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El documento resume un caso de cesación de efectos civiles de matrimonio católico entre la Sra. Stella Conto Díaz del Castillo y su cónyuge Virgilio Albán Medina. La Sra. Díaz del Castillo interpuso una acción de tutela contra la sentencia que no le otorgó una indemnización por los maltratos sufridos, alegando vulneración de sus derechos. La Corte Suprema le dio la razón pero la sentencia fue revocada posteriormente al determinar que no se cumplían los requisitos para conceder la tutela.
El documento resume un caso de cesación de efectos civiles de matrimonio católico entre la Sra. Stella Conto Díaz del Castillo y su cónyuge Virgilio Albán Medina. La Sra. Díaz del Castillo interpuso una acción de tutela contra la sentencia que no le otorgó una indemnización por los maltratos sufridos, alegando vulneración de sus derechos. La Corte Suprema le dio la razón pero la sentencia fue revocada posteriormente al determinar que no se cumplían los requisitos para conceder la tutela.
El documento resume un caso de cesación de efectos civiles de matrimonio católico entre la Sra. Stella Conto Díaz del Castillo y su cónyuge Virgilio Albán Medina. La Sra. Díaz del Castillo interpuso una acción de tutela contra la sentencia que no le otorgó una indemnización por los maltratos sufridos, alegando vulneración de sus derechos. La Corte Suprema le dio la razón pero la sentencia fue revocada posteriormente al determinar que no se cumplían los requisitos para conceder la tutela.
Partes en la acción de tutela: accionante: Sra. Stella Conto Díaz del Castillo; accionado: Tribunal superior del distrito judicial de Bogotá – Sala de familia (desde ahora SF-TSDJDB). Partes del proceso ordinario de cesación de efectos civiles de matrimonio católico: demandante: Sra. Stella Conto Díaz del Castillo; demandado: Virgilio Albán Medina. HECHOS RELEVANTES 1. La señora Stella Conto Díaz del Castillo mediante apoderado judicial interpuso una acción de tutela en contra de la sentencia emitida por la SF - TSDJDB el día 14 de febrero de 2017, con el fin de vislumbrar los errores incurridos por el cuerpo colegiado al momento de analizar los presupuestos fácticos y sustanciales expuestos en su sentencia la cual resolvió el recurso de apelación interpuesto contra la sentencia emitida en el proceso de cesación de efectos civiles de matrimonio católico, adelantado ante el Juzgado Once de Familia de la ciudad de Bogotá. A consideración de la señora Díaz del Castillo la SF-TSDJDB en dicha providencia incurrió en defectos de carácter sustantivo y fáctico, los cuales conllevaron a la vulneración de sus derechos fundamentales a no sufrir de discriminación por motivos de género; su derecho a no ser víctima de violencia intrafamiliar ni de violencia a la mujer; su derecho a ser reparada, compensada y/o resarcida por el daño causado por el desconocimiento a sus derechos de índole fundamental a vivir libre de violencia, discriminación de género y violencia intrafamiliar. 2. La accionante señaló que el día 16 de mayo de 2013 interpuso una demanda de cesación de efectos civiles de matrimonio católico contra Virgilio Albán Medina (su cónyuge), con el propósito de que se decreta la disolución y liquidación de la sociedad conyugal, la fijación de cuota alimentaria en favor de su hija la cual es mejor de edad y la respectiva condena al cónyuge culpable, es decir, la parte demandada al pago de alimentos en favor de la accionante, por el monto mínimo de TRES MILLONES DE PESOS ($3.000.000), esto como mecanismo resarcitorio por los ultrajes sufridos por la accionante. Para la consecución de las anteriores pretensiones fueron invocadas por la accionante las causales 2º, 3º y 8º del Código Civil. 3. El día 15 de septiembre de 2016 el Juzgado Once de Familia de Bogotá profirió la sentencia del proceso cesación de efectos civiles de matrimonio católico, en la cual decretó la cesación de los efectos civiles de dicho matrimonio católico, la disolución y liquidación de la sociedad conyugal, tras encontrar probadas las causales 8º y 2º del artículo 154 del Código Civil, además determino como cónyuge culpable de las mismas al demandado. Sin embargo, en el aspecto referente a los alimentos, consideró que a pesar de que la señora Díaz del Castillo logró probar con el acervo probatorio obrante en el proceso la culpabilidad del demandado, al probar la causal 2º, es importante señalar que la misma es profesional, más precisamente especialista en Derecho y tiene un ingreso mensual al ejercer como Consejera de Estado aproximado de VEINTICINCO MILLONES DE PESOS ($25.000.000), aspecto que le permitió al juez dilucidar que no se encontró probada la necesidad, la cual según él mismo es un elemento esencial para lograr la fijación de una cuota alimentaria en favor del cónyuge. 