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Universidad Tecnológica de El Salvador

Escuela de Antropología
Lic. Marlon Escamilla.
Sociedad y Cultura Mesoamericana I
Gerson Antonio Rodríguez Barrios.
37-4257-2012

Los Olmecas y el desarrollo del poder político-religioso y tecnológico en


Mesoamérica: La Venta y San Lorenzo.

En el mundo se conocen cinco lugares en donde surgieron civilizaciones que marcaron el rumbo
de las sociedades en el planeta: Mesopotamia, Egipto, China, India (Gordon Childe, 1996) y
Mesoamérica. Esto produjo que en dichas áreas se generara un amplio desarrollo producto de las
relaciones simbióticas que se pudieron establecer en ese momento. Ésta última región llamada
por Paul Kirchhoff, un etnohistoriador alemán nacionalizado mexicano, como Mesoamérica
(Kirchhoff, 1967), contó con una amplia área geográfica en la que surgieron diversas
poblaciones que compartieron algunos rasgos culturales durante un largo período. Nombrados
por algunos investigadores como la “Civilización Madre” (Clark, Los Olmecas en Mesoamérica,
1994) de Mesoamérica, aunque este calificativo aún es muy discutido, los Olmecas se
desarrollaron en el Preclásico, a lo largo de la Costa del Atlántico del Golfo de México, y el
lugar que se conoce como el área metropolitana o también conocida como Área Nuclear Olmeca
se encuentra ubicada en la parte del sureste del estado de Veracruz y el oeste de Tabasco y está
conformada por lo sitios de San Lorenzo, Tres Zapotes, La Venta, Laguna de los Cerros entre
otros (Carpio Rezzio, 2005). En este periodo resalta la capacidad de estas culturas de crear
sociedades complejas, es decir, donde hay cierta jerarquización que predomina sobre los demás,
por lo tanto desaparecen las sociedades igualitarias correspondientes a los períodos anteriores, y
a su vez se van creando las características propias de lo que se conoce como Mesoamérica.

Los sitios más conocidos o en los cuales los Olmecas desarrollaron su máximo esplendor fueron
los sitios San Lorenzo, La Venta (G. Bahn, 2003) y Tres Zapotes, aunque recientes
investigaciones demuestran algunas evidencias en otros lugares un poco más alejados a los sitios
antes mencionados. En estos sitios se ha encontrado una comprobada existencia de los
asentamientos de estos pobladores, entre esas características destacan aquellas en donde se ven

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involucrados los métodos de subsistencia tal es el caso como la agricultura, artefactos de
cerámica muy característicos de esta civilización, figuras antropomorfas con características
físicas muy singulares y que en ocasiones resulta fácil determinar su procedencia cultural, como
por ejemplo la forma en como fueron tallados los labios de las figuras de jade o cerámica, es
decir de forma de trapezoidal, como por ejemplo el Monumento 9 encontrado en el sitio La
Venta, hoy llamado el Parque La Venta en Villahermosa, donde se puede apreciar una posible
representación de un rey o sacerdote en posición sedente (Clark, Los Olmecas en Mesoamérica,
1994).

Al catalogarlos como una “Civilización Madre” (Clark, Los Olmecas en Mesoamérica, 1994)
implica que éstos desarrollaron una variedad de elementos que le permitieron tener cierta
hegemonía o influencia sobre los demás poblados que se encontraba a su alrededor, como por
ejemplo el uso del aspecto arquitectónico, artefactos simbólicos o de carácter religioso y aspectos
tecnológicos, este último parámetro no solo abarca las herramientas de uso, sino también
aquellas técnicas asociadas a la sobrevivencia y que les permitió pasar de un estado nómada a
sedentario, es decir el aspecto económico. Además cabe mencionar que para que una civilización
sea considerada como tal, debe de presentar ciertas características denominadas complejas, que
sean capaz de generar un orden, una distribución de roles y un traspaso de conocimiento con lo
cual aseguran su continuidad por un determinado período de tiempo, y en ese sentido los
Olmecas lograron una integración muy precisa en el ambiente religioso y político (Carpio
Rezzio, 2005). Aunque estos aspectos pueden ser “retocados” en posteriores investigaciones, es
interesante estudiar y validar la dinámica cultural utilizada por los Olmecas en una amplia zona
poblada por otros tipos de pensamiento, costumbres, métodos de subsistencia e incluso el culto a
otras deidades que no estaban consideradas dentro de la cultura Olmeca, y tomando como base
aquellos factores considerados de poder: aspecto político-religioso, que se ha comprobado como
un elemento clave para la manipulación, además del aspecto económico y hasta el
arquitectónico.

Por tanto se generan las siguientes interrogantes: ¿Estos elementos significaron un factor de
poder capaces de influenciar, manipular y expandir su dominio territorial ocasionando a su vez
un desarrollo amplio por toda Mesoamérica? ¿El estado como ente regulador, y generador de
identidad relacionado con el factor religioso dio paso a un poder aún más absoluto sobre los

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demás grupos culturales? ¿El factor económico por medio de las rutas comerciales que éstos
crearon fue un factor que pudo influenciar a las demas regiones a nivel ideológico, religioso y
por supuesto comercial?

