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Departamento de Psicología
Bogotá D.C
9/12/2021
Por otra parte, Lacan sitúa al inconsciente como un ente no material, no tangible, sin
sustancia, no guarda parentesco con un objeto real ni con algún ser, por ende, es ajeno a la
ontología, lo que lo caracteriza como preontológico, no es del orden del ser ni del no ser,
por lo cual, es el deseo del analista lo que lo hace existir, es la practica y experiencia del
analista la que le da sentido y presencia al inconsciente, en este orden de ideas, sin el
advenimiento del analista el inconsciente deja de tener sentido, pues es de la puesta en
marcha del quehacer analítico del cual se interpretaran y aparecerán sus posteriores
manifestaciones (xxxx). Nótese la ya marcada diferencia del inconsciente freudiano al
lacaniano, en el primero vemos como el inconsciente existe independientemente del
analista, sumido en el individuo, cuyo acto de imposición resulta en descubrirlo o
desvelarlo, a diferencia de Lacan, en el cual, no preexiste, si no que se creara, que esta por
venir, dado el significado interpretado del analista.
Como conclusión, hemos aprendido las variadas interpretaciones que han sido acuñadas por
el concepto de inconsciente, pasando de una concepción adjetivada, como complemento del
consciente de aquello que es desconocido, a ser un sistema independiente, como sustantivo,
siendo el eje de la vida psíquica, pasar otra vez a la concepción adjetivada pero con mayor
robustez e incorporada en los procesos de repetición además de las representaciones
reprimidas, y finalmente, la adquisición de un lenguaje como estructura del inconsciente en
las tesis lacanianas, donde el estatuto inconsciente no es ontológico y su existencia se debe
al deseo interpretativo del analista.
Referencias: