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LAS ASAMBLEAS DE DIOS DEL PERU

HISTORIA DE LA IGLESIA CRISTIANA


(Siglo I-V D.C.)

Rodrigo Espinoza Z.

INSTITUTO BIBLICO POR EXTENSION


IBIE
INFORMACION GENERAL DEL CURSO
1. DESCRIPCION GENERAL DEL CURSO
La asignatura en primer lugar describe los eventos, personajes y lugares de gran relevancia para
la comprensión del pensamiento cristiano,

En segundo lugar, destaca las influencias de los aspectos socio-político y religiosos-culturales que
sirvieron de entorno a la iglesia cristiana en cada época.
E tercer lugar estudia y analiza los diferentes hitos religiosos y doctrinales que moldearon el
pensamiento cristiano, desde el siglo I al siglo V de la era cristiana.

2. OBJETIVOS GENERALES
2.1. Impartir al estudiante una orientación básica del desarrollo de la Iglesia Cristiana del siglo I
al siglo V.

2.2. Instrumentar al estudiante de las herramientas necesarias para -su análisis y reflexión
histórico-teológico.

2.3. Orientar sobre el marco socio-político, religioso y cultural de los primeros siglos en el cual
se desarrolló la iglesia cristiana.

3. OBJETIVOS ESPECIFICOS
3.1. Comprender las influencias de los aspectos socio-políticos y religiosos de cada época en el
pensamiento cristiano.

3.2. Apreciar las contribuciones ejemplares de los primeros líderes y cristianos a la comprensión
del pensamiento cristiano y emularlos.

3.3. Detectar a los nuevos movimientos religiosos bajo diferentes matices que ya tuvieron sus
raíces en el pasado.

3.4. Asumir posturas de convicción de su fe a los desafíos de la edad presente, tal como lo
hicieron los que nos antecedieron.

3.5. Explicar los orígenes de las diferentes corrientes religiosas y doctrinales en el seno de la
iglesia.

3.6. Aplicar sus conocimientos adquiridos en su labor ministerial.


4. METODOLOGIA
4.1. La temática se desarrollará mediante el método de conferencia y la investigación por parte
de los estudiantes.

4.2. La investigación y exposición será por anticipado, guiándose de la bibliografía y lecturas


asignadas.

4.3. La asignación de cada tema (subtema) investigado por los estudiantes será ampliado,
ordenado y profundizado con el diálogo en clase.

4.4. Algunos temas se desarrollarán en la técnica del simposium y dramatizaciones.


5. REQUISITOS ACADEMICOS
5.1. La seriedad de la materia exige fidelidad en la asistencia y puntualidad a clase.
5.2. Es obligatoriedad para el estudiante cumplir con los trabajos asignados dentro del tiempo
señalado.
5.3. Es imprescindible rendir exámenes y aprobarlos para aprobar la materia.
5.4. Es requisito indispensable la lectura de los textos que aparecen en la bibliografía y
presentar los resúmenes requeridos.
6. EVALUACION
6.1. Participación en clase
6.2. Llenado del cuestionario.
6.3. Asistencias a clases.
6.4. Exámenes parciales y finales.
7. BIBLIOGRAFIA
BAKER, Robert A.
Compendio de la Historia Cristiana
(Traducido por Francisco A). El Paso Texas. USA: Casa
Bautista de Publicaciones, 1982. Cuarta Edición.

El Mundo del Nuevo Testamento. El Paso Texas USA: Casa Bautista de Publicaciones,
DANA, H.E. 1982. Cuarta Edición.

Breve Historia de la Iglesia Cristiana (Por Juan E.


HOWARD, F. Peña) Chicago, USA, 1965.
HALLEY, Hemy. Compendio Manual de la Biblia. Miami, Florida: Editorial
Moody, 1955. 768 pp.

T.a Wicitnrifl rlp lo TctIaciq Pricfiana A/Tíami


HURLBUT y otros._ ____
________
Florida: Editorial Vida. Edición 13ava,1980.

WALKER, Williston. Historia de la Iglesia Cristiana (Traducida


por Adam F. Sosa) Buenos Aires: La Aurora, 1980.
INDICE

1. PORTADA.................................................................................................... 1
2. INFORMACION GENERAL DEL CURSO....................................................... 2

UNIDAD I COMPENDIO HISTORICO DE LA IGLESIA CRISTIANA..................... 6

1. PERIODOS GENERALES DE LA IGLESIA CRISTIANA...........6


2. LA HISTORIA DEL MUNDO..................................................6
3. LA HISTORIA DE LA IGLESIA...............................................6
4. LOS GRANDES EVENTOS....................................................6
5. LAS TRES GRANDES DIVISIONES 7
6. EL IMPERIO ROMANO 7
7. CRISTIANIZACION DEL IMPERIO ROMANO 8
8. LAS PERSECUCIONES......................................................... 10
9. LAS CATACUMBAS.............................................................. 11
10. LOS LIBRE PENSADORES.....................................................11
11. LOS PADRES DE LA IGLESIA............................................... 11
12. ESCRITOS DE LOS PADRES DE LA IGLESIA........................ 13
13. LOS GRANDES CONCILIOS ECUMENICOS........................... 13
14. EL MONAQUISMO.......................................................... 13

UNIDAD II LA CIVILIZACION DEL IMPERIO ROMANO ................................... 14


1. LA SITUACION RELIGIOSA.................................................... 14
2. FILOSOFIA ........................................................................... 15
3. EL JUDAISMO ..................................................................... 15

UNIDAD III FUNDACION DEL CRISTIANISMO Y SU EXPANSION


DURANTE LOS TRES PRIMEROS SIGLOS.................................. 15
1. LA IGLESIA PRIMITIVA ........................................................ 15
2. PABLO Y LA MISION A LOS GENTILES................................. 16
UNIDAD IV EXPANSION DE LA IGLESIA POS APOSTOLICA
(100-313 D.C.)...................................................................... 17
1. MEDIOS DE EXPANSION .................................................... 17
2. EL ALCANCE DE LA EXPANSION DEL MOVIMIENTO........... 17
UNIDAD V FACTORES SOCIO-POLITICOS Y RELIGIOSOS QUE
MOTIVARON LAS PERSECUCIONES.......................................... 18
1. EL PAGANISMO.................................................................. 18
2. LA ADORACION AL EMPERADOR....................................... 18
3. LAS REUNIONES SECRETAS DE LOS CRISTIANOS............. 19
4. EL CRISTIANISMO CONSIDERA A TODOS LOS HOMBRES
IGUALES ANTE DIOS Y LA SOCIEDAD................................
19
5. LOS INTERESES ECONOMICOS DE LOS PAGANOS........... 19

UNIDAD VI LAS PERSECUCIONES JUDIAS Y ROMANAS............................... 21

UNIDAD VII DESARROLLO DE LAS SECTAS Y HEREJIAS............................. 25

1. LOS GNOSTICOS............................................................... 25
2. LOS EBIONISTAS............................................................... 25
3. LOS MANIQUEOS............................................................... 25
4. LOS MONTAÑISTAS........................................................... 26
5. LA CONDICION ESPIRITUAL DE LA IGLESIA CRISTIANA 26
UNIDAD VIII EL CRISTIANISMO Y EL ESTADO ROMANO............................... 27
1. EL CRISTIANISMO Y EL ESTADO ROMANO.......................... 27
2. LOS PROCESOS CONTRA LOS CRISTIANOS........................ 27
3. LAS PERSECUCIONES GENERALES.................................... 28
4. EL CRISTIANISMO COMO RELIGION OFICIAL DEL IMPERIO
ROMANO....................................................................... 28
4.1. CONSTANTINO Y SUS SUCESORES.............................. 28
4.. 2..........LOS MOTIVOS PARA LA VICTORIA DE LA IGLESIA 29
4.3. EL FIN DEL PAGANISMO ............................................. 29
4.4. LA INSTITUCION DEL CESARISMO ECLESIASTICO 29
5. EL EDICTO DE CONSTANTINO........................................... 29
5.1. BENEFICIOS PARA LA IGLESIA CRISTIANA.................. 30
5.2. BENEFICIOS SOCIO-RELIGIOSOS................................ 31
5.3. PERJUICIOS PARA LA IGLESIA CRISTIANA................... 32
6. CAIDA DEL IMPERIO ROMANO OCCIDENTAL..................... 33
6.1. EL DESARROLLO DEL PODER DE LA IGLESIA ROMANA
............................................................................. 33
6.2. LA CAIDA DEL IMPERIO ROMANO................................ 34

UNIDAD IX EL DESARROLLO INTERNO DEL CRISTIANISMO......................... 36


1. EL CRISTIANISMO PRIMITIVO Y LA ANTIGUA IGLESIA
CATOLICA..................................................................... 36
2. ORIGEN DE LA IGLESIA........................................................ 37
3. LA CONSTITUCION ECLESIASTICA....................................... 38
3.1. LOS COMIENZOS......................................................... 38
3.2. LA CONSTITUCION CONGREGACIONAL DE LA ANTIGUA
IGLESIA CATOLICA............................................... 38
3.3. LA IGLESIA GENERAL................................................. 39
4. LAS DISPOSICIONES RITUALES, EL ARTE ECLESIASTICO
ANTIGUO...................................................................... 39
4.1. EL BAUTISMO Y EL CATECUMENADO......................... 39
4.2. EL CULTO..................................................................... 39
4.3. LAS FESTIVIDADES...................................................... 40
4.4. LOS LUGARES DEL CULTO Y SU ADORNO................... 40

UNIDAD X MORAL, CULTURA, TEOLOGIA Y DOGMA.................................... 41


1. LA MORAL CRISTIANA........................................................... 41
2. MORALIDAD DEL ANTIGUO CATOLICISMO ......................... 42
3. ASCETISMO Y MONACATO................................................... 42
4. MORALIDAD DE LOS CRISTIANOS COMUNES...................... 42
5. LAS OBRAS DE AMOR FRATERNAL...................................... 43
6. TEOLOGIA ........................................................................... 44
7. MAESTROS ECLESIASTICOS................................................ 44
8. FORMACION DEL DOGMA.................................................... 45
8.1. CONTROVERSIA ARRIANA............................................ 46
8.2. CONTROVERSIA CRISTOLOGICA.................................. 46
9. EL DESARROLLO DEL DOGMA EN EL OCCIDENTE............... 47

O Instituto Bíblico por Extensión


Propiedad intelectual del Instituto Bíblico por Extensión (IBIE), de las Asambleas de Dios del
Perú.
Esta tercera edición ha sido revisada y ampliada.
Impreso en Perú.
UNIDAD I COMPENDIO HISTORICO DE LA IGLESIA
CRISTIANA
La historia de la iglesia cristiana puede ser dividida en siete grandes
períodos:

Primer período: LA IGLESIA APOSTOLICA (30-100 D.C.).


Segundo período: LA IGLESIA PERSEGUIDA (100-313 D.C.).
Tercer período: LA IGLESIA IMPERIAL (313-476 D.C.).
Cuarto período: LA IGLESIA MEDIEVAL (476-1453 D.C.).
Quinto período: LA IGLESIA REFORMADA (1453-1648 D.C.).
Sexto período: LA IGLESIA MODERNA (1648-1990).
Séptimo período: LA IGLESIA POSTMODERNA (1990 D.C.).

1. PERIODOS GENERALES DE LA HISTORIA HUMANA


La Biblia contiene la Historia de Cristo. La iglesia existe para contar la
Historia de Cristo. La historia de la Iglesia es una continuación de la Historia
Bíblica.

Para mostrar nuestra relación con el relato bíblico, y creyendo que cada
miembro de la Iglesia debiera familiarizarse por lo menos con los hechos
elementales de su historia, damos aquí un breve bosquejo de sus principales
rasgos, eventos y personas. Es imposible comprender el estado actual del
cristianismo sino a la luz de su historia. La ignorancia de la historia de la
Iglesia es aún más común que la ignorancia de la Biblia. Uno de los deberes
principales de los ministros es enseñar a su pueblo los hechos de la historia
eclesiástica.

2 LA HISTORIA DEL MUNDO


Generalmente se divide en tres períodos:
Antigua: Egipto, Asiría, Babilonia, Persia, Grecia, Roma.
Edad Media: Desde la caída de.Roma hasta el descubrimiento de América.
Moderna: Desde el siglo XV hasta el presente.

3. LA HISTORIA DE LA IGLESIA
Generalmente se divide en tres períodos:
Período del Imperio Romano: Tiempo de persecuciones. Los mártires, los
padres de la Iglesia, controversias, y la cristianización del Imperio Romano.
La Edad Media: Epoca del surgimiento o poderío del Papado, de la
Inquisición, , del monaquismo, del mahometismo y de las Cruzadas.
Período Moderno: Epoca de la Reforma Protestante, Gran crecimiento de la
Iglesia Protestante, circulación amplia de la Biblia abierta, libertad creciente
de los gobiernos civiles del poder eclesiástico y sacerdotal, las misiones
mundiales, la reforma social y la fraternidad creciente.

4. LOS GRANDES EVENTOS


Los grandes eventos de la era cristiana son
1. La cristianización del Imperio Romano.
2. La invasión de los bárbaros y la fusión de las civilizaciones romana y
alemana.
3. La lucha con el mahometismo-^ J
4. El surgimiento y predominio del Papado.
5. La Reforma Protestante.
6. El movimiento misionero mundial moderno.
5. LAS TRES GRANDES DIVISIONES
Las tres grandes divisiones del cristianismo son:
Protestante, que predomina en Europa occidental y América del Norte.
Católico-Romana, que predomina en el sur de Europa y de las Américas.
Católica Griega, que predomina en Europa oriental y sud-oriental.
Estas son producto de los grandes cismas en la Iglesia:
Uno en el siglo noveno, cuando el Oriente se separó del Occidente debido a
la pretensión del Papa de enseñorearse de la Iglesia entera.

La Otra, en el siglo XVI, por la misma causa, dirigida principalmente por


Martín Lutero, el hombre más grande de la historia moderna.

Dice Harnack: “La Iglesia Griega es el cristianismo primitivo más el


paganismo griego oriental. La católica romana es el cristianismo primitivo más
el paganismo griego y romano. La iglesia protestante es un esfuerzo para
restablecer el cristianismo primitivo libre de todo paganismo.

6. EL IMPERIO ROMANO

La iglesia fue fundada bajo el Imperio Romano:

Roma fue fundada en el año................................................753 A.C.


Subyugó Italia......................... 343-272 A.C.
Subyugó Cartago..................... 264-146
Subyugó Gracia y Asia Menor A.C. ,215-146
Subyugó España, Galia, Inglaterra y los teutones..........133- A.C. 31 A.C.
46 A.C.-180 D.C. El cénit de la gloria de Roma. Se extendía del Atlántico al
Eufrates y desde el Mar del Norte hasta el desierto africano. Su población era de
unos 120,000,000.
6.1. Los doce Césares.
Julio César, 46-44 A.C. Señor del mundo romano.
Augusto, 31 A.C.-14 D.C. En su reinado nació Cristo.
Tiberio, 14-37 D.C. En su reinado Cristo fue crucificado.
Caligula, 37-41 D.C. Claudio, 41-54 D.C.
Nerón, 54-68 D.C. Persiguió a los cristianos. Ejecutó a Pablo.
Galba, 68-69 D.C. Oto, Vitelio, 69 D.C.
Vespaciano, 69-79 D.C. Destruyó Jerusalén. Tito, 79-81 D.C.
Domiciano, 81-96 D.C. Persiguió a los cristianos. Desterró a Juan.
6.2. Los cinco Emperadores buenos.
Nerva, 96-98 D.C. Trajano, 98-117 D.C. Uno de los mejores
emperadores, pero persiguió a los cristianos.
Adriano, 117-138 D.C. Persiguió a los cristianos.
Antonio Pió, 168-161 D.C. El más noble de los emperadores, pero
persiguió a los cristianos. La edad de oro de la gloria de Roma.
Marco Aurelio, 161-180 D.C. Persiguió a los cristianos.
6.3. Decaimiento y caída del Imperio Romano (180-476 D.C.)
192-284 D.C. “Emperadores de cuartel” nombrados por el ejército.
Epoca de guerra civil y de grandes calamidades internas.
Septimio Severo, 193-211 D.C. Persiguió a los cristianos.
Caracalla, 211-217. Toleró al cristianismo.
Elagabalo, 218-222. Toleró al cristianismo.
Alejandro Severo, 222-235. Favorecía el cristianismo.
Maximino, 235-238. Persiguió a los cristianos.
Felipe, 244-249. Favorecía grandemente al cristianismo.
Decio, 249-251. Perseguía ferozmente a los cristianos.
Valeriano, 253-260. Perseguía a los cristianos.
Galieno, 260-268. Favorecía a los cristianos.
Aureliano, 270-275. Persiguió a los cristianos.
Diocleciano, 284-305. Persiguió enfurecidamente a los cristianos.
Constantino, 306-337. Se hizo cristiano él mismo.
Juliano, 361-363. El Apóstata. Intentó restablecer el paganismo.
Joviano, 363,364. Restableció la fe cristiana.
Teodosio, 378-395. Hizo el cristianismo religión del Estado.
6.4. El Imperio dividido (395 D.C.)

OCCIDENTE ORIENTE Arcadio,


395-408. Teodosio II,
Honorio, 395-342. 408-50. Anastasio, 491-
Valentiniano III, 425-55. 518.

Caída del Imperio Occidental, 476, a El Imperio Oriental cayó en


manos de ,los bárbaros. Caen las 1453.
tinieblas de la Edad Media.

