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La complicada historia
del pensamiento
filosófico peruano
siglos XVII y XVIII
(Selección de textos, notas y estudios)
tomo primero
tomo primero
Universidad Nacional
Mayor de San Marcos
Ediciones del Vicerrectorado Académico
ISBN: 978-612-45919-2-1
Hecho el Depósito Legal
en la Biblioteca Nacional del Perú N.º: 2011-06554
Primera edición:
Lima, junio de 2011
Vicerrectorado Académico
Universidad Nacional Mayor de San Marcos
Calle Germán Amézaga s/n Edificio Jorge Basadre-
3.er piso - Ciudad Universitaria,
Lima-Perú
Correo electrónico: ediciones-viceacademico@unmsm.edu.pe
Página web: http://vracademico.unmsm.edu.pe/index.php/portada
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Coordinación:
Erminia Pérez Vásquez
Teléfono: 619-7000 (anexos 7340-7397)
Fax: 619-7000 (anexo 7023)
Impreso en Lima-Perú
Parte I
Filosofía Natural
Parte II
Filosofía del Lenguaje
Introducción
1
Ortega y Gasset, José; «Ideas para una historia de la filosofía», en Revista
de Occidente, Madrid, 1966, p. 79.
2
Heidegger, Martin; Conceptos fundamentales (Curso del semestre de verano,
Friburgo, 1941). Madrid: Alianza Editorial, 1989, p. 37.
3
Heidegger, Martin; El ser y el tiempo [1927]. México: FCE, 1988 (quinta
reimpresión en español), p. 49.
4
RAE; Diccionario de la lengua española. Madrid: Espasa Calpe, 1984, tomo
II, p. 1156.
[13]
14 José Carlos Ballón Vargas
El canon peruano
5
Basadre, Jorge; Historia de la República del Perú 1822-1930. 6.ª edición
corregida y aumentada. Lima: Editorial Universitaria, 1970, tomo XVI, pp.
16-17
Introducción 15
La labor realizada
10
Suárez Roca, José Luis; Lingüística misionera española. Oviedo: Ed.
Pentalfa, 1992.
11
«A partir del siglo XVII hubo mucha discusión sobre la posibilidad de
inventar un ‘lenguaje filosófico’ que reflejase la ‘verdadera filosofía’ y los
principios del pensamiento mejor que cualquiera de las lenguas humanas en
uso» (Chomsky, Noam; Lingüística cartesiana. Un capítulo de la historia
del pensamiento racionalista. Madrid: Gredos, 1972, p. 69).
20 José Carlos Ballón Vargas
12
Santo Tomás, Domingo de; Grammatica o arte de la lengua general de los
Yndios del Perú. [Valladolid, 1560]. Nuestras referencias se basarán en la
edición de Madrid: Ed. de Cultura Hispánica, 1994 (edición facsimilar con
transliteración y notas de Rodolfo Cerrón Palomino). Fray Domingo (1499-
1570), lingüista y etnólogo de la orden dominica y uno de los fundadores de
la Real Universidad de San Marcos de Lima. Su gramática es la más antigua
conocida de la lengua quechua. Raúl Porras lo denominó como el «Nebrija
indiano» por analogía con Antonio de Nebrija, autor de la primera gramática
del español.
13
Tercer Concilio Limmense [1584-85], Madrid: Consejo Superior de
Investigaciones Científicas, 1985.
14
González Holguín, Diego; Vocabulario de la lengua general de todo el Perú
llamada lengua qqichua o del Inca, [Lima: imprenta de Francisco del Canto,
1608]. Nosotros hemos usado la 2.ª edición, con Prólogo de Raúl Porras
Barrenechea (Lima: UNMSM, 1952).
22 José Carlos Ballón Vargas
15
Santo Tomás, Domingo de; Grammatica o arte..., op. cit, p. 9.
16
Cerrón-Palomino, Rodolfo; «Las primeras traducciones al quechua y al
aymara: Un caso de elaboración y desarrollo estilísticos». En: Boletín del
Instituto Riva Agüero, 24, 1997, p. 86.
17
Torero, Alfredo; Idioma de los andes. Lingüística e historia. Lima: IFEA-
Horizonte, 2002.
Introducción 23
18
Morse, Richard M., «Toward a theory of Spanish American Government»,
en: Journal of the History of Ideas. N.º 15, enero de 1954, pp. 71-93 y
«The Heritage of Latin America», en Louis Hartz, The founding of new
societies, Nueva York, 1964, cap. V, pp. 123-177. Véase también: Richard
M. Morse y Jorge Hernández Campos «La cultura política Iberoamericana.
De Sarmiento a Mariátegui», en: De historia e historiadores: homenaje a
José Luis Romero. México: Siglo XXI, 1982; Morse, Richard M. El Espejo
de Próspero: Un Estudio de la Dialéctica del Nuevo Mundo, México:
Siglo XXI, 1982; Morse, Richard M. «Leopoldo Zea: obra y proyección».
Prometeo. Revista Latinoamericana de Filosofía. N.º 7, UNAM, 1986, pp.
39-60; Richard M. Morse «Machiavellian, Thomistic, Spanish Empire»,
en: Caudillos: Dictators in Spanish America. Edit., Hugh M. Hamill,
Oklahoma University, 1992; Richard M. Morse; Resonancias del Nuevo
Mundo: cultura e ideología en América Latina [Johns Hopkins University,
1989]. México: ed. Vuelta, 1995.
24 José Carlos Ballón Vargas
19
Krauze, Enrique; «Claves de Morse», en: Luso-Brazilian Review, vol. 32,
N.º 2, Culture and Ideology in the Americas: Essays in Honor of Richard M.
Morse, invierno de 1995, Wisconsin University Press, pp. 93-96.
Introducción 25
una y otra vez por más de cuatro siglos al mundo moderno que
lo rodea y evitar su profético y apocalíptico colapso.
Son tantos los elementos inconsistentes, «adheridos» persis-
tentemente a este «cuerpo» o «entidad jerarquizada, coherente y
orgánica» que escapan a las lecturas sistémicas u organicistas y le
permiten los cambios y transformaciones suficientes para asimi-
larse una y otra vez al mundo moderno, que ciertamente merecen
una investigación exhaustiva.
Por supuesto, Morse y luego de él Krauze —conscientes de esta
dificultad— introdujeron una sutil variante en la caracterización de
este universo mental que ellos atribuyen a la época formativa de
nuestras repúblicas latinoamericanas: «la riquísima reelaboración
que hicieron […] los grandes neo-escolásticos españoles del siglo
XVI y XVII, en especial Francisco Suárez» que caracterizan como
«neo-tomista». No reflexionaron sobre la posibilidad de que esta
«reelaboración» suareciana no fuera un cambio menor al interior
de la tradición tomista, caracterizable con el simple prefijo de
«neo» para enfatizar la continuidad de un horizonte filosófico
premoderno.
Pero si examinamos con más detalle
la complejísima «reelaboración» intelectual
que llevaron adelante los pensadores de la
llamada «segunda escolástica» o «escolás-
tica moderna» encabezada por Suárez y la
escuela jesuita —en pugna con las órdenes
clericales tradicionales—, nos daremos
cuenta de que esta introdujo un giro casi
total en el tomismo medieval, al incorpo-
rar elementos decisivos de las corrientes Francisco Suárez
herméticas y neoplatónicas renacentistas y (1548-1617)
20
Luego de la primera edición latina (2 vols.), las D M fueron reimpresas en
su Opera omnia (1856-1861) en los volúmenes 25 y 26. La única traducción
completa al español es la de Sergio Rabade Romeo, Salvador Caballero Sánchez
y Antonio Puigcerver Zanón (Madrid: Gredos, 1960-1966, 7 vols.).
21
Heidegger, Martin; El ser y el tiempo, op. cit., Introducción, cap. II, § 6, p. 32.
22
Zubiri, Xavier; «Advertencia preliminar», en Francisco Suárez; Disputaciones
metafísicas sobre el concepto del ente. Trad. del lat., introducción y advertencia
de Xavier Zubiri, Madrid: Revista de Occidente. Madrid, 1935, pp. 127-128.
23
En este punto, el profesor Pablo Quintanilla me hizo reparar en que esta
influencia suareciana en la filosofía contemporánea fue más allá de la
tradición hermenéutica-fenomenológica continental y se extiende también
a la filosofía analítica anglosajona con el concepto de «intencionalidad». Ya
los filósofos escolásticos le habían dado un doble uso: como dirección de
la conciencia hacia el objeto y como objeto representado (apropiación no
material). En la noción de «concepto» en Francisco Suárez se encuentran
los primeros elementos de una reacción semiótica contra la gnoseología
extensionalista cartesiana, que separa estas dos funciones diversas del
lenguaje, la de comprender el significado de un concepto y la de utilizar
comunicativamente los signos. En Peirce, el «signo» unifica esencialmente
ambas funciones abriendo la esfera de la intersubjetividad comunicativa y la
apropiación del objeto formal de modo intencional. En la filosofía analítica
contemporánea la intencionalidad fue reintroducida y descrita en su filosofía
de la acción como acto mental. La filósofa británica Elizabeth Anscombe
Introducción 29
Los antecedentes
24
Lima: Francisco Moncloa Editores, 1965, 2 vols. 470 pp.
Introducción 31
32
Director de la revista Geo Crítica. Cuadernos Críticos de Geografía Humana,
de la que se publicaron 100 números entre 1976 y 1994. Puso en marcha el
sitio web de Geocrítica, en la Universidad de Barcelona <http://www.ub.es/
geocrit/menu.htm>, en el que se encuentran, además de otros materiales
científicos, tres revistas de las que es director o codirector: Scripta Nova
(desde 1998, 250 números publicados, con más de un millar de artículos),
Biblio 3W (desde 1996, 750 números publicados) y Aracne. Recursos en
Internet para la Geografía y las Ciencias Sociales (100 números publicados).
La primera de ellas tiene un elevado índice de impacto en la comunidad
científica y está incluida en las bases de datos del ISI, en el Social Science
Citation Index.
34 José Carlos Ballón Vargas
Selección de textos
33
Bacigalupo, Luis E.; «Probabilismo y Modernidad. Un capítulo de la Filosofía
Moral del siglo XVIII y su repercusión en el Perú”, en: Armas Asín, Fernando
(comp.); La construcción de la iglesia en los andes (siglos XVI-XX). Lima:
PUCP, 1999, pp. 257-300.
34
Castro, Augusto; El Perú, un proyecto moderno. Una aproximación al
pensamiento peruano. Lima: IRA-PUCP-CEP, 1994, 240 pp.
35
Jacinto Fiestas, José Antonio; La controversia sobre el probabilismo en el
VI Concilio Limense (1772-1773). Tesis Doctoral presentada en la Facultad
de Teología de la Universidad de Navarra. Pamplona, 2000.
Introducción 35
36
de las colonias ibéricas de América [1972] de Walter Redmond,
compuesta por un catálogo de más de mil manuscritos e impresos,
su ubicación, breves indicios de sus autores y también una biblio-
grafía anotada de la literatura secundaria, la que también habría
que actualizar debido a la gran cantidad de estudios bibliográficos
y monográficos recuperados en los 35 años transcurridos desde
su primera edición.
La primera sensación que nos invade al leer el libro de Mejía
Valera es la de sorpresa y aturdimiento por la amplitud de textos
y autores de nuestra tradición filosófica (hasta entonces ningunea-
da) y la gran dificultad para sistematizar todo el material. Como
lo advierte el propio autor en su «Nota preliminar»: «El examen
del material recopilado en este libro pone al investigador frente a
una impresionante bibliografía filosófica, cuyo ordenamiento pro-
37
visional vale la pena intentar». Precisamente, en este feliz intento
de recopilar y ordenar lo producido —sin prejuicio ideológico
alguno— consistió su contribución más importante.
Si examinamos con detenimiento la investigación bibliográ-
fica de Mejía Valera descubriremos, además, el rescate que hizo
de uno de los componentes más importantes en la constitución
del pensamiento peruano: la tradición renacentista neoplatónica.
Igualmente valioso es su señalamiento del origen metodológico de
las omisiones registradas por los trabajos fundacionales de Felipe
Barreda y Laos (su tesis de bachiller: Tendencias intelectuales que
predominaron en el Perú en el siglo XVII, y la de doctor: Vida intelectual
del Virreinato del Perú), por sus «métodos de investigación» y su
«escasa documentación» (solo estudió los impresos y manuscritos
de la Biblioteca Nacional de Lima), que «originó imperdonables
omisiones: el Inca Garcilaso y toda referencia al pensamiento renacen-
38
tista en el Perú». Mejía Valera logró incluso rastrear las primeras
huellas escritas del neoplatonismo en el Perú de inicios del siglo
36
Redmond, Walter Bernard; Bibliography of the Philosophy in the Iberian
colonies of America. La Haya: Martinus Nijhoff, 1972.
37
Mejía Valera, Manuel; Fuentes para la historia de la filosofía en el Perú.
Lima: UNMSM, 1963, p. 8.
38
Ibid., p. 13.
Introducción 37
39
Comte, Augusto; Curso de filosofía positiva, traducción, prólogo y notas de
J. M. Revuelta. Buenos Aires: Aguilar, 1973.
38 José Carlos Ballón Vargas
48
Vargas Ugarte, Rubén; Historia del Perú. Fuentes. (Curso universitario).
Lima: Imp. Gil, 1945, 360 pp., p. 62.
49
En: Estudios, N.° 2, 3, 4 (1928) y junio, septiembre de 1929.
Introducción 43
50
Americanos de D. Juan Pablo Viscardo y Guzmán»; «Escritos inédi-
51 52
tos de Vidaurrre»; «Nota sobre Garcilaso» y «Nuevos datos sobre
53
Olavide».
Pero la primera obra de largo aliento que quizá reúne sus más
importantes contribuciones a la documentación de nuestro pensa-
miento colonial se publica entre 1935 y 1947 en cinco volúmenes
54
titulados: Manuscritos peruanos en las bibliotecas del extranjero; Ma-
55
nuscritos peruanos del Archivo de Indias; Manuscritos peruanos de la
56
Biblioteca Nacional de Lima; Manuscritos peruanos en las bibliotecas
57
de América y Manuscritos peruanos en las bibliotecas y archivos de
58
Europa y América.
Cabe añadir a este formidable esfuerzo, los tres volúmenes de su
59
Historia de la Compañía de Jesús en el Perú; los tres volúmenes de su
60
Concilios Limenses 1551-1772; así como su discurso sobre La elocuencia
61
sagrada en el Perú en los siglos XVII y XVIII. Igualmente, sus conocidos
62
ensayos «La metafísica del P. Alonso de Peñafiel»; El Real Convictorio
63 64
Carolino y sus dos luminares y Los jesuitas del Perú y el arte.
50
En: Boletín del Museo Bolivariano, año I, N.° 11, pp. 401-402, Lima, julio,
1929.
51
En: Boletín del Museo Bolivariano, año II, N.° 13, pp. 11-14, Lima,
septiembre, 1929.
52
En: Mercurio Peruano, año XIII, vol. XX, N.° 137-138, p.106-108, Lima,
enero-febrero, 1930.
53
En: Mercurio Peruano, año XIII, vol. XX, N.° 141-143p. 296-315, Lima,
mayo-julio, 1930.
54
Lima: Biblioteca Peruana, t. I, 1935, 367 pp.
55
Lima: Biblioteca Peruana, t. II, 1938, 404 pp.
56
Lima: Biblioteca Peruana, t. III, 1940, 279 pp.
57
Buenos Aires: Baiocco y Cía.-Biblioteca Peruana, t. IV, 1945, 333 pp.
58
Buenos Aires: Talleres Gráficos San Pablo-Biblioteca Peruana, t. V, 1947,
246 pp.
59
Burgos: Ed. Aldecoa, 1963 (t. I [1555-1620], 435 pp; t. II [1621-1699], 343
pp; t. III, 197 pp.
60
Lima: Imprimatur, 1954.
61
Lima: APL (imp. Gil), 1942, 74 p.
62
En: Mercurio Peruano, año XVIII, vol. XXV, N.° 191, pp. 60-62, Lima,
febrero, 1943.
63
Lima, 1970, 191 pp.
64
Lima, Imp. Gil, 1963, 118 pp.
44 José Carlos Ballón Vargas
65
Respecto a la ruta bio-bibliográfica de Iberico cfr.: Ráez Patiño, Sara;
«Bio-bibliografía del doctor Mariano Iberico Rodríguez», en: Boletín de la
Biblioteca Nacional, N.º 15, pp. 20-28, Lima, 1952.
66
En: Mercurio Peruano, Lima, año IV, vol. VI, N.º 36-37, pp. 437-452. El
texto fue nuevamente reproducido por nosotros en: Logos Latinoamericano,
año II, N.º 2, Lima, UNMSM, 1996, pp. 87-98. Las citas corresponden a esta
edición.
67
Cfr.: Ibid., pp. 87-88.
Introducción 45
68
de 1939: «Discurso sobre el Inca Garcilaso de la Vega», en el
que destacó el platonismo que caracterizó las ideas del Inca. Para
Iberico, los Comentarios construyen «la forma ideal del imperio»,
a la que llama «forma esencialmente estética y platónica» en el
sentido que es arquetípica y perfecta, «esencia» obtenida de una
sensibilidad compuesta por formas vivas y no intelectivas de la
tradición. Se trataba de un componente simbólico típico del uto-
pismo renacentista neoplatónico.
Diez años después José Durand señaló que, antes de Iberico,
69
«nadie se había detenido a tratar tan interesante tema». Pero la
contribución del gran maestro Iberico no se detuvo en este punto,
sino que dos años después del trabajo de Durand (1949) profundizó
su interpretación sobre este horizonte neoplatónico en un ensayo
70
titulado «La contemplación según Plotino», seguido en 1954 de
un breve artículo publicado en el suplemento cultural del diario
El Comercio bajo el título de «Cuatro símbolos en la filosofía de
71
Plotino».
Otro investigador decisivo durante la primera mitad del siglo
XX, en la tarea de rescatar y desarrollar una interpretación de con-
junto sobre nuestro pensamiento filosófico colonial, fue el maestro
sanmarquino José Durand (1925-1990). Durand realizó sus estudios
escolares en el colegio jesuita de La Inmaculada y los superiores en
la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, donde se doctoró
en Filosofía en 1949 con una tesis sobre La idea de la honra en el Inca
Garcilaso. Entre 1949 y 1952 profesó en la Universidad Autónoma
de México y regresó al Perú para dictar en San Marcos entre 1950
y 1961. Durante este período publicó ediciones anotadas de los
Comentarios reales de los incas (Lima, 1959) y de la Historia General
del Perú (Lima, 1962). En 1961 migró a Francia, donde dictó en
Provence y Toulouse hasta 1968, cuando se mudó definitivamente
68
Revista Histórica, N.º 73, Cuzco, 1939.
69
Durand, José; «Garcilaso el Inca platónico». Las moradas. Lima, 1949, N.º
7-8, pp. 121-129.
70
Letras. Órgano de la Facultad de Letras de la Universidad Nacional de San
Marcos, N.° 46, pp. 13-24, Lima, primer y segundo semestre de 1951.
71
Suplemento de El Comercio, 01/01/1954.
46 José Carlos Ballón Vargas
74
Cfr.: Hampe Martínez, Teodoro; «José Durand, bibliófilo (su colección de
libros y papeles en la Universidad de Notre Dame)», en: Fénix. Revista de la
Biblioteca Nacional del Perú, N.º 39, Lima 1997, pp. 57-81 [<http://bvirtual.
bnp.gob.pe>].
75
La Prensa, Lima, 25 de mayo y 6 de junio de 1941.
76
Letras. Órgano de la Facultad de Letras de la Universidad Nacional de San
Marcos, N.º 29, Lima, UNMSM, 1944.
77
Valcárcel, Carlos Daniel; «Olavide y la Universidad de San Marcos», en:
Revista Documenta, Lima, año II, N.° 1, 1949-1950, pp. 378-394.
78
Valcárcel, Carlos Daniel; Reforma de San Marcos en la época de Amat, Lima:
Facultad de Educación de la UNMSM, 1955.
79
Washington, Unión Panamericana, 1954. Las referencias son de la segunda
edición [Lima: Studium, 1984].
80
Lima: Fanal, 1955.
48 José Carlos Ballón Vargas
82
(1618-1873 ) y la edición más o menos regular de publicaciones
83
científicas a partir de los años 1654-1665. Francisco Ruiz Lozano
publicó seis repertorios o lunarios astronómicos y un Tratado
84
de cometas [Lima, 1665]. Su sucesor, Juan Ramón Coninckius o
Coninck, editó la Efemérides de Lima (1680-1708) y Pedro Peralta,
Conocimiento de los tiempos (1708-1798). Con Unanue se inició la
publicación regular del Mercurio Peruano (1791-1795) y luego del
Almanaque peruano y guía de forasteros (1799-1857). Paralelamente a
estas publicaciones se desarrolló una correspondencia y colabora-
ción bastante frecuente de nuestros científicos coloniales con sus
85
pares de México, Buenos Aires y Roma, centrada en la investi-
gación de hipótesis y teorías comunes, del tipo que Thomas Kuhn
clasificaría como «ciencia normal» o ciencia aplicada.
Hemos incluido en esta selección solo aquellos textos en que
nuestros científicos ingresaron en alguna disputa sobre «paradig-
mas científicos» que desborda el trabajo operativo y analítico de
su disciplina particular para situarse en el terreno de la filosofía
82
«En el caso peruano, el cargo de cosmógrafo mayor fue creado hacia 1618,
siendo ejercido en forma ininterrumpida por catorce individuos hasta 1874,
en que finalmente desapareció» (Ortiz Sotelo, Jorge «Los cosmógrafos
mayores del Perú», BIRA; Boletín del Instituto Riva-Agüero, N.º 24, Lima,
PUCP, 1997).
83
En dicho período solo dos ciudades contaban en América con imprenta:
México (desde 1539) y Lima (desde 1584).
84
El nombre completo del texto es: Tratado de cometas. Observación y juicio
del que se vio en esta Ciudad de los Reyes, y generalmente en todo el mundo,
por los finales del año 1664 y principios de 1665. Compuesto por el capitán
Francisco Ruiz Lozano Cosmografo mayor de este Reyno, y Catedrático de
Prima de Matemáticas en esta ciudad... Lima, 1665. [Biblioteca Nacional
Código, XZ / v. 120 / 1].
85
Ruiz Lozano fue discípulo y asiduo corresponsal del gran matemático y
astrónomo mexicano fray Diego Rodríguez. Ambos compartieron, en nutrida
correspondencia, los cálculos y observaciones del eclipse de sol del 9 de mayo
de 1641. Coninck mantenía estrecho contacto epistolar con Philippe de La
Hire del observatorio de París y con el padre Atanasio Kircher, líder científico
de los jesuitas en el Colegio Romano; existe una carta que le envía desde Puno
el 20 de julio de 1653, describiendo en detalle el paso de un cometa. El sucesor
de Coninck, Pedro Peralta y Barnuevo (1663-1743), en su estudio del eclipse
solar de 1719, mantuvo un estrecho intercambio de observaciones con el
científico jesuita rioplatense Buenaventura Suárez.
52 José Carlos Ballón Vargas
89
Sommervogel, Carlos y De Backer, Aloys; Bibliothéque de loa Compagnie
de Jesús. Nouvelle ed. par Carlos Sommervogel, 10 vols., París, 1890-1909,
quibus adde emest M. Riviere «correctiones et additiones, 15 fase», Toulouse,
1911-1930. (Reimpresión anastática (I-X, XII), Lovaina, 1960 (11 vol.), París
1890-1932, I, 1722-1723.
90
Vargas Ugarte, Rubén; Los jesuitas del Perú. Lima, 1941, pp. 127-128.
58 José Carlos Ballón Vargas
98
Ibid., p. 159.
99
Ibid., p. 160.
Introducción 61
100
Vargas Ugarte, Rubén; «La metafísica del P. Alonso de Peñafiel», en:
Mercurio Peruano. Lima, 1943, vol., XVIII, N.º 191, pp. 60-62.
101
Ibid., p. 61.
62 José Carlos Ballón Vargas
102
Vargas Ugarte, Rubén; Los jesuitas..., op. cit., p. 126.
Introducción 63
103
Autores como Anelio Oliva; Vidas de varones ilustres de la Compañía de
Jesús en la provincia del Perú [Lima, 1638]; Adriano de Alecio; El Angélico
[Lima, 1645]; León Pinelo; El paraíso en el nuevo mundo [Lima, 1650];
Francisco A. de Montalvo; El sol del nuevo mundo [Roma, 1683]; Francisco
de Echave Assu; La estrella de Lima [Amberes, 1688]; Pedro José Bermúdez
de La Torre; Oración informativa, panegírica, histórica y política [Lima,
1699].
104
Lohmann Villena, Guillermo; La cultura en el virreinato del Perú. Lima:
Fondo Editorial del Congreso del Perú, 2009, p. 22.
105
Véase la edición de 1933, vol. VII, pp. 298-301.
66 José Carlos Ballón Vargas
108
anónimo anticartesiano del siglo XVIII, en lo que respecta al
área de la filosofía natural. Lo mismo puede decirse de los textos
reunidos en torno al debate sobre el probabilismo a lo largo de los
109
siglos XVII y XVIII, en lo que respecta al área de la filosofía moral.
108
«Papel sobre la física de Descartes. Manuscrito peruano del siglo XVIII».
BBBCUSM, Lima, 1948, año XXI, vol. XVIII, N.º 3-4, pp. 209-216. El original
se encuentra en la Sala de Investigaciones de la Biblioteca Central de la
UNMSM, volumen de manuscritos coloniales denominado Documentos varios
(T. 66178), clasificado como doc. 28.
109
Esta parte incluye un Manuscrito inédito del siglo XVIII intitulado La antorcha
luminosa, que se encuentra en la Biblioteca Central de la UNMSM (Fondo
Antiguo), Archivo de Documentos Varios del s. XVIII (ff. 268-304 V). Una
primera transcripción del texto original fue gentilmente cedida por el Dr.
Miguel Maticorena Estrada. La digitalización inicial fue realizada por sus
colaboradores: Mercedes Espinar Bernabé y Marcos Garfias. En aras de la
claridad se reformularon ciertos aspectos ortográficos y sintácticos del texto
original, colocando entre corchetes las modificaciones. La corrección final
y las notas al pie, fueron realizadas por Roberto Katayama y José Carlos
Ballón. El texto titulado «Villete» (sic) que escribió el licenciado don
Francisco Álvarez, profesor de ambos derechos en San Marcos y abogado
de la real audiencia de Lima (8 pp.), apareció como «Prólogo» en la obra de
Juan Lope del Rodó; Idea sucinta del probabilismo… [Lima, 1772, 127 pp.].
El libro se encuentra en la Sala de Investigaciones de la Biblioteca Nacional
del Perú, vol. 143 de la colección Zegarra, folleto N.º 1. Cod. XZ/V.143/1.
Existe también un ejemplar en la Colección Vargas Ugarte de la Biblioteca
de la Universidad jesuita Antonio Ruiz de Montoya.
Introducción 69
110
Schwab, Federico; «Los almanaques peruanos y guías de forasteros. ¿1680?-
1874» En: Boletín Bibliográfico de la Biblioteca de la Universidad Nacional
Mayor de San Marcos, Lima, junio de 1948, año XXI, vol. XIX, N.º 1-2, pp.
78-125). También véase sobre este punto el más reciente trabajo de Jorge
Ortiz Sotelo; «Los cosmógrafos mayores del Perú en el siglo XVII», en: BIRA;
Boletín del Instituto Riva-Agüero, N.º 24, 1997.
111
Núñez, Estuardo «Federico Schwab (1902-1986). Bibliógrafo, traductor
ejemplar y peruanista insigne (Amberg, Baviera, 1902-Lima 1986)». En:
Alma Mater, N.º 15, Universidad Nacional Mayor de San Marcos Fondo
Editorial, Lima, 1998.
Introducción 71
112
Publicado en partes en la Revista de la Universidad Católica, N.º 14, 15, 16,
17 y 18 de los años 1936-1937.
72 José Carlos Ballón Vargas
113
Federico Schwab; «Los almanaques peruanos…», op. cit., p. 95.
114
Francisco Ruiz Lozano (1607-1677), Juan Ramón Coninck (1623-1709),
Pedro Peralta Barnuevo (1663-1743), Louis Gaudin (1704-1760), Juan Rher
(¿?-1756), Cosme Bueno (1711-1789), Gabriel Moreno (1735-1809), Hipólito
Unanue (1755-1833) y Gregorio Paredes (1778-1839).
115
La traducción de esta obra de Coninck se basó en el ejemplar latino existente
en la Biblioteca Nacional del Perú: Coninckius, Juan Ramón: Cubus et
Sphera geometrice duplicata [Lima: Tip. Regia, 1696], foll. N.º 8 del vol.
111 Colección Zegarra. [Código, Biblioteca Nacional del Perú, S. de Inv.
XZ / v.111/ 8].
116
Unanue, Hipólito; Observaciones sobre el clima de Lima y su influencia en los
seres organizados, en especial el hombre, Lima, 1806 (2.ª ed. Madrid, 1815).
Los textos reproducidos en este trabajo pertenecen a la quinta edición, con
Introducción y comentarios de Carlos Enrique Paz Soldán [Lima: Comisión
Nacional Peruana de Cooperación Intelectual, 1940].
Introducción 73
117
«Noticia sobre Llano Zapata, historiador peruano del siglo XVIII». En:
Revista de Historia de América, N.º 13, Buenos Aires, año 1941, pp. 38-
39.
118
Gerbi, Antonello; Viejas polémicas sobre el Nuevo Mundo, Lima: Banco de
Crédito, 1946, p. 239.
119
«… Revello ha descubierto en Madrid un manuscrito que parece contener
el segundo tomo…». Ibid.
74 José Carlos Ballón Vargas
128
Leonard, Irving A.; Los libros del conquistador. México: FCE, 1953.
129
Egaña S. J., Antonio de; Monumenta Peruana. (5 vols.) Roma: Borgo Santo
Spirito, 1954-1969.
130
Lohmann Villena, Guillermo; «Libros, libreros y bibliotecas
», op. cit., pp. 17-24.
131
Martin, Luis; «La biblioteca del Colegio de San Pablo (1568-1767),
antecedente de la Biblioteca Nacional», en: Fénix. Revista de la Biblioteca
Nacional del Perú, N.º 21, Lima, 1971, pp. 25-36.
132
Burga, Manuel; Nueve bibliotecas jesuitas en el momento de la expulsión
(1767). Tesis para optar el grado de Bachiller, Lima, Universidad Nacional
Mayor de San Marcos, 1969.
133
Millares, Carlo; «Bibliotecas y difusión del libro en Hispanoamérica colonial
—intento bibliográfico». En: Boletín Histórico. Fundación John Boulton.
Caracas, 1970, N.º 22, pp. 25-72.
134
Cisneros, L. J. y P. Guibovich; «Una biblioteca cuzqueña del siglo XVII»,
en: Histórica, vol. VI, n. 2, diciembre de 1982, pp. 141-171.
135
Saravia Mendoza, R.; Análisis bibliométrico de los impresos peruanos
relacionados a temas médicos publicados durante el Perú virreinal (siglos
XVI-XIX) [Tesis de Bachiller]. Lima: Universidad Nacional Mayor de San
Marcos, 1999. Véase del mismo autor: La biblioteca del Dr. Cosme Bueno:
Análisis bibliométrico e inventario (Inédito, s/f).
136
Hampe M., Teodoro; «Los primeros libros en el Perú colonial». En: Fénix. Revista
de la Biblioteca Nacional del Perú, N.º 28-29, Lima, 1983, pp. 71-90.
137
Parece ser que El Arte de la lengua castellana de Antonio Nebrija [Salamanca,
1592] fue el libro más difundido a inicios de la Colonia. Leonard encontró en
el Archivo General de la Nación una relación de 79 libros remitidos al Perú
por el mercader Alonso Cabezas [Sevilla, 1549] que la compañía mercantil
Illescas y Gibraleón embarcó al Perú. Entre ellos una Summa comentada por
Tomás de Vio Cayetano.
80 José Carlos Ballón Vargas
140
En: Fénix. Revista de la Biblioteca Nacional del Perú, N.º 21, Lima, 1971,
pp. 25-36.
82 José Carlos Ballón Vargas
Tradición autoritaria
141
Flores Galindo, Alberto; La tradición autoritaria. Violencia y democracia
en el Perú. Prólogo de José Carlos Ballón. Lima: APRODEH-SUR, 1999,
73 pp.
Introducción 83
Tópicos discursivos
143
Cfr.: Lazo García, Carlos y Alexander Ortegal I.; «El papel de la ideología
providencialista en el feudalismo peruano colonial: siglos XVI-XVIII». En:
Revista del Archivo General de la Nación. N° 15, Lima, 1997, pp. 117-
132.
144
San Ignacio de Loyola; «Ejercicios Espirituales», en: Obras completas,
Madrid: BAC, 1963, pp. 209 y 236. Su libro Ejercicios espirituales es un
resumen de lo que debe hacerse y de lo que él mismo hizo para llegar a la
perfección. Una reflexión muy interesante sobre este punto puede verse
en: García Mateos, Ramón; «Los ‘Ejercicios Espirituales’ como hecho
lingüístico. Consideraciones para un análisis semiótico del texto ignaciano».
En: Letras de Deusto, vol. 21, N.° 50, 1991, pp. 91-110. Universidad de
Deusto. Facultad de Filosofía y Letras.
145
Esta recurrente metáfora de la iluminación en los discursos místicos parece
provenir de la peculiar doctrina neoplatónica de la «emanación» de Proclo
(412-485), que explica la creación divina como una cadena descendente
Introducción 87
147
Principios metafísicos de la ciencia de la naturaleza [1786], Immanuel
Kant (1724-1804) criticaba duramente la pretensión newtoniana de
fundamentar la filosofía natural moderna en principios puramente
mecánico-matemáticos, tal como enunciaba el título de su obra
148
magna: Principios matemáticos de la filosofía natural [1687].
Un impulso decisivo a la cosmovisión organicista vino posible-
mente del propio desarrollo de la ciencia biológica moderna con el
descubrimiento de la circulación de la sangre por William Harvey
[De motu cordis, 1629], quien a su vez ejerció una gran influencia en
los modelos cosmológicos elaborados por los primeros geólogos,
que concebían la Tierra como un inmenso organismo vivo. El esco-
cés James Hutton (1726-1797), padre de la Geología moderna, hizo
su tesis de medicina sobre la circulación de la sangre. Este debate
posiblemente se inició en las universidades europeas durante el
período de 1500-1650 y encontró su culminación científica en el
siglo XVIII en la obra del gran naturalista sueco Carl von Linneo
(1707-1778), padre de la taxonomía científica moderna, mediante la
que se nombran, ordenan y clasifican los organismos vivos (cuyo
sistema todavía se usa, aunque con muchos cambios). Linneo se
149
El Corpus Hermeticum consta en realidad de diecisiete tratados, numerados
del uno al catorce y del dieciséis al dieciocho; el quince, en realidad, no era
92 José Carlos Ballón Vargas
tal sino tres extractos de Estobeo; un error cometido por uno de los primeros
editores en el siglo XVI.
150
Textos Herméticos. Introducción, traducción y notas de Xavier Renau Nebot.
Madrid: Biblioteca Clásica Gredos, 1999, 574 pp.
151
Plotino/Porfirio; Vida de Plotino/Enéadas: lib. I y II. Madrid: Gredos, 1992;
Plotino. Enéadas: lib., III y IV. Madrid: Gredos, 1985; Plotino, Enéadas: lib.
V y VI. Madrid: Gredos, 1998.
Introducción 93
152
mitología pagana. No obstante, su Isagoge ejerció una conside-
rable influencia en el desarrollo de la escolástica hasta el punto
de que la interpretación de uno de sus pasajes desató la célebre
controversia sobre los universales en los siglos XI y XII. Jámblico,
un discípulo de Porfirio nacido en Siria, escribió el tratado De Mys-
153 154
teriis Aegyptiorum, que rescató el factor teúrgico en el esquema
neoplatónico de salvación sostenido por Porfirio.
En segundo lugar, tenemos al pensador de origen africano San
Agustín de Hipona (354-430), uno de los cuatro más importantes
Padres de la Iglesia romana, quien recibió la influencia de Plotino
cuando se trasladó a Roma y Milán como maestro de Retórica. Su
influyente lectura cristiana del Timeo se extendió hasta escuelas
tan disímiles como las de Chartres y Oxford. En sus Confesiones,
reconoció la contribución del neoplatonismo al cristianismo y la
155
influencia que tuvo en su propio pensamiento.
Otro hito de esta tradición fue Proclo (Constantinopla, 412-
485). Estudió en Alejandría y en la escuela ateniense de Plutarco
hasta su clausura por Justiniano en el 529. Se trasladó luego a
Persia, donde su labor fue continuada por Damasco y Simplicio.
Sistematizó los diversos elementos de la cosmovisión neoplatónica
en una doctrina consistente sobre la «emanación» para explicar
la creación divina. Expuso la evolución que va desde Dios a su
antítesis (la materia) como una cadena descendente, y la salvación
como una ascensión del alma que le permite retornar al principio
originario, mediante el ascetismo, la contemplación y la invocación
de poderes superiores por magia, adivinación, oráculos y milagros.
152
Porfirio; Isagoge (ed. trilingüe). Trad. del griego Boecio. Introducción, trad.
y notas Juan J. García Norro y Rogelio Rovira. Madrid: Anthropos, 2003,
176 pp.
153
Jámblico; Sobre los misterios egipcios. Madrid: Biblioteca Clásica Gredos,
1997, 238 pp.
154
La Teúrgia es una suerte de magia basada en el poder de los dioses (magia
blanca) para contrarrestar la magia (negra) de los demonios. Cada religión
tiene asociada un tipo de Teúrgia.
155
San Agustín; Confesiones. Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 2002. Ed.
digit. basada en 10.ª ed., Madrid: Espasa Calpe, 1983, libro VII, capítulo IX,
p. 139 y ss.
94 José Carlos Ballón Vargas
El neoplatonismo renacentista
156
Hay una excelente traducción al español de este texto en: Boecio; Cinco
opúsculos teológicos (Opuscula Sacra). Textos traducidos y anotados por
Julio Picasso Muñoz (Lima: PUCP, 2002, 124 pp.).
157
Campanella, Tommaso; La imaginaria Ciudad del Sol (Idea de una
república filosófica).Versión del latín de Agustín Mateos y estudio
preliminar de Eugenio Imaz. En: Utopías del Renacimiento. México: FCE,
1956, pp. 105-193.
Introducción 95
158
Moro, Thomas; Utopía, op. cit., pp. 1-104.
159
Bacon, Francis; Nueva Atlántida, op. cit., pp. 195-235.
96 José Carlos Ballón Vargas
160
Hay una traducción al español de la versión latina hecha por F. de Castro
(1901) que, no obstante, por contener errores y erratas y no ajustarse
plenamente al texto crítico de C. Bauemker, fue revisada e introducida por
Carlos del Valle (1987, Barcelona: Editorial Riopiedras, 271 pp.) La expresión
que sirve de título al libro se encuentra en Plotino (Enn. VI, lib. IX, c. 9) y en
San Agustín (Confesiones) referida al Verbo, que es «Fons vitae aeternae».
161
Maimónides; Guía de perplejos, 5.ª edición a cargo de David Gonzalo Maeso.
Madrid: Editorial Trotta, 2008.
162
«La traducción del Inca (Madrid: Pedro Madrigal, 1590) fue la tercera versión
del italiano al castellano, pero venció y eclipsó a poco a las dos anteriores,
por la fidelidad ceñida al texto, la claridad de forma y la limpia elegancia del
estilo. Mandada recoger por la inquisición, Garcilaso trató después varias
veces, vanamente, de que se publicara una nueva edición ya corregida». En:
Aurelio Miró Quesada; «Pequeña guía para un lector extranjero del Inca
Garcilaso», en: Boletín de la Biblioteca Nacional, N.º 37-38, pp. 1-6. Lima,
1966. Versión electrónica disponible en: <http://bvirtual.bnp.gob.pe>.
Introducción 97
163
Cfr.: F. Suárez; Disputaciones metafísicas, II, Madrid: Gredos, 1960, XIII,
IV, p. 9.
164
Lavallé, Bernard; Las promesas ambiguas. Ensayo sobre el criollismo
colonial en los Andes. Lima: PUCP-IRA, 1993, p. 121.
165
Cfr.: Sequeiros, L.; «El padre José de Acosta (1540-1600): misionero,
naturalista y antropólogo en América hispana», en: Proyección, Granada,
2000, XLVII, pp. 63-74.
98 José Carlos Ballón Vargas
166
Basta ver los términos elogiosos con que se refiere a los jesuitas: «Después
que ha entrado esta orden en este reino, ha entrado el Dios del cielo en el
mundo de este reino» [f. 636] y en particular al padre Acosta, de quien afirma
haber leído su De Procuranda Indorum salute [ff. 1078-1080]. En: Huamán
Poma de Ayala; Nueva corónica y buen gobierno, op. cit., p. 78. Abunda a
favor de nuestra opinión, entre otras cosas, la observación hecha por Franklin
Pease en el prólogo de la edición de la misma obra (México: FCE, 1993,
tomo I, p. XXV), según la cual, en la mirada que Huamán Poma realiza de
la naturaleza «la imagen del mundo consistía en una geografía sagrada».
Introducción 99
167
Guillermo de Ockham. D. 753; H. 2347; S. 2507.
Introducción 101
168
Iberico, Mariano; «Discurso sobre el Inca Garcilaso de la Vega», en: Revista
Histórica, N.º 73, Cuzco, 1939.