4. La señora Díaz del Castillo formuló un recurso de apelación contra la decisión del Tribunal Superior de Bogotá encaminado a lograr que se declarará por el ad quem probada la causal 3º del art. 154 del Código Civil y además se condenará al demandado a la reparación del cónyuge inocente ultrajado, prevista en el Código civil, bajo la modalidad de alimentos periódicos. 5. La SF-TSDJDB mediante sentencia del 14 de febrero de 2017 decidió el recurso de apelación interpuesto por la señora Díaz del Castillo, mediante la misma el Tribunal accedió a adicionar el ordinal primero de la sentencia apelada, con el motivo de precisar que la cesación de los efectos civiles del matrimonio católico contraído entre la accionante y el demandado se decrete de igual manera con base en la causal prevista en el numeral 3º del art. 154 del Código Civil, no obstante a lo anterior el ad quem confirmó la decisión del ad quo respecto de abstenerse de fijar una cuota alimentaria en favor de la señora Díaz del Castillo a cargo del demandado, debido a haberse probado dentro del proceso que la actora cuenta con ingresos suficientes que le permiten subsistir y proveer los alimentos correspondientes a sus hijos. 6. Para la accionante la SF-TSDJDB en la sentencia del 14 de febrero de 2017 incurrió en un defecto de carácter sustantivo, debido a que considera que hace una distinción discriminatoria que no posee sustento, pues el hecho de que la cónyuge inocente haya logrado trascender al punto tal de haber obtenido la posición que al día de hoy ostenta en la sociedad, no resulta un argumento o criterio admisible para privarla de la materialización de sus derechos fundamentales a vivir libre de violencia, discriminación de género y violencia intrafamiliar. Dicha postura del Tribunal prescinde de elementos imperativos para interpretar la legislación aplicable ya que llega a un resultado que se encuentra abiertamente contrario a los mandatos constitucionales, debido a que, si bien es cierto que es totalmente capaz de proveerse su sustento y el de su hija, se le estaría negando su derecho fundamental de ser resarcida a razón de la vulneración sufrida a manos del señor Virgilio Alban Medina. 7. Para la accionante, la providencia incurrió defectos fácticos, dado que se presentó una omisión de valoración de ciertos elementos de convicción que confirman el maltrato que soportó la señora Díaz del Castillo, debido a esto para la accionante si el Tribunal hubiese efectuado una adecuada valoración de las pruebas hubiera constatado además que la capacidad económica del demandado, quien fue declarado cónyuge culpable siempre fue mayor, por otro lado es importante hacer hincapié en que para determinar el acceso a una reparación del daño o resarcimiento del mismo u otros medios de compensación que resultaren justos y eficaces, no se debe valorar los ingresos del cónyuge inocente sobre el cual recae el daño. 8. La Sala de Casación Civil de la Corte por medio de sentencia del 25 de junio de 2017, decide concederle el amparo a la accionante debido a que considera que el Tribunal Superior de Bogotá no tuvo en cuenta los presupuestos del estado social de derecho, el enfoque de género que debe tener el aparato judicial, el derecho fundamental de la víctima a ser reparada íntegramente, olvidando el presupuesto de que cualquier vulneración a la mujer debe ser sancionada. la Corte expresó que la terminación del vínculo matrimonial a causa de actos de violencia puede provocar perjuicios contra uno de los miembros de la susodicha relación y a pesar de que las normas que reglamentan el divorcio no regulan de manera expresa la posibilidad de pedir algún tipo de reparación a causa de los daños recibidos por los ultrajes, se hace necesario acudir a la regulación de la responsabilidad civil, para de esta manera permitir que el cónyuge como consecuencia del daño sufrido por causas imputables a su pareja quede facultado para solicitar la reparación a que de lugar. Por otra parte, es una labor del juez analizar las causales del divorcio que durante el proceso se logren probar y así mismo determinar la existencia de un daño que deba ser indemnizado. Así mismo considero que la sentencia que ataca se ajusta a las normas y principios que tratan la materia, esto debido a que los alimentos que la accionante reclama no pueden constituirse como una medida indemnizatoria; no obstante, la sentencia omitió los graves maltratos y abusos que lograron ser probados en el proceso de cesación de efectos civiles de matrimonio católico, los cuales dan pie a la indemnización del daño sufrido. Por ello el reconocimiento de la indemnización solicitado por la accionante debía otorgarse, de lo contrario los actos de violencia al interior de la relación marital de la accionante quedarían indemnes, por ello ordenó a la SF-TSDJDB dejar sin efecto alguno la sentencia del día 14 de febrero de 2017, para que dicho Tribunal procediera a resolver nuevamente el recurso sometido a su consideración, atendiendo a lo aquí señalado. 