Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Rodrigo Espinoza Z.
En segundo lugar, destaca las influencias de los aspectos socio-político y religiosos-culturales que
sirvieron de entorno a la iglesia cristiana en cada época.
E tercer lugar estudia y analiza los diferentes hitos religiosos y doctrinales que moldearon el
pensamiento cristiano, desde el siglo I al siglo V de la era cristiana.
2. OBJETIVOS GENERALES
2.1. Impartir al estudiante una orientación básica del desarrollo de la Iglesia Cristiana del siglo I
al siglo V.
2.2. Instrumentar al estudiante de las herramientas necesarias para -su análisis y reflexión
histórico-teológico.
2.3. Orientar sobre el marco socio-político, religioso y cultural de los primeros siglos en el cual
se desarrolló la iglesia cristiana.
3. OBJETIVOS ESPECIFICOS
3.1. Comprender las influencias de los aspectos socio-políticos y religiosos de cada época en el
pensamiento cristiano.
3.2. Apreciar las contribuciones ejemplares de los primeros líderes y cristianos a la comprensión
del pensamiento cristiano y emularlos.
3.3. Detectar a los nuevos movimientos religiosos bajo diferentes matices que ya tuvieron sus
raíces en el pasado.
3.4. Asumir posturas de convicción de su fe a los desafíos de la edad presente, tal como lo
hicieron los que nos antecedieron.
3.5. Explicar los orígenes de las diferentes corrientes religiosas y doctrinales en el seno de la
iglesia.
4.3. La asignación de cada tema (subtema) investigado por los estudiantes será ampliado,
ordenado y profundizado con el diálogo en clase.
El Mundo del Nuevo Testamento. El Paso Texas USA: Casa Bautista de Publicaciones,
DANA, H.E. 1982. Cuarta Edición.
1. PORTADA.................................................................................................... 1
2. INFORMACION GENERAL DEL CURSO....................................................... 2
1. LOS GNOSTICOS............................................................... 25
2. LOS EBIONISTAS............................................................... 25
3. LOS MANIQUEOS............................................................... 25
4. LOS MONTAÑISTAS........................................................... 26
5. LA CONDICION ESPIRITUAL DE LA IGLESIA CRISTIANA 26
UNIDAD VIII EL CRISTIANISMO Y EL ESTADO ROMANO............................... 27
1. EL CRISTIANISMO Y EL ESTADO ROMANO.......................... 27
2. LOS PROCESOS CONTRA LOS CRISTIANOS........................ 27
3. LAS PERSECUCIONES GENERALES.................................... 28
4. EL CRISTIANISMO COMO RELIGION OFICIAL DEL IMPERIO
ROMANO....................................................................... 28
4.1. CONSTANTINO Y SUS SUCESORES.............................. 28
4.. 2..........LOS MOTIVOS PARA LA VICTORIA DE LA IGLESIA 29
4.3. EL FIN DEL PAGANISMO ............................................. 29
4.4. LA INSTITUCION DEL CESARISMO ECLESIASTICO 29
5. EL EDICTO DE CONSTANTINO........................................... 29
5.1. BENEFICIOS PARA LA IGLESIA CRISTIANA.................. 30
5.2. BENEFICIOS SOCIO-RELIGIOSOS................................ 31
5.3. PERJUICIOS PARA LA IGLESIA CRISTIANA................... 32
6. CAIDA DEL IMPERIO ROMANO OCCIDENTAL..................... 33
6.1. EL DESARROLLO DEL PODER DE LA IGLESIA ROMANA
............................................................................. 33
6.2. LA CAIDA DEL IMPERIO ROMANO................................ 34
Para mostrar nuestra relación con el relato bíblico, y creyendo que cada
miembro de la Iglesia debiera familiarizarse por lo menos con los hechos
elementales de su historia, damos aquí un breve bosquejo de sus principales
rasgos, eventos y personas. Es imposible comprender el estado actual del
cristianismo sino a la luz de su historia. La ignorancia de la historia de la
Iglesia es aún más común que la ignorancia de la Biblia. Uno de los deberes
principales de los ministros es enseñar a su pueblo los hechos de la historia
eclesiástica.
3. LA HISTORIA DE LA IGLESIA
Generalmente se divide en tres períodos:
Período del Imperio Romano: Tiempo de persecuciones. Los mártires, los
padres de la Iglesia, controversias, y la cristianización del Imperio Romano.
La Edad Media: Epoca del surgimiento o poderío del Papado, de la
Inquisición, , del monaquismo, del mahometismo y de las Cruzadas.
Período Moderno: Epoca de la Reforma Protestante, Gran crecimiento de la
Iglesia Protestante, circulación amplia de la Biblia abierta, libertad creciente
de los gobiernos civiles del poder eclesiástico y sacerdotal, las misiones
mundiales, la reforma social y la fraternidad creciente.
6. EL IMPERIO ROMANO
14. EL MONAQUISMO
Una reacción contra la mundanalidad de la Iglesia, y quizás en parte un
producto accesorio del gnosticismo, que enseñaba que la materia es mala. El
movimiento comenzó en Egipto con Antonio (250-350 D.C.), quien vendió sus
bienes, se retiró al desierto, y vivió en la soledad. Multitudes siguieron su
ejemplo. Se les llamaba “anacoretas”. La idea era alcanzar la vida eterna
escapándose del mundo y mortificando la carne mediante prácticas ascetas. El
movimiento se extendió a Palestina, Siria, Asia Menor y Egipto. En el oriente,
cada uno vivía en su propia cueva, o cabaña o sobre su columna. En Europa
vivían en comunidades llamadas monasterios, y dividían su tiempo entre el
trabajo y los ejercicios religiosos. Se hicieron muy numerosos y llegaron a
formarse muchas órdenes de monjes y monjas. Los monasterio so conventos de
Europa hicieron la mejor obra de la Iglesia de la Edad Media en la filantropía,
literatura y educación cristianas y en la agricultura. Pero cuando se hicieron
ricos, se volvieron sumamente inmorales. Llegada la Reforma, pronto
desaparecieron de los países protestantes, y en los países católicos están
decayendo.
