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TEMA N° 11: SISTEMA LINFÁTICO

E INMUNITARIO

Definición del sistema linfático

El sistema linfático es la estructura anatómica que transporta la linfa. Guarda algunas similitudes
con el aparato circulatorio, pero el líquido que se
transporta no es sangre, sino linfa. No es un
sistema cerrado, se inicia en los tejidos corporales,
continúa por los vasos linfáticos que aumentan de
tamaño progresivamente hasta converger en
el conducto torácico o en el conducto linfático
derecho, ambos desembocan en el sistema
venoso en el punto de unión entre la vena
subclavia y la vena yugular interna, cada uno en un
lado. El sistema linfático constituye la segunda red
de transporte de líquidos corporales, algunos
autores lo consideran como una parte del aparato
circulatorio. La linfa es un líquido de aspecto
transparente y color blanquecino que recorre los
vasos linfáticos y generalmente carece
de pigmentos, se produce a partir del exceso de
líquido que sale de los capilares sanguíneos
al espacio intersticial y es recogido y transportado
por los capilares linfáticos que drenan a vasos
linfáticos más gruesos.

Estructura y función
Es un sistema de vasos paralelo a la circulación sanguínea, que se origina en espacios tisulares
del cuerpo en los llamados capilares linfáticos.

Su función es la de actuar como sistema accesorio para que el flujo de líquidos de espacios
tisulares vuelva a ser reabsorbido y pase a la circulación sanguínea; también es el encargado de
eliminar las toxinas y la conservación de concentraciones proteínicas básicas en el líquido
intersticial. A este sistema se le denomina sistema linfático.

El sistema linfático representa una vía accesoria por la cual los líquidos de los espacios
intersticiales pueden retornar a la sangre.

Las principales funciones del sistema linfático son:

 Drenaje del líquido intersticial : El sistema linfático capta el exceso de líquido intersticial
que se encuentra entre las células y lo devuelve a la sangre.

 Transporte de grasas: La mayor parte de las grasas que se absorben en el intestino


procedentes de los alimentos son transportadas por el sistema linfático hacia la sangre.
Las células que forman la pared intestinal (enterocitos) absorben las grasas procedentes
de los alimentos y sintetizan unas partículas complejas llamadas quilomicrones,
constituidas fundamentalmente por triglicéridos. Los quilomicrones son liberados al espacio
intercelular, donde entran en los vasos linfáticos que los transportan hasta el sistema
venoso a través del conducto torácico.

 Respuesta inmunitaria: Los linfocitos T, los linfocitos B y los macrófagos presentes en los
ganglios linfáticos y otros órganos linfoides reconocen y eliminan sustancias extrañas y
microorganismos patógenos potenciales.

Linfa

La linfa procede del líquido intersticial o intercelular, es decir del líquido que se encuentra en los
tejidos en los pequeños espacios situados entre las células. En el ser humano, se calcula que se
producen entre 2 y 3 litros al día, la mayor parte se vierte al sistema venoso a través del conducto
torácico. La concentración de proteínas del líquido intersticial en la mayor parte de los tejidos es de
alrededor de 2 g/dL, muy similar a la de la linfa. Sin embargo la linfa que parte de la pared del
intestino y el hígado tiene una concentración de proteínas más alta que puede alcanzar los 6 g/dL.
El sistema linfático absorbe también gran cantidad de grasa procedente de la digestión de los
alimentos, de tal forma que tras una comida copiosa la linfa puede contener hasta un 2 % de grasa.
Debido a que las bacterias y microorganismos pueden aprovechar los conductos linfáticos para
invadir el organismo, se interponen en su recorrido los ganglios linfáticos que contienen gran
cantidad de células defensivas denominadas linfocitos, las cuales destruyen los microorganismos
invasores. 4 La circulación linfática es posible porque el sistema de conductos está dotado de
pequeñas válvulas que impiden el retroceso del fluido, por otra parte los vasos más grandes cuenta
con una capa de músculo liso que al contraerse propulsa el contenido en la dirección correcta
hacia la desembocadura en el sistema venoso.
Capilares linfáticos

Los capilares linfáticos tienen forma de dedos de guante y están en contacto con las células. Sus
paredes son permeables para permitir el paso de las macromoléculas que no serían reabsorbidas
por el capilar venoso; a través de ellos, la linfa entra en el sistema linfático y no poseen válvulas.
Por término medio, alrededor de una décima parte del líquido entra en los capilares linfáticos, en
lugar de volver a la sangre a través de los capilares venosos.

