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ELPROCESO
PENALVENEZOLANO
Roberto Delgado Salazar
2017
Presentación……….......................................................................................................................10
Introducción…………...................................................................................................................11
Capítulo I…………………............................................................................................................13
Aspectos Generales......................................................................................................................13
1. Importancia de la actividad probatoria..................................................................................13
2. Conceptos de prueba................................................................................................................13
3. Medios, órganos y objetos de prueba......................................................................................14
3.1 Medios de prueba....................................................................................................................14
3.2 Órgano de la prueba...............................................................................................................14
3.3 Objeto de la prueba.................................................................................................................14
4.Fundamentos de la actividad probatoria................................................................................15
4.1 Presunción de inocencia.........................................................................................................15
4.2 Garantía frente a la arbitrariedad..........................................................................................15
5.Evolución histórica de las pruebas...........................................................................................15
5.1 Grecia……………….................................................................................................................16
5.3 Período justiniano....................................................................................................................16
5.4 Antiguo derecho germánico...................................................................................................17
5.5 Derecho canónico....................................................................................................................17
5.6 La revolución francesa............................................................................................................18
6.Pruebas y sistemas procesales..................................................................................................18
7.Actividad probatoria del proceso penal venezolano.............................................................18
7.1 En la fase preparatoria............................................................................................................19
7.2 En la fase intermedia...............................................................................................................20
8.Carga de la prueba.....................................................................................................................20
8.1 Carga de la prueba y presunción de inocencia....................................................................21
Capítulo II…………......................................................................................................................22
Principios Probatorios.................................................................................................................22
9.Generalidades.............................................................................................................................22
9.1 Contradicción...........................................................................................................................22
9.2 Concentración..........................................................................................................................23
9.3 Inmediación..............................................................................................................................24
9.4 Oralidad…………....................................................................................................................24
9.5 Unidad de la prueba...............................................................................................................25
9.6 Comunidad de la prueba........................................................................................................25
9.7 Interés publico.........................................................................................................................28
La realidad jurídica del país ha venido experimentando significativos cambios y avances en materia
procesal desde que fue publicado el Código Orgánico Procesal Penal y en sus múltiples reformas, siendo
la última (6ta) la del 15 de junio de 2012, que a nuestro parecer constituye un nuevo código adjetivo no
sólo por el carácter formal de ser un decreto con rango, valor y fuerza de ley, sino por la gran cantidad de
modificaciones y nuevas disposiciones que también han tenido extraordinaria relevancia, incluyendo
diversos aspectos sobre pruebas y actividad probatoria, además del surgimiento en los últimos años de
leyes especiales que contienen algunos asuntos relacionados con esta materia, aunado ello a la constante y
cambiante jurisprudencia emitida por el más alto Tribunal de Justicia en sus Salas Constitucional y de
Casación Penal y por juzgados penales del país.
Lo que nos ha obligado a estar revisando constantemente muchos planteamientos hechos en las
ediciones anteriores desde el año 2004 hasta el 2015, totalmente agotadas; y es por ello que se presenta
esta séptima edición de Las Pruebas en el Proceso Penal Venezolano, conservando su estructura inicial pero
revisada y actualizada, donde se adiciona un importante capítulo sobre pruebas en procedimientos
especiales, tratando de utilizar como siempre un lenguaje claro y lo más sencillo posible que pueda llegar
a todos, incluyendo a quienes no transitan por las sendas del derecho y menos en esta área de las Ciencias
Penales.
Testifico una vez más mi eterna gratitud por la extraordinaria receptividad que ha tenido esta obra y
la satisfacción como autor de haberle sido útil a jueces, fiscales, defensores públicos, abogados litigantes o
corporativos, estudiantes y otros, esperando los necesarios comentarios, favorables o no, y hasta las
observaciones y reparos que harán falta.
Quedará, como siempre, sujeta a la sana crítica del lector, que podrá valorarla libremente como prueba
de un esfuerzo dirigido, con los mejores propósitos, hacia un mayor conocimiento y divulgación de una
parte importante del derecho probatorio.
Decía Mittermaier que las leyes que decretan penas contra sus infractores, aún las más sabias,
vendrían a ser infructuosas, si los culpables, que en menosprecio de sus prescripciones han atentado
contra la paz pública, no fuesen irremisiblemente sometidos a las consecuencias de aquéllas, establecidas
en una sentencia que debe versar sobre la verdad de los hechos de la acusación, que a la vez debe tener
por base la prueba. 1
Así es considerado en este trabajo, en el que se comienza, desarrolla y concluye teniendo como
fundamento la importancia de la actividad probatoria del proceso penal, bajo la estimación de que las
pruebas son la vida del proceso, más bien son el proceso mismo, instrumento fundamental para la realización
de la justicia, sobre todo en la materia penal, porque ese proceso se debe resolver estableciendo la verdad
de los hechos que son objeto de una imputación, necesariamente con base en el material probatorio que le
ha sido aportado y debidamente evaluado en la sentencia, siempre con sujeción a los principios y normas
que apuntalan los derechos fundamentales y garantías de un debido proceso para el justiciable y sus
demás actores, dentro de un Estado democrático y social, de derecho y de justicia.
Se pretende dar aquí un modesto aporte para el conocimiento y estudio de una materia sobre la que
no mucho se ha escrito en el país, como la de las pruebas en el proceso penal venezolano, a la luz de la
doctrina y el ordenamiento jurídico que rige en Venezuela desde 1999, a partir del Código Orgánico
Procesal Penal y la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, con una visión analítica y
actualizada, a veces necesariamente crítica, sobre la regulación de ese proceso y su realidad, con apoyo en
importante doctrina nacional y extranjera, así como en jurisprudencia del Tribunal Supremo de Justicia,
en lo que toca esa actividad probatoria tan necesaria y de primer orden.
Además de esa legislación fundamental que orienta y regula nuestro nuevo proceso penal venezolano,
se han tomado en cuenta también otras leyes especiales u ordinarias, como los derogados Código de
Enjuiciamiento Criminal y Ley Orgánica sobre Sustancias Estupefacientes y Psicotrópicas, para la
comparación entre el viejo y nuevo sistema, la Ley Orgánica para la Protección del Niño y el Adolescente,
el Código Civil y el Código de Procedimiento Civil, que, en criterio del autor y discrepando de
respetables opiniones, entre ellas la que en alguna oportunidad ha plasmado el más alto tribunal, aún
debe servirnos para suplir algunos vacíos o puntos dudosos del COPP, especialmente en materia de
pruebas y algunas formalidades de éstas, aunque este código no contenga norma general de reenvío al
respecto, siendo que las leyes adjetivas penales han sido sucesoras del primer código que rigió el proceso
civil, que fue el llamado «Código Arandino de Procedimiento Judicial» de 1836, que además contenía
toda la normativa que entonces regulaba el proceso penal y que luego, al desprenderse de allí,
íntegramente fue a formar el primer Código de Enjuiciamiento Criminal, como lo enseñó el maestro
Arminio Borjas hace muchísimos años, al comentar la norma de reenvío contenida en su artículo 20, que
por ello era innecesaria.
Los primeros capítulos de esta obra, están destinados a consideraciones generales sobre la actividad
probatoria y las pruebas penales, su importancia, presencia en la historia y sistemas procesales; los
principios probatorios, la ilicitud de la prueba, su anticipo, necesidad, pertinencia, estipulaciones, la
promoción de pruebas, iniciativas probatorias del juez en este sistema predominantemente acusatorio y
apreciación de las pruebas; luego, en cada uno de los otros capítulos se explanan los distintos medios de
prueba en particular: testimonio, confesión, documentos, experticia, inspección, informes y prueba
indiciaria; así como el traslado de pruebas y los medios auxiliares, como la interpretación y traducción;
los medios de prueba libres, a saber: la reconstrucción, simulación y activación de hechos, además de las
declaraciones a través de video-conferencias; las pruebas en los recursos de apelación y casación; y un
último capítulo sobre pruebas en procedimientos penales especiales con lo que se ha tratado de abarcar lo
más significativo del espectro probatorio.
Nadie discute sobre la importancia que tiene la actividad dirigida a probar hechos dentro de un
proceso judicial de cualquier índole. Dice un viejo adagio: «tanto vale no tener un derecho cuanto no poder
probarlo», o mejor dicho, en cuanto no se tenga la prueba del hecho del que se pretenda hacer valer ese
derecho y no se le acredite debidamente en un proceso. Es que sin la existencia de la prueba, el orden
jurídico sucumbiría ante la ley del más fuerte, dado que no sería posible la resolución de ningún conflicto
en forma racional, como lo expresa Casimiro Valera.2
Es difícil imaginar un proceso en el que no haya habido actividad probatoria alguna. Se ha llegado a
afirmar que «sin pruebas no hay proceso», que las pruebas son la vida del proceso, son el proceso mismo. En
este sentido, el gran utilitarista Jeremías Bentham dijo hace muchos años, que «el arte del proceso no es
esencialmente otra cosa que el arte de administrar las pruebas».3 Por supuesto que esto no se aplica para los
procesos o incidencias donde sólo se ventilan cuestiones de mero derecho, fundamentalmente de
interpretación sobre normas jurídicas.
Conforme al sistema jurídico vigente, en las resoluciones judiciales sólo se podrá admitir como
ocurridos los hechos y circunstancias que hayan sido acreditados mediante pruebas, a menos que se trate
de aquellos hechos que por notorios o evidentes no necesitan comprobación, según lo que más adelante
será expuesto, lo que impide que esas resoluciones sean fundadas en elementos puramente subjetivos.
En el proceso penal existe la necesidad de determinar mediante pruebas la certeza de los hechos a los
que debe aplicarse el derecho sustantivo, o sea los hechos que son el objeto de la imputación, lo que los
antiguos denominaron el thema probandum. El proceso penal es pues, fundamentalmente un proceso de
hechos, o sea de hechos punibles, que deben ser reconstruidos en el mismo. Esa reconstrucción se logrará
con la constatación de los rastros o huellas que los hechos pudieron dejar en cosas o personas, o de los
resultados de experimentaciones o inferencias sobre aquéllos.
2. Conceptos de prueba
Para algunos autores como Guasp, Silva Melero, Gorphe y Giulliani, citados por Devis Echandía, 12 se
puede hablar de varias fases históricas por las que han atravesado las pruebas, a saber:
En síntesis, en el Derecho Romano, según Silva Melero, 14 se encuentran los principios esenciales que
informan el sistema probatorio de la Civilización Occidental.
5.4 Antiguo Derecho Germánico
Mientras en el Derecho Romano la prueba era un medio para persuadir al juez, quien generalmente
podía valorarla con libertad, con las limitaciones que se produjeron en el Imperio, en el proceso
germánico la prueba tenía una finalidad en sí misma y conducía a fijar la sentencia, que el juez apenas
adoptaba. Surge así un nuevo concepto de la prueba legal, sometida a una rigurosa formalidad y sus
resultados eran generalmente incontrovertibles. Sin embargo, no se trataba de un sistema legal de
pruebas, como posteriormente fue establecido, formado por numerosas reglas contenidas en la ley para
su apreciación, sino que la práctica las traducía en verdaderas reglas que definían la decisión del juez, ya
que éste no podía desconocerlas.
No se buscaba la verdad real o material, como suele decirse, sino un convencimiento puramente
formal: el que resultara del proceso, merced a esos medios artificiales, basados en la creencia de una
justicia de Dios para los casos particulares. Surgieron así, las Ordalías, los Duelos Judiciales, los Juicios de
Dios, las pruebas de agua y del fuego, lo que perduró hasta muy entrada la Edad Media y en casi todos
los pueblos de Europa, siendo en un principio avalado pero posteriormente superado por el Derecho
Canónico.
Además, en algunas ciudades llegaron a infiltrarse ideas del Derecho Romano, los medios de prueba
que éste conocía y el principio de la búsqueda de la verdad real. Así, los escabinos del sistema germánico
(de donde se originaron) administraron justicia sin tener más base que su personal convicción, orientada
por el cumplimiento de reglas legales. Fue un valioso antecedente que influyó en los principios
probatorios del Derecho Canónico, inspirado en el Derecho Romano.
5.5 Derecho Canónico
El sistema probatorio del Imperio Romano va penetrando poco a poco en el Derecho Canónico y se
van abandonando los medios bárbaros de prueba, a través de los avances conseguidos por los escabinos,
pero con una tendencia hacia un sistema rigurosamente legal. Los jueces eclesiásticos son verdaderos
magistrados, muy diferentes a los escabinos. No rige para ellos su libre convicción, sino una verdadera
apreciación jurídica de la prueba, sujeta a reglas cada vez más numerosas. Sin embargo, se le pone freno
al exagerado formalismo germánico antiguo, así como a sus métodos bárbaros.
No obstante, al surgir el proceso inquisitorio, se le dan al juez amplias facultades para la búsqueda de
las pruebas, especialmente para procurar la confesión, surgiendo así de nuevo el tormento judicial como
práctica usual, tanto en el proceso oficial judicial como en el eclesiástico, lo que por varios siglos imperó a
través de la Inquisición del Santo Oficio.
PRINCIPIOS PROBATORIOS
9. GENERALIDADES
El debido proceso está regido por una serie de postulados, muchos de los cuales rigen para la
actividad probatoria, unos están consagrados en el respectivo ordenamiento jurídico y otros son
aportados por la doctrina sobre Derecho Probatorio; algunos rigen para todos los procesos judiciales y
otros tienen mayor significación en el proceso penal, sobre todo en materia de pruebas, los cuales
garantizan que la acción de administrar justicia por parte del estado no resulte arbitraria.
Muchos de ellos se corresponden con principios esenciales y por ende de necesario acatamiento, ya
que pertenecen a la esencia misma del proceso penal y sin ellos éste carece de justificación lógica, como
los de contradicción y comunidad de la prueba, otros se consideran principios técnicos, que responden a
criterios informantes del proceso penal, como el de la oralidad, además de los principios de eficacia que
son de orden pragmático, como el de concentración e inmediación.
Pero siguiendo al profesor de la Universidad Católica del Táchira, Rodrigo Rivera Morales, admitimos
que por encima de todos existe uno de orden superior que es el principio del debido proceso en la prueba, 18
que es un verdadero principio, pues se halla conectado íntimamente con derechos de rango fundamental
y se aborda de diversas maneras en la Constitución, como en el artículo 26 cuando se establece el derecho
al acceso a los órganos de justicia para hacer valer sus derechos e intereses, vale decir el derecho a ser
oído, lo cual implica el aporte de pruebas; en el artículo 49-1, donde se consagra el derecho de defensa, de
asistencia jurídica, de acceder a las pruebas en su contra, disponer de los medios necesarios para su
defensa y cuando se establece que serán nulas las pruebas obtenidas mediante violación del debido
proceso, entendiéndose que en éste están involucradas todas las garantías individuales.
Con el mismo Rivera Morales estamos, al sostener que si a la persona se le niega el derecho a probar,
es como si se le negare el derecho al proceso mismo, 19 porque, como ya lo hemos expresado, la prueba es
la vida del proceso, es el proceso mismo.
Sentado lo anterior, pasamos pues, a exponer los principales principios que orientan la actividad
probatoria de nuestro proceso penal, entre tantos que las normas jurídicas y la doctrina contemplan, como
el de contradicción, concentración, inmediación, comunidad, oralidad, preclusividad, unidad y comunidad de la
prueba, interés público, lealtad, probidad y libertad de pruebas.
9.1 Contradicción
Se corresponde con uno de los principios informadores del proceso, con significativa aplicación para
la actividad probatoria, consagrado en el artículo 18 del COPP, que establece: «El proceso penal tendrá
carácter contradictorio».
