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REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

UNIVESIDAD NACIONAL EXPERIMENTAL ROMULO GALLEGOS


PROGRAMA MUNICIPALIZADO DE FORMACIÓN EN DERECHO
ÁREA DE CIENCIAS POLÍTICAS Y JURIDICAS
UNIDAD CURRICULAR: DERECHO ADMINISTRATIVO
CALABOZO ESTADO GUÁRICO

TEMA 6: EL ACTO ADMINISTRATIVO

FACILITADOR INTEGRANTES
Abg. Morales Miguel Losada Figueredo Ángel Ramón V-4.719.683
Hernández Zurita Juan Adelfo V-13.237.600
Prieto Rivas Nalvis Rebeca V-15.480.038
García Hernández Gregory Reinier V-16912334
Valero Hernández Yelitza Josefina V-17.373.918
Solórzano Efraín Omar V-12.476.030
Sección 3er año de Derecho

Calabozo, mayo de 2022


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INTRODUCION

El Actos Administrativos es una decisión de la autoridad administrativa durante el


ejercicio de sus funciones, siendo aplicable a un grupo determinado o indeterminado de
personas o a otra autoridad pública. Por naturaleza son actos sublegales de ejecución para
lograr los fines que persigue la Administración Pública. En el Derecho venezolano y la
incidencia que ha tenido en el contencioso administrativo nacional, se trata de una creación
jurisprudencial, que se ha ido configurando en torno a los actos que pueden ser atacados
ante los tribunales con competencia en lo contencioso administrativo. Ciertamente, no
estamos ante una figura autóctona del Derecho venezolano, sino que nos ha llegado por
influencia del Derecho Administrativo francés, puesto que fueron los tribunales galos los
que reconocieron por primera vez la existencia de actos administrativos emanados de
particulares.

Luego, fueron dictados otros fallos que fueron ampliando el concepto de actos
administrativos de origen privado, los cuales se apoyaban fundamentalmente en dos
elementos: la gestión de un servicio público y el ejercicio de potestades públicas por
particulares. Este tipo de acto administrativo fue aceptado por la doctrina del Derecho
Administrativo. En Venezuela se reconoce la existencia de este tipo de actos emanados de
particulares, como actos de autoridad que, dentro del marco del Derecho, otros
ordenamientos jurídicos admiten que personas jurídicas de Derecho Privado, que a su vez
carecen de un origen de conducción pública, pueden efectivamente dictar actos
administrativos; sustentados para tal afirmación en la tesis ya del fin de la sociedad; o en el
criterio más difundido y aceptado de la existencia de prerrogativas. Por lo tanto, el Derecho
venezolano ha dado cabida al acto de autoridad como la manifestación del acto
administrativo emitido por particulares. Más, los elementos definitorios de este tipo de
actos han ido variando a lo largo de la jurisprudencia posterior, con sus marchas y
contramarchas, al ampliar y luego reducir el concepto de acto de autoridad. En
consecuencia, se trata de analizar el impacto que el acto de autoridad ha tenido en el
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contencioso administrativo, en cuanto a la ampliación de los actos revisables por esta


jurisdicción.
EL ACTO ADMINISTRATIVO

Noción Histórica.

El acto administrativo, en tanto instituto cardinal del derecho público, presenta


particularidades históricas en su origen y consolidación que permiten entender su
fenomenal gravitación, tanto dentro el derecho administrativo, como así también como
herramienta de poder técnico-legal a disposición del Estado.

En efecto, y más allá de las distintas posturas articuladas en torno a su


conceptualización moderna, desde sus primeras formulaciones teóricas, el acto
administrativo ha sido entendido como una piedra fundamental en torno a la cual se
estructuró el Estado de derecho no anglosajón. Tal es así, que doctrinarios precursores del
estudio del derecho administrativo, como Otto Mayer, han llegado a afirmar que “el
Rechsstaat [Estado de Derecho] se perfecciona con el acto administrativo”. Por tanto, bajo
esta óptica, resulta útil analizar las causas históricas que derivaron en la constitución de esta
institución jurídica, para poder entender de qué manera ella se entrelaza y redimensiona no
solo con la función propia del derecho administrativo, sino con la concepción misma del
Estado. Ello, por cuanto la forma en que se conciba este último tendrá repercusiones
directas sobre el primero e incidirá en sus alcances, estructuras básicas y su uso por parte de
la Administración.

En tal sentido, serán fundamentales las notas típicas que adquirió el acto
administrativo en la concepción jurídica durante la Revolución francesa, en tanto
subproducto no buscado por los juristas de la época, sino más bien como consecuencia de
necesidades políticas. Ello, por cuanto dotaron a la nueva Administración de una
legitimidad institucional que el Antiguo Régimen carecía, permitiendo posteriormente su
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utilización y resignificación por parte del Imperio napoleónico en una primera instancia,
para ser luego adoptado por el derecho continental europeo, en particular Alemania y
España, y a través de este último, por América Latina. Tan exitosa será la nueva noción del
derecho administrativo francés (y en particular, del acto administrativo), que será exportada
no solo a los países conquistados posteriormente por Napoleón, sino también a la Alemania
industrialista del siglo XIX. En tal sentido, Otto Mayer va a equiparar el acto administrativo
a la sentencia judicial. Ambos son actos que declaran para una situación individual lo que
está de acuerdo con la regla de derecho y, por tanto, amén a su presunción de legitimidad y
fuerza ejecutoria, deben ser considerados en un mismo estatus y jerarquía. Jellinek
completa la analogía al considerar que ambos hacen cosa juzgada y la discrecionalidad
administrativa es similar al arbitrio judicial.