De las ruinas del Imperio Occidental surgió el imperio papal, y Roma


siguió dominando al mundo otros mil años más.
7. CRISTIANIZACION DEL IMPERIO ROMANO Y PAGANIZACION DE LA
IGLESIA
• Rápida propagación del cristianismo. Tertuliano (160-220) escribió:
“Somos de ayer, y sin embargo llenamos vuestro imperio, vuestras ciudades,
vuestros pueblos, vuestras islas, vuestras tribus, vuestros campamentos,
castillos, palacios, asambleas y senado”. Cuando terminaron en 313 D.C. las
persecuciones imperiales, eran cristianos cerca de la mitad de los habitantes
del Imperio Romano.
• La Conversión de Constantino. En sus guerras contra otros aspirantes al
trono, en vistas de la batalla del puente de Milvain en las afueras de Roma, el
27 de octubre del 312 D.C. vio en el cielo sobre el sol poniente, una visión de la
Cruz, y sobre ella las palabras: “En este signo vencerás”. Resolvió luchar bajo la
bandera de Cristo y ganó la batalla. Fue el punto crucial de la historia del
cristianismo.
• El Edicto de Tolerancia, 313. Mediante este edicto Constantino dio “a los
cristianos y a todos los demás libertad de seguir aquella religión que cada uno
escoja”, primer edicto de esta naturaleza en toda la historia. Fue más allá:
favoreció a los cristianos en todas formas; llenó de ellos muchos puestos
prominentes; eximió de impuestos y del servicio militar a los ministros
cristianos; impulsó la construcción de iglesias; hizo del cristianismo la religión
de su corte; emitió en el año 325 una exhortación general a todos sus súbditos
a que abrazaran el cristianismo; y por cuanto la aristocracia romana persistió
en adherirse a sus religiones paganas, trasladó la capital a Bizancio,
llamándola Constantinopla, la “Nueva Roma” y capital del imperio cristiano.
• Constantino y la Biblia. Dispuso que bajo la dirección de Eusebio, los
más hábiles copistas hicieran en la mejor vitela 50 ejemplares de la Biblia para
las iglesias de Constantinopla, y que se le llevasen a la mayor brevedad en dos
carruajes públicos. Posiblemente los manuscritos Sinaítico y Vaticano sean de
estos ejemplares.
• Constantino y el Domingo. Declaró día de descanso el domingo, día de
asamblea de los cristianos. Prohibió el trabajo corriente en él y permitió que los
soldados cristianos asistieran al servicio de las iglesias. Este día de descanso
significaba mucho para los esclavos.
• El cristianismo, religión de Estado del Imperio romano. Constantino
había hecho que lo fuera en la práctica, pero llegó a serlo oficialmente bajo
Teodosio (378-395), quien hizo obligatoria la membresía en la iglesia. Fue la
peor calamidad que jamás le haya sucedido a la Iglesia. Hasta los días de
Constantino la conversión era voluntaria, un cambio genuino de corazón y de
vida. La conversión obligatoria llenó a las iglesias de gente no regenerada.
Compenetró a la iglesia el espíritu militarista de la Roma imperial. La iglesia
cambió de naturaleza y sobrevinieron mil años de abominaciones papales.
• Reformas. Con la cristianización del imperio se abolieron la esclavitud, los
combates de gladiadores, el infanticidio de los hijos indeseados y la crucifixión
como forma de ejecución.
• Casa de Adoración. El primer edificio para la iglesia se hizo en el reinado
de Alejandro Severo (222-235). Después del edicto de Constantino comenzaron
a hacerse en todas partes.
• La Caída del Paganismo. Teodosio (378-95), al decretar a la iglesia
institución del estado, suprimió por la fuerza a toda otra religión y prohibió la
adoración de ídolos. Bajo sus decretos (375-400), los templos paganos fueron
arrasados por turbas de cristianos, y hubo mucho derramamiento de sangre. La
Iglesia ya había entrado en la Gran Apostasía. Ella había conquistado al
Imperio Romano; pero en realidad el Imperio había conquistado a la Iglesia, no
aboliéndola sino rehaciéndola a su propia semejanza.
• La Iglesia Imperial de los siglos 4o y 5o se había hecho una institución
completamente diferente a la Iglesia perseguida de los tres siglos primeros. En
su ambición de reinar, olvidó y perdió el espíritu de Cristo.
• El Culto al comienzo muy sencillo, se desarrolló en ceremonias lujosas,
formales e importantes, revestidas de todo el esplendor externo, que antes
distinguía a los templos paganos.
• Los Ministros-Sacerdotes. El término “sacerdote” no se aplicó a los
ministros cristianos antes del 200 D.C. fue tomado del sistema judaico y del
ejemplo del sacerdote pagano. Leo I (448-61) prohibió el matrimonio de los
sacerdotes, y el sacerdote clerical se hizo ley de la Iglesia Romana. Pero el
celibato ha sido contraproducente. En todos los siglos, la notoria inmoralidad
del clero ha sido uno de los escándalos permanentes de la iglesia.
• Conversión de los bárbaros. Los godos, vándalos y hunos que derrocaron
el Imperio Romano aceptaron el cristianismo; pero en gran parte su conversión
fue solamente nominal, y esto contribuyó a llenar aún más la Iglesia de
prácticas paganas.
• Conflictos con filosofías paganas. Así como cada generación trata de
interpretar a Cristo en términos de su propia manera de pensar, tan pronto
como se presentó el cristianismo comenzó el proceso de amalgamarlo con
filosofías griegas y orientales, de donde nacieron muchas sectas: los gnósticos
(la materia es mala, Jesús un mero fantasma, y la salvación mediante el
alumbramiento místico interno); maniqueos (idealismo persa); montañistas (el
continuado ministerio sobrenatural del Espíritu Santo); monárquicos (el Padre,
el Hijo y el Espíritu Santo son una misma persona); arríanos (oposición al
concepto de un Dios trino) ,apolinaristas (negaban la naturaleza humana de
Cristo); nestorianos (había en Cristo dos naturalezas); eutiquianos (las dos
naturalezas de Cristo se unían en una); monofisitas (Cristo tenía solamente
una naturaleza). Desde el siglo segundo al sexto la iglesia estaba dividida con
controversias acerca de estos y otros “ismos” y casi perdió de vista su verdadera
misión.
8. LAS PERSECUCIONES
8.1. Nerón.
En el 64 D.C. sucedió el gran incendio de Roma. El pueblo sospechaba
de Nerón, y para alejar de sí mismo las sospechas, este acusó a los cristianos y
ordenó su castigo. Miles fueron muertos de las maneras más crueles; entre
ellos Pablo y posiblemente Pedro. Dice Tácito: Por lo tanto Nerón, para ocultar
el rumor, sustituyó como criminales y castigó con exquisitas torturas a
aquellas personas abominables por sus vergonzosas prácticas, a quienes el
pueblo llama cristianos. Cristo, el autor de tal nombre fue castigado por el
procurador Poncio Pilato en el reinado de Tiberio; y la fatal superstición,
reprimida por un tiempo, estalló nuevamente, no solamente en Judea, sede
original de aquel mal, sino en toda la ciudad (Roma) a la cual desde todas
partes fluyen y tiene boga cosas horrendas y vergonzosas.
8.2. Domiciano, 96 D.C.
Este inició una persecución contra los cristianos acusándolos de ateos,
lo que indudablemente significa que se negaban a participar en la adoración del
emperador. Fue breve, pero sumamente violenta. Muchos miles fueron muertos
en Roma y en toda Italia, entre ellos el primo del Emperador, Flavio Clemens,
cuya esposa, Flavia Domiltila fue desterrada. El apóstol Juan fue desterrado a
Patmos.
8.3. Trajano, 98-117 D.C.
Uno de los mejores emperadores, pero cría que debía hacer cumplir las
leyes del Imperio, y el cristianismo se consideraba religión ilegal por cuanto los
cristianos se negaban a sacrificar ante los dioses romanos o tomar parte en el
culto del Emperador. La iglesia era considerada como sociedad secreta, cosa
que era prohibida. No se les buscaba de oficio a los cristianos, pero si eran
denunciados, se les castigaba. Entre los que perecieron bajo su reinado
estuvieron Simeón, hermano de Jesús, obispo de Jerusalén, crucificado en el
107 D.C., e Ignacio, el segundo obispo de Antioquía, llevado a Roma y arrojado
a las fieras, en el 110 D.C., Plinio, quien fue enviado por el Emperador a Asia
Menor, en donde los cristianos eran ya tan numerosos que los templos paganos
estaban casi desiertos; este Plinio enviado para castigar a quienes se negaban a
maldecir a Cristo y a sacrificar ante la imagen del Emperador, escribió a
Trajano: “Afirmaban que la suma de su crimen o de su error, sea cual sea, era
ésta: Que en un día determinado se reunían antes del amanecer y cantaban
entre ellos, por tumo, un himno a Cristo, como a un Dios, y :se comprometían
bajo juramento, no a ninguna maldad, sino a que jamás cometerían hurto, ni
robo, ni adulterio; que jamás faltarían a su palabra; que jamás faltarían a lo
que se les confiase aún siéndoles así exigido; y luego de hecho esto, solían
separarse y luego se reunían de nuevo para participar de alimentos comunes”.
8.4. Adriano, 117-138 D.C.
Perseguía a los cristianos, aún cuando en menor grado. Telésforo,
pastor de la iglesia de Roma, y muchos otros padecieron el martirio. Sin
embargo, durante este reinado el cristianismo hizo notables progresos en
números, riquezas, erudición e influencia social.
8.5. Antonio Pío, 138-161 D.C.
Este emperador más bien favorecía a los cristianos; pero cría que debía
hacer cumplir la ley, y hubo muchos mártires, entre ellos Policarpo.
8.6. Marco Aurelio, 161-180 D.C.
Así como Adriano consideraba la manutención de la religión del Estado
con necesidad política; pero a diferencia de Adriano estimulaba la persecución
de los cristianos. Fue una persecución cruel y bárbara, la más severa desde
Nerón. Muchos miles fueron decapitados o arrojados a las fieras, entre ellos
Justino Mártir. Fue especialmente feroz en el sur de Galia. Las torturas que las
víctimas soportaban sin acobardarse son casi increíbles. Torturado desde la
mañana hasta la noche, Blandina, una esclava, solamente exclamaba, “Soy
cristiana, entre nosotros no se hace ningún mal”.
8.7. Septimio Severo, 193-211 D.C.
Esta persecución fue muy severa, pero no general. Sufrieron
principalmente Egipto y el norte de Africa. En Alejandría “diariamente eran
quemados, crucificados o decapitados muchos mártires”, entre ellos Leónidas,
el padre de Orígenes. En Cartago, Perpetua, dama noble y su ñel esclava
Felicitas, fueron despedazadas por las ñeras.
8.8. Maximino, 235-238 D.C.
En este reinado fueron muertos muchos prominentes dirigentes
cristianos. Orígenes se salvó escondiéndose.
8.9. Decio, 249-251, D.C.
Determinó resueltamente exterminar el cristianismo. Su persecución
fue co-extensiva con el Imperio y muy violenta. Multitudes perecieron bajo las
torturas más crueles en Roma, el norte de Africa, Egipto y Asia Menor. Dijo
Cipriano, “Es desvastado el mundo entero”.
8.10. Valeriano, 253-260, D.C.
Más severo que Decio; se proponía la destrucción total del cristianismo.
Muchos dirigentes fueron ejecutados, entre ellos Cipriano, obispo de Cartago.
8.11. Diocleciano, 284-305 D.C.
La última persecución imperial, y la más severa; co-extensiva con el
Imperio. Durante diez años se buscaba a los cristianos en cuevas y en selvas.
Eran quemados, arrojados a las fieras y muertos mediante cuanta tortura la
crueldad pudiera inventar. Era un intento resuelto y sistemático para abolir con
el nombre de cristiano.
9. LAS CATACUMBAS DE ROMA
Eran vastas galerías subterráneas, generalmente de 2.40 a 3.00 m. De
ancho, y de 1.20 a 1.80 m. De alto, de cientos de kilómetros de extensión,
debajo de la ciudad. Las usaban los cristianos como lugares de refugio, de culto
y de sepultura durante las persecuciones imperiales. El número de sepulturas
cristianas se calculan de 2'000,000 a 7'000,000. Han sido halladas más de
4000 inscripciones de la época de Tiberio hasta Constantino.
10. LOS PRIMEROS LIBREPENSADORES
Celso (180 D.C.), el más célebre de los primeros adversarios literatos del
cristianismo. Ningún argumento posterior hay que no pueda hallarse en sus
escritos. Muchas ideas que ahora se tildan de “modernas” son tan antiguas
como Celso. Porñrio (233-300 D.C.), también ejerció una poderosa influencia
en contra del cristianismo.
11. LOS PADRES DE LA IGLESIA
• Policarpo (69-156 D.C.). Fue discípulo del apóstol Juan, y obispo de
Esmeran. En la persecución ordenada por el Emperador, fue arrestado y llevado
ante el gobernador. Al serle ofrecida la libertad si maldecía a Cristo, contestó:
“Ochenta y seis años he servido a Cristo, y El nada me ha hecho sino el bien,
¿cómo, pues, podría yo maldecirle a El, mi Señor y Salvador?”. Fue quemado
vivo.
• Ignacio (67-110 D.C.). Discípulo de Juan y obispo de Antioquía. Cuando el
Emperador Trajano visitó Antioquía, ordenó su arresto, presidió el juicio él
mismo, y lo sentenció a que fuera arrojado a las fieras en Roma. De camino a
Roma, escribió a los cristianos romanos una carta en que les rogaba que no
intentaran obtener su perdón; que él anhelaba el honor de morir por su Señor.
Dijo: “Que las fieras estén ávidas de acometerme, si no lo están yo las obligaré.
Vengan jauría de fieras; vengan desgarramientos y mutilaciones, quebranto de
huesos y desmembramientos; vengan, crueles torturas del diablo; solamente
alcance yo a Cristo”. Se regocijaba en el martirio.
• Papías, cerca del 70-153 D.C. Otro alumno de Juan; obispo de Hierápolis,
unos 160 km. Al este de Efeso. Puede haber conocido a Felipe, de quien dice la
tradición que murió en esa ciudad. Escribió un libro, “Explicación de los
discursos del Señor”, en el cual dice que cuidó de preguntar a los antiguos las
palabras exactas de Jesús. Padeció el martirio en Pérgamo, más o menos al
mismo tiempo que Policarpo.
Estos tres forman el eslabón que une el siglo apostólico y los tiempos
posteriores.
• Justino Mártir (100-167 D.C.). Nació en Neápolis, la antigua Siquem, como
al tiempo de la muerte de Juan. Estudió filosofía. En su juventud vio mucha
persecución de los cristianos. Fue convertido, y viajaba en traje de filósofo,
tratando de ganar a los hombres para Cristo. Escribió una Defensa del
cristianismo, dirigida al Emperador en Roma. Señalando el crecimiento del
cristianismo dijo que ya en sus días, “no hay raza alguna de hombres en donde
no se ofrecen oraciones en el nombre de Cristo”.
Este es el cuadro de Justino Mártir del primitivo culto cristiano: “El domingo se
celebra una reunión de todos los que viven en las ciudades y villas, y se lee una
porción de las memorias de los Apóstoles y de los escritos de los Profetas, tan
extensa como el tiempo lo permite. Cuando se termina la lectura, el que
preside, en un discurso da la admonición y exhortación a imitar estas nobles
cosas. Después de esto todos nos levantamos y ofrecemos una oración en
común. Al terminarse la oración, como antes hemos descrito, traen pan y vino y
el que preside da gracias por ellos conforme a su capacidad, y la congregación
contesta “Amén”. Luego los elementos consagrados se reparten a cada uno y
participamos de ellos, y los llevan los diáconos a los lugares de los ausentes.
Los ricos y los de buena voluntad luego dan ofrendas con forme a su libre
voluntad; y esta ofrenda >se deposita con el presidente, quien de ella suple a los
huérfanos, viudas, presos, extraños y todos los necesitados”.
• Ireneo (139-200 D.C.). Educado en Esmirna, alumno de Policarpo y Papías.
Viajó extensamente y luego llegó a ser obispo de Lion, en Galia. Se le conoce
especialmente por sus escritos contra los gnósticos. Murió como mártir.
Hablando de Policarpo , dice: “Recuerdo bien el lugar en donde el santo
Policarpo se sentaba y hablaba. Recuerdo su discurso al pueblo, y como
describía sus relaciones con Juan el apóstol y con otros que habían
acompañado al Señor; como recitaba los dichos de Cristo y los milagros que él
hacía, y como recibió de testigos oculares que habían visto al Verbo de la Vida
sus enseñanzas, que concordaban en todo sentido con las Escrituras”.
• Orígenes (185-254). El erudito más grande de la iglesia primitiva. Gran
viajero y escritor voluminoso que ocupaba a veces hasta veinte copistas. En sus
escritos cita dos tercios de todo el Nuevo Testamento. Vivía en Alejandría, en
donde su padre Leónidas padeció el martirio, y más tarde en Palestina, en
donde murió como resultado de su encarcelamiento y tortura bajo Decio.
• Tertuliano (160-220 D.C.). De Cartago; “padre del cristianismo latino”;
abogado romano y pagano; luego de su conversión, un distinguido defensor del
cristianismo.
• Eusebio (264-340 D.C.). EL “Padre de la Historia Eclesiástica”; obispo de
Cesarea a la fecha de conversión de Constantino, sobre quien llegó a tener gran
influencia. Escribió una “Historia de la Iglesia” desde Cristo hasta el Concilio de
Nicea.

• Juan Crisóstomo (345-407 D.C.). “Boca de Oro”; orador inigualado y el


predicador más grande de sus tiempos; era predicador expositor. Nació en
Antioquía, llegó a ser Patriarca de Constantinopla, y predicaba ante grandes
multitudes en la Iglesia de Santa Sofía. Siendo reformador, desagradó al rey y
murió en el exilio.

• Jerónimo (340-420 D.C.). El “más erudito de los Padres Latinos”. Se educó


en Roma. Vivió muchos años en Belén en donde tradujo la Biblia al latín. Su
obra, llamada la Vulgata, es todavía la Biblia autorizada de la Iglesia Católica
Romana.

• Agustín (354-430 D.C.). Obispo de Hipona, en el norte de Africa. El gran


teólogo de la Iglesia primitiva. Más que ningún otro, moldeó él las doctrinas de
la Iglesia de la Edad Media. Siendo joven era erudito muy destacado, pero
disoluto. Se hizo cristiano por la influencia de su madre Mónica, de Ambrosia
de Milán y de las epístolas de Pablo.

12. ESCRITOS DE LOS PADRES APOSTOLICOS


La Epístola de Bernabé (70-120 D.C.). Epístola de Clemente de Roma a
Corinto (95 D.C.). Siete Cartas de Ignacio (110). Epístola de Policarpo a os
Filipenses (110). Las Enseñanzas de los Doce (entre el 70 y el 165). El Pastor de
Hermas (100 al 140), el “peregrino” de la iglesia primitiva. Los fragmentos de
Papías. El “Diatessaron” de Taciano, una armonía de los cuatro evangelios (150)
y otros. Estos son de sumo interés por su proximidad a la era apostólica.

13. LOS GRANDES CONCILIOS ECUMENICOS


• Nicea, 325 D.C. Condenó el arminismo.
• Constantinopla, 381. Convocado para decidir sobre el apolinarismo.
« Efeso, 431. Convocado para fallar la controversia nestoriana.
• Calcedonia, 451. Convocado para fallar la controversia eutiquiana.
• Constantinopla, 553. Para resolver la controversia monofisita.
• Constantinopla, ,680. La doctrina de las dos voluntades en Cristo.
• Nicea, 787. Sancionó el culto de imágenes.
• Constantinopla, 869. Rompimiento definitivo entre Oriente y Occidente.
Fue el último concilio ecuménico. Los demás son romanos solamente.
• Roma, 1123. Decidió que los obispos fueran nombrados por el Papa.
• Roma, 1139. Un intento de sanar la división de Este y Oeste.
» Roma, 1179. Para imponer la disciplina eclesiástica.
• Roma, 1215. Para cumplir disposiciones Inocente III.
• Lyon, 1245. Para fallar la querella del Papa con el Emperador.
• Lyon, 1274. Nuevo intento de reunir al Oriente y Occidente.
• Viena, 1311. Suprimió la orden de los Templarios.
• Constanza, 1414-18. Para salvar el cisma papal. Quemó a Juan Huss.
• Basle, 1431-40. Para reformar a la Iglesia.
• Roma, 1512-18. Otro intento de reforma.
• Trento, 1545-63. Para contrarrestar la Reforma Protestante.
• Vaticano, 1869-70. Declaró la infalibilidad del Papa.

14. EL MONAQUISMO
Una reacción contra la mundanalidad de la Iglesia, y quizás en parte un
producto accesorio del gnosticismo, que enseñaba que la materia es mala. El
movimiento comenzó en Egipto con Antonio (250-350 D.C.), quien vendió sus
bienes, se retiró al desierto, y vivió en la soledad. Multitudes siguieron su
ejemplo. Se les llamaba “anacoretas”. La idea era alcanzar la vida eterna
escapándose del mundo y mortificando la carne mediante prácticas ascetas. El
movimiento se extendió a Palestina, Siria, Asia Menor y Egipto. En el oriente,
cada uno vivía en su propia cueva, o cabaña o sobre su columna. En Europa
vivían en comunidades llamadas monasterios, y dividían su tiempo entre el
trabajo y los ejercicios religiosos. Se hicieron muy numerosos y llegaron a
formarse muchas órdenes de monjes y monjas. Los monasterio so conventos de
Europa hicieron la mejor obra de la Iglesia de la Edad Media en la filantropía,
literatura y educación cristianas y en la agricultura. Pero cuando se hicieron
ricos, se volvieron sumamente inmorales. Llegada la Reforma, pronto
desaparecieron de los países protestantes, y en los países católicos están
decayendo.

UNIDAD II LA CIVILIZACION DEL IMPERIO ROMANO


Cuando el cristianismo hizo su entrada en la historia, toda la mitad
occidental del mundo conocido hallábase comprendido dentro del magno
Imperio Romano. Es cierto que el Imperio encerraba muchas naciones que
poseían civilizaciones peculiares, pero su desarrollo estaba regido por la
tendencia a una creciente unificación. Influían ya en se sentido la constitución
política del gran imperio, que obedecía a la voluntad de una sola persona, la
implantación general del derecho, y el militarismo romano. A esto se añadió el
intenso intercambio internacional que era fomentado por las excelentes vías, y
por la paz que reinaba en el Mediterráneo desde la época de Augusto. El
comercio y el tráfico de esclavos, como también los frecuentes traslados de las
legiones y de los altos funcionarios, produjeron una gran mezcla de población.
Por último, produjeron una cierta nivelación, la difusión del idioma griego y las
conquistas grecorromanas en el terreno intelectual. Fue especialmente la
difusión de la lengua griega lo que facilitó la obra misionera cristiana; la gente
entendía a Pablo tan bien en Antioquía, Siria y Roma como en Oriente o Filipos.

1. LA SITUACION RELIGIOSA
Las condiciones religiosas presentaban un cuadro variado. Los cultos más
diversos casi innumerables, se encontraban unos junto a otros, algunos llenos
de energías y otros agonizantes, ya brutales o refinados, ya indígenas, ya
exóticos. Algunas religiones habían alcanzado una difusión asombrosa en
muchas provincias. El mundo estaba poseído por un gran anhelo religioso. Los
que mantenían más éxito eran los cultos orientales de los misterios, que
seguían su avance ininterrumpido hacia el Oeste; las divinidades frigias Cibeles
/Magna Mater) y Atis, el culto alejandrino de Isis y Osiris (Serapis), los Baales
asirios, y por último el culto a Mitra, que penetró el imperio romano desde
Persia. También era de origen oriental el culto al emperador; cuya organización
pronto abarcó todas las provincias. Poco antes de pasar el imperio al
cristianismo, penetró otra religión oriental en el occidente: el maniqueísmo,
fundado el siglo III por el persa Mani, que concebía el mundo en forma
severamente dualista, como una lucha entre el reino de la luz y el reino de las
tinieblas.
En el transcurrir de los primeros siglos cristianos, las religiones difundidas
en el imperio romano fueron acercándose más y más unas a otras. Se
transformaban más y más en religiones redentoras que por medio de
iniciaciones misteriosas aseguraban a sus adeptos la divinización y la vida feliz
en el más allá. A ello se unió el ascetismo, la insistencia sobre la pureza moral,
la continencia, y las penitencias y expiaciones. Además se nota con claridad
que el desarrollo religioso tendía hacia el monoteísmo. De esa manera
los cultos paganos empezaron el camino al cristianismo, a pesar de que en
otros sentidos le fueran contrarios.