1. LA SITUACION RELIGIOSA
Las condiciones religiosas presentaban un cuadro variado. Los cultos más
diversos casi innumerables, se encontraban unos junto a otros, algunos llenos
de energías y otros agonizantes, ya brutales o refinados, ya indígenas, ya
exóticos. Algunas religiones habían alcanzado una difusión asombrosa en
muchas provincias. El mundo estaba poseído por un gran anhelo religioso. Los
que mantenían más éxito eran los cultos orientales de los misterios, que
seguían su avance ininterrumpido hacia el Oeste; las divinidades frigias Cibeles
/Magna Mater) y Atis, el culto alejandrino de Isis y Osiris (Serapis), los Baales
asirios, y por último el culto a Mitra, que penetró el imperio romano desde
Persia. También era de origen oriental el culto al emperador; cuya organización
pronto abarcó todas las provincias. Poco antes de pasar el imperio al
cristianismo, penetró otra religión oriental en el occidente: el maniqueísmo,
fundado el siglo III por el persa Mani, que concebía el mundo en forma
severamente dualista, como una lucha entre el reino de la luz y el reino de las
tinieblas.
En el transcurrir de los primeros siglos cristianos, las religiones difundidas
en el imperio romano fueron acercándose más y más unas a otras. Se
transformaban más y más en religiones redentoras que por medio de
iniciaciones misteriosas aseguraban a sus adeptos la divinización y la vida feliz
en el más allá. A ello se unió el ascetismo, la insistencia sobre la pureza moral,
la continencia, y las penitencias y expiaciones. Además se nota con claridad
que el desarrollo religioso tendía hacia el monoteísmo. De esa manera
los cultos paganos empezaron el camino al cristianismo, a pesar de que en
otros sentidos le fueran contrarios.
2. LA FILOSOFIA
En los círculos de preparación filosófica la religión no presentaba ese mismo
aspecto de unidad que tenía en las clases bajas. Es cierto que en general,
aquellos círculos evitaban la ruptura extrema con la religión tradicional, pero
no eran pocos los que habían perdido su fe en los dioses por causa de la crítica
filosófica, de tal manera, que no era extraño hallar un ateísmo completo
durante la decadencia de la república romana. Sin embargo, desde la época de
Augusto se efectúo un cambio; desde entonces, adquirió, la antigua filosofía
más y más un aspecto religioso. Tienen expresiones casi cristianas. Séneca (el
maestro de Nerón), el liberto Epicteto (por el año 100), y Marco Aurelio
(emperador, 161-180). El neoplatonismo del siglo III, representado
especialmente por Plotino y Porfirio, era una religión que creía en la revelación,
los filósofos del imperio romano también trabajaron con celo en la elevación de
las condiciones morales; no fueron pocos los que actuaron como escritores,
predicadores populares itinerantes, y como preceptores y consejeros en los
hogares distinguidos, para estimular la conciencia moral, y el dominio propio,
de manera que la filosofía griega hizo su parte en la preparación del terreno
para el cristianismo, a pesar de toda la importancia que pudiera adquirir el
antagonismo entre los filósofos y los cristianos. No pocas de las conclusiones y
peculiaridades de la filosofía griega fueron luego aceptadas por la iglesia, p.ej.
su intelectualismo, su acerba crítica de los mitos paganos, la elaboración
científica de la doctrina de Dios, e importantes conceptos de la ética.
3. EL JUDAISMO
El más importante precursor del cristianismo fue sin embargo, el Judaismo.
En la época de Jesús este pueblo había adquirido una difusión asombrosa;
apenas había en las costas del Mediterráneo alguna ciudad de cierta
importancia en la cual no residiesen judíos. En cierta medida, el judaismo de la
dispersión habíase dejado absorber por la cultura helenista, había traducido su
Biblia al griego (“Septuaginta”, eso es, la Versión de Setenta), y esta traducción
ofreció uno de los elementos más importantes para la expansión del
cristianismo en el mundo griego. Filósofos judíos en Alejandría, como Filón, un
contemporáneo de Jesús, fundaron la fe judía en Dios con preceptos estoicos y
platónicos, iniciando de este modo la teología de los Padres de la Iglesia.
También en otro sentido el judaismo preparó el terreno al cristianismo, a saber;
reuníanse en las sinagogas judías muchos gentiles “temerosos de Dios”, que se
sentían atraídos por el culto de los judíos, por su fe monoteísta, su veneración
netamente espiritual de Dios, y por su maravilloso libro sagrado. Fue en esos
círculos de “temerosos de Dios” que a diferencia de los verdaderos “prosélitos”,
no habían pasado al judaismo y por lo tanto no estaban ligados por la ley, allí
encontró la joven religión cristiana sus primeros confesores no judíos.
