Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
PÚBLICO: ¡Síiiiiii!
BENITO 1: ¡Hola a todos! Me llamo Benito y soy la más alta autoridad del país de
Fofa.
BENITO 2: ¡Fofa! Nuestro país se llama Fofa. ¿Nunca ha oído usted hablar del
país de Fofa?
PÚBLICO: ¡Nooooo!
BENITO 2: ¡Vaya, hombre, siempre igual! Nadie ha oído hablar de Fofa. Y es que,
claro, es un país tan pequeñajo que no aparece en ningún libro ni en ningún mapa.
Será por eso por lo que nunca viene ni un solo turista...
BENITO 1: ¡Qué va! Fofa es tan, tan pequeño que por no tener, ni siquiera tiene
rey. Yo soy el que más manda en Fofa y soy solamente guardia de la porra. Pero,
mire, precisamente ahora andamos buscando un rey. Escuche, escuche...
BENITO 1: ¿Qué ocurre? ¿Qué pasa por ahí? ¿Quién alborota tanto?
EDELMIRO: ¡Buf, arf, bof! Es que acabo de oír el pregón y vengo corriendo para
ver si me contratan. ¡Yo soy rey!
BENITO 1: ¿Usted, rey? Pues, la verdad, no tiene un aspecto muy real, que
digamos...
EDELMIRO: Es que estoy sin trabajo desde hace seis años y, claro, se pierde la
forma. ¡Pero soy rey! Se lo aseguro. Rey diplomado.
BENITO 1: A ver... ¡Ah, pues sí! Es usted rey. Rey diplomado, además,
efectivamente. Pero verá... Nosotros queríamos un rey alto... y guapo y ancho de
espaldas; y usted, perdone que le diga, pero de eso, nada. Lo que se dice nada,
¿eh?
BENITO 2: ¿Qué?
EDELMIRO: Que como da la casualidad de que estoy casado, por el mismo precio
pueden tener ustedes un rey y una reina. ¡Felisa, Felisaaa! ¡Ven que te presente a
estos señores tan simpáticos!
EDELMIRO: Aquí, mi señora, la reina Felisa. Felisa, estos son don Benito y don
Mariano.
BENITO 2: La verdad es que está muy bien. ¡Pero que muy requetebién! Resulta
muy económico. Dos por el precio de uno. Eso cambia completamente las cosas.
BENITO 1: ¡De acuerdo! Queda usted contratado como rey del país de Fofa.
BENITO 2: ¿Edelmiro Segundo? ¡Caramba! ¿No será usted hijo del famoso rey
Edelmiro Primero?
EDELMIRO: Pues no, no señor. Mi papá se llamaba Ramón y no era rey, sino
equilibrista en el circo Atlas. Lo que ocurre es que me llamo Edelmiro de nombre y
Segundo de apellido: Edelmiro Segundo. ¿Comprende?
BENITO: ¡Ah, ya! Pues nada, hombre. Reinará usted con el nombre de Edelmiro II,
que lo encuentro muy apropiado.
TODOS: ¡Vivaaaaa!
TODOS: ¡Vivaaaa!
NARRADOR: Ese mismo día, el rey Edelmiro subió al balcón más alto de palacio
para dirigir su primer discurso al pueblo de Fofa.
TODOS: Bieeeeen.
EDELMIRO II: Ejem, ejem. ¡Querido pueblo! ¡Ciudadanos y ciudadanas! ¡Fofos y
fofas!
BENITO 2: Es que los habitantes de Fofa no se llaman fofos. ¡Se llaman fofanos!
EDELMIRO II: ¡Huy, madre! ¡Vaya fallo! Desde luego, me tiro cada plancha, que
ya, ya... Ejem. ¡Perdón! Quise decir: ¡Queridos fofanos y fofanas!
TODOS: ¡Aaaaaaaah!
FOFANO: Se trata del dragón. Tenéis que librarnos del malvado dragón Gutiérrez,
que nos tiene atemorizados desde hace ciento once años.
