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PID_00286499
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© FUOC • PID_00286499 La posesión
Índice
Introducción............................................................................................... 5
Objetivos....................................................................................................... 7
1. La posesión........................................................................................... 9
1.1. Configuración, concepto y funcionalidad .................................. 9
1.2. El fundamento de la protección posesoria ................................. 11
1.3. La posesión como hecho y como derecho ................................. 11
1.4. El corpus y el animus como elementos de la posesión ................. 13
2. Clases de posesión.............................................................................. 14
2.1. Posesión natural y posesión civil ................................................ 14
2.2. Posesión en concepto de dueño y posesión en concepto
distinto de dueño ........................................................................ 15
2.3. Posesión en nombre propio y posesión en nombre ajeno. El
servidor de la posesión ............................................................... 16
2.4. Posesión mediata y posesión inmediata ..................................... 17
2.5. Posesión de buena fe y posesión de mala fe ............................... 19
2.6. Posesión viciosa y posesión tolerada .......................................... 20
4. Adquisición de la posesión.............................................................. 25
4.1. Modos originarios de adquirir la posesión ................................. 25
4.2. Modos derivativos de adquirir la posesión ................................. 26
5. Conservación de la posesión........................................................... 28
7. Recuperación de la posesión........................................................... 31
8. Presunciones posesorias.................................................................... 32
8.1. Presunción de buena fe .............................................................. 32
8.2. Presunción de continuidad del concepto posesorio. La
inversión o interversión del concepto posesorio ........................ 33
8.3. Presunción de legitimación posesoria ........................................ 34
© FUOC • PID_00286499 La posesión
Resumen....................................................................................................... 48
Bibliografía................................................................................................. 49
© FUOC • PID_00286499 5 La posesión
Introducción
Por ejemplo, Carlos tiene el coche que le regaló su madre, María tiene el piso que arrendó
a Pablo, Jesús tiene la finca de su difunta mujer porque esta se la dejó en usufructo, Ana
tiene el abanico que se encuentra en la calle, Pedro tiene la casa abandonada que ocupa,
Carmen tiene la falda que hurtó en unos grandes almacenes.
Tan diferentes situaciones fácticas evidencian que la mera tenencia de algo es el único
nexo que las aglutina: todos son poseedores y, por ello, podrán ampararse en los meca-
nismos de defensa de la posesión, las acciones posesorias, anteriormente denominadas
«interdictos».
Ningún poseedor, ni siquiera el que para serlo ha violado la ley, puede ser
privado violentamente de la cosa poseída. Como veremos, la posesión otorga
al poseedor el derecho a seguir poseyendo ius possessionis; por consiguiente,
solo podrá ser privado de la tenencia de la cosa mediante los medios jurídicos
oportunos.
Objetivos
2. Comprender los preceptos del Código Civil a partir de los perfiles históri-
cos indispensables.
1. La posesión
1)�Especial�tutela�jurídica�que�tiene�todo�poseedor�con�la�llamada�defensa
o�tutela�interdictal. Esta función se recoge en los arts. 441 y 446 CC.
«En ningún caso puede adquirirse violentamente la posesión mientras exista un poseedor
que se oponga a ello. El que se crea con acción o derecho para privar a otro de la tenencia
de una cosa, siempre que el tenedor resista la entrega, deberá solicitar el auxilio de la
Autoridad competente» (art. 441).
(1)
A partir de la entrada en vigor de la Ley de Enjuiciamiento Civil del año 2000, Art. 250.1.4º LEC.
los tradicionales interdictos se denominan simplemente «acciones para rete-
ner o recuperar la posesión».1 Ved también
Ana es la propietaria de una bicicleta que Benito le roba y que posteriormente vende
a Carmen, quien la compra de buena fe por doscientos euros.
Incluso podría darse la situación de que el despojo contra Carmen fuera realizado
por Ana, que es la verdadera propietaria de la bicicleta, y que, a los pocos días de
haber sufrido el robo de esta, ve a Carmen paseando con su bicicleta. Pues incluso en
este supuesto, Carmen se encuentra protegida frente a la perturbación o el despojo
llevado a cabo por la verdadera dueña de la bicicleta. El único medio del que dispone
Ana para recuperarla es acudir a los tribunales de justicia.
Federico posee una finca rústica destinada al cultivo de algodón en concepto de due-
ño, y se comporta como propietario. Dicha finca también fue cultivada por su padre,
por lo que resulta razonable que frente a todos sea considerado propietario de la finca.
Lo anterior conlleva que Federico pueda ejercitar todas las facultades propias de un
dueño, como por ejemplo cultivar el algodón y venderlo, o incluso arrendar dicha
finca. Y, además, goza a su favor de una presunción iuris tantum de que es titular del
derecho en cuyo concepto posee. Por lo tanto, quien pretenda sostener que Federico
no es el verdadero propietario de la finca deberá acreditarlo mediante la destrucción
de dicha presunción.
(2)
3)�Permite�convertir�en�dominio�la�posesión�que�no�ostenta�título, cuando Arts. 1940 y ss. CC.
ha sido quieta, pacífica e ininterrumpida durante el tiempo señalado por la
ley mediante la figura de la usucapión.2
«La relación fáctica que ha durado el lapso de tiempo señalado por la ley es el soporte
imprescindible de tal instituto, bien en su modalidad de usucapión extraordinaria, en la
que no se necesita título alguno, bien en la de ordinaria, en la que se purga el vicio o
defecto del título en cuya virtud hemos adquirido la propiedad o derecho real sobre una
cosa» (Díez-Picazo y Gullón, 2016).
© FUOC • PID_00286499 11 La posesión
Continuemos con el primer ejemplo, en el que Ana sufrió el robo de su bicicleta por
parte de Benito, y este posteriormente se la vendió a Carmen, que la compró de buena
fe por doscientos euros.
(3)
Según Savigni (1845), un sector de la doctrina mantiene que el ordenamiento Por ejemplo, art. 1956 CC.
jurídico protege la posesión porque supone la preservación de la paz social,
es decir, una manifestación de la regla de convivencia de que nadie puede to-
marse la justicia por su mano; si bien esto, como señala Roca i Trias (1994), no
es totalmente cierto si se tiene en cuenta que la posesión se adquiere también
por actos violentos, aunque esta violencia tenga determinadas consecuencias
impeditivas de la producción de algunos efectos jurídicos.3 Por otro lado, en la
línea de Ihering (1926), se resalta que el fundamento no es otro que la protec-
ción del propio derecho de la propiedad (que, de manera indirecta, beneficia
también a los poseedores que no sean propietarios) y se basa en que lo normal
y frecuente es que quien se comporta como propietario lo sea, por lo que el
ordenamiento opta por proteger de entrada a los poseedores, sin perjuicio de
dejarles después desprovistos de esa tutela si se demuestra que no eran mere-
cedores de esta.