2. LA FILOSOFIA
En los círculos de preparación filosófica la religión no presentaba ese mismo
aspecto de unidad que tenía en las clases bajas. Es cierto que en general,
aquellos círculos evitaban la ruptura extrema con la religión tradicional, pero
no eran pocos los que habían perdido su fe en los dioses por causa de la crítica
filosófica, de tal manera, que no era extraño hallar un ateísmo completo
durante la decadencia de la república romana. Sin embargo, desde la época de
Augusto se efectúo un cambio; desde entonces, adquirió, la antigua filosofía
más y más un aspecto religioso. Tienen expresiones casi cristianas. Séneca (el
maestro de Nerón), el liberto Epicteto (por el año 100), y Marco Aurelio
(emperador, 161-180). El neoplatonismo del siglo III, representado
especialmente por Plotino y Porfirio, era una religión que creía en la revelación,
los filósofos del imperio romano también trabajaron con celo en la elevación de
las condiciones morales; no fueron pocos los que actuaron como escritores,
predicadores populares itinerantes, y como preceptores y consejeros en los
hogares distinguidos, para estimular la conciencia moral, y el dominio propio,
de manera que la filosofía griega hizo su parte en la preparación del terreno
para el cristianismo, a pesar de toda la importancia que pudiera adquirir el
antagonismo entre los filósofos y los cristianos. No pocas de las conclusiones y
peculiaridades de la filosofía griega fueron luego aceptadas por la iglesia, p.ej.
su intelectualismo, su acerba crítica de los mitos paganos, la elaboración
científica de la doctrina de Dios, e importantes conceptos de la ética.

3. EL JUDAISMO
El más importante precursor del cristianismo fue sin embargo, el Judaismo.
En la época de Jesús este pueblo había adquirido una difusión asombrosa;
apenas había en las costas del Mediterráneo alguna ciudad de cierta
importancia en la cual no residiesen judíos. En cierta medida, el judaismo de la
dispersión habíase dejado absorber por la cultura helenista, había traducido su
Biblia al griego (“Septuaginta”, eso es, la Versión de Setenta), y esta traducción
ofreció uno de los elementos más importantes para la expansión del
cristianismo en el mundo griego. Filósofos judíos en Alejandría, como Filón, un
contemporáneo de Jesús, fundaron la fe judía en Dios con preceptos estoicos y
platónicos, iniciando de este modo la teología de los Padres de la Iglesia.
También en otro sentido el judaismo preparó el terreno al cristianismo, a saber;
reuníanse en las sinagogas judías muchos gentiles “temerosos de Dios”, que se
sentían atraídos por el culto de los judíos, por su fe monoteísta, su veneración
netamente espiritual de Dios, y por su maravilloso libro sagrado. Fue en esos
círculos de “temerosos de Dios” que a diferencia de los verdaderos “prosélitos”,
no habían pasado al judaismo y por lo tanto no estaban ligados por la ley, allí
encontró la joven religión cristiana sus primeros confesores no judíos.
UNIDAD III LA FUNDACION DEL CRISTIANISMO Y SU
EXPANSION DURANTE LOS TRES PRIMEROS
SIGLOS
1. LA IGLESIA PRIMITIVA:
La congregación más antigua que, en seguida de la crucifixión de Jesús, se
formó en Jerusalén en torno a Pedro y los demás discípulos del Señor, se
componía de judíos natos. Sus miembros frecuentaban el Templo y observaban
la ley judaica; su fe era en gran parte, la fe judía. Sus compatriotas los
consideraban solamente como otra de las numerosas escuelas o sectas judías;
*
0 los llamaban la secta de los “nazareos” (o “nazarenos”). Es cierto que
S los nazarenos se diferenciaban de los demás judíos muy especialmente
en un punto importante: creían que Jesús, a pesar de haber sido
0
rechazado por el pueblo judío y a pesar de su muerte vergonzosa en la
M
cruz, era el Mesías, que había resucitado de los muertos, hallándose en
la gloria celestial junto a Dios, de donde volvería “sobre las nubes del
cielo” para el juicio final. La esperanza m de que la venida del Mesías y
el fin del mundo eran inminentes daban a este
cristianismo
m más antiguo su colorido característico.
2. PABLO Y LA MISION ENTRE LOS GENTILES
Pronto las cosas pasaron mucho más allá de su estado original. A
la comunidad compuesta solamente por los galileos, prontamente se
unieron helenistas, es decir, judíos de la dispersión griega; con eso
se unieron hombres más ampliamente preparados a los primeros
discípulos, que poseían poca preparación intelectual. Uno de estos
helenistas, Esteban, despertó con sus valientes controversias con los
judíos, la primera persecución sangrienta, él mismo murió como el
primer mártir y sus compañeros huyeron de Jerusalén, llevando el
evangelio a las comarcas vecinas; algunos de ellos predicaron por
primera vez a los gentiles, en Antioquía de Siria. Así se formó la
primera congregación cristiana compuesta de judíos y gentiles. Fue
también en Antioquía donde surgió el nombre de cristianos (véase
Hch. 11:26; 1 P. 4:16) quizá en época bastante temprana. El mayor
progreso que hizo la nueva religión en las primeras décadas, fue el
trasplante de su tierra nativa judía de Palestina al terreno de la
civilización pagana y grecorromana de las metrópolis del
Mediterráneo. Ahora se presentaban dos distintos tipos del
cristianismo: el judío y el gentil.

El rápido crecimiento del cristianismo gentílico débese a la


actividad incomparable del apóstol Pablo, un judío de la diáspora y
ex-escriba de Tarso, en Cilicia. Fue el misionero más activo y de
mayor éxito de la iglesia primitiva, fundando un buen número de
congregaciones gentílicas en una vasta área. También dio el
fundamento teológico para libertar a sus iglesias de la antigua ley y
obtuvo en el así llamado Concilio de Jerusalén, el reconocimiento de
su misión a los gentiles *,luchando afanosamente contra un partido
de tendencia rígidamente farisaico-legalista que estaba ganando
terreno entre los apóstoles primitivos. Fue ésa la hora decisiva para
la nueva religión, si aquellos “falsos hermanos” que querían obligar a
los creyentes gentiles a aceptar la ley, y la circuncisión, hubieran
tenido' éxito con su demanda, eso habría significado el golpe mortal
para la misión a los gentiles y el cristianismo se habría transformado
nuevamente en una secta judía, dejando de ser una religión
universal. La victoria de Pablo sobre sus enemigos judeo-cristianos
decidió la completa separación de la religión cristiana del judaismo.
Cuando en el año 70 fue destruida Jerusalén por los romanos y
quedó aniquilado el estado judío, también fue reduciéndose
rápidamente; el cristianismo judío, quedó reducido a Siria,
manteniéndose todavía por unos siglos como una formación
retrógrada, que más adelante fue considerada por los cristianos
gentiles como herética. El futuro pertenecía al cristianismo gentílico.
Este habíase extendido también fuera del campo de acción de Pablo
e independientemente de él, por los territorios del Mediterráneo. Fue
de la mayor importancia su establecimiento en Roma a donde llegó
ya en la cuarta década.

Pablo mismo vivió al menos dos años en Roma bajo Nerón, es


cierto que como prisionero político a la espera del fallo de su proceso
pero sin ser cortado en su predicación del evangelio (Hechos 28:20).
De acuerdo a la tradición fidedigna, coronó allí mismo su obra
apostólica sufriendo el martirio, quizá como una de las víctimas de la
persecución de Nerón y simultáneamente con la muerte de Pedro. No
se sabe con certeza si la muerte del apóstol acaeció

Gálatas 2:1-10, Hechos 15.


inmediatamente después de esos dos años, o si es que Pablo volvió a estar en
libertad emprendiendo nuevos viajes misioneros ( a España o al Oriente)
sufriendo el martirio después de un segundo cautiverio en Roma.

No hay argumentos irrefutables que demuestren que también Pedro haya


estado en Roma sufriendo allí el martirio, aunque no habría por que dudarlo.
Pero parece que sólo habría estado por poco tiempo. No es más que una
leyenda, el que fuese el fundador de la iglesia en Roma y la hubiera dirigido
como su primer obispo por 25 años (véase 12:1).

Cae también la séptima década el martirio de Jacobo “el justo”, el hermano


del Señor, el adalid de la iglesia cristiana en Jerusalén después de la partida de
los Doce. Fue apedreado por los judíos. Al estallar la gran revuelta judía (66-
70) la iglesia primitiva abandonó la ciudad de Jerusalén, para evitar la
comunión con los sediciosos y fueron a establecerse en Pella en las tierras al
este del Jordán.

Según una tradición que puede ser probada ya en el siglo II, el apóstol Juan
es considerado como el dirigente de la iglesia de Asia Menor, desde la partida de
Pablo, hasta su muerte natural en Efeso, a edad avanzada, durante el reinado
de Trajano (98-117). Pero no son pocos los sabios que discuten la validez de
esta tradición; es posible que para este dato se haya confundido al apóstol Juan
con el “presbítero” y “Discípulo del Señor”, llamado también Juan y que viviría
probablemente por el año 100 en Asia Menor. Según otra tradición Juan fue
muerto por los judíos, junto con su hermano Santiago (compárese Hechos 12:2
y las palabras de Jesús, Mat. 10:39).

UNIDAD IV EXPANSION DE LA IGLESIA POSTAPOSTOLICA


(100-313 d.C.)
1. MEDIOS DE EXPANSION
Después de la muerte de los apóstoles primitivos, el cristianismo continuó
extendiéndose constantemente. Por un tiempo todavía existieron algunos
misioneros profesionales aislados que siguiendo el ejemplo apostólico (Mateo
10:6; y sgs.) proclamaban el evangelio incansablemente, como pobres
predicadores itinerantes. Pero el cristianismo fue propagado mucho más por
medio del intercambio comercial, que por aquellos evangelistas. Causaba una
impresión muy profunda sobre los paganos especialmente, la nueva del juicio
final y su inminencia. La vida de los cristianos causaba mayor impresión que
su prédica misionera. Todo confesor sincero conseguía nuevos adeptos al
cristianismo por su sola manera de vida; sobre todo la entereza y el gozo de los
mártires, fue lo que atrajo a muchos con fuerza irresistible hacia la nueva
religión; “la sangre de los mártires era la semilla de la iglesia”.
2. EL ALCANCE DE LA EXTENSION DEL MOVIMIENTO
Por el año 180 ya se había extendido el cristianismo por todos los países del
litoral del Mediterráneo; de allí penetró paulatinamente hasta las provincias
más apartadas del imperio, pasando al este más allá de las fronteras romanas.
Ya por el año 185 hallábanse congregaciones en las ciudades romanas sobre el
Rhin; por el año 200 fue convertido el rey Abgaro de Edesa en Mesopotamia. La
extensión alcanzó mayores proporciones en las tierras del este del Mediterráneo
o sea entre los griegos y los orientales helenizados por los griegos,
especialmente en Asia Menor. En el occidente eran menos numerosos los
cristianos. También aquí al principio el cristianismo hallaba acogida entre los
círculos de habla' griega. El cristianismo primitivo era esencialmente una
religión urbana. Las clases inferiores, obreros, libertos y esclavos, constituían
sus principales adherentes; pero ni en las primeras décadas faltaron en las
iglesias miembros que fuesen propietarios y que tuviesen cierta preparación.
Cuando apareció Constantino, sólo una pequeña fracción de la población del
Imperio Romano era cristiana.

UNIDAD V FACTORES SOCIO-RELIGIOSOS Y POLÍTICOS


QUE MOTIVARON LAS PERSECUCIONES
El hecho más prominente de la Iglesia entre los siglos segundo y tercero fue
la persecución del cristianismo por los emperadores romanos. Aunque esta
condición no fue continua, era a menudo repetida por años a la vez, y propensa
a estallar en cualquier momento en formas terribles. Duró en el siglo cuarto
hasta 313 D.C. cuando el edicto de Constantino, el primer emperador cristiano,
puso fin a todos los intentos de destruir la Iglesia de Cristo. Es sorprendente el
hecho de que durante este período algunos de los mejores y más sabios
emperadores eran los más activos en la persecución del cristianismo, mientras
que algunos de los peores emperadores eran leves en su oposición o
renunciaban completamente a ella. Antes de narrar la historia, investiguemos
algunos de los motivos que obligaban al gobierno, generalmente justo y que
procuraba el bienestar de sus ciudadanos, a intentar por espacio de 200 años a
extirpar un cuerpo tan recto, tan obediente a la ley, y tan deseable como lo eran
los cristianos. Puede darse un buen número de causas para el antagonismo de
los emperadores al cristianismo.
El paganismo acogía las nuevas formas y objetos de adoración, mientras que
el cristianismo excluía dichas formas y objetos. Donde los dioses ya se
contaban por cientos, aún por miles, un dios más no representaba diferencia
alguna. Cuando la gente de una ciudad o una provincia deseaba desarrollar el
comercio o la inmigración, construía templos a los dioses que se adoraban en
otros países para que los ciudadanos de estos otros países pudiesen tener un
lugar de adoración. Es por eso que en Pompeya encontramos un templo a Isis,
una diosa egipcia, construido para fomentar el comercio de Pompeya con
Egipto, haciendo que los comerciantes egipcios se sintieran como en su propio
país. Pero en cambio, el cristianismo se oponía a toda adoración excepto a la de
su propio Dios. Un emperador deseó colocar una estatua de Cristo en el
Panteón, un edificio en Roma que todavía está en pie, donde todos los dioses
importantes eran adorados. Pero los cristianos rechazaron la oferta con
desprecio. No quisieron que su Cristo fuese reconocido meramente como uno
entre muchos dioses.

1. EL PAGANISMO
La adoración de los ídolos estaba entrelazado con la vida en todos sus
aspectos. Las imágenes se encontraban en todo lugar para recibir adoración; en
todo festival a los dioses eran derramadas libaciones; las imágenes eran
adoradas en toda ceremonia civil o provincial. Los cristianos no participaban en
estas formas de adoración .De aquí, que eran considerados por la gente
irreflexiva como seres insociables, sombríos, ateos que no tenían dioses, y como
aborrecedores de sus compañeros. De esta consideración tan desfavorable del
pueblo en general, solamente había un paso a la persecución.

2. LA ADORACION AL EMPERADOR
La adoración al emperador se tenía como una prueba de lealtad. En algún
lugar prominente de cada ciudad había una estatua del emperador reinante; y
ante esta imagen se ofrecía incienso como a un dios. Tal parece que en una de
las primeras epístolas de San Pablo hay una referencia oculta a esta forma de
idolatría. Los cristianos rehusaban rendir esta adoración, aún cuando era tan
sencillo arrojar un poco de incienso al altar; y por el hecho de que cantaban
himnos de alabanza y adoraban “otro rey, un tal Jesús”, eran
considerados por la multitud como desleales y conspiradores de una
revolución.

Se consideraba a la primera generación de cristianos de alguna


manera relacionada con los judíos. Y el Judaismo era reconocido por el
gobierno como una religión permitida, aunque los judíos vivían
separados de las costumbres idólatras, y ni siquiera comían alimento
de las fiestas de los ídolos. Esta supuesta relación preservó a los
cristianos por algún tiempo de la persecución.
Pero después de la destrucción de Jerusalén , en el año 70 D.C. el cristianismo
quedó solo, sin leyes que protegiesen a sus seguidores del odio de sus

enemigos.
3. LAS REUNIONES SECRETAS DE LOS CRISTIANOS
"
Las reuniones secretas de los cristianos despertaban sospechas. Ellos se J
reunían antes de la salida del sol o en la noche, a menudo en cuevas o
catacumbas subterráneas; y se circulaban falsos rumores de ritos
lascivos o

criminales que se llevaban a cabo entre ellos. Además. El imperio
autocrático del imperio sospechaba de todos los cultos o sociedades
secretas, teniendo propósitos desleales. La celebración de la cena del
Señor, de la cual eran
-
excluidos los extraños, a menudo era una causa de acusación y persecución. .

4. EL CRISTIANISMO CONSIDERABA A TODOS LOS HOMBRES IGUALES


é ANTE DIOS Y LA SOCIEDAD
_
El cristianismo consideraba a todos los hombres como iguales, no hacía
distinciones entre sus miembros ni en sus servicios, un esclavo podía ser electo
**
como obispo en la iglesia. Esto era odioso para la mente de los nobles,
para los filósofos y para las clases gobernantes. Los cristianos eran
considerados como niveladores de la sociedad, anarquistas, y
trastornadores del orden social; de aquí, como enemigos del estado.
^
5. LOS INTERESES ECONOMICOS DE LOS PAGANOS
•?

Incidentalmente, los intereses económicos a menudo promovían o


excitaban el espíritu de persecución. Así como San Pablo, en Efeso,
estuvo en peligro de muerte por el motín incitado por Demetrio, el
platero, a menudo también, los gobernantes eran influenciados para
perseguir a los cristianos por gentes cuyos intereses financieros eran
afectados por el progreso de la Iglesia; por ejemplo, los sacerdotes y
sirvientes laicos de los templos de ídolos, los que hacían imágenes, los
escultores, arquitectos de templos, y otros que se ganaban la vida por
medio de la adoración pagana. No era difícil elevar el grito de “¡Los
cristianos a los leones!”, cuando los hombres veían sus artes o
profesiones en peligro, o cuando funcionarios codiciosos deseaban la
propiedad de los cristianos ricos.

Durante todo el siglo segundo y tercero, y especialmente en los


primeros años del siglo cuarto, hasta el año 313 D.C., la religión
cristiana era prohibida y sus partidarios sufrían prescripción. Sin
embargo, la mayor parte del tiempo la espada de la persecución estaba
envainada y los discípulos apenas eran molestados en sus
observancias religiosas. Pero aún durante estos períodos de
comparativa calma estaban muy propensos en cualquier momento a
peligro repentino, siempre que un gobernante creía conveniente
ejecutar los edictos, o cuando algún cristiano prominente daba su
testimonio abiertamente y con valor. Había sin embargo, varios
períodos, de larga o corta duración, cuando a través de todo el imperio,
la Iglesia expuesta a la más fiera persecución. Las persecuciones en el
primer siglo por Nerón (66-68) y Domiciano (90-95), fueron
sencillamente explosiones de frenesí y odio sin ningún motivo excepto
la ira de un tirano. Se producían en forma esporádica, y no
continuaban por mucho tiempo. Pero desde el año 110 al 313 D.C., la
iglesia estuvo sujeta a
una serie sistemática e implacable de intentos gubernamentales puestos en
práctica a través de todo el imperio para aplastar la fe siempre creciente.

Desde el reinado de Trajano al de Antonino Pío (96-161) el cristianismo no


era reconocido aunque tampoco fue perseguido severamente. Bajo los cuatro
emperadores, Nerva, Trajano, Adriano y Antonino Pío (quienes con Marco
Aurelio, fueron reconocidos como los “cinco buenos emperadores”), ningún
cristiano podía ser arrestado sin una querella definida y comprobada; el
espíritu de la época era más bien ignorar la religión cristiana. Con todo, cuando
se formulaban cargos y los cristianos rehusaban retractarse, los gobernantes se
veían obligados, aún en contra de su propia voluntad a poner en vigor la ley y
ordenar su ejecución. Algunos mártires prominentes de la fe durante estos
reinados fueron:
• Simeón (o Simón; Marcos 6:3), el sucesor de Santiago como cabeza u obispo
de la iglesia en Jerusalén, y como aquél, éste también era un hermano más
joven de nuestro Señor, se dice que llegó a una edad avanzada. Fue crucificado
por orden del gobernador romano de Palestina en 107 D.C., durante el reinado
de Trajano.
® Ignacio, obispo de Antioquía en Siria, estaba más que dispuesto a ser un
mártir, y en su camino a Roma escribió cartas a las iglesias, esperando no
perder el honor de morir por su Señor. Fue arrojado a las bestias en el
anfiteatro romano en 108 ó 110 D.C. Aunque la persecución durante estos
reinados fue menos severa de la que se desató sobre la iglesia poco después,
hubo muchos mártires además de estos dos hombres distinguidos.

El mejor de los emperadores romanos y uno de los más prominentes


escritores de ética, fue marco Aurelio, que reinó del 161 al 180 D.C. su estatua
ecuestre aún está en pie en el lugar de la antigua capital en Roma. Sin
embargo, este buen hombre y justo gobernante, fue un acérrimo perseguidor de
los cristianos. Procuró restaurar la antigua sencillez de vida romana, y con ello
la religión antigua; se oponía pues a los cristianos como innovadores. Muchos
miles de creyentes en Cristo eran decapitados o devorados por las bestias
feroces en la arena. Entre la multitud de mártires durante estos años
mencionaremos solamente dos:
• Policarpo, obispo de Esmirna en Asia Menor, murió en el 155 D.C. Al ser
traído ante el gobernador e. instado a maldecir el nombre de Jesucristo,
contestó: “Ochenta y seis años le he servido y todo lo que me ha hecho es bien;
¿cómo podría yo maldecirlo? ¡Mi Señor y Salvador!”. Fue quemado vivo en la
hoguera.
• Justino Mártir había sido un filósofo, y continuó enseñando después de
aceptar el cristianismo. Era uno de los hombres más capaces de su época y
uno de los principales defensores de la fe. Sus libros aún existentes, ofrecen
mucha valiosa información acerca de la iglesia a mediados del segundo siglo.
Su martirio tuvo en lugar en Roma en el año 166 D.C.
Después de la muerte de Marco Aurelio, 180 D.C., siguió un período de
confusión, con emperadores débiles e indignos, que estaban muy ocupados en
guerras civiles o en sus propios placeres, para dar mucha atención a los
cristianos. Pero Septimio Severo empezó en el año 202 D.C. una terrible
persecución que duró hasta su muerte en 211 D.C. Severo tenía una
naturaleza mórbida y melancólica, y era muy riguroso en la administración de
la disciplina, procurando en vano restaurar las decadentes religiones de otros
tiempos. Por doquier la persecución rugía en contra de la iglesia, pero era más
severa en Egipto y en el norte de Africa. En Alejandría, Leónidas, el padre del
gran teólogo Orígenes, fue decapitado. Perpetua, una mujer noble de Cartago y
Felicitas, su fiel esclava, fueron hechas pedazos por las bestias feroces en el
año 203 D.C. Tan cruel era el espíritu del emperador Septimio Severo, que era
considerado por muchos escritores cristianos como el Anticristo.