EDELMIRO: ¿Cómo? ¿Un dragón?
Pero... ¡Oiga, Benito! Cuando se me ofreció el empleo no se mencionó en ningún
momento a ese dragón.
EDELMIRO: ¡Mi abuelo! Y seguro que echa fuego por la boca, como si lo viera.
FOFANO: Si queréis demostrar que sois un buen rey, lo primero que debéis hacer
es librarnos del dragón.
TODOS: ¡Eso, eso, que nos libre del dragón! (gritan todos distintas frases).
REINA: Bueno, calma, calma. ¡Silencioooo, caramba! ¡Bien! Puesto que es tan
importante, ahora mismo vamos a ponder manos a la obra. ¡Tesorero real!
TESORERO: Unas mil monedas de oro, majestad. Se iban a utilizar para construir
el nuevo estadio de fútbol.
EDELMIRO: ¿Fútbol? ¡Nada de fútbol! Desde hoy queda abolido el fútbol en todo
el país. el que quiera jugar a algo, que juegue a las canicas o a las chapas. Esas
mil monedas las vamos a utilizar en la guerra contra el dragón, que es mucho más
importante.
TESORERO: ¡Pregonera!
Pregona ahora mismo a los cuataro vientos que aquel que sea capaz de acabar
con el terrible dragón Gutiérrez será recompensado con la suma de mil monedas
de oro. Envía telegramas a los reinos cercanos para que también allí se conozca
nuestra oferta.
PREGONERA: Al momento.
NARRADOR: Y así, en muy poco tiempo empezaron a llegar al país de Fofa los
más extravagantes personajes, dispuestos todos ellos a acabar con el dragón
Gutiérrez y a embolsarse las mil monedas de oro prometidas por el rey Edelmiro.
EDELMIRO: ¿Ah, sí? Pues que vayan pasando en el orden que han llegado. ¡Que
pase el primero!
TESORERO: ¿Es que pensáis cazar un dragón con una ratonera? ¡No me hagáis
reír!
REINA: ¿Gigante?
TODOS: ¡Oooooh!
REINA: ¿Queso?
TODOS: Noooo...
DRAGONERO: Esta síq eu es buena... Veréis: el queso se hace con leche y...
TODOS: Noooo...
TODOS: Tampooocoooo...
DRAGONERO: Pero...
REINA: Los que son terribles son sus versos.¡En mi vida los había oído tan malos!
EDELMIRO: Al menos, parece más rápido y eficaz que el anterior.
BENITO 1: Es muy fácil: el dragón Gutiérez vive en una cueva de las afueras,
cerca del molino. Si cogéis el carruaje de la línea treinta y dos, os dejará casi en la
puerta.
REINA: No os preocupéis por ello, valiente Tiburcio. Precisamente tengo aquí una
fotografía del dragón Gutiérrez, tomada por un turista el pasado verano. ¡Mirad!
EDELMIRO: ¡Terrorífico!
BENITO 2: ¡Espantoso!
PREGONERA: ¡Horripilante!
EDELMIRO: ¡Gigantesco!
BENITO 1: ¡Descomunal!
PREGONERA: ¡Tremebundo!
REINA: ¡Afiladísimos!
PREGONERA: ¡Gordísimas!
BENITO 2: ¡Verdusquísima!
CABALLERO FEROZ: Pues ahora que lo decís... Sí, creo que tengo el estómago
un poco revuelto.
LA BRUJA MATILDE: ¡Jia, jia, jia! Han fallado todos, ¿verdad? ¡Jia, jia, jia! Nadie
ha conseguido acabar con el dragón Gutiérrez, ¿a que no?
TODOS: ¿Magiaaa?
BRUJA: Sí, magia. ¡Jia, jia, jia! He aprendido un conjuro para convertir a los
dragones en ovejas.
BRUJA: Como el dragón Gutiérrez es tan grande, tan grande, tan grande, el
conjuro tiene que resultar muy potente, muy potente, muy potente. Y la única
solución para que salga así de potente es... ¡que lo hagamos todos a la vez! jia, jia,
jia.
