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REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA


UNIVERSIDAD POLITÉCNICA TERRITORIAL DEL ESTADO TRUJILLO
“MARIO BRICEÑO IRAGORRY”
PROGRAMA NACIONAL DE FORMACIÓN EN PSICOLOGIA SOCIAL
NÚCLEO SAN LUÍS

Francisco De Miranda Y Simón Bolívar

(Dos concepciones de la unidad de américa hispana)

Nombres y Apellidos:
Euliselys Salcedo G.
CI: 24.785.182

Sección: S02 F/S


Psicología Social
Trimestre1 Trayecto2 3

Docente: Lcd Iroschima


Vásquez

Octubre, 2022
Análisis critico

La idea de patria y ciudadanía común no es ajena al


pensamiento latinoamericano. En cambio, la idea de independencia es tan
antigua como la idea de independencia, se ha convertido en uno de
los hechos de nuestra identidad, porque nos permite visualizar a América
Latina hoy como una entidad separada. Distinguido de España y otros países
imperialistas. La idea, propuesta por primera vez por Francisco de Miranda y
adoptada por Simón Bolívar, se mantiene históricamente estable porque la
independencia no puede transformarse en un verdadero proceso
de emancipación. Hoy, en la era de la globalización acelerada y la legítima
interdependencia ideológica, es decir, el neoliberalismo, esta idea se
perfila como la única alternativa viable para proteger la integridad territorial y
ecológica, la diversidad cultural y la autodeterminación de los pueblos de
nuestro continente. 

Por lo tanto, las situaciones requieren una explicación de la idea y el


alcance de la integración, sobre todo porque se pretende reproducirla sin
más demora en el ingreso al ALCA. Parece que Francisco de Miranda y Simón
Bolívar están seriamente comprometidos en la liberación y unificación de los
actuales países latinoamericanos como una sola cooperación política,
económica y cultural.

  Una entidad que no solo trabaje para asegurar y defender las libertades


que hemos conquistado, sino que también la transforme en un gigantesco polo
de poder en este planeta, cuyas metas nos siguen desafiando y dictando con
América Miranda y Bolívar claramente no usaron el término "integración" como
tal para referirse a lo mismo que entendemos por el término hoy.

En su lugar encontramos las palabras correspondientes "unificación",


"confederación", "centralización”, entre otros; Ambos se utilizan a menudo en
sus textos, pero no siempre en el mismo sentido. En lo que sigue,
intentaremos identificar estas diferencias y mostrar que siguen ambas
interpretaciones del concepto de federación.

Las declaraciones de independencia de las colonias latinoamericanas


coincidieron con el surgimiento de la república y del Estado moderno en
Occidente, y que fuera de la monarquía parlamentaria británica las dos
primeras experiencias se presentaron como modelos de gobierno. Por otra
parte, las juntas que surgieron entre las colonias hispanoamericanas fueron la
Revolución Francesa, que proclamó los derechos del hombre y del ciudadano y
el nacimiento de la tercera edad, es decir, ciudadanos y comerciantes como los
nuevos gobernantes. el poder por un lado y el modelo federal de América del
Norte por el otro, gracias al cual todas las regiones podían mantener su
autonomía interna, mientras se unían para crear un solo estado según la
relación del todo con el estado y el resto del mundo. A dichos intereses, los
criollos acomodaron la manera de régimen federalista esbozada por
Montesquieu: Esta manera de régimen la república federativa se basa en un
pacto, de acuerdo con el cual, diversos cuerpos políticos permiten en
transformarse en habitantes de un Estado más grande que se proponen
conformar. Compuesta por pequeñas Repúblicas, disfruta de la excelencia
gubernamental interior de cada una y respecto al exterior, tiene cada una de
los resultados positivos de las gigantes Monarquías en ventaja de la sociedad.
Fórmula que había sido aplicada en los Estados Unidos al constituirse las
colonias en república y de la que también Miranda se había hecho eco, aunque
con derivaciones que vale la pena señalar. pues nos permitirán luego
entender sus diferencias con Bolívar.

La iniciativa federalista de Montesquieu pretendía ser un modelo eficaz


para alargar la esfera gubernamental exitosa y reconciliar la colaboración
republicana con la estabilidad que implicaba la monarquía. En la categorización
que éste muestra de las múltiples maneras de régimen, la monarquía se
caracteriza por una más grande expansión de territorio, una más grande
recaudación de tributos y por consiguiente, por más grandes recursos para
conservar un enorme batallón para su protección; cuestión que no podían
afirmar las pequeñas repúblicas que se iban formando.
Ahora bien, en tanto esta liga o agrupación debía formarse con estados
de naturaleza parecido, en especial con repúblicas, la federación venía a ser
una república de repúblicas, a la forma de las ligas viejas donde la ciudadanía
descansaba sobre los cuerpos políticos que las constituían y no sobre las
personas; con lo que el régimen general no podía tener jurisdicción directa
sobre esos sino por medio de la intervención impuesta de los estados que lo
componían. Ha sido éste el parentesco institucional que establecieron los
primitivos estados norteamericanos hasta que Alexander Hamilton y james
madison se dieron cuenta de que una sociedad de esta clase realizaría
imposible un verdadero régimen nacional.

El enorme vicio de raíz que muestra la obra de la Confederación que


existe, está en el inicio de que se legisle para los Estados o Gobiernos, en sus
calidades corporativas o colectivas, por contraposición a las personas que los
integran. Entendían Hamilton y Madison que bajo esta relación le era imposible
al Estado central ejercer acciones de manera directa sobre los individuos y de
este crucial defecto, que ninguna confederación histórica había logrado superar
las consecuencias que sobre todo Hamilton juzgaba irreparables, entre ellas, la
de que al no tener el Estado central poder dar sanción supremo y no existir la
garantía mutua para repeler los peligros internos, el orden general dependía de
la voluntad individual de cada Estado para sufragar por cuotas y era común
tanto en tiempos de guerra como de paz; circunstancia que además
imposibilitaba el establecimiento de una unidad aduanera, un mercado común y
un poder regulador del comercio que permitiera consolidar las bases materiales
de la unión. En otras palabras, la confederación, en ese primer sentido,
conducía inevitablemente a la anarquía y a la guerra civil:

Conociendo el carácter de la nación, no parece posible que los


Estados cumplidores estuvieran dispuestos a beneficiar a menudo a la Alianza
en una guerra contra los Estados rebeldes. Preferirían constantemente el
método más dócil de ponerse en un pie de equidad con los delincuentes,
imitando su ejemplo.
Ante esta configuración que consideraba “maligna”, Hamilton construyó
otro tipo de república confederativa, llamada además regimen federal o alianza,
sin embargo que a diferencia de la anterior se basaba en el consentimiento
directo del poblado y no en el de las corporaciones..

Sus fines internos y externos son la defensa conjunta de sus miembros,


el mantenimiento de la paz pública, la regulación del comercio y la conducción
de la política exterior.

Una república federal puede definirse simplemente como una "asamblea


social" o asociación de dos o más nacionalidades. El alcance, naturaleza y
finalidad de los poderes federales es totalmente discrecional. Si bien cada
miembro tiene una organización separada, siempre que exista para fines
constitucionales.

Aunque totalmente sujeta a la autoridad general de la Federación, sigue


siendo de hecho y en teoría una federación o confederación de naciones. Lejos
de abolir el gobierno de los estados, la constitución propuesta los convertiría en
una soberanía inalienable de la nación, les permitiría estar representados
directamente en el Senado y les daría ciertas partes exclusivas y muy
importantes del poder soberano. Se ajusta perfectamente al concepto de un
gobierno federal y todos los significados razonables de esos términos.

