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El elefante que perdió su anillo de boda.

Cuenta una historia muy antigua una fábula acerca de algo que le sucedió a un joven
elefante. El elefante era grande, apuesto y muy inteligente, pero no encontraba
pareja, y veía con cierta tristeza cómo el resto de sus compañeros iban formando
una familia, mientras él continuaba solo.
Pero un día, su manada se encontró con otra manada de elefantes, entre los cuales,
había una linda elefanta soltera, que enseguida se fijó en él.
El elefante al fin se enamora
Ambos comenzaron a jugar y a dar largos paseos por la selva. Les gustaban las
mismas cosas y reían sin parar. Se divertían y no podían dejar de verse. Hasta que se dieron cuenta de que  estaban perdidamente
enamorados. 
Así que el elefante, sin dudarlo, le pidió matrimonio a la elefanta.
¡Menuda alegría se dieron las dos manadas de elefantes! ¡Hacía mucho que no se celebraba una boda! Así que organizaron el evento
con muchísima ilusión. Mientras unos preparaban el banquete, otros comenzaron a construir el lugar en donde se celebraría el enlace.
Algunas elefantas se reunieron para preparar el ajuar, y ayudaron a la elefanta a buscar unos elegantes adornos de novia.
Los elefantes acompañaron al novio a encargar las alianzas. El encargado de hacerlas sería un primo del novio, que era un excelente
orfebre.
Todo marchaba muy bien. Todo parecía encajar. El elefante y la elefanta estaban felices.

Pero llegó el día de la recogida de los anillos. Justo el día anterior al enlace. Eran unas alianzas preciosas, increíbles. Únicas. Con el
nombre de ambos elefantes grabados en el interior. El elefante se los colocó en la trompa para llevárselos y se fue muy contento. No
había visto nunca unos anillos tan bonitos.
Pero justo antes de llegar al río, en la orilla, el elefante tropezó con una piedra, y cayó de forma estrepitosa al agua. El pobre animal
se llevó un buen susto y un gran golpe, pero consiguió levantarse. Y al ponerse de pie, comprobó para su desgracia, que uno de los
anillos de boda se había caído al agua.
El elefante se puso muy nervioso, sentía que su corazón se iba a escapar del pecho.¡No podía controlarlo! Y se puso a escarbar con las
patas, con la trompa, a dar vueltas en círculo… El agua se enturbió por la arena que levantaba con las patas y el elefante no podía ver
nada. ¡No podía encontrar el anillo!
Los consejos del sabio búho al elefante que perdió su anillo de boda
Un búho, que había visto todo desde la rama de su árbol, le dijo:
– ¡Tranquilo! ¡Para!
Pero el elefante no podía oír nada. Estaba tan nervioso, sentía tal ansiedad, que no era capaz de escuchar, solo podía pensar en que no
daría tiempo a hacer un anillo nuevo, y que su novia se disgustaría muchísimo al enterarse de lo que había pasado.
Entonces, el búho aterrizó sobre el elefante y le volvió a decir:
– ¡Para! ¡Tranquilízate!
Y el elefante se dio cuenta de que el búho le estaba hablando. Y decidió escuchar, porque sabía que el búho era uno de los animales
más sabios del lugar.
– Estás tan nervioso que no dejas de excavar en la arena. Levantas tierra y ésta enturbia el agua- dijo el búho-. Lo que tienes que hacer
es quedarte quieto, muy quieto, esperar y observar.
El elefante hizo lo que el búho le dijo. Al fin se tranquilizó, y la tierra comenzó a depositarse en el fondo del río. El agua se calmó y
algo en el fondo comenzó a brillar con nitidez. ¡Era el anillo de boda!
– ¡Oh, muchas gracias, búho! ¡Muchísimas gracias por tu consejo! - dijo emocionado el elefante.
La boda se pudo celebrar, sin más sobresaltos. El búho hizo de padrino de honor y los elefantes se dieron el sí quiero, alianzas
incluidas, ante la emoción y felicidad del resto. Y el elefante, por su parte, aprendió una sabia lección.
