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CHILENIZACIÓN DE TARAPACA

Antes de la guerra, en un censo oficial del gobierno del Perú levantado en 1876, se
estableció que la población chilena en Tarapacá ascendía a 9.664 personas, que
equivalían a un 25,28% de la población total de la zona. Hacia 1885, cuando el territorio de
Tarapacá ya había sido cedido a Chile por parte del Perú, el Censo General de la
Población de Chile arrojó que el 43,22% de la población total de Tarapacá era de origen
boliviano y peruano.
En 1891 los jóvenes peruanos tarapaqueños pidieron al gobierno de Eduardo López de
Romaña que les subvencionasen becas de estudios en colegios nacionales peruanos
del Departamento de Tarapacá. El Congreso del Perú aprobó este pedido el 7 de
noviembre de 1891.

En 1910 existían en Tarapacá


imprentas, colegios, bomberos,
clubes, mutuales, empresas,
logias y curas peruanos que
convivían sin dificultad con la
población de Chile. El Himno
Nacional del Perú seguía
escuchándose en las victrolas. El
inicio de la chilenización tuvo
lugar con el surgimiento de las
Ligas Patrióticas que empezaron
a configurar una limpieza étnica
de las provincias del norte de
Chile.

En Pica, hasta 1911, las escuelas peruanas eran apoyadas por las monjas de San José de
Cluny y el párroco de Pica, a pedido de la "Sociedad Peruana de Hombres y de Señoras".
En 1911 el gobierno de Chile decretó el cierre de las escuelas peruanas, y permitió la
operación de un único centro educativo llamado "Valparaíso High School", dirigido por
Juan Eduardo Edmonson, quien apeló a su apellido inglés para continuar sus labores. En
1922 continuaban aún en funcionamiento cinco escuelas ilegales peruanas en el Oasis de
Pica, dirigidas por Ofilia Prat, Virginia Olcay, Luis Olcay, Juan Edmonton y Lucio Zavala.
También en Tarapacá fue acusada María Vernal de brindar clases particulares ilegales. El
permiso le fue denegado por considerar que transmitía valores peruanos.
En 1926, la profesora peruana Ema Venegas en Alto San Antonio fue acusada de
antipatriotismo al no asistir a la celebración del 18 de septiembre; así como Haydee Murillo
en Pica, cuyas enseñanzas tuvieron que ser vigiladas por las autoridades locales.
Hasta 1930, el Estado chileno tuvo poca preocupación en fiscalizar las labores educativas
en Tarapacá.
El diario obrero "El Despertar de los Trabajadores" de Luis Emilio Recabarren, líder
sindical chileno, fue uno de los que sufrió el empastelamiento e incendio a manos de las
ligas patrióticas. Esto mismo sucedería con los diarios "La Voz del Sur", "El Tacora", "El
Ariqueño" y "El Morro de Arica", publicados en Tacna y Arica.
A fines de abril de 1918, el Comité Pro Patria decretó en Iquique la expulsión de 40.000
peruanos y casi chilenos de padres peruanos. Una cruz negra en la puerta indicaba que el
comité confiscaba la propiedad y los moradores eran expulsados de Tarapacá. El pasquín
llamado "El Lucas Gómez" empezaba a publicar en sus páginas actas de defunción de los
que aún no habían abandonado la ciudad.
Los refugiados llegaron a El Callao y más tarde conformaron la Urbanización Tarapacá. En
el Callao fueron marginados y tratados como "chilenizados", sufriendo nuevamente
discriminación por parte de sus connacionales, y estos decidieron marcharse
al Putumayo, San Martín, Ramon Castilla, Maynas y Trapecio amazónico.

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