Vasos linfaticos

Los vasos linfáticos forman una suerte de hilos de una red cuyos nudos son los ganglios linfáticos.
Por su interior circula la linfa, producto de la actividad del sistema linfático.

La circulación de la linfa, que es muy lenta si la comparamos con la sanguínea, es unidireccional y


acíclica, es decir, recoge los detritus celulares (son residuos, generalmente sólidos, que provienen
de la descomposición de fuentes orgánicas y minerales) y las grandes moléculas 'sueltas' del
espacio intercelular por todo el organismo y las vierte en la circulación venosa a través del llamado
'conducto torácico' en el lado izquierdo del cuerpo y en el conducto linfático derecho en la parte
superior del cuerpo.

Conforme la linfa entra en un ganglio linfático es


escrutada por los glóbulos blancos que destruyen los
microorganismos extraños (si los hubiera) y
contribuyen a la formación de anticuerpos (si
estuvieran presentes los antígenos correspondientes).

Ganglios linfáticos

Los ganglios linfáticos son más numerosos en las


partes menos periféricas del organismo. Su presencia
se pone de manifiesto fácilmente en partes accesibles
al examen físico directo en zonas como axilas, ingle, cuello, cara, huecos supraclaviculares y
huecos popliteos (en la cara posterior de la rodilla). Los vasos y ganglios linfáticos se disponen
muchas veces rodeando a los grandes troncos arteriales y venosos (arteria aorta, vena cava, vasos
ilíacos, subclavios, axilares, etc).

Tejidos y órganos linfoides


Los tejidos linfoides del sistema linfático son el bazo, el timo, los ganglios linfáticos y médula ósea.
El bazo tiene la función del filtrar la sangre y limpiarla de formas celulares alteradas y, junto con el
timo y la médula ósea, cumplen la función de madurar a los linfocitos, que son un tipo de leucocito.
Cuando la presión sanguínea aumenta dentro de los vasos capilares, el plasma sanguíneo tiende a
difundirse a través de las paredes de los capilares, debido a la gran presión que se ejerce sobre
estas paredes. Durante este proceso se pierde gran cantidad de nutrientes y biomoléculas que son
transportados por medio de la sangre, creando con esto una descompensación en la homeostasis;
es en este instante en donde toma una importancia radical el sistema linfático, ya que se encarga
de recolectar todo el plasma perdido durante la presión sanguínea y hacer que retorne a los vasos
sanguíneos manteniendo, de esta forma, la homeostasis corporal.

Órganos linfoides primarios

En los órganos linfoides primarios es donde maduran los linfocitos y son el timo y la médula ósea.

El timo es una glándula formada por dos lóbulos y situada detrás del esternón. Su función es la
maduración de los linfocitos T.

La médula ósea es el tejido donde se fabrican las células de la sangre, glóbulos rojos, glóbulos
blancos y plaquetas. Se encuentra en el interior de los huesos y es donde maduran los linfocitos B.

Órganos linfoides secundarios

En los órganos linfoides secundarios es donde se presentan las sustancias extrañas o antígenos y
se inicia la respuesta inmune específica. Son los ganglios linfáticos, el bazo y el MALT.

Los ganglios linfáticos producen glóbulos blancos ante la presencia de un antígeno.

El bazo esta situado en el lado izquierdo de la cavidad abdominal y formado por la pulpa blanca,
correspondiente al tejido linfoide y la pulpa roja, a los vasos sanguíneos. Su función inmunológica
consiste en la producción de anticuerpos y la destrucción de bacterias.
El MALT que es el tejido linfoide asociado a mucosas, se encuentra en el tracto gastrointestinal,
respiratorio y genitourinario.