Bajo los numerosos emperadores que siguieron en rápida sucesión, la iglesia


fue olvidada por espacio de cuarenta años. El emperador Caracalla (211-217)
confirmó la ciudadanía a toda persona que no fuere esclava en todo el imperio;
incidentalmente, un beneficio para los cristianos, pues ya no podían ser
crucificados o arrojados a las bestias, a no ser que fuesen esclavos. Pero con el
reinado de Decio (249-25l)se volvió a desatar una terrible persecución, aunque
afortunadamente su reinado fue muy corto, y con su fallecimiento, la
destrucción de cristianos cesó por un tiempo.

A la muerte de Decio siguieron más de 50 años de comparativa calma,


aunque a veces había leves períodos de persecución, en uno de los cuales, bajo
Valeriano, en 257 D.C., el célebre Cipriano, obispo de Cartago, uno de los
grandes escritores y dirigentes de la iglesia en ese período, fue muerto como así
también el obispo romano Sexto.

La última, la más sistemática y la más terrible de todas las persecuciones


tuvo lugar en el reinado de Diocleciano y sus sucesores, del 303 al 310 D.C. En
una serie de edictos se ordenó que todo ejemplar de la Biblia fuese quemado;
que todas las iglesias-que se habían levantado por todo el imperio durante el
medio siglo de comparativa calma-fuesen derribadas; que todos los que no
renunciasen su religión cristiana perdiesen su ciudadanía y quedasen fuera de
la protección de la ley. En algunos lugares los cristianos eran reunidos en sus
templos y estos eran incendiados, pereciendo los creyentes dentro de sus
paredes. Se dice que el emperador Diocleciano, erigió un monumento con la
inscripción: “En honor de la exterminación de la superstición cristiana”* -sin
embargo, veinticinco años después, el cristianismo llegó a ser la religión oficial
del emperador, de la corte y del imperio. Los inmensos Baños de Diocleciano en
Roma fueron construidos mediante el trabajo forzado de los esclavos cristianos.
Pero doce siglos después del tiempo de Diocleciano, una parte del edificio fue
transformado por Miguel Angel en la Iglesia de Santa María Delgi Angelí,
consagrada en 1561 D.C., y todavía usada para la adoración católica-romana.
Diocleciano abdicó al trono imperial en 305 D.C., pero sus subordinados y
sucesores Galerio y Constancio, continuaron la persecución por seis años.
Constantino, el hijo de Constancio, como co-emperador, quien para ese tiempo
no profesaba ser cristiano, expidió su memorable Edicto de Tolerancia en 313
D.C. Por esta ley el cristianismo fue sancionado, su adoración fue hecha legal y
toda persecución cesó para no volverse a renovar mientras duró el Imperio
Romano.

UNIDAD VI LAS PERSECUCIONES JUDIAS Y ROMANAS


No bien se había iniciado el movimiento cristiano, tuvo ya que enfrentarse
con sus primeros perseguidores. A poco de Pentecostés los miembros del
Sanedrín se indignaron en gran manera ante el éxito de la predicación
apostólica y pusieron en la cárcel a Pedro y a Juan (Hch. 4). Poco después
encarcelaron a todo el grupo de apóstoles (Hch. 5). La oposición creció dando
como resultado el que apedrearan a Esteban hasta matarlo (Hch. 7). Pocos años
después, como por el 44 D.C. , Herodes Agripa mató a Jacobo, el hermano de
Juan (Hch. 12:2) y encarceló a Pedro. De modo pues, que fueron los judíos los
que iniciaron la persecución de la Iglesia. Fueron los romanos los que dirigieron
la gran persecución organizada contra la Iglesia primitiva.

Esta declaración, aunque hecha por muchos historiadores, descansa sobre pruebas inciertas, y puede que no sea
auténtica.
Las razones de los judíos para perseguir a la Iglesia eran diferentes a las de
los romanos. Los dirigentes judíos temían la pérdida de su posición en el
judaismo si el cristianismo aumentaba en número considerable. Otros creían
que el cristianismo era una perversión religiosa de la verdadera fe y que como
tal debía extirpase.
Las razones de la persecución romana eran mucho más complejas. Los
cristianos eran políticamente sospechosos, porque hablaban de un reino de
Cristo como su rey. Las declaraciones concernientes a tal reino eran tomadas
por la mente materialista de los romanos como indicación de un plan para
demoler el imperio. Además, en la antigua Roma existía unión entre la religión
y el estado, y por consiguiente la negativa de adorar a la diosa Roma o al
emperador romano constituía traición. Y jamás gobierno alguno ha tratado
levemente la traición. Los cristianos eran sometidos al aislamiento social,
porque ellos procedían, especialmente en los primeros tiempos, de las clases
más humildes de la sociedad, y porque, como buenos cristianos, precisamente
no podían participar en buena parte de la vida pública de su tiempo. Por
ejemplo, como empleados del estado podía requerírseles que participaran en
ceremonias a favor del divino César. Aún el inmiscuirse en los eventos
deportivos y teatrales llegaba a comprometer a la persona a rendir cierto
homenaje a los dioses. Y el hecho de que los cristianos proclamaban la
igualdad de todos los hombres ante Dios les colocaba en directa oposición a la
institución de la esclavitud, generalmente aceptada.
También había
razones económicas de la persecución de los cristianos.
Los sacerdotes, los fabricantes de ídolos y otros intereses religiosos establecidos
no podían contemplar con indiferencia que sus entradas menguasen y que su
mismo sustento se hallase amenazado. Desde los puestos importantes que los
dirigentes de las antiguas religiones ocupaban en la sociedad, podían
fácilmente levantar oposición en masa contra el cristianismo. El éxito de
Demetrio y los otros fabricantes y negociantes de ídolos en Efeso es el caso que
mejor evidencia esta aseveración (Hch. 19). Además, a los cristianos se les
acusaba de culpables de las grandes calamidades, como hambres, terremotos y
pestilencias, las que se consideraban como castigos enviados porque la gente
había abandonado a los dioses grecorromanos.
Desde el punto de vista religiosos, el cristianismo sufrió porque era
exclusivista. No era tolerante como las otras religiones del imperio. En realidad,
era más bien agresivo, procurando ganar adherentes de las otras creencias. Y a
causa de que los cristianos tenían que realizar sus cultos religiosos en secreto,
era fácil hacer circular toda clase de rumores respecto a ellos. Aún en su amor
los unos por los otros vieron evidencias de conducta licenciosa. Otros
interpretaron las declaraciones empleadas en relación con la comunión
concernientes a comer el cuerpo y beber la sangre de Cristo como que
implicaban canibalismo.

El evento que dio principio a la persecución oficial fue el incendio de Roma,


en junio del 64 D.C. Aquel holocausto, que duró seis días y siete noches y que
arrasó diez de los catorce distritos de la ciudad, acarreó indecibles sufrimientos
a una población de unos 2'000,000. Si Nerón inició el incendio y luego trató de
echar la culpa a los cristianos no nos toca tratar aquí, el hecho es de que él los
acusó del incendio. La pena que sufrieron muchos de los supuestos
incendiarios fue el ser quemados en la pira en las noches para alumbrar los
jardines públicos. A algunos se les arrojaba a las fieras salvajes o a los perros
rabiosos. Pablo sufrió el martirio a manos de Nerón; se dice que Pedro sufrió el
mismo destino. La persecución de Nerón es importante porque estableció el
principio y el modo de perseguir a los cristianos.

La segunda persecución estalló en el año 90 D.C., durante el reinado de


Domiciano. Realmente en su origen fue dirigido contra los judíos porque se
negaron a pagar impuestos a Júpiter Capitalino. Hallándose aún asociados con
el judaismo, los cristianos sufrieron durante esta persecución. Domiciano
generalmente imponía la adoración al emperador. Y al negarse a participar en
ella, los cristianos eran acusados de traición. Algunos eran sometidos al
martirio, a otros se les confiscaba sus propiedades, y a otros se les confinaba.
Fue por este tiempo que el apóstol Juan sufrió el destierro en la Isla de Patmos,
donde recibió la visión del Apocalipsis.

No se desarrolló ninguna política imperial definida respecto a la persecución


hasta principios del segundo siglo. Plinio, el Menor, un abogado romano, sirvió
de gobernador en las provincias de Bitinia y Ponto, en Asia Menor, en los años
111 al 113. Mientras él se encontraba allí, presenció una gran defección del
paganismo con el correspondiente crecimiento del movimiento cristiano. El lo
creyó su deber abocarse a esta situación y llegó a la conclusión de que todos los
que le fueran traídos en juicio deberían contestar tres veces si eran cristianos.
Cada vez la pregunta sería acompañada de amenazas. Si persistían en su fe
después de la tercera repetición de la pregunta, se les debería sacar y ejecutar.
Incierto de lo justo de su procedimiento, Plinio escribió al emperador Trajano
pidiéndole consejo. Este le contestó que los cristianos no deberían ser
buscados, pero que si se les denunciaba y llegaban a declararse convictos,
debían ser castigados, a menos que se arrepintieran y adorasen a los dioses. No
se debía recibir informes anónimos contra ellos. Así se estableció una política
oficial. No tardaron los gobernadores de todo el imperio en seguir los principios
que Trajano había proclamado. Muchos fueron sometidos al martirio, incluso
Augusto, Obispo de Antioquía, que fue arrojado a las fieras en el Coliseo allá
por el 115.
Durante el reinado del sucesor de Trajano, Adriano (117-138), se siguió la
política general de Trajano, pero se perseguía a los cristianos con moderación.
Cuando se hizo común que las turbas en las fiestas demandaran sangre de
cristianos, Adriano publicó un edicto contra tales excesos. Durante su reinado
el cristianismo hizo notables progresos en número, en cultura y en influencia
social. Antonino Pío (136-161) parece más bien haber favorecido a los
cristianos, pero era del sentir que debía sostener la política imperial establecida
concerniente a ellos. Fue así que hubo muchos mártires, inclusive Policarpo,
Obispo de Esmirna. Sin embargo, debe tenerse presente que en muchos casos
durante su reinado, y particularmente en el caso de Policarpo, fueron turbas
locales las responsables del grueso de la persecución que existió.

Durante el reinado de Marco Aurelio (161-180) surgió un nuevo sistema de


persecución. El , como estoico intolerante, no simpatizaba con el concepto de la
inmoralidad. Atribuía el regocijo de los mártires cristianos a su deseo de hacer
exhibiciones teatrales. En vez de esperar que se presentaran las denuncias
contra los cristianos como lo había hecho Trajano, Marco Aurelio introdujo el
sistema de espías con el objeto de acumular evidencias contra ellos. No detuvo
los excesos instituidos contra los cristianos. Durante su reinado empezó la
práctica de atribuir a los cristianos la aparición de terremotos, hambres,
inundaciones y pestilencias. Se presumía que estas calamidades sobrevenían al
pueblo porque toleraba el cristianismo. Cruelmente bárbara fue la persecución
bajo Marco Aurelio. Millares fueron decapitados o arrojados a las fieras salvajes,
inclusive el famoso Justino Mártir.

Pero aún la persecución aureliana no fue organizada, ni abarcó todo el


imperio para la exterminación del cristianismo. Ni tampoco pueden
considerarse como persecución total contra el cristianismo los esfuerzos de
Septimio Severo (193-211) y de Máximo (235-238). Septimio Severo dirigió su
persecución principalmente contra Egipto y el norte de Africa, y aún allí, él
especialmente se encargó por detener el proselitismo. Máximo por su parte
buscó exterminar a los dirigentes cristianos de ciertas zonas.
Sin embargo, a mediados del tercer siglo la situación cambió. Roma
celebraba el milésimo aniversario de su fundación, y recordaba “los buenos
días pasados” de prosperidad y autoridad indiscutible en el mundo
mediterráneo. ¡Cuánto les habían favorecido los dioses! Ahora se estaban
desmoronando los fundamentos de su estructura económica, política y
social. Abundaban las calamidades públicas, tales como los terremotos y las
pestilencias. Los bárbaros de cernían por las fronteras. Al populacho
supersticioso se le persuadía fácilmente de que los dioses estaban airados
contra él, a causa de que tantos cristianos habían dejado la antigua fe. El
emperador se había persuadido de que para la estabilidad política era
necesario mantener una religión del estado. Por otra parte, el hecho de que
los cristianos habían sido favorecidos por su antecesor le condujo a
sospechar de que no fueran leales con él. Por todo ello, Decio (249-251) se
lanzó a un programa para exterminar el cristianismo. Emitió un edicto en el
año 250 ordenando que todos los cristianos debían desistir de su fe, o sufrir
la pérdida de su propiedad, la tortura y la muerte. La persecución fue muy
cruel y abarcó todo el imperio. Multitudes perecieron. Valeriano, su sucesor
(253-260), fue primeramente benévolo con los cristianos, pero después de un
conjunto de calamidades públicas fue convencido a que infligiera castigos a
los cristianos para poner fin a los males. Muchos grandes dirigentes
perdieron sus vidas.

Desde el año 260 al 303, el cristianismo disfrutó de una tregua en la


persecución. Seguidamente la furia se desató. Diocleciano determinó
restaurar las fortunas del imperio que se extinguían. Entre sus reformas
estaba la restauración de la antigua religión del estado, que él consideraba
un instrumento necesario para la restauración del imperio. Los cristianos se
convirtieron en enemigos públicos. Aunque anticipada por esporádicos
estallidos, la gran persecución estalló en el año 303, con órdenes de destruir
todos los edificios cristianos, encarcelar a los obispos y ancianos, y torturar
a todos los cristianos. El año siguiente se ofreció la alternativa a los
cristianos de renunciar a su fe o sufrir el martirio. No tardó en evidenciarse
que el cristianismo tenía que prevalecer. En 311 y 313 se concedió tolerancia
limitada. Cuando Constantino llegó a señorearse de la parte oriental del
imperio, la gran persecución concluyó. Constantino legalizó la religión
cristiana y favoreció su desarrollo en muchas maneras. Pero no fue casi a
fines del cuarto siglo cuando Teodosio hizo al cristianismo la religión oficial
imperial y empezó la persecución del paganismo.

Se han dramatizado enormemente los relatos de las muertes de los


mártires - durante el período de las persecuciones romanas. Su fe y su valor
fueron excelentes, pero relativamente ellos estuvieron holgados. Mucho
mayor sufrimiento soportaron aquellos que yacían sobre su propia
inmundicia, bajo pesadas cadenas en las ardientes prisiones orientales, con
escasa agua o alimento, hasta que morían enfermos y de hambre.
Igualmente dura fue la suerte de los sentenciados a trabajar en las minas.
Medio desnudos y sin alimento, azotados por la baja producción, teniendo
por lecho el terreno húmedo, eso para ellos era un vivir muriendo. ¿Son
hechos de aquella misma pasta los cristianos americanos que viven hoy tras
cortinas de terciopelo y disfrutan muellemente en su prosperidad?.

Las persecuciones tuvieron sus efectos. Generalmente los buenos efectos


se han observado. Muchos fueron ganados para Cristo por medio del modo
como los mártires afrontaban la muerte. Se suele citar a Tertuliano: “La
sangre de los mártires es la semilla de la Iglesia”. Frecuentemente se observa
que la iglesia estaba en condiciones de ser más pura si uno arriesgaba su
vida por mencionar el nombre de Jesús, no habría ligereza en unirse a la
iglesia por razones sociales o económicas.

Pero las persecuciones tuvieron sus efectos malos también. Los cristianos
estuvieron tan ocupados en su propia protección que quedó muy poca
oportunidad de dejar un legado literario. Y un gran problema surgió en la
iglesia sobre la cuestión de los caídos. Todos no habían permanecido leales a la
fe. Algunos se doblegaron bajo la persecución, y más tarde reafirmaron su fe y
solicitaron ser restablecidos a la comunión con los creyentes. Algunos estaban
a favor de la restauración y otros no. Muchas iglesias se dividieron a causa de
la cuestión. También el asunto del martirio mismo se tergiversó en cuanto a sus
propósitos o beneficios. No pocos llegaron hasta a creer que el mártir por la fe
tenía algún mérito expiatorio del pecado.

UNIDAD VII EL DESARROLLO DE LAS SECTAS Y HEREJIAS


a la par con el desarrollo de la doctrina teológica estaba el nacimiento de las
sectas, o como eran llamadas, las herejías, las herejías en la Iglesia cristiana.
Mientras que la iglesia era judía por sus miembros, y aún después mientras
estaba regida por hombres del tipo judío, tales como San Pedro y San Pablo,
había solamente una leve tendencia hacia el pensamiento abstracto y
especulativo. Pero cuando la iglesia estuvo compuesta en su mayoría por
griegos y especialmente los griegos místicos y desequilibrados de Asia Menor,
surgieron toda clase de opiniones y teorías, y éstas se desarrollaron con fuerza
en la Iglesia. Los cristianos del siglo segundo y tercero luchaban no sólo en
contra de un mundo pagano y adverso, sino también en contra de herejías y
doctrinas corruptas dentro de su propio redil. Solamente podemos considerar
algunos de los más importantes entre las sectas de este período:

1. LOS GNOSTICOS
Del griego (“gnosis”: “sabiduría”) no son fáciles de definir por ser tan variados
en sus doctrinas en las diferentes localidades y en los diferentes períodos. Se
levantaron en el Asia Menor -este foco de fantásticas ideas- y era un injerto del
cristianismo sobre el paganismo. Ellos creían que del Dios supremo emanaba
un sin número de deidades inferiores, algunas benéficas, otras malignas; y por
medio de éstas el mundo fue creado con su mezcla de bien y mal; que en Cristo,
como en una de estas “emanaciones”, la naturaleza divina estuvo viviendo por
un tiempo. También interpretaban las Escrituras de una manera alegórica,
haciendo que cada declaración significara lo que parecía más adecuado al
intérprete. Florecieron a través de todo el siglo segundo y desaparecieron con él.

2. LOS EBXONISTAS
De una palabra hebrea que significa “pobre”. Eran cristianos judíos que
insistían que las leyes y judaicas debían ser observadas. Ellos rechazaban los
escritos de San Pablo, porque estas reconocían a los gentiles como cristianos.
Eran despreciados por los judíos como apóstatas, y no gozaban de la simpatía
de los cristianos gentiles, quienes, después del año 70 D.C. constituían mayoría
en la iglesia. Los ebionistas gradualmente fueron disminuyendo en el segundo
siglo.

3. LOS MANIQUEOS
De origen persa, fueron llamados así por razón de su fundador, Mani, quien
fue muerto en el año 276 D.C., por el gobierno persa. Sus enseñanzas eran que
el universo se compone de dos reinos: uno de luz y otro de tinieblas, y que cada
uno lucha por el dominio en la naturaleza y en el hombre. Ellos rechazaban a
Jesús, pero creían en un “Cristo celestial”. Eran severos en el ascetismo, y
renunciaban al matrimonio; fueron perseguidos tanto por los emperadores
paganos, como por los cristianos. Agustín, el más grande teólogo de la iglesia,
era maniqueo antes de su conversión.
4. LOS MONTAÑISTAS
Así llamados a causa de su fui entre las sectas herejes, aunqef&'sus ense
iglesia. Eran puritanos, que proclamaban primitivos. Creían en el sacerdocio las
órdenes del ministerio; observab consideraban los dones de profecía muchos
profetas y profetisas ent: principales entre los padres primiti' de ellos. En los
tiempos modernos la mayor parte de sus enseñanzas también las ha endosado.

Acerca de estas sectas y así lk comprenderlas surge del hecho de que (cfon
^fcapción de> aún en este caso en gran medida), sus probos^escritos y i formar
nuestros conceptos acerca de ellos dependemos d£\£tq^eíi 5>s míe escribieron
en contra de ellos, e indudablemente estos estaban mSpn'Saoar por prejuicios.
Supongamos, por ejemplo, que los metodistas como dene *nina(«ón y con toda su
literatura pasasen de la existencia; y que mil años después, los estudiantes
procurasen investigar sus enseñanzas de los libros y folletos escritos en el siglo
XVIII en contra de Juan Wesley. ¡¡A que conclusiones tan erróneas llegarían y
que cuadro tan falso del metodismo sería presentado!
Vamos ahora a procurar descubrir la condición de la iglesia durante los
siglos de persecución, especialmente en su terminación como en el año 313
D.C.
Uno de los efectos producidos por las pruebas que pasaron los cristianos de
ese período, fue una iglesia purificada. Las persecuciones mantenían alejados a
todos aquellos que no eran sinceros en su profesión; nadie se unía a la iglesia
por ganancia mundana y popularidad. Los débiles y de corazón apocado
abandonaban la iglesia; únicamente aquellos que estaban dispuestos a ser
fieles hasta la muerte eran los que se hacían abiertamente seguidores de Cristo.
La persecución sacudió a la iglesia separando la cizaña del trigo.
5. LA CONDICION ESPIRITUAL DE LA IGLESIA CRISTIANA
• Una iglesia de enseñanza unificada. Era un cuerpo de muchos millones de
personas, que se extendía por muchos países, y que incluía a muchas razas,
hablando muchos idiomas. Sin embargo tenía una misma fe. Las diferentes
sectas se levantaron, florecieron y gradualmente perecieron; las controversias
trajeron a luz la verdad, y aún muchas de las herejías dejaron tras sí algunas
verdades que enriquecieron el depósito de la iglesia. A pesar de las sectas y
cismas, el cristianismo del imperio y de las tierras circunvecinas, era uno en su
doctrina, su sistema y su espíritu.
• Una iglesia completamente organizada. Hemos visto como se desarrolló el
sistema de organización de los elementos coordinados en la época apostólica.
Para el siglo tercero la iglesia estaba en todas partes dividida en diócesis, con
obispos que sostenían las riendas del gobierno con manos firmes. La iglesia era
un ejército disciplinado, unida bajo dirección capaz. Dentro del Imperio
Romano, exteriormente bien organizado, pero interiormente en decadencia,
había otro imperio de abundante vida y de poder progresivo: la iglesia cristiana.