Creemos conveniente aclarar que dicha norma no hace referencia ni exclusión sobre fase o actos
algunos del proceso, se refiere llanamente al «proceso penal», o sea a todo el proceso penal, entendido
desde que se inicia y hasta su definitiva conclusión, por lo que estimamos que es un error en el que
algunos incurren al sostener que no hay contradicción en la fase de investigación, en las audiencias
especiales de presentación de imputados y en la audiencia preliminar, por lo cual consideran aplicable
este principio sólo para el juicio oral.
El principio de contradicción, en cuanto a la actividad probatoria, significa que la parte contra quien se
invoca o aporta una prueba (o elemento de convicción) debe gozar de suficiente oportunidad para
conocerla, discutirla y controlarla, para que no pueda ingresar al proceso en forma subrepticia,
clandestina, a espalda de la contraparte, o por sorpresa; que esa parte contra la que se pretende accionar
PRUEBA ILÍCITA
10. CONCEPTO
El ejercicio del ius puniendi, concebido como el poder máximo sancionador para los actos ilícitos más
graves, sólo puede ser ejercido por el Estado a través de las personas autorizadas, conforme a los
parámetros legales y con respeto a las garantías y postulados constitucionales, con apoyo en las pruebas
que sustentan los hechos y la culpabilidad del justiciable. La tutela efectiva de las garantías individuales,
constitucionalmente reconocidas, exige que cualquier dato probatorio que se obtenga en violación de ellas
sea considerado ineficaz, por apoyarse así en una prueba ilícitamente obtenida.
La finalidad fundamental del proceso penal es el establecimiento de la verdad de los hechos por las
vías jurídicas, y la justicia en la aplicación del derecho, a lo que deberá atenerse el juez al adoptar su
decisión, como lo pauta el artículo 13 del COPP. Pero esa búsqueda de la verdad, como en España lo
sostienen De Urbano Castrillo y Torres Morato, no es un valor absoluto, sino que se halla limitada por los
valores éticos y jurídicos del Estado de Derecho. 26
Los citados autores destacan que la experiencia histórica ha dado abundantes ejemplos de pavorosas
aberraciones contra la dignidad y los derechos humanos que partían, indefectiblemente, de criterios
dogmáticos de verdad preestablecidos y que han enseñado que la verdad material no puede ser conocida
en todo caso y con cualquier medio.
Según González Manzur, se puede encontrar el vestigio más remoto de este principio en el sistema
jurídico estadounidense, puesto que en asuntos de investigación criminal, cuando los órganos de
investigaciones exceden lo pautado en la Constitución, sobre todo lo impuesto en los principios de la
Cuarta, Quinta y Sexta enmiendas, emplean las reglas de exclusión (exclusionary rules), lo que entre la
doctrina hispanoamericana se denomina «nulidades», pues para los anglosajones el hecho de no actuar
contra la prueba ilícita es poner en riesgo el sistema jurídico. 27
Con base en ello, se ha considerado que toda prueba obtenida con menoscabo de derechos
fundamentales de la persona, esto es, con violación del debido proceso, debe tenerse como ilícita y por
ende sin eficacia alguna. Especialmente debe considerarse ilícita toda prueba lograda y llevada a un
proceso a espaldas de cualquiera de las partes, sin darle oportunidad para conocerla, discutirla,
contradecirla y contraprobar al respecto, menoscabando de esta forma el derecho a la defensa de esa parte
contra quien se haga valer dicha prueba. Es lo que en el sistema procesal de los Estado Unidos se ha
conocido como Reglas de Exclusión (exclusionary rules) que hacen inadmisibles e inapreciables las pruebas
que adolecen de esa grave anomalía, en atención a los principios que al respecto contiene la Constitución
estadounidense.
Criterio de proporcionalidad. Cuando de debe sopesar la gravedad del delito investigado o evitado
frente al derecho fundamental vulnerado. Ejemplo muy significativo lo tenemos en al antes citado caso
que nos refiere Pérez Sarmiento, de la irrupción de la policía en la casa del célebre asesino múltiple John Wayne
Gracy, el payaso asesino de Chicago, en cuyo sótano se encontró los cadáveres de diecisiete de sus víctimas. Ahí no
sólo se le dio primacía al esclarecimiento de tan horrendos crímenes frente a la inviolabilidad del
domicilio de su autor, sino que también se evitó que siguiera cometiendo abominables hechos seriales.
Podemos citar también el ejemplo de una interceptación y grabación de comunicación telefónica no
autorizada, de onde se obtiene información sobre un plan de cometer asesinato por encargo y en base a
esa información así ilegalmente obtenida se impide la ejecución de ese hecho y se aprende al encargado
de cometerlo.
PRUEBA ANTICIPADA
14. CONCEPTO
Es aquella que en el proceso penal venezolano se realiza, en principio, en la fase preparatoria, por
razones de urgencia y la necesidad de asegurar su resultado, pudiendo ser apreciada por el juez como si
se hubiera practicado en el juicio, siempre que se incorpore allí mediante lectura del acta que la contiene.
Constituye uno de los casos de excepción que se aparta de los principios de inmediación y oralidad en
el proceso penal acusatorio, mediante los cuales el juez sólo puede basar su pronunciamiento final en las
pruebas que hayan sido practicadas o incorporadas en el debate oral del juicio que uno presidió y en el
que todos estuvieron necesariamente presentes.
15. ANTECEDENTES
Tiene como antecedente en Venezuela el procedimiento de retardo perjudicial previsto en el Art. 813
del Código de Procedimiento Civil: «La demanda por retardo perjudicial procederá cuando haya temor fundado
de que desaparezca alguna prueba del promovente».
Y el 815 ejusdem, dispone: «La demanda fundada en el temor de que desaparezcan algunos medios de prueba
del demandante, deberá expresar sus fundamentos y tendrá por objeto solamente que se evacue inmediatamente la
prueba. Las funciones del Tribunal se limitarán a practicar las diligencias promovidas con citación de la parte
contraria, la cual podrá repreguntar a los testigos quedando al Tribunal que venga a conocer de la causa, la facultad
de estimar si se han llenado las circunstancias requeridas para dar por válida la prueba anticipada».
15.1 Naturaleza
La doctrina considera que su naturaleza es la de un procedimiento cautelar y como excepción al
principio del contradictorio según el cual las pruebas deben ser promovidas y evacuadas en un juicio
contencioso, como lo apuntan Cabrera Romero y Pesci-Feltri. 31
Para el proceso penal debe practicarse dentro del mismo a los fines de capturar los hechos o los
medios de prueba antes de la oportunidad de su inserción en el juicio y ante la posibilidad de que
desaparezcan, pero es incuestionable que su práctica se aparta del importante postulado de inmediación,
ya que, en principio, la lleva a cabo un juez distinto del que preside el juicio oral y la evalúa en su
sentencia.
15.2 Fundamento
El anticipo de pruebas se fundamenta en razones de necesidad y urgencia, a fin de evitar que se
esfumen aquellos medios e informaciones que importan para el conocimiento del juez y para formar su
convicción, ante la imposibilidad o dificultad de no poder incorporar la prueba en el debate del juicio oral
y público.
Magaly Vásquez, apoyándose en Gustavo Humberto Rodríguez, expresa que el contacto directo e
inmediato del juez sobre la prueba, sobre sus órganos y objeto permitirá una mejor y más abundante
captación de elementos y circunstancias, y un proceso discursivo más lógico, racional y veraz, pero para
justificar la necesidad de las pruebas anticipadas expresa: «...no obstante, es posible que por diversas
circunstancias las partes se vean en la necesidad de realizar diligencias probatorias que por su naturaleza son
definitivas e irreproductibles, esto es, el transcurso del tiempo puede producir su modificación o desaparición lo cual
Pensemos en torno a ello, que el impedimento insuperable para que un testigo pueda declarar en
juicio se presenta ya concluida la fase preparatoria y, más aún, después de la audiencia preliminar, o sea
en fase de juicio pero sin haberse iniciado el debate, como que ese testigo se encuentre gravemente
enfermo, pero aún en condiciones de declarar o deba salir pronto del país. En estos casos, es obvio que se
dan los supuestos que justifican el anticipo de esa prueba, pero negarlo en el procedimiento penal de
adultos, porque no se esté ya en la fase preparatoria, sería contrario a los fines del proceso y a la ratio-legis
por la que fue consagrado este instituto probatorio en el COPP.
La Sala de Casación Penal del TSJ avaló la posibilidad de practicar pruebas anticipadas en fase de
juicio, en decisión de avocamiento emitida sentencia Nº 435 de fecha 16-11-2004, con ponencia del
NECESIDAD Y PERTINENCIA
Son objeto de pruebas y de necesaria demostración, los hechos naturales, como la caída de un rayo; los
hechos humanos físicos, como una lesión o muerte; los hechos humanos psíquicos, como la intención
homicida y la existencia o cualidades de una persona: nacimiento, edad, etc., así como existencia o
características de cosas o lugares; usos y costumbres comerciales o financieros; y también en ciertos casos,
el derecho no vigente en un país: normas jurídicas extranjeras que fundamentan un pedido de
extradición, conforme a las previsiones del Derecho Internacional.
En el proceso penal, pues, son objeto de la actividad probatoria todos aquellos hechos provistos de
relevancia para determinar la comisión o la imposibilidad de comisión de un hecho reputado punible, la
concurrencia de circunstancias eximentes, atenuantes o agravantes susceptibles de modificar la supuesta
responsabilidad criminal del imputado.
En determinadas situaciones y aunque la ley se presume conocida por todos y por ende su vigencia no
necesita demostración, también pueden ser objeto de prueba algunos aspectos técnico-científicos
contenidos en textos legales vigentes, sobre lo que sería útil un dictamen pericial, como por ejemplo, para
la interpretación y explicación de normas sobre aspectos técnicos contenidos en la legislación ambiental o
en la que rige sobre seguridad industrial, condiciones y medio ambiente del trabajo.
20.1. Necesidad
De acuerdo con lo anteriormente expresado, la prueba debe ser necesaria y será así, cuando el hecho
imputado o alegado requiere ser debidamente demostrado, o sea, establecido en el proceso mediante
pruebas incorporadas al mismo, por las partes o por el juez (en el caso de estar facultado para ello) con
independencia del conocimiento personal y privado que tengan las partes y más aún el juez; además,
cuando no se trata de un hecho notorio o evidente, como ya se dijo.
20.2. Pertinencia
Es la relación existente entre el hecho o circunstancia que se quiere acreditar y el elemento de prueba
que se quiere utilizar para ello. El objeto de la prueba, es decir, el hecho que se pretende probar, debe
tener relación directa o indirecta con los extremos objetivo (existencia del hecho que se imputa) y
subjetivo (autoría o participación del imputado), o cualquier circunstancia jurídicamente relevante del
proceso (agravantes, atenuantes, eximentes). 42
20.3. Utilidad
Hemos destacado y comentado en el capítulo anterior la necesidad de que al proceso penal se lleven
las pruebas de los hechos objeto del proceso, lo que hace que las pruebas sean necesarias, excepto cuando
se trate de hechos notorios o evidentes. Pero entre las innovaciones que trajo la segunda reforma del
Código Orgánico Procesal Penal, el 14 de noviembre de 2001, que puede tenerse también como excepción
a ese postulado de necesidad, de suma importancia está la de los acuerdos que sobre pruebas pueden
hacer las partes, según lo establecido en el anterior artículo 200 (ahora 184), con el título de
«Estipulaciones» e inmerso dentro de las «Disposiciones Generales del Régimen Probatorio»: «Si todas las
partes estuvieren de acuerdo en alguno de los hechos que se pretenden demostrar con la realización de determinada
prueba, podrán realizar estipulaciones respecto a esa prueba, con la finalidad de evitar su presentación en el debate
del juicio oral y público. De tales estipulaciones deberá quedar constancia expresa en el auto de apertura a juicio, y
las partes podrán alegarlas en el debate, sin necesidad de incorporarlas por algún medio de prueba. No obstante, si el
tribunal lo estima conveniente ordenará su presentación».
Además, dentro de las «Facultades y cargas de las partes», para ser ejercidas en la fase Intermedia del
proceso, el artículo 311 prevé: «Hasta cinco días antes del vencimiento del plazo fijado para la celebración de la
audiencia preliminar, el Fiscal, la víctima, siempre que se haya querellado o haya presentado una acusación
particular propia, y el imputado, podrán realizar por escrito los actos siguientes: …6. Proponer las pruebas que
podrían ser objeto de estipulación entre las partes».
En la penúltima reforma del COPP, la sexta, del 4 de septiembre de 2009, se agregó un aparte a ese
artículo en el que se estableció que varias de las facultades allí previstas, entre ellas la proposición de
pruebas que podrán ser objeto de estipulación, podrán realizarse oralmente en la audiencia preliminar.
Por otra parte y en correspondencia con esas normas, el artículo 314 contempla, dentro de lo que debe
contener el auto de apertura a juicio, lo siguiente: «3. Las pruebas admitidas y las estipulaciones realizadas
entre las partes».
Así pues, se establece en nuestra ley adjetiva penal ese instituto de las estipulaciones sobre pruebas,
incorporado a proposición de los doctores José Luis Tamayo Rodríguez y María Eugenia Rodríguez
Bento, quienes junto con otros calificados juristas integraron el equipo de profesionales que asesoró a la
Comisión Mixta de la Asamblea Nacional para la segunda reforma del COPP.
Estipular, es hacer una estipulación, lo que entre otras cosas se traduce en concertar, acordar o pactar. La
expresión nos viene del Derecho Romano, donde se conoció la stipulatio, que era un contrato verbal,
formal, unilateral y de derecho estricto, cuya solemnidad consistía en una interrogación realizada por el
futuro acreedor y en la consecuente respuesta del deudor aceptándolo. 45
Muchos autores, como Silva Melero, Goldschmidt, Rocco, Guasp y Chiovenda, 46 se han pronunciado
por la invalidez de esos pactos, aun dentro de un sistema procesal dispositivo, por considerar que las
partes no pueden tener la disponibilidad del material probatorio.
Chiovenda dice al respecto: «Aun cuando prevalezca ese principio en determinado proceso, no significa
dominio en él de la voluntad de las partes, sino que se concede un acentuado valor a su actividad; ello no implica
reconocimiento de un pretendido derecho de disposición de las partes sobre el material de la causa, sino sanción de su
responsabilidad en la tarea de facilitar al juez el material de conocimiento». 47
Otros sí se pronuncian por su admisibilidad, como Florián, quien si bien les niega valor a los pactos
sobre apreciación de la prueba, acepta que las partes puedan acordar la renuncia a ciertas pruebas, como
un testimonio, lo que es compartido por Devis Echandía, haciendo la salvedad de que ello no puede
impedir que en el proceso inquisitivo el juez de oficio ordene esa prueba y que en el dispositivo sólo vale
la renuncia hecha en el curso del juicio, pero no la anterior contractual, por lo que el renunciante en este
caso puede solicitarlas válidamente. 48Devis sostiene además: «Si la ley nada dice acerca de la carga de la
prueba respecto de un hecho determinado, puede admitirse que valga la estipulación privada que la impone a alguna
de las partes pero si la ley consagra normas sobre carga de la prueba, tampoco éstas pueden ser alteradas por
convenios particulares».49
El autor patrio Rodrigo Rivera Morales, profesor de la Universidad Católica del Táchira, en su muy
ilustrativa obra sobre las Pruebas en el Derecho Venezolano, opina:«En nuestro sistema, el derecho de defensa
es un derecho fundamental y no es renunciable, en caso de que así se haya prometido puede retomarlo sin que esto
afecte sus derechos e influya en el proceso; por otra parte, la ley dispone los requisitos y condiciones de las pruebas,
de manera que ellas tienen un carácter legal, en este sentido las partes no pueden derogar disposiciones legales,
además que sobre actos en cuya observancia están interesados el orden público no pueden renunciarse ni relajarse
por convenios particulares las leyes que los rijan». 50
Como puede verse, la mayor parte de la doctrina opuesta a los pactos sobre pruebas se refiere
fundamentalmente a que éstos se celebren en contratos previos al proceso y a que, en uno u otro caso,
versen sobre carga y apreciación de las pruebas, pero no se pronuncian directamente en contra de los
convenios celebrados dentro del proceso por medio de los cuales las partes renuncian a ciertas pruebas
que acreditarían determinados hechos.
