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Jesús lo miró con cariño y le dijo: una cosa te falta... (Mc 10, 21)
Los personajes bíblicos y los santos respondieron a esta pregunta. Cada uno se
refiere a su propio caso, y aseguran unánimemente que no ha sido por sus méritos, sus
cualidades o su buena disposición. En general ocurre lo contrario, que aquellas personas no
estaban bien dispuestas y no contaban con muchas cualidades. Su voluntad personal era
incluso opuesta a la voluntad de Dios que se les manifestaba. Ellos parecen responder:
“porque él quiso”.
hacer por él, darle de lo que tengo con prontitud. Como los padres. Aman a sus hijos y ni se
preguntan si conviene o no alimentarlos, limpiarlos, curarlos... lo hacen prontamente
movidos por el amor. Dios actúa movido por amor. Por eso la voluntad de Dios no consiste
en enviar desgracias a los hombres. Él sueña y piensa en el bien de sus hijos, como un
padre. Este es el sentido del misterio. Dios está presente en la historia, en tu propia historia,
amando. En esto consiste la vocación: ser instrumento del amor de Dios, realizar lo que él
lleva en el corazón.
Dios llama a todos, pero sólo escuchan su llamado los que libremente sintonizan
con su corazón. Quien presta oídos al clamor del pueblo, quien no puede soportar el dolor
de los demás sin hacer algo por ellos, quien permanece abierto a su misterio, escucha
constantemente la llamada de Dios. Esto les ocurrió a los santos: de tal manera captaron los
deseos del corazón de Jesús que se convirtieron en instrumentos de la acción que brota de
él.
Para ser sensibles a la llamada, no sirve preguntar ¿por qué a mí? Más bien
conviene descubrir el porqué de toda llamada en el corazón de Dios. Por eso te recomiendo
que le pidas sus ojos prestados a Dios y te acerques a él para sentir con su corazón. Sólo
verás con nitidez si te aproximas a las necesidades con una mirada nueva. Se decía en el
principito: Lo esencial es invisible para los ojos, sólo se ve bien con el corazón (Saint-
Exupéry, El principito, 21,6).
Lo expresa Pablo con hondura: Tengo los sentimientos que corresponden a quienes
están unidos a Cristo Jesús. El cual, siendo de condición divina, no consideró codiciable el
ser igual a Dios. Al contrario, se despojó de su grandeza, tomó la condición de esclavo y se
hizo semejante a los hombres (Flp 2,5-7).
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Proceso de Acompañamiento Vocacional
Cuando te sabes amado por Dios, adquieres una certeza. Que solos no podemos
descubrir lo mejor que hay en nosotros mismos. Es necesario estar con él, pedirle que
nos ayude a encontrar nuestro tesoro, que nos ayude a mirar como él mira nuestra vida,
nuestra historia, nuestra sociedad...
Es el mismo ejercicio que Dios llevó a hacer a los personajes bíblicos, ayudándoles
a leer la realidad desde su mirada amorosa y clemente. Tú vives en clave de vocación
cuando sabes mirar las cosas desde el punto de vista de Dios y de su amor.
Busques un lugar solitario, donde puedas hablar con Dios como haces con un
amigo, y platiques de las cosas que llevas en el corazón. ¿cómo te fue? Compártelo con
tu acompañante vocacional.
Prepárate o dispón tu corazón, aquieta tu mente y concentra tus sentidos,
afina el oído para escuchar su voz. Ahora recita esta oración:
Señor Jesucristo:
Que tu presencia inunde por completo mi ser, y tu imagen
se marque a fuego en mis entrañas, para que pueda yo caminar a la luz de tu figura,
y pensar como tú piensas, sentir como tú sientes, actuar como tú actúas, hablar como tú
hablas, soñar como tú sueñas y amar como tú amas.
Pueda yo, Señor, como tú, despreocuparme de mí mismo para preocuparme por los
demás, ser sensible para mí y para los demás.
Pueda yo ser sensible y misericordioso, paciente, manso y humilde; sincero y veraz,
para que así los que me ven, te vean.
Porque hoy comprendo. Señor, que necesitas de mí: mis labios para seguir
bendiciendo, mi corazón para seguir amando, mis manos para seguir repartiendo tu
cuerpo, mis pies para seguir acercándote a los hombres.
No permitas. Señor,
que rechace el proyecto de amor
que tienes para mí.
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Proceso de Acompañamiento Vocacional
Padre, me pongo en tus manos, haz de mí lo que quieras, sea lo que sea, te doy las
gracias. Lo acepto todo, estoy dispuesto a todo, con tal que tu voluntad se cumpla en mí y
en todas tus criaturas. No deseo nada más, Padre. Te confió mi alma, te la doy, con todo el
amor de que soy capaz, porque te amo, y necesito darme, ponerme en tus manos sin
medida, con una infinita confianza, porque tú eres mi Padre.
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Proceso de Acompañamiento Vocacional
Descubre en ellas cómo los personajes bíblicos aprendieron a mirar el mundo con los ojos
de Dios.
Haz oración repetidamente con las palabras de Charles de Foucauld. Haz un esfuerzo por
hacerlas tuyas, y abrirte profundamente a lo que Dios quiera de ti. Puedes buscar otras oraciones de
los santos que van en esta misma línea, o formular las tuyas propias.
Criterio de discernimiento
La oración vocacional consiste en ponerte delante de Dios y permitir que él te llame para lo que él
quiera. Para poder responder es necesario que aprendas a permanecer disponible y obediente
delante de Dios.