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SANTA SOFIA - Constantinopla – 537 DC – Artemio de Tralles/Isidoro de Mileto

En Santa Sofia se heredaron y adaptaron como inicio algunas relaciones espaciales de los
romanos, tales como las de “centro” y “recorrido”. Estos como significados existenciales tuvieron
una nueva interpretación por parte del cristianismo. Schulz refiere que el hombre cristiano entiende
que su seguridad existencial ya no se alcanza mediante el dominio de la naturaleza como los
romanos, ni con el autoconocimiento como los griegos, requiere de una nueva dimensión espiritual.
El centro es Dios y el recorrido es el camino hacia la redención. El creyente debía entrar a la iglesia
y creer que estaba entrando al Cielo, y para ello se debía generar un espacio espiritualizado. Esto
lo lograron a través de la arquitectura y de la articulación, mediante espacios desmaterializados y
una continua interioridad magnificente.
El centro de espiritual de la iglesia era el altar, pero el centro arquitectónico estaba dado en el
crucero justo en el eje vertical de la cúpula central. En la arq. Bizantina se logra fusionar la cúpula
con una figura poligonal. Esta idea conceptual tomada de los baldaquinos, logra pasar de una planta
circular a una cuadrada, a la cual le es más sencillo anexar otros espacios adyacentes. El elemento
clave que lo hizo posible fue la pechina tal como menciona Roth, que además enviaba las cargas
hacia los grandes pilares directo a la fundación. Pero en Santa Sofia se debía contrarrestar los
enormes empujes laterales de la pesada cúpula, es así que se le añaden de este a oeste dos
semicúpulas, y a estas se le agregan cuatro pequeñas semicúpulas logrando compensar los
empujes en esa dirección, para luego finalmente compensar con contrafuertes los empujes en
sentido contrario. De esta manera se generaba una síntesis entre planta central y planta axial.
Longitudinalmente se creaba un recorrido direccional que simbolizaba la redención, que iba desde
el exterior, pasando por el atrio, el nártex y las naves interiores, culminando en el ábside, donde
Cristo se manifestaba.
La cúpula y las semicúpulas conformaban un rectángulo espacial, contenido por otro espacio que
lo rodeaba, generando así una estructura de doble envolvente. Debido a las ventanas que
perforaban el muro carente de cargas y a las columnas laterales ubicadas debajo de estas, se
generaba de manera perceptual la ilusión de una desmaterialización del muro. Este efecto también
se conseguía en la base de la cúpula, a través de 40 ventanas allí situadas, que como refiere F.
Ching en palabras de Procopio, la cúpula parecía “…flotar sobre el espacio como si estuviese
suspendida en el cielo.” (Una historia universal de la arquitectura - pag. 266).
Exteriormente se la entiende como una arquitectura aditiva y de una escala monumental.
Interiormente estaba dividido en tres naves, una central para el clero y el emperador, y dos laterales
dónde se ubicaban los fieles. Aquí se produce una ruptura con respecto a los templos romanos y
griegos, dónde el mismo estaba reservado únicamente para los sacerdotes. Las columnas de la
nave pierden su fuerza plástica y estructural, y se utilizan para generar mediante un ritmo, un
movimiento dinámico longitudinal hacía el altar.
La iglesia en su exterior se presenta como una estructura sobria de mampostería de ladrillo carente
de articulación, al contrario de la arquitectura griega y romana. Sin embargo, el interior estaba
fuertemente articulado a través de columnas con capitales compuestos y jónicos, arcadas,
revestimientos de mármol y mosaicos litúrgicos compuestos con vidrio de colores y oro. Tal como
menciona Schultz “…el tratamiento decorativo continuo despojo al muro de su carácter estructural
y material.” (Arquitectura occidental - pag. 60). La luz “celestial” que provenía de lo alto de la cúpula,
reflejada en los mosaicos, terminaban de generar una atmosfera mística.
En Santa Sofia se logró generar un espacio existencial a través de un lenguaje arquitectónico ya
conocido, pero con un carácter espiritual, humano y natural distinto, definido por nuevas
interpretaciones de ese lenguaje y mediante el manejo de la articulación interior y sus distintos
componentes, logrando así la arquitectura plasmar el significado religioso cristiano en el edificio.
ejes

doble embolvente

recorrido

cargas

cupula
“despegada”

desmaterializacion
del muro
planta
circular

pechina

planta
cuadrada

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