Concepto

Se define como Acto Administrativo la decisión general o especial que, en ejercicio


de sus funciones, toma la autoridad administrativa, y que afecta a derechos, deberes e
intereses de particulares o de entidades públicas.

Del mismo modo, se entiende como un acto administrativo a cualquier manifestación


o declaración de los poderes públicos de un Estado dotados de facultades administrativas,
para imponer su voluntad sobre los derechos, libertades o intereses de otros sujetos públicos
o privados que hagan vida en la nación. Es decir, se trata de actos jurídicos, en los que un
organismo del Estado expresa su voluntad de manera unilateral, externa y concreta, para
decidir sobre una materia específica.

Dentro de la división de los Poderes públicos, es el que procede del ejecutivo, a


diferencia del acto legislativo (o ley) y del judicial (resolución, providencia, auto o
sentencia). Además, la autoridad o el agente ha de obrar como representante de la
administración pública en tanto que persona de Derecho Público; ya que, de proceder como
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persona jurídica privada, las relaciones encuadran dentro de las civiles o comunes, con los
privilegios que en todo caso se atribuyen al Estado y a otras entidades aun en su aspecto
«particular».
Prácticamente integran actos administrativos todas las resoluciones y disposiciones,
verbales o escritas (singularmente éstas, debido a su constancia); sean acuerdos, órdenes,
decretos, reglamentos, instrucciones, circulares u ordenanzas que dictan desde los ministros
a los alcaldes; y también las corporaciones, como las diputaciones estatales, pero no los
organismos legislativos de los Estados.

Elementos (Requisitos de Forma y Fondo)

Entre los elementos fundamentales del Acto Administrativo, se tienen:

 El sujeto: es el órgano que, en representación del Estado formula la declaración de la


voluntad, por lo que dicho órgano cuenta con una competencia, la cual constituye el
conjunto de facultades que tiene el mismo.
 La competencia: es la cantidad de poder público que tiene o adquiere el órgano para
dictar un acto, por lo que no es una cualidad, sino una cantidad; por ello se considera
como la medida de poder que pertenece a cada órgano de dicho acto.
 La voluntad: es un impulso generalmente psíquico, una acción con una intención.
Concurren en la voluntad administrativa elementos subjetivos y objetivos. Dicha
acción del acto Administrativo está compuesta por la voluntad subjetiva (voluntad al acto
mismo) del funcionario y además, la voluntad objetiva del legislador (voluntad sin saber de
las circunstancias particulares de cada caso.)
 El objeto: éste, debe ser cierto física y jurídicamente posible; por lo que debe decidir
sobre todas las peticiones formuladas, pero puede involucrar otras no propuestas con
previa audiencia del interesado y siempre que ello no afecte a los derechos
adquiridos.
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 El motivo: responde al porqué justificativo. La motivación aparece cuando en el acto


existe la posibilidad de la discrecionalidad por parte del funcionario público. Si un
acto es discrecional debe motivarse, pero si un acto es totalmente reglado no sería
necesaria la motivación.
 El mérito: se le ha considerado como un elemento del acto administrativo, entendido
como la adecuación necesaria de medios para lograr los fines públicos específicos
que el acto administrativo de que se trate tiende a llegar.
 La forma: es la materialización del acto administrativo en sí, además es el modo de
expresión de la declaración ya formada. Por la forma del acto administrativo se
convierte en físico y objetivo. En resumen, la forma equivale a la formación externa
del acto.

Principios Esenciales que Rigen el Acto Administrativo.

A. Principio de Supremacía Constitucional y Principio de Legalidad: Exige que toda la


actuación de la Administración Pública esté sujeta a la Constitución y al ordenamiento
jurídico en su totalidad, en garantía y protección de las libertades públicas que consagra el
régimen democrático a favor de los particulares. Según esta disposición toda actividad de
los órganos y entidades de la Administración Pública deben realizarse de acuerdo con lo
establecido en lo que se ha denominado el bloque de constitucionalidad conformado por la
Constitución, las leyes, los reglamentos, normas todas que disponen los límites de la
actuación administrativa y cuya sujeción permite ejercer el control sobre la actuación de la
Administración Pública en sus relaciones con los particulares mediante la activación de los
órganos jurisdiccionales competentes.

B. Principio del Debido Proceso y El Derecho a la Defensa: El artículo 49 de la


Constitución venezolana prevé el derecho al debido proceso, disposición que comprende un
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conjunto de principios que, a su vez, constituyen derechos inherentes de las personas y que,
como tales, deben ser necesariamente respetados en cualquier proceso judicial o
procedimiento que se desarrolle ante la Administración Pública. Tales principios
conformadores del debido proceso son: el derecho a la defensa; el derecho a la segunda
instancia y a la presunción de inocencia; a ser oído con todas las debidas garantías en un
tiempo razonable; a ser juzgado por los jueces naturales y finalmente, el derecho a no
declarar contra sí mismo. Cada uno de estos principios ha de regir cualquier tipo de
juzgamiento de los poderes públicos del Estado y son, además de principios conformadores
de la actuación de juzgamiento por parte de aquél, verdaderos derechos fundamentales que
se encuentran garantizados en nuestro texto constitucional y en los tratados internacionales
de derecho humanos suscritos por la República.

