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MINATITLAN
SISTEMA
HEMATOLÓG
ICO E
INMUNOLÓG
ICO
EQUIPO 4:
ANATOMÍA Y FISIOLOGÍA
RAMIREZ MARTINEZ ICELA
RAMON SANCHEZ CRISTINA BIBIANKA
RAMOS GONZALEZ LIDIA NICOLE
RIOS MERCADO VALERIA RUBI
RIVAS AYALA VALERIA
RIVERA GOXCON MARIA
Contenido
Introducción......................................................................................................................................2
FUNCIONES DE LA SANGRE...............................................................................................................4
TRANSPORTE DE OXÍGENO................................................................................................................6
HEMOSTASIS......................................................................................................................................8
DEFENSA E INMUNIDAD..................................................................................................................13
Inmunidad.......................................................................................................................................14
VOLEMIA..........................................................................................................................................27
COMPOSICIÓN DE LA SANGRE........................................................................................................27
HEMATOPOYESIS.............................................................................................................................28
Células Madre O Células Stem..................................................................................................30
Diferenciación De Las Células Hemáticas................................................................................31
Factores Estimuladores Del Crecimiento De Colonias............................................................32
Factores Inhibidores..................................................................................................................33
MEDULA ÓSEA.................................................................................................................................35
Leucocitos O Glóbulos Blancos.................................................................................................37
Granulocitos...............................................................................................................................37
Linfocitos, monocitos, células plasmáticas...............................................................................38
Actividad Normal De Las Células De La Sangre.....................................................................41
Conclusión.......................................................................................................................................43
Referencias...................................................................................................................................44
Introducción
El sistema inmunológico es el sistema de defensa de su cuerpo. Ayuda a protegerte de
enfermedades e infecciones. El trabajo del sistema inmunológico es atacar elementos que
no forman parte de su cuerpo, como bacterias, virus y hongos, parásitos, células cancerosas
y otros elementos que pueden ingresar a su cuerpo, como el polen.
Para hacer su trabajo, el sistema inmunológico necesita poder determinar qué pertenece a su
cuerpo y qué no le pertenece. De esta manera, sabes contra qué luchar y qué renunciar.
Las partes principales del sistema inmunológico son: glóbulos blancos, anticuerpos, sistema
linfático, ciertos órganos.
Los glóbulos blancos usan la sangre para encontrar y combatir bacterias y otros problemas.
Una vez que luchan contra el antígeno y lo destruyen, generalmente lo recuerdan. Si sus
glóbulos blancos pueden recordar ese antígeno específico, lucharán más rápido la próxima
vez que aparezca en su cuerpo.
Los anticuerpos son sustancias químicas producidas por ciertos glóbulos blancos. Los
anticuerpos flotan en la sangre para encontrar y atacar a los antígenos. Cada anticuerpo
puede atacar a un antígeno específico. Los glóbulos blancos aprenden a producir nuevos
anticuerpos cada vez, necesitan protegerse de nuevos antígenos. Sin embargo, su cuerpo
recordará cómo producir estos anticuerpos durante mucho tiempo.
El sistema linfático es una red de vasos sanguíneos que drenan el exceso de líquido de los
tejidos junto con las bacterias y las células muertas de su cuerpo. Este líquido se llama
linfa. El líquido linfático pasa a través de sitios de recolección del tamaño de un guisante
llamados ganglios linfáticos. El filtro de los ganglios linfáticos elimina las bacterias y las
células muertas. Si está infectado, los ganglios linfáticos cercanos pueden hincharse. Por
ejemplo, una infección de garganta puede causar inflamación de los ganglios linfáticos del
cuello.
Los órganos que componen el sistema inmunológico son: médula ósea, timo, bazo,
amígdalas y apéndice. Su médula ósea y su timo producirán glóbulos blancos. El bazo, las
amígdalas y el apéndice atrapan bacterias y otros antígenos y sirven como un lugar donde
las células del sistema inmunológico se fortalecen.
La sangre está compuesta en un 55% por plasma y en un 45% por elementos formes, que
incluyen glóbulos rojos, glóbulos blancos y plaquetas. Debido a estas células vivas
suspendidas en el plasma, la sangre se considera un tejido conectivo líquido (no un fluido).
Es el único tejido fluido del cuerpo.
La sangre absorbe oxígeno del aire en los pulmones. Transporta el oxígeno a las células de
todo el cuerpo, y elimina el dióxido de carbono de desecho de las células. En los pulmones,
el dióxido de carbono se desplaza desde la sangre al aire y luego es exhalado.
La sangre cumple una función importante en la digestión y las funciones del sistema
endocrino. Los nutrientes digeridos son absorbidos al torrente sanguíneo por medio de
capilares en las vellosidades que cubren el intestino delgado. Estos nutrientes incluyen
glucosa, aminoácidos, vitaminas, minerales y ácidos grasos. La sangre también transporta
algunas hormonas secretadas por las glándulas del sistema endocrino que actúan en órganos
y tejidos.
Cuando se desgarra un vaso sanguíneo, las plaquetas y las proteínas del plasma actúan en
conjunto para detener la pérdida de sangre. Las plaquetas, también llamadas trombocitos, se
agrupan y forman un tapón en el área dañada. Las proteínas forman hebras denominadas
fibrinas para completar el tapón plaquetario, o coágulo.
La sangre transporta sustancias de desecho a los órganos que las remueven y procesan para
su eliminación. La sangre fluye hacia los riñones a través de las arterias renales y desde los
mismos a través de las venas renales. Los riñones filtran sustancias como urea, ácido úrico
y creatinina del plasma de la sangre hacia los uréteres. El hígado también elimina toxinas
de la sangre. Durante la digestión, depura sangre que ha sido enriquecida con vitaminas
antes de enviarla de regreso al resto del cuerpo.