169
Durand, José; «Garcilaso, el Inca platónico», en: Las moradas, N.º 7-8, Lima,
1949, pp. 121-129. El tema fue reelaborado en su artículo: «Garcilaso, entre
el mundo de los Incas y las ideas del Renacimiento», en: Diógenes, N.º 43,
París-Buenos Aires, 1963, pp. 23-46.
170
Flores Galindo, Alberto; Buscando un inca: Identidad y utopía en los Andes.
Lima: IAA, 1987, 370 pp.
171
Burga, Manuel; Nacimiento de una utopía. Muerte y resurrección de los
incas. Lima: IAA, 1988, 428 pp.
104 José Carlos Ballón Vargas
172
Acosta, Historia natural y moral…, op. cit. Lib. V, cap. III, p. 142.
106 José Carlos Ballón Vargas
173
Acosta, De Procuranda Indorum…, op. cit., Lib. IV, cap. IX, pp. 518.
174
Acosta, Historia natural…, op. cit., Lib. V, cap. III.
175
Cfr.: Chomsky, Noam; El lenguaje y los problemas del conocimiento.
Conferencias de Managua I. Madrid: Visor, 1992. Véase también del mismo
autor: Lingüística cartesiana. Un capítulo de la historia del pensamiento
racionalista. Madrid: Gredos, 1972.
Introducción 107
176
En su Cylindricorum et annularium [Amberes, 1651], Tacquet mostró cómo
un punto móvil podía generar una curva, así como las teorías del área y del
volumen, de gran influencia en el pensamiento de Pascal.
177
Poliedros convexos cuyas caras son polígonos regulares iguales y en cuyos
vértices se unen el mismo número de caras. En torno a sus caras, aristas o
vértices se puede inscribir o circunscribir curvas «perfectas» equidistantes
de su centro.
Introducción 109
181
Mancho, M.ª Jesús; El símbolo de la noche en San Juan de la Cruz. Estudio
léxico-semántico, Salamanca: Universidad, 1982 y «Panorámica sobre las
raíces originarias del símbolo de la Noche de San Juan de la Cruz», en:
Boletín de la Biblioteca Menéndez Pelayo, LXIII (1987), pp. 125-155.
182
Cfr.: Menéndez Pelayo, Marcelino; «La estética platónica en los místicos
de los siglos XVI y XVII», en Historia de las ideas estéticas en España, III,
Madrid: Imprenta de los Hijos de Tello, 1882-1891b, 1920b (3.ª ed.), pp.
111-166.
Introducción 113
183
De doctrina christiana, en: Obras de San Agustín, Edición bilingüe, tomo
XV, Madrid: BAC, 1957, PL 34,15-122 (en los tres primeros libros, De sensu
inveniendo y en el cuarto, De sensu proponendo).
184
Orígenes, De principiis, 4,11-19 PG II, 365.
185
Tema de atribución discutida, usado por Santa Teresa de Jesús y con variación
(y de tal manera espero) por San Juan de la Cruz.
186
En: Antonio Ruiz de Montoya; Sílex del Divino Amor. Introducción,
transcripción y notas de José Luis Rouillon Arróspedi, Lima, PUCP, 1991,
pp. VIII, LXXVIII ss y LXXXVI ss.
Introducción 115
187
La cábala es una doctrina de la antigua literatura judía religiosa de
interpretación de los diversos sentidos infinitos de la Toráh, palabra de
origen hebreo que remite a los cinco primeros libros de la Biblia, que los
cristianos llaman con el término de origen griego «Pentateuco» (Génesis,
Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio). La exégesis judía distinguía
cuatro sentidos en la Sagrada Escritura: perat o literal; midrás o alegórico,
sechel o tropológico y «cábala» o «alegórico». Este último es el más sublime
y divino, pues nos conduce de lo terreno a lo celeste, de lo humano a lo
divino.
188
Rouillon Arróspide, José Luis; Antonio Ruiz de Montoya. Biografía. Lima:
UARM, 2001.
116 José Carlos Ballón Vargas
189
Cfr.: Rubén Vargas Ugarte; Un místico del siglo XVII. Autobiografía del
venerable padre Francisco del Castillo de la Compañía de Jesús, Lima:
Librería e Imprenta Gil, 1960.
Introducción 119
190
Los tomos I y II de la edición latina se encuentran en la Sala de Investigaciones
de la Biblioteca Nacional del Perú.
Introducción 121
191
Maticorena Estrada, Miguel; El concepto de cuerpo de nación del siglo XVIII.
Lima: UNMSM, 1974. Véase también: «Nación y guerra de castas en Juan
Pablo Viscardo y Guzmán», en: J. P. Viscardo. El hombre y su tiempo, tomo
II, Lima: Ed. del Congreso de la República, 1999.
192
Véase: Colección Documental de la Revolución de Túpac Amaru, tomo III.
Lima, 1981, Prólogo (Separata, 11 pp.).
Introducción 123
195
Lavallé, Bernard; Las promesas ambiguas. Ensayos sobre el criollismo
colonial en los andes. Lima: PUCP-IRA, 1993, p. 121.
196
Cfr.: Lazo García, Carlos; «Ideas y conceptos constitutivos de la teoría del
poder político durante el Virreinato», en: Investigaciones Sociales. Revista
del Instituto de Investigaciones Histórico Sociales, UNMSM, Facultad de
Ciencias Sociales, año 8, N.º 12, 2004.
126 José Carlos Ballón Vargas
197
La Ciudad de Dios (2 vols.), en: Obras completas de San Agustín (XVI y
XVII), texto bilingüe latín-español, Madrid: BAC, 1978 (3.ª ed.).
128 José Carlos Ballón Vargas
Posible contribución
202
Zevallos Ortega, Noé; Toribio Rodríguez de Mendoza. O las etapas de un
difícil itinerario espiritual. Lima: Bruño, 1984, 245 pp.
203
Según el historiador Carlos Lazo García, el libro fue escrito antes de 1784 y
destinado a la enseñanza superior. Véase: «Ideas y conceptos constitutivos
de la teoría del poder político durante el Virreinato», en: Investigaciones
Sociales, año VIII, N.° 12, pp. 203-212, UNMSM / IIHS, Lima, 2004.
204
Rodríguez de Mendoza, T. & M. de Rivero; Lugares Teológicos, traducción
del latín por Luis Antonio Eguiguren. Lima: Tall. Empr. Graf. T. Scheuch,
1951, 374 pp.
Introducción 133
207
lente estudio titulado La Filosofía en Arequipa, centrado en una
selección de textos y pensadores clásicos arequipeños del siglo xix
y xx, entre los que se reseña y estudia a Bartolomé Herrera, Manuel
Segundo Ballón, Víctor Andrés Belaunde, Ántero Peralta, César
Guardia Mayorga y Gustavo Quintanilla Paulet. Ojalá podamos
contar pronto con estudios similares sobre la producción filosófica
regional en Cuzco, Huamanga y Trujillo.
En lo que respecta a la segunda mitad del siglo XIX —es decir,
durante la llamada hegemonía del positivismo en el Perú—, luego
de los ya clásicos estudios de Salazar Bondy sobre González Prada
(1848-1918), Javier Prado (1871-1921), Jorge Polar (1856-1932),
208
Joaquín Capelo (1852-1928), Manuel Vicente Villarán (1873-1958)
209
y del ensayo de Mejía Valera sobre el positivismo en el Perú,
se han añadido los meticulosos estudios de David Sobrevilla
210
sobre el mismo período. Recientemente, nuevas contribuciones
interpretativas del positivismo peruano han sido sugeridas también
211
por el profesor de la PUCP Pablo Quintanilla.
La otra tarea pendiente es el caso de la filosofía peruana del
siglo XX, labor en parte más sencilla por la facilidad de acceso al
material bibliográfico en el formato impreso o digital existente en
nuestras bibliotecas. Aunque es también una tarea compleja debido
a la escasa producción de estudios textuales y no meramente his-
toriográficos sobre nuestra producción filosófica contemporánea,
panorama en el que destaca la minuciosa, tenaz y casi solitaria
207
Ballón Lozada, Héctor; La Filosofía en Arequipa. Arequipa: Fondo Editorial
del Ilustre Colegio de Abogados de Arequipa, 2007, 194 pp.
208
Salazar Bondy, Augusto; Historia de las ideas en el Perú contemporáneo.
El proceso de pensamiento filosófico. Lima: Francisco Moncloa Editores,
1965, 2 tomos.
209
Mejía Valera, Manuel; «El Positivismo en el Perú», en: Cuadernos
Americanos 4 (1987), pp. 107-125.
210
Sobrevilla, David; «Las ideas en el Perú contemporáneo», en: Historia del
Perú. Lima: Editorial Juan Mejía Baca, 1980, tomo XI, pp. 115-415.
211
Quintanilla Pérez-Wicht, Pablo; «Jorge Polar y el desencanto del positivismo»,
en: María Luisa Rivara de Tuesta (ed.), La intelectualidad peruana del siglo
XX ante la condición humana, tomo I, Lima: Editorial Gráfica Euroamericana,
2004 y «La recepción del positivismo en Latinoamérica», en: Logos
Latinoamericano, N.º 6, 2006, Lima, UNMSM.
Introducción 135
212
Sobrevilla, David; Repensando la tradición nacional. Estudios sobre la
filosofía reciente en el Perú. Lima: Ed. Hipatia, 1988 (vol. I, 259 pp.) y 1989
(vol. II, 869 pp.).
213
Sobrevilla, David; La filosofía contemporánea en el Perú. Estudios, reseñas
y notas sobre su desarrollo y situación actual. Lima, Carlos Matta editor,
1996, 502 pp.
214
Sobrevilla, David; El marxismo de Mariátegui y su aplicación a los 7 ensayos,
Lima: Fondo Editorial de la Universidad de Lima, 2005, 500 pp.
136 José Carlos Ballón Vargas
215
Mariátegui, José Carlos; «¿Existe un pensamiento hispano-americano?”, en
op. cit., pp. 24, 26.
216
Iberico Rodríguez, Mariano; El nuevo absoluto. Lima, Editorial Minerva,
1926, 231 pp.
217
Mariátegui, José Carlos; 7 ensayos de interpretación de la realidad peruana,
vol. 2. Lima: Editora Amauta, 1969, p. 12.
Introducción 137
218
Mariátegui, José Carlos; Defensa del marxismo, vol. 5. Lima: Editora Amauta,
1967, p. 17.
219
Mariátegui, José Carlos; «¿Existe un pensamiento hispano-americano?», en
op. cit.
Parte I
Filosofía Natural
José de Acosta y el inicio del debate filosófico
en la constitución de las identidades en el Perú
1
(siglos XVI-XVII)
[141]
142 José Carlos Ballón Vargas
José de Acosta
I. El tópIco naturalIsta
4
parte de un debate teológico. En el mundo hispánico, la llamada
5
«segunda escolástica» va a constituir una respuesta específica
del pensamiento cristiano a la crisis ideológica desatada por la
naciente modernidad.
En el «Proemio» de su monumental trabajo de 1590, Acosta
estableció con gran claridad el objetivo de su discurso:
Del nuevo mundo [...] han escrito muchos autores diversos libros
y relaciones en que dan noticia de las cosas nuevas y extrañas [...].
Mas hasta ahora, no he visto autor que trate de declarar las causas
y razón de tales novedades y extrañezas de naturaleza, ni que haga
discurso o inquisición en esta parte [...] se podrá tener esta historia por
nueva, por ser juntamente histórica y en parte filosofía, y por ser no sólo
de las obras de naturaleza, sino también de las del libre albedrío, que son
los hechos y costumbres de los hombres. Por donde me pareció
darle nombre de Historia natural y moral de las indias, abrazando
6
con este intento ambas cosas.
4
En la dedicatoria (1577) de su opúsculo De Procuranda Indorum Salute,
Acosta señalaba que: «La causa principal que me movió a componerlo
fue ver que muchos tenían varias y opuestas opiniones sobre las cosas de
Indias y que los más desconfiaban de la salvación de los indios, además de
que ocurrían muchas cosas nuevas y difíciles, y contrarias a la verdad del
Evangelio, o que al menos lo parecían» (op. cit., p. 389).
5
«The Cursus Philosophicus in general ponderous tomes is a charasteristic
product of sixteenth —and sevententh— century scholasticism». Boehner,
Philotheus, Collected Articles on Ockham, Nueva York: F.I. St. Bonaventure,
1958, Introducción, p. xvi.
6
Acosta, Historia natural y moral…, op. cit., pp. 3-4 (subrayados nuestros).
7
Ibid., Lib. I, cap. XIV, p. 23.
José de Acosta y el inicio del debate filosófico 145
8
Cfr. Bruno, Giordano; La cena de las cenizas. Madrid: Alianza Universidad,
1987, Introducción, p. 33 y Primer diálogo, pp. 60-81. Véase también Acosta;
Historia natural y moral…, op. cit., Lib. I, cap. XVI y XXV, pp. 26 y 39: «[...]
nuestra fe, que nos enseña, que todos los hombres proceden de un primer
hombre».
9
Cfr. Alcina Franch, José (ed.); Bartolomé de Las Casas. Obra indigenista.
Madrid: Alianza Editorial, 1985, cap. 3: Controversia Las Casas-Sepúlveda,
pp. 163-280.
10
Cfr. Acosta, Historia natural y moral…, op. cit., Lib. sexto, caps. I y XIX,
pp. 182-183 y 198-199.
11
Ibid., Lib. I, caps. XVI y XX, pp. 26 y 32. Véase también el Lib. cuarto,
cap. XXXIV, p. 129: «Halláronse, pues, animales de la misma especie que
en Europa, sin haber sido llevados de españoles. Hay leones, tigres, osos,
jabalíes, zorras y otras fieras y animales silvestres [...] que no siendo verosímil
que por mar pasasen en Indias [...] y embarcarlos consigo hombres es locura
[... pero...] conforme a la divina Escritura, todos estos animales se salvaron
en el arca de Noé, y de allí se han propagado en el mundo».
12
Ibid., Lib. segundo, caps. III-IX, pp. 40-47.
13
Ibid., Lib. I, cap. XX-XXI, pp. 32-35.
14
Ibid., Lib. I. cap. XVI, pp. 27, 28 y ss.
15
Ibid., Lib. cuarto, caps. XXXVI-XLI, pp. 130-137.
146 José Carlos Ballón Vargas
16
gración tan masiva? Había demasiadas excepciones «en esta gran
diversidad». Ni la razón ni el orden naturales parecían respaldar
la continuidad causal universal que requerían las vías de Santo
Tomás y, con ello, la autoridad universal que se atribuía la Iglesia
católica, acosada en el viejo mundo por la reforma protestante y
por la tarea de evangelización del nuevo mundo.
Acosta respondía: «Quien mirase estas diferencias y qui-
siera dar razón de ellas, no podrá contentarse con las (causas)
17
generales». «[...] hallo tres causas ciertas y claras, y otra cuarta
oculta. Causas claras y ciertas digo: la primera, el océano (agua);
la segunda, la postura y sitio de la tierra (con respecto al sol, el
fuego); la tercera, la propiedad y naturaleza de diversos vientos
(aire). Fuera de estas tres, que las tengo por manifiestas, sospecho
que hay otra cuarta oculta, que es propiedad de la misma tierra que se
18
habita y particular eficacia e influencia de su cielo».
Los Libros II, III y IV de la Historia natural y moral de las Indias
intentaron una minuciosa reconstrucción —a partir de los cuatro
elementos naturales simples (agua, aire, fuego y tierra) y los tres
compuestos (metales, plantas y animales) del edificio cósmico
aristotélico y escolástico— de la peculiar armonía jerárquica
que ordena causalmente nuestra rica y monumental diversidad
natural. Es recién en el Libro V que Acosta consideró que «[...]
después del cielo y temple y sitio y cualidades del nuevo orbe, y
de los elementos y mixtos [...] que en los cuatro libros precedentes
se ha dicho [...] la razón dicta seguirse el tratar de los hombres que
19
habitan el nuevo orbe».
El objetivo de esta cosmología naturalista no fue solo justificar el
dominio colonial español sobre el territorio americano y su población
indígena, sino también —y he ahí la clave de su posterior perpe-
tuación— justificar una estructura jerárquica que diera estabilidad
al nuevo régimen colonial americano a partir de dos mecanismos
básicos de enraizamiento considerados «naturales»: las relaciones
16
Ibid., Lib. I, cap. XXIV, p. 38.
17
Ibid., Lib. segundo, cap. XI, p. 49.
18
Ibid., subrayados nuestros.
19
Ibid., Lib. quinto, Prólogo..., p. 139, subrayado nuestro.
José de Acosta y el inicio del debate filosófico 147
20
Acosta, De Procuranda Indorum..., op. cit., lib. IV, cap. VIII, p. 517; lib. VI,
cap. XIX, pp. 601, 602.
21
Lavallé, Bernard; Las promesas ambiguas. Criollismo colonial en los Andes,
Lima: PUCP-IRA, 1993, p. 45.
148 José Carlos Ballón Vargas
22
«En el siglo XVI, las teorías sobre la influencia climática en el hombre y
todo el reino animal o vegetal, conocieron una notable difusión [...] Dichas
teorías, que provenían de la antigüedad, y que los siglos medievales habían
trasmitido fielmente, fueron una de las fuentes a las que acudieron los
españoles cuando, confrontados con realidades humanas desconocidas en
el momento del descubrimiento de América, tuvieron que plantearse con
urgencia los problemas fundamentales de la naturaleza del hombre y de las
diferencias físicas o sociales…». Lavallé, B.; Las promesas ambiguas, op.
cit., p. 50.
23
«[...] la geografía del siglo XVI, renovada y estimulada por los descubrimientos
principalmente americanos, se transformó al poco tiempo en una vasta
encuesta sobre el hombre, en la que la filosofía moral había de inspirarse
en abundancia». François de Dainville; La Géographie des humanistes, les
jésuites et l’éducatión de la societé française. París, 1940, cap. III, pp. 1-2,
citado por Lavallé, B.; Las promesas ambiguas…, op. cit., p. 106.
José de Acosta y el inicio del debate filosófico 149
24
Cfr. Zavala, Silvio; Servidumbre natural y libertad cristiana según los tratadistas
españoles de los siglos XVI y XVII. Buenos Aires: Emecé, 1944, p. 62.
25
Las Casas, Bartolomé de; Apologética historia de las Indias. Madrid: BAE,
1958, t. CV. Véase particularmente los caps. XXIII, XXIV, XXIX y XXX. Cfr.
asimismo Apologética historia sumaria, México: FCE, 1967.
26
López de Velasco, Juan; Geografía y descripción universal de las Indias.
Madrid: BAE, 1971, t. CCXLVIII, p. 27.
27
Ibid., pp. 37-38.
28
«A los hijos de español y de española nacidos allá dicen criollo o criolla
[...] Es nombre que lo inventaron los negros». Garcilaso de la Vega, Inca;
Comentarios reales de los incas. México-Lima: FCE, 1991, t. II, Lib. nono,
cap. XXXI, p. 627.
150 José Carlos Ballón Vargas
padres «se tenían por más honrados y de más calidad por haber
29
nacido en la patria, que no sus hijos porque nacieron en la ajena».
Igual connotación despectiva tenía la palabra «mulato», deri-
vada de «mula», símbolo de infertilidad de toda casta mezclada.
Según Garcilaso, «Al hijo de negro y de india —o de indio y de
negra— dicen mulato y mulata. A los hijos de estos llaman cholo
[...] Quiere decir “perro”, no de los castizos sino de los muy bellacos
30
gozcones». Finalmente, «A los hijos de español y de india —o
de indio y española— nos llaman mestizos, por decir que somos
mezclados [...] en Indias, si a uno de ellos le dicen “sois un mestizo”
31
o “es un mestizo” lo toman por menosprecio».
El mestizaje suponía pérdida de pureza y degeneración, una
«mancha de color vario», un «peligro potencial para el orden
32
colonial», punto de vista válido tanto para la aristocracia hispá-
nica como para la andina. La sospecha naturalista recaía incluso
en aquellos hijos criollos de padre y madre españoles, por haber
sido amamantados por sirvientes indias o negras, como señala el
33
dominico F. Reginaldo de Lizárraga.
Huamán Poma de Ayala muestra el lado andino de esta ex-
clusión aristocrática:
[...] Ahora, un mitayo tiene título, el mundo está perdido [...] Sacra
Católica Real Majestad, es muy gran servicio de Dios nuestro Señor
y de nuestra Majestad y aumento de los indios de este Reino que
no estén ningún español, mestizo, cholo, mulato, zambaigo, casta
de ellos, sino fuera casta de indio, que a todos los eche, a chicos,
29
Ibid.
30
Ibid.
31
Ibid.
32
Lavallé, Bernard; Las promesas ambiguas, op. cit., p. 46.
33
«Nacido el pobre muchacho, lo entregan a una india o negra que le críe,
sucia, mentirosa, con las demás inclinaciones que hemos dicho y críase ya
grandecillo con indiezuelos ¿Cómo ha de salir este muchacho? […] El que
mama leche mentirosa, mentiroso, el que borracha, borracho, el que ladrona,
ladrón» (Lizárraga de, F. Reginaldo; Descripción breve de toda la tierra del
Perú, Tucumán y Río de la Plata, Madrid: BAE, 1968, t. CCXVII, pp. 101-
102). Habría que añadir en este punto que Lizárraga coincide con Acosta (De
Procuranda Indorum... op. cit., Lib. cuarto, cap. VIII, p. 517) y con Felipe
Huamán Poma de Ayala (Nueva Corónica y Buen Gobierno. México-Lima:
FCE, 1993, t. II, f. 537).
José de Acosta y el inicio del debate filosófico 151
34
Huamán Poma de Ayala, Felipe; Nueva Corónica…, op. cit., t. II, pp. 806,
808, 809.
35
Popayán, 20/V/1635, Archivo General de Indias, Quito 605, citado por B.
Lavallé, Las promesas… op. cit., p. 49.
152 José Carlos Ballón Vargas
36
pertenencia a una comunidad de clanes y familias que procedían
de antepasados comunes; y, por otro, la extensión limitada de su
poder político a una esfera local o regional. Su función era la de
representante e intermediario étnico frente a comunidades conside-
radas «externas» a la propia. Esta relación de parentesco le otorgó
capacidad de manejo, distribución y negociación de la «mano de
obra subordinada» y de los «recursos naturales» disponibles en
su territorio (considerados propiedad colectiva).
La magnitud de su poder de negociación o de intermediación
tuvo relación directa con el número de subordinados de que disponía
el encomendero («su gente»), y la ausencia de propiedad individual de
estos. Ello fue rápidamente percibido por los primeros conquistadores
para establecer alianzas matrimoniales que llevaron al aislamiento y
derrota del poder central incaico, mas no captaron con igual nitidez
la decisiva importancia que tenía para el poder local del curaca la
mediación simbólica como instrumento de sujeción al interior de la
comunidad andina, que siempre les resultó impenetrable.
La solidez del poder curacal provenía del carácter «sagrado»
de su intermediación (sacerdotal) entre los miembros vivos y los
antepasados comunes de la comunidad (reunidos en la huaca). Era
el único miembro que no hablaba como «individuo». González
Holguín definía en 1608 al hatum rimak curaca como «el que tiene
37
la voz de todos».
La función sagrada de intermediación posibilitó que el curaca
tuviera esta «voz impersonal». El mecanismo discursivo fundamen-
tal —al igual que en el discurso platónico— es la reminiscencia. Este
intermediador es vocero del pasado, condición de la cual proviene
su autoridad cohesionadora del grupo. Él le otorga identidad al
grupo y su condición lo hace superior al resto de los individuos
de su comunidad. La no existencia de identidad individual fue el
mecanismo de subordinación comunal al poder del curaca.
Ello es incomprensible para una mentalidad moderna en la
que se ha operado un proceso histórico de individuación social.
36
Aristóteles; Política, en Obras. Madrid: Ed. Aguilar, 1964 (1280-b).
37
González Holguín, Diego; Vocabulario de la lengua general de todo el Perú
llamada lengua qqichua o del Inca. Lima: UNMSM, 1952, p. 55.
José de Acosta y el inicio del debate filosófico 153
41
Véase al respecto el interesantísimo trabajo de Martín Rubio, M. Carmen;
«Costumbres de los indios del Perú. Un temprano antecedente de la política
de extirpación de idolatrías en el virreinato peruano», BIRA, Boletín del
Instituto Riva-Agüero, 24 (1997): 295-308.
42
«[…] su principal adoración eran las huacas que ellos llamaban, y ese ídolo era
lo que más reverenciaban. Dícese que después que fueron sujetos a los Ingas,
les era prohibido por esos señores adorar huaca alguna, si por los Ingas reyes
no les era dado o concedido» (Álvarez, Bartolomé, Costumbres de los indios
del Perú [1558]. Inédito, caps. 134-135, pp. 113-114, citado por Martín Rubio,
M. Carmen, «Costumbres de los indios…», op. cit., pp. 297-298).
43
Ibid., p. 301.
156 José Carlos Ballón Vargas
54
Acosta; Historia natural y moral…, op. cit., Lib. quinto, Prólogo a los libros
siguientes, p. 139, subrayado nuestro.
55
Spang, Kurt; Fundamentos de retórica. Pamplona: Ed. Universidad de
Navarra, 1979, pp. 32-33.
56
Ibid., p. 41. La gran aceptación de la obra retórica del padre Cipriano Suárez
en los colegios jesuitas peruanos puede demostrarse por su presencia en los
inventarios de las nueve bibliotecas jesuitas recopilados por Manuel Burga,
en: Nueve bibliotecas jesuitas en el momento de la expulsión (1767), tesis
de Bachiller, Lima, UNMSM, 1969, p. 497.
160 José Carlos Ballón Vargas
72
San Agustín; De la verdadera religión, caps. XXXVI y XXXVII, § 66, 67, 68,
en: Obras de San Agustín, op. cit., pp. 151-153.
73
Acosta; Historia natural y moral…, op. cit., Lib. quinto, cap. II, p. 141. En
De Procuranda Indorum Salute, Acosta había clasificado tres géneros de
idolatrías, siguiendo la taxonomía de Juan Damasceno (cfr. op. cit., Lib. V,
cap. IX, pp. 559-561). Cfr. también San Agustín; De la verdadera religión,
en: Obras de San Agustín, op. cit., cap. XXXVIII, pp. 155-159.
74
Acosta, José de; Historia natural y moral…, op. cit., Lib. quinto, cap. III, p.
142.
75
Acosta, José de; De Procuranda Indorum…, op. cit., Lib. IV, cap. IX, pp.
518, subrayado nuestro.
76
Acosta, José de; Historia natural y moral…, op. cit., Lib. quinto, cap. III, p. 142.
77
Cfr. Suárez Roca, José Luis; Lingüística misionera española. Oviedo: Ed.
Pentalfa, 1992, cap. I, pp. 11-37.
164 José Carlos Ballón Vargas
78
San Agustín; Contra los académicos. Lib. I, cap. 1, § 3, en: Obras de San
Agustín, op. cit., t. III, p. 66.
79
Cfr. San Agustín; De la verdadera religión, en: Obras de San Agustín, op.
cit., cap. XXXVI, pp. 151-153.
80
A diferencia de las idolatrías de los griegos, más referidas a «las invenciones
de los poetas» debido posiblemente a que su lengua escrita les permitía acceder
a universales abstractos. En ellos, la idolatría no se debería a un simple «[...]
error del vulgo, antes los más excelentes de los poetas y los retóricos y aun de
los filósofos mostraron admiración a semejantes bagatelas. ¿No es el divino
Platón quien diserta largamente de los dioses mayores y menores, o mejor
dice delirios?». En una nota a pie de página en De Procuranda Indorum…,
Acosta se refiere al Timeo de Platón (op. cit., p. 560).
81
Acosta, José de; Historia natural y moral…, op. cit., Lib. VI, cap. IV, p.
185.
José de Acosta y el inicio del debate filosófico 165
La «sagrada» escritura
Pero «[...] como las palabras (al igual que todas las cosas sensibles)
no duran más tiempo del que están sonando (para significar pensa-
mientos intemporales), se inventaron letras, que son signos de las
89
palabras». No obstante, esta situación origina lo que San Agustín
denomina la «ambigüedad de las palabras» (verborum ambiguitate)
85
Ibid.
86
Cfr. Platón; Teeteto, pp. 208b-210b. Véase también Aristóteles; Metafísica,
en: Obras, op. cit., Lib. Z, cap. 15.
87
«Las palabras habladas son signos o símbolos de las afecciones o impresiones
del alma [...] las afecciones mentales en sí mismas, de las que esas palabras
son primariamente signos, son las mismas para toda la humanidad, como
lo son también los objetos, de los que esas afecciones son representaciones,
semejanzas, imágenes o copias» (Aristóteles; De la expresión o interpretación,
en: Obras, op. cit. (cap. 1, 16a.) p. 258).
88
San Agustín; De la doctrina cristiana, en: Obras de San Agustín, op. cit.,
Lib. II, cap. 3, § 4, p. 115.
89
Ibid., Lib. II, cap. 5, § 5 y Lib. III, cap. 29, § 40, pp. 117 y 237.
José de Acosta y el inicio del debate filosófico 167
90
Ibid., Lib. II, cap. 12, § 17, p. 131.
91
Ibid., Lib. II, cap. 10, § 15, p. 129.
92
Ibid., Lib, II, cap. 11, § 16, p. 129.
93
Suárez Roca; Lingüística... op. cit.
94
«El conocimiento humano tiene por objeto a las cosas naturales primero
en cuanto a la forma, y secundariamente a la materia en cuanto que dice en
relación a la forma. Y así como toda forma, en cuanto tal, es universal, así
la relación a la forma no hace conocer a la materia sino con conocimiento
universal [...]. De ahí se sigue que nuestra mente no puede conocer al singular
directamente [...] la mente se introduce accidentalmente en los singulares».
Santo Tomás de Aquino; Quaestiones disputate, vol. I, De veritate. Quest.
10, art. 5, en: Clemente Fernández, S. J.; Los filósofos medievales (selección
de textos), t. II. Madrid: BAC, 1979, p. 289.
95
Como señala el lingüista Rodolfo Cerrón-Palomino, la llamada «lengua
general de los indios» es un «constructo» de «naturaleza composicional»,
168 José Carlos Ballón Vargas
100
Acosta; De Procuranda Indorum..., op. cit., Proemio, p. 390 y Lib. IV, cap.
XI, pp. 522-523.
101
«[...] todos los cristianos sin excepción son obligados por derecho divino
a profesar explícitamente todos los artículos de la fe que están encerrados
en el símbolo». Ibid., Lib. V, cap. V, p. 553. Como es conocido, la
palabra «símbolo» proviene del latín symbolum, que significa «signo de
reconocimiento». Se trata de una especie que remite al genus signo. El
símbolo (especie) remitiría, pues, a una entidad genérica o forma sustancial
suprema, así como la palabra de Santo Tomás es «adverbio del Verbo Divino».
El «Verbo Divino» no es, pues, una palabra cualquiera, es aquella palabra
que no es signo de nada, sino aquello de lo cual todo es signo. No es una
señal de algo, como el adjetivo signalis, sino el sustantivo signa, modelo o
logos de lo creado. Tal es el sentido de la teoría del signo de San Agustín
como de Santo Tomás, según la teoría clásica del conocimiento mediado por
especies. Cfr. Quezada Macchiavello, Óscar A.; El concepto-signo natural en
Ockham. Una aproximación histórico-semiótica a los problemas filosóficos
de la pasión, la intención y la suposición, tesis presentada para optar el grado
de Magíster en Filosofía. Lima, UNMSM, 1997.
102
Acosta; De Procuranda Indorum…, op. cit., Proemio, p. 393, subrayado
nuestro.
170 José Carlos Ballón Vargas
Sensibilidad y poder
116
Ibid., subrayados nuestros.
117
«Porque una cosa es qué hay que hacer conforme a la razón y a la naturaleza,
y otra qué es lo que si está hecho no se puede deshacer. Con razón, pues,
reinan los más sabios y los de espíritu más noble; mas si de hecho reina un
ignorante o un bárbaro, no es de derecho, sino injuria, arrojarle del poder. De
lo contrario todos los mortales estarán expuestos a la rapiña y a la muerte».
Ibid., Lib. II, cap. V, p. 437.
118
Ibid., Lib. I, cap. VII, p. 411, subrayados nuestros.
119
Ibid., subrayados nuestros.
120
Ibid., p. 412, subrayados nuestros. Véase también cap. XIV, p. 527 y cap.
XIX, pp. 535, 536, 537, 538.
José de Acosta y el inicio del debate filosófico 175
121
Ibid., Lib. III, cap. V, p. 466.
176 José Carlos Ballón Vargas
—I—
El conocimiento del nuevo mundo
y los problemas del paradigma escolástico
1
Acosta; De Procuranda... op. cit., pp. 464-465.
2
Ibid., p. 380.
[179]
180 José de Acosta
11
naciones», ¿cómo explicar una migración tan masiva? Demasiadas
excepciones había «en esta gran diversidad».
[En primer lugar, la heterogeneidad espacial de] «las naciones
en que están divididos» los indios, [que no permite establecer] «una
norma común para someter al Evangelio y juntamente educar y
regir a gentes tan diversas». [En segundo lugar]: «[...] las cosas de
las indias no duran mucho tiempo en un mismo ser, y cada día
cambian de estado», [lo cual hace] «poco menos que imposible,
12
establecer en esta materia normas fijas y durables.»
«A la dificultad de la lengua hay que añadir la de los lugares,
que no es menor [...] los mismos parajes donde habitan los indios,
casi inaccesibles, parecen excluirlos del camino de salvación.
La mayor parte de ellos viven [...] no reunidos en común sino
13
esparcidos.»
«Es un error vulgar tomar las Indias por un campo o aldea, y
como todas se llaman con un nombre, así creer que son también de
una condición [...] por ser las naciones de indios innumerables, y
cada una con sus ritos propios, y necesitar ser instruida de modo
14
distinto.»
[La constante variación de] «la república de los indios en ins-
tituciones, religión y variedad de gentes [...] es la razón de que los
escritores que antes que ahora han escrito de cosas de Indias con
piedad y sabiduría, en nuestra edad apenas son leídos, porque se
les juzga poco acomodados al tiempo presente; y no será mucho
presumir, que los que ahora escriben de modo conveniente, no pase
15
mucho tiempo sin que sean también relegados al olvido». [Se hace
por tanto necesario] «buscar otras causas de donde proceda esta
gran diversidad que se halla en la [zona] tórrida». «Quien mirase
estas diferencias y quisiera dar razón de ellas, no podrá contentarse
16
con las [causas] generales.»
11
Ibid., p. 38.
12
Acosta; De Procuranda..., op. cit., Proemio, pp. 390 y 522-523.
13
Ibid., op. cit., p.399.
14
Ibid., Proemio, p. 391.
15
Ibid.
16
Ibid., Lib. II, Cap. XI, p.49.
182 José de Acosta
—II—
Sobre filosofía natural
«Pensando pues en esto con cuidado [...] hallo tres causas ciertas y
claras, y otra cuarta oculta. Causas claras y ciertas digo: la primera, el
océano [agua]; la segunda, la postura y sitio de la tierra [con respecto
al sol, el fuego]; la tercera, la propiedad y naturaleza de diversos
vientos [aire]. Fuera de estas tres, que las tengo por manifiestas,
sospecho que hay otra cuarta oculta, que es propiedad de la misma tierra
17
que se habita y particular eficacia e influencia de su cielo.»
«[...] después del cielo y temple y sitio y cualidades del nue-
vo orbe, y de los elementos y mixtos [...] que en los cuatro libros
precedentes se ha dicho [...] la razón dicta seguirse el tratar de los
18
hombres que habitan el nuevo orbe.»
«Los bárbaros que son por naturaleza fieros e insolentes, y se
cuidan poco de pactos y amistades ¿cómo podrían ser refrenados y
19
tenidos a raya, si no fuese por el temor y las armas de los nuestros?»
«Los autores (S. Thom., in Ep. ad Rom., c. I, lect. 5; et 1 ad. Cor., c.
14, lect. 2.) entienden comúnmente por bárbaros los que rechazan
20
la recta razón y el modo común de vida de los hombres».
[No obstante, Acosta considera necesario] «deshacer la falsa
opinión que comúnmente se tiene de ellos [los indios] como de
gente bruta y bestial y sin entendimiento, o tan corto, que apenas
merece ese nombre [pues si bien] el orden y modo de proceder que
estos tenían cuando vivían en su ley, aunque tenían muchas cosas
de bárbaros [...] también otras muchas dignas de admiración, por
las cuales se deja bien comprender que tienen natural capacidad
para ser bien enseñados, y aún en gran parte hacen ventaja a
21
muchas de nuestras repúblicas». «[...] en realidad son hombres,
22
aunque parezcan irracionales.»
17
Ibid.
18
Ibid., Libro V, Prólogo..., p. 139.
19
Acosta; De Procuranda..., op. cit., p. 461.
20
Ibid., Proemio, pp. 391-392.
21
Ibid., Lib. VI, cap. I, p.182.
22
Acosta; De Procuranda..., op. cit., p. 410. En consecuencia, el problema
de la «traducción» no es para Acosta un problema del nivel lexicográfico
Selección de textos 183
«[...] no todos [los bárbaros] son iguales» sino que los hay de
varios géneros: «los salvajes semejantes a fieras, que apenas tienen
sentimiento humano; sin ley, sin rey, sin pactos, sin magistrados
ni república, que mudan la habitación, o si la tienen fija, más se
asemejan a cuevas de fieras o cercas de animales [...] De este género
de bárbaros trató Aristóteles, cuando dijo que podían ser cazados
como bestias y domados por la fuerza (Aristot. 1 Politicor., n. 2
23
pass. et. 5. Ed. Bekkeri II, 1552 sg.: 1301 sg.).» [Ellos requieren de
la esclavitud «por naturaleza»].
[Un segundo género]: «los bárbaros, que aunque no llegaron
a alcanzar el uso de la escritura, ni los conocimientos filosóficos o
civiles, sin embargo tienen su república y magistrados [...] asientos
o poblaciones estables [...] ejércitos y capitanes [...] alguna forma
solemne de culto religioso. De este género eran nuestros mejicanos
y peruanos [...] Y en cuanto a la escritura, suplieron su falta con
tanto ingenio y habilidad, que conservan la memoria de sus histo-
rias, leyes, vidas, y lo que más es, el cómputo de los tiempos, y las
24
cuentas y números, con unos signos [...] a los que llaman quipos».
25
«De ellos no se puede predicar una esclavitud por naturaleza.»
—III—
Sobre la filosofía moral y política en el nuevo mundo
28
Ibid., p. 393.
29
Ibid., pp. 501-502.
186 José de Acosta
30
Ibid., pp. 507-508, 539-541.
31
Acosta; Historia natural..., op. cit., Lib. V, cap. XXVII, p. 173.
32
Acosta; De Procuranda..., op. cit., Cap. XIV, pp. 420-422.
33
Ibid., p. 498 y 411.
34
De ahí el gran énfasis de Acosta en el Libro VI (caps. XI-XV) «De la necesidad
de la confesión» como principal «medicina de la humana debilidad»
(sensualidad que se resiste a toda sujeción trascendental) y la posibilidad de
su sujeción a las «Sagradas letras», bajo la promesa de «la absolución de la
culpa». De Procuranda Indorum..., op. cit., pp. 517, 601 y 602.
35
Ibid., cap. X, «Remedios contra la idolatría», p. 561.
Selección de textos 187
«No hay nación más dócil y sujeta que los indios; no son de
ingenio duro y cerrado, y tienen avidez por imitar lo que ven; con
los que tienen el poder y la autoridad, sumisos al extremo, hacen al
punto lo que les mandan. Cualquiera que tenga alguna experiencia
de los indios, aunque sea poca, no podrá negar que estas son sus
47
costumbres y cualidades.»
«Ciertamente hay que intentar con suavidad y diligencia ganar
la voluntad de los señores y curacas y conquistarla para Jesucristo,
mostrándoles cómo los suyos le servirán mejor conforme a nuestra
ley, y ganarán mucha reputación; y cuidando de tratar con ellos más
ordinariamente y con mayor liberalidad. Por lo cual erraron grave-
mente los nuestros en la muerte de Atabalipa, príncipe Inga, de lo cual
se quejan sus sucesores, diciendo que si se hubiesen conquistado la
voluntad del príncipe, en breve hubiera recibido la fe muy fácilmente
todo el imperio de los Ingas. Porque es maravillosa la sumisión que
48
todos los bárbaros tienen a sus príncipes o señores.»
«En las Indias portuguesas, como todas fueron conquistadas
bajo los auspicios y con el oro de sus reyes, pudo quedar todo el
dominio y mando en la monarquía, sin justa queja y agravio de los
particulares. Pero el caso de las Indias de Castilla es muy distinto,
49
puesto que la iniciativa privada puso la mayor parte.»
«Siendo la causa que hace a la mayor parte surcar el océano,
la pobreza que tiene en sus casas, por decirlo en puridad, y el
motivo de abandonar la patria, los hijos, y los amigos, y pasar los
trabajos inmensos de la navegación, los caminos y la diferencia del
cielo, la esperanza de volver algún día de las Indias ricos y felices,
para pasar lo restante de la vida espléndidamente en el descanso y
quietud de los suyos [...] ¿quién no ve lo expuesto que es todo esto
muy posible que la memoria andina haya funcionado con estos criterios al
mantener en actividad creciente una esperanza mesiánica, al menos hasta la
crisis provocada por la debelación de la rebelión de Tupac Amaro a finales
del siglo XVIII». Franklin Pease G. Y.; El pasado andino..., op. cit., pp. 8-10.
Cfr. también: Del Tawantinsuyo a la historia del Perú (Lima: PUCP, 1989,
pp. 17-19; 48-49; 58-59; 167 ss).
47
Acosta; De Procuranda..., op. cit., p. 426.