C. Principio de Seguridad Jurídica, Confianza Legítima y Coherencia: en el Actuar


Administrativo: Uno de los fines del ordenamiento jurídico es crear seguridad en las
relaciones que se establecen entre los distintos operadores jurídicos, es decir que las partes
conozcan de antemano cuáles son las consecuencias de sus comportamientos, lo que les
permite actuar con conciencia y libertad. Para que se concrete este principio es
indispensable que la aplicación y la interpretación de la norma por parte de la
Administración Pública, así como las decisiones que tome sobre asuntos similares se
mantengan en el tiempo, debido a que esa constancia va construyendo una percepción de
confianza y certeza en el sistema jurídico administrativo que regula las libertades de los
ciudadanos.

En este sentido se ha dicho que el principio de seguridad jurídica: supone la certeza,


estabilidad y razonabilidad en las normas y actos que dicten las autoridades públicas, es
decir que este principio se opone a las modificaciones bruscas, ilegítimas o irrazonables. La
situación de un sistema jurídico en el cual las normas o los actos gozan de estabilidad,
considerada como certidumbre en que los eventuales cambios normativos serán razonables
y previsibles y las autoridades legítimamente investidas de poder para ello, respetarán
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siempre los derechos de las personas, permitiendo a los actores del sistema estimar con un
margen de alta probabilidad las consecuencias legales futuras de sus conductas presentes, y
resguardando en todo momento una esfera mínima de derechos, protegidos de toda
arbitrariedad. El carácter universal de la ley comporta necesariamente la exclusión de
privilegios y de la incertidumbre en su aplicación, tanto en el ámbito administrativo como
judicial, dando paso a la certeza y a la seguridad jurídica.

D. Principio de Buena Fe y Confianza Legítima: Totalmente vinculados con los


principios precedentemente descritos, el principio de buena fe resulta indispensable en
cualquier relación humana y concretamente en el desarrollo del procedimiento
administrativo. La buena fe parte de la idea de presumir el comportamiento honesto y veraz
de los administrados y la Administración Pública en sus relaciones recíprocas. El artículo
23 de la Ley de Simplificación de Trámites Administrativos, explica precisamente que: “…
en todas las actuaciones que se realicen ante la Administración Pública, se tomará como
cierta la declaración de las personas interesadas, salvo prueba en contrario...”. Justamente y
como consecuencia de la seguridad jurídica y la buena fe surge el principio de la confianza
legítima, que se refiere a la situación de una persona que tiene: una expectativa justificada
de obtener de otra una prestación, una abstención o una declaración favorable a sus
intereses.

E. Principio de Igualdad e Imparcialidad: Sobre la base del derecho constitucional a la


igualdad se establece la exigencia de que la Administración Pública, en el ejercicio de sus
tareas y en la toma de decisiones, le dé el mismo trato y protección a las personas e
instituciones que intervengan en las actuaciones objeto de su conocimiento, sin que ello
impida darles prioridad a aquéllas que, por su condición física y mental, se encuentran en
circunstancias de debilidad manifiesta. Del principio de igualdad se deriva el principio de
imparcialidad, el cual exige que la actuación administrativa sea realizada de manera
objetiva y de acuerdo con lo que establece la ley, prescindiendo en consecuencia de
cualquier consideración política, afectiva o de interés personal. Es justamente para
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garantizar la imparcialidad que la Ley Orgánica de Procedimientos Administrativos


establece en sus artículos 36 y siguientes el procedimiento administrativo para la inhibición
del funcionario que conozca de un asunto en caso de que existan razones que comprometan
su imparcialidad.

F. Principios de Economía, Eficacia y Eficiencia Procedimental: Entre los fines del


procedimiento administrativo se encuentra el de lograr que la Administración Pública
cumpla con sus cometidos de manera eficiente y eficaz, procurando al mismo tiempo la
mayor austeridad posible. De ahí que, el desarrollo del procedimiento administrativo debe
caracterizarse por la celeridad, simplicidad y economía del mismo, evitándose la
realización o exigencia de trámites, formalismos o recaudos innecesarios o arbitrarios que
compliquen o dificulten su desenvolvimiento. Cuando se habla de eficacia se refiere a la
rapidez y sencillez del procedimiento administrativo y sus trámites e impone que el
procedimiento finalice con un acto expreso que resuelva todas las cuestiones planteadas
tanto inicialmente como durante el desarrollo del procedimiento. La eficiencia, por su parte,
busca que la meta que se pretende
alcanzar con la activación del procedimiento administrativo se cumpla, se logre con el uso
óptimo de los recursos puestos a disposición de la autoridad administrativa. El Artículo 141
de la Constitución establece que la Administración Pública está al servicio de los
ciudadanos, por lo que la eficacia y la eficiencia constituyen aptitudes y cualidades que
deben ser incorporadas en el desarrollo del actuar administrativo no sólo para proteger los
derechos de los particulares, sino también en aras de garantizar una mejor actuación en el
ejercicio de la función administrativa.