7. Los glóbulos rojos son las células vivas más numerosas de la sangre
La sangre está compuesta en un 55% por plasma y en un 45% por elementos formes. Los
glóbulos rojos, también llamados eritrocitos, conforman la mayor parte de ese 45%. Su
función principal es transportar oxígeno desde los pulmones a las células del cuerpo. Los
glóbulos rojos tienen forma de disco. Son flexibles y bicóncavos, planos y redondos con
una depresión en el centro.
Los glóbulos blancos, también llamados leucocitos, son los componentes de la sangre que
combaten enfermedades. Representan sólo el 1% de la sangre circulante, pero se
multiplican durante una infección o inflamación. Hay cinco tipos de glóbulos blancos:
neutrófilos, eosinófilos, basófilos, linfocitos y monocitos. Los neutrófilos son los más
abundantes y comprenden el 60% a 70% de todos los glóbulos blancos.
TRANSPORTE DE OXÍGENO
La molécula de O2 se combina de forma laxa y reversible con la porción hemo de la
hemoglobina. Cuando la presión parcial de O2 es elevada, como ocurre en los capilares
pulmonares, se favorece la unión de O2 a la hemoglobina y la liberación de dióxido de
carbono (efecto Haldane). Por el contrario, cuando la concentración de dióxido de carbono
es alta, como en los tejidos periféricos, se une CO2 a la hemoglobina y la afinidad por el
O2 disminuye, haciendo que éste se libere (efecto Bohr). La primera molécula de O2 que
interacciona con la desoxihemoglobina se une débilmente, sin embargo, esta unión conduce
a unos cambios conformacionales que modifican las unidades adyacentes haciendo más
fácil la unión de las moléculas de O2 adicionales. El O2 se transporta principalmente unido
a la Hb (97%), el resto lo hace disuelto en el agua del plasma y de las células. Cada gramo
de Hb puede liberar como máximo 1.34 mililitros de O2. Por tanto, la Hb de 100 mililitros
de sangre se puede combinar con 20 mililitros de O2 cuando la Hb está saturada al 100%.
Se conoce como curva de disociación de la hemoglobina a la curva sigmoidea en forma de
“S” que surge al representar el porcentaje de saturación de O2 de la hemoglobina en
función de la presión parcial de O2. La curva muestra un aumento progresivo del
porcentaje de hemoglobina con oxígeno a medida que aumenta la PO2 sanguínea. Se define
como p50 a la presión parcial de O2 necesaria para conseguir una saturación de la Hb del
50% y su valor suele rondar los 27 mm de Hg. Cuanto más alta sea la p50, menor es la
afinidad de la Hb por el O2 (se necesita una PO2 más alta para saturar la Hb al 50%).
Existen factores que, manteniendo la forma sigmoidea, desplazan la curva de disociación de
la Hb hacia una u otra dirección. Cuando la afinidad de la Hb por el O2 disminuye la curva
se desplaza hacia la derecha y la p50 aumenta. Cuando la afinidad aumenta, la curva se
desplaza hacia la izquierda y la p50 disminuye.
Los factores que desplazan la curva a la derecha son:
1. Acidosis: Cuando la sangre se vuelve ligeramente ácida (pH 7,2) la curva se desplaza
hacia la derecha en aproximadamente un 15%.
Hb fetal: la Hb fetal se une al DPG con menos afinidad que la hemoglobina del adulto y
por tanto la HbF fija más oxígeno. De esta manera se facilita la cesión de oxígeno desde la
circulación materna a la fetal.
HEMOSTASIS
Estado de equilibrio entre todos los sistemas del cuerpo que se necesitan para sobrevivir y
funcionar correctamente. En la homeostasis, las concentraciones de ácido, la presión
arterial, el azúcar en la sangre, los electrólitos, la energía, las hormonas, el oxígeno, las
proteínas y la temperatura se ajustan constantemente para responder a los cambios en el
interior y el exterior del cuerpo. De esa manera, todos los sistemas se mantienen en un nivel
normal. También se llama equilibrio homeostático y homeostasia.
Sus Componentes
En primer lugar, es necesaria la existencia de algún tipo de elementos que haga de sensor,
un receptor que permita que el organismo capte los niveles existentes en el parámetro o
elemento que deba permanecer en equilibrio.
En segundo lugar, debe existir algún tipo de control, un disparador que logre hacer que en
el momento en que se alcancen determinados niveles se haga necesaria una actuación.
En tercer y último lugar, es imprescindible que exista algún tipo de mecanismo que permita
dar respuesta o actuar una vez que el mecanismo de control avisa que el valor de la variable
o factor en cuestión alcance el nivel de desequilibrio.
Retroalimentación Negativa
Retroalimentación Positiva
Este proceso puede ser arriesgado e incluso suponer un peligro para la supervivencia, pero,
aunque hace que el organismo se aleje aún más de lo que inicialmente haría del estado basal
equilibrado, tiene su utilidad: puede ser necesario realizar esta retroalimentación o bien
para mover el estado basal a una situación óptima para la supervivencia o para lograr a
largo plazo volver a situaciones iniciales.
Anteroalimentacion
La retroalimentación supone que ante la llegada de una señal concreta el organismo genere
algún tipo de actuación que permita reaccionar a la existencia de variaciones.
Hemostasia Sanguínea.
Espasmo vascular
Las plaquetas o trombocitos son discos redondos minúsculos de un diámetro de 2-4 micras.
No tienen núcleo. Se forman en la médula ósea a partir de los megacariocitos, como
protuberancias sobre la superficie de los megacariocitos que luego se desprenden y pasan a
la sangre. En condiciones normales, la concentración de plaquetas es de 150-400000/mm3
de sangre. Duran unos 8-12 días y después son eliminadas de la circulación principalmente
por los macrófagos, sobre todo a nivel del bazo. Cuando las plaquetas entran en contacto
con una superficie vascular lesionada cambian sus características:
Secretan diversos factores que actúan sobre las plaquetas vecinas para activarlas y lograr
que se adhieran a las primeras plaquetas.