48
Ibid., p. 458.
49
Acosta; Historia natural, op. cit., p. 476.
Selección de textos 191
53
Acosta; Historia natural, op. cit., pp. 477, 478, 481, 482.
54
Ibid., pp. 484-485.
55
Ibid., p. 486. Cfr. también, Lib. VI, cap. II, p. 580.
Selección de textos 193
56
Ibid.
57
Ibid., p. 487.
58
Ibid.
59
Acosta: De Procuranda..., op. cit., pp. 468-469.
194 José de Acosta
—IV—
Sobre filosofía del lenguaje:
el problema de los universales en el Nuevo Mundo
75
Ibid., Lib. VI, cap. IV, p.185.
76
Ibid. Una consecuencia posible de esta tesis es que en dichas lenguas no
se pueden escribir «razones». Y si ello es así, a pesar de poseer «razón
natural», no se puede lograr con ellos un entendimiento intersubjetivo
sobre la base en razones y demostraciones.
77
Acosta; De Procuranda..., op. cit., p. 553. Como ya anotamos, la etimología
de la palabra «símbolo», proviene del latín «Symbolum», que significa
«signo de reconocimiento». Ello sugiere la idea de que se trata de una
especie que remite al genus signo. El símbolo (especie), remitiría pues a
una entidad genérica, o forma sustancial suprema, así como la palabra de
Santo Tomás es «adverbio del Verbo Divino». El «Verbo Divino», no es
pues una palabra cualquiera, es aquella palabra que no es signo de nada,
sino aquello de lo cual todo es signo. No es una señal de algo, como el
adjetivo «signalis», sino el sustantivo «signa», modelo o logos de lo creado.
Tal es el sentido de la teoría del signo de San Agustín como de Santo
Tomás, según la teoría clásica del conocimiento mediado por especies.
Cfr., Quezada Macchiavello, O.; El concepto-Signo Natural... op. cit.
PRIMA SECUNDÆ IN PHYSICAM
de Nicolás de Olea (1635-1705):
1
una segunda aproximación
1
Una primera versión breve de este texto se publicó con el título: «La Física
de Nicolás de Olea (1635-1705): una primera aproximación», en la revista
de la Unidad de Investigación de la Facultad de Letras y Ciencias Humanas
de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos: Escritura y Pensamiento
N.º 8, año VI, 2001, Lima, UNMSM, pp. 137-149.
[199]
200 María Elena Naupari / Víctor Céspedes
4
Biografía
2
De Muralt, A.; «La lección de Ockham», en: A propósito de Guillermo de
Ockham y su obra. Santa Fe de Bogotá: Editorial Norma, 1994, p. 61.
3
Es una obra que requiere el trabajo en equipo, puesto que el material textual
no tiene la legibilidad deseada. Las múltiples correcciones permiten disminuir
los errores de traducción.
4
Torres de Saldamando, E.; Los antiguos jesuitas del Perú. Lima: Imprenta
Liberal, 1882, pp. 316- 317.
5
Mendiburu, M.; Diccionario histórico biográfico del Perú, 2.ª edición. Lima:
Imprenta Enrique Palacios, 1931, p. 223.
6
Ibid.
7
Según Mendiburu; en: op. cit, sería el 13 de octubre de 1652.
Prima Secundæ In Physicam de Nicolás de Olea... 201
Obras
La Summa tripartita
13
Vargas Ugarte, R.; Los jesuitas... op. cit., p. 130.
14
El ejemplar original de 1694 se encuentra actualmente en la Biblioteca
de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya, como parte de la valiosa y
recientemente depositada «Colección Vargas Ugarte», con el código: CVU
/ 119 / O43/La [t., 752 p.: 22 cm.(4°)] y presenta textos en dos columnas.
Sign.: t.II. q (4°), A-Z (4°), Aa-Zz (4°), Aaa-Zzz (4°), Aaaa-Zzzz (4°).
204 María Elena Naupari / Víctor Céspedes
25 26
Mazza, Ferdin. Saavedra que según parece no escribieron texto
alguno. Cuando cita simplemente «Peñafiel», se refiere al P. Ilde-
fonso de Peñafiel, pues cuando se refiere a su hermano menor, cita
el nombre completo: Leonardo de Peñafiel. Cita también a Pérez
27
de Menacho (De auxilis Tract. I). Igualmente refiere a Diego de
28 29
Avendaño (Problematha Theol. T. I.), al padre Acosta, Esteban de
Ávila y Diego Álvarez. En lo que respecta a los científicos locales,
30 31
menciona al P. Coninck, asimismo al franciscano Alonso Briceño.
Son también citados conocidos autores de la segunda esco-
lástica, desde el siglo xv al xvii, tales como Capreolo, Cayetano,
32
Domingo Soto, Luis Coronel, Diego de Álvarez, Collegium
Complutenses, Juan de Santo Tomas, Domingo Bañez, Pedro de
Ledesma, Cosme de Lerma, Baltasar Navarrete, Giovanni Paolo
Nazario, Juan Merinero, Gabriel Liqueto, Theodor Smising, Juan
Poncio, Lucas Wadingo, Bartolomeo Mastri, Martín Pérez de Ayala,
Juan Caramuel y Lobkowitz, Pedro de Lorca, Estaban Spinula, Jan
Marcus Marci de Kronland,Franciscus Bonae Spei, Juan Lalemen-
det, Juan Alfonso Curiel, Francisco Zumel y otros más.
Cita por supuesto a los autores clásicos del pensamiento filo-
sófico medieval, como Avicena, Averroes, Alberto Magno, Tomás
de Aquino, Alejandro de Hales, Buenaventura, Pedro Aureol, Duns
Scoto, Guillermo Ockham, Roberto Holkot, Greogorio [de Rimini]
Gabriel [Biel], Marsilo [Inghen] y Durando. De los Padres de la
Iglesia, el más citado es San Agustín.
33
De los clásicos grecolatinos menciona a Zenón, Jenofanes,
Parménides, Heráclito, Cratilo, Sócrates, Pitágoras Anaxágoras,
25
Disp. VI. P. Maza hic.
26
Disp. LVI. «[...] a los que han seguido dos grandes maestro de nuestra
provincia, y en otro tiempo Superiores (Præpositi), gloriosamente sacrificarse
por sus múltiples visitaciones, pero por los nuestros alabados [como]
inmortales, P. Leonardo de Peñafiel y P. Ferdin. Saavedra».
27
Disp. CIII. N.º 30.
28
Disp. CIV. N.º 3.
29
Disp. CIV. n.º 41.
30
Disp. XXVI. N.º 8.
31
Disp. LV., LVI.
32
Disp. CIV. n.º 40.
33
La vida de Zenón de Diógenes Laercio.
206 María Elena Naupari / Víctor Céspedes
38
Ocho libros de los físicos.
39
Prima secundæ in physicam, p. 2.
Prima Secundæ In Physicam de Nicolás de Olea... 209
40
Cursus philosophicus dictatus Limae, 3 vols., Sevilla, 1701.
210 María Elena Naupari / Víctor Céspedes
50
La naturaleza se toma: «5. Por Dios Optimo Maximo, Como Autor y
gobernador de las creaturas, por lo cual se dice, las inclinaciones innatas
de las cosas de la Naturaleza ha sido los principios, a saber de la naturaleza
naturante, como la llaman los que menos latín [saben], así distinguiéndose
Dios de la Naturaleza, como dicen, naturada de las creaturas».
51
Generación (génesis, origen, producción) y corrupción de la sustancia.
52
En función de la cantidad: crecimiento y disminución.
53
En función de cualidades: alteración.
54
Tomás de Aquino; Phycis, III, Lect. I, 276.
55
Aristóteles; Phycis, III c.1, 200-b.
212 María Elena Naupari / Víctor Céspedes
59
Barreda y Laos; Vida intelectual..., op. cit., p. 163.
60
Crombie, A. C.; Historia de la ciencia…, op. cit., pp. 116-117.
214 María Elena Naupari / Víctor Céspedes
61
Disp. XI, ¿Si los principios intrínsecos de los cuerpos naturales in fieri son
solo tres?
62
Disp. XII. ¿Si los principios in facto esse son correctamente dos?
63
Disp. XLIII. ¿Si las formas en la materia preexistan, y desde la misma
[materia] se generan?
Prima Secundæ In Physicam de Nicolás de Olea... 215
64
naturaleza y sus opuestos: la violencia y el arte. Expone las cuatro
causas de la generación donde pone atención especial a la causa
final, muy cuestionada entonces; para detenerse en un análisis
más extenso de la causa eficiente, o sea, en el problema filosófico
de la producción. Termina desarrollando esas dos posiciones tan
jesuíticas, respecto de la relación entre Dios y el hombre: la posi-
ción suareciana sobre la potencia obedencial (que descubre capa-
cidades ilimitadas en el hombre precisamente como dependiente
65
de la voluntad divina); y la posición molinista para defender la
libertad humana incluso frente a Dios, contra la premonición física
construida por los dominicos.
De todo este campo tan vasto conviene entresacar algunas
preguntas y tópicos que resultan decisivos para apreciar el hori-
zonte filosófico y la actualidad de los debates que se gestaban en
su tiempo. En la Física de Olea, destacaremos también, pues, la
idea misma del filosofar, y la concepción del mundo, del hombre
y de Dios.
64
Disp. LXVII. Del ente natural y sus opuestos.
65
Tesis atribuida a Luis de Molina (1535-1600), célebre teólogo jesuita español.
Su libro Concordia liberi arbitrii cum gratiae donis fue duramente atacado
por el teólogo dominico Domingo Baez.
216 María Elena Naupari / Víctor Céspedes
66
chiller, licenciado, magíster y Doctor. Fue el servicio que prestaba
67
la filosofía a los estudios teológicos, considerados superiores en
dignidad, lo que dio pie para que se acuñase la expresión «ancillia
theologiae», sin que con esta se pretendiese una disminución de los
fueros y valores autónomos de la filosofía.
En el colegio máximo de San Pablo y en el colegio de San
Martín los estudios filosóficos, con su preparación en letras clá-
sicas, mantenían esa tradición, consagrada por el ordenamiento
postridentino de los estudios eclesiásticos. La Compañía de Jesús,
por su parte, había puesto desde sus orígenes estos estudios bajo la
finalidad de su Instituto: «la defensa y dilatación de la fe católica
y la ayuda de los prójimos en la vida y doctrina cristiana». Esta
orientación «apostólica» del filosofar no atentaba necesariamente
contra el cultivo independiente de la razón en su campo propio y
muchas veces le daba nuevos impulsos, como puede verse en las
grandes cuestiones antropológicas defendidas por los filósofos
jesuitas (incluido Olea) acerca de la autonomía en el conocimiento
y la libertad del hombre frente a Dios.
Particularmente, los estudios filosóficos en los colegios
superiores de San Pablo o San Martín de Lima, a pesar de constituir
instituciones dedicadas a la formación eclesiástica y tener como
cultivadores a los jesuitas, desarrollaron una autonomía académica
66
Se enumeran todavía por este orden los grados académicos en la Bula «In
super eminenti» del papa Gregorio XV, del 8 de agosto de 1821. Julio III en
la Bula Sacræ Religionis del 22de octubre de 1552, autorizó a los jesuitas
a dar grados de Bachiller, de Licenciado, de Maestro y título de Doctor
«aunque hubiera Universidad Pública y Seglar»; el papa Pío IV, en la bula
Ex Ponibis del 19 de agosto de 1571, amplió el privilegio para que pudiesen
dar grados a los estudiantes seglares en los Colegios de la Compañía de Jesús
que estudiaran Artes y Teología. Los jesuitas, con gran discreción, no usaron
de esta bula y remitían sus estudiantes a las universidades para que recibieran
los grados. Finalmente, Gregorio XIII, en la bula Quanta Invica del 7 de julio
del 1578, amplió esta facultad permitiéndoles leer en sus colegios «aunque
haya universidad pública y seglar, aunque en una hora de la mañana y en
otra de la tarde no concurran con las lecciones de la Universidad. Por la que
se hizo posible a los jesuitas la fundación de sus universidades. Eguiguren,
L. A.; Alma Mater. Lima: Talleres Gráficos López Aguirre, 1939, p. 449.
67
Gracias sobre todo a su fundamento racional, a su instrumental de conceptos,
a su estructura lógica y a su cosmovisión.
Prima Secundæ In Physicam de Nicolás de Olea... 217
68
Cfr.: Rama, A.; Transculturación narrativa en América Latina. México:
Siglo XXI, 1982.
218 María Elena Naupari / Víctor Céspedes
El filosofar y la fe
69
Descartes, R.; Discurso del Método, prólogo de Raymundo Casas N. Lima:
Mantaro, 1996, pp. 53-54.
70
Proemio. Disp. III, N.º 11, Obj. 3. Resp.
71
Barreda y Laos (op. cit., p. 164) dice que «no se consideraba la física como
ciencia independiente de la teología, se confundía con ella y participaba de
cierto carácter religioso».
Prima Secundæ In Physicam de Nicolás de Olea... 219
72
Adhesión personal, aceptación obediente.
73
Proemio. Disp. II. Sect. 2. N.º 10 ¿Si el cuerpo natural o móvil es el objeto
primario de la física?
74
Disp. XLII. N.º 13.
220 María Elena Naupari / Víctor Céspedes
75
Disp. V. N.º 11.
76
Disp. V. N.º 12.
77
Disp. XCIX. N.º 32. El recurso a Dios como a causa especial no lo tiene por
«indigno de un filósofo», pero solamente «cuando no se da una causa segunda
proporcionada para producir un efecto».
Prima Secundæ In Physicam de Nicolás de Olea... 221
78
Peña Cabrera, A.; «La ciencia en la antigüedad y el medioevo», en: Muñoz
Ordóñez, José (coord.); Las ciencias naturales y la concepción del mundo
hoy. Lima: Ignacio Prado Pastor, 1979, pp. 15-38.
79
«Et hoc utile est ut consideretur, ne forte aliquis, quod fidei est demonstrare
paresumens, rationes non necesarias inducat, quae praebeant materiam
irridendi infidelibus, existimantibus nos propter huiusmodi rationes credere
quae fidei sunt» (S.Th., I, q. 46, art. 2 c.).
222 María Elena Naupari / Víctor Céspedes
82
«[…] quod mundum non semper fuisse, sola fide tenetur, et demonstrative
probari non potest...et huius ratio est, quia novitas mundi non potest
demonstrationem recipere ex parte ipsius mundi. Demonstrationis enim
principium est quod quid est. Unumquodque autem, secundum rationem
suae specie, abstrahit ab hic et nunc, propter quod dicitur quod universalia
sunt ubique et semper.»
83
Aunque Santo Tomás fue muy agudo al quitar validez absoluta a
cualesquier hipótesis astronómica, nunca dejó de considerar a los astros
como incorruptibles. En este sentido, el mundo no podía estar sujeto a una
generación y corrupción como cualquiera de las sustancias sublunares. Entre
otros muchos lugares puede verse C. G., II, 36, donde Santo Tomás niega
que los astros hayan sido creados necesariamente en la eternidad, aunque
acepta que fueron necesariamente creados incorruptibles, esto es, eternos,
para el orden total del mundo «Licet enim substantia caeli, per hoc quod
caret potentia ad non esse, habeat necessitatem ad esse».
84
C. G., II, 42.
224 María Elena Naupari / Víctor Céspedes
85
Como no tenemos Secunda secundæ in physicam, solo diremos que los
jesuitas comparten la posición de Tycho Brahe y que Olea lo ha mencionado,
no sabemos si lo sigue en la opinión de que el Sol es el centro para los demás
planetas, pero el Sol gira a su vez en torno a la Tierra.
86
Su opuesta es la Ciencia Divina.
87
Olea; Prima secundæ in physicam, lib. I, Trat. III. De la Materia Prima. Disp.
XVII. ¿Qué es la Materia Prima y si se demuestra lo que es? Obj. 5. Resp.
«[...] vix esse ullam demostrationem in Scientia humana de cuius principiis
aliqui no dubitaverint; cum etiam de Principio, quodlibet es, vel non est, a
Philosopis quibusdam dubitatum sit».
Prima Secundæ In Physicam de Nicolás de Olea... 225
88
superiores a los expuestos». Al desarrollar todos estos puntos se
advierte en el fondo cierta falsa seguridad, expresada en un estilo
89
irónico y mordaz.
En el caso de la situación central e inmóvil de la tierra en el
universo debemos de callar, pues no poseemos el texto en el cual
90
discute esta cuestión. En 1616 tuvo lugar el proceso de Galileo y
la obra de Copérnico fue prohibida. En 1620 fue nuevamente per-
mitida con algunas enmiendas de poca monta en la línea indicada
91
por Osiander. Por otro lado, el sistema de Tycho Brahe había
conseguido superar a Ptolomeo en la precisión de sus cálculos y
se aproximaban a las medias experimentales, cosa que no sucedía
88
Olea; Secunda secundæ in physicam, lib. I, Trat. III., De la Materia Prima.
Disp. XVII. ¿Qué es la Materia Prima y si se demuestra lo que es? Obj. 4.
Resp. «Novam hanc Philosophiam, principiis fidei non satis consonam, cum in
homne omnino fallat, vel deludat principia Theologica superius posita...».
89
La ironía en Olea es lo que resulta cuando renuncia a expresarse de un modo
directo y lo hace de un modo oblicuo. Es rodeo, pero no disimulo, circunloquio
o subterfugio. En verdad, es un modo de llegar a donde precisamente se quiere
llegar, pero haciendo ver cosas que de otra suerte permanecerían ocultas.
Su ironía es una manera, casi un método de hacer patente algo sin exhibirlo
directamente, es la «creencia a medias». No se trata, como a veces se piensa,
de destruir toda fe. En rigor, se trata de reafirmar una fe buscando lo que en
ella quede una y otra vez confirmado por la experiencia. Olea opera así, un
poco a modo de constante depuración de cuanto pueda manifestarse como
inauténtico, indigno de crédito. Aunque no es en el sentido habitual del
término, tampoco es escepticismo. No rechaza «lo profundo», solo aspira a
que lo sea efectivamente. Olea cultiva una ironía superlativamente refinada,
porque en vez de referirse a las cosas se refiere a los conceptos de las cosas,
pero lo que gana en finura pierde en hondura. No obstante es reveladora,
nacida de un estado de crisis y perplejidad, paso decisivo para salir de ella.
Podría consistir en adoptar una creencia. Pero para que sea autentica no debe
ser ciega. La ironía de Olea, quiere escapar del estado de crisis con los ojos
bien abiertos. No se entrega «a lo que salga». Cuanto «salga» es sometido a
crítica inclemente. Así, al revelar las fallas de las cosas sobre las que ironiza,
las hace, más «amables». Su ironía es como una terapéutica que simpatiza
con la enfermedad que aspira a curar. Esta debe contemplarse con ironía,
esto es, «sabiduría». No significa cruzarse de brazos ante ella; sino tratarla
con cuidado, a fin de que deje en pie al paciente. Es a fin de cuentas, una
terapéutica ligada a una serena contemplación, a una moral.
90
Secunda secundæ in physicam, op. cit.
91
Hipótesis no son artuiculi fidei, sino fundamenta calculi. No hay contradicción
entre la fe y la nueva imagen del mundo.
226 María Elena Naupari / Víctor Céspedes
El filosofar y la razón
92
Universo cerrado y ordenado.
93
Pascal, B.; Pensamientos, N.º 84. Buenos Aires: Orbis, 1984, p. 48.
Prima Secundæ In Physicam de Nicolás de Olea... 227
96
causas naturales en vistas a producir los efectos que se deseen».
Es decir, la búsqueda va dirigida a la actividad del homo faber que
pretende dominar la naturaleza.
Este espíritu del filosofar moderno se hace presente en Olea; el
mismo lo caracteriza, si bien en un momento de ironía, como «Se
97
apoya aquí el Doctor en los textos oscuros de Aristóteles y Santo
98
Tomás haciendo todo uno de por sí, una unidad individisible » o
en otras palabras, esta es la genial claridad de los modernos. Más
adelante nos dice:
[...] los atomistas intentan hacer aparente la diversidad de toda la natu-
raleza, del mismo modo que entre un león y un hombre de dibujo. Por
cierto que entre el león de dibujo y el verdadero tampoco pretenden mayor
99
diferencia que entre ambos de dibujo. Cuánto desentona esto, no solo
con los filósofos y sabios prudentes sino también con los rústicos de juicio
y ciertamente con las Sagradas Escrituras y dogmas de la Iglesia, sería
ocioso juzgar. Por lo cual, parecida a la demencia que debe haber sería la
exótica persuasión, que la naturaleza diversa sea parecida a la diversidad
artificial y aparente de los dibujos y las estatuas; y provoca más bien risa
100
que refutación extensa.
101
Disp. XXXIX, N.º 4 y en la Lógica. Disp. 76, N.º 12.
102
De Muralt, A.; op. cit., p. 61.
230 María Elena Naupari / Víctor Céspedes
103
Disp. XLIII, N.º 6, contr. ¿Si las formas en la materia preexistan y por la
misma se educen?
104
Disp. XX, Cuest. 3, N.º 8, Confirm; ¿Si tal materia prima es pura potencia
pasiva, como de ningún modo es activa de sus propiedades?
105
Es plausible que Aguilar al escribir su Lógica haya consultado la Lógica de
Olea publicada en 1693, pero al terminar de escribir su Física, aún no se
publicaba la Física de Olea, puesto que fue impresa en 1694.
Prima Secundæ In Physicam de Nicolás de Olea... 231
El filosofar y la experiencia
108
La distinción anteriormente mencionada entre los dos tipos de principios de
la astronomía, «fenómenos» y «observaciones», estaba claramente destinada
a confirmar la legitimidad de las observaciones telescópicas.
109
Desde este punto de vista, el hincapié en el instrumentalismo de la
astronomía realizado por la Iglesia en el caso Galileo estaría más cerca de una
estrategia retórica de poder que de una convicción epistemológica. Sobre las
necesidades extracientíficas que tiñeron el caso Galileo y la práctica de una
retórica de poder destinada a su condena, véase A. Beltrán, Galileo. Ciencia
y religión, Barcelona: Paidós, 2000. Creo que esta interpretación encajaría
con la lectura que hace Beltrán del caso, si bien este autor sigue atribuyendo
a Galileo el papel de revolucionario en la jerarquía de las disciplinas y no
plantea el carácter «instrumental» del instrumentalismo de los jesuitas.
Prima Secundæ In Physicam de Nicolás de Olea... 233
110
Analíticos Posteriores, II, 19.
234 María Elena Naupari / Víctor Céspedes
«Experimenta mirabilia»
114
La definición del experimento como el resultado derivado «ex collatione
plurium singularium in memoriam receptorum» es un motivo recurrente en
los comentarios de los filósofos escolásticos. La reflexión sobre el experimento
interpretado como resultado de una actividad racional no pasiva destaca en las
obras de Tomás de Aquino, Robert Grosseteste y Roger Bacon. Son ejemplares
en este sentido las palabras de Tomás de Aquino en su Comentario a los
Analíticos: «experimentum indiget aliqua ratiocinatione circa particularia, per
quam confertur unum ad alium, quod est proprium rationis».
115
Este es el sentido que ha de atribuirse a las expresiones «inductio sensata»
o «experimentum sensatum», utilizadas por muchos filósofos medievales
Prima Secundæ In Physicam de Nicolás de Olea... 237
119
Johannes De Baconthorpe (Norfolk, ?-Londres, 1346) teólogo carmelita
inglés, llamado el Doctor resoluto (Doctoris resoluti Joannes Bachonii
Angli Carmelitae), estudió en Oxford y París. Fue Provincial de Inglaterra.
Su escrito más celebrado fue el Comentario sobre las Sentencias (Milán,
1510) que por un tiempo fue el libro de texto de la Orden Carmelita. Sigue
a Averroes sobre Santo Tomás con quien difiere en muchos puntos. Adoptó
un sistema de Realismo según el cual lo universal no sigue sino que precede
el acto del intelecto. La verdad está material y causalmente en el objeto
externo y formalmente en el intelecto. En el orden de generación y perfección
lo primero es la substancia individual. Aunque el objeto externo es por sí
mismo comprensible, el intelecto activo es necesario para hacerlo finalmente
comprensible y la conformidad de lo pensado con el objeto externo constituye
la verdad. La causa final de todas las cosas es Dios, aunque el primer objeto
de nuestro conocimiento es la esencia divina. Este conocimiento no viene a
nosotros por razón natural sino por gracia sobrenatural.
120
Jean Lalemand, O. Min (Besançon 1591-Praga 1647). En 1641, fue
elegido provincial, responsable por la actividad misionera franciscana en la
protestante Alta Alemania, Bohemia y Moravia. Su curso de filosofía es un
texto muy útil donde confronta sistemáticamente las posiciones del tomismo,
del escotismo y del nominalismo en todas las preguntas de metafísica.
Generalmente «decide» a favor de una vía nominalista. El cisterciense Juan
Caramuel hace un uso amplio de su obra, que debió conocer en el momento
su estancia en Praga, y juzga al autor doctissimus et eruditissimus (Leptotatos,
f. 118). Publicó: Decisiones philosophicae (Múnich, 1645-1646), después
de muerto reeditado como Cursus philosophicus (Lugduni, 1656).
121
Del lat. virtus, virtūtis: Actividad o fuerza de las cosas para producir o causar
sus efectos.
242 María Elena Naupari / Víctor Céspedes
[…]
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Aristóteles
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1982 Transculturación narrativa en América Latina. México: Siglo XXI.
Torres de Saldamando, Enrique
1882 Los antiguos jesuitas del Perú. Lima: Imprenta Liberal.
Vargas Ugarte, Rubén
1954 Impresos peruanos (1651-1694), tomo VIII. Lima: Biblioteca Peruana.
1941 Los jesuitas del Perú, 2ª. edición. Lima.
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1984 Galileo and His Sources: The Heritage of the Collegio Romano in Galileo’s
Science. Princeton: Princeton University Press.
SUMMA TRIPARTITA
SCHOLASTICAE PHILOSOPHIAE [LIMA, 1694]
sive Cursus Philosophicus Triennalis in logicam,
physicam et metaphysicam aristotelis (…) autore r. p.
Nicolao de Olea, peruano LIMENSE, ex eadem societate
iesus
PRIMA SECUNDAE IN PHYSICAM
1
Sive in Octo libros Physicorum
Proemio
Disputatio Prima
Proemiales
1
El ejemplar de la edición latina de este tomo [Lima: Ioseph de Contreras
Regia Limani Typographi, Anno 1694, 752 pp., 22 cm. (4°)] en el que se ha
basado la presente traducción se encuentra en la Biblioteca de la Universidad
Antonio Ruiz de Montoya (Lima-Perú), en la «Colección Vargas Ugarte»,
código CVU / 119 / O43/La.
2
Gracias a las leyes de Dracón y de Solón en Atenas se distinguieron dos tipos
de normas: las de la Naturaleza, que tienen un fundamento divino y las leyes
puramente «humanas» de la ciudad. En la Orestíada, Esquilo representa este
período histórico como el paso de la edad homérica o imperio de la «ley de
sangre», al imperio de la prudencia o «ley del Areópago», tribunal de Atenas.
Es decir, de la guerra al consenso.
3
A primera vista parece referir a Teodoro de Bizancio, mencionado por Platón
en el Fedro (261c-266c), quien defendió la doctrina de que el objeto del
arte retórico no era lo «verosímil» sino el de la persuasión. Pero en realidad
Aristóteles menciona a Teodectes (un poeta trágico, amigo suyo) a quien
admiraba por su talento y a quien cita muchas veces en su Retórica (Retórica,
Lib. II, cap 23: 3, 11, 13, 17; cap. 24: 3 y lib. III, cap 9: 9), en su Política
(Lib. I, cap. 2) y en su Ética a Nicómaco (Lib. VII, cap., VII). Menciona unos
libros que denomina Teodecteia, probablemente de Teodectes.
[249]
250 Nicolás de Olea
4
basa en la prudencia del hombre cauto de modo que nada serviría
tratar de sus causas en el Proemio tal y como han intentado otros.
Pero como la Física trata principalmente de las causas y principios
de la naturaleza, debemos investigar primero en sus cuestiones
proemiales la naturaleza de la Física misma y de sus leyes, como
lo exige la doctrina del método científico. Por lo que así será.
4
Ret. I, 1354 a 17 ss. Olea parece aludir al hecho de que la moral es un arte
(tékhne), es decir, un tratado práctico sobre un objeto concreto que depende
de la experiencia del artista y no de principios teóricos, al igual que en las
ciencias especulativas o teóricas como la Física.
5
San Juan Damasceno (675-749), doctor de la Iglesia. La cita parece ser de
su obra Fuente del conocimiento. Comienza con la Dialéctica (definiciones
y postulados) y prosigue con la Física, la Moral y la Teología. Corresponde
a la razón explicar los fenómenos físicos, aunque considera la fe como
fundamento de la observación y la razón en tanto muestra el sentido
profundo del mundo sensible. La naturaleza del ente es la ley o potencia
que confiere el Creador según la cual el ente se mueve o no (Principio de
Operación). Para Damasceno, la naturaleza solo existe en los individuos y
solo el pensamiento puede abstraerla. Evita así el conceptualismo platónico
y peripatético y antecede a la metafísica de la existencia (esse) de Tomás
de Aquino. [N. del E.]
Summa Tripartita Scholasticae Philosphiae 251
3. La Deuterofísica
7
La Deuterofísica o segunda parte de la Física se completa según
el Filósofo en cuatro tratados sobre las especies de los cuerpos
naturales. 1. Sobre los cuerpos simples, esto es no mixtos, sobre
el que trata en los cuatro libros de Sobre el Cielo y el mundo o los
elementos. 2. Sobre el cuerpo generable en común, en los dos libros
Sobre la Generación. 3. sobre el cuerpo mixto imperfecto, a saber,
de los Meteoros, en cuatro libros. 4. Sobre el Cuerpo Animado, o
mixto perfecto, que trata en los tres libros y apéndices llamados
Parva naturalia; que trata de las afecciones de los animales, del
sentido y la sensibilidad, sobre el sueño y la vigilia, la vida y la
muerte. Y ciertamente los otros cuatro volúmenes mayores sobre
la Historia de los Animales, las partes de aquellos, su genera-
ción, modo de andar y, finalmente sobre el movimiento, que sin
embargo, han sido escritos más históricamente que escolástica o
acromáticamente (como habla el Filósofo) y por ello nos interesan
en menor grado.
7
«Deuterofísica», que se explicaría en la Secunda Secundæ in Physicam, que
nunca se publicó.
Summa Tripartita Scholasticae Philosphiae 253
8 9
Algunos tomistas como Cayetano, Sánchez y otros, sobre la base
de lo dicho se han planteado si la unidad de esta ciencia depende
de lo físico, del hábito o de alguna cualidad de ellos, debido a
la diversidad de principios que se requiere para demostrar algo
acerca de los cielos o de los elementos o de los cuerpos animados.
Las conclusiones a favor de que esta se puede unificar son a la
vez fáciles y a la vez difíciles, tal como se muestra en la Disp. 42,
Log. S. 1a.
10
Seguiremos a Santo Tomás y al maestro Juan de S. Tomás
(Prima Secundæ In Phys, Quest. 1.ª, 2.), así como a la mayoría de
los tomistas; ya sea porque todos los tratados de Física se dan por
abstracción de la materia sensible e investigan la naturaleza por
las mutaciones sensibles de las cosas (como resulta evidente en la
Disp. 41, log. S. 2); ya sea porque refiere al mismo objeto primario
de atribución o al modo especulativo del mismo, tal como se tratará
8
Tomás de Vio Cayetano (1468-1534), gran impulsor del Concilio de Letrán
(1512-1517) que encaró los problemas religiosos y políticos desatados por
la Reforma. El papa León X lo nombró delegado suyo en Alemania frente a
Lutero. Fue él quien dio la licencia para el viaje a América de los primeros
dominicos en 1510. El número de sus escritos, parece llegar a 114 títulos.
Destacan sus comentarios a Aristóteles y a Santo Tomás, así como De
nominum analogia (Pavía, 1498), célebre por su actitud polémica frente
a Escoto, en defensa de Santo Tomás y por la oposición que encontró de
Suárez a su doctrina sobre la analogía. No obstante, compartió con Vitoria
la misma intuición de renovar la enseñanza de la Teología. Se le considera
uno de los personajes más influyentes en la Escuela salmantina. Sus escritos
reunidos en su Opera omnia (5 vols., Lyon, 1639) fueron de gran influencia
en la época.
9
Francisco Sánchez «el Brocense» (1522-1600). Filósofo español nacido
en Las Brozas (Extremadura). Regentó la Cátedra de retórica del Colegio
Trilingüe de Salamanca. El Santo Oficio consideró herética su obra sobre
Porfirio. Destacó también su obra Enchiridion o Doctrina del Estoico Filósofo
Epicteto (Salamanca, 1600).
10
Juan Poinsot, dominico conocido como Juan de Santo Tomás (Lisboa,
1589-1644). Enseñó filosofía y teología en el Colegio Complutense de los
Dominicos (1625-1630) y en la Universidad de Alcalá. Su obra filosófica se
centra en su Cursus philosophicus y en las cuestiones metafísicas que inserta
en su monumental Cursus Theologicus.
254 Nicolás de Olea
Disputación 2
Proemiales
Si el objeto primero de la Física
es el cuerpo natural o móvil
16 17 18 19
Molina, el padre Hurtado, el padre Oviedo y el padre Poncio, a
20
los que lauda el padre Quirós (disp. 37, sec. 3), señalan el cuerpo
21
completo. Para otros, como el P. Alphonsus en el Proemio (n. 3),
es la sustancia natural. Cada uno la nombran de distinta manera,
pues en esta querella cada quien la denomina según le place y
convenga, como diré en n. 6.
24
Egideo, Avicena, etcétera, los que aquí alaban los padres co-
25
nimbricenses (c. 4, a. 1), el P. Lynch (s. 1, n. 3), el P. Comp. (d.
26 27
1, s. 1), el P. Rhod. (pargr. 1 del proemio), Poncius (d. 1, n. 15)
y otros generalmente referidos.
3. Primera prueba. Puesto que cuerpo móvil es lo mismo que
cuerpo mutable o natural, ya que la naturaleza se define por el
principio de movimiento o mutación [Lib. 2 de la Física, c. 1], que
es la razón próxima e inmediatamente en la que convienen la tota-
lidad de los primeros objetos particulares. Los tratados específicos
de Física tratan de los siguientes cuerpos particulares, a saber: de
los cuerpos celestes, de los cuerpos elementales, de los mixtos, de
los animados y generables, además de lo que prioritariamente se
aborda en la parte primera [Prima] del Libro segundo [secundae] de
la Protofísica sobre esta totalidad. Esto es, se trata del cuerpo de
una manera completa, no solo por lo natural sino por los principios
28
Aristóteles. Física. II, 1, 194 b 8.
29
Tomás de Aquino; Comentario a la Física de Aristóteles. Lib. II Lec. 4, n. 5.
260 Nicolás de Olea
Secc. 2. Objeciones
30
Del compuesto.
31
Si es.
32
Atiende.
33
Atendiera.
34
Tomas de Aquino; Expositio libri Posteriorum Analyticorum. Lib. I, lec. 2,
n. 3.
262 Nicolás de Olea
35
Simplemente.
Summa Tripartita Scholasticae Philosphiae 263
Disputación 3
Proemiales
¿Cuál es el objeto de atribución en la Física?
46
Refiere a la versión latina de la famosa frase del oráculo de Delfos «Nosce te
ipsum», realizada por Cicerón, en su Tusculanarum disputationum, 1, 52.
268 Nicolás de Olea
47
Ciencia natural.
Summa Tripartita Scholasticae Philosphiae 269
48
Absolutamente.
49
Secundum quid.
270 Nicolás de Olea
50
Iberia.
Summa Tripartita Scholasticae Philosphiae 271
Disputación 4
Proemiales
¿Cuál es la razón u objeto formal de la Física?
51
Joannes Poncius (1599-1672). Integer Philosophiae Cursus ad mentem Scoti
[Roma, 1642].
272 Nicolás de Olea
52
Denominación latina de Bartolomeo Mastri (1602-1673), teólogo y filósofo
franciscano de origen italiano y uno de los más célebres representantes de
la escuela escotista del siglo XVII. Cfr.: Disputationes in Aristotelis libros
Physicorum (Roma, 1637).
53
Benito Pereyra (1536-1610), lat. Benedictus Pererius. Jesuita de origen
valenciano, conocido filósofo y teólogo del Colegio Romano. Son de
particular importancia sus comentarios sobre Física, que tuvieron una
gran influencia en la evolución intelectual de la Compañía de Jesús: De
communibus omnium rerum naturalium principiis et affectionibus libri
quindecim. Qui plurimum conferunt ad eos octo Aristotelis qui de physico
auditu inscribuntur, intelligendos [Roma, 1576] que tuvo numerosas ediciones
y traducciones a diversas lenguas europeas. Igualmente su: Adversus fallaces
et superstitiosas artes, id est de magia, de observatione somniorum et de
divinatione astrologica libri tres (Ingolstadt, 1591).
54
Georges de Rhodes, S. J. (1597-1661), filósofo y teólogo jesuita de origen
francés. Fue rector del colegio de Lyon y autor de uno de los Cursus más
completos de la segunda mitad del siglo XVII: Philosophia peripatetica ad
veram Aristotelis mentem, libris quatuor digesta et disputata, pharus ad
theologiam scholasticam (Lugduni, 1671).
Summa Tripartita Scholasticae Philosphiae 273
58
adversarios objetantes se disipa fácilmente por nosotros. Ora,
porque así como prescindimos de los accidentes y la sustancia bajo
la razón unívoca de ente, con la movilidad prescindimos no solo
de lo sustancial sino también de lo accidental. Ora, porque aunque
la unidad fuese análoga y por cierto equívoca, sería suficiente por
ser la unidad de la ciencia especificada colectivamente, siendo así
puramente social. Por ello, así como se puede componer un libro
sobre el hombre verdadero y el representado, del ente real y de
razón; así, puede haber una ciencia no solo de los entes por sí, sino
también por el accidente, por ejemplo del signo natural y artificial,
etcétera, que la sola unidad equívoca que tenemos del ser del ente,
es suficiente para aunar la ciencia en el modo humano y arbitra-
rio, según proporción o alguna analogía, imitadora de la unidad
natural, a la que de manera innata nuestra razón propende (como
ya dijimos en Disp. 3, n. 12). Ora porque es suficiente por motivo
del modo físico de movilidad accidental, que también es común
al cuerpo sustancialmente inmóvil y ella sola [unida equívoca]
es suficiente, como puede que la sola [unidad equívoca] por sí
es sensible, para excitar al intelecto por la fantasía a distinguir la
naturaleza y la movilidad sustancial de aquella otra.
10. Cuarta objeción. Como no es menos propio a la naturaleza
el reposo que el movimiento y como que en la naturaleza se definen
59
igualmente el principio del movimiento y el de la quietud, por lo
tanto, no es acaso más bien la movilidad de la naturaleza que su
quietud la razón formal de conocerla por la ciencia Física.
Respuesta. Niego el consecuente, pues si la naturaleza siem-
pre fuese en reposo o en la posesión de la quietud, no solo por la
pasividad sino también por la inmutabilidad de sus formas nunca
podríamos conocer la distinción de aquellas, ni de dónde provienen
los efectos naturales, pues todo esto [resulta] distinguible en razón
de que el movimiento lo da a conocer y la ciencia Física conoce
la quietud misma o su unión con la forma. Del mismo modo, la
condición de quididad esencial se demuestra por el movimiento
58
Adstruir, adstruentibus.
59
Reposo.
276 Nicolás de Olea
Tratado primero
Sobre los principios del cuerpo natural en común
Disputación 8
¿Qué es un principio como tal y cuántos son?
60
Inquiens.
278 Nicolás de Olea
61
Afirman varios de los nuestros, como el RR. Spinula (Disp. 1,
s. 3), quien parece favorecer a Aristóteles (supra, n. 1) llamando
principios internos a los que se encuentran dentro, esto es, que los
constituyen. Sin embargo, niego con Arriaga, Oviedo y la mayoría,
a los que antes y después siguen al padre Compton (Disp. 2, s. 1, n.
62
17) y al padre Quirós (d. 38, n. 8). De manera que el Padre Eterno
es principio del Hijo, pero no extrínseco. Lo constituye, aunque
63
no es la materia prima respecto de la forma educida; tampoco la
sustancia respecto del accidente propio; ni el viviente respecto del
acto vital. Es principio intrínseco por estar unido intrínsecamente,
por lo que con mucha frecuencia se llaman causas intrínsecas las
que se encuentran constitutivamente —como dice Aristóteles.
Pero esto no niega que tales [causas] se encuentren simplemente
de manera conjuntiva o por unión.
61
Stephanus Spinula, escribió el libro: Novissima philosophia : summulas,
logicam et libros physicorum, de coelo, de generatione et corruptione...
complectens (Genuae, 1651). La Congregación de Santo Oficio le encomendó
la tarea de juzgar los Principia Philosophiae y De passionibus animae de
Renato Descartes. Fue adversario teológico de los jesuitas Francisco de
Oviedo, Rodrigo de Arriaga y Pedro Hurtado de Mendoza. Contra ellos,
defendió la praecisio objectiva Tomista. Rechazó también la noción de causa
defendida por los jesuitas como Suárez y polemizó contra Copérnico y los
astrónomos que afirmaban la movilidad de la Tierra.
62
Antonius Bernaldus de Quirós, S. J. (1613-1668).
63
La causa eficiente (principio del movimiento) se dice de un acto sobre la
materia de alguna cosa que produce el efecto de un cambio en su forma.
