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Instituto Superior “San José”

Taller de comprensión y producción de textos

Ensayo Argumentativo

Alumnas:
- Reinafé, Cecilia.
- Vidal, Dana

Ciclo Lectivo: 2022.


La Fobia Social en los Cuentos de Terror

En el presente ensayo nos proponemos analizar cómo se articula una fobia social en las obras “Los
Veraneantes” de Shirley Jackson y “La Puerta Abierta” de Margaret Oliphant.
Esto nos lleva a plantearnos las siguientes interrogantes: ¿Qué fobias sociales se articulan en las obras
antes mencionadas? ¿Cómo se vinculan con lo “siniestro”? ¿Qué características de la literatura gótica
y de la fantástica articulan la fobia social en las obras?
Estos planteamientos nos llevarán a buscar respuestas desde el marco teórico. A partir de la entrevista
a Mariana Enriquez analizaremos “Las fobias sociales”; luego, con el material que nos aporta
Sigmund Freud, examinaremos “La contribución de lo Siniestro”; y, por último, a partir de la
bibliografia de Miriam Lopez Santos analizaremos “Literatura Gótica y Fantástica: características”.

Las fobias sociales


Mariena Enriquez cita a Stephen King y dice que uno de los elementos que debe tener una novela de
terror es “la presión fóbica sobre una sociedad”. Por un lado, en la obra de Jackson, la fobia social que
ejerce “presión” es el abandono a los adultos mayores. Ya que, tanto el señor como la señora Allison
tenían una edad avanzada. Además sus hijos ya habían formado sus propias familias y vivían
separados de sus padres. Por otro lado, el señor Allison empezaba a tener complicaciones en sus
articulación, le costaba caminar y le faltaba el aire si lo hacía. Esto lo podemos evidenciar en las
siguientes citas del texto de Jackson (1950):
Mrs. Allison tenía cincuenta y ocho años, y Mr. Allison sesenta; habían visto crecer a sus hijos y huir de
la casita de verano para instalarse con sus propias familias en alguna playa de moda; sus amigos estaban
muertos o se sentían demasiado viejos para abandonar las confortables viviendas de sus nietos y
sobrinos. (...) Mr. Allison regresó algo enojado; siempre le fastidiaba andar una milla hasta la estafeta de
correos de la carretera general y volver con las manos vacías, a pesar de que suponía que el paseo era
beneficioso para su salud. (...) Mrs. Allison se dio cuenta, con cierta preocupación, de que su marido no
era ya capaz de subir el ligero repecho que conducía hasta la casa sin respirar penosamente; (...) .
Podríamos también especificar que el abandono se da por parte de sus hijos que dejan de escribirles
cartas, los pueblerinos que dejan de ofrecerles los productos necesarios para sobrevivir y, por parte de
ellos mismos que cuando se dan cuenta que ya no hay manera de seguir quedándose en la casa de
verano, simplemente esperan pacíficamente el final de sus vidas. A continuación, citamos la forma en
la que la autora termina esta obra: “(...) los dos ancianos se abrazaron en su casita de verano y
esperaron.” (Jackson, 1950).
Por otra parte, las fobias sociales que se articulan en la obra de Margaret Oliphant son el abandono de
un niño por parte de su madre y el temor a la pérdida de un hijo. Si bien al principio de esta esta
historia pareciera ser que el niño abandonado es Roland, este no es más que un transmisor de la
angustia del fantasma de la puerta. Cuando las primeras noches de insomnio del niño empezaron, este
iba hasta la puerta de su madre y le rogaba a sus madre llorando que lo dejara entrar. Esta
preocupación latente que tenía Roland lo llevó a desmejorar su salud y todos en su familia temían su
muerte, sobre todo su padre. Sobre esto Oliphant (1882) relata: “Quedaba la claridad justa para
distinguir los rasgos de su cara cuando me acerqué a la cabecera de su cama… ¡Qué cambio se había
obrado en apenas dos semanas! Estaba todavía más pálido y más desmejorado, (...)”. (p. 274).
Además, el sufrimiento del fantasma parecía surgir de la creencia de que su madre lo abandonó.
Aunque bien aquella criatura pareció no estar al tanto de que esta no era la situación, más bien, su
madre había muerto sin que él lo sepa, por eso es que su alma le rogaba que lo dejase entrar. A
continuación citaremos la frase que se repite a lo largo del texto: “¡Ay, madre, déjame entrar! ¡Ay,
madre, déjame entrar!” (p. 277).
En definitiva, tal y como nos explica Mariana Enriquez, si se quitan los elementos sobrenaturales o lo
“gore”, nos queda este otro elemento fundamental para una obra de terror.

