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Los Zapatos Prestados

En el teatro Vera hicieron historia un sin fin de artistas. Para Rosa, una emergente promesa
del Ballet correntino, era un sueño poder debutar en aquel lugar prominente. Su madre y
actual profesora de baile había debutado allí. Por lo que, la pequeña estaba orgullosa de
poder continuar con la tradición.
La primera vez que conoció el escenario de este teatro quedó bastante impactada por la
destacada arquitectura que la rodeaba. Lo primero que sintió fue el rechinar de la madera
negra y añejada, que provenía del piso. Además, los telones rojos y polvorientos que
acompañaban al escenario llamaron su atención. El escenario era grande para una chiquilla
como ella, tanto que podría causarle agorafobia. De pronto, se dejó llevar por la inmensidad
de la atmósfera y comenzó a danzar, girar y saltar entusiasmadamente. Sin embargo, el olor
a humedad y la pobre iluminación que había tanto allí como tras bambalinas la empezaron a
incomodar.
Sin perder más tiempo, dejó su bolso en el escenario y agarró una muda de ropa para
cambiarse. Lo que ella no sabía es que había alguien observando detrás de uno de los
largos telones.
Mientras estaba cambiándose en uno de los camerinos, Rosa escuchó ruidos afuera. Estos
sonidos parecían ser pasos deslizándose y saltando en el escenario. Por lo que, supuso
que era su profesora de baile que estaba elongando mientras tanto. No obstante, cuando
salió de cambiarse no la encontró por ningún lado. Solamente advirtió que sus puntas de
ballet estaban desparramadas en el medio del escenario.
Sin embargo, Rosa se juraba así misma que no había dejado sus zapatos de ballet allí. Sin
darle mucha importancia al extraño suceso, practicó el repertorio con el que iba a debutar.
Cuando sus horas de ensayo finalizaron, se dirigió al camerino y dejó nuevamente su bolso
en el escenario.
Mientras se cambiaba, volvió a escuchar aquellos pasos provenientes del lugar en el que
había estado ensayando. En esta oportunidad, decidió ir corriendo para ver con sus propios
ojos de donde provenían esos insistentes ruidos.
Grande fue su sorpresa cuando Rosa la vió en el escenario. Se encontraba bailando
delicadamente, portaba una esbelta figura, un rubio rodete elevado y una increíble tez
blanca. También, su leotardo y tutú eran tan blancos como su piel. Pero lo que más le llamó
la atención a Rosa era el hecho de que aquella mujer danzaba con sus puntas de ballet.
Lejos de enojarse, observó sus movimientos, sus giros y piruetas. La danza de aquella
mujer era hipnótica para sus ojos. Y, logró reconocer algunos pasos del repertorio de la
obra de El Lago de los Cisnes. Sin dudas aquella bailarina interpretaba a la protagonista,
Odette.
De pronto, la bailarina le extendió la mano a Rosa y la invitó a bailar. Tímidamente, ella
aceptó y danzó a su lado por un largo rato.
-¿Cual es tu nombre?- preguntó Rosa. Sin embargo, no logró obtener respuesta alguna de
aquella mujer. Había un aura misteriosa que envolvía a la pálida bailarina, que ella no podía
descifrar. No entendía la mirada perdida ni el frío tacto que se desprendía de sus manos por
lo que Rosa se empezó a incomodar.
-Lo siento, pero debo irme ya. ¿Podrías devolverme mis zapatos?- pidió Rosa. Esta
pregunta paralizó a la misteriosa bailarina y luego, la miró fijamente y su semblante se tornó
triste. De repente, la figura de aquella misteriosa mujer se fue desvaneciendo frente a los
sorprendidos ojos de Rosa.
Nuevamente, en el escenario solo quedaron las puntas de ballet. Exaltada por lo que paso,
Rosa fue a buscarlos para salir lo más rápido posible de aquel lugar.
Vidal Dana Maitena
Prof. de Lengua y Literatura

Consistencia del fantasma (3p)

Sólida caracterización del espacio (4 p)

Cohesión y coherencia (1 p)

Originalidad gracia ( 2 p)

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