Moraleja: «Cuando las aguas turbias no te dejen ver el fondo del río, no te muevas: espera a que la tierra se pose y el agua vuelva a
mostrarse cristalina».
ACTIVIDAD:
Leer y desarrollar las preguntas.
¿Qué emociones trabaja el cuento?
¿Qué valores fortalece?
¿Qué sentimientos se vivencian?
¿Qué relación encuentras entre emociones, sentimientos y valores? Dales un orden a estos.
¿Has vivenciado situaciones así en tu vida?
¿Qué aprendizaje te deja para este momento de tu vida?
¿El cuento te enseña cómo afrontar los problemas de la vida? Explica tu respuesta.
Esta fantástica fábula corta budista nos invita a reflexionar acerca de las limitaciones a las que nos lleva la ansiedad y el estres. 'El elefante que
perdió su anillo de boda' refleja el momento de angustia que vivimos ante un
problema que nos supera. Verás cómo solucionarlo de la forma más razonable.

‘El viejo que hacía florecer los árboles’


Un anciano leñador vivía en una humilde casa a orillas de un bosque, con su anciana mujer. No tenían hijos.
Un día, de camino al bosque, vio junto al camino a un perro desvalido y muy flaco. Alguien le había
abandonado, y al anciano se le encogió el corazón. Sin pensárselo dos veces, lo envolvió entre su kimono y lo
llevó corriendo a su casa. Al verle, su mujer se extrañó.
– ¿Cómo regresas tan pronto?- preguntó.
Entonces, su marido le mostró al perro que acababa de recoger.
– ¡Oh! ¡Qué bonito es! ¿Quién habrá podido abandonarlo? Le curaremos y cuidaremos de él como si
fuera nuestro hijo.
Y así fue cómo la pareja de ancianos dedicaron todos sus esfuerzos al salvar al asustado animal, que muy
pronto comenzó a sentir un profundo amor y agradecimiento hacia ellos. Al fin recuperó su peso y su
hermoso pelaje blanco. Y la pareja le puso el nombre de ‘Shiro’, que significa ‘blanco’.
El viejo que hacía florecer los árboles: Shiro recompensa al anciano por su bondad
Meses después, el anciano partió con su azadón hacia un lugar del huerto que tenía junto a su casa. Y de
pronto, Shiro, que le acompañaba dando brincos de felicidad a todas partes, empezó a ladrar y a saltar como
un loco en un rincón del huerto, señalando con la pata y el hocico al suelo.
El anciano pensó que quería mostrarle algo, así que cavó donde el animal señalaba. Y al instante manó del
agujero una fuente de monedas de oro. El hombre, totalmente impresionado, corrió con las monedas para
contarle a su mujer lo que había pasado.
Pero alguien había estado observando todo: su vecino, que era muy codicioso, le había espiado entre los
matorrales y lo había visto todo. Muerto de envidia, pidió al anciano al día siguiente que le dejara el perro.
– Solo un día- le dijo- Me gustaría cuidarle durante un solo día.
El anciano, conmovido por sus ruegos, accedió. El vecino llevó entonces a Shiro a su huerto, arrastrándolo con
la correa, ya que el animal, que podía ver los sentimientos codiciosos del vecino, sentía terror hacia él.
Y como no era capaz de moverse, el malvado vecino le ató a un árbol y le obligó a señalar algún lugar del
suelo. Temblando, mostró con el hocico el trozo de tierra al que podía llegar y el hombre empezó a cavar. Pero
en lugar de oro, solo encontró andrajos y zuecos viejos. Enfadado, golpeó con el azadón al perro, cortando
con el golpe la cuerda al tiempo que le hacía una profunda herida.
El milagro de Shiro y el viejo que hacía florecer los árboles
Shiro escapó desesperado y corrió hacia la casa de sus amos. Al llegar, el anciano se horrorizó al verlo:
– ¡Shiro! ¿Qué te han hecho? ¡Oh, perdóname, amigo! ¡No puede ser!