* Una iglesia creciente. A pesar de las persecuciones, tal vez hasta cierto punto por causa de
éstas, la iglesia estaba creciendo con una rapidez asombrosa. Al final del período de persecución,
la iglesia era suficientemente numerosa para constituir la institución más poderosa del imperio.
Gibbon, el
historiador de este período, calculaba que los cristianos al final de las
persecuciones formaban cuando menos la décima parte de la población, y
desde entonces muchos escritores han aceptado sus declaraciones. Pero
recientemente el tema completo ha sido investigado cuidadosamente, y la
conclusión de los eruditos de la actualidad, es que los miembros de la iglesia y
sus adherentes, componían la mitad de los ciento veinte millones bajo el
dominio de Roma. Una admirable muestra de evidencia ha sido encontrada en
las catacumbas de Roma, canteras subterráneas de vasta extensión, que por
espacio de dos siglos fueron los lugares de reunión y sepultura de los
cristianos; donde las tumbas de los cristianos, como se demuestra por las
inscripciones y símbolos sobre las mismas, se calculan por algunos, que
ascienden a siete millones, y ningún explorador calcula menos de dos millones.
Una buena conclusión tal vez sería. Cuatro millones en siete generaciones.
Agréguense a estos cuatro millones otros muchos que no fueron sepultados en
las catacumbas; y luego considérese cuan crecido debe haber sido el numero de
cristianos en todo el Imperio Romano.

UNIDAD VIII EL CRISTIANISMO Y EL ESTADO ROMANO

Para el destino de la Iglesia cristiana, su relación con el estado romano fue


decisiva. Pueden distinguirse cuatro fases en estas relaciones, de las cuales
tres pertenecen a la época pre-constantina.

1. EL CRISTIANISMO Y EL ESTADO ROMANO


En las primeras décadas apenas se había preocupado el estado romano del
cristianismo. Ante los ojos del pagano romano había poca diferencia entre los
judíos y los cristianos; pero el judaismo era una “religión lícita”. Este estado de
cosas fue interrumpido por la horrenda persecución de cristianos organizada
por Nerón en roma, que siguió al famoso incendio de la ciudad en el año 64. El
pueblo acusaba a Nerón de ser el incendiario; el emperador desvió esas
sospechas haciéndolas recaer sobre los cristianos, y a pesar de que el juicio
demostró que éstos eran inocentes en cuanto al incendio, una enorme multitud
de cristianos fueron asesinados bajo martirios refinados. Pero parece que a este
desafuero del déspota medio demente siguió un período de tranquilidad.

2. LOS PROCESOS CONTRA LOS CRISTIANOS


Con el correr del tiempo los romanos descubrieron que los cristianos no
eran simples adherentes del judaismo, sino adeptos de una nueva religión.
Comenzó entonces un periodo de constante incertidumbre jurídica. Desde
entonces no son raros los juicios contra los cristianos y las ejecuciones
(“martirios”). Para el derecho romano, el cristiano era un reo de estado, pues
era obligatorio la participación en el culto del estado para todos los habitantes
del Imperio Romano, excepto los judíos; pero los cristianos estaban obligados
por su fe monoteísta a negarse a la veneración del emperador y la invocación de
los dioses del estado, es decir, eran compelidos al delito de estado. No obstante,
la cantidad de los mártires cristianos era pequeña en comparación con el
número de los que no eran molestados; no se realizaron pesquisas y castigos
sistemáticos de los cristianos antes del año 250. En general, los funcionarios
romanos seguían el célebre rescripto que dirigió el emperador Trajano por el
año 111 a 112 a Plinio el Menor, gobernador de Bitinia. En él rechazaba
Trajano una reglamentación general de los procesos contra los cristianos y
ordenaba no tratar de descubrirlos; si fueran denunciados y condenados
debían ser castigados; pero no debía molestárseles más, si negaban su fe
cristiana y sacrificaban a los dioses del estado. De ninguna manera debían
considerarse denuncias anónimas, “pues dan el peor ejemplo y son indignas de
nuestra época”.
Las autoridades en general no tenían avidez de persecución, pero las
denuncias de algunos arrebatos del populacho las obligaron a tomar medidas
aquí y allá. Las más repugnantes calumnias circulaban relativas a los cristianos
e incitaban siempre de nuevo a la muchedumbre. Se murmuraba de
pretendidas prácticas antropófagas, de incestos, de ateísmo, alta traición, odio
contra la humanidad, magia, brujería y otros crímenes y estupideces. Cuando
acontecían grandes calamidades como inundaciones, terremotos, sequías,
pestes, etcétera, los paganos creían ver el castigo de los dioses por su tolerancia
con los cristianos, y de inmediato se oía el grito: “a los leones con los
cristianos”. Si se llegaba entablar el juicio, los funcionarios romanos trataban
casi siempre de conseguir que los acusados negasen el cristianismo, lo que de
inmediato los libraba del castigo; si el acusado se aferraba a su fe, era
condenado a muerte (decapitación, hoguera, lucha con las fieras en el circo) o
pena perpetua (trabajos en las minas o escuelas de gladiadores).

3. LAS PERSECUCIONES GENERALES


Por el año 250 había adquirido el cristianismo tales proporciones que ya el
estado romano no podía aplazar una solución básica del problema. El hecho de
que un número de súbditos que aumentaba constantemente, rechazara la base
principal del estado, el culto del emperador, a la larga habíase transformado en
una situación inaguantable. Existían dos caminos para solucionar el problema;
o el estado aniquilaba al cristianismo o lo transformaba en religión oficial. Los
emperadores Decio y Valeriano (por el año 250) trataron de aplicar la primera
solución. Con ello comenzó la primera persecución general, ordenada por ley del
estado, que se extendió por todas las provincias. Pero no alcanzó su finalidad
que era la de ahogar al cristianismo. Una década de terror fue seguida por
cuarenta años de paz. Entonces emprendieron Diocleciano y sus sucesores más
próximos (por el año 300) una nueva gran persecución que por su duración y la
crueldad de sus procedimientos, hirió terriblemente a las iglesias,
especialmente en el Oriente; su desarrollo fue determinado finalmente por las
luchas políticas que se entablaron en torno a la corona imperial: de estas
luchas surgió Constantino el Grande como vencedor, y él se puso de parte de la
Iglesia.

4. EL CRISTIANISMO COMO RELIGION OFICIAL DEL IMPERIO ROMANO


4.1. Constantino y sus Sucesores
Con Constantino (306-37) comienza la cuarta fase de la relación entre el
cristianismo y el estado romano; la Iglesia y el estado se tienden la mano.
Fue decisiva para la política religiosa de Constantino, su marcha sobre roma
en el 312. Dio a su ejército la cruz como signo protector aduciendo que era a
consecuencia de una visión. Su victoria sobre Majencio en la batalla del
puente Milvio, cerca de Roma, fortaleció su fe en el poder maravilloso del
signo de la cruz. En el año 313 a consecuencia del convenio celebrado por
Constantino en Milán, promulgó Licinio una constitución para el oriente que
concedió plena libertad religiosa. Constantino continuó favoreciendo la
iglesia más y más especialmente desde que quedó como único soberano (325)
y él mismo se presentaba cada vez en forma más decidida como cristiano,
aunque todavía toleraba ampliamente el paganismo. El bautismo que recibió
en su lecho de muerte colocó el sello sobre su política religiosa. Los
emperadores subsiguientes continuaron en la senda iniciada por
Constantino; la tentativa del emperador Juliano (361-63) de restablecer el
paganismo no tuvo éxito. Lo que comenzara Constantino fue completado por
Teodosio el Grande, el cual elevó el cristianismo a la categoría de única
religión oficial autorizada y prohibió, bajo severas penalidades, el culto
pagano (desde el 380).
¡fl

3
4.2. Los motivos para la victoria de la iglesia
Resulta comprensible el triunfo del cristianismo en el Imperio
Romano, cuando observamos hasta qué punto se habían
aproximado en el correr del siglo III, la Iglesia y el mundo pagano. El
paganismo había alcanzado la máxima nivelación de las religiones y
peculiaridades nacionales. Habíase extendido la idea de ciudadanía
universal y el anhelo de una religión ^ universal; mientras que el
desarrollo religioso tendía cada vez más hacia el J monoteísmo. En
la generación anterior a Constantino ya se hallaban entre los
paganos cultos, numerosos monoteístas; y caso parecía como si la
adoración monoteísta del rey sol (Deus Invictus Sol Mithra), llegaría
a ser la religión del Imperio Romano. Así como el paganismo iba al
encuentro de la Iglesia, ésta por su parte iba absorbiendo también
numerosos elementos de la religión pagana más o menos
transformados; de tal modo que la aceptación del cristianismo por
un pagano romano del siglo IV, no

significaba un gran esfuerzo en sentido religioso o moral. De ahí que


desde la época de Constantino un gran número de paganos
afluyeran a la iglesia.
4.3. El fin del paganismo
Desde que el paganismo fue considerado bajo Teodosio el
Grande como delito de estado, desapareció rápidamente de la vida
pública. Los templos —1 paganos eran asaltados por los obispos, los
monjes y el populacho cristiano, produciéndose algunas veces
sangrientas refriegas con los paganos* fueron destruidos
invalorables tesoros de arte, especialmente en el Oriente.
Muchos templos fueron destruidos y otros transformados en iglesias
cristianas. A pesar de eso, la transición de la población romana al
cristianismo duró unas cuantas décadas. El paganismo se conservó
por un tiempo en las familias senatoriales de Toma y en los círculos
de cultura

filosófica; a éstos Justiniano les quitó su apoyo principal, al cerrar
en el 529 la escuela de filósofos de Atenas. Donde más se aferraba
la fe pagana fue entre la población rural y en las metrópolis como
Constantinopla.
4.4. La institución del cesarismo eclesiástico
No fue sin recompensas que el estado romano contribuyó con su
legislación al triunfo de la iglesia sobre los cultos paganos. La institución de

la unidad religiosa en el Imperio Romano había de contribuir al


fortalecimiento interno del estado. Naturalmente que la iglesia
católica solamente podía servir a ese fin, si ella en sí misma era una
unidad
~
completa. Por lo tanto los emperadores romanos tomaron cartas en los
_
asuntos internos de la iglesia; dónde quiera que la unidad eclesiástica se
hallara en peligro por querellas internas; trataban de solucionarlas con
decisiones prepotentes. Es cierto que con ello contribuyeron a una mayor
_
unidad de la iglesia, pero a costa de revueltas eclesiásticas casi
interminables. La iglesia perdió con ello su libertad; se estableció, al
menos en el Oriente, el gobierno de la iglesia por el emperador o sea
el cesarismo eclesiástico; su representante clásico fue Justiniano I
(527-565). En el Occidente se disolvieron el imperio romano y la
iglesia imperial, antes de que el cesarismo eclesiástico pudiera
desenvolverse plenamente.

5. EL EDICTO DE CONSTANTINO (313 D.C.)
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En el período en el cual entremos ahora, el hecho más notable y
también el más poderoso, tanto para bien como para mal, fue la
victoria del cristianismo. En el año 315 D.C. cuando Diocleciano
abdicó el trono imperial, la religión cristiana era estrictamente
prohibida, su profesión era castigada con tortura y muerte, y en contra
de la misma era ejercido todo el poder del estado. Menos de veinte años
después, en 324 D.C., el cristianismo fue reconocido como la religión
oficial del Imperio Romano, y un emperador cristiano ejerció autoridad

* Aunque todavía la adoración pagana era tolerada, los sacrificio


oficiales cesaron. El hecho de que un cambio tan radical de las costumbres generales, que
estaban entretejidas con toda celebración social y cívica, pudiese haberse efectuado tan
rápidamente, demuestra que las observancias
suprema con una corte de cristianos profesantes a su derredor. Los
cristianos,

Asesinato de la filosofía Hypatia en Alejandría en el 415 (416)


pasaron entonces, en un instante, del anfiteatro romano, donde tenían que
enfrentarse con los leones, a ocupar un sitio de honor en el trono que regía el
mundo.

Poco después de la abdicación de Diocleciano, en 305 D.C., cuatro


aspirantes a la corona imperial estaban en guerra. Los dos rivales más
poderosos eran Maxencio y Constantino, cuyos ejércitos se enfrentaron en el
Puente Milvian, sobre el Tiber, a diez millas de Roma, 312 D.C. Maxencio
representaba el elemento pagano perseguidor; Constantino era amigable con los
cristianos, aunque en ese tiempo no profesaba ser creyente. El afirmaba haber
visto en el cielo una cruz luminosa con el lema: “Hoc Signo Vinces” - “Por
Esta Señal Conquistarás”, y más tarde la aceptó como la insignia de su
ejército. La victoria fue de Constantino y Maxencio se ahogó en el río. Poco
después, en 313 D.C., Constantino promulgó su famoso Edicto de Tolerancia,
que oficialmente puso fin a las persecuciones. No fue sino hasta el año 323 D.C.
cuando Constantino llegó a ser supremo emperador, que el cristianismo fue
entronizado. El carácter personal de Constantino no era perfecto. Aunque por lo
general era justo, ocasionalmente era cruel y tirano. Se ha dicho que “la
realidad de su cristianismo era mejor que su calidad”. El retardó su bautismo
hasta poco antes de su muerte con la idea, prevalente en su tiempo, de
que el bautismo lavaba todos los pecados cometidos previamente. Si el no
era un gran cristiano, ciertamente era un político sabio, pues tuvo la percepción
de unirse con el movimiento que tenía el futuro de su imperio.
5.1. Beneficios para la Iglesia Cristiana.
De este repentino cambio de relaciones entre el imperio y la iglesia,
surgieron resultados mundiales y de vasto alcance; algunos de ellos buenos,
algunos malos, tanto para la iglesia como para el estado. Podemos ver muy
prestamente en que sentidos la nueva actitud del gobierno trajo beneficios a la
causa del cristianismo.
• Toda persecución de los cristianos cesó de una vez y para siempre.
Por más de 200 años, en ningún momento el cristiano había estado libre de
acusación y muerte, y en muchos períodos, como hemos visto, todos habían
estado en peligro inminente. Pero desde la publicación del Edicto de
Constantino en el año 313 D.C., hasta que terminó el Imperio Romano, la
espada de la persecución no solamente fue envainada, sino fue sepultada.
• Los edificios de las iglesias fueron restaurados y nuevamente
abiertos por doquier. En el período apostólico se. habían celebrado las
reuniones en casas particulares y en salones alquilados. Después, durante el
tiempo de la cesación de las persecuciones, empezaron a levantarse edificios
para las iglesias. En la última persecución, la del tiempo de Diocleciano,
muchos de estos edificios fueron destruidos y otros fueron confiscados por las
autoridades. Todos los que quedaban para esta fecha fueron restaurados, y las
ciudades pagaron a las sociedades por aquellos que habían sido derribados.
Desde este tiempo en adelante los cristianos tuvieron libertad para construir
templos; y empezaron a levantarse edificios por doquier. En su diseño seguían
la forma y tomaban el nombre de la basílica romana o salón de la corte; un
rectángulo dividido en pasillos, por hileras de pilares, teniendo en un extremo
una plataforma semicircular con asientos para los clérigos. Constantino dio el
ejemplo de construir grandes templos en Jerusalén, Bethlehem y en su nueva
capital, Constantinopla. Dos generaciones después de Constantino, fue cuando
empezaron a aparecer las imágenes en las iglesias; los cristianos primitivos
tenían horror a todo aquello que pudiese conducir a la idolatría.
paganas habían sido por mucho tiempo una mera formalidad, y ya no
expresaban la creencia de gente inteligente.
• En muchos lugares los templos fueron consagrados como Iglesias.
Esto sucedía especialmente en las ciudades; mientras que en los lugares
remotos rurales, las creencias y la adoración pagana perduraron por
generaciones. La palabra “pagano” originalmente significaba “morador del
campo”; pero llegó a significar, y aún significa, un idólatra, uno que no conoce
la verdadera adoración.
• Por todo el imperio los templos de los dioses habían sido
sostenido principalmente por el tesoro público. Estas donaciones fueron
ahora concedidas a las iglesias y al clero. Gradualmente al principio, pero muy
pronto en una forma general y más liberal, los fondos públicos fueron
enriqueciendo a la iglesia, a los obispos, ministros y otros funcionarios del culto
cristiano recibían su sostén del estado; una donación bien recibida por la
iglesia, pero eventualmente de dudoso beneficio.
Al clero fueron concedidos muchos privilegios, no todos por ley
imperial, sino por costumbre que pronto llegó a ser ley. Los deberes públicos
que eran obligatorios para todos los ciudadanos ya no se requerían del clero,
pues fueron exentos del pago de contribuciones; todas las acusaciones en
contra de los clérigos eran juzgadas ante cortes eclesiásticas. Los ministros de
la iglesia pronto llegaron a formar una clase privilegiada sobre la ley del país.
Esto también, aunque fue un beneficio inmediato, se desarrolló en un mal,
tanto para el estado como para la iglesia.
5.2. Beneficios socio-religiosos.
• El primer día de la semana fue proclamado como día de descanso
y de adoración y su observancia pronto llegó a ser general por todo el
imperio. En el año 321 D.C. Constantino prohibió que las cortes se abriesen en
el día domingo, excepto con el propósito de libertar a los esclavos; y en ese día
los soldados eran mandados a omitir sus ejercicios militares diarios. Pero los
juegos públicos continuaron el domingo, con la tendencia de hacer de ese día
un día de fiesta en vez de un día santo.
Del reconocimiento del cristianismo como la religión predilecta
surgieron algunos buenos resultados tanto para el pueblo, como para la iglesia.
El espíritu de la nueva religión fue inculcado en muchas de las ordenanzas
decretadas por Constantino y sus sucesores inmediatos.
• La crucifixión fue abolida. Esta había sido una forma común de
ejecución para los criminales, excepto para los ciudadanos romanos, quienes
eran los únicos que tenían derecho de ser decapitados cuando eran condenados
a muerte. Pero la cruz, un emblema sagrado para los cristianos, pronto fue
adoptada por Constantino como la insignia de su ejército y fue prohibida como
método de muerte.
• El infanticidio fue reprimido. En toda la historia anterior de Roma y
sus provincias, cualquier niño que no fuese bienvenido por su padre era
asfixiado o “abandonado” a fin de que muriere. Algunas personas hacían un
negocio de recoger niños abandonados, los criaban y luego los vendían como
esclavos. La influencia del cristianismo impartió un carácter sagrado a la vida
humana, aún en la de los niños más pequeños; esto hizo que el mal del
infanticidio desapareciese de todo el imperio.
A través de toda la historia de la república romana y del imperio, hasta
que el cristianismo llegó a dominar, más de la mitad de la población era esclava
sin la más mínima protección de la ley. Un hombre podía azotar a sus esclavos,
si así lo deseaba. Durante el dominio de uno de los primeros emperadores, un
ciudadano romano rico fue asesinado por uno de sus esclavos, y por ley todos
los trescientos esclavos de su casa fueron muertos, sin tomar en cuenta su
sexo, su edad, culpa o inocencia. Pero con la influencia del cristianismo, el trato
a los esclavos llegó inmediatamente a ser más humano; se les otorgaron
derechos legales que nunca habían poseído. Podían acusar a sus amos de trato
cruel; y la emancipación fue sancionada y fomentada. De esta manera, la
condición de los esclavos fue mejorada y la esclavitud fue gradualmente
abolida.
• Los juegos de gladiadores fueron prohibidos. Esa ley fue puesta en
rigor en la nueva capital de Constantino, donde el Hipódromo nunca fue
contaminado por hombres que se matasen los unos a los otros para placer de
los espectadores; pero los combates siguieron en el anfiteatro romano hasta el
año 404 D.C., cuando el monje Telémaco saltó a la arena y procuró apartar a
los gladiadores. El monje fue asesinado, pero desde entonces cesó la matanza
de los hombres para placer de los espectadores.
5.3. Perjuicios para la Iglesia Cristiana.
• Pero aunque el triunfo cristiano resultó en mucho que era bueno,
inevitablemente la alianza del estado y de la iglesia también trajo en su curso
muchos males. El cese de la persecución fue una bendición, pero el
establecimiento del cristianismo como la religión del estado llegó a ser una
maldición.
• Todos buscaban ser miembros de la iglesia y casi todos eran
recibidos. Tanto los buenos como los malos, los que sinceramente buscaban a
Dios y los hipócritas que buscaban ganancia personal, todos se apresuraban a
ingresar en la comunión. Hombre mundanos, ambiciosos, sin escrúpulos,
buscaban puestos en la iglesia para obtener influencia social y política. El tono
moral del cristianismo en el poder era mucho más bajo que el que había
distinguido a la misma gente bajo el tiempo de la persecución.
• Los servicios de adoración aumentaron en esplendor, pero eran
menos espirituales y menos sinceros que los de tiempos anteriores. Las
formas y ceremonias del paganismo gradualmente se fueron infiltrando en la
adoración. Algunas de las antiguas fiestas paganas llegaron a ser fiestas de la
iglesia con cambio de nombre y de adoración. Como en el año 405 D.C. las
imágenes de santos y mártires empezaron a aparecer en los templos, al
principio eran recuerdos, luego sorpresivamente eran reverenciados, adorados y
se les rindió culto. La adoración del Virgen María sustituyó a la de Venus y
Diana; la Cena del Señor llegó a ser un sacrificio en lugar de un acto
recordatorio; y el “anciano” evolucionó de predicador a sacerdote.