Definición del sistema inmunitario

El sistema inmunitario es el conjunto de elementos y procesos biológicos en el interior de


un organismo que le permite mantener la homeostasis o equilibrio interno frente a agresiones
externas, ya sean de naturaleza biológica (agentes patógenos) o físico-químicas (como
contaminantes o radiaciones), e internas (por ejemplo, células cancerosas). Reconoce lo dañino y
reacciona frente a ello (ya sea una agresión externa o interna).
El sistema inmunitario lo componen moléculas solubles en diferentes fluidos (sangre y linfa, entre
otros) y células localizadas en diferentes tejidos y órganos, principalmente: médula
ósea, timo, bazo, ganglios linfáticos y MALT o tejido linfoide asociado a las mucosas. En la médula
ósea se generan distintos tipos de leucocitos o glóbulos blancos que son células especializadas en
la función inmune: neutrófilos, linfocitos, eosinófilos, basófilos, mastocitos, monocitos, células
dendríticas y macrófagos; todas ellas se movilizan a través de la sangre y el sistema linfático hacia
los distintos órganos
Respuesta inmunitaria

El sistema inmunitario protege los organismos de las infecciones con varias líneas de defensa de
especificidad creciente. La primera línea de defensa la constituyen las barreras físicas, químicas y
biológicas que son la piel y todas las superficies mucosas del organismo (tracto
gastrointestinal, respiratorio, genitourinario, así como la conjuntiva ocular), que evitan que
patógenos como bacterias y virus entren en el organismo.

Si un patógeno penetra estas barreras, la inmunidad innata ofrece una respuesta inmediata, pero
no específica. Los elementos innatos de respuesta existen en todas las plantas y animales. Sin
embargo, si los agentes patógenos evaden la respuesta innata, los vertebrados poseen un tercer
nivel de defensa, que es la respuesta inmunitaria adquirida. Aquí el sistema inmunitario adapta su
respuesta durante la infección para mejorar el reconocimiento del agente patógeno. La información
sobre esta respuesta mejorada se conserva aun después de que el agente patógeno sea
eliminado, bajo la forma de memoria inmunitaria, y permite que el sistema inmunitario adaptativo
desencadene ataques más rápidos y más fuertes si en el futuro el sistema inmunitario detecta este
tipo de patógeno.

Barreras superficiales, químicas y biológicas


Varias barreras protegen a los organismos de las infecciones, incluyendo barreras mecánicas,
químicas y biológicas. Las cutículas ceruminosas de muchas hojas, el exoesqueleto de
los insectos, las cáscaras y membranas de los huevos puestos en el exterior, y la piel son ejemplos
de las barreras mecánicas que forman la primera línea defensiva contra las infecciones. Sin
embargo, como los organismos no pueden aislarse completamente de su medio, otros sistemas
participan en la protección de las aberturas corporales, como los pulmones, intestinos y el aparato
genitourinario. Los pulmones, la tos y los estornudos expulsan mecánicamente los patógenos y
otros irritantes de las vías respiratorias. La acción limpiadora de las lágrimas y la orina también
expulsa patógenos mecánicamente, mientras que las mucosidades secretadas por los aparatos
respiratorio y gastrointestinal sirven para atrapar y enganchar a los microorganismos.
Las barreras químicas también protegen contra infecciones. La piel y el tracto respiratorio secretan
péptidos antimicrobianos tales como las defensinas-β. Enzimas tales como la lisozima y
la fosfolipasa A en la saliva, las lágrimas y la leche materna también son agentes antibacterianos.
Las secreciones de la vagina sirven como barreras químicas en la menarquia, cuando se vuelven
ligeramente ácidas, mientras que el semen contiene defensinas y zinc para matar patógenos. En
el estómago, el ácido gástrico y las peptidasas actúan como poderosas defensas químicas frente a
patógenos ingeridos.
Dentro de los tractos genitourinario y gastrointestinal, la microbiota comensal sirve como barrera
biológica porque compite con las bacterias patógenas por alimento y espacio, y en algunos casos
modificando las condiciones del medio, como el pH o el contenido de hierro disponible.