De hecho, las evidencias encontradas en las regiones antes mencionadas se prestan para realizar
ciertas interpretaciones que pueden validar dicha información. ¿Será posible también que el
factor económico pueda ser utilizado como un método de persuasión hacia las otras regiones?

Por tanto, en base al problema que se plantea, se considera que toda civilización que cuenta con
un sistema social complejo, es decir que logra desarrollar los tres elementos principales como lo
son: el aspecto político, religioso y económico, es capaz de poder tomar dichos elementos y
coaccionar sobre aquellos que no han alcanzado un desarrollo tan complejo, que al final los
convierten en una fuente de poder por parte de las sociedades complejas, en este caso en favor
de los Olmecas.

Y de hecho, uno de los métodos más probables que esta cultura utilizó para mostrar todo su
esplendor alcanzado hacia los demás pueblos fue la apertura de canales de comunicación y
transformadas posteriormente en rutas comerciales, que luego sirvió para algo más que
comercializar productos de tipo cerámico, pieles, plumajes (G. Bahn, 2003), líticos, ideológicos,
etc.

Muchos autores con importantes investigaciones en su haber, llegan a comparar a los Olmecas
con la civilización Sumeria (Soustelle, 2003) por el avanzado desarrollo tecnológico y científico
que éstos alcanzaron en la región mesopotámica. Por lo tanto, habiendo tantas evidencias
documentadas sobre los Olmecas y su amplio desarrollo cultural, también es válido plantearnos
la hipótesis de que los Olmecas son considerados como el tronco común de las civilizaciones
mesoamericanas y que a la postre por sus diversas prácticas culturales crearon una especie de
tapiz cultural llamado finalmente como Mesoamérica (G. Bahn, 2003).

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La identidad de los Olmecas y su antigüedad

El debate sobre quienes fueron los pobladores que dieron origen a los Olmecas siempre ha estado
en discusión, ya que no se han encontrado evidencias contundentes que demuestren el verdadero
origen de esta cultura. Pero si debemos de tener claro que durante el Preclásico surgieron eventos
que encausaron el camino hacia la civilización; y en efecto el hecho más significativo que tuvo
este período formativo fue el aparecimiento de los Olmecas entre el 1500 y 200 a.C. (Cabezas,
2005) y fue en esta larga etapa donde se produjo la conversión de sencillas organizaciones de
carácter tribal a una sociedad altamente jerarquizada formando estados complejos. Algunos
sugieren que esta cultura tuvo una estrecha relación con los Mokayas del Soconusco, sobre todo
por dos etapas principales: una que trata propiamente sobre el origen de los Olmecas y otra que
hace referencia al despliegue que éstos tuvieron por todo el territorio mesoamericano (Clark,
¿Quiénes fueron los Olmecas?, 1990). Aunque también hay otro debate donde se cuestiona que
el origen de los Olmecas sea en Veracruz (Cabezas, 2005) y su posterior desplazamiento por una
gran parte del territorio Mexicano.

Pero hay evidencias entre el 800 y el 400 a.C. específicamente al sur de Veracruz y parte del
oeste de Tabasco (Cabezas, 2005), en donde reflejan el surgimiento de técnicas utilizadas para la
agricultura como terrazas de cultivo y chinampas (Eiroa, 2006).

Sobre el debate sobre el origen de los Olmecas, hay investigadores como John Clark que
relaciona a esta cultura con los Mokayas del Soconusco, ya que esta región estaba muy dotada
por suelo volcánico, además contaba con abundante lluvia y mucho sol (Clark, Los Olmecas en
Mesoamérica, 1994). Se sabe que estas condiciones son propicias para el desarrollo del cultivo
de la tierra, además es muy probable que estas condiciones fueran un factor determinante para
que haya sido poblada por los grupos de cazadores recolectores hace algunos 7,000 años (Clark,
Los Olmecas en Mesoamérica, 1994) y que al final pudo generar el desarrollo de los Mokaya
pertenecientes al formativo temprano. Este nombre, Mokaya, significa “pueblo de maíz” y
proviene de las lenguas zoque y mixe (Clark, Los Olmecas en Mesoamérica, 1994) y que según
Clark, ésta pudo haber sido la lengua de estos pobladores. Estos seguramente, tomando en cuenta
las bondades del territorio, adquirieron ciertas habilidades que durante un lapso de tiempo fueron
perfeccionando hasta que posteriormente dieran paso a lo que conocemos ahora como
Civilización Olmeca.

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A grandes rasgos podemos decir que una vez los Olmecas pudieron consolidarse como
civilización es decir dominando o administrando de forma eficiente su entorno natural, alcanzar
avances en la agricultura, desarrollar una aun cuestionada forma de escritura, sistemas de
numeración (Cabezas, 2005), desarrollar una cosmovisión, los llevo a expandirse por diferentes
territorios hasta establecer una red de intercambios comerciales a larga distancia, es decir por
toda mesoamérica, todo esto con miras a intercambiar productos y materiales que no estaba
disponibles en su medio (Carpio Rezzio, 2005).

