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4ª edición: 2021 –

2ª y 3ª edición: 2019 –
1ª: edición 2017 -

Este texto es fruto de un desafío personal. Una llamada al intento que se había gestado en mí en los
últimos años sin llegar a tomar forma: ¿Cómo trasladar lo que el chamanismo significa para mí?
¿Cómo informar de la utilidad de su aplicación?
Se me hacía una tarea inmensa y compleja, con demasiadas vertientes y sorpresas para atraparlas en
papel y líneas. ¡Había tanto que contar! Quería contarlo todo. Experiencias, trayectoria personal,
diferentes líneas de aplicación, sistematización y síntesis desde diferentes perspectivas, soluciones
posibles a tropiezos habituales…
Además me agitaban las conceptualizaciones descubiertas, sus paralelismos, teorías y abstracciones…
y no veía modo de hacer llegar esto en palabras inteligibles y claras al lector… útiles en su vida diaria
en la ciudad.
Me conseguía a mí misma un proyecto inabarcable.

A lo largo del tiempo el proyecto se ha ido limpiando capa a capa de pretensiones y acercándose a su
núcleo esencial. Se ha ido alineando con la sencillez típica de su lugar de origen.
Y finalmente me parece haberse hecho a sí mismo.
Se ha ido componiendo fluidamente sin adornos y explicaciones innecesarias y descartando mi paso a
paso concreto. Al final se ha sentido más como permitir que se exprese lo que quiero que como buscar
mis palabras y estructuras.

De este proceso emerge el resultado que te dispones a leer.


INTRODUCCIÓN
¿Cómo defino?

Voy a apoyarme estructuralmente en la línea de descifrar juntos los Códigos


Andinos. Llamados así por su procedencia. Impregnan desde hace siglos la
vida, costumbres, tradiciones, organización social e incluso política de los
pueblos qero1 en Los Andes. Los aspectos mencionados se han estudiado e
investigado en antropología y sociología y hay textos sobre investigaciones
que fácilmente podrías encontrar si tuvieras interés.
En otros términos: filosofía, espiritualidad e iniciación (la línea que yo voy a
abordar) son indicativo de una forma de mirar el mundo única, en que la
validez y aplicabilidad son una misma cosa. Y no sólo eso, sino que
responden al hecho: observarlos a la hora de vivir y actuar: mejora la
calidad de vida personal y común; rasgo que les confiere poder, magia,
acceso a la sabiduría y a la medicina tradicional incaica2. Esta relación directa
con la experiencia los señala como una ruta clara y simple hacia el buen
vivir, crecer hacia la mejor posibilidad del ser humano, o como se dice en
término filosófico: la vida buena.

Este texto presenta una guía básica, una humilde explicación de la Guía que
los códigos son en sí. Puedes considerarlos iniciáticos porque en aplicarlos
se contienen rasgos que un chamán3 ha de pulir y curtir exitosamente en su
carácter para llegar a serlo. Es una senda privada, íntima. Tú eres responsable
y director de cada paso porque caminas sobre tu propio terreno, el de cada
día. Los códigos serán únicamente la ruta y sólo si así lo decides.

Es simple: si aplico los códigos hay un resultado y si no los aplico otro. El


primero se ajusta al bienestar, el segundo podría desviarse.

Menos simple es explicarlos que aplicarlos.

Para empezar no se explican como reglas, leyes u obligaciones consensuadas,


decididas de antemano y obligatorias. Sino más bien como formas observadas
del comportamiento natural de la energía de la vida.
Y en base a esto, resulta obvio, que cuando una forma de vida no está
sintonizada con el resto – con su esencia – genera hucha (un término
quechua4 para referirse a energía tóxica o enfermedad en algún nivel, por sutil
que sea al principio). Por tanto puedo optar por vivir sintonizado o no
hacerlo. A veces coincide que uno está sintonizado sin saberlo ni
planteárselo.
Este comportamiento de la energía sintonizada y cómo nos afecta es observado también
en otras tradiciones y filosofías, con otros nombres y procesos; igualmente legados por
sus sabios y mitos antiguos, cualquiera que sea el nombre que le den; y cuyo saber ha
llegado más o menos completo a través de las generaciones.

