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Nombre: Max Argandoña Pilco Curso: 1/ B

El Elefante que Perdió su Anillo de Boda

Hay una historia muy antigua sobre lo que le ocurrió a un joven


elefante antes de su boda. El elefante de la historia era grande, guapo y
muy inteligente, pero no lograba encontrar una novia, y veía con cierta
tristeza cómo uno a uno todos sus compañeros encontraban a alguien
y formaban una familia, mientras él siempre estaba solo.

Sin embargo, un día, su manada se topó con otra manada de elefantes,


entre las decenas de elefantes, había una linda elefante soltero que se
fijó en el elefante solitario. Él también se fijó en ella, intercambiaron
algunas palabras y ambos notaban la atracción.

Quedaron un día para jugar y dar largas caminatas por la selva. Ambos
tenían en común los mismos intereses, hablaban sobre todo y reían sin
parar. Se divertían mucho juntos y no podían, ni querían dejar de verse.
Así se dieron cuenta de lo mucho que estaban locamente enamorados
el uno del otro.
El elefante decidió, sin dudarlo, proponerle matrimonio a su amada
elefanta. Ella aceptó encantada y se lo contaron a sus respectivas
manadas. ¡Qué gran alegría tenían las dos manadas! ¡Desde hace
mucho tiempo que ninguna celebraba una boda! Se pusieron de
acuerdo para organizar el evento con mucha ilusión por el porvenir.
Mientras unos se encargarían de cocinar banquete, otros comenzaron a
limpiar para luego arreglar el terreno donde tendría lugar la ceremonia.

Las amigas más cercanas del elefante se reunieron para organizar otros
los preparativos referentes a la boda, como su despedida de soltera, los
adornos para la ceremonia y lo que usaría la novia en su gran día.

Los amigos allegados al elefante acompañaron al novio a escoger el


diseño y encargar los anillos de matrimonio. El seleccionado para
elaborar la suntuosa joya fue un primo del novio, el cual trabajaba la
orfebrería y era muy destacado en ello.

Todo parecía marchar muy bien para los novios y futuros esposos,
quienes se encontraban felices y ansiosos porque llegase el día de la
boda.
El día en el cual al novio le tocaba buscar las alianzas, justo la tarde
anterior a la ceremonia. Visitó a su primo para encontrar unos anillos
hermosos, únicos, una excelente obra. Tenían el nombre de ambos
elefantes tallados en su interior. El elefante se los puso en la trompa
para llevárselos tranquilamente a casa, estaba muy contento con el
resultado, pues nunca había visto unos anillos tan bonitos.

Sin embargo, caminando cerca de la orilla del río, distraído pensando


en su boda con su gran amor. El elefante trastabilló con una piedra
cayendo de forma estrepitosa al agua. El pobre animal se llevó un gran
susto y un buen golpe, pero consiguió ponerse de pie.
Afortunadamente no le había pasado nada físicamente excepto por el
dolor, pero al levantarse, se dio cuenta para su desgracia que el anillo
de bodas de su novia faltaba, había caído al agua.

El elefante inmediatamente se puso muy nervioso y desesperado sentía


que su corazón se iba a escapar del pecho, imaginando lo que ocurriría
si no tenía los anillos. Sin poder controlarse se puso a escarbar con sus
patas, con la trompa, dando una y otra vez vueltas en círculo,
esperando encontrarlo de esa forma el anillo. El agua estaba
enturbiada por la arena que levantaba con su esfuerzo para poder
recuperarlo. El elefante no lograba ver nada con toda la arena sumada
al movimiento del agua. ¡No podía encontrar el anillo!
Un búho que estaba tranquilo en la rama de un árbol, había observado
toda la escena del desesperado elefante y le gritó: “¡Tranquilo!
¡Detente!”

El elefante no lo escuchó, no podía, sus nervios no le permitían


concentrarse en nada más. Sentía muy ansioso, tanto que no era capaz
de oír, solo se recordaba a sí mismo que no tendría tiempo para
encargar un nuevo anillo, y que su novia se entristecería mucho, o que
peor aún tal vez no habría boda, tan pronto se enterase de lo que
había ocurrido.

Entonces, el búho voló y aterrizó sobre el cuerpo del elefante y le dijo


una vez más: “¡Detente! ¡Cálmate!”

Sólo de esta forma el elefante se dio por enterado de que el búho le


estaba hablando. Decidió escuchar al que tenía que decir, ya que había
recordado que el búho era uno de los animales más sabios de la selva.

“Estás muy perturbado, sin paciencia alguna, y no paras de escarbar en


la arena del río. Levantas la arena y ésta enturbia el agua, eso es lo que
no te deja ver en qué lugar buscar. Deberías de intentar quedarte
quieto, en extremo quieto, si es posible no muevas si un musculo.
Espera y mira el agua.”

El elefante decidió hacer al pie de la letra el consejo del sabio búho. Al


fin logró calmarse por un instante, y la arena empezó a caer en el
fondo del río, donde solía estar. El agua dejó de agitarse y una luz en el
fondo comenzaba a brillar con gran nitidez. ¡Era el anillo del
preocupado elefante!

Entonces muy emocionado el elefante exclamó: “¡Oh, te lo agradezco


mucho búho! ¡Muchísimas gracias por tus sabias palabras!
La boda se logró celebrar el día acordado sin ningún otro tipo de
contratiempo. El elefante incluso invitó al búho para que fuese su
padrino de honor. Los elefantes se dieron el sí quiero durante la
ceremonia, donde intercambiaron los anillos, frente a ambas manadas
completamente emocionadas y felices. El elefante, por otro lado,
aprendió una sabia lección la tarde anterior.

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