La contribución de lo Siniestro
Según Freud (1919), “(...) lo siniestro sería aquella suerte de espantoso que afecta las cosas conocidas
y familiares desde tiempo atrás.” (p. 2). Lo que este psicoanalista nos intenta explicar es que “lo
siniestro” está contrapuesto con lo “familiar”, lo “conocido”, lo “hogareño”. Primeramente, en el caso
de “Los Veraneantes”, los protagonistas se someten a lo siniestro cuando deciden quedarse en la casa
de verano pasado el día del trabajador. Normalmente, ellos no hacían esto e inclusive, según los
pueblerinos, era la primera vez que alguien decidía quedarse pasada esa fecha. Aunque al principio les
pareció una excelente idea, pronto repararon en el hecho de que fueron abandonados a su suerte en un
lugar alejado del pueblo y sin combustible para cocinar o para salir de allí. Además, aquellos
pueblerinos en quien ellos confiaban y conocían, fueron quienes luego los sabotearon. Sus intentos
por librarse de aquella situación fueron en vano y no pudieron hacer otra cosa más que esperar su
muerte.
A continuación, nos relata Jackson (1950):
— Me pregunto si se supone que vamos a…, a hacer algo —dijo. —No —respondió Mr. Allison—. Creo
que no. Sólo esperar. Mrs. Allison suspiró, y su marido añadió rápidamente: El automóvil ha sido
estropeado a propósito. Incluso yo he podido darme cuenta. Mrs. Allison vaciló unos instantes y luego
murmuró: —Supongo que los hilos del teléfono han sido cortados. —Eso creo —dijo Mr. Allison. (...) y
dijo en tono casual: — Ahora comprendo lo de la carta de Jerry. —Lo supe anoche, cuando vi apagarse la
luz en casa de los Hall — dijo Mr. Allison.
Luego, en el caso de “La Puerta Abierta”, lo siniestro se manifiesta primeramente en el estado de
salud y la angustia por el fantasma que presentaba Roland. Ya que, todos pensaban que el niño que
ellos conocían había dejado de ser el mismo con la enfermedad que acarreaba. A continuación,
citamos a Oliphant (1882):
Mientras pronunciaba esas palabras, una neblina le nubló el rostro y los labios le temblaron, y yo me di
cuenta de que sus suaves rasgos habían perdido definición, estaban como distorsionados. Cuando acabó
de pronunciar esas escalofriantes frases, sus facciones se habían disuelto bajo una cortina de profusas
lágrimas. (p. 277)
Sin dudas, el temor de ambos padres era perder aquel hijo querido, es estado anímico en él no era
normal y tampoco les resultaba familiar.
Además, “la suerte de espantoso” afectó al hogar al que se habían mudado hace poco. En aquel lugar
íntimo en donde decidieron mudarse parecían ocurrir eventos paranormales. De esta manera, nos
cuenta Oliphant (1882):
Algunas personas, más valientes o más fantasiosas que el resto, habían visto «moverse la oscuridad», me
explicó la señora Jarvis, con una inconsciente vis poética. El extraño fenómeno empezaba cuando caía la
noche y seguía repitiéndose, de una forma intermitente, hasta que clareaba el día siguiente. Muy a
menudo se trataba solo de un grito inarticulado y lastimero, pero, otras veces, según se rumoreaba, las
mismas palabras que se habían adueñado de la imaginación de mi pobre hijo resonaban con nitidez:
«¡Oh, madre, déjame entrar!». (p. 285).
Según Freud (1919), “Cuanto se puede afirmar es que lo novedoso se torna fácilmente espantoso y
siniestro; pero sólo algunas cosas novedosas son espantosas; (...). Es menester que a lo nuevo y
desacostumbrado se agregue algo para convertirlo en siniestro.” (p. 2). Esta afirmación de Freud nos
da pie para explicar como “lo nuevo” puede convertirse potencialmente en algo siniestro. Por
ejemplo, en la obra de Jackson, la tan esperada carta que les llega a los Allison de parte de su hijo,
logra transformarse en algo siniestro. De esta manera, relata Jackson (1950):
Mrs. Allison dio vueltas a la carta entre sus dedos, con las cejas fruncidas. Era imposible encontrar
ninguna frase, ninguna palabra, incluso, que no pareciera de Jerry. Tal vez se debía únicamente a que la
carta se había retrasado tanto, o a la anormal cantidad de huellas de dedos que había en el sobre.
Como podemos observar, a la señora Allison le parecía rara aquella carta, por más que pareciera que
venía de parte de su hijo, esta no dejaba de incomodarla.
Con respecto a las reacciones de los vecinos, Freud (1919) nos aporta, “(...) sólo el factor de la
repetición involuntaria es el que nos hace parecer siniestro lo que en otras circunstancias sería
inocente, imponiéndonos así la idea de lo nefasto, de lo ineludible, (...)”. (p. 9). En efecto, podemos
encontrar este factor repetitivo en las respuestas similares que les dan los habitantes de ese lugar a la
pareja de ancianos. A partir de las siguientes citas del texto de Jackson (1950):
—Hasta ahora, nadie se había quedado en el lago después del Labour Day —dijo el tendero. (...) Pero,
hasta ahora, nunca oí decir que nadie se quedara en el lago después del Labour Day. (...) No sé que nadie
se haya quedado en el lago después del Labour Day. (...) Hasta ahora, los veraneantes no se habían
quedado nunca en el lago después del Labour Day. (...) —No se habían quedado nunca después del
Labour Day —repitió (...) —No sé que nadie se haya quedado tanto tiempo antes de ahora —dijo Mrs.
Martin— (...) —Habitualmente, todos se marchan el Labour Day —dijo Mr. Hall.
Esta respuesta repetitiva que le dan los pueblerinos a la señora Allison logra crear la atmósfera de lo
siniestro por que no parece ser una casualidad que todos le digan lo mismo.
En la obra de Oliphant también aparece este factor repetitivo en el lamento que tanto Roland como el
fantasma recitan. La frase a la cual nos referimos es la siguiente: “(...) ¡Oh, madre, déjame entrar!
¡Oh, madre, déjame entrar! (...)”. (p. 273). A diferencia del texto de Jackson, la reiteración de este
lamento cambia de propósito según quien la enuncia. Al principio, lo siniestro es enterarnos que
Roland no fue artífice de aquellas palabras y luego, lo siniestro se manifiesta en el fantasma que dice
la frase que el niño había escuchado.
La imaginación de ambas autoras para poder incorporar “lo siniestro” de maneras diferentes logra
colocarnos en un estado emocional, hacernos crear expectativas sobre lo que pasará en el relato y por
sobre todo empatizar con los protagonistas que son sometidos a lo siniestro.