Los Olmecas: ¿el primer Reino Mesoamericano?

La creación y desarrollo de un estado por parte de estas civilizaciones nos muestra que han
llegaron a un proceso civilizatorio cardinal de Mesoamérica (Florescano, 2007), creando así una
entidad política bien fortalecida incluso vinculada por el aspecto religioso. Una entidad de donde
emana toda actividad social y cultural y que es generadora de una identidad para su pueblo.

Se considera que esta cultura duro alrededor de 1,000 años (Clark, Los Olmecas en
Mesoamérica, 1994), tiempo suficiente para que durante ese lapso se hallan acoplado a su
entorno, desarrollado técnicas agrícolas, herramientas líticas para distintos usos, un tipo de
escritura, conocimiento espacial debido a la simetría en las construcciones monumentales, y
sobre todo aunque en un inicio fueron un tanto incipientes, crearon las primeras jefaturas y
estados en Veracruz y Tabasco (Harris, 2013). Estas estructuras se caracterizaron por estar
construidas por plataformas de tierra y contar con monumentos de piedra tallada. Tal es el caso
ejemplar de el sitio La Venta, que cuenta con una pirámide de tierra en forma de volcán con
laderas abruptas (Harris, 2013), posiblemente construidas alrededor del 3,000 a.C. Cabe
mencionar que estos yacimientos estaban relacionados con la creación de presas o diques de
forma natural en donde podía darse la práctica intensiva de la agricultura, específicamente la
siembra del maíz. Además en estas regiones se podía practicar la pesca, un alimento muy
consumido por los Olmecas, también la caza tortugas, la recolección de algunos moluscos y la
cacería de fauna terrestre local. Tomando en cuenta el factor geográfico, se puede apreciar o al
menos interpretar que la formación de estas jefaturas estaba directamente relacionada con el
control de aquellas tierras altamente productivas, ricas en recursos naturales. Con toda seguridad

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el objetivo de ésta élite era satisfacer sus necesidades y las de su población, que muy
probablemente estaba en constante aumento poblacional, también dicha región era de gran
importancia porque los dirigentes podían controlar extensas redes de comercio, ya sea terrestre o
por vía marítima (Soustelle, 2003).

Sin dejar de mencionar las cabezas colosales, en la cual según ciertas interpretaciones pueden
estar relacionadas a un importante monarca de la época, a un guerrero o a un deportista
sobresaliente, como por ejemplo la Cabeza Colosal de Hueyapan (Soustelle, 2003), fueron un
ejemplo simbólico de la cosmovisión y arte que tenían los Olmecas. No podemos obviar
entonces el trabajo artístico Olmeca, ya que dentro de su cosmovisión el Arte Olmeca
representaba un sistema de creencias de tipo chamánico (Kent III Reilly, 1995) que
indudablemente estaba relacionado con el poder político, es aquí donde se genera un aspecto de
poder, en donde las influencias político-religiosas coaccionaban en la población. Fueron los
primeros en construir grandes centros ceremoniales, en esculpir bajorrelieves y en trabajar
estatuas en altorrelieve, crear estelas (Soustelle, 2003) y realizar trabajo cincelado en piedras
duras, tal como lo hicieron con las cabezas colosales.

Además fueron conocidos por ser expertos talladores en piedras de jade, un elemento que
utilizaron para crear pequeñas figuras con sus rasgos olmecoides muy característicos y visibles
de dicha cultura, la forma en como trabajaron las figuras de jade ha demostrado que tenían un
gran aprecio por este tipo de material encontrado en la naturaleza, aunque se sostiene que no fue
el jade nefrita usado por los chinos del que se valieron los Olmecas para construir sus símbolos,
sino de la jadeíta (Taube, 2007), que además formó parte de su cosmovisión en la creación de
elementos simbólicos de carácter político-religioso. La mayoría de artefactos creados bajo el
estilo Olmeca fueron utilizados en su mayoría como herramientas de poder (Kent III Reilly,
1995) para los rituales que llevaban a cabo los chamanes, esto con el beneplácito del poder
político, que a su vez era santificado por el poder sobrenatural.

He ahí una de las razones por las cuales lo político y lo religioso puede ser considerado un
elemento de poder, ya que daba validez ante la población de que el Estado estaba impuesto y
respaldado por un poder sobrenatural, y que el gobernante o rey estaba representando como una
deidad, un individuo que realizaba una conexión entre lo terrenal y lo espiritual y por lo tanto se
le debía de guardar pleitesía, adoración y rendir tributos. Así pues, con el desarrollo de los

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centros urbanos, los Estados y elevando a sus gobernantes al nivel de deidad se iniciaba un
régimen que estaba sustentado en la existencia de un grupo sacerdotal que extendía su
hegemonía (Precolombino, 1998) hacia los demás territorios y diferenciándose así de los demás
grupos culturales que conformaban el Período Preclásico.