Se destaca como aval doctrinario para lo ahora consagrado en la ley venezolana, lo que hace mucho
escribió Florián y luego Devis Echandía, como quedó expuesto, aceptando la posibilidad de renuncia a
ciertas pruebas, siempre que ello tenga lugar dentro del proceso y que el juez pueda ordenarlas de oficio.
CAPÍTULO VII
26.CONCEPTO
Apreciar o valorar las pruebas, es realizar una operación intelectual destinada a establecer la eficacia
conviccional o el mérito que dimana de los medios de prueba incorporados a un proceso, a los fines de
emitir decisión sobre los hechos debatidos.
Se sostiene que la valoración de pruebas es una tarea principalmente a cargo de los órganos
jurisdiccionales, para la toma de sus decisiones, pero también se dice que corresponde a las partes al hacer
sus alegaciones finales para tratar de convencer sobre la eficacia de las pruebas incorporadas. De tal
manera que ese examen de mérito, si bien lo debe realizar el juez o tribunal al momento de decidir,
también está precedido por la actividad crítica que de las pruebas hacen las partes, colaborando de esa
manera con el sentenciador.
28.1Íntima convicción
Es el sistema de apreciación característico del juicio por jurado, fundamentalmente del ordenamiento
norteamericano o anglosajón, o cualquier otro donde el sentenciador no deba dar cuenta del porqué y con
base a qué decidió de tal manera.
Se caracteriza por una ausencia total de un orden normativo sobre la forma de otorgarle valor a las
pruebas y, además, el órgano decisor no tiene el deber de dar los fundamentos y razones que lo
motivaron para dictar sentencia. El juzgador o jurado percibe la prueba, se forma su particular criterio
sobre el resultado de la misma y decide por su convicción íntima, por lo que le dicta su conciencia.
Así, el jurado al momento de emitir su veredicto sólo expresa su conclusión sobre culpabilidad o no
culpabilidad, o según las derogadas normas del COPP (cuando estuvo contemplado el juicio por el jurado
en Venezuela), dando respuesta afirmativa o negativa para cada uno de los puntos que se someten a su
decisión, sin necesidad de fundar su respuesta, siendo ello vinculante, aun cuando pueda considerarse
contradictorio con las pruebas producidas, ya que el derogado artículo 190 establecía que el veredicto del
jurado estaba exceptuado de fundamentación.
28.2 Sistema de la tarifa legal
Se le conoce también como sistema legal o de la prueba tasada. En éste, el valor de las pruebas y las
condiciones para su apreciación se encuentran predeterminados en la ley. El legislador le otorga de
antemano un valor a cada medio probatorio. Ej.: el anterior CPC derogado y el CEC derogado como
cuando en su artículo 261 establecía: «Dos testigos presenciales hábiles y contestes hacen plena prueba respecto
de la materia sobre que recae su testimonio».
Se sostiene que en este sistema el juzgador tiene muy poco margen para decidir por su
convencimiento personal y sólo puede hacerlo con sujeción a la tasación previamente establecida en la
ley, aunque esté convencido de lo contrario, aún cuando para él de las pruebas surja lógica y
racionalmente una conclusión contraria.
Sin embargo, para la aplicación de las normas de apreciación que estaban previstas en el derogado
CEC, se requería no sólo citarlas y determinar el valor tasado de cada prueba, sino que la motivación de
toda sentencia imponía la obligación de analizar todas y cada una y compararlas, lo que llevaba
necesariamente a requerir de un juez técnico o letrado, ya que para ello es imprescindible que tenga
dominio del ordenamiento legal.
28.3 Libre convicción razonada: sana crítica
Algunos autores confunden el sistema de la «libre convicción» con el de la «íntima convicción», por lo
que es preferible denominarlo «libre convicción razonada» y se caracteriza por la inexistencia absoluta de
dogmas legales sobre la forma en que se deben probar los hechos y sobre el valor que debe otorgársele a
cada prueba, lo que no significa un arbitrio absoluto del juzgador, ya que se le impone también una
obligación de explicar, razonar el porqué de esa valoración que le dio a cada prueba, debiendo hacerlo
conforme a los principios de la «sana crítica racional», siguiendo los lineamientos de la psicología, los
conocimientos científicos, la experiencia común, las reglas de la lógica que son las del recto entendimiento
humano.
El Juez no sólo debe expresar lo que da por probado y con qué medio se obtuvo ello en el juicio, sino
también por qué llegó él a ese convencimiento, lo que impide que el juzgador pueda decidir basado sólo
en su capricho, en simples conjeturas, en su íntimo convencimiento. Además, es un derecho inherente a la
condición humana, que tienen las partes, fundamentalmente el imputado, y aun el público, de saber el
porqué de esa determinación.
Cafferata Nores explica el sistema de la sana crítica de la siguiente manera: «Claro que si bien el juez, en
este sistema, no tiene reglas jurídicas que limiten sus posibilidades de convencerse, y goza de las más amplias
CAPÍTULO VIII
INICIATIVAS PROBATORIAS DEL JUEZ
CAPÍTULO IX
LA PROMOCIÓN DE PRUEBAS
LA PRUEBA TESTIMONIAL
36. IMPORTANCIA
A través de la historia de la humanidad, salvo en ciertas épocas y países, se ha tenido como prueba
muy importante, sobre todo para el proceso penal. Pero al mismo tiempo peligrosa para el
descubrimiento de la verdad. Ello, por la propensión que muchos tienen a decir lo que proviene de su
imaginación, más que lo realmente percibido sobre los hechos y también a exagerar o silenciar algunas
cosas. Sin embargo, ha sido extraordinaria la influencia que en los procesos penales, acusatorios o
inquisitivos, ha tenido la prueba testimonial, ya que casi siempre suministra un modo especial y casi
exclusivo (en algunos casos) el conocimiento de los hechos. Por ello, la narración testimonial es muy
frecuente y a veces hasta necesaria para la demostración de los hechos. Es por esto que se ha dicho, que el
testimonio exige de un modo especial la actividad y el celo del magistrado, así como la diligencia,
habilidad, agudeza y sagacidad de las partes, pues muy a menudo el proceso no se decide en los
discursos, sino en la incorporación y examen de las pruebas testimoniales.
38. CONCEPTO
Para Cafferata Nores, y referido al proceso penal, el testimonio se puede definir como « la declaración
de una persona física, recibida en el curso del proceso penal, acerca de lo que pueda conocer, por
percepción de sus sentidos, sobre los hechos investigados, con el propósito de contribuir a la
reconstrucción conceptual de éstos». 74 De acuerdo con esta definición, podemos extraer las siguientes
notas características:
1. Es obvio que debe ser la declaración de una persona humana de existencia real, pues sólo
éstas pueden percibir y trasmitir sus percepciones, puesto que las personas jurídicas se expresan por
medio de sus representantes, en cuyo caso serán testigos éstos, y no aquéllas. En todo caso las personas
jurídicas también podrán hacerlo mediante la prueba de informes.
2. Queda excluida de este concepto la declaración del sospechoso de haber participado en el
delito, cuya versión de los hechos no debe ser considerada testimonio, no obstante que en el sistema
norteamericano si se le trata como testigo.
3. Sí se incluye a la víctima, aun cuando se haya constituido como parte en el proceso, siempre
que haya tenido conocimiento del hecho, por haberlo percibido de alguna manera y pueda declarar
sobre el mismo.
4. Debe tener lugar dentro de un proceso y las manifestaciones extrajudiciales no se consideran
en puridad testimonio, a menos que sean ratificadas en el proceso. Si el conocedor de los hechos los
relató por escrito, podrá ello eventualmente constituir una prueba documental.
5. La declaración del testigo debe ser verbal, cualquiera que sea el sistema, oral o escriturado, y
la fase del proceso, salvo que tenga un impedimento físico para hacerlo. Aun en el viejo sistema se
establecía que la declaración debía ser verbal, o sea de viva voz (art. 175 CEC), pero debía transcribirse
textualmente.
En algunos estados de Estados Unidos el polígrafo se admite como prueba judicial bajo estipulación; es
decir mediante acuerdo entre el fiscal y el defensor, y es admisible como prueba si el juez decide aceptarlo. No
lo vemos viable con eficacia probatoria en Venezuela, por esa experiencia de otros países que arroja dudas
sobre la incuestionable certeza de su resultado. En todo caso no debe ser admisible ni aplicable si no media la
voluntad expresa del declarante que acepta someterse a ese u otro similar experimento científico conforme a lo
pautado en el artículo 46.3 de la Constitución y el 181 del COPP que determina como ilícita toda información
obtenida por cualquier medio que menoscabe la voluntad o viole los derechos fundamentales de las personas;
y en todo caso, tratándose de investigación de imputados, que no testigos, su negativa a someterse a esa
prueba no debe perjudicarlo para deducir elementos de convicción en su contra por el derecho constitucional
[
que le asiste a no declarar, no estando obligado a reconocer culpabilidad en causa propia (art. 49.5 CRBV).
LA PRUEBA DE CONFESIÓN
52. CONCEPTO
Generalmente se tiene a la confesión, desde el punto de vista probatorio penal, como la aceptación de
culpabilidad realizada por el sospechoso de un delito; sin embargo, algunos han sostenido también que la
confesión no sólo es aceptación o reconocimiento de haber cometido el hecho que constituye delito, sino
haber realizado cualquier conducta que de alguna manera permita inferir la vinculación del sujeto con el
delito que se investiga o procesa, como cuando reconoce que era el único que estuvo en el lugar donde se
cometió ese hecho, al momento de producirse, no obstante que niegue haber sido él su autor o partícipe,
lo que puede dar lugar a deducir en su contra un indicio de presencia u oportunidad, lo que será más
adelante analizado en el capítulo dedicado a la prueba indiciaria.
La confesión, como el testimonio, se manifiesta con una declaración, pero mientras el testigo depone
sobre hechos que han caído bajo el dominio de sus sentidos, el confesante lo hace respecto de hechos
ejecutados por él mismo o de los cuales tiene conocimiento, según lo expresa Alsina. 86
En un sentido técnico jurídico-penal, la confesión es el reconocimiento del imputado, formulado libre y
voluntariamente ante el funcionario de investigación o judicial, acerca de su intervención o participación en el hecho
en que se funda la pretensión punitiva. Como debe ser un reconocimiento voluntario y libre, quien confiesa
debe estar en condiciones intelectuales para producir una manifestación de conocimiento y voluntad
jurídicamente atendible y, además, en condiciones normales de tenerle credibilidad.
2. Debe prestarse ante el órgano que tiene atribuciones para la investigación o el juzgamiento.
3. Debe ser prestada expresamente y con el propósito de «confesar», por lo que en el proceso penal no se
admite: La llamada confesión ficta, en algunas legislaciones aplicables al proceso penal y derivada, entre otras
cosas, de la fuga del imputado; la confesión implícita, que es extraída de la transacción, composición judicial o
formas alternativas de solución anticipada del proceso, como acuerdos reparatorios, suspensión condicional
del proceso y admisión de los hechos, aunque partir de la segunda reforma del Copp pareciera que sí, al
exigirse reconocimiento de los hechos y tenerlo como fundamento para imponer sentencia condenatoria en
caso de incumplimiento del acuerdo reparatorio o de las condiciones impuestas para la suspensión condicional
del proceso, así como en el procedimiento abreviado por admisión de los hechos, sin embargo, creemos que ni
siquiera en esos casos debe tenerse en puridad como prueba de confesión, estando ésta sujeta a rigurosas
exigencias, por lo que esa admisión o reconocimiento de los hechos debe tenerse simplemente como aceptación
de la imputación acompañada del pedimento de sentencia anticipada, o aunada al acuerdo de reparación,
como fórmulas de composición del proceso; y la lograda mediante preguntas capciosas, sugestivas, mediante
presión del mismo interrogatorio o por error.
55. IMPORTANCIA
En cierto tiempo y aún ahora en algunos sistemas, ha tenido un valor decisorio, en el sentido de que,
frente a la confesión el juez concluye la investigación o el proceso y sentencia. Recordemos, además, eso
de que «a confesión de parte, relevo de pruebas», fundamentalmente aplicado en procesos civiles.
Actualmente, en buena parte de los sistemas procesales, la confesión como tal carece de efecto
decisorio inmediato, ya que el investigador o el juez deben continuar el proceso y hasta puede ser
declarada falsa o insuficiente. No exime de continuar buscando la verdad, ya que por muchas razones
puede no ser sincera o confiable; y aunque al igual que el testimonio ha perdido la importancia que tuvo
en otros tiempos, dándole paso a las pruebas técnicas y las indiciarias, no ha dejado de tener suficiente
relevancia en los procesos penales modernos.
LA PRUEBA DOCUMENTAL
El documento, como el testimonio o la confesión, es el resultado de una actividad humana; pero, como
observa Carnelutti, mientras los últimos son actos, el primero es una cosa creada mediante un acto y de
allí se concluye que mientras el acto testimonial y confesional son por sí mismos representativos del
hecho testimoniado o confesado, el acto que crea el documento no es representativo del hecho narrado en
éste, sino que se limita a crear el vehículo de representación, que es ese documento.
59. CONCEPTOS
Tautológicamente podemos decir que la prueba documental es un medio de comprobación de hechos
que se introduce al proceso mediante el documento. Y documento, en un sentido muy amplio, es el objeto
portador de un pensamiento allí plasmado, o soporte físico o material del mismo, pudiendo ser de las
más variadas formas y especies, no necesariamente una escritura, a saber: papeles, escritos, dibujos,
gráficos, fotografías, filmaciones, discos, grabaciones magnetofónicas, muestras fotográficas, esculturas,
pinturas, murales, placas, radiografías, registros de télex, fax, diarios, libros, informes, dinero, tarjas,
contraseñas, cupones, etiquetas, sellos, distintivos, emblemas, lápidas, monumentos, etc.
En suma, documento sería cualquier objeto que contenga la representación de un hecho humano, una
idea, pensamiento o manifestación de voluntad, por lo que, con un criterio amplio, modernamente se
entiende por documento no sólo el escrito, en sentido tradicional, sino también aquella otra cosa que, sin
serlo, pueda asimilarse al mismo para ilustrar o comprobar algo.
Devis Echandía define así el documento: «Toda cosa que sea producto de un acto humano, perceptible con
los sentidos de la vista y el tacto, que sirve de prueba histórica indirecta y representativa de un hecho cualquiera». 92
En tal sentido, algunos Códigos penales, como el español de 1992, definen al documento como «todo
soporte material que exprese o incorpore datos, hechos o narraciones con eficacia probatoria o cualquier otro tipo de
relevancia jurídica». De tal manera que los escritos con relevancia jurídica y que más comúnmente y en forma
tradicional llamamos «documentos», sean instrumentos privados o públicos, no son más que una especie
de la más amplia gama de los documentos.
Nuestra legislación utiliza también la expresión «instrumentos» o «prueba por escrito» (Código Civil) y
también se emplea la expresión «atestado», y hasta «testimonio» (que no debe confundirse con la prueba
testimonial), fundamentalmente referido a copias certificadas, como por ejemplo el art. 54 del derogado
CEC: «La parte puede ocurrir de hecho al superior...con testimonio de lo conducente», lo que obviamente se
refiere a copias certificadas de las actas relacionadas con la materia del recurso.