Poseer significa ejercitar el señorío de hecho sobre una cosa, aunque la deten-
tación material del bien no encuentre causa o justificación en un título que
habilite al poseedor para seguir siéndolo. En tal caso, suele afirmarse que el
poseedor tiene el ius�possesionis (derecho a la posesión o a seguir teniendo),
aunque carezca de ius�possidendi (derecho a poseer). Esto configura el derecho
© FUOC • PID_00286499 12 La posesión
–ius possesionis– a seguir poseyendo hasta que otro le venza en juicio, con lo
que cede ante el ius possidendi; es decir, ante al derecho a poseer la cosa que
tiene el propietario o titular de cualquier otro derecho real de cuyo contenido
la posesión forme parte.
(4)
Las acciones�posesorias –anteriormente denominadas «interdictos»–,4 se ba- según la terminología de la LEC
1/2000, «acciones de tutela suma-
san en el ius�possesionis, esto es, en el derecho a seguir poseyendo, y su finali- ria de la posesión».
dad es la de proteger a cualquier poseedor que se hallare en la tenencia de una
cosa, realizando total abstracción de su legitimidad para poseerla. Se ventilan
en juicios posesorios caracterizados por su rápida tramitación y por limitar
su objeto al puro hecho posesorio, es decir, con independencia de cualquier
cuestión relacionada con la titularidad legítima de la cosa objeto del proceso.
Estos interdictos, especialmente los de retener y recobrar, son medios judicia-
les de tutela o defensa puramente posesoria.
Como elemento interno es de muy difícil prueba, con lo que tal circunstancia,
unida a la evolución que ha experimentado el concepto del corpus –que tam-
bién se conecta a la voluntad del poseedor–, ha aproximado ambos elementos
posesorios, de manera que el animus se detecta a través del corpus. Corpus y
animus se manifiestan de ordinario unidos y, a su vez, mediante la apariencia
exterior.
© FUOC • PID_00286499 14 La posesión
2. Clases de posesión
«Posesión natural es la tenencia de una cosa o animal, o el disfrute de un derecho por una
persona. Posesión civil es esa misma tenencia o disfrute unidos a la intención de haber
la cosa, animal o derecho como suyos» (art. 430 CC).
Ana vive en una casa en el campo que ha arrendado a la dueña, Francesca, a cambio
de una renta mensual.
Ana tiene la tenencia de la casa, se trata de una posesión natural, ya que a través de
esa tenencia no se va a convertir en propietaria, al reconocer, precisamente mediante
el pago de una renta mensual, que la dueña de la casa es Francesca.
Francisco salió a dar un paseo en bicicleta por el parque; allí se encontró a Lucas, un
antiguo compañero del colegio, y se pusieron animosamente a rememorar su época
estudiantil. Después de un largo rato de conversación decidieron ir a una cafetería
cerca del parque a tomar un café, y resultó que Francisco se olvidó la bicicleta en el
parque. Carolina, paseando por el parque, se encontró la bicicleta, se la llevó a su
casa y la usa diariamente para ir a trabajar, por lo que se comporta frente a terceros
como propietaria de esta, aunque en realidad pertenece a Francisco.
Carolina tiene una posesión civil, ya que a la tenencia de la bicicleta une la intención
de hacerla suya.
© FUOC • PID_00286499 15 La posesión
Alejandra y su marido Alberto están en paro y viven desde hace cinco años en un piso
abandonado en situación de okupas. La reactivación del mercado inmobiliario les ha
supuesto un problema, ya que la entidad propietaria acaba de vender precisamente
el piso que ocupan a un matrimonio que, obviamente, pretende echarlos.
Efectivamente. Hay que tener en cuenta que la posesión es un estado fáctico, esto
es, se trata del simple hecho de detentar la aprehensión física de un bien mueble o
inmueble, con total independencia de cuál sea la titularidad real de este. Por lo tanto,
aunque Alejandra y su marido Alberto no sean propietarios del piso, es un hecho
indiscutible que ejercen su posesión sobre este. No en vano, frente a la posesión civil,
que exige el comportamiento del poseedor como dueño o titular de un derecho, existe
la posesión natural, que es precisamente la que tiene el matrimonio en este caso (art.
430 CC).
«[...] carece de consecuencias en orden a su protección, pues sabemos que todo poseedor
está legitimado para la interposición de las acciones posesorias. Sin embargo, sí las tiene
en orden a la adquisición del dominio por prescripción adquisitiva o usucapión (ordinaria
o extraordinaria), ya que han de asentarse necesariamente sobre la posesión civil».
«La posesión en los bienes, en los animales y en los derechos puede tenerse en uno de
dos conceptos: o en el de dueño, o en el de tenedor de la cosa, animal o derecho para
conservarlos o disfrutarlos, perteneciendo el dominio a otra persona» (art. 432 CC).
«El artículo 432 puede interpretarse en el sentido de que admite la posibilidad de que
sobre una misma cosa recaigan varias posesiones. Junto a la posesión en concepto de
dueño se pueden colocar todas las demás que se ejercen en un concepto distinto, que
pueden ser tan amplios como relaciones jurídicas quepan sobre la cosa (usufructo, uso,
habitación, etc.) Lo decisivo es el reconocimiento del dominio a otra persona, a la que
habrá que restituir la cosa» (Díez-Picazo y Gullón, 2016).
© FUOC • PID_00286499 16 La posesión
María es poseedora, a título de mera depositaria, de unas alhajas que su amiga Carmen
le ha dejado.
¿Es�María�poseedora�en�concepto�de�dueña?
¿Es�Leonardo�poseedor�a�título�de�dueño?
No. En primer lugar, hay que tener en cuenta que la situación de Leonardo (arrenda-
tario), salvo excepciones discutibles (contratos de arrendamientos urbanos inscritos
en el Registro de la Propiedad), es la de titular de un derecho de crédito, no de un
derecho real propiamente dicho (como sería la de un usufructuario). Por otro lado,
según la interpretación doctrinal más extendida, solo se considera como poseedor a
título de dueño a aquel que actúa como titular de un derecho real (art. 432 CC). Así
pues, cabe concluir que el arrendatario de una vivienda es en principio poseedor en
concepto diferente del de dueño, puesto que no es titular de un derecho real.