Literatura Gótica y Fantástica: características


Según cita López Santos a Lovecraft (2010):
“De este modo, si la intención de todo texto fantástico es suscitar en el lector una cierta inquietud o
angustia ante la posibilidad de que lo irreal irrumpa en el mundo cotidiano, lo que caracteriza a la novela
gótica es el miedo, superpuesto al resto de los elementos que la componen y estructuran, “que debe
aparecer siempre y estar presente en cada parte de la historia” (p. 6).
Podemos observar que en el caso de “Los Veraneantes”, el miedo aparece representado a través del
abandono, por parte de los demás habitantes del pueblo, la desatención, la falta de elementos básicos
para la subsistencia ponen en relieve como los protagonistas poco a poco van dejando de existir para
el mundo. Esta situación despierta gran desconcierto y angustia en la pareja, al punto de resultar
inexplicable cómo los semejantes, se olvidan por completo de ellos.
Por otra parte en “La Puerta Abierta” tenemos por un lado la irrupción de la realidad cuando este
menor comienza a oír el pedido de auxilio, pero en este caso la sensación suscitada es de miedo, por el
menor que comienza a padecer problemas de salud y por el otro el de los padres al observar el
deterioro y temer por la muerte. Finalmente el de los mismos criados, que conociendo la historia no se
atreve a hablar o a colaborar con el progenitor para llegar al fin de esta cuestión.
En esta instancia podemos observar como el sentimiento de miedo y angustia invade a los personajes
y retomando las palabras expuestas por López Santos (2010):
“De hecho la psicología tal como afirma Delemeau, distingue claramente entre el miedo y la angustia, las
dos manifestaciones básicas que de amenaza en el ser humano: “El temor, el espanto, el pavor, el terror
pertenecen más bien al miedo; la inquietud, la ansiedad, la melancolía, más bien a la angustia. El primero
te lleva a lo conocido, la segunda a lo desconocido. El miedo tiene un objeto determinado al que se le
puede hacer frente. La angustia o la tiene y se vive como una espera dolorosa ante un gran peligro tanto
más temible cuando no está claramente identificado: es un sentimiento global de inseguridad. Por eso es
más difícil de soportar que el miedo.” (p. 6).
En “La Puerta Abierta” el niño comienza a manifestar el miedo, no solo en su expresión sino también
en su manera de actuar. Ante el pavor este se comporta de manera extraña y su semblante pone en
evidencia la presencia de lo sobrenatural e inexplicable.
Tal y como relata Margaret Oliphant (1882):
Me contaron que mi hijo llevaba bastante tiempo demacrado y con una expresión de susto dibujada en su
rostro (...) Esta expresión de miedo se había ido acentuando cada día, y pronto observaron también que
Roland llegaba a una velocidad desaforada, recorría el jardín a galope tendido haciendo que al poni le
salieran espumarajos por la boca de tanto jadear, y se presentaba el mismo `pálido como una sábana´ y con
la frente anegada de sudor. (p. 271).
En el caso de “los veraneantes” los sentimientos suscitados son de angustia, frente a la inseguridad,
cuanto más pueden subsistir en esta situación, ya que el accionar de las demás personas hace que la
pareja se sienta abandonada completamente. Situación que pone en evidencia el miedo que