Sin embargo, Hamilton había advertido que el federalismo podría significar


asociaciones de estados o convenciones sociales. En el primer caso el más
común según la interpretación predominante la fórmula federal ofrece un
acuerdo político entre estados que renuncian a la soberanía parcial; Son estas
personas las que dan poder al gobierno central, permitiéndole subyugar los
intereses nacionales del partido. Aunque la Conferencia de Filadelfia de 1787
adoptó esta nueva forma de federalismo propuesta por Hamilton, lo que se
trasladó a Sudamérica fue el primer federalismo adoptado por las Trece
Colonias cuando declararon su independencia; las consecuencias de esta
interpretación son el motivo no sólo de la falta de unificación inicial en lo que se
llevó a cabo que tanto tiempo había durado la guerra de independencia contra
España, sino también de los estragos de la guerra de confederación que
asolaron a nuestros países durante todo el siglo XIX

Reflexionando sobre estas implicaciones en la Declaración de


Cartagena, Simón Bolívar concluyó que si bien el gobierno federal puede
considerarse el más perfecto, es más "difícil" de implementar que cualquier otra
forma de gobierno, lo que lo hace "más débil". Considerando que “no se puede
salvar en el bullicio de partidos y competiciones”.

Según Bolívar, era necesario entender lo que existía en ese momento,


por lo que se propuso buscar un Estado que realmente respondiera a la
realidad y las peculiaridades que enfrenta este pueblo, más que imaginar una
república aérea y un gobierno ideal. (Montesquieu). De esta forma, no tuvo
dudas de que en la frágil situación que vivía Venezuela en ese momento, se
inició el ejercicio de la libertad, se ejecutó al gobierno federal, es decir, no
había un organismo central que coordinara y organizara la defensa, condenado
rendirse al menor ataque.

Es claro que lo que se trató de implementar en ese momento fue el


primer federalismo, ese al que Hamilton llamó “confederación” y que como tal,
resultaba verdaderamente impracticable en circunstancias como las heredadas
del sistema colonial: “Yo pienso - dice Bolívar al General O’Leary - que mejor
sería para la América adoptar el Corán que el gobierno de los Estados Unidos,
aunque es el mejor del mundo.

La realidad confirmaba esta creencia. A pesar de que la Constitución


Federal de Venezuela, aprobada en diciembre de 1811, aseguraba que la
representación nacional residía exclusivamente en la autoridad general de la
Confederación ejercida a través de sus tres poderes, y que en adelante sería
ella la encargada “de las relaciones extranjeras, de la defensa común y general
de los Estados Confederados, de conservar la paz pública contra las
conmociones internas o los ataques exteriores de concluir tratados y alianzas
con las demás naciones, de declararles la guerra y hacer la paz. Y de
establecer las leyes generales de la Unión”, al presentarse la situación de
guerra se hizo evidente que al estar la Constitución Federal sustentada sobre
la voluntad de las gobiernos provinciales y no del conjunto de sus ciudadanos,
la unión no pasaba de ser sino una especie de asociación coyuntural que se
cumplía en tanto no afectara los intereses locales, ocurriendo lo que ya también
señalara Miranda como una de las principales causas de la pérdida de la
República y que Bolívar recoge casi textualmente en este Manifiesto, es decir
la competencia irreconciliable que de hecho se había planteado entre el poder
federal y el poder provincial. Divergencia ésta que en 1812 permitió que
Monteverde avanzara sin obstáculos mientras las provincias decidían si
convenía o no enviar sus milicias a combatir en defensa de la de Caracas. Pero
si bien Miranda y Bolívar coincidieron en el diagnóstico, discreparon en la
solución, y la razón parecía estar en cómo entendieron la conexión. De hecho,
Bolívar no parece creer en la evidencia de la cooperación mutua espontánea o
la supremacía del consenso en los Estados Unidos, por lo que propone una
federación de arriba hacia abajo, es decir, basada en la concentración del
poder, más que en el proceso de su formación. Desde la base, mostrando ser
unión en la primera definición: una federación como una unión de estados.