G. Principio de participación y principio de publicidad o Transparencia: El principio


de participación se deriva del derecho previsto en la Constitución de que todos los
ciudadanos se interesen y formen parte de los asuntos públicos para que se transformen así
en co-decisores de los mismos. Para lograr este cometido es indispensable que la
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Administración Pública establezca mecanismos de ejercicio efectivo de este derecho y les


garantice el acceso a los medios de participación previstos en la Constitución y en las leyes.
Por su parte, el principio de publicidad o transparencia busca que se materialice otro
derecho-deber del administrado: conocer la gestión de la Administración Pública para
activar los mecanismos de control y participación ciudadana.

H. Principio de impulso de oficio y celeridad: Este principio se deriva del carácter


inquisitivo que tiene el procedimiento administrativo (a diferencia del carácter dispositivo
de los procesos civiles), rasgo que le permite a la autoridad administrativa dirigir el
procedimiento y ordenar la práctica de cuánto crea conveniente para el esclarecimiento y
resolución de la cuestión planteada. El principio de impulso de oficio comprende:
a) Capacidad de iniciar un procedimiento de oficio, ya sea por orden del superior
jerárquico, por dar cumplimiento a un deber legal o en virtud de una denuncia.
b) Obligación del instructor de dirigir e impulsar el procedimiento.
c) Obligación del instructor de ordenar o practicar los actos para el esclarecimiento y
resolución del procedimiento.
d) La obligación de emitir una resolución motivada y fundamentada en el plazo respectivo.

En cuanto al principio de celeridad el mismo alude a la prontitud que debe emplear la


Administración para sustanciar y decidir las solicitudes que se le formulen, lo cual implica,
entre otras cosas, que los procedimientos se sustancien en el menor tiempo posible,
preferiblemente dentro de los lapsos establecidos para ello por la propia ley. Algunas
manifestaciones de este principio son: el impulso de oficio de los procedimientos, la
simplificación de trámites administrativos, la producción de documentos en serie cuando
sean idénticos los motivos y fundamentos de las resoluciones, siempre y cuando no se
lesione con ello los derechos de los interesados.

I. Principio de preeminencia del fondo sobre la forma: Este principio exige de la


Administración Pública que las normas de procedimiento sean interpretadas en forma
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favorable a la admisión y decisión final de las pretensiones de los administrados, de modo


que sus derechos e intereses no se vean afectados por la exigencia de aspectos formales que
puedan ser subsanados dentro del mismo. Este principio, el de informalismo, está dirigido
claramente a evitar los requisitos redundantes en los procedimientos administrativos, tanto
al inicio como al momento de resolver, evitando no sólo cargas innecesarias sino también
requisitos y formalidades que bien pueden interpretarse como obstáculos para el inicio y la
tramitación de un procedimiento. Efectivamente, la doctrina ha puesto de manifiesto en este
aspecto que: Siendo que el procedimiento administrativo se configura como un conjunto de
actos y actuaciones estrechamente vinculados entre sí, con el objeto de obtener un resultado
concreto que, generalmente, se materializa en un acto administrativo, se considera que la
prescripción de dichas formas no puede convertir al procedimiento en un bosque de
formalidades que, como fin en sí mismas, entraben la acción administrativa.

J. Principio de Proporcionalidad y de Racionalidad: Los principios de proporcionalidad


y racionalidad están dirigidos a garantizar el equilibrio que debe existir entre el ejercicio del
Poder Público y los administrados, por lo que la Administración Pública ha de actuar con
sometimiento a los fines establecidos en las leyes y debe utilizar los medios adecuados para
su cumplimiento. Además, tiene que garantizar que sus actuaciones sean lógicas y
congruentes, esto es, que se adecuen a los supuestos de hecho y normas aplicables a cada
caso.

Características de los Principios del Procedimiento Administrativo: Debido a que el


procedimiento administrativo está pensado para garantizar los derechos de los ciudadanos
en sus relaciones con la Administración Pública y al mismo tiempo asegurar el eficiente y
eficaz cumplimiento de los fines de interés público atribuidos a aquélla, se establecen un
conjunto de principios que fundamentan y regulan el desarrollo del actuar administrativo;
son los llamados principios rectores del procedimiento administrativo que constituyen
premisas esenciales, obligatorias referencias de comportamiento para la Administración
Pública en el desarrollo del iter procedimiental que ha de recorrer para la emanación de la
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voluntad administrativa. Se puede afirmar que tales principios son pautas, directrices que
definen la esencia y justifican la existencia del procedimiento administrativo, pero además
son ideas que lo llenan de contenido y las mismas son inmodificables por la regulación
formal.

Algunos de los rasgos que caracterizan a los principios jurídicos y, por ende, a los
principios rectores del procedimiento administrativo son los que a continuación se
mencionan:
 Son esenciales por cuanto establecen las razones para la acción, justifican y aclaran el
por qué la Administración Pública debe comportarse de una manera o de otra.
 Prevén de forma general los límites del comportamiento de la función administrativa
por lo que establece lo que se considera apropiado y lo que no.
 Ejecutan dos funciones: la de validez y la de conocimiento, por cuanto definen las
conductas válidas y al mismo tiempo ayudan a que se conozcan las líneas que deben
guiar la actuación administrativa.
 Son normas abiertas y no determinan necesariamente la decisión, sólo proporcionan
razones a favor de una u otra de las opciones que se le presentan como alternativas a
la Administración Pública.

