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Organización y diferenciación social a


través de tres comunidades de Isla
Mocha (1000-1700 d.C.). Aspectos
metod...
Roberto Campbell

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Organización y diferenciación social a través de


tres comunidades de Isla Mocha (1000-1700 d.C.).
Aspectos metodológicos y sus proyecciones.

Roberto Campbell1

La diferenciación social, el nucleamiento poblacional y el surgimiento de


liderazgos estables son fenómenos que son considerados parte de los procesos
de complejización temprana. Sin embargo, su identiicación en casos en que
estos procesos alcanzaron una baja escala o están en sus etapas más incipientes
se diiculta ante la ausencia de un abordaje teórico que apunte a su estudio y
de una metodología afín a dicho objetivo. Las llamadas sociedades de rango
medio, sedentarias pre-estatales o de nivel intermedio (Feinman y Neitzel
1984), sociedades trans-igualitarias (Hayden 1995), sociedades intermedias
(Arnold 1996), sociedades de rango (Ames 2007), cacicazgos, sociedades
complejas tempranas o sociedades no-igualitarias tempranas (Drennan et
al. 2010) o sociedades tribales (Sahlins 1968)2, representan así un caso de
estudio bastante elusivo, puesto que la estructura social parece ser muy luida
y entrega a través de su registro arqueológico señales poco claras, confusas y
contradictorias.
En este trabajo presentaremos los fundamentos teóricos que posibilitaron
el estudio de una zona de 6 km2 en Isla Mocha (sur de Chile o Araucanía),
1
Proyecto Fondecyt 3130515, r.campbellt@gmail.com
2
Estas etiquetas son deiniciones propuestas por la Arqueología y que buscan superar
las limitaciones de las categorías sociales generadas desde el registro etnográico. La
única excepción es Sahlins (1968), que lo incluyo debido a la fuerte inluencia que
dicho trabajo ha tenido en la conceptualización de las sociedades indígenas de la
Araucanía.

Distribución espacial en sociedades no aldeanas: del registro arqueológico a la interpretación social.


2014, pp. 29-50. F. Falabella, L. Sanhueza, L. Cornejo, I. Correa (editores).
Serie Monográica de la Sociedad Chilena de Arqueología Nº4
30 | Roberto Campbell

durante los periodos El Vergel e Histórico Temprano (1000-1700 d.C.). La


metodología implementada y los resultados obtenidos serán descritos, dando
pie a una evaluación de la primera a in de reinarla y poder abordar más
adecuadamente casos de estudio como el planteado.

Complejidad temprana en la Araucanía: diferenciación y


variabilidad

Para la Araucanía, a partir del 1000 d.C. se ha identiicado un complejo


arqueológico denominado El Vergel. Este complejo, si bien ha sido caracterizado
principalmente por sus evidencias cerámicas y funerarias, presenta también un
manejo de cultivos y animales, un trabajo de metales aianzado, arquitectura
pública y una mayor densidad poblacional (Aldunate 2006; Bahamondes 2009;
Campbell 2004; Dillehay 2007). Estas evidencias apuntan entonces a una
sociedad que denota un mayor nivel de complejidad social. A su vez, es esta la
que enfrentó el arribo europeo al sur de Chile en 1550 d.C.
Sin embargo, el estudio de los procesos y fenómenos que acompañan
(y en deinitiva caracterizan) a esta sociedad compleja temprana, es decir, la
pregunta sobre la organización social indígena, no ha sido aun abordada del
todo por los arqueólogos. Por el contrario, estos han tendido a descansar en las
reconstrucciones generadas por historiadores, etnohistoriadores y antropólogos
culturales (ver citas en Boccara 2007:29-42 y Campbell 2011:4-7). Dichas
reconstrucciones, si bien diieren en varios aspectos, han concentrado su interés
en la presencia o ausencia de liderazgos, como también en la naturaleza de este.
Dado esto, es que decidimos llevar una investigación arqueológica que
permitiera dar cuenta de la organización social indígena. Entre los supuestos
que articularon esta investigación está el que estrategias políticas articuladas
desde el nivel doméstico sirven para aianzar diferencias de status, las que a su
vez son importantes para comprender la institucionalización de la desigualdad
social, el cómo las comunidades son cohesionadas y también la naturaleza
del cambio social a largo plazo. En este contexto es posible reconocer dos
tipos principales de estrategias: estrategias basadas en la economía y estrategias
basadas en el prestigio.
En las estrategias económicas, el poder está conectado al dominio sobre
la producción y/o circulación de ciertos recursos, tales como productos
agrícolas, bienes manufacturados u objetos exóticos o de prestigio (Brumiel
y Earle 1987; Earle 1987; Peregrine 1991). La economía política inherente a
estos modelos involucra la movilización de un excedente por parte de las elites
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para así solventar un estilo de vida, o para inanciar actividades relacionadas al