UNIDAD III LA FUNDACION DEL CRISTIANISMO Y SU
EXPANSION DURANTE LOS TRES PRIMEROS
SIGLOS
1. LA IGLESIA PRIMITIVA:
La congregación más antigua que, en seguida de la crucifixión de Jesús, se
formó en Jerusalén en torno a Pedro y los demás discípulos del Señor, se
componía de judíos natos. Sus miembros frecuentaban el Templo y observaban
la ley judaica; su fe era en gran parte, la fe judía. Sus compatriotas los
consideraban solamente como otra de las numerosas escuelas o sectas judías;
*
0 los llamaban la secta de los “nazareos” (o “nazarenos”). Es cierto que
S los nazarenos se diferenciaban de los demás judíos muy especialmente
en un punto importante: creían que Jesús, a pesar de haber sido
0
rechazado por el pueblo judío y a pesar de su muerte vergonzosa en la
M
cruz, era el Mesías, que había resucitado de los muertos, hallándose en
la gloria celestial junto a Dios, de donde volvería “sobre las nubes del
cielo” para el juicio final. La esperanza m de que la venida del Mesías y
el fin del mundo eran inminentes daban a este
cristianismo
m más antiguo su colorido característico.
2. PABLO Y LA MISION ENTRE LOS GENTILES
Pronto las cosas pasaron mucho más allá de su estado original. A
la comunidad compuesta solamente por los galileos, prontamente se
unieron helenistas, es decir, judíos de la dispersión griega; con eso
se unieron hombres más ampliamente preparados a los primeros
discípulos, que poseían poca preparación intelectual. Uno de estos
helenistas, Esteban, despertó con sus valientes controversias con los
judíos, la primera persecución sangrienta, él mismo murió como el
primer mártir y sus compañeros huyeron de Jerusalén, llevando el
evangelio a las comarcas vecinas; algunos de ellos predicaron por
primera vez a los gentiles, en Antioquía de Siria. Así se formó la
primera congregación cristiana compuesta de judíos y gentiles. Fue
también en Antioquía donde surgió el nombre de cristianos (véase
Hch. 11:26; 1 P. 4:16) quizá en época bastante temprana. El mayor
progreso que hizo la nueva religión en las primeras décadas, fue el
trasplante de su tierra nativa judía de Palestina al terreno de la
civilización pagana y grecorromana de las metrópolis del
Mediterráneo. Ahora se presentaban dos distintos tipos del
cristianismo: el judío y el gentil.
Según una tradición que puede ser probada ya en el siglo II, el apóstol Juan
es considerado como el dirigente de la iglesia de Asia Menor, desde la partida de
Pablo, hasta su muerte natural en Efeso, a edad avanzada, durante el reinado
de Trajano (98-117). Pero no son pocos los sabios que discuten la validez de
esta tradición; es posible que para este dato se haya confundido al apóstol Juan
con el “presbítero” y “Discípulo del Señor”, llamado también Juan y que viviría
probablemente por el año 100 en Asia Menor. Según otra tradición Juan fue
muerto por los judíos, junto con su hermano Santiago (compárese Hechos 12:2
y las palabras de Jesús, Mat. 10:39).
1. EL PAGANISMO
La adoración de los ídolos estaba entrelazado con la vida en todos sus
aspectos. Las imágenes se encontraban en todo lugar para recibir adoración; en
todo festival a los dioses eran derramadas libaciones; las imágenes eran
adoradas en toda ceremonia civil o provincial. Los cristianos no participaban en
estas formas de adoración .De aquí, que eran considerados por la gente
irreflexiva como seres insociables, sombríos, ateos que no tenían dioses, y como
aborrecedores de sus compañeros. De esta consideración tan desfavorable del
pueblo en general, solamente había un paso a la persecución.
2. LA ADORACION AL EMPERADOR
La adoración al emperador se tenía como una prueba de lealtad. En algún
lugar prominente de cada ciudad había una estatua del emperador reinante; y
ante esta imagen se ofrecía incienso como a un dios. Tal parece que en una de
las primeras epístolas de San Pablo hay una referencia oculta a esta forma de
idolatría. Los cristianos rehusaban rendir esta adoración, aún cuando era tan
sencillo arrojar un poco de incienso al altar; y por el hecho de que cantaban
himnos de alabanza y adoraban “otro rey, un tal Jesús”, eran
considerados por la multitud como desleales y conspiradores de una
revolución.
Esta declaración, aunque hecha por muchos historiadores, descansa sobre pruebas inciertas, y puede que no sea
auténtica.
Las razones de los judíos para perseguir a la Iglesia eran diferentes a las de
los romanos. Los dirigentes judíos temían la pérdida de su posición en el
judaismo si el cristianismo aumentaba en número considerable. Otros creían
que el cristianismo era una perversión religiosa de la verdadera fe y que como
tal debía extirpase.
Las razones de la persecución romana eran mucho más complejas. Los
cristianos eran políticamente sospechosos, porque hablaban de un reino de
Cristo como su rey. Las declaraciones concernientes a tal reino eran tomadas
por la mente materialista de los romanos como indicación de un plan para
demoler el imperio. Además, en la antigua Roma existía unión entre la religión
y el estado, y por consiguiente la negativa de adorar a la diosa Roma o al
emperador romano constituía traición. Y jamás gobierno alguno ha tratado
levemente la traición. Los cristianos eran sometidos al aislamiento social,
porque ellos procedían, especialmente en los primeros tiempos, de las clases
más humildes de la sociedad, y porque, como buenos cristianos, precisamente
no podían participar en buena parte de la vida pública de su tiempo. Por
ejemplo, como empleados del estado podía requerírseles que participaran en
ceremonias a favor del divino César. Aún el inmiscuirse en los eventos
deportivos y teatrales llegaba a comprometer a la persona a rendir cierto
homenaje a los dioses. Y el hecho de que los cristianos proclamaban la
igualdad de todos los hombres ante Dios les colocaba en directa oposición a la
institución de la esclavitud, generalmente aceptada.
