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Entrevista imaginaria a Blanca de Moncaleano

En momentos en los que la agenda de las mujeres genera más impactos en la vida
pública en distintos países, vale la pena hurgar en el pensamiento de otras mujeres que,
antes del actual empuje, delinearon rutas e ideas que hoy siguen siendo revolucionarias.
Con este preámbulo es que hay que leer la entrevista imaginaria que hizo Ana Emilia
Felker con la anarquista colombiana Blanca de Moncaleano a partir de fragmentos de su
texto «Manifiesto a la mujer» publicado en 1915.

Cuando dicen Día de la Mujer, no pienso en Betty Friedan ni en la ONU cortando el listón
rosa de nuestra reluciente identidad. Pienso en las mujeres obreras de color que han
avanzado nuestros derechos. Pienso en la franco-peruana Flora Tristán a la que Marx le
plagió la frase ¡Proletarios del mundo, uníos! En el siglo XIX Flora vivió, luchó y escribió
contra la violencia a las mujeres que sostiene la reproducción del capital.

Se suele ubicar el nacimiento de los feminismos modernos en el norte: las sufragistas a


principios del siglo XX en Europa, luego Simone de Beauvoir en Francia, Betty Friedan en
EUA, las afroamericanas como Sojourner Truth, entre muchas otras. Sin embargo se
habla poco de la influencia que tuvieron las mujeres del sur, las latinoamericanas.

Esta columna se escribe desde Estados Unidos para reflexionar sobre los exilios del sur,
las migraciones del sur que este país alberga, casi siempre a su pesar. Por eso, quiero
conmemorar a las mujeres latinoamericanas anarquistas que a principios del siglo XX, en
tiempos de la lucha por el voto en EUA, defendieron una libertad que nunca habían
experimentado, pero que imaginaban y estaban dispuestas a todo con tal de participar
en su construcción.

Entre ellas está la poeta puertorriqueña Lola Rodríguez de Tío [1843-1924] quien, por su
actividad política, fue exiliada y se refugió en Cuba, Venezuela y finalmente en Nueva
York. Ella consideraba que la educación de las mujeres no sólo iba a beneficiarlas a ellas
sino también al progreso de las naciones. También de Puerto Rico, Luisa Capetillo [1879-
1822] se formó como lectora de clásicos en las fábricas de tabaco. Luego se convirtió en
periodista, escritora y organizadora sindical entre Nueva York, Cuba y Puerto Rico.
Anarquía es vida y amor.

Por su parte, la colombiana Blanca de Moncaleano creó el periódico Pluma Roja que se
imprimía en la misma imprenta que Regeneración, de los Flores Magón. Su manifiesto
para las mujeres es contundente: quiere rebelión y venganza. Partiendo de las
Declaración de los Derechos del Hombre, ella consideraba que era una condición natural
evidente que el hombre y la mujer debían tener los mismos derechos.

Desde lo político externo hasta lo político más íntimo como la maternidad, la escritura y
las reflexiones de estas mujeres resultan revolucionarias incluso en nuestros tiempos.
Hace pensar que cada tanto estas luchas sufren regresiones. Después de la beligerancia
de Blanca de Moncaleano, quién iba a decir que las mujeres tendrían que volver a luchar
por sus derechos en los años 60 y que todavía hoy discutamos temas como el aborto, en
un tono mucho más moderados que el usado por las madres de los feminismos.

La conversación

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Blanca de Moncaleano es una aguerrida defensora de los derechos de la mujer. Es
directora y editora del periódico Pluma Roja, compañera de imprenta del
periódico Regeneración. Perseguida por sus ideas políticas, huyó de Colombia, luego de
Cuba, México y ahora reside en Estados Unidos. Junto con su esposo, lleva la Casa del
Obrero Internacional en Los Ángeles. Ha apoyado al Partido Liberal Mexicano y a la
reconstrucción del país, enseñando las ideas anarquistas en México.

Ana Emilia Felker [AEF]: En septiembre del año pasado publicaste en el


periódico Fraternidad de Boston tu «Manifiesto a la mujer». ¿Qué quieres decirles a las
mujeres en este manifiesto tan provocador?

Blanca Moncaleano [BM]: Quiero decirles que abran los ojos. Te hablo a ti a quien los
padres de la Iglesia negaban el tener alma; a ti, esclava del fraile, del gobernante y el
rico; a ti, que crías a tus hijos haciendo incontables sacrificios, y cuando ya crecidos y
robustos, los tiranos te los arrebatan en nombre de la patria y los lanzan a la batalla,
donde destrozados por homicida plomo, solo van a servir de pasto a los gusanos y los
cuervos. Quiero decirles que no tenemos que sacrificar a nuestros hijos por un interés
patriótico o religioso que no nos pertenece. Luchemos por nosotras, por nuestros hijos,
por la solidaridad entre obreros no por el trapo que representa una bandera.