Las primeras ciudades Olmecas: San Lorenzo Tenochtitlán

Se conocen tres grandes sitios en donde la cultura Olmeca tuvo su desarrollo, La Venta, San
Lorenzo y Tres Zapotes, aunque este último no es, por el momento parte de esta investigación.
Cronológicamente los arqueólogos colocan a San Lorenzo-Tenochtitlan como el asentamiento
primario de los Olmecas, específicamente entre 1,600 al 1,500 a.C. (Florescano, 2007), esta zona
estaba conformada por tres sitios más, y estaban a una distancia de más o menos a 3km de:
Tenochtitlan, San Lorenzo y Potrero Nuevo (Ávila Aldapa, 2002). Dicha zona se describe como
una meseta rodeada por los ríos Chiquito y Coatzacoalcos cerca de la costa de Veracruz. Se
menciona que la cuenca del rio Coatzacoalcos fue la cuna de la civilización de Mesoamérica
(Clark, Los Olmecas en Mesoamérica, 1994) ya que San Lorenzo en considerado el sitio más
antiguo con ocupación Olmeca, incluso se considera más antiguo que La Venta (Ávila Aldapa,
2002). Esta zona era abundante en humedad lo que ayudo indudablemente al desarrollo de la
agricultura, por lo tanto es considerado como una cabecera de aldeas dispersas que tributaban al
estado (Florescano, 2007).

Es en este sitio donde nace el primer reino mesoamericano, en donde desaparece lo que se
conoce como sociedades igualitarias y se da paso a la conformación de una importante cabecera
compuesta por grupos de campesinos, guerreros, chamanes, artesanos, comerciantes y jefes
políticos que transmitían todos sus conocimientos de forma hereditaria (Florescano, 2007),
llegando así al escalafón más alto que puede desarrollar una sociedad compleja: la conformación
de un Estado. Desarrollando un sistema urbano bastante complejo, San Lorenzo ocupo uno de los
mayores centros de poder político de la realeza Olmeca, era el poder centralizado. Además de
ejercer el poder político San Lorenzo fue un gran complejo en donde se construyeron diversas
esculturas casi todas de basalto. A pesar de no ser tan espectacular, San Lorenzo cuenta con
mucha evidencia habitacional. Dentro de toda su cosmovisión se sugiere que mediante el arte

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Olmeca se particulariza a las deidades con formas un tanto fantásticas en las cuales se hacía un
realce de la dualidad, es decir figuras fantásticas con rasgos humanos y animales, como por
ejemplo: el cocodrilo, la serpiente, el ave rapaz (López Austin & López Luján, 2001), pero
haciendo más énfasis en el jaguar, especie felina propia del área mesoamericana. Y esta
característica fue muy usada en muchas figuras plasmadas en piedra o en forma de efigies,
presentando a personas con pieles de jaguar, rostros saliendo de fauces de jaguar, o algunas
veces con garras. Se puede apreciar por lo tanto, esa simbología artística que trata de fusionar al
ser humano con el jaguar dando así una imagen de dualidad con poder sobrenatural.

Una evidencia, según ciertas interpretaciones, del poder político alcanzado en el sitio San
Lorenzo fue el descubrimiento de las 10 cabezas colosales, ya que para algunos investigadores
estos monolitos representan a los gobernantes de aquella época en donde el poder lo ejercían de
forma centralizada (Carpio Rezzio, 2005). En otros sitios que son parte del área nuclear Olmeca
se encontraron otras 7 cabezas colosales, en sitios como Tres Zapotes y la Venta. Aunque los
monolitos encontrados tienen algunas características que difieren una de las otras ya sea por
tamaño, peso, etc., pero comparten los rasgos propios de esa cultura, como por ejemplo
esculturas de talla monumental, labios gruesos y curvados conocido también como trapezoide, el
típico casco que se presume que es una indumentaria que formaba parte del juego de pelota, ojos
abiertos y de gran tamaño, pómulos resaltados y en algunos casos con orejeras.

Tomando en cuenta monumentales esculturas, se puede apreciar el gran poder que ejercieron los
gobernantes de aquella época para movilizar a un gran número de personas con el objetivo de
transportar y quizás construir esas esculturas de gran tamaño, que rondan entre las 6 y 50
toneladas. Ya que se cree que recorrían grandes distancias hasta llegar a las canteras ubicadas en
las montañas sagradas (Florescano, 2007), donde además guardaban las semillas que cultivaban
y que posteriormente les proporcionaba el alimento, esto según la mitología olmeca.

Se cuenta además con otras evidencias que visualizan el poder real que ejercía el gobernante, y
una de ellas era la figura de una persona saliendo del interior de una cueva, que además más
arriba de esa figura se veían como fauces de un jaguar, esta figura era el Altar numero 4
encontrado en el sitio La Venta (Soustelle, 2003), donde según las interpretaciones la cueva
simboliza el inframundo, un espacio donde se acumulaba la fuerza fertilizante y regeneradora de
la tierra. Se conjugan por lo tanto una serie de elementos que hicieron de este lugar el primer

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centro de poder mesoamericano, aunque para Clark el sistema político de la Costa del Golfo de
México fue una entidad agresiva (Carpio Rezzio, 2005). Finalmente se sabe que en San Lorenzo
luego del desarrollo de la agricultura y el paso del nomadismo al sedentarismo le siguió un
acelerado proceso de estratificación social y un centralismo político que posteriormente se dio
paso a los llamados Estados (Florescano, 2007).