Pero este cambio de forma no es simplemente inducido en la materia. La
nueva forma no se podría producir en el paciente a menos que este tuviera
la potencialidad para asumir esta nueva forma. Por eso se afirma que es una
«forma es educida de la potencia de la materia».
280 Nicolás de Olea
64
el «es» universalísimamente ), primeramente por ser constituido,
ser producido, ser incoado, ser conocido, etcétera. En este mismo
sentido lo define el divino Tomás (Prim. Parte, q. 33, art. 1) como
65
esto de lo que algo procede de algún modo. Por «algún modo»,
ampliamos el «procede» y se dice «es» o «se sigue de», etcétera.
Por lo cual esta definición es análoga o multívoca (d. 15).
64
O de manera muy universal.
65
«A quo».
66
Nació en Egipto (295-373). Obispo de Alejandría. Principal opositor al
arrianismo, que propagaba la herejía de que Cristo no era Dios por naturaleza.
Se creyó hasta el siglo XVII que el Símbolo Atanasiano era obra del gran
obispo alejandrino, cuando se pudo establecer que su lenguaje y estructura
apuntan hacia un origen más tardío y occidental por añadidura. Es una
exposición de la Trinidad y de las dos naturalezas en la única persona divina
de Cristo. Los griegos, en sus controversias con los latinos, lo rechazaron,
mientras que los escritores de la Reforma lo tuvieron en gran estima. Lo usa
también en su culto litúrgico la Iglesia anglicana.
Summa Tripartita Scholasticae Philosphiae 281
73
Dionisio de Alejandría (200-265) fue discípulo de Orígenes. Obispo de
Alejandría el 248. En Refutación y apología sostuvo: «No hubo un tiempo
en que Dios no fuera Padre. No es verdad que el Padre estuviera un momento
privado de logos, de sabiduría y de poder, y que después engendrara al Hijo.
Pero el Hijo no tiene de sí mismo su existencia, mas del Padre»..
74
Atanasio de Alejandría (295-373) Obispo de Alejandría el 328. En Ad
Serapionem sostuvo: «Así en la Iglesia se predica un solo Dios “que está
sobre todos, por todos y en todos” (cfr. Ef 4:6): “sobre todos”, en cuanto
Padre, principio y fuente; “por todos”, por el Verbo; “en todos”, en el Espíritu
Santo».
75
Gregorio de Nacianzo (329-389). En el 378 fue obispo de Constantinopla. En
Homilía 39, 12 sostuvo: «El Padre es Padre sin principio, porque no procede
de nadie. El Hijo es Hijo y no es sin principio, porque procede del Padre.
Pero si hablas de principio en el tiempo, también Él es sin principio, porque
es el Hacedor del tiempo y no está sometido al tiempo. El Espíritu Santo es
Espíritu de verdad, que procede del Padre, pero no a manera de filiación,
porque no procede por generación, sino por procesión (me veo precisado
a acuñar palabras por amor a la claridad). […] Tampoco el Espíritu se ha
convertido en Padre o Hijo porque procede o porque es Dios, aunque no lo
crean así los impíos».
76
De Trinitate, IV, 29, «de toda divinidad o si se dice mejor el principio de la
deidad el padre es».
77
Sino inmerecido.
284 Nicolás de Olea
81
el Santo Evangelio y según el Tridentino se dice inicio. Así, el
llamado de la gracia es el inicio de nuestra purificación. Pero en
Dios no puede tener lugar, pues aunque la sapiencia de Dios se
dice por inicio, se entiende antes de todo inicio. Así como se dice
en el Evangelio de Juan (1), «en el principio era el Verbo», esto es,
antes de todo principio de duración, como dicen San Agustín y
82
otros padres, como el P. Cornel.
Disputación 9
¿Cómo se definen los principios del cuerpo natural?
la idea de que la ley natural era una regla independiente de toda voluntad,
incluso la divina. Cfr.: Commentariorum in primam-secundae S. Thomae, 2
vols. (Alcalá, 1598-1605).
81
De Trento, ciudad europea relacionada con el concilio ecuménico que se
reunió en esta ciudad a partir de 1545: Concilio tridentino.
82
Luis Coronel; Physicae perscrutationes. París: Jean Barbier, 1511.
83
Aristóteles. Física Lib. I, cap. 4, 187a, 33-35.
84
Perciben, notan.
85
Ex parte.
286 Nicolás de Olea
86
Aristóteles. Física I, 5, 188 a 27-28.
87
Tomás de Aquino; Comentario a la Física de Aristóteles. Lib. I, lec. 10, n. 3.
88
Ibid., Lib. I, lec. 13, n. 2 .
Summa Tripartita Scholasticae Philosphiae 287
89
Aristóteles; Física I, 5.
90
Principales.
288 Nicolás de Olea
91
Según que.
Summa Tripartita Scholasticae Philosphiae 289
Disputación 10
Si esta definición conviene a los principios extrínsecos
97
Juan de Lugo S. J. (1583-1660), teólogo jesuita nacido en Madrid. Estudia
en Sevilla y Salamanca. Luego de entrar en la Compañía enseñó en
diversos colegios jesuitas: Monforte de Lemos, Medina del Campo, León,
Valladolid y Salamanca. Desde 1621 enseñó en el Colegio Romano hasta su
designación como Cardenal en 1643. Sus publicaciones más significativas
fueron: Disputationes scholasticae, (Lyon, 1633, 36, 38, 44, 46, 51 y 66) y
Disputatione de iustitia et iure (Lyon, 1642) fuertemente influenciada por
Luis de Molina.
98
Física I, 6, 189 b, 16-17.
99
Física I, 7, 191 a, 17.
100
Metafísica XII, 4, 1070 b, 25-26.
292 Nicolás de Olea
101
Secundum quid.
102
I Corintios, 8, 6.
103
«Vox ex Patre Diabolo estis» Juan. 8, 44.
104
Fio.
105
«De su hijo que ha hecho a este de la descendencia de David», Romanos, 1, 3.
106
«Hecho de mujer» Gál. 4, 4.
Summa Tripartita Scholasticae Philosphiae 293
107
Metafísica V, 1, 1013ª.
108
«A se».
109
Intensivo.
294 Nicolás de Olea
110
principiado de aquella, si no solo en el ser compuesto. 2. Niego la
menor, porque consta (por Disp. 8, n. 5) que la materia es principio
intrínseco de la forma educida.
8. Tercera objeción. Por lo mismo, la privación, la materia y
la forma son principios «en hacerse», unidos por la definición,
111
pues sin ellos el mismo «hacerse» cuando se da el cambio no se
podría realizar, tal como se hará evidente en la siguiente Disputa-
ción. Del mismo modo, sin agente, el mismo «hacerse» como algo
capaz de acción tampoco se puede realizar. Por tanto, el agente
«en hacerse» tiene que ser comprendido del mismo modo bajo la
definición de Principio.
Respuesta. Con los padres Conimbricenses y los Tomistas,
respondo que aquellos tres principios se requieren como algo
formalmente necesario al hacerse, para explicar cómo así es que
hay cambio, porque únicamente este pide de manera formal el
término ad quo o ad quem y al sujeto del tránsito o del cambio.
Pero el agente solo se requiere para hacerse y establecer cómo es la
acción. Por ello no está formalmente de por sí en el cuerpo móvil.
9. Contrarrespuestas. 1. Si los principios «en hacerse» son tales
—como es evidente por los términos— pero hacerse formalmente
como tales es por la acción y por lo tanto tales principios son res-
pectivos a la acción, entonces el agente como principal recipiente
de aquella será principio. 2. La definición de los principios expresa
formalísimamente que aquellos son «por lo que todas las cosas se
hacen» (según Disp. 9), pero se hacen formalísimamente por la
acción; por lo tanto, se definen formalísimamente con respecto a
la acción como tal.
10. Respuesta. Por esto, aquellos tres son los principios «en
hacerse» y son también formalmente los primeros en su género de
principiar, con lo que excluyen formalmente de su género cual-
quier otro principio. Pero como también es evidente, el agente no
se obtiene formalmente de esa manera (según n. 4).
110
Únicamente.
111
Mutación.
Summa Tripartita Scholasticae Philosphiae 295
112
Del lat.: Excogitāre. Verbo transitivo que significa hallar o encontrar algo
mediante el discurso o la meditación.
296 Nicolás de Olea
TRATADO TERCERO
Sobre la Materia Prima
Disputación 39
Si la materia celeste y la sublunar
pertenecen a la misma especie
113
Con el «nosotros» parece referirse a la Compañía de Jesús.
114
Se refiere al telescopio.
Summa Tripartita Scholasticae Philosphiae 297
TRATADO CUARTO
De la Forma
Disputación 43
¿Si las formas preexisten a la materia
o se generan desde la misma materia?
115
Christoph Scheiner (1573-1650) astrónomo jesuita de origen alemán. Estudió
Metafísica y Matemática en la Universidad de Ingolstadt. En 1610, luego de
verificar los descubrimientos realizados por Galileo, centró su investigación
en el Sol. En 1611 observó y registró minuciosamente unas manchas oscuras
sobre la superficie del Sol, que luego daría lugar a una polémica con Galileo
que manifiesta haber sido el primero en haberlas observado. En todo caso, fue
el primero —antes que Kepler— que hizo uso de un helioscopio, instrumento
compuesto al principio de gafas coloreadas, pero luego concibió la idea de
proyectar la imagen del Sol en una pantalla para estudiar su superficie. Sus
observaciones problematizaron a tal punto las concepciones metafísicas
oficiales de la Iglesia que sus superiores no desearon inicialmente que las
publicara bajo su propio nombre por miedo al ridículo. Su amigo Welser
publicó sus investigaciones con el pseudónimo de «Apelles latens post
tabulam» bajo el título de Tres epistulæ de maculis solaribus (Augsburg,
1612). En ellas postuló que las manchas observadas en la superficie del Sol
eran sombras de satélites que giraban en torno al mismo y que por lo tanto se
proyectaban sobre el disco solar. En cartas posteriores describió la rotación de
las manchas. Galileo refutó las suposiciones de Scheiner en un conjunto de
cartas. No obstante, Scheiner continuó su estudio sistemático del Sol durante
casi dieciséis años, antes de empezar la publicación de su gran trabajo: Rosa
Ursina (Roma, 1630). A pesar de la vieja polémica sostenida con Galileo, en
esta obra manifiesta finalmente su acuerdo con la interpretación galileana de
las manchas solares y se pronuncia por la existencia de un cielo fluido, en
contra de la creencia aristotélica de un cielo conformado por esferas sólidas.
298 Nicolás de Olea
116
están todas las formas en potencia y, por esto, por generación
de la misma materia se educe hora esta u hora aquella forma y al
igual que en el teatro en general se ejerce por varias operaciones
y ventanas.
2. Contra[rrespuesta]. 1. Porque si tanto la forma como la
materia habrían preexistido, los agentes naturales nada substancial
habrían generado. Porque si afirmas que es la unión con cualquier
otra cosa lo que produce, entonces cómo así la causa puede producir
de nuevo la unión —también podría hacerse aquella de la nada (de
aquella que Anaxágoras ha sentido horror)— y ¿qué es entonces
lo que genera de nuevo las formas? 2. Porque si todas las formas
opuestas estuviesen escondidas en la materia misma, se sigue que
a veces se produciría cualquier cosa, como por ejemplo el fuego en
117
la estopa, el agua en el fuego, etcétera; ora que ningún compuesto
se convirtiera en otro como en el tránsito del no ser de la forma
a poseer la misma de nuevo; ora que todas las formas deberían
estar en todas y cada una de las partes de la materia y de cada una
podrían ser educidas y por cierto replicadas en todos los lugares
del universo en los que se encuentra dispersa la materia; solo que
entonces de la materia —y de la forma en aquella escondida— en
el mismo hombre, resultará el león, el caballo, etcétera; de donde
Anaxágoras mismo sería, sin duda, burro y mulo de manera latente
y por cierto también manifiestamente, si no cuida de sí.
3. Según la sentencia que se atribuye a Alberto Magno, Pedro
118
Aureol, etcétera —aseveran el P. Suárez y los Conimbricenses—
las formas se educen en cuanto que en la materia [hay] algo suyo
116
Latentes.
117
Del lat. Stuppa. 1. Parte basta o gruesa del lino o del cáñamo, que queda
en el rastrillo cuando se peina y rastrilla. 2. Parte basta que queda de la seda.
3. Tela gruesa que se teje y fabrica con la hilaza de la estopa.
118
Aureoli, Petrus (1280?-1322). Obispo de Aix en 1321, sus principales
obras filosóficas: Tractatus de principiis naturae (1312); Comentario a
las Sentencias (1316-1318), Roma, 1596-1605; XVI Quodlibeto (1320).
Cualquier cosa material tiene una forma, y alguna de estas formas poseen
una propiedad que se llama semejanza, que permite agrupar y clasificar las
cosas que coinciden en tal semejanza (similitudo). Así niega que pueda existir
una naturaleza común extramentalmente.
Summa Tripartita Scholasticae Philosphiae 299
122
en la materia según virtus seminales de las mismas, como ver-
dadero es el axioma de los filósofos. Según S. Agustín (lib. 3, De
Trin. c. 7), las formas preexisten en la materia y de esta se educen,
porque algunas semillas de estas están ocultas en los elementos
del mundo.
6. Por el contrario, la forma no se educe de la materia como
la espada de la vaina, ni se contiene en aquella de manera vir-
tualmente pasiva, sino del mismo modo en que se contiene en el
[intelecto] agente, de manera virtualmente activa. 1. Por tanto, la
misma virtus —tanto activa como pasiva— preexiste como causa
123
en ambas, tal como explica S. Tomás (Ip, q. 115, a. 2), por lo que
no se requiere nada más que la virtus de estas. 2. Porque sin nece-
sidad o experimento estas virtudes se multiplican. 3. Porque por
aquellas la forma no se engendra de sí o se produce de la nada. 4.
Porque esas semillas ocultas no [están] en la sola materia, sino en
los elementos que ha notado San Agustín, es decir, en las cualidades
activas de estos, que según S. Tomas están en tal lugar.
7. La cuarta y verdadera sentencia enseña, por lo tanto, que
las formas substanciales materiales se educen de la materia, en la
medida que dependen de la misma como causa material y pasiva-
mente influyente, así como del sujeto por inherencia y causalidad.
Así sostienen: S. Tomas (I p., q. 45, a. 8), los tomistas y los escotistas.
A ellos les sigue el P. Suárez (D. 15, s. 2), los PP. Conimbricenses
(C. 9, q. 12, a. 3), el P. Molina (Ip., q. 45, a. 1), el P. Arriaga (D. 3,
s. 3), el P. Alphonsus (D. 3, n. 24), el P. Suárez Lusitano (Tr. 1, n.
245) y muchos otros por doquier.
8. Se prueba 1. Por no otra razón el Filósofo reconoce [agno-
vere] que el alma racional no se educe de la materia sino que se
crea. En De la generación de los animales (Lib. 2, c. 3) Aristóteles dice
124
«Desde luego, no es posible que todas las facultades del alma existan
previamente […] todos los principios cuya actividad es corporal, es evidente
que no pueden existir sin un cuerpo, como es imposible caminar sin pies.
Así pues, también es imposible que estas facultades entren desde fuera […]
Queda entonces, que solo el intelecto se incorpore después desde fuera y
que solo él sea divino…». Aristóteles; Reproducción de los animales, Lib.
II, cap. 3, p. 736b (Madrid: Gredos, 1994, p. 141).
302 Nicolás de Olea
125
es propia de la causa prima como es evidente en el lib. 3. Pero
cualquier forma material se produce connaturalmente por causa
segunda o creada por generación, ninguna se produce por creación,
solo por educción connatural.
11. Objeción 1. Se prueba la Primera Sentencia: la forma mate-
rial se educe de la materia. Ser educida es como extraer la cosa de
lo oculto hacia la luz. Pues así como en los escondites de la materia,
lo generante se extrae hacia la luz.
Respuesta. Distingo la premisa mayor: Ser la cosa educida de
lo oculto. Aunque concedo gramaticalmente la frase ser extraída,
filosóficamente la niego. Porque dicha así, ser educido es solo una
manera dependiente del sujeto inherente o pasivamente influyente
de decir ser producido. Es que pasivo aquí consiste en influjo, que
se distingue de lo efectivo hacia él (lib. 2º), como se explicará luego.
12. Objeción 2. Se prueba la Segunda Sentencia. Si la forma no
se hace de alguna parte preexistente, se haría de por sí de la nada,
por lo tanto se crearía, pues la creación no es sino la producción
de la cosa de la nada.
Respuesta. Que se concede todo a los Nominalistas, según
el P. Molina y ciertamente antes Avicena y Alberto Magno, a los
que sin embargo excusa el P. Suárez (hacia el Lib. 3, n. 9). Niego
así que la cosa por creación se hace de la nada, porque se produce
de la nada subjetiva o sin ningún sujeto, presupuesto pasivo o
subjetivamente influyente (Disp. 14, n. 27) como será más evidente
hacia el Lib. 3. De otra manera, toda producción de la cosa, de lo
nuevo, es producción de la nada o carente del término producido.
En este sentido han hablado los nominalistas.
13. Objeción 3. A favor de la Tercera Sentencia. Excepto que
en la Materia las virtudes seminales contenidas preexistan a lo
formado, pero la sola virtud pasiva de la causa precontenidas de
la forma, no será de donde esta precontinencia se distinga de la
virtud efectiva. Por tanto.
125
Ibid., Lib. III, pp. 185-234, particularmente «Teoría de la generación espontánea»
y «¿Cuál es el origen del hombre y los animales?» (pp. 228-232).
Summa Tripartita Scholasticae Philosphiae 303
1
Roberto Juan Katayama Omura
[305]
306 Roberto Juan Katayama Omura
6
Obras consultadas
7
La recolección paremiográfica de refraneros, proverbios, aforismos y adagios
populares, dio lugar a una larga tradición o género discursivo en la cultura
lingüística hispana desde el siglo XV. Esta se materializó en monumentales
trabajos intelectuales como el que se atribuye a Íñigo López de Mendoza,
Marqués de Santillana [Refranes que dicen las viejas tras el fuego, circa
1490]; Blasco de Garay [Cartas en refranes, 1541]; Pedro Vallés [Libro de
refranes compilados por el orden del a, b, c, en el cual se contienen cuatro
mil y trezientos refranes, el más copioso que hasta hoy ha salido impreso,
1549]; Hernán Núñez [Refranes de la lengua castellana, Salamanca, 1555];
Juan de Mal Lara [Philosophía vulgar, primera parte, que contiene mil
refranes glosados, Sevilla, 1568]; Sebastián de Covarrubias Horozco [Tesoro
de la lengua castellana o española, Madrid, 1611]; y Gonzalo Correas
[Vocabulario de refranes y frases proverbiales y otras fórmulas comunes de
la lengua Castellana, 1627]. Ignoramos la fuente exacta de Llano y Zapata,
aunque lo más probable es que fuera Covarrubias, por influencia directa de
Gregorio Mayans, con quien mantenía una fluida correspondencia personal.
8
A esta obra se refieren tanto Riva-Agüero, op. cit, en el capítulo que dedica
a Llano y Zapata, quien no sé por qué razón la considera inédita. También
en Pablo Macera, Lenguaje y modernismo peruano del siglo XVIII (Lima:
UNMSM, 1963) y Álvarez Brun, op. cit.
9
En el diálogo dedicado a su amigo Sereno: De la constancia del sabio
(De Constantia Sapientes), Séneca propone a Catón como paradigma de
comportamiento estoico y paladín de la libertad contra la ambición de
poder, muy por encima de Ulises y Hércules, modelos de los maestros del
estoicismo. Cuando Catón fue agredido en el Foro, ni la injuria (iniuria) ni
la ofensa (contumelia) de sus agresores hicieron mella en él, simplemente
porque se hallaba en posesión de la virtud.
308 Roberto Juan Katayama Omura
10
Obras varias
18
Álvarez Brun, Félix, op. cit.; la numeración que coloco al costado de las
citas corresponde a las páginas de la obra de Álvarez (él mismo no señala la
numeración original).
312 Roberto Juan Katayama Omura
19
«Sobre los aires, aguas y lugares», 1, tomado de Tratados Hipocráticos,
Madrid: Gredos, 1986, p. 40, tomo 2, trad. J. A. López Pérez y E. García
Novo.
20
«De los flatos», 3, Tratados Hipocráticos, edición citada, pp. 134-136.
21
Es probable que el autor al que se refiere el texto sea el Dr. Joseph de Avendaño
y Funes, catedrático de Vísperas de Medicina en la Real Universidad de San
Marcos hasta 1711 y de Prima hasta 1717. Además del ejemplar ya señalado,
existe otro ejemplar del mismo texto —como obra independiente— con
código: X229.24/LL26 en la Biblioteca Nacional.
La filosofía Natural y Política de Joseph Eusebio de Llano y Zapata 313
24
más allá del mundo sublunar. Esto, lejos de llevarle a creer que
la quintaesencia era corruptible o cambiante y no perfecta, le lleva
más bien a conservar esta perfección de los cielos y quitárselas a
los planetas (que también eran incorruptibles en la visión aristo-
télica). Tales cometas se formarían por exhalaciones similares a
las de la Tierra:
La doctrina cierta y segura es que todos los cometas que se observan
bajo de la Luna son producidos por los hálitos de la Tierra y los
que se ven más arriba pueden ser de los efluvios de los Planetas
o vapores del Sol [F].
Sobre la Tierra
25
Existe también como obra independiente con el código: X472/LL3.
26
«Vix enim potest hos tempore aliquid scribi, quod non pateat calumnijs vél
hostium, vel amicorum». Cardenal Roberto Bellarmino, Epistulae CXI. Ad.
Padre Leonardo. Lessio.
27
Ignacio Chiriboga y Daza (1694-1748). Canónigo quiteño, célebre erudito
y orador sagrado del siglo XVIII. Cultivó la oración fúnebre y el panegírico.
Poseedor de una biblioteca que reunía entre seis y siete mil libros. Piezas
notables de su oratoria sagrada fueron reunidas en: Chiriboga y Daza, Ignacio;
Sermones varios que a Diversas Festividades de el Año predicó en la Ciudad
de Quito… Madrid: Gabriel del Barrio, Impr., 1753.
La filosofía Natural y Política de Joseph Eusebio de Llano y Zapata 317
Callao y sus habitadores con la inundación del mar que los tragó
28
en la noche del primer terremoto. [1747].
34
Julián de Arriaga (1700-1776). Opaco militar y político español. Caballero y
bailío de la Orden de Malta —nombre que se da en dicha Orden a los dignatarios
superiores y a los comandantes e inferiores a los grandes priores— (1717),
alférez de fragata (1728). Enviado a América en 1749 como miembro de la
expedición que reprimió la sublevación contra el monopolio de la Compañía
Guipuzcoana de Caracas. Una vez sometida la revuelta fue designado
gobernador de Venezuela (1749-51). A su regreso a España fue intendente
de Cádiz (1752) y en 1754 sustituiría al poderoso Ensenada, tras su brusca
destitución como ministro de Marina e Indias. La poderosa Secretaría de
Estado de Marina e Indias, creada por Felipe V en 1714 —recién acabada la
Guerra de Sucesión— controlaba las dos columnas fundamentales del imperio
español: la Armada y el comercio con las Indias. Sin mayores méritos militares,
administrativos o intelectuales (no pasó por la Academia de Guardias Marinas,
creada en 1717) Fernando VI le encargó dicho ministerio, aparentemente por
su carácter tutelable, para evitar que ningún ministro tuviese una excesiva
preponderancia, como la que tuvo su antecesor Ensenada.
35
Cuando en junio de 1758, Milhau concluyó la lectura del primer tomo de
las Memorias, decidió mostrarlo a varios «hombres doctos, desinteresados
y juiciosos» de Cádiz y Sevilla entre los que se hallaban José Díaz Infante,
profesor de la Academia de Guardiamarinas y Juan Félix Arjona y Aranda,
canónigo de la catedral de Cádiz. Ambos opinaron que se trataba de una
importante contribución al conocimiento de la física, historia, naturaleza y
comercio de Indias. Con ello Milhaus se animó a presentar las Memorias al
Ministro de Marina e Indias Julián de Arriaga, para obtener el financiamiento
de su publicación. Cfr.: Peralta Ruiz, Víctor; «Las tribulaciones de un ilustrado
católico. José Eusebio Llano Zapata en Cádiz (1756-1780)». En: José Eusebio
de Llano Zapata. Memorias histórico, físicas, crítico, apologéticas de la
América Meridional. Lima: IFEA-PUCP-UNMSM, 2005, pp. 40-41.
320 Roberto Juan Katayama Omura
36
Aparte del agustino Manuel Galván, catedrático de Filosofía y Teología
en el Colegio de San Ildefonso de Lima y procurador General del Perú en
Cádiz, la segunda edición española del Preliminar y cartas publicó la opinión
favorable del juez subdelegado de imprentas José Javier de Solórzano y del
vicario general de Cádiz Miguel Benito de Ortega Cobo. Pero particularmente
interesante resulta la opinión del jesuita Francisco Serrano, rector del Colegio
de Cádiz, que ha pasado completamente desapercibida, quien no solo alabó
su profunda erudición, sino que consideró esta obra como parte de una
misma tradición filosófica: «digna continuación de las obras teológicas que
publicaron en Lima los jesuitas Pérez de Menacho y Juan de Alloza». Cfr.:
Peralta Ruiz, Víctor; «Las tribulaciones de un ilustrado católico. José Eusebio
Llano Zapata en Cádiz (1756-1780)». En: José Eusebio de Llano Zapata.
Memorias histórico, físicas…, op. cit., p. 45.
La filosofía Natural y Política de Joseph Eusebio de Llano y Zapata 321
Preliminar
37
«[...] el encaprichamiento de juzgar a los indios incapaces de toda enseñanza,
teniendo ellos la misma disposición a las ciencias y artes que todas las demás
gentes del mundo antiguo, más o menos […] pasa los límites de la necedad
colocar aquellas gentes en el orden de los brutos». Tomado de la edición de
Palma de las Memorias histórico-físico-crítico-apologéticas de la América
Meridional [1758], Lima: San Pablo, 1904, p. 3.
38
«Las plumas nuestras nos desacreditan. De ellas se vale la envidia para
morder a nuestra nación, que tanto a trabajado y trabaja en cultivar la de los
indios. No es culpa del monarca el desacierto del vasallo». Ibid., p. 2.
322 Roberto Juan Katayama Omura
39
Llano y Zapata, José Eusebio de; Artículo preliminar, en: Memorias histórico-
físico-crítico-apologéticas de la América Meridional, edición de Ricardo
Palma, op. cit., pp. 5-6, aquí figura como Artículo Preliminar.
40
«De los flatos», 6, Tratados Hipocráticos, edición citada, p. 138.
41
«Sobre los aires, aguas y lugares», 1, tomado de Tratados Hipocráticos,
edición citada, p. 39.
La filosofía Natural y Política de Joseph Eusebio de Llano y Zapata 323
42
Carta a Luis de Milhaú
42
Llano y Zapata abandonó Lima en 1750 y recorrió Chile, Argentina, Uruguay
y Brasil. De allí se embarcó a Cádiz en 1755, donde vivió los últimos 24 años
de su vida. En Cádiz se encontraba la Real Academia de Guardias Marinas
(creada en 1717), institución que introdujo en España las más importantes
innovaciones científicas útiles a la navegación: matemáticas, geometría,
astronomía, cartografía, mecánica, etcétera. Desde 1748, esta institución se
vio renovada con la incorporación de Jorge Juan y Antonio Ulloa que —luego
de regresar del Perú como participantes de la expedición de la Academia de
Ciencias de París (1735-1744)— renovaron su plan de estudios. A ellos se
sumó en 1753 la creación del Real Observatorio de Cádiz bajo la dirección
del francés Louis Godin, luego de su permanencia de varios años en el Perú
(1736-1749), primero con la expedición científica de la Academia de Ciencias
de París y luego como Cosmógrafo Mayor del Virreinato del Perú y catedrático
de matemática de la Universidad de San Marcos (1744-1749). Cádiz no solo
constituía un lugar privilegiado para los estudios científicos sino también
potencialmente interesado en la renovación del decadente tráfico mercantil con
el Nuevo Mundo, capaz de interesarse en la financiación de sus Memorias. A
mediados de 1756, Llano y Zapata entabló amistad con el Comisario Real de
Guerra y Marina, el marsellés Luis Milhau, a quien mostró posteriormente el
proyecto en marcha de sus Memorias y cuya lectura culminó al año siguiente,
interesándose en su publicación. Milhaus mostró el primer tomo a varias
personalidades académicas de Cádiz y Sevilla y, con sus recomendaciones, lo
presentó al Ministro de Marina e Indias Julián de Arriaga, quien también se
interesó en su publicación. Pero —muerto Milhaus en diciembre de 1758— sus
gestiones se supeditaron finalmente al sucesivo desinterés de los gobiernos del
Marqués de Esquilache y luego de Floridablanca y Campomanes hasta 1776.
Paralelamente a este ambiente desmoralizador, se dio el hecho circunstancial de
que una de las personalidades comisionadas para la evaluación del Preliminar
y cartas que preceden al Tomo I de las Memorias histórico, físicas resultó
ser el fraile agustino Manuel Galván, catedrático de Filosofía y Teología en
el colegio de San Ildefonso de Lima y procurador general del Perú en Cádiz.
Este coincidió con Milhau en la gran utilidad y beneficio que tenía la obra
de su «compatriota y paisano» y, no solo la aprobó de inmediato, sino que se
comprometió a subvencionar el sostenimiento cotidiano del autor y a gestionar
el costo de la edición del Preliminar y cartas... Cosa que efectivamente realizó,
junto con el yerno de Milhau, un comerciante flamenco llamado Jacobo Phillips
y Casaur.
324 Roberto Juan Katayama Omura
45
«Se opusieron al ilustrísimo Casas muy graves y piadosos prelados. No
entra en este número el doctor Sepúlveda; fue temeraria, poco cristiana y
en ningún modo ajustada á los dogmas de la Iglesia, su obra de Justis belli
causis contra Indos suscepti … Fueron, pues, estos prelados el señor cardenal
Loayza, presidente del Consejo de Indias, y los señores don Sebastián
Ramírez, obispo de Cuenca, y don Juan Juárez, obispo de Lugo [...]. Quisieron
atajarlas; pero prevaleció la importunidad de su autor. De aquí vino todo el
descrédito que injustamente padece y padecerá nuestra nación en las plumas
de los extranjeros…», cita tomada de la edición de Palma de las Memorias,
op. cit., pp. 564-565.
46
«Y cuando se cuestionase el hecho, bien sé yo que mejor pleito tendría el
padre Acosta que Torquemada, por ser más los votos de los eruditos que
favorecen en asunto de Historia al uno que los que, en esta materia, sufragan
por el otro». Ibid., p. 555.
47
Tomado de Llano y Zapata, Memorias histórico-físico-crítico-apologéticas...,
edición de Ricardo Palma, op. cit., p. 550, subrayado nuestro. La afinidad
de estas tesis del bien común con las teorías políticas medievales y no con
las modernas la desarrollaremos más adelante cuando comentemos la carta
a Villa Orellana.
326 Roberto Juan Katayama Omura
48
Esta observación ha sido también sugerida por los editores de la reciente
edición peruana de la obra de Llano y Zapata: «El escritor peruano no fue un
ilustrado ‘afrancesado’ al estilo de Voltaire o cualquier otro enciclopedista
sino más bien un ilustrado católico, comprendiéndose por esto último al
hombre de ciencia que procuraba conciliar la defensa de la religión con
el fomento del método experimental y de la crítica razonada. Al igual que
los médicos, matemáticos y filósofos españoles de fines del siglo XVII y
principios del siglo XVIII agrupados despectivamente bajo el término de
novatores, su apertura a las novedades de la ciencia no estuvo reñida con la
defensa de su fe religiosa. Del mismo modo, su apego al método experimental,
se caracterizó por realizar una continua síntesis entre la tradición escolástica
y el racionalismo más avanzado de su tiempo […] La trayectoria gaditana
le afianzó en tal convencimiento y su forma de pensar estuvo al nivel de
prestigiosos académicos, literatos y científicos españoles con los que mantuvo
una fluida correspondencia e incluso polemizó como fue el caso de Gregorio
Mayáns y Siscar». Peralta Ruiz, Víctor; «Las tribulaciones de un ilustrado
católico. José Eusebio Llano Zapata en Cadiz (1756-1780)». En: José Eusebio
de Llano Zapata. Memorias histórico, físicas, crítico, apologéticas..., edición
del IFEA-PUCP-UNMSM, op. cit., pp. 37-73.
49
Erudito valenciano, matemático, físico, cartógrafo, astrónomo y teólogo.
Luego de sus estudios de Matemática y Teología se ordenó como clérigo
presbítero en 1675 en la Congregación del Oratorio de San Felipe de Neri
de Valencia. En 1686 fundó el movimiento de los Novatores [grupo de
pensadores, científicos y filósofos valencianos de inicios del siglo XVIII que
inauguraron en el mundo hispánico el interés por la ilustración en oposición
al Escolasticismo]. Su obra más destacada fue Compendio Matemático en que
se contienen todas las materias más principales de las ciencias que tratan de
la cantidad [Valencia, A. Bordázar, 1707-1715] compuesta de nueve tomos.
La filosofía Natural y Política de Joseph Eusebio de Llano y Zapata 327
50 51
(1661-1741) o Baltasar Iñigo (1656-1746). El Compendium
philosophicum de Tosca le introdujo al conocimiento de Locke,
Gassendi y Descartes. Manuel Martí (1663-1737) le abrió el
mundo de la filología y la historia crítica. No obstante, en sus
Observaciones astronómicas y físicas hechas en los Reinos del Perú
[Madrid, 1748], Jorge Juan sugiere el desconocimiento de Tosca
ideológica del mundo católico francés. No veía con buenos ojos las
ideas liberales, laicas y de tolerancia de Montesquieu. «Me parece
un político más diabólico que Maquiavelo», comentó.
En 1754 —aprovechando la reedición de las Obras de Tomás
Vicente Tosca— redactó su Institutionum philosophiae moralis libri
tres, con el objetivo de «convencer el torpísimo error de los na-
turalistas». Entre los iusnaturalistas, solo aceptaba parcialmente
a Heinecio, tomando ciertas cosas de su Elementa iuris naturae et
gentium [Halae, 1738] y Elementa philosophiae moralis [Nápoles,
1765] así como de otras obras de Grocio y Pufendorf, pero sin dejar
de enfatizar que todos ellos erraron en no establecer el Derecho
Natural en las leyes de la Divina Providencia, que no derivaban
la ley humana de la voluntad de Dios. Por ello llega a decir, que
«el naturalismo es el que causa más daño».
Mayans no pensaba en un derecho racional y contractual como
origen de la ley, antes bien era partidario de un «iusnaturalismo
teonómico». Le alarmaba profundamente que con el emergente
orden legal humanista y el espíritu laico, la razón perdía pro-
gresivamente su carácter teonómico y se convertía en una fuerza
antroponómica autónoma, de pretendida naturaleza biológica y
no espiritual. Se pierde así el fundamento bíblico del orden legal
estatal. Se adscribe a una filosofía moral constructiva y no regula-
tiva, esto es, la que formula un ideal hacia el cual el hombre debe
tender, transformando y desarrollando su naturaleza, en lugar
de aquella liberal que pretende solo la ordenación dentro del ser
dado del hombre
Y si bien su primer conato fue buscar las obras de Bossuet,
abrirá luego sus inquietudes religiosas a las corrientes que venían
de Europa, llámese galicanismo o jansenismo, por su adhesión a un
firme rigorismo moral, opuesto al probabilismo fomentado por los
jesuitas o al laxismo liberal. Su creciente inclinación al misticismo y
al rigorismo moral está estrechamente vinculada a su mirada pro-
videncialista de la historia originada en el agustinismo doctrinal,
en que se fusionan elementos estéticos y religiosos, probablemente
expresados en su admiración por fray Luis de León, eximio poeta
y religioso agustino.
La filosofía Natural y Política de Joseph Eusebio de Llano y Zapata 331
53
Esta idea ya había sido planteada en el siglo XVI por el jesuita José de Acosta:
«[...] es opinión de algunos, digna de tenerse en cuenta, que deben fundarse
escuelas de rudimentos de la fe, con sus edificios propios, y andando el tiempo
colegios, sobre todo de indios nobles, puestos en manos de españoles de vida
íntegra y aprobada, donde apartados cuanto se pueda del trato de los suyos,
aprendan nuestras costumbres y nuestra lengua, y puedan enseñarla como
conviene a los suyos». Acosta, José de; De Procurando Indorum Salute, en:
Obras del padre José de Acosta. Madrid: Atlas, 1954, colección BAE, tomo
LXXIII.
332 Roberto Juan Katayama Omura
Pensamiento político
Por medio, pues, del cultivo de esta ciencia [la Metalurgia], que es
la más ventajosa a los comunes intereses, se conciliarán el agrado del
monarca, que siempre es propicio sobre los que velan en los abaste-
cimientos y utilidad del Estado [218-219. Subrayados nuestros].
54
La función del experimento la veremos más adelante cuando examinemos
las Memorias.
334 Roberto Juan Katayama Omura
55
Hobbes, Thomas; Leviatán, tomo I. México: Gernica, 1997, p. 175.
56
Aquino, Tomas de; Del gobierno de los príncipes, trad. de Alonso Ordóñez
das Seyjas y Tobar [1624]. Buenos Aires: Losada, 1964, revisado por Ismael
Quiles S. J., pp. 17-18.
57
Ibid., p. 18.
La filosofía Natural y Política de Joseph Eusebio de Llano y Zapata 335
Pensamiento religioso
58
Vemos en Llano y Zapata un profundo sentimiento religioso
que marcha unas veces entrelazado, otras paralelamente, tanto a
sus opiniones naturalistas como a las políticas, en una medida
tal que hace difícil caracterizar el conjunto de sus creencias como
plenamente ilustradas. Hay en ellas un difuso sincretismo de
ambos paradigmas.
Llano y Zapata le agradece por los textos que le obsequió para que
pudiera llevar a cabo su proyecto de las Memorias y le pide si le
puede dar otros que tuviera, ya que —dice— «tengo concluidos
los dos primeros tomos, que son los Reinos Mineral, y Vegetable»
[229] y que está escribiendo «actualmente el Tercero, y Cuarto, que
contienen el Reino Animal y la Descripción de los Ríos Marañón, Ama-
zonas, Paraguazu, Uriapari y la Magdalena» [230]. A propósito de
ello, le expresa su molestia por estarle pidiendo libros y le escribe
sobre un proyecto de abrir una biblioteca pública en Lima, en la
Universidad de San Marcos: «La formación de esta Biblioteca no
será empresa dificultosa a la Real Universidad de Lima. Un arbitrio
bastará para conseguirla, tendrá este su efecto, si se ve con aquel
celo que se deben mirar todos los negocios que no tienen otro objeto
que el beneficio común» [233-234].
Señala que él mismo puede contribuir con 500 ejemplares
selectos, lo mismo que algunos criollos ilustres como Bravo de
Lagunas, José Gallegos y Castro, Gaspar Pérez de Urquizu e Ibánes,
Thomás de Querejazu y Mollinero, Miguel Sains de Valdivieso y
59
Torrejón. Pasa luego a hablar de los libros que son posibles de
58
Por ejemplo, Barreda y Laos que en La vida intelectual del virreynato del
Perú (op. cit., p. 211), dice: «No obstante de que Llano Zapata poseía en
su espíritu independiente tendencias opuestas a la opresión intelectual que
prevalecía en el Perú, no se propuso con su obra realizar labor de crítica
religiosa. No fue su fin desprestigiar el dogma, ni provocar reacciones contra
la absorción religiosa».
59
Álvarez Brun, en su tesis citada, considera también mencionados cuando
reseña esta carta, incorrectamente, a Cosme Bueno y otros quienes no son
mencionados en ella en absoluto.
La filosofía Natural y Política de Joseph Eusebio de Llano y Zapata 337
60
Las Memorias histórico-físico-crítico-apologéticas
62
Gerbi, Antonello; Viejas polémicas sobre el nuevo mundo: en el umbral
de la conciencia americana, Lima: Banco de Crédito del Perú, 1946, p.
239, n. 1 (en esta misma obra, entre la páginas 285 y 286 hay una biografía
sucinta de Llano y Zapata). Si bien no cita fuentes, creemos que valiéndose
del testimonio de Llano y Zapata en las Cartas que hemos reseñado en
Preliminares y Cartas, por ejemplo, en la «Carta a Agramunt» (30/06/58)
sostiene que ya terminó los primeros dos tomos y que está escribiendo los
otros). En la «Carta de Milhaú a Arriaga», el primero comenta que luego de
conocer a Llano Zapata —en Cádiz— le pidió que escribiese un libro sobre
la América, que la historia registraría como Memorias… En ese sentido, es
inexacta la información de Bernard Moses quien considera que estas fueron
«completadas» en España, lo cual presupone, obviamente, que comenzaron
a ser escritas antes de su arribo a este país: «In persuit of knowledge of
natural history he made extensive journey thoughout South America during
a period of five years, and afterwards went to Spain, when he completed his
most important book: Memorias histórico-físicas-críticas-apologéticas de
la América meridional, in four volumes». [«En búsqueda del conocimiento
de la historia natural, él hizo largos viajes a través de Sudamérica durante
un período de cinco años, luego de los cuales fue a España, donde completó
su libro más importante: Memorias histórico-físicas-críticas-apologéticas
de la América meridional» (traducción nuestra).]
63
«Juzgando por el Primer tomo, las Memorias histórico-físico-apologéticas
parecen algo incoherente y fragmentarias. Encierran bastantes digresiones
de historia política. No son propiamente una completa historia natural,
sino un conjunto de notas y apuntes sobre la historia natural y civil de
la América española en forma de disertaciones aisladas.» Op. cit., pp.
