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Sarah Patricia Sánchez Solís 2BCE ID:186541

"Dos amigos"
Diálogo directo

En cuanto se reconocieron, se dieron un fuerte apretón de manos, muy emocionados de volverse a


encontrar en circunstancias tan diferentes.
El señor Sauvage, lanzando un suspiro, murmuró:
- ¡Lo que está pasando!
Morissot, muy sombrío, gimió:
- ¡Y qué época! Hoy es el primer día del año con buen tiempo.
En efecto, el cielo se mostraba azul y lleno de luz.
Los dos echaron a andar juntos, pensativos y tristes.
Morissot prosiguió:
- ¿Y la pesca? ¡Ay, qué gran recuerdo!
El señor Sauvage preguntó:
- ¿Cuándo volveremos a ella?
Entraron en un pequeño café y juntos se bebieron un ajenjo; a continuación, reanudaron su paseo
por la acera.
Morissot se detuvo de repente:
¿Otra copita?
El señor Sauvage aceptó:
-Lo que usted diga.
Y entraron en un nuevo establecimiento de vinos. Al salir, lo hicieron bastante atontados, con el
malestar propio de quienes están en ayunas y con el vientre lleno de alcohol. Hacia un tiempo
agradable. Una brisa suave les acariciaba el rostro.
El señor Sauvage, a quien el aire tibio había acabado por embriagar, se detuvo:
- ¿Y si fuéramos?
- ¿Adónde?
-Pues, a pescar.
-Pero ¿dónde?
-A nuestra isla, ¿dónde si no? Los puestos avanzados están al lado de Colombes. Conozco al coronel
Dumoulin y nos dejarán pasar sin dificultad.
Morissot se estremeció de ganas:
-No se hable más. De acuerdo.
Y se separaron para recoger sus aparejos.
Diálogo indirecto
Sarah Patricia Sánchez Solís 2BCE ID:186541

En cuanto se reconocieron, se dieron un fuerte apretón de manos, muy emocionados de volverse a


encontrar en circunstancias tan diferentes. El señor Sauvage, lanzó un suspiro y murmuró con
emoción su sentir acerca de la situación que estaba pasando. El señor Morissot, muy sombrío, gimió
y retroalimentó aquella expresión refiriéndose a la época tan complicada que estaban
presenciando, también comentó que ese era el primer día del año con buen tiempo. En efecto, el
cielo se mostraba azul y lleno de luz. Los dos se echaron a andar juntos, pensativos y tristes. El señor
Morissot prosiguió y trajo recuerdos de la pesca, en la que pasaron tan buenos momentos y se refirió
de ella como un gran recuerdo. El señor Sauvage preguntó que cuándo volverían a pescar, luego
entraron en un pequeño café y juntos se bebieron un ajenjo; a continuación, reanudaron su paseo
por la acera. El señor Morissot se detuvo de repente y le preguntó al señor Sauvage si quería otra
copa de vino y este aceptó con gusto. Después, entraron en un nuevo establecimiento de vinos. Al
salir, lo hicieron bastante atontados, con el malestar propio de quienes están en ayunas y con el
vientre lleno de alcohol. Hacia un tiempo agradable. Una brisa suave les acariciaba el rostro. El señor
Sauvage, a quien el aire tibio había acabado por embriagar, se detuvo y le insinuó al señor Morrisot
la idea de ir a pescar a su isla diciéndole que los puestos avanzados están al lado de Colombes y que
él conocía al coronel Dumoulin y los dejaría pasar sin dificultad. Morissot se estremeció de ganas y
sin dudarlo aceptó. Y se separaron para recoger sus aparejos.

Referencia

Maupassant, G. D. (2018). Bola de sebo, Mademoiselle Fifi y otros cuentos. Madrid, Ediciones Akal.
Recuperado de https://elibro.net/es/ereader/uaa/116457?page=65-66.

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