También había
razones económicas de la persecución de los cristianos.
Los sacerdotes, los fabricantes de ídolos y otros intereses religiosos establecidos
no podían contemplar con indiferencia que sus entradas menguasen y que su
mismo sustento se hallase amenazado. Desde los puestos importantes que los
dirigentes de las antiguas religiones ocupaban en la sociedad, podían
fácilmente levantar oposición en masa contra el cristianismo. El éxito de
Demetrio y los otros fabricantes y negociantes de ídolos en Efeso es el caso que
mejor evidencia esta aseveración (Hch. 19). Además, a los cristianos se les
acusaba de culpables de las grandes calamidades, como hambres, terremotos y
pestilencias, las que se consideraban como castigos enviados porque la gente
había abandonado a los dioses grecorromanos.
Desde el punto de vista religiosos, el cristianismo sufrió porque era
exclusivista. No era tolerante como las otras religiones del imperio. En realidad,
era más bien agresivo, procurando ganar adherentes de las otras creencias. Y a
causa de que los cristianos tenían que realizar sus cultos religiosos en secreto,
era fácil hacer circular toda clase de rumores respecto a ellos. Aún en su amor
los unos por los otros vieron evidencias de conducta licenciosa. Otros
interpretaron las declaraciones empleadas en relación con la comunión
concernientes a comer el cuerpo y beber la sangre de Cristo como que
implicaban canibalismo.
Pero las persecuciones tuvieron sus efectos malos también. Los cristianos
estuvieron tan ocupados en su propia protección que quedó muy poca
oportunidad de dejar un legado literario. Y un gran problema surgió en la
iglesia sobre la cuestión de los caídos. Todos no habían permanecido leales a la
fe. Algunos se doblegaron bajo la persecución, y más tarde reafirmaron su fe y
solicitaron ser restablecidos a la comunión con los creyentes. Algunos estaban
a favor de la restauración y otros no. Muchas iglesias se dividieron a causa de
la cuestión. También el asunto del martirio mismo se tergiversó en cuanto a sus
propósitos o beneficios. No pocos llegaron hasta a creer que el mártir por la fe
tenía algún mérito expiatorio del pecado.
1. LOS GNOSTICOS
Del griego (“gnosis”: “sabiduría”) no son fáciles de definir por ser tan variados
en sus doctrinas en las diferentes localidades y en los diferentes períodos. Se
levantaron en el Asia Menor -este foco de fantásticas ideas- y era un injerto del
cristianismo sobre el paganismo. Ellos creían que del Dios supremo emanaba
un sin número de deidades inferiores, algunas benéficas, otras malignas; y por
medio de éstas el mundo fue creado con su mezcla de bien y mal; que en Cristo,
como en una de estas “emanaciones”, la naturaleza divina estuvo viviendo por
un tiempo. También interpretaban las Escrituras de una manera alegórica,
haciendo que cada declaración significara lo que parecía más adecuado al
intérprete. Florecieron a través de todo el siglo segundo y desaparecieron con él.
2. LOS EBXONISTAS
De una palabra hebrea que significa “pobre”. Eran cristianos judíos que
insistían que las leyes y judaicas debían ser observadas. Ellos rechazaban los
escritos de San Pablo, porque estas reconocían a los gentiles como cristianos.
Eran despreciados por los judíos como apóstatas, y no gozaban de la simpatía
de los cristianos gentiles, quienes, después del año 70 D.C. constituían mayoría
en la iglesia. Los ebionistas gradualmente fueron disminuyendo en el segundo
siglo.
3. LOS MANIQUEOS
De origen persa, fueron llamados así por razón de su fundador, Mani, quien
fue muerto en el año 276 D.C., por el gobierno persa. Sus enseñanzas eran que
el universo se compone de dos reinos: uno de luz y otro de tinieblas, y que cada
uno lucha por el dominio en la naturaleza y en el hombre. Ellos rechazaban a
Jesús, pero creían en un “Cristo celestial”. Eran severos en el ascetismo, y
renunciaban al matrimonio; fueron perseguidos tanto por los emperadores
paganos, como por los cristianos. Agustín, el más grande teólogo de la iglesia,
era maniqueo antes de su conversión.
4. LOS MONTAÑISTAS
Así llamados a causa de su fui entre las sectas herejes, aunqef&'sus ense
iglesia. Eran puritanos, que proclamaban primitivos. Creían en el sacerdocio las
órdenes del ministerio; observab consideraban los dones de profecía muchos
profetas y profetisas ent: principales entre los padres primiti' de ellos. En los
tiempos modernos la mayor parte de sus enseñanzas también las ha endosado.
Acerca de estas sectas y así lk comprenderlas surge del hecho de que (cfon
^fcapción de> aún en este caso en gran medida), sus probos^escritos y i formar
nuestros conceptos acerca de ellos dependemos d£\£tq^eíi 5>s míe escribieron
en contra de ellos, e indudablemente estos estaban mSpn'Saoar por prejuicios.
Supongamos, por ejemplo, que los metodistas como dene *nina(«ón y con toda su
literatura pasasen de la existencia; y que mil años después, los estudiantes
procurasen investigar sus enseñanzas de los libros y folletos escritos en el siglo
XVIII en contra de Juan Wesley. ¡¡A que conclusiones tan erróneas llegarían y
que cuadro tan falso del metodismo sería presentado!
Vamos ahora a procurar descubrir la condición de la iglesia durante los
siglos de persecución, especialmente en su terminación como en el año 313
D.C.
