Está en la página 1de 5

Círculos de Discernimiento Vocacional

1.2 A quién llama Dios


Ustedes son descendencia elegida, reino de sacerdotes, nación santa (1 Pe 2, 9)

Los rumores dicen algo de verdad, y por eso la gente los cree; pero a la vez deforman esa
verdad porque contienen ideas falsas. Algo así ocurre con la vocación. Mucha gente piensa que la
vocación es un don grande, y es cierto; pero a la vez piensan que ese don sólo es dado a algunos. De
ahí la expresión “hay que tener vocación” referida a algunos caminos que se consideran especiales.
La vocación no es un privilegio para los piadosos o para los buenos. Es un don gratuito para todos.
Depende más del amor a Dios, de su corazón, que del hombre.

Nadie “tiene” vocación como se tiene un tesoro o un objeto. Nadie se gana la vocación a
partir de sus méritos personales. Tampoco a base de “generosidad”. Los personajes bíblicos que son
llamados se complacen en mostrar su pequeñez. A ellos la vocación les hace aún más humildes y
pequeños. La comprenden como un don que los sobrepasa en exceso. Son hermosos los rasgos de
humildad que manifiestan María, Jeremías, san Pablo... fueron llamados para ser santos, pero no por
ser santos con anterioridad. Isaías se considera un hombre de labios impuros, y Pedro, al
comprender la identidad mesiánica de Jesús, le pide: apártate de mí porque soy un pecador.

Cuando responden al llamado no lo hacen orgullosamente, como quien subraya el mérito de


su virtud. El pueblo de Israel, al recibir la vocación a la libertad, entonó un himno de alabanza al
Señor (Ex 15, 1-21); María, al saberse elegida para ser madre del Salvador, exclamó un cántico
lleno de humildad y de misericordia (Lc 1, 46-56). Tienen clara conciencia de quién llama y de
quién es llamado. A la vez saben que Dios llama a todos, de modo que su vocación es como un
signo de la bondad de Dios para cada una de las personas y de los pueblos. Para ellos la vocación es
un gran regalo de Dios, pero no un privilegio excluyente.

Frecuentemente se convierten en mediadores de la llamada de Dios para otras personas:


Elías llamó a Eliseo, con el deseo de compartir con él el espíritu que había recibido de Dios (1 Re
19, 19- 21); el principio del evangelio de san Juan nos da cuenta de una cadena de llamados-
llamadores (Jn 1, 35-51); san Pablo llamó también a muchos a seguir al Señor pobre y humillado
(Flp 2, 5-11). Estos personajes parecen comprender que la llamada es un don universal.

Las personas que Dios llama se hallan indefectiblemente unidas a la historia del pueblo y a
su destino de salvación. Así, la vocación de Moisés es inseparable de la esclavitud del pueblo en
Egipto y de su nuevo camino de libertad en el desierto: serán ustedes un pueblo santo, un pueblo de
reyes y de sacerdotes. La vocación de cada uno de los profetas marca una etapa en la vida del
pueblo y un llamado para todos. La vocación de María es como el preámbulo del Nuevo
Testamento y de un nuevo pueblo, que será como familia de Dios. La vocación de san Pablo está en
el origen de la expansión de la Iglesia entre los paganos. Tu vocación tampoco existe desconectada
de la vocación y necesidades del pueblo. Si consideras la posibilidad de ser-para-Dios, debes
considerar igualmente la posibilidad de ser-para-el- pueblo.

El hombre actual tiene dificultades para comprender este sentido universal y desprendido de
la vocación porque es muy individualista. Con frecuencia tenemos la impresión de que todo lo
podemos solucionar con nuestras fuerzas y consideramos sólo nuestras necesidades personales

1
Círculos de Discernimiento Vocacional

como criterio de elección. No es raro que adquirir un puesto en la vida signifique escalar sobre los
demás. En este sentido tu esfuerzo por conocer el llamado de Dios es un esfuerzo contracultural. La
vocación no se puede comprender sino como un humilde servicio en medio del pueblo y de ninguna
manera es un privilegio sobre los demás.

Es importante que al meditar sobre tu futuro vocacional lo hagas en estrecha relación con
las necesidades sociales. Sintonizar con el pueblo de Dios y sus urgencias, llevar estos
pensamientos a la oración, trabajar apostólicamente por ayudar, compartir tu proceso vocacional
con personas que están en esta sintonía. Todo esto te llevará a plantear tu futuro desde la sensata
postura de quien considera el ambiente social que marca nuestra vida. Por ese ambiente social Dios
te llama; a ese ambiente social te envía.

No te engañes pensando que por tus propias fuerzas vas a responder. Es mejor que cultives
la actitud humilde de quien conoce su pequeñez. Que la vocación no te separe del pueblo, como si
fueras alguien especial, sino que te integres a ese pueblo, te abajes cuanto puedas, para que sea sólo
Dios quien llame. Considera con frecuencia cómo el llamado gratuito de Dios da a todos una
idéntica dignidad, porque lo más valioso de nuestra vida no lo hemos construido, sino lo recibimos
gratis. Si aún no percibes el llamado, quizá porque piensas que es sólo para personas
extraordinarias, afina el oído, abre tu corazón con sencillez y seguramente escucharás, como una
brisa, a Dios que toca a tu puerta, al prójimo que necesita de ti.