«La posesión se ejerce en las cosas, en los animales o en los derechos por la misma persona
que los tiene y los disfruta, o por otra en su nombre» (art. 431 CC).
La posesión en nombre propio es la que ejerce en las cosas una persona para sí,
disfrutando de esta en primera persona. Puede ser un poseedor en concepto de
dueño o en un concepto diferente (por ejemplo, arrendatario, usufructuario,
superficiario, habitacionista, etc.). En este segundo caso, aunque el poseedor
reconozca el dominio en otra persona, no por ello se convierte en un poseedor
en nombre ajeno. En la posesión en nombre ajeno hay un reconocimiento de
que actúa como gestor o representante del dueño.
2) La hipótesis mantenida por quienes ven en el art. 431 CC la consagración Servidor de la posesión
en nuestro ordenamiento de la figura del servidor�de�la�posesión propia del
Sería el caso del chófer respec-
Código Civil alemán, donde se mantiene que, si alguien ejercita por otro el to al coche de su dueño o el
señorío de hecho sobre una cosa en la casa o empresa de este o en una situa- empleado de una tienda res-
pecto de las mercancías.
ción análoga, en cuya virtud ha de seguir las instrucciones de este último re-
feridas a la cosa, solo este es poseedor. En definitiva, el servidor de la posesión
simplemente tiene un contacto físico con la cosa, es el ejecutor material de la
posesión que otro tiene. No se considera poseedor y carece de la protección
interdictal.
Por ello, el art. 431 no señala dos clases de posesión, sino que alude al hecho
de que una misma posesión puede ser ejercida de dos maneras: por el propio
titular o por otro en su nombre, pero solo el primero es poseedor.
«En el artículo 431 puede entenderse que están englobadas dos figuras: la del represen-
tante del poseedor y la del servidor de la posesión. Se aproxima este al poseedor inme-
diato, pues en ambos casos existe una relación jurídica que los liga con el poseedor en
concepto de dueño y las respectivas posiciones están jerarquizadas, pero en el caso del
servidor la relación es además personal, pues hay en ella un deber de obediencia a las
instrucciones» (Díez-Picazo y Gullón, 2016).
¿Es�cierto?
Como afirma Albaladejo García (2016), «es inmediata la que se tiene directa-
mente, sin mediador posesorio. Es mediata la que se tiene a través (por media-
ción) de la posesión de otro».
¿Lucas�tiene�algún�tipo�de�posesión�sobre�las�estatuillas?
2) Por otro, para explicar que dicho propietario es un poseedor real de la finca
y, por ello, está legitimado para el ejercicio de la acción de desahucio, y pue-
de recuperar la posesión de la que disfruta el poseedor inmediato, cuando la
relación jurídica de la que esta derivaba se había extinguido.
«Se reputa poseedor de buena fe al que ignora que en su título o modo de adquirir exista
vicio que lo invalide. Se reputa poseedor de mala fe al que se halle en caso contrario» (art.
433 CC).
2)� El� de� carácter� subjetivo� lo� constituye� la� ignorancia� de� su� ineficacia.
Poseedor de mala fe es quien conoce que el título que ostenta no legitima para
poseer –porque es nulo–, o bien conoce que posee sin título.
Carolina posee una finca plantada de naranjos en virtud de una donación realizada
en documento privado por su tía Victoria, pero ignora que es nula la donación de
inmuebles, al no haberse formalizado en escritura pública tal como previene el art.
633 CC.
Por lo tanto, Carolina es una poseedora de buena fe. Por el contrario, si Carolina po-
seyera la finca alegando que le ha sido donada por su tía Victoria, pero es perfecta-
mente conocedora de que en realidad fue donada a su hermano Jacinto, la posesión
de Carolina sería de mala fe.
«En ningún caso puede adquirirse violentamente la posesión mientras exista un poseedor
que se oponga a ello. El que se crea con acción o derecho para privar a otro de la tenencia
de una cosa, siempre que el tenedor resista la entrega, deberá solicitar el auxilio de la
Autoridad competente» (art. 441 CC).
«No aprovechan para la posesión los actos de carácter posesorio ejecutados en virtud de
licencia o por mera tolerancia del dueño».
«Es posesión viciosa la adquirida mediante despojo del poseedor anterior, es decir, sin o
contra su voluntad (como cuando se le sustrae la cosa subrepticiamente o se le arrebata
por la fuerza); en otro caso es no viciosa» (Albaladejo García, 2016).
Los nuevos propietarios, aconsejados por un amigo, piensan que lo mejor para echar
a los ocupantes es cambiar la cerradura del piso cuando ambos salgan a la calle. ¿Pue-
den�llevar�a�cabo�tal�actuación?
Entre otros autores, Albaladejo García (2016) enuncia como clasificaciones dis-
tintas las de la posesión viciosa y no viciosa y justa e injusta, y afirma que la
justa e injusta se producen «cuando posee el que tiene derecho a poseer; en
otro caso, la posesión es injusta. Así tiene una posesión justa, pero viciosa, el
dueño que recupera violentamente la posesión que había perdido indebida-
mente».
¿Qué�tipo�de�posesión�tiene�Ernesto�sobre�el�estudio?
Se trata de una posesión asentada en relaciones extrajurídicas (no existe contrato al-
guno entre el propietario y el poseedor) establecidas por razón de buena voluntad
y, en este caso, amistad con un tercero. Esta posesión se conoce con el nombre de
«precario», se basa en la mera tolerancia del poseedor real e implica, en cuanto si-
tuación posesoria contemplada en el art. 444 CC, la tenencia física de un bien sin
título aparente. Resulta muy importante destacar que los actos meramente tolerados,
esto es, los realizados por su dueño sin intención real de otorgar la plena posesión,
no afectan a la posesión sobre los bienes cedidos, lo cual tiene mucha importancia,
fundamentalmente, a efectos de usucapión (en otras palabras, el precarista no puede
adquirir por usucapión).
© FUOC • PID_00286499 22 La posesión
«Toda persona puede adquirir la posesión de las cosas. Los menores necesitan de la asis-
tencia de sus representantes legítimos para usar de los derechos que de la posesión naz-
can a su favor. Las personas con discapacidad a cuyo favor se hayan establecido medidas
de apoyo pueden usar de los derechos derivados de la posesión conforme a lo que resulte
de estas» (art. 443 CC).