Jerarquía de los Actos Administrativos

Artículo 14. Los actos administrativos tienen la siguiente jerarquía: decretos, resoluciones,
órdenes, providencias y otras decisiones dictadas por órganos y autoridades administrativas.

Artículo 15. Los decretos son las decisiones de mayor jerarquía dictadas por el Presidente
de la República y, en su caso, serán refrendados por aquel o aquellos Ministros a quienes
corresponda la materia, o por todos, cuando la decisión haya sido tomada en Consejo de
Ministros. En el primer caso, el Presidente de la República, cuando a su juicio la
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importancia del asunto lo requiera, podrá ordenar que sea refrendado, además, por otros
Ministros.

Artículo 16. Las resoluciones son decisiones de carácter general o particular adoptadas por
los Ministros por disposición del Presidente de la República o por disposición específica de
la Ley.
Las resoluciones deben ser suscritas por el Ministro respectivo. Cuando la materia de una
resolución corresponda a más de un Ministro, deberá ser suscrita por aquellos a quienes
concierna el asunto.

Artículo 17. Las decisiones de los órganos de la Administración Pública Nacional, cuando
no les corresponda la forma de decreto o resolución, conforme a los artículos anteriores,
tendrán la denominación de orden o providencia administrativa. También, en su caso,
podrán adoptar las formas de instrucciones o circulares.

Los Actos Administrativos Según sus Efectos:

a) Actos Administrativos de efectos generales y de efectos particulares:

En primer lugar, según el carácter normativo o no normativo de actos administrativos, estos


se clasifican en actos de efectos generales y actos de efectos particulares. Puede decirse así,
que la Ley Orgánica de Procedimientos Administrativos acoge una primera forma de
clasificación de los actos administrativos según sus efectos, en el sentido de que clasifica
los actos administrativos en actos normativos (de efectos generales) y en actos
administrativos no normativos (de efectos particulares). Esta es la clasificación que de
acuerdo a lo establecido en la Ley Orgánica de la Corte Suprema de Justicia, permite
distinguir los actos administrativos de efectos generales de los actos administrativos de
efectos particulares. Los primeros son aquellos de contenido normativo, es decir, que crean
normas que integran el Ordenamiento Jurídico; en cambio, los segundos, los actos
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administrativos de efectos particulares, son aquellos que contienen una decisión no


normativa, sea que se aplique a un sujeto o a muchos sujetos de derecho. La Ley Orgánica
de Procedimientos Administrativos puede decirse que identifica los actos administrativos
de efectos generales, con los que ella califica en el Artículo 13 como «actos o disposiciones
administrativas de carácter general» y los actos administrativos de efectos particulares a los
que la misma norma califica como actos administrativos «de carácter particular».
En esta norma, al prescribir que un acto administrativo de carácter particular no puede
vulnerar lo establecido en una «disposición administrativa de carácter general, lo que está
señalando es que un acto de efectos particulares (de contenido no normativo) no puede
vulnerar un acto normativo o de efectos generales, acogiéndose, en este Artículo 13, el
principio de la inderogabilidad singular de los reglamentos o de los actos administrativos de
efectos generales.
Por tanto, puede decirse que, en el artículo 13 de la Ley está la clave para clasificar los
actos administrativos, según su contenido o efectos según que sean normativos o no
normativos, identificándose los actos de efectos generales, es decir, de contenido o carácter
general, con los actos normativos, y en consecuencia los actos de efectos particulares o de
contenido o carácter particular, con aquellos que no tienen contenido normativo.

b) Actos Administrativos generales e individuales:


Puede decirse que la Ley Orgánica acoge la clasificación de los actos administrativos,
según sus destinatarios, al distinguir los actos administrativos generales de los actos
administrativos individuales. Los actos administrativos generales son aquellos que interesan
a una pluralidad de sujetos de derecho, sea formado por un número indeterminado de
personas o un número determinado; en cambio, los actos administrativos individuales, son
aquellos que interesan a un solo sujeto de derecho. Esta distinción estimamos que se acoge
en el artículo 72 de la Ley Orgánica al exigirse que también sean publicados en la Gaceta
Oficial de la República de Venezuela, aquellos actos administrativos que interesen a un
número indeterminado de personas, que no sean necesariamente actos normativos o de
carácter general. Es decir, esta norma establece indirectamente la diferencia entre el acto de
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efectos generales o de contenido normativo y el acto general, el cual aun cuando pueda no
tener contenido normativo, interese a un número indeterminado de personas. En estos
casos, el acto es general porque interesa a un número indeterminado de personas, y no
porque tenga necesariamente un contenido normativo. Por supuesto, también el acto
general no normativo, puede tener por destinatarios a un número determinado de personas.

El acto individual, al contrario, es el acto destinado a un solo sujeto de derecho, el cual es,
además, un acto de efectos particulares, de acuerdo a la clasificación anterior.