La dificultad conceptual para quienes no nacimos entre los herederos


quechua, es adentrarnos en su paradigma5 (o sistema de creencias basal). Esto
sucede también con el resto de tradiciones antiguas de todo el mundo y sus
líneas espirituales o iniciáticas.
La diferencia que podemos señalar es que la sabiduría incaica no es amiga de
explicarnos las cosas con largas palabras y discursos, sino señala maneras de
hacer y descubrir… Y así son estos códigos: una especie de flechas que
señalan un camino que siempre tienes la opción de seguir, la opción de
encontrar la manera de descubrir por ti mismo si te es o no útil.
Una razón pudiera ser que el quechua nunca fue una lengua escrita.

Estas líneas que escribo son un intento simplificado de acercamiento a cómo


abordar ese paradigma ajeno desde el nuestro. Verbalizar los argumentos que
conducen del uno al otro en un ejercicio que trate de dar algunas
explicaciones o esquemas de lo que cada uno de los códigos implica. No será
un estudio exhaustivo, ni mucho menos, sobre concepción andina; sólo lo
necesario para clarificar algunos puntos.
Sabiendo y señalando a quien me lea: que éstas son mis palabras sobre los
códigos. Unas que quieren trasladar las palabras de los sacerdotes qero que
he conocido me dijeron; y traducen e interpretan mi experiencia y las
experiencias que me han sido contadas en rasgos generales.
Los códigos habitan en la experiencia de quien los vive en el momento justo
en que los plasma. Es la vibración de esa información actualizada. Ninguna
explicación los define.

Voy a tratar de dar unas pinceladas de lo que implica adentrarse en ellos y


sobretodo los consejos de aplicación que a mí se me dieron; para que así cada
uno, en su modo propio, los reconozca en sí y tenga la posibilidad de
alinearse, acercarse a ellos, por decisión propia y consciente, y empiece a
reunir recursos personales para plasmarlos. Esperando, como nacida en la
sociedad occidental, encontrar las palabras inspiradas y justas que, a ti que
me lees, sean comprensibles.

Se habla generalmente de 7 Códigos Andinos. A veces se habla de más y de


diversificaciones o vertientes de esos siete. También se habla del Código
Andino en singular que se desglosa en 7 facetas. Elijo mantenerme en la
nominación de siete porque cada uno de ellos es una tarea de impecabilidad
más que suficiente para enormes avances y pruebas de carácter (mencionando
algo de lo que pueden suponer).

A nivel práctico es útil adoptar alguna indicación de qué hacer o aplicar para
llegar a saber lo que es cada uno. Porque como digo: no son ideas ni
conceptos teóricos que puedan fácilmente racionalizarse y atraparse en un
sólo discurso o disertación. Será indispensable sentirlos; saber que lo has
experimentado siquiera un instante; para comprender a dónde te diriges y
porqué (un a dónde y un porqué propios).
De hecho es probable que puedas encontrar resonancia en ti de lo que quieren
decir, de a qué se refieren en concreto, situándolos en momentos de tu vida
en los que algo comprendiste o entreviste… Porque en cierto sentido son un
enfoque, una manera de mirar a la que todos podemos acceder si nos abrimos.

En otro sentido se habla de ellos como niveles de consciencia6, que yo


interpreto más como posibilidad.

Es decir, una cosa es que yo acceda a la experiencia y otra que sea capaz de
sostenerla en todo mi ser 24 horas al día el resto de mi vida.
La segunda implicaría que efectivamente mi energía, mi vibración ha
cambiado y me he sintonizado en otro nivel de consciencia, más despierta. Lo
que me otorgaría esa cualidad de iniciado en un camino de sabiduría y
conocimiento, que según cuántos códigos implique sería de uno u otro
rango… con unas u otras capacidades asociadas…
Como las cosas, en cada uno y en cada circunstancia, toman su propia forma:
no hay plazos, exámenes ni nada parecido. Lo único cierto es que primero
uno tiene que estar seguro de sentir el código en su vida. Una vez detectado
en qué consiste para él, es necesaria la decisión y determinación voluntaria de
asumirlo como propio. Hecha esta elección pondrá en cada momento su
voluntad y alerta en aplicarlo con todas las consecuencias… y finalmente
estará tan asimilado e integrado que nada en su persona se sale del código. Y
esto será así de manera natural, perceptible y fluida… Ese sería el salto de
consciencia a mi modo de ver.