LA PRUEBA DE EXPERTICIA
Esta prueba de carácter técnico o científico, se ha denominado con múltiples expresiones, a saber:
pericia, peritación, peritaje, dictamen pericial, reconocimiento pericial, informe técnico pericial, o simplemente
experticia; y tiene importante presencia en los procesos, fundamentalmente penales, siendo a veces
determinante en su resolución, sobre todo en los últimos tiempos.
69. CONCEPTO
Para Devis Echandía «Es una actividad desarrollada, en virtud de encargo judicial, por personas distintas de
las partes del proceso, especialmente calificadas por sus conocimientos técnicos, artísticos o científicos, mediante la
cual se suministra al juez argumentos o razones para la formación de su convencimiento respecto de ciertos hechos
cuya percepción o cuyo entendimiento escapa a las aptitudes del común de las gentes». 100
Para ello el perito, que es el órgano de esa prueba de experticia, es la persona que desarrolla esa
actividad y como tal, antes de trasmitir el conocimiento al proceso, para suministrar esos argumentos o
razones al juez, hace un examen sobre personas o cosas que se relacionan con el hecho materia del
proceso, o sea sobre lo que se conoce como «elemento u objeto de prueba». No trasmite el perito de la
experticia simplemente esos conocimientos, de ser así estaríamos en presencia del perito-testigo que más
adelante se expone, sino aquellos que apoyan un dictamen que el mismo emite en relación a la persona o
cosa examinadas, o sea la materia sobre la que recayó la peritación.
Por ello, según Manzini, la experticia, para el Derecho procesal penal es: «Una declaración jurada, útil
para la valoración de un elemento de prueba de la imputación, dada por persona (perito) diversa de aquellas que por
otros títulos intervienen en el proceso penal, sobre observaciones técnicas cumplidas por ella, por encargo de la
autoridad judicial y durante el proceso, en torno a hechos, a personas o cosas que se examinan después de la
perpetración del hecho punible». 101 Así pues, la experticia es el medio probatorio con el cual se intenta
obtener, para el proceso, un dictamen fundado en especiales conocimientos científicos, técnicos, artísticos
y ocupacionales, útil para el descubrimiento de la verdad, sobre la base del examen que hacen personas
con conocimientos especializados en determinada materia.
70. EL PERITO-TESTIGO
LA PRUEBA DE INSPECCIÓN
Este medio probatorio es llamado también con múltiples denominaciones, como observación judicial
inmediata, inspección judicial, inspección policial, constatación directa, inspección ocular, reconocimiento ocular, o
simplemente y en un sentido más amplio: inspección, como se contempla en la actual legislación procesal
penal venezolana.
80. CONCEPTO
La inspección es el medio probatorio por el cual el funcionario (policía, fiscal o juez) percibe una cosa
directamente con sus sentidos, es decir, sin intermediario, lo cual puede ser útil para la reconstrucción del
hecho que se investiga, para lo que debe dejar constancia descriptiva y objetiva de esa percepción. La
interpretación de los hechos así percibidos no corresponde a ese medio probatorio, así como la
determinación de sus causas y efectos, salvo que ello pueda ser logrado mediante el auxilio de simples
reglas de experiencia común, como lo apunta Cafferata. 112
Rivera Morales, que utiliza la expresión inspección judicial, como se la denomina en el proceso civil
venezolano, define esta prueba de la siguiente manera: «El reconocimiento que la autoridad judicial hace de las
personas, de los lugares, de las cosas o documentos a que se refiere la controversia para imponerse de circunstancias
que no podrían acreditarse mejor o fácilmente de otra manera». 113
La inspección no se limita a constatar una percepción visual, por ello ha sido inapropiado el término
de inspección ocular que utilizaron legislaciones anteriores (CPC de 1916 y CEC), ya que lo constatado se
puede obtener mediante la utilización de otros sentidos (oído, tacto y olfato), según la naturaleza de ese
hecho. Por eso, en el CPC de 1987 se cambió la denominación por la más adecuada para ese proceso,
donde sólo puede practicarla el juez: Inspección Judicial; y en la LOSSEP de 1984 se utilizó la de Inspección
Judicial o Policial, porque además del juez, pueden practicarla también los órganos policiales. Pero ahora la
denominación del COPP resulta más amplia y aplicable a cualquier situación, independientemente de
quien sea el órgano de esta prueba, al utilizar simplemente la expresión «inspección», pudiendo ser
practicada en el nuevo proceso penal, según el caso, por el juez, la policía de investigaciones o el
Ministerio Público. “Mediante la inspección de la policía o del Ministerio Púbico, se comprueba e estado de los
lugares, cosas, los rastros y efectos materiales que existan y sean de utilidad para la investigación del hecho, o la
individualización de los participantes en él….” (art. 186 del COPP). Obviamente también el juez en el caso de
tener la causa najo su conocimiento, sobre todo en fase de juicio (art. 341).
En la inspección el órgano de prueba es el funcionario o juez que la práctica y su objeto es la
materialidad del hecho (rastro, objeto, lugar, etc.) que se percibe en este acto y se hace constar por escrito
CAPÍTULO XV
LA PRUEBA DE INFORMES
Se trata de un medio probatorio con no muchos años de creación en las legislaciones y está presente
en Venezuela desde el Código de Procedimiento Civil de 1987. No hay regulación en el COPP en relación
a esta prueba de informes, aunque sí se la contempla, cuando en el artículo 332-2 se prevé la
incorporación por su lectura al juicio de «la prueba documental o de informes» y por supuesto que es
admisible dentro del mismo sistema de libertad de pruebas que rige, como cualquiera no expresamente
incluida ni regulada, siempre que fuere lícita, necesaria, útil y pertinente.
86. CONCEPTO
En sentido genérico, es la respuesta escrita, emanada de una persona jurídica pública o privada frente
a un requerimiento judicial, sobre datos preexistentes a tal pedido, que se encuentran en sus archivos,
registros o libros, o que de alguna manera posea dicha persona informante.
Rivera Morales explica que la prueba de informes es un medio que el legislador venezolano incorporó
en la reforma del Código de Procedimiento Civil de 1987 con la idea de traer al proceso instrumentos que
fueran útiles para probar hechos controvertidos o de interés en el proceso y así el juez pueda formarse
una convicción acerca de tales hechos. 116
Duque Corredor, citado por Rivera Morales, define y analiza así la prueba de informes: «Es la
respuesta de un tercero o de la parte a un requerimiento de un Tribunal sobre los hechos que estén documentados y
que tengan relación con el litigio... esa respuesta puede ser meramente declarativa o informativa o contentiva de un
criterio acerca de tales hechos…... su autoría está fuera de toda duda, porque tal informe emana de una dependencia
pública, de un banco, de una asociación gremial, de una sociedad civil y mercantil y en ese sentido no podrá
desconocérsele». 117
88. OBJETO
Debe versar realmente sobre hechos o datos que se tienen registrados o archivados y que de alguna
manera sirvan para esclarecer algunos aspectos del hecho materia del proceso. Hay quienes consideran
que debe quedar fuera del objeto, de lo que en puridad debe tenerse como prueba de informes, ciertos
hechos para los que se requiere elevar lo que en algunos casos se menciona como «un informe» solicitado o
simplemente emitido para determinada finalidad, a saber:
89. REQUISITOS
1. Esta prueba presupone que el hecho o dato que se pretende obtener se encuentra registrado
o archivado de alguna manera en «la memoria» (archivos, sistemas, libros u otros lugares) de la
institución requerida y no en «la memoria» del funcionario que los recoge, recuerda y transmite.
2. Esos datos deben estar al alcance del funcionario o representante que suscribe el informe,
quien los toma del respectivo lugar, mas no por percepciones sensoriales que él mismo haya tenido
anteriormente.
3. Por lo tanto, debe ser requerido a una persona jurídica pública o privada, que pueda o no ser
parte en el proceso, y ésta lo transmitirá a través de la persona autorizada.
4. El informe debe ser expedido por escrito, pero debe ser incorporado mediante su lectura al
debate oral, de acuerdo con lo previsto en el artículo 322-2 del COPP, para que pueda tener sus efectos
probatorios.
90. IMPUGNACIÓN POR FALSEDAD
Para quienes son partidarios de considerar a la prueba de informes como modalidad de la prueba
documental, su impugnación por falsedad podría hacerse mediante el procedimiento, parecido a la tacha,
al que nos referimos en el capítulo dedicado a los documentos.
91. EFICACIA Y VALORACIÓN
Esta prueba se debe apreciar, en principio, conforme al mismo sistema de libre convicción razonada
que se prevé en el COPP, debiendo tomarse en cuenta que realmente no haya dudas acerca de que esos
datos se encuentren registrados en la persona jurídica que los expide, teniendo presente para ello el
prestigio de que goza la institución y la credibilidad que ofrezca el funcionario o representante que emite
el respectivo informe, por lo que podría tratarse de datos falsos o indebidamente registrados, o que se
informen con falsedad o imprecisión.
LA PRUEBA INDICIARIA
Como dice Rocha Alvira, ninguna prueba ha sido tan combatida y alabada a un mismo tiempo como
la de indicios: se la ha exaltado como si fuera la reina de las pruebas, pero también se le ha negado su
existencia autónoma. Para algunos, no sólo autores sino legislaciones, es una mera especie de presunción,
la más precaria de todas; para otros, cualquier medio probatorio se reduce, en últimas, a indicio. 123
Ciertamente que algunos autores, como más adelante se expone, cuestionan el carácter de medio
probatorio que muchos otros, la mayoría, le atribuyen a los indicios; a veces se sostiene que son la misma
cosa indicios y presunciones, también se les distingue como dos cosas diferentes y algunas legislaciones,
como la venezolana que rigió el proceso penal hasta 1999 (Código de Enjuiciamiento Criminal),
inadecuadamente le da tratamiento de indicio o presunción a ciertas pruebas directas e históricas que
nada tienen que ver con la indiciaria.
Se ha dicho que la palabra indicio o indicium proviene del latín «indicere», formado de «in» (en, hacia),
y de «dic» (mostrar), por lo que significa «indicar», «señalar», «mostrar», «hacer conocer algo». También se
atribuye a la palabra «index» que se refiere al dedo índice, en el sentido de que con ello se señala o se
indica algo. Y lo que se ajusta más a sus características, se considera que se corresponde con lo “indirecto”,
por ser precisamente un medio indirecto de encontrar la verdad del hecho partiendo de lo directamente
demostrado, como se verá.
El término «indicar» se corresponde con la relación lógica existente entre lo que se conoce como «el
hecho indicador» y el «hecho indicado», o sea, sin que medie representación de éste (ni oral, escrita o por
reproducción de imágenes o sonidos).
92. CONCEPTO
De acuerdo con lo anterior, muchos entienden por indicio «un hecho desconocido que se infiere de otro
conocido, mediante un argumento probatorio». El hecho indicador, probado por cualquier otro medio directo
e histórico, suministra los datos que sirven a la argumentación para inferir el hecho indicado, que es el
que se investiga.
En el mismo sentido se ha expresado que es una vía indirecta para el establecimiento de un hecho,
partiendo de la demostración directa e incuestionable de otro hecho, del que se infiere aquél. Así, la
noción de indicio va unida a una operación mental de inferencia o deducción para sacar una
consecuencia.
En tal sentido, el Código de Procedimiento Penal colombiano del año 2000, con el que se inició el
sistema acusatorio de ese país, contenía varias normas referidas a la prueba por indicios, y en su artículo
302, aquél definió el indicio así: «Se entiende por indicio un hecho del que se infiere lógicamente la existencia de
otro hecho». A diferencia de nuestro COPP que para nada trata sobre esta prueba, lo que no impide que
pueda fundamentar una condena.
Para Cafferata Nores el indicio es un hecho (o circunstancia) del cual se puede, mediante una
operación lógica, inferir la existencia de otro; y que según su nombre mismo lo expresa («index») es, por
decirlo así, el dedo que señala un objeto. Y agrega que su fuerza probatoria reside en el grado de
Para Devis Echandía130 los indicios son una prueba crítica o lógica e indirecta, a diferencia de las pruebas
históricas y representativas del hecho indicado, y considera un error creer que el indicio es una prueba
incompleta o imperfecta, lo cual lo desnaturaliza como medio de prueba, puesto que se basa en hechos
plenamente comprobados por cualquier otro conducente.
En tal sentido, sostenemos con Pérez Sarmiento, que la prueba indiciaria nunca se presenta
directamente como tal en el proceso, pues no existe por sí sola como entidad sustancial, es decir, no tiene
un portador material o personal (órgano de prueba), como los demás medios probatorios, que le sirva de
vehículo, sino sólo es una mera asociación intelectiva entre un hecho determinado, que debe ser probado y la
consecuencia que quiere atribuírsele a ese hecho en relación con la participación o no del imputado en el delito». 131
cuenta de que esta última no tiene vida propia en la actividad probatoria». 137
Compartiendo también lo expresado por este autor, es obvio que dada esa característica, el indicio no
es proponible u ofertable para su incorporación en el proceso; sería un absurdo in extremo que alguien se
atreva a promoverlo como prueba, sino en todo caso, los medios destinados a probar el hecho indicador.
En cuanto a la forma de valoración probatoria para obtener el medio indiciario, el mismo Pérez
Sarmiento expresa que si hay alguna prueba que requiera de verdadera motivación racional y lógica es
ésta, pues los tribunales vienen obligados a pronunciarse de una manera clara y precisa sobre la relación
existente entre el hecho indicador, la inferencia que de él se hace y el hecho que se quiere probar con ello;
EL TRASLADO DE PRUEBAS
101. CONCEPTO
Se dice que el traslado de prueba es el procedimiento mediante el cual se intenta hacer valer en un
proceso determinado una prueba que ha sido practicada en otro proceso. Para Devis Echandía se entiende
por prueba trasladada «aquella que se practica o admite en otro proceso y que es presentada en copia auténtica o
mediante el desglose del original si la ley lo permite». 139
Sería el caso, de cuando en un proceso se requiere la declaración de un testigo o el dictamen de un
experto que no pueden ser localizados y se sabe que sobre el mismo hecho declararon en otro proceso, o
un documento que contiene menciones sobre actos relacionados con este mismo hecho, entonces se hacen
valer esas pruebas mediante copias certificadas, o extrayendo del respectivo expediente el documento
original mediante desglose autorizado y se procede a su consignación o incorporación en ese proceso
donde ello es requerido. En tales supuestos, ese testimonio o dictamen pericial que constan por escrito y
ese documento desglosado, que pretenden hacerse valer de esa forma, se tendrán como pruebas
trasladadas. Para ello es necesario, por supuesto, que el proceso al que se quiere incorporar la prueba
trasladada se encuentre en curso, o sea que no esté decidido; pero el otro proceso puede estar en curso o
puede ser uno ya totalmente concluido, con o sin decisión de fondo.
El COPP no contempla el traslado de pruebas, a diferencia de otros códigos extranjeros, como el
Código de Procedimiento Penal de Colombia en el que se ha establecido:«Las pruebas practicadas
válidamente en una actuación judicial o administrativa dentro o fuera del país podrán trasladarse a otra
en copia auténtica y serán apreciadas de acuerdo con las reglas previstas en este código.Si se hubieren
producido en otro idioma, las copias deberán ser vertidas al castellano por un traductor oficial».