Entre las globulinas (un tipo de proteínas) del plasma existe el plasminógeno. Cuando se
forma un coágulo, gran cantidad de plasminógeno se incorpora al mismo junto con otras
proteínas plasmáticas. Tanto los tejidos lesionados como el endotelio vascular segregan
sustancias que pueden activar el plasminógeno y convertirlo en plasmina, lo que sucede un
par de días después de formado el coágulo. La plasmina es un enzima proteolítico que
digiere la fibrina y otros agentes de la coagulación y que, por tanto, disuelve los coágulos a
lo largo de varios días. Quizás una función importante de la plasmina sea suprimir coágulos
muy pequeños en los millones de vasos periféricos que acabarían por quedar obstruidos si
no hubiese algún sistema encargado de su limpieza.
DEFENSA E INMUNIDAD
El sistema inmunitario protege al organismo de sustancias posiblemente nocivas,
reconociendo y respondiendo a los antígenos. Los antígenos son sustancias (por lo general
proteínas) que se encuentran en la superficie de las células, los virus, los hongos o las
bacterias. Las sustancias inertes, como las toxinas, químicos, drogas y partículas extrañas
(como una astilla), también pueden ser antígenos. El sistema inmunitario reconoce y
destruye sustancias que contienen antígenos.
Las células corporales tienen proteínas que son antígenos. Éstos incluyen a un grupo
llamado antígenos HLA. Su sistema inmunitario aprende a ver estos antígenos como
normales y por lo general no reacciona contra ellos.
Inmunidad
El cuerpo humano tiene la capacidad de resistir a casi todos los tipos de microorganismos o
toxinas que tienden a dañar sus tejidos y órganos. Reconoce los materiales extraños que
penetran en su interior e intenta eliminarlos antes de que provoquen daño. Esta capacidad
de defensa se llama inmunidad. Para defenderse frente a las infecciones, los animales
disponen de dos estrategias básicas: utilizan barreras pasivas para impedir que los agentes
patógenos penetren en su organismo, y atacan activamente a los patógenos que han
conseguido entrar y alojarse en sus tejidos. Para eliminar a un microorganismo invasor, el
huésped debe ser capaz de distinguirlo de sus propias células, con el fin de no perjudicar a
sus propios tejidos, después debe neutralizarlo o destruirlo y, por último, debe eliminar los
restos de modo que no le perjudiquen.
Las barreras pasivas son la piel y las mucosas. La primera barrera que encuentran los
microorganismos es la piel. La epidermis estratificada y queratinizada forma una barrera
física eficaz frente a la entrada de microorganismos. Además, las secreciones de las
glándulas sudoríparas y sebáceas inhiben el crecimiento de bacterias en la superficie
cutánea. Cuando la piel se rompe por una abrasión o una quemadura, la infección puede
convertirse en un problema importante.
Las mucosas o membranas que tapizan una cavidad corporal que se abre directamente al
exterior y, por tanto, recubren interiormente los sistemas digestivo, respiratorio, urinario y
reproductor, son menos resistentes que la piel, pero constituyen también una barrera eficaz
frente a la invasión de microorganismos. La mucosa del tubo digestivo superior está
protegida por lisozima (enzima bactericida) y por anticuerpos del tipo inmunoglobulinas A
(IgA) secretados por las glándulas salivares, las secreciones ácidas de la mucosa del
estómago destruyen numerosas bacterias, la mucosa del intestino posee glándulas que
secretan una capa de moco que, además de lubrificar el paso de los alimentos, protege el
epitelio frente a las infecciones. Además, la luz intestinal contiene una población de
bacterias que no resulta patógena para el hombre y confiere al organismo una línea
adicional de defensa, ya que la flora bacteriana normal compite con los patógenos por los
nutrientes y, al mismo tiempo, secreta factores inhibidores para destruir a los invasores. A
nivel respiratorio, la barrera se debe a la presencia de pelos en la nariz y cilios en la mucosa
respiratoria, así como de macrófagos alveolares y a la existencia de una gruesa capa de
moco que atrapa numerosas bacterias y virus, impidiendo que se adhieran a las células
subyacentes y luego es eliminado por espectoración. A nivel de la vagina es protectora su
secreción natural, a nivel del tracto urinario se produce regularmente un líquido estéril con
capacidad limpiadora y a nivel de los ojos, su superficie externa está bañada por un líquido
procedente de las glándulas lagrimales que elimina los materiales extraños y contiene
lisozima. Otras secreciones naturales como el semen y la leche también contienen
anticuerpos y sustancias bactericidas.
Si los agentes patógenos han conseguido entrar en el organismo a pesar de las barreras
pasivas, el ataque activo a los mismos es realizado por los procesos inmunitarios del
organismo, que son llevados a cabo por el sistema inmune que es una red compleja de
órganos, células y proteínas circulantes.
Los principales órganos del sistema inmune son la médula ósea, el timo, el bazo, los
ganglios linfáticos y los tejidos linfoides asociados con las mucosas que revisten el
tubo digestivo y las vías respiratorias (tejido linfoide asociado a mucosas o MALT).
A todos estos órganos se les conoce colectivamente como órganos linfoides.
Podemos definir, pues, al tejido linfoide como un tejido disperso por el organismo
en forma de órganos, acúmulos o infiltrados y que está especializado en la
producción, la maduración y el almacenamiento de las células que actúan en la
inmunidad.
Las células del sistema inmune incluyen los leucocitos, los mastocitos y los
macrófagos
Las proteínas del sistema inmune son los anticuerpos, las citoquinas, el grupo de
proteínas que constituyen el sistema del complemento, los interferones y las
proteínas de fase aguda.