Esto propicio el desarrollo de una ideología política utilizada para terminar proclamando a los
gobernantes como seres descendientes de los ancestros fundadores de la tierra y de los dioses
creadores del cosmos, por lo tanto no es de extrañarse que la presencia del gobernante
corresponda a una secuencia de mando en un período de tiempo y aun linaje especifico (Carpio
Rezzio, 2005). Teniendo en cuenta todas estas características suscitadas en el sitio de San
Lorenzo se puede pensar que estos rasgos marcaron un despunte de la política de esta región y
que es casi seguro que fue el punto de partida para la fundación del sitio La Venta (Florescano,
2007). Se puede interpretar entonces que en esta región se dieron los primeros pasos para la
creación de símbolos de poder, aquellos que símbolos artísticos plasmados en sus estructuras
monumentales, efigies de jade, de cerámica, pero sobre todo político-religioso que sirvió para
movilizar grandes cantidades de personas por toda la región mesoamericana y para influencia a
aquellas poblaciones que no alcanzaron un desarrollo tan avanzado como los Olmecas de San
Lorenzo.

La continuidad y el cenit de la civilización Olmeca: el sitio La Venta

¿Evolución cultural?

Sin duda alguna el haber tomado el camino hacia una economía basada en la producción de
alimentos afectó y ocasionó un tipo de revolución (Gordon Childe, 1996) sobre la vida de los
pobladores del preclásico, además de verse favorecido por una región muy bondadosa en
recursos naturales. Es decir, que el patrón coevolutivo se generó a raíz de la práctica intensiva de
la agricultura y la domesticación de animales (Albarracín-Jordán & Valdivieso, 2013), factores
que caracterizaron a las aldeas de dicho periodo cultural. Pero además de la agricultura debemos
agregar cierta materia prima que los Olmecas utilizaron tanto para dar forma a útiles para uso
cotidiano y para crear elementos que a la postre se transformaron en elementos de poder, nos

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referimos a la cerámica, elemento utilizado en la creación de útiles para: preparar, cocer, y servir
sus alimentos.

Además de suplir, por medio de la cerámica, sus necesidades asociadas al mantenimiento o la


preparación de sus alimentos, se crearon figurillas, ya sean de cerámica, jade o piedra negra, que
tomaron un importante protagonismo dentro de las esferas sociales, religiosas y políticas, y que
para ello tomamos como ejemplo el Cetro de Piedra Negra encontrado en Cárdenas, en la región
de Tabasco y que se exhibe en el Museo de Villahermosa (Soustelle, 2003), un símbolo que
otorgaba además de poder, un estatus sobre los demás. Se puede apreciar entonces, que una
civilización puede presentar un comportamiento asociado a un tipo de evolución que se ve
directamente afectado por el entorno en el cual habitan sus pobladores, por tanto este desarrollo
evolutivo conlleva una expansión territorial más allá de sus fronteras iniciales, aunque para este
caso, muchos consideran que a pesar de que los rasgos Olmecas hallan estado esparcidos por una
buena parte Mesoamérica no significa que haya tenido un gran imperio con un verdadero control
político de la región (G. Bahn, 2003).

Además no creen que antes de la llegada de la influencia Olmeca las regiones cercanas al Golfo
de México tuvieran alguna complejidad cultural (G. Bahn, 2003) autóctona. Pero se puede
apreciar que el estilo escultórico de “tipo” Olmeca formó parte de varias poblaciones
mesoamericanas que compartían cierto tipo de ideología común que precipitó a éstas mismas
poblaciones dispersas a crear organizaciones sociales y políticas con jerarquías internas
(Albarracín-Jordán & Valdivieso, 2013), pero además de lo ideológico también compartían su
base económica: la forma de subsistencia, es decir la agricultura. Estas ideas (ideológicas,
religiosas, etc.) adoptadas por dichas poblaciones pudieron haber sido una contribución generada
por el comercio establecido por los Olmecas con las demás regiones allá por el 900 al 400 a.C
(MUNA & FIDES, 2009), ya que no cabe duda que los Olmecas además de recorrer grandes
distancias a pie, utilizaron los ríos y el mar a lo largo de sus costas, ya sea para transportar sus
productos y comercializarlos con las demás poblaciones o para transportar desde los volcanes de
Los Tuxtlas hasta el sitio La Venta los enormes bloques de basalto de más o menos 20 toneladas
o más (Soustelle, 2003) y que a la postre se convirtieron en las ya conocidas Cabezas Colosales.