9. El día 8 de septiembre de 2017 el demandado actuando a través de su apoderada judicial, impugnó el fallo de tutela argumentando que la actora no cumplió con los parámetros dictados por la jurisprudencia constitucional necesarios para que la acción de tutela proceda con respecto de una decisión judicial, además complementa diciendo que la decisión tomada por el TSDJDB en primera instancia del proceso ordinario de cesación de efectos civiles de matrimonio católico estuvo bajo los lineamientos legales y jurisprudenciales para determinar la procedencia de la obligación alimentaria entre cónyuges. 10. El 27 de septiembre de 2017, la sala de casación laboral de la corte suprema revoca el fallo de tutela de primera instancia, negando el amparo solicitado por la accionante debido a que la procedencia de la acción de tutela debe estar sujeta al principio de subsidiariedad, además considera que la tutela sólo es procedente cuando la decisión que busca atacar vulnera claramente los derechos fundamentales. Se explica que para que la accionante pueda hacerse acreedora de alimentos con respecto al cónyuge culpable, tiene que acreditar los presupuestos de necesidad que tiene de acceder a los alimentos, la existencia del nexo jurídico que dé origen a la obligación alimentaria y la capacidad del cónyuge culpable de suministrarlos. Según la magistrada, de estos presupuestos fácticos no se pudo probar el primero, lo cual genera una imposibilidad para concederle dicho beneficio. Adiciona que la accionante deberá solicitar el trámite correspondiente para lograr la indemnización de dichos perjuicios ante el aparato judicial en sede ordinaria. 11. La Corte Constitucional mediante auto del 15 de diciembre de 2017 decide seleccionar el expediente T- 6.506.361 para su revisión. Pretensiones 1. La señora Díaz del Castillo solicitó que se tutelaran sus derechos fundamentales a no ser discriminada por razones de género; no ser víctima de violencia contra la mujer; no ser víctima de violencia intrafamiliar. 2. Conforme a lo anterior solicitó que se le brinde amparo al derecho fundamental que le asiste de ser resarcida, esto en los términos de la Convención de Belém do Pará, artículo 7, literal g) y consecuentemente con esto se disponga la reparación de los perjuicios ocasionados por el daño prevista en el art. 411, numeral 4º del Código Civil, bajo la forma de prestación alimentaria periódica. Conceptos presentados en sede de revisión 1. Instituto Colombiano de Derecho procesal: Para este instituto el hecho de negar el reconocimiento del derecho de alimentos a la cónyuge que ha sido víctima de violencia con fundamento en la verificación de su capacidad económica se constituye como un acto de discriminación en contra de la mujer. En consideración de dicho instituto la obligación alimentaria que puede nacer entre los cónyuges posterior a la disolución del vínculo matrimonial no está fundada sobre el principio constitucional de la solidaridad, sino en la causa del rompimiento de la relación. Es debido a esto que en consideración del instituto no se pueden incorporar los parámetros que demarcan la obligación alimentaria en la solución de asuntos que estudian pretensiones que están encaminadas a conseguir el reconocimiento de un derecho alimentario fundado en la responsabilidad de uno de los cónyuges. Por otro lado, la situación amerita un estudio histórico y sociológico del proceso de segregación que ha sido padecido por la mujer, bajo esta perspectiva se observa que la decisión del Juzgador se constituye en un acto de discriminación, ello debido a que él mismo niega la posibilidad de decretar la obligación alimentaria en favor de la mujer que ha sido víctima de violencia, con fundamento en la ausencia de necesidad de aquella. Para el instituto la característica resarcitoria de la obligación alimentaria que tiene origen en la culpabilidad de uno de los cónyuges impide que se pueda alegar la capacidad económica que posee la cónyuge víctima de los actos discriminatorios y violentos para no reparar el daño causado. por ultimo, esta institución resaltó que la procedencia de la reparación de los daños sufridos únicamente sobre la mujer que se encuentre en una situación de debilidad manifiesta, como sería el caso de no poseer los medios económicos para su propio sostenimiento, generaría que los daños que sean causados a quien desarrolla activamente sus capacidades económicas e intelectuales, resulten irreparables. 