Ahora bien, antes de que el organismo pueda atacar a los invasores, necesita conocer la
diferencia entre sus propias células y las de los invasores. Se sabe que las células de los
mamíferos poseen marcadores de superficie y su sistema inmune puede reconocer estos
marcadores y, por tanto, distinguir las células propias de las de los invasores. Las proteínas
que identifican a las células propias del organismo constituyen el complejo principal de
histocompatibilidad (Major Histocompatibility Complex = MHC, siglas en inglés) (llamado
también, aunque no es correcto, sistema HLA). Hay 3 grupos de proteínas del MHC. Las
proteínas del grupo MHC-I son proteínas de membrana integrales, que se encuentran en
todas las células con núcleo del organismo y en las plaquetas (pero no en los hematíes). Las
proteínas del grupo MHC-II se encuentran en los linfocitos B, los macrófagos y los
monocitos, y las proteínas del grupo MHC-III incluyen el sistema del complemento que
interviene en la defensa del organismo.
Por su parte, cada microorganismo o toxina invasores contiene unas moléculas o parte de
moléculas, que son las que generan la respuesta inmune porque son reconocidas como
extrañas al organismo y son los llamados antígenos. Casi siempre son moléculas situadas en
la membrana de los invasores o de células infectadas o de células neoplásicas o de células
de un transplante no compatible.
Tipos de inmunidad:
(1) Inmunidad innata o inespecífica: debida al sistema inmune natural que se ocupa de
procesos generales de defensa que no son específicos para un determinado invasor.
(2) Inmunidad adquirida o especifica: debida al sistema inmune adaptativo que forma
anticuerpos y linfocitos activados que atacan y destruyen los organismos o toxinas dañinos,
de un modo específico. Teniendo en cuenta el diferente modo de actuar de los linfocitos T y
B en el proceso inmunitario específico, podemos decir que hay dos tipos de inmunidad
adquirida o específica:
Las 3 clases de proteínas del sistema inmune natural son: el sistema del complemento, los
interferones y las proteínas de fase aguda.
Las células inmunes inespecíficas son los fagocitos, los linfocitos natural killers, los
eosinófilos y los mastocitos.
Los fagocitos son los granulocitos neutrófilos y los macrófagos. La fagocitosis solamente
se desencadena cuando los receptores de la superficie celular del fagocito se unen a la
bacteria o partícula que va a ser fagocitada. Tanto neutrófilos como macrófagos poseen un
amplio repertorio de receptores de superficie. Por ejemplo, la partícula o bacteria, puede
estar cubierta por moléculas de un anticuerpo (a lo que se llama opsonización del agente
extraño, proceso por el que es reconocido), con la porción Fc hacia afuera. Los receptores
del fagocito reconocen y se unen a estas porciones Fc situadas en la superficie externa de la
partícula o bacteria invasora. A continuación, el fagocito emite pseudópodos alrededor de la
partícula. La expansión de los pseudópodos está guiada por el contacto entre la partícula y
la superficie del fagocito.
Los linfocitos natural killers (NK) no tienen las características ni de los linfocitos T ni de
los linfocitos B. A diferencia de éstos, no tienen el marcador CD3 en su superficie.
Reconocen células infectadas por virus o células neoplásicas probablemente por
marcadores modificados de la superficie de estas células enfermas. Los virus carecen de
capacidad para reproducirse por sí mismos, de modo que utilizan la maquinaria genética de
las células del organismo para hacer copias de sí mismos. Por esto es importante que las
células infectadas por un virus sean destruidas antes de que el virus tenga tiempo de
reproducirse, matar a la célula huésped e infectar a las células vecinas. Cuando un linfocito
NK ha reconocido un objetivo (una célula afectada), entonces se activa y se pega a la célula
enferma. Vacía en el interior de la célula enferma el contenido de sus gránulos con lo que la
célula enferma muere, impidiendo la replicación del virus.
Los granulocitos eosinófilos son fagocitos, es decir, que son capaces de ingerir partículas
extrañas sólidas, y parecen desempeñar un papel importante frente a infecciones por
helmintos. Como estos microorganismos son demasiado grandes para ser fagocitados por
una sola célula, los eosinófilos secretan unas proteínas que atacan la membrana externa de
los parásitos y los inactivan o los destruyen. La infección por parásitos determina una
sobreproducción mantenida de eosinófilos.
También pueden funcionar para localizar y anular el efecto destructivo de las reacciones
alérgicas, causado por la liberación de sustancias contenidas en los gránulos de los
mastocitos (como la histamina), mediante la producción de un factor que inhibe la
desgranulación de los mastocitos. Los eosinófilos son atraídos hasta los lugares de
inflamación por unas sustancias químicas liberadas por los mastocitos. De modo que la
exposición de individuos alérgicos a su alergeno provoca un aumento transitorio del
número de eosinófilos (eosinofilia).
Los mastocitos proceden de los granulocitos basófilos, una vez emigran desde la sangre a
los tejidos. Tanto los basófilos como los mastocitos tienen receptores de membrana
específicos para la inmunoglobulina E (IgE) que es producida por células plasmáticas como
respuesta a alergenos. El contacto con un alergeno resulta en una rápida secreción de los
gránulos de estas células, con lo que se libera histamina y otros mediadores vasoactivos y
se produce una reacción de hipersensibilidad que puede la causante de rinitis, algunas
formas de asma, urticaria y anafilaxia. Secretan también sustancias que atraen a los
eosinófilos a los lugares de inflamación
Las proteínas inmunes inespecíficas son el sistema del complemento, los interferones y las
proteínas de fase aguda.
Los interferones son unas proteínas de muchos tipos diferentes, que son producidas por las
células al ser infectadas por un virus, y secretadas después al líquido intersticial. Los
interferones, entonces, se unen a receptores de la superficie de las células vecinas que
responden reduciendo su tasa de traducción del RNA mensajero. La célula infectada queda,
así, rodeada por una capa de células que no pueden replicar el virus, de modo que se forma
una barrera que impide la diseminación de la infección. A continuación, los linfocitos NK
buscan y destruyen las células infectadas.