321-322.
64
En la p. 210 la califica de «obra grandiosa», en la 211 de «méritos indudables».
Barreda y Laos, Felipe, op. cit.
La filosofía Natural y Política de Joseph Eusebio de Llano y Zapata 339
65 66
Antonello Gerbi y Félix Álvarez Brun, entre otros. Independien-
temente de las discusiones, este texto nos parece interesante porque
muestra no solo la visión de la naturaleza que tenía nuestro autor,
sino también su concepción política. Por habernos ocupados ya del
Preliminar (que aquí se llama Artículo Preliminar) y de las Cartas,
ahora únicamente resaltaremos algunos aspectos relevantes del
cuerpo de la obra.
Pensamiento político
[…] en materias graves en que —con ventajas de los extraños se
menoscaban los intereses de nuestro soberano y provecho de sus
pueblos— es un linaje de omisión tanto más perniciosa cuanto que
se pueden temer fatales sus consecuencias, como lo experimentan
hoy los efectos en otras que, en un principio no fueron de tanta
consideración como lo son estas minas y sus tierras. Es constante
que cuando el bien común y utilidad del monarca se prefieren a la razón
de estado, difícilmente se harán felices los pueblos de su dominación y se
sentirá algún día su decadencia, llamándose tarde el tiempo que se perdió
en su remedio. Y aunque en toda ocasión debe tener el mejor lugar la
justicia, ninguna más oportuna que la presente. En ella, si los nuestros
rompiesen el silencio a que les obligan ciertos motivos que alegan,
lograrían la restitución de las mismas que los portugueses de San
Pablo poseen hoy con deshonor de la monarquía española, que es
dueña sin disputa alguna de la tierras en que se contienen. [62-63.
Subrayado nuestro]
68
Aquino, Tomás de; op. cit., p. 19.
69
Todo el lenguaje de este pasaje resume una mirada «organicista» de la
naturaleza, según la cual, la Tierra constituía un vasto organismo vivo
(el macrocosmos) con una osamenta pétrea formada por las cordilleras
montañosas, un núcleo central de fuego y grandes cavidades subterráneas
por las que circula el fuego (los pirofilacios), otras por las que fluye el agua
(los hidrofilacios), y otras por las que el viento sopla (los aerofilacios)
extraída de la obra del padre Athanasius Kircher (1602-1680), líder de los
científicos jesuitas [Mundus Subterraneus… Ámsterdam, 1665, 2 vols.], que
posiblemente Llano y Zapata asimiló de manera indirecta con la lectura de
la obra del párroco de Potosí, Álvaro Alonso Barba: El arte de los metales
[Madrid: Imprenta del Reyno, 1640].
342 Roberto Juan Katayama Omura
70
Este pasaje confirma sin lugar a dudas la lectura de Barba por Llano y Zapata:
«DIFICULTOSO sería dar reglas por escrito para el conocimiento a la vista de
los metales, […] su diversidad es tanta, que apenas hay piedra de una veta
que se parezca a la de otra, […] con todo esto, a tres suertes o diferencias
generales los reducen los mineros, que llaman: pacos, mulatos y negrillos.
Paco, en la lengua general de esta tierra, quiere decir bermejo, color que
más o menos encendido es el ordinario de las piedras […] a diferencia de
los acerados y espejados, y otros que llaman Negrillos. Metal Mulato es un
medio entre pacos y negrillos […] al negrillo da el nombre y conocimiento su
color, aunque no todos los metales negros se comprenden debajo de nombre
de negrillos […] Lo que en el negrillo principalmente prevalece es el cobre,
o actual o virtual en la caparrosa de que abunda, tiene más y menos plata,
acompáñale muy de ordinario margajita. El metal negro que es plomoso
y liso, y que hace unas como hojas o plumas, tiene muchísimo alcohol o
antimonio, que llaman en algunas partes mazacote, y poca plata» en: Arte
de los metales, en que se enseña el verdadero beneficio de los de oro y plata
por azogue, el modo de fundirlos todos, y cómo se han de refinar, y apartar
unos de otros, compuesto por el licenciado Álvaro Alonso Barba, natural de
la villa de Lepe, en la Andalucía, Cura en la villa imperial de Potosí, de la
Parroquia de S. Bernardo. Madrid: Imprenta del Reyno, 1640, 299 pp. Cap.
III. ‘Del conocimiento de los metales y diferencias que de ellos hay’, p. 65.
Bolivia: Ed. Potosí, 1967 (edición facsimilar). Digitalizada por Google-books,
2008, de ejemplar procedente de la Universidad de California.
La filosofía Natural y Política de Joseph Eusebio de Llano y Zapata 343
344 Roberto Juan Katayama Omura
Conclusión preliminar
71
La interpretación que se inicia con Barreda y Laos, pasando por
72
Augusto Salazar Bondy y que llega hasta María Luisa Rivara de
73
Tuesta, se ha basado en el énfasis que puso Llano y Zapata en el
71
«[…] poseía Don José Eusebio insaciable curiosidad científica; constancia y
paciencia de verdadero sabio. Sobresale en el análisis detallado del fenómeno;
en la independencia de su crítica, libre de dogmatismos tradicionales y de
prejuicios del medio. A juzgar por los méritos indudables del único tomo de
las Memorias que conocemos, debió ser valiosísima la labor emprendida por
Llano Zapata en beneficio de la Historia Natural. Con más independencia
de juicio que el padre Acosta; con erudición más vasta y menos apegada al
peripatetismo, es seguro que la obra de Don José Eusebio superó en méritos
científicos a la Historia Natural del jesuita inteligente y erudito». Barreda y
Laos, Felipe; op. cit, p. 211.
72
Cfr. Salazar Bondy, Augusto; La filosofía en el Perú. Lima: Studium, 1967,
pp. 31-33.
73
«El más importante representante de la ciencia en la primera mitad del siglo
XVIII fue José Eusebio de Llano Zapata […] no sólo representa al crítico
de la escolástica sino al autodidacta ilustrado [...] Estudia la naturaleza, no
en los libros sino en sus manifestaciones inmediatas y es por lo tanto un
verdadero precursor de la ciencia experimental». Rivara de Tuesta, María
Luisa; «La filosofía en el Perú colonial», en: Germán Martínez Argote y
Mauricio Beuchot (comp.); La filosofía en la América Colonial (siglos XVI,
XVII y XVIII), Bogotá: El Búho, p. 249. Álvarez Brun (op. cit., pp. 271-272),
sin embargo, no considera a Llano y Zapata un ilustrado sino contrario a la
Ilustración, para ello se remite a una «Carta a Sala» del 30 de enero de 1767
que dice: «[...] las Cartas Persas de Montesquie, en las que se descubre la
finura y talento del autor, las Cartas filosóficas de Voltaire, que no sólo se
limitan a divulgar los nombres de Bacon, Locke, Newton y otros escritores
ingleses, sino que combaten las ideas del siglo, cartas que Llano Zapata ha
leído con el Diccionario filosófico y que considera como “la más famosa obra
que en nuestro tiempo ha abortado el infierno” y le permite decir de Voltaire
y de Rousseau que son “los más solemnes libertinos”. Sobre el contenido de
esta última obra dice nuestro erudito que “sólo el demonio puede ser padre
de pensamientos (al parecer) tan útiles y fuera del común modo de pensar de
los hombres. Son los discursos tan alambicados y refinados que parece que
no dejan duda, siendo una falsa apariencia todo su tejido. En fin, envuelven
una malicia que encamina a destruir todos los principios que confesamos
como inviolables y verdaderos”». La posición de Llano y Zapata frente a los
filósofos franceses tiene evidente aires de familia con las críticas de Mayáns
que vimos anteriormente y su desaprobación de la ilustración francesa tiene
la misma perspectiva.
La filosofía Natural y Política de Joseph Eusebio de Llano y Zapata 345
74
Cfr. Crombie, A. C.; Historia de la Ciencia: De San Agustín a Galileo.
Madrid: Alianza Editorial, 1987, trad. José Bernia, especialmente el tomo
2, pp. 11-40, en donde se habla sobre el método experimental medieval.
346 Roberto Juan Katayama Omura
75
Bibliografía
1
José Eusebio de Llano y Zapata, Obras varias, Lima, 1743-1748 (Código
de consulta en la Sala de Investigaciones de la Biblioteca Nacional, X
985.21/LL 990). La numeración de la obra original es por letras, de la A
hasta la I, cada letra abarca un total de cuatro páginas, sin embargo, la
letra solo aparece en la primera faltándole a las otras tres cualquier tipo de
paginación. Por comodidad para el lector que desee ubicar la cita hemos
agregado nosotros los números arábigos. En adelante nos referiremos a
este texto como Resolución…
2
Las enseñanzas de los profesores de filosofía de la orden jesuita dictadas
en la Facultad de Artes de la Universidad de Coimbra a partir de 1555,
constituyeron la base de un Cursus Philosophicus Conimbricensis, compuesto
de ocho volúmenes que fueron editados entre 1591 y 1607 (en Lyon, Coimbra
y Lisboa). Los Conimbricenses ejercieron una gran influencia en los medios
académicos de Europa central, España, Portugal e Hispanoamérica. Según
Ferrater Mora y otros estudiosos, los Conimbricenses alentaban la clara
intención de colocar la tradición escolástica dentro de la problemática de
la filosofía moderna, particularmente en el terreno de la filosofía natural.
Dicho espíritu de refundamentación o renovación de la filosofía cristiana se
puede incluir dentro de la llamada «Segunda Escolástica» encabezada por
los jesuitas Francisco Suárez y Pedro Fonseca.
[349]
350 Joseph Eusebio Llano y Zapata
3 4 5 6
[...] lo siguen Avicena, Algacel, Philopono, Averroes y algunos
peripatéticos. [C2]
7
Hipócrates de Chio y su discípulo Esquilo convienen con los
pitagóricos, difiriendo solo en que la cola del cometa también es
3
Avicena (980-1037). La lista de sus obras incluye 276 títulos (algunos de
ellos de dudosa atribución). Pero la referencia pareciera venir del Libro de
la curación, que tuvo numerosas versiones durante la Edad Media. Fue una
suerte de enciclopedia del saber filosófico sobre lógica, ciencias naturales
(incluso psicología), el Quadrivium (geometría, astronomía, aritmética y
música) y sobre Metafísica, que reflejan profundas influencias aristotélicas
y neoplatónicas. Avicena dominó el pensamiento europeo del siglo XII, hasta
las condenas de 1210 y 1215.
4
Parece referirse a Abu Ali al-Hasan, más conocido en occidente como Alhacén
(965-1039). Nació en Basra, Persia (actual Iraq). Considerado como uno de
los físicos más importantes de la Edad Media. Sus trabajos fundamentales se
refirieron a la óptica geométrica, campo en el que a diferencia de Ptolomeo,
defendió la hipótesis de que la luz procedía del Sol y que los objetos no
poseen luz propia, solo la reflejan, gracias a lo cual era posible verlos.
5
Juan Filopón o Philoponos (490-566), también llamado «el Gramático»,
estudió en Alejandría y fue uno de los pensadores bizantinos más destacados
del siglo VI. Peralta alude posiblemente a su obra más renombrada: Sobre la
eternidad del cosmos (529), de la que solo se han conservado los fragmentos
citados por su adversario Simplicio. Desde un monismo fisicalista radical,
rechazó la división aristotélica entre una física celeste (movimientos
circulares eternos) y una terrestre (movimientos rectilíneos que comienzan
y terminan) para postular una sola Física. Negó la existencia del éter y
que los cuerpos celestes estaban hechos de una «quinta esencia». Sostuvo
que tenían una «naturaleza ígnea». Buscó explicar el movimiento de los
cuerpos terrestres y celestes sin influencia de agentes externos —como en
la física aristotélica— mediante la teoría del «ímpetu». Rechazó así la tesis
aristotélica de la existencia de movimientos «naturales» del agua o del aire.
Su hipótesis postula que el «ímpetu» es lo que permite a un cuerpo sostener
su movimiento sin influencia exterior y explica su medida, relacionando los
conceptos de espacio, tiempo, velocidad, aceleración y fuerza, de manera
precursora a la mecánica moderna del movimiento. Marcelino Menéndez
Pelayo (1856-1912) en sus Ensayos de crítica filosófica (Madrid, 1918, pp.
21-61) lo incluye dentro de la tradición de filósofos españoles neoplatónicos.
6
Averroes, Médico y filósofo árabe-español nacido en Córdoba (1126-1198).
Gran comentarista de las obras de Aristóteles (Analíticos Posteriores; Física;
Del alma y Metafísica). Interpretó sus doctrinas en un sentido panteísta y
naturalista que le valió diversas condenas de la Iglesia. En el siglo XII realizó
una memorable descripción de un meteorito al que atribuyó —de acuerdo
con Aristóteles— un carácter sublunar.
7
En la segunda mitad del siglo V a. C., el matemático griego de la escuela de
Atenas, Hipócrates de Chio, dedicó su atención al estudio de las propiedades
Resolución Physico-Mathemática (sobre la formación de los cometas) 351
10 11 12
Caramuel, Escheinero, Galileo y Vendelino. Luego determina
que ellos nacen de los humos y exhalaciones de los demás planetas
y estrellas fijas o unidos los efluvios de estos con los del Sol. [C4]
Los cielos son incorruptibles y lo que quiera que se hace de
su materia tiene la misma incorruptibilidad que ellos. El cometa,
siendo cuerpo generable y corruptible, no puede formarse de
materia celeste. [D1]
10
Juan Caramuel de Lobkowitz (1606-1682). Sacerdote español cistercience.
Escribió una Teología moralis contra los jansenistas. En Teología fue
molinista y en moral probabilista. Trató de acercar la escolástica a la
modernidad, especialmente a algunas tesis del mecanicismo cartesiano.
Aceptaba la cosmología de Tycho Brahe y mantuvo relaciones epistolares con
Gassendi, Thomás Compton y Antonio Diana. Entre sus obras matemáticas se
encuentra Mathesis biceps, vetus et nova, Campagna, 1670 (BNM 2/907-8).
Entre las de Astronomía y Física: Coelestes Metaphoses, Bruselas, 1639;
Sublimum ingeniorum crux: lapsum gravium accurate consulta experientia
metitur, Lovaina, 1642; Novem Stellae circa Iovem, Lovaina, 1643 (BNM
7/15828); Perpendiculorum inconstantia, Lovaina, 1643; Architectura Civil
Recta y Obliqua, Vigevano, 1678 (BNM R/24887).
11
Nombre castellanizado de Christopher Scheiner (1575-1650), notable
astrónomo, físico y matemático jesuita de origen alemán que descubrió
—independientemente de Galileo— manchas solares y puntos oscuros en
la superficie del Sol causados por áreas de campos que crean diferencias de
temperatura. El trabajo más conocido de Scheiner fue: Solenoide sive de
ursina de Rosa [1629] que contiene numerosos mapas del Sol que ilustran
sus observaciones de las manchas solares. Scheiner inventó un dispositivo
para no «mirar» directamente el Sol, que proyecta su imagen a través de
un tubo sobre una superficie plana (cubierta generalmente con una hoja de
papel sobre la cual diseñaba sus dibujos). Los dibujos de manchas solares de
Scheiner influyeron a astrónomos como Johannes Hevelius, quien produjo
mapas similares.
12
Probablemente se refiere al filósofo, matemático y astrónomo jesuita Joannes
Wendlingen [Praga, 1715-1790], quien fue profesor de humanidades en Praga
y luego migró a España (1750-1759) donde fue profesor de matemáticas
en el Colegio Imperial de Madrid y Cosmógrafo del Consejo de Indias. De
regreso a su país natal dirigió el Museo de matemáticas de Praga (1768-
1770). La obra a la que alude la cita parece ser Observación del eclipse total
[Madrid, 1750]. Pero también se podría encontrar en: Explicación y uso de la
meridiana [Madrid, 1576] o a «Observatio eclipsis lunaris facta Madriti die
30 julii 1757», publicado en: Philosophical Transactions [Londres, 1758].
Véase: Capel, Horacio; Geografía y Matemáticas en la España del s. XVIII
(Barcelona, 1981).
Resolución Physico-Mathemática (sobre la formación de los cometas) 353
13
Término usado por el científico jesuita alemán Athanasius Kircher (1601-
1680) en su libro Mundus Subterraneus… (Ámsterdam, 1665, dos tomos)
para denominar a los hipotéticos canales subterráneos que atraviesan el
interior de la Tierra, en cuyo núcleo se encuentra un fuego central, que es el
elemento motriz de todo este gran macroorganismo por cuyos canales difunde
exhalaciones ígneas (pirofilacios) que calientan el agua de los hidrofilacios
a la que convierten en vapor (aerofilacios). Unos emergen por los volcanes
y otros se elevan hasta los más altos montes para después de enfriada el
agua dar origen a ríos y fuentes. Estos canales constituyen una metáfora que
sugiere una analogía con las venas del organismo humano, de manera que
presentan la imagen de la naturaleza como de un inmenso organismo vivo.
Resolución Physico-Mathemática (sobre la formación de los cometas) 355
14
Milliet de Chales, Claude François (1621-1678), uno de los más influyentes
matemáticos jesuitas del siglo XVII (muy versado en Cartografía, Hidrografía,
Ingeniería militar y Náutica) de la Universidad de Marsella y Turín. Entre sus
obras destaca su monumental Cursus Seu Mundus Mathematicus... [Lyon-
1674, París-1690]. Igualmente: L’art de naviger demontré par principes &
confirmé par plusieurs observations tirées de l’experience [París, 1677];
Les Élémens d’Euclide, expliquez d’une manière nouvelle & trés-facile avec
l’usage de chaque Proposition pour toutes les parties des Mathématiques
[París, 1683] y Traité du mouvement local, et du ressort... [Lyon, 1727].
15
Del griego: Acción de dos cualidades contrarias, una de las cuales excita por
su oposición el vigor de la otra.
INTRODUCCIÓN AL DEBATE
SOBRE EL CARTESIANISMO EN EL PERÚ
(Un manuscrito anónimo del siglo XVIII)
1
«Papel sobre la física de Descartes. Manuscrito peruano del siglo XVIII».
BBBCUSM, Lima, 1948, año XXI, vol. XVIII, N.º 3-4, pp. 209-216. No
hemos reproducido íntegramente la Introducción de Justo Avellaneda,
porque pensamos que las fuentes encontradas y reunidas en esta edición,
ofrecen nuevas luces y pistas sobre algunas de sus interpretaciones acerca
del desarrollo de la filosofía en el Perú, que plantean un nuevo estado de la
cuestión.
[357]
358 José Carlos Ballón Vargas
2
la época, como Antonio Legrand, Purchot y Malebranche. Los
subtítulos y ciertas variaciones gramaticales han sido introducidos
por nosotros en la presente edición con el objetivo de facilitar al
lector la identificación de los tópicos filosóficos fundamentales que
son objeto de debate por el texto.
Avellaneda sostiene que la presencia del cartesianismo en el
Perú y en América española recién será significativa, bien avanzada
la primera mitad del siglo XVIII (entre 1720 y 1750). Hoy dispone-
mos de evidencia textual que esta presencia ya es visible desde el
siglo XVII en los trabajos cosmográficos. Las obras de Descartes no
figuraban en el índice expurgatorio, recien fue puesto en la década
de 1660, aunque es posible —como sugiere Avellaneda— que, por
estar impresas en Ámsterdam, pudieran haber sido vistas como
«sospechosas» por el Santo Oficio, aunque no hay evidencia escrita
de alguna persecución específica.
El rey Felipe II estableció la Inquisición en el Perú en 1569,
casi un siglo después de su instalación en España y luego de un
lustro de la culminación del Concilio de Trento. No resulta clara
la intencionalidad específica de esta decisión de la Corona en el
Perú. Lohmann Villena sugiere que la década de 1560 estuvo ca-
racterizada por el surgimiento de corrientes de pensamiento crítico
hacia el régimen colonial, particularmente a raíz de los fracasos de
la evangelización indígena y el posterior inicio de la campaña de
extirpación de la idolatría. Pero es igualmente conocido que, de
acuerdo con las instrucciones de fundación del Tribunal de Lima,
los indígenas no podían ser procesados por el Santo Oficio debido
3
a que eran considerados «neófitos» o recién evangelizados, lo que
limitaba la jurisdicción inquisitorial a un grupo social reducido de
españoles, criollos, mestizos y negros.
Pedro Guibovich ha destacado, por otro lado, que desde me-
diados del siglo XVI diversos libreros españoles se establecieron
en Lima atraídos por la posibilidad de hacer buenos negocios,
2
«Papel sobre la física…», op., cit., p. 210.
3
Guibovich Pérez, Pedro; La Inquisición y la censura de libros en el Perú
virreinal (1570-1813). Lima: Fondo Editorial del Congreso del Perú, 2000,
p. 20.
Introducción al debate sobre el cartesianismo en el Perú 359
6
Las Memoires de Trevoux, Journal de Trevoux o Diccionario de Trevoux,
fue una publicación periódica editada por los Jesuitas en Francia (1701 y
1780 aprox.). Sus volúmenes reseñaban las diversas escuelas filosóficas y
científicas ilustradas con el objetivo de problematizarlas. La Enciclopedia,
editada por Denis Diderot (1713-1784) a partir de 1750, tuvo precisamente
el objetivo de oponerse a este «Diccionario» de los jesuitas desde el proyecto
ilustrado. Manuel Burga halló, en un inventario de 1767, más de siete
volúmenes de esta revista en las bibliotecas del Noviciado jesuita en Lima
y en su colegio de Huancavelica al momento de la expulsión. Un inventario
posterior del Colegio de la Independencia, de 1828, registró más de 120
volúmenes. Burga sugiere que, de manera contradictoria a sus objetivos, estas
Memorias terminaron colaborando con la difusión del pensamiento ilustrado
moderno en nuestro medio, como lo mostraría el despertar que produjo en
pensadores criollos como Bravo de Lagunas. Véase: Burga, Manuel; Nueve
bibliotecas jesuitas en el momento de la expulsión (1767). Tesis de Bachiller,
UNMSM, Lima, 1969, pp. 21, 50, 358 y 549.
7
En dicho sentido, los jesuitas privilegiaron una relación más próxima a la
física experimental de Newton y a su fundamentación puramente matemática
e instrumental, que a la metafísica especulativa de Descartes que parecía
amenazar una lectura sacralizada del mundo.
Introducción al debate sobre el cartesianismo en el Perú 361
8
Ibid., p. 220.
Anónimo
Papel sobre la Física de Descartes
1
[Doctrina de las ideas]
[365]
366 Anónimo
dos, clara y distintamente, con tal que nil extraneum lis admisceatur,
y así cuando percibe el calor la percepción formal o la sensación
del calor, es clara porque es distinta y separada de todas las demás
sensaciones, aunque la sensación objetiva o la que excita el cuerpo
inmediatamente en los órganos y que se propaga por los nervios
al cerebro, causa la percepción formal y la confusa. De estas dos
opiniones entre los cartesianos, se ve en primer lugar que la primera
niega absolutamente las ideas oscuras y confusas, contra lo que
5
establece Descartes en el N.º XLV ya citado. La segunda supone
o establece que las afecciones del alma, si no se les mezcla alguna
cosa extraña, son conocidas por ella misma clara y distintamente,
como la sensación del calor, que según Descartes solo es percep-
ción o idea clara, no distinta. Y aun Descartes trae la percepción
del calor y las demás cualidades sensibles del sonido, olor, color
y sabor para explicar las ideas obscuras y confusas, como nota
Purchot (Institutiones Philosophicae…, loc. cit., párrafo quod spectate).
El conocimiento o idea con que el alma se conoce a sí misma,
dice Descartes, es clara y distinta. Lo contrario siente el padre Ni-
6
colás Malebranche en, De Inquisitio veritatis (Lib. III, cap. 1), quien
7
ha sido el más hábil y fuerte defensor del cartesianismo, como dice
8
Gabriel Daniel en el Viaje al mundo de Descartes (Parte III, p. 153).
5
Principios de la Filosofía, op. cit, prg. XLV y ss.
6
Se refiere a la versión latina de la Recherche de la vérité o De la búsqueda
de la verdad (1674-1675).
7
La caracterización del teólogo y filósofo francés Nicolás Malebranche (1638-
1715) como un «fuerte defensor del cartesianismo» sugiere una ortodoxia
que no parece exacta. Malebranche pretendió más bien una peculiar síntesis
entre cartesianismo y agustinismo mediante una doctrina según la cual Dios
constituiría la única causa teóricamente necesaria, siendo todas las demás
«causas ocasionales». El conocimiento teorético no se deriva directamente
de la interacción con los objetos, sino en tanto que las cosas serían «vistas
en Dios», es decir, desde su necesidad. De ahí su famosa observación: «Si no
viésemos a Dios de alguna manera, no veríamos ninguna cosa» (Recherche
de la verité, Lib. III, seg. Part., cap. VI.). Pero este ocasionalismo no marca
necesariamente una discrepancia con Descartes, pues en su dualismo
ontológico no hay ninguna interacción directa entre sustancias diferentes
8
El libro Viaje al mundo de Descartes del teólogo jesuita Gabriel Daniel,
publicado en 1690 en francés y posteriormente traducido al español
(Salamanca, 1724), adquirió cierta popularidad. Realizó una crítica sarcástica
368 Anónimo
[Materia]
9
En materia de la física aún es mayor la desunión. Antonio Legrand,
uno de los más finos sectarios de Descartes, hablando de los princi-
pios de Aristóteles, especialmente de la materia primera en su Instit.
Phylos. Parte IV, Cap. 3, n.º 4, dice que la materia primera es una
mera ficción, que no se debe admitir cum exea in usum nostrum posit
10
converti et omnino inutilis sit ad nature opera explicanda. Purchot, des-
pués de haber explicado la definición de Aristóteles, en la que dice
11
ser materia primera id quod neque est quid neque quantum, etcétera,
pretende que la misma definición dada por Aristóteles conviene a
los átomos de Epicuro y Gassendi, así como a los tres elementos de
Descartes; ya siendo proporcionales prueba primero que existe y en
segundo lugar que existe por propia existencia. Y aun afirma en el
cap. 4 que en la realidad la diferencia entre epicúreos, gassendistas
y cartesianos con los peripatéticos, en orden a la materia, solo es
de voces. Son sus palabras en el párrafo quamvis autem.
Ista phylosophandi ratio ab ea quam nostri temporis Peripatetici
ex Arabibus sumpserunt plurimun recedere videatur ipsa tamen cum
Aristotelis Platonicorum ac Pytagoreorum principiis superius anobis
[Movimiento]
12
Descartes, R.; Principios de la Filosofía. Buenos Aires: Losada, 1951, Prg.
XXV, p. 48.
13
Legrand; op. cit, Part. IV, Cap. 14, N.º 5.
14
Purchot; op. cit., Part. Prim., Sect. 4, Cap. 3.
15
En astronomía se denomina nadir (del árabe, «opuesto») a la intersección
ubicada en la vertical imaginaria que trazamos del centro de la Tierra, pasa
por el observador ubicado en su superficie y apunta a la esfera celeste. El
nadir se encuentra sobre esa recta, por debajo de nuestros pies. En dirección
contraria está el cenit. También se usa para referir al punto más bajo o al
momento más adverso de un proceso.
370 Anónimo
[Resistencia y dureza]
modo: sed cum quietem non tantum ut statum realem, verum etiam ut
statum realem, verum etiam ut vim quandam, seu potentiam incorporibus
quiesentibus statuat Cartesius, quod superius anobis est confutatum, id
19
circo tertiam sententiam que est Authoris operis de veritatis inquisitione.
Esto es, coloca la firmeza en el contacto de las partes del cuerpo y
en la presión de la materia sutil que le rodea. Y esta es la opinión
que sostiene Purchot, manifestando en este punto con Malebranche
la desobediencia a su príncipe Descartes. El Cap. 8, Sec. 8, prop. 4
que fija Purchot es de este mismo tenor: Corporis reflexio ab elaterio
20
videtur repetenda contra ac senti. En la prop. 5 y ss., prueba que el
cuerpo reflectante por el curso de otro que le resiste debe entrar en
quietud, ya que no de todas sus partes, a lo menos de algunas que
21
son las que se empiezan a complanar, cuando el cuerpo impelido
22 23
toca al obsistente. Lo contrario sienta y prueba Legrand.
Sobre las reglas del movimiento que establece Descartes, la
24
discrepancia que hay entre los tres es aún mayor. Purchot admite
la primera y segunda ley que propone Descartes. En cuanto a la
tercera —que contiene dos partes— asiente la segunda y reprueba
25
la primera. La ley dice así:
19
Op. cit.; Lib. VI, Cap. 9, Amplector.
20
Cartesius Princ... op. cit. Segunda Parte, N.º XLV y XLVI, p. 58.
21
Del lat.: complanare; allanar perfectamente.
22
Del lat.: obsisto; resistir, oponerse, enfrentarse con.
23
Institutio Philosophiae secundum..., op. cit., Part. IV, cap. 18, n.º 6.
24
El autor se refiere a las tres leyes del movimiento enunciadas por Descartes
en la Segunda Parte de Los Principios: La ley de la inercia (XXXVII), la ley
del movimiento rectilíneo (XXXIX) o de simplicidad (ambas fueron reunidas
luego por Newton en su primera ley); y la ley de la conservación de la
cantidad de movimiento o ley del choque (XL). Es conocida la corrección
que Leibnitz y Newton hicieron a la Física de Descartes. No es la cantidad
de movimiento lo que se conserva constante sino la fuerza o energía. Pero
para Descartes —preso de su acceso puramente extensional— la noción de
energía o fuerza era oscura, análoga a las «cualidades ocultas» aristotélicas,
no representable geométricamente como simple materia en movimiento. A
diferencia de Newton y Leibnitz, Descartes concibe la materia solo como
extensión. Cfr.: Los principios de…, op., cit., Segunda Parte, n.º IV, p. 38.
25
La primera sostiene que si dos cuerpos chocan, el que tiene menor resistencia
cambia de dirección sin perder su movimiento. La segunda propone una
lectura inversa: el cuerpo de mayor resistencia arrastra al segundo, perdiendo
tanto movimiento como ceda el segundo.
372 Anónimo
Quoties corpus quod in motu est alteri fit obvium. Si minor ei vis
insit ad progrediendum secundum rectam lineam quam alteri ad
ipsum impediendum, tunc in oppositam partem reflectitur, et motu
suo retento, solam motus determinationem mutat.
[La luz]
27
Op. cit. Part. 8, cap. 17, Per totum.
28
Rohault, Jacques (1618-1672); Traité de physique. París, 1671. Part. I cap. 26.
Realizó sus estudios escolares en el colegio jesuita de Amiens y sus estudios
universitarios en París. La traducción latina de 1674 de su Traité de physique
fue utilizada como libro de texto universitario. Consideró la filosofía natural
cartesiana como la elaboración más completa de la tradición aristotélica. En
su obra de madurez Entretiens sur la philosophie (1671), trató de fundamentar
la importancia de la interpretación cartesiana de la Teología. No obstante, fue
considerado por muchos como un herético, por su defensa del mecanicismo.
29
Op. cit. Part. I, Sec. 5, Cap. 4.
30
Metaphys., Colloqu. 12. Se refiere a: Malebranche, Nicolás; Conversaciones
sobre la metafísica y la religión. Traducción de Pilar Andrade e Ignacio
Quintanilla. Madrid: Ed. Encuentro, 2006, «Duodécima Conversación», pp.
261-262.
374 Anónimo
31
Descartes, buscando el origen de las fuentes, lo atribuye a
los vapores que levanta el calor subterráneo de los receptáculos
o depósitos que supone en las entrañas de la Tierra. Lo mismo
asienta Legrand (Part. 6, Cap. 7, VI), aunque en el IX atribuye el
origen de aquellas fuentes a las lluvias y nieves derretidas que se
suelen secar en el verano. Purchot (Part. 2, Secc. 4, Cap. 4) cree más
probable que el origen de toda fuente son las lluvias y la disolución
de las nieves.
[El magnetismo]
32
Las propiedades de la piedra imán las explica Descartes por el
movimiento circular de la materia sutil que pasa por los canales
que tiene la Tierra paralelos a su eje. Supone que, siendo la materia
sutil fluida, de ninguna figura determinada y que fácilmente se
acomoda a todas, ha de ocupar forzosamente pasando por entre
los corpúsculos —el segundo elemento (de su hipótesis)— los
huecos o espacios que entre sí dejan tres corpúsculos que se toquen
mutuamente, formando las partículas de la materia sutil muchas
columnas con tres espiras o roscas semejantes a la de un husillo, las
cuales fácilmente podrán pasar del Polo Austral al de Septentrión,
del mismo modo que un perno o tornillo pasa por el ojo de una
tuerca, sin que este mismo pueda entrar por el lado opuesto, porque
se lo impiden la situación y configuración de las roscas. Supone
que por uno y otro polo pasan estas columnas espirales.
De esta hipótesis desciende luego a explicar los fenómenos
del imán, y en esto le sigue Legrand (Part. 6, Cap. 10 «per totum»).
Pero Purchot no admite tal hipótesis en los términos de Descartes
y sigue la de Huygens (que todos tienen por opuesta a la carte-
siana) y así como declaratoria de ella (Sec. 5, Cap. 4, Part. 2 Prop.
I) establece su conclusión en los siguientes términos: Vis directrix
magnetis aprofluviis substancialibus perpetuo circuitu per alterum terre
31
Los principios…, op. cit., Parte Cuarta. De la Tierra, LXIV, p. 174.
32
Cfr.: Los principios…, op. cit. Parte Cuarta, prg. CXXXIII a CLXXXIII, pp.
199 a 227
Papel sobre la física de Descartes, Manuscrito del s. xviii 375
[Mente-cuerpo]
33
Descartes, R. Las pasiones del alma (Madrid: Tecnos, 2006, 336 pp). Fue
la última obra publicada en vida [París, 1649]. No presenta una explicación
como filósofo moral sino como físico. Por ello inicia su discurso con una
descripción de la fisiología humana. La cita se refiere a la Primera Parte: «De
las pasiones en general y accidentalmente, de toda la naturaleza del hombre»
y remite a tres artículos: al 31: «Hay en el cerebro una pequeña glándula en
la que el alma ejerce sus funciones más particularmente que en las demás
partes»; al 32: «Cómo se conoce que esta glándula es la principal sede del
alma»; y al 35: «Ejemplo de la manera cómo las impresiones de los objetos
se unen en la glándula que está en medio del cerebro».
376 Anónimo
34
para adquirir dicha figura (Tractatus de Homini, XV y XVI), dice
que se hace por medio de los «espíritus animales» que descienden
del cerebro, para lo cual no es necesario que bajen inmediatamente
del cerebro todos los espíritus que a cada movimiento hayan de
llenar los músculos. Porque siendo los músculos o nervios de que
se compone el músculo otros tantos tubos llenos de esta líquida
sustancia, que está equilibrada en todo el cuerpo con el cerebro,
la parte que ocurre es la inmediata al músculo, como sucede en
los tubos hidrostáticos que están en equilibrio.
Para que se puedan ejecutar los movimientos voluntarios
opuestos, imagina ciertas válvulas opuestas a los nervios, por
donde se derramen los espíritus animales al arbitrio del alma. Al
solo influjo de los espíritus animales atribuye también Legrand los
movimientos de los músculos (Part. 8, Cap. 6, Props. XI, XII y XIII).
Purchot dice (Part. 3, Secc. 3, Cap. 3, «de musculis». Parg. «cartesius
tractatu»), hablando de la opinión de Descartes: sed nullae hujus-
modi valvulae observantur ab Anatomicis et rem aliter fieri paulo post
35
docebimus. Después abraza la opinión de Juan Mery, que pretende
que no solo los espíritus sino también la sangre han de concurrir.
En orden al corazón, Descartes asienta en varias partes
(Method., Part. 5; Tract. De Pasion. Animi, Part. 1, Art. 8; Lib. de
Homine, N.º 5, Tract. Deformatione fatus, N.º 18 y en varias cartas,
34
Descartes, R.; Tratado del hombre (Madrid: Editora Nacional, 1980). Edición
y traducción de Guillermo Quintás. La primera edición de este texto fue
realizada por Florentio Schuyl en 1662, pero para su traducción al latín utilizó
dos copias (al parecer incompletas) del original francés. Es recién en 1664
que Clerselier edita el Tratado del hombre sobre la base del propio original
de Descartes. La cita parece utilizar la numeración de la tabla de materias que
adjunta Clerselier a la edición de 1664 —que no figura en la copia original de
Descartes— con la idea de favorecer la localización de los tópicos estudiados
por Descartes. Dicha tabla también está reproducida en la edición española
citada y corresponde a la Segunda Parte («Sobre los movimientos de esta
máquina»), pp. 130-131 de la edición crítica de las Oeuvres de Descartes
realizada por Adam-Tannery (París, 1897-1910) y también a las pp. 61-63
de la edición española citada.
35
Pareciera referir al cirujano francés del siglo XVIII que quiso comprobar
experimentalmente la hipótesis de Mariotte, según la cual el órgano principal
de la visión no era la «retina» sino la «choroides», pero ignoramos la fuente
de referencia.
Papel sobre la física de Descartes, Manuscrito del s. xviii 377
[379]
380 José Carlos Ballón Vargas
pasó casi veinte años en España como médico del Rey e influen-
ció notablemente la enseñanza en la Universidad de Salamanca.
2
De dicha tradición proviene el clásico texto de Martín Martínez,
utilizado largamente en Lima y que fuera recomendado al joven
Hipólito por su maestro Gabriel Moreno. Finalmente, Unanue in-
corporará también la obra práctica de Jacques Winslow, Exposición
3
anatómica de la estructura del cuerpo humano, para el aprendizaje de
los alumnos.
Pero la necesidad de legitimación pública de su discurso
desbordó rápidamente su mecanicismo profesional puramente
analítico e incrementó progresivamente la mirada holística de con-
junto y su consecuente conflicto con el poder. Aunque su posición
como Protomédico y Cosmógrafo del Reino lo unía sólidamente
al virrey, las nuevas ideas mecanicistas y organicistas modernas
hacían tambalear la monarquía imperante. Pareciera que Unanue
entendió muy pronto que se aproximaba una época diferente, en
la que los criollos cultivados tendrían la posibilidad de asumir en
el Perú la representación de las propuestas modernizadoras desde
el ejercicio del poder.
4
Edward Jenner (1749-1823), médico rural e investigador inglés, descubrió
la vacuna para combatir la viruela, enfermedad que se había convertido en
una terrible pandemia tanto en Europa como en América.
Noticia histórica sobre Hipólito Unanue 383
Unanue, Hipólito
1914 Obras científicas y literarias. Barcelona: La Academia de Serra Hnos.
y Russell.
1940 Observaciones sobre el clima de Lima y su influencia sobre los seres
organizados en especial el hombre. Introducción y comentarios por
el Dr. D. Carlos Enrique Paz Soldán. Lima: Comisión Nacional
Peruana de Cooperación Intelectual.
1964-66 Mercurio Peruano. Lima: Biblioteca Nacional del Perú. Edición
facsimilar, X tomos.
1974a Colección documental de la independencia del Perú. Los ideólogos,
Hipólito Unanue, vol. 7. Lima: Comisión del Sesquicentenario de
la Independencia del Perú.
1974b Colección documental de la independencia del Perú Los ideólogos,
Hipólito Unanue, vol. 8. Lima: Comisión del Sesquicentenario de
la Independencia del Perú.
LA TRADICIÓN ORGANICISTA DE LA CIENCIA
NATURAL EN EL PERÚ
—Hipólito Unanue visto por Augusto Salazar Bondy—
1
Salazar Bondy, Augusto; El saber, la naturaleza y Dios en el pensamiento
de Hipólito Unanue. Tesis presentada para optar el grado de Bachiller en
Filosofía, Lima, UNMSM, 1950, Mimeo., 243 pp. Hoy ya contamos con
una primera edición académicamente cuidada de esta tesis por el Fondo
Editorial de la Universidad de San Marcos: Augusto Salazar Bondy;
Aproximación a Unanue y la Ilustración peruana. Lima: UNMSM-Serie
Clásicos Sanmarquinos, 2006, 184 páginas.
[385]
386 José Carlos Ballón Vargas
2
Ibid., «Introducción», p. 1.
3
Ibid., Capítulo primero: Las formas del saber.
La tradición organicista de la ciencia natural en el Perú 387
8
También hemos utilizado la edición impresa en Lima por la Comisión
Nacional Peruana de Cooperación Intelectual, 1940. Quinta edición.
9
En «Geografía Física», en: Mercurio Peruano, N.° 106, p. 26.
10
Unanue; «Introducción a la descripción científica...», op. cit., Mercurio
Peruano, N.° 43, p. 69.
11
En Mercurio Peruano, N.° 372, p. 205.
390 José Carlos Ballón Vargas
Su noción de racionalidad
12
El alcance moderno de la dualidad se hace patente recordando que fue
precisamente esta oposición el problema central de Kant, quien trabajó
afanosamente por la conciliación de una explicación mecánica de la
naturaleza con la exigencia de nuevos conceptos para incorporar en el cuadro
racional el orden de los géneros, especies e individuos, que constituyen la
multiplicidad fáctica de la naturaleza. Cfr. Crítica del juicio.
La tradición organicista de la ciencia natural en el Perú 391
13
«El entendimiento humano hace uso del don precioso de la reflexión y esta
luz primera es la aurora de una sabiduría benéfica, que mejorando la parte más
noble del hombre, lo coloca en el alto destino que lo separa de la naturaleza
irracional» («Discurso histórico sobre el nuevo camino del Callao». Obras,
tomo II, p. 180).
