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Sent 378 del 25 de julio

de 2022

Control difuso a literales


e y j del art. 41 Ley
arrend. comercial

LA REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA


EN SU NOMBRE
EL TRIBUNAL SUPREMO DE JUSTICIA
EN SALA CONSTITUCIONAL
EXPEDIENTE N° 20-0041

GISTRADO PONENTE: CALIXTO ORTEGA RIOS

El 16 de enero de 2020, se recibió en la Secretaría de esta Sala, oficio suscrito por la


ciudadana Diana Trial Bertorelli, titular de la cédula de identidad N° 5.537.903, en su carácter
de Directora Ejecutiva del CENTRO DE ARBITRAJE DE LA CÁMARA DE CARACAS,
mediante el cual consignó, “por instrucciones del Tribunal Arbitral, constituido por el árbitro
único Dr. Gilberto Guerrero Rocca”, copia certificada del laudo arbitral dictado el 11 de
diciembre de 2019, “en el caso ADMINISTRADORA IN SIGN, C. A. contra CARTERA DE
ACTIVOS LHO LA 180654, C. A, identificado con el N° CA01-A-2019-000001, según la
nomenclatura llevada por este Centro de Arbitraje (…) en cumplimiento a lo establecido en
los artículos 25.12 y 33 de la Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia”, en virtud de la
desaplicación por control difuso de los literales “e” y “j” del artículo 41 del Decreto con
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Rango, Valor y Fuerza de Ley de Regulación del Arrendamiento Inmobiliario para el Uso
Comercial.

El 11 de febrero de 2020, se dio cuenta en Sala del presente expediente y se designó


Ponente al Magistrado Calixto Ortega Rios.

El 08 de abril de 2021, esta Sala dictó sentencia n° 0070, en la cual ordenó a la


Directora Ejecutiva del Centro de Arbitraje antes señalado, que informara a esta Sala dentro
de un lapso de cinco (5) días de despacho, contados a partir de su notificación, si contra el
laudo arbitral inserto en el expediente distinguido con el alfanumérico CA01-A-2019-000001,
de la nomenclatura particular de ese Centro de Arbitraje, en el que es parte demandante es
ADMINISTRADORA IN SING, C. A. contra CARTERA DE ACTIVO LHO 180654, CA,
fue interpuesto el recurso de nulidad previsto en el artículo 76 del Reglamento General del
Centro de Arbitraje de la Cámara de Caracas, y si el mismo se encuentra definitivamente
firme, debiendo remitir copia certificada de las actas conducentes que así lo acrediten. Así
mismo, se le advirtió a la referida ciudadana que el incumplimiento de lo ordenado acarrearía
la aplicación de la sanción prevista en el artículo 122 de la Ley Orgánica del Tribunal
Supremo de Justicia.

El 12 de marzo de 2021, la abogada Diana Trías Bertorelli, en su carácter de Directora


Ejecutiva del Centro de Arbitraje de la Cámara de Comercio de Caracas (CACC), compareció
ante esta Sala y expuso: , “ consigno comunicación suscrita por la Directora Ejecutiva del
Centro de Arbitraje de la Cámara de Comercio (CACC) (Anexo A), mediante el cual se
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informa a esta Sala Constitucional que el Centro de Arbitraje de la Cámara de Comercio, no


ha recibido información ni comunicación alguna respecto del ejercicio del recurso de nulidad
previsto en el artículo 76 de la Ley de Arbitraje Comercial contra el laudo dictado en fecha
11 de diciembre de 2019, en el caso es ADMINISTRADORA IN SING, C. A. contra
CARTERA DE ACTIVO LHO 180654, CA, identificado con la nomenclatura Nro. CA01-A-
2019-000001 de este Centro de Arbitraje. Así mismo consigno…”

El 08 de junio de 2021 se libró oficio N° 21-0225, remitiendo copia certificada de la


sentencia a la ciudadana Diana Trias Bertorelli, Directora Ejecutiva del Centro de Arbitraje de
la Cámara de Caracas.

El 21 de julio de 2021, el ciudadano Edward Enrique Escalona Méndez, actuando con


el carácter de Alguacil de esta Sala presentó diligencia ante la Secretaría de la Sala, mediante
la cual, consignó resulta del oficio N° 21-0225, del 08 de junio de 2021, relacionada a la copia
certificada de la decisión N° 0070, del 08 de abril de 2021, dirigido a la ciudadana Diana Trias
Bertorelli, Directora Ejecutiva del Centro de Arbitraje de la Cámara de Caracas. Se acordó
agregar la presente diligencia y anexo al expediente respectivo.

El 27 de abril de 2022, se reunieron en el Salón de Audiencias de esta Sala, los


ciudadanos Magistrados Doctores Gladys María Gutiérrez Alvarado, Lourdes Benicia Suárez
Anderson y los Magistrados Doctores, Luis Fernando Damiani Bustillos, Calixto Ortega Ríos
y Tania D’ Amelio Cardiet, a los fines de la instalación de la Sala Constitucional de este
Supremo Tribunal, todo de conformidad con lo dispuesto en los artículos 20 y 13 de la Ley
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Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia, quedando conformada de la siguiente manera:


Doctora Gladys María Gutiérrez Alvarado, Presidenta, Doctora Lourdes Benicia Suárez
Anderson, Vicepresidenta, y los Magistrados, Luis Fernando Damiani Bustillos, Calixto
Ortega Ríos y Tania D’ Amelio Cardiet.

Realizada la lectura individual del expediente, esta Sala procede a pronunciarse


respecto de la presente solicitud, previas las consideraciones siguientes:

I
DEL LAUDO ARBITRAL CONTENTIVO DE LA DESAPLICACIÓN POR
CONTROL DIFUSO DE LA CONSTITUCIÓN

Con el fin de dar cumplimiento a lo previsto en los artículos 25.12 y 33 de la Ley


Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia, considera esta Sala Constitucional menester
transcribir -parcialmente- los fundamentos y alcance de la desaplicación adoptada, por control
difuso de la constitucionalidad de los literales “e” y “j” del artículo 41 del Decreto con Rango,
Valor y Fuerza de Ley de Regulación del Arrendamiento Inmobiliario para el Uso Comercial,
en el laudo dictado el 11 de diciembre de 2019, por del Tribunal Arbitral del Centro de
constituido por el árbitro único Dr. Gilberto Guerrero Rocca, del Centro de Arbitraje de la
Cámara De Caracas, los cuales son del tenor siguiente:

“…70. La discusión sobre la validez de pactar cánones de arrendamiento en


moneda extranjera es de vieja data. En 1999 el Derecho-Ley de Arrendamientos
Inmobiliarios (en lo sucesivo LAI) reconoció la posibilidad de pactar “índices de
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valor” (e.g. moneda extranjera, IPC, entre otros) en los contratos de


