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Sociology Meets Biography: Peter Berger and the Social Construction

of Discontinuous Selves.
Fabiola Pérez Murillo.
201927647.
La lectura nos explica tres tópicos, el primero "La construcción social de la continuidad
biográfica", el segundo " La construcción social de la biografía, discontinuidad biográfica, y
el tercero "Reinterpretación del pasado", para abordar el primer tópico nos dice que
tradicionalmente asociada a la permanencia, la noción de
identidad se refería originalmente a la percepción de la misma a través del tiempo y David
Hume nos dice que "tenemos una idea distinta de un objeto, que permanece invariable e
ininterrumpido a través de una supuesta variación de tiempo; y a esta idea la llamamos de
identidad o semejanza", y tal identidad, es efectivamente ficticia, ya que la idea misma de
una entidad supuestamente ininterrumpida es un producto de nuestra mente, Así mismo nos
habla de "Un Yo continuo, lo que explica como el resultado de una integración mental de
percepciones de alguien, pero que se experimentan por separado.
Nos dan un ejemplo claro con la enfermedad de Alzheimer, de esta manera explica que es
esencialmente nuestra la memoria lo que permite esa integración mental y, por tanto, la
propia ilusión de continuidad biográfica, lo que quiere decir que la identidad personal, es un
producto de nuestra memoria y es nuestra memoria, en definitiva, la que vincula nuestros
diversos yoes en diferentes momentos en un yo aparentemente único e integrado. Lo que
presupone la noción de una biografía continua, que implica un único yo supuestamente
persistente y para Linde es ahí el papel fundamental de una biografía "coherente", en
nuestros esfuerzos de percibir a los demás (y de presentarnos ante ellos) como entidades
integradas, pero, esta "coherencia" no es un hecho, sino algo que se consigue, algo que se
logra mediante el uso de una estrategia nemotécnica (técnica de aumentar la capacidad de
retención de la memoria.) estrategia que facilita la ilusión de persistencia.
Estos lazos aparentemente tangibles entre diferentes manifestaciones históricas no
contiguas del supuesto "mismo" yo son bastante evidentes en la forma en que utilizamos las
reliquias físicas (Zerubavel) para "conectar" el yo pasado y el presente, lo que ayuda a
explicar porqué perder los libros, la ropa o los peluches de la infancia en un incendio o una
inundación o animales de peluche de la infancia en un incendio o una inundación puede ser
tan doloroso desde el punto de vista existencial. Sin embargo, esta "conexión" también se
realiza de forma discursiva mediante el uso de narrativas diseñadas específicamente para
enfatizar la persistencia del yo a través del tiempo, como se evidencia, por ejemplo, en tanto
en los juicios penales como en las entrevistas de trabajo, por no hablar de la propia de un
currículum vitae.
Estas narraciones suelen incluir acontecimientos pasados que supuestamente están
"conectados" con el yo actual ("siempre le gustó ayudar a la gente"). Sin embargo, también
implican de las manifestaciones pasadas del yo que, de alguna manera, son incongruentes
con su versión actual que de alguna manera son incongruentes con su versión actual
proyectada.
La construcción social de la biografía, discontinuidad biográfica.
Así como la continuidad biográfica se construye socialmente, la discontinuidad biográfica
también,y fue Peter Berger el primer sociólogo que abordó este fenómeno en un capítulo de
"Invitación a la Sociología" subtitulado provocativamente "Cómo de un pasado
prefabricado", sentó las bases de una sociología para una sociología de la biografía en toda
regla.
La construcción social de la discontinuidad histórica (de la discontinuidad biográfica no es
más que un caso particular) gira en torno al acto mental de la periodización, que implica
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invocar puntos de inflexión históricos (incluso biográficos) supuestamente transformadores
(Zerubavel 1998, 2003: 82-100).
Y, como demuestra Berger, en ningún lugar se manifiesta esto de forma más dramática que
en el caso de la conversión a un nuevo sistema de significado en el que el sistema de
significados en el que se puede situar la propia biografía. De este modo, el converso puede
entender ahora toda su vida anterior como un movimiento providencial hacia el momento en
que la niebla se disipó ante sus ojos.
La conversión introduce una nueva periodización en la propia biografía, inevitablemente, el
período que precede al
evento que ahora se designa como decisivo se interpreta como una preparación, lo que
quiere decir que la conversión es un acto en en el que el pasado se transforma
dramáticamente. (Berger 1963: 61-62. Énfasis añadido).
