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“El Entusiasmo ¿de dónde se extrae?

En tiempos turbulentos de constantes noticias negativas, cada uno atraviesa por


dificultades personales y profesionales intensas que representan desafíos de
diferentes proporciones. Cuando se logra escuchar lo que se dice aparecen frases
como: “hago lo posible para salir adelante, hacer mi aporte, ¿pero de dónde sigo
sacando las ganas? parece como si todo va para atrás”

De alguna manera esperamos que la pregunta y el comentario posterior nos acercarán


a la respuesta y así encontremos la energía que nos proveerá de entusiasmo.
Pensamos que buscando incesantemente hallaremos el lugar de donde nutrirnos. Sin
embargo, algo al mismo tiempo nos dice internamente que por esta vía no reuniremos
la energía buscada. Aún así, no frenamos y continuamos insistiendo, hasta que un
fracaso o un fuerte dolor nos aparece, muchas veces de manera sorpresiva. Es más o
menos de esta forma que los humanos aprendemos a percibir y darnos cuenta del peso
específico de la interioridad y con ello, que no encontraremos la fuerza vital que
sostiene nuestra motivación allí afuera; en el mundo exterior o en las cosas.

En ciertas ocasiones se enciende una luz y encontramos una palabra de aliento, una
idea inspiradora, un nuevo empuje pero también reconocemos que sólo se afianza si
esa palabra o idea resuena con “algo” que está dentro nuestro.

Cabría entonces preguntarnos: ¿Qué clase de potencial yace en nuestro interior que
tal vez no estemos utilizando plenamente? ¿Qué ventajas resultarían de su
aplicación? ¿Qué clase de impedimentos hacen que me sienta algo frenado para
aplicarlos?

Las respuestas nos llevarán a indagar acerca del bienestar personal y del
compromiso con la tarea cotidiana. Deduciremos cuánto de nosotros, qué porcentaje
del potencial personal involucramos en el trabajo. Si es el 20%, 50% o el 90%. Valdrá
la pena asegurarnos y ver si conocemos nuestro verdadero potencial. En general se
observa que tenemos escasa conciencia de cómo aplicar las 4 capacidades más
importantes: la capacidad o inteligencia mental, corporal, emocional y la espiritual.

Lo que planteamos es una mirada diferente, un cambio de 180º. Proponemos que para
renovar nuestras energías y vitalizar nuestros proyectos personales se requiere retirar
el foco único de la atención en el mundo exterior, que sólo provee motivación
extrínseca, complementándola con la motivación intrínseca. La motivación interior
plantea las respuestas a las siguientes preguntas ¿qué aspectos deseo conservar o
resguardar que me apasionan en este proyecto? ¿Qué amo hacer? ¿Cómo aplicar mis
dones y talentos para el beneficio de un propósito mayor? Algo superior se esta
gestando.
Como vemos la motivación en nosotros – y en quienes nos acompañan- surge al
conectar y alinear los propósitos internos y externos con otro aspecto que
denominamos trascendente. Es el punto que asigna sentido a lo que hacemos. Un
ejemplo de ello es cuando apreciamos que un legado se esta gestando.

Es a partir de estas indagaciones que aparece el espacio, se logra reconocer el


verdadero sentido de nuestros esfuerzos, aquello que nos hace decir: Si, vale la
pena!!! Es lo que convierte las acciones de seres ordinarios en actos extraordinarios.
Si, efectivamente es eso lo que necesitamos, es despertar de verdad a lo que somos
y desde allí convertirnos en la fuente de inspiración para los propósitos que
llevamos adelante. De este modo la adversidad es una posibilidad adicional en
nuestro camino de realización.

Las emociones y sus efectos

¿Cómo inciden las emociones en la efectividad de nuestra tarea? ¿Cómo surgen? y


¿cuáles son las respuestas más efectivas?

Plantearnos estas preguntas significa que previamente hemos detectado, hemos sido
conscientes, de la presencia de las emociones y de su impacto en nuestra capacidad
de respuesta.

Detectar, por ejemplo, que nos sentimos alegres, entusiasmados, ansiosos, tristes,
con bronca o apesadumbrados, desmotivados, melancólicos, etc, representa un grado
de autoobservación poco común en las personas.

En términos generales los seres humanos experimentamos las emociones, las


actuamos y luego, cuando estamos en condiciones más apropiadas, reflexionamos
sobre lo realizado. De esta forma, evaluamos o somos evaluados, acerca de la
efectividad con que llevamos adelante los acontecimientos y los resultados que
buscamos obtener.