arrendamiento para ajustar automáticamente su canon, inclusive, en ausencia de
esos pactos, la aplicación “ope legis” de un ajuste anual por voluntad de la
propia Ley conforme al Índice de Precios al Consumidor, IPC (Art. 14 LAI).
Adicionalmente, su aceptación no se limitaba a fungir como “índice valor” dentro
de una “clausula de valor” (para ajustar el canon ante la depreciación del
Bolívar), sino también como moneda de pago directo y obligatorio, si así había
sido libremente pactado por los contratantes.
71. La entrada en vigor de la legislación de control cambiario en la década
pasada, acompañada de prohibiciones especificas contenidas en la Ley para la
Regularización y Control de los Arrendamientos de Vivienda (Art. 54, LRCAV), y
el Decreto-Ley Nro. 929 (Ley de Regularización del Arrendamiento Inmobiliario
para el Uso Comercial, LRAUC, Art. 41, e), para inmuebles comerciales, limitó la
libre autonomía de la voluntad de las partes. Sin embargo, para 2018 con la
revocatoria de ese régimen cambiario y con el reconocimiento formal-por parte
del Estado venezolano -del uso cotidiano de la moneda extranjera en la
operaciones comerciales, la posibilidad de pactar cánones de arrendamiento en
moneda extranjera ha retomado su validez, y ha apuntalado la tesis que sostiene
su inconstitucionalidad sobrevenida por exceder con creces la racionalidad y
temporalidad que inicialmente le justificaban.
72. Con la entrada en vigor del régimen legal arrendaticio inmobiliario del año
1999 (LAI) los contratantes contaban con la posibilidad de establecer índices de
valor en los contratos de arrendamientos inmobiliarios-para viviendas y los
locales comerciales-con la finalidad de hacer un ajuste a las pensiones de alquiler
de forma automática y, en ausencia de tal previsión, la aplicación ope legis de un
ajuste anual por voluntad de la propia ley conforme al IPC.
73. En efecto, LAI establecía dos mecanismos para la actualización o ajuste de las
pensiones de arrendaticias, en inmuebles no sujetos a regulación; uno por
autonomía de la voluntad de las partes, a saber: (i) una cláusula de valor
convencional, establecida en el contrato, o bien con posterioridad a este, cuyas
modalidades más frecuentes eran el establecimiento de diversos mecanismos de
´índice valor´, consistentes en un aumento porcentual aplicable por el transcurso
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del tiempo (e.g. 15% de aumento por cada renovación anual); la aplicación de un
índice valor acumulado para un lapso determinado (e.g. IPC acumulado por cada
renovación) o bien, similar ´índice valor´ pero de ajuste inmediato, admitiéndose
la moneda extranjera (Art. 17 LAI), y en donde se distinguía entre moneda de
cuenta y moneda de pago. La primera referida a la forma de determinación y la
segunda a la manera como efectivamente se liberaba el arrendatario de la
obligación. El segundo mecanismo de voluntad de la ley, y ante el silencio de las
partes, a través de (ii) una cláusula de valor ope legis (Art. 14 LAI), siendo sus
supuestos de procedencia: a) que se tratara de un inmueble no sujeto a regulación
de alquileres; b) que las partes no hubiesen establecido una cláusula de valor, en
los términos antes explicados, para el ajuste periódico del canon; y c) que una vez
transcurrido cada año de la relación arrendaticia, las partes no hubiesen logrado
un acuerdo sobre si aumentaban o no el canon inicialmente estipulado.
74. La LRAUC de 2014 reconoció que en el sector inmobiliario comercial, en
realidad, son las partes (comerciantes) quienes “pactaran de mutuo acuerdo” el
canon de arrendamiento mediante la elección de uno cualquiera de los tres (3)
mecanismos contemplados en su texto, mediante el CAF (canon de arrendamiento
fijo); el CAV (canon de arrendamiento variable, sobre la base de las ventas
brutas) y el CAM (canon de arrendamiento mixto, que emplea a los dos
anteriores). En ese mismo sentido, pesar que la LRAUC emplea repetidamente la
palabra “fijación” de cánones, y que su nombre inicia con “Regulación”, en
realidad debe hablarse de “pacto,” “determinación” o “acuerdo” sobre los
cánones de arrendamiento entre comerciantes.
75. La “regulación” de alquileres a través de un acto administrativo de efectos
particulares desapareció definitivamente con la LRAUC, prueba fehaciente que
la determinación del canon queda exclusivamente sometida a la libre autonomía
de la voluntad de las partes, y con ello exenta del principio tuitivo o protectorio.
76. Conforme a la vigente LRAUC, existen tres mecanismos para pactar el ajuste
o revisión del canon. El artículo 33 de LRAUC prevé que (i) transcurrido un año,
el ajuste será tomando como tope máximo la variación porcentual anual del
grupo de bienes y servicios diversos considerando el índice nacional de precios al
consumidor (INPC) del año inmediatamente anterior de acuerdo con publicado
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por el Banco Central de Venezuela; (ii) cuando el arrendador haya realizado


mejoras o reparaciones mayores, cuyo costo exceda el 40% del valor del inmueble
establecido como base de cálculo para determinar el canon de arrendamiento y;
(iii) mediante la estipulación de cláusulas de valor compatibles con la LRAUC, es
decir, siempre y cuando se correspondan con los mecanismos en ella establecidos,
tales como la aplicación del INPC, la variación en el porcentaje de la
rentabilidad para CAF y CAM, variación en el volumen de rentas brutas, y en
caso de mejoras y reparaciones mayores cuyo costo exceda del 40%.
77. A pesar de todo lo anterior, si bien la LRAUC de 2014 admite la posibilidad
que las partes actualicen o ajusten el canon a través de ´índices de valor´
(incluidos en una cláusula de valor), sin embargo, ello no abarco a la moneda
extranjera, y optó por prohibirle de manera general y absoluta, sin ponderar
ningún elemento y sin ofrecer mecanismo alguno de adecuación. El intérprete y
operador judicial debían suponer que el legislador optó por esa restricción,
simplemente para hacer ´compatible´ a la norma con el régimen cambiario
excepcional que, para ese entonces todavía existía en Venezuela. Esa limitación
especifica al derecho y garantía constitucionales de propiedad privada (y sus
atributos) y a la libertad económica, respectivamente, en apariencia, encontraban
su justificación, racionalidad y legitimación en las mismas bases sobre las que
reposaba-en general-el régimen y las restricciones cambiarias implementadas
desde la década pasada en el país.
78. Cualquier limitación legislativa a la libre autonomía contractual de las partes
no es inconstitucional per se, y puede superar cualquier reproche de
constitucionalidad siempre que se fundamente en elementos racionales que
justifiquen la modulación de su ejercicio y sin suprimir o eclipsar su núcleo o
contenido esencial. Conforman el contenido o núcleo esencial de un derecho o
garantía constitucional “aquellas facultades o posibilidades como pertinente al
tipo descrito y sin las cuales deja de pertenecer a ese tipo y tiene que pasar a
quedar comprendido en otro desnaturalizándose.” (Sentencia del Tribunal
Constitucional español STC 11/81, de 8 de abril, caso Decreto-ley de huelga).
79. En ese mismo sentido, cuando el legislador limita o restringe algún derecho o
garantía fundamental (como la propiedad o la libertad económica), el escrutinio o
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revisión de su constitucionalidad se afina, exigiendo del operador judicial un


examen más estricto sobre su justificación, racionalidad y balance. (el ´strict
scrutiny´ del control judicial de la constitucionalidad estadounidense a partir de
la sentencia United States v. Carolene Products. Co. (1938), 304 US 144). Las
Leyes conservan una ´aparente´ presunción de constitucionalidad, pero esa
presunción se invierte cuando restringen o limitan derechos y garantías
constitucionales, tales como la propiedad y la libertad económica.
80. La demandada alega la ilegalidad de la estipulación referida al canon de
arrendamiento establecido en moneda extranjera, tanto como moneda de cuenta
como moneda de pago, lo cual, en su decir, violenta normas de orden público
contenidas en la LRAUC, la Ley de ilícitos Cambiarios y el Código Orgánico
Tributario.
81. Desde 2018, diversos órganos estatales que ejercen el poder público en
nombre de la República, en ejercicio de sus competencias administrativas o
legislativas, han dictado o sancionado actos administrativos de efectos generales
o leyes orientadas a derogar o revertir (´desmontar´) el régimen de control
cambiario. La grave crisis económica y la disminución de los ingresos
provenientes de la actividad petrolera han estimulado a esas autoridades a dictar
medidas o normas flexibilizadoras que, en suma, admiten el uso y empleo de la
moneda extranjera para cualquier tipo de transacción u operación comercial
cotidiana.
82. En primer lugar, el Decreto Constituyente Derogatorio del Régimen
Cambiario y sus ilícitos publicado en la G.O.N° 41.452 del 02 de agosto de 2018,
en su artículo 1° estatuye que su objeto es la derogatoria del régimen cambiario y
sus ilícitos, con el objetivo de otorgar a las personas naturales o jurídicas
nacionales o extranjeras todas las garantías a fin de que puedan desarrollar su
participación en el modelo de desarrollo socio-económico productivo,
derogándose de forma expresa al Decreto con Rango Valor y Fuerza de Ley del
Régimen Cambiario y sus ilícitos; y al artículo 138 del Decreto con Rango Valor
y Fuerza de Ley del Banco Central de Venezuela en lo que concierne
exclusivamente al ilícito referido a la actividad de negociación y comercio de
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divisas en el país; y a todas aquellas disposiciones normativas que colidan con lo