14
El contraste puede ejemplificarse con un texto de «Decadencia y
Restauración»: «En él (cadáver) se conoce cuál es el enlace, y los oficios
de los distintos órganos que componen esa máquina singular, la primera
entre las obras de la Divinidad: en qué consiste la mutua dependencia con
que se auxilian, o dañan unas a otras; cuáles son las verdaderas causas
que fomentan o destruyen su armonía, y cuál es el modo de restaurarla»
(Mercurio Peruano, N.° 221, p. 110) y la cita de Linneo, hecha por Unanue
en la «Disertación sobre la coca», para referirse a la «regla sólida» que
conducirá sus inquisiciones: «Systemate, qualitate, et experientia eruitur
omnis usus plantarum» (Mat. Med., Canon 14), en: Mercurio Peruano, N.°
375, p. 233.
392 José Carlos Ballón Vargas
16
premoderno. El gran científico sueco Carl von Linneo (1707-1778)
—fuente fundamental de Unanue— ilustraba con claridad la opo-
sición existente en dicha época entre la mentalidad mecanicista y
la histórico-natural como parte del debate moderno.
Linneo recuperó para la ciencia moderna los conceptos clási-
cos de género y especie, rechazados por los mecanicistas, pero al
naturalizarlos —por así decirlo— imprimió un nuevo sentido no
metafísico a su uso, para oponerlos al acentuado sentido instru-
mental o matemático-formal que tenía el método mecanicista de
Galileo, Descartes y Newton. Unanue refleja en una misma época
y en un mismo espíritu científico el entrecruzamiento de dos pa-
radigmas en disputa desde el siglo XVII. Dualidad en el uso del
concepto de razón: el de la razón físico-matemática que se opone al
de la razón histórico-natural.
La opción epistemológica de Unanue en este debate moder-
no, tampoco es un asunto personal. Si uno revisa la producción
científica realizada en el Perú entre los siglos XVII y XVIII en las
áreas de Física, Matemática, Astronomía y Medicina (desde El
conocimiento de los tiempos hasta el Mercurio Peruano), la concepción
mecanicista de la naturaleza no se muestra hegemónica en nues-
17
tra naciente comunidad científica de entonces. En la literatura
científica peruana registrada, se nota más bien una hegemonía del
paradigma organicista de la naturaleza y una metodología ligada
a las ciencias biológicas. Reveladora del paradigma que orienta la
literatura médica de Unanue, es la metáfora del organismo como
16
Padre de la Taxonomía científica moderna para nombrar, ordenar y
clasificar los organismos vivos (cuyo sistema todavía se usa, aunque con
muchos cambios. Influyó a generaciones de biólogos mucho después de su
muerte, incluyendo a aquellos que se oponían a las pretensiones filosóficas
y teológicas de su trabajo, de una manera análoga a como posteriormente
sucederá con Mendel en la Genética.
17
De hecho, desde la «Sección I», titulada «Historia del clima», de sus
Observaciones, contiene una minuciosa recopilación de la información
científica acumulada sobre el Perú por la comunidad científica colonial y
diversos viajeros científicos europeos, desde inicios del siglo XVII, entre
ellos: Juan Rer, Pedro Peralta, Cosme Bueno, Ulloa, Godin, Matías Porras,
Humboldt, Gabriel Moreno, Bravo de Laguna, Vargas Machuca y otros.
394 José Carlos Ballón Vargas
18
«máquina viviente». Por otro lado, la concepción mecanicista, si
bien alcanzó a hegemoneizar el mundo científico europeo hasta
la esfera de la Química inorgánica, tuvo una presencia secundaria
en el desenvolvimiento de la medicina moderna, apenas visible
durante el breve auge de la «Iatromecánica».
En su «Discurso para el establecimiento de unas conferencias
19
clínicas de Medicina», Unanue anotaba que la exposición de la
enfermedad debe dividirse en: (1) la historia de la enfermedad, (2)
curación y (3) observaciones. La historia natural parece la forma
fundamental de explicación en el conocimiento médico. Si bien
acepta que en el campo de la anatomía, la descripción y la deter-
minación de las conexiones mecánicas son fundamentales, ellas
finalmente dependen de la función que realizan los entes orgánicos
que nacen, crecen, se desarrollan y mueren.
Si bien el paradigma organicista fue progresivamente derrota-
do a lo largo de los siglos XVII y XVIII por la concepción mecanicista,
al interior de las comunidades científicas de físicos y químicos, no
fue completamente desalojado de la totalidad de las disciplinas de
la ciencia moderna. Por el contrario, este enfoque fue fundamental
para los nuevos desarrollos que adquirieron las ciencias biológicas
y las nuevas ciencias sociales de la segunda mitad del siglo XIX
con Claude Bernard (1813-1893) y Johann Gregor Mendel (1822-
1884), así como con Auguste Comte (1798-1857) y Émile Durkheim
(1858-1917), en el proceso de su independización epistemológica
y metodológica creciente del paradigma mecanicista newtoniano
como modelo único y absoluto de cientificidad moderna, para-
digma que se consideraba por lo menos inválido para lo que hoy
denominamos como ciencias biológicas.
A diferencia del cosmos mecanicista, en el que sus átomos
se encuentran separados por el vacío, así como la subjetividad
humana está separada del entorno natural (como condición de ob-
jetividad de sus observaciones); en el organicismo todo se encuentra
18
Mercurio Peruano, N.° 371, p. 200.
19
Ibid., pp. 201-202. Citado por Augusto Salazar Bondy en: El saber, la
naturalez…, op. cit., p. 44.
La tradición organicista de la ciencia natural en el Perú 395
20
Observaciones sobre el clima…, op. cit., p. 151.
21
«Memoria del Ministro de Gobierno y Relaciones Exteriores». Obras, tomo
II, p. 384.
396 José Carlos Ballón Vargas
25
«Geografía física del Perú», en: Mercurio Peruano, N.° 106, pp. 19-20.
Una idea que, por lo demás, ha sido muy empleada según Salazar en las
explicaciones de la Teodicea. Dice en la «Introducción a la descripción de las
plantas del Perú», que existe en las montañas de los Andes del Perú, «aquel
rico tesoro de las preciosidades de la Naturaleza, donde esta madre benigna
y sustentadora de los mortales ha desplegado toda la fuerza de su inagotable
fecundidad» (Mercurio Peruano, N.° 43, p. 74). En su «Disertación sobre el
tabaco», dice: «Nada puede instruir al hombre de la índole de las plantas como
sus propios sentidos. Para esto los ha colocado en él la benéfica naturaleza»
(Mercurio Peruano, N.° 108, p. 38). En «Geografía física del Perú», habla
también de la naturaleza como de «nuestra madre y liberal benefactora»
(Mercurio Peruano, N.° 105, p. 11). Cfr. Asimismo, Observaciones..., op.
cit, p. 180.
26
El capítulo I de la sección IV de las Observaciones..., op. cit., tiene por título:
«De la autocracia o poder que la naturaleza sostenida por la dieta tiene en la
curación de las enfermedades», p. 180.
398 José Carlos Ballón Vargas
30
«Introducción a la descripción de las plantas del Perú», en: Mercurio Peruano,
N.° 44, p. 77. La expresión «Rey de la Naturaleza» está presente también
en «Decadencia y restauración...» (Mercurio Peruano. N.° 219, p. 92). Y la
orientación final, referida expresa o tácitamente al hombre, se transparenta
asimismo en aquellos textos que hemos usado al hablar de la concepción de
la naturaleza como madre benéfica, etcétera.
31
Observaciones..., op. cit., pp. 254-255.
400 José Carlos Ballón Vargas
32
Cfr.: Sequeiros, L.; «El padre José de Acosta (1540-1600): misionero,
naturalista y antropólogo en América hispana». Proyección, Granada, 2000,
XLVII, pp. 63-74. Véase también: «El Geocosmos teológico de Athanasius
Kircher (1601-1680)». Proyección, Granada, 2000, XLVII, 199, pp. 281-
300. Igualmente: «Athanasius Kircher (1601-1680), el geólogo que creía
que la Tierra estaba viva». ACMIPA, Córdoba, 2001, 43, pp. 22-23.
La tradición organicista de la ciencia natural en el Perú 403
33
Basta ver los términos elogiosos con que se refiere a los jesuitas: «Después que
ha entrado esta orden en este reino, ha entrado el Dios del cielo en el mundo
de este reino» [f. 636] y en particular al padre Acosta, de quien afirma haber
leído su De Procuranda Indorum Salute [ff. 1078-1080]. En: Nueva corónica
y buen gobierno, vol. II (versión paleográfica y prólogo de Franklin Pease.
Lima: Casa de la Cultura, 1969). Abunda a favor de nuestra opinión, entre otras
cosas, la observación hecha por Franklin Pease en el Prólogo de la edición
citada, según la cual, en la mirada que Huamán Poma realiza de la naturaleza
«la imagen del mundo consistía en una geografía sagrada», op. cit., p. XXV.
34
Cfr.: Capel, H.; «Organicismo, fuego interior y terremotos en la ciencia
española del siglo XVIII», en: Cuadernos GeoCrítica, Barcelona, 1980,
N.º 27/28, pp. 1-94. Véase también del mismo autor: La Física Sagrada.
Creencias religiosas y teorías científicas en los orígenes de la geomorfología
española. Barcelona: Ed. del Serbal, 1985, 223 pp.
404 José Carlos Ballón Vargas
35
León Hebreo (Yehuda Abrabanel) nació en Lisboa en una fecha desconocida.
Fue un extraordinario intérprete del neoplatonismo renacentista. Renovó la
erótica de Platón buscando armonizarla con otras tradiciones: el realismo
peripatético, la teología y la mística judaicas. En 1535, cuando seguramente
ya había muerto, se publicó en Roma su obra maestra, en italiano florentino:
Diálogos de Amor.
36
Durand, José; El Inca Garcilaso de América. Lima: Biblioteca Nacional del
Perú, 1988. Véase: cap. II, «Garcilaso el Inca, platónico», pp. 22-30.
37
Iberico, Mariano; «Discurso sobre el Inca Garcilaso de la Vega», en: Revista
Histórica, Cuzco, 1939, N.º 73.
38
Su obra Exercitatio Anatomica de Motu Cordis et Sanguinis in Animalibus
(Ensayo anatómico sobre el movimiento del corazón y la sangre en los
animales) fue publicada en 1628.
39
Particularmente de su obra más importante: Kircher, A. Athanasii Kircheri
e Soc. Iesu. Mundus Subterraneus, in XII Libros digestus; quo Divinum
Subterrestris Mundi Opificium, mira Ergasteriorum Naturae in eo distributio,
verbo pantamorfon Protei Regnum, Universae denique Naturae Majestas et
divitiae summa rerum varietate exponuntur. Apud Joannem Janssonium et
Elizeum Weyestraten, Ámsterdam, 1665, 2 vols.: 346 y 487 pp.
La tradición organicista de la ciencia natural en el Perú 405
Los finales del siglo XVII coinciden con el inicio del declive del
organicismo jesuita en favor del mecanicismo ilustrado, pero
nuevamente volverá a reaparecer como movimiento antiilustrado
en la «Naturphilosopische» de los médicos naturalistas y filósofos
románticos alemanes de fines del siglo XVIII e inicios del siglo XIX y
a fines del mismo siglo en los médicos y filósofos vitalistas franceses
como Claude Bernard (1813-1893) y H. Bergson (1859-1941).
El contexto de las décadas finales del siglo XVIII y las iniciales
del siglo XIX, marca el fin de los grandes viajes descubridores que
se desarrollaron a lo largo de los siglos XVI y XVII. Los viajes de
aventura comienzan a ser sustituidos por los viajes de recapitula-
ción científica de lo conocido; empieza, así, la fiebre del inventario,
la recapitulación y clasificación del saber adquirido de forma salva-
je. El aventurero, el conquistador y el político ambicioso son, pues,
sustituidos por el viajero científico romántico que se replantea la
mirada en conjunto de lo ya descubierto.
Nacen las ciencias de la Tierra. El laboratorio y el museo
aparecen como las instituciones centrales para la clasificación y
el inventario completo. Se desarrolla la Estratigrafía para medir
las edades de la Tierra y la Arqueología para medir las edades
del hombre. Aparece el Jardín Botánico como modelo de labora-
torio viviente para medir las épocas de la naturaleza. La historia
desacralizada se vuelve natural y la naturaleza desmecanizada se
vuelve histórica.
Estos naturalistas románticos son críticos furibundos de la
concepción mecanicista de la naturaleza y del entendimiento
406 José Carlos Ballón Vargas
A fines del siglo XVIII (1788) muere en Francia Georges Louis Le-
clerc, Comte de Buffon, exponente supremo de las ciencias biológi-
cas europeas hasta la revolución francesa. Él había sido desde 1739
director del «Jardín del Rey», el más célebre laboratorio botánico
experimental de Europa. Su obra magna, Historia natural, general y
particular, se publicó en 44 volúmenes entre 1761 y 1809 y pretendió
dar el panorama más completo de la historia natural del mundo.
Tal obra convirtió a Buffon en el Newton de las ciencias biológicas
y en el científico más influyente y leído del siglo XVIII.
Buffon basó su explicación del proceso de diferenciación
de las especies botánicas y animales en un mecanismo básico y
universal: el enfriamiento gradual de la Tierra desde los polos.
Todas las diferenciaciones existentes en la naturaleza fueron
presentadas en un «continuum» de graduaciones, rechazando
la teoría de la existencia de diferencias cualitativas de tipos o
especies fijas. En segundo lugar, explicó la distribución diversa
La tradición organicista de la ciencia natural en el Perú 407
40
En realidad, la tesis del «empequeñecimiento» no era original de Buffon.
En la segunda mitad del siglo XVI (1572), el cosmógrafo oficial del Consejo
de Indias, Juan López de Velasco, describía este mismo medio natural como
causa de la degeneración de los propios españoles que se afincaban en
América: «Los que allá nacen de ellos que llaman criollos [...] conocidamente
salen ya diferenciados en la color y tamaño porque son grandes y la color
algo baja, declinando a la disposición de la tierra», más aún, «no solamente
en las calidades corporales se mudan, las del ánimo suelen seguir las del
cuerpo y mudando él, se alteran también» (López de Velasco, Juan; Geografía
y descripción universal de las indias. Madrid: BAE, 1971, tomo CCXLVIII,
pp. 27 y 37-38).
La tradición organicista de la ciencia natural en el Perú 409
41
Humboldt; Aspects of nature, in different lands and different climates with
scientific elucidations [1826]. Filadelfia: Lea and Blanchard 1850, p. 236.
La tradición organicista de la ciencia natural en el Perú 411
42
Humboldt; «Esai politique sur le Nouvelle Espagne». En: The medical and
Physical Journal, vol. XXV, cit. por H. Unanue en: «Advertencia a la segunda
edición», Observaciones..., op. cit.
43
Suele atribuirse a Humboldt la primera descripción de los pisos de vegetación
en los Andes, a principios del siglo XIX; pero, en realidad, el jesuita Bernabé
Cobo se ocupó de ellos casi dos siglos antes. Este sostuvo que la mejor
manera de entender los «temples», «grados» o «andenes» de los Andes es
mediante la descripción del ambiente en el que se desarrolla su vegetación y
especies animales. Su relato constituye por ello una descripción fitogeográfica
y zoogeográfica de las especies de cada piso ecológico, explicando así la
presencia de diferentes plantas, animales y hasta asentamientos humanos en
relación con la altitud y el clima.
44
Humboldt, Alejandro de; Sitios de las Cordilleras y monumentos de los
pueblos indígenas de América. Madrid: Imprenta y librería de Gaspar, 1878.
También: Buenos Aires (1968) y México (1995): Siglo XXI editores (2 vols.).
La tradición organicista de la ciencia natural en el Perú 413
45
Cristóbal Colón y el descubrimiento de América y finalmente Kosmos
46
(Stuttgart/Tubinga, 1845-62, 5 vols).
En Vues del Cordillères, Humboldt utiliza a Acosta como re-
ferencia bibliográfica y como autoridad científica: «Ya Valdés y
47
Acosta, primeros religiosos que visitaron América, dijeron que
las pinturas aztecas “eran escrituras semejante á la de los Egipcios”
[...]». Para referirse al contenido de la obra de Acosta, Humboldt
utiliza el mismo término —«Geografía Física»— que emplea para
su propia labor: «[...] el P. Acosta, más instruido que Garcilaso
[...] compuso los primeros libros de su Geografía Física del nuevo
continente en el Perú mismo, a fines del siglo XVI [...]».
Unos años más tarde, en su Examen critique de l’histoire de la géo-
48
graphie du Nouveau Continent, 1836-1839, Humboldt escribe sobre
los antecedentes de sus ideas: «Cuando se estudia a los primeros
historiadores de la conquista y se comparan sus obras, sobre todo
las de Acosta, de Oviedo y de Barba, con las investigaciones de
los viajeros modernos, sorprende encontrar el germen de las más
importantes verdades físicas en los escritores españoles del deci-
49
mosexto siglo». En Cosmos, Humboldt vuelve a hacer referencia
al mérito de Acosta por ser el primero, no solo en observar y des-
cribir los hechos, sino en llegar a deducir generalizaciones: «Desde
la descripción del Nuevo Continente, discretamente bosquejada
45
Humboldt, Alejandro de; Cristóbal Colón y el descubrimiento de América.
Caracas: Monte Ávila Editores, 1992.
46
Humboldt, Alejandro de; Cosmos. Ensayo de una descripción física del
mundo. Trad. de Bernardo Giner y José de Fuentes. Madrid: Imprenta de
Gaspar y Roig, 1874-75 (4 tomos).
47
Valdés; Retórica cristiana (Roma, 1579, Lib. II, p. 93) y Acosta, Historia
natural… (Madrid, op. cit., Lib. VI, c. VII).
48
En: Parte 1 de Voyage aux régions equinocciales… París, 1807-1839 (6
partes, 30 vols.). Cfr. Versión en español: Viaje a las regiones equinocciales
del Nuevo Continente. Caracas: Monte Ávila Editores, 1991 (5 vols.).
49
Ibid., citado por Sandra Rebok: «Alexander von Humboldt y el modelo de la
Historia Natural y Moral». La versión preliminar de este trabajo se presentó
en el Simposio «El género americano de las ‘historias naturales y morales’:
un modelo cognoscitivo de la diversidad cultural desde el mundo latino».
Organizado por Fermín del Pino, Leoncio López-Ocón y Rafael Chabrán
en el marco del XXI International Congress of History of Science, celebrado
en Ciudad de México del 8-14 de julio de 2001.
414 José Carlos Ballón Vargas
52
Acosta; Historia natural y..., op. cit., Lib. IV, cap. 1, pp. 88-89.
53
Athanasii Kircheri e Soc. Iesu... op. cit., vol. 2: 346 y 487 pp.
54
Athanasii Kircheri e Sos. Iesu Arca Noë in tres libros digesta... Ámsterdam,
1675, pp. 240. Hay una edición española: El Arca de Noé. El mito, la
naturaleza y el siglo XVIII. Edición de A. Martínez Tomé. Madrid: Ed. Octo,
1989, pp. 319.
416 José Carlos Ballón Vargas
55
«Prefacio» a Mundus Subterraneus…(1665), cap. I, «Sobre la ocasión de
esta obra y sobre los viajes del autor»; trad. de E. Sierra, op. cit., p. 21.
56
Kircher; El Arca..., op. cit., Lib. 3, part. III, cap. III.
57
Ibid.
La tradición organicista de la ciencia natural en el Perú 417
[421]
422 Hipólito Unanue
por principios entre los europeos. Procura explicarlo todo sin adhe-
rirse a un particular sistema fisiológico ni botánico, sino deducién-
dolo de los hechos y de las observaciones más contestadas. Después
apunta a los resultados morales, explicando con bastante crítica
e ideología, de qué modo las mutuas relaciones físicas y morales
forman el carácter de aquellos habitantes, descendiendo a buscar la
causa de por qué los limeños son más ingeniosos que meditabundos;
haciendo al mismo tiempo reflexiones muy juiciosas sobre el talento
&c. el valor de los habitantes del globo terráqueo, en que se advierte
sus muchos y buenos conocimientos geográficos.
Termina esta sección con unas tablas de las razas o castas de hom-
bres que allí hay, por las mezclas de los europeos y africanos con
los naturales de aquel suelo, indicando sus propiedades genéricas
y específicas, las variedades en el colorido de la piel, refiriendo
al por menor los diversos matices y sus degeneraciones desde el
blanco sonrosado hasta el negro atezado.
Finalmente, en la tercera sección habla de las enfermedades más comu-
nes en aquel país, presentando sus diferencias, síntomas y anomalías,
indicando las causas físicas y mentales, por cuya razón desciende a
manifestar las enfermedades del ánimo. Enseguida propone varios
medios preservativos, recorriendo la higiene y fijando la conducente
al clima y estaciones de Lima, concluyendo con la exposición de la
constitución médica que se observó en aquella ciudad el año de 1799.
Con este objeto divide el año en sus cuatro estaciones y en cada una
refiere las enfermedades que hubo y los síntomas que las caracteri-
zaron. Describe circunstanciadamente las observaciones prácticas de
algunas de ellas, sin omitir el diario de las mutaciones que observó
en las épocas de cada día y en las de cada enfermedad y asimismo de
los remedios de que se valió para combatirlas.
Para completar su obra promete publicar la cuarta sección, que
deberá comprender las enfermedades endémicas de aquella parte
del globo con el objeto de formar un tratado de medicina práctica
y de materia médica peculiar a su país.
En estas observaciones se nota lo versado que está su autor en las
ciencias naturales y también que no le son extrañas las humanidades;
pero lo que se advierte con más particularidad es el caudal de buenos
conocimientos anatómicos y médicos de que está adornado y la mucha
erudición con particularidad de los autores ingleses. Es preciso con-
fesar no obstante, que el castellano es incorrecto y que suele a veces
el autor exaltar su imaginación de tal modo que en las narraciones
emplea el estilo propio de las descripciones poéticas, y asimismo las
frases son algunas veces anglo-gálicas, más bien que castellanas. Sin
embargo, consideramos que su autor es digno de los elogios de todos
los hombres instruidos y de la veneración de los sabios, y no dudamos
afirmar que es uno de los mejores tratados que sobre este particular
se han escrito en nuestros días; y que nos deberíamos dar por muy
satisfechos con tal que le imitara alguno de nuestros profesores ilus-
trados y que gozan de la pública reputación.
Observaciones sobre el clima de Lima 423
2
Exornar, del lat. Exornāre: Adornar, hermosear.
3
Longino o Pseudo-Longino es el nombre convencional que se da al
autor desconocido —considerado por algunos críticos como un «estoico
platonizante»— de un tratado: Sobre lo sublime (De sublimitate), que
posiblemente data del siglo I d. C. Es considerada junto con la Poética de
Aristóteles y la Ars poética de Horacio (H. Bloom) una de las principales
obras de estética literaria de la antigüedad clásica en que la poética se distancia
definitivamente de la retórica o arte de la persuasión. El texto fue prácticamente
desconocido hasta que fue editado en Basilea e Italia a mediados del siglo XVI.
Durante el siglo XVII vuelve a ponerse de moda y es objeto de numerosas
traducciones y ediciones, pues su concepto de lo «sublime» cuadraba con los
objetivos estéticos del barroco. Durante el siglo XVIII, la obra alcanza su punto
más alto de estimación en Inglaterra con la obra de E. Burke; A Philosophical
Enquiry into the Origin of Our Ideas of the Sublime and Beautiful. Hay una
edición española: Demetrio / Longino; Sobre el estilo / Sobre lo sublime
(Madrid: Gredos, 1996. Introducción, traducción y notas de J. García López.
Revisada por C. García Gual). Hay también una reciente edición, considerada
como la mejor por los estudiosos del asunto: Pseudo-Longino; De lo sublime.
Santiago de Chile: Metales Pesados, 2007. Con traducción, estudio preliminar,
notas e índices de Eduardo Molina C. y Pablo Oyarzun R.
424 Hipólito Unanue
4
Expresión latina («reposa plácidamente») de Cornelius Tacitus en: De vita
Iulii Agricolae, (cap. 46) más conocida con el título abreviado de Agrícola.
Estaba dirigida a su maestro, en la Universidad de San Marcos, Gabriel
Moreno (1735-1809), fallecido el 9 de mayo de 1809.
Observaciones sobre el clima de Lima 425
5
la pluma de Salustio y el dictamen que pronunció V. al ceñirme
la borla doctoral y publicó la Sociedad de Amantes de Lima, es un
modelo en este género.
El bello gusto en las lenguas aplicado al estudio de las ciencias
le ha granjeado á V. la profundidad en el Análisis, la exactitud en la
Geometría, el buen sentido en la Física, la precisión en la Botánica,
la penetración y tino en la Medicina.
Los célebres botánicos Ruiz, Pavón y Mr. Dombey, cuyos
6
trabajos han producido la Flora Peruana y la colección del pre-
7
sidente l’Heritier, se apresuraron cada uno por su parte a con-
sagrarle un vegetal. Las Morenias, que se ven en una y otra obra,
están denominadas según todo el rigor de las leyes del príncipe
8
Linneo. La pericia y la sabiduría merecieron la erección de estos
5
Cayo Salustio Crispo (86-34 a. C.), político e historiador romano de origen
plebeyo, partidario de César. Posiblemente Unanue alude a su De Catilinae
coniuratione o Bellum Catilinae, en el que describe el comportamiento de la
aristocracia romana, mostrando su declive moral. Más que un mero cronista,
Salustio acometió la tarea de explicar las conexiones y el significado de los
acontecimientos. Véase edición en español: Salustio Crispo, Cayo/ Pseudo
Salustio/ Pseudo Cicerón; Conjuración de Catilina; Guerra de Jugurta;
Fragmentos de las «Historias»/ Cartas a César; Invectiva contra Cicerón/
Invectiva contra Salustio. Madrid: Gredos, 1997.
6
Pareciera referirse Unanue a la obra conjunta de Ruiz y Pavón: Flora
Peruvianæ et Chilensis sive descriptiones et icones plantarum peruvianorum
et chilensium secundum systema Linnæanum digestæ. Madrid, 1798 a 1802.
Se publicaron solo tres tomos en folio de esta obra. El número de tomos, cuyos
materiales, manuscritos, dibujos y herbario se conservan en el Jardín Botánico
de Madrid, componen, con los tres publicados, 12 volúmenes. La obra total
habría de contener 3000 descripciones y 2000 láminas. Se conservan también
en el Archivo del Jardín Real cinco tomos de Suplementos.
7
Charles Louis L’Héritier de Brutelle (1746-1800), magistrado francés del
siglo XVIII, fue Fiscal del Rey en el Control de las Aguas y Bosques y un
apasionado botánico. Al morir en 1800, dejó un herbario de unas 8000
especies y una biblioteca de botánica muy importante.
8
Durante el reinado de Carlos III en España se dispuso que las autoridades
civiles y eclesiásticas de sus dominios recopilen información y ejemplares
de los tres reinos de la naturaleza y los remitan al Gabinete de Ciencias
Naturales de Madrid. Parte de este trabajo fue la expedición enviada al Perú
(1778-1788) formada por los eminentes botánicos españoles Hipólito Ruiz
y José Pavón, así como por José Dombey enviado por el Rey de Francia. La
expedición trabajó durante diez años y utilizó por primera vez en América
426 Hipólito Unanue
10
Edward Young (1683-1765). The Complaint; or Night-Thoughts on Life,
Death, & Immortality, Londres: R. Dodsley and sold by M. Cooper, 1742.
428 Hipólito Unanue
Introducción
La vida del hombre parece que subsiste por los estímulos internos
de sus pensamientos, pasiones y necesidades; y por los externos,
de las impresiones de los cuerpos que le rodean. Ambos ponen en
ejercicio sus órganos para que desempeñen sus funciones respecti-
vas, en tanto que les permite ejecutarlas el hado inevitable.
Morte morieris.
Genes.
11
La mayor parte de Líbano es terreno montañoso, a excepción de la estrecha
costa que da al Mediterráneo. Monte Líbano es la denominación geográfica de
la cordillera occidental del Líbano que sque se extiende unos 160 kilómetros
de manera paralela al Mediterráneo. El Líbano ha sido históricamente definido
por estas montañas. Sannine es una famosa montaña del Monte Líbano, cuyo
punto más alto es de 2628 msnm.
12
En el globo terráqueo la diferencia de los climas y vario aspecto de sus
regiones nacen de los diversos grados de latitud o distancia al ecuador. En los
Andes, bajo de una misma latitud, aparece esta diversidad de temperamentos
y producciones de la tierra solo por la diferencia de alturas.
Cuatro zonas pueden distinguirse en ellos: 1ª. La ardiente, 2ª. La templada,
3ª. La fría y 4ª. La glacial. La primera corre al pie de los Andes desde las
llanuras que se hallan casi al nivel marítimo hasta cerca de 4000 pies sobre
él. En todo el año varía el termómetro de Reaumur de los 16º a los 24° y se
puede tomar el grado 20º por el que indica su temperatura media. La humedad
430 Hipólito Unanue
que acompaña al calor en estas tierras bajas las hace productivas de densas y
elevadas selvas de flores y resinas aromáticas. Aquí está la patria donde llegan
a su perfecta maduración las plantas americanas y de los países ardientes. He
aquí los sitios feracísimos de América, donde como dice Pombo (Informe,
p. 79), la naturaleza está siempre en acción.
La 2.ª zona comienza desde los 4000 pies de elevación hasta cerca de los
12.000. La temperatura se halla entre 9º y 16° y su temple medio es de 13º
que forman el de primavera u otoño, según se halla más alta o más baja.
En este benigno clima los granos y plantas europeas crecen y producen con
igual fertilidad que el maíz americano y se presenta aquel país feliz donde
la naturaleza en sus liberalidades, o mejor dicho en su profusión de copias,
la imagen del Paraíso Terrenal. (Bouguer, Figure de la terre, p. XXX).
Entre los 12 y 15.000 pies de elevación está la zona fría. Aquí el aspecto del
país es enteramente diferente del que se presenta en los climas inferiores.
Todo lo que en él se produce es de estatura pigmea, pobre y miserable. La
extrema Siberia y Kamskaka [Kamtchatka, península volcánica al extremo
oriental de Rusia, que se interna en el océano Pacífico en los mares de Ojotsk
y de Behring, de clima frío y húmedo. N. E.] no tienen que envidiar —dice
el ilustre Haenk— a los habitantes de las cumbres del Perú. Estos son una
nación de Eskimaus [anglicismo para denominar a Esquimales. N. del E.], de
estatura pequeña, de un color tostado por el frío, ojos pequeños y plegados
al canto externo y la frente corta y poblada de pelo; a quienes la próvida
naturaleza dotó de estas facciones del rostro para defender sus ojos del reflejo
que causan las nieves en los rayos solares y para libertarlos, con la agudeza
y perspicacia de su vista, de los frecuentes riesgos que se encuentran en las
ásperas breñas y precipicios en que moran. El termómetro en la estación seca
de mayo, junio y julio señala el grado de congelación, en la lluviosa sube
a los 8° sobre el hielo y su temple medio puede reducirse a 4° de calor. La
vegetación manifiesta igualmente la inclemencia del temperamento en que
se halla. Los arbustos que allí nacen son leñosos, resinosos y cubiertos de
cortezas firmes para que puedan sostenerse contra el frío.
De los 15 a los 21.000 pies en que terminan los más altos picos de los
Andes corre una zona glacial que, siguiendo la dirección de la cordillera
para uno y otro polo, va descendiendo con su limbo inferior en proporción
a su retirada de la línea. Al atravesar los trópicos baja a los 13.000 pies. A
los 45° de latitud está solo a los 8 o 9000 pies de elevación y a los 60º o
70º toca la superficie del globo demarcando en todo su círculo el término
de la vegetación y la vida. En la cima de los Andes, lo mismo que en el
polo, habitan y braman los vientos impetuosos. Nimborum patria, loca faeta
furentibus austris. Virgilio.
Observaciones sobre el clima de Lima 431
[435]
436 Víctor Santiago Céspédes Agüero
4
Salazar Bondy, Augusto ¿Existe una filosofía de nuestra América? 1.ª ed.
México: Siglo XXI, 1968, p. 38.
5
Desde Felipe Barreda y Laos, hasta Augusto Salazar Bondy. En especial,
Felipe Barreda Laos quien ha pretendido escribir sobre filosofía colonial, «no
solo se ha desatendido de los hechos del pasado, sino que lo ha guiado, en
casi todos sus pasos, prejuicios y concepciones apriorísticas». Cfr. Furlong,
Guillermo. Nacimiento y desarrollo de la filosofía en el Río de La Plata.
Buenos Aires: G. Kraft, 1952, p. 18.
6
Cfr. Ballón, J.C. «Rescate y revalorización del pensamiento filosófico
peruano (ss. XVI-XVIII)»: «falta que se textualice la discusión», en: Logos
Latinoamericano N.º 5, año V (2000).
La filosofía escotista de Jerónimo de Valera 437
Vida
7
Córdova Salinas, Fray Diego. Crónica de la provincia de los doce Apóstoles
(1651), edición de Lino Canedo. Washington, 1957, p. 623.
8
Riva-Agüero, José de. La historia en el Perú. Tesis para el Dr. en Letras. 2.ª
ed. Madrid: Maestre, 1952, p. 5 nota 3.
9
Córdova Salinas, Diego. Corónica de la provincia de los doce Apóstoles,
p. 256-257. Salvo que Riva-Agüero maneje una edición distinta la cita está
errada.
10
García Gayoso, Irma et ál.; Incunables peruanos en la Biblioteca Nacional
del Perú (1584-1619), prólogo de Alberto Tauro del Pino. Lima: Biblioteca
Nacional del Perú, 1996, p. 168.
438 Víctor Santiago Céspédes Agüero
16
Córdova Salinas, D. Crónica…, op. cit., p. 623.
17
En Tibesar, A., Comienzos de los franciscanos del Perú (apéndice III), Iquitos:
CETA, 1991, pp. 148-167. Esto es corroborado en una nota (N.º 8 de la p.
623, aclarada en la p. 626) de Córdova Salinas, Fray Diego. Crónica..., op.
cit.
18
Córdova, D. Crónica..., op. cit., p. 626.
19
Ibid., p. 623. Cfr. también Salinas y Córdova, Fray Buenaventura de;
Memorial..., op. cit., p. 173.
20
Valera, J. Aprobaciones, Privilegio del Rey, op. cit.
21
Sacrae Theologiae primarius Lector.
22
Según registra Vargas Ugarte, R. Impresos peruanos (1584-1654). Lima:
Biblioteca Peruana, 1953, p. 25; y también registra Medina, J. T. La imprenta
en Lima (1584-1824), tomo I (Santiago de Chile: 1904) reimp. Ámsterdam,
1965, p. 42. Cfr. al respecto: Irma García Gayoso et ál., Incunables peruanos,
op. cit., p. 66. Al ejemplar de la Biblioteca Nacional le faltan los folios 4-5.
Oré, Fray L. J. de, O.F.M., Symbolo Catholico Indiano, edición facsimilar
de Antonine Tibesar, O.F.M., Prólogo de J. Heras (9-14) e introducciones de
L. E. Tord (15-34) y N. D. Cook (35-61). Lima: Australis, [1598] 1992, p.
72. Agradezco a Julián Heras O. F. M. el haberme facilitado amablemente
el texto y el uso de la biblioteca a su cargo.
23
Canedo, Lino G. «Un Dictamen Franciscano-Agustiniano Sobre el Servicio
Personal y Libertad de los Indios del Rio de la Plata (Lima, 1598)», en: The
Americas, vol. 11, N.º 3 (enero, 1955), pp. 329-354.
440 Víctor Santiago Céspédes Agüero
24 25
nuevas minas que se descubriesen, firmado 12 de enero de 1599.
Ambos pareceres expresan la opinión de la orden franciscana, por
eso, este último fue refrendado además de Jerónimo de Valera, por
Diego Pineda, Francisco de Otárola, Bernardo Gamarra, Benito
26
Huertas, Xristoval Clavero. El primero, por el mismo grupo de
franciscanos más Juan de Montemayor.
En 1604, aparece firmando como «Lector de Teología», un
parecer de la orden franciscana en el que se justifica la labor de
27
los indígenas en las minas, pero se les trata de proteger de las
28
peligrosas minas de Huancavelica; incluso en Comentarii ac quaes-
tiones menciona que Huancavelica es la entrada a las entrañas del
29
Averno para los míseros indios.
24
Las dudas del Virrey eran:
La primera, si es lícito dar indios para minas de nuevo descubiertas o que
[en] adelante se descubrieren, siendo útiles.
Segundo, cuántos y en cuánta cantidad será lícito que se den para las tales
minas.
Tercero, de qué lugares y de cuánta distancia será lícito enviar indios a las
dichas minas.
Cuarto, si será lícito quitar indios de los trajines y labranzas para enviallos
a las dichas minas.
Quinto, si será lícito quitar de algunas minas no provechosas los indios que
están en ellas ocupados y enviallos a las dichas minas de nuevo descubiertas
o que de nuevo se descubrieren, siendo útiles.
25
Canedo, Lino G. «Un Dictamen...», loc. cit. Fox, K. V. «Pedro Muniz, Dean
of Lima, and the Indian Labor Question (1603)», en: The Hispanic American
Historical Review, vol. 42, N.º 1 (Feb., 1962), pp. 63-88. Zavala, Silvio. El
servicio personal de los indios en el Perú. México: El Colegio de México,
1980, p. 220.
26
Sin embargo, parece que un nombre es error del copista: «Clavero» se debe
leer «Chavero», aunque Levillier da ambos «Clavero» y «Chavero», como
si se tratara de dos personas.
27
Agia, Miguel de. Tratado que contiene tres pareceres graves en derecho
sobre la verdadera inteligencia, declaración y justificación de una Cedula
Real de su Magestad, su fecha en Valladolid en vynte y quatro dias de
Noviembre del año passado de seyscientos y uno, que trata del servicio
Personal, y repartimiento de Indios, etc. Lima: Antonio Ricardo,1604, ed. de
F. J. Ayala, Servidumbres personales de indios. Sevilla: Escuela de Estudios
Hispanoamericanos de Sevilla, 1946.
28
Valera solo firma el segundo parecer que sostiene esto.
29
En la dedicatoria al preclarismo y sapientísimo Dr. Fernando Arias de
Ugarte.
La filosofía escotista de Jerónimo de Valera 441
30
En 1607 era definidor de la orden. Fue elegido el 2 de agosto
31
1614 Ministro provincial —el vigésimo de la provincia de los
32
doce Apóstoles— lector por dieciséis años (1590-1606) de Artes
33
y Teología.
Sobre este punto, Salinas dijo:
Si llegara allá aquel insigne varón F. Geronymo Valera, Criollo
del Pirú, hijo de los hijos de esta insigne Universidad, padre desta
santa Prouincia de los doze Apóstoles… ¿no lo reconocieran por
centro de la Sagrada Teología; por compendio de los sagrados
cánones, y Leyes; y tan general en todas ciencias, que la que pudo
34
ignorar, no hallarían en el Dorado Círculo de la Encyclopedia?
30
Así firma la Constitución de Jauja del 14 de octubre de 1607.
31
Datos en los que todos coinciden a partir de Córdova Salinas, D. Crónica
de…, op. cit., p. 1002.
32
Salinas y Córdova, B. Memorial..., op. cit., pp. 180 y 215; pero en Las
constituciones de la provincia de los doze Apóstoles, de 1617, Fray Francisco
Otolara aparece como el 17.º Provincial mayor. Por tanto, Valera sería el 16.º
Provincial.
33
Enseñó en su Orden o Religión. Cfr. Valera, J., op. cit., Prefacio ad lectorem.
Según Ángel Muñoz García, los lectores franciscanos solo ejercían quince
años (comunicación personal).
34
Salinas y Córdova, B. Memorial..., op. cit., p. 173. Esta cita corresponde a un
acápite en el que Salinas hace un listado de los clérigos de origen criollo que
se encontraban leyendo cátedras en la Universidad de Lima. Sin embargo, ello
no debe entenderse estrictamente como que Valera enseñaba en San Marcos,
Universidad de Lima era un término genérico para referirse a la corporación
académica limense.
35
Cfr.: Vargas Ugarte, Rubén. Impresos peruanos..., op. cit., tomo VII, p. 87.
36
Si se refiere al día de Lázaro, en el santoral católico corresponde al 17 de
diciembre.
442 Víctor Santiago Céspédes Agüero
37
más de cincuenta años». Además, el cronista de su orden fray
Diego de Córdova lo recuerda:
Excelente predicador, docto escriturario, elegante latino y agudo
poeta; curioso astrólogo y en materias morales, epílogo gigante de
sabiduría en cuyo corazón selló el Doctor subtil Escoto su doctri-
na y su humildad. El fénix de teología de su tiempo, debido a su
juicio en ambos derechos.
37
Medina, José T. La imprenta en Lima..., op. cit., tomo I, p. 115.
38
Córdova, D., Crónica..., op. cit., p. 623.
39
Medina, José T. La imprenta en Lima..., op. cit.
40
Tibesar, A. Comienzos de los franciscanos..., op. cit., p. 53.
41
En esto seguía el Decreto Real del 28 de septiembre de 1578, el cual prohibía
acceder al sacerdocio a los mestizos.
La filosofía escotista de Jerónimo de Valera 443
Obras
42
Tibesar, A. Comienzos de los franciscanos..., op. cit., pp. 59-60, nota 41.
43
Tanto en los textos de fray Diego Córdova Salinas y de fray Buenaventura
Salinas y Córdova , como en Primicias del Perú en santidad, letras, armas,
gobierno y nobleza por mano de Joseph Maldonado O.F.M. y escribíale
Balthasar de Bustamante O.F.M. En: A. Tibesar, Comienzos de los
franciscanos..., op. cit., pp. 174, 175, 182, 185.