liderazgo político; o bien, enfatizan el rol de las elites, en cuanto controladoras
de la producción artesanal y del intercambio de bienes de alto valor. Por otro
lado, en las estrategias basadas en el prestigio, la autoridad emana de la habilidad
de dominar instituciones de parentesco, actividades comunales y prácticas
religiosas (Aldenderfer 1993; Drennan 2000). Por tanto, las elites pudieran ser
poderosas sin ser ricas, o bien expresar su poder movilizando mano de obra y
excedentes para empresas “comunales” más que privadas. En estas sociedades el
liderazgo se expresa en derechos sobre las personas más que en la acumulación
de riqueza o dominando los procesos económicos.
Un segundo supuesto de investigación es que el estudio de la variabilidad
social debe ser en un sentido tanto vertical como horizontal. De esta forma,
buscamos corregir el énfasis en la presencia o ausencia de liderazgo, como
ya se ha expuesto. En sociedades pre-estatales las unidades domésticas no
son idénticas y una persistente desigualdad social se desarrolla sólo cuando
algunas de éstas se distinguen ventajosamente -sea económica, social o
ideológicamente- de las otras, y tornan esta distinción hereditaria. De hecho,
arqueólogos y etnógrafos han mostrado que el surgimiento de desigualdades
está enraizado en actividades al nivel doméstico (Ames 1995; Byrd 2000; Clark
y Blake 1994; Flannery 2002; Hayden 1995). Las unidades domésticas de la
élite pueden o no tener economías domésticas diferentes de las de la gente
común (tanto en producción y consumo), pero aun así se distinguirán por su
involucramiento en actividades rituales y de liderazgo.
Dados estos referentes, la investigación se desarrolló con un carácter “de
abajo-hacia-arriba” (bottom-up) tanto porque buscaba desligarse del énfasis
dado al liderazgo, como también porque el enfoque enfatizaba los procesos
originados desde el nivel doméstico.

Deinición de la zona de trabajo

Isla Mocha fue la zona donde se desarrolló el tipo de investigación


arriba planteada. Esto se basó en una serie de razones. La primera es que Isla
Mocha había sido ya abordada arqueológicamente en diversos proyectos de
investigación por el equipo de Daniel Quiroz y Marco Sánchez. Ellos desde
una perspectiva enfocada en los procesos adaptativos, crearon una buena base
para desarrollar nuevos proyectos que con otras preguntas y otros enfoques
avanzase y complementase lo ya planteado por ellos (Quiroz 2003; Quiroz
y Sánchez 1997, 2005; Sánchez et al. 2004; Goicovich y Quiroz 2008). Por
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otra parte, como consecuencia de la realización de estos proyectos, había un


trabajo de aproximación a los mochanos actuales (rapport podríamos llamarle)
ya hecho, y que por tanto, facilitaba la implementación de un nuevo proyecto
arqueológico. Por último, el despoblamiento forzado de la isla en 1685-1687
d.C. implicaba un corte claro y inal a la trayectoria social que deseábamos
investigar, situación no replicada en el continente.
Ya en Isla Mocha se seleccionó un área de trabajo conformada medularmente
por el sitio arqueológico habitacional P31-1 y por un sector que contenía
dos montículos sobre una plataforma, todo ello de posible origen antrópico
(Figura 1). El argumento tras esta selección fue que el sitio P31-1 pudiera
haber tenido alguna preminencia en la estructura social nativa. Esto ya que se
encuentra disectado por un estero, que es el mayor y más característico curso
de agua dulce de la isla y, asociado a este, se encuentra un sendero casi plano
que conecta los sectores oeste y este de la isla (que es la única alternativa a tener
que rodear toda la isla sea por el norte o por el sur). Por otro lado, Quiroz y
coautores (1993) y Sánchez y coautores (1994), habían revelado para este sitio
una secuencia ocupacional que iba desde el siglo XI d.C. hasta prácticamente
el despoblamiento. Por su parte, el sector con montículos se coniguraba como
un área de posible uso ritual, que además implicaba un esfuerzo constructivo
de carácter seguramente supra-comunitario. Una distancia aproximada de 1.3
km separa a los montículos del sitio P31-1.
Siguiendo con nuestro argumento, la presencia de estos dos elementos
coniguraba que, si había un sector de Isla Mocha donde pudiéramos dar
cuenta de procesos de diferenciación social, este podía ser precisamente el área
conformada por el sitio P31-1 y los montículos. Para mejor contextualizar
esta zona se decidió expandir este “núcleo” tanto hacia el norte como hacia
el sur. Hacia el norte el área de trabajo se extendió unos 1.3 km (medidos
desde los montículos), incluyendo entonces los sitios P28-1 y P29-1. Mientras,
hacia el sur se extendió unos 1.5 km (medidos desde P31-1), incluyendo los
sitios P4-1 y P5-1. De esta forma, se coniguró una zona de trabajo de 6 km2
(aproximadamente 4.5 km de largo por 1.4 km de ancho). Hacia el este, esta
alcanzó hasta la línea de alta marea, y por el oeste hasta el límite de la Reserva
Natural Isla Mocha y/o del bosque.

Metodología de terreno

En vista de los intereses de investigación y de la naturaleza de la sociedad en


cuestión, la metodología a implementar debía ser ponderada adecuadamente.
En este sentido, las investigaciones previas realizadas en Isla Mocha por Quiroz,
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Sánchez y su equipo (Quiroz 2003; Quiroz y Sánchez 1997) indicaban la


existencia de un patrón residencial disperso. Por otro lado, la información
etnohistórica apuntaba a la presencia de unidades domésticas grandes,
construidas con materiales perecederos y que no dejarían rasgos arquitectónicos
en supericie. Por último, la agricultura de baja escala practicada en Isla Mocha,
si bien había disturbado los niveles más supericiales de los sitios (hasta los 30
cm de profundidad), había creado también una capa supericial de material
arqueológico que facilitaba la identiicación de los sitios.