establecido en ese Decreto Constituyente.
83. El tenor de las normas aludidas es el siguiente:
¨Artículo 1. El presente Decreto Constituyente tiene por objeto establecer la
derogatoria del Régimen Cambiario y sus ilícitos de acuerdo con lo establecido
en el artículo 2 de este Decreto Constituyente, con el propósito de otorgar a los
particulares, tanto personas naturales como jurídicas, nacionales como
extranjeras las más amplias garantías para el desempeño de su mejor
participación en el modelo de desarrollo socio-económico productivo del país.
“Articulo 2. A partir de la entrada en vigencia del presente decreto
Constituyente, y sin perjuicio de lo establecido en al artículo 3 ejusdem, se
deroga el decreto con rango, valor y Fuerza de la Ley del Régimen Cambiario y Deroga
sus ilícitos; el artículo 138 del Decreto con Rango, Valor y Fuerza de ley del art. 138
Banco Central de Venezuela en lo que concierne exclusivamente al ilícito
de la
referido a la actividad de negociación y comercio de divisas en el país; y
aquellas disposiciones normativas en cuanto colidan con lo establecido en este Ley Bco.
Decreto Constituyente…”- Central

El artículo 138 de la Ley del banco Central de Venezuela, (publicada en gaceta


Oficial N° 6.2111 Extraordinario de fecha 30 de diciembre de 2015) contentivo
del ilícito cambiario, que deroga señala:
“.Artículo 138. Serán sancionados o sancionadas hasta con el monto del
valor correspondiente a cada operación, quienes realicen operaciones de
negociación y comercio de divisas en el país, de transferencia o traslado
de fondos, o de importación, explotación, compraventa y gravamen de
oro y sus aleaciones, tanto amonedado como en barras, fundido,
manufacturado o en cualquier otra forma, sin haber cumplido con las
regulaciones establecidas por el Banco Central de Venezuela…”.
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84. La normativa citada constituye un avance en el ´desmontaje´ del régimen


legal que venía rigiendo desde 2003 en Venezuela con relación al control de
cambio que impedía la libre convertibilidad de la moneda y penalizada cualquier
actividad de aquellas personas que, entre otros delitos tipificados en la Ley del
Régimen Cambiario y sus Ilícitos, castigaba a quienes promocionaran,
comercializaran los precios de los bienes y servicios utilizando un tipo de cambio
como referencia distinto al establecido por la normativa cambiaria o al fijado
para la operación cambiaria.
85. Seguidamente, fue dictado el Convenio cambiario N° 1 publicado en la G.O.
Nro. 6.405 Ext. del 7 de septiembre de 2018, celebrado entre el Ejecutivo
Nacional y el Banco Central de Venezuela, cuyo objeto es establecer la libre
convertibilidad de la moneda en todo el territorio nacional, con el propósito de
favorecer el desarrollo de la actividad económica, en un mercado cambiario
ordenado en el que puedan desplegarse acciones para asegurar su óptimo
funcionamiento, según lo dispuesto en el artículo número 1.
86. El tenor del artículo 8 del aludido Convenio Cambiario N° 1 preceptúa:
“…Artículo 8. De acuerdo con lo dispuesto en el artículo 128
del Decreto con Rango, Valor y Fuerza de Ley del Banco
Central de Venezuela, el pago de las obligaciones pactadas en
moneda extranjera será efectuado en atención a lo siguiente:
a) cuando la obligación haya sido pactada en moneda
extranjera por las partes contratantes como moneda de cuenta,
el pago podrá efectuarse en dicha moneda o en bolívares, al
tipo de cambio vigente para la fecha del pago.
b) Cuando de la voluntad de las partes contratantes se
evidencie que el pago de la obligación ha de realizarse en
moneda extranjera, así se efectuará, aun cuando se haya
pactado en vigencia de restricciones cambiaria.
c) El pacto de una obligación en moneda extranjera como
moneda de pago únicamente se entenderá modificado cuando
haya sido efectuado previo al establecimiento de restricciones
cambiarias y siempre que estas impidan al deudor efectuar el
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pago en la forma convenida, caso en el cual el deudor se


liberará procediendo como se indica en el literal a) del presente
artículo.

87. Como se evidencia de la diáfana redacción de la norma transcrita,


de acuerdo con lo dispuesto en el artículo 128 de la Decreto con Rango,
Valor y Fuerza de Ley del Banco Central de Venezuela, el pago de las
obligaciones en moneda extranjera será efectuada atendiendo los
lineamientos allí establecidos. En el primer supuesto, si una obligación
ha sido acordada en moneda extranjera, es decir, como moneda de
cuenta, el deudor se liberará de la misma haciendo el pago bien en la
moneda extranjera convenida o en bolívares, al tipo de cambio vigente
para la fecha de pago. En el segundo supuesto, se estatuye que “cuando
la voluntad de las partes contratantes” se evidencie que el pago de la
obligación ha de realizarse en moneda extranjera, así deberá
cumplirse, aun cuando se haya pactado en vigencia de restricciones
cambiarias. En el tercer supuesto, se dispone que el pacto de una
obligación en moneda extranjera como moneda de pago, únicamente
será modificado cuando haya sido efectuado previo al establecimiento
de restricciones cambiarias y siempre que estas impidan al deudor
pagaren la forma convenida, en cuyo caso éste se liberará como se
indica en el literal a, es decir, bien pagando en la moneda extranjera o
en bolívares.

88. Para el caso bajo examen, importa lo contemplado en el literal b,


(Art. 8 del Convenio cambiario Nro. 1, 2018) donde en un claro
reconocimiento a la libre autonomía de la voluntad de las partes, se
establece que si una ha sido contraída en moneda extranjera así deberá
cumplirse, aun cuando esta haya sido pactada en vigencia de normas de
restricción cambiaria. Vamos entonces, como en este instrumento legal
que tiene como propósito flexibilizar y favorecer el desarrollo de la
actividad económica, en un mercado cambiario que busca acciones para
asegurar su óptimo funcionamiento, y que otorga todas las garantías
necesarias a fin de que pueda ejercerse el derecho constitucional a la
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libertad económica. (Art. 112 constitucional), reconoce la posibilidad


que puedan pactarse obligaciones en moneda extranjera, tanto como
moneda de cuenta como moneda de pago, y que de evidenciarse de la
voluntad de las partes de su atención fue que el pago se efectuara en
moneda extranjera, exclusivamente, así deberá cumplirse aun cuando se
haya convenido en vigencia de restricciones cambiarias.

89. Como consecuencia de lo expuesto, salta a la vista que la ´aparente´


racionalidad, justificación y balance que explicaba la prohibición
general y absoluta contenida en el literal “e” del artículo 41 de la
LRAUC ha cesado. La vigencia de una restricción general y absoluta
(como la contenida en la norma bajo estudio) a la propiedad privada y a
la garantía de la libertad económica, desprovista de una justificación o
racionalidad la irradia de una incuestionable inconstitucionalidad.