Por el contrario, Miranda, quien fue sin duda el primero en pensar la


americanidad a nivel continental como principio diferenciador y fundante de
derechos y, por la misma razón, en la integración en una sola nación de todos
los pueblos que componen la América hispana, va a pensar la federación como
construcción colectiva a partir del poder soberano de los ciudadanos. Son estos
ciudadanos los que en elecciones libres escogerían a los miembros de los
Cabildos, instituciones que en el proyecto de Miranda se convertirán en las
unidades políticas fundamentales sobre las cuales se apoyará el resto de la
estructura jurídico-política de la nación continental. Como prueba de que la
soberanía reside verdaderamente en el pueblo y a fin de asegurar una real
participación de éste, Miranda comienza por declarar ciudadanos a todos los
nacidos en América, sin importar color de la piel o clase social, y aunque
mantiene el voto censitario, su proyecto constitucional hace a los americanos
propietarios, al estipular que se otorguen tierras a indios, libertos y pardos sin
fortuna, a fin de garantizar sus derechos políticos. Con este objetivo en mente y
tomando también como base la relación establecida por Montesquieu entre
extensión de territorio y forma de gobierno, Miranda comienza a buscar una
fórmula nueva de gobierno continental que garantice, por una parte, la
preservación de la autonomía de las diferentes villas y regiones lo que
continúa siendo hoy el principal obstáculo para la integración, pero que al
mismo tiempo asegure el establecimiento de “una sana y juiciosa libertad civil”,
una eficiente administración de las finanzas y una potenciación y
complementariedad en el uso de los recursos propios; todo ello combinado con
una efectiva defensa del territorio ante cualquier amenaza externa.

Esta unidad política, que Miranda extiende a toda la América Meridional, habría
de sustentarse sobre una estructura jurídica común, establecida por consenso
y en cuya elaboración participarían todas las instancias de gobierno, tanto
locales como provinciales. Para Miranda estaba claro que el gran obstáculo a
vencer en estos proceso es, como ya dijimos, la cuestión de la preservación
de las autonomías de los entes que participan en los mismos, y lo va a
resolver estableciendo una estructura política piramidal pero construida desde
la base: Cabildos, Asambleas Provinciales, Congreso Continental, de modo tal
que cada estamento superior deba su constitución al inferior y sustentado todo
ello sobre la soberanía popular, en tanto los miembros del Cabildo han de ser
elegidos directamente por los ciudadanos. Vale destacar que Miranda está
consciente del poder y de la importancia de los Cabildos en el mantenimiento
del orden y la productividad económica local, pero también de que estos
islotes de poder no podría sostenerse por sí solos una defensa efectiva del
territorio ni hacer frente a otros conflictos de envergadura que pudieran
presentarse. En cambio, las Asambleas Provinciales, cuyos representantes son
elegidos por los Cabildos, garantizarían una visión de conjunto, una
coordinación de esfuerzos y la aplicación de soluciones integrales a los
problemas de la región, sin por ello invadir la competencia de los Cabildos.

Finalmente, se constituirá una Asamblea Continental (Comisión


Colombina), en la que estarán representadas todas las provincias, ya que sus
miembros serán elegidos por las asambleas provinciales. Los poderes del
Congreso se basarán en la legalidad de las decisiones y leyes que afecten a
todo Estados Unidos, es decir a Colombia y este órgano también será
responsable de seleccionar a los ciudadanos que ejercerán el poder ejecutivo
en todo el continente por un período determinado tiempo, siempre que sí, si no
cumplen o exceden sus funciones, pueden ser juzgados posteriormente. En
cuanto al poder judicial, parece ser completamente independiente de los otros
dos poderes, y sus miembros también deben ser ciudadanos elegidos
directamente.