El autor colombiano Jairo Parra Quijano al analizar y comentar esta norma, sostiene: «Para poder
trasladar una prueba se requiere: 1. Las pruebas no deben haber sido en el proceso de donde se trasladan,
desconocidas o anuladas por ilegales o ilícitas; en otras palabras que hayan sido válidamente practicadas. 2. Que en
su aducción y contradicción se hayan respetado todas las ritualidades y formalidades previstas en la ley». 140
En el procedimiento de responsabilidad penal de adolescentes venezolano se contempla el traslado de
actuaciones de un expediente a otro cuando en el hecho hayan concurrido adultos y adolescentes y las
causas deben ser separadas, así lo previene la LOPNA en su artículo 535, estableciendo además que para
mantener en lo posible la conexidad, los funcionarios de investigación o los tribunales deberán remitirse
recíprocamente copias certificadas de las actuaciones pertinentes y que en ambas jurisdicciones serán
válidas para su utilización en cada uno de los procesos, siempre que no hayan resultado violados
derechos fundamentales.
102. REQUISITOS
Pérez Sarmiento, a los fines muy didácticos, expresa que a ese proceso donde se realiza la actividad
probatoria, que interesa la traslación, puede llamarse (como lo advierte: «a nuestro solo riesgo») proceso de
LA TRADUCCIÓN Y LA INTERPRETACIÓN
104. CONCEPTO
Se consideran medios auxiliares de pruebas a través de los cuales se permite verter al idioma oficial
declaraciones formuladas o el contenido de documentos producidos en otro idioma, o gestos propios de
comunicación de algunos impedidos. Cafferata prefiere hablar de traducción cuando esa actividad recaiga
en documentos e interpretación cuando se refiere a declaraciones. 144
En el COPP se denomina intérprete tanto al que interpreta una declaración rendida en idioma
extranjero o un lenguaje de señas, como al que traduce un documento (intérprete público), para verterlos
al idioma oficial (artículos 151 y 154).
Esas actividades, interpretación y traducción, deben ser prestadas por personas idóneas que utilizan
sus conocimientos especiales para verter en el idioma oficial, en nuestro caso el castellano, las
declaraciones del testigo e imputado, incluso del perito, que no sepan expresarse en dicha lengua o estén
físicamente impedidos para hacerlo, como el sordomudo, o cuando se pretenda incorporar como prueba
un documento expresado en idioma extranjero.
Eduardo Jauchen destaca su importancia, al expresar lo siguiente: «Se desprende entonces la importancia
de este medio auxiliar de prueba, dada la necesidad de aprovechar aquellos elementos que siendo relevantes no están
expresados en idioma nacional y como tal no podrían ingresar al proceso, no sólo por la prohibición legal de utilizar
otro idioma que no sea el oficial, sino por la fundamental razón de que los actos del proceso deben ser accesibles e
inteligibles para todos los sujetos procesales, desde que el orden y seguridad así lo exigen». 145
104.1 Naturaleza como medios auxiliares de pruebas
Hay quienes le otorgan cierta autonomía probatoria a esos medios, teniéndolos como verdaderas
pruebas, sobre todo cuando debe tomarse en cuenta su idoneidad para transformar una palabra (oral o
escrita) o un gesto (caso de sordomudos), ininteligibles para quienes sólo saben expresarse en el idioma
oficial, en un dato probatorio comprensible por los sujetos procesales y por el público que sin ello no
podría controlar la justicia.
Para otros, aun cuando ello pueda hacer comprensible el dato probatorio, nada le agrega a su eficacia
conviccional, por lo cual la prueba será en todo caso el documento o el testimonio, teniéndose a la
interpretación y traducción como medios auxiliares de pruebas.
Así, el mismo Jauchen considera que son medios auxiliares de pruebas que trasmiten a los sujetos del
proceso el conocimiento de lo expresado por otro órgano de prueba que a su vez proporciona elementos
de prueba, limitándose a interpretar o traducir lo allí manifestado. 146
105.1 Condiciones
Igualmente, en aplicación del mismo art. 224, los intérpretes, como los peritos, deben poseer título en
la materia idiomática, cuando exista reglamentación sobre la respectiva profesión, pero en todo caso
deben ser personas idóneas, debidamente capacitadas para trasladar fielmente esas declaraciones al
idioma oficial; y en el caso de intérpretes de sordomudos, que no sepan leer ni escribir, conforme al antes
transcripto artículo 151, deben escogerse preferentemente a dos personas entre aquellas habituadas a
tratarles.
105.2 Obligaciones
Se desprende también de lo previsto en el antes citado artículo 224 del COPP, que los intérpretes
deben prestar juramento, para lo cual son válidas las consideraciones que se expusieron en materia de
juramento de testigos y peritos; y deben guardar reserva de cuanto conozcan con motivo de su actuación,
lo que debe regir cuando ésta se realice en la fase de investigación.
Conforme al mismo artículo 224, aparte primero; y por lo que expresamente prevé el art. 89, los
intérpretes pueden ser recusados por las causales allí contempladas.
Además, el artículo 169 establece que al ser designado y citado el intérprete está obligado a
comparecer en el lugar, día y hora establecidos, pudiendo ser conducido por la fuerza pública mediante
decreto del juez, quien podrá imponerle multa de hasta 20 unidades tributarias, sin perjuicio de la sanción
prevista en la ley penal.
Por otra parte, el artículo 238 del Código Penal contempla la pena de prisión de quince días a tres
meses para el intérprete (también para testigo y experto) que sin motivo justificado se excuse de
comparecer ante el llamado de la autoridad, o que habiendo comparecido rehúse sin razón legal el
cumplimiento del oficio que ha motivado su citación.
La misión del intérprete debe circunscribirse a traducir fiel y exactamente al castellano lo expresado
por el declarante en el idioma que habla o entiende, o en su lenguaje de señas, y a la vez trasmitirle a él de
la misma manera lo que requiere conocer de lo que le concierne sobre el proceso o del interrogatorio
mismo que se le hace, no siendo admisible que deponga como testigo en el juicio acerca del hecho
investigado o el procedimiento que presenció al cumplir su encargo y de hacerlo se tendrá ello como
prueba ilícita.
Así fue determinado por la Sala de Casación Penal del TSJ, en sentencia N° 233, de fecha 20-05-2005,
con ponencia de la Magistrada Blanca Mármol de León (Exp.05-0011): “En la presente denuncia el
formalizante atribuye a la recurrida la inobservancia del artículo 197 del Código Orgánico Procesal Penal,
relacionado a la ilicitud de las pruebas así mismo señala la falta de aplicación del ordinal 1° del artículo 49 de la
Constitución de la República, el cual consagra el derecho a la defensa que tiene toda persona. Denuncia el
formalizante que la recurrida violó las normas señaladas, al confirmar el fallo apelado en el cual se tomó en cuenta
para condenar a su patrocinado la declaración del intérprete Jules Joseph, el cual no podía ser incorporado al proceso
como testigo del procedimiento practicado. (….) De lo expuesto se evidencia que la razón asiste al formalizante, toda
vez que ante el Tribunal de Juicio el intérprete Jules Joseph fue interrogado sobre aspectos no inherentes a la función
de asistencia al imputado que no conozca el idioma. Fue interrogado el nombrado intérprete como testigo, lo cual
ciertamente constituye una prueba ilícita”.
Finalmente cabe señalar que, si bien es importante y muchas veces necesaria la designación de
intérpretes para que asistan al declarante en lo que respecta a su lengua materna u originaria, sin
embargo de ello puede prescindirse cuando éste tenga alguna manera de comunicarse entendiblemente
A diferencia de la taxatividad o sistema legal de las pruebas que regía en el anterior sistema
inquisitivo regulado por el CEC, lo que obraba como una camisa de fuerza limitadora del derecho a
probar; el principio de libertad de pruebas de este proceso penal fundamentalmente acusatorio
construido en el COPP, que consiste en otorgar libertad a las partes y al juez, en su caso
excepcionalmente, para que puedan aportar o llevar al proceso cualquier medio probatorio aunque no
esté expresamente contemplado, a menos que exista prohibición de ley al respecto (art. 182 COPP), se
erige como la más nítida expresión de amplitud para el ejercicio de la defensa mediante un ilimitado
derecho a probar o contraprobar.
En base la libertad de pruebas, la regla general probatoria es que las partes deben disponer de libertad
para valerse de cualquier medio lícito que sirva para acreditar en el proceso y lograr la convicción del
decisor, sobre la existencia o inexistencia de los hechos imputados o alegados, puesto que, así lo asienta
Rivera Morales, son de derecho estricto las restricciones que rijan para ello. 147
Es así como la mayoría de la doctrina y legislación modernas han descartado el carácter taxativo de
una enumeración o elenco de pruebas contenida en la ley sin posibilidad de acudir a otros medios
distintos de los allí señalados, desconociendo los avances de la ciencia, la técnica y experimentos del
hombre, que se traducen en otras formas de acreditar hechos y producir una certera convicción judicial
sobre su existencia o sobre cómo pudieron acaecer, a través de ciertos procedimientos de percepción
directa por el juez y los modernos medios mecánicos, químicos y electrónicos de conservación,
transmisión y reproducción de hechos.
No significa ello que deba negársele siempre a la ley la posibilidad de estatuir los medios de prueba
más comunes y establecer algunos preceptos relativos a su adquisición y presentación, como lo sostiene
Framarino, 148 ya que esa fijación de determinados medios por el legislador, regulando ciertas
formalidades para su evacuación, muchas veces obedece al interés público de crear de antemano
condiciones de garantía para la demostración de los hechos y para su fijación en la sentencia. Para Devis
Echandía este principio comporta no solo esa libertad de medios, en el sentido de no existir limitación
alguna sobre los que pueden ser admisibles o incorporables al proceso, sino que también implica una
libertad de objeto, en cuanto que se pueda probar cualquier hecho que tenga relación con la materia
debatida en el proceso. 149
Pérez Sarmiento en un más amplio sentido sostiene que la libertad de pruebas es ante todo libertad de
promoción, proposición u ofrecimiento y libertad de valoración sin sujeción a tarifas legales, además que
es un principio rector del régimen probatorio del proceso penal acusatorio, el único cónsono con la razón,
con la búsqueda de la verdad material y con el desarrollo de la ciencia y la tecnología, que cada día crea o
descubre nuevos y más eficientes métodos de investigación. 150
Cabrera Romero que sí la considera como prueba, que ubica dentro de los experimentos judiciales,
aunque de menor eficacia, utiliza la denominación de «simulación de situaciones de hechos» y dice que el que
esa simulación no tenga lugar en el sitio de los acontecimientos, necesariamente rebaja la eficacia
probatoria del experimento, ya que se está actuando en base a hipótesis, aunque éstas sean aprehensibles
sensorialmente por el juez. 163
Cabrera Romero la menciona sólo como reactivación de hechos165, y es una prueba experimental
emparentada con las anteriores, pero igualmente distinguible y con sus propias características, que
consiste en producir un hecho (activarlo) o volver a producirlo (reactivarlo) cuando se dice sucedido, para
verificar la reacción o respuesta que se produce a un estímulo o actuación determinada, a fin de que el
funcionario o juez observe lo que se genera o presenta, pudiendo tener lugar ello en el mismo sitio donde
ocurrió el hecho que se investiga o procesa, o en sitio diferente.
La activación o reactivación de hechos puede efectuarse sobre objetos de diferente índole: máquinas,
vehículos, sustancias, animales y hasta seres humanos, que ante el respectivo estímulo o acto que se lleva
110. VIDEOCONFERENCIAS
Por último, debemos hacer alguna consideración y destacar su importancia, acerca de las
declaraciones a través del moderno sistema de videoconferencias, que son una modalidad de la regulada
111. GENERALIDADES
Con ocasión del ejercicio recursos o medios de impugnación, las normas del COPP que los regulan prevén
cierta actividad probatoria en el respectivo procedimiento para acreditar el motivo que se alega o la defensa
contradictoria frente a la pretensión del recurrente, sea en apelación de autos (arts. 439 a 442), de sentencia
definitiva (Arts. 443 al 450), y en casación (arts. 451 al 461).
La actividad probatoria en esos procedimiento recursivos de este sistema de corte acusatorio está
fundamentalmente limitada a demostrar o desvirtuar el vicio o defecto de forma (in procedendo) que se
denuncia como motivo del recurso, y en nada tiene por objeto reexaminar los hechos con recepción y
valoración de las pruebas o elementos de convicción que los fundamentan, como se verá al tratar sobre cada
clase de recurso que permite la oferta e incorporación de pruebas para conocimiento de la jurisdicción
superior.
Las otras partes también podrán promover pruebas dentro de su escrito de contestación presentado dentro
de los tres días contados a partir de su emplazamiento, conforme al encabezamiento del artículo 441 ejusdem,
para desvirtuar o apuntalar el motivo de la apelación.
En estos casos las pruebas admisibles deben ser estrictamente las encaminadas a demostrar el motivo de
impugnación, no las que impliquen reexamen del hecho que fue materia de la investigación y procesamiento
para lo cual deben bastarse las actas, elementos de convicción, y lo que al respecto curse en autos, que no
tienen porque ofrecerse sino implemente pueden invocarse como apoyo a la argumentación.
Como ejemplo se puede señalar que, en el caso de decisiones sobre medidas de coerción personal o real las
pruebas en apelación deben ser fundamentalmente documentales u otras que se relacionen con la situación de
arraigo en el país, condición familiar, patrimonial, etc., en cuanto concurran a fundar o desvirtuar el posible
peligro de fuga, o en su caso la procedencia u origen de los bienes objeto de incautación y aseguramiento. En la
La Corte de Apelaciones al admitir el recurso y sólo cuando se hayan promovido pruebas en la apelación o
contestación, si las estima necesarias y útiles fijará una audiencia oral dentro de los diez (10) días siguientes a
la recepción de las actuaciones, en la cual se incorporarán esas pruebas, quedando su presentación a cargo del
promovente y a solicitud del mismo el Secretario expedirá las citaciones y órdenes necesarias, lapso ese que se
reducirá a la mitad si la decisión recurrida declaró medida cautelar privativa de libertad o sustitutiva (art. 442).
Conforme a la última parte de esta norma, la decisión de la Corte deberá ser motivada, “con la prueba que se
incorpore y los testigos que se hallen presentes”, expresión ésta que debe tener el sentido de fundamentarse ese
fallo en dichas pruebas, incluyendo las declaraciones de los testigos que hayan sido presentados, más no se
entiende la exigencia de encontrarse presentes en el momento de emitirse esa decisión, lo que sí tiene cabida
para las partes, especialmente la recurrente.
En la misma forma las otras partes podrán promover pruebas, que sólo tendrán por objeto desvirtuar o
apuntalar ese alegato sobre defecto formal de algún acto, lo que deben hacer en su respectivo escrito de
contestación presentado dentro de los cinco (5) días siguientes al vencimiento del plazo previsto para la
interposición del recurso. No se prevé en el COPP que la parte apelante y promoverte deba indicar lo que
pretende probar con el medio ofrecido, o sea el objeto de esa prueba, como sí se exige expresamente para la
prueba en el recurso de casación, lo que más adelante será expuesto, pero es importante que lo haga a los fines
de su admisibilidad para lo cual la Corte de Apelaciones deberá estimar la prueba como necesaria y útil.