90. Inclusive, debe señalarse que el llamado ´desmontaje´ reciente del


régimen cambiario (por parte del estado venezolano), si bien es rotundo
y suficiente, sin embargo no debe verse como el único índice revelador
o herramienta para discernir sobre la racionalidad, legitimación,
balance o justificación de una limitación o restricción regulatoria, que
ha sido establecida en forma general y absoluta por el literal “e” del
artículo 41 de la LRAUC, en directa afectación al núcleo esencial del
derecho constitucional a la propiedad privada y a la garantía
constitucional de la libertad económica. También, deben observarse
otros elementos que demuestran la irracionalidad de semejante
prohibición.

91. En efecto, existen otros índices o elementos reveladores que permiten


al operador judicial - a quien se le solicita el ejercicio de la facultad de
desaplicar por control difuso de la constitucionalidad - discernir si la
norma bajo escrutinio debe analizarse empleando todos los recursos
interpretativos dentro de la hermenéutica constitucional.
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92. Más concretamente, en materia de contratos de arrendamiento de


uso comercial, la circunstancia que a) tales contratos no puedan
catalogarse de “adhesión” porque los contratantes tiene la capacidad
negocial suficiente para discutir las condiciones y clausulas generales
del contrato. Pactar una clausula de arbitraje es un acto consensuado de
la misma entidad que pactar el tipo de canon de arrendamiento, el pago
de una póliza de seguro, la fijación de la duración del contrato y
cualquier otra estipulación de naturaleza contractual. Con lo cual, no
subyace allí la necesidad en el legislador de acudir al principio tuitivo
o protectorio; b) el contrato de arrendamiento de inmuebles comerciales
no es un contrato destinado al consumo masivo o a la prestación de un
servicio masivo. Se trata de un contrato de locación de un inmueble por
un tiempo determinado para realizar actividades comerciales. El uso o
destino del inmueble no está referido a actividades específicamente
protegidas o tuteladas por el Estado (e.g. la vivienda), sino que
persiguen lucro, riqueza y renta del arrendatario. De hecho, la
explotación o uso del inmueble coincide con el hecho generador del
impuesto municipal de patente de industria y comercio; (c) dada la
capacidad negocial del “comerciante,” “empresario,” “profesional,” la
celebración de un contrato de arrendamiento de uso comercial supone
un nivel elevado de asistencia y conocimientos técnicos, económicos y
jurídicos, dada la naturaleza y entidad de la actividad comercial
desempeñada en ese local o establecimiento; (d) la circunstancia que un
arrendador (ej. Centro Comercial) emplee contratos “tipo” o “modelo”
para armonizar las “reglas de convivencia, uso y seguridad” dentro de
un inmueble de mayor extensión regido por el régimen de propiedad
horizontal, no enerva las cualidades de los arrendatarios
(“comerciantes, empresarios, profesionales”), ni disminuye su
capacidad negocial para discutir los mecanismos de fijación de los
cánones de arrendamiento, términos de duración del contrato, así
como las condiciones de un arbitraje, mediación o conciliación, entre
otras disposiciones contractuales. En suma, se puede decir con
seguridad que no estamos en presencia de un “débil jurídico per se” que
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justifique (en cuanto al canon de arrendamiento se refiere) una norma


imperativa basada en la necesidad de proteger un “interés general.”

93. El artículo 115 constitucional consagra el derecho a la propiedad


que abarca a todos sus atributos. Toda persona tiene el derecho al uso,
goce, disfrute y disposición de sus bienes. Las contribuciones,
obligaciones y restricciones (como la contenida en el literal “e” del Art.
41 LRAUC) a la propiedad están teológicamente condicionadas a “fines
de utilidad pública o interés general.” Es precisamente el “interés
general” el que justifica que el legislador dicte normas imperativas, no
relajables por las partes, o que imponga prohibiciones. En ausencia de
ese “interés” legítimo, cualquier norma que imponga una restricción a
un derecho fundamental - como la propiedad- deviene de una insalvable
inconstitucionalidad.

94. Similarmente ocurre “limitaciones” que impongan las leyes a las


actividades económicas que libremente sean escogidas por los
ciudadanos (Art.112 constitucional, referido a la garantía de la libertad
económica). Estas limitaciones están teológicamente condicionadas a
razones de “desarrollo humano, seguridad, sanidad, protección del
ambiente u otras de interés social. “no encuentra tampoco este tribunal
arbitral ninguna de esas razones en la prohibición general y absoluta
contenida en el literal “e” del artículo 41 de la LRAUC.

95. Del análisis anterior se colige que no existe en la relación


arrendaticia de uso comercial, algún elemento de “interés general,”
“seguridad,” “desarrollo humano,” “protección del ambiente,” u otra
de “interés social” que haya justificado la imposición de una
prohibición general y absoluta como la contenida en el literal “e” del
artículo 41 de la LRAUC.

96. Inclusive, un intérprete u operador judicial desprevenido,


apresurado o superficial podría argumentar que una manera de
“constitucionalizar” a la norma seria mediante la alternativa de sugerir
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al legislador que “mitigue” o “atemperé” la prohibición, mediante la


formulación de una distinción entre diversos locales comerciales
atendiendo, por ejemplo, su valor comercial, y con ello ´proteger´ a los
pequeños arrendatarios en establecimientos pequeños. Semejante
alternativa-que luce provista de un aparente interés general-
desafortunadamente llevaría implícita una incorrecta conceptualización
de que la estipulación de un canon en moneda extranjera es un pacto en
perjuicio (“in peius”) de manera intrínseca (per se), se olvida que en el
mismo curso cotidiano de las operaciones de esos comerciantes (sean
pequeños o grandes) el empleo de cualquier moneda (nacional o
extranjera) tiene lugar y es recurrente. Ese mismo comerciante que
compra de un mayorista, que al calcular sus costos y gastos hace una
proyección de sus precios finales de venta, está en la misma capacidad
de aceptar, pactar, negociar o rechazar el canon que le ofrece el
arrendador.

97. Efectuado el análisis anterior, resulta palmario que la restricción


general y absoluta contenida en el literal “e” del artículo 41 de la
LRAUC ha sido inconstitucional desde su promulgación original en el
2014, pero esa realidad jurídica solo se ha hecho compatible y palpable
con la actual realidad político-económica que impulso al más reciente
´desmontaje´ regulatorio adelantado por el estado venezolano. En este
mismo sentido, debe declararse que la norma bajo el análisis quebranta
de manera irracional el núcleo esencial del derecho de propiedad (Art.
115 constitucional) y a la garantía de la libertad económica (Art. 112
constitucional), contradiciendo además, abiertamente el propósito del
nuevo marco cambiario y modelo económico que se ha ido
implementando desde la derogación de la Ley de Ilícitos Cambiarios,
como primer paso para la flexibilización del modelo contralor de la libre
convertibilidad del bolívar.

98. En virtud de las razones expuestas, este Tribunal arbitral en


ejercicio pleno del mandato contenido en el artículo 334 de la
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, desaplica el
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control difuso el literal “e” del artículo 41 de la Ley de Regulación del


Arrendamiento Inmobiliario para uso comercial. Así lo decide.