2. Universidad Externado de Colombia: La Universidad Externado de Colombia por medio de su concepto, plantean que negarle a la accionante la cual ha sido víctima de violencia de género la posibilidad de obtener una reparación efectiva de sus perjuicios causados, representa una flagrante discriminación contra la mujer, agregando que el ordenamiento jurídico interno tiene un vacío jurídico debido a que no plasma reglas claras que reglamenten como cómo llevar a cabo una indemnización de un daño causado dentro de la duración de un vínculo matrimonial. El fallo de segunda instancia que declara la presente acción de tutela improcedente es discriminatorio y muestra una negligencia por parte de los operadores judiciales para encontrar medidas positivas para hacerle frente a los actos de violencia de género. Problema jurídico planteado: ¿Cuando en un proceso de divorcio o cesación de efectos civiles de matrimonio católico se demuestre la causal basada en ultrajes, maltratamientos de obra y trato cruel, es decir, violencia intrafamiliar, el juez de familia que conoce del asunto debe ordenar en la sentencia la reparación a que de lugar, debido a que en consonancia con la Convención de Belém Do Pará a la mujer que sea víctima de violencia se le debe garantizar un efectivo acceso a la reparación del daño o de diferentes mecanismos que permitan la compensación del daño que resulten justos y eficaces, además teniendo en cuenta que el art. 42 numeral 6 de la Constitución Política ordena repudiar cualquier forma de violencia que se de en la familia, ya que la misma se considera lesiva de su armonía y unidad, y por ende debe ser sancionada conforme a los lineamientos legales? consideraciones puntuales para resolver el caso Históricamente se han construido una serie de estereotipos que asignan roles específicos a las mujeres, muchos de los cuales tienen un carácter doméstico, lo cual ha permitido dilucidar una serie de explicaciones sociológicas sobre los distintos tipos de violencia y discriminación que se dan dentro del núcleo familiar, lo anterior ha conllevado a que los Estados planten lineamientos de protección, los cuales parten del reconocimiento de las relaciones de poder históricamente desiguales entre el sexo masculino y femenino. Lo anterior es consecuente con la realidad, pues históricamente se ha concebido a la mujer como un individuo en el cual el hombre podía ejercer posesión, hecho que generó una cierta habilitación social para ejercer en contra de las mujeres todo tipo de actos que iban en contra de su integridad física o psicológica, con la finalidad de conseguir su sumisión. Debido a esta triste realidad social es que surge el concepto de violencia de género la cual no es más que la violencia ejercida en contra de las mujeres, por el estereotipo socialmente construido sobre los roles y posiciones que deberían ocupar estas en el ámbito social y cultural, la cual es transversal a los diferentes ámbitos de la vida de la mujer, debido a que la desigualdad que este estereotipo creo se ve reflejada en el ámbito familiar, laboral, económico, cultural, político, religioso, relaciones de pareja, etc. Al poder manifestarse esta violencia en múltiples escenarios, se ha observado como en las relaciones de pareja dicha violencia se ha ejercido de física, utilizando como medio coercitivo la capacidad corporal o mayor fuerza que posee el sexo masculino para someter a las mujeres, pero las cosas no paran ahí, también se han ejercido medios coercitivos de carácter psicológico, perjudicando de esta manera gravemente la integridad de la mujer. El ejercicio de esta violencia contra la mujer ejercido por un miembro de su núcleo familiar se ha denominado violencia doméstica. Es debido a este contexto que los jueces deben tener en cuenta una perspectiva de género en los casos en donde haga parte una mujer afectada o víctima, sin que ello implique una actuación parcializada, esto con la finalidad de erradicar los estereotipos discriminatorios; para esta labor el juez al abordar una problemática como la violencia contra la mujer debe tener en cuenta la normatividad internacional, debido a que son herramientas que han permitido conceptualizar y visibilizar dicha problemática, así ciertos convenios no sean parte del bloque de constitucionalidad, pues los mismos se tornan en imprescindibles para propender por la protección de los derechos de la mujer, pues dicho propósito implica un abordaje sociológico de la problemática, y para buscar una solución efectiva a las mujeres que sean víctimas se debe hacer uso de las fuentes del derecho interno e internacional para de esta manera propender por la interpretación más favorable para ellas. En concordancia con esta realidad el constituyente del 91 estableció en el art. 43 de la CP que la mujer al