Visto así, en formato escalera de consciencia, se dibuja una línea de meta,


una especie de objetivo maravilloso muy atractivo para la mente; con mucho
gancho para nuestro paradigma (el occidental). Dentro del paradigma del que
hablamos no hay ningún sitio al que llegar, los códigos se atienden porque
son obvios –para ellos- y conviene personalmente y al grupo; sin más vueltas.
Por lo general (a no ser que sea en adiestramiento para chamán) ni siquiera
hay inquietud por profundizar.

Apelando a la utilidad, y por lo que he aprendido: está… bien.


Si una meta es lo que te atrae a interesarte… Desde dónde llegues, si llegas,
es sólo motivo de celebración. Y al mismo tiempo vuelvo a traer lo dicho
antes
será más útil que simpatices con formas de aplicar en tu día cotidiano, en lo concreto.

La tradición andina es extremadamente práctica, directamente vinculada a la


experiencia, y en estos temas mira poco cuánto seas capaz de explicar y
cuántas magníficas experiencias para narrar hayas tenido, si eso no se ve y se
siente estando contigo en cada rasgo de tu conducta.
Esto es lo que confiere valor, rango y reconocimiento a sus hombres y
mujeres medicina (también llamados sacerdotes o chamanes). Y esto es lo
que los códigos son: vías de acceso a un crecimiento y expansión visible. No
son conocimiento enciclopédico ni matemático ni esotérico ni catalogable en
ningún sentido racional lógico.
Valga ilustrar que sus Sabios suelen ser personas muy sencillas.

Vivir los códigos andinos es acceso a información viva que recibes y se


expresa en tu propio vivir.
NOTAS GENERALES SOBRE ESTE TEXTO:

El quechua es una lengua oral, recientemente transcrita. He elegido la ortografía que a mí


más me gusta, de todas las variables que he visto para las palabras quechua. Es decir, se
usan unas u otras letras que plasmen el sonido de las palabras orales que dicen los códigos
al pronunciarlos (diferentes transcripciones fonéticas). Yo he elegido una a mi propio
gusto.
Otra particularidad de mi redacción es que observarás el uso indistinto del masculino y
femenino.

LOS CÓDIGOS ANDINOS


¿Cómo abordarlos?

Los Códigos Andinos están expresados en lengua quechua.


KAWSAY – ANYA – MUNAY – LLANQAY – YACHAY – AYNY –
KAWSAY PACHA

Yo voy a traducir para ti su significado tomando en cuenta que no hay una


palabra directa en nuestra lengua que exprese lo que representan.

En sí mismo, el intento de comprender lo que estas palabras dicen, es ya un


viaje a otro modo de mirar la vida, otro mundo. Un viaje a un lugar en que el
punto de partida de las ideas básicas de razonamiento es diferente al
occidental o capitalista.

De momento es una excursión que te propones hacer leyendo estas líneas;


una observación de algo exótico y diferente por pura curiosidad y tal vez te
des oportunidad de ir por ti mismo a explorar ese lugar en ti y en tu vida y en
tus cosas a ver qué pasa aplicando…

Elegir finalmente que así es como lo vas a hacer a partir de ahora, ¡es toda
una mudanza! Llena de retos y aventuras. Que no requiere cambiar asfalto
por árboles, no, no estoy hablando de eso. Sino cambiar el lugar desde el que
partes y lo que observas para actuar, hablar y decidir cada detalle de tu vida.

Un traslado en toda regla. Una decisión importante, vital, que literalmente


cambia el escenario sin que te desplaces físicamente.