6.2.3. De las defensas y excepciones de fondo

99. Hecha la desaplicación de la norma contenida en el literal “e” del


artículo 41 de LRAUC, y habiéndose acordado que la presente causa
será resuelta, como de mero derecho, pasa este tribunal arbitral a
pronunciarse sobre las defensas de fondo opuesta por la demandada en
su escrito de contestación.
100. Considera este tribunal arbitral que el argumento planteado por la
representación de LHO sobre la nulidad del contrato de arrendamiento
por contener causa ilícita al ser estipulado el canon de arrendamiento
en dólares de los Estados Unidos de América, siendo que ello está
prohibido de forma expresa en el literal “e” del artículo 41 de la
LRAUC, carece de sustentabilidad jurídica, en razón de que la norma
bajo comentario ha sido desaplicada por control difuso de la
constitucionalidad por este tribunal arbitral, con base en las razones que
ya fueron suficientemente explicadas en líneas superiores y que sería
absolutamente redundante volver a referirnos a ellas.

101. Sustento la demandada su petición de declaratoria de nulidad de


contrato de arrendamiento-por causa ilícita- a no ser posible la emisión
de facturas en moneda extranjera contraviniendo el artículo 30 de la
LRAUC. Al respecto, se debe señalar que tal argumento, carece
igualmente de soporte jurídico pues se encuentran vigentes la
providencia administrativa emanada del Servicio Integrado de
Administración Aduanera y Tributaria (SENIAT), N° 71 publicada en la
G.O.N° 39.795 del 08 de noviembre de 2011, y más recientemente el
decreto presidencial N° 35 publicado en la G.O. Ext. N° 3.719 del 28 de
diciembre de 2018, que contempla los lineamientos para la emisión de
facturas en moneda extranjera.”
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II
CONSIDERACIONES PARA DECIDIR

Mediante decisión N° 0070, del 8 de abril de 2021, esta Sala dictó sentencia en la que -
entre otros aspectos- estableció su competencia para la resolución del asunto sub examine. Por
tanto, siendo la oportunidad de decidir acerca del fondo de la desaplicación por control difuso
sometido a consulta de esta Máxima Instancia Constitucional, contenido en el laudo arbitral
dictado el 11 de diciembre de 2019, por el árbitro único Dr. Gilberto Guerrero Rocca, a cargo
del Tribunal Arbitral del Centro de Arbitraje de la Cámara de Caracas, en el que se desaplicó
por control difuso el artículo 41, literales “e” y “j” del Decreto con Rango Valor y Fuerza de
Ley de Regulación del Arrendamiento Inmobiliario para el Uso Comercial, el cual establece:
“En los inmuebles regidos por este Decreto Ley queda taxativamente prohibido:
omissis
e. Establecer cánones de arrendamiento en moneda extranjera;
omissis
j. El arbitraje privado para resolver los conflictos surgidos entre arrendador y
arrendatario con motivo de la relación arrendaticia (…)”.

Con relación al literal “J” de la citada norma, esta Sala tuvo oportunidad de
pronunciarse en sentencia n° 0702/2018 del 18 de octubre, en la cual se declaró CONFORME
A DERECHO la desaplicación por control difuso de la constitucionalidad del artículo 41,
literal “j” del Decreto con Rango, Valor y Fuerza de Ley de Regulación del Arrendamiento
Inmobiliario para el Uso Comercial, que se hizo en el laudo arbitral del 15 de septiembre de
2016, suscrito por la abogada Irma Lovera de Sola, sometido a la consulta prevista en el
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artículo 33 de la Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia, inserto en el expediente


distinguido con el alfanumérico CA01-A-2016-000005, nomenclatura del CENTRO DE
ARBITRAJE DE LA CÁMARA DE CARACAS, en el que es parte demandante la ciudadana
Miriam Josefina Pacheco Cortés y parte demandada la ciudadana Carmen Cárdenas de
Rodríguez. En dicho fallo se puntualizó lo siguiente:

“De donde se colige que, el carácter imperativo, irrenunciable y de orden


público de ciertas normas en materia de arrendamiento de inmuebles
destinados al uso comercial, no es óbice para que las partes (arrendador y
arrendatario) puedan ejercer su derecho fundamental de someter a arbitraje
las controversias que puedan surgir, o que surjan entre ellos con motivo de la
relación arrendaticia, tales como, las demandas por desalojo, cumplimiento o
resolución de un contrato de arrendamiento, reintegro de alquileres pagados
en exceso, reintegro de depósito en garantía, ejecución de garantías, prórroga
legal, retracto legal arrendaticio y cualquier otra acción derivada de una
relación arrendaticia, claro está, siempre que se trate de un arbitraje de
derecho, el cual obliga al árbitro a utilizar las normas sustantivas previstas, en
este caso, en el Decreto con Rango, Valor y Fuerza de Ley de Regulación del
Arrendamiento Inmobiliario para el Uso Comercial.

Lo anterior, en modo alguno implica la desaparición de la justa y equilibrada


tuición que requiere el débil jurídico en estos casos y, que se encuentra
establecida en la legislación especial, así como tampoco el anular el ejercicio
de competencias administrativas atribuidas al Ministerio del Poder Popular
para la Industria y el Comercio y a la Superintendencia Nacional para la
Defensa de los Derechos Socio Económicos (SUNDEE), tales como las
previstas en los artículos 5, 7, 22, 31 y 32 del mencionado Decreto Ley.

La ampliación del arbitraje a sectores tradicionalmente considerados ajenos a


su ámbito de aplicación es la tendencia moderna, lo cual resulta plenamente
acorde con el espíritu, propósito y razón de los artículos 253 y 258 de nuestra
Carta Magna, en contraposición a lo que ocurre con lo dispuesto en el artículo
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41, literal “j” del Decreto con Rango, Valor y Fuerza de Ley, que en lugar de
promover, impulsar o favorecer este medio alternativo de resolución de
conflictos, lo rechaza de plano y de forma tajante coarta e impide su
admisibilidad, lo cual resulta contrario a lo dispuesto en las normas
constitucionales antes citadas, así como a los criterios vinculantes sentados
por esta Sala Constitucional en sentencias números 192/2008; 1.541/2008 y
1.067/2010.

Es por ello, que el empleo del arbitraje como medio alternativo de solución de
conflictos es admisible para debatir y resolver aquellos casos de
arrendamientos de locales comerciales en los que las partes decidan acudir al
mismo, contando el árbitro con todas las potestades propias de un juzgador
independiente y autónomo, conocedor del derecho, que debe velar de igual
manera por su correcta interpretación y aplicación, dándole prevalencia a los
principios y normas constitucionales, en atención a lo cual se declara
conforme a derecho la desaplicación por control difuso de la
constitucionalidad del artículo 41, literal “j” del Decreto con Rango, Valor y
Fuerza de Ley de Regulación del Arrendamiento Inmobiliario para el Uso
Comercial que se hizo en el laudo arbitral dictado el 15 de septiembre de 2016,
suscrito por la abogada Irma Lovera de Sola, inserto en el expediente
distinguido con el alfanumérico CA01-A-2016-000005, nomenclatura del
Centro de Arbitraje de la Cámara de Caracas, en el que es parte demandante
la ciudadana Miriam Josefina Pacheco Cortés y parte demandada la
ciudadana Carmen Cárdenas de Rodríguez.”

Ahora bien, a pesar que dicha declaración tiene efectos relativos y limitados a las
partes y que esta Sala ordenó, en la sentencia n° 0702/2018 del 18 de octubre, señalada líneas
arriba que, en ejercicio de la competencia contenida en el artículo 336, cardinal 1 de la
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela y en el artículo 25, cardinal 3 de la
Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia, y de conformidad con lo previsto en el
artículo 34 eiusdem, de oficio, el inicio de un juicio de nulidad por inconstitucionalidad del
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artículo 41, literal “j” del Decreto con Rango, Valor y Fuerza de Ley de Regulación del
Arrendamiento Inmobiliario para el Uso Comercial, publicado en la Gaceta Oficial de la
República Bolivariana de Venezuela N° 40.418 del 23 de mayo de 2014, que prohíbe el
arbitraje en materia de arrendamiento de inmuebles destinados al uso comercial; en virtud del
principio de expectativa plausible, por tratarse de un precedente jurisprudencial que recayó en
un caso similar, se ratifica en esta oportunidad y con los mismos efectos jurídicos, la
conformidad en derecho de la desaplicación por control difuso de la constitucionalidad del
artículo 41, literal “j” del mencionado Decreto con Rango, Valor y Fuerza de Ley, que prohíbe
el arbitraje en materia de arrendamiento de inmuebles destinados al uso comercial, contenido
en el laudo arbitral dictado el 11 de diciembre de 2019, en el caso ADMINISTRADORA IN
SIGN, C. A. contra CARTERA DE ACTIVOS LHO LA 180654, C. A, dictada por el árbitro
único Dra. Irma Lovera De Sola, a cargo del Tribunal Arbitral del Centro de Arbitraje de la
Cámara de Caracas. Así se decide.