experimentan las personas al pasar de los años y aproximarse a la vejez, tiempo donde el cuerpo se
debilita, los lazos se deterioran y en muchos casos este envejece, está asociado al abandono por parte
de los demás que vemos en este relato. Como relata Jackson (1950):
Pero, ¿no puede usted servirnos un poco? —Insistió Mrs. Allison—. ¿No hay alguien más que pueda
hacerlo?
—No creo que puedan conseguir petróleo en ninguna parte —dijo el hombre con aire meditativo—.
Yo no puedo darles ni una gota. —Antes de que Mrs. Allison pudiera hablar, la camioneta empezó a
moverse; luego se detuvo un momento y el conductor miró a Mrs. Allison a través de la ventanilla del
vehículo—: ¿Hielo? —inquirió—. Puedo dejarle un poco de hielo.
Mrs. Allison sacudió la cabeza; no necesitaba hielo, y estaba furiosa. Dio unos cuantos pasos al lado
de la camioneta, gritando:
—¿Tratará usted de conseguirnos algo de petróleo? ¿La semana próxima?
—No lo creo —dijo el hombre—. Después del Labour Day, es muy difícil.
La camioneta se alejó y Mrs. Allison, tratando de consolarse con la idea de que podría obtener algo
de petróleo de Mr. Babcock, o, en el peor de los casos, de los Hall, la contempló con aire enojado.
—Espera que llegue el próximo verano —murmuró—. ¡Ya vendrás por aquí el próximo verano!
No había ninguna carta; sólo el periódico, que en los últimos días parecía llegar con rara puntualidad,
y Mr. Allison estaba francamente contrariado cuando regresó. Cuando Mrs. Allison le contó lo del
petróleo, Mr. Allison no se mostró especialmente impresionado”.
Podríamos afirmar que en “ La puerta abierta” se transmite el terror, propio de la novela gótica tal
cual afirma López Santos (2010): “El terror es entonces, una exigencia de la novela gótica. Todo
relato está destinado a generar este efecto terrorífico: elementos macabros, crímenes horrendos,
arquitectura sublime, elementos, como hemos visto previamente, que pertenecían al horizonte de
expectativas del lector.” (p. 6). Y esto lo podemos confirmar con la siguiente cita de la autora
Oliphant (1882):
—¡Ay —se lamentó Roland—, pero no es tan fácil! No sé quién
es. Solo escucho su grito. ¡Ah, ojalá pudieses oírlo! Se me mete en
la cabeza mientras duermo. Lo oí con más claridad... clara, y
ellos creen que lo he soñado..., o que tal vez deliraba... —dijo el
niño, esbozando una sonrisa que contenía cierta dosis de desdén. (p. 276)
Este fragmento nos muestra el momento en que el niño se atreve a poner en palabras, confesando a su
progenitor, el terror que experimentaba, sin la certeza de saber de qué se trataba, inseguro de a qué se
enfrentaba, sabía que esto alteraba su orden natural. A su vez, intenta generar empatía en su padre,
quien aún confuso intenta salvar a su hijo de estas crisis que atraviesa y la cual va deteriorando su
salud. A continuación, citamos a Oliphant (1882): “Ay, papá, papá, tú no comprendes lo que es tener
que enfrentarse a esa presencia cada noche, a ese peligro tan horrible, y no saber nunca cómo
ayudarla.” (p. 279).
Esto también pone en evidencia, que más allá de sentirse perturbado por el pedido de auxilio, Roland
quería ayudar a este fantasma, comprendiendo lo que significa el dolor de un niño al sentirse
abandonado por su madre o el hecho de quedar fuera del hogar desprotegido.