Figura 1. Isla Mocha y la zona de trabajo en gris. En punteado negro el perímetro de los sitios
investigados y de la plataforma artiicial (y dentro de esta, los montículos); se indica para referencia los
sitios P28-1 y P4-1. Las curvas de nivel son cada 50 m.
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Estos factores apuntaban entonces a la inconveniencia de implementar una


metodología que expusiese amplias secciones horizontales. Por el contrario,
estos mismos factores daban factibilidad y preminencia a técnicas que, por un
lado, aprovechasen el registro supericial ya existente, y por otro, implicasen
la realización de acotadas intervenciones sub-supericiales. En este caso, las
concentraciones de artefactos en supericie, y luego las excavaciones, serían
interpretadas como representando a una unidad doméstica o, al menos, su basural
asociado. Fue así como se estableció una metodología de terreno de 3 etapas:
reconocimiento (prospección) de cobertura total, recolecciones intensivas de
supericie y pozos de sondeo. Estrategias similares han sido efectivas en casos
de estudio similares (Drennan 2006; González 2007; Peterson 2006).
El reconocimiento apuntaba a poder delimitar las áreas de ocupación
humana -aines entonces a sitios arqueológicos- y generar una primera
imagen del registro en cuestión. Este reconocimiento consistió en transectos
pedestres espaciados cada 25 m, desde la línea de alta marea y hasta el límite
de la Reserva Natural y/o del bosque. En cada uno de estos transectos si se
encontraban artefactos, se tomaría la posición con un navegador satelital (GPS)
y se realizaría una recolección de hasta 40 artefactos (cerámica y lítico) dentro
de un área de radio de 1 metro. Si no se alcanzaban los 40 artefactos, esta área
era ampliada a un radio de 1.5 m, y nuevamente hasta un radio de 1.75 m. Si al
cabo de esto no se alcanzaban los 40 artefactos, se caminaría hasta el próximo
punto de recolección. De haber material, dicho próximo punto se ubicaría a
25 m de distancia del anterior; de no ser así se continuaría caminando hasta
encontrar material nuevamente.
Las recolecciones intensivas de supericie apuntaron a la caracterización
de diferentes sectores ocupacionales dentro del área del reconocimiento.
Las recolecciones intensivas consistirían en grandes unidades de cuadrículas
contiguas de dos por dos metros. Dichas cuadrículas serían “peinadas” y todo
su material supericial recolectado.
Por último, los pozos de sondeo tenían por in: a) obtener conjuntos más
íntegros de material para análisis, especialmente en relación a las ocupaciones
más tempranas o profundas; b) chequear las relaciones entre el registro
supericial y sub-supericial; c) obtener muestras para fechados absolutos; y d)
obtener muestras para análisis arqueobotánicos y faunísticos. La ubicación de
los pozos sería deinida a partir de los resultados del reconocimiento. Los pozos
serían unidades de 0.5 por 0.5 m, y excavadas por niveles arbitrarios cada 10
cm (aunque si aparecían diferencias estratigráicas éstas serían individualizadas).
Por su parte, las columnas de lotación serían excavadas siguiendo niveles de
cinco cm.
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Figura 2. Detalle del área de


trabajo seleccionada. La línea
segmentada verde indica
el límite entre las parcelas
particulares y la Reserva Isla
Mocha de Conaf. La línea
continua roja marca el límite
efectivo de investigación,
dado por el bosque. Las líneas
segmentadas negras indican
cursos de agua. Cada triángulo
negro representa un punto de
recolección.

Figura 3. Gráico
de escalamiento
multidimendional del eje
de status planteado. Cada
círculo corresponde a uno
o más niveles de excavación.
La línea roja conectando
círculos corresponde al
pozo de mayor status del
sitio P31-1, la línea azul
al pozo de mayor status
de P29-1, la línea verde
a un pozo de bajo status
de P29-1. Para cada pozo
el círculo de color sólido
corresponde al nivel más
profundo y la lecha al nivel
más supericial.
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En el caso del sector con montículos se realizaría una trinchera no-


transversal en uno de éstos para comprobar su origen antrópico, evaluar su
estratigrafía y depósito cultural, y acceder al posible paleosuelo enterrado bajo
este. Esto sería complementado con barrenos en la plataforma para poder
determinar fehacientemente su naturaleza, extensión y espesor.

Implementación

El reconocimiento de cobertura total produjo un total de 237 transectos,


225 puntos de recolección y alrededor de 4600 artefactos. La distribución
y densidad de estos materiales permitió identiicar y delimitar 3 grandes
concentraciones. Estas concentraciones, a su vez, fueron homologables a los
sitios P29-1, P31-1 y P5-1, ya identiicados por Quiroz y Sánchez (Figura 2).
Esta etapa se completó en 10 días con tres equipos de dos personas cada uno.
En consideración de los resultados del reconocimiento, las unidades de
recolección intensiva fueron dispuestas al interior de los tres sitios identiicados.
Sin embargo, las áreas para implementarlas fueron muy limitadas, pues hubo que
compatibilizar el que hubiese suiciente material supericial continuo como
para que la recolección tuviera sentido y excluir a la vez aquellos terrenos
aun no cosechados o con una espesa capa vegetacional. Se pudo implementar
entonces sólo 6 unidades: una en P31-1, dos en P29-1 y tres en P5-1. El área
de estas unidades varió entre 140 m2 y 225 m2, siendo recolectados alrededor
de 27000 artefactos entre cerámica, líticos, restos faunísticos y escoria. Esta
etapa se completó en 15 días con un equipo de 10 personas.
Por último, los pozos de sondeo fueron distribuidos al interior de los sitios
identiicados, quedando espaciados entre sí por 100 metros, es decir, un pozo
por hectárea. De esta forma, fueron planteados ocho pozos para P29-1, aunque
dos no fueron realizados por encontrarse en terrenos cultivados. Para paliar esta
situación se amplió el pozo de mayor depósito. Aledaño a este pozo se obtuvo
una columna de lotación para análisis arqueobotánico. Se recuperaron así
2843 artefactos entre cerámica, líticos, restos faunísticos y otros (metal, vidrio,
plástico). La profundidad de los pozos alcanzó entre los 30 y 120 cm. En P31-1
fueron excavados 17 pozos de sondeo. Aledaño a uno de los pozos de mayor
depósito y que entregó más material, se realizó una columna de lotación para
análisis arqueobotánico. Se obtuvieron 1473 artefactos entre cerámica, líticos,
restos faunísticos y otros (metal, vidrio, plástico). La profundidad de los pozos
alcanzó entre los 10 y 100 cm.
La trinchera en los montículos fue dispuesta desde la cúspide del Montículo
Norte y en dirección al espacio entre los dos montículos. Esta alcanzó una
longitud de 7.4 m, un ancho de 0.6 m y fue escalonada de forma tal que en el
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peril del montículo concluyó en una unidad de 0.6 por 0.6 m. Del paleosuelo
enterrado bajo el montículo fueron recuperados 18 artefactos entre cerámica,
líticos y restos faunísticos.
Por último, debido al terremoto del 27 de febrero de 2010 la campaña de
esa temporada se vio interrumpida y no fue posible realizar pozos de sondeo
en P5-1 ni los barrenos en el sector de los montículos. La etapa de pozos de
sondeo se concluyó en 14 días con un equipo de 7 personas.