Uno de los efectos producidos por las pruebas que pasaron los cristianos de
ese período, fue una iglesia purificada. Las persecuciones mantenían alejados a
todos aquellos que no eran sinceros en su profesión; nadie se unía a la iglesia
por ganancia mundana y popularidad. Los débiles y de corazón apocado
abandonaban la iglesia; únicamente aquellos que estaban dispuestos a ser
fieles hasta la muerte eran los que se hacían abiertamente seguidores de Cristo.
La persecución sacudió a la iglesia separando la cizaña del trigo.
5. LA CONDICION ESPIRITUAL DE LA IGLESIA CRISTIANA
• Una iglesia de enseñanza unificada. Era un cuerpo de muchos millones de
personas, que se extendía por muchos países, y que incluía a muchas razas,
hablando muchos idiomas. Sin embargo tenía una misma fe. Las diferentes
sectas se levantaron, florecieron y gradualmente perecieron; las controversias
trajeron a luz la verdad, y aún muchas de las herejías dejaron tras sí algunas
verdades que enriquecieron el depósito de la iglesia. A pesar de las sectas y
cismas, el cristianismo del imperio y de las tierras circunvecinas, era uno en su
doctrina, su sistema y su espíritu.
• Una iglesia completamente organizada. Hemos visto como se desarrolló el
sistema de organización de los elementos coordinados en la época apostólica.
Para el siglo tercero la iglesia estaba en todas partes dividida en diócesis, con
obispos que sostenían las riendas del gobierno con manos firmes. La iglesia era
un ejército disciplinado, unida bajo dirección capaz. Dentro del Imperio
Romano, exteriormente bien organizado, pero interiormente en decadencia,
había otro imperio de abundante vida y de poder progresivo: la iglesia cristiana.
* Una iglesia creciente. A pesar de las persecuciones, tal vez hasta cierto punto por causa de
éstas, la iglesia estaba creciendo con una rapidez asombrosa. Al final del período de persecución,
la iglesia era suficientemente numerosa para constituir la institución más poderosa del imperio.
Gibbon, el
historiador de este período, calculaba que los cristianos al final de las
persecuciones formaban cuando menos la décima parte de la población, y
desde entonces muchos escritores han aceptado sus declaraciones. Pero
recientemente el tema completo ha sido investigado cuidadosamente, y la
conclusión de los eruditos de la actualidad, es que los miembros de la iglesia y
sus adherentes, componían la mitad de los ciento veinte millones bajo el
dominio de Roma. Una admirable muestra de evidencia ha sido encontrada en
las catacumbas de Roma, canteras subterráneas de vasta extensión, que por
espacio de dos siglos fueron los lugares de reunión y sepultura de los
cristianos; donde las tumbas de los cristianos, como se demuestra por las
inscripciones y símbolos sobre las mismas, se calculan por algunos, que
ascienden a siete millones, y ningún explorador calcula menos de dos millones.
Una buena conclusión tal vez sería. Cuatro millones en siete generaciones.
Agréguense a estos cuatro millones otros muchos que no fueron sepultados en
las catacumbas; y luego considérese cuan crecido debe haber sido el numero de
cristianos en todo el Imperio Romano.
3
4.2. Los motivos para la victoria de la iglesia
Resulta comprensible el triunfo del cristianismo en el Imperio
Romano, cuando observamos hasta qué punto se habían
aproximado en el correr del siglo III, la Iglesia y el mundo pagano. El
paganismo había alcanzado la máxima nivelación de las religiones y
peculiaridades nacionales. Habíase extendido la idea de ciudadanía
universal y el anhelo de una religión ^ universal; mientras que el
desarrollo religioso tendía cada vez más hacia el J monoteísmo. En
la generación anterior a Constantino ya se hallaban entre los
paganos cultos, numerosos monoteístas; y caso parecía como si la
adoración monoteísta del rey sol (Deus Invictus Sol Mithra), llegaría
a ser la religión del Imperio Romano. Así como el paganismo iba al
encuentro de la Iglesia, ésta por su parte iba absorbiendo también
numerosos elementos de la religión pagana más o menos
transformados; de tal modo que la aceptación del cristianismo por
un pagano romano del siglo IV, no
—
Roma reclamaba para sí autoridad apostólica. Roma era la única iglesia que
decía poder mencionar a los apóstoles como sus fundadores, y éstos, los
mayores de todos los apóstoles, San Pedro y San Pablo. Surgió la tradición de
que Pedro fue el primer obispo de Roma. Como obispo, Pedro debería haber sido
papa. Se suponía que en el primer siglo el título “obispo” significaba lo mismo
que en siglo cuarto, un gobernante sobre el clero y la iglesia; y que Pedro, como
el principal de los apóstoles, debe haber poseído autoridad sobre toda la iglesia.
Se citaban dos textos en los evangelios como prueba de esta afirmación. Uno de
estos puede verse ahora escrito en letras gigantescas en latín alrededor de la
cúpula de la Iglesia de San Pedro en Roma: “Tú eres Pedro, y sobre esta piedra
edificaré mi Iglesia”. El otro es: “Apacienta mis ovejas”. Se argüía que Pedro fue
la primera cabeza de la iglesia, entonces, sus sucesores, los papas de Roma,
deberían continuar su autoridad.