Hay pruebas de que esa evolución cultural, pudo haber llevado a los Olmecas a expandirse
probablemente hasta mucho más al sur del Golfo de México -aunque para este caso se asocia a

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un término diferente al de cultura madre, y más bien lo asocian a una cultura pre-Olmeca -
específicamente pasando por Veracruz, Tabasco, Chiapas, el Istmo de Oaxaca y la costa y las
regiones montañosas adyacentes de Guatemala y El Salvador (E. Pye & E. Clark, 2006). Y para
tal caso, alrededor del siglo VIII antes de nuestra era en un lugar cercano a Chalchuapa se pone
de manifiesto el estilo escultórico Olmeca en un monolito llamado Monumento 12 o también
conocido como Piedra de las Victorias, ubicado actualmente en el Parque Arqueológico
Tazumal, dicho estilo reflejan un segundo momento de influencia olmeca, y al parecer es un
estilo muy parecido a los que se encuentran en el sitio La Venta (Albarracín-Jordán &
Valdivieso, 2013).

El Sitio La Venta: ¿La cúspide y consolidación de los elementos de poder Olmeca?

No podemos negar que el sitio de San Lorenzo jugo un papel importante para el surgimiento de
los olmecas, dado que ahí se fundaron los cimientos del desarrollo científico, ideológico y su
cosmovisión. Pero una región ubicada al extremo noroeste de Tabasco (González Lauck, La
antigua ciudad olmeca en La Venta, Tabasco, 1994) llamada como La Venta, en encuentran las
evidencias más importantes de esta civilización, un asentamiento de gran importancia que fue
habitado en el primero milenio antes de Cristo, es decir en el Preclásico medio, es ahí donde
surgió ese gran centro regional, en la Costa del Golfo de México (Carpio Rezzio, 2005).

Y es que el sitio La Venta sucede como capital del reino a San Lorenzo; La Venta fue fundada
sobre una meseta rodeada de ríos, pantanos, lagunas, es decir en tierra fértil, con una extensión
de quince kilómetros y situada estratégicamente en la periferia occidental del delta del río
Mezcalapa y adyacente al brazo más occidental de dicho delta: el río Tonalá (B. Sisson, 1983), y
aunque muchos difieren un poco sobre el período de tiempo, se sostiene que alcanzaron su
máximo desarrollo entre el 900 y 600 a.C (Florescano, 2007). En esta región, se han encontrado
estructuras con una interpretación realmente compleja, diversas investigaciones insisten en
afirmar que los rasgos arquitectónicos del sitio La Venta, demuestran que esta cultura alcanzó un
alto grado de definición de lo que se conoce como urbanismo, pero además es en esta región en
donde se genera el factor más importante dentro de esta civilización: la consolidación del poder
político olmeca (Carpio Rezzio, 2005).

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Entonces, a raíz de estas investigaciones se puede decir que en el sitio La Venta, ya existía una
clara demarcación entre el espacio considerado como urbano y el resto del territorio (Florescano,
2007). Así pues, dada su arquitectura y distribución urbanística se puede contemplar la
separación que existe entre las áreas monumentales y las zonas donde residían los demás
pobladores, es decir ya habían distintas áreas delimitadas por su funcionalidad, por ejemplo:
zonas de artesanos, agricultores, escultores, etc. Tan importante es esta región de los olmecas,
que algunos investigadores han sugerido que a la cultura olmeca se le debería de conocerse
como: La Cultura de La Venta (Sodi M., 1992). Por lo tanto debido a todos los hallazgos
localizados en dicha región se considera como la expresión por excelencia de todo a lo que se le
llama Olmeca (González Lauck, La zona del Golfo en el Preclásico: la etapa olmeca, 2001).

No se puede negar que los datos mostrados en las investigaciones de La Venta, específicamente
para el desarrollo de su patrón arquitectónico, se requirieron ciertas ideas de planeación
territorial y organización para poder concebir sus estructuras, esto es un gran indicador del poder
que ejercían los líderes sobre aquellos que participaron para realizar la titánica tarea de construir
todo aquello que complaciera a sus gobernantes. Ya que sin un tipo de liderazgo es difícil que se
alcance un nivel de desarrollo como el logrado en La Venta. De hecho este lugar debió ser
durante por un largo tiempo el centro religioso más importante (Disselhoff, 1967) para una
población que quizás fue víctima de factores externos que los motivó a movilizarse a este sitio,
aunque no conoceremos las verdaderas causas de esta migración.

Las primeras excavaciones realizadas en La Venta se dieron allá por el año de 1942 (Pérez
Suárez, 1994), dando como resultado el descubrimiento de dos tumbas ricas en ofrendas, entre
las cuales se encontraban orejeras, collares, y figurillas de piedras verdes. Dada la
espectacularidad del hallazgo, no hace pensar que indudablemente este sito pudo desarrollar unos
sistemas de poder más complejos que los encontrados en San Lorenzo, un mayor desarrollo
social, científico, ideológico capaz de manipular a las demás regiones cercanas, y sobre todo
agrícola ya que su entorno húmedo era apto para el cultivo del maíz, fuente principal de su
alimentación. Y debido a que también se encontraron esculturas de gran tamaño es evidente que
el transporte de dichos bloques de piedra requiera una gran organización social (Disselhoff,
1967), posiblemente algunos conocimientos de navegación, mismos utilizados para el desarrollo
de canales de comunicación con fines comerciales.