Con el establecimiento de un estado y una república independientes tan


grandes, sus ciudadanos no solo se sentirán libres, sino que se garantizará el
uso exclusivo de los frutos de su trabajo, y también se sentirán inspirados para
desarrollar sus poderes creativos. Combinado con la presencia de recursos
naturales casi ilimitados, no hay duda de que Colombia no solo estaría a la par
con el resto del mundo, sino que incluso podría dominarlo y convertirse en un
bloque de poder. De hecho, desde una perspectiva geopolítica, Miranda ve a
Estados Unidos unido formando una alianza a largo plazo con Estados Unidos
y Gran Bretaña, ambos de naturaleza militar, para frenar "las ambiciones
destructivas y destructivas del sistema francés", y Finanzas y Comercio:
Miranda sugería así que la integración americana no era sólo una condición de
vida para algunas colonias ya independientes, sino también una forma de
recuperarse del retraso del progreso mundial provocado por tres siglos de
dependencia colonial

. En otras palabras, Miranda vio esta alianza con un deseo genuino de unir
fuerzas para crear una nueva entidad, una nación unificada que, él quiso decir,
sería un grupo dominante en el mundo debido a su importancia para ayudar a
mantener el equilibrio entre las naciones. Poder en él por otro lado, Miranda
también fue el primero en vincular la unidad cultural al proyecto de
emancipación política, y lo hizo ya a fines de 1783, cuando creó el nombre de
Colombia para la nación continental liberada.

Bolívar, en cambio, consideraba la forma democrática y federal


completamente ineficiente para los nacientes estados, hasta el punto de
considerar que la misma había hecho que Venezuela tornara a la esclavitud:
“En tanto que nuestros compatriotas no adquieran los talentos y virtudes
políticas que distinguen a nuestros hermanos del Norte, los sistemas
enteramente populares, lejos de sernos favorables, temo mucho que vengan a
ser nuestra ruina”. Esto marca una diferencia fundamental con Miranda, quien
como vimos anteriormente, construye su sistema federativo precisamente a
partir de esos ciudadanos que Bolívar cree estar incapacitados para decidir lo
que mejor conviene a la nación: “Las elecciones populares hechas por los
rústicos del campo y por los intrigantes moradores de las ciudades, añaden un
obstáculo más a la práctica de la federación entre nosotros, porque los unos
son tan ignorantes que hacen sus votaciones maquinalmente y los otros tan
ambiciosos que todo lo convierten en facción”. Por otra parte, el
convencimiento que tiene Bolívar de la imposibilidad de llegar a conjugar
esfuerzos en pro del bien común, de considerar a sus compatriotas incapaces
de sacrificar los intereses propios por el bienestar general aun cuando sepan
que tal sacrificio es necesario para preservar la libertad general, lo lleva a
adoptar una posición bastante pesimista respecto a la posibilidad de que la
América toda se integre en una sola nación:

A pesar de su pesimismo, Bolívar sigue sumando: "la unificación es lo


que nos falta para cumplir nuestro renacer". Sólo la Unión hará posible la
expulsión de los españoles y el establecimiento de un gobierno libre, pero esta
unión, dice, nos llegará no por milagros divinos, sino por influencias prudentes
y esfuerzos bien dirigidos. Si lo logramos, si somos fuertes (aunque para ser
fuertes necesitamos una nación liberal que nos proteja).Se verá que estamos
dispuestos a cultivar aquellas virtudes y habilidades que llevan a la gloria;
entonces continuaremos la majestuosa marcha hacia esa gran prosperidad a
que está destinada la América del Sur; entonces las ciencias y las artes
nacidas en Oriente y formando Europa volarán a la liberación de Colombia, que
las llama a refugiarse. Ahora sólo la integración puede conducirnos a un futuro
próspero, un futuro que siempre ha sido. La diferencia con Miranda es que
nunca dudó de la viabilidad de la unión, antes, por el contrario, siempre la miró
con gran optimismo