igual que el hombre poseen los mismos derecho y oportunidades, consecuentemente con ello la mujer no podrá ser sometida a ningún tipo de discriminación, por otro lado, al reconocer el mismo que la familia es el núcleo fundante de la sociedad y que la misma no es extraña a los actos violentos contra la mujer, en el art. 42 inciso 6º perpetuo que “Cualquier forma de violencia en la familia se considera destructiva de su armonía y unidad, y será sancionada conforme a la ley”. Esa intención de dar fin a estereotipos sociales se observa inclusive en el preámbulo de la CP, cuando expresa que es un deber del Estado garantizar a todos sus integrantes “la vida, la convivencia (...) la justicia, la igualdad (...)”, además es imperante recordar que la igualdad se encuentra instituida como un derecho fundamental según el art. 13 de la CP, pero estos postulados son insuficientes, el modelo de Estado social de derecho implica la implementación de una serie de políticas públicas que propendan efectivamente por la erradicación de dicho fenómeno. Esta comprensión de nuestra carta superior hace visible la obligación de todos los actores que conforman la sociedad para evitar y erradicar actos de violencia contra la mujer, obligación que implica adelantar acciones para propender por la igualdad de los derechos de estas en la sociedad y de esta manera garantizarles sus derechos humanos históricamente pisoteados como lo es el de no ser discriminada y vivir libre de violencia. En consonancia con lo dicho anteriormente se observa que la Corte Constitucional reconoció dicha problemática histórica a través de la sentencia C-101 de 2005, además que como actor elemental para la erradicación de la misma, ha adoptado medidas trascendentales que han propendido por la eliminación de aspectos culturales y normativos que reflejan la problemática, a su vez, ha reconocido que una de las formas de discriminación contra las mujeres que lamentablemente es de las más representativa, es la de los actos violentos que se dan al interior de la familia, debido a la privacidad que poseen las relaciones familiares. Esta realidad a su vez ha sido foco del derecho internacional, puesto que atenta contra la dignidad humana de la mujer y como manifestación histórica de desigualdad debe ser erradicada, esto ha conllevado a la elaboración de ciertos instrumentos jurídicos internacionales con miras a dicho fin, uno de los más significativos es la Convención de Belém do Pará, la cual fue ratificada por Colombia a través de la ley 248 de 1995, dicha convención consagra que se entiende como violencia contra la mujer y proscribe una existencia de tres tipos de ella, una física, una sexual y otra de índole psicológica, resaltando además que estos tipos de violencia se pueden manifestar en la vida privada, cuando la misma se ejerce en un ambiente familiar o una relación interpersonal, en la vida pública cuando la misma sea ejercida por cualquier persona, en los diferentes aspectos que implica la vida en sociedad, es decir, laboral, escolar, etc. Y la que es ejercida o tolerada por los agentes estatales. De dicha convención se torna importante para el caso sub examine lo incluido en el art. 7 literales c) y g), puesto que los mismos perpetran que los Estados parte en su sistema normativo interno deben incluir normas de diferente carácter para erradicar, prevenir y sancionar la violencia contra la mujer, además de la adopción de las medidas administrativas que sean necesarias, esto en el literal c, pero al mismo tiempo el contenido del literal g establece la necesidad de implementar los mecanismos administrativos y judiciales necesarios con la finalidad de apoyar el acceso efectivo a la reparación, resarcimiento u otros medios de compensación del daño recibido que sean justos y eficaces, frente a este tema la CIDH ha señalado que la efectividad de estos recursos implica que la función de los mismos dentro del sistema normativo interno, resulte idónea para brindar protección efectiva a la situación jurídica vulnerada. Es relevante señalar que conforme al literal g) de la convención anteriormente mencionada se torna importante mencionar que las medidas resarcitorias que se deban tomar para reparar a las mujeres víctimas de violencia deben tener dos enfoques, el primero entendido como la reparación real por los daños ocasionadas por la violencia que fue ejercida en contra suyo y en segundo lugar que dicha reparación implica la realización de la misma con un enfoque estructural, esto con la finalidad de transformar las causas sistemáticas que dan origen a la misma. De hecho, el mecanismo de seguimiento de dicha convención ha hecho hincapié en la insuficiencia que implica el acceso a la justicia para castigar al agresor, sin la reparación integral, es importante