44
Inca Garcilaso de la Vega. Comentarios reales de los incas (1609). 1.ª Edición,
índice analítico, notas de Carlos Araníbar. México: FCE, 1991, pp. 292-293.
Libro IX, capítulo XXXI. Antonio de Ulloa. Relación histórica del viaje a la
América meridional. Madrid , 1748, tomo I , capítulo IV: «de español y de
mestiza, cuarterón de mestizo».
45
Valera, J.; Commentarii…Del privilegio del Rey. f. [3v].
444 Víctor Santiago Céspédes Agüero
50
Vargas Ugarte, Impresos peruanos, op. cit., p. 53.
51
Valera, J. Commentarii… en f. [3v].
52
Eguiguren, L. A.; Diccionario..., op. cit., tomo I, p. 433.
446 Víctor Santiago Céspédes Agüero
53
Mejía Valera, Manuel. Fuentes para la historia de la filosofía en el Perú.
Lima,: UNMSM, Biblioteca Filosófica, 1963, p. 41-42.
54
El texto fue adquirido entre 1998 y 1999 como postincunable. «The only
published Aristotelian work by the Franciscan Jerónimo Valera. containing
little-known commentaries on Duns Scotus, this book is the earliest Peruvian
imprint held in the library» (El único trabajo aristotélico publicado por
Jerónimo Valera. Conteniendo comentarios poco conocidos sobre Duns
Scotus, este libro es el impreso peruano más temprano contenido en
la biblioteca.) Edinburgh/EH1 EW/ Scotland, UK <http://www.nls.uk/
catalogues/online/ additions/9899/pbpur.html>, visitado en diciembre de
1999.
55
Mejía Valera, Manuel. Fuentes... op. cit., p. 41.
La filosofía escotista de Jerónimo de Valera 447
Fuentes
En el lomo: no consignado.
Editor financiero: no consignado.
Letras capitales: Historiadas con personas, flores y aves al empezar
los capítulos. 3 de 44 x 44 mm; 7 de 40 x 40 mm; 1 de 25 x 23 mm.
Frisos de flores, al inicio de algunos capítulos.
Diagramación:
Tamaño de 292 x 205 mm.
Caja de 235 x 175 mm con 58 líneas máximo.
Composición a dos columnas con el texto inicial a renglón lleno.
Folios preliminares a renglón lleno.
Algunas columnas con terminación colofónica.
Encabezamiento dispuesto en forma epigráfica.
Espacio para iniciales. Con titulillos por capítulos con ladillos.
Tipo de letra: romana e itálica.
60
¿Justus Velsius (Velsen, Welsens)?
La filosofía escotista de Jerónimo de Valera 449
61
El predicable es un metapredicamento.
62
La distinción que tiene mayor extensión y motivo central de la polémica que
aquí nos interesa.
63
Los predicamentos son las categorías.
64
La Quinta distinción, sobre la relación, es la de mayor extensión.
450 Víctor Santiago Céspédes Agüero
65
Las Summulæ Dialecticæ
65
En adelante SD.
66
(x) Fx ⊃Fa nFbn ... n Fn ... n Fn+1
67
Fa n Fb... n Fn ... n Fn+1 ⊃ (x) Fx
La filosofía escotista de Jerónimo de Valera 451
68
La Introductione ad Logicam
68
En adelante IL
452 Víctor Santiago Céspédes Agüero
69
El Libro primero versa sobre los predicables y sus propie-
dades. La Primera distinción discute la naturaleza de la lógica, la
70
Segunda sobre lo universal, las seis siguientes distinciones tratan
sobre los predicables según el texto de Porfirio: genero, especie,
diferencia, propio, accidente y su mutua comparación.
El Libro segundo aborda los antepredicamentos, predicamen-
71
tos y pospredicamentos según Aristóteles. La Primera distinción
trata las cosas simples para los términos significantes; la Segunda
distinción, de las cosas simples en orden a lo común; la Séptima
72
distinción, de los seis últimos predicamentos; y la Octava distin-
ción, de los pospredicamentos.
El tratado sobre los universales y predicamentos sigue de
manera libre el esquema de la Eisagoge de Porfirio y las Categorías
de Aristóteles, pero la distinción segunda sobre el universal en
común se ve como un esclarecimiento del problema planteado por
Porfirio en el exordio de su obra.
La parte que hemos traducido se encuentra en relación directa
con el «debate sobre los universales», en el que el tomista Espi-
nosa Medrano replicará (parte ya traducida por W. Redmond) al
«escotista» Valera y al «nominalista» Peñafiel.
69
El predicable es un metapredicamento.
70
La distinción que tiene mayor extensión y motivo central de la polémica que
aquí nos interesa.
71
Los predicamentos son las categorías.
72
La Quinta distinción, sobre la relación, es la de mayor extensión.
La filosofía escotista de Jerónimo de Valera 453
73
Espinosa Medrano, Juan; Philosophia Thomistica Seu Cursus philosophicus.
Tomus Prior, Romae, 1688, ex ypographia Reu. Cam. Apost., p. 93:7.
74
Por desgracia no publicada.
454 Víctor Santiago Céspédes Agüero
82
«Vel aliquid dicit ordinem ad plura, quæ significat, & hoc dicitur universale
in significando, vt vox ista canis significat plura.»
83
IL, 34.
84
Nota marginal en el texto de Valera.
85
En realidad es el capítulo 6, 1003 b.
86
IL, 34.
456 Víctor Santiago Céspédes Agüero
87
IL, 36.
88
En nota marginal lo llama «el príncipe de los nominalistas».
89
Parece referirse a la Metafísica VII, 13, 1039a 1-2: «…nihil universaliter
existentium est substantia, et quia nullum praedicatorum significat hoc
aliquid, sed tale.». Valentín García traduce: «Nada de lo que se predica de
manera común significa algo determinado, sino algo de tal cualidad», en:
Metafísica de Aristóteles. Madrid: Gredos, 1982, p. 389.
90
Ockham, G. Suma de Lógica. Trad. Alfonso Flórez Flórez. Santafé de Bogota:
Norma, 1994, p. 161. Part. I cap., 43, «Sobre las propiedades de la sustancia»:
«La tercera propiedad que se da de la sustancia (Arist. Categorías, 5, 3 b
10-23) es esta, a saber, que la sustancia primera significa este algo, pero la
sustancia segunda significa qué cualificación (quale quid)».
91
IL, 34-35.
La filosofía escotista de Jerónimo de Valera 457
92
IL, 36.
93
Ibid.
94
Ockham, G. Suma de Lógica. Trad. Alfonso Flórez Flórez. Santafé de Bogota:
Norma, 1994, p. 267. Part. I, cap. 70. «Sobre las divisiones de la suposición
personal»: «La suposición es confusa y distributiva cuando ocurre de algún
modo que se desciende conjuntivamente, si hay muchos contenidos [bajo
él] y de ninguno de ellos se infiere formalmente.»
458 Víctor Santiago Céspédes Agüero
95
Aristóteles, De anima, I, 1, 402 b 5- 8. «Ha de tenerse cuidado, pues, no vaya
a pasarse por alto la cuestión de si su definición es única como la del animal
o si es distinta para cada tipo de alma, por ejemplo, del caballo, del perro,
del hombre, de Dios —en cuyo caso el animal universalmente considerado, o
no es nada o es algo posterior—.». En Aristóteles, Acerca del alma. Madrid:
Gredos, 1994, p. 133.
96
IL, 35.
97
También llamado «mental» o «subjetivo».
98
El conceptualismo por eso nace en el seno del escotismo.
99
Se refiere a De Anima I, 1, 402 b 5- 8.
La filosofía escotista de Jerónimo de Valera 459
100 101
del intelecto». Es decir, para Valera el universal de Platón
es un «ente de razón». Si no tiene fundamento en la cosa es una
ficción y, por tanto nada es, pero si tiene fundamento en la cosa
puede formar un enunciado verdadero y, estos es solo después,
por abstracción.
Al segundo argumento responde: «Niego la menor y a la de-
mostración: concedo, que debe ser objetivo en el intelecto; niego sea
subjetivo. Pues aunque el predicado sea acto del intelecto, lo que se
102
predica, es sobre las cosas mismas». Valera y los conceptualistas
convienen en admitir que la presencia del objeto conocido en el
intelecto es mediada por el concepto; la diferencia entre las dos
teorías está en que, para los conceptualistas, el concepto formal
como mediación es constitutivo del objeto, como objeto conocido.
Para Valera tal mediación se pone como referencia al objeto cono-
cido, es decir, a las cosas que deben ser conocidas objetivamente
en el intelecto.
4. La opinión absolutamente contraria a las anteriores —atri-
103 104
buida por Aristóteles a Platón y en algún otro sitio a todos los
estoicos— dice que la naturaleza de los universales es dada por
tales singularidades que son realmente abstractas, lo que según
Aristóteles es un error pleno y contrario a la luz natural. Por eso
Valera menciona que muchos varones reivindican a Platón de tal
105
calumnia y dicen que solo ha sido para hablar sobre las ideas
106
Divinas.
Valera interpreta las ideas platónicas como entidades abstrac-
tas «a manera de lo cóncavo de la luna, existentes independientes
100
IL, 36.
101
Para Platón los universales son las ideas que conocemos no por abstracción
sino más bien participando de ellas.
102
Ibid.
103
Metafísica, lib. 7, text. 17-32.
104
Aristóteles, Metafísica, VII, 2, 1028 b 17-32.
105
Espinosa Medrano, J. Philosophia Thomistica Seu Cursus philosophicus.
Tomus Prior. Romae: typographia Reu. Cam. Apost 1688, fol. 56-67. Como
se observa, Espinosa Medrano le dedica mucha atención y se convierte así
en uno de esos varones que reivindica a Platón.
106
Es decir, las especies platónicas son semejantes a las ideas divinas.
460 Víctor Santiago Céspédes Agüero
107
del lugar y del tiempo», pero dice que como no se puede esta-
blecer a ciencia cierta si fue el mismo Platón quien las entendió así:
«de quien quiera que fuera tal opinión, esta puede ser probada así»:
1º. Si los universales estuviesen en los singulares corruptibles por
sí mismos, se corromperían de manera consecuente, o al menos
por accidente en los singulares corruptos y [los universales] no
podrían ser objeto de las ciencias. En efecto, si finalmente se co-
rrompen ¿qué importancia tendría lo que investigo, para que se
corrompa por sí o por accidente?
107
IL, 35.
108
Ibid.
La filosofía escotista de Jerónimo de Valera 461
111
IL, 36.
112
Parece referirse más bien al Cap. 18: «[…] la demostración se desarrolla a
partir de los universales y la inducción a partir de los particulares; pero,…
cada género sujeto posee, [...] ciertas propiedades que pueden ser tratadas
como independientes, aun cuando no existan separadas, es, en consecuencia,
imposible llegar a captar los universales, como no sea por medio de la
inducción. Ahora bien, la inducción es imposible para aquellos que carecen
de percepción sensible. Porque solamente la percepción sensible es adecuada
para la captación de los seres particulares» (81a/81b).
113
Cfr. Aristóteles, Metafísica, I, 1, 980 a – 980 b.
114
Aristóteles, Analíticos Posteriores, II, 19, 99 b.
La filosofía escotista de Jerónimo de Valera 463
115 116
singular, su contenido es universal» y «porque gracias a la
117
experiencia alcanza los hombres el arte y la ciencia». Por eso,
Valera dice «además de los singulares», pues de ellos se tiene un
conocimiento primero y directo, «se da el universal por lo material
en las cosas» que es el contenido universal del acto de percepción.
El segundo argumento se plantea como un modus tollendo
tollens:
[1] Si los universales no se diesen, entonces, no se diesen las cien-
cias, que fuesen versadas acerca de los universales.
[2] Pero se dan las ciencias.
[3] Por lo tanto, se dan los universales.
[…] porque esto que predicamos sobre alguna cosa es una con la
cosa de la que se predica; pero la palabra o concepto no es idéntica
a la cosa misma, sino más bien se distingue real y esencialmente
de ella. Por lo tanto, esto que se predica de alguna cosa que se dice
universal no es una palabra o concepto. Además de eso, la palabra
o el concepto, que esos dicen que es universal y común significa o
representa algún singular. Y así no fuese común sino singular, o
significa o representa varios singulares y entonces en cuanto son
singulares y distintos. Y así tal palabra o concepto fuese equívoco,
representando o significando varios en cuanto son varios, y por
eso entre el término unívoco y el equívoco ninguna diferencia
habría y en la mente sería la equivocación; o significa aquella ra-
zón común en cuanto convienen en alguna razón común, y aquella
[razón común], en la que esos varios convienen, será el universal.
118
El concepto singular.
119
El concepto universal, es decir, indiferente e igualmente muchas cosas, y en
consecuencia las representa o significa de manera indiscriminada.
La filosofía escotista de Jerónimo de Valera 465
120
Ockham, G. Suma de Lógica, Part. I cap., 17, Santafé de Bogota: Norma,
1994, p. 78. La réplica de Ockham sería: «Y entonces hay que aceptar que
este nombre “hombre” significa de un modo igualmente primero todos los
hombres particulares, sin embargo por esto no se sigue que este nombre
“hombre” sea una palabra equívoca, y esto porque aunque signifique
varias [cosas] de un modo igualmente primero, sin embargo por una única
imposición significa aquellas varias cosas y en la significación de aquellas
varias cosas se subordina solo a un concepto y no a varios, por lo que se
predica unívocamente de ellas».
121
A. de Libera. La querelle des universaux. De Platon à la fin du Moyen Age.
París: Seuil, 1996, p. 335.
466 Víctor Santiago Céspédes Agüero
122
tónico» de la natura communis, tenemos que decir que Valera
explícitamente plantea lo siguiente:
124
Tomás de Aquino, De æternitate mundi N.º 2. «dicitur propter repugnantiam
intellectuum aliquid non posse fieri, sicut quod non potest fieri ut affirmatio
et negatio sint simul vera;[…] manifestum est quod non potest facere ut
hoc fiat, quia positio qua ponitur esse, destruit se ipsam.» [trad. Víctor
Céspedes]. Cfr. De los principios de la naturaleza. Madrid: Sarpe, 1983,
p. 99.
125
Gilson, E. La filosofía..., op. cit., p. 556
126
Ibid.
La filosofía escotista de Jerónimo de Valera 469
127
Ibid.
128
Campos Rodrigo, A. «Los Universales en Guillermo de Ockham», en
Reflexión y crítica 3 (2003), p. 20.
129
Marx, K. La sagrada familia y otros escritos filosóficos de la primera época.
México: Grijalbo, 1958, p. 168.
130
Arjiptsev, F. T. La materia como categoría filosófica. México: Grijalbo, 1966,
p. 65.
131
Campos Rodrigo, A. «Los Universales...», loc. cit., p. 21.
132
Ibid.
470 Víctor Santiago Céspédes Agüero
133
Guadarrama Gonzáles, Pablo. Humanismo en el pensamiento latinoamericano.
2.ª Ed. La Habana, 2002, pp. 161-162.
134
Peirce, C. S., «El Espíritu del Escolasticismo», en: Charles Sanders Peirce.
Escritos filosóficos. Fernando Carlos Vevia Romero (Trad.). México: El
Colegio de Michoacán, 1997, pp. 37-42. También «Las Obras de Berkeley,
De Fraser», en: Charles S. Peirce. El hombre, un signo (El pragmatismo de
Peirce), José Vericat (trad., intr. y notas), Barcelona: Crítica, 1988, pp. 57-
87.
135
Moore, Edward C. «The Scholastic Realism of C. S. Peirce», en: Philosophy
and Phenomenological Research, vol. 12, N.º 3 (Mar., 1952), pp. 406-417.
Moore, Edward C. «The influence of Duns Scotus on C. S. Peirce», en: E.C.
Moore y R. Robin (eds.) Studies in the Philosophy of C. S. Peirce, Cambridge,
Mass.: Amherst University of Massachussetts Press, 1964.
136
Bastian, Ralph J. «The “Scholastic” Realism of C. S. Peirce», en: Philosophy
and Phenomenological Research, vol. 14, N.º 2 (Dic., 1953), pp. 246-249
137
MacKeon, R. «Peirce’s Scotistic Realism», en: Studies in the Philosophy
of C.S. Peirce, Cambridge, Mass.: P. Wiener and P. Young eds., 1952, pp.
238-250.
138
Goodwin, R. «Charles Sanders Peirce, a Modern Scotist?», en: New
Scholasticism, 35, 1961, pp. 478-509.
139
Boler, J., C. S. Peirce and Scholastic Realism : a Study of Peirce’s Relationship
to John Duns Scotus. Seattle: University of Washington Press, 1963. Boler,
J. «Peirce, Ockham, and Scholastic Realism», en: The Monist, vol. 63, 1980,
pp. 290-303.
140
Almeder, R. «Pragmatism and Scotistic Realism», en: Transactions of the
C. S. Peirce Society, 1973, pp. 3-21.
141
Heidegger, M. Traité des catégories et de la signification chez Duns Scot.
París: Gallimard, 1970.
La filosofía escotista de Jerónimo de Valera 471
142
Gaboriau, Florent: «Introduction», en: Martin Heidegger: Traité… op. cit.
143
Pini, Giorgio. Categories and Logic in Duns Scotus: An Interpretation of
Aristotle’s Categories in the Late Thirteenth Century. Studien und Texte zur
Geistesgeschichte des Mittelalters, Bd. 77. Leiden - Boston - Köln: Brill,
2002.
144
Beckmann, Jan P. «Realismus und Pragmatismus - Zum Möglichkeitsbegriff
bei Duns Scotus und Peirce», en: Camille Bérubé (ed.), Regnum hominis et
regnum Dei, Acta Quarti Congressus Scotistici Internationalis - Patavii,
24-29 septembris 1976. Roma: Societas Internationalis Scotistica, vol. II,
1978, pp. 333-345.
145
Vos, Antonie. The philosophy of John Duns Scotus. Edinburgh: Edinburgh
University Press, 2006.
146
Pickstock, Catherine. «Duns Scotus: His Historical and Contemporary
Significance», en: Modern Theology, vol. 21, N.º 4, (Oct., 2005), pp. 543-
574.
147
Wolter, Allan B. «The Realism of Scouts», en: The Journal of Philosophy,
vol. 59, N.º 23, (Nov., 1962), pp. 725-736.
148
Landry, Bernard. Duns Scot. París: F. Alcan, 1922.
149
Uberweg, F. Grundriß der Geschichte der Philosophie. Von Thales bis auf
die Gegenwart. Erster Teil. Berlín: E. S. Mittler & Sohn, 1863.
150
M. Beuchot, El problema de los universales, 2.ª ed.. México: Universidad
Nacional Autónoma de México, 1996. Gracia, J. Introducción al problema
de la individuación en la alta Edad Media, trad. de B. Valdivia, revisión de
M. Beuchot. México: UNAM, 1988.
472 Víctor Santiago Céspédes Agüero
164
Oré, Fray L. J. de, O.F.M., Symbolo Catholico Indiano, op. cit., p. 72.
476 Víctor Santiago Céspédes Agüero
165
Sánchez; L. A. La literatura peruana. Derrotero para una historia cultural
del Perú. Lima: Villanueva ed., 1973, p. 134.
166
Doctrina común en el renacimiento de los círculos neoplatónicos, en especial
de Marsilo Ficino.
La filosofía escotista de Jerónimo de Valera 477
167
Debe su naturaleza mezclada al hecho de que Cronos, cuando andaba
buscando a Zeus en Tesalia, para devorarlo se disfrazó de garañón para
que Rea no lo reconociera, ya que deseaba poseer a Filira, quien huía de él
transformada en yegua.
168
Hermano de Prometeo.
San Agustín. De Civita Dei. XVIII, 8: «[...] Atlans magnus fuisse astrologus
169
173
La ciencia de los astros luego se llamará astronomía, porque al asumir las
hipótesis de Copérnico solo median los movimientos de los astros, sin asumir
que fuera verdadera.
174
Del lat. Dulcisŏnus. Que suena dulcemente (adj. poét.).
175
Del lat. Stygĭus. Adjetivo que indica pertenencia o relativo a la Estigia, laguna
del infierno mitológico. Estigia es el río de los infiernos en la cosmología del
Fedón de Platón.
480 Víctor Santiago Céspédes Agüero
176
Francisco de Ovando, O. F. M. Obs. era escotista, que pertenecía a la provincia
de San Miguel y no a la provincia peruana de los Doce Apóstoles. El 15 de
junio de 1577 se hizo el primer obispo de Trujillo, en Perú.
177
Córdova Salinas, D. Crónica…, op. cit., pp. 618-619.
178
Tibesar, A. Comienzos de los franciscanos..., op. cit., p. 51.
179
Ibid.
La filosofía escotista de Jerónimo de Valera 481
187
Muñoz García, Ángel. «La filosofía en la Venezuela colonial». En: Beuchot,
Mauricio (dir.) y Germán Marquinez Argote; La filosofía en la América
colonial (siglos XVI, XVII y XVIII). Bogota: El Búho, 1996, p. 190.
188
Esta conjetura evaluada por Muñoz García ha ganado consistencia. cfr.
Muñoz García, Ángel. «Alonso Briceño, Filósofo de Venezuela y América»,
en: Patio de Letras, año II, vol. II, N.º 1, 2004, pp. 116-117.
189
Según Mejía Valera (op. cit., p. 41), la cátedra de Prima de Escoto se funda
recién en 1701 y la de Vísperas en 1724. Según Eguiguren (Diccionario…,
op. cit., tomo I, p. 433), la cátedra de Escoto se funda en 1703. Salazar Bondy,
A. «Corrientes filosóficas en San Marcos», en Fanal, año VI, feb. 1951, N.º
26 (Lima), p. 8: «Valera, sin embargo no enseñó en San Marcos, donde las
cátedras del Dr. Subtilis son tardías (la de prima se fundó en 1701 y la de
vísperas en 1724).
190
Salinas y Córdova. B. Memorial…, op. cit., p. 174.
484 Víctor Santiago Céspédes Agüero
191
García Bacca, J. D.; Antología del Pensamiento Filosófico Venezolano (siglos
XVII- XVIII). Caracas: Edición del Ministerio de Educación (Dirección de
cultura y bellas artes), 1954, p. 19.
192
García Bacca, Antología..., op. cit., p. 20.
193
Ibid., p. 22.
194
Abellán, José Luis; «El pensamiento renacentista en España y América», en:
Robles, Laureano (edit.); Filosofía iberoamericana en la época del encuentro.
Madrid: Trota, 1992, p. 189.
La filosofía escotista de Jerónimo de Valera 485
195
Valera, op. cit., f. 1, Aprobaciones.
196
Cfr. Nicolás Antonio. Bibliotheca hispana nova; sive hispanorum scriptorum
qui ab anno MD. ad MDCLXXXIV. t. 2. Madrid: Joachimum de Ibarra
typographum regium, 1783-88.
197
Cfr. Montalvo, Francisco Antonio de. El sol del nvevo mvndo ideado y
compvesto en las esclarecidas operaciones del bienaventvrado Toribio
arzobispo de Lima. Roma: Imprenta de Angel Bernaud, 1683.
198
Alonso de Peñafiel. Cursus intigri Philosophici. Tomus primus. Lugduni:
Phil Borde, Laur Arnaud y CL. Rigaud , 1653.
199
Alonso de Peñafiel, op. cit., p. 12: 64.
486 Víctor Santiago Céspédes Agüero
200
o especulativa»; disp. III «Del género», cuest. IV «Si el género
201
contiene en acto o en potencia las diferencias en sí»; disp. VI
«Del tercer universal, a saber, la diferencia», cuest. II «Si el género
202
y la diferencia se distinguen por la naturaleza de la cosa». En
esta última, Peñafiel cita incluso literalmente a Valera (Lib. I, dist.
3, art. 1, cuest. 4 y ss.).
En el Perú del siglo XVII, en un entorno cultural barroco, se
vivió una extensa, apasionada y peculiar querella filosófica entre
«antiguos y modernos» en torno a los universales. Pienso que la
contribución específica de cada uno de los principales contrincantes
en el debate (Valera, Peñafiel y Espinosa Medrano) fue decisiva en
la constitución categorial y tópica de nuestra tradición filosófica
y en nuestro derrotero cultural. Esto nos explica los calculados y
elogiosos epítetos para con el escotista Valera que todavía a fines
del siglo XVII sostiene su adversario tomista Espinosa Medrano. En
esta querella, casi setenta y ocho años después (1688) de publicar
su tratado de lógica escotista, Valera era considerado por Espi-
nosa Medrano, como un aliado estratégico contra los «zorros» del
nominalismo conceptualista tales como el jesuita limeño Alonso
de Peñafiel. Cuando el Lunarejo afirmó: «[...] nuestro compatriota
Jerónimo de Valera, escotista, segundo a ningún europeo en genio y
203
erudición», mostró un gran aprecio y valoración por su oponente
Valera, aún siendo de distinto parecer.
Como filósofo mundano, sus continuadores fueron Buenaven-
204
tura Salinas y Córdova, Diego Córdova y Salinas y en especial
205
Gonzalo Tenorio no menos que el Planctus indorum Christiano-
200
Ibid., p. 79: 1.
201
Ibid.,p. 294: 1.
202
Ibid.,p. 340: 1.
203
Espinosa Medrano, Juan. Philosophia Thomistica…, op. cit., p. 93:7.
204
Mazzotti, José Antonio. «Indigenismos de ayer: prototipos perdurables del
discurso criollo», en: Indigenismo hacia el fin de milenio. Homenaje a Antonio
Cornejo Polar. Mabel Moraña (ed.). Pittsburgh: Instituto Internacional de
Literatura Iberoamericana, pp. 77-102.
205
Eguiluz, Antonio. «Fr. Gonzalo Tenorio». En: Missionalia Hispanica
(Madrid), XVI, 48 (1959), pp. 257-322; Eguiluz, Antonio. «Father Gonzalo
Tenorio, O. F. M., and His Providentialist Eschatological Theories on the
Spanish Indies». En: The Americas, vol. 16, N.º 4 (Abr., 1960), pp. 329-356;
La filosofía escotista de Jerónimo de Valera 487
206
rum in America Peruntina. Curiosamente, este último texto, para
referirse a la omnipotencia de Dios y su relación con los indios
peruanos, usa el mismo giro metafórico de Valera: «Deus qui de
lapide potest facere filios Abrahæ», «de los indios, piedras pulidas
207
[...], instituirá hijos de la Iglesia».
En este punto, es interesante observar que todos ellos parecen
coincidir, de una u otra manera, en estas cuatro tesis:
208
Jn. 1: 46.
209
Mt. 3: 10, Lc. 3: 9.
210
Muñoz García, Ángel. «Alonso Briceño...», loc. cit., p. 127.
211
Marzal, M. La tierra encantada. Tratado de antropología religiosa de
América latina. Madrid: Trotta- PUCP, 2002, p. 270.
La filosofía escotista de Jerónimo de Valera 489
Agradecimiento
Prefacio al lector
1
Venir
2
Jn. 1: 46.
3
Mt. 3:10; Lc. 3: 9.
4
Colocado, puesto de pie, determinado, fijado, decidido.
[493]
494 Jerónimo de Valera
10
fundamentos de aquel ni siquiera desde el umbral, de lo contrario
admitirían que son muy plausibles y cada uno de ellos pleno de
sentido (sensu abundate).
11
La mayor parte de los antiguos (antiquis) cuanto de los
12
modernos (recentioribus) y no los menos renombrados, asumen
13
la defensa de las opiniones del sutil Escoto. Y muchos de otras
escuelas, por la misma fuerza de la verdad se convierten en tráns-
fugas a la nuestra. Ejecutan así aquel preclaro y sapiente dicho
fijando en [su] alma, que «es bueno ser vencido por la verdad». Y
en efecto, no casi hay ya gimnasios que no huelan a Escoto.
He accedido, además, a la voz común de mis discípulos y a
la persuasión de mis amigos, que infundieron no poco apasiona-
miento a mi quehacer desde la cátedra, con el que he divulgado
14
los libros de Aristóteles de Lógica, Filosofía y Metafísica a mis
hermanos y discípulos de este insigne convento de nuestro seráfico
padre Francisco. No he publicado en una sola ocasión, sino des-
pués [de] dieciséis años en los que he enseñado cuidadosamente
Filosofía y Sagrada Teología, sopesando, investigando con agu-
deza, revisando, puliendo y corrigiéndolas hasta el momento de
encomendar su edición, con lo que pueden tenerlas más fácilmente
en sus propias manos, librándolos de la ingente y cotidiana labor
de escribir a mano en los gimnasios (que emplea y consume a los
15 16
religiosos casi todo su tiempo, harto caro y apremiante ) y dedi-
carse más oportuna y fructuosamente a [sus] funciones religiosas
y ejercicios literarios.
He hecho lo que he podido y, si ves que nada aún se ha hecho,
recuerda con benevolencia el ánimo sincero con que he llevado
acabo mi causa constatando lo bueno de todos. Y si insistes, in-
10
«Saludar desde el umbral», es decir, estudiar ligeramente; vide Séneca
Epistola 49. 6
11
Buena parte.
12
Los «antiguos» son los realistas, tomistas y escotistas, y los «modernos» son
los conceptualistas y nominalistas.
13
Patrocinio.
14
«Filosofía» se refiere a la filosofía de la naturaleza.
15
Asaz.
16
Urgente.
496 Jerónimo de Valera
17
Desazonar.
18
Crimen, empresa, delito.
De la naturaleza de los predicables 497
DISTINCIÓN SEGUNDA
Sobre la naturaleza de lo universal en lo común
ARTÍCULO PRIMERO
De lo universal por lo material
1
Epicurus, Cratilus, Heraclito Efesius.
2
Parece referirse a la Metafísica VII, 13, 1039a 1-2: «[...] nihil universaliter
existentium est substantia, et quia nullum praedicatorum significat hoc
aliquid, sed tale.».García Yebra traduce: «Nada de lo que se predica de
498 Jerónimo de Valera
manera común significa algo determinado, sino algo de tal cualidad», en:
Metafísica de Aristóteles. Madrid: Gredos, 1982. p. 389.
3
En Ockham, Guillermo; Suma de Lógica, Bogotá: Ed. Norma, 1994. Part.
I cap., 43, «Sobre las propiedades de la sustancia», pp. 159-170.
4
Argum. Ockham Nominaliun princeps.
5
Aristóteles, Metafísica, VII, 2, 1028 b 17-32.
De la naturaleza de los predicables 499
creer, en tanto que el propio Filósofo había sostenido que era una
6
sentencia estúpida, completamente errónea y contraria a la luz
natural. De ahí que meritorios varones reivindiquen severamente
de esta calumnia a Platón, y dicen que solo ha sido cuando habló
sobre las ideas Divinas. De quien quiera que fuera tal opinión, esta
puede ser probada así:
Primero. Si los universales estuviesen en los singulares corrup-
tibles, entonces los mismos [universales], al menos consecuente-
mente o por accidente, se corromperían en los singulares corruptos;
y así, [los universales] no podrían ser objetos de las ciencias. En
efecto, si finalmente se corrompen ¿qué importancia tiene que
investigue, para que se corrompan por sí o por accidente?
Segundo. Cualquier cosa que es tal por participación, se reduce
a esto, que es tal por esencia, pero todos los singulares son tales por
participación, como p. e. un hombre singular, es tal por participa-
ción, que si fuese tal por esencia de ningún otro dependería; por
tanto, se debe reducir a esto, que es hombre por esencia. Pero ello
no es otra cosa que la predicha naturaleza universal separada
Tercero. Si los universales fuesen realmente unidos con los
singulares, se multiplicarían en los singulares y, por eso serían
tantas las especies y los géneros cuantos los singulares.
Cuarto. Ninguna implicación hay en esto, si en efecto tal natu-
raleza se puede producir por Dios. Entonces, lo primero puede ser
sin implicar lo posterior, pero el universal es además primero para
el singular; porque en nuestro intelecto tal naturaleza es separada
de los singulares; por tanto, mucho más [lo será] por el intelecto y
la voluntad Divina, en cuanto es causa de las cosas, pues en efecto,
no son de menos virtud.
Pero temo ser interpretado en [sentido] unívoco. Es diferen-
te el universal complejo de la proposición cuya verdad universal
se levanta de muchas proposiciones singulares, tal como «todo
hombre es animal, todo hombre corre»; del otro, que es el uni-
versal incomplejo, a saber, aquel que siendo uno, dice en orden a
varios. Este puede ser respecto a varios en cuatro sentidos. Así,
6
Parecer, opinión.
500 Jerónimo de Valera
9
De Anima, I, 1, 402 b 5- 8.
De la naturaleza de los predicables 503
16
Scoto, J. Duns; Quaestiones super Libros Metaphysicorum Aristotelis.
510 Jerónimo de Valera
des formales. Todas las cosas están expuestas por las sentencias y
se prueban por nuestro Doctor, por lo menos en el lugar citado en
donde §. intelligendum, afirma que, «las unidades corresponden al
grado de realidad de su entidad».
De ello, se sigue que entre las unidades formales existen las de
mayor y menor unidad, tal como en la unidad formal de naturaleza
específica existe más unidad que la genérica, ya que excluida toda
división formal y esencial solo queda la genérica, como por ejemplo
la naturaleza de animal. Aunque dicha naturaleza genérica se dice
que es por división de algún predicado esencial, no obstante ello
se dice estrictamente de la división por diferencia específica donde
el predicado es superior por remoción de los mismos singulares;
por ello tiene menor unidad formal la genérica, porque supone
mayor división, por los muchos principios esenciales que contiene.
A estos argumentos respondo:
Al primero: que cualquier cosa que está en el mundo es prime-
ramente singular o de por sí como sujeto, y solo secundariamente
por accidente; ello es, por algo que está como naturaleza universal
fuera de su esencia. Por esto se confirma que no es contradictorio,
que así como para la misma cosa —según diversas razones forma-
les— hay una unidad formal y otra numeral, del mismo modo, para
lo que no es la misma cosa —según diversas unidades formalmente
«de sí»— aquellas que convengan sean a su vez diversas.
Al segundo: concedo el antecedente pero niego la consecuen-
cia, porque tiene una razón diferente. La unidad material o singular
es principio de distinción numeral e individual. Pedro y Pablo
son distinguidos por número porque tienen distintas unidades
numerales, no por principio de distinción formal. Luego, la unidad
formal que hay en Pedro y Pablo solo es distinguida por unidades
materiales y diferencias numerales pero no por principios esencial-
mente diversos. Por esta razón es que se infiere la consecuencia, y
conviene que la proposición distinga aquellas: concedo que Pedro
y Pablo tienen para cada uno unidades solo distintas en número,
pero niego que sean distintas formalmente. Si no se admite esta
consecuencia, entonces resultarían distinguidos formalmente, de lo
De la naturaleza de los predicables 511
21
Scoto, J. Duns; Quaestiones super Libros Metaphysicorum Aristotelis.
LA SUMMULAE
DE CRISTÓBAL DE ROA ALBARRACÍN
y la doctrina de los términos «no significativos»
1
Cristóbal de Roa Albarracín nació en Nueva Granada —actual
Colombia—, aunque la mayor parte de su vida residió en el Cuz-
co, donde fue canónico. Su función fue ser «racionero» y Maes-
2
trescuela de la Iglesia de la Catedral. Roa Albarracín se presenta
a sí mismo como «indiano», pues sin duda es descendiente de los
primeros conquistadores y encomenderos de Nueva Granada. Su
padre, según Ocáriz, fue Cristóbal de Roa, encomendero de Suta y
3 4
Tensa en Tunja, y esposo de doña Laureana Albarracín. Al pare-
cer, fue el primer hijo varón de entre muchas hermanas mayores,
5
por eso se dedicó a la vida eclesiástica. Como canonista lo vemos
6
involucrado en bastantes juicios de la época.
1
Medina, José T.; La imprenta en Lima, 1584-1650, tomo I. Santiago,
1904 (Reimp. En Ámsterdam-Nueva Israel, 1965, p. 80). Mendiburu, M.;
Diccionario Histórico Biográfico del Perú, tomo IX, 2.ª ed. Lima: Evaristo
de San Cristóbal, 1934, p. 430.
2
Roa Albarracín, C.; De Canonicarum, Quæstionum, Liber Vnvs. Valencia:
Bernardo Nogués, 1654, Prefacio al lector, fol. 9.
3
Rodríguez Freyle, Juan; Conquista y descubrimiento del nuevo Reino de
Granada: De las indias. Bogotá: Samper Matiz, 1890, p. 28.
4
Rivas, Raimundo. Los fundadores de Bogotá (diccionario biográfico). Estudio
presentado al Segundo Congreso de Historia y Geografía Hispanoamericana,
reunido en Sevilla en mayo de 1921. Bogotá: Imprenta Nacional, 1923, p. 278.
5
Ibid.
6
Cf. Tardieu, Jean-Pierre. Noirs et Indiens au Pérou (XVIe-XVIIe siècles): histoire
d’une politique ségrégationniste XVIè et XVIIè siècles. París: L’Harmattan,
1990, p. 77. Decoster, Jean-Jacques y Brian S. Bauer; Justicia y poder: Cuzco,
siglos XVI-XVIII: catálogo del fondo corregimiento. Cuzco: Centro de Estudios
Regionales Andinos- Bartolomé de las Casas, 1997, p. 58.
[515]
516 María Elena Naupari Marín
Obras
9
Palau hace referencia a las siguientes obras:
7
Medina, José T.: La imprenta... op. cit., pp. 79-80.
8
Barreda Laos, F. Vida intelectual en el Virreinato del Perú, 3.ª ed. Lima:
UNMSM, 1964, p. 129.
9
Palau y Dulcet, A.; Manual del Librero Hispanoamericano. Bibliografía
General Española e Hispanoamericana desde la invención de la Imprenta
hasta nuestros Tiempos con el valor comercial de los impresos descritos, 2.ª
ed. Barcelona: Palau; TXVII (rivera-Rosso), p. 116.
10
Mendiburu la menciona en castellano como «Cuestiones canónicas». Medina,
José T. Biblioteca Hispanoamericana (1493-1810), tomo III. Santiago de
Chile, la menciona como «Quæstiones canónicas».
La Summulae de Cristóbal de Roa Albarracín 517
11
Cod. FA 137.765. En: <http://www.unav.es/Biblioteca/hufacatalogo.html>.
12
Cod. X115.Z4R.
13
Redmond, Walter B.; Bibliography of the Philosophy in the Iberian Colonies
of America. La Haya: Nijhoff, 1972, p. 79,
14
Roa Albarracin, C. Introductio ad logicam quæ summulæ communiter
appelari solent. Madrid: Diego Diaz de la Carrera, 1639, f. 5.
518 María Elena Naupari Marín
16
Redmond, W.; La lógica en el Virreinato del Perú (tesis de Dr.). Lima, 1972,
p. 476.
520 María Elena Naupari Marín
17
Roa, Cristóbal. Introductio Ad Universam Aristotelis Logicam Quæ Summulæ.
Madrid: Diego Díaz de la Carrera, 1639, p. 6.
18
Cfr. Aristóteles; Primeros Analíticos. I, 1, 24 b 16-18.
19
Cfr. Diógenes Laercio; Vidas, opiniones y sentencias de los filósofos más
ilustres, tomo II. Trad. José Ortiz y Sanz. Madrid: Luis Navarro ed., 1887,
p. 51.
20
Roa, Cristóbal. Introductio..., op. cit., p. 7.
21
Cfr. Espinosa Medrano, J.; Philosophia Thomistica Seu Cursus philosophicus,
tomo primero. Roma: typographia Reu. Cam. Apost., 1688.
22
Cfr. Redmond, W. La lógica... op. cit., pp. 60-61.
23
Diógenes Laercio; Vidas... op. cit., libro VII, p. 51.
La Summulae de Cristóbal de Roa Albarracín 521
Traducción
Índice Folios
Fe de erratas 5
Aprobación 6
Censura 7
Dedicatoria 8
Pág.
Algunos proemiales que se anteponen 1
Tratado I
Acerca de la primera operación del intelecto
Tratado II
Acerca de la segunda operación del intelecto
Tratado III
De la tercera operación del intelecto, o discurso
[525]
526 Milko Pretell García
1
Cursus integri philosophici tomus primus : complectens Disputationes de
summulis, de vniuersalibus, Lyon: Philippe Borde, Laurent Arnaud & Claude
Rigaud, 1653.
2
Recognitio summularum cum textu Petri Hispani & Aristotelis / admodum...
Patris Alphonsi à Vera Cruce Sacri Ordinis Eremitarum Diui Augustini... ;
accesserunt Libri duo, Primus De Topicis Dialecticis, Secundus De Elenchis.
-- Nunc tertio summo studio, fide, exactaque, cura reuisa / ab authore et à
plurimis mendis correcta et aucta in multis. Salmanticae, in aedibus Dominici
à Portonarijs... : expensis Simonis à Portonarijs, 1569. 157 p.
3
Resolutio dialectica cum textu Aristotelis / admodum... Patris Fratris
Alphonsi à Vera Cruce Sacri Ordinis Eremitarum Diui Augustini... ; accessit
breue Epitome totius Dialecticae. Nunc tertiò summo studio,fide, exactáque
cura reuisa / ab autore et à plurimis mendis correcta et locupletata... in alijs
editionibus. Salmanticae: excudebat Ioannes Baptista à Terranoua : expensis
Simonis à Portonarijs ..., 1569. 259 p.
La filosofía de Ildefonso de Peñafiel 527
11
Philosophia Tomística / seu / Cursus philosophicus /... op. cit.
12
Historia natural y moral de las Indias, escrita por el p. Joseph de Acosta,
de la Compañía de Jesús. Sevilla, 1590.
13
Acosta, José de; Historia natural y moral de las indias [Sevilla, 1590]. En:
Obras del padre José de Acosta. Madrid: BAE, 1954, vol. LXXIII, Lib. quinto,
cap. III, p. 142.