Metodología de laboratorio y análisis

La metodología de análisis, si bien tradicional, fue diseñada en función de


nuestro interés en los procesos de diferenciación social, enfatizándose además
las comparaciones intra e inter-sitio. Para más información consultar Campbell
(2011).
En el caso de la cerámica, las principales variables abordadas fueron el
tratamiento de supericie interno y externo, y la decoración, las que fueron
usadas para desarrollar un “índice de inversión cerámica” (Hagstrum 1988;
Costin y Hagstrum 1995) que permitió categorizar los fragmentos en de Baja,
Media y Alta inversión. Para el análisis lítico, las variables más importantes
fueron la materia prima, su condición local o exótica (obsidiana y sílice)
y la categoría morfo-funcional de cada pieza. Para los restos faunísticos
fue registrada su ubicación taxonómica y las modiicaciones culturales, y
se utilizaron los índices NISP y MNI. Los restos arqueobotánicos fueron
clasiicados según su preservación (carbonizados/no-carbonizados) e
identiicados taxonómicamente. La escoria fue analizada con SEM y PIXE.

Resultados
Reconocimiento de cobertura total
Como se indicó el reconocimiento llevó a la identiicación de tres grandes
concentraciones, homologables a los sitios P29-1, P31-1 y P5-1. Estas tres
concentraciones o sitios se presentaron separadas por aproximadamente 1 km
de distancia, cuya extensión corresponde a un área virtualmente “vacía” y
que representarían una ocupación de muchísima menor intensidad. El área
asignada a P29-1 es de 8 hectáreas, a P31-1 de 10 hectáreas y a P5-1 de 17
hectáreas aproximadamente. Es importante notar que los sitios P28-1 y P4-1,
mencionados por Quiroz (2003), no lograron ser individualizados como tales
ni tampoco su ubicación ser integrada a P29-1 y P5-1, respectivamente. Esto
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puede indicar que estos sitios eran muy efímeros o extremadamente pequeños.
Nuestros resultados muestran así una ocupación formada por asentamientos
bastante acotados y nucleados, los que a su vez se hayan distribuidos
dispersamente; una situación que viene a reinar lo que ya plantease Quiroz
(2003).
Respecto al material recolectado en esta etapa, la cantidad recuperada hizo
difícil su manejo. Por ello, si bien fue posible analizar la totalidad del material
lítico (n=618), en relación al material cerámico se optó por un muestreo de
uno cada tres transectos. Esto equivalió al 29% del material (n=1144). Pero el
desarrollo de la investigación fue mostrando que era mejor priorizar recursos
en pro del material de excavación, como se detallará más adelante.
El análisis lítico indicó para los tres sitios una predominancia de las rocas
ígneas locales de grano medio y grueso (con valores entre 39% y 66%), siendo
P5-1 el que presentó la mayor y más signiicativa proporción de ígneas de
grano ino (un 38%, con más de un 99% de conianza). Por su parte, las materias
primas exóticas fueron reportadas en todos los sitios, aunque totalizando
sólo dos piezas en P29-1, cinco en P31-1 y una en P5-1. La variable morfo-
funcional no fue considerada en este análisis debido a que la recolección no
fue exhaustiva.
La cerámica, a través del “índice de inversión cerámica”, mostró la presencia
de los tres tipos cerámicos en los tres sitios, excepto por el tipo de alta inversión
en P31-1 (aunque en números absolutos P29-1 y P5-1 presentaron sólo uno y
cinco fragmentos de alta inversión, respectivamente). Así, para los tres sitios, el
tipo de baja inversión indicó valores entre 79% y 88%, el de media entre 12%
y 19%, y el de alta entre 2% y 0%. Ninguna de estas proporciones diirió de las
otras con más de un 80% de conianza.
Estos resultados indicaban que estos tres sitios eran bastante similares. El
más discrepante era P5-1 con una mayor proporción de ígneas de grano ino.

Recolecciones intensivas de supericie


En este caso, se analizó la totalidad del material lítico y faunístico.
Respecto a la cerámica, se diseñó un muestreo de 11 cuadrículas por unidad
de recolección intensiva, equivalente al 24% de todo el material (n=5812). Sin
embargo, sólo el análisis de dos de estas unidades ha concluido.
En línea con los datos del reconocimiento, el lítico mostró que las rocas
ígneas locales de grano medio y grueso predominan en cuatro de las seis
unidades (con valores entre 50% y 35%). En las restantes dos unidades (ambas
en P5-1) predominaron las ígneas de grano ino (con valores de 36% y 37%, y
con una conianza de más del 99%). Por su parte, las materias primas exóticas
40 | Roberto Campbell

