Está en la página 1de 2

7.

CARACTERÍSTICAS GENERALES DE LA ARQUITECTURA ROMÁNICA

Referentes históricos
A finales del S. X, la Europa cristiana alcanzó una etapa de estabilidad gracias a: la tranquilidad política de los
distintos reinos; la implantación del feudalismo; y la supremacía de la Iglesia como institución y como foco cultural.
Este poder intelectual de lo religioso sirvió para estimular el culto de las reliquias, lo que propició la peregrinación a
lugares santos como Jerusalén, Roma y Santiago de Compostela; lo que permitió abrir vías de comunicación
comercial y facilitar el carácter itinerante de los grupos maestros o artistas locales, que favorecieron la producción
artística.

En el S. VI se fundó la orden benedictina, basada en la idea de una vida consagrada a Dios. Los monjes benedictinos
debían guardar tres votos fundamentales: obediencia, castidad y pobreza. Este modelo contagio a la sociedad laica y
consiguió que la aristocracia feudal se relacionara con las grandes abadías para asegurarse la salvación eterna
mediante donaciones económicas.

Esto condujo a un enriquecimiento contrario al voto de pobreza, por lo que el monaquismo benedictino tuvo que ser
reconducido mediante la reforma cluniacense, iniciada en Cluny (Borgoña).

Localización y evolución artística


Se extendió desde los países escandinavos hasta el sur de Italia y el norte de la Península Ibérica. Sus etapas:
a) Primer románico: finales del S. X y XI.
b) Románico pleno: finales del S. XI hasta mediados del S. XII.
c) Tardorrománico: mediados del S.XII hasta inicios del siglo XIII.
Características generales
A principios del S. XIX, el estudio de la arquitectura de los S. XI y XII propició la unificación del gran número de estilos
de las distintas escuelas regionales y fijó término románico.
La arquitectura al servicio de Dios
 Catedrales e iglesias
Las peregrinaciones potenciaron la construcción de iglesias y catedrales, cuya estructura estuvo muy determinada
por su función y por contenidos simbólicos. Se orientaron de oeste a este, de manera que el primer rayo de luz solar
–identificado con la luz de Cristo- entrase por el ábside.
En segundo lugar, se recuperó el transepto, un espacio aparecido en las primeras iglesias paleocristianas, compuesto
por una o más naves que cruzan perpendicularmente el cuerpo longitudinal. La estructura podía ser de planta de
cruz griega o latina.
El crucero se cubría con el cimborrio.
De los tres elementos que cubrían la cabecera de los templos románicos, el transepto, el presbiterio y el ábside, fue
este último el que desarrolló una formulación más innovadora.
Además del ábside, se ideó el deambulatorio o girola, un pasillo semicircular que prolonga las naves laterales
rodeando la parte posterior del presbiterio, en el cual se abren pequeñas capillas radiales o absidiolos. Este pasillo
facilitaba el tránsito de los peregrinos dentro de la iglesia. A partir de la estructura primitiva paleocristiana, algunas
iglesias construyeron un espacio llamado nártex, utilizado como atrio de entrada al edificio.
En el interior, la nave central está cubierta con una bóveda de cañón reforzada por arcos fajones que descargan el
peso en pilares; las naves laterales, de menor altura y anchura, están coronadas con bóvedas de aristas. En los muros
que separan las naves se distinguen: las arquerías, que comunican la nave central con las laterales, y la tribuna un
corredor superior en el que se abren pequeñas ventanas por las que se filtra parte de la luz que ilumina el interior.
El peso de la bóveda de cañón obligaba a los arquitectos a utilizar muros muy anchos y macizos, que se reforzaban
con poderosos contrafuertes, a los que se abrieron pocas ventanas.

 Los conjuntos monacales. Fijaron la distribución de todas las dependencias del recinto monacal. En los
monasterios los espacios importantes se estructuraron alrededor del claustro, un patio central ajardinado,
donde los monjes llevaban a cabo sus meditaciones personales.
En España, destaca los conjuntos monacales de Santa María de Ripoll, San Martín del Canigó…

También podría gustarte