Dos años después, el 12 de julio de 1821, se firma en Cúcuta la


Constitución de la Sociedad Colombiana de Naciones, que confirma a Bolívar
como presidente y a Francisco de Paula Santander como vicepresidente.
Hecho esto, el libertador nombrará plenipotenciarios, los cuales irán
inmediatamente a los demás territorios americanos a proponer a sus gobiernos
tratados de confederación y ayuda mutua, a fin de formar un frente único contra
España, y especialmente contra España. Santa Alianza: Miguel Santa María
viajó a México y Joaquín Mosquera a Perú. Al año siguiente, el 6 de julio de
1822, durante la presidencia de San Martín y Bernardo Monteagudo como
ministro de Relaciones Exteriores, Colombia firmó dos tratados con Perú: el
primer tratado de unión, liga y confederación permanente; el segundo, el
nombramiento de un congreso general a Panamá. Un acuerdo similar se firma
con Chile en octubre, solo para ser anulado por el Senado chileno poco
después. El mismo día, Santa María logra cerrar el mismo acuerdo en México
con el canciller Lucas Alamán. Por el contrario, los resultados de la misión de
Buenos Aires no fueron tan buenos, pues Rivadavia solo aceptó un tratado de
amistad y alianza, excluyendo la idea de una confederación y un congreso
general. La idea de invitarlo entonces quedó archivada.

A principios de 1830, la única confederación que logró materializarse, la


Columbia, colapsó. El 17 de diciembre del mismo año muere Bolívar, aún
gritando por la Unión: “Colombianos, mis últimos deseos son la felicidad de la
patria. Si mi muerte ayuda a parar las fiestas y se fortalece la unión, iré a mi
tumba en paz. Después de la muerte de Bolívar, se intentó reformar la
confederación colombiana. En particular, el presidente de Venezuela, José
Tadeo Monagas, lo hizo durante sus mandatos de 1831 y 1855, y aun
entonces llegaron los congresos a presentar iniciativas con ese fin, y lo mismo
sucedió en la Nueva Granada. En 1856, ambos gobiernos (Venezuela y Nueva
Granada) propusieron a Ecuador restablecer la unión, pero Ecuador se mostró
indiferente. El proyecto fue revivido en Venezuela en 1860 durante las Guerras
de la Confederación, pero sin mucho éxito. Cabe mencionar que uno de los que
entonces defendieron con mayor entusiasmo la idea de federación y también
hizo intentos serios en esa dirección, fue el presidente de la Nueva Granada,
el líder de los federalistas, Tomás Cipriano Mosquera. Entonces Ecuador
estaba dispuesto a aceptar, pero luego Venezuela alegó que la situación de
guerra civil le impedía considerar la propuesta en ese momento. Ya en 1861,
Mosquera otorgó a venezolanos y ecuatorianos los mismos derechos que a los
neogranadinos, pero los venezolanos tomaron esas iniciativas como un intento
de anexión; especialmente José Antonio Páez y luego Antonio Guzmán Blanco
así lo pensaron.

Un poco más tarde, en 1900, el presidente venezolano Cipriano Castro


propuso la restauración de la Gran Colombia bajo la bandera del liberalismo y
el federalismo. Castro, junto con el presidente ecuatoriano Leonidas Plaza y
Uribe Uribe, un opositor liberal del gobierno conservador marroquín de
Colombia, acordaron unir a los tres países en la Federación Colombiana, que
encabezaba el propio Castro; con compromiso adicional, también ayuda a
Nicaragua, Costa Rica y Honduras a establecer la Unión de Repúblicas
Centroamericanas. El proyecto no pudo llevarse a cabo por conflictos internos
en la Nueva Granada y falta de voluntad real del Ecuador. Desde entonces, la
idea de unión ya no se planteó como base de una sola entidad política, pues
los historiadores la llamaron después Gran Colombia para distinguirla de la
Colombia continental propuesta por Miranda; Desde entonces, esa intención se
ha limitado a acuerdos o iniciativas de carácter cultural o económico, como la
reunión del Gran Congreso Estudiantil Colombiano en 1910 o la creación de la
flota comercial Gran colombiana , en . Venezuela se retiró en 1953; así como
numerosos otros acuerdos especiales hasta la creación de los actuales
bloques económicos regionales como la CAN y el MERCOSUR y la más
reciente unificación de estos bloques en la llamada Comunidad Sudamericana,
pero sin nosotros. Sin embargo, tuvo el coraje de dar un salto cualitativo a un
país sudamericano, como su antecesor Francisco de Miranda y el libertador
Simón Bolívar, cada uno a su manera.

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