Barreras humorales

Fiebre
La fiebre, definida como una elevación de la temperatura corporal superior a los 37,7 °C, es, en
realidad, una respuesta de protección ante la infección y la lesión, considerada como una
estimulación del sistema inmunitario del organismo. La fiebre es provocada por un tipo
de monocitos conocidos como pirógenos —siendo sustancias naturales que producen la fiebre—,
obligando al cuerpo a que produzca los suyos propios como un modo de defensa ante cualquier
infección posible. Sin embargo, las infecciones no son la única causa de la fiebre, a menudo,
puede no ser una respuesta inmunológica.
Inflamación
La inflamación es una de las primeras respuestas del sistema inmunitario a una infección. Los
síntomas de la inflamación son el enrojecimiento, hinchazón y calor. El enrojecimiento es causado
por el incremento del flujo de sangre en el tejido afectado, la hinchazón se debe a la acumulación
de células del sistema inmune, las cuales a su vez liberan diferentes sustancias para atacar al
patógeno y para continuar reclutando otros leucocitos. Y el calor se genera por el proceso
metabólico de las células que están en acción.
La inflamación es producida por eicosanoides y citocinas, que son liberadas por células heridas o
infectadas. Los eicosanoides incluyen prostaglandinas que producen fiebre y dilatación de los
vasos sanguíneos asociados con la inflamación, y leucotrienos que atraen ciertos leucocitos. Las
citocinas incluyen interleucinas que son responsables de la comunicación entre los leucocitos;
quimiocinas que promueven la quimiotaxis; y los interferones que tienen efectos anti-virales como
la supresión de la síntesis de proteínas en la célula huésped. También pueden liberarse factores
de crecimiento y factores citotóxicos. Estas citocinas y otros agentes químicos atraen células
inmunitarias al lugar de la infección y promueven la curación del tejido dañado mediante la
remoción de los patógenos.
Sistema del complemento
El sistema del complemento es una cascada bioquímica que ataca las superficies de las células
extrañas. Contiene más de 20 proteínas diferentes y recibe ese nombre por su capacidad para
complementar la destrucción de patógenos iniciada por los anticuerpos. El sistema del
complemento es el mayor componente humoral de la respuesta inmunitario innata. Muchas
especies tienen sistemas de complemento, no solo se presenta en los mamíferos, sino que
las plantas, peces y algunos invertebrados también lo poseen.
En los seres humanos, esta respuesta es activada por la unión de proteínas del complemento
a carbohidratos de las superficies de los microorganismos o por la unión del complemento a
anticuerpos que a su vez se han unido a los microorganismos. Esta señal de reconocimiento
produce una respuesta rápida de destrucción. La velocidad de la respuesta es el resultado de la
amplificación de la señal que ocurre tras la activación proteolítica secuencial de las moléculas del
complemento, que también son proteasas. Tras la unión inicial de proteínas del complemento al
microbio, aquellas activan su capacidad proteásica, que a su vez activa a otras proteasas del
complemento y así sucesivamente. Esto produce una cascada catalítica que amplifica la señal
inicial por medio de una retroalimentación positiva controlada. La cascada origina la producción
de péptidos que atraen células inmunitarias, aumentan la permeabilidad vascular y opsonizan
(recubren) la superficie del patógeno, marcándolo para su destrucción. Esta deposición del
complemento puede también matar células directamente al bloquear su membrana plasmática.
Anticuerpos
Los efectos protectores de la inmunidad humoral están mediados por una familia de glucoproteínas
estructuralmente relacionadas llamadas anticuerpos. Los anticuerpos siempre inician sus efectos
biológicos al unirse a los antígenos. Estas moléculas son producidas por los linfocitos B y actúan
como receptores para el antígeno. La interacción del antígeno con los anticuerpos de membrana
de las células B constituye la fase de reconocimiento de la inmunidad humoral. Los anticuerpos