A pesar de los intentos de los ancianos por curar su herida, el pobre animal murió.
Al día siguiente le enterraron en el lugar donde Shiro les había indicado que había oro. Y allí mismo
plantaron un pequeño pino. La magia comenzó a actuar entonces. El árbol empezó a crecer con tanta rapidez,
que en 15 días ya era un enorme pino que daba sombra a toda la huerta.
Las personas del pueblo acudían a diario a ver aquella maravilla.
– ¡Es increíble!- decían unos. – ¡Es un milagro!- decían otros.
La pareja estaba convencida de que era el espíritu de Shiro quien hacía crecer aquel árbol así.
Recordando lo que le gustaban a su querida mascota los rollitos de arroz, decidieron hacer con el tronco del
árbol un mortero para llevarle a la tumba su comida favorita. Con mucha delicadeza, el anciano taló el árbol y
creó un hermoso mortero. Pero, al moler el grano, vieron con asombro que éste se transformaba en oro. La
noticia circuló rápido por la pequeña aldea, y llegó a oídos del malvado vecino, quien acudió enseguida a
pedirle prestado el mortero al anciano.
– Me siento fatal por lo que le pasó a Shiro- dijo mintiendo el vecino- Por favor, deja que le lleve rollitos de
arroz a la tumba. Pero necesito que me dejes el mortero, porque el mío se rompió.
El anciano, conmovido, le dejó el mortero, y su avaricioso vecino fue con él corriendo a su casa. Su mujer
comenzó a moler los granos de arroz, con los ojos sedientos de codicia, pero en lugar de oro, solo aparecían
andrajos y zuecos viejos.
– ¡Maldito viejo embustero!- gritó el hombre- ¡Este mortero no sirve para nada!
Y diciendo esto, lo rompieron en mil pedazos y lo tiraron al fuego.
El viejo que hacía florecer los árboles
El anciano fue a buscar su mortero al día siguiente, y el vecino le dijo:
– Ya no está. Se rompió al primer golpe y lo tiré al fuego.
El anciano se horrorizó al ver su mortero convertido en cenizas, pero en lugar de odio sintió mucha pena.
Decidió llevarse las cenizas de su mortero para esparcirla sobre la tumba de su querido amigo. Pero por el
camino, justo cuando pasaba por unos árboles desnudos por el invierno, un viento sopló e hizo volar parte de
las cenizas, que al posarse sobre las ramas de los árboles, comenzaron a llenar de flores y vida a las plantas.
Las personas que estaban cerca, contemplaron el milagro del viejo que hacía florecer los árboles atónitos.
Todos los árboles florecían, mientras que el anciano canturreaba contento:
– ¡Mirad, mirad, el viejo jardinero hace florecer los árboles!
Y dio la casualidad que un ilustre señor pasaba por allí. Al ver lo que sucedía quedó maravillado y dijo al
anciano:
– ¡Es la primera vez que alguien hace florecer un árbol! ¡Es tan hermoso! Anciano, te mereces una
recompensa.
Y diciendo esto, le tendió una enorme bolsa con monedas de oro. El vecino, que lo había visto todo, lleno de
ira, recogió las pocas cenizas que quedaban del mortero y corrió en busca del noble.
– ¡Espere! ¡Yo también sé hacer eso!
– ¿Ah, sí? ¿Tenemos dos personas con el mismo don esta pequeña aldea? ¡Demuéstralo!
Y el malvado vecino esparció las cenizas. El viento hizo que fueran directas hacia el noble, que no pudo evitar
toser, mientras decía:
– ¡Menudo granuja mentiroso! ¡Te mereces un castigo!
Entonces, el vecino, ahora sí, arrepentido, le contó todo lo que había pasado, y cómo había dado muerte al
perro.
– ¡Ahora entiendo que todo es culpa mía!- dijo entre sollozos- Por favor, estoy arrepentido, dadme una
oportunidad y demostraré que puedo transformar mi corazón.
El noble, que era bondadoso, decidió darle esa oportunidad. Desde entonces, el vecino cambió por completo.