están presentes en las seis unidades, con valores entre el 2.2% y el 0.3% (que
en valores absolutos signiican entre 22 y 1 piezas). Morfo-funcionalmente
las seis unidades mostraron una cadena operativa completa. La cantidad de
herramientas fue muy baja, entre las talladas (n=123) primaron las multi-
funcionales; las herramientas pulidas y piquetedas no pasaron de seis en total.
Los restos faunísticos estuvieron muy fragmentados; un 90% fue
clasiicado como “mamífero indeterminado”. En cuatro unidades el taxón
más representado fueron los camélidos, en una los peces (8.5%), y en otra
sólo iguraron “mamífero indeterminado”. Prácticamente las seis unidades
presentaron huesos con huellas de modiicación cultural, las que estuvieron
presentes casi exclusivamente en huesos de mamíferos indeterminados y
camélidos. Tres herramientas fueron encontradas: una tortera en P31-1, una
cuña en P29-1 y un artefacto pulido en P5-1.
Una escoria metalúrgica de cobre fue recuperada en una de las unidades
de P5-1.
En cuanto a la cerámica, sólo se cuenta con información para una unidad
de P29-1 y una de P5-1. El índice de inversión cerámica mostró que las
proporciones de cerámica de inversión baja y media diirieron con una
conianza de menos del 80% (con valores de 75% y 73%, y de 25% y 24%,
respectivamente en la unidad de P29-1 y de P5-1). En cambio la unidad de
P5-1 presentó una proporción de cerámica de alta inversión (3%) que diirió
de la de P29-1 (1%) con una conianza de más de 99%.
Los resultados de las recolecciones intensivas, si bien aun incompletos,
tendieron a mostrar la particularidad de P5-1, ya que por un lado hubo dos
unidades que presentaron una alta proporción de rocas ígneas de grano ino
y, por otra parte, la tercera unidad presentó una alta proporción de cerámica
de alta inversión y una escoria metalúrgica. Fuera de estas diferencias las seis
unidades (y con ello, los tres sitios) fueron bastante similares (o bien, poco
diferenciables) en su representación de categorías líticas, de restos faunísticos y
de tipos de inversión cerámica.

Pozos de sondeo
Los pozos de sondeo fueron llevados a cabo sólo en P29-1 y P31-1. En
P29-1 los fechados radiocarbónicos lo ubicaron entre el 900 y el 1400 d.C.
aproximadamente. Sin embargo, la diicultad de obtener muestras de los niveles
superiores, disturbados por el arado, permite suponer que el sitio continuó
siendo ocupado muy posiblemente hasta el despoblamiento de Isla Mocha a
ines del siglo XVII.
En cuanto al material lítico, un pozo entregó tanto una signiicativamente
alta proporción (con una conianza de más del 80%) de rocas ígneas de grano
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ino (61%) como también las únicas piezas en obsidiana y sílice para este sitio
(n=6). Todos los pozos presentaron desechos de talla y piezas modiicadas.
Sólo 23 herramientas fueron recuperadas, siendo las preponderantes las talladas
multifuncionales (n=7).
Los restos faunísticos provinieron en un 87% del pozo ampliado, por
tanto, los resultados hacen más relación al sitio que a los pozos mismos. Como
porcentaje del NISP, las clases más representadas fueron los peces (52%), los
mamíferos (45%), y luego las aves (3%). Al nivel de taxa las más representadas
fueron los camélidos (4.6%) y el pez Aphos porosus (bagre) (4.3%); fueron
identiicadas 13 especies de peces. Ninguna herramienta ósea fue recuperada.
El análisis arqueobotánico de los macrorestos carbonizados identiicó 19
taxa. Se observó que la proporción de éstos aumentaba drásticamente bajo los
15 cm de profundidad, mientras que el arado había intervenido hasta los 25
cm. Por ello se estimó que los niveles sub-15 cm representaban la ocupación
indígena, y por tanto para la evaluación con el índice de ubicuidad se consideró
sólo los niveles bajo dicha profundidad. Entre los restos identiicados de uso
alimenticio más ubicuos iguraron especies cultivadas como Chenopodium
quinoa (73%) y otras silvestres como Rubus sp. (100%), Fragaria chiloensis (54%)
y Typha angustifolia (54%), entre otras.
El registro cerámico, a través del índice de inversión cerámica, mostró para
un pozo una signiicativa proporción, por debajo del promedio del sitio, para la
cerámica de baja inversión durante casi toda su ocupación. Lo contrario ocurre
con la cerámica de alta inversión, que presenta una proporción por sobre el
promedio del sitio, durante casi toda su ocupación. Esta situación desaparece
en los niveles superiores, en los cuales este pozo se asimila a los demás del sitio.
Estos resultados indican para P29-1 la existencia de un sector que presenta
una mayor proporción de cerámica de alta inversión, de ígneas de grano ino y
las únicas piezas en obsidiana y sílice. Es decir, un sector que destaca claramente
entre los circundantes, y que a la luz de nuestros referentes teóricos puede ser
identiicado como de mayor status.
Para el sitio P31-1 los fechados radiocarbónicos obtenidos en este proyecto
y por Quiroz y Sánchez lo ubican entre el 1050 y el 1650 d.C. En este caso,
dado que el sitio se ubica en el piedemonte, la tasa de depositación es mayor y
el material indígena más reciente ha sido menos removido.
En cuanto al material lítico, tres pozos entregaron altas (entre 61% y 71%)
y signiicativas (con más de un 95% de conianza) proporciones de ígneas de
grano ino. A su vez, una de estas unidades fue también la que presentó la
única pieza en obsidiana. Prácticamente todos los pozos presentaron desechos
de talla, mientras sólo cinco entregaron piezas modiicadas. Herramientas sólo
fueron recuperadas ocho.
42 | Roberto Campbell