también se producen en una forma secretada por la progenie de células B que se diferencia en
respuesta a la estimulación antigénica. Estos anticuerpos secretados se unen al antígeno y
desencadenan varias de las funciones efectoras del sistema inmunitario. Aunque los anticuerpos
se aislaron inicialmente a partir de la porción líquida de la sangre, se pueden encontrar en
diferentes localizaciones anatómicas:
- Los anticuerpos están presentes dentro de compartimentos unidos a la membrana citoplasmática
(retículo endoplásmico y complejo de Golgi) y sobre la superficie de los linfocitos B.
- Los anticuerpos están presentes en el plasma (porción líquida) de la sangre y, en menor
proporción, en el líquido intersticial de los tejidos donde se acumulan los anticuerpos secretados
por las células B.
- Los anticuerpos están unidos a la superficie de determinadas células inmunitarias efectoras,
como los fagocitos mononucleares, células citotóxicas naturales y mastocitos, que no sintetizan
anticuerpos, pero poseen receptores específicos para unir anticuerpos.
- Los anticuerpos están presentes en los fluidos secretados como el moco y la leche, en los cuales
se trasnportan específicamente ciertos tipos de anticuerpos.
Las glucoproteínas plasmáticas o séricas tradicionalmente se separan por sus características de
solubilidad en albúminas y globulinas, y pueden separarse más por migración en un campo
eléctrico, proceso denominado electroforesis. Elvin Kabat y colaboradores demostraron que la
mayor parte de los anticuerpos se encuentran en el tercer grupo de las globulinas de migración
más rápida, llamado gammaglobulinas por la tercera letra del alfabeto griego. Otro nombre común
para los anticuerpos es inmunoglobulina (Ig), que hace mención a la parte de la fracción de las
gammaglobulinas que confiere inmunidad. Todos los anticuerpos tienen una estructura básica
común formada por dos cadenas ligeras idénticas y dos cadenas pesadas idénticas.
Cada cadena consta de múltiples dominios plegados de forma independiente con unos 110
aminoácidos. A pesar de su gran parecido en su estructura general, los anticuerpos pueden
clasificarse fácilmente en un pequeño número de clases distintas basándose en diferencias
menores de sus características fisicoquímicas como el tamaño, carga y solubilidad y en su
comportamiento frente a los antígenos. A las clases de anticuerpos también se les denomina
isotipos y en el hombre se llaman IgA, IgD, IgE, IgG e IgM.
Las citoquinas
La defensa frente a organismos extraños de ambos tipos de inmunidad (inespecífica y específica)
están mediadas en gran medida por una hormonas proteicas llamadas citoquinas.
En la inmunidad innata, las citoquinas efectoras son producidas principalmente por los fagocitos
mononucleares, y por eso se llaman habitualmente monoquinas. Las monoquinas provocan
reacciones inflamatorias ricas en neutrófilos que sirven para contener y, si es posible, erradicar las
infecciones microbianas. Aunque la secreción de monoquinas puede ser desencadenada
directamente por los microorganismos, también son secretadas por los fagocitos mononucleares en
respuestas a las células T estimuladas por el antígeno, es decir, como parte de la inmunidad
específica. La mayoría de las citoquinas de la inmunidad específica son producidas por los
linfocitos T activados, y tales moléculas se llaman generalmente linfoquinas.
Debido a que muchas de estas citoquinas son producidas por ciertas poblaciones de leucocitos
sanguíneos y actúan sobre otras poblaciones de leucocitos, estas moléculas también reciben el
nombre de interleuquinas. Este término no debe emplearse para indicar que las citoquinas son
sintetizadas o actúan sobre los leucocitos. Sin embrago, el término interleuquina ha sido útil ya
que, a medida que se caracterizan molecularmente nuevas citoquinas, se les puede asignar un
número determinado de interleuquina (por ejemplo, IL-1, IL-2, etc.) para asegurar que exista una
nomenclatura clara y compartida entre los investigadores.
Células del sistema inmunitario