Las proteínas de fase aguda son un grupo de proteínas plasmáticas sintetizadas por el
hígado y cuya concentración aumenta durante una infección. Incluyen, entre otras, la
proteína C reactiva y la proteína de unión a la manosa. Ambas se unen a la superficie de los
microorganismos invasores, constituyendo el proceso llamado opsonización por el que
señalan a los invasores para que puedan ser reconocidos por los fagocitos. Hay que recordar
que, también, la fracción C3b del complemento y los anticuerpos opsonizan
microorganismos extraños. Los fagocitos, entonces, son capaces de reconocer los
microorganismos opsonizados y fagocitarlos. La opsonización es un medio de facilitar el
reconocimiento de los invasores por los fagocitos.
(2) la resistencia es específica para cada microorganismo. Se dice, pues, que la resistencia a
una infección es específica y tiene memoria.
Estas 2 características diferencian al sistema inmune adaptativo del sistema inmune natural.
Las células del sistema inmune adaptativo son los linfocitos.
Las proteínas del sistema inmune adaptativo son los anticuerpos y las citoquinas. Los
linfocitos son las células inmunes específicas. Hay 2 tipos de linfocitos, los linfocitos B y
los linfocitos T, que se forman en la médula ósea como células inmaduras. Después tienen
que madurar para hacerse inmunocompetentes. Los linfocitos B maduran y se vuelven
inmunocompetentes en la médula ósea. Los linfocitos T maduran y se vuelven
inmunocompetentes en el timo.
Los linfocitos son estimulados por antígenos extraños que se unen a sus receptores de
superficie. Cada uno de los linfocitos que tenemos responde solamente a un antígeno.
Cuando resultan estimulados, proliferan por mitosis hasta formar una población de
linfocitos iguales, con la misma especificidad (una clona o colonia de linfocitos activados).
Algunos linfocitos de la clona son los que realizan la función inmunológica específica y
otros linfocitos de la clona permanecen como linfocitos de memoria, que serán capaces de
responder con mucha más rapidez e intensidad a una situación similar en el futuro.
Los linfocitos circulan constantemente por los diferentes tejidos del organismo para buscar
invasores. Se adhieren a la pared de los capilares y luego se deslizan entre las células
endoteliales para alcanzar las células del tejido. De los tejidos pasan a los ganglios
linfáticos, en donde entran por los vasos linfáticos aferentes, atraviesan los ganglios
linfáticos, salen por los vasos linfáticos eferentes y regresan a la sangre por el conducto
torácico. En los ganglios linfáticos y tejido linfoide, existen clonas de linfocitos B y T
esperando a los antígenos que atraviesan esos tejidos.
Cuando se pone en contacto con un antígeno, el linfocito B específico para ese antígeno,
que tiene receptores en su membrana que reconocen ese antígeno y que se encuentra en el
tejido linfoide, se multiplica de inmediato y forma una clona de linfocitos B específicos
para ese antígeno. Una parte de estos linfocitos B específicos, se transformará en las células
plasmáticas, que elaborarán los anticuerpos específicos para ese antígeno a toda velocidad.
Igual que sucede con los linfocitos B, cuando un linfocito T del tejido linfoide, sea
citotóxico o colaborador, se expone a un antígeno específico, prolifera y da lugar a gran
número de células T activadas (clonas o colonias de linfocitos T específicos para ese
antígeno) tanto clonas de linfocitos T citotóxicos como clonas de linfocitos T
colaboradores. Una parte de cada clona forma un gran número de nuevos linfocitos T,
similares al linfocito T específico original, que también circularán por todo el cuerpo y se
depositarán en el tejido linfoide, pero conservando la memoria del antígeno que los activó,
son los linfocitos T de memoria que favorecerán una respuesta más rápida, en una segunda
exposición al mismo antígeno.
Otra parte de cada clona dará lugar a los linfocitos T que responden directamente a la
infección, o bien los linfocitos T colaboradores, si la clona está compuesta por este tipo de
linfocitos, o bien los linfocitos T citotóxicos, si la clona es de este tipo de linfocitos.
Los linfocitos T citotóxicos (CD8) son activados por células cuya estructura química se ha
alterado, como puede ser una célula neoplásica o una célula infectada, por un virus o por
una bacteria intracelular (bacilo tuberculoso) o una célula transplantada no compatible.
Cuando las células son infectadas, dentro de su citoplasma se producen péptidos extraños.
Estos péptidos forman complejos con proteínas MHC-I y se insertan en la membrana
plasmática de la célula enferma y pueden ser reconocidos por los linfocitos T citotóxicos
específicos. El complejo MHCI expone el péptido extraño al linfocito T citotóxico, es decir,
señala a la célula patológica, para que el linfocito T pueda destruirla. Los linfocitos T
citotóxicos utilizan unas proteínas llamadas perforinas, con las que abren agujeros en las
membranas de las células que atacan, de modo que éstas mueren.
Debido a que los linfocitos T-CD4 estimulan a los linfocitos T citotóxicos, los linfocitos B,
y los macrófagos de todo el organismo, se les puede considerar como los principales
reguladores de las funciones inmunes. Así que una alteración de los linfocitos T-CD4,
como sucede en el SIDA, comporta una alteración global de la inmunidad.
Los trastornos del sistema inmunitario ocurren cuando la respuesta inmunitaria está dirigida
contra el tejido extraño, excesiva o no se presenta. Las alergias involucran una respuesta
inmunitaria a una sustancia que el cuerpo de la mayoría de las personas percibe como
inofensiva.