Ayudaba en todo a los ancianos y acudía con frecuencia junto a ellos a la tumba de Shiro para ofrecerle esos
rollitos de arroz que tanto le gustaban en vida.

ACTIVIDAD:
Leer y desarrollar las preguntas.
¿Qué emociones trabaja el cuento?
¿Qué valores fortalece?
¿Qué sentimientos positivos y negativos se vivencian?
¿Qué relación encuentras entre emociones, sentimientos y valores? Dales un orden a estos.
¿Has vivenciado situaciones así en tu vida?
¿Qué aprendizaje te deja para este momento de tu vida?
¿Cómo ejemplifica el cuento la vida tras la muerte? ¿Qué creencias tiene al respecto?

Un cuento que nos habla de  bondad, generosidad pero también de codicia y arrepentimiento. Disfruta de esta
bella historia repleta de valores y reflexiona sobre ellos

La cuerda de la vida
Cuentan que un hombre que amaba las montañas, se estuvo preparando toda la vida para subir a la cima del
Aconcagua. Cuando sintió que ya estaba listo, comenzó la expedición, pero quiso hacerla solo.
Comenzó a subir y a subir y el cielo se oscureció. Pero él deseaba llegar a la cima y siguió subiendo, sin
descansar ni preparar ningún campamento base.
El sol se ocultó y el cielo se oscureció. No se veían ni estrellas, porque el cielo estaba cubierto de nubes. Así
que en un momento dado, el montañero se escurrió y cayó por un precipicio.
El hombre cayó a gran velocidad y pensó que moriría. Por su mente comenzaron a pasar decenas de imágenes
de todo lo que había vivido hasta el momento. Pero justo cuando ya llevaba un buen tramo cayendo en el vacío,
un fuerte golpe le frenó en seco. Como montañero experimentado, había asegurado su ascenso con una cuerda
y ahora esta le sostenía en el vacío.
La difícil decisión del montañero
Con un pequeño hilo de voz, y las manos congeladas por el frío, gritó:
– ¡Dios, ayúdame!
El hombre estaba rodeado por una intensa oscuridad y no podía ver lo que tenía alrededor. Para su gran
sorpresa, una profunda voz le respondió:
– ¿De verdad crees en Mí? ¿Piensas que puedo ayudarte?
– ¿Eres Dios? ¡Claro que sí! ¡Ayúdame! ¡Confío en Ti!
– Entonces, corta la cuerda que te sostiene.
El hombre se quedó petrificado, en silencio, sin saber qué hacer….
Al día siguiente, con los primeros rayos de sol, unos montañistas descubrieron el cuerpo sin vida de aquel
montañero, con las manos congeladas y aferradas con fuerza a una cuerda que le sostenía en vilo a menos de
dos metros del suelo.
ACTIVIDAD:
Leer y desarrollar las preguntas.
¿Qué emociones trabaja el cuento?
¿Qué valores fortalece?
¿Qué sentimientos se vivencian?
¿Qué relación encuentras entre emociones, sentimientos y valores? Dales un orden a estos.
¿Has vivenciado situaciones así en tu vida?
¿Qué aprendizaje te deja para este momento de tu vida?
 ‘Quien no arriesga, no gana’… ¿Cuántas veces no perdemos algo por culpa de nuestros miedos al fracaso? ¿Cuántas no
tomamos una decisión por si acaso no es la correcta? A veces debemos ser valientes y arriesgar para ganar… ¿qué opina
de ello a tu temprana edad?
¿Cuál es (as) Esa cuerda(s) que te impide vivir?
https://tucuentofavorito.com/las-tres-pipas-leyenda-india-sobre-el-control-de-la-ira-2/

‘El corazón del pintor’


Hojas caídas: ocres y marrón; anaranjado con una pizca de
mostaza y grosella.
Nieve en la rama del abedul: blanco con gotas de azul
tintado de añíl helado.
Una rosa en el primer atardecer de mayo: más rosa sobre
amarillo emocionado, con un rubor de carmín.