Linfocitos
Las células del sistema inmunitario adaptativo son una clase especial de leucocitos, llamados
linfocitos. Las células B y las células T son las clases principales de linfocitos y derivan de células
madre hematopoyéticas pluripotenciales de la médula ósea. Las células B están involucradas en la
respuesta inmunitario humoral, mientras que las células T lo están en la respuesta inmunitaria

mediada por células.


Las células B y T contienen moléculas receptoras que reconocen objetivos o blancos específicos.
Las células T reconocen un objetivo no-propio, como un patógeno, solo después de que los
antígenos (pequeños fragmentos del patógeno) han sido procesados y presentados en
combinación con un receptor propio, una molécula del llamado complejo mayor de
histocompatibilidad (CMH). Hay dos subtipos principales de células T: la célula T asesina (linfocito
T-CD8) y la célula T colaboradora o ayudante (linfocito T-CD4). Las células T asesinas solo
reconocen antígenos acoplados a moléculas del CMH de clase I, mientras que las células T
colaboradoras solo reconocen antígenos acoplados a moléculas del CMH de clase II. Estos dos
mecanismos de presentación de antígenos reflejan los diferentes cometidos de los dos tipos de
células T. Un tercer subtipo menor lo forman las células T γ δ (células T gamma/delta), que
reconocen antígenos intactos que no están acoplados a receptores CMH.
Por el contrario, el receptor específico de antígeno de las células B es una molécula de anticuerpo
en la superficie de la célula B, y reconoce patógenos completos sin la necesidad de que los
antígenos sean procesados previamente. Cada linaje de células B expresa en su superficie un
anticuerpo diferente, de forma que el conjunto completo de receptores de antígenos de las células
B de un organismo, representa todos los anticuerpos que ese organismo es capaz de fabricar.
Linfocitos T citotóxicos
Los linfocitos T citóxicos, son un subgrupo de células T que matan células infectadas con virus (y
otros patógenos), o que estén dañadas o enfermas por otras causas. Al igual que las células B,
cada tipo de célula T reconoce un antígeno diferente. Las células T asesinas son activadas cuando
su receptor de células T (TCR) se liga a su antígeno específico en un complejo con el receptor del
CMH de clase I de otra célula. El reconocimiento de este complejo CMH-antígeno se ve favorecido
por un co-receptor en la célula T, llamado CD8 (de ahí deriva su nombre T-CD8). Así, la célula T
viaja a través del organismo en busca de células donde los receptores del CMH de clase I lleven
este antígeno.
Cuando una célula T activada toma contacto con tales células, libera citotoxinas que forman poros
en la membrana plasmática de la célula diana o receptora, permitiendo que iones, agua y toxinas
entren en ella. Esto provoca el estallido de la célula diana o que experimente apoptosis. La muerte
de células huésped inducida por las células T asesinas tiene una gran importancia para evitar la
replicación de los virus. La activación de las células T tiene unos controles muy estrictos y por lo
general requiere una señal muy fuerte de activación por parte del complejo CMH/antígeno, o
señales de activación adicionales proporcionadas por las células T colaboradoras (ver más abajo).
Linfocitos T colaboradores
Los linfocitos T colaboradores regulan tanto la respuesta inmunitaria innata como la adaptativa, y
contribuyen a determinar qué tipo de respuesta inmunitaria ofrecerá el cuerpo ante un patógeno
particular. Estos linfocitos no tienen ningún tipo de actividad citotóxica y no matan las células
infectadas ni eliminan patógenos directamente. En cambio, controlan la respuesta inmunitaria
dirigiendo otras células para que lleven a cabo estas tareas.
Los linfocitos T colaboradores expresan receptores de los linfocitos T que reconocen antígenos
unidos a moléculas de MHC de clase II. El complejo MHC-antígeno también es reconocido por el
correceptor CD4 del linfocito T colaborador, que recluta moléculas dentro del linfocito T (como
la Lkc) que son responsables de la activación de dicho linfocito. Los linfocitos T colaboradores
tienen una asociación más débil con el complejo MHC-antígeno que la de los linfocitos T
citotóxicos, lo que significa que muchos receptores (unos 200 a 300) del linfocito T colaborador
deben quedar unidos a un MHC-antígeno para activar el linfocito, mientras que los linfocitos T
citotóxicos pueden ser activados por el acoplamiento de una única molécula de MHC-antígeno. La
activación de los colaboradores también requiere una unión de duración superior con una célula
presentadora de antígeno. La activación de un linfocito T colaborador en reposo hace que
libere citoquinas que influyen en la actividad de muchos tipos de células. Las señales
de citocinas producidas por los linfocitos T colaboradores mejoran la función microbicida de
los macrófagos y la actividad de los linfocitos T citotóxicos. Además, la activación de los linfocitos
T colaboradores provoca un aumento de las moléculas que se expresan en la superficie del
linfocito T, como el ligando CD40 (también llamado CD154), que envía señales estimulantes
adicionales requeridas generalmente para activar los linfocitos B, productores de anticuerpos.
Células T γ δ[
Las células T γδ representan una pequeña subpoblación de células T caracterizada por poseer en
su superficie un receptor de célula T (RCT) diferente. La mayoría de las células T tienen un RCT
compuesto de dos cadenas de glucoproteínas denominadas cadenas α y β; sin embargo, en las
células T γδ su receptor está formado por dos cadenas denominadas γ y δ. Este grupo de células T
es, en general, menos numeroso que el de las αβ y es en la mucosa del intestino donde se las
encuentra en mayor número, formando parte de una población de linfocitos denominada "linfocitos
intraepiteliales".
Se desconoce en gran medida cuáles son las moléculas antigénicas que estimulan a las células T
γδ, sin embargo, estas células son peculiares en el sentido de que parece que no necesitan que
los antígenos sean procesados y presentados unidos a moléculas del CMH, aunque algunas
reconocen a moléculas del CMH de clase IB. Por otra parte, se cree que las células T γδ
desempeñan un papel principal en el reconocimiento de antígenos de naturaleza lipídica.
Las células T γδ comparten las características de las células T colaboradoras, las citotóxicas y las
asesinas naturales. Al igual que otras subpoblaciones de células T no convencionales que portan
RCTs invariables o constantes, como algunos subtipos de células T asesinas naturales, las γδ se
encuentran en la frontera entre la inmunidad innata y la adaptativa. Por una parte las células γδ
forman parte de la inmunidad adaptativa porque son capaces de reorganizar los genes de sus
RCTs para producir una diversidad de receptores y desarrollar una memoria fenotípica, es decir,
ser portadoras de receptores adaptados a antígenos o patógenos concretos. Por otra parte
también forman parte del sistema inmunitario innato, ya que las diferentes subpoblaciones también
poseen receptores capaces de actuar como receptores de reconocimiento de patrones. Así, por
ejemplo, un gran número de células T Vγ9/Vδ2 humanas (un subtipo de células comunes
no peptídicas producidas por microorganismos, mientras que otro subtipo de células T, las Vδ1 en
los epitelios, responden ante células epiteliales que porten indicadores de que han sufrido algún
tipo de estrés.