Por su parte, con relación al literal “e” del artículo 41 del cuerpo normativo supra
referido, relativo a la prohibición de pactar cánones de arrendamiento en moneda extranjera
para los casos de inmuebles destinados al uso comercial, es necesario tener en cuenta que el
control difuso de la constitucionalidad que ostentan todos los llamados por Ley a ejercer la
función jurisdiccional, jueces y árbitros, constituye una parte del sistema de protección de la
Constitución y del bloque de la constitucionalidad, que se complementa con el amparo
constitucional, el control concentrado y la revisión de sentencia definitivamente firme, estas
dos últimas potestades única y exclusivamente ejercidas por esta Sala Constitucional, como
máxima y última interprete de la Constitución.
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En ese sentido, el control difuso que responde al desarrollo del constitucionalismo


norteamericano, tiene una eficacia relativa y no implica la nulidad con alcance erga omnes de
la norma, pues tiene una racionalidad hermenéutica, la interpretación del ordenamiento
jurídico in armony with de constitutión y presupone considerar al texto constitucional desde su
condición normativa, eso sí, la de mayor rango o norma normarum, la cual debe aplicarse al
caso concreto con preferencia, sin hacer abstracción del resto de los tópicos que pudieran ser
subsumidos en el supuesto de hecho de la norma empleada preferentemente.

En este contexto, la operación del jurisdicente se limita a determinar si una norma de la


legislación ordinaria contradice o no a la Constitución para el caso concreto sin
consideraciones de tipo universal o abstracto, pues para ello, existe el control concentrado de
la constitucionalidad que solo puede ser ejercido por esta Sala y que en caso como los de auto,
cuando se haga la declaratoria de conformidad o no de la desaplicación por control difuso a
derecho, es potestativo de la Sala, iniciar de oficio un proceso de nulidad.

*Así las cosas, en el caso de autos, es necesario realizar algunas consideraciones con
respecto a la función social del derecho de propiedad y en ese sentido, es necesario destacar
que, mediante sentencia de esta Sala Constitucional N° 403/2006 se delimitó el contenido y
los límites de dicho derecho en razón del interés general, sobre la base de lo que se cita a
continuación:
“… la fijación del contenido esencial de la propiedad privada no puede hacerse
desde la exclusiva perspectiva subjetiva del derecho o de los intereses
individuales que a éste subyacen, sino que debe incluir igualmente la necesaria
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referencia a la función social, entendida no como mero límite externo a su


definición o a su ejercicio, sino como parte integrante del derecho mismo.”

En tal sentido, la incorporación de exigencias sociales, con fundamento en la utilidad


individual y función social al contenido del derecho a la propiedad privada, que se traduce en
la previsión legal de intervenciones públicas no meramente ablatorias en la esfera de las
facultades y responsabilidades del propietario, es un hecho hoy generalmente admitido, ya
que, en efecto, esa dimensión social de la propiedad privada, en cuanto institución llamada a
satisfacer necesidades colectivas, es en todo conforme con la imagen que de aquel derecho se
ha formado la sociedad contemporánea y, por ende, debe ser rechazada la idea de que la
previsión legal de restricciones a las tendencialmente ilimitadas facultades de uso, disfrute,
consumo y disposición o la imposición de deberes positivos al propietario, hagan irreconocible
el derecho de propiedad como perteneciente al tipo constitucionalmente descrito, en este
sentido, cabe destacar que la incorporación de tales exigencias a la definición misma del
derecho de propiedad responde a principios establecidos e intereses tutelados por la propia
Constitución.

No obstante lo expuesto, cabe indicar que la traducción institucional de tales


exigencias colectivas no puede llegar a anular la utilidad meramente individual del derecho y,
por tanto, la definición de la propiedad que en cada caso se infiera de las leyes o de las
medidas adoptadas en virtud de las mismas, por lo que ello puede y debe ser controlado por
esta Sala Constitucional o por los órganos judiciales, en el ámbito de sus respectivas
competencias.
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Finalmente, debemos advertir que entendiendo la propiedad privada, en su doble


dimensión como institución y como derecho subjetivo, ha experimentado en nuestro siglo una
transformación tan profunda que impide concebirla hoy como una figura jurídica limitada
exclusivamente al tipo abstracto descrito en el Código Civil, sino que la misma ha sido
reconducida en virtud de la progresiva incorporación de finalidades sociales relacionadas con
el uso o aprovechamiento de los distintos tipos de bienes sobre los que el derecho de
propiedad puede recaer, produciéndose una diversificación de la institución dominial en una
pluralidad de figuras o situaciones jurídicas reguladas con un significado y alcance diversos,
entre ellos podría citarse el aprovechamiento del suelo, así como la delimitación y restricción
del derecho de edificación en ciertos casos. (Vid. REY MARTÍNEZ, Fernando, ‘La Propiedad
Privada en la Constitución Española’, Centro de Estudios Constitucional, pp. 304-327)’...”.

Con fundamento en lo expuesto, se aprecia ciertamente que el derecho de propiedad no


es un derecho absoluto carente de limitación, ya que puede el Estado bajo ciertas
circunstancias y en función del interés social, aplicar las medidas necesarias para satisfacer las
necesidades del colectivo, limitándolo legalmente y someterlo a ciertas restricciones derivadas
de hechos relacionados con el interés social y utilidad pública.

*En este contexto, cabe citar la sentencia N° 881 dictada por esta Sala el 26 de junio de
2012 (Caso: Alcaldía del Municipio Iribarren del Estado Lara y otro), en la cual se expuso:

“… en el sistema constitucional vigente el derecho de propiedad, no es una posición o


bien jurídico aislado sobre el cual se habilitan posteriores restricciones legales, sino
más bien comparte la concepción de los derecho a la libertad -el cual no es absoluto-,
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pues se encuentra definido a partir del propio Texto Fundamental, por lo que el Estado
no puede incidir sobre el mismo forma tal que desconozca el derecho, pero los
particulares tampoco pueden ostentar una tutela constitucional fuera de los límites que
la propia Constitución establece en proporción o relación a su situación jurídica.”

Al hilo de las anteriores consideraciones, esta Sala reitera que al no revestir los
derechos fundamentales una dimensión exclusiva de reacción frente a la intervención estatal,
sino también de derechos de protección, que exigen conductas positivas eficaces de todos los
órganos y entes que ejercen el Poder Público, garantizando su eficacia frente a sus propias
actuaciones y a la de terceros, es por lo que toda ley sectorial en materia de propiedad, bien
sea de naturaleza agraria o urbana, habitacional o comercial, se erige como una medida que el
Estado debe implementar para proteger los derechos fundamentales y demás principios
constitucionales.