14
Ibid.
La filosofía de Ildefonso de Peñafiel 529
15
La clasificación de peruanos y mexicanos en este «segundo género de bárbaros»
hecha por Acosta, proviene directamente de la caracterización realizada por el
dominico fray Bartolomé de Las Casas debida a su incapacidad para crear un
sistema de escritura: «A la segunda clase de bárbaros pertenecen aquellos que
carecen de un idioma literario correspondiente a su idioma materno (idioma
literario que entre nosotros, es el latín), y así no saben exponer en él lo que
piensan. Por lo cual son considerados rudos y faltos de letras y erudición».
Sepúlveda, Juan Ginés de y Fray Bartolomé de Las Casas; Apología. Madrid:
Editora Nacional, 1975, p. 126.
16
San Agustín, De la verdadera religión, caps. XXXVI y XXXVII, § 66, 67,
68. En Obras de San Agustín (Ed. bilingüe). Madrid: BAC, 1957, T. XV, pp.
151-153.
17
Acosta, José de; Historia natural y moral…, op. cit., Lib. quinto, cap. III, p. 142.
18
Acosta, José de; De Procuranda Indorum…, en op. cit., Lib. IV, cap. IX, pp.
518, subrayado nuestro.
530 Milko Pretell García
Vida
22
Anoto la emitida por la Universidad San Marcos al solicitar la publicación
del Curso Filosófico de Peñafiel: «Por ser tan propio desta Real Universidad
alentar las cosas de letras y estimar hombres doctos y de talento, lo ha hecho
en esta ocasión: aprobando con común aplauso de todos los de este Claustro,
como constara por el testimonio, que se despachó en conformidad de dicha
aprobación, que dio al curso de Artes del P. Alonso de Peñafiel…». Curso
Integer Philosophici… Lugduni, 1653, tomo I. f. e5.
532 Milko Pretell García
adicionales y las pocas noticias que hasta nosotros han llegado son
de segunda mano, muchas de las cuales están en claro disenso. De
acuerdo con la hipótesis sugerida por José Carlos Ballón, Peñafiel
conforma la trilogía de pensadores claves que abordaron el debate
gnoseológico que se desarrolló en nuestros claustros académicos
23
a lo largo del siglo XVII.
Hay consenso al indicar que sus padres fueron el capitán es-
pañol Alonso de Peñafiel y la dama limeña Lorenza de Araujo. No
sucede lo mismo respecto al lugar donde nació, pues hay quienes
24
lo hacen natural de Lima (Perú), mientras que otros, de la ciudad
25
altoandina de Riobamba (hoy Ecuador). Se suele señalar como
año de su nacimiento 1594, desconociéndose la fecha exacta.
Ildefonso parece haber sido el primero de los hijos de la familia
Peñafiel y Araujo. Le seguía su hermano Leonardo, también sacer-
dote jesuita y otra figura ampliamente registrada en la historia de
26
nuestra filosofía virreinal. El nombre de Gaspar se registra en el
círculo familiar y de él solo conocemos que concluyó sus estudios
27
superiores y obtuvo su licenciatura antes de 1619. De Antonio solo
tenemos mención de su nombre. Cierra esta nómina Luis (también
jesuita), quien nació en la ciudad de Riobamba en el año de 1604 y
28
luego fue alumno de la Universidad de San Marcos.
23
Ballón Vargas, José Carlos; «Rescate y revalorización del pensamiento
filosófico peruano (ss. XVI-XVIII)». En Logos Latinoamericano, año V, N.º
5, Lima: IPPLA-UNMSM, 2000, pp. 121-127 (Avances de Investigación).
24
Enrique Torres Saldamando, Rubén Vargas Ugarte y José Carlos Ballón.
25
Nicolás Antonio, Manuel de Mendiburu, Julio Tobar Donoso, Rodolfo Pérez
Pimentel y los PP. Charles O’Neill y Joaquín Domínguez.
26
Cfr. Hampe Martínez, Teodoro; «Sobre la escolástica virreinal peruana: el
padre Leonardo de Peñafiel, comentarista de Aristóteles (1632)», en: Hampe
Martínez, Teodoro (comp..); La tradición clásica en el Perú Virreinal.
Lima: UNMSM Fondo Editorial, 1999, pp 69-98. Pincherle, Alberto; «Notas
acerca de un manuscrito inédito del P. Leonardo de Peñafiel», en: Boletín
Bibliográfico de la Biblioteca Central de la UNMSM. Lima, 1943, vol. VIII,
N.° 1-2, pp. 157-169.
27
Vargas Ugarte, Rubén; Manuscritos peruanos en las bibliotecas de América.
Buenos Aires, 1945, p. 162.
28
Eguiguren, Luis Antonio; Diccionario Histórico y Cronológico de la Real y
Pontificia Universidad de San Marcos y sus colegios; crónica e investigación,
3 tomos. Lima: Imprenta Torres Aguirre, 1940-50, II, p. 165.
La filosofía de Ildefonso de Peñafiel 533
De Filosofía:
De Teología:
Manuscritos:
Estado de la cuestión
49
El título completo del artículo es: «La filosofía de los hermanos Peñafiel,
salvaguarda de la secularización de la cultura peruana», en: Aporía. Revista
de Filosofía, N.º 10, agosto de 1989, Lima, UNMSM, pp. 20-25.
50
Redmond O’Toole, Walter Bernard; La lógica en el virreinato del Perú, a
través de las obras de Juan Espinosa Medrano (1688) e Isidoro de Celis
(1787). Tesis doctoral. Lima, UNMSM, 1972; publicada con el mismo título,
en Lima (FCE-PUCP, 1998), allí véanse las pp. 33 y 191-210.
La filosofía de Ildefonso de Peñafiel 541
55
León Hebreo (Yehuda Abrabanel) nació en Lisboa en una fecha desconocida.
Fue un extraordinario intérprete del neoplatonismo renacentista. Renovó la
erótica de Platón buscando armonizarla con otras tradiciones: el realismo
peripatético, la teología y la mística judaicas. En 1535, cuando seguramente
ya había muerto, se publicó en Roma su obra maestra, en italiano florentino:
Diálogos de Amor, que fuera traducida al español por el Inca Garcilaso de la
Vega.
56
Durand, José; El Inca Garcilaso de América. Lima: Biblioteca Nacional del
Perú, 1988. Véase: cap. II, «Garcilaso el Inca, platónico», pp. 22-30.
57
Iberico, Mariano; «Discurso sobre el Inca Garcilaso de la Vega», en: Revista
Histórica, Cuzco, 1939, N.º 73.
546 Milko Pretell García
58
Véase al respecto el artículo de Juan Bautista Ferro, «La reforma baconiana
del saber y la teología», en: Areté, revista de filosofía. Lima, PUCP, Dpto.
de Humanidades, vol. VII, N.º 2, 1995, pp. 191-208.
59
John Duns Scotus (1265-1308) OFM, conocido con el sobrenombre de Doctor
Subtilis. La influencia aviceniana promovió su intento de fundamentación
univocista de la Metafísica; es decir, que si bien la Metafísica estudia al Ser
en cuanto tal y no a un tipo de ente particular, tiene sus limitaciones para
abordar su objeto de estudio, puesto que solo cuenta con el conocimiento
sensible. Por esto, el Ser constituye la noción más abstracta que se puede
aplicar a todo ente en un mismo sentido (sentido unívoco); la noción de ser
en sí misma, sin determinación alguna, en su estado metafísico.
60
Guillermo de Ockham (1280-1349) OFM, conocido como el Venerabilis
Inceptor. Máximo representante del nominalismo radical, defendió la
absoluta libertad de Dios y se opuso tajantemente al poder político de la
Iglesia, lo cual le valió la persecución política. Se le considera padre de la
nueva epistemología y de la filosofía moderna en general.
61
Gilson, Etienne; Études sur le rôle de la pensée médiévale dans la formation
du système cartésien. París: Vrin, 1930.
62
De Muralt, André; L’enjeu de la philosophie médiévale : études thomistes,
scotistes, occamiennes et grégoriennes. Leiden: E.J. Brill, 1991. De
Muralt, André; La Estructura de la filosofía política moderna: sus orígenes
medievales en Escoto, Ockham y Suárez. Madrid: Istmo, 2002.
La filosofía de Ildefonso de Peñafiel 547
63
Cfr. León Florido, Francisco; «Una estructura filosófica en Historia de la
Filosofía». En Anales del Seminario de Historia de la Filosofía, N.º 17,
Universidad Complutense, Madrid, pp. 195-216.
64
Sobre la base de esto, Descartes postulará la hipótesis del genio maligno,
mientras que Hume planteará su crítica al principio de causalidad que lo
conducirá al escepticismo.
65
Redmond, Walter; La lógica... op. cit., p. 26.
548 Milko Pretell García
66
Puede ser consultado en la siguiente dirección electrónica: <http://www.ulb.
ac.be/philo/scholasticon/index.html>.
La filosofía de Ildefonso de Peñafiel 549
67
Redmond, Walter, La lógica... op. cit., p. 33.
550 Milko Pretell García
68
Ibid., p. 46.
La filosofía de Ildefonso de Peñafiel 551
69
Cit. por W. Redmond en: La lógica..., op. cit., p. 121.
70
Ibid, p. 122.
71
Ibid., p. 126.
554 Milko Pretell García
72
Véase: Redmond, W.; La lógica..., op. cit., p. 260.
556 Milko Pretell García
73
Ildefonso: el Primum Gnoseologicum
73
Todas las citas al tomo primero del Cursus Integri Philosophici de Peñafiel se
harán mencionando el número de página, seguido del número de parágrafo,
así como el número de las líneas bajo formato de índice en los casos que
sean necesarios.
La filosofía de Ildefonso de Peñafiel 557
74
«[…] ens rationis, est ens fictum ab intellectu per meram voluntatem
fingentis, homines enim invenerunt hæc figmenta rationis, ut aliquot modo
intelligerent entia realia, quæ in hoc maxime assimilantur artificialibus,
quæ entia maxime libera sunt.»
75
«[…] ens rationis formaliter, cuius totum suum esse est objective in
29-31
intelelctu, vel quod fingitur ab intellectu, […] & Deus non facit ens
34-35
rationis […]» .
558 Milko Pretell García
76
«[...] en el hombre hay dos potencias cognoscitivas. La primera es la
cognoscitiva material que llamamos sentido, la segunda es la perceptiva
espiritual o intelectiva que nombramos intelecto. En el orden del conocimiento,
la primera potencia precede a la segunda según testimonia Aristóteles…»
La filosofía de Ildefonso de Peñafiel 559
Sensus enim sunt organa, per quae intellectus in hoc statu dum
corporis esrgastulo ligatur, tanquam per menestras, & ut dicam
77 8-11
cancellos quasi egreditur ad cognoscendas res. [252: 15 ]
79
«[...] ambas cogniciones de lo singular son perfectamente ciertas. Pero
la primera no se llama ciencia, porque no es discursiva, sino que es
inmediatamente hecha por el objeto existente a las que en medio de las
especies envía a la mente. Mientras que la segunda es discursiva y es
propiamente ciencia, pero la nota de los medios, con los cuales puede
deducirse algo que conviene al individuo, o singular, algo que es universal,
como aquello que le conviene en razón de especie o género…»
80
«Además, no es cierto que todo nuestro conocimiento se funda en la sola
cognición de los sentidos, aunque de ella principia y hace brotar nuestro
conocimiento conceptual. No obstante, como esta es la facultad de conocer,
con mucho más perfecta y considerable, por lo tanto está contemplado algo
más evidente y considerable, algo de lo que carece la potencia sensitiva, y
con los que penetra más evidentemente en los objetos, ya en aquellos que
han sido conocidos sensitivamente, ya en otros remotos y constituidos sobre
la esfera de actividades de los sentidos.»
La filosofía de Ildefonso de Peñafiel 561
88
«[...] el ente real es lo permanente, principal, y excede con mucho en perfección
al ente de razón que es secundario, por accidente e impropio…»
89
«El ente de razón no es el objeto primario y per se, sino secundario,
respecto de la cognición; también respecto de aquella que elabora al
ente de razón, pues, tal como el ente de razón no tiene ser primario,
sino más bien posee ser a semejanza del ente real, así también cuando es
elaborado o conocido, se está conociendo y elaborando a semejanza del
ente verdadero y real.»
90
«El ente de razón es el ente creado desde el entendimiento por la mera voluntad
de quien lo elabora. En efecto, los hombres inventaron estas imágenes
racionales para de alguna manera dar cuenta de los entes reales.»
91
El ente de razón no existe con anterioridad a la cognición a través de la cual
es hecho el ente de razón, ya que al existir en la cognición y ser elaborada
por ella, todo el ser del ente de razón es puramente objetivo.
566 Milko Pretell García
Si increatum, ergo Deus, sed Deus est singulares entitas, ergo non
est universales: patet consequentia, quia impossibile est ut idem
sit simul universale, & singulare. Tunc sic: omne ens reale sive
creatum, sive increatum est singulare, ergo nullum ens reale est
universale.
Quod autem Universale non sit ens rationis, probatur: quia ens
rationis, est & fit, aut fingitur ad similitudinem entis realis, sed
nullum ens reale au test aut potest esse universale: ergo universale
92
non potest esse ens rationis. [153:2-3]
92
El universal no es un ente real ni uno de razón, entonces nada es. La
consecuencia es patente, ya que nada medio se da entre el ente de razón y el
ente real, sino que es necesario que cualquier cosa que exista deba ser lo uno
o lo otro. De ahí que, si ni es lo uno ni lo otro, nada será; pero el universal
ni es un ente real ni uno de razón, por tanto no existe. El antecedente en lo
tocante a la primera parte se prueba. Todo ente real, o bien es un ente real
creado, o bien es increado. Si es creado, por tanto lo es a través de una acción,
pero toda acción es concluida hacia lo singular, como lo dice Aristóteles en
el libro segundo de la Metafísica; por tanto, todo ente real creado es singular.
La menor es patente. El término de una acción debe ser proporcional a la
acción, pero la acción es singular, por tanto también su conclusión: por tanto
toda acción es concluida hacia lo singular.
Si es increado, por tanto es Dios, pero Dios es una entidad singular, por tanto
no es universal. Patente es la consecuencia. Imposible es que lo mismo sea a
La filosofía de Ildefonso de Peñafiel 567
la vez universal y singular. Entonces, todo ente real, sea creado, sea increado,
es singular; por tanto ningún ente real es universal.
Se prueba que el universal no sea un ente de razón. El ente de razón es y es
hecho, o elaborado, a semejanza del ente real, pero ningún ente real o es, o
puede ser universal. Por tanto, el universal no puede ser un ente de razón.»
568 Milko Pretell García
necesaria, licet sit actualitas essentiae entis realis, quae tanto sua
93
perfectione superat actualitatem entis rationis… [103: 95]
93
«[...] en el ente real es patente, ya que no solo la actualidad de la existencia,
sino también la misma actualidad de la esencia puesto que es actualidad
de un ente participado, que depende de Dios, y es creado por él de manera
contingente, distinguiéndose de la propia actualidad de la esencia de Dios en
cuanto que actualidad de Dios es un ente necesario; pero la actualidad del ente
creado es contingente y en absoluto necesaria, aunque sea la actualidad de la
esencia del ente real que supera en tan grande su perfección a la actualidad
del ente de razón…»
94
«[...] en la realidad no se dan sino dos estados respecto de cualquier cosa o
naturaleza, el primero en el cual la cosa no es un existente actual, sino que
se dice posible; el segundo, en el cual una cosa existe actualmente…»
La filosofía de Ildefonso de Peñafiel 569
95
«[...] la posibilidad de las criaturas no tiene su ser de Dios, aunque la existencia
sea dada por él, todo lo que fuera positivo para la esencia y también lo
negativo actual depende completamente de Dios […], es así como que, aunque
crea a las criaturas, sin embargo no puede crear la no repugnancia de ellas,
ya que la no repugnancia de sí es no repugnancia, de ahí que la posibilidad
de sí es posibilidad, y en cuanto posibilidad, que es no repugnancia, en modo
alguno es hecho por Dios…»
96
«[...] todo lo posible es de sí y por sí tal, lo que ampliamente he demostrado
en la Metafísica, en la disputa sobre la posibilidad. Pero todo lo que es de
sí, existe desde la eternidad, por tanto la unidad individual ha existido desde
la eternidad. Luego, la naturaleza siempre ha estado contraída a través de la
unidad individual…»
570 Milko Pretell García
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La filosofía de Ildefonso de Peñafiel 571
CUESTIÓN I
¿Se da el Universal?
SECCIÓN I
Se exponen las opiniones de los adversarios
[575]
576 Ildefonso de Peñafiel
SECCIÓN II
Algunas cosas dignas de notar
10
no es universal alguno, al igual que lo uno». En efecto, dice no en
todos los predicamentos, sino únicamente se diría en uno. De ahí
que merecidamente, si se examina con mayor cuidado este tema,
solo estas cosas se dicen Universales.
De estos cuatro Universales, el Universal en causar debe ex-
cluirse totalmente de la propia y verdadera clase de universales;
porque Dios y los cielos nada de universalidad poseen, ya que estas
entidades, sin duda, son singulares; mas lo singular es totalmente
lo contrario al universal.
También el segundo Universal en significar, como lo es el
Cometa que significa muchos males inminentes, lo remitimos a
los navegantes que estudian Astrología; así como se excluyen con
justa razón los conceptos y voces de República; ya que intrínseca
y formalmente gozan de la singularidad, pues, solo se llaman
Universales de manera extrínseca y terminativa, porque tienen por
objeto las cosas que en sí y formalmente son Universales.
Por consiguiente, solo el Universal en ser se dice propiamente
Universal y suele dividirse en Universal Metafísico, Físico y Lógico;
los mismos que son denominados por Alberto Magno con los
nombres de: Universal ante rem, in rem y post rem.
Universal Metafísico le decían los antiguos platónicos a cierta
naturaleza in re, separada de los inferiores y que, en el mismo ob-
jeto, se sustrae a toda mutación y contracción; sobre lo que luego
trataremos. Pero, con mayor certidumbre, se denomina Universal
Metafísico a la naturaleza secundum se, o concebida intelectualmente
en cuanto a sus predicados esenciales y no realmente escindida de
los inferiores. Naturaleza que se distingue con tal nombre porque
atañe al metafísico tratar y especular sobre las cosas sustanciales
abstraídas y escindidas. Por cuya razón Aristóteles trata cuidadosa-
mente de este universal en el libro 7 de la Metafísica, considerando
únicamente las naturalezas según /155/ su esencia, sin ocuparse
de la aptitud que el entendimiento les atribuye en relación con los
inferiores; ya que el Dialéctico trata largamente de estas segundas
intenciones.
10
Etic. I c.6.
580 Ildefonso de Peñafiel
SECCIÓN III
Se expone y prueba nuestra opinión
SUBSECCIÓN I
Se expone la conclusión segunda y se prueba con autoridad
11
Lib.1 c5.
12
Mt.7c13; lib3c4. De Posteriori lib.1c2.
13
De encarnatione Verbi c2.
Disputa II. Sobre la naturaleza y propiedades del Universal 583
cuando suprimen del medio toda comunión de las cosas entre sí,
y categóricamente afirman que ninguna [entidad] se corresponde
con otra, por [existir] alguna naturaleza común [a ambas], sino
solo por sus voces comunes; ellos mismos se muestran indignos
al coro de Filósofos». Porque, como Platón lo señala en el Sofista:
«la desarmonía ha indicado a los hombres versados en Filosofía y
Música que es incongruente separar la totalidad del todo; ya que,
a menos que la inconstancia de las cosas particulares y la infinidad
se coliga como invariable y cierta, en la condición de naturalezas
comunes, se destruiría [todo] estudio de las cosas singulares para
el inexperto en música; puesto que, quien no puede colegir las na-
turalezas comunes por la disposición de las cosas entre sí, o bien,
percibir la misma conveniencia de los sonidos de las voces, en la
que toda la pericia del arte musical está contenida, es llanamente
un inepto». Por último, por los expertos en Filosofía; ya que la
Filosofía y toda ciencia que propiamente se precie con tal nombre,
remite a algo común, lo que se trata en los seres particulares y que
es su causa; puesto que, como Aristóteles suele decir: «digo que el
perfecto arte de la medicina no pregunta qué fue bueno para Calias,
que padecía una particular y propia enfermedad, sino por qué a
Calias y a otros les afectó el mismo mal común; porque, sin duda,
es necesario que sea común y realmente no un mero nombre, sino
un algo significado con un nombre común. Noción que en razón
14
del mismo filosofar se asume». Esta opinión corresponde a todos
15
los filósofos y Teólogos que aceptan [la sentencia de] Sto. Tomás,
la misma que observa Severino Boecio en el libro: «Sobre las dos
naturalezas en Cristo». /156/
SUBSECCIÓN II
Se prueba con argumentos la conclusión segunda
14
Lib1 Met.
15
I p qt85 ar2-3 ad I; Met7 lec13.
584 Ildefonso de Peñafiel
16
Job 4:17.
586 Ildefonso de Peñafiel
17
Job 7:17.
18
Salmos 8:4-6.
Disputa II. Sobre la naturaleza y propiedades del Universal 587
así para los faltos de mente que quieren que se use únicamente del
nombre externo o del concepto interno formal que individualmente
formo ahora, o de ese nombre que el día de mañana formarás; no
habiendo mayor razón para que se use solo de este nombre que de
aquel otro. Pero, tampoco consideran que se tengan de la acumula-
ción de todas [las impresiones], las que alguna vez podrían formarse
desde todos los hombres, siendo infinitas y confusas por accidente,
las que según Aristóteles se expelen del objeto per se a la ciencia. Por
consiguiente, consideran que es necesario que [la ciencia] se sirva
del nombre ‘animal’, porque es lo común propio a este nombre de
animal, a aquel y a los restantes semejantes. Y, por esto, el nombre
común no solo es un signo común que significa muchas entidades,
sino también la entidad común que se dice sobre muchos singulares.
En consecuencia, concediendo que la ciencia se sirve de los nombres
comunes o Universales en significar, concluyen admitiendo que [las
ciencias] se sirven de las entidades Universales en ser y en predicar,
y que los universales no son únicamente nombres comunes, sino
entidades primordiales y naturalezas comunes.
Profundizando. Lo que se demuestra en Filosofía del ente con-
tingente o la sustancia corpórea, ya que son objeto de la Filosofía,
es indemostrable sobre las voces; por tanto, las voces no son los
universales, sobre lo que tratan las ciencias; de ahí que distintos
universales se darán fuera de los nombres y las voces. El antece-
dente es patente. La filosofía hace demostraciones de su objeto,
porque [el objeto] es un compuesto de materia y forma sustanciales;
pero, el nombre no es sustancialmente un compuesto, como de sí
es patente. Por tanto, los universales se demuestran.
SECCIÓN ÚLTIMA
Se resuelven los argumentos de los adversarios
CUESTIÓN II
¿Cuál es la esencia y definición del Universal?
1
Met. Lib. 7, c11; Sobre la Demostración lib 1.
2
Analíticos Primeros. Lib. 2, cap. Ult.
3
De Interpertatione, cap 5.
592 Ildefonso de Peñafiel
4
Suma Teológica, Pars prima. q 30, art. 4.
594 Ildefonso de Peñafiel
5
Met. 1016ª32-35. 1052ª15. 1053b9. Lib. 10 cap.1.
6
Met. 4 lec. 2. Suma Teológica, Prima pars. q.11, art. 1.
Disputa II. Sobre la naturaleza y propiedades del Universal 599
7
De etymologiis.
Disputa II. Sobre la naturaleza y propiedades del Universal 601
CUESTIÓN III
Si la Universalidad consiste en un acto del
entendimiento o en un ente de razón
SECCIÓN I
Son expuestas las opiniones contrarias
SUBSECCIÓN I
Es expuesta y probada la segunda opinión
7
Dp. 13.
8
q. 5 sobre el Universal.
Disputa II. Sobre la naturaleza y propiedades del Universal 605
SECCIÓN II
Es expuesta nuestra opinión y probada
9
Isagoge. Cp. de las especies.
10
Op. 42. sobre la naturaleza del género, cp. 4.
606 Ildefonso de Peñafiel
11
Met. sec. 13. De ente y Esencia, cp 3. Suma Teológica, q. 85 arts. 1 y 2.
Disputa II. Sobre la naturaleza y propiedades del Universal 607
16
Met. Lib. 7.
17
De anima tx. 8.
18
Avicena.
610 Ildefonso de Peñafiel
19
hace de este conjunto una sola intención. También expresa que
20
los Universales no tienen existencia fuera del alma, así como
que no hay demostración de lo particular, aun cuando aquello
únicamente sea una cosa en la verdad de la cosa. A favor de esta
21
opinión es citado Damasceno, quien indica que «la naturaleza, o
bien es contemplada en una sola cogitación o en todas las hipós-
tasis de la misma especie a las que une, o bien únicamente en un
solo individuo; de ahí que a través de la naturaleza contemplada
en una sola cogitación comprende a la naturaleza como Universal
y constituida formalmente en la Universalidad de razón». De tal
manera que expresa «no existe, sino únicamente es pensado, o en
los individuos». O bien ha dicho que «existe en los individuos o
en todas las cosas, de acuerdo con toda su extensión específica,
en tanto realmente existente; o bien solo en uno». Lo que consi-
dera el Divino Tomás al decir «la naturaleza secundum se no es el
Universal, ni singular; si bien la intención de Universalidad existe
22
gracias al entendimiento»; lo que también había expresado en De
23
ente y esencia. Esta opinión dan a conocer sin discusión todos los
antiguos, excepto los nominales a los que Hurtado sigue (y como
24
último de estos vestigios insiste Rodrigo Arriaga), Soto, Cayetano,
Capreolo, Soncinas, Javellus, asimismo Durando, Aegidio y demás.
17 Por el contrario, a mi modo de ver favorece a esta nuestra
25
opinión la luz de la Iglesia, el Querúbico Doctor San Agustín,
quien dispensa a Platón de la calumnia que Aristóteles le había
atribuido al decir que el propio Platón ha atribuido en realidad la
Universalidad a las naturalezas; porque San Agustín consideraba
que es totalmente absurdo conceder que en las cosas existentes
hay en realidad una Universalidad formal real, ya sea intrínseca-
mente existente en las cosas mismas o bien extrínsecamente por
19
Met., Lib. 12, com. 4.
20
Id., comt. 27.
21
De FIDE, Lib. 3, cp. 2.
22
Suma Teológica, prima secundae. q. 29, arts. 6 y 7.
23
Cp. 4.
24
Lógica, q. 2, sobre los Universales.
25
De civitate Dei. Lib. 83 q. 96. Lib.3 cp. 28.
Disputa II. Sobre la naturaleza y propiedades del Universal 611
SUBSECCIÓN I
Se libera a Francisco Suárez de la falsa interpretación
sobre la Universalidad
26
Met. Tm. I, disput. 6, sec. 7, num. 2.
612 Ildefonso de Peñafiel
27
Id., num 3.
Disputa II. Sobre la naturaleza y propiedades del Universal 613
28
Met., dp. 6, sec. 6.
614 Ildefonso de Peñafiel
29
objetivo indivisible en varias entidades semejantes». Además, ha
dicho «omitida por tanto la primera sentencia, para que juzguemos
sobre las otras dos, debe advertirse que al Universal podemos
concebirlo o denominarlo de dos maneras. Primero, como algo
absoluto en cuanto al ser, porque puede fundar alguna relación.
Segundo, como algo relativo en cuanto al ser, que indica una rela-
ción a los inferiores. Lo primero se entendería [como] la sustancia
Universal, si fuese un hombre que en realidad subsiste separado
de toda contracción, según la opinión platónica, sería Universal,
no por la relación real a los inferiores en cuanto al ser, sino por
su unidad con la aptitud intrínseca y substancial para existir en
30
muchos». Indica a su vez: «Pero, refiriéndonos a la relación de
Universalidad, tal y como la concebimos, al modo de una relación
en cuanto al ser, esta no puede resultar de la sola abstracción, sino
que en la medida que es, se verifica por comparación; ya que, como
supongo, esta relación no es real, sino razón, por tanto está en la
naturaleza misma cuando se concibe absoluta y abstractamente,
ya que en virtud de dicha acción no es convertida en relación por
el entendimiento, ya que el entendimiento no la compara todavía
a sus inferiores, ni tampoco está realmente en relación con ellos.
31
Por tanto, tampoco hay tal relación». Y poco después señala
que «nada impide que a la misma naturaleza pueda convenirle a
través del entendimiento dos razones de Universalidad, es decir,
una absoluta y otra relativa, y que ellas sean producto de diversas
operaciones del entendimiento, y que una, concretamente la que
es absoluta, sea el fundamento próximo de la otra, se comprende
32
la relativa». También trata y prueba en dicha obra que la natu-
raleza, para que se haga Universal, no debe ser los varios indivi-
duos tomados confusamente, sino más bien en tanto abstraída y
escindida de las diferencias individuantes. Estas son las palabras
de Suárez: «En primer lugar [en] efecto, puede abstraerse una
naturaleza común mediante la pura escisión de dicha naturaleza
29
Id., num. 6.
30
Id., num. 8.
31
Id., num. 10.
32
Ibid.
Disputa II. Sobre la naturaleza y propiedades del Universal 615
desde uno solo de sus inferiores sin comparación alguna, ya sea del
concepto superior hacia algo inferior, ya de los mismos inferiores
ente sí; por ejemplo cuando de Pedro solo escindo simplemente las
propiedades individuantes y me detengo en la consideración de la
naturaleza humana. Y piensan algunos que con este conocimiento
puramente precisivo no se obtiene Universal alguno. Sin embar-
go, lo más exacto es que con él se obtiene también el Universal
33
absoluto». Finalmente concluye con estas palabras: «En segundo
lugar, puede abstraerse una naturaleza común por comparación de
los singulares o inferiores entre sí, como cuando comparo a Pedro
con Pablo, conozco que son semejantes en cuanto a la naturaleza
humana, comparación que supone la escisión anterior, /164/
porque supone que de ambos singulares se conoce que son de esa
naturaleza, suponiendo por lo mismo el concepto de tal naturaleza
en cuanto se la escinde de cada uno de los individuos. Por lo cual,
mediante esta comparación únicamente se añade el conocimiento
de la conveniencia, como de la semejanza de muchos inferiores
en dicha naturaleza abstracta y específica. Ahora bien, en esta
comparación cabe hacer todavía nuevas distinciones, en la medi-
da que puede considerarse o bien la sola relación [habitus] de los
particulares entre sí, en cuanto tienen una relación de semejanza,
y esta comparación como tal no pertenece a la constitución de lo
Universal, si no a la consideración de una relación mutua entre los
mismos particulares; o bien en la medida que a través de ella se
considera la relación de una naturaleza común a los particulares en
los que existe. En efecto, una vez que el entendimiento aprehende
que Pedro y Pablo son semejantes en el ser de hombre, considera de
nuevo que este predicado ‘hombre’ se relaciona con Pedro y Pablo
como algo común a los particulares, y en esta consideración parece
alcanzar su plenitud [consummari] la razón del Universal, incluso
del respectivo; pues, por ella surge en nuestra mente, o mejor dicho
en el objeto que se ofrece a la mente, la relación de una realidad
común a muchas. Cabe todavía descubrir otro conocimiento más
bien reflejo, producido por el entendimiento al conocer, como en
33
Met., dp. 6, sec 6, num. 11.
616 Ildefonso de Peñafiel
34
Id., num. 12.
35
Met., dp. 6, sec 3.
36
De Anima, Lib. 1, tx. 8.
37
Met., dp. 6, sec. 5, n. 2.
38
Id., num. 3.
39
Id., sec 2.
Disputa II. Sobre la naturaleza y propiedades del Universal 617
SUBSECCIÓN II
Se prueba con razón nuestra primera sentencia
40
Met., dp. 19, sobre el ente de razón, sec. 3, § 66.
Disputa II. Sobre la naturaleza y propiedades del Universal 619
cia Santo Tomás haya dicho, que la cognición por la cual se hace
el ente de razón, ningún fundamento tiene en las cosas, ya que el
fundamento de la cognición es el ser de su objeto. Pero estos objetos
ningún ser poseen (en todo caso en la realidad); por tanto, ningún
fundamento muestran en su cognición, sino que el entendimien-
to, engañado por su imperfección, afirma que no es o niega que
es. (Y poco después concluye así Hurtado.) Igualmente ha dicho
muy certeramente Santo Tomás que el objeto es hecho y es hecho
en tanto el entendimiento se esfuerza en aprehender aquello que
no existe, como si en realidad existiese. De esta manera, este ser
no es anterior que el de aquello mismo conocido. De este modo,
por tanto, los objetos ficticios se denominan entes de razón, en
los cuales es lo mismo que tengan de manera muy formal el ser
por la sola aprehensión del entendimiento, consistiendo su ser en
ser solamente conocidos, teniendo el ser objetivamente solo en el
entendimiento, pues son hechos y son entes de razón».
Por lo cual argumento. Entonces se hace el ente de razón
mediante alguna cognición cuando aquel ente no existe en sí en
realidad, tal como se concibe en el entendimiento, porque tal
objeto tiene únicamente ser en el entendimiento; pero para que
dicha unidad común se comunique la superioridad en relación
con los individuos como a los inferiores con indiferencia a ellos
y para que los constituya, no se da en realidad en la naturaleza
de Pedro, Pablo, Antonio, etc., como ya lo hemos probado líneas
arribas y que Hurtado concede contra Escoto. Pero es concebido
por el entendimiento en ellos y es afirmado en la definición de la
naturaleza Universal en tanto dice que es una naturaleza apta para
ser en varios; por tanto tal unidad común tiene ser objetivo única-
mente en el entendimiento, puesto que fuera del entendimiento en
realidad no tiene existencia. Pero el objeto que únicamente tiene
ser en el entendimiento, recibe el ser por el entendimiento que
concibe una cosa distinta a como es; por consiguiente, tal objeto es
propiamente un ente de razón ficticio, por tanto tal unidad común
es hecho por el entendimiento en tanto que concibe una cosa dis-
tinta a como es en sí en la realidad. Es así como la identidad entre
Disputa II. Sobre la naturaleza y propiedades del Universal 621
43
Dp. 3 sobre los predicables en lo común, sec. 1 §2 In principio.
622 Ildefonso de Peñafiel
SUBSECCIÓN III
Segunda razón principal propuesta
44
Dp. sobre el género.
45
Dp. 5, sec. 3.
624 Ildefonso de Peñafiel
esto es, que la aptitud para tal comunicación debe ser intrínseca a
la materia y a la forma.
Pero la naturaleza Universal tiene dicha comunicabilidad o
aptitud para que intrínsecamente constituya los inferiores por me-
dio de la forma mostrando su propia esencia y la entidad intrínseca
propia de aquellos; por tanto, tal comunidad o unidad común no
es extrínseca a la naturaleza Universal, sino que intrínsecamente
está en ella. Sin embargo, la cognición real no es intrínseca a la
naturaleza real que se dice Universal, por lo tanto la unidad común
o Universalidad de la naturaleza no es la cognición real, puesto
que la cognición real solo está intrínsecamente en el que conoce
y solo de manera extrínseca denomina al objeto conocido, cual es
la naturaleza, que en tanto Universal es concebido por el entendi-
miento. Entonces, dicha comunidad o unidad común, que es in-
trínseca a la naturaleza, es para que se comunique intrínsecamente
a los diversos inferiores, en la medida que dichas entidades son
sus inferiores; pero la comunidad de lo uno con relación a dichas
entidades en tanto inferiores no se da realmente en la naturaleza
respecto de los individuos, ya que es por eso que los individuos
son realmente lo mismo con la naturaleza, no pudiendo ser verda-
deramente inferiores en la realidad respecto de la naturaleza, que
es lo mismo con los propios, ya que la superioridad e inferioridad
exigen en realidad que sean realmente extremos distintos, porque
la inferioridad y superioridad son oposiciones relativas, que exigen
extremos realmente distintos.
Por tanto, tal unidad común o comunidad, que se conoce en
la naturaleza, no existe verdadera y realmente en la realidad; por
tanto, únicamente existe en la cognición, por tanto es un ente de
razón formal.
Ahora bien, que la Universalidad o unidad común por la cual
se constituye al Universal formal sea en relación con varias entida-
des en tanto inferiores, es manifiestamente patente. La comunidad
de alguna naturaleza respecto de lo diverso, que no es la unidad
común que constituye la naturaleza Universal formal, como se
aprecia en la naturaleza divina que es una sola y común a varias
628 Ildefonso de Peñafiel
46
Dp. 9, sec. 3 del § 67 al § 69.
630 Ildefonso de Peñafiel
47
Met., dp. 6, sec. 6, num. 8.
Disputa II. Sobre la naturaleza y propiedades del Universal 631
Dios y las tres personas divinas estén identificadas con ella misma,
no crea una naturaleza divina Universal, sino más bien la conoce
verdaderamente como la más singular, individual e incomunica-
ble a los diversos inferiores; por tanto sin dicha Universalidad, ya
que el Universal exige tal unidad común y superior respecto de
los inferiores, que en absoluto conoce la fe católica en Dios, sino
que más bien niega absolutamente la Universalidad, de lo que
hablamos, en la naturaleza divina respecto de las personas divinas,
porque no / se conoce superioridad alguna en Dios respecto del
Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Por tanto, es falso decir que la
cognición, solo por el hecho de ser confusa y obscura, constituya
al Universal formal, si es que tal cognición obscura es terminada
verdaderamente hacia el objeto; por tanto para que se forme la
naturaleza Universal es necesario que el objeto sea conocido no
solo en cuanto lo que posee, sino también en cuanto lo que no
tiene. Luego, mediante la fe humana puedo conocer al Rey Felipe
o a cualquier otro hombre creyendo que es de tal figura, de tales
propiedades singulares y lo restante al individuo y al singular, de
modo que de tal persona que habla escucho, y dicha cognición es
confusa y obscura; sin embargo, a través de dicha cognición no
es hecho el Universal, por tanto la confusión u oscuridad de la
cognición no es la Universalidad formal.
Examino con mayor amplitud. Si de lejos viera mediante los
ojos corpóreos cierto cuerpo único y solo que se mueve, no hago
un Universal por la cognición de lo visto; sin embargo, conozco
aquello de manera confusa y no clara; por tanto, una cognición
confusa, por el hecho de ser confusa, no hace al Universal a menos
que lo conozca con la aptitud, superioridad y comunidad de lo
superior respecto de lo inferior.
48
Responde Hurtado en su Metafísica que también a través de
los sentidos externos es hecho el Universal, ya que los sentidos
aprehenden a los objetos confusamente.
Por el contrario. Esencialmente el Universal es lo uno en mu-
49
chos, como el propio Hurtado lo expresa en su Lógica «el Universal
48
Dp. 6, sec. 12, § 199.
49
Dp. 3, sobre los predicables, sec. 12.
Disputa II. Sobre la naturaleza y propiedades del Universal 633
50
Dp. 6, sec. 12.
634 Ildefonso de Peñafiel
SUBSECCIÓN IV
Más ampliamente se examina nuestra conclusión
51
Gabriel Vásquez.
640 Ildefonso de Peñafiel
52
San Anselmo de Canterbury.
644 Ildefonso de Peñafiel
53
Capacidad de visión.
Disputa II. Sobre la naturaleza y propiedades del Universal 645
SUBSECCIÓN V
La segunda parte de la conclusión es probada
de Pedro y Pablo, etc., ya que son una sola, que ella sea común
a Pedro y Pablo, etc. Sin embargo, el Universal exige la unidad y
comunidad respecto de muchos y esto no se da en dichas natu-
ralezas, aunque se dé confusamente la denominación extrínseca
real de conocer la humanidad claramente y confusamente en los
individuos conocidos; por tanto, dicha cognición y denominación
no es la Universalidad, puesto que aun en dicha situación no se
da el Universal, ni se resuelve.
Dirás, por esto es que no se da allí la Universalidad, porque
no se da la unidad e identidad entre dichas naturalezas, así como
se hiciese una desde aquellas naturalezas, la cual podría ser una
en muchos.
Por el contrario, en primer lugar. Esta no es la solución, sino
más bien sucumbe a la carga, por tanto dicha cognición en tanto
confusa no es la Universalidad, puesto que si fuese tal llevaría
consigo cualquier cosa que le sea esencial a la Universalidad; por
esto la equinidad no es la humanidad, ya que no aduce ni atrae
conforme la animalidad ni la racionalidad, las cuales son predica-
dos esenciales de la humanidad.
Luego, en segundo lugar. Por tanto, es por esto que aquella
cognición o denominación extrínseca gracias a la cognición confusa,
como indican los adversarios, no es la Universalidad, porque no
era la cognición que finge la identidad y unidad entre las natura-
lezas, puesto que en realidad verdaderamente no está entre ellas
y la concibe como si lo estuviese; por tanto, la Universalidad no es
únicamente la denominación extrínseca real de la cognición confu-
sa, sino que esencialmente debe envolver algún ente hecho por el
entendimiento, a saber la identidad, la unidad, la comunidad hacia
los inferiores y la superioridad hacia sí misma, cosas que, como no
existen en realidad y son concebidas como si existiesen en dichas
naturalezas, tendrían un ser puramente adoptivo y serían entes
de razón. V.g., la quimera, no solo es la cognición confusa de las
esencias en cuanto sí y la denominación real de la cognición que
conoce a tal entidad en cuanto en sí es, sino más bien es la iden-
tidad o unión entre la esencia de hombre y de caballo, etc.; por lo
652 Ildefonso de Peñafiel
SECCIÓN ÚLTIMA
La segunda parte de la conclusión es probada
54
Dp. 1.
55
Op. 42 De natura generis, cp. 4.
Disputa II. Sobre la naturaleza y propiedades del Universal 669