampoco se encontraron registros de dirigentes que hayan ocupado un cargo

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municipal representando a la UCR y posteriormente vuelvan a figurar en representación de

otro partido (Petraglia, 2016). A raíz de esto se puede interpretar que las generaciones de

dirigentes radicales juninenses de este periodo han sido formadas dentro del mismo partido

siendo éste el inicio de sus carreras políticas y ya no provienen de las escisiones de otros

espacios políticos. Esta interpretación nos permite también explicar por qué el radicalismo

juninense tuvo una fragmentación sumamente reducida comparada al periodo anterior.

Otra cuestión a destacar es como la división de la UCR entre Yrigoyenistas y

antipersonalistas que se dio a nivel nacional y provincial también se vio reflejada a nivel

local. Esto puede verse en las actas de las elecciones municipales de 1924 y 1925 en donde

figuran ambas facciones del radicalismo. En ambas el yrigoyenismo se impuso sobre el

antipersonalismo por una holgada diferencia. Durante una entrevista realizada a Julio Ginzo,

un histórico militante y dirigente juninense de la UCR, mencionó que desde su perspectiva

“el radicalismo juninense siempre fue mayormente de tinte alvearista”. En referencia a esta

cuestión, el hecho de que el yrigoyenismo haya mantenido la solidez electoral mencionada

anteriormente durante la división de la UCR nos permite ver que claramente, por lo menos en

lo que refiere al electorado, la ciudad de Junín no era anti yrigoyenista. Si bien no se ha

podido encontrar información sobre cómo se posicionaron los diferentes dirigentes ante esta

interna se puede interpretar que la división a nivel dirigencial fue mayor que entre el

electorado, ya que al menos contó con el suficiente apoyo de parte de los primeros como para

poder presentarse a las elecciones de manera independiente. Cabe aclarar que el hecho de que

un sector del radicalismo juninense se haya definido como antipersonalista no lo define

automáticamente como alvearista, al menos no necesariamente, ya que el mismo Alvear

nunca terminó de apoyar de manera abierta y definitiva al antipersonalismo (Rock, 2010).

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En cuanto a los sectores sociales que integraban la dirigencia del radicalismo

juninense se puede decir que, a diferencia de lo ocurrido en el plano político, no hubo cambio

con respecto al periodo anterior.

Desde el punto de vista laboral se puede ver que, al igual que en los años anteriores,

estaban ligados a las mejores profesiones que la sociedad juninense ofrecía. A modo de

ejemplo se pueden mencionar los casos de Antonio Mendizábal y José Pagella, los cuales se

dedicaban a la producción agrícola siendo de los productores más importantes de la zona. Por

el lado de las profesiones urbanas encontramos a Antonio Márquez, el cual se desempeñaba

como médico; al igual que Marcelo Noir, quien era odontólogo. También estaban quienes se

dedicaban al sector industrial como es el caso de Francisco Costa, quien ocupó el cargo de

intendente en 1918 e inauguró el monumento a Alem en la plaza homónima, el cual era

accionista del molino Tassara (Petraglia, 2016). Aquí se puede observar que ninguno de los

principales dirigentes del radicalismo juninense era de origen obrero, lo cual coincide con el

planteo que hace David Rock (2010) con respecto a esta cuestión cuando menciona que, si

bien el radicalismo buscaba integrar a las masas obreras a su electorado, no estaba interesado

en que estos llegasen a ocupar puestos dentro de su estructura dirigencial.

Un gran número de estos dirigentes participó, al igual que las camadas anteriores, en

distintas instituciones de importancia para la ciudad. Hay dos que nucleaban a la gran

mayoría de ellos; en primer lugar tenemos al Banco Junín, en el cual participaron como

miembros de su comisión directiva radicales como Patricio Rosas, José Pagella, Antonio

Mendizábal y Francisco Costa. En segundo lugar está la Sociedad Rural de Junín, la cual fue

fundada en 1925 y de la que formaron parte Hermenegildo Senosiain, Marcelo Noir, Antonio

Mendizábal y Francisco Costa (Petraglia, 2016).

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Otra cuestión a mencionar es que buena parte de esta generación de dirigentes

radicales también concurría a importantes lugares de encuentro como es el caso del Club

Social. Entre sus socios se pueden mencionar a Senosiain, Noir, Juan Antonio Mc Loughlin,

Marques y Carlos Hatchman (Petraglia, 2016).

REFLEXIONES FINALES

Este trabajo se realizó con el objetivo de analizar cómo se construyó la UCR y qué

sectores de la sociedad juninense eran los que integraban el grueso de la dirigencia del

partido en dicha ciudad. El período de análisis abarcado en este trabajo va desde la fundación

del partido en 1891 hasta el golpe de estado de 1930. Para intentar determinar esta cuestión se

puso el ojo sobre cuestiones como los sectores laborales y productivos a los que estaban

ligados los dirigentes, las distintas instituciones a las que estaban vinculados y los lugares de

reunión social que frecuentaban. De igual manera, se pretendió determinar la procedencia

política de dichos dirigentes y las variaciones que pudiesen haber ocurrido en cualquiera de

los puntos mencionados anteriormente.