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Y en cuanto al considerado “arte olmeca”, La Venta es sin duda un testimonio de las habilidades
superiores que esta cultura presentaba con respecto a las poblaciones que la rodeaban, siendo
catalogados como únicos en su clase. Y para ello basta mencionar los mosaicos de serpentina
verde, que según ciertas interpretaciones, representaba el verde renacer de la naturaleza en la
primavera (Florescano, 2007), o también el sarcófago de arenisca, las hachas votivas, etc.,
además de lo antes mencionado, los olmecas ya habían elaborado un calendario ritual y quizás un
tipo de escritura aún muy cuestionada, pero que quizás haya sido mucho más antigua que la de
los mayas (Disselhoff, 1967). Otros investigadores afirman que los olmecas son simplemente los
antecesores prehistóricos de los pueblos mayas (Pijoan, 1958), es de ahí donde se genera la
discusión sobre aquellos elementos de poder que otras culturas reprodujeron casi de la misma
forma como lo hicieron los olmecas aunque probablemente no con los mismos logros alcanzados
por los olmecas de La Venta. Rodeada de nueve complejos arquitectónicos, en La Venta se
realizaban ciertas actividades tanto básicas como áreas de residencias y áreas otorgadas a la élite
con funciones cívicas-ceremoniales (González Lauck, La antigua ciudad olmeca en La Venta,
Tabasco, 1994).

Además de utilizarse como centro de actividades como las ya mencionadas, La Venta ejercía
cierto poder sobre la puerta de entrada al río Mezcalapa y a una de las vías de comunicación más
importantes que hacia una conexión entre Chiapas y Guatemala con la parte occidental de
mesoamérica (B. Sisson, 1983).

La distribución de La Venta está delimitada por las funciones propias del lugar, siguiendo un eje
de norte a sur, en el norte encontramos los yacimientos de los fundadores del reino, dicha área
está separada del área urbana por barreras arquitectónicas (Florescano, 2007), en ella se
encontraron ofrendas de tipo piedra serpentina, que como se menciona anteriormente
posiblemente está relacionado con el verde renacer de la naturaleza, símbolo de fertilización.
Esta distribución geográfica pudo ser posible gracias a la fuerza integradora de la ideología y a
todas aquellas prácticas culturales que dieron forma a la cultura olmeca, y que se vio plasmado
en su simbolismo religioso.

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Las expresiones jeroglíficas, cosmología y la organización sociopolítica: el poder Olmeca.

Según antropólogos e historiadores para que un grupo cultural se gane el título de civilización
(Angulo V., 1994) debe de ser indispensable que éste grupo tenga una forma de lenguaje que
permita poder tener un claro entendimiento con los miembros de su sociedad y que a la vez
permita aquella cohesión en las ideas y todas aquellas costumbres religiosas que llevan a la
formación de una unidad cultural de éstos grupos.

Las expresiones de poder encontradas y desarrolladas en el sitio La Venta ha sido desde lejos,
expresiones llenas de complejidad. Se puede apreciar que esta ciudad está poblada por entidades
sobrenaturales (Florescano, 2007) y muchos símbolos sagrados, símbolos que fueron los
principales hilos conductores de los mensajes que los gobernantes transmitieron a su pueblo. Y
es lógico pensar que entonces si contaban con algún tipo de lenguaje e iconografía para poder
expresarlos de tal manera que fuesen capaces de mover grandes cantidades de personas para
transportar la materia prima para la construcción de las cabezas colosales encontradas en los
sitios con evidencia olmeca, esto solo como una muestra de tal poder.

Estos elementos de poder, estuvieron cargados de un tipo de ideología y repleto de prácticas


religiosas que al final el objetivo principal era de forjar un espíritu colectivo e imprimirle
coherencia al conjunto social (Florescano, 2007), además de una identidad. Y este trabajo lo
desarrollaron de gran manera los gobernantes en aquel momento. Está claro que este personaje
unió el poder político con los mensajes ideológicos y los transformo en una especie de símbolos,
normas y prácticas culturales cotidianas que dotaron a la población de unidad, identidad,
coherencia no solo a los pobladores urbanos de La Venta sino también los llevo a expandirse a
las demás regiones de Mesoamérica.

El desarrollo urbanístico alcanzado por los olmecas de La Venta mostraba el orden cósmico y
mostraban a la superficie de la tierra como el punto donde convergían las fuerzas celestes con el
inframundo (Clark, Los Olmecas en Mesoamérica, 1994). Era el centro de equilibrio donde se
formaba la unión de las fuerzas negativas con las positivas que ponían en funcionamiento la
maquinaria universal. Todo esto era logrado por una persona capaz de manejar los hilos
ideológicos y religiosos y que lograba inspirar en su medio natural todos aquellos símbolos que
los rodeaban: las plantas y los animales (Kent Reilly III, 1994). Algunos investigadores
especialmente lingüistas (Angulo V., 1994) rechazan la idea de que los olmecas tenían una forma

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de escritura que les ayudaba a comunicarse con la población, pero es de tomar en cuenta que la
forma en como plasmaron su iconografía en las estructuras monumentales, las figuras
desarrolladas en jade bastaba para mostrar una idea de cómo los olmecas comunicaban su poder
sobre la población.