En conclusión, en las obras trabajadas y a la luz de los autores mencionados pudimos analizar cómo
se construyen los relatos de terror, cómo en estos textos se trabaja lo siniestro y en uno de los casos la
literatura gótica se hace presente a través de estos personajes. Por otra parte, podemos apreciar el
miedo oculto existente en la sociedad y como se ponen en relieves en situaciones ficticias, que
representan la realidad pero que a la vez, son interrumpidas por hechos sobrenaturales o problemáticas
de la que nadie habla.
El temor al abandono por parte de hijos y padres, el temor a la pérdida de un hijo, el temor a la vejez,
situaciones que vivimos cotidianamente, pero que hurgan en los rincones que recorren nuestra
conciencia y como se hacen presentes a través de sentimiento de angustia frente a lo inesperado o del
pavor. Este ensayo nos resultó interesante, ya que pudimos adentrarnos en lo que cuentan los relatos
más allá de la ficción, poniendo de manifiesto temores del orden racional.

Bibliografía:
- Oliphant, M. (1882) “La Puerta Abierta”. (The Open Door) Traducción de Consuelo Rubio.
Damas Oscuras. pp. 265-325.
- Jackson, S. (1950) “Los Veraneantes”. literatura.us.
https://www.literatura.us/idiomas/shirley/summer.html.
- Freud, S. (1919) “Lo Siniestro”. Librodot. pp. 1-14.
- FLACSO Argentina (4 de mayo de 2017) “Narrativa de terror por Mariana Enriquez
Posgrado Escrituras: Creatividad Humana y Comunicación”.
https://www.youtube.com/watch?v=bHdM7Wq6fe4.
- López Santos, M. (2010) “El Género Gótico. ¿Génesis de la literatura fantástica?. Biblioteca
Virtual Universal. Editorial del Cardo. pp. 1-9.

Coherencia global (2 pts)

Consistencia de la argumentación presentada (2p )

Adecuado manejo de la polifonía (2 pts)

Puntuación, ortografía, sintaxis (1 pt)

Adecuado manejo de la normativa de referencia (1 pt)

Originalidad/solidez (2 pts)

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