La duda que plantea el precepto es la de incluir las cosas y no los derechos. Esto
provoca división en la doctrina: mientras que una parte se muestra partidaria
de la exclusión al venir justificada por la relativa dificultad e imposibilidad
de discernimiento de menores y personas con discapacidad, otra manifiesta
lo contrario. Entre estos últimos se encuentra Lasarte Álvarez (2018), quien
afirma que:
Por su parte, es imposible que una misma cosa la tengan simultánea e íntegra-
mente varias personalidades distintas, fuera de los casos de indivisión, según
lo establecido en el art. 445 CC. Por lo tanto, solo prevalecerá una posesión,
aunque sea provisionalmente sobre las demás posesiones aparentemente con-
currentes. Para solucionar los conflictos que puedan suscitarse en la práctica,
el mismo precepto 445 CC establece unas reglas de determinación:
«La posesión, como hecho, no puede reconocerse en dos personalidades distintas, fuera
de los casos de indivisión. Si surgiere contienda sobre el hecho de la posesión, será pre-
ferido el poseedor actual; si resultaren dos poseedores, el más antiguo; si las fechas de las
posesiones fueren las mismas, el que presente título; y, si todas estas condiciones fuesen
iguales, se constituirá en depósito o guarda judicial la cosa, mientras se decide sobre su
posesión o propiedad por los trámites correspondientes».
© FUOC • PID_00286499 23 La posesión
Por último, debe indicarse que, aunque el art. 445 CC solo hable de indivisión Cotitularidad
de la posesión como hecho, la cotitularidad puede recaer también sobre la
Por ejemplo, varios arrendado-
posesión como derecho. res como poseedores media-
tos en un contrato de arrenda-
miento.
3.2. Objeto de la posesión
(5)
Arts. 431, 432, 437, 437 y 462.
Este apartado responde a la pregunta de qué es lo que se posee. En nuestro de-
recho, pueden ser objeto de posesión tanto las cosas como los derechos, siem-
pre que sean susceptibles de apropiación, y los animales, con las limitaciones
establecidas en las leyes, según determinación del art. 437 CC, a más de otros
preceptos que lo confirman.5
Por lo tanto, están excluidas de la posesión las cosas que están fuera del co-
mercio y aquellas otras que carezcan de autonomía o individualidad propias.
(6)
Son objeto de posesión todas las cosas materiales o corporales que puedan es- Art. 1271 CC.
tar sometidas a nuestra voluntad y control, ya consideradas en su individua-
(7)
lidad (por ejemplo, una vivienda o un coche), como las partes integrantes de Art. 339 CC.
(8)
El art. 437 CC establece que pueden ser objeto de posesión tanto las� cosas Art. 1940 CC.
como�los�derechos�que�sean�susceptibles�de�apropiación, con lo que surge
la dificultad de determinar qué derechos pueden ser objetos de esta. En prin-
cipio, pueden considerarse incluidos en esta fórmula, «derechos susceptibles
de apropiación», los derechos reales de goce y de garantía, exceptuando la hi-
poteca, e incluso determinados derechos de obligación que implican el ejer-
cicio de un poder sobre una cosa, como el arrendamiento, el comodato o el
depósito. La posibilidad de posesión de estos últimos derechos significa que
su poseedor podrá disfrutar del régimen de protección interdictal, aunque no
podrá usucapir,8 salvo que se produzca la interversión del concepto posesorio.
4. Adquisición de la posesión
Del art. 438 CC puede deducirse que la posesión puede adquirirse de las si-
guientes formas:
(9)
1) Mediante la ocupación material de las cosas o animales carentes de posee- Art. 610 CC.
9
dor.
(10)
2) Mediante la tradición o entrega de la cosa al nuevo poseedor, incluyendo Art. 609 CC.
10
las tradiciones fingidas.
(11)
4) La adquisición judicial de la posesión, en la que se incluye, entre otros casos, Vid. art. 250.1.3 LEC.
el tradicionalmente llamado «interdicto de adquirir» en favor del poseedor
que ha adquirido a título de herencia, que en la actualidad se tramita por el
cauce del juicio verbal.11
(12)
5) La adquisición hereditaria mediante la posesión civilísima.12 Art. 440 CC.
Por otro lado, el art. 439 CC contempla la posibilidad de una adquisición po-
sesoria por medio de representante.
«Es obvio que un derecho no puede ser susceptible de aprehensión material como una
cosa corpórea. Hay que interpretar, por tanto, que el Código civil se refiere al ejercicio
directo sobre la cosa que es objeto de aprehensión del poder correspondiente al derecho
objeto de posesión. Así, por ejemplo, el usufructuario adquiere la posesión de su derecho
de usufructo cuando ejercita materialmente sobre la cosa usufructuada el señorío de he-
cho que le consiente su derecho» (Díez-Picazo y Gullón, 2016).
Como ejemplos de este modo de adquisición de la posesión, pueden indicarse los si-
guientes: la adquisición de los frutos de la cosa, ya sean naturales, industriales o civiles;
la ocupación de bienes abandonados; o incluso, como señala Serrano-Fernández (2019),
«supuestos de aprensión ficticia como, por ejemplo, cuando el perro cobra una pieza de
caza, o cuando me hago con las llaves de un local donde se guardan unas mercancías».
El último inciso del art. 438 CC comprende los modos derivativos de adquisi-
ción de la posesión por los actos propios y formalidades legales para adquirir
tal derecho aglutinando supuestos heterogéneos como:
(13)
1)�La�traditio�o�entrega�de�la�cosa. Dicha entrega o traditio supone el des- Art. 1462 CC.
plazamiento de la posesión de un sujeto a otro, de modo que el adquirente o
(14)
accipiens recibe la posesión del transmitente. Puede ser real o fingida. La pri- Art. 1463 CC.
2)�La�adquisición�hereditaria�de�la�posesión�o�posesión�civilísima. La po-
sesión civilísima la adquiere el heredero ipso iure u ope legis en el momento de
la muerte del causante, sin necesidad de aprehensión material de la cosa.
«La posesión de los bienes hereditarios se entiende transmitida al heredero sin interrup-
ción y desde el momento de la muerte del causante, en el caso de que llegue a adirse la
herencia. El que válidamente repudia una herencia se entiende que no la ha poseído en
ningún momento» (art. 440 CC).