A modo particular,
a mí me gusta hablar de los códigos simbólicamente: como lugares a los que
entras.
El motivo principal brota de mi propia experiencia, que en ocasiones puede describirse
literalmente como entrar en otra cosa de un momento para el siguiente. Primero noto
cómo se presenta o cómo accedo al código y entonces parece que me cambiasen el
decorado. Lo que veía así, ahora lo veo asá. La línea anterior de mis actos,
pensamientos y opiniones se disuelve –a menudo no procede o se vuelve incoherente- y
me inspiro con nuevas palabras, acciones y posibilidades. Lo que me generara duda o
confusión, es ahora claro y directo o simplemente ni está. En general el aspecto de todo
es más brillante y sugerente, los tiempos se ajustan y, aunque a veces está mezclada con
extrañeza por lo novedoso de algunas cosas, la sensación es de certeza.

Y, plantearlos como lugares a los que entrar, también me permite ilustrar


algunas cosas.

Todo el mundo puede entrar (y salir) incluso sin saber sus nombres porque
están ahí y forman parte de nuestra experiencia común como seres vivos.
Son y están en la experiencia más profunda de lo que la vida es; más allá de
nacer, crecer, reproducirse -o no- y morir.
Algunos nacemos con esta inquietud de profundizar, de explorar ese sentir esencial;
otros lo desarrollan; a otros les aparece en momentos críticos…no es necesario explicar
o diferenciar las formas…
Sí me parece vindicable en nuestros tiempos que, efectivamente, lo que “no se ve” es
experienciable y conduce a una expresión más plena, satisfactoria y sana de vivir lo que
es.

De este modo, si cada código fuera un lugar diferente, y atendiendo al orden


en que se presentan:
si nunca he entrado en kawsay me será difícil acceder a ayni (que es el sexto)
y cuya “puerta” se divisa más fácilmente desde yachay que es el
inmediatamente anterior.
Nada es imposible, claro, y a la vez: hay una distancia –no medible en
metros- entre uno y otro. Esa distancia dificultará que asimile lo que
esencialmente podría ser y cómo se expresa el 4 código, o incluso verlo, si no
he experimentado en mí el primero. La sala 4 estará más al fondo. Y aunque
todas den al mismo pasillo, el lugar de acceso dispuesto para la mejor vista
es:
atravesando la anterior, encontrando las puertas que comunican habitación
con habitación desde dentro.

Refiriéndome a ellos como lugares también puedo expresar lo siguiente:

Yo puedo entrar en el primer código y visitar las otras estancias, las que
representan los otros 6; con mayor o menor dificultad (dependerá de la
persona, su recorrido y sus experiencias concretas); y no percibir la
enormidad de esa habitación llamada kawsay.
Sí: enormidad.
La cantidad de detalles, facetas, expresiones y dimensiones de mí y mi propia
vida que puede contener sumergirme en ese salón y decidir explorarlo con
verdadera dedicación, atención y profundidad.
De modo que no es una carrera para llegar a la meta Kawsay Pacha.
Es más bien un trabajo científico en primera persona en que yo soy tanto el
objeto de estudio como el sujeto que estudia, y mi vida es la probeta.
Si verdaderamente quiero conocer el primer código, kawsay, el recorrido
debe ser minucioso, ir creciendo en él hasta instalarme. Más que nada porque,
aunque habré podido hacer excursiones a las otras salas – que efectivamente
me aportarán datos y resultados –, a la hora de conocerlas íntegramente me
faltarán recursos que pasé por alto en la primera habitación e inevitablemente
tropezaré con ellos antes o después. Dicho de otro modo, cuando paso a la
siguiente habitación no abandono el contenido de las anteriores, me
acompaña, persiste o persisto en él.

A mí no me parece que tenga un final determinado, es posible que siempre


queden cosas por descubrir en cada sala…

Es una forma de expresarlo metafóricamente, porque, seguro que ya intuyes,


cómo los códigos se entremezclan e interrelacionan como facetas y niveles de
las cosas, cualquier cosa (un saludo, una reunión, un trabajo, una piedra, una
emoción, un suceso…), y también que sin observarlos separadamente se
vuelven inaccesibles y misteriosos, demasiado complejos para formar parte
de elecciones concretas en el día a día… en definitiva: abstractos, lejanos,
inaplicables, herméticos… inútiles. Sólo teorías...