Inmunización
Las complicaciones a raíz de la alteración de las respuestas inmunitarias son, entre otras:
• Alergia o hipersensibilidad
• Anafilaxia, una reacción alérgica que amenaza la vida
• Trastornos autoinmunitarios
• Enfermedad injerta contra huésped, una complicación del trasplante de médula
ósea
• Trastornos por inmunodeficiencia
• Enfermedad del suero
• Rechazo al trasplante
Todos los anticuerpos son proteínas de la clase globulinas que reciben el nombre de
inmunoglobulinas (Ig) y son producidos por las células plasmáticas. Cada molécula de
anticuerpo está formada por cadenas de aminoácidos, dos cadenas largas o pesadas,
idénticas entre sí, y dos cadenas cortas o ligeras, también idénticas entre sí. Las cadenas
pesadas y ligeras están unidas de tal modo que la molécula de anticuerpo tiene forma de Y.
Las zonas de la molécula de anticuerpo que se unen al antígeno están formadas por parte de
una cadena pesada y parte de una cadena ligera, situadas en los extremos de cada una de las
patas de la Y, de modo que cada molécula de anticuerpo posee dos sitios idénticos para
unirse al antígeno, que constituyen la parte variable de la molécula (porque es diferente y
única para cada anticuerpo) y es la que le da especificidad al anticuerpo.
Las IgG o gammaglobulinas son las más numerosas y constituyen el 75% de los
anticuerpos de una persona normal.
La IgD actúa como receptor de superficie en los linfocitos B, junto con la IgM.
La IgM actúa como receptor de superficie en los linfocitos B, junto con la IgD. Los
linfocitos B tienen estos receptores inmunoglobulinas en su membrana, con la parte
variable hacia fuera, para poder reconocer el antígeno. También, la IgM es el primer
anticuerpo que se produce durante el desarrollo y durante la respuesta inmune primaria y
activa el sistema del complemento.
La IgE se une a los receptores Fc que están en los mastocitos y en los basófilos, con lo que
facilitan la respuesta inflamatoria frente a un antígeno.
Los anticuerpos se unen a los antígenos específicos mientras están circulando por los
líquidos o los tejidos corporales. Los anticuerpos tienen lugares de combinación específicos
para los antígenos. Las moléculas de los antígenos tienen pequeñas regiones en sus
superficies que están diseñadas para coincidir en los lugares de combinación de una
molécula de anticuerpo, como una llave en su cerradura. Cuando el anticuerpo se une al
antígeno, forma un complejo antígeno-anticuerpo (complejo Ag-Ac). Este complejo puede
actuar de diversas maneras para inutilizar el antígeno o la célula en la que se encuentra el
antígeno:
Si los antígenos pertenecen a una membrana de una célula extraña, cuando los
anticuerpos se combinan con ellos, los complejos Ag-Ac resultantes pueden aglutinar
(agrupar) a las células enemigas. Entonces los macrófagos las destruyen ya que pueden
fagocitan grupos de células aglutinadas.
Ciertas partes del anticuerpo (la parte Fc) sirven de señal (opsonización) para que los
fagocitos reconozcan y se unan a los invasores y los fagociten.
Cuando los virus están cubiertos por anticuerpos, no pueden invadir las células del
organismo con lo que se impide que proliferen.
VOLEMIA
La volemia puede definirse como el volumen total de sangre de un individuo, es decir la
proporción de agua respecto a la cantidad de metabolitos y células. La sangre humana
normal se halla constituido básicamente por una porción líquida llamada plasma que
representa el 55% del total y otra porción celular constituida por glóbulos rojos (eritrocitos)
que forman el 45% y en menor medida por plaquetas y glóbulos blancos (leucocitos) que
representan el 1% y el 0,5% respectivamente. Estos porcentajes pueden variar de una
persona a otra según la edad, el sexo y otros factores.
Supone un 8% del peso corporal siendo en los varones la cantidad de 5 a 6 litros y en las
mujeres de 4 a 5. El nivel de volemia depende además de la grasa corporal. Más grasa =
menos sangre
COMPOSICIÓN DE LA SANGRE
La sangre consta de una parte líquida, el plasma sanguíneo, en el que se encuentran
elementos formes (las células sanguíneas) en suspensión. La sangre es de color rojo debido
a la presencia de hemoglobina en los hematíes. Su viscosidad y su densidad están
relacionadas con la cantidad de hematíes y su presión osmótica, sobre todo, con su
contenido en proteínas. Su pH se encuentra entre 7.35- 7.45. El volumen de sangre
circulante o volemia es la cantidad total de sangre que tiene un individuo y representa
aproximadamente el 8% del peso corporal (5.5 L en un hombre de 70 Kg y 250 ml en un
recién nacido que pese 3.2 Kg). Del volumen sanguíneo total, alrededor de 1 litro se
encuentra en los pulmones, 3 litros en la circulación venosa sistémica y el litro restante se
reparte entre el corazón, las arterias sistémicas, las arteriolas y los capilares. El plasma
sanguíneo es un líquido amarillento claro constituido por un 95% de agua y el 5% restante
por diversas sustancias en solución y suspensión. Estas sustancias incluyen: iones minerales
(sodio, potasio, calcio, cloro …), pequeñas moléculas orgánicas (aminoácidos, ácidos
grasos y glucosa) y proteínas plasmáticas (albúminas, fibrinógeno…). En condiciones
normales, las proteínas del plasma constituyen el 7-9% del plasma (6-8 g/100 ml),
destacando tres grandes grupos de proteínas: albúminas, globulinas y factores de la
coagulación como el fibrinógeno y la protrombina. Las albúminas son las más pequeñas y
abundantes y representan el 60% de las proteínas del plasma. Las sintetiza el hígado y
actúan como transportadoras de lípidos y hormonas esteroides en la sangre, siendo
responsables de la mayor parte de la presión osmótica (presión oncótica) que regula el paso
de agua y solutos a través de los capilares.