Como resultado del poder ejercido por la iglesia no vemos al


cristianismo transformando al mundo a su propio ideal, sino al mundo
dominando a la iglesia. La humildad y la santidad de la época primitiva fue
sucedida por la ambición, el orgullo, la arrogancia entre los miembros de la
iglesia. Había aún muchos cristianos de espíritu puro, como Mónica, la madre
de Agustín y ministros fieles, tales como Jerónimo y Juan Crisóstomo; pero la
ola de mundanalidad avanzó indómita sobre muchos de los que profesaban ser
discípulos de su humilde Señor.

Si se le hubiese permitido al cristianismo desarrollarse normalmente sin


tener el poder del estado, y si el estado hubiese continuado libre del dictado de
la iglesia , tanto el estado como la iglesia hubieran sido mejores estando
separados. Pero la iglesia y el estado llegaron a ser una sola cosa cuando el
cristianismo fue adoptado como la religión del imperio, y de esta unión
innatural surgieron dos males, uno en las provincias orientales y el otro en las
occidentales. En el Oriente el estado dominaba de tal modo a la iglesia que
esta perdió toda su energía y su vida. En el Occidente, como veremos, la iglesia
gradualmente usurpó el poder al estado, y el resultado no fue un cristianismo,
sino una jerarquía más o menos corrupta que dominaba a las naciones de
Europa, haciendo de la iglesia mayormente una maquinaria política.
6. CAIDA DEL IMPERIO ROMANO OCCIDENTAL

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6.1. El desarrollo del poder en la Iglesia romana.
Hemos visto a la ciudad de Roma desplazada por Constantinopla como
la capital del mundo. Veremos ahora a Roma afirmando su derecho de ser la
capital de la Iglesia. A través de todo este período la iglesia en Roma estaba
ganando prestigio y poder, y el obispo de Roma, ahora llamado papa, reclamaba
el trono de autoridad sobre todo el mundo cristiano, y ser reconocido como
cabeza de la iglesia en toda Europa al Este del Mar Adriático. Este desarrollo
aún no había alcanzado la presuntuosa demanda de poder, tanto sobre el
estado como sobre la iglesia, lo cual fue manifestado en la Edad Media, pero se
estaba inclinando fuertemente hacia esta dirección. Veamos algunas de las
causas que promovieron este movimiento.

La semejanza de la iglesia con el imperio como una organización fortalecía la


tendencia hacia el nombramiento de un jefe. En un estado gobernado, no por
autoridades elegidas, sino por una autocracia, donde un emperador gobernaba
con poder absoluto, era natural que la iglesia fuese gobernada de la misma
manera, por un jefe. En todas las partes los obispos gobernaban las iglesias,
pero la pregunta surgía constantemente, ¿Quién gobernaría a los obispos?
¿Qué obispo debía ejercer en la iglesia la autoridad que el emperador ejercía en
el imperio? Los obispos que presidían en ciertas ciudades pronto llegaron a ser
llamados “metropolitanos”, y después “patriarcas”. Había patriarcas en
Jerusalén, Antioquía, Alejandría, Constantinopla y Roma. El obispo de Roma
tomó el título de “papá, padre”, después fue modificado a papa. Entre estos
cinco patriarcas había frecuentes disputas por la prioridad y supremacía; pero
la cuestión finalmente se limitó a escoger entre el patriarca de Constantinopla y
el papa de Roma, como cabeza de la iglesia.

Roma reclamaba para sí autoridad apostólica. Roma era la única iglesia que
decía poder mencionar a los apóstoles como sus fundadores, y éstos, los
mayores de todos los apóstoles, San Pedro y San Pablo. Surgió la tradición de
que Pedro fue el primer obispo de Roma. Como obispo, Pedro debería haber sido
papa. Se suponía que en el primer siglo el título “obispo” significaba lo mismo
que en siglo cuarto, un gobernante sobre el clero y la iglesia; y que Pedro, como
el principal de los apóstoles, debe haber poseído autoridad sobre toda la iglesia.
Se citaban dos textos en los evangelios como prueba de esta afirmación. Uno de
estos puede verse ahora escrito en letras gigantescas en latín alrededor de la
cúpula de la Iglesia de San Pedro en Roma: “Tú eres Pedro, y sobre esta piedra
edificaré mi Iglesia”. El otro es: “Apacienta mis ovejas”. Se argüía que Pedro fue
la primera cabeza de la iglesia, entonces, sus sucesores, los papas de Roma,
deberían continuar su autoridad.

El carácter de la iglesia romana y sus primitivos dirigentes sostenían


fuertemente estas afirmaciones. Los obispos de Roma eran por lo general
hombres más fuertes, sabios, y que se hacían sentir por toda la iglesia. Mucha
de la antigua calidad imperial que había hecho a Roma la señora del mundo
moraba aún en la naturaleza romana. En esto había un notable contraste entre
Roma y Constantinopla. Roma había hecho a los emperadores; mientras que los
emperadores habían hecho a Constantinopla, y la habían poblado de súbditos
sumisos. La iglesia de Roma siempre había sido conservadora en doctrina, poco
influenciada por sectas y herejías, permaneciendo en aquel entonces como una
columna de la enseñanza ortodoxa. Este rasgo incrementaba su influencia por
toda la iglesia en general.
Además, la iglesia de Roma, desplegaba un cristianismo práctico. Ninguna
iglesia le sobrepujaba en su cuidado por los pobres, no sólo entre sus propios
miembros, sino aún entre los paganos en tiempo de hambre y pestilencia.
Había dado ayuda liberal a las iglesias perseguidas en otras provincias.
Cuando un funcionario pagano en Roma demandó los tesoros de la iglesia, el
obispo congregó a sus miembros pobres, y dijo: “Estos son nuestros tesoros”.

El traslado de la capital de Roma a Constantinopla, lejos de aminorar la


influencia del obispo o papa romano, la aumentó considerablemente. Hemos
visto que en Constantinopla el emperador y su corte dominaban a la iglesia; el
patriarca era por lo general subalterno del palacio imperial. Pero en Roma no
había emperador que sobrepujara e hiciese sombra al papa; él era el potentado
mayor en toda esa región. Europa siempre había mirado a Roma con
reverencia; ahora que la capital estaba lejos, y especialmente como el imperio
mismo estaba en decadencia, el sentimiento de lealtad hacia el pontífice
romano empezó a tomar el lugar de aquel hacia el emperador romano.
Y así surgió que por todo el Occidente, el obispo romano o papa, como
cabeza de la iglesia en Roma, comenzara a ser considerado como la autoridad
principal en la iglesia en general. Por ejemplo, en el Concilio de Calcedonia en
Asia Menor (451 D.C.), Roma ocupó el primer lugar y Constantinopla el
segundo. Se estaba preparando el camino para pretensiones aún mayores de
parte de Roma y del papa, para los siglos venideros.
A través de este período de la Iglesia Imperial, sin embargo, otro movimiento
estaba en progreso, la más enorme catástrofe de toda la historia: la caída del
Imperio Romano Occidental. En el reinado de Constantino aparentemente el
reino parecía estar tan bien protegido e inexpugnable como lo había estado en
el gobierno de Marco Aurelio o de Augusto. Sin embargo, estaba debilitado por
la decadencia moral y política., y listo para ser derrocados por invasores
fronterizos que estaban ansiosos de caer sobre el mismo. Después de
veinticinco años de la muerte de Constantino en el año 337 D.C. las barreras
en la frontera del Imperio Occidental fueron derribadas y las hordas de
bárbaros (nombre aplicado por los romanos a todos los demás pueblos excepto
a sí mismos, a griegos y judíos) comenzaron a ingresar por todas partes en las
indefensas provincias, posesionándose del territorio y estableciendo reinos
independientes. En menos de ciento cuarenta años el Imperio Romano
Occidental, que había existido por espacio de mil años, y cuyos súbditos
estaban contentos bajo su gobierno, fue borrado de la existencia. No es difícil
encontrar las causas de este estupendo derrumbe.
6.2. La caída del Imperio Romano.
Las riquezas del imperio eran codiciadas por sus vecinos, los bárbaros.
De un lado de la frontera había ciudadanos opulentos que vivían
reposadamente, vastos campos de cosechas, gentes que estaban poseyendo
todas las cosas que estaban deseando las tribus pobres, no civilizadas,
errantes, pero agresivas que estaban al otro lado de la frontera. Por siglos antes
de la invasión de los bárbaros, la ocupación principal de los emperadores
romanos había sido la defensa de las fronteras contra los ataques amenazantes
de estos enemigos. La única razón de tener varios emperadores que reinaran a
la vez , era la necesidad de un gobernante investido de autoridad cerca de estos
puntos de peligro, para que pudiese obrar sin esperar órdenes de una capital
distante.

Aún cuando mejor, los romanos estaban a la vez con los bárbaros,
hombre por hombre; y a través de los siglos de paz, los romanos habían
perdido la costumbre de combatir. En nuestros tiempos las naciones civilizadas
poseen municiones de guerra muy superiores a aquellas de las tribus salvajes;
pero en los días antiguos, ambos lados peleaban con espadas y lanzas, y la
única ventaja de los romanos consistía en la formidable disciplina de sus
legiones. Pero esa disciplina había decaído mucho en los tiempos de los últimos
emperadores; y los bárbaros eran muy fuertes físicamente, más intrépidos y
más aptos para la guerra. Lo que era peor para los decadentes romanos era que
ya no servían en sus propios ejércitos. Las legiones eran adiestradas
precisamente por estos mismos bárbaros, quienes a menudo habían peleado en
defensa de Roma y en contra de su propio pueblo. La mayor parte de estos
ejércitos, sus generales, y aún muchos de sus emperadores procedían de las
razas bárbaras. Ningún pueblo que habitualmente emplea extranjeros para
pelear sus batallas cuando estas son necesarias, puede mantener por mucho
tiempo sus libertades.

El imperio no muy fuerte en sus recursos humanos, estaba también


debilitado por las guerras civiles, llevados a cabo por espacio de generaciones
por distintos pretendientes al trono imperial. Los emperadores ya no eran
escogidos por el senado, sino que cuando alguno era asesinado (como lo fueron
la mayoría)cada ejército en las diferentes provincias presentaba su propio
candidato, y la decisión no era por los votos sino por las armas. En noventa
años, ochenta jefes fueron proclamados como emperadores y cada cual
reclamaba el trono. En un tiempo los llamados emperadores eran tantos que se
les llamaban “los treinta tiranos”. Las ciudades eran saqueadas, a los ejércitos
se les pagaba de una manera extravagante, y todo el imperio fue empobrecido
por la ambición de los hombres al poder. Como resultado, las guarniciones
fueron quitadas e las fronteras y la tierra fue dejada indefensa de los invasores
bárbaros.

La causa inmediata de muchas invasiones consistía en el movimiento


de las tribus asiáticas. Cuando los bárbaros en el este de las provincias
europeas se lanzaron sobre los romanos, declararon que habían sido lanzados
de sus propios lugares por la llegada de una hueste irresistible de guerreros
extraños acompañados por sus familias, que habían cambiado su morada del
interior de Asia. Este pueblo era generalmente llamado los hunos. No se sabe el
motivo por el cual abandonaron sus hogares en el Asia Central; pero se cree
que fue por el cambio de clima y la escasez de lluvia, que tornó los campos
fértiles en desiertos. Más tarde, estos hunos, bajo su fiero rey Atila,
establecieron contacto directo con los romanos, y se constituyeron en el más
terrible enemigo.

Puesto que la nuestra no es una historia del Imperio Romano, sino de


la iglesia cristiana, nuestro relato de estas sucesivas tribus invasoras debe ser
un breve bosquejo. Las primeras invasiones fueron de razas que estaban entre
el Danubio y el Mar Báltico-. Los visigodos (godos del occidente) dirigidos por su
capitán Alarico se lanzaron sobre Grecia e Italia, capturaron y saquearon a
Roma y establecieron un reino en el sur de Francia. Los vándalos, bajo
Genserico, marcharon a través de Francia hacia España, y de allí, al norte de
Africa, conquistando estos países. Los burgundios cruzaron el río y
establecieron un reino que tenía a Estrasburgo como centro. Los francos,
Clovis, se hizo cristiano y fue seguido por su pueblo. Los francos ayudaron
grandemente en la conversión del norte de Europa a la religión cristiana,
mayormente por la fuerza. Los sajones y anglos de Dinamarca y los países del
norte, viendo que Gran Bretaña había sido abandonada por las legiones
romanas, realizaron invasiones, generación tras generación, y casi extirparon al
cristianismo antiguo, hasta que el reino anglo-sajón mismo fue convertido por
medio de misioneros de Roma.

Como en el año 450 D.C. los terribles hunos, bajo su despiadado rey
Atila, invadieron Italia y amenazaron destruir no solamente el Imperio Romano,
sino con éste a los reinos establecidos dentro de sus fronteras. Los godos,
vándalos y francos, bajo la dirección de Roma, se unieron en contra de los
hunos; una gran batalla se llevó a cabo en Chalons al norte de Francia. Los
hunos fueron derrotados en terrible matanza, y con la muerte de Atila poco
después, el poder de éstos tuvo ñn. La batalla de Chalons (451 D.C.) dio como
resultado, que Europa habría de ser gobernada por los asiáticos, sino que se
desarrollaría de acuerdo a su propia civilización.

Por estas sucesivas invasiones y divisiones, el otrora vasto imperio de


Roma, quedó reducido a un pequeño imperio alrededor de la capital. En 476
D.C. una tribu comparativamente pequeña de germanos, los hérulos, bajo su
rey Odoacro, tomó posesión de la ciudad y destronó al niño emperador, llamado
Rómulo Augusto y apodado Augusto el Pequeño. Odoacro asumió el título de
“Rey de Italia”, y desde este año 476 D.C., el Imperio Romano Occidental
desapareció. Desde la fundación de la ciudad y el estado (que se dice haber sido
en 753 A.C.) hasta la caída del imperio transcurrieron mil doscientos años. El
imperio oriental, que tenía a Constantinopla por capital, duró hasta el año
1453 D.C.

Casi todas estas tribus invasoras habían sido paganas en sus propios
países. Los godos constituyeron una excepción pues ya habían sido convertidos
al cristianismo por Arrio, y tenían la Biblia en su propia lengua, de la cual las
porciones aún existentes forman la primitiva literatura teutónica. Casi todas
estas tribus llegaron a ser cristianas, en parte por medio de los godos, pero más
por medio de la gente entre la cual se establecieron, y con el tiempo los arríanos
llegaron a ser creyentes ortodoxos. El cristianismo de esa época decadente era
aún vital y activo y conquistó a estas razas conquistadoras. Estas a su vez, por
su sangre vigorosa, contribuyeron a hacer una nueva raza europea. Ya hemos
visto que la decadencia y caída del poder imperial de Roma, solamente aumentó
la influencia de la iglesia de Roma y sus papas a través de toda Europa. De
modo es que aunque el imperio cayó, la iglesia aún conservaba su posición
imperial.
UNIDAD IX EL DESARROLLO INTERNO DEL CRISTIANISMO
1. EL CRISTIANISMO PRIMITIVO Y LA ANTIGUA IGLESIA CATOLICA:

1.1. Las dos fases principales del desarrollo interno del cristianismo:
Para poder comprender bien la historia interna del cristianismo, es
menester reconocer que en su desarrollo la nueva religión pasó por dos
distintas etapas, designadas como "cristianismo primitivo", y "catolicismo
antiguo".

En su primera etapa el cristianismo se componía de pequeñas


congregaciones que, retiradas del mundo, esperaban la vuelta del Señor, la
cual creían inminente. Sus ideas doctrinales carecían aún de formas rígidas,
y su vida congregacional no tenía mucha reglamentación; dominaba el
"Espíritu". Eran motivos de inspiración el Antiguo Testamento, los dichos
del Señor transmitidos oralmente, y los de los primitivos profetas cristianos.
Pertenecía a la congregación el que había recibido el bautismo y el
"Espíritu". Los creyentes eran miembros de una gran comunidad, la
"Iglesia"*, y las congregaciones mantenían ciertas relaciones entre sí, pero
estas relaciones eran completamente libres, y no existían categorías legales.

Pero hacia el año 200 era bien distinto el cuadro. Ahora ya existía una
Iglesia en el sentido más estrecho de la palabra. La vida de las
congregaciones estaba reglamentada por disposiciones fijas. Había
sacerdotes y cultos, formas fijas de vida congregacional, una constitución
que establecía las distintas categorías de cargos en la iglesia, un credo más
exacto, y una teología ligada al mismo, para pertenecer a la iglesia no

La palabra griega traducida “iglesia” es ekklesia (latín, ecclesia). En la Versión de los Setenta, es la
expresión solemne para la Comunidad de Dios.
bastaba ya haber sido bautizado, sino que ahora también era necesario
reconocer las tres normas de la ortodoxia determinadas por la iglesia. El
cristianismo primitivo habíase transformado en la "Iglesia Católica".
2. ORIGEN DE LA IGLESIA
No es posible seguir en detalle esa transformación del cristianismo primitivo
en catolicismo antiguo. La lucha con las tendencias gnósticas tuvo gran
influencia en la formación de formas eclesiásticas rígidas.
Se entiende por gnosticismo una tendencia religiosa que había surgido, ya
antes de Jesús, de una mezcla de religiones de Asia Menor. Esta tendencia
trataba de adueñarse ahora del cristianismo, para transformarlo en otra nueva
religión de misterios por medio de la fusión con toda clase de elementos
extraños.

Esto significó una crisis sumamente peligrosa para el cristianismo la cual

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llegó a un punto culminante por el año 135. El gnosticismo cristiano poseía en
hombres como Basílides, Valentín y Marción, "líderes" destacados y
espirituales. El gnosticismo también sujetaba los ánimos por medio del hechizo
de su culto brillante, por el encanto de lo misterioso y por su pretensión de
transmitir a los iniciados la "gnosis", es decir, el conocimiento de las cosas
celestiales. Pero en los extraños sistemas elaborados por el gnosticismo no sólo
se hallaban bastantes elementos de la mitología pagana, sino que también se
dejaban de lado más de un valor indispensable del cristianismo, tales como la
unidad de Dios, el Antiguo Testamento, la unidad de Cristo celestial y el Cristo
encarnado, la unidad del género humano, y mucho más aún. La base de la
concepción gnóstica del universo era el dualismo oriental.
Las iglesias sentían claramente lo exótico de esa ideología. Por eso apartaron
el gnosticismo como movimiento hereje y se pusieron de acuerdo sobre lo que
sería menester para la fe cristiana. Ásí surgieron las tres normas de la
ortodoxia*: 1) el símbolo bautismal "apostólico" ("credo de los apóstoles"), 2) el
canon "apostólico" de las Escrituras y 3) el episcopado "apostólico". De allí en
adelante era expulsado de la Iglesia como hereje todo el que se opusiera a
dichas normas.
Con la transformación del cristianismo primitivo en Iglesia católica no cesó
en modo alguno el desarrollo del cristianismo. La Iglesia del año 200 ya lleva su
sello "católico"*, pero difiere en mucho del catolicismo de la edad media, de la
época de la Reforma, o de la actualidad; por eso se habla de "catolicismo

Es posible que la cristiandad poseyera ya antes de la crisis gnóstica un símbolo bautismal. Es la


forma primitiva de nuestro credo apostólico y probablemente tenía en Roma el siguiente texto: “
Creo en Dios Padre todopoderoso, y en Jesucristo su Hijo unigénito, Señor nuestro, nacido del
Espíritu Santo y de la Virgen María, bajo Poncio crucificado y sepultado, al tercer día resucitado de
entre los muertos, subió al cielo y está sentado ala diestra del Padre, de donde vendrá a juzgar a los
vivos y a los muertos. Y en el Espíritu Santo, una Santa Iglesia, el perdón de los pecados, la
resurrección de la carne”. Es incierto el origen de este símbolo.
La segunda norma católica, el canon del Nuevo Testamento que fue equiparse al Antiguo,
probablemente surgió en las décadas de 140-200. Mientras que los escritos aislados del Nuevo
Testamento son, pues, producto del cristianismo primitivo, su reunión en uno y su canonización es
obra del segundo siglo. Al principio las iglesias de las distintas provincias tenían ciertas diferencias en
el canon, de tal modo que en el Occidente recién se reconoció mucho más tarde a la epístola a los
Hebreos como parte integrante del canon, mientras que en Oriente sucedió lo mismo con el
Apocalipsis de Juan.
La tercera norma era el episcopado. La Iglesia enseñaba que el episcopado se basaba en una
institución apostólica y que quienes lo desempeñaban eran sucesores de los apóstoles, portadores
del Espíritu Santo y guardianes de la tradición apostólica auténtica.