Aún cuando mejor, los romanos estaban a la vez con los bárbaros,
hombre por hombre; y a través de los siglos de paz, los romanos habían
perdido la costumbre de combatir. En nuestros tiempos las naciones civilizadas
poseen municiones de guerra muy superiores a aquellas de las tribus salvajes;
pero en los días antiguos, ambos lados peleaban con espadas y lanzas, y la
única ventaja de los romanos consistía en la formidable disciplina de sus
legiones. Pero esa disciplina había decaído mucho en los tiempos de los últimos
emperadores; y los bárbaros eran muy fuertes físicamente, más intrépidos y
más aptos para la guerra. Lo que era peor para los decadentes romanos era que
ya no servían en sus propios ejércitos. Las legiones eran adiestradas
precisamente por estos mismos bárbaros, quienes a menudo habían peleado en
defensa de Roma y en contra de su propio pueblo. La mayor parte de estos
ejércitos, sus generales, y aún muchos de sus emperadores procedían de las
razas bárbaras. Ningún pueblo que habitualmente emplea extranjeros para
pelear sus batallas cuando estas son necesarias, puede mantener por mucho
tiempo sus libertades.
Como en el año 450 D.C. los terribles hunos, bajo su despiadado rey
Atila, invadieron Italia y amenazaron destruir no solamente el Imperio Romano,
sino con éste a los reinos establecidos dentro de sus fronteras. Los godos,
vándalos y francos, bajo la dirección de Roma, se unieron en contra de los
hunos; una gran batalla se llevó a cabo en Chalons al norte de Francia. Los
hunos fueron derrotados en terrible matanza, y con la muerte de Atila poco
después, el poder de éstos tuvo ñn. La batalla de Chalons (451 D.C.) dio como
resultado, que Europa habría de ser gobernada por los asiáticos, sino que se
desarrollaría de acuerdo a su propia civilización.
Casi todas estas tribus invasoras habían sido paganas en sus propios
países. Los godos constituyeron una excepción pues ya habían sido convertidos
al cristianismo por Arrio, y tenían la Biblia en su propia lengua, de la cual las
porciones aún existentes forman la primitiva literatura teutónica. Casi todas
estas tribus llegaron a ser cristianas, en parte por medio de los godos, pero más
por medio de la gente entre la cual se establecieron, y con el tiempo los arríanos
llegaron a ser creyentes ortodoxos. El cristianismo de esa época decadente era
aún vital y activo y conquistó a estas razas conquistadoras. Estas a su vez, por
su sangre vigorosa, contribuyeron a hacer una nueva raza europea. Ya hemos
visto que la decadencia y caída del poder imperial de Roma, solamente aumentó
la influencia de la iglesia de Roma y sus papas a través de toda Europa. De
modo es que aunque el imperio cayó, la iglesia aún conservaba su posición
imperial.
UNIDAD IX EL DESARROLLO INTERNO DEL CRISTIANISMO
1. EL CRISTIANISMO PRIMITIVO Y LA ANTIGUA IGLESIA CATOLICA:
1.1. Las dos fases principales del desarrollo interno del cristianismo:
Para poder comprender bien la historia interna del cristianismo, es
menester reconocer que en su desarrollo la nueva religión pasó por dos
distintas etapas, designadas como "cristianismo primitivo", y "catolicismo
antiguo".
Pero hacia el año 200 era bien distinto el cuadro. Ahora ya existía una
Iglesia en el sentido más estrecho de la palabra. La vida de las
congregaciones estaba reglamentada por disposiciones fijas. Había
sacerdotes y cultos, formas fijas de vida congregacional, una constitución
que establecía las distintas categorías de cargos en la iglesia, un credo más
exacto, y una teología ligada al mismo, para pertenecer a la iglesia no
La palabra griega traducida “iglesia” es ekklesia (latín, ecclesia). En la Versión de los Setenta, es la
expresión solemne para la Comunidad de Dios.
bastaba ya haber sido bautizado, sino que ahora también era necesario
reconocer las tres normas de la ortodoxia determinadas por la iglesia. El
cristianismo primitivo habíase transformado en la "Iglesia Católica".
2. ORIGEN DE LA IGLESIA
No es posible seguir en detalle esa transformación del cristianismo primitivo
en catolicismo antiguo. La lucha con las tendencias gnósticas tuvo gran
influencia en la formación de formas eclesiásticas rígidas.
Se entiende por gnosticismo una tendencia religiosa que había surgido, ya
antes de Jesús, de una mezcla de religiones de Asia Menor. Esta tendencia
trataba de adueñarse ahora del cristianismo, para transformarlo en otra nueva
religión de misterios por medio de la fusión con toda clase de elementos
extraños.
Así por ejemplo, la veneración de santos data en sus orígenes de los siglos II y III, el monacato, de
fines del III y del IV, el papado romano, la veneración de María y de las imágenes, del siglo V; el
dogma de la Trinidad ha sido establecido en el siglo IV y el dogma cristológico en el V; el dogma de la
transubstanciación como también la obligación de la confesión auricular datan del siglo XIII, el rezo
del rosario del XIII, y en su forma actual, del XVII; la doctrina de la infalibilidad papal recién fue
transformada en dogma en el año 1870.
antiguo" o de la "antigua" iglesia católica. Desde el siglo II continuó sin
interrupción el desarrollo y la transformación de la Iglesia.
3. LA CONSTITUCION ECLESIASTICA
3.1. Los comienzos:
En las congregaciones más antiguas poseían la influencia determinante
los predicadores de la palabra de Dios o portadores del Espíritu Santo, los
apóstoles, profetas y maestros (1 Corintios 12:28). Estos oficios eran
"carismáticos", es decir, dependían de un don gratuito de Dios y no de alguna
institución humana. No pertenecían a las congregaciones particulares, sino a la
iglesia en general.
Clero: Nombre colectivo con el que se designa a quienes han recibido las sagradas órdenes.