En tanto, que la Constitución y la interpretación que en ese sentido se plasmó en la


sentencia de esta Sala Nº 85/02, constituye una perspectiva que redimensiona la concepción de
la función legislativa, en tanto que el legislador “tiene la obligación de legislar para la
realidad nacional” (Cfr. Sentencia de esta Sala Nº 1.178/09), “lo cual excede una perspectiva
que reduzca el análisis de constitucionalidad a la opción legislativa o que la regla
seleccionada no pueda sostenerse sin afectar el núcleo esencial de los derechos
constitucionales (Cfr. Sentencia de esta Sala Nº 898/2002), en tanto que en esos casos, se
asume que el legislador cuenta con la libertad de escoger una solución entre varias, incluso
una más limitativa que otra u otras, quedando prohibido optar por alguna que anule por
completo el derecho constitucional delimitado, sin tomar en consideración que existen
circunstancias en las cuales la propia Constitución, exige bajo un juicio de proporcionalidad
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y razonabilidad, negar la subsistencia de algún derecho fundamental a favor de otros” (Cfr.


Sentencia de esta Sala N° 794/11).

En consecuencia, y conforme a lo anteriormente expuesto, se concluye que el derecho


de propiedad no es sólo un acto de libre disposición por parte del propietario, sino que
representa el cumplimiento de una obligación constitucional que busca, que justifican el
establecimiento de un régimen jurídico que puede imponer condiciones o restricciones al
ejercicio del derecho de propiedad.

No obstante, el derecho de propiedad también debe ser tutelado de igual manera el


resto de derechos económicos que figuran en el texto constitucional. Para ello, esta Sala busca
reforzar el ejercicio del derecho a la propiedad en las relaciones arrendaticias, en especial de
inmuebles y locales de uso comercial, pero sin desproteger el derecho que tiene el pequeño y
mediano empresario, por lo tanto, se trata de generar unas relaciones justas entre arrendadores
y arrendatarios.

Asimismo, esta Sala constitucional en el contexto del Estado Social de Derecho y de


Justicia que propugna el artículo 2 del Texto Constitucional, ha venido desarrollando
importante doctrina en materia de protección de los inquilinos, en especial, cuando se trata de
inmuebles para uso de vivienda, para garantizar el derecho a una vivienda digna.

Precisamente, inherente al Estado Social de Derecho es el concepto antes expresado de


interés social, el cual es un valor que persigue equilibrar en sus relaciones a personas o grupos
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que son, en alguna forma, reconocidos por la propia ley como débiles jurídicos, o que se
encuentran en una situación de inferioridad con otros grupos o personas, que por la naturaleza
de sus relaciones, están en una posición dominante con relación a ellas, por lo que si en esas
relaciones se les permitiera contratar en condiciones de igualdad formal, los poderosos
obligarían a los débiles a asumir convenios o cláusulas que los perjudicarían o que obrarían en
demasía en beneficio de los primeros, empobreciendo a los segundos.

Para evitar tal desequilibrio, la Constitución y las Leyes determinan cuáles materias
son de interés social (artículos 120 y 307 constitucionales, por ejemplo), o definen o utilizan
expresiones que permiten reconocer que en específicas áreas de las relaciones humanas,
existen personas en posiciones de desigualdad donde unas pueden obtener desmesurados
beneficios a costa de otros, rompiendo la armonía social necesaria para el bien colectivo.

Dentro de las protecciones a estos “débiles”, la Constitución de 1999, establece


Derechos Sociales, los cuales por su naturaleza son de interés social; mientras que otras leyes
señalan expresamente materias como de interés social; o se refieren a la protección de
personas que califican de débiles jurídicos (artículos 6.3 de la Ley al Protección de
Consumidor y al Usuario, por ejemplo). De esta manera se va formando un mapa de quiénes
son los sujetos protegidos por el Estado Social.

Igualmente, en sentencia número 1605 del 20 de octubre de 2.011, se perfiló el rol de


los operadores de justicia en el marco del cumplimiento de su deber de aplicación de las
normas en vigor, garantizando siempre la protección de los arrendatarios y su grupo familiar
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en materia de desalojo de viviendas, atendiendo al derecho a la vivienda como derecho


fundamental.
“…todos los operadores de justicia deben aplicar las normas jurídicas que
correspondan, bajo una visión social y real de las relaciones entre arrendadores y
arrendatarios, analizando para ello la obligación compartida entre los ciudadanos y el
Estado en todos sus ámbitos de garantizar el derecho a la vivienda de las personas,
según refiere el artículo 82 de la Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela, y en el marco de las ejecuciones de sentencias sobre la materia, garantizar
que se cumplan las normas de protección de los arrendatarios y de su núcleo familiar
en materia de desalojo de las viviendas y exista un equilibrio donde se ampare y
garantice el legítimo derecho de propiedad de los arrendadores, todo de cara a la
construcción de una sociedad más justa y equitativa y en palmaria concordancia con el
Estado democrático y social de Derecho y de Justicia en que se constituye la República
Bolivariana de Venezuela”.

Con relación a la adaptación de la ley a las transformaciones sociales, estableció esta


Sala mediante sentencia número 713 del 17 de junio de 2.015, lo siguiente:

“…Así, el artículo 2 Constitucional contempla la figura del Estado democrático, es


decir, de una organización social inclusiva, en el que exista verdadera participación y
protagonismo del Pueblo. También prevé la cardinal dimensión social, es decir,
protectora de la sociedad y, en especial de los más vulnerables dentro de la misma. Por
otra parte, adopta la forma de Derecho, la cual erige al orden jurídico como
instrumento fundamental para la Justicia, la cual constituye, a su vez, la otra faceta,
esta vez, de cierre, de esa forma sintética de Estado (de Justicia), es decir, una
ordenación social basada en un orden -jurídico- justo. Si bien el Derecho, en general,
es justo, es posible que, en algunos casos no lo sea, momentos en los cuales debe
imperar el Estado de Justicia para crear un Derecho justo, es decir, un verdadero
Derecho.
Tal declaración exige, tanto para el Poder Público como para el Poder Popular,
profundizar la construcción de un Estado y una sociedad cada vez más social,
democrática, respetuosa del derecho, justa, igualitaria, solidaria, responsable, ética y,
en fin, respetuosa de los derechos fundamentales.
(…omissis…)
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El Estado Social de Derecho y de Justicia, en criterio de esta misma Sala


Constitucional (vid. sentencia n° 656 del 30 de junio de 2000. caso: Defensoría del
Pueblo), significa que dentro del derecho positivo actual y en el derecho que se
proyecte hacia el futuro, la ley y su aplicación debe adaptarse a las transformaciones
sociales y a la situaciones que el desarrollo de la sociedad vaya creando a partir de
factores valorativos y sociales en general ”.

Bajo esta visión integradora de los derechos sociales y económicos, es necesario tener
un enfoque diferenciado en cuanto a la labor de protección que desarrolla el Estado en función
de los arrendatarios o arrendatarias, por cuanto no todos o todas se encuentran en el mismo
nivel de desigualdad ni en la misma posición de dominio. Ello implica un esfuerzo
extraordinario para los operadores de justicia debido al carácter tópico de las ciencias jurídicas
y la riqueza de supuestos de hechos y la velocidad de transformación de la realidad social.

No obstante ello, en el caso del caso concreto, es necesario examinar minuciosamente


los elementos de la relación arrendaticia, esto es, los sujetos y el objeto de la misma.

Con relación al objeto, se trata de un local comercial con un área total aproximada
de cuarenta y siete metros cuadrados con cuarenta y ocho decímetros cuadrados (47,48) el cual
se encuentra identificado con las letras y números PA -165, ubicado en el Nivel “Plata Alta”
del Centro Comercial Llano Mall, de la localidad de Acarigua, Estado Portuguesa, con lo cual
se observa que se trata de un inmueble constituido por un complejo de edificios donde se
hallan un gran número de tiendas, en el cual se establecen todo tipo de actividades comerciales
y de servicio, las cuales se concentran en dichas instalaciones, normalmente de gran tamaño y
constante de amplias áreas para estacionamiento y diversión que atraen a un numeroso
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público, entre consumidores, trabajadores o simplemente transeúntes que acuden por alguna u
otra causa a dichos lugares.