Cabe aclarar que la gran al momento de realizar este trabajo y que, a su vez, impide

que el análisis pueda contar con una profundidad mucho mayor es la escasez de fuentes

documentadas, particularmente sobre las cuestiones que se pretendían analizar, referidas al

periodo en el cual se enmarca el trabajo.

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Con respecto a las conclusiones que se pueden sacar en base a lo trabajado se puede

decir que, en primer lugar, el radicalismo en Junín tiene un surgimiento muy temprano.

Prácticamente la organización a nivel local se da de manera paralela a la que se desarrollaba a

nivel provincial y nacional.

Si bien a nivel nacional el radicalismo en sus inicios se nutrió de dirigentes de otros

espacios políticos que estaban en desacuerdo con algunas de las políticas llevadas adelante

por el gobierno del PAN (Rock, 2010), es complicado poder argumentar que lo mismo haya

ocurrido a nivel local. El único caso documentado que pude encontrar es el de Vicente

Gandini, proveniente del Partido Nacional. Una cuestión que se podría tener en cuenta para

respaldar la idea de que las primeras camadas de dirigentes radicales provenían en su mayoría

de otros espacios políticos es el desgranamiento que sufre el partido a nivel local a partir de

1903, cuando una buena parte se alía con los conservadores a raíz de diferencias con la

conducción de Yrigoyen. Esta idea cobra mayor sentido cuando se pone en contraposición

con lo que ocurrió más adelante, cuando el fin de este proceso de desgranamiento coincide

con la aparición de las primeras generaciones de dirigentes que se forman y comienzan su

carrera política en el radicalismo.

El planteo que realiza David Rock (2010) en el cual dice que los puestos más altos

dentro de la estructura partidaria de la UCR estaban reservados para la elite ligada al sector

agroexportador, mientras que las clases medias urbanas ocupaban los puestos referentes a los

comités provinciales y locales parece estar alineado con lo que sucedía en Junín. Como se

pudo observar a lo largo de este trabajo, los distintos dirigentes radicales juninenses a lo largo

del periodo analizado han pertenecido a los sectores de la clase media urbana en su mayoría

mientras que algunos otros estaban ligados al sector agrícola. Con respecto a esto último no

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me parece que deba considerarse una contradicción al planteo de Rock, ya que, si bien estos

miembros del radicalismo eran terratenientes ligados al sector agroexportador, no tenían el

poder económico ni político como para poder llegar a ser considerados parte de la elite

oligárquica argentina. Cabe aclarar también que, si bien todos estos dirigentes pertenecían a

los sectores medios de la Argentina, dentro del contexto de la sociedad juninense ocupaban

los lugares altos de la pirámide social.

Una cuestión que resulta interesante y que ayuda a reforzar el planteo sobre la

importante posición que ocupaban quienes integraban la dirigencia del radicalismo local es

analizar la participación de estos en cuestiones como los lugares de reunión que frecuentaban

o las distintas instituciones de las que formaban parte. En relación con ello, encontramos que,

además de la participación activa que podían tener en estos lugares, fueron participes de su

fundación. Tanto el Club Social, que puede ser considerado sinónimo de buena posición

social, como los distintos lugares de poder por fuera del gobierno municipal como podrían ser

la Sociedad Rural o el Banco Junín tuvieron a las distintas generaciones de dirigentes

radicales juninenses primero como participes de su creación y luego como miembros activos.

A modo de cierre y en base al análisis realizado se puede decir que la mayor

transformación que puede observarse en lo que respecta al radicalismo juninense a lo largo

del periodo 1891-1930 no está ligada a los sectores sociales que lo integran, ya que esto se

mantiene prácticamente igual, sino que reside en la renovación y consolidación de su

composición política, nutriéndose de dirigentes formados dentro del propio partido.

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BIBLIOGRAFIA Y FUENTES

Fuentes

● ALBUM CENTENARIO DE LA CIUDAD DE JUNIN Y SU PARTIDO

(1828-1928).

● ACTAS DEL HONORABLE CONSEJO DELIBERANTE.

● ENTREVISTA A JULIO GINZO.

Bibliografía

● ALONSO, PAULA. (2000), La unión cívica radical: fundación, oposición y triunfo

(1890-1916). En M. Lobato (Dir), Nueva historia argentina tomo 5. El progreso, la

modernización y sus límites (1880-1916) (pp. 209-259). Buenos Aires, Sudamericana.

● PERSELLO, ANA VIRGINIA. (1996), El partido radical, oposición y gobierno.

Santa Fe.

● PETRAGLIA, PABLO. (2016), Historia del Honorable Consejo Deliberante del

partido de Junín, 1886-2016.

● ROCK, DAVID. (2010), El radicalismo argentino, 1890-1930, 2da edición. Buenos

Aires, Amorrortu.

● TATO, MARIA INES. (2011), De los Partidos Unidos al ugartismo. La construcción

de un liderazgo político, 1901-1904. Archivo Histórico de la Provincia de Buenos

Aires.

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