Laicos: O seglares (gr. "pueblo"). Los que no son clérigos. En el contexto evangélico todo
aquel que no ha recibido una preparación teológica.
cargos de obispos, presbíteros y diáconos se agregaron en el siglo III una
cantidad de cargos inferiores: subdiáconos, acólitos (acompañantes del obispo),
exorcistas, lectores, ostiarios (porteros).
Los muros de las catacumbas y las paredes internas de las iglesias eran
adornadas con obras de pintura al fresco y de mosaico. En cambio, la escultura
hallaba poca acogida, excepto en los relieves de los sarcófagos. El arte cristiano
antiguo disponía de una cantidad de tipos fijos, figuras simples o
representaciones más complejas, que eran repetidas con frecuencia. Pertenecen
a éstos, por ejemplo, el pez, el signo secreto de los cristianos en épocas de
persecución * también el cordero, la paloma, el monograma de Cristo, el buen
pastor, Jonás, Noé, la resurrección de Jesús, etc. Cristo fue representado al
principio como un joven imberbe; el tipo corriente del Cristo, como varonil
pertenece a la época posterior a Constantino el Grande. Existe tan poca base de
recuerdo histórico para este tipo de Cristo, como para el tipo de Pablo o de
Pedro. El "nimbo" o aureola que aparece desde el siglo IV primeramente en
representaciones de Jesús y más tarde también en las de los apóstoles y
santos, es prueba de influencia pagana; antes había sido usada en las
imágenes de los dioses paganos y de los emperadores romanos.
i\
contacto con el "mundo", la vida fuera de las congregaciones. La ardiente
expectación del inminente fin del mundo determinaba una completa
indiferencia hacia los asuntos del "mundo".
i\
Pero en el correr del siglo II comenzó a menguar la rigidez moral primitiva y a
acentuarse el contacto de los cristianos con el mundo; esto fue debido a que se
estaba apagando el entusiasmo de las primeras épocas y que el número de
cristianos se hallaba en constante aumento. La nueva situación hizo surgir
problemas sumamente difíciles: ¿cómo habían de tratar las iglesias con los
pecadores dentro de su seno? ¿Hasta dónde podía relacionarse el cristiano con
el "mundo"?
La iglesia tuvo que pasar por serias conmociones y violentas luchas antes de
solucionar estos problemas. La conmoción más fuerte la produjo el movimiento
entusiasta que desató el profeta cristiano Montano a mediados del siglo II en
Frigia. El montañismo trató de renovar el profetismo, la expectación del fin del
mundo, y la moral severa de los tiempos cristianos primitivos hasta
superándolos, y de hacer frente a la mundanalización que comenzaba a hacerse
sentir en las iglesias. La iglesia, después de algunos titubeos, apartó de sí el
montañismo como cisma y continuó su desarrollo como Iglesia universal.
Las letras de la palabra griega l-CH-TH-Y-S, o sea, pez, son las iniciales de las palabras que significan
“Jesu-Cristo Hijo de Dios Salvador”.
El desarrollo de la moralidad de la Iglesia católica estaba determinado
especialmente por el hecho de que el cristianismo y la civilización antigua se
hallaban en múltiple antagonismo. No pensaba la Iglesia en transformar la
civilización de la antigüedad, conforme a los conceptos cristianos. Al contrario,
se conformó más bien con determinar más o menos los límites entre los cuales
cada individuo podía participar de la vida cultural, y consideraba por lo demás
el retiro del mundo como el cristianismo verdadero y perfecto. De esa manera el
antiguo catolicismo desarrolló una doble moral: la inferior para los cristianos
comunes, que se conformaban con los mandatos divinos; y la moral superior,
para los ascetas, que además de esto seguían los "consejos evangélicos".
3. ASCETISMO Y MONACATO:
Se entiende por ascetismo toda clase de renunciamientos y auto-penitencias
hechas por motivos religiosos; por ejemplo, el ayuno, la renuncia a todos los
placeres de la comida y bebida, en el vestido y la vivienda, y sobre todo la
renuncia al matrimonio. En la historia eclesiástica especialmente de los países
meridionales, es el ascetismo una aparición frecuente. Se le encuentra así en la
Indicio, pero también en el medio ambiente del cristianismo antiguo, por
ejemplo, en los cultos de Isis y Atis, en el maniqueísmo y en la filosofía
neoplatónica. El ascetismo penetró también en el cristianismo en época
temprana. La Iglesia no cedió al exceso ascético de algunas sectas gnósticas y
de los montañistas, pero ya en el siglo II se consideraba que el ascetismo
formaba parte del cristianismo "serio". Hacia el año 200 se le consideraba ya
como un mérito.
A fines del siglo III y a principios del IV brotó del ascetismo cristiano antiguo
el monacato, el cual no es un fenómeno exclusivamente cristiano como tampoco
lo es el ascetismo; un paralelo interesante para el monacato cristiano
lo ofrece, por ejemplo, el brahmánico, que ya existía por el año 800 d.C. Hay
dos formas de monacato cristiano, una más antigua y a la vez más severa: la de
los ermitaños o anacoretas, y una forma posterior y más moderada: la vida
conventual. La patria de ambas formas es Egipto. El más célebre de los
antiguos ermitaños es el copto Antonio (por el año 300), cuya vida fue descrita
por Atanasio. La vida conventual fue fundada hacia 320 por el copto Pacomio; el
convento más antiguo fue el de Tabennisi, en la Tebaida. Fueron fundados
también por Pacomio los conventos de monjas más antiguos. En el siglo IV el
monacato se extendió con velocidad sorprendente por el oriente; pero adelantó
poco en el occidente. La forma monacal peculiar del occidente fue fundada por
Benito de Nursia, el fundador del convento de Monte Cassino (529) y autor de la
regla razonable y moderaba llamada benedictina.