La cala más recóndita a primera hora de una mañana de
verano.. uffffffffffff … eran tantas combinaciones de
color que no quería que se le escapase ninguna.
– Vamos a ver: oro blanco, azul natural en trazos violetas y malvas… un poco más de blanco nube y verde mar encima de
tanto azul… y verde esmeralda en los pinos, aquellos tan esbeltos.. y…
Ignacio se encontraba contemplando el atardecer en un pequeño rincón del río que discurría a las afueras de su pueblo,
y que, un capricho muy pictórico de la naturaleza, había convertido en un bello paraje donde respirar profundo.
El corazón del pintor: amor de Ignacio por la pintura
Sus amigos hacía tiempo que le habían dejado allí (“eres imposible”, había sentenciado Ramón), y jugaban a unos metros
un partidillo de fútbol en el que lo de menos era quién ganara y en el que las heroicas y esforzadas carreras y chutes a la
portería, solo tenían la ilusión de provocar admiración en las chicas…
Ignacio escuchaba los gritos de sus colegas a lo lejos, pero seguía concentrado.
– Vamos a ver, si mezclase un verde musgo con el primer rayo de sol de una mañana de invierno…  ¿qué color
combinaría mejor para resaltar el brote de aquella que florecía en marzo?
Todo tenía su color, su paleta bien lo sabía, así que no podía fallar. Sí, el violeta manchado con tinte de agua.. ¡ese
quedará perfecto!
– Ignacioooooooooooooooooo,  Ignacioooooooooooooo- Gritaba su madre.
Y así terminaba una tarde más en el río.. con el anuncio de la cena preparada en casa y la llegada de un nuevo día para
aprender mucho (como siempre le recordaba don Mateo, el maestro de la escuela).
Una afición admirada por todos (El corazón del pintor)
En la escuela, su pupitre escondía su bien más preciado, una carpetilla y dentro, todos los dibujos que con su
imaginación y su habilidad habían coloreado los pocos lapiceros Alpino que en su casa los Reyes Magos habían
dejado.
Todo eran elogios:
– ¡Qué bonito te ha quedado el de la casa del abuelo!- Gritaba su hermana María emocionada.
Sin embargo algo faltaba, algo que solo su mirada encontraba, algo faltaba, sí definitivamente algo…
Ignacio siguió viviendo la vida del pueblo y aprendiendo en la escuela. Continuó imaginando hermosos paisajes todas las
tardes en aquel rincón al lado del río y volviendo a casa con mil y una ideas revoloteando en su cabeza , y creció y creció.
Llegó el gran día, el final de la escuela, el comienzo de una nueva vida, de su vida. Sus sueños se mezclaban siempre en
la paleta de colores:
– ¡Algún día seré un gran pintor!
Todos desde pequeño habían alabado sus pinturas, pero sentía que aún faltaba mucho, y sufría por alcanzar el día en que
creara la obra por la que seguía pintando y mezclando colores, imaginando y viviendo.
– Tan solo espera unos cuantos años,  el tiempo es el más sabio maestro- le recordó Don José el maestro.
El corazón del pintor: Ignacio marcha a la gran ciudad
Y así, con pena en el alma por la partida, y alegría en los ojos por su nueva aventura, marchó a trabajar a la gran ciudad.
Nada le recordaba a su pueblo en la gran ciudad, y eso le asustaba. ¿Recordaría siempre los tonos azulados de la nieve
sobre la campana de la iglesia? ¿Llegaría el día en que no sabría dibujar un pajarillo jugando con la cebada en el campo?
¿El gris que ahora le rodeaba le serviría para combinarlo con los miles de colores que su imaginación había creado?
Así transcurrían sus días, aprendiendo, añorando y buscando, hasta que un día, uno cualquiera, algo marcó la diferencia:
veinticuatro pequeñas horas que trajeron de nuevo el dorado de un sol de verano a su vida.
Ahí estaba ella, sentada en la escalera de aquella vieja casa por la que Ignacio habría pasado mil veces antes de aquella.