Como afirman, entre otros, Díez-Picazo y Gullón (2016), «el artículo 440 se
refiere solo al heredero y no es en cambio aplicable a los legatarios de cosas
determinadas propias del testador (arts. 882 y 885)».
ma posición jurídica que tenía el causante, es decir, hay una verdadera suce-
sión y no una posesión ex novo en su favor. Como excepción, dispone el art.
442 CC que:
«El que sucede por título hereditario no sufrirá las consecuencias de una posesión viciosa
de su causante, si no se demuestra que tenía conocimiento de los vicios que le afectaban;
pero los efectos de la posesión de buena fe no le aprovecharán sino desde la fecha de la
muerte del causante».
Misael, que ha fallecido recientemente, era un gran aficionado al tiro al plato con
escopeta, por lo que era titular de una importante colección de armas. Su única y
universal heredera es su sobrina Clotilde, que al momento de aceptar la herencia
se da cuenta de que una escopeta muy valiosa de la marca Vicenzo Bernardelli ha
sido sustraída ilegalmente del caudal hereditario por Fernando, amigo de la familia
y que disponía de llave del armero de Misael. Clotilde consulta a su amigo Macario,
abogado de profesión, si puede ejercitar la acción posesoria, y este le contesta que no,
que al no haber llegado a poseer físicamente dicha arma no puede ser considerada
poseedora de esta.
¿Es�correcta�la�respuesta�de�Macario?
En el art. 4116 CCCat se indica que «el heredero que acepta la heren-
cia solo tiene su posesión si la toma, y se entiende que continúa la del
causante sin interrupción». A diferencia del art. 440 CC, en Cataluña se
exige para que continúe la posesión la toma de esta, extremo determi-
nante a efectos de la usucapión.
5. Conservación de la posesión
Lo anterior encuentra su fundamento legal en el art. 466 CC, que indica que:
«Coexisten dos posesiones: la material del despojante y la incorporal del despojado, que
mantiene el ius possessionis mientras pueda aún prevalecer sobre el primero en el inter-
dicto. Y, si efectivamente prevalece, esa posesión sin tenencia le sirve como si hubiera
conservado ésta todo el tiempo, en el mismo concepto y con idénticos efectos» (Pablo
Contreras).
«El poseedor puede perder la posesión: 1.º Por abandono de la cosa. 2.º Por cesión hecha
a otro a título oneroso o gratuito. 3.º Por destrucción o pérdida total de la cosa, o por
quedar esta fuera del comercio. 4.º Por la posesión de otro, aun contra de la voluntad del
antiguo poseedor, si la nueva posesión hubiera durado más de un año» (art. 460 CC).
Ha de hacerse constar que los dos primeros supuestos obedecen a causas volun-
tarias, mientras que los restantes se producen de manera involuntaria. Igual-
mente, se subraya en la doctrina que la enumeración no es exhaustiva, y se
señalan a modo de ejemplo aquellos supuestos de posesión basados en la ce-
lebración de cualquier tipo de contrato en los que el transcurso del tiempo
pactado conlleva la pérdida de la posesión para el poseedor inmediato; o en
la eventualidad de que el poseedor actual haya de ceder, por cualquier razón,
frente al poseedor de mejor derecho.
«No es suficiente el mero acuerdo de las partes, sino que es preciso el desplazamiento
efectivo en la tenencia de la cosa por cualquiera de las formas de traditio. La cesión de la
posesión es consecuencia o derivación de un previo título, oneroso o gratuito, el cual es
posible que sea nulo. También en este caso el cedente pierde la posesión y el cesionario
la adquiere, sin perjuicio de las acciones que pudieran darse entre ellos».
3)�Por�destrucción�o�pérdida�de�la�cosa,�por�muerte�o�pérdida�del�animal
o�por�quedar�la�cosa�o�el�animal�fuera�del�comercio. La destrucción o pér-
dida total de la cosa extingue la posesión, puesto que no es posible ejercer el
señorío sobre esta. Dicha extinción física de la cosa puede producirse por un
acto voluntario del poseedor o de un tercero.
«La posesión de la cosa mueble no se entiende perdida mientras se halle bajo el poder
del poseedor, aunque este ignore accidentalmente su paradero» (art. 461 CC).
© FUOC • PID_00286499 30 La posesión
«La pérdida total es equiparada por el artículo 460.3º a la situación que acarrea “quedar
la cosa fuera del comercio”, a su extracomercialidad. Dicha equiparación es, con todo,
problemática y resulta sumamente dudosa, pues a efectos posesorios es difícil concluir
que la extracomercialidad sobrevenida acarree la pérdida de la posesión, al menos como
hecho, de forma necesaria y concluyente».
4)�Por�la�posesión�de�otro�con�una�duración�superior�a�un�año,�o�despojo
posesorio. Dispone el art. 460.4 CC que el poseedor puede perder su posesión
«por la posesión de otro, aun contra la voluntad del antiguo poseedor, si la
nueva posesión hubiera durado más de un año». El plazo coincide con el esta-
blecido en el art. 1968.1 CC, que establece un año como plazo de prescripción
para interponer las acciones para retener y recobrar la posesión. Pero no es
suficiente con perder la posesión durante un año, sino que es preciso que otro
poseedor la adquiera y su posesión dure, a su vez, al menos un año. Durante
ese periodo de tiempo, coexisten dos posesiones: la del sujeto que aun care-
ciendo de todo contacto físico con la cosa sigue siendo poseedor (la posesión
incorporal del despojado) y la de otro sujeto, que no tiene ninguna relación
jurídica con el primero y tiene la tenencia de la cosa (posesión del despojante).
Una vez que se cumple el plazo de un año y un día desde que el despojante
adquirió la posesión, el despojado pierde la suya. Como es lógico, la posesión
del otro a la que se refiere el precepto debe ser una posesión incompatible con
la que pueda perder el poseedor actual, porque de lo contrario nos hallaríamos
ante un supuesto de cesión.
[La posesión del despojante] «tiene una situación posesoria dentro del año que ha de ser
amparada y respetada frente a perturbaciones o despojos de otro. Pero la posesión no
será apta para la usucapión, que aquel poseedor puede comenzar, hasta el transcurso del
año» (Díez-Picazo y Gullón, 2016).
© FUOC • PID_00286499 31 La posesión
7. Recuperación de la posesión
Se contempla en el art. 466 CC, al establecer que «el que recupera, conforme a
derecho, la posesión indebidamente perdida, se entiende para todos los efectos
que puedan redundar en su beneficio que la ha disfrutado sin interrupción».
