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Quedaron un día para jugar y dar largas caminatas por la selva. Ambos
tenían en común los mismos intereses, hablaban sobre todo y reían sin
parar. Se divertían mucho juntos y no podían, ni querían dejar de verse.
Así se dieron cuenta de lo mucho que estaban locamente enamorados
el uno del otro.
El elefante decidió, sin dudarlo, proponerle matrimonio a su amada
elefanta. Ella aceptó encantada y se lo contaron a sus respectivas
manadas. ¡Qué gran alegría tenían las dos manadas! ¡Desde hace
mucho tiempo que ninguna celebraba una boda! Se pusieron de
acuerdo para organizar el evento con mucha ilusión por el porvenir.
Mientras unos se encargarían de cocinar banquete, otros comenzaron a
limpiar para luego arreglar el terreno donde tendría lugar la ceremonia.
Las amigas más cercanas del elefante se reunieron para organizar otros
los preparativos referentes a la boda, como su despedida de soltera, los
adornos para la ceremonia y lo que usaría la novia en su gran día.
Todo parecía marchar muy bien para los novios y futuros esposos,
quienes se encontraban felices y ansiosos porque llegase el día de la
boda.
El día en el cual al novio le tocaba buscar las alianzas, justo la tarde
anterior a la ceremonia. Visitó a su primo para encontrar unos anillos
hermosos, únicos, una excelente obra. Tenían el nombre de ambos
elefantes tallados en su interior. El elefante se los puso en la trompa
para llevárselos tranquilamente a casa, estaba muy contento con el
resultado, pues nunca había visto unos anillos tan bonitos.