Debe precisarse que para demostrar otro asunto relacionado con cualquiera de los motivos de apelación
contemplados en el artículo 443 del COPP deben bastarse las actas del debate, que pueden ser invocadas, más
no necesariamente promovidas, así como la sentencia definitiva impugnada, ya que obligatoriamente es
remitido todo ello a la Corte de Apelaciones y ésta viene obligada a examinarlas, no en lo que respecta al
resultado de la actividad probatoria allí constatado, para cuya apreciación y fijación de los hechos probados es
soberano el juez o jueza que presidió el debate y pronunció el fallo. Por ello, debe quedar bien claro que no hay
actividad probatoria ni valorativa de pruebas en esta instancia superior, en cuanto implique reexamen del
mérito de la causa, sino que, como tribunal que fundamentalmente conoce de la aplicación del derecho
adjetivo y sustantivo (especie de casación menor), resuelve lo que estrictamente se relacione con los principios
y normas que rigen el juicio oral, la motivación de la sentencia y sus formalidades esenciales, la debida
incorporación de pruebas y la recta aplicación de las normas jurídicas, todo lo cual se corresponde con los
motivos de apelación pautados en el artículo 444, y por supuesto, todo lo concerniente al acatamiento del
En tal sentido, el artículo 445 en su segundo aparte prevé que para acreditar el denunciado defecto de
procedimiento y desvirtuar así lo que al respecto se hizo constar en el acta del debate o en la sentencia, la
prueba a promover debe consistir en el medio de reproducción a que se contrae el artículo 317 (grabación de
voz, videograbación o similar) o en su defecto, y si no pudiere ser utilizado ese medio o no se hubiere
empleado, será admisible la prueba testimonial. La presentación del testimonio, o del testigo como órgano de
esa prueban, tendrá lugar en una audiencia oral que deberá realizarse dentro de cinco (5) y diez (10) días
contados a partir de la admisión del recurso, debiendo el secretario de la corte expedir las citaciones u órdenes
que sean necesarias (art. 447). El medio de reproducción, que se exige obligatoriamente para registrar en
forma precisa lo acontecido en el debate y que debe quedar en el recinto del tribunal a disposición de las partes
(art. 317), al ser promovido por cualquiera de éstas debe ser remitido por el tribunal de la recurrida a la Corte
de Apelaciones para su utilización en la audiencia. El defecto de procedimiento en la forma como se realizó un
acto, para lo cual fue infiel el acta del debate en lo allí asentado u omisiva al respecto, así como la sentencia
misma, debe incidir exclusivamente en los motivos formales de apelación previstos en los números 1, 3 y 4 del
artículo 443 del COPP y que se corresponden con esa posibilidad de acreditación, a saber:
Violación de la oralidad, inmediación o publicidad, como que se haya permitido que algún órgano de
prueba lea totalmente su declaración y en el acta se asentó que la expuso oralmente; que se haya recibido la
declaración de un menor en presencia de público y en el acta se dejó constancia que fue a puertas cerradas;
que durante alguna actividad probatoria se haya ausentado aunque por pocos instantes el juez que presidio el
debate (violando el principio de inmediación) y en el acta se dijo que el juicio se celebró con la presencia
ininterrumpida del juez y las partes. Quebrantamiento u omisión de formas de actos que cause indefensión,
como en el caso de habérsele negado el derecho de declarar al acusado cuando lo pidió al final del debate y en
la sentencia se dijo que este se negó a rendir declaración; o que no se haya permitido la intervención del
apoderado querellante en el interrogatorio y ello no quedó expresado en el acta. Prueba obtenida ilegalmente o
incorporada con violación a los principios del juicio oral, como cuando se incorporó por su lectura una
entrevista de testigo que no compareció a declarar y nada de esto se asentó en el acta, siendo apreciada esa
entrevista como fundamento de la sentencia. En todos esos supuestos son admisibles y eficaces los medios de
reproducción que hayan registrado fielmente lo que aconteció en el debate, o a falta de ello el testimonio de
personas que hayan asistido y presenciado la actividad probatoria.
En los asuntos sujetos a procedimientos especiales contemplados en el Código Orgánico Procesal Penal
(COPP), Ley Contra la Corrupción (LCC), Ley Orgánica sobre el Derecho de las Mujeres a una Vida Libre de
Violencia (LOSDMVLV), Ley Orgánica para la Protección de Niños, Niñas y Adolescentes (LOPNNA) y otras,
son aplicables las disposiciones establecidas específicamente para cada uno de ellos y en lo no previsto se
aplicarán las reglas del procedimiento ordinario, siempre que no se opongan a ellas de acuerdo a lo dispuesto
en el artículo 353 del COPP, así como los principios generales del proceso y los que rigen especialmente en
materia de pruebas.
Ello tiene su especial relevancia en lo que corresponde a la actividad de investigación y probatoria llevada
a cabo en esos procedimientos en cuanto se emiten decisiones fundamentalmente con base a elementos de
convicción, o se dictan las sentencias definitivas con fundamento en la apreciación de medios de prueba
incorporados en el juicio oral, con sus particularidades sobre lapsos y proposición de esos medios que pueden
ser típicos o libres, según el caso.
Este procedimiento, según comenta la profesora Magaly Vásquez invocando al autor argentino Binder
(1993), se corresponde con la idea de simplificación, entendiéndolo de menor importancia en razón de la pena
y para que el costo del servicio judicial sea menor y las víctimas reciban satisfacción de manera rápida y
sencilla, por lo cual lo incorporó el legislador venezolano a fin de evitar costos para el Estado, según se lee en
la Exposición de Motivos del COPP (Procedimientos Penales Especiales, UCAB, 2017, p.27).
Se prevé para el mismo una audiencia de imputación cuando se inicie por denuncia o querella y la
posibilidad de acordarse allí Fórmulas Alternativas a la Prosecución del Proceso, Principio de Oportunidad,
Acuerdos Reparatorios (art. 357 del COPP) y desde la fase preparatoria la Suspensión Condicional del Proceso
mediante régimen de prueba (arts. 358-359-360).
Una vez presentada la acusación el juez o jueza convocará a una audiencia oral para dentro de un plazo no
menor de diez días ni mayor de quince días hábiles siguientes (art. 365), siendo menor el lapso de fijación (10
a15, en vez de 15 a 20); y las cargas de las partes previstas en el artículo 311 ejusdem, incluidas la proposición
de pruebas que producirán en el juicio oral, con indicación de su pertinencia y necesidad se podrán ejercer por
escrito hasta cinco días antes de la fecha fijada para la celebración de la audiencia preliminar (art. 367), lo que
difiere de lo previsto para el procedimiento ordinario que según el 311 será hasta cinco días antes del
Así pues, en ese procedimiento especial de delitos menos graves el lapso para proposición de pruebas
tendrá como dies a-quo para un cómputo regresivo el de la fecha en que deba celebrarse la audiencia
preliminar, obviamente excluido ese día, como era en el procedimiento ordinario antes de la segunda reforma
del COPP en el que se tenía todo el lapso de fijación como oportunidad para el ejercicio de esa y otras cargas y
como es a partir de esa reforma: desde el mismo día de fijación y hasta cinco días antes de la fecha fijada para
la celebración de la audiencia preliminar, siendo en todo caso válidas las observaciones que al respecto se
hacen en el Capítulo IX (LA PROMOCIÓN DE PRUEBAS), especialmente sobre la no reapertura de ese lapso
ante la fijación de nuevas fechas para ese acto oral con apoyo en jurisprudencia de la Sala de Casación Penal
(Nº 249/30-05-06).
Además, conforme al artículo 313, al que remite el 368, entre otros pronunciamientos el juez o jueza debe
decidir sobre la legalidad, licitud, pertinencia y necesidad de la prueba ofrecida, por lo cual se reproducen las
previsiones del procedimiento ordinario, aceptándose también la apelación del Auto de Apertura solo en
cuanto se refiera a prueba inadmitida o prueba ilegal admitida (art. 369 que remite al 314).
El juicio oral y público se seguirá ante un Tribunal de Primera Instancia en Funciones de Juicio conforme a
las normas del procedimiento ordinario (art. 370), aplicables a la actividad probatoria y los medios de pruebas
que allí se incorporen.
Existe un vacío en lo que respecta al ejercicio de facultades y cargas de las partes que se prevé para el
procedimiento ordinario y otros, entre ellas el ofrecimiento o promoción de pruebas que en el ordinario tiene
lugar hasta cinco días antes del vencimiento del plazo fijado para la celebración de la audiencia preliminar
pero que, no previéndose esa audiencia para este procedimiento abreviado podría considerarse su procedencia
antes del inicio del vencimiento del plazo fijado para el juicio oral si se acoge la exhortación hecha por la Sala
Plena del TSJ (Sent. Nª 24 del 15-05-2003. Caso Gral. (r) Carlos Alfonzo Martínez), aplicando supletoriamente el
artículo 311, lo que implica un cabalgamiento de lapsos, o en la propia audiencia de inicio del juicio, lo que
resultaría violatorio al derecho a la defensa por no disponer la parte imputada de tiempo suficiente para
conocer la acusación y las pruebas allí ofrecidas por el Ministerio Público y la víctima querellante, además de
que estas partes tampoco tuvieron tiempo para conocer y contestar las excepciones que se les opusieran, así
como conocer las pruebas promovidas y oponerse a su admisión, por lo que lo más prudente para garantizar el
ejercicio de esas facultades y cargas, entre ellas la promoción u oferta de pruebas, es diferir el acto de apertura
del juicio para que cada una de las partes puedan conocer esas actuaciones de cada una de las otras, como así
lo también estima Magaly Vásquez (2017, p. 90).
Lo que sí debe precisarse es el carácter no probatorio de esa admisión de los hechos, en cuanto que no
debe tenerse como prueba de confesión ni obrar en contra de coimputados de ser llevados estos a juicio, como
algunos erradamente lo han sostenido, puesto que a nuestro parecer esa manifestación de voluntad sólo
implica aceptación de lo que se le ha imputado como cargo para poner término anticipado al proceso sin juicio
ni debate probatorio, como especie de autocomposición procesal, así lo entendemos y no es equiparable ello a
una confesión de haber ejecutado un hecho punible porque sería contrario a la dignidad humana exigirle ese
elemento subjetivo para que pueda recibir un beneficio que tiene carácter determinantemente objetivo, como lo
sostuvo Frank Vecchionace en su ponencia presentada en las II Jornadas de Derecho Procesal Penal, celebrada
en la UCAB en marzo de 1999 publicada en revista de la UCAB (p. 49).
Contrariamente a nuestra opinión la misma Sala Plena sostuvo en sentencia Nº 70 del 04-07-2000 (Caso
Miquilena) que ese antejuicio de méritos tiene por objeto declarar la certeza y que la querella del fiscal debe
fundarse en prueba suficiente, no obstante reconoce que su instauración debe ser precedida por una actividad de
investigación conducida por el Ministerio Público. En nuestra apreciación, la actividad investigativa solo
dimana elementos de convicción para acusar y llevar a juicio, siendo en éste donde se produce prueba
suficiente para una declaración de certeza.
La documentación enviada debe consistir en copia certificada de las actuaciones que cursen en el
expediente donde consten, en el primer caso las actas de investigación y la orden de privación de libertad; en el
segundo caso la acusación presentada, el auto de apertura a juicio y la orden de captura; y en el tercer caso la
sentencia condenatoria con el auto que declare su firmeza e información sobre la evasión del solicitado. Todo
ello se tendrá como elementos que fundamenten la decisión del Tribunal Supremo y la solicitud que el
Ministerio con competencia en materia de Relaciones Exteriores haga al Estado requerido.
En el caso de tramitarse una solicitud de parte del Gobierno de un Estado extranjero, de entrega de alguna
persona que se encuentre en territorio venezolano para ser juzgada en ese Estado o cumpla pena que le haya
sido impuesta (extradición pasiva), el Poder Ejecutivo Nacional debe remitirla al Tribunal Supremo de Justicia,
en Sala de Casación Penal para que se celebre una audiencia oral en un plazo de treinta días con la
comparecencia del solicitado que tiene derecho a ser oído, con la concurrencia del o de la representante del
Ministerio Público, con la posible asistencia de un abogado o abogada representante del Estado requirente,
debiendo decidirse en quince días si procede su entrega (arts. 382-380-390 del COPP).
Para esa decisión se tendrá como fundamento probatorio la documentación aportada por el gobierno
extranjero debidamente legalizada en la que deben constar las actuaciones que evidencian el hecho delictivo
por el que es procesado o por el que fue condenado en el extranjero, con sujeción a las exigencias del Código
Penal venezolano sobre el delito por el que procede la extradición y los principios aplicables, lo que lo que
será objeto de un debate oral.
Es en el juicio oral y público en que deben probarse los hechos con los medios que sean promovidos. Como
no hay fase de investigación y generalmente las víctimas no disponen de los medios necesarios para constatar
el hecho ejecutado en su perjuicio y a veces hasta para identificar al autor o autora sin intervención oficiosa del
Ministerio Público, ni órganos de policía, se le concede a dicha parte que pretenda presentar Acusación
Privada la facultad de solicitar al Juez de Control que ordene la práctica de una investigación preliminar para
identificar al acusado acusada, determinar su domicilio o residencia, acreditar el hecho punible o recabar
elementos de convicción (Auxilio Judicial previsto en el art. 393).
Las pruebas que se presentarán en el juicio deben ser promovidas por escrito tres días antes del
vencimiento del lapso fijado para esa audiencia de conciliación, con indicación de su pertinencia y necesidad
(art. 402.4). Un solo día se dispone para el ejercicio de esa carga, que es el día tercero (dies ad quem) del lapso
de tres días hábiles computado regresivamente desde el de esa audiencia de conciliación (dies a quo que no se
computa), como lo dejó claramente establecido la Sala Constitucional del TSJ en sentencia Nº 1287 de fecha 28-
06-2006. Esto rige para todas las partes, acusador y acusado, a diferencia del procedimiento ordinario en el que
el Ministerio Público y la víctima querellante deben hacer su ofrecimiento de pruebas para juicio en su libelo
acusatorio (art. 308.5 COPP) y la otra parte cuenta con un lapso de cinco días antes del vencimiento del lapso
fijado para la audiencia preliminar (art. 311.8)
Reiterando lo antes expuesto, es durante el juicio oral que tiene lugar la actividad probatoria propiamente
tal con la incorporación de los medios típicos o libres promovidos que sirvan para constatar los hechos
atribuidos y su autoría. Aun cuando no está claro en el Código el carácter y efectos de los actos realizados en la
investigación preliminar o auxilio judicial, opinamos que estos sólo tienen las características de actos de
investigación que dimanan elementos de convicción para acusar. Y para erigirse como prueba deben ser
ratificados en el juicio oral mediante su debida incorporación en el debate siguiendo las pautas que se
establecen en las normas que rigen el procedimiento ordinario, pero sí pueden ser invocados como tales
elementos de convicción en el escrito acusatorio (art. 392.5), sobre todo aquellos que sirven para “identificar al
acusado o acusada y acreditar el hecho punible” y siempre que el acusado o acusada hayan tenido la oportunidad
de ejercer su control al momento de ser practicada esa investigación preliminar, para lo cual debió ser
previamente notificado o notificada como garantía de su derecho a la defensa. De lo contrario, tal como lo
expresa Carmelo Borrego en su obra “Actividad Procesal y el Procedimiento a Instancia del Ofendido” (Librosca, p.
376), “se corre el riesgo de perder lo actuado, dado que se estaría cabalgando sobre una actividad completamente
inexequible”.
No obstante el carácter no probatorio de lo obtenido en esa esa investigación preliminar, nada impide que
en esa oportunidad pueda tener cabida el procedimiento anticipatorio pautado en el artículo 289 del COPP,
como así opina Borrego (Op. Cit. P. 390) al sostener su pertinencia y que es posible que en ocasión de ese
auxilio judicial pueda invocarse la realización de la prueba anticipada y que “si bien ese particular acto procesal
es propio del procedimiento ordinario; no obstante su aplicación analógica al procedimiento especial no está prohibido y
resulta plenamente pertinente, puesto que la posibilidad de adelantar cualquier actividad probatoria cuando todas las
partes están a derecho, no mira si el delito es de acción pública o privada, al contrario, el sentido general de la norma es
evitar que se facilite la impunidad y no se pierda un medio de prueba que por sus características de pertinente y necesario
sea imprescindible para fijar el objeto de juicio, principalmente, cuando las dificultades del tiempo procesal impiden que
pueda conducirse oportunamente la prueba en el debate en el procedimiento especial de marras”.