Ejecutividad: Es aquella virtud de la cual, los actos administrativos definitivamente firme,


es decir, los agotaron la vía administrativa producen los efectos perseguidos por su
emanación. La ejecutividad es la idoneidad del acto administrativo para obtener el objetivo
para el cual ha sido dictado. La ejecutividad propiamente dicha esta constituida por la
condición especial de estos actos cuya eficacia implica actuaciones de operaciones
materiales de ser cumplidos por el propio órgano que lo dictó o por cualquier otro órgano
actuante dentro de la esfera administrativa. El artículo 8 de la Ley Orgánica de
Procedimientos Administrativos establece expresamente la ejecutividad de los actos
administrativos por cuanto de su redacción se evidencia que la misma es la condición
propia de los actos de ejecución.

Ejecutoriedad: Este principio implica una cualidad más especifica, ella es igualmente una
condición relativa de eficacia del acto, pero solo de los actos, capaces de incidir en la esfera
jurídica de los particulares imponiéndole cargos tanto reales como personales, de hacer, de
dar o abstenerse. Lo relevante de la ejecutoriedad es que la administración puede obtener el
cumplimiento del ordenado aún en contra de la voluntad del administrado y sin necesidad
de recurrir a los órganos jurisdiccionales, así lo establece el articulo 78 de la Ley Orgánica
de Procedimientos Administrativos. La disposición anterior se complementa con la
necesidad de la efectiva notificación del acto y este efecto el articulo 73 de la Ley Orgánica
de Procedimientos Administrativos así lo señala.
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La ley establece los medios a través de los cuales se hace efectiva la ejecución
distinguiendo los siguientes casos:

– Si la carga interpuesta es una prestación de hacer susceptible de ejecución indirecta, la


administración procede a efectuarla bien por si misma o bien designando un tercero y
cargará los gastos y costas al obligado.
– Si se trata de una carga personal que no admite la sustitución del obligado por un tercero,
la ley establece como medio la llamada coacción indirecta mediante multas.

Vicios que Pueden Afectarlos

El Acto Administrativo, de acuerdo con la Ley Orgánica de Procedimientos


Administrativos (1981), según el artículo 7, se define como: “Se entiende por acto
administrativo, a los fines de esta ley, toda declaración de carácter general o particular
emitida de acuerdo con las formalidades y requisitos establecidos en la ley, por los órganos
de la administración pública” (p.9) (en línea). Es decir, acto administrativo es una
declaración jurídica unilateral y concreta de la Administración Pública, en ejercicio de un
poder legal, tendiente a realizar o a producir actos jurídicos, creadores de situaciones
jurídicas subjetivas, para aplicar el derecho al hecho controvertido.

Nulidad del Acto Administrativo

La nulidad es consecuencia de un vicio en los elementos constitutivos del acto. En el


derecho administrativo el particular o administrado sólo puede pedir la nulidad si está
legitimado, es decir solamente en los casos en que el acto afecte sus derechos subjetivos o
intereses legítimos. Los actos administrativos son regulares o irregulares. Los regulares son
anulables, es decir que si tienen vicios, éstos son subsanables. Los irregulares son los que
están gravemente viciados y su nulidad es absoluta e insanable. En cuanto a la Nulidad
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absoluta: Los actos nulos de nulidad absoluta no pueden sanearse. Los vicios que tornan
nulo de nulidad absoluta un acto administrativo puede ser de dos tipos:

Vicios generales de los actos jurídicos:


1.- Error esencial: Cuando se excluye la voluntad de la Administración (error en la
persona, error en el objeto).
2.- Dolo: El dolo es toda aseción de lo que es falso o disimulación de lo que es verdadero.
El dolo difiere del error en que es intencional. Para que el dolo ocasione la invalidez del
acto administrativo debe ser grave y determinante de la acción del agente. Sea que el dolo
fuera propio del agente o del administrado o de ambos, el acto administrativo resultará nulo
de nulidad absoluta.
3.- Violencia física o moral: La violencia que se ejerce sobre el funcionario puede ser
física o moral, aun cuando esta última va acompañada de actitudes que pueden hacer
presumir una violencia física. En uno u otro supuesto de violencia ejercida sobre el agente,
el acto resultará nulo de nulidad absoluta si, a causa de ello, la voluntad de la
Administración ha quedado excluida.
4.- Simulación absoluta: Cuando ninguno de los elementos resulta veraz.

Vicios específicos de los actos administrativos:

1.- Incompetencia: Puede ser por razón de:


