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Erase una vez, o me dicen que se era, un lugar muy lejano, más allá de las
fronteras que limitan mi pueblo con Cantillana, donde había una
princesita que quería ser bombera.
Pasaban los segundos, los minutos, las horas, los días, las semanas y las
semanas pensando lo bonito que era ser bombera.
ALUMNADO 1
Tan ilusionada estaba, que sus ojos chispeaban brillantes, como dos
pequeñas llamas de ese fuego que ella ansiaba apagar .Quería ayudar a las
personas y tenía que compartirlo con alguien, no podía mantener ese
secreto más tiempo encerrado en la boca, pues estaba a punto de estallar.
El rey se baja de la cama, airea los dedos de sus pies y se calza sus
pantuflas. Vuelve a escuchar:
El rey jamás se negaba a hacer realidad los deseos de su hija, pero esta
vez era demasiado...
Así que decidió llamar a sus consejeros y someter a juicio esta situación.
Para ello prepararon un magnifico escenario en la plaza del llano, donde
se reunieron los consejeros y consejeras en presencia de todos los vecinos
que quisieron asistir.
Una vez comenzado el acto, se aprobó por todos los presentes que se
concedería a la princesita su deseo si era capaz de cumplir las tres
pruebas a las que se tenía que someter:
¡ Hija mía! Te concedemos plena libertad para que seas bombera siempre
y cuando logres realizar con éxito las tres pruebas que a continuación te
proponemos:
Por cierto, el gatito se llamaba Minino .El gatito al ver al ratón saltó,con
la mala suerte que cayó encima de un bomberito que se asustó
muchísimo. Así que Minino, volvió a saltar a otro árbol cercano .La
princesita desesperada, pensó que la mejor solución sería poner unas
escaleras y rescatar al gatito después de buscar las escaleras más altas de
camión, descubrió que el gatito no estaba en el árbol. Había saltado sin
que nadie lo viera. Hasta él mismo estaba sorprendido.