Son requisitos, por lo tanto, para su aplicación:
8. Presunciones posesorias
«Nuestro Código hace gala de una generosa utilización de concretas y específicas presun-
ciones en favor del poseedor, con las miras puestas en facilitar su posición y en garantizar
el significado propio de tenencia del derecho a poseer que, en principio, ha de atribuirse a
la posesión. Mas como semejante apariencia tampoco tiene por qué excluir la existencia
de un mejor derecho a poseer en favor de otra persona, la mayor parte de las presunciones
posesorias tienen carácter iuris tantum».
[La trascendencia de la presunción de buena fe] «va más allá de un interés práctico, como
sería el de evitar al poseedor la prueba –siempre difícil– de la buena fe. E incluso de la
aplicación de un criterio ético, considerándose el obrar honestamente como norma ge-
neral. La trascendencia es más profunda, porque afecta a la misma doctrina general de la
posesión. Efectivamente, toda la doctrina parte en materia posesoria de una separación
entre el poder de hecho que se ejerce sobre una cosa y el título o derecho de donde emana
aquel poder. La posesión adquiere relevancia en aquella fase, prescindiendo del segundo
aspecto. Pero si tenemos en cuenta que la posesión de buena fe es siempre posesión que
se ejerce sobre una cosa en virtud de un título que tenemos, y de donde deriva aquella
posibilidad de ejercicio, es lógico proclamar que con la presunción de buena fe el legis-
lador presume también implícitamente que todo poseedor tiene un título para poseer».
Por último, debe indicarse, como señala Lasarte Álvarez (2018), que:
[La prueba de la mala fe del poseedor] «requiere que se demuestre por el contradictor la
existencia de “actos que acrediten que el poseedor no ignora que posee la cosa indebi-
damente” (art. 435 in fine) o bien de hechos o datos que evidencien inequívocamente
que, en el momento de adquisición de la posesión, el poseedor actual conocía la falta de
legitimación de su título posesorio».
© FUOC • PID_00286499 33 La posesión
«Se presume que la posesión se sigue disfrutando en el mismo concepto en que se adqui-
rió, mientras no se pruebe lo contrario» (art. 436 CC).
«Los Códigos francés e italiano conocen dos medios de interversión posesoria, que la
doctrina desarrolla. Uno, el de la interversión por causa proveniente de tercero. Otro, el de
la contradicción al derecho del propietario. La interversión por causa proveniente de un
tercero supone que el arrendatario o usufructuario, por ejemplo, adquieren el dominio
de la cosa que poseen de un tercero, con quien celebran una compraventa o una dona-
ción, por estimar de buena fe que ese tercero es propietario verdadero de la cosa, y no el
que la arrendó o constituyó el usufructo. Si hay mala fe, entonces estamos ante la causa
siguiente. La segunda causa de interversión es la contradicción u oposición al derecho
del propietario. El arrendatario o usufructuario le niegan esa cualidad en un momento
determinado, y empiezan a poseer como propietarios de la cosa que tenían como arren-
datario o usufructuario» (Díez-Picazo y Gullón, 2016).
(16)
La sentencia del Tribunal Supremo (Sala de lo Civil), de 28 de noviembre de ECLI:ES:TS:2008:6657.
16
2008, fija los requisitos que debe cumplir la contradictio:
(17)
4) Suele exigir que la contradictio dure más de un año, porque entonces el Art. 460.4 CC.
17
anterior poseedor en concepto de dueño ha perdido la posesión.
Carmen, después de unos años de noviazgo en la distancia con Michael, militar del
ejército norteamericano que conoció un verano en Rota (Cádiz), acaba de dar un
paso muy importante en su vida y se ha ido a vivir con él a los Estados Unidos,
concretamente a la base militar Ford Hood. Antes de realizar la mudanza hacia su
nuevo destino, le deja en depósito a una buena amiga suya, Marta, una pequeña
colección de enseres de arte sacro, de escaso valor patrimonial, a los que tiene un
gran apego emocional y que no quiere que se puedan dañar o perder en su viaje a
Estados Unidos. Transcurridos tres años, el presidente del Consejo de Hermandades
y Cofradías de Sevilla le ofrece a Marta una determinada cantidad de dinero a cambio
de que le permita exponer durante un año la colección de enseres de arte sacro. Marta
no ve nada malo en esto, y, sin hablar previamente con Carmen, acepta la oferta.
La exposición resulta ser un éxito, y otros Consejos de Hermandades y Cofradías
se interesan por la colección, por lo que Marta opta por seguir cediéndola, a título
oneroso, a lo largo de los siguientes años. Finalmente, un día, mientras Carmen leía
la prensa española en internet, descubre que hay una exposición en Valladolid de
enseres de arte sacro en la que se exponen los suyos. Con un gran enfado y sin mayor
dilación, decide demandar a Marta con el fin de que le haga entrega inmediata de
su colección. Marta está convencida de que se ha convertido en poseedora a título
de dueña de los enseres.
¿En�qué�se�basa�para�realizar�tal�afirmación?
«El poseedor en concepto de dueño tiene a su favor la presunción legal de que posee con
justo título, y no se le puede obligar a exhibirlo».
© FUOC • PID_00286499 35 La posesión
Dicho precepto se corresponde con el aforismo qui possedit dominus ese prae-
sumitur, es decir, que poseyendo como dueño existe la presunción de que se
tiene justo título para ello.
«La doctrina, al interpretar el artículo 448, ve su fundamento en que es natural que el que
ejerce el contenido de un derecho, tenga el derecho mismo que aparentemente ejercita,
correspondiendo la prueba al que afirma lo contrario (S. de 12 de diciembre de 1966).
El artículo 448 viene así a aseverar que la posesión es la apariencia o la imagen de un
derecho. En él, este derecho es el de propiedad, pero puede ser también otro derecho real.
Piénsese en el usufructuario, que posee la cosa en tal concepto. No hay ninguna razón
para negarle la presunción de que tiene título de donde deriva su derecho a poseer en el
concepto que lo hace. No hay que olvidar, además, que es poseedor civil de su derecho
de usufructo, que lo posee con animus domini, es decir, como titular (art. 430)» (Díez-
Picazo y Gullón, 2016).
«El poseedor actual que demuestre su posesión en época anterior, se presume que ha
poseído también durante el tiempo intermedio, mientras no se pruebe lo contrario» (art.
459 CC).
Como afirman Díez-Picazo y Gullón (2016), «la base para la aplicación de am-
bas presunciones es una posesión actual».