Así por ejemplo, la veneración de santos data en sus orígenes de los siglos II y III, el monacato, de
fines del III y del IV, el papado romano, la veneración de María y de las imágenes, del siglo V; el
dogma de la Trinidad ha sido establecido en el siglo IV y el dogma cristológico en el V; el dogma de la
transubstanciación como también la obligación de la confesión auricular datan del siglo XIII, el rezo
del rosario del XIII, y en su forma actual, del XVII; la doctrina de la infalibilidad papal recién fue
transformada en dogma en el año 1870.
antiguo" o de la "antigua" iglesia católica. Desde el siglo II continuó sin
interrupción el desarrollo y la transformación de la Iglesia.
3. LA CONSTITUCION ECLESIASTICA
3.1. Los comienzos:
En las congregaciones más antiguas poseían la influencia determinante
los predicadores de la palabra de Dios o portadores del Espíritu Santo, los
apóstoles, profetas y maestros (1 Corintios 12:28). Estos oficios eran
"carismáticos", es decir, dependían de un don gratuito de Dios y no de alguna
institución humana. No pertenecían a las congregaciones particulares, sino a la
iglesia en general.

En las congregaciones particulares faltaba en la primera década una


constitución fija y elaborada; pero existían ya comienzos para ello. Habían
ciertos "servicios" que eran efectuados por determinadas personas: el culto de la
sala de reunión, la vigilancia en las reuniones, el cuidado de las Santas
Escrituras y la correspondencia. Los hombres que estaban cargados de estas
tareas son llamados en las cartas de Pablo "presidentes" (1 Ts. 5:12),
ocasionalmente también "superintendentes" (obispos) y diáconos (Fil. 1:1), y en
Hch. 20:17 "ancianos" (presbíteros).
3.2. La constitución congregacional de la antigua iglesia católica:
Mientras el "Espíritu" gobernaba la vida congregacional, tenían poca
importancia los funcionarios de los congregaciones particulares. Pero al
desaparecer los oficios carismáticos en la época postapostólica, adquirió más
importancia y una forma más rígida la constitución de la congregación
particular. En este sentido tuvo importancia decisiva el episcopado
monárquico, que puede ser comprobado por el año 115 en Siria y Asia Menor, y
por el 150 también en Roma. Habría existido en las congregaciones una cierta
monarquía informe, desde la partida del fundador; pero ahora se transformó en
disposición legal definida, el que uno de los presbíteros dirigiese la Iglesia como
obispo vitalicio. Sólo a éste se le dio en adelante el título de obispo. Aparte del
obispo y los presbíteros existían en cada iglesia diáconos, casi siempre en
número de siete, funcionarios encargados del cuidado de los pobres y los
enfermos y de los servicios durante el culto; en categoría estaban subordinados
a los presbíteros, como éstos al obispo.

El cargo episcopal alcanzó el dominio absoluto ilimitado sobre los creyentes.


El obispo era considerado como, el reverendo padre de los cristianos, el sucesor
de los apóstoles, el vicario de Cristo, y aun de Dios. Las iglesias veían en sus
obispos custodios de la tradición apostólica y maestros infalibles, mediadores
entre Dios y los hombres, que llevaban a éstos a comprender los misterios
divinos, sacerdotes de sacrificios y jueces de la congregación, a quienes estaban
confiadas las "llaves del cielo" (Mateo 16:19). El "servicio" del presidente se
había transformado en una dignidad religiosa exaltada hasta lo sumo.

Una consecuencia del aumento del poder episcopal, sobre todo de la


aceptación del concepto sacerdotal, fue la separación entre el "clero"* y los
"laicos"*. La condición especial de los clérigos se fundaba en la solemne
ordenación o consagración al entrar al cargo. Según el concepto católico esta
ordenación concede un carácter imborrable (character indelebilis), es decir, el
clérigo no pierde su dignidad, aun cuando cayere un pecado mortal; le puede
ser vedado ejercer su oficio, pero no puede volver a ser laico. Además de los

Clero: Nombre colectivo con el que se designa a quienes han recibido las sagradas órdenes.
Laicos: O seglares (gr. "pueblo"). Los que no son clérigos. En el contexto evangélico todo
aquel que no ha recibido una preparación teológica.
cargos de obispos, presbíteros y diáconos se agregaron en el siglo III una
cantidad de cargos inferiores: subdiáconos, acólitos (acompañantes del obispo),
exorcistas, lectores, ostiarios (porteros).

Para el clero superior se estableció la exigencia de abandonar otros oficios


mundanos, aparte de sus deberes eclesiásticos, y también la de distinguirse por
una santidad personal especial, o sea vivir solteros (celibato)* Por la abstinencia
de los oficios mundanos y el celibato, se transformó el clero católico en un
estado especial. El signo externo de los clérigos fue desde el siglo
V la tonsura (6).
3.3. La iglesia general:
En el siglo III se afirmó también la fusión de las iglesias entre sí. Se
formaron las provincias eclesiásticas correspondientes a las del imperio
romano. Se hallaba a la cabeza de los obispos de la provincia el metropolita u
obispo de la capital provincial, llamado en la Edad Media, en el Occidente,
Arzobispo. Además de las provincias eclesiásticas se formaron los grandes
patriarcados de Constantinopla, Alejandría y Antioquía, a los cuales se agregó
en el 451 el pequeño patriarcado de Jerusalén; en Occidente surgió el papado
romano. Para considerar los asuntos eclesiásticos se reunían los obispos
regularmente en sínodos o concilios, cuyas resoluciones eran consideradas
como inspiradas por el Espíritu Santo. Desde el reconocimiento de la Iglesia por
Constantino existieron también, además de los sínodos provinciales, sínodos
imperiales o "ecuménicos" (quiere decir, de todo el mundo habitado), que eran
convocados por el emperador y cuyas resoluciones se transformaban en leyes
del imperio al recibir la confirmación imperial.
4. LAS DISPOSICIONES RITUALES, EL ARTE ECLESIASTICO ANTIGUO:
4.1. Bautismo y catecumenado:
La admisión en la Iglesia se efectúa desde los tiempos más antiguos por
medio del bautismo. Poco a poco fue rodeado este acto solemne de un ritual
complicado. Desde los comienzos fue considerado como un sacramento, es
decir, como un medio de transmitir poderes sobrenaturales. Durante toda la
antigüedad se efectuaba en general solamente el bautismo de adultos
sumergiéndolos tres veces completamente en el agua. Muchos aplazaban el
bautismo hasta el fin de sus vidas. Aquellos que se habían convertido al
cristianismo pero aún no habían recibido el bautismo eran llamados
catecúmenos. Estos eran considerados como cristianos, pero no tenían, por
ejemplo, el derecho de participar de la Santa Cena. El bautismo de párvulos
recién se generalizó en la Edad Media.
4.2. El culto:
Las reuniones de las iglesias cristianas más primitivas carecían
probablemente de todo orden rutinario. La gente se reunía para inspirarse por
medio de la oración, la lectura bíblica, discursos de exhortación o consuelo,
canto, y a veces también por el hablar en lenguas de los poseídos por el
Espíritu Santo, y para celebrar la Cena del Señor o ágape (véase 1 Co. 12:14).
La Cena del Señor era en las primeras décadas una verdadera comida a la
terminación de la cual eran pasados pan y vino, repitiendo las palabras de la
institución. Pero al pasar la época cristiana primitiva también pasó la actuación
de los "portadores del Espíritu", y paulatinamente se formó un orden de culto
fijo, una combinación artísticamente coordinada de actos religiosos. Los
comienzos de este desarrollo probablemente se remonten hasta el siglo I. Poco a
poco el ritual se hizo más rico y complicado; especialmente desplegó la Iglesia
gran magnificencia en el culto desde el tiempo de Constantino. Tiene también
importancia el que las reuniones de los cristianos del siglo II fueron adquiriendo
lentamente el carácter de culto, es decir, que ya no servían
En la Iglesia oriental hasta el día de hoy pueden ingresar hombres casados en el clero inferior, el
clero superior se forma principalmente por monje.
exclusivamente para la inspiración de la congregación, sino que estaban
destinadas a influir sobre Dios. Decidió esta interpretación la unión de la Cena
del Señor ("eucaristía")* con la idea del sacrificio; ya por el año 250 se creía que
en la Santa Cena el sacerdote ofrecía el cuerpo y la sangre de Cristo ante Dios,
como ofrenda de propiciación "por los vivos y los muertos". En el culto se
buscaba una unión real con lo divino ("deificación"), y por ello se acentuaba
más y más el aspecto misterioso mágico y sacramental. Esto se nota sobre todo
en el hecho de que los conceptos de la transformación del pan y vino en la
eucaristía o misa (en latín, missa, una expresión que data más o menos del año
400) se tornaran cada vez más grotescos y sensuales.

La transformación paulatina del culto cristiano se aplica en parte por la


influencia de la religiosidad pagana de los misterios. Cuando desde el tercer
siglo y especialmente después de Constantino afluyeron grandes masas de
paganos a la Iglesia, fueron también aceptados muchos conceptos y costumbres
del paganismo grecorromano. De allí datan las velas sobre el altar, las
procesiones, el incienso y mucho más. Sobre todo, la idolatría pagana perduró
en la Iglesia disfrazada en más de una forma. Las divinidades paganas fueron
aceptados por la iglesia. Por ello ya desde el siglo III y IV adquirió gran
incremento el llamado "culto inferior", la veneración de los santos, las reliquias
y las imágenes, y las peregrinaciones a los lugares "sagrados". Como santos
eran venerados los mártires, los monjes eminentes, los ángeles, especialmente
el arcángel Miguel, y sobre todo la Virgen María, la "Madre de Dios" como se la
denominó desde el siglo IV.
4.3. Las festividades:
Ya en las congregaciones cristianas gentílicas más antiguas el Día del
Señor ocupó el lugar del sábado judío. Los miércoles y viernes (en Occidente
más adelante, los viernes y sábados) eran días de ayuno. Junto a estas
festividades semanales surgió paulatinamente un ciclo anual de fiestas
cristianas. Las fiestas anuales más antiguos son "Pascua" y "Pentecostés"; esas
dos fiestas del judaismo fueron aceptadas por los cristianos, pero dándole otro
significado: la pascua cristiana, con el período preliminar de ayuno (cuaresma)
estaba dedicada al recuerdo de la pasión y muerte del Salvador; con el
amanecer del día de pascua comenzaba el pentecostés (quincuagésima), el
período de gozo de cincuenta días dedicado al recuerdo de la resurrección. A
estas se agregó, primeramente en Egipto, la epifanía (el 6 de enero, o día de los
reyes) como fiesta del bautismo y del nacimiento de Jesús, y en el siglo IV,
primeramente en Roma, la Navidad (el 25 diciembre), que suplantó a la fiesta
pagana del solisticio de invierno del dios Sol. En los siglos subsiguientes fue
enriquecido bastante el calendario eclesiástico, especialmente con fiestas
dedicadas a María, los apóstoles y mártires, los ángeles y las reliquias.
4.4. Los lugares del culto y su adorno:
Los cristianos de época más remota se reunían en casas particulares;
recién desde fines del siglo II se tienen pruebas de que existieran edificios
cristianos de culto. Desde Constantino surgieron en lugar de las pequeñas,
sencillas iglesias de las épocas más remotas, obras arquitectónicas magníficas,
que en tamaño y belleza podían rivalizar con los templos antiguos. Las iglesias
eran constituidas ya en forma de basílica o con cúpula central. La basílica se
compone, primero, de un atrio cuadrado; segundo, de la nave rectangular, la
cual en construcciones mayores se halla dividida por columnatas en una nave
principal y en dos o más naves laterales; y tercero, el ábside abovedado y
semicircular, situado frente a la entrada y conteniendo la silla (cátedra) del
obispo y los asientos de los presbíteros. Los campanarios recién fueron
construidos desde que en el siglo VI aparecieron las campanas, y siempre
aislados del resto de la construcción.

Eucaristía: Esta palabra viene del griego y equivale a “acción de gracias”


Desde el 200 poseían las iglesias sus cementerios propios. Desde el principio
se condenaba la costumbre antigua de cremar los cadáveres. En Roma, Italia
meridional y en otros lugares los cristianos enterraban a sus muertos en las
catacumbas, grandes necrópolis subterráneas, costumbre que duró desde el

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siglo II hasta el IV o el V, y en algunas partes aún más tarde.

Los muros de las catacumbas y las paredes internas de las iglesias eran
adornadas con obras de pintura al fresco y de mosaico. En cambio, la escultura
hallaba poca acogida, excepto en los relieves de los sarcófagos. El arte cristiano
antiguo disponía de una cantidad de tipos fijos, figuras simples o
representaciones más complejas, que eran repetidas con frecuencia. Pertenecen
a éstos, por ejemplo, el pez, el signo secreto de los cristianos en épocas de
persecución * también el cordero, la paloma, el monograma de Cristo, el buen
pastor, Jonás, Noé, la resurrección de Jesús, etc. Cristo fue representado al
principio como un joven imberbe; el tipo corriente del Cristo, como varonil
pertenece a la época posterior a Constantino el Grande. Existe tan poca base de
recuerdo histórico para este tipo de Cristo, como para el tipo de Pablo o de
Pedro. El "nimbo" o aureola que aparece desde el siglo IV primeramente en
representaciones de Jesús y más tarde también en las de los apóstoles y
santos, es prueba de influencia pagana; antes había sido usada en las
imágenes de los dioses paganos y de los emperadores romanos.

UNIDAD X MORAL CRISTIANA, TEOLOGIA Y DOGMA 1. LA


MORAL CRISTIANA PRIMITIVA:
En las iglesias cristianas primitivas reinaba una severidad moral, que se
destacaba nítidamente de la podredumbre moral de las metrópolis antiguas.
Los antiguos cristianos todavía no tienen conciencia de los graves problemas
que la vida cultural creaba para la moral cristiana. Los "santos" casi no tenía

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contacto con el "mundo", la vida fuera de las congregaciones. La ardiente
expectación del inminente fin del mundo determinaba una completa
indiferencia hacia los asuntos del "mundo".

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Pero en el correr del siglo II comenzó a menguar la rigidez moral primitiva y a
acentuarse el contacto de los cristianos con el mundo; esto fue debido a que se
estaba apagando el entusiasmo de las primeras épocas y que el número de
cristianos se hallaba en constante aumento. La nueva situación hizo surgir
problemas sumamente difíciles: ¿cómo habían de tratar las iglesias con los
pecadores dentro de su seno? ¿Hasta dónde podía relacionarse el cristiano con
el "mundo"?
La iglesia tuvo que pasar por serias conmociones y violentas luchas antes de
solucionar estos problemas. La conmoción más fuerte la produjo el movimiento
entusiasta que desató el profeta cristiano Montano a mediados del siglo II en
Frigia. El montañismo trató de renovar el profetismo, la expectación del fin del
mundo, y la moral severa de los tiempos cristianos primitivos hasta
superándolos, y de hacer frente a la mundanalización que comenzaba a hacerse
sentir en las iglesias. La iglesia, después de algunos titubeos, apartó de sí el
montañismo como cisma y continuó su desarrollo como Iglesia universal.
Las letras de la palabra griega l-CH-TH-Y-S, o sea, pez, son las iniciales de las palabras que significan
“Jesu-Cristo Hijo de Dios Salvador”.
El desarrollo de la moralidad de la Iglesia católica estaba determinado
especialmente por el hecho de que el cristianismo y la civilización antigua se
hallaban en múltiple antagonismo. No pensaba la Iglesia en transformar la
civilización de la antigüedad, conforme a los conceptos cristianos. Al contrario,
se conformó más bien con determinar más o menos los límites entre los cuales
cada individuo podía participar de la vida cultural, y consideraba por lo demás
el retiro del mundo como el cristianismo verdadero y perfecto. De esa manera el
antiguo catolicismo desarrolló una doble moral: la inferior para los cristianos
comunes, que se conformaban con los mandatos divinos; y la moral superior,
para los ascetas, que además de esto seguían los "consejos evangélicos".

3. ASCETISMO Y MONACATO:
Se entiende por ascetismo toda clase de renunciamientos y auto-penitencias
hechas por motivos religiosos; por ejemplo, el ayuno, la renuncia a todos los
placeres de la comida y bebida, en el vestido y la vivienda, y sobre todo la
renuncia al matrimonio. En la historia eclesiástica especialmente de los países
meridionales, es el ascetismo una aparición frecuente. Se le encuentra así en la
Indicio, pero también en el medio ambiente del cristianismo antiguo, por
ejemplo, en los cultos de Isis y Atis, en el maniqueísmo y en la filosofía
neoplatónica. El ascetismo penetró también en el cristianismo en época
temprana. La Iglesia no cedió al exceso ascético de algunas sectas gnósticas y
de los montañistas, pero ya en el siglo II se consideraba que el ascetismo
formaba parte del cristianismo "serio". Hacia el año 200 se le consideraba ya
como un mérito.
A fines del siglo III y a principios del IV brotó del ascetismo cristiano antiguo
el monacato, el cual no es un fenómeno exclusivamente cristiano como tampoco
lo es el ascetismo; un paralelo interesante para el monacato cristiano
lo ofrece, por ejemplo, el brahmánico, que ya existía por el año 800 d.C. Hay
dos formas de monacato cristiano, una más antigua y a la vez más severa: la de
los ermitaños o anacoretas, y una forma posterior y más moderada: la vida
conventual. La patria de ambas formas es Egipto. El más célebre de los
antiguos ermitaños es el copto Antonio (por el año 300), cuya vida fue descrita
por Atanasio. La vida conventual fue fundada hacia 320 por el copto Pacomio; el
convento más antiguo fue el de Tabennisi, en la Tebaida. Fueron fundados
también por Pacomio los conventos de monjas más antiguos. En el siglo IV el
monacato se extendió con velocidad sorprendente por el oriente; pero adelantó
poco en el occidente. La forma monacal peculiar del occidente fue fundada por
Benito de Nursia, el fundador del convento de Monte Cassino (529) y autor de la
regla razonable y moderaba llamada benedictina.
El monacato tiene una gran significación histórica. Durante siglos fueron los
monjes los verdaderos portadores de la piedad cristiana; además se destacaron
como predicadores y pastores de almas, y en la Edad Media en el occidente
también como propulsores de la vida cultural.

4. LA MORALIDAD DE LOS CRISTIANOS COMUNES:


Para los cristianos que no tomaban todo el "yugo de Jesucristo", sino que
permanecían en el mundo, resultaba lógico que en su vida moral debían
diferenciarse de los paganos; pero ya en el siglo II menguó el antagonismo entre
la moral cristiana y pagana. No sólo que al aumentar el número de cristianos
penetraban en las congregaciones cada vez más personas superficiales y
mundanas, sino que también los cristianos serios perdían poco a poco su
actitud de huir del mundo. Esto puede observarse en la actitud de los cristianos
hacia las profesiones mundanas, las diversiones, las posesiones y la
instrucción.
:
La iglesia condenaba una cantidad de profesiones mundanas. Gladiadores, :
actores, artífices, comerciantes en animales de sacrificio y otras personas que
:
podían tener cualquier contacto con el culto idolátrico, tenían que renunciar a
su profesión antes de recibir el bautismo. Los más rigurosos rechazaban en la
época pre-constantina también el servicio militar y el ejercicio de puestos
públicos. Pero de hecho, la Iglesia sólo consiguió que los clérigos no ejercieran
los oficios que consideraban chocantes. Así penetró el cristianismo ya en el
siglo II en las legiones; y aun antes de Constantino existían funcionarios
públicos, por ejemplo, gobernadores de provincia, que eran cristianos.

Tampoco consiguió imponerse plenamente la severa condenación de las


diversiones. La Iglesia rechazó toda alegría bulliciosa, el baile y el juego. El
teatro y el circo eran considerados como lugares de demonios, por ello
condenaba la asistencia a las antiguas tragedias, comedias y representaciones
mímicas como también a las crueles luchas de gladiadores y de fieras. Pero ni
siquiera en la época pre-constantina consiguió implantar estos conceptos entre
todos los cristianos. Cuando el imperio romano se volvió cristiano este hecho
apenas tuvo influencia sobre las costumbres de la gran masa: el circo y el
teatro continuaron, las leyes imperiales contra las luchas de gladiadores no
tuvieron efecto, y las carreras de carro continuaron como antes despertando las
más salvajes pasiones populares.
La Iglesia, sin embargo, consiguió terminar con el concepto antiguo del
suicidio, el abandono de las criaturas, y los pecados sexuales.
Al aumentar el número de cristianos cultos y ricos, surgieron los problemas
difíciles de cuál había de ser la actitud del cristiano hacia la propiedad terrenal,
el lujo y la educación. La Iglesia no halló una contestación uniforme. Muchos
llegaban al concepto ascético de la pecaminosidad de las posesiones; en
cambio, el filósofo cristiano Clemente enseñaba ya por el 200 que no era pecado
tener posesiones, sino hacer mal uso de ellas. De allí que ya en el siglo
II aun los cristianos serios no tuviesen inconveniente en rodearse el cierto lujo
moderado y en adornar sus artículos de uso personal con los símbolos del arte
cristiano. La actitud hacia la educación mundana era entre los cristianos
comunes tan discordante como entre los monjes; entre unos y otros había
quienes con naturalidad se ocupaban de la filosofía y literatura griega y otros
que tenían desconfianza y aun animadversión hacia la cultura griega.
La iglesia influyó directamente en la vida moral del individuo por medio del
sistema penitencial. Este se desarrolla recién en la época del antiguó-
catolicismo y era desconocido para el cristianismo primitivo. El concepto
cristiano aceptaba un solo arrepentimiento, el que precedía al bautismo. Los
bautizados constituían congregaciones de "santos" que ya no cometían pecados
graves. El que manchaba la pureza de la comunidad, por medio de algún
pecado capital ("pecado mortal") era excluido de la comunidad y no volvía a ser
aceptado en la iglesia. Poco a poco fue aminorada esa severidad: a pesar de la
violenta oposición de los estrictos se hizo costumbre en el siglo III conceder un
"segundo arrepentimiento" para ciertos pecados mortales, por ejemplo la
apostasía en época de persecución. Así se formó un complicado sistema de
penitencia, cuyo dirigente era el obispo. El pecador era echado en medio de los
penitentes, pero después de pasar un tiempo determinado (varios años)
viviendo como penitente y habiendo cumplido las penitencias que le habían
sido impuestas era aceptado nuevamente entre los cristiano en plena comunión
y le era permitido participar de la Santa Cena. Desde el siglo IV la penitencia
pública en la Iglesia perdió importancia.
5. LAS OBRAS DE AMOR FRATERNAL
La Iglesia antigua realizaba extraordinarias obras de caridad. Ya la
congregación primitiva de Jerusalén había establecido una extensa obra para
cuidar a las viudas y a los pobres (Hechos 6:1-2; 4:32-35) y el apóstol Pablo
organizó en sus iglesias una gran colecta para los "santos" en Jerusalén (Ira.
Corintios 16:1-4; 2da. Corintios 8:9; Romanos 15:25-32). Lo que el cristiano
primitivo había creado fue elaborado en los siglos subsiguientes. Cada iglesia
sostenía a numerosas viudas, huérfanos, enfermos y ancianos; infelices que
sufrían en las cárceles o habían sido condenados a trabajos forzados en las
minas, recibían más de un alivio y quizá aun la libertad por haberse interesado
por ellos cristianos influyentes. A los cristianos pobres, que venían de otra
parte les era concedida generosa hospitalidad. Especialmente en persecuciones
y gran miseria, los cristianos demostraban muchas veces un hermoso espíritu
de sacrificio tanto por sus hermanos como también por los paganos.