Esto, por supuesto, es más espectacularmente evidente en el caso de la conversión
religiosa, que es, de hecho, el contexto en el que solemos pensar en el acto de la
conversión. Sin embargo, Berger también lo examina en el contexto de la conversión
ideológica, que, dado su potencial igualmente transformador, es sorprendentemente
análoga a la conversión religiosa:
Si bien esto es manifiestamente apto con respecto a las conversiones religiosas las
confesiones seculares modernas proporcionan experiencias muy similares a sus
adherentes. El proceso de convertirse en comunista, por ejemplo, implica una drástica
pérdida de la vida pasada. Al igual que el nuevo cristiano ahora entiende su vida anterior
como una larga noche de pecado y alejamiento de la verdad salvadora, el joven comunista
entiende su pasado como un cautiverio en la "falsa conciencia" de una mentalidad
burguesa.
Los acontecimientos pasados deben ser reinterpretados radicalmente. (Berger 1963: 62.
Énfasis añadido).
De hecho, incluso las "relaciones pasadas del converso deben ser como demuestra Berger
en el caso del psicoanálisis, en el que "padres, madres, hermanos, hermanas, esposas e
hijos y los hijos" son a menudo "arrojados uno por uno al caldero conceptual y emergen
como figuras metamorfoseadas del panteón freudiano" (Berger 1963: 62)
Reinterpretación del pasado
Berger también aborda la base erróneamente convencional de los "puntos de inflexión"
históricos, desesencializándolos así de forma efectiva (Zerubavel 2016):
Tal vez el acontecimiento decisivo de la historia del hombre en este planeta tuvo lugar en
una tranquila tarde del año 2405 a.C. cuando un sacerdote egipcio se despertó de su siesta
y supo de repente la respuesta final al enigma de la existencia humana - y rápidamente
expiró sin decírselo a nadie. Quizá todo lo que ha sucedido desde entonces no sea más que
un postludio intrascendente. Nadie puede saberlo, excepto quizás los dioses, y sus
comunicaciones parecen ser lamentablemente ambiguas. (Berger 1963:56).
Esto se aplica también a los "puntos de inflexión" lo que nos ayuda a ser más conscientes
de la naturaleza selectiva de lo que incluimos y excluimos de nuestros relatos biográficos.
Además, también nos ayuda a ser más conscientes de la naturaleza dinámica del proceso
de construcción de cualquier biografía, como lo demuestra la forma en que revisamos
constantemente nuestro currículum y otros esbozos biográficos. Al fin y al cabo, cuando
hablamos de nuestra identidad actual, parece que sentimos la necesidad de actualizar
constantemente nuestro pasado. En efecto, el pasado es maleable cambia constantemente
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a medida que nuestro recuerdo reinterpreta y explica lo que ha ocurrido, seguimos
reinterpretando nuestra biografía como los estalinistas reescribían la Enciclopedia Soviética
dando una importancia decisiva a algunos que otros fueron desterrados al ignominioso
olvido. (Berger 1963: 57. Énfasis añadido).
En otras palabras, "cuando recordamos el pasado, lo reconstruimos de acuerdo con
nuestras ideas actuales de lo que es importante y lo que no lo es" (Berger 1963: 56). La
"verdadera" comprensión de nuestro pasado", por tanto, no es más que "una cuestión de
nuestro punto de vista". Y, obviamente, nuestro punto de vista puede cambiar. La "visión" de
hoy se convierte en la "racionalización" de mañana, y al revés" (Berger 1963: 59).
El peligro, por supuesto, es que al mismo tiempo que es "liberador y profundamente
satisfactorio" (Berger 1963: 63), esa maleabilidad de nuestro pasado personal no ofrece, sin
embargo, ningún punto claro de cierre. Después de todo, advierte Berger el reconocimiento
de que ésta o cualquier otra conversión no es necesariamente definitiva, que uno puede ser
reconvertido y reconvertido, es una de las ideas más aterradoras que puede tener la mente,
[ya que] conduce a una sensación de vértigo, una agorafobia metafísica ante los horizontes
infinitamente superpuestos del propio ser posible. (Berger 1963: 63. Énfasis añadido).
Tal peligro se multiplica en realidad al tomar conciencia de que tanto la continuidad como la
discontinuidad históricas (y, por tanto, biográficas) son meras construcciones sociales (Z. B.)
continuidad son meras construcciones sociales (Zerubavel 2003: 37-54,
82-100). Como nos recuerda Berger, la realidad biográfica es, de hecho, bastante
desordenada si desesencializamos la propia noción de "coherencia" biográfica. Y esa puede
muy bien ser su contribución más duradera a la sociología de la biografía.

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