Otros aspectos relacionados al poder de los gobernantes estaban relacionados con la vestimenta
de estos, ya que para los olmecas las vestimentas elaboradas para la realización de rituales
comunicaba de alguna manera la cosmología y la ideologia que éstos comunicaban hacia su
pueblo. Dicho atuendo era muy similar a los que llevaban los del Formativo Medio, es decir con
características ancestrales muy similares a los que vestían los soberanos de las últimas culturas
mesoamericanas (Kent Reilly III, 1994). Otros elementos “de moda” en el auge de La Venta y
que dotaba al gobernante de cierto estatus y poder eran las hachas de jade (Florescano, 2007),
dichos objetos eran depositados en los entierros de las personas que eran consideradas de gran
importancia en determinado período.

Otro concepto relacionado con el poder que los gobernantes ejercían era el de eje cósmico, el
cual estaba relacionado con la concepción chamánica que divide al cosmo en tres niveles
(Florescano, 2007) y que solo aquellos seres humanos dotados de poderes especiales podían
ingresar a dichos niveles. Por lo general aquellos que lograban ingresar y transitar por dichos
niveles y comunicar a los seres humanos con el reino sobrenatural eran los que ocupan los cargos
de dirigentes. Y en el sitio La Venta se puede corroborar un grado de maduración de estos
símbolos de poder: ya sea por estatuillas de jade o monumentos.

Es como de esta manera los gobernantes de la época ejercían su poder sobre sus territorios, en
este caso en La Venta. Otro factor que se puso de manifiesto como un elemento de poder muy
importante fue el hecho de que los gobernantes proporcionaran a su población de un territorio
fijo (Florescano, 2007) en el cual ellos pudieran trabajar, desarrollar la agricultura y el comercio
a gran escalan, sabiendo que controlaban las vías marinas para poder importar material que no
estaba dentro de sus dominios o también para realizar el viaje a otras regiones y así poder
intercambiar sus productos. Además de haber diseñado una gran distribucion del espacio urbano
muy característico de La Venta, tomando en cuenta el aumento poblacional que muy
seguramente ocurrió en este lugar.

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Sirviéndose de un tipo de lenguaje, iconografía (Florescano, 2007), actos religiosos de gran
envergadura y de mucho significado, estelas mostrando a gobernantes como deidades, efigies
relacionadas según la interpretación a linajes que ejercieron algún tipo de poder muy similar en
generaciones pasadas como las cabezas colosales, sociedades complejas convertidas en sistemas
políticos directamente relacionados al sistema religioso, los Olmecas crearon un conglomerado
social asentado en bases territoriales, políticas y religiosas como en La Venta, que
posteriormente tomando esos elementos de poder utilizaron para influir en su población y en las
demás regiones mesoamericanas, creando así, como en su momento se dijo en esta investigación,
un tapiz cultural de amplio alcance llamado por Paul Kirchhoff como: Mesoamérica (Kirchhoff,
1967).

Consideraciones finales

Aunque se desconoce con toda certeza el génesis de los olmecas no deja de impresionar el
avance tecnológico alcanzado por esta civilización. Y es que estaban dotados de un desarrollo
tan avanzado que a la postre los llevó a ser consideradas como el tronco común de las
civilizaciones mesoamericanas. De hecho se ha podido corroborar que algunos factores
planteados al inicio de la investigación fueron utilizados como elementos de poder en el
desarrollo del período preclásico. Ya que fueron los olmecas los que instauraron una sociedad
jerarquizada, un grado de discriminación social (Sondereguer, 2003) y división laboral
compuesta por jefes-gobernantes-reyes, funcionarios, artesanos, militares y campesinos. Por
tanto entre algunas de las afirmaciones que cuentan con gran respaldo es que para que los
olmecas hayan logrado una difusión o influencia sobre las demas culturas, es que hayan utilizado
los canales de comunicación terrestres y marítimos para llegar a otras poblaciones y poder
compartir si ideologia y religiosidad.

Es decir que no fue por medio del uso militar (Sondereguer, 2003) o con el afán de conquista
dicha influencia, sino más bien por aquellos canales de comerciales que fueron aprovechados por
éstos para promulgar si ideologia, misticismo y productos por toda la región. La economía
olmeca fue un gran factor de poder utilizado sobre las otras poblaciones con poco desarrollo en
la agricultura. Una vez alcanzado el cenit tecnológico de nuevo aprovecharon las rutas
comerciales para expandir sus productos alimenticios probablemente, u otros artículos donde
además mostraban la figura del gobernante como un dios, como por ejemplo los casos de las

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figuras de jade. Y esto porque si damos una mirada al sitio La Venta, se puede verificar que la
región fue preparada para construir unas estructuras que narran los mitos de la creación
(Florescano, 2007) y que dichos símbolos si ejercieron un gran poder de persuasión sobre la
población y las demás regiones.

Por tanto, a excepción del elemento militar, se comprueba que la unión del poder político con el
religioso y el elemento tecnológico (agricultura, artístico, etc.) fueron causas de peso que
llevaron a los olmecas a mostrar en el sitio La Venta, su punto más alto en la región
mesoamericana y coaccionar sobre las demás culturas.

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