Cuestionario

1. En relación a los neutrófilos:

a) Expresan E selectina.

b) Presentan una vida media, como neutrófilos circulantes, de aproximadamente una semana.

c) Su producción en médula ósea disminuye en el transcurso de infecciones bacterianas.

d) Presentan los genes de inmunoglobulinas en su configuración germinal.

2. En relación a los macrófagos:

a) Expresan receptores para el fragmento Fc de la IgG (FcγR) estimulatorios, pero no inhibitorios.

b) En ausencia de procesos infecciosos, expresan moléculas del CMH de clase I, pero no de clase
II.

c) Los macrófagos activados en un perfil clásico o inflamatorio producen las siguientes citocinas:
IL-1, IL-6, TNF-α, IL-23, IL-12 e IL-8.

d) Los macrófagos activados en un perfil anti-inflamatorio producen las siguientes citocinas: IL-10,
TGF-β e IL-4.

3. En relación a las células NK:

a) Las células NK de sangre periférica que presentan alto CD16 y bajo CD56 expresan altos
niveles de CCR7.

b) Las moléculas de clase I y clase II del CMH pueden actuar como ligandos inhibitorios de las
células NK.

c) Al activarse, las células NK producen altos tenores de interferón-.

d) Un mismo receptor KIR puede mediar una señal inhibitoria o estimulatoria sobre las células NK
dependiendo de la particular molécula del CMH que reconozca.