«La posesión de una cosa raíz supone la de los muebles y objetos que se hallen dentro de
ella, mientras no conste o se acredite que deben ser excluidos» (art. 449 CC).
así que, en los preceptos anteriores, arts. 447 y 448, se refiere a la posesión en
concepto de dueño), ni señala qué clase de posesión se tiene sobre los mue-
bles».
© FUOC • PID_00286499 37 La posesión
«La posesión de los bienes muebles, adquirida de buena fe, equivale al título. Sin embargo,
el que hubiese perdido una cosa mueble o hubiese sido privado de ella ilegalmente, podrá
reivindicarla de quien la posea».
Supuesto de que Carlos presta su teléfono móvil a Juan, que lo vende a Manuela.
2) Que el adquirente sea de buena fe; esto es, que ignore la inexistencia o
deficiencia de facultad de disposición en el transmitente.
(18)
La sentencia del Tribunal Supremo (Sala de lo Civil), de 25 de febrero de 1992,18 ECLI:ES:TS:1992:1502.
Por su parte, cuando la adquisición del bien mueble se lleve a cabo en venta
pública, de acuerdo con el párrafo 2 del art. 464 CC, ya sea en subasta judi-
cial, administrativa o notarial, el poseedor obtiene un derecho al reembolso
del precio, a modo de un derecho de retención, de modo que el propietario
no puede reivindicarla sin satisfacer el precio que se hubiera pagado por el
bien, sin perjuicio de poder dirigirse contra el vendedor que realizó la indebi-
da transmisión.
El párrafo 3 del art. 464 CC regula el régimen aplicable a las cosas empeña-
das en los montes� de� piedad y dispone que «tampoco podrá el dueño de
cosas empeñadas en los Montes de Piedad establecidos con autorización del
Gobierno obtener la restitución, cualquiera que sea la persona que la hubiese
empeñado, sin reintegrar antes al Establecimiento la cantidad del empeño y
los intereses vencidos».
© FUOC • PID_00286499 39 La posesión
Comprende todos los medios que el ordenamiento jurídico ofrece para la pro-
tección de la posesión, además de todos los instrumentos legales respecto a los
derechos reales sobre toda clase de bienes. De igual modo, también se podrán
ejercitar las acciones personales derivadas de los derechos de esta naturaleza
que concedan a su titular facultades posesorias.
(19)
1)�Legitimación�activa. Es muy amplia, las acciones pueden ser ejercitadas por Art. 441 CC.
cualquier poseedor perturbado o despojado, tal y como se deriva de los arts.
446 CC y 250.1.4º LEC, incluso el poseedor que sea clandestino o violento.19
De mera forma enunciativa, puede indicarse que estarían legitimados:
(20)
3)�Plazo. Las acciones posesorias deben interponerse en el plazo de un año Arts. 1968.1 CC y 439.1 LEC.
20
desde que tuvo lugar la perturbación o despojo.
¿Pueden�llevar�a�cabo�tal�actuación?
La madre de Carlos, doña Laura, falleció hace unos días. Carlos es hijo único y, en
consecuencia, heredero universal de todo su patrimonio. Carlos quiere tomar cuanto
antes posesión de los bienes que componen el caudal hereditario, ya que sabe que
hay un bien, concretamente un cuadro muy valioso, que su tío Gabriel (hermano
de doña Laura) siempre ha considerado como suyo (dice que su madre se lo regaló
antes de morir, aunque carece de pruebas sólidas), y teme que intente llevárselo. Si
Gabriel se adelantara a Carlos, y se llevara sin su permiso el cuadro, ¿qué�acción�civil
debería�ejercitar�Carlos�para�recuperarlo?
El abogado de Lucas, una vez escuchado el relato de los hechos, descarta interponer
una acción de tutela sumaria de la posesión, ¿por�qué?
La razón reside fundamentalmente en el trascurso del tiempo. O dicho con otras pa-
labras, en que la acción sumaria de tutela de la posesión –caso de que sus presupuestos
fácticos concurrieran, como la perturbación o el despojo ex art. 250.1.4º LEC– debe
interponerse en el plazo de un año desde que se produjo la vulneración (art. 1968.1º
CC y 439.1 LEC), y en este caso Óscar goza de manera pacífica e ininterrumpida de
la posesión de las estatuillas desde hace muchos años.
© FUOC • PID_00286499 43 La posesión
La demanda que puede ser presentada por cualquiera que se considere perju-
dicado con la obra tiene como efecto inmediato que el tribunal ordene la sus-
pensión de la obra iniciada, si bien se podrá continuar previo ofrecimiento de
caución por parte del ejecutante. La sentencia carece de efecto de cosa juzgada.
© FUOC • PID_00286499 44 La posesión
(21)
El poseedor de buena fe hace suyo los frutos percibidos hasta el momento de Art. 451 CC.
21
la interrupción de la posesión. El tema, a partir de ahí, hay que referirlo al
momento de la percepción, a los frutos pendientes y a la interrupción de la
percepción.
(22)
Los frutos�naturales�e�industriales se entienden percibidos desde que se se- Art. 455 CC.
paran o cortan de la cosa madre. Desde ese momento pasan a ser propiedad
del poseedor de buena fe (siendo indiferente que los haya consumido o no), y
no tiene obligación de restituirlos ni de pagar su importe. En lo que respecta a
los frutos�civiles consistentes en una renta o contraprestación, se entienden
percibidos por días y pertenecen al poseedor de buena fe en esa proporción. 22
(23)
En cuanto a los frutos�pendientes (naturales o industriales), el poseedor de Art. 452 CC.
buena fe tendrá derecho a los gastos que hubiere hecho para su producción y
además a la parte del producto líquido de la cosecha proporcional al tiempo
de su posesión.23
(24)
No obstante, se permite que el propietario de la cosa, si lo desea, conceda al Art. 452.3 CC.
poseedor de buena fe la facultad de concluir el cultivo y la recolección de los
frutos pendientes, como indemnización de la parte de gastos de cultivo y la
parte del producto líquido que le pertenecen. Si dicho poseedor por cualquier
motivo no quiere aceptar esta concesión, pierde el derecho a ser indemnizado
de otro modo.24
(25)
El derecho del poseedor de buena fe a los frutos termina (además de por la Art. 1945 CC.
pérdida de la posesión, y pérdida de la buena fe) por la interrupción�de�la
posesión. Esto último nos lleva a la interrupción de la posesión para usucapir
por citación judicial hecha al poseedor.25 En cuanto al momento concreto en
© FUOC • PID_00286499 45 La posesión
«[...] abonará los frutos percibidos y los que el poseedor legítimo hubiera podido percibir,
y sólo tendrá derecho a ser reintegrado de los gastos necesarios hechos para la conserva-
ción de la cosa. Los gastos hechos en mejoras de lujo y recreo no se abonarán al poseedor
de mala fe; pero podrá éste llevarse los objetos en que esos gastos se hayan invertido,
siempre que la cosa no sufra deterioro, y el poseedor legítimo no prefiera quedarse con
ellos abonando el valor que tengan en el momento de entrar en la posesión».
