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Dios Padre en el Antiguo y Nuevo Testamento

Carlos Alberto Tren Márquez*


Trinidad. Seminario Arquidiocesano de Mérida.
Arquidiócesis de Mérida. Mérida 5101 Venezuela
(*) catrenm2016@gmail.com

Para muchos autores es esencial reconocer en la persona del Padre a un Dios cuyo objetivo es reprender a los hijos
que se portan mal. Se habla pues de un Dios que, en línea de las Sagradas Escrituras, en el AT, manifiesta su ira
ante el pecado del mundo y por tal razón vemos cómo su pueblo sufre algunos altercados. He aquí que, para
muchos resulta entonces como una dicotomía, ya que, si se habla en el NT de un Dios que es amor y misericordia,
en el AT vemos a un Dios que es castigador e incomprensible. 

Sin embargo, ciertamente que Dios es amor y misericordia, Él perdona y ama al mismo tiempo, y dándole un
enfoque distinto a la interpretación que algunos autores realizan de la SE, Dios Padre en el AT, manifiesta su ira,
pero no es cualquier ira, es la ira santa de Dios, a de la que manifiesta al pecado mas no al pecador. De esta forma,
“Él no es un ser caprichoso y arbitrario, sino Alguien de quien uno puede fiarse siempre. Él es eternamente fiel. Él
tiene un corazón de padre para con el pueblo, para con el rey, para con el huérfano y la viuda” 1. Él será
especialmente Padre de quien se ha preanunciado su nacimiento, Padre del Mesías 2.

La revelación de Dios al hombre, la percibimos a partir del AT por medio del echo de la narración de la creación,
no obstante, Dios, no contento con esto, crea al hombre a su imagen y semejanza, y aunque fue desobediente, como
Padre no lo abandonó, sino que continúo manifestándosele progresivamente. De esta forma, vemos como la Biblia
desde sus orígenes lo que hace es narrar la intervención de Dios en la historia e, indirectamente ir insinuando los
atributos divinos que se pueden deducir de esas actuaciones. Y esto resulta, a efecto de la Alianza, como preludios
imprescindibles de la relación que existe entre la creación y la providencia de Dios en cuyo carácter efectivo este se
revela actuando, salvando, liberando3.

Ahora bien, al Padre, lo podemos conocer de forma más palpable a partir de la Encarnación del Verbo, su Hijo
Jesucristo. Este, viene a darle plenitud a la Ley, no a abolirla; es por ello que, en la Persona del Hijo, conocemos al
Padre, “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí” 4. El escándalo que implicó la
predicación de Jesús versó sobre el paradigma que se tenía de Dios en el AT ya que, “… implica una novedad
radical, que va más allá de un mero desarrollo, profundización o evolución del concepto veterotestamentario de
Dios”5. Si bien, conocemos al Padre en la Persona de Cristo, es porque Dios se ha revelado personalmente en
Cristo, en el Hijo6.

No cabe duda que, dicha novedad está marcada por la revelación del misterio de la Trinidad, revelación que
involucra la afirmación de que Dios único es, a la vez Padre, Hijo y Espíritu, y cuya paternidad de Dios se ha
revelado de una manera insospechada en Cristo, de manera especial en la muerte y resurrección 7. En el NT, se
percibe como Dios es bueno, justo, sabio, lleno de piedad y misericordia así como en el Antiguo, y que se
encuentra en la más plena manifestación en la locura de la Cruz. Dios en su infinito amor a la humanidad, entrega a

1 Lucas Mateo Seco, Teología Trinitaria Dios Padre (Madrid: Ediciones Rialp, S.A, 2003): 37.
2 Cf. Fulton Sheen, La Vida de Cristo (Barcelona: Editorial Herder, 168): 19.
3 Mateo Seco, Teología Trinitaria Dios Padre, 2003. 36.
4 Biblia de Jerusalén. Bilbao: Editorial Desclée De Brouwer, 2009. Jn 14,6.
5 Mateo Seco, Teología Trinitaria Dios Padre, 2003. 19.
6 Ibid. p.20.
7 Ibid. p.21.
su único Hijo para salvar al hombre del pecado; la Ley continúa vigente de forma tal que con la encarnación del
Verbo, llega a su plenitud.

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