La feliz noticia es que si me decido a adentrarme, tal y como el camino


chamánico andino propone: no necesito un alto nivel de inteligencia ni largas
horas de estudio. Sino aplicar (sin ponerme excusas) lo que yo entienda y
decida. Para constatar o descubrir qué hay ahí. Es un cómo hacer las cosas:
hacer es la llave.
De este modo el siguiente paso se muestra por sí mismo, y la sucesión se
vuelve clara en mi propia lógica interna. Por eso es que poner la vista en la
meta no me es útil.
Es muy arriesgado creer que porque sé el nombre y lo que aparentemente
contiene un lugar, sé a dónde me dirijo… Y es arriesgado porque amplía el
margen de error con numerosas expectativas y prejuicios –seguro que
involuntarios, claro- que no permitirán que contraste firmemente cada paso.
Es mejor con buenos ingredientes: sabiduría y discernimiento, que vienen de
la experiencia.

Utilizo la palabra riesgo en el sentido científico: ensayo/error.


Haré el recorrido más largo y menos eficiente si no me baso en la
experiencia. Ese es el peligro del que hablo: que pierda el camino, dé rodeos,
me líe o me atasque en confusiones… Sería una lástima que llegara a
abandonar por falta de rigor.
En cuanto a lo demás, no es que nada vaya a atacarme o juzgar mi conducta;
es sólo conmigo mismo.

Conviene diferenciar ahora.


He dicho que aplicar los códigos es simple, más simple que explicarlos. Y así
es: eliges una o varias formas que sientas afines o atractivas y las usas o no
las usas; así de simple… Lo que no es sinónimo de fácil. Es más que
probable que a la hora de la verdad, por múltiples razones, encuentres que te
deslizas en la facilidad e inercia de no aplicarlos. El primer paso es darte
cuenta de ello.

En lo dicho es observable la importancia de la determinación, la voluntad, el


valor, la autocrítica, atención e impecabilidad que será necesario cultivar e ir
reuniendo a lo largo del proceso para una buena conducción: segura y atenta;
muy diferente de velocidad sin mapa.

Como el caminar es privado y voluntario, uno es tan exigente como quiere


serlo.
Y a la vez necesitará grandes dosis de humildad, sentido del humor,
inocencia, capacidad de sorpresa y benevolencia consigo mismo y con lo que
le rodea para acertar en el avance y no atascarse en puntos ciegos… Cuando
uno habla de energía, y sabe de lo que habla, es consciente de que estos
últimos elementos son el verdadero combustible. Sin los primeros no vas, y
sin los segundos no avanzas.

En este instante te desafío a que te propongas a ti mismo este reto.

Un emocionante juego extensible a cada detalle de tu vida, capaz, como


mínimo, de llenarla de sentido y llenarte de pasión.
Pasión por el mismo jugar, por el vivir en cada instante.
Me parece una no desdeñable recompensa tomando en cuenta cuánto de
automático, aburrido, repetitivo o incluso tedioso puede haber en nuestras
vidas…

Cuánto más pueden aportarte estos códigos… queda para descubrir.


He considerado incluir en cada apartado los resultados.
Un mínimo desglose de posibilidades relativas a dónde conduce cada
código en términos físicos, materiales, convivencia, emocionales,
mentales, espirituales, energéticos y mágicos… y he optado por
únicamente tentarte a descubrirlo y mantener el trazo lo más simple
posible.

Hablemos de cada uno ahora y de cómo podrías expresarlos en tu vida.

Trasladarlos a la vida urbana, o la que sea que vivas, estés dónde estés.
Aconsejo que termines de leer cada uno completo para descifrar una primera aproximación ¿qué quiere
decir para ti?, inspírate con lo que sí entiendas, da tiempo a lo que no.

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