Las globulinas representan el 40% de las proteínas del plasma. Se dividen en - globulinas,
-globulinas y -globulinas. Las y -globulinas se sintetizan en el hígado y transportan
lípidos y vitaminas liposolubles en la sangre. Las -globulinas (gammaglobulinas) son
anticuerpos producidos por las células plasmáticas y resultan fundamentales en la defensa
del organismo frente a las infecciones. El fibrinógeno es un importante factor de la
coagulación. Es sintetizado por el hígado y representa el 2-4% de las proteínas del plasma.
Normalmente, la composición del plasma se mantiene siempre dentro de unos límites
seguros desde un punto de vista biológico, gracias a diversos mecanismos homeostáticos
(homeostasia = equilibrio). Distinguimos entre plasma y suero:
HEMATOPOYESIS
La hematopoyesis es el proceso biológico que da lugar a la formación de las células
sanguíneas: hematíes, leucocitos y plaquetas. Estas células tienen una vida media
relativamente corta, por lo que, para mantener sus niveles estables a lo largo de toda la
vida, es necesario una renovación permanente y ajustada a la demanda de las necesidades
periféricas. La vida media de los hematíes es de unos 120 días, la de las plaquetas, de 8 a 10
días, y la de los leucocitos varía según su tipo. Así, los granulocitos, tras unas 8 o 10 horas
en el torrente circulatorio, migran a los tejidos donde sobreviven durante 1 o 2 días,
mientras que los linfocitos viven durante varios años. La producción diaria de hematíes y
plaquetas se aproxima a los 2.500 millones por kilo, y la de leucocitos, a 1.000 millones/kg.
La hematopoyesis en el ser humano tiene diferentes localizaciones anatómicas a lo largo
del desarrollo embrionario. La producción de células sanguíneas comienza en el saco
vitelino durante las primeras semanas de gestación, con agregados de células madre
formando islotes sanguíneos. Se piensa que estos agregados primigenios son también
precursores de las células endoteliales. Entre el segundo y el séptimo mes, el hígado y en
menor grado el bazo, los ganglios linfáticos y el timo, son los lugares más importantes de
producción; a partir del séptimo mes, la médula ósea (MO), que es el tejido que se
encuentra entre las trabéculas óseas, se convierte en el órgano hematopoyético principal
hasta el nacimiento; desde entonces es el único foco de hematopoyesis en condiciones
normales. Esto indica que las células madre son capaces de emigrar. En el recién nacido, el
tejido hematopoyético activo (MO roja) rellena las cavidades de todos los huesos. Entre los
5 y los 20 años, los huesos largos van perdiendo lentamente su capacidad de producir
células hemáticas y, a partir de los 20 años, el tejido hematopoyético se reduce a las
vértebras, al esternón, a las costillas y a la pelvis. El hígado y el bazo mantienen una
capacidad residual para la producción de células sanguíneas y, solo en circunstancias
patológicas, reasumirán sus funciones hematopoyéticas ocasionando la denominada
hematopoyesis extramedular. La MO proporciona un microambiente óptimo para el
anidamiento, la proliferación y la diferenciación de las células madre hematopoyéticas. El
microambiente hematopoyético está constituido por un conjunto de células (endoteliales,
reticulares adventiciales, macrófagos, linfocitos, adipocitos, osteoblastos), factores solubles
(factores de crecimiento, citocinas, interleucinas, quimiocinas) y proteínas de la matriz
extracelular (fibronectina, colágeno, laminina, etc.), esenciales para el desarrollo normal de
las células madre y la regulación de sus funciones. La comunicación intercelular y con la
matriz extracelular se realiza mediante moléculas adhesivas y sus ligandos, así como por
factores solubles. El tejido hematopoyético, por medio de receptores de anclaje o moléculas
de adhesión: VLA-4 (del inglés very late antigen 4), VCAM-1 (vascular cell adhesion
molecule 1), ICAM-1 (intercellular adhesion molecule 1), ICAM-3 (intercellular adhesion
molecule 3), PECAM-1 (platelet endothelial cell adhesion molecule 1), etc., se sitúa en
nichos específicos formados por las células del estroma, entre las sinusoides medulares. En
un momento crítico de la secuencia madurativa, se produce el paso de las células
hematopoyéticas diferenciadas desde los cordones medulares a la sangre periférica (SP) a
través de la pared sinusoidal, que está constituida por el endotelio, la membrana basal y la
capa adventicia. Las células sanguíneas, a su paso de salida, deben producir aperturas en las
endoteliales, lo que supone una barrera selectiva de primer orden; además, la capa
adventicia modula la intensidad del paso de las células medulares a la circulación. En
determinados procesos patológicos (infiltración neoplásica, fibrosis) se altera la estructura
de la pared sinusoidal, lo que facilita el paso de células inmaduras a la SP.
Eritropoyesis
Hay, además, dos vitaminas necesarias para la maduración de los hematíes desde la fase de
proeritroblastos. Son la vitamina B12 o cianocobalamina y el ácido fólico, que son
necesarias para la formación del DNA. Si faltan se produce una anemia de hematíes
grandes o megaloblastos que tienen una membrana débil y frágil con lo que se rompen con
facilidad, siendo su período de vida menos de la mitad de lo normal. Por tanto, el déficit de
vitamina B12 o de ácido fólico causa una anemia por un fallo en la maduración de los
eritrocitos.
MEDULA ÓSEA
La médula ósea es un tipo de tejido que se encuentra en el interior de los huesos. Puede ser
de dos clases: roja y amarilla. En la médula ósea roja se fabrican las células de la sangre.