AEF: ¿Estás en contra de la patria?

BM: ¿Qué patria puede tener el trabajador, que no tiene la libertad de disponer del
producto de sus fuerzas? ¿Qué ganan los pueblos con devorarse a sí mismos, que
defienden? La cadena de la esclavitud, su palacio que es la cárcel, su gloria que es la de
morir de hambre, después de haber construido con su esfuerzo la maravillosa ciudad.

AEF: Es sorprendente que mientras en otros espacios es impensable que las mujeres
sean escuchadas, tú tienes la posibilidad de expresarte y hablar por muchas mujeres
silenciadas.

BM: Sólo en los círculos anarquistas las mujeres han podido construir estos espacios de
libertad para las mujeres y para todos.

AEF: ¿Qué es lo que el anarquismo nos enseña en estos tiempos aciagos de guerra?

BM: Anarquía es vida y amor, como natura nos lo enseña. Hace cincuenta años que el
anarquismo os grita; Mujeres, educad a vuestros hijos para la libertad y no para el
yugo; educadlos para que vivan conforme a las leyes naturales, sin tiranos que os
opriman y exploten, porque todos esos que se llaman, por sí y ante sí, representantes
del poder divino o humano, no son más que grandes vividores, que pretenden holgar
eternamente, a cosa de vuestros sufrimientos, robándonos el producto de vuestras
fuerzas; podéis vivir en un mundo sin fronteras que os dividan, donde el ser humano
dueño del producto de sus fuerzas pueda disfrutar en común de todo el bienestar
posible, educados dentro del respeto mutuo, base sobre que debe reposar la Libertad.

AEF: ¿En tu manifiesto te refieres a los enemigos de la mujer, quiénes serían estos?

BM: La humanidad se ha reproducido, ha progresado, no por los mandamientos de la


iglesia, ni por los artículos del código penal, porque los mandamientos del juez, del

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presidente o del fraile, nada tienen que ver, con el cambio natural de las estaciones,
que señalan al productor el tiempo provechoso, para el cultivo de los campos. La ley, y
los mandamientos de la Iglesia solo han servido para entorpecer el progreso humano.
Repasemos la historia de nuestro largo cautiverio, es desesperante. El fraile torturador,
ha jugado con la mujer, como el felino juega y se divierte con su presa, se nos ha
vendido en los mercados públicos, como esclavas, y luego, en los templos, como siervas,
el esclavista fraile tasó nuestro amor, por el dinero. Luego el Estado remedó a la
Iglesia, y hoy ambos nos venden cual oveja y, ambos roban a nuestros hijos y los
matan. Son la Iglesia, el Estado y el Capital nuestros verdaderos enemigos.

AEF: ¿Por qué has criticado a los hombres revolucionarios? ¿No están en tu mismo bando?

BM: Sólo para que nos se les olvide que tenemos los mismos derechos que ellos y no
estamos en este mundo sólo para procrear, lavar platos y ropa. Miles de mujeres
arriesgan su vida como soldaderas en la División del Norte con Villa y en el sur con
Zapata. Exigimos los mismos derechos y un trato digno sobre todo al interior de la lucha.
Los hombres revolucionarios tienen mucho que aprender sobre el trato a la mujer. La
revolución es un asunto de hombres pero también de mujeres.

AEF: ¿Qué piensas de la maternidad en las condiciones actuales de la mujer?

BM: Es una buena pregunta. Ante tanto crimen, ¿por qué no maldecir la fecundidad
materna de la esclava? Vida y amor, grita el ave al compás de los rumores de la selva;
vida y amor, dice el perfume de la flor desde el pensil lozano; vida y amor, dice el
huracán, besando el espumoso lomo del Océano…

AEF: Entiendo que defiendes la vida a pesar de las circunstancias. Pero, ¿cómo proteger
a nuestros hijos?

BM: Destruir al tirano, lanzarnos a aquel palacio donde habitaba ese carcelero de la
libertad, unirnos para conquistar por la fuerza los derechos de la vida. Destrozando ese
yugo religioso que hace de la mujer la más sumisa esclava y del obrero un paria
envilecido. Sí, arrasar esa guarida donde el rico, el gobierno y el sacerdote ofician
hartos de sangre proletaria; barrer con las malezas que se opongan a nuestro paso
triunfador, segando cabezas de verdugos al ritmar de nuestros cantos libertarios. Morir
rompiendo la cadena, es más digno que morir besándola. Morir para dar un mundo de
libertad a la niñez es vivir eternamente.

AEF: Bueno, muchas gracias por concedernos esta entrevista imaginaria.

BM: Cuando quieras.

Fuente: https://kajanegra.com/blanca-de-moncaleano-magnolia-historias-
migrantes/

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