Los restos faunísticos en un 82% provinieron de un solo pozo, así que


fueron utilizados para caracterizar el sitio en general más que sectores
especíicos de éste. La clase más representada, como porcentaje del NISP,
fueron los mamíferos (44%), seguidos por peces (39%) y aves (13%). Al nivel
de taxa, los más representados fueron los roedores (6.1%), Aphos porosus (5.4%)
y los camélidos (3.4%); sólo 3 especies de peces fueron identiicadas. Los
artefactos en hueso correspondieron a un diente de carnívoro decorado, un
fragmento de cuña en hueso de cetáceo y un anzuelo casi completo en hueso
de camélido.
El análisis arqueobotánico de los macrorestos carbonizados identiicó 23
taxa. Si bien éstos aparecen en toda la columna, pasan a primar bajo los 25 cm
de profundidad. Esta situación nos lleva a plantear que los 25 cm marcaría el
límite entre los depósitos indígenas y los post-recolonización moderna (1850).
Por tanto, el material sobre esa profundidad correspondería a las ocupaciones
indígenas más tardías y que fue removido por la agricultura moderna. Dado
esto, también la evaluación de ubicuidad consideró sólo a los niveles sub-25
cm. Entre los restos identiicados de uso alimenticio más ubicuos iguraron
especies cultivadas como Chenopodium quinoa (100%) y Zea mays (40%), y otras
silvestres como Muehlenbeckia hastulata (47%), Fragaria chiloensis (40%) y Ugni
molinae (40%), entre otras.
La cerámica, a través del índice de inversión cerámica, mostró que sólo un
pozo presentó una alta y signiicativa proporción de cerámica de alta inversión
por sobre el promedio del sitio durante casi toda su ocupación. Esta situación
declina en los 30 cm superiores de este pozo. En el otro extremo, hay pozos
que presentaron altas proporciones de cerámica de baja inversión en toda su
ocupación. Por último, hay pozos que se ubicación en una situación intermedia.
Estos resultados muestran para P31-1 un sector interpretable como de
mayor status, dado que presenta una constante mayor proporción de cerámica
de alta inversión y también una alta proporción de rocas ígneas de grano ino.
En una situación intermedia hay sectores que no presentan una muy alta ni
una muy baja proporción de cerámica ni de alta ni de baja inversión, pero que
sí presentaron una alta proporción de rocas ígneas de grano ino y la única
pieza en obsidiana. Por último, hay sectores cuyos materiales implicarían un
menor status, dado que primó la cerámica de baja inversión y las rocas ígneas
de grano medio y grueso.
Organización y diferenciación social a través de tres comunidades de Isla Mocha... | 43

Comparaciones inter-sitios y de los montículos


Llegado a este punto, el análisis pasó a la comparación entre P31-1 y
P29-1. A nivel del material lítico, ambos sitios muestran la predominancia
de las rocas ígneas locales. Las proporciones de ígneas de grano ino son casi
idénticas entre ambos sitios (57% en 29-1 y 54% en P31-1), diiriendo con
menos de un 80% de conianza, mientras para las ígneas de grano medio y
grueso (22% en P29-1 y 32% en P31-1) éstos diirieron con más de un 95% de
conianza. Sin embargo, pese a la mayor proporción de ígneas de grano grueso
en P31-1, es importante considerar que mientras en P29-1 sólo un pozo
(de tres) entregó una alta proporción de ígneas de grano ino, en P31-1 esto
ocurrió en tres pozos (de cuatro). Por otro lado, las materias primas exóticas
son realmente insigniicantes en ambos sitios. Por último, tanto los desechos
como las herramientas no permiten discriminar mayormente ambos sitios.
Estas características hablan a favor de una situación mayormente indiferenciada
entre P29-1 y P31-1.
Los restos faunísticos indicarían una dieta basada en el consumo
mayormente de mamíferos y peces. Los mamíferos muestran proporciones
casi idénticas (45% en P29-1 y 44% en P31-1), diiriendo con menos de un
80% de conianza. Sin embargo, en cuanto a las aves y peces las proporciones
diieren con más de un 99% y un 95% de conianza, respectivamente (3% y
51% en P29-1 y 13% y 39% en P31-1, respectivamente). Además, en P29-
1 aparecen 13 especies de peces y en P31-1 sólo 3. Esta situación habla de
sitios con orientaciones de subsistencia que si bien son similares en su base, se
diferencian a su vez en otros aspectos.
Los restos arqueobotánicos muestran una situación en que la quinoa
durante toda la secuencia fue la base de la dieta. Junto a ésta aparecen otros
recursos cultivados, como maíz y poroto, y silvestres, como frutilla, totora,
Rubus sp., peumo, murtilla y quilo. Es interesante notar que a la luz de los
fechados y la estratigrafía de las columnas fue posible discriminar dos macro-
momentos: uno pre-1400 d.C. y otro post-1400 d.C. La mayor diferencia
entre ambos periodos está dada por un aumento en la ubicuidad del maíz,
como también que este aumento sea mayor en P31-1 que en P29-1.
Con respecto a la cerámica, ésta indica para ambos sitios un sector con una
clara mayor proporción de cerámica de alta inversión. A la vez, ambos sectores
muestran un cambio en su condición en los 30 cm superiores de su depósito.
Esta situación nos llevó a explorar la cerámica con un análisis de escalamiento
multidimensional (MDS), en el que cada nivel de excavación fue considerado
como un caso y las variables de análisis fueron las proporciones de cerámica
44 | Roberto Campbell