BRUJA: ¡Sí! Todos nosotros y todos los habitantes de Fofa y todos los que han
venido al teatro hoy. ¡Todos! Prestad atención, que os voy a enseñar el conjuro.
¡Jia jia jia! Hay que hacerlo sentado en una silla. Este es el primer movimiento.
Este es el segundo movimiento. Y este es el tercer movimiento. ¡Jia, jia, jia! Pero,
además, coincidiendo con los tres movimientos, hay que decir las tres sílabas de la
palabra mágia. Así: char-les-tón. ¿Lo habéis cogido? ¡Jia, jia, jia! Pues vamos a
ensayarlo. Una, dos, tres... ¡Pero aquí no acaba la cosa! Para que haga efecto hay
que repetirlo tres veces. Cada vez más deprisa y cada vez más fuerte.
¿Entendido?
TODOS: ¡Síiiiii!
TODOS: ¡Síiiiiii!
BRUJA: ¡Jia, jia, jia! ¡Estupendo, chavales, estupendo! Bueno, rey Edelmiro, ¿qué
os ha parecido?
EDELMIRO: ¡Beeee!
REINA: ¿Eh?
UN FOFANO: ¡Atiza!
BRUJA: ¡Jia, jia, jia! ¿Pero qué pasa aquí?
REINA: ¿Que qué pasa? ¡Que en lugar de al dragón, habéis convertido en oveja a
mi esposo, el rey!
EDELMIRO: ¡Beeeeeee!
BRUJA: ¡Anda! Pues es verdad. ¡Jia, jia, jia! ¡Qé divertido! ¡Jia, jia, jia!
BENITO 1: ¡Algo pasmoso! Estaba el feroz caballero Tiburcio tomándose una taza
de manzanilla cuando de repente... ¡se ha convertido en oveja!
BENITO 2: Pero no solo él. También se han convertido en ovejas todos los
caballeros que estaban esperando su turno en el recibidor.
BRUJA: ¡Jia, jia, jia! ¡El colmo de la risa! ¡El colmo de los colmos! Ja, ja, jaaa!
REINA: ¡Esto es demasiado! ¡Haced que vuelvan todos ellos al estado normal
ahora mismo u os enciendo el pelo!
BRUJA: ¿Yoooo? Ja, ja, ja. De eso nada. Tenéis que hacerlo vosotros.
REINA: ¿Nosotros?
BRUJA: ¡Claro, ja, ja, ja! Vosotros hicisteis el conjuro y solo vosotros podéis
deshacerlo. Es muy sencillo: basta con repetirlo todo... ¡del revés!
TODOS: ¡Síiiiiii!
BRUJA: ¡No, eso no! Odio los macarrones, ¡los odio con toda mi alma! ¡No los
puedo ni veeer!
EDELMIRO: Bueno... Demos por terminado este incidente. ¡Haced que pase el
siguiente caballero matadragones!
UN CRIADO: ¡Majestad, majestad! ¡Ya no hay más voluntarios para acabar con el
dragón!
UN CRIADO: Es que cuando la bruja Matilde los convirtió en ovejas, salieron todos
en tropel a pastar por los campos, y ahora... ¡cualquiera sabe dónde estarán!
BENITO 2: Mucho em temo que sí, majestad. Porque ahora no os va a quedar más
que una solución.
EDELMIRO: ¿Cuál?
EDELMIRO: ¿Quién, yoo? ¿Estás de broma, Benito? ¿Es que no te has fijado en
lo grandísimo que es? ¡Ni hablar del peluquín! ¡Me convertiría en puré, en picadillo,
en carne para albóndigas! ¡Ni soñarlo, vamos hombre!
BENITO 2: En ese caso, sintiéndolo mucho, tendréis que dejar el trono. Habrá que
contratar a otro rey más valiente.
EDELMIRO: ¡Eh, eh! ¡Esperad! No tan deprisa... ¡Está bien! Si no hay más
remedio... ¡iré!