4. En relación a las células dendríticas plasmacitoides:

a) Expresan CD40L.
b) Reconocen ácidos nucleicos virales a través de receptores Toll (TLR) endosomales.

c) Ingresan a los ganglios linfáticos por vía aferente linfática.

d) Expresan E-cadherina

5. En relación a las células dendríticas convencionales o mieloides:

a) Al madurar, en respuesta a la activación de sus receptores Toll, sufren los siguientes cambios:
disminuyen su expresión de E-cadherina, incrementan la expresión de CCR7, disminuyen su
capacidad endocítica, disminuyen su capacidad de procesar antígenos e incrementan la expresión
de las moléculas HLA DP, DQ, DR, CD80 y CD86.

b) Ingresan al área paracortical de los ganglios linfáticos a través de las HEV (vénulas de endotelio
alto).

c) Producen las quimiocinas CCL19 y CCL21.

d) Migran en el interior de los folículos asociadas a los conductos fibroblásticos reticulares.

6. En relación a las células T:

a) Las células T CD4 naive expresan CD25.

b) Al ingresar al área paracortical de los ganglios linfáticos, en forma independiente de su


especificidad antigénica, las células T naive interactúan con las células dendríticas convencionales
merced a la interacción de la integrina LFA-1, expresada en el linfocito T e ICAM-1/ICAM-2,
expresadas en la célula dendrítica.

c) La interacción de la célula T naive con células dendríticas convencionales que expresen un bajo
tenor de péptidos antigénicos capaces de ser reconocidos por la célula T naive, conducirá a la
anergia de la misma.

d) Los dominios variables de las células T sufren hipermutación en el transcurso de la ontogenia.

7. Los hidratos de carbono no asociados a proteínas inducen:

a) La anergia y apoptosis de células B2 que los reconozcan.

b) La producción de anticuerpos por células B2.

c) La formación de centros germinales por células B marginales del bazo.

d) La formación de centros germinales por células B2.

8. ¿Cuál de las siguientes citocinas promueve la inmunidad anti-viral?

a) IL-17A.

b) IL-21.

c) IL-5.
d) IL-10.

9. ¿Cuál de las siguientes citocinas media un efecto quimiotáctico?

a) IL-5.

b) Interferón-.

c) IL-6.

d) IL-12.

10. ¿Cuál de las siguientes moléculas NO participa en la inducción de una respuesta inmune
anti-viral?

a) CD28.

b) C5a.

C) IL-12.

d) Interferón-.

11. ¿Cuál de los siguientes tipos celulares juega un papel destacado en la inmunidad frente a
bacterias capsuladas?

a) Células Th1.

b) Células Th2.

c) Células B1.

d) Células dendríticas plasmacitoides.

12. En relación a los siguientes enunciados:

a) Los anticuerpos naturales son producidos por células B1, reconocen principalmente hidratos de
carbono y suelen mostrar valores bajos de afinidad hacia los antígenos que reconocen.

b) Las células B1 forman centros germinales.

c) A fin de producir anticuerpos naturales las células B1 deben reconocer antígenos foráneos.

d) Las células B1 alcanzar su madurez en el niño a los 3 meses de vida.

13. En relación a los anticuerpos:

a) Solo los anticuerpos IgG median la citotoxicidad celular dependiente de anticuerpos.

b) Solo los anticuerpos IgG atraviesan placenta.

c) Los anticuerpos IgM presentan una vida más prolongada que los anticuerpos IgG.

d) El componente secretorio de la IgA permite la dimerización del anticuerpo.


14. ¿Cuál de los siguientes eventos suele ocurrir en el transcurso de una infección bacteriana
que afecta a la piel?

a) La activación de la vía alterna del complemento para el caso de bacterias que presentan en su
superficie un alto tenor de ácido siálico.

b) La migración de células dendríticas convencionales desde el sitio de infección a los ganglios


drenantes, en las primeras 48 hs posteriores al inicio de la infección.

c) La activación de células T naive en el propio tejido infectado.

d) Un cuadro de linfocitosis.

15. La hemocatéresis es realizada principalmente por:

I) Bazo

II) colon sigmoides

III) intestino grueso

IV) hígado

a) I, III

b) III, IV

c) II, III

d) I, IV

e) II, IV

16. la diapedesis es el proceso por el cual los …….. atraviesan las paredes capilares, variando
su forma para salir a los tejidos:

a) eritroblastos basofilos

b) reticulocitos

c) leucocitos

d) plaquetas

e) eritroblastos policromatofilicos

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