de baja, media y alta inversión. Este análisis permitió identiicar la existencia


de un “eje de status”, el que, a su vez, fue usado para asignar a cada nivel de
excavación un status de tipo bajo, medio o alto (Figura 3). En este eje, el pozo
de mayor status del sitio P31-1 pasó a ocupar una posición luctuante entre
un status alto y medio (aunque siempre más cercano al grupo alto que al bajo,
y siendo el único que presentó niveles asignados como de status alto) durante
casi toda su ocupación para, en los niveles sobre 30 cm de profundidad, pasar
a un status bajo. Una situación algo afín ocurría con el pozo de mayor status
de P29-1. Sus niveles inferiores fueron asignados a un status bajo, para luego
permanecer con un status medio, y inalmente en sus niveles superiores (sobre
30 cm de profundidad), asignársele un status bajo. Los restantes pozos de ambos
sitios pudieron ser asignados a un status medio (aunque más cercano al bajo),
o directamente a un status bajo.
Este conjunto de evidencias indicaba entonces que, si bien P29-1 y P31-1
tenían un sector de mayor status, el segundo caso destacaba considerablemente
por sobre el primero. Esto se puede vincular, a su vez, con que post-1400 d.C.
P31-1 presentase una mayor ubicuidad del maíz. Por último, el mayor status
a nivel de cada sitio de estos dos sectores, se habría mantenido más o menos
constante por unos 200 a 300 años. Complementando esta imagen, P29-1 y
P31-1 deben ser interpretados también como comunidades donde coexistían
grupos de distintos status. De hecho, si bien se identiican diferencias en la
proporción de tipos cerámicos y en el uso de materias primas líticas locales,
estas diferencias son bastante sutiles y para nada drásticas y excluyentes, y se
basan en que algunos individuos habrían tenido más de algunos bienes o bien
estos son de mejor calidad o escasos. Esto con un trasfondo donde la dieta
parece haber estado sólidamente basada en la quinoa, camélidos y peces.
Por su parte, la situación de “empobrecimiento” que afecta a los sectores de
mayor status de P29-1 y P31-1 sobre los 30 cm de profundidad, parece ser una
situación generalizada. Ello pues los niveles asignados a un status bajo también
tienden a “empobrecerse”. En consideración de los fechados obtenidos para
P31-1, este fenómeno habría ocurrido en algún momento con posterioridad
al 1400 d.C. y, debido a la disturbación de los contextos, es difícil asignarle una
mayor precisión cronológica. Una posibilidad es que esto sea consecuencia del
arribo europeo a mediados del siglo XVI al sur de Chile. Otra posibilidad, y
no excluyente de la anterior, es que en un sector fuera de la zona de estudio
de 6 km2 haya surgido una comunidad lo suicientemente gravitante como
para que haya producido una cierta re-estructuración social. Un candidato
para esto es el sitio P5-1, dado su mayor extensión y que su material supericial
tendió a discriminarlo favorablemente de P29-1 y P31-1.
Organización y diferenciación social a través de tres comunidades de Isla Mocha... | 45

Las sutiles pero claras diferencias sociales planteadas dan un mejor contexto a
los montículos. La excavación de la trinchera en el Montículo Norte demostró
la naturaleza antrópica de estos, ijando su altura en unos 2.8 a 3 m. por sobre
el nivel del suelo circundante. A su vez, los montículos se ubican sobre una
plataforma artiicial de unas 4.5 ha aproximadamente. El relleno depositado
y que constituye al Montículo Norte alcanzó una profundidad de 4.74 m.
medidos desde la cúspide del montículo. Dicho relleno estuvo totalmente libre
de material arqueológico y bajo este se encontró un paleosuelo enterrado.
Este paleosuelo fue datado entre el 900 y 1100 d.C. y entregó en sus nueve
cm superiores los únicos restos culturales encontrados en toda la excavación
del montículo. Estos consistieron en 18 artefactos entre cerámica, líticos y
restos faunísticos. Los montículos no se encuentran asociados a ningún sitio
doméstico (de hecho, no hay inter-visibilidad entre ellos), sin embargo, son
contemporáneos con el inicio de la ocupación de P29-1 y P31-1. Por el
contrario, los montículos pareciesen conigurar un espacio ritual colectivo por
si mismos, afín a los complejos de montículos o kuel investigados por Dillehay
(2007) en la zona de Purén-Lumaco. Estos han sido interpretados como
representando un esfuerzo colectivo en el marco de una sociedad estructurada
en torno al prestigio (y no la riqueza) de los caciques, constituyendo los
montículos un área de importancia tanto política como ritual.
Por tanto, el registro de nuestra zona de trabajo se vuelve compatible con
las estrategias basadas en el prestigio y la autoridad. En este caso, tendríamos
dos comunidades bastante similares, en las que coexisten individuos de distintos
status, pero donde estas diferencias parecen no ser dramáticas ni tampoco
acentuarse a través del tiempo. Sin embargo, a partir del 1400 d.C. se observan
cambios aún no del todo claros, que parecieran indicar una re-estructuración
de la organización social previa. A su vez, todo esto llegará a un drástico in con
el despoblamiento forzado de la isla entre 1685 y 1687 d.C.

Evaluación metodológica

Al momento de evaluar la metodología implementada señalaremos tanto


los problemas y beneicios de ésta, como también posibles soluciones, y que
por tanto sirvan para abordar casos de estudio similares.
El reconocimiento de cobertura total fue una buena estrategia para poder
delimitar adecuadamente las áreas de concentración de material y con ello de
ocupación humana. En este sentido, es clave mencionar el reconocimiento
sobre áreas virtualmente sin material. De hecho, ésta es la única forma de poder
reconocer la existencia de estas áreas. Sin embargo, el conjunto de transectos
46 | Roberto Campbell