Ahí estaba, contemplaba el brillo azulado de las nubes que traen los primeros días de la primavera. Sin imaginar que un
muchacho, un muchacho aspirante a pintor, también contemplaba su rostro abstraído.
El corazón del pintor: Ignacio conoce el primer amor
Bastaron unos cuantos segundos y, el súbito escalofrío que le recorrió desde el cuello hizo que sus pies se pusieran en
marcha, y el caminar de sus pies hizo que le acercaran tanto a ella que no le quedara más remedio que iniciar una tímida
conversación, y de paso averiguar cómo era la voz de la que tan reposadamente admiraba la bella mañana:
– Hola, mi nombre es Ignacio, ¿qué estás contemplando? (ahora caía: ni siquiera le había preguntado su nombre)
– Hola – contestó ella ruborizándose- no sabía que estabas aquí… Me había quedado colgada de esa nube, ya sabes,
como Antoñita la fantástica.
– No, no lo sé… quiero decir, no sé quién es esa Antoñita. Perdona, es que me pareció que buscabas un tono de azul, ese
que… Perdóname otra vez, soy un grosero…. ¿cómo te llamas? ¿no me dirás que Antoñita, verdad?
Ella soltó una carcajada. ¿Sólo una carcajada? Noooo, no era como cualquier otra, era limpia, sonoramente musical,
incluso podría decir que, sí, sostenidos en el aire, aparecieron mágicamente acordes de colores. ¿Era eso posible?
Así pasó toda la tarde Ignacio, pensando en ella, en su sonrisa, en los colores que aún no era capaz de plasmar en su
paleta…
Y al día siguiente, siguió escuchando esa risa y al siguiente también.
Cada día se apresuraba después del trabajo por llegar al lugar en que había conocido a la chica de la risa de colores y
cada día volvía a casa con la esperanza de verla al día siguiente.
Mientras, mezclaba en su paleta todos los colores del arcoíris por si llegase a encontrar los matices de aquella risa que
seguía en su cabeza, y tanto lo intentaba que ya no solo la escuchaba claramente en la mañana, cuando daba un paseo, o
por la tarde cuando volvía a  pasar por delante de la vieja casa.
El corazón del pintor: Y esto es lo que se siente al estar enamorado…
Ignacio empezó a sentirla en los latidos de su corazón… pum pum pum, jajajajjajaa… pum pum pum, jajajaja.
– Si mi corazón sabe de qué color es su risa, entonces seguro que podré pintarla- se dijo Ignacio- y siguió mezclando
colores. Claro que Ignacio tenía razón: solo un corazón de pintor puede encontrar el brillo adecuado para el carmín
de unos labios, solo él puede marinar el silbido del aire con el marfil de los que lo libera, tan solo el corazón de un pintor.
Y lo consiguió, consiguió plasmar en su lienzo el motivo que le tenía enamorado, consiguió pintar un retrato de ella.
Y consiguió pintar cualquier motivo que su ensoñación le “soplase” a su corazón. Ningún paisaje por muy lejano que
estuviese, le era ya desconocido, siempre tenía en su paleta los colores que hacían de aquel lugar un lugar para compartir
con su adorada ella.
Una tarde, después de convertirse en un auténtico pintor, mientras pasaba como cada día por delante de la escalera de la
vieja casa, un conocido sonido le brindó su premio: ella se quedó con su retrato y él se quedó con ella.
ACTIVIDAD:
Leer y desarrollar las preguntas.
¿Qué emociones trabaja el cuento?
¿Qué valores fortalece?
¿Qué sentimientos se vivencian?
¿Qué relación encuentras entre emociones, sentimientos y valores? Dales un orden a estos.
¿Has vivenciado situaciones así en tu vida?
¿Qué aprendizaje te deja para este momento de tu vida?
¿qué papel juegan los recuerdos en tu vida? Ellos te mantiene vivo o te desmotivan?
¿Cómo fue ese primer amor? ¿Qué sentiste? ¿Aún podrías evocar ese momento?