Territorio: Se produce si el órgano actuante excede el ámbito físico dentro del cual debe
ejercer su competencia.
Materia: El órgano administrativo debe realizar las funciones que específicamente le
competen, debe actuar dentro de la esfera de competencia que le corresponde. La
competencia de cada órgano de la Administración Pública está señalada por la norma. Si un
órgano administrativo dictara un acto con contenido judicial, o si invadiera la esfera de
atribuciones pertenecientes a otro órgano de la Administración, dicho acto sería nulo de
nulidad absoluta.
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Tiempo: Se produce si el agente decide antes (todavía no asumió) o después (ya cesó en sus
funciones) del tiempo en que su decisión hubiera sido válidamente posible.
Grado: El inferior jerárquico no puede dictar un acto que sea de la competencia del
superior, ni el superior dictar, en principio, alguno que fuera de la exclusiva competencia
del inferior por razones técnicas.
2.- Falta de causa: Cuando el acto se dicta prescindiendo de los hechos que le dan origen o
cuando se funda en hechos inexistentes o falsos.
3.- Falta de motivación: Si el acto está fundado en elementos falsos es arbitrario y por ello
nulo. También es nulo de nulidad absoluta el acto ilógicamente motivado, es decir cuando
se obtiene una conclusión que no tiene nada que ver con el argumento que se utiliza. La
omisión de la motivación da origen a la nulidad absoluta, ya que no sólo se trata de un vicio
de forma sino también de un vicio de arbitrariedad.
4.- Vicios en el objeto: Cuando el acto tuviera un objeto que no fuera cierto, o cuando se
tratara de un acto física o jurídicamente imposible.
5.- Vicio en la finalidad o desviación de poder: Cuando el acto se ha dictado con un fin
distinto al previsto por el legislador. Para que ocurra la desviación de poder debe haber una
autoridad administrativa con competencia, que haga uso de poder para un fin distinto del
conferido por la ley. Entre los supuestos de desviación de poder pueden estar los siguientes:
Que el agente actúe con una finalidad personal;
Que los actos sean realizados con el objeto de beneficiar a terceros;
Que el fin perseguido sea de interés general pero distinto del fin preciso que la ley asigna al
acto (v.g.: cuando el poder de policía se usa no para mantener el orden sino para aumentar
los recursos de la comuna).
Vicios en las formas esenciales: Cuando se incurre en vicios graves respecto de los
procedimientos que deben seguirse o cuando hay falta absoluta de forma exigida por la ley
para la exteriorización del acto.
Anulabilidad: Son anulables los actos administrativos regulares con vicios leves, que no
impiden la existencia de los elementos esenciales. Si el acto ya ha sido notificado, dicha
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anulabilidad debe ser solicitada en sede judicial por la Administración. Sin embargo, puede
ser revocado, modificado o sustituido de oficio en sede administrativa si el interesado:
 Hubiere conocido el vicio,
 Si la revocación, modificación o sustitución lo favorece sin perjudicar a terceros, y;
 Si el derecho hubiera sido otorgado a título precario.
Un acto administrativo es anulable, y por tanto saneable, por ejemplo, cuando:
 El vicio fuera del objeto, en razón de no resolverse todas las peticiones formuladas.
 El vicio fuera de la causa en razón de haber realizado la Administración una errónea
apreciación de los hechos que forman la causa del acto, siempre que tal errónea
apreciación no impida la existencia de este elemento.
 Se tratare de un vicio leve de procedimiento.

Efecto o Consecuencias

Los efectos jurídicos de la nulidad de los actos administrativos de efectos generales y


particulares parten de la premisa de que la declaratoria de nulidad de los actos
administrativos de efectos generales y particulares tiene como fin funcionar como un
instrumento para pretender o buscar la invalidez de un acto administrativo, el cual emano
de una autoridad del poder público, debido a que dicho acto es contrario a la norma. A
través de esta acción se garantiza el principio de legalidad el cual es fundamental en todo
Estado de conformidad con la Constitución y de esta manera se garantiza el respeto y la
vigencia de la jerarquía normativa.

En tal virtud, ante la existencia de un vicio en las formas que produzca la nulidad de pleno
derecho de los actos administrativos, la Administración siempre debe anular el acto y
ordenar la reposición al estado en que se subsane el vicio constatado; y si se determina la
existencia de un vicio de anulabilidad en las formas de los actos administrativos, la
Administración podrá reponer el procedimiento administrativo sólo cuando considere que
20

es necesario para subsanar dicho vicio; pero de ser posible la subsanación sin tener que
acudir ala reposición. La potestad de reposición ha sido otorgada a la Administración con la
finalidad de que anule el procedimiento administrativo que ha sido mal sustanciado y
ordene una nueva tramitación a partir del momento en que se cometió un vicio que afecta la
forma y que constituye una ilegalidad cuya transcendencia o relevancia ha influido en la
decisión final, por representar una vulneración efectiva, real y transcendente de las
garantías jurídicas de los particulares. La reposición permite que se subsane la indefensión
que se le creó al particular y va a permitir dictar un nuevo acto administrativo
perfectamente válido y sin vicios, que pueda alcanzar su fin. Sin embrago los actos
administrativos nacen o aparecen en el mundo jurídico amparados por la presunción de
legalidad, gozando de fuerza jurídica formal y material, y en consecuencia aun cuando
tengan vicios se reputan válidos y productores de su natural eficacia jurídica, mientras no
sean suspendidos temporalmente o declarada la extinción de sus efectos en vía
administrativa o jurisdiccional

Convalidación de los Actos Administrativos.

La convalidación del acto administrativo es la subsanación de los defectos que adolece un


acto anulable. El instituto de la convalidación, que constituye una excepción a la
declaración de anulabilidad de los actos administrativos, pretende la subsanación de los
defectos de los que adolezca aquel acto que no incurra en causa de nulidad de pleno
derecho mediante la emisión de un acto convalidatorio que depure los vicios de
anulabilidad.