resaltar que la reparación integral implica en la medida de lo posible el pleno restablecimiento de la víctima y con ello materializar una justa reparación en las diferentes dimensiones en que irradie el daño. Por otro lado, la corte hace un recuento histórico por medio del cual se puede ver evidenciado la clara transición que ha tenido la familia durante las últimas décadas, pasando de ser un grupo tradicionalmente paternalista a una relación de igualdad y cooperación entre cónyuges, los cuales adquieren igualdad de derechos y deberes gracias al artículo 42 de la constitución política nacional en sus incisos 4 y 6, además de que dicho artículo contempla a la familia como el núcleo fundamental de la sociedad, el cual debe ser protegido de cualquier violencia o acto considerado destructivo sin importar el vínculo familiar que medie entre ellos, lo cual le impone al estado la obligación de proveer los mecanismos y acciones propicios para prevenir, sancionar y reparar cualquier daño dentro de este núcleo, de lo contrario la convención de Belém do Pará perdería sentido. Adicionalmente la corte al evaluar el caso concreto debió establecer la procedencia de la acción de tutela; después del análisis respectivo concluye que esta si es procedente debido a que a pesar de que la accionante agota debidamente sus mecanismos de defensa, no logra una reparación efectiva del daño infringido por parte del cónyuge culpable, lo cual muestra claramente un déficit en el sistema de garantías de las mujeres victimizadas de violencia en los procesos de familia tales como el divorcio o la cesación de efectos civiles del matrimonio católico. La corte también concluye que la decisión del juez de segunda instancia es errada y representa un acto discriminatorio al negarle a la víctima una reparación a razón del nivel económico que ha llegado a obtener, esto a pesar de haber obtenido la calidad de cónyuge inocente y ser probado que fue victima de violencia en un proceso debidamente desarrollado, además la postura del juez de segunda instancia de hacer que la accionante deba volver a acudir al aparato jurisdiccional y empezar un proceso desde cero de responsabilidad civil, representa una re victimización para la accionante al tener que recordar y expresar en otra instancia las mismas circunstancias, adicionando de que desconociera las normas internacionales que sirven como mecanismos para procurar la materialización de la reparación. Por último, indica que el juez de segunda instancia falla errando tanto sustancialmente como fácticamente. Errando sustancialmente al vulnerarse su derecho fundamental de ser reparada integralmente por los daños que se le han causado, pues prescinde de los elementos internacionales propicios para materializar la reparación, además no comprende que al haber una falta de mecanismos de reparación el abogado tuvo que utilizar los alimentos sancionatorios como una medida reparatoria y que la legislación nacional vigente le daba todo el contenido sustantivo y procesal para condenar la violencia intrafamiliar así como lo plasma el artículo 281 del CGP en su parágrafo uno, el cual da al juez la facultad de fallar ultra y extra petita para proteger de manera adecuada y prevenir controversias futuras de la misma índole en aras de garantizar una reparación integral efectiva de la víctima dentro de un proceso que emita una sentencia pronta; también agrega de que el juez no está atado en su sentencia ya que en la ley 446 de 1998 art.16 se indica que el juez debe atender el principio de reparación integral, para brindar resarcimientos que sean consecuentes con el daño y adoptar las decisiones pertinentes para que la víctima quede plenamente resarcida. Además, erra sobre lo fáctico en la medida en que considera relevante la capacidad económica del cónyuge culpable sobre la necesidad evidente de reparación del cónyuge inocente. RESUELVE: La corte después de analizar todo el marco fáctico y teórico relativo al caso en concreto, decidió: Revocar la sentencia de segunda instancia proferida por la Sala de Casación Laboral el día 26 de septiembre de 2017, confirmar parcialmente la sentencia del día 25 de junio de 2017 de primera instancia, concederle a la accionante la reparación de los daños causado, ordenar al Tribunal Superior de Bogotá la apertura de un incidente de reparación integral, exhortar al congreso de la república para que regule ampliamente los mecanismos para acceder a una reparación integral en los casos de violencia intrafamiliar y al Consejo Superior de la Judicatura para que capacite a los operadores judiciales de familia para que procuren poner la necesidad de analizar la violencia contra la mujer y dar respuesta efectiva a la reparación integral conforme al corpus normativo internacional