Este proceso de fabricación se denomina hematopoyesis o hemopoyesis. La médula
amarilla se compone de grasa y no participa en la formación de la sangre. Durante la niñez,
la mayor parte de la médula es roja, pero con el paso de los años, se convierte en amarilla,
aunque puede volverse a convertir en médula roja si fuese necesario. La médula ósea roja,
en los adultos, está ubicada en las costillas, el esternón, la columna vertebral, el cráneo, la
escápula y la pelvis. La médula ósea roja (en adelante, médula ósea) contiene las células
madre (o hemoblastos) que originan los tres tipos de células sanguíneas:
o Las plaquetas: evitan la hemorragia formando un coágulo cuando existe una herida.
La médula ósea mantiene el número normal de los tres tipos de células sanguíneas,
sustituyendo a las antiguas, que sufren muerte natural. Además, si necesitara aumentar el
número de ellas, por cualquier motivo, la médula formaría con rapidez nuevas células. Por
ejemplo, cuando hay una infección, la médula estimula la formación de leucocitos para
combatirla y su número aumentará con rapidez.
Los glóbulos rojos son discos bicóncavos (como una esfera hueca) compuestos de
hemoglobina, una sustancia rica en hierro. Su función es transportar el oxígeno (al unirse el
oxígeno a la hemoglobina) desde los pulmones a todas partes del cuerpo, ya que por su
tamaño, forma y flexibilidad se pueden introducir entre pequeños espacios.
Los glóbulos rojos derivan de las células madre de la médula ósea y son, en origen, células
con núcleo cuya maduración en la médula se lleva a cabo con la síntesis de la hemoglobina
y la pérdida de función del núcleo, que finalmente es expulsado. En este momento, esa
célula nueva se llama reticulocito, que se transforma en glóbulo rojo o hematíe cuando
pierde material y se hace más pequeño. El glóbulo rojo ya maduro pasa al torrente
sanguíneo.
Los glóbulos rojos o hematíes tienen una vida media de unos 120 días y una vez llegados a
su fin se eliminan por el hígado y el bazo. Para que se formen, la médula ósea necesita
hierro, vitamina B-12, ácido fólico, vitamina B-6, entre otros elementos. Es muy importante
incluir en la dieta alimentos que nos aporten estos nutrientes.
Estos son los parámetros normales más significativos que se relacionan con los glóbulos
rojos:
Cuando hay una pérdida de sangre o existe una disminución de la producción de glóbulos
rojos en la médula, como ocurre por ejemplo con ciertas enfermedades y durante la
quimioterapia, estos valores descienden, hecho que conocemos como anemia. Si su
descenso es leve, la persona puede notar una cierta fatiga, pero si el descenso es más
pronunciado puede sentir cansancio, mareo e incluso dificultad para respirar. En este caso,
es necesario descansar. Para recuperar la anemia es muy importante mantener una
alimentación rica y suficiente y tomar alimentos que contengan hierro. Además, el médico
recetará, si es necesario, un suplemento de hierro, inyecciones de eritropoyetina e incluso
una transfusión sanguínea en caso necesario.
Granulocitos
Se llaman así porque poseen gránulos en su citoplasma. Constituyen aproximadamente el
60% del total de leucocitos. Hay tres tipos:
o Los neutrófilos son los leucocitos más numerosos (lo normal es un recuento entre
3000 y 7000/mm3) y son los primeros en acudir a una infección. Su función
consiste en localizar y neutralizar a las bacterias, de tal forma que cuando las
encuentran en un tejido se rompen y liberan sustancias que hacen que aumente la
circulación de sangre en la zona y atraen a más neutrófilos, lo que provoca que la
zona esté enrojecida y caliente.
o Los eosinófilos son los encargados de responder a las reacciones alérgicas. Lo que
hacen es inactivar las sustancias extrañas al cuerpo para que no causen daño, y
también poseen gránulos tóxicos que matan a las células invasoras y limpian el área
de inflamación
El médico puede recetar algún antibiótico para prevenir infecciones y unas inyecciones
que estimulan la formación de leucocitos en la médula ósea.
Las plaquetas
Las plaquetas (o trombocitos) son las células que previenen la hemorragia con la
formación de coágulos. Se producen en la médula ósea a partir de una célula llamada
megacariocito que proviene de las células madre. Las cifras normales de plaquetas en
sangre son de 150.000 a 450.000/mm3 en sangre. La trombopoyetina es una hormona que
estimula a la médula para la formación de plaquetas.
Las plaquetas se acumulan en las heridas, provocando una contracción del vaso sanguíneo
y, tras una serie de reacciones químicas y junto con los factores de coagulación que
intervienen, se unen entre sí y forman un coágulo de fibrina que detiene definitivamente
la hemorragia. Las plaquetas viven unos diez días en la sangre.
Con la quimioterapia, las plaquetas también van a sufrir un descenso (se llama
trombocitopenia si descienden por debajo de lo normal) y puede haber mayor riesgo de
hemorragia, por lo que habrá que tomar unas precauciones:
o Si existe un hematoma, mantener una presión suave por encima para que no
aumente y vigilar que no vayan a aparecer más.
o Usar un cepillo de cerdas suaves para el cepillado de dientes y tener cuidado para
no dañar las encías.
o Vigilar que no haya sangre en la orina y en las heces (Hay que evitar el
estreñimiento y ponerse enemas o tomar laxantes que produzcan irritación y riesgo
de sangrado e infección).
Si el ADN de las células madre contiene errores, la producción de células sanguíneas deja
de ser normal. Esto sucede normalmente en los Síndromes Mielodisplásicos (en adelante
SMD): hay errores en el ADN de las células madre y en vez de producir células
sanguíneas normales, el organismo produce células defectuosas, incapaces de cumplir sus
funciones correspondientes, es decir, transporte de oxígeno, defensa contra
microorganismos o producción de coágulos sanguíneos.
Algunas de las células sanguíneas “imperfectas” también mueren antes, de modo que el
organismo no sólo tiene un problema con la producción sino con la supervivencia de
estas.
Conclusión
Referencias
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