Coincidimos con esa opinión, entendiendo procedente que pueda solicitarse la práctica de prueba
anticipada en esa fase preliminar siguiendo lo pautado en el artículo 289 del COPP y para que sus resultas
puedan ser apreciadas como prueba en la sentencia definitiva deben ser incorporadas al debate por la lectura
las actas que las contengan como lo dispone el artículo 322.1 ejusdem.
Es incuestionable el valor probatorio de esos medios documentales y que como lo exige el artículo 322.2 del
COPP deben ser incorporados al debate del juicio oral por su lectura total o parcial, o mediante su exhibición o
reproducción según su forma habitual (art. 341), sin embargo para que puedan constatar el hecho punible y,
según lo que contengan o se obtenga de los mismos, incluyendo el ejemplar del medio impreso, o copia de la
radiodifusión o emisión televisiva, debe demostrarse fehacientemente la autoría en el debate oral, que cuando
fuere necesario tiene que ser ello reforzado con otro medio, testimonial o pericial, que sin lugar a dudas sirva
para constatar en el respectivo caso quien fue la persona que suscribió el documento o quien fue responsable
de la producción, publicación o divulgación del medio impreso o de las videograbaciones y que éstas no hayan
sido producto de alteraciones, composiciones o montajes que pongan en entredicho su autenticidad.
Finalmente se observa, el COPP dispone que la decisión que declara inadmisible una prueba, como la
declaratoria sin lugar de las excepciones opuestas, “solo podrá ser apelada junto con la sentencia definitiva” (art.
403); pero la Sala Constitucional del TSJ, al conocer de una acción de amparo en contra de una decisión de la
Corte de Apelaciones del Área Metropolitana de Caracas que declaró inadmisible un recurso de apelación
contra un auto que inadmitió pruebas ofertadas a favor de un acusado por el delito de difamación, decidió en
otro sentido pronunciándose por la impugnabilidad inmediata, al expresar que resulta “esencial, que el acto
impugnativo se resuelva en esta etapa del proceso en la cual se desmejora o contradice la pretensión deducida. Sólo así se
puede obtener un correctivo que haga justicia”, ordenando así a una nueva Corte de Apelaciones admitir el recurso
interpuesto. (Sent. 720 del 29-04-2004). Magaly Vásquez al citar y comentar esa decisión, señala que “si bien no
tiene carácter vinculante, es evidente que el criterio en ella sentado constituye un precedente de importancia dirigido a
garantizar la oportuna resolución de los recursos”. (Cit. p. 228).
No se discute en ese procedimiento de sede penal sobre el hecho o la culpabilidad –de lo que ya hubo cosa
juzgada-, ni se debaten pruebas al respecto, limitándose el debate y decisión al examen de lo concerniente a la
legitimidad del reclamante, en cuanto al carácter de quien se cree con derecho al reclamo y quien ejerce su
representación; así como la clase y extensión de la reparación o el monto de la indemnización requerida.
En ese caso el Juez o Jueza admitirá o rechazará la demanda dentro de los tres días siguientes a su
presentación. En caso de admitirla ordenará la reparación o indemnización e intimará a la parte demandada a
su cumplimiento y en caso contrario a objetarla en el término de diez días. La parte demandada podrá
formular objeción por escrito solo en lo que se refiere a la legitimación del demandante u oponerse a la clase y
extensión de la reparación o al monto de la indemnización requerida, lo que será tratado en una audiencia de
conciliación que se celebrará dentro de los cinco días siguientes al término antes señalado.
Primero, sobre la oportunidad que tiene la parte demandada para proponer las pruebas que aportará en la
antes señalada audiencia oral, que es precisamente una audiencia de pruebas, como así la titula Fabio Ochoa
Arroyave (“El Procedimiento Civil Indemnizatorio del Daño Causado por el Delito, Editorial Jurídica Santana,
San Cristóbal 2002, p.169), siendo que la parte demandante sí tiene señalada esa oportunidad, que es en el en el
escrito de su demanda civil, como uno de los obligatorios requisito para su admisión (arts. 414.7 y 416.6). Ante
esa duda se puede sostener que la parte demandada podrá proponer sus pruebas por escrito en cualquier
momento y de hacerlo en la propia audiencia debe diferirse ésta para que la otra parte pueda conocerlas con
suficiente tiempo y poder ejercer su control sobre las mismas. Unas u otras pruebas, deben estar
respectivamente destinadas a acreditar u objetar la legitimidad del reclamante y la clase y extensión de la
reparación o el monto de la indemnización requerida, que es la exclusiva materia objeto de discusión.
El otro motivo de duda se refiere a lo que debe entenderse como el “auxilio judicial” que puede ser
solicitado por las partes para cumplir con la carga de aportar los medios de prueba ofrecidos. Descartamos que
se trate del mismo auxilio a que puede acudir el pretenso acusador privado en el procedimiento especial
dependiente de la instancia de parte (art. 393 COPP), anteriormente tratado, que se lleva a cabo en una fase de
investigación preliminar antes del ejercicio de la acción y para lo cual el Juez de Control ordenará su práctica al
Ministerio Público o al órgano o autoridad competente, lo que no puede corresponder a este procedimiento
monitorio en sede penal donde ya se tiene acreditado el hecho que da lugar a la reclamación civil y plenamente
identificada a la persona obligada. Este auxilio judicial lo creemos entendible como la actuación del Tribunal
que conoce de la demanda, atendiendo la solicitud de la parte promovente para facilitar su aporte de pruebas,
como la ubicación de testigos y expertos, o localización y traída de documentos u otros medios que de alguna
manera vayan a servir para esclarecer los extremos requeridos sobre determinación del daño causado y su
resarcimiento.
Se contempla entre otras cosas la facultad del Ministerio Público para ejercer la acción civil conjuntamente
con la penal para lograr la reparación de los daños causados y la indemnización de perjuicios con ocasión de la
comisión de esos delitos, debiendo proponer la acción civil en capítulo separado del escrito de acusación, cuyo
pronunciamiento sobre su admisión queda postergado para cuando quede firme la sentencia que se dicte y el
procedimiento resarcitorio se seguirá en la misma sede penal siguiendo los trámites del antes comentado
procedimiento especial para la reparación del daño e indemnización de perjuicios pautados en el COPP (arts.
413 a 422).
Así fue establecido con carácter vinculante por la Sala Constitucional del TSJ, en sentencia Nº 1251 del 30-
11-2010, al precisar que en lo sucesivo las causas penales por la comisión de los delitos previstos en la Ley
Contra la Corrupción se sustanciarán mediante el procedimiento penal previsto en el Código Orgánico
Procesal Penal, como norma superior, sin menoscabo de la aplicación de los principios y normas especialísimas
en la materia; y que la pretensión civil debe ser formulada por el Ministerio Público conjuntamente con la
acusación fiscal conforme lo establece la Ley Contra la Corrupción y que corresponderá al juez de juicio
pronunciarse sobre su admisibilidad una vez que la sentencia condenatoria dictada haya quedado firme
conforme al procedimiento que para la reparación del daño e indemnización de perjuicios contempla el COPP.
Doctrina jurisprudencial que está ahora recogida en el artículo 52 de este código adjetivo desde el 15 de junio
de 2012.
Por ello, en el enjuiciamiento de estos delitos no varía la actividad probatoria del juicio oral para el
establecimiento de los hechos y la culpabilidad, así como los lapsos para el ofrecimiento de pruebas, al
aplicarse las reglas del procedimiento ordinario; y para la acción civil, que será ejercida en sede penal al
quedar firme la sentencia condenatoria solo podrá debatirse la clase y extensión de la reparación o el monto de
la indemnización requerida por el daño causado al patrimonio público conforme a la reclamación formulada
por el Ministerio Público y contenida en la acusación fiscal, siendo este titular de la acción penal el legitimado
activo para ello, aplicando las antes comentadas normas que rigen el procedimiento especial de reclamación
civil.
En materia de investigación se puede observar, por una parte, las facultades que se confieren al Ministerio
Público para exigir a las instituciones bancarias la apertura de cajas de seguridad, previa orden del Juez de
Control y con la presencia del titular de la caja o su representante, o en su ausencia en caso de inasistencia,
negativa o rebeldía (art. 95 LCC), lo que tendrá por objeto la posible localización de documentos o bienes para
su aseguramiento con fines probatorios o eventual confiscación. También la posibilidad de solicitar al mismo
juez la retención preventiva de remuneraciones, prestaciones o pensiones del funcionario y los pagos que los
órganos públicos adeuden a contratistas directamente implicados en las investigaciones, así como
aseguramiento de bienes hasta por el doble de la cantidad que se estime como enriquecimiento ilícito o el daño
causado (art. 96).
Existe una cuestionada previsión en la LCC sobre la “fuerza probatoria” de los informes de auditorías
patrimoniales, así como las pruebas obtenidas por la Contraloría General de la República, “mientras no sean
desvirtuadas en el debate judicial” (art. 29), lo que similarmente está contemplado en el artículo 83 de la Ley
En tal sentido, reiteramos el criterio ya expuesto en el Capítulo I de esta obra, al precisar que en la fase de
investigación preparatoria, en principio no se realiza actividad probatoria y no interviene el juez, salvo el
procedimiento de pruebas anticipadas previsto en el artículo 289 del COPP; y que no debe hablarse de
“pruebas” en esta fase del proceso, sino de diligencias de investigación, como así las mencionan las
disposiciones del COPP, a menos que se traten de esas llamadas pruebas anticipadas, ya que, en puridad,
pruebas son las que se incorporan al debate del juicio oral y público; y que la importancia de esa fase es que
tendrá a su cargo la búsqueda, identificación y preservación de evidencias, que servirán para preparar el juicio
y para que el Fiscal Ministerio Público pueda sustentar su acción con base en el resultado de esa investigación
por él realizada o dirigida.
En todo caso, para que los respectivos informes de contraloría puedan devenir en prueba de informes, como
las declaraciones juradas de patrimonio y otros actos que tienen carácter documental, deben ser promovidos
en la oportunidad legal y controlados por las partes e incorporados al juicio por su lectura, como se prevé en el
artículo 322.2 del COPP, sometidos siempre a los principios de inmediación y contradicción. No así las actas
que contengan entrevistas de testigos realizadas en el órgano contralor de apoyo, quienes deberán declarar en
el debate oral para que sus testimonios puedan ser apreciados en la sentencia, así como los expertos que hayan
emitido y suscrito dictámenes periciales dentro de la averiguación administrativa, constituyéndose en prueba
de expertos, que no de experticia.
Especial consideración merece lo relacionado con la presunción (iuris tantum) de enriquecimiento ilícito
que prevé el artículo 75 de la LCC, cuando sanciona con prisión de tres a diez años al funcionario “que hubiere
obtenido en ejercicio de sus funciones un incremento patrimonial desproporcionado en relación a sus ingresos, que no
pudiere justificar, y que haya sido requerido debidamente a ello y que no constituya otro delito” ; lo que constituye una
especie de inversión de la carga de la prueba, en el sentido de que es el investigado quien debe demostrar la
licitud o justificación de ese enriquecimiento, o que el incremento patrimonial no tiene relación con las
funciones ejercidas y desvirtuar así dicha presunción. Esto ha sido objeto de muchas críticas y
cuestionamientos. Se ha dicho, como comenta Beltrán Haddad (2014, p.348-350) que ello crea una presunción
de culpabilidad y acaba con la presunción de inocencia al invertir la carga de la prueba, violando el principio
constitucional en virtud de la cual ninguna persona puede ser obligada a declarar contra sí misma; y que en
respuesta a esa crítica, se busca entender y hacer comprender la figura dentro de una jerarquía constitucional
para poner empeño en la rectitud del funcionario en ejercicio de sus funciones ante un hecho de
enriquecimiento no justificado que atenta, por su gravedad, contra el sistema democrático constitucionalmente
establecido.
Conforme al artículo 107 de esa ley, el ofrecimiento de los medios de prueba para su presentación en
el juicio oral debe hacerse en la acusación fiscal o también por escrito antes del vencimiento del plazo fijado
para la celebración de la audiencia oral de la fase intermedia, que es dentro de los diez días hábiles.
También se observa que en la materia probatoria y sobre elementos de convicción que acrediten los
hechos investigados se contempla en esa ley especial, en caso de lesiones la obligación del órgano receptor de
la denuncia de remitir a la mujer agredida al examen médico pertinente dejando constancia de ello en el
expediente y del resultado de las experticias, exámenes o evaluaciones practicadas a la misma y al presunto
agresor (art. 76-7-8 LOSDMVLV), además se consagra, como en el COPP, el principio de libertad de pruebas y
de apreciación por sana crítica, limitándose la prueba de careo solo a petición de la víctima (art. 83).
Sobre el examen médico necesario para la constatación de lesiones, la Sala Constitucional del TSJ, en
sentencia vinculante Nº 1268 de fecha 14-08-2012, invocando el sistema de libertad probatoria, estableció que si
la denuncia se refiere al delito de violencia física, ante la posibilidad de que pueda desaparecer la evidencia
física de las mismas por retardo en la realización de la experticia médico legal a la víctima, antes de que
culmine el lapso de investigación, la víctima podrá presentar conjuntamente con la denuncia o
inmediatamente posterior, ante cualquier órgano receptor de la misma o ante el Ministerio Público, un examen
médico expedido por profesionales de la salud que presten servicio en cualquier institución pública o bien en
el caso de que no sea posible, por médicos privados, para que se deje constancia del estado físico de la mujer, y
que deberán efectuar el debido diagnóstico y dejar constancia a través de un informe, conforme con el deber
establecido en el artículo 24 de la Ley de Ejercicio de la Medicina, sobre las características de la lesión, el
tiempo de curación de la misma y de la inhabilitación que ella cause; y que ese informe debe ser avalado
previa solicitud del Ministerio Público, por un médico adscrito al Servicio Nacional der Medicina y Ciencias
Forenses, para que adquiera carácter de elemento de convicción y, en tal caso ser ofrecido como medio de
prueba para la etapa del juicio oral y público.
Se mantiene la misma estructura del proceso con importantes variaciones sobre esta materia con lapsos
más breves e identificándose más en algunos importantes aspectos, a nuestro parecer, con los principios del
sistema acusatorio, aunque creemos que incurre en el error de hablar de pruebas en la fase preparatoria, como
cuando expresa que la investigación comprende las diligencias para la incorporación de los medios de prueba
conducentes (art. 554 de la LOPPNA). Como ya se ha dicho, salvo lo que corresponde a pruebas anticipadas en
esa fase se practican diligencias de investigación para obtener elementos de convicción que sirvan de
fundamento a los actos conclusivos, entre ellos la acusación; y pruebas son en puridad las que se practican en
el debate del juicio oral (art. 570), que en caso de imputados adolescentes no será público sino privado.
El ofrecimiento de las pruebas de la parte acusadora fiscal para su presentación en juicio debe igualmente
estar contenido en el escrito de acusación, donde no se exige como en el COPP indicación de necesidad y
pertinencia, pero que ello es importante que se cumpla a los efectos del pronunciamiento de admisibilidad; y el
imputado o imputada adolescente, como su defensor o defensora, deberán proponer las pruebas que
presentarán en el juicio, además de que las partes podrán ejercer sus facultades y deberes (cargas) dentro del
plazo de diez días fijado para la celebración de la audiencia preliminar que se computará al vencimiento del
término de cinco días en que las actuaciones se pondrán a la su disposición para que puedan examinarlas una
vez presentada la acusación, entre las que se prevé el ofrecimiento de los medios de prueba necesarios para
resolver cuestiones propias de la audiencia preliminar (arts. 570-571-573 de la LOPNNA).
