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Hasta el año 2015, en el nivel estadual nacional encontrábamos las reglas para
la tutela administrativa en la LDC y supletoriamente, en la ley de procedimientos
administrativos. La ley de defensa del consumidor preveía un capítulo dedicado a este
mecanismo de resolución de conflictos que incluía la posibilidad de acudir a esta vía
como una opción posible. Sin embargo, con la sanción de la ley nacional 26.993, el
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paradigma cambia y se establece la obligatoriedad, en ciertos supuestos, de transitar
por una conciliación a fin de intentar la solución sin necesidad de involucrar al sistema
judicial. Aun cuando los fines que motivaron la sanción de dicha norma responden a
criterios de modernidad y reaseguro de la efectivización de la protección de los
intereses del consumidor, lo cierto es que supone un cúmulo de cuestiones de difícil e
inconclusa dilucidación y puesta en práctica. Es que esa norma nacional fue diseñada
como una especie de ley marco, que requiere para su vigencia territorial, la adhesión
por parte de las jurisdicciones locales. Ello responde a la lógica constitucional que
reparte competencias, sindicando la materia procesal a las provincias y a la C.A.B.A.,
mientras que las cuestiones de fondo sí son legisladas por la Nación. En ese sentido, la
ley 26.993 contiene reglas del procedimiento, y sumado a otros avatares, terminaron
por obstaculizar la adhesión aludida a punto tal, que habiendo transcurrido cinco años
desde su sanción, NINGUNA jurisdicción local ha adherido a aquélla. De esto se sigue
que sólo tiene virtualidad en el territorio de la Capital Federal, generando una serie de
situaciones que a la fecha no encuentran solución unívoca y suscitan toda suerte de
interpretaciones disímiles igualmente válidas, que conspiran contra la seguridad
jurídica que debe ser siempre la motivación de la función legisferante.
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a través del poder judicial, o no. Por otra parte, parece reñido con la natural y
especialísima protección de los intereses de los consumidores, el obligarlos a una fase
conciliatoria para poder incoar una pretensión en la justicia. Ello demora el irrestricto
acceso a la jurisdicción garantizado por nuestra Carta Magna y genera una
discriminación atentatoria al derecho a la igualdad y a la igualdad real de oportunidades
consagradas en ésta y ancladas en la vigencia de los Derechos Humanos. Ello así, toda
vez que los habitantes de la C.A.B.A. estarán obligados a discurrir por esta etapa previa,
mientras que para los consumidores del resto del territorio nacional, el acceso a la vía
judicial es directo y está expedito.
La modernidad que impregna al sistema del COPREC merece loas, pero nos
coloca en la necesidad de comprender que un país con diferencias estructurales tan
marcadas entre cada provincia conspira contra la posibilidad de su plena vigencia. De
hecho, la propia ley 26.993 prevé una etapa de Auditoría y el fuero judicial en la
materia que a la fecha continúan sin haberse efectivizado.
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Daño Directo – Multa Administrativa del Art. 47 – Daño Punitivo
A continuación se ilustran las diferencias entre los institutos del Daño Directo,
la Multa del art. 47 LDC y el Daño Punitivo en la LDC. Los convocamos a sondear en
las normativas locales acerca del instituto del “Daño Directo” y del “Daño Punitivo”,
pues será necesario reflexionar al respecto en torno a su reconocimiento, virtualidad y
características.
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Artículo escrito por la Dra. Cynthia Ronquillo, Doctoranda en Ciencias Jurídicas, Abogada, Contadora Pública, Lic. En
Administración, docente de grado y posgrado, conferencista.
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