De la literalidad del art. 455 CC «los que el poseedor legítimo hubiera podido
percibir», subrayan Díez-Picazo y Gullón (2016) que:
«[...] es tan amplia que admite la interpretación de que deben restituirse tanto los que la
cosa hubiera producido en manos de su poseedor legítimo si no hubiese sido privado de
la posesión, como los que hubiera producido si el poseedor de mala fe no hubiese sido
doloso o negligente en la explotación (v. gr., como la cosa no es suya vende los frutos a
precio irrisorio). En todo caso basta con la restitución de los frutos que un gestor prudente
hubiera obtenido».
Los art. 453 a 456 CC contienen una serie de criterios o reglas para la solución
de los conflictos entre ambos poseedores (vencedor y vencido en la posesión).
Distingue entre gastos necesarios, útiles y de puro lujo o recreo y establece un
tratamiento distinto según se esté ante un poseedor de buena o mala fe.
(26)
Los gastos�necesarios son aquellos indispensables para la conservación de la Art. 453.1 CC.
cosa. Si bien estos gastos se abonan a todo poseedor, solo el de buena fe podrá
retener la cosa hasta que se les satisfagan.26
(27)
Los gastos�útiles a los que se denominan también «mejoras» son aquellos que Art. 453.2 CC.
mejoran la rentabilidad o producción de la cosa (por ejemplo, calefacción,
(28)
obras de riego, etc.). Existen también mejoras útiles de naturaleza civil, enten- Art. 456 CC.
diendo por tales las que mejoran el estatus jurídico del bien, liberándolo de
(29)
gravámenes o cargas. Solo se abonan al poseedor de buena fe con el mismo Art. 458 CC.
y Gullón (2016), «mediante la diferencia entre el valor que tendría la cosa sin
la mejora (gastos útiles) y el que tiene por la misma, apreciados ambos en el
momento de la restitución». Las mejoras derivadas de la naturaleza o del tiem-
28
po quedarán siempre en beneficio de quien haya vencido en la posesión.
El vencedor en la posesión no está obligado a abonar las mejoras que hayan
dejado de existir en el momento de la liquidación del estado posesorio.29
Los gastos� de� puro� lujo� o� recreo se encuentran regulados en los arts. 454
y 455 CC, y son aquellos que sirven únicamente para el embellecimiento y
ornato de la cosa sin que aumenten su rendimiento económico. No se abonan
ni al poseedor de buena fe ni al de mala fe, si bien se les concede a ambos el
ius tollendi, es decir, el derecho a retirar los objetos y adornos en los que esos
gastos se hayan invertido, siempre que la cosa no sufra deterioros y el que ha
vencido en la posesión no ejercite la facultad de adquisición de estos.
¿Tiene�Antonio�derecho�sobre�los�gastos�realizados?
El Código Civil dispone en el art. 452.1 CC que «si al tiempo en que cesare la buena
fe se hallaren pendientes algunos frutos naturales o industriales, tendrá el poseedor
derecho a los gastos que hubiese hecho para su producción, y además a la parte del
producto líquido de la cosecha proporcional al tiempo de su producción». Por lo tan-
to, Antonio tendrá derecho a que le sea reembolsado el importe de 10.000 euros en
concepto de gastos. A mayor abundamiento, debe indicarse que también tendría de-
recho al importe líquido de las ganancias obtenidas por Blas, en proporción al tiem-
po que poseyó Antonio, es decir, de enero a junio de 2018. Otro argumento a favor
de Antonio sería, en virtud del art. 453 CC, que al poseer la finca en la creencia de
que era legítimo propietario, debe ser calificado como un poseedor de buena fe, y los
gastos realizados para el cultivo son necesarios e indispensables para la conservación
de la finca, de los naranjos. Por tanto, el gasto de 10.000 euros serán abonados a
Antonio y podrá retener la finca hasta que se le satisfaga.
Antonio, para evitar que ante la falta de lluvias los naranjos se secaran, abrió de forma
legal un pozo. ¿Tendría� derecho� al� reembolso� de� los� gastos� que� le� ocasionó� el
pozo?
Dado que la construcción del pozo se realizó para evitar que los naranjos se secaran,
debe calificarse dicho gasto como necesario. Es decir, gasto indispensable para la con-
servación de los naranjos de la finca. En virtud del art. 453.1, «los gastos necesarios
se abonan a todo poseedor, pero sólo el de buena fe podrá retener la cosa hasta que
se le satisfagan». Por lo tanto, Antonio no solo tiene derecho al reembolso del coste
del pozo, sino también a retener la finca hasta que le sea pagado. En el caso de que el
pozo no hubiera sido necesario para «salvar a los naranjos», sería calificado de gasto
útil, es decir, de mejora introducida en la finca por la acción del hombre que mejora
su rentabilidad o productividad. Tales gastos útiles en virtud del art. 453.2 CC «se
abonan al poseedor de buena fe con el mismo derecho de retención, pudiendo optar
el que le hubiese vencido en su posesión por satisfacer el importe de los gastos, o por
abonar el aumento de valor que por ellos haya adquirido la cosa».
Aunque Antonio tuvo poco tiempo la posesión de la finca, pudo construir una piscina
para que sus hijos disfrutaran en verano. ¿Tendrá�derecho�a�que�Blas�le�pague�el
coste�de�la�piscina?
© FUOC • PID_00286499 47 La posesión
Según dispone el art. 454 CC, el poseedor carece del derecho al abono de los gastos
de puro lujo o mero recreo, como debe ser calificada la construcción de una piscina.
No obstante, también dispone el mismo precepto que el poseedor podrá llevarse (ius
tollendi) los adornos con los que hubiera embellecido la cosa principal, si esta no
sufriere deterioro, y si el sucesor en la posesión no opta por abonar su importe. Por
lo tanto, parece poco probable que Antonio pueda llevarse la piscina sin deteriorar
la finca, pero si tal daño no se produjere, sí podría retirarla.
Resumen
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