Aun cuando se prevé ese ofrecimiento y que según artículo 576 de las LOPNNA en el desarrollo de la
audiencia preliminar se dispondrá la práctica de la prueba propia de la misma, debe entenderse esto como
posibilidad de demostración con medios de prueba de lo hechos y circunstancias que fundamenten motivos de
excepciones opuestas o cuestiones incidentales y no sobre la materia que debe ser objeto del debate probatorio
a realizarse en el juicio oral en base a la limitación que establece el artículo 574 de no debatirse en esta
audiencia preliminar cuestiones propias de ese juicio, por lo que para el pronunciamiento de admisión de la
acusación o en su defecto la declaratoria de sobreseimiento deben tenerse como fundamento los elementos de
convicción que se obtengan de las diligencias de investigación practicadas en la fase preparatoria y sobre lo
cual se trabará el debate argumental (que no probatorio) llevado a cabo en esa audiencia oral de la intermedia.
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4 DELLEPIANE, Antonio: Nueva Teoría General de la Prueba. Ed. Temis, Bogotá, 1961, p. 14
5 SENTIS MELENDO, Santiago. Citado por MIRANDA ESTRAMPÉS, Manuel: La Mínima Actividad
Probatoria en el Proceso Penal. J.M. Bosch Editor, Barcelona, 1997, p. 15.
6 MIRANDA ESTRAMPÉS, Manuel.: Op. cit., pp.20-21.
7 CLARIÁ OLMEDO, Jorge: Derecho Procesal Penal. Tomo II. Rubinzal-Culzoni Editores, Buenos Aires,
1998, p. 305.
8 DEVIS ECHANDÍA, Hernando: Teoría General de la Prueba Judicial. Editorial Jurídica Diké. 4ta Edición,
Medellín, 1993, p. 29.
9 PALACIO, Lino Enrique: La Prueba en el Proceso Penal. Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 2000, p.12.
10 CAFFERATA NORES, José I.: «la Prueba en el Proceso Penal. Ediciones Desalma, Buenos Aires, 19987,
p. 16.
11 Ibid., p.6
Primeras Jornadas de Derecho Procesal Penal. Universidad Católica «Andrés Bello». Caracas,
1998, p. 31.
16 VÁSQUEZ GONZÁLEZ, Magaly: «Nuevo Derecho Procesal Penal Venezolano». Universidad
18 RIVERA MORALES, Rodrigo: «Las Pruebas en el Derecho Venezolano». Editorial Jurídica Santana
22 Sobre este punto se recomienda consultar el libro: «Técnicas del Debate Oral en el Proceso Penal
24 Actuó en ese proceso, en representación del Ministerio Público, la Dra. Elba Hager Oliveros, Fiscal
Vigésima Segunda con Competencia Nacional, destacada y excelente funcionaria, a quien el autor de esta obra
le testifica su reconocimiento por la extraordinaria labor que a diario realiza en ejercicio de sus funciones en
defensa de la sociedad frente al delito y por el esfuerzo realizado en ese caso, con gran profesionalismo,
procurando hacer cristalizar la verdad por las vías jurídicas.
25 Entre los jueces de la Corte de Apelaciones que suscribieron el señalado fallo, se encuentra la Dra.
Clemencia Palencia García, quien fue destacada alumna del autor de esta obra en el primer curso de postgrado
en Ciencias Penales y Criminológicas dictado por la Universidad Católica Andrés Bello en la ciudad de
Barinas. Valga nuestra felicitación a la honorable Magistrada por su ascendente trayectoria judicial y sincero
testimonio de afecto para ella y los demás integrantes de esa promoción de penalistas.
26 URBANO CASTRILLO, Eduardo & TORRES MORATO, Miguel Ángel: La Prueba Ilícita Penal. Estudio
Jurisprudencial. Aranzadi Editorial, Pamplona, 1997, p. 32.
27 GONZÁLEZ MANZUR, Hildemaro: La Prueba Ilícita en el Proceso Penal. Vadell Hermanos Editores,
Caracas, 2004. p.41.
28 CAFFERATA NORES, José I.: Op. cit., p. 19.
29 PÉREZ SARMIENTO, Eric Lorenzo: «Comentarios al Código Orgánico Procesal Penal». Vadell Hermanos
Editores, 4a Edición, Caracas, 2002, p. 211.
30 CHIESA APONTE, Ernesto L.: «Derecho Procesal Penal de Puerto Rico y Estados Unidos». Vol. I. Tercer
Mundo Editores, Colombia, 1991, p. 107.
31 PESCI-FELTRI, Mario: «El Proceso de Retardo Perjudicial», en Revista de Derecho Probatorio, N° 4, Editorial
Jurídica ALVA, S.r.l., Caracas, 1994, p. 15.
32 VÁSQUEZ G., Magaly: Op. cit., p. 123.
34 Ibidem., p. 324.
35 CABRERA ROMERO, Jesús Eduardo: «Algunas Apuntaciones sobre el Sistema Probatorio del COPP en
la Fase Preparatoria y en la Intermedia», en Revista de Derecho Probatorio, Nº 11, Ediciones Homero, Caracas,
1999, p. 184.
36Ibid., p. 163
37Ibid., p. 185.
38 Ibid.,p. 186.
43 Idem.
45 Enciclopedia Jurídica Opus. Ediciones Libra, C.A., Caracas, 1994, Tomo III, p. 616.
49Idem., p. 517.
52 CABRERA ROMERO, Jesús Eduardo: «La Inmediación», en Revista de Derecho Probatorio. Nro. 13,
Ediciones Homero, Caracas, 2003, pp. 180-181.
53 TAMAYO RODRÍGUEZ, José Luis: «Manual Práctico Comentado sobre la Reforma del Código Orgánico
Procesal Penal». 1ra.Reimpresión, Editorial Tamher C.A., Caracas, 2003, p. 162.
54 PÉREZ SARMIENTO, Eric: «La Prueba en el Proceso Penal Acusatorio». Vadell Hermanos Editores,
Caracas, 2000, p. 138.
55DEVIS ECHANDÍA: Op. cit., p. 127.
57Idem.
62 COUTURE, Eduardo J.: Las Reglas de la Sana Crítica. Editorial Ius, Montevideo, 1990, p. 64.
65 http://carabobo.tsj.gov.decisiones/2006/diciembre/865-20-Gj01-P-2003-000022.
66 CAFFERATA NORES, José I.: «Imparcialidad del Juez y Prueba de la Acusación», en Cuestiones actuales
sobre el Proceso Penal. 2da. edición actualizada, Editores del Puerto, S.r.l., Buenos Aires, 1998, pp. 105-106.
67Ibid., p. 104
68 DELGADO INDROGO, Roberto J.: «Iniciativa Probatoria del Juez en el Proceso Penal Acusatorio»
Trabajo presentado en la Cátedra de Derecho Procesal Superior Penal (Pruebas Penales), en el curso de
especialización en Ciencias Penales y Criminológicas dictado en la UCAB. Caracas, 2001, pp. 5-7.
69 CABRERA ROMERO, Jesús Eduardo: Las iniciativas probatorias del juez en el proceso civil regido por el
principio dispositivo. Editorial Edifove, Caracas, 1980, p. 9.
70 TAMAYO RODRÍGUEZ, José Luis: «Manual Práctico Comentado» Op..cit., p. 328.
71Idem.
73 Citado por GORPHE, François: La crítica del testimonio. 5ª Edición. Instituto Editorial Reus, S.A., Madrid,
1971, p. 9.
74 CAFFERATA NORES, José I.: «La Prueba en el Proceso Penal». Op. cit., pp. 94-95.
75 PÉREZ SARMIENTO, Eric Lorenzo: La Prueba en el Proceso Penal Acusatorio ...cit., pp. 103-105.
76 GIMENO SENDRA, Vicente: «La declaración del acusado», en Compilación y Extractos sobre «El
testimonio y La Confesión». Editorial Jurídica Bolivariana, Bogotá-Caracas-Panamá-Quito, 1ª Edición 2001. p.
165.
77 CAMPOS CALDERON, Federico-CORTÉS COTO, Ronald: «El Valor Probatorio de las Declaraciones de
Coimputados en el Proceso Penal». Editorial Investigaciones Jurídicas S.A. San José, Costa Rica, 2006. p.p. 60.
78 DELGADO SALAZAR, Roberto: «La Prueba Penal Anticipada». Vadell Hermanos Editores, Caracas,
2005. p. 112-113.
79 CAMPOS CALDERON, Federico-CORTÉS COTO, Ronald: Op. Cit. p.55.
80 Ibid., p.54
81 Ibid., p.58.
88 PÉREZ SARMIENTO, Eric Lorenzo: La Prueba en el Proceso Penal Acusatorio. ...cit., p. 154.
89 DELGADO SALAZAR, Roberto: «La prueba de indicios y su apreciación judicial». Vadell Hermanos
Editores, Caracas, 2006. pp. 96-97.
90 Ibid., p. 111.
91 Carnelutti, citado por Hernando DEVIS ECHANDÍA: Teoría General de la Prueba. Tomo II, 4ta.edición,
Biblioteca Jurídica Diké, Medellín, 1993, p. 486.
92 DEVIS ECHANDÍA, H.:op. cit. II, p. 486.
93 SANCHIS CRESPO, Carolina: «La prueba por soportes informáticos». tirant lo blanch, Valencia, 1999. p. 93.
94 NEMIROSVSKY, Hugo: «El valor probatorio del documento electrónico», en Revista de Derecho Probatorio,
Nº 14. Ediciones Homero, Caracas, 2006. p. 182.
95 Ibid. pp.182-183.
96 DELGADO SALAZAR, Roberto: «La prueba de indicios y su apreciación judicial». Vadell Hermanos
Editores, Caracas, 2006. pp. 96-97.
101 MANZINI, Vincenzo. Tratado de Derecho Procesal Penal. T. III., Ejea, Buenos Aires, 1952, p. 331.
102 AGUILAR GORRONDONA, José Luis: «El Perito-Testigo en el Proceso Civil Venezolano», en Revista
de Derecho Probatorio, N° 2, Editorial Jurídica Alva, Caracas, 1993, p. 210.
103 CABRERA ROMERO, Jesús Eduardo: Contradicción y Control de la Prueba Legal y Libre». Tomo II, p.
47.
104 CAFFERATA NORES, José: La Prueba en el Proceso Penal...cit., p. 53.
106 FRAMARINO DEI MALATESTA, Nicola: Lógica de las pruebas en materia criminal. Tomo II, Editorial
Temis, Bogotá, 1988, pp. 305-306.
107 CAFFERATA NORES, José I.: Op. cit., p. 54.
108 SERRA DOMÍNGUEZ, Manuel: Estudios de Derecho Procesal. Ediciones Ariel, Barcelona, 1969, p. 355.
110 MORENO BRANDT, Carlos E.: La Prueba Pericial en el Proceso Penal Venezolano. Ediciones Libra,
Caracas, 1990, p. 74.
111 LEONE, Giovanni: Tratado de Derecho Procesal Penal. Tomo II, Ediciones Jurídicas Europa- América,
Buenos Aires, 1963, p. 214.
112 CAFFERATA NORES, José I.: La Prueba en el Proceso Penal. ...cit., p. 65.
113 RIVERA MORALES, Rodrigo: Las Pruebas en el Derecho Venezolano. ...cit., p. 481.
114 DEVIS ECHANDÍA, Hernando: Teoría General de la Prueba Judicial. ...cit., p. 421.
118 DEVIS ECHANDÍA, Hernando: Teoría General de la Prueba Judicial ...cit., p. 599.
120 CAFFERATA NORES, José I.: La Prueba en el Proceso Penal. ...cit., p. 184.
122 URDANETA SANDOVAL, Carlos Alberto: La prueba por informe en sentido propio en el derecho procesal
civil venezolano. En Revista de Derecho Probatorio, Nº 7. Editorial Jurídica Alva, 1996. p. 191.
123 ROCHA ALVIRA, Antonio: De la Prueba en Derecho. Biblioteca Jurídica Diké, Medellín, 1990, p. 571.
126 PÉREZ SARMIENTO, Eric Lorenzo: La Prueba en el Proceso Penal Acusatorio. ...cit., p. 138.
127 DÍAZ DE LEÓN, Marco Antonio: La Prueba Indiciaria, en Compilación y Extractos sobre Indicios y
Presunciones. ...cit., p. 9.
128 MITTERMAIER, citado por DÍAZ LEÓN: La Prueba Indiciaria ...cit., p. 9.
132 SALCEDO CÀRDENAS, Juvenal: Los Indicios son Prueba. UCV, Caracas, 2002, p. 36.
133 GORPHE, François: Apreciación Judicial de las Pruebas. Librería Temis Editorial, Bogotá, 1985, pp. 202-
203.
134 Ibid. p. 203.
136 DELGADO SALAZAR, Roberto: «La Prueba de Indicios y su Apreciación Judicial». Vadell Hnos Editores,
Caracas-Valencia 2006, p.100.
137 PÉREZ SARMIENTO: Op. cit., p. 144.
139 DEVIS ECHANDÍA, Hernando: Teoría General de la Prueba Judicial. ...cit., p. 337.
140 PARRA QUIJANO, Jairo: Manual de Derecho Probatorio, 11ª edición. Ediciones Librería del Profesional,
Bogotá, 2000, p. 127.
141 PÉREZ SARMIENTO, Eric Lorenzo: La Prueba en el Proceso Penal Acusatorio. ...cit., p. 43.
144 CAFFERATA NORES, José I.: «La Prueba en el Proceso Pena»l. ...cit., p. 187.
145 JAUCHEN, Eduardo M.: «La Prueba en Material Penal». Rubinzal-Culzoni Editores, Bogotá, 1996, p. 322.
146 Idem.
147 RIVERA MORALES, Rodrigo: «La Pruebas en el Derecho Venezolano». Librería J. Rincón, 4ta. Edición.
Barquisimeto, 2006, p. 93.
148 FRAMARINO DEI MALATESTA, Nicola: «Lógica de las pruebas en materia criminal». Editorial Temis
S.A., Cuarta Edición. Bogotá, 1988, Vol. I, p. 111.
149 DEVIS ECHANDIA, Hernando: «Teoría General de la Prueba Judicial». Biblioteca Jurídica Diké, 4ª
Edición. Medellín, 1993, Tomo I, p. 131.
150 PEREZ SARMIENTO, Eric: «La Prueba en el Proceso Penal Acusatorio». Vadell Hermanos Editores, 2ª
Edición. Caracas, 2003, p. 87
151 CABRERA ROMERO, Jesús Eduardo: «El Experimento Judicial». En revista de la Facultad de Derecho de
la Universidad Católica Andrés Bello, Octubre 1984. Publicaciones de la UCAB, Caracas 1985, Nº 33, p.121.
152 FLORIAN, Eugenio: Op.Cit., p 497.
158 GORPHE, Francois: «Apreciación judicial de las pruebas». Librería Temis Editorial. Bogotá, 1985, pp. 138-
139.
159 Ibid., p. 140.
161 GUTIERREZ CEBALLOS, Juan Carlos: «Aportes de la Infografía a la Investigación Criminal». S/Editar,
Caracas Julio, 2000.
162 ORTA, Raymond: «Reconstrucción informática de hechos». http: WWW:// Tecno Juris. Com. 13-4-2008.
164Ibid. p. 231.
166 ADIP, amado: «Prueba de testigos y falso testimonio». Ediciones Depalma. Buenos Aires, 1995, p. 86.
167 GIMENO SENDRA, Vicente: «La declaración del acusado», en Compilación y Extractos sobre «El
testimonio y La Confesión». Editorial Jurídica Bolivariana, Bogotá-Caracas-Panamá-Quito, 1ª Edición 2001, p.
164.