Características y Efectos de la Convalidación del Acto Administrativo

La convalidación se caracteriza por:


 Sólo pueden ser convalidados los actos anulables.
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 Requiere de un acto administrativo (acto administrativo de convalidación) diferente


del acto que se convalida.
 Produce efectos desde la fecha de convalidación, pudiendo establecerse, en su caso, el
carácter retroactivo cuando cumpla con las condiciones establecidas para ello.

Rectificación de Errores Materiales o de Calculo

La rectificación de errores es la simple corrección de errores numéricos, accidentales o de


expresión deducibles o constatables por la simple evidencia, sin necesidad de disquisición
jurídica o de normativa alguna. Son errores materiales, de hecho, o aritméticos aquellos que
versan sobre un hecho, cosa o suceso, esto es, sobre una realidad independiente de toda
opinión, criterio particular o calificación, estando excluido de su ámbito todo aquello que se
refiera a cuestiones de derecho, apreciación de la trascendencia o alcance de los hechos
indubitados e interpretación de disposiciones legales.

Para rectificar en cualquier momento los errores materiales, de hecho o aritméticos


existentes en sus actos requiere, por su propia naturaleza, una interpretación restrictiva que
impide la corrección de errores jurídicos y que ha de limitarse a los supuestos en que el
propio acto administrativo sea revelador de una equivocación manifiesta y evidente por sí
misma, sin afectar a la idéntica pervivencia del mismo, lo que excluye los juicios
valorativos, la modificación del sentido y contenido del acto, pues en estos casos será
preciso recurrir a los específicos procedimientos de revocación.

Clasificación de los Actos Administrativos.


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Los actos administrativos generalmente se interesan a una pluralidad de sujetos de derecho,


sea formado por un número indeterminado de personas o un número determinado y se
clasifican de la siguiente manera:

Los Actos Administrativos según sus efectos:

a)Actos Administrativos de efectos generales y de efectos particulares: Ley


Orgánica de Procedimientos Administrativos acoge una primera forma de
clasificación de los actos administrativos según sus efectos, en el sentido de que
clasifica los actos administrativos en actos normativos (de efectos generales) y en
actos administrativos no normativos (de efectos particulares).

b) Actos Administrativos generales e individuales: Puede decirse que la Ley


Orgánica acoge la clasificación de los actos administrativos, según sus destinatarios,
al distinguir los actos administrativos generales de los actos administrativos
individuales. Los actos administrativos generales son aquellos que interesan a una
pluralidad de sujetos de derecho, sea formado por un número indeterminado de
personas o un número determinado; en cambio, los actos administrativos
individuales, son aquellos que interesan a un solo sujeto de derecho. Es decir, esta
norma establece indirectamente la diferencia entre el acto de efectos generales o de
contenido normativo y el acto general, el cual aun cuando pueda no tener contenido
normativo, interese a un número indeterminado de personas. En estos casos, el acto
es general porque interesa a un número indeterminado de personas, y no porque
tenga necesariamente un contenido normativo. Por supuesto, también el acto general
no normativo, puede tener por destinatarios a un número determinado de personas.

Los Actos Administrativos según su contenido:


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c) Actos definitivos y actos de trámite: Puede distinguirse el acto que pone fin al
asunto administrativo, en cuyo caso sería un acto definitivo, del acto de trámite, que
no pone fin al procedimiento ni al asunto, sino que, en general, tiene carácter
preparatorio.

d) Actos creadores de derechos o que establecen obligaciones: Otra distinción que


la Ley prevé respecto de los actos administrativos y que también se refiere a su
contenido, es la que se refiere al acto creador de derechos subjetivos o de intereses
personales y legítimos a favor de los particulares,

CONCLUSIONES

En los lineamientos que han fijado la jurisprudencia y las doctrinas patrias, se


considera como acto administrativo el acto de autoridad, entendiendo como aquél emitido
por una persona de derecho privado que ejerce potestades públicas delegadas por la ley para
el ejercicio de un servicio público o una actividad de interés público. Como actos
administrativos hay que resaltar, en primer término, que la Constitución Nacional dispone,
en su artículo 259, que: La jurisdicción contencioso administrativa corresponde al Tribunal
Supremo de Justicia y a los demás tribunales que determine la ley. Los órganos de la
jurisdicción contencioso administrativa son competentes para anular los actos
administrativos generales o individuales contrarios a derecho, incluso por desviación de
poder; condenar al pago de sumas de dinero y a la reparación de daños y perjuicios
originados en responsabilidad de la Administración; conocer de reclamos por la prestación
de servicios públicos y disponer lo necesario para el restablecimiento de las situaciones
jurídicas subjetivas lesionadas por la actividad administrativa. Del texto constitucional se
observa que uno de los objetos de la jurisdicción contencioso administrativa es conocer de
la nulidad de los actos administrativos generales o individuales; por lo tanto, cuando los
tribunales administrativos del país conocen de la nulidad de un acto de autoridad, de un
24

acto emitido por un particular en ejercicio de actividad administrativa por delegación de


ley.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Ley Orgánica de Procedimientos Administrativos (1981). Gaceta Oficial NRO. 2.818


Extraordinaria de 1º de julio de 1981. República de Venezuela. Congreso Nacional.

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https://vlex.es/vid/rectificacion-errores-427620398
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