cada 25 m, si bien generó una imagen de alta resolución, consideramos que


fue excesiva. Consideramos entonces que transectos cada 50 m es más idóneo,
dado la extensión de los sitios, la precisión de los navegadores satelitales
(GPS) y los objetivos de investigación. Otro aspecto es el de acompañar el
reconocimiento con una recolección de material. En este sentido, el conteo
de material fue clave para determinar la densidad de material y delimitar los
sitios. Sin embargo, se generó también un volumen de material cerámico fuera
de nuestras expectativas y difícil de manejar. Por tanto, sería más adecuado
realizar el reconocimiento pero sólo con conteo. Es decir, transectos cada 50
m y con puntos de conteo cada 50 m. En dichos puntos se desplegará una
unidad de 1 x 1 m, se contará sin recolectar todo el material presente en
supericie y se continuará hasta el siguiente punto de conteo. De esta forma,
también obtendríamos una imagen sobre la extensión y densidad de las áreas
de ocupación, pero sin generar un volumen excesivo de material para análisis.
Respecto a las recolecciones intensivas de supericie, ésta es una estrategia
de difícil aplicación, como ya se indicó más arriba. Por otro lado, generó una
cantidad de material cerámico también de difícil manejo. Por último, este
material (y el del reconocimiento) representa la ocupación más reciente,
siendo el producto de la remoción de los 30 cm más supericiales de depósito.
A la luz de los resultados de los pozos de sondeo, estos materiales mostraron
una signiicativa diferencia con los de los niveles inferiores. Por tanto, las
interpretaciones sociales generadas a partir de sólo el material supericial
corren el riesgo de ser incompletas y engañosas. Dado esto, las recolecciones
intensivas de supericie no se perilaron como una estrategia adecuada. Sin
embargo, pudieran llegar a ser una buena estrategia tras la realización de los
pozos de sondeo. Ello si se quiere contar con una muestra más grande del
material más reciente de un sector acotado del sitio.
Los pozos de sondeo resultaron ser la vía que aportó más datos en el
sentido de nuestros objetivos. Por un lado, éstos lograron estar distribuidos
en toda la extensión de los sitios, pudiéndose reconocer distintos sectores y
evitar así generar una imagen del sitio a partir de una única intervención o
de sólo un sector de éste. Por otro lado, el acceso al depósito estratigráico
permitió obtener muestras para fechados, para estudios arqueobotánicos y a
material más íntegro. Además, el volumen de material generado fue acotado
y manejable. Lo anterior permitió reconocer las diferencias de status antes
expuestas y poder dar a éstas un cierto espesor cronológico. Al mismo tiempo,
sin embargo, el tamaño de los pozos de sondeo (0.5 x 0.5 m) tornó difícil su
excavación bajo los 80 cm de profundidad. Otro inconveniente fue el excavar
con niveles de diez cm, mientras la columna arqueobotánica fue obtenida cada
cinco cm. Considerando esto, se perila más adecuado el excavar pozos de
Organización y diferenciación social a través de tres comunidades de Isla Mocha... | 47

sondeo de 1 x 1 m, siguiendo niveles de cinco cm que permitan entonces una


mejor resolución de los depósitos estudiados.
Al nivel del material mismo, consideramos que las estrategias analíticas
fueron apropiadas, especialmente porque los resultados lograron ser abordados
comparativamente. Sin perjuicio de esto, en el caso de la cerámica consideramos
necesario tratarla también de un modo tipológico de corte histórico-cultural;
ello en vista de la importancia que dichas categorías tienen en la arqueología
local y para evaluar las tendencias temporales o contextuales de algunos tipos.
Por otro lado, ante la diicultad de fechar los niveles removidos por el arado,
una alternativa sería datar restos de camélido y/o de quinoa, dado su conocido
y acotado origen indígena.

Conclusión

Hemos presentado los fundamentos, metodologías y resultados del estudio


de tres comunidades en Isla Mocha, enfatizando sus aspectos metodológicos.
Ello pues consideramos que en el caso chileno, el estudio de las sociedades
de rango medio aún peca de cierta falta de metodologías idóneas y que
permitan abordarlas en su particularidad. De hecho, estas sociedades (su
registro arqueológico y las metodologías para poder investigarlas) debieran
ser consideradas como una categoría intermedia, pero independiente, entre
los dos extremos que parecen generar las sociedades cazadoras-recolectoras
-más propias de Patagonia y/o Arcaico- y las sociedades con arquitectura
no-perecedera -más propias del Norte Árido y/o Formativo y los periodos
subsecuentes3.
El caso de Isla Mocha muestra una sociedad que ocupó sectores de varias
hectáreas, generando así un patrón de núcleos dispersos de población. Al
interior de dichos núcleos convivieron grupos humanos interpretados como
de distinto status, pese a lo sutil de sus diferencias, las que, a su vez, luctuaron
a través del tiempo.
Lo anterior fue posible gracias a un abordaje teórico que partía del supuesto
de pensar a la sociedad El Vergel e histórico temprano de Isla Mocha como
una “sociedad no-igualitaria temprana”, y asumiendo que algún grado de
diferenciación y variabilidad debió existir desde el nivel doméstico. Luego, fue
fundamental que la evaluación de los datos tomase una perspectiva comparativa,
en la cual la estadística sirvió para visibilizar las diferencias contextuales. En
este sentido, los datos fueron abordados desde un punto de vista más bien
3
Hago esta categorización a riesgo de estar compatibilizando y combinando forma-
ciones sociales, estrategias económicas y tipos de registro.
48 | Roberto Campbell

social, el que permitiese hablar entonces de la trayectoria de desarrollo socio-


político de la isla y de los fenómenos ligados a éste.

Agradecimientos: Este trabajo se desarrolló en el marco de los proyectos


NSF BCS-0956229 y Fondecyt 3130515. A las familias de Isla Mocha y a los
estudiantes, licenciados, arqueólogos y otros profesionales que participaron en
este proyecto. A Daniel Quiroz y Mauricio Massone por sus comentarios a
este artículo.

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