TODOS: ¡Viva!
NARRADOR: Así que el rey Edelmiro, con más miedo que siete viejas, tomó sus
armas y se encaminó hacia aquí, la cueva del dragón Gutiérrez. Mirad:
precisamente ahora llega.
EDELMIRO: ¡Oigaaaan! ¿Hay alguien por aquí? ¿Me pueden decir dónde estoy?
¡Mecachis en la mar! Si es que no veo tres en un burro, metido aquí dentro...
¡Busco la cueva del dragón Gutiérreeeez! ¿Alguien me puede decir dónde está?
EDELMIRO: ¿Cómo, qué decís? ¡No oigo ni torta con este maldito yelmo!
¡Yo no veo ningún dragón! Bueno, a decir verdad, no veo nada de nada. ¡Y ya
estoy harto de esta armadura! ¡Ay! ¡Ay, qué golpe, madre mía! Quitadme esto,
quitadme esta armadura de encima o me va a dar un infarto de miocardio. ¡Uf,
menos mal! Me estaba asfixiando ahí dentro. ¡Atiza! Pero si esto parece... ¡La
cueva del dragón!
DRAGÓN: ¡Auxiliooooo!
EDELMIRO: ¡Mamáaaaaaa!
EDELMIRO: ¡Vaya situación! Estoy perdido, creo que lo mejor será dar la cara y
ver qué pasa. Está bien, ¡soy Edelmiro II, rey de Fofa!
EDELMIRO: De verdad.
DRAGÓN: Pero no se quede ahí, tras esa roca. Pase, pase. Como si estuviera en
su casa.
EDELMIRO: Tiene usted una cueva muy agradable. Está puesta con mucho gusto.
DRAGÓN: Gracias, se hace lo que se puede. Y dígame: ¿qué le trae por aquí?
DRAGÓN: ¿A qué?
DRAGÓN: ¿Y siempre que va usted de visita lleva esa hacha tan gorda y esa
espada tan afilada?
EDELMIRO: Pues sí. ¡Digo yo! ¡No, no, no, qué va! Es que... las he encontrado
mientras venía hacia aquí. Algún despistado, que las habrá perdido. ¡Caramba!
Esa limonada tiene muy buen aspecto...
DRAGÓN: ¡Ya verá qué rica está!
EDELMIRO: ¡Alto! ¡Quieto todo el mundo! ¿Se puede saber adónde vais?
EDELMIRO: Oiga, Benito. ¿De dónde rábanos se han sacado ustedes que este
dragón era malo y cruel? ¡Si prepara la mejor limonada que he probado en mi vida!
BENITO 1: ¿Qué?
TODOS: ¿Cóomooooo?
TODOS: Noooo...
TODOS: Noooo...
UN FOFANO: En todas las historias, los dragones son malvados y hay que
matarlos.
EDELMIRO: Pues mientras yo sea el rey de Fofa, al que me diga que hay que
matar a Gutiérrez, le doy una patada en el culo que lo mando fuera del país, ¿está
claro?
EDELMIRO: ¡Tesorero!
TODOS: ¡Bieeeeeen!
NARRADOR: En el país de Fofa volvió a reinar la felicidad. Los fofanos empezaron
a visitar al dragón Gutiérrez asiduamente y le perdieron el miedo. Cuando llegaron
los mundiales de fútbol, todos querían ir a su cueva para ver los partidos en su
televisor en color. La bruja Matilde continúa en el calabozo, pero ya le han
empezado a gustar los macarrones. Edelmiro II sigue siendo un buen rey y Benito
y Mariano siguen aconsejándole sabiamente. Lo único que fastidia a los fofanos es
que su patria, el país de Fofa, sigue siendo tan pequeño, tan pequeño, que no
aparece en ningún mapa y por ello nadie conoce su existencia, ni la de sus
habitantes, ni la de sus monarcas, Edelmiro II y la reina Felisa. Ni, por supuesto, la
de Gutiérrez, el único dragón del mundo que sabe preparar limonada.