Como se observa, no estamos en presencia de un local comercial único o aislado en un


pequeño edificio destinado a tal fin, sino se trata de un lugar donde convergen todo tipo de
actividades profesionales, comerciales y de servicio, en el cual las mercaderías se encuentran
exhibida a una gran cantidad de público, lo que permite que se generen un número elevado de
transacciones comerciales al día.

Por su parte, tanto la empresa ADMINISTRADORA IN SIGN, C. A. como la empresa


CARTERA DE ACTIVOS LHO LA 180654, C. A, son sociedades de comercio y por tanto
ostentan la condición de comerciantes y sus administradores conocen los riesgos profesionales
que implica tal condición y ambas, se presume, persiguen fines de lucro, con lo cual, se
produce un intercambio que involucra una sinergia dirigida a garantizar el cumplimiento del
objeto social de cada una de ellas, generando riqueza.

A ambas sociedades anónimas no le es extraño la compra, venta, de mercancía en


moneda extranjera, así como el adquirir obligaciones en divisas, por lo que el haber pactado
los cánones de arrendamiento en Dólares de los Estados Unidos del Norte de América fue una
acción deliberada y consciente, a pesar de la prohibición que contiene el artículo 41, literal
“e” del Decreto con Rango, Valor y Fuerza de Ley de Regulación del Arrendamiento
Inmobiliario para el Uso Comercial.
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En efecto, se trata de un negocio jurídico realizado entre comerciantes, donde


conforme como fue establecido en los límites de la controversia, no se denunció que hubiera
existido algún elemento que pudiera viciar el consentimiento más allá del error en derecho en
que, según lo señaló la parte demandada, CARTERA DE ACTIVOS LHO LA 180654, C. A,
incurrió al momento de firmar el contrato de arrendamiento, “… invitando a la parte
demandante a rectificar o modificar el contrato celebrado…”, lo cual denota una capacidad de
negociación similar a la de su co-contratante.

En virtud de lo anterior, es forzoso para esta Sala Constitucional del Tribunal Supremo
de Justicia, declarar CONFORME A DERECHO la desaplicación de la prohibición que
contiene el artículo 41, literal “e” de la Ley de Regulación del Arrendamiento Inmobiliario
para el Uso Comercial, con efectos relativos y limitados contenido en el laudo arbitral dictado
el 11 de diciembre de 2019, en el caso ADMINISTRADORA IN SIGN, C. A. contra
CARTERA DE ACTIVOS LHO LA 180654, C. A, por el árbitro único Dr. Gilberto Guerrero
Rocca, a cargo del Tribunal Arbitral del Centro de Arbitraje de la Cámara de Caracas. Así se
decide.

No obstante lo anterior, siendo que la potestad de iniciar un proceso de nulidad contra


la desaplicación de la prohibición que contiene el artículo 41, literal “e” del Decreto con
Rango, Valor y Fuerza de la Ley de Regulación del Arrendamiento Inmobiliario para el Uso
Comercial, en atención con lo establecido en el artículo 34 de la Ley Orgánica del Tribunal
Supremo de Justicia es discrecional, esta Sala se abstiene de ejercer dicha facultad y en su
lugar, de conformidad con lo establecido en el último aparte del Artículo 25 eiusdem, y en
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resguardo de la seguridad jurídica, se refiere el contenido de la presente decisión a la


Asamblea Nacional, a los fines de que, en uso de sus facultades constitucionales, estudie la
realización de las modificación legislativa a que diera lugar. Así se decide.

III
DECISIÓN
Por las razones que anteceden esta Sala Constitucional del Tribunal Supremo de
Justicia, administrando justicia en nombre de la República, por autoridad de la ley, declara:

1.- CONFORME A DERECHO la desaplicación por control difuso de la


constitucionalidad del artículo 41, literal “j” del Decreto con Rango, Valor y Fuerza de Ley de
Regulación del Arrendamiento Inmobiliario para el Uso Comercial, que se hizo en el laudo
arbitral del 11 de diciembre de 2019, por el árbitro único Dr. Gilberto Guerrero Rocca,
sometido a la consulta prevista en el artículo 33 de la Ley Orgánica del Tribunal Supremo de
Justicia, inserto en el expediente distinguido con el alfanumérico CA01-A-2019-000001,
nomenclatura del CENTRO DE ARBITRAJE DE LA CÁMARA DE CARACAS, en el
caso ADMINISTRADORA IN SIGN, C. A. contra CARTERA DE ACTIVOS LHO LA
180654, C. A.

2.- CONFORME A DERECHO la desaplicación por control difuso de la


constitucionalidad del artículo 41, literal “e” del Decreto con Rango, Valor y Fuerza de Ley de
> arbitral del 11 de diciembre de 2019, por el árbitro único Dr. Gilberto Guerrero Rocca,
sometido a la consulta prevista en el artículo 33 de la Ley Orgánica del Tribunal Supremo de
Justicia, inserto en el expediente distinguido con el alfanumérico CA01-A-2016-000005,
nomenclatura del CENTRO DE ARBITRAJE DE LA CÁMARA DE CARACAS, en el
caso ADMINISTRADORA IN SIGN, C. A. contra CARTERA DE ACTIVOS LHO LA
180654, C. A.

3.- Se ratifica la ORDEN a la Secretaría de la Sala Constitucional de abrir el


expediente, a los fines de que esta instancia jurisdiccional, en ejercicio de la competencia
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contenida en el artículo 336, cardinal 1 de la Constitución de la República Bolivariana de


Venezuela y en el artículo 25, cardinal 3 de la Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia,
y de conformidad con lo previsto en el artículo 34 eiusdem conozca de oficio la nulidad por
inconstitucionalidad del artículo 41, literal “j” del Decreto con Rango, Valor y Fuerza de Ley
de Regulación del Arrendamiento Inmobiliario para el Uso Comercial, publicado en la Gaceta
Oficial de la República Bolivariana de Venezuela N° 40.418 del 23 de mayo de 2014, que
prohíbe el arbitraje en materia de arrendamiento de inmuebles destinados al uso comercial.

4.- Se ORDENA notificar al Fiscal General de la República, al Procurador General de


la República y al Defensor del Pueblo, respectivamente.

5.- Se ORDENA el emplazamiento de los interesados mediante cartel, publicado en


uno de los diarios de circulación nacional, para que concurran dentro del lapso de diez (10)
días de despacho siguientes a que conste en autos su publicación.

6.- Se REFIERE la presente decisión a la Asamblea Nacional a los fines de que, en


uso de sus facultades constitucionales, estudie la posibilidad de realizar la modificación
legislativa correspondiente.

Publíquese y regístrese. Remítase copia certificada del presente fallo al Centro de


Arbitraje de la Cámara de Caracas para su inserción en el expediente distinguido con el
alfanumérico CA01-A-2019-000001. Cúmplase lo ordenado.

Dada, firmada y sellada en el Salón de Sesiones de la Sala Constitucional del Tribunal


Supremo de Justicia, en Caracas, a los días del mes de  de dos mil
veintidós (2022). Años: 209º de la Independencia y 160º de la Federación.

La Presidenta,
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GLADYS MARÍA GUTIERREZ ALVARADO

El Vicepresidente,

LOURDES BENICIA SUAREZ ANDERSON

Los Magistrados,

CALIXTO ORTEGA RIOS


(Ponente)

LUIS FERNANDO DAMIANI BUSTILLOS

TANIA D´AMELIO CARDIET

El Secretario,

CARLOS ARTURO GARCIA USECHE


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