‘Las tres pipas’


Cuenta la leyenda, que un miembro de una tribu india, ‘Pies de
plomo’, se enojó mucho con un compañero, y decidió acudir a la
tienda del Jefe de la tribu para explicarle lo que sucedía. Estaba
tan enfadado con su compañero, que pensaba matarle.
– Oh, Jefe de la Tribu, estoy tan enfadado con Águila Parda, que
ahora mismo voy a buscarle para matarle.
– Espera- contestó el Jefe de la tribu- Entiendo tu enfado y comprendo que quieras vengarte con
rapidez. Pero antes, te pido que tomes esta pipa, vayas junto al árbol sagrado y fumes un rato. Luego
regresa y vuelve a explicarme lo que deseas hacer.
Así que ‘Pies de plomo’ tomó la pipa, se fue hasta el árbol anciano e hizo lo que le había pedido el Jefe de
la tribu. Una vez que terminó, regresó, eso sí, mucho más tranquilo. De hecho, según volvía a la tienda
del Jefe, se dio cuenta de que en realidad, matar al joven indio que le había ofendido, tal vez era
demasiado…
– Oh, gran Jefe- dijo el indio- Gracias por la pipa. He pensado y ahora creo que bastará con darle una
gran paliza a ‘Águila Parda’…
– Entiendo bien lo que dices- contestó el Jefe de la tribu- Pero antes, te pido que vuelvas con la pipa al
árbol sagrado y fumes de nuevo. Después, tráela de vuelta…
Las tres pipas: El indio fuma una segunda y una tercera pipa
El indio, un poco sorprendido, accedió a ir de nuevo al árbol anciano. Y comenzó a fumar la pipa. Al
terminar, se dio cuenta de que sus emociones habían cambiado, y ya no se sentía tan enfadado. Según
regresaba a la tienda del Gran jefe, pensó que no merecía la pena darle una paliza al indio que le había
ofendido.
– Oh, Gran Jefe- le dijo el indio- Toma la pipa, muchas gracias. Pero es curioso, ahora no siento la
necesidad de darle una paliza a ‘Aguila Parda’. Creo que bastará con dejarle en ridículo delante de
todos. Eso haré… le insultaré delante de todos los demás.
– Bien, joven indio, entiendo bien que aún te sientas enfadado. Pero antes de ir a buscarle, toma esta
tercera pipa y acude de nuevo al árbol anciano. Después, regresa a verme.
Al indio no le apetecía mucho ir de nuevo a fumar junto al árbol, pero hizo caso y  acudió con la pipa al
árbol sagrado. Fumó y al terminar, según regresaba a la tienda del Gran Jefe indio, se dio cuenta de
que su enojo se había esfumado por completo, como el humo de la pipa, y que en realidad lo que debería
es ir a hacer las paces con el joven indio que le había ofendido, con un gran abrazo.
– Oh, Gran Jefe indio- le dijo entonces el indio- Muchas gracias por la pipa. Ahora lo veo todo más claro:
creo que lo que debo hacer es ir a dar un gran abrazo al joven que me ofendió. Así podremos hacer las
paces y recuperaré un amigo . Seguro que ‘Águila Parda’ está muy arrepentido de lo que ha hecho…
– ¡Que sabia decisión!– le dijo el cacique- Es lo que quería decirte, pero era mucho mejor que llegaras por
ti mismo a esa conclusión.
ACTIVIDAD:
Leer y desarrollar las preguntas.
¿Qué emociones trabaja el cuento?
¿Qué valores fortalece?
¿Qué sentimientos se vivencian?
¿Qué relación encuentras entre emociones, sentimientos y valores? Dales un orden a estos.
¿Has vivenciado situaciones así en tu vida?
¿Qué aprendizaje te deja para este momento de tu vida?
¿Cómo reduces o quitas la ira de tu vida?
¿El perdón y l humildad qué papel juega en tu vida?
Vengarse, castigar, odiar y denigrar de una persona con frecuencia son secuelas de la ira: ¿A qué te han llevado si
las usas?

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