El monacato tiene una gran significación histórica. Durante siglos fueron los
monjes los verdaderos portadores de la piedad cristiana; además se destacaron
como predicadores y pastores de almas, y en la Edad Media en el occidente
también como propulsores de la vida cultural.
De griego “dogma" (en la filosofía era el término usado para un principio fundamental)
ser ley del Imperio; y el que la violaba no sólo era excluido como hereje de la
comunidad cristiana, sino que también era castigado por el Estado.
Ya por el ano 200 existía una Biblia en latín (la así llamada Vetus Latina). Jerónimo corrigió en parte
su texto bastante desordenado, pero en su mayor parte lo reemplazó por la traducción original suya.
Por medio de sus obras, que produjo en cantidad sorprendente, influyó
mucho más allá de su muerte. Las de mayor influencia fueron sus Confesiones
y La ciudad de Dios (De civitate Dei). Las confesiones describen en forma de
plegaria su desarrollo interior hasta el bautismo, y representan la autobiografía
más importante de la antigüedad y uno de los libros de inspiración más
conmovedor de todos los tiempos. La religiosidad peculiar de San Agustín,
quietista y místico, inspirado en San Pablo, los Salmos y Platón, halla allí plena
expresión*. La extensa obra sobre el estado teocrático (Ciudad de Dios) es una
grandiosa defensa del cristianismo contra el reproche pagano de que
descomponía la antigua civilización. Según Agustín, se hallaban en lucha dos
principios, el gran reino del amor de Dios (Civitas Dei) y el reino del sentimiento
carnal (Civitis terrena). Ambos son de origen supraterreno: el uno de origen
celestial, de origen diabólico el otro; aquél va hacía la eterna bienaventuranza,
éste a los eternos sufrimientos infernales de los condenados. El Estado no
desciende directamente del pecado, aunque como estado autoritario está
íntimamente relacionado con él; pero cuando sigue a la iglesia puede alcanzar
mayor valor. Con la interpretación que Agustín dio a la profecía del milenario
(Apocalipsis 20:2-3; “Quiliasmo”), de que representaba el reino terreno de Cristo
en su lucha con los poderes demoníacos, simplificó y espiritualizó la doctrina
escatológica burdamente realista, que reinaba hasta entonces en el Occidente.
Este libro ejerció gran influencia en la Edad Media, aunque muchas veces sus
ideas no se entendían en el sentido original.
Agustín ha acentuado la tendencia del Occidente cristiano hacia lo práctico y
lo moral; el oriente cristiano tendía más bien hacia la dogmática y la
especulación. Debe destacarse sobre todo, la doctrina agustiniana del pecado y
la gracia, la cual dio motivo a las controversias pelagianas y semi-pelagianas
(411-529).
Según Agustín, Adán no solamente cayó bajo sentencia de muerte, sino que
quedó completamente incapacitado para el bien. Pero en Adán han pecado
todos sus descendientes *; por el pecado original se hallan envenenados en
cuerpo y alma sin excluir tampoco a los niños, y son completamente incapaces
para el bien. Pero Dios ha predestinado un número determinado para que se
salven (doctrina de la predestinación); en éstos obra la gracia divina
irresistiblemente, creando en ellos lo bueno y salvándolos para la eterna
felicidad.
Esta doctrina representaba una innovación en tanto que hasta entonces la
Iglesia católica había contado con los pecados aislados por los que podía
brindarse satisfacción, pero no con un estado general pecaminoso, es decir, con
el pecado original. Consecuente con ello había considerado la redención del
pecador tanto obra del libre albedrío humano, como obra de la gracia divina.
Los opositores de Agustín llevan el nombre de pelagianos por el asceta británico
llamado Pelagio. Este niega el pecado original; la muerte no es un castigo del
pecado, sino un acontecimiento natural; el hombre aun después de la caída de
Adán tiene libertad moral para el bien como para el mal, de allí que la salvación
es su obra propia; la gracia divina se limita a dar el libre albedrío.
La contienda terminó con la condenación de los pelagianos. Pero ya habíase
entablado una nueva lucha: el semipelagianismo, una adaptación de la doctrina
de Agustín, luchaba en contra de su doctrina original. Más o menos se halla en
el punto medio entre Agustín y Pelagio; decía que, con la caída de Adán, se ha
debilitado la voluntad humana, pero ha quedado la disposición para el bien: el
hombre no está muerto (Agustín) ni tampoco sano (Pelagio) sino que se halla
enfermo. Por ello es cierto que se precisa la gracia divina para la
Con frecuencia se cita la siguiente frase: “Fecistinos ad te et inquietum ets cor nostrum, doñee
requiescat in te" (Tú nos has creado para ti y nuestro corazón está inquieto hasta no descansar en
ti”).
‘ Romanos 5:12 “in quo o mnes peccaverunt”. Agustín interpretó ese “in quo" como “ en Adán".
felicidad, pero también contribuye a ella el libre albedrío; cada hombre debe
atribuirse a si mismo la felicidad o la condenación. Aunque la doctrina de los
semipelagianos fue condenada, de hecho sólo pudo imponerse el agustinismo
en forma degenerada; en adelante se hablaba como Agustín y se pensaba como
los semipelagianos.
2. EL PEZ.- Cuyo nombre en griego es “ICTHUS”, símbolo más utilizado por los
cristianos, porque las siglas del término expresan la divinidad y ministrio de
Cristo.
- Jesús
- Cristo
- Dios
- Hijo
- Salvador.
En resumen: “Jesucristo, Hijo de Dios, Salvador”.