Cuando la Iglesia fue reconocida oficialmente en el Imperio Romano,


adquirió pronto grandes propiedades y con ello obtuvo un gran poder
económico. Así le resultó posible desarrollar una amplia beneficencia. Sobre
todo en el Oriente fundó numerosas casas para extranjeros pobres, viudas,
huérfanos, ancianos, enfermos, leprosos, expósitos, etc. Era célebre la
"Basilias", una "pequeña ciudad" construida por el obispo Basilio delante de las
puertas de Cesarea en Capadocia. En el Occidente los conventos se ocupaban
del cuidado de los necesitados.

La característica de estas obras de caridad de la iglesia primitiva, es que se


trataba de obras de amor (caritas) y no de reforma social: sólo se pensaba
aliviar la miseria pero no eliminar sus causas. De ahí que la Iglesia se ocupara
tan poco de eliminar la esclavitud como de modificar el desgraciado sistema de
los latifundios: desde el siglo IV ella misma fue la mayor latifundista del Imperio
y dueña de innumerables esclavos.
6. TEOLOGIA:
El cristianismo más antiguo vivía con ideas completamente simples sobre
Dios, Cristo, y el reino venidero. Pero a ellas se unieron ya en la Iglesia
primitiva y más aún con Pablo y en el evangelio de Juan los importantes
comienzos de una teología, de una reflexión sobre los objetos de la fe, por
ejemplo, sobre la muerte en la cruz, la resurrección de Cristo y la redención de
los creyentes, o sobre la naturaleza de Cristo, que por ejemplo, en el Evangelio
de Juan es explicada por el concepto de Logos. En el siglo II, en cambio,
encontramos los primeros verdaderos teólogos: hombres que relacionaban el
cristianismo con ciertos conceptos e ideologías de la filosofía griega y de esa
manera fundaron una especie de filosofía eclesiástica. Los más destacados
teólogos de la Iglesia antigua llevan el honroso título de "Padres de la Iglesia".
7. MAESTROS ECLESIASTICOS
Entre los padres más antiguos de la Iglesia griega, merece citarse a Justino
Mártir, un filósofo griego de origen pagano, que mucho tiempo había buscado
en vano, en las escuelas griegas de filosofía, un concepto cósmico satisfactorio,
hasta que conoció el cristianismo. Como cristiano conservó la vestidura y el
oficio del filósofo ambulante, maestro y escritor sólo que ahora su obra era en
pro del cristianismo. Entre otras escribió una "Apología" para los cristianos. Por
el año 165 sufrió el martirio.
Poco a poco los cristianos se iban abriendo a la cultura griega. Hacia fines
del siglo II encontramos en Alejandría, el centro de la cultura espiritual del
Imperio Romano, la célebre escuela de catecúmenos, una escuela cristiana para
eruditos, en la cual los maestros cristianos enseñaban tanto la filosofía griega
como la doctrina cristiana. Actuaba aquí por el año 200 Clemente, uno de los
pensadores más audaces y liberales de la Iglesia antigua, que consideraba la
filosofía griega como un gran paralelo del Antiguo Testamento y que fusionó el
pensamiento cristiano con las ideas platónicas y estoicas.
i

\ Fue más eminente aún su discípulo y sucesor Orígenes, un erudito de -


brillantes dotes y admirable capacidad creadora. Escribió el primer tratado de
doctrina cristiana ("De principiis") y numerosas obras más, por ejemplo una
refutación al filósofo griego Celso ("Contra Celsum") el cual por el año 180 ^
había dirigido en su "Palabra verdadera", un fuerte ataque literario contra el
cristianismo. Orígenes se destacó sobre todo en la interpretación de las
Sagradas Escrituras. Más tarde actuó en Cesarea de Palestina, donde fundó
una gran biblioteca y una respetable escuela cristiana de eruditos. Murió en _
257 en Tiro a consecuencia de los sufrimientos soportados en las torturas a que
fue sometido en la persecución bajo Decio.
^

La Iglesia Católica de los siglos subsiguientes ya no soportó a hombres —


liberales, tales como Clemente u Orígenes; aun condenó a este último por causa
de ciertos conceptos heréticos. Nosotros agradecemos a la escuela de Orígenes
gran parte de nuestro conocimiento de la antigüedad eclesiástica,
_
pues con la ayuda de la biblioteca de Cesarea, el obispo Eusebio de Cesarea,
uno de los seguidores más destacados de Orígenes, redactó la primera historia
de la Iglesia. Esta obra presenta después del Nuevo Testamento la fuente de —
información más importante para la historia del cristianismo en los primeros
siglos.

El más importante de los doctores de la antigua Iglesia latina fue


Tertuliano, ' hijo de un centurión pagano de Cartago (por el año 200).
Primero actuó como abogado, luego fue conquistado para el
cristianismo a cuyo servicio puso todas sus dotes literarias, aunque
siguió siendo laico. Tertuliano fue el primer cristiano después de Pablo
de cuya vida interior podemos tener una idea relativamente clara. Era
una personalidad genial, llena de contradicciones y que tendía a la
mayor rigidez del pensamiento. Insistiendo sobre la moral más —
severa, cedió a la influencia del montañismo y separóse por fin de la
Iglesia que según él, estaba corrompida y formó con sus adherentes
una secta. Tuvo una influencia trascendental sobre la iglesia
occidental, como creador del lenguaje

eclesiástico latino.
El heredero espiritual de Tertuliano fue Cipriano. Pertenecía a una rica
familia cartaginesa, fue primero retórico, luego cristiano y presbítero y por fin
obispo de la iglesia de Cartago, la cual fue dirigida por él con energía y
prudencia durante los difíciles tiempos de la persecución de Decio. En
la persecución bajo Valeriano sufrió el martirio (258). En sentido
literario y

teológico dependía de Tertuliano pero no participaba de su unilateralidad.
Tiene especial importancia por haber desarrollado el concepto católico
de la Iglesia formulándolo en forma clásica. Para él Iglesia es la
institución externamente visible con constitución episcopal. Esta
Iglesia episcopal es la
_
condición indispensable para la obtención de la salud, la única que da
salvación: fuera de la Iglesia no hay redención; no puede tener a Dios
por padre el que no tiene a la Iglesia como madre. Pero Cipriano no
quería saber nada de
-
un primado legal del obispo de Roma.
^
8. FORMACIÓN DEL DOGMA
Los dogmas eclesiásticos surgieron en la acción recíproca de la obra
creadora de los teólogos cuyas sentencias eran aceptadas, cambiadas o
rechazadas por la Iglesia. Se entiende por dogma * una sentencia
doctrinal aceptada oficialmente por la Iglesia, es decir, transformada en
norma determinante de la enseñanza eclesiástica.

El dogma exige de todos los creyentes una sumisión incondicional.


La aceptación o rechazo de un dogma determina que uno pertenezca o
no a la Iglesia Católica. Desde el establecimiento de la Iglesia oficial el
dogma llegó a

De griego “dogma" (en la filosofía era el término usado para un principio fundamental)
ser ley del Imperio; y el que la violaba no sólo era excluido como hereje de la
comunidad cristiana, sino que también era castigado por el Estado.

En la historia del dogma de la Iglesia antigua ocupan el primer lugar los


dogmas de la divinidad de Cristo (o la Trinidad) y de las dos naturalezas (Dios-
Hombre) del Redentor.
8.1. Controversia Arriana:
Es cierto que el Nuevo Testamento contiene la orden de bautizar en el
nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo (Mateo 28:18-20; compárese
2da. Corintios 13:13). Pero no contiene ninguna tentativa de razonamiento
sobre la relación entre los tres. Recién en la época del catolicismo antiguo el
pensamiento teológico se ocupó de estos problemas, y recién a consecuencia de
la controversia doctrinal arriana del siglo IV quedó establecido el dogma
eclesiástico de la Trinidad.

La controversia arriana que tuvo lugar especialmente en la parte


oriental del Imperio Romano, lleva el nombre de quien la originó, el presbítero
alejandrino Arrio. Constantino el Grande convocó para solucionar la disputa, el
primer concilio ecuménico de Nicea (325) el cual condenó a Arrio y a sus
seguidores; pero la lucha continuó por más de medio siglo. El principal enemigo
del arrianismo fue el obispo alejandrino Atanasio, el "Padre de la ortodoxia". La
controversia recién se terminó en el segundo concilio ecuménico, en
Constantinopla (381), al ser condenado el arrianismo y las tendencias con él
relacionadas.

En el corazón de la lucha arriana hallábase la doctrina defendida por los


seguidores de Atanasio, es decir, la de la plena divinidad de Cristo o sea la de
consubtancialidad (unidad esencial o substancial en griego, "homoousios") de
Cristo con el Padre. Esta doctrina respondía a las necesidades de la religiosidad
de aquel entonces: el cristiano griego del siglo IV contemplaba a la Iglesia en
primer lugar como la gran institución de gracia que comunica al creyente por
medio de los misterios (sacramentos) poderes sobrenaturales para obtener la
inmortalidad. Si la Iglesia había de ser capaz de conceder a sus miembros la
"inmortalidad" y "divinización", el fundador de la Iglesia debía ser verdadero
Dios: la aceptación de la subordinación de Cristo bajo Dios, que era sostenida
por los arríanos, quitaba al pensamiento religioso la certeza de la redención de
los hombres. Cuando quedó reconocida la plena divinidad de Cristo, se extendió
consecuentemente la doctrina de la consubtancialidad ("homoousios") también
al Espíritu Santo; y así se formó el dogma eclesiástico de la trinidad.
8.2. Controversia Cristológica:
Después del establecimiento del dogma de la divinidad de Cristo, surgió
la cuestión de la relación de la naturaleza divina de Cristo para con su
naturaleza humana.

¿Cómo había de imaginarse la unión de la naturaleza divina y la


naturaleza humana en el Dios-Hombre? ¿Permanecía en el Encarnado la
naturaleza humana independiente e intacta junto a su naturaleza divina
("dioñsitismo" o doctrina de las dos naturalezas)? Pero en este caso era dudosa
la verdadera unión de Cristo con la humanidad y quedaba en duda la redención
¿O estaban de tal manera fundidas ambas naturalezas en el Cristo Encamado,
que la naturaleza humana se perdía en la divina, y quedaba una sola, la
naturaleza divina? ("monofisitismo" o doctrina de una sola naturaleza). Este
segundo concepto satisfacía el anhelo de redención, pero ponía en peligro el que
Jesús fuera verdadero hombre.
Esto produjo una nueva controversia dogmática en la cual hicieron un
triste papel los obispos de Alejandría, Constantinopla y Roma. En vano trataron
de solucionar la querella el tercer y cuarto concilio ecuménico (de Efeso 431 y
Calcedonia 451); la resolución dogmática de Calcedonia que trató de silenciar la
disputa eliminando las soluciones unilaterales, más bien desató los desórdenes
monoñsitas que duraron hasta el año 680. En las provincias del este y sur del
Imperio bizantino estalló la sublevación, grandes iglesias nacionales heréticas
abandonaron entonces a la Iglesia católica: la nestoriana, la armenia, la
jacobita y la copta, que aunque en su mayor parte apenas son unos tristes
restos, permanecen hasta hoy como iglesias independientes. Aparte de estas
nuevas iglesias que se formaron entonces quedó como resultado perdurable de
la lucha el dogma de las dos naturalezas de Cristo formulado en 451 en
Calcedonia.
Las cuestiones dogmáticas que fueron motivo de discusión en las
controversias arriana y cristológica, no podían ser solucionadas en forma
puramente intelectual. Por ello la lid dogmática terminó en ambos casos con el
establecimiento de conceptos misteriosos: un solo ser divino, pero tres
personas; dos naturalezas, pero un solo Cristo.
9. EL DESARROLLO DEL DOGMA EN EL OCCIDENTE:
En Occidente, donde no había aparecido otro gran doctor de la Iglesia
después de Cipriano, refloreció la antigua teología a fines del siglo IV y
principios del siglo V, es decir, inmediatamente antes del derrumbe del mundo
antiguo. En esta época deben mencionarse tres escritores eclesiásticos
descollantes Ambrosio, Jerónimo y Agustín.

Ambrosio (murió en 397), uno de los obispos de más carácter de la antigua


iglesia, descendía de familia distinguida y aun joven llegó a ser gobernador de
Italia septentrional, pero cambió esta posición brillante por el obispado de
Milán en el cual desarrolló una actividad extraordinaria especialmente como
predicador y escritor. En el 390, después de la matanza de Tesalónica, obligó al
emperador Teodosio el Grande a hacer penitencia pública.

Jerónimo (de Stridón en Dalmacia; muerto en 420) fue el más grande


erudito entre los padres latinos de la Iglesia y uno de los escritores cristianos
antiguos más leídos, aunque de carácter mezquino y poco simpático. Buena
parte de su vida la paso como monje en el Oriente y las últimas décadas de ella
como abad de un convento en Belén. Su obra principal fue su edición latina de
la Biblia, que más tarde fue llamada la Vulgata, y que en la Iglesia Occidental
llegó a ser estimada como canónica*.

Fue Agustín (nació en el 354 en Tagaste de Numidia) el más distinguido de


todos los Padres de la Iglesia latina, y aún el más eminente maestro eclesiástico
entre Pablo Lutero. En su adolescencia rechazó el cristianismo que se le
presentaba en forma elocuente en la vida de Mónica su piadosa madre, y
escogió la carrera de retórico y los goces del "mundo". Pero en un proceso
íntimo, prolongado y doloroso, luchó a través del maniqueísmo, de la filosofía
escéptica y del neoplatonismo, hallando por fin paz en el cristianismo católico
bajo la influencia de los sermones del Ambrosio y del conocimiento del
monacato del oriente. Después de su "conversión" en una posesión campestre
cerca de Milán ("Toma y lee, lege" Romanos 13:13) recibió el bautismo en la
Pascua del 387 de manos de Ambrosio. Volvió luego a su patria y en el año 395
fue nombrado obispo de la pequeña ciudad nordafricana de Hipona; en esta
situación poco destacada, pronto llegó a ser el espíritu rector de la iglesia
occidental. Murió en 430 en Hipona, durante el sitio de la ciudad por los
vándalos.

Ya por el ano 200 existía una Biblia en latín (la así llamada Vetus Latina). Jerónimo corrigió en parte
su texto bastante desordenado, pero en su mayor parte lo reemplazó por la traducción original suya.
Por medio de sus obras, que produjo en cantidad sorprendente, influyó
mucho más allá de su muerte. Las de mayor influencia fueron sus Confesiones
y La ciudad de Dios (De civitate Dei). Las confesiones describen en forma de
plegaria su desarrollo interior hasta el bautismo, y representan la autobiografía
más importante de la antigüedad y uno de los libros de inspiración más
conmovedor de todos los tiempos. La religiosidad peculiar de San Agustín,
quietista y místico, inspirado en San Pablo, los Salmos y Platón, halla allí plena
expresión*. La extensa obra sobre el estado teocrático (Ciudad de Dios) es una
grandiosa defensa del cristianismo contra el reproche pagano de que
descomponía la antigua civilización. Según Agustín, se hallaban en lucha dos
principios, el gran reino del amor de Dios (Civitas Dei) y el reino del sentimiento
carnal (Civitis terrena). Ambos son de origen supraterreno: el uno de origen
celestial, de origen diabólico el otro; aquél va hacía la eterna bienaventuranza,
éste a los eternos sufrimientos infernales de los condenados. El Estado no
desciende directamente del pecado, aunque como estado autoritario está
íntimamente relacionado con él; pero cuando sigue a la iglesia puede alcanzar
mayor valor. Con la interpretación que Agustín dio a la profecía del milenario
(Apocalipsis 20:2-3; “Quiliasmo”), de que representaba el reino terreno de Cristo
en su lucha con los poderes demoníacos, simplificó y espiritualizó la doctrina
escatológica burdamente realista, que reinaba hasta entonces en el Occidente.
Este libro ejerció gran influencia en la Edad Media, aunque muchas veces sus
ideas no se entendían en el sentido original.
Agustín ha acentuado la tendencia del Occidente cristiano hacia lo práctico y
lo moral; el oriente cristiano tendía más bien hacia la dogmática y la
especulación. Debe destacarse sobre todo, la doctrina agustiniana del pecado y
la gracia, la cual dio motivo a las controversias pelagianas y semi-pelagianas
(411-529).
Según Agustín, Adán no solamente cayó bajo sentencia de muerte, sino que
quedó completamente incapacitado para el bien. Pero en Adán han pecado
todos sus descendientes *; por el pecado original se hallan envenenados en
cuerpo y alma sin excluir tampoco a los niños, y son completamente incapaces
para el bien. Pero Dios ha predestinado un número determinado para que se
salven (doctrina de la predestinación); en éstos obra la gracia divina
irresistiblemente, creando en ellos lo bueno y salvándolos para la eterna
felicidad.
Esta doctrina representaba una innovación en tanto que hasta entonces la
Iglesia católica había contado con los pecados aislados por los que podía
brindarse satisfacción, pero no con un estado general pecaminoso, es decir, con
el pecado original. Consecuente con ello había considerado la redención del
pecador tanto obra del libre albedrío humano, como obra de la gracia divina.
Los opositores de Agustín llevan el nombre de pelagianos por el asceta británico
llamado Pelagio. Este niega el pecado original; la muerte no es un castigo del
pecado, sino un acontecimiento natural; el hombre aun después de la caída de
Adán tiene libertad moral para el bien como para el mal, de allí que la salvación
es su obra propia; la gracia divina se limita a dar el libre albedrío.
La contienda terminó con la condenación de los pelagianos. Pero ya habíase
entablado una nueva lucha: el semipelagianismo, una adaptación de la doctrina
de Agustín, luchaba en contra de su doctrina original. Más o menos se halla en
el punto medio entre Agustín y Pelagio; decía que, con la caída de Adán, se ha
debilitado la voluntad humana, pero ha quedado la disposición para el bien: el
hombre no está muerto (Agustín) ni tampoco sano (Pelagio) sino que se halla
enfermo. Por ello es cierto que se precisa la gracia divina para la
Con frecuencia se cita la siguiente frase: “Fecistinos ad te et inquietum ets cor nostrum, doñee
requiescat in te" (Tú nos has creado para ti y nuestro corazón está inquieto hasta no descansar en
ti”).
‘ Romanos 5:12 “in quo o mnes peccaverunt”. Agustín interpretó ese “in quo" como “ en Adán".
felicidad, pero también contribuye a ella el libre albedrío; cada hombre debe
atribuirse a si mismo la felicidad o la condenación. Aunque la doctrina de los
semipelagianos fue condenada, de hecho sólo pudo imponerse el agustinismo
en forma degenerada; en adelante se hablaba como Agustín y se pensaba como
los semipelagianos.

APENDICE SIMBOLOS CRISTIANOS

1. LA PALOMA.- Símbolo de la paz.

2. EL PEZ.- Cuyo nombre en griego es “ICTHUS”, símbolo más utilizado por los
cristianos, porque las siglas del término expresan la divinidad y ministrio de
Cristo.
- Jesús
- Cristo
- Dios
- Hijo
- Salvador.
En resumen: “Jesucristo, Hijo de Dios, Salvador”.

3. LA CRUZ.- Símbolo de la pasión y muerte.

4. EL MONOGRAMA DE CRISTO.- Símbolo de su humanidad y divinidad.


Cuatro símbolo sencontrados con frecuencia en las decoraciones de los
primeros siglos: la paloma, símbolo de la paz; el pez, símbolo del
compañerismo cristiano; la cruz, símbolo de la pasión de Cristo, y el
monograma de Cristo, de su humanidad y divinidad.

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