Diálogos Internos

Un factor de relevante incidencia para la autoevaluación de las emociones son los


diálogos internos productos de los diversos pensamientos producidos por la mente.
Veamos algunos casos representativos:

¿Qué siento en este momento? Siento que no estoy en condiciones de llegar a tiempo
con el pedido. Si no llego no podré cobrar las comisiones.
Siempre me sucede lo mismo, estoy cerca y luego fracaso
Tengo que superarme, pero no puedo. Nunca lo lograré.

Mayoritariamente las personas no analizan estos cuestionamientos. Son juicios que


surgen casi automáticamente. Reflexiones que se focalizan en la acción o reacción
que cada emoción sugiere, es decir: si pensamos que no llegaremos a tiempo surge la
ansiedad debida a la interpretación que la falta de tiempo produce, como
consecuencia otros pensamientos asociados continúan “golpeando emocionalmente” y
se traducen en acciones reactivas, como es el ejemplo. A continuación –siguiendo el
caso expuesto- surge cierta tristeza que en ocasiones se convierte en depresión. Lo
que en principio era una emoción llega incluso a convertirse en estado de ánimo
afectando la capacidad de respuesta. Esta respuesta inefectiva, con ánimo
inconducente provoca en las personas comportamientos diversos de características
distorsionados. Prescindimos de nuestro verdadero potencial reemplazando la
verdadera acción deseada por acciones desdibujadas o deformadas. Cuando estas
situaciones se extienden en los equipos y la cultura de las organizaciones el daño
es mayúsculo.

Para poder incrementar el bienestar emocional, es clave un entrenamiento, una


observación regular que es equivalente al desarrollo de la conciencia. Estas
miradas permiten darnos cuenta del movimiento interior que experimentamos. El
entrenamiento, representa un avance significativo en el auto conocimiento y el
desarrollo de habilidades conducentes para elevar la capacidad de respuesta
efectiva en nuestras acciones cotidianas.

¿Es posible ser una persona eficaz, entusiasta y al mismo tiempo promotora de
Paz, Armonía y Unión? ¿Es posible aplicar la energía del Amor en el trabajo?

Estamos convencidos de que las respuestas son afirmativas. Aquí algunos de nuestros
fundamentos:

El estrés, el desencuentro o la pérdida de confianza y la separación son la


contratara de la Paz, armonía y la unión.
Cuando a cambio de centrarnos en nuestras verdaderas capacidades, hacemos
reemplazo de lo que somos (paz, armonía y unión), por aparentar o adaptarnos a las
expectativas ajenas, entonces el resultado es desequilibrio, confusión y desconfianza.
Se requiere mediante el autoconocimiento y la ubicación en el tiempo presente
desarrollar las habilidades innatas de cada uno. Nos referimos al aporte individual que
no puede ser reemplazado por ser único e irrepetible.

Luego de esta sintética descripción del fenómeno parece necesario “virar”


abruptamente para hacernos cargo de la afirmación que sostenemos: Sin Paz,
Armonía y Unión destruimos nuestro valor personal.

¿Estamos entonces en condiciones de promover otras alternativas? ¿Cuál sería el


cambio que es necesario implementar?

Abandonar el culto de la personalidad adaptada, es decir llevando a la cotidianeidad


lo profundo que nos configura, significa un despertar que revalorice aquello que en
verdad somos, un despertar que deje ver la dimensión humana que se manifiesta
cuando dejamos de sostener las apariencias. Este es el sendero que propiciamos.

No estamos recomendando un reemplazo del cuidado de la imagen con formalismos


de “con o sin saco y corbata” o “casual de día viernes extensivo a la semana”.
Proponemos incentivar la expresión de la riqueza que se anida en lo profundo de lo
que somos. Buscamos promover la cultura que nos mantiene conectados en todo
espacio sin ninguna necesidad de aparentar para obtener, esta cultura que
entrelaza el Ser en el quehacer.

Este cambio se fundamenta en la explosión de nuestra interioridad que se irradia en


el mundo exterior potenciando –sin pretenderlo- todas las acciones que
desarrollamos. Vale la pena citar aquí las palabras de Lao Tzé: “el que vence a sus
enemigos es fuerte, pero el que se vence a sí mismo es poderoso”.

La integridad, la coherencia, la práctica de las virtudes humanas fundamentales


como la prudencia, la justicia, la fortaleza y la perseverancia se convierten en
indicadores que señalan la Presencia que todo lo ilumina y que vive en tu interior. Es
Paz, Armonía y es Amor. Sólo tú puedes manifestarlo, animándote, viviendo de una
manera que valga la pena. Esta es Efectividad Pura.

Guillermo Rodriguez y Johannes Uske

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