2
Círculos de Discernimiento Vocacional

Ejercicio: conocimiento personal y madurez

Como sabes, toda historia tiene unos personajes. El elenco se forma a partir de dos o tres
personajes importantes y existen muchos otros secundarios. Hay que describir con precisión al
protagonista de la película, que en este caso eres tú. Ahora es el momento de acercarnos a los
detalles de tu personalidad, para que sea auténticamente la “historia de tu vida”.

Efectivamente, para responder a Dios hay que reconocer cuáles son los medios con que
contamos y cuáles las deficiencias. Al describirte a ti mismo, te invito a elaborar el inventario de tu
personalidad, para que sepas mejor qué valores y qué antivalores se ponen en juego en tu respuesta
a su llamada.

Para ello espero que te sirvan estas preguntas. Acuérdate de escribir en tu libreta, para que
luego lo puedas comunicar mejor con tu acompañante.

a) Cuando me miro a mí mismo, ¿qué siento? ¿me gusta ser como soy? ¿Acepto mi cuerpo tal
como es? ¿qué es lo que más me cuesta aceptar?

b) ¿Qué ocurre con mi origen social? ¿acepto la condición económica de mi familia, con sus
riquezas y limitaciones? ¿alguna vez me he avergonzado de ellos? ¿cómo me relaciono con
personas de clase más alta o más baja que la mía?

c) ¿Me conozco a mí mismo? ¿cuáles son mis principales cualidades? ¿cuáles mis principales
defectos? ¿temo darlos a conocer?

d) ¿Cómo reacciono ante las personas? ¿Soy tímido, espontáneo, abierto, impositivo,
comunicativo, reservado, manipulador...?

e) ¿Hay momentos en los cuales me percibo como egoísta o pecador? ¿en qué ocasiones? ¿en
esos momentos suelo recurrir a la ayuda de Dios por medio de la confesión?

f) ¿Existen situaciones en las que me siento especialmente solo?

g) ¿Qué imagen doy de mí ante los demás? ¿esta imagen de mí mismo, me preocupa? ¿por
qué?

h) ¿Qué pienso que es lo más importante en mi vida?

i) ¿Valoro mi ser de hombre en toda su plenitud, mi masculinidad o lo restrinjo a la imagen


que presenta la sociedad actual, la publicidad como la confusión de género? ¿Tengo alguna
preocupación en relación con mi vida sexual?

j) ¿Cómo me relaciono con cada uno de los miembros de mi familia?

k) ¿Me importan los demás, lo que les ocurre y lo que son? ¿o soy indiferente ante ellos?
¿hago algo a favor de quienes pasan más necesidades?

3
Círculos de Discernimiento Vocacional

l) ¿Comparto mis sentimientos con alguien? ¿o tiendo a esconder lo más profundo de mis
afectos?

m) ¿Soy dócil ante los consejos o llamadas de atención que me hacen las demás personas?
¿alguna vez he pedido que me corrijan?

n) ¿Me dejo llevar por la presión de la moda o por el que dirán? ¿pienso que tengo una
personalidad definida o soy uno más en una multitud?

o) ¿Tengo la capacidad de aprender de los demás, sobre todo cuando responden a los grandes
problemas de la vida?

p) ¿Me tomo tiempo para pensar las cosas? ¿Cómo está mi capacidad de reflexión o de
introspección?

q) ¿Qué tengo pensado para mi futuro... le temo o me apasiona? ¿Qué me gustaría llegar a ser?
¿Cómo me preparo desde ahora? ¿Qué otros proyectos o inquietudes tengo en mi vida?
¿Cómo me preparo para elegir mi vocación?

4
Círculos de Discernimiento Vocacional

Pautas para la oración

Haz oración a partir de:

 Las actitudes humildes de María (Lc 1, 46-56)


 Jeremías (Jer 20, 7- 13)
 Pablo (1 Cor 15, 7-8)
 Pedro (Jn 21, 15-19).

Dedica un tiempo de tu oración personal para pedir por los sacerdotes, religiosos y
religiosas, porque su vocación es sostenida por la gracia del Espíritu Santo.

Medita las palabras de san Ignacio: El que piensa que es para algo, es para poco; el que
piensa que es para mucho, no es nada.

Para el diálogo con tu orientador

Comparte con tu orientador el ejercicio de conocimiento personal. No temas hablar con él


de los aspectos de inmadurez o debilidad que hay en ti. Son los que más te harán crecer.

Criterio de discernimiento

Quien es llamado, debe tener una clara conciencia de su pobreza y su debilidad. Si la


experiencia de la llamada te hace más orgulloso, es signo de que no es una auténtica llamada de
Dios. El hecho de sentirte llamado debe despertar en ti la